1. Primera Lectura: de la profecía de Habacuc (1,12–2,4):
Salmo Responsorial: Sal 9,8-9.10-11.12-13
R No abandonas, Señor, a los que te buscan
Evangelio: san Mateo (17,14-20):
La fe como un grano de
mostaza
Tiempo Ordinario. La fe, aunque
es un don de Dios, debe crecer y
fortalecerse con nuestra
colaboración.
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura de la profecía de Habacuc (1,12–2,4):
¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? ¿Has
destinado al pueblo de los caldeos para castigo; oh Roca, le
encomendaste la sentencia? Tus ojos son demasiado puros para
mirar el mal, no puedes contemplar la opresión.
¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado
devora al inocente? Tú hiciste a los hombres como peces del mar,
como reptiles sin jefe: los saca a todos con el anzuelo, los apresa en
la red, los reúne en la cesta, y después ríe de gozo; ofrece sacrificios
al anzuelo, incienso a la red, porque con ellos cogió rica presa,
comida abundante.
¿Seguirá vaciando sus redes, matando pueblos sin compasión? Me
pondré de centinela, en pie vigilaré, velaré para escuchar lo que me
dice, qué responde a mis quejas. El Señor me respondió así: «Escribe
la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento, se acercará su término y no fallará; si
tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el
alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 9,8-9.10-11.12-13
R/.No abandonas, Señor, a los que te buscan
Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R/.
Él será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. R/.
Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de
rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia
y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua.
Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de
curarlo.»
Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo
tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que
soportar? Traédmelo.»
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el
niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera
vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella
montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor, me falta fe... para ser perseverante en mi oración, para amar
mejor a los demás, para ser fiel a mi misión. Inicio mi oración
haciendo silencio en mi corazón; no un silencio vacío, sino lleno de
esperanza al estar ante ti, poniéndome humildemente ante tu
presencia, con la seguridad que por el gran amor que me tienes,
fortalecerás mi fe.
Petición
Jesús, dame la gracia de asimilar que la verdadera oración consiste
en unir mi voluntad a la de Dios.
6. Meditación
Quién no ve aquí descrito también precisamente nuestro
mundo, en el que el cristiano está amenazado por una
atmósfera anónima, por "lo que está en el aire", que
quiere hacerle ver su fe como ridícula e insensata?
¿Quién no ve que existen contaminaciones del clima
espiritual a escala universal que amenazan a la
humanidad en su dignidad, incluso en su existencia?.
Los hombres, y también las comunidades humanas,
parecen estar irremediablemente abandonadas a la acción
de estos poderes. El cristiano sabe que tampoco puede
hacer frente por sí solo a esa amenaza. Pero en la fe, en la
comunión con el único verdadero Señor del mundo, se le
han dado las "armas de Dios", con las que -en comunión
con todo el cuerpo de Cristo- puede enfrentarse a esos
poderes, sabiendo que el Señor nos vuelve a dar en la fe
el aire limpio para respirar, el aliento del Creador, el
aliento del Espíritu Santo, solamente en el cual el mundo
puede ser sanado. (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI,
Jesús de Nazaret, primera parte, p. 74.)
7. Reflexión
Se puso de rodillas. ¿Te imaginas a un padre de familia,
desesperado, poniéndose de rodillas delante de alguien
que aparentemente es un hombre como los demás? ¿Qué
le movió a hacerlo? El amor a su hijo.
Primero lo había intentado con los discípulos, pero ellos
no pudieron curar al chico de los ataques de epilepsia.
Luego ve al Señor, se acerca y cae de rodillas ante Él. No
tiene ninguna vergüenza. No le importa lo que digan de
él. Únicamente busca el bien de aquel a quien ama.
Jesús, conociendo el amor que brotaba del corazón de ese
hombre, curó al hijo.
8. Por su parte, los discípulos no entendían en qué habían
fallado. Jesús les respondió que les faltaba fe. No dice
que no tienen fe, sino que aún es muy pequeña.
La fe, aunque es un don de Dios, debe crecer y
fortalecerse con nuestra colaboración. Es como ir a un
gimnasio: al levantar las pesas una y otra vez, nuestros
músculos se desarrollan. La fe también debe ejercitarse,
ponerse a prueba, alimentarse. Si nos conformamos con
la fe que teníamos a los diez años, cuando hicimos la
primera comunión, es lógico que nuestro “músculo”
espiritual esté raquítico.
Necesitamos una fe adulta, resistente, alimentada con las
lecturas adecuadas, con la oración diaria, con los
sacramentos y con todo aquello que nos ayude a
fortalecerla.
9. Propósito
Rezar con mucha fe, diariamente, la oración a mi ángel custodio.
(“Ángel Santo de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de
noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Ni vivir, ni morir
en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para
siempre.”)
Amén.
Diálogo con Cristo
El ingrediente secreto para tener éxito en cualquier cosa es la fe. No
es necesario nada más. Jesús, ahora veo que la oración no es
opcional, sino que es el medio por el cual podemos crecer en la fe.
Sólo quien reza, es decir, quien confía en Dios, con un amor filial,
puede sanarse a sí mismo y a los demás.