1. LA AGENCIA MAGNUM.
Magnum acaba de cumplir 6 décadas de mostrar historias de nuestro mundo
en una sóla instantánea. De captar y reproducir en una sola fotografía toda la
crudeza y realidad de la sociedad. 60 años de fotoperiodismo llevado al
límite mismo de la aventura y el peligro.
Era el año 1943, cuando, trabajando para la revista Life, Robert Capa,
húngaro, y George Rodger, británico, decidieron fundar la compañía Magnum
con el fin de trabajar de un modo independiente; de fotografiar y captar con
toda libertad y calidad aquellas imagenes y momentos de la Historia que ellos
mismos escogieran. Junto al polaco David Chim Seymour, el alemán William
Vandivert y el francés Henri Cartier-Bresson, en 1947, en una entrañable cena
de amigos en el Moma de Nueva York en torno a una botella de champán
“Magnun”, fundaron la que es una de las más importantes (por no decir la
que más) empresas fotográficas del mundo.
Cada uno de los fundadores puso un capital de 400 dólares, siendo dicha
agencia una de las primeras cooperativas en el mundo de la fotografía. Por
primera vez eran los propios fotógrafos los que tenían sus derechos, pues
hasta entonces la empresa que compraba las fotografías las podía usar
siempre que deseara sin pagar más a los fotógrafos.
Por otro lado Magnum fue una iniciativa que permitía a los fotógrafos una
relativa independencia en la elección de los temas a documentar, su edición y
su publicación, procesos que en la Agencia Magnum estaban en control de
los autores y no de los medios de prensa, como sucedía con los fotógrafos
contratados por diarios y revistas de la época.
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2. La cooperativa Magnum posibilitó que los fotoperiodistas documentaran
muchos de los hechos más importantes de la historia del siglo XX, y así ellos
vivieron el desembarco de Normandía en el año 1944; ellos fueron los
primeros en entrar en los campos de concentración nazis para mostrarle al
mundo las atrocidades que allí ocurrieron; ellos fueron los primeros
fotógrafos occidentales que se abrieron paso en la extinta URSS cuando
Stalin murió.
Eran como una hermandad, unida, pero libre. Dispuesta a enseñarla al mundo
la realidad en la que vivíamos; a mostrarles las transformacions sociales tan
importantes que durante todo el siglo XX se produjeron; a ser los ojos de la
gente y poner en nuestras propias casas los horrores de las guerras y los
cambios políticos.
Con una cámara Leica en la mano ellos, profesionales como ninguno, en una
época, en que ser fotoperiodista era un honor y un orgullo; en que era algo
más que un simple trabajo remunerado, fueron capaces de dar su vida por su
trabajo. De aquellos cinco grandes fotógrafos, Robert Capa murió al pisar
una mina antipersona en Indochina, adonde había acudido para cubrir las
rebeliones contra los franceses. A Seymour lo ametrallaron los egipcios en el
Canal de Suez cuando cubría uin intercambio de rehenes. Bischof, un suizo
que fue contratado al poco de abrirse la agencia, murió en un accidente en
los Andes aonde había acudido para cubrir otro reportaje…
Magnum es un mito dentro de la fotografía y pertenecer o haber pertenecido a
ella un honor para cualquier fotógrafo del mundo.
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3. JIMMY FOX
Preciso y apasionado. Así
define su trabajo el editor
gráfico de la agencia
Magnum. Entrevistamos al
hombre de la mirada
decisiva, quien durante 30
años ha seleccionado,
entre miles y miles de
negativos de los mejores
fotógrafos del mundo,
aquellos que han hecho
historia.
Ahí están, las fotos originales de Robert Capa, Josef Koudelka, George Rodger,
Gilles Peress… en el recibidor de este pequeño apartamento parisino en el que
vive desde hace 30 años Jimmy Fox, el hombre que ha editado durante medio siglo
el material gráfico de Magnum, la agencia más prestigiosa del mundo. Sus ojos han
sido los primeros en ver fotos que han hecho historia –Tiananmen, Somalia, Beirut,
Sabra y Chatila…– antes incluso de que los fotógrafos que seguían en el frente
supieran a ciencia cierta lo que habían captado. Llegó a la fotografía cuando en
1956 lo contrataron para organizar los archivos de la OTAN. Diez años después, en
mayo de 1966, Cornell Capa lo contrató para organizar la oficina de Magnum en
Nueva York. «Sí, debo de ser el editor gráfico vivo más viejo.» En el salón de su
casa, llena de libros, documentos y recuerdos y ya retirado del día a día de la
agencia, sigue trabajando en varios libros y exposiciones. Con un entusiasmo
propio de los 20 años y la sabiduría de los 72, habla para XLSemanal.
XLSemanal. Cuando llegó a Magnum, la agencia llevaba funcionando casi una
década, pero no había un archivo organizado. Habría un montón de
material…
Jimmy Fox. Sí, había muchas fotos, pero nada más. Sólo había un télex. Ni
fotocopiadora ni grabadora ni nada. Y esto era mucho antes de que Bill Gates
tuviese idea alguna. Me preocupaba enormemente la preservación del material
gráfico. Dediqué a aquello cinco años.
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4. XL. Miró todos los negativos de todos los fotógrafos, en hojas de contacto
(tamaño 5 cm x 3 cm), ¿debe de tener un ojo bien entrenado?
J.F. Sí, hay que tener buen ojo. Yo lo tengo. Puedo mirar contactos muy rápido.
Hay que ser metódico y preciso.
XL. ¿Qué se necesita para ser un buen editor gráfico, para seleccionar las
mejores fotos entre miles?
J.F. Es importante entender de composición, pero sobre todo debes comprender al
sujeto fotografiado, tener compasión, respeto y ser humilde. No puedes caer en el
error de ser tan perfeccionista y quedarte sólo en en la composición y no en el
contenido. En uno de sus primeros trabajos con Magnum, James Natchwey volvió
de Rumanía de fotografiar los orfanatos. Eran unas imágenes muy sentimentales,
lo que llamamos peephole, como el que mira por una mirilla. El fotógrafo se había
apropiado del sujeto en lugar de ser testigo. Cuando tratas con el sufrimiento
humano y juegas con la estética, es peligroso. Es un límite muy difícil de trazar.
¿Quién es más importante, el sujeto que sufre o el fotógrafo y su estética?
XL. Detecto una crítica hacia esas fotos que muestran el hambre y la muerte
de forma estética, como las de Natchwey o Salgado que todos tenemos en la
cabeza.
J.F. No necesariamente. Conozco bien a Sebastião Salgado. Cuando regresó de
su trabajo sobre el hambre y vi todo su material, recuerdo haberme despertado una
noche con una imagen en la cabeza que no me dejaba dormir, una de un niño
intubado… si a mí no me dejaba dormir una foto, ¿qué le estaría pasando a él, que
estuvo allí? Conozco la situación personal de Sebastião, que tiene un hijo con
síndrome de Down, conozco su sensibilidad, y se había pasado todo el día,
muchos días, en un campo en el que los niños morían de hambre. Eso,
forzosamente, te cambia. ¿Cómo lidia él con esa situación? ¿Cómo la plasma? Eso
es lo determinante.
XL. ¿Y supongo que Salgado le contaría sus impresiones, lo que había
sentido?
J.F. Sí, Sebastião te da todo tipo de información. Y eso es importante. La
autenticidad. No puedes editar basándote sólo en lo gráfico. Necesitas conocer la
historia. Por eso es vital el de-briefing, que te cuenten lo que han vivido. Magnum
siempre ha tratado con temas de preocupación social, lo que requiere un gran
respecto por lo que se fotografía. Como fotógrafo, no puedes ser más importante
que la persona que está frente a ti. No me gusta el oportunismo. Por eso no me
gustan las imágenes de asilos, psiquiátricos, prisiones, de gente que no se puede
defender, porque las personas se convierten en objetos. Corres el riesgo de
convertirte en el fotógrafo del horror.
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5. XL. ¿Se atrevería a elegir a los fotógrafos más importantes?
J.F. Es embarazoso categorizar quién es importante o no...Además, siempre
ofendes a quien no mencionas. Sin duda, Henri Cartier Bresson me ha influido
enormemente. Hablábamos mucho, sobre todo de dibujo, afición que compartimos.
Tenía una gran curiosidad por todo. Kertesz era también generoso y estaba
siempre alerta como una ardilla. Koudelka, a quien conozco desde que llegó a
Magnum, es un ejemplo de generosidad y búsqueda de la perfección. Siempre
tiene una palabra amable…
XL. Es curioso que cuando habla de ellos, los juzga como personas y no
como fotógrafos...
J.F. Es que, primero, son amigos y, luego, fotógrafos. Cuando me gustan las fotos
de alguien, quiero conocerlo. Para valorar su trabajo, su comportamiento humano
debe ser igual a su talento. El talento no lo es todo.
XL. ¿Qué opina de la figura del fotógrafo empotrado?
J.F. Que ya no van a ir ni empotrados, porque ahora los secuestran...
XL. ¿Creen que los fotógrafos y periodistas ya no irán a cubrir guerras?
J.F. Lo que creo es que no deberías arriesgar tu vida ni la de los demás para hacer
fotos cuyo objeto es llenar páginas de periódicos y revistas cuyo objeto, a su vez,
es ganar dinero con la publicidad que va junto a esas fotos.
XL. ¿Pero no es eso lo que hacen desde hace décadas los fotógrafos de
Magnum, jugarse la vida para hacer fotos que se publiquen?
J.F. No. Aquí hay dos cosas distintas: una es el fotógrafo que, sin ser enviado por
un medio, cogía la mochila y, porque estaba convencido de ello, porque se sentía
comprometido con el tema, iba a una guerra o un conflicto y otra distinta es cuando
un medio te envía a cubrir una guerra para que defiendas su punto de vista y llenes
unas páginas que van a reportar un dinero.
XL. Pero da igual. Al final, el primero, por muy mochilero que sea o muy
comprometido que esté, tendrá que plegarse a las condiciones del medio en
el que quiere publicar.
J.F. Hay una enorme diferencia. El primero tiene el control sobre el material que
envía al medio, lo edita y puede aportar su propia visión, que el medio compra o
no. El segundo tiene que entregar todo el material, todo el filme que la publicación
le ha dado y no controla el enfoque. Cuando quisieron enviar a Susan Meiselas a
Nicaragua (en los 70), se planteó esta cuestión y le dijimos: «Ve sólo si crees que
debes hacerlo, pero no lo hagas porque si no vas a una guerra, traicionas el
espíritu de Magnum».
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6. XL. ¿Y cuál es ese espíritu de Magnum?
J.F. (Silencio) Perfeccionismo y honestidad.
XL. ¿Y cómo sabes quiénes son los fotógrafos ‘honestos’, a los que
realmente les interesa?
J.F. Los que han ido antes de que estalle el conflicto, los que siguen lo que pasa,
los que han dado los primeros pasos, los que se toman su tiempo… a esos les
interesa de verdad. Los otros van de safari. El editor de Newsweek me comentaba
hace poco que tiene tantos chicos con una cámara deseando ir a cubrir conflictos
que podría llenar un avión cada semana. Construir tu carrera sobre un sueño
violento es muy peligroso. Van a la guerra como si fuesen a un parque de
atracciones, no saben dónde se meten y, claro, los matan.
XL. ¿Influye de alguna forma la fotografía en los acontecimientos que
registra?
J.F. Quizá para otra generación. Como memoria para el futuro. Ahora es puro
consumo.
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7. XL. ¿Fue usted consciente en algún momento, ante algunas imágenes, de
estar haciendo historia?
J.F. No en el momento. Pero siempre tuve la sensación de estar haciendo algo con
lo que había que tener cuidado. Las fotos venían del frente y yo era la primera
persona en verlas, preservalas y enviarlas al mundo. Sí, en perspectiva, hacíamos
historia.
XL. ¿Y ahora está haciendo historia Magnum?
J.F. Eso sólo el tiempo lo dirá.
XL. ¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la fotografía?
J.F. Ahora, los medios fuerzan a los fotógrafos a hacer digital, porque es más
barato y más rápido, pero lo que ocurre es que ellos disparan de más. Con el
ordenador ha venido a producirse una diarrea visual.
XL. ¿Y qué ofrecen agencias como Magnum frente a las muchas que han
surgido en esta era digital?
J.F. Magnum no es un banco de imagen, es la visión de un fotógrafo, de cada uno
de sus fotógrafos.
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8. XL. ¿Hacia dónde va la fotografía?
J.F. Creo que el futuro inmediato es la fotografía en movimiento con audio. No es
cine. Son fotografías en movimiento y con sonido, ya sea sonido ambiente o con la
voz del fotógrafo, hablando sobre lo que sucede. Los ordenadores hacen que la
imagen sea accesible a una enorme cantidad de gente, permiten que se alteren el
contenido, el color… abre un enorme horizonte a la creatividad. Eso es progreso,
pero con él llega también la mediocridad.
XL. Hasta hace poco (cuando en 2001 se publicó su libro Boxeo) muy poca
gente sabía que usted era también fotógrafo.
J.F. Empecé a fotografíar en el 73. No quería ser fotógrafo, eso lo tenía claro, pero
algo me impulsó a hacerlo. Quizá porque fotografiar es recordar. Desaparecerá de
tu mente, desaparecerás tú, pero quedará una copia sólida. Muy pocos en Magnum
sabían que yo hacía fotos, aunque a veces pedía consejos técnicos. Nunca las
enseñé, durante años. Para mí era un hobby. Un hobby caro que no lamento. He
trabajado en esta historia del boxeo durante 25 años y estoy orgulloso.
XL. ¿Por qué este deporte?
J.F. Porque no sabía nada de boxeo. Por mi trabajo como editor de Magnum vi y
viví la angustia y la destrucción física. Yo soy antiviolencia. No lo entendía. Quizá
por eso me interesó saber qué hace que la gente se suba a un ring a buscar la
destrucción.
XL. ¿Y qué descubrió?
J.F. Que es todo parte del sueño de ser famoso y hacer dinero.
XL. ¿Y descubrió algo de usted?
J.F. Que mi vida es la fotografía.
Ana Tagarro
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