Luisa de Marillac y cuidado de las personas ancianas
Viernes santo etapa rieti
1. VIERNES SANTO_ETAPA RIETI 1
“Conservaba siempre en su corazón a Jesucristo, y
éste crucificado” (1C 115).
Invocación al Espíritu
Dios mío,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y concédeme una fe que guíe,
una esperanza que me sostenga
y un amor que nada excluya.
Permíteme sentir quién eres tú, Señor,
y reconocer cómo cumplir tu mandato.
(S. Francisco de Asís)
Introducción
Situarse ante Jesús Crucificado supone entrar en una actitud de silencio profundo. Hoy
sobran las palabras. Las preguntas molestan. Al silencio de Dios hay que acercarse desde el
silencio. Al dolor de Dios hay que acercarse desde el dolor del hombre y el propio. Al
"hombre levantado en lo alto", hay que acercarse desde el corazón levantado en oración. La
vida misma, la vivida por cada uno, junto a la mirada sencilla y amorosa al Crucificado van
abriendo lentamente la vida a la Sabiduría y poder de la Cruz. Lo que la razón es incapaz de
descubrir, el corazón es capaz de intuir, adorar, aceptar y vislumbrar.
Desde la Palabra
Hermanos: Tenemos un Sumo Sacerdote que penetró los cielos -Jesús, el Hijo de
Dios-. Mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo
Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo,
igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al
trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser socorridos en el
tiempo oportuno. Pues Cristo, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y
súplicas, con poderoso clamor y lágrimas, al que podía salvarle de la muerte, fue
escuchado por su actitud reverente y, aún siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó
la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para
todos los que le obedecen. (Hb 4, 14-16; 5,7-9)
2. VIERNES SANTO_ETAPA RIETI 2
Es la hora del atardecer. Se apaga la luz del día. Es la hora de sacrificar el cordero para
la fiesta de Pascua. No tiene figura. Pero en su sangre vierte todo su amor por el hombre. No
tiene rostro, pero detrás de él existe otro rostro, el rostro del Padre, que se ha hecho
corazón abierto en el Hijo amado y clavado. Jesús Crucificado el amor limpio y gozoso del
Padre por la humanidad. En Jesús Crucificado el Padre nos dice: "Así os he amado". En su
Hijo Crucificado ha dicho: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los que ama. Y
yo os he amado hasta entregar a mi Hijo a la muerte por daros vida". Así Dios nos ha amado.
El Padre no tiene más que decir. El Padre ha pronunciado su última palabra: el Hijo amado
en la cruz.
Jesús en la cruz es el Sacerdote, único mediador para llegar a Dios. Venido de lo alto se
abaja hasta lo profundo para levantar al Padre el dolor del hombre,... mi propio dolor. Jesús
ora mi vida, mi historia. Jesús intercede, suplica al Padre por el hombre, por mi. Jesús,
Corazón de Dios en el corazón de la historia, eleva la historia a Dios. Es su Eucaristía, es su
Pascua. Es su pan partido y es vino ofrecido en la copa nueva. Intercede por el hombre y su
oración hecha desde la realidad de su sufrimiento y el de la humanidad es escuchada por el
Padre. Su oración nos trae la paz y nos reconcilia.
Espiritualidad franciscana
“Por aquellos días, los hermanos le rogaron que les enseñase a orar. (...) Él les
respondió: ‘Cuando oréis, decid: Padre nuestro y Te adoramos, ¡oh Cristo! en todas
tus iglesias que hay en el mundo entero, y te bendecimos, pues por tu santa cruz
redimiste al mundo’. (...) Y así, dondequiera que hubiese una iglesia, (...), se volvían
hacia ella y, postrados en tierra, decían: ‘Adorámoste, Cristo, en todas las iglesias’,
según les había enseñado el Padre santo. Y lo que no es menos digno de admirar:
hacían esto mismo siempre que veían una cruz o un signo de la cruz, fuese en la
tierra, en una pared, en los árboles o en las cercas de los caminos”(1C 45).
Los discípulos no piden a Jesús fórmulas de oración para recitar, sino que le piden que les
enseñe a orar según corresponde a la condición de discípulos suyos, al igual que Juan enseñó
a sus discípulos a orar como correspondía a esta condición. Jesús les enseña el Padrenuestro
(cf. Lc 11,1-4). Esta oración será la propia y peculiar de los discípulos de Jesús. En ella está
dicho el núcleo del mensaje, de la oración y de la vida de Jesucristo.
3. VIERNES SANTO_ETAPA RIETI 3
Los compañeros piden a Francisco que les enseñe la oración propia de los hermanos, la
que expresa su vida de hermanos menores. Francisco les recuerda el Padrenuestro, porque
en esta forma de vida lo primero y esencial es ser discípulos de Jesucristo. Después, les
enseña el Te adoramos, que contiene y expresa el núcleo de la vida de los hermanos
menores. Y este núcleo está en relación con la cruz, con la adoración al Señor Jesucristo que
por su cruz nos redimió.
La cruz es el momento cumbre de la vida de Jesucristo y, por tanto, el momento cumbre
de lo que los hermanos deben vivir y seguir. Francisco habla del amor de Jesús a los que lo
crucificaban, y este amor es todo lo que los hermanos tienen que vivir.
Prestemos atención todos los hermanos a lo que dice el Señor: Amad a
vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian (cf. Mt 5,44), pues
nuestro Señor Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir (cf.lPe 2,21), llamó
amigo al que lo entregaba (cf. Mt 26,50) y se ofreció espontáneamente a los
que lo crucificaron. Son, pues, amigos nuestros todos los que injustamente nos
causan tribulaciones y angustias, sonrojos e injurias, dolores y tormentos,
martirio y muerte; y los debemos amar mucho, ya que por lo que nos hacen
obtenemos la vida eterna. (1R22,1-4)
La cruz representa el momento cumbre en que Jesús ha sido la Palabra del Padre
obediente, pobre y entregado en amor. Allí Jesús obedece al Padre hasta la muerte, se hace
pobre hasta el extremo de quedarse sin nada, y se entrega en amor a Dios y a los hombres
hasta la locura de perdonar a los enemigos. No conocemos en la vida de Jesús momento
alguno en que más plenamente y con mayor densidad se manifieste como el Hijo del Padre y
como hermano nuestro.
Oración
Te adoramos Santísimo Señor Jesucristo,
aquí y en todas las iglesias que hay en el mundo entero,
y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
(S. Francisco de Asís)