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Una de las características
de los psicópatas, dice el
doctor Robert Hare, es su
falta de conciencia, su fal-
ta de remordimiento por
dañar a sus semejantes,
página 4; la psicopatía,
sostiene la doctora Feggy
Ostrosky, página 11, no
es un trasstorno mental,
sino un trastorno de la
personalidad; en opinión
del maestro Erick Gómez
Tagle, página 15, muchos
delincuentes padecen tras-
tornos psíquicos, particu-
larmente cuando se trata
de delincuentes seriales o
cuando actúan sin motivo
aparente.
CONTENIDO
Gobernador Constitucional del
Estado de Nuevo León
Licenciado Rodrigo Medina de la Cruz
Director General
Doctor Luis Eugenio Todd
Subdirector
Licenciado Juan Roberto Zavala
Director Editorial
Félix Ramos Gamiño
Educación
Profesor Ismael Vidales Delgado
Ciencias Básicas y del Ambiente
Doctor Juan Lauro Aguirre
Desarrollo Urbano y Social
Ingeniero Gabriel Todd
Ciencias Médicas
Doctor David Gómez Almaguer
Ciencias Políticas y / o de
Administración Pública
Contador Público José
Cárdenas Cavazos
Ciencias de la Comunicación
Doctora Patricia Liliana Cerda Pérez
La Ciencia es Cultura
Licenciado Jorge Pedraza
Educación Física y Deporte
Doctor Óscar Salas Fraire
Las Universidades y la Ciencia
Doctor Mario César
Salinas Carmona
Redacción
Licenciado Carlos Joloy
Diseño
Lindsay Jiménez Espinosa
Javier Estrada Ceja
Arte Gráfico
Arquitecto Rafael Adame Doria
Circulación
Profesor Oliverio Anaya Rodríguez
Asistente Editorial
Licenciada Edith Flores
Directorio
Editorial
3
Científicos ingleses –cita el
maestro Rodrigo Soto- pá-
gina 20, han encontrado
en sus investigaciones
que psicópatas autores de
asesinatos, de matanzas,
de múltiples violaciones y
estrangulamientos, entre
otras barbaridades, tienen
“baches” o lesiones en re-
giones críticas del cerebro;
la conducta psicópata se
caracteriza -sostiene la
doctora María del Carmen
Esmer-, página 24, por un
daño severo a la capacidad
afectiva, pero las manifes-
taciones y la magnitud de
ellas son tan variadas, que
probablemente no haya
dos individuos psicópatas
cuyos comportamientos
anormales sean exacta-
mente idénticos.
Psicópata el uno por ciento de la población mundial
15
20
24
27
31
35
39
42
4
11
El lado oscuro de la personalidad
Doctor Robert Hare
El cerebro del psicópata
Doctora Feggy Ostrosky
Psicopatía y delincuencia
Maestro Erick Gómez Tagle
No soy un psicópata
Maestro Rodrigo Soto
Genética de la conducta psicópata
Doctora María del Carmen Esmer
Neuroimagen de la psicopatía
Maestro Roberto Emmanuele Mercadillo Caballero
Lesiones cerebrales y psicopatía
Doctor José Alfonso Ontiveros Sánchez de la Barquera
El psicópata ¿nace o se hace?
Licenciado Mario Alberto Loredo Villa
Bases cognitivo emocionales de la psicopatía
Doctor Ernesto O. López Ramírez
Comorbilidad del trastorno de personalidad antisocial
(psicopatía)
Doctor Daniel Ojeda Torres
Doctor César González González
Doctor Eduardo Ángel Madrigal de León
45 Factores de riesgo en adolescentes para el desarrollo de
psicopatía
Doctor Mario Cáceres Vargas
LA CIENCIA DEL PSICÓPATA
LACIENCIADEL
PSICÓPATA
47 La conducta psicopática
Doctor Javier Lugoleos Cano
La psicopatía, sostiene el
maestro Roberto Mercadillo,
página 27, se ubica en la ca-
tegoría de Trastorno Antiso-
cial de la Personalidad, que,
según el Manual Diagnóstico
y Estadístico de los Trastor-
nos Mentales (DSM IV), se
caracteriza por la ocurrencia
de violaciones constantes de
los derechos de los otros; Los
pacientes con personalidad
antisocial y los que exhiben
conductas antisociales tienen
una historia de conducta anti-
social crónica y continua y de
violación de los derechos de
otros, asegura, página 31, el
doctor José Alfonso Ontive-
ros.
CONTENIDO
“CIENCIA CONOCIMIENTO
TECNOLOGIA”, revista quincenal.
Editor responsable: Dr. Luis
Eugenio Todd Pérez. Número de
Certificado de Reserva otorgado
por el Instituto Nacional del
Derecho de Autor: 04-2008-
052311205700-102. Número de
Certificado de Licitud de Título:
No. 14158
Número de Certificado de Licitud
de Contenido: No. 11731.
Domicilio de la Publicación: Andes
No. 2722 Col. Jardín Obispado,
Monterrey, Nuevo León.
Imprenta: Milenio Diario de
Monterrey, S.A. de C.V., con
domicilio en Ave. Avena No. 17
Col. Granja Sanitaria Ixtapalapa,
Estado de México.
Distribuidor: Milenio Diario
de Monterrey, S.A. de C.V. con
domicilio en Ave. Eugenio Garza
Sada Sur No. 2245 Monterrey,
Nuevo León.”
Teléfonos en la redacción:
8346 7351 y 8346 7499
info@conocimientoenlinea.com
54
58
61
63
65
El poder a través del psicópata
Doctor Javier Lugoleos Cano
Anomalía cerebral tras la conducta psicópata
Horacio Salazar
¿Serán los psicópatas los hombres del futuro?
Profesor Ismael Vidales
Psicópata el uno por ciento de la población mundial
Doctora Patricia Liliana Cerda Pérez
Causas o etiología familiar de la psicopatía
Maestra Blanca Cecilia Martínez Núñez
51 La psicopatía y las adicciones
Doctor Francisco Javier Rodríguez Lara
El maestro Mario Alberto
Loredo, página 35, es enfáti-
co: “no podemos atender un
trastorno únicamente en el
presente del paciente, sino
que tenemos que subirnos al
tren y viajar hacia su pasado
para escudriñar las heridas
emocionales que se le infirieron
y que en el momento actual
le están causando un grave
problema de adaptación. En
el individuo psicópata, el re-
conocimiento de emociones
negativas es deficiente o nulo,
y el patrón de activación cere-
bral ligado al reconocimiento
de emociones positivas es
minimizado y diferente al de
una persona típica, cita el doc-
tor Ernesto O. López Ramírez,
página 39.
Portada
LACIENCIADEL
PSICÓPATA
68
70
Tratamiento integral para la psicopatía
Doctor José Castillo Ruiz
Falla de los adolescentes ante las normas sociales de edu-
cación media superior
Doctor Prisciliano de León Dávalos
73
78
Aspectos legales de la pericial psicológica en el psicópata
Maestro José Héctor Cuello Sepúlveda
Jonrón
Keith Raniere
Participan los 20 planteles CECyTENL en el
Concurso Estatal Cívico
Reconocimiento
Licenciado Juan Roberto Zavala
83
88
Celebra Nuevo León la Semana Nacional de
Ciencia y Tecnología
84
Presentan el libro Metanfetaminas: lo que los
padres deben saber
85
Las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Consejo Editorial
Presidente del Consejo
de Ciencia y Tecnología
de Nuevo León
Ingeniero Juan Antonio
González Aréchiga
N. L. Gob.
Licenciado Eloy Garza
Director del Programa Ciudad
Internacional del Conocimiento
Ingeniero Jaime Parada Ávila
CAINTRA
Ingeniero Enrique Espino Barros
Lozano
ITESM
M. C. Silvia Patricia Mora Castro
UANL
Doctor Mario César
Salinas Carmona
Doctora Diana Reséndez Pérez
Doctor Alan Castillo Rodríguez
Ingeniero Jorge Mercado Salas
Luce obra monumental de José Luis Cuevas en
el Paseo Santa Lucía
86
EDITORIAL
Pienso, luego existo
DESCARTES
1596 a 1650
LACIENCIADEL
PSICÓPATA
Las psicopatías en general, y el psicópata en lo par-
ticular, resultan un tema extraordinariamente com-
plejo, pues ambos tienen que ver con el alma, pro-
totipo espiritual de la metafísica, de modo que darle
un enfoque científico resulta extremadamente difícil y
aventurado.
Sin embargo, se trata de un tema intrínsecamente
importante, dado que los padecimientos psicopáticos
afectan a un amplio sector de la población de nuestro
país, por la gran tendencia a la depresión y a la ansie-
dad que caracterizan a la sociedad moderna.
Y si consideramos la situación mundial, nos dare-
mos cuenta de que el problema adquiere visos de grave-
dad, puesto que, según estimaciones de estudiosos de
irreprochable prestigio y de capacidad intelectual y
científica a toda prueba, a una de cada cien personas se
le puede aplicar –por las características anormales de
su comportamiento- el calificativo de psicópata.
Esta conducta anormal de los individuos en rela-
ción con el entorno cultural o las circunstancias, ha o-
bligado a estudiar los motivos de este comportamien-
to, y por ello nació la ciencia de la psiquiatría, que trata
de encontrar procesos reproducibles en las llamadas
enfermedades de la mente y / o del espíritu. Y por eso
tales padecimientos han sido englobados en el término
psicopatología.
Desde luego, el tratamiento de las psicopatías ha
registrado una notable evolución histórica, a partir del
abordaje religioso y metafísico o diabólico que en sus
inicios se daba al proceso. Gradualmente hemos llega-
do a territorios más racionales y más objetivos –pero
también más humanos- con el avance científico en esta
disciplina
Desde los estudios de Charcot sobre las mujeres
histéricas, o el análisis del subconsciente de Freud,
para la comprensión psicológica de los individuos,
hasta las actuales investigaciones sobre patología cere-
bral, flujos vasculares o bioquímica del comportamien-
to humano, que culminaron con el brillante estudio de
Cricks, Premio Nobel de Medicina, se ha dado un trato
diferente a las llamadas enfermedades del alma y a las
personas que las padecen.
Como corolario de lo que aquí describen diferentes
autores, con amplia experiencia y conocimiento del ser
humano, así como de las enfermedades del alma y su
tratamiento, podemos concluir que el psicópata de los
tiempos modernos plantea uno de los más grandes
retos a la civilización contemporánea, y que para tra-
tarlo y procurar alivio a sus males, debemos buscar el
Psicópata el uno por ciento
de la población mundial
faro luminoso de la paz espiritual y de la satisfac-
ción comprometida con el deber cumplido de dar y
de amar, que es la única acción que nos acerca a la
esquiva musa de la felicidad, que siempre buscamos
como fin primario y fin último de nuestra existen-
cia.
Los temas que se abordan en esta edición cons-
tituyen una síntesis de los esfuerzos que se realizan
globalmente por darles tratamiento racional, con
base en una metodología científica, a los afectados
por patologías diversas; todo lo cual, sin embargo,
no representa una verdad absoluta, porque, como se-
ñalamos nosotros en alguna ocasión, la psiquiatría
ha llegado tarde a la bioquímica del comportamiento
humano; de allí nuestra profunda decepción.
Todavía hay, en el campo
de las enfermedades
–y de los enfermos- del
alma, gran cantidad de
experiencias y tratamientos
sin base científica, pero a
muchos médicos les falta
humildad para reconocer la
ignorancia en esta área
“American
Psycho”,
Bret Easton
Ellis
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata4
En la película El último hombre, de 1996, Bruce Wil-
lis interpreta a John Smith, un asesino a sueldo muy
aproximado a un psicópata. En una escena, Felina, in-
terpretada por Karina Lombard, le dice: “Mi maldición es
el miedo. ¿Cuál es la tuya?” Él responde: “Que no tengo
conciencia”.
¿Verían los psicópatas de la vida real esa cualidad
genética como una maldición o como una bendición? ¿O la
tratarían con absoluta indiferencia? No sabemos la respuesta,
pero es claro que carecer de conciencia tiene sus ventajas
y sus desventajas. Por un lado, nos permitiría ir por la
vida sin ningún “bagaje emocional” y sin tener que preo-
cuparnos por los sentimientos, el dolor y el bienestar de
los demás. También nos facilitaría planear y realizar cosas
que a la mayoría de la gente le resultarían imposibles o
muy difíciles de hacer: engañar, manipular, intimidar, da-
ñar, dominar y controlar a otros.
El dolor físico y emocional infligido a otros no sería
para nosotros causa de mayor preocupación; sino más
bien un “trámite”, una consecuencia indirecta de lo que
realmente importa: la consecución de los propios fines e
intereses. Para algunos, una vida sin preocupaciones por
los demás, sin sentir culpa, remordimientos, recrimina-
ciones o vergüenza, sería muy satisfactoria, incluso una
“bendición”. Por otro lado, no tener conciencia podría ser
considerada como una prescripción para cometer actos
antisociales y delictivos, incluidas la agresión y la violen-
cia 1
. En el peor de los casos, el individuo correría un gran
riesgo de sufrir rechazo social y sanciones legales.
Silver, Mulvey y Monahan (1999) han señalado que “las
características distintivas de la psicopatía (…) establecen
un vínculo conceptual directo entre la violencia y la psico-
patía” 2
. Este vínculo es el tema de este artículo.
AGRESIÓN Y VIOLENCIA
La agresividad y la violencia interpersonales son resultado
de complejas interacciones de factores genético-biológi-
cos, psicológicos, sociales y del entorno. Sabemos lo sufi-
ciente sobre las correlaciones sociales y ambientales de la
violencia individual o de grupo para, al menos, proponer
estrategias preventivas, siempre y cuando contemos con
la presión de la opinión pública y de la voluntad política.
Aún nos falta mucho por aprender sobre las raíces
biológicas y psicológicas de la violencia humana y las
complejas formas en que interactúan con las fuerzas so-
ciales y de otro tipo. No obstante, los últimos avances en
la genética del comportamiento, la investigación sobre la
evolución del desarrollo de la agresividad hasta la edad
adulta y las técnicas de neuroimagen están empezando a
llenar las lagunas de nuestro conocimiento.
El lado oscuro
de la personalidad
Robert D. Hare
Doctor en Psicología
Universidad de British
Columbia
y Darkstone Research
Group, Vancouver
contact@hare.org
www.hare.org
NOTA DE LA REDACCIÓN
Agradecemos las esmeradas gestiones de Bonny Berger,
cónsul y delegada comercial en jefe del Consulado General
de Canadá en Monterrey, quien estableció la comunicación
con el Dr. Robert D. Hare para su participación en este
número.
Agradecemos también al propio doctor Hare, quien
modificó y actualizó este artículo, para la Revista CIENCIA,
CONOCIMIENTO, TECNOLOGÍA; y a la Fundación Banco
Santander, de España, por permitirnos la utilización de la
traducción al español de este texto del doctor Hare.
1 Hare,2003a
2 Silver, Mulvey
y Monahan, 1999,
p. 244
Robert D. Hare
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 5
Puede ser que nunca tengamos una teoría unificada de la
violencia. Sin embargo, creo que empezamos a vislumbrar
los tímidos comienzos de lo que podría denominarse una
“miniteoría” de la violencia predatoria humana, basada
en las investigaciones clínicas y experimentales sobre la
psicopatía. Podría argumentarse que buena parte de la
agresividad y la violencia de los psicópatas es instrumen-
tal y se debe en la misma medida a su naturaleza y a las
fuerzas sociales y ambientales que contribuyen a inducir
la mayor parte de otros tipos de violencia.
Antes de describir las últimas teorías e investigaciones
sobre la psicopatía y la violencia, conviene señalar que
la mayor parte de la gente se pregunta, con justa razón,
por qué algunos individuos se
muestran tan inclinados a la
agresión, a la violencia y a la
criminalidad. Pero otra forma
de verlo sería preguntarnos
por qué la mayoría de no-
sotros no encaja en esos com-
portamientos. ¿Qué factores,
procesos y fuerzas reprimen
o inhiben a la mayoría de los
seres humanos de infringir
gravemente las normas y re-
glas sociales y jurídicas? Es
evidente que las razones son
complejas y diversas, pero
abarcan las normas y los va-
lores sociales y culturales co-
munes, la influencia de la fa-
milia, los amigos, las escuelas
y los grupos de iguales, los
modelos y el aprendizaje so-
cial, factores socioeconómi-
cos y las creencias religiosas
y filosóficas. Muchas de estas
influencias en nuestras creen-
cias, actitudes y compor-
tamientos evidencian el hecho
de que somos, por naturaleza,
animales sociales.
Existen también varios
rasgos de personalidad que ayudan a establecer vínculos
sociales y emocionales y a inhibir el comportamiento anti-
social. Entre ellos, se encuentra la capacidad de sentir un
conjunto normal de emociones como la empatía, el amor,
el miedo, la culpa y el remordimiento. Sin esta capacidad,
podremos adquirir un conocimiento cognitivo de las re-
glas y expectativas de la sociedad, pero careceremos de los
componentes emocionales necesarios para la formación
de conciencia y el desarrollo y observancia de compor-
tamiento prosocial. Al parecer, las personas a quienes de-
nominamos psicópatas carecen de, o tienen muy mengua-
dos, estos componentes emocionales.
PSICOPATÍA
Para la mayor parte de la gente, el término psicópata evoca
la imagen de asesinos en serie, asesinos, violadores y otros
criminales violentos. En parte esto se debe a la aparición
de crímenes escandalosos en los medios de comunicación
y el consiguiente, y a menudo compasivo, retrato de es-
tos individuos en la televisión y el cine. Si bien es cierto
que muchos de estos individuos tienen rasgos psicopáti-
cos, los asesinatos y la violencia no son comportamientos
exclusivos de los psicópatas, ni todos los psicópatas son
asesinos o violentos. De hecho, podemos encontrar a mu-
chos de ellos en los organismos empresariales, guberna-
mentales, militares y de otra clase. 3
El concepto moderno de la psicopatía es el resultado
de cientos de años de investigación clínica y especula-
ciones por parte de los psiquiatras y psicólogos europeos
y norteamericanos.4
“La psicopatía fue el
primer trastorno de
personalidad que se
identificó en la psiqui-
atría. El concepto tiene
una larga tradición
histórica y clínica y
en la última década
cada vez más investi-
gaciones vienen a re-
spaldar su validez”5
.
La psicopatía también
se ha descrito como
“el que puede ser más
importante concepto
forense de princip-
ios del siglo XXI; el
único y más impor-
tante y útil constructo
clínico descubierto
hasta ahora para las
políticas de justicia en
el sistema de derecho
penal 6
. Aunque la eti-
ología, la dinámica y
los límites conceptu-
ales de este trastorno
de la personalidad
siguen siendo obje-
to de debate e investigación, existe una sólida tradición
clínica y experimental con respecto a sus características
afectivas, interpersonales y de comportamiento. Entre ellas,
podemos hablar del engaño, la manipulación, la irrespon-
sabilidad, la impulsividad, la búsqueda de estímulos, el
poco autocontrol, la afectividad inapropiada o restringida,
la carencia de empatía, culpa o remordimiento, la promis-
cuidad y un conjunto de comportamientos inmorales y
antisociales.
El concepto clínico de la psicopatía está comprendido
y evaluado en la escala que contiene 20 características,
Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R)7
o en las versiones
posteriores u otros trabajos relacionados, como la escala
de 12 características Psychopathy Checklist: Screening Ver-
sion (PCL:SV), que he descrito en términos menos técnicos
en Sin Conciencia 8
. Cada instrumento utiliza entrevistas e
3- Babiak y Hare,
2006
4- Hervé, 2007;
Patrick, 2006
5- Millon, Simonsen,
Birket-Smith y
Davis, 1998, p. 28
6-Hare, 1996
7- Hare, 2003a;
Moltó y Torrubia,
2000
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata6
información colateral de archivos para señalar los el-
ementos sobre la base de criterios explícitos. Los el-
ementos de cada instrumento han sido agrupados en
cuatro factores o dimensiones. Por ejemplo, las car-
acterísticas contenidas en las distintas dimensiones
del PCL:SV son: interpersonal (superficialidad, ego-
centrismo, tendencia a mentir); afectivo (ausencia de
remordimiento, ausencia de empatía, no aceptar la re-
sponsabilidad de los propios actos); estilo de vida (im-
pulsividad, ausencia de objetivos, irresponsabilidad) y
antisocial (poco autocontrol, conducta antisocial en la
adolescencia, conducta antisocial en la edad adulta).
Cada una de las características se puntúa en una
escala de tres calificaciones (0, 1, 2) en función del
grado en el que se ajusten a un individuo. Las pun-
tuaciones finales de la escala PCL-R oscilan entre 0 y
40 y las de la escala PCL:SV, entre 0 y 24. En todos los
casos, la puntuación refleja el grado en el que un indi-
viduo se acerca al psicópata prototípico.
CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOPATÍA
La psicopatía no puede entenderse únicamente, ni tam-
poco principalmente, en términos de las influencias y
fuerzas sociales y ambientales. Los factores genéticos
contribuyen de manera significativa a la formación de
los rasgos de la personalidad y el temperamento con-
siderados fundamentales para la psicopatía. Los ras-
gos y comportamientos que definen la psicopatía en
la edad adulta comienzan a manifestarse en los primeros
años de la infancia 9
. Sin embargo la expresión del desor-
den a lo largo de la vida es producto de complejas interac-
ciones de las pre-disposiciones biológico-temperamentales
y de las fuerzas sociales.
El uso de la tecnología de la neurociencia cognitivo-
afectiva y de neuroimagen han incrementado de manera
notable nuestro conocimiento de la función que desempe-
ñan las emociones en el desarrollo y el mantenimiento de
la psicopatía.
Existe nueva evidencia de que la psicopatía puede ser
comprendida como parte de un modelo neural de cog-
nición moral.
La investigación mediante las técnicas de neuroimagen
es demasiado amplia para abordarla aquí, pero sí pueden
exponerse algunas conclusiones generales.
En general, los descubrimientos son ampliamente con-
sistentes con las proyecciones clínicas de los psicópatas
como individuos sin profundidad o comprensión emocio-
nal, aparentemente asociadas con anomalías funcionales y
estructurales (tal vez déficits) en las regiones del cerebro
que intervienen en los procesos emocionales y en la inte-
gración de la cognición y la emoción. Ellos comprenden el
significado cognitivo de un acontecimiento o experiencia
mejor que su significado emocional. Para ellos lo que de-
bería ser una experiencia emocional es apenas poco más
que un acontecimiento cognitivo o intelectual.
Ésta “pobreza” emocional es evidente (pero no exclusiva)
8- Hare, 2003b
9- Frick y Marsee,
2006; Lynam y
Gudonis, 2005
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 7
en su lenguaje, lo que da lugar a expresiones tales como:
“saben la letra pero no la música” y “de las palabras sólo
saben el significado que viene en el diccionario”. En cierto
sentido se parecen al personaje Spock de la Guerra de las
Galaxias, sólo que la falta de emociones de Spock no va
acompañada por, o relacionada con una imposibilidad de
adaptarse a las normas y expectativas sociales.
Un modelo más general, propuesto por Newman 10
, indica
que la psicopatía resulta de
la imposibilidad de responder
automáticamente a los im-
pulsos que normalmente
guiarían o modularían
el comportamiento. Los
modelos basados en la
psicología evolutiva ven la
psicopatía menos como un
trastorno y más como una
estrategia “oculta” evolu-
cionada para transmitir el
acervo genético 11
. Algunos
investigadores describen y
explican la psicopatía en té-
rminos de los meca-nismos
y procesos psico- dinámicos
12
. Otros consideran que la
psicopatía es una variante
patológica de la personali-
dad normal 13
. Este último
planteamiento concuerda
con las pruebas más re-
cientes que muestran que
el PCL-R mide una construc-
ción dimensional 14
, y que
los rasgos psicopáticos es-
tán repartidos por toda la
población general 15
.
A pesar de la variedad
de anomalías cognitivas y emocionales, la mayoría de las
jurisdicciones consideran a los psicópatas legal y mental-
mente sanos y en plena posesión de sus facultades. Com-
prenden las “reglas del juego”, pero deciden respetarlas o
hacer caso omiso de ellas, en función de lo que se adecue
mejor a sus propios intereses. Sin embargo, es posible que
en el futuro próximo las cortes utilicen los descubrimien-
tos de la neurociencia para determinar hasta qué punto los
psicópatas son legalmente responsables de sus acciones.
Éstas y otras consideraciones son objeto de impor-
tantes investigaciones y debates de parte de los científi-
cos, juristas, moralistas y filósofos.
PSICOPATÍA Y DELINCUENCIA
En los últimos años se ha producido un cambio radical en
la percepción y en el lugar que ocupa realmente la psico-
patía en el sistema de derecho penal. Hasta ahora, la opi-
nión generalizada era que los diagnósticos clínicos, como
el de la psicopatía, eran de poca ayuda para entender y
predecir los comportamientos delictivos. Sin embargo,
muchas de las características importantes que inhiben
el comportamiento antisocial, delictivo y violento (la em-
patía, los vínculos emocionales fuertes, el miedo al castigo
o la culpa) no están presentes, o si lo están es de forma
muy deficiente, en los psicópatas. Además, su egocentris-
mo, su vanidad, su necesidad de figurar, su impulsividad
y su falta general de inhibiciones del comportamiento
inevitablemente les provocan conflictos con la sociedad.
Los psicópatas representan tan sólo el 1 por 100 de la po-
blación general, pero repre-
sentan del 15 al 20 por ciento
de la población penitenciaria.
Les resulta fácil vic-
timizar a los más vulnerables
y emplear la intimidación y la
violencia como herramientas
para dominar y controlar a
otros. Esta relación entre la
psicopatía y el delito parece
darse en hombres y mujeres,
en distintos grupos étnicos
y culturas y en contextos so-
ciales, económicos y políticos
diferentes.
AGRESIVIDAD DEPREDA-
DORA Y VIOLENCIA
Muchas de las actitudes y
los comportamientos de los
psicópatas tienen un carácter
depredador. Por ejemplo,
Woodworth y Porter (2002)
investigaron la relación entre
la psicopatía y la naturaleza
de los homicidios cometidos
por varios agresores cana-
dienses. Descubrieron que los
crímenes cometidos por los
psicópatas eran de naturale-
za fundamentalmente instrumental (“a sangre fría”, sin
despertar emociones o alterarse con especial intensidad),
mientras que los cometidos por el resto de los agresores
eran principalmente reactivos (muy alterados, “crímenes
pasionales”, de reacción ante una amenaza).
Esta violencia depredadora también se da en los
maltratadores psicopáticos de sus parejas. Echeburúa y
Fernández-Montalvo (2007) estudiaron a españoles que
cumplían sentencia por una agresión grave contra su
pareja. Describieron al maltratador psicopático como
un “agresor a sangre fría que, sin muestras previas de
inestabilidad emocional, agrede brutalmente, de forma
cruel e insensible”. También descubrieron que este tipo
de agresores tenía la misma probabilidad de matar a su
pareja que otros maltratadores, un resultado que concuer-
da con los de otras investigaciones. La mayoría de los que
mataron a sus parejas eran inestables emocionalmente,
habían consumido drogas o alcohol o habían cometido la
agresión en un ataque de ira o de celos (un crimen pa-
sional).
10- P. ej., Newman,
Brinkley, Lorenz,
Hiatt y MacCoon,
2007
11- Harris y Rice,
2006
12- Véase Kernberg,
1984; Meloy y
Shiva, en prensa
13- Hicklin y
Widiger, 2005
14- Guay, Ruscio,
Knight y Hare, en
prensa
15- Coid et al.,
2007; Neumann y
Hare, 2006
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata8
EL RIESGO DE DELINCUENCIA Y VIOLENCIA
En otros trabajos se estudian en profundidad las teorías
y metodologías de la evaluación del riesgo 16
. La última
generación de métodos para evaluar el riesgo sustituye a
los cálculos clínicos desestructurados que se empleaban
anteriormente para hacer evaluaciones clínicas estructura-
das o con conjuntos actuariales de variables derivados de
la investigación experimental. Debido a su importancia en
la evaluación del riesgo de la psicopatía, que las escalas
PCL-R o PCL:SV se encargan de medir, se incluye en varios
métodos clínicos estructurados y en métodos actuariales.
Ofrecer una explicación detallada de la psicopatía en
términos del riesgo de reincidencia y violencia excede los
límites de este artículo 17
. Su relevancia como un impor-
tante factor de riesgo en la aparición de problemas en las
instituciones, de reincidencia en general y de violencia en
particular, está sobradamente demostrada. El valor pre-
dictivo de la psicopatía no sólo se aplica a los delincuentes
varones adultos, sino también a las mujeres adultas, a los
adolescentes y a los pacientes de la psiquiatría forense o
civil. De hecho, en muchos casos la psicopatía es el mejor
pronosticador de la reincidencia y la violencia.
Harris, Rice y Camilleri observaron que incluso aunque
la tasa base de psicopatía o de rasgos psicopáticos de una
población sea relativamente baja, “los rasgos de personali-
dad asociados a la psicopatía se encuentran entre las cau-
sas más importantes de agresión” 18
. Además, señalaron
que el hecho de que “la psicopatía sea un pronosticador
tan sólido de la violencia en todas las poblaciones, sugiere
que los rasgos de personalidad asociados al trastorno psi-
copático se encuentran entre sus causas más importantes” 19
..
AGRESORES SEXUALES
En los últimos años se ha incrementado notablemente la
atención pública y profesional prestada a los agresores
sexuales, particularmente a aquellos que reinciden tras su
puesta en libertad o la finalización de un tratamiento. Se
ha admitido desde hace mucho tiempo que los agresores
sexuales psicopáticos plantean problemas especiales a los
terapeutas y el sistema de derecho penal. En general, la
prevalencia de la psicopatía es mucho menor en los pe-
derastas que en los violadores o en agresores con víctimas
tanto infantiles como adultas.
Quinsey, Rice y Harris (1995) concluyeron, a partir de
su investigación, que la psicopatía funciona como pronos-
ticador general de la reincidencia sexual y violenta. Las
agresiones de los violadores psicopáticos no sólo suelen
ser más violentas que las de otros agresores sexuales, sino
que tienden a ser más sádicas también. En casos extremos,
por ejemplo entre los asesinos en serie, la comorbilidad de
la psicopatía y el sadismo es muy alta.
Una de las combinaciones más fuertes que han revelado
las últimas investigaciones sobre los agresores sexuales es
la de la psicopatía asociada con las perversiones sexuales,
definidas por una desviación del estímulo sexual, como
con los niños o los impulsos de violación o de violencia no
sexual. Los agresores que poseen esta combinación pre-
sentan un alto grado de riesgo de violencia sexual.
TRATAMIENTO
A diferencia de la mayor parte de los delincuentes, los
psicópatas no ven nada malo en sus actitudes y compor-
tamientos y sólo solicitan tratamiento cuando pueden uti-
lizarlo en beneficio de sus intereses, para obtener la liber-
tad provisional o condicional o cuando se les da a elegir
entre ingresar en prisión o someterse a un programa de
tratamiento comunitario.
Los programas penitenciarios habituales no han de-
mostrado ser muy eficaces con este tipo de personas, en
especial los que tratan de desarrollar la empatía, la con-
ciencia y las habilidades interpersonales. Es más, la tera-
pia de grupo y los programas de terapia psicodinámica
pueden ayudar a los psicópatas a perfeccionar los méto-
dos para manipular, engañar y utilizar a las personas, pero
sirven de poco para que se comprendan a sí mismos. Es
difícil que los programas que no tienen en cuenta la natu-
raleza de los delincuentes psicópatas sean eficaces 20
.
Eso no significa que las actitudes y los comportamien-
tos de los delincuentes y pacientes psicópatas sean in-
mutables o que “no funcione nada”, tan sólo que los pro-
gramas que son eficaces con la mayoría de los delincuentes
no son útiles con los agresores psicópatas. En lugar de
desanimarnos, deberíamos hacer un esfuerzo conjunto
para diseñar procedimientos nuevos orientados específi-
camente a los delincuentes psicópatas. Ya se dispone de
una amplia serie de directrices para elaborar un programa
diseñado específicamente para tratar las psicopatías 21
.
En resumen, proponemos que las técnicas de prevención de
recaídas se integren con elementos de los mejores progra
16- P. ej. véanse
Monahan et al.,
2001; Quinsey,
Harris, Rice y
Cormier, 1998
17- Vease Hare,
2003a, en prensa;
Hervé y Yuille,
2007; Monahan et
al., 2001; Patrick,
2006
18- Harris, Rice y
Camilleri, 2004, p.
1070
19- Harris, Rice y
Camilleri, 2004, p.
1072
20- Harris y Rice,
2006
21- Wong y Hare,
2005
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 9
mas penitenciarios cognitivo-conductuales disponibles. El
programa no está tan enfocado al desarrollo de la empatía
y la conciencia o en modificar la personalidad, sino a con-
vencer a los participantes de que son los únicos responsables
de su comportamiento y que pueden aprender formas más
prosociales de utilizar sus puntos fuertes y habilidades
para satisfacer sus necesidades y deseos.
Implica, además, una supervisión y un control estricto,
tanto en la institución como durante la reinserción en la
sociedad. Naturalmente, un programa de este tipo sería
muy costoso y muchos centros no dispondrán de los re-
cursos para ponerlos en marcha. Todavía queda por ver si
serán eficaces para moderar la naturaleza violenta de los
psicópatas.
PSICOPATÍA COLECTIVA
La mayoría de las investigaciones sobre la psicopatía se
basan en delincuentes o pacientes de la psiquiatría fo-
rense, en gran medida por la prevalencia relativamente alta
de este trastorno en estas poblaciones y por la facilidad de
acceso a los datos de archivo y la información comple-
mentaria para realizar evaluaciones fiables. Sin embargo,
hace tiempo que se ha admitido que la psicopatía no se
circunscribe exclusivamente a los delincuentes sentencia-
dos. 22
Existen varios trabajos acerca de las investigaciones
recientes sobre la psicopatía y sus manifestaciones colec-
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la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 11
El cerebro del psicópata
Doctora Feggy
Ostrosky-Solís
Directora del
Laboratorio
de Neuropsicología
y Psicofisiología
Facultad de
Psicología
Universidad
Nacional Autónoma
de México
feggyostrosky@
gmail.com
El concepto de maldad y los seres que lo per-
sonifican ha sido objeto de fascinación a lo
largo de la historia. Todos nos hemos creado
una representación real o imaginaria de un psicó-
pata. Algunos piensan en personajes de películas,
como Hannibal Lecter, caracterizado por Anthony
Hopkinks, en el Silencio de los inocentes; otros evo-
can a genocidas históricos, como Adolfo Hitler, o re-
crean la imagen de criminales más actuales y locales,
como Juana Barraza Samperio, la “Mataviejitas”, cuyos
crímenes provocan horror, desafío y al mismo tiempo
despiertan nuestra más morbosa curiosidad. Pero tam-
bién hay quienes relacionan el término con algunas per-
sonas con las que interactúan cotidianamente, como su
jefe, su socio e, incluso, su pareja. Lo más sorprendente
–y espeluznante—es que probablemente no están del
todo equivocados.
Aunque los psicópatas son personas muy trastorna-
das, no se puede afirmar que están “locos”, entendido
el término en el sentido de no estar conectados con la
realidad. Es decir, los psicópatas no presentan graves
alteraciones en el pensamiento y la percepción, como
pueden ser las alucinaciones y los pensamientos al-
terados que caracterizan a los esquizofrénicos. De tal
manera, una primera e importante generalización es
señalar que la psicopatía no es un trastorno mental,
sino un trastorno de la personalidad.
TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
La personalidad es nuestra manera de ser. La psicopatía
es una forma de actuar en el mundo. Los trastornos de
la personalidad son esquemas de comportamiento y re-
lación con el ambiente, relativamente fijos, inflexibles y,
lo más importante, socialmente inadaptables, lo que in
Feggy Ostrosky-Solís
Ilustración:VíctorPowell
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata12
volucra una gran diversidad de situaciones. Los psicópa-
tas pueden ser personas aparentemente normales, lo que
los convierte en una amenaza psicológica para quienes se
relacionan con ellos. Su frialdad, egoísmo y falsedad cor-
roen sus relaciones sociales a todos los niveles. A pesar de
estas características, pueden actuar con un gran encanto
superficial que, aunado a su flexibilidad moral, y falta de
remordimiento, les permite ser muy exitosos en la socie-
dad.
El trastorno de personalidad que padecen los psicó-
patas se manifiesta en tres cauces a la vez: en sus rela-
ciones con los demás, en su afectividad y en su con-
ducta. En el primero de ellos, los psicópatas tienden a
manipular y a engañar a los demás. En lo afectivo, ado-
lecen de empatía: son incapaces de ponerse en el lugar
del otro. En cuanto a la conducta, presentan un compor-
tamiento antisocial.
MARIDOS “ENCANTADORES Y EXITOSOS”
Los psicópatas son responsables de mucha de la mise-
ria que existe en nuestro entorno, puesto que alteran
de manera negativa las vidas de las personas que los
rodean. Un ejemplo clásico y desafortunadamente muy
frecuente lo encarnan aquellos esposos que externamente
son encantadores y exitosos en el trabajo, pero en el ho-
gar son fríos y egoístas, sin mostrar interés en la vida de
los hijos y la pareja. Muchos de ellos son figuras domi-
nantes, que mantienen “encarceladas” a sus esposas, y las
someten constantemente al abuso físico y psicológico.
Las personalidades psicópatas pueden llevar una vida
ordinaria. Trabajan, se casan y pueden ser prominentes
profesionistas, aunque los rasgos de su personalidad im-
piden que su empleo y matrimonio sean duraderos. Se ha
reportado que entre 25 y 30 por ciento de los maridos
que maltratan a sus esposas de manera reiterada son
psicópatas, y que en la actualidad están en un programa
de tratamiento impuesto por un tribunal.
A los psicópatas se les ha descrito coloquialmente como “humanos a los que
les falta el alma”. Esta falta de calidad espiritual los convierte, por decirlo de
alguna manera, en máquinas muy eficientes. Por estas características, es muy
común encontrar una relación estrecha entre la psicopatía y el comportamiento
antisocial.
Aunque, como se dijo anteriormente, no todos los psicópatas caen en la
delincuencia y la criminalidad, es un hecho que, cuando así sucede, se dis-
tinguen del resto de los criminales porque su comportamiento tiene un carácter
terriblemente predador: ven a los demás como presas emocionales, físicas y
económicas.
ASESINOS EN SERIE
Los psicópatas predominan entre los asesinos en serie, que planifican fríamente
los asesinatos. Tienen gran habilidad para camuflarse (engañar y manipular);
así como para acechar y localizar los “cotos de caza”, que suelen ritualizar sus
asesinatos, con el toque final del trofeo de su víctima simbolizado en una prenda
u otro objeto que toman como recuerdo. Un ejemplo es el patético caso de Luis
Alberto Garavito, el asesino colombiano que mató a más de 200 niños, en la dé-
cada de los noventa. Este pederasta y asesino serial solía llevarse como trofeo la
fotografía de la ficha de identificación de los niños (que se utiliza en Colombia)
y las coleccionaba dentro de una caja de madera.
Doctor Hannibal Lecter.
Jack Nicholson, en su personaje de la película “El Resplandor”.
12y77.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 13
ABUNDAN ENTRE LOS DELINCUENTES
Pero, más allá de que se conviertan o no en
asesinos seriales, lo cierto es que los psicó-
patas abundan entre los delincuentes. El
estudio para la evaluación de riesgo de vio-
lencia de la fundación MacArthur, la investi-
gación más amplia y exhaustiva que existe
sobre el tema, reporta que su incidencia en
la población normal es del uno al tres por
ciento; mientras que, en la población reclusa,
el porcentaje de individuos con psicopatía
llega a ser hasta del 25 por ciento.
Asimismo, investigaciones realizadas
por Robert Hare de la Universidad de Col-
mbia Británica, en Vancouver, Canadá,
muestran que entre los psicópatas la tasa
de reincidencia criminal es muy alta. Esto
es, antes de transcurridos seis años después
de su puesta en libertad, más del 80 por
ciento de los psicópatas, frente al 20 por
ciento de los que no presentan este trastor-
no, reinciden en la violencia, una violencia
llevada a cabo de manera fría y depredadora,
y que parece aumentar de intensidad con la
reincidencia.
EMOCIONALMENTE SUBACTIVADOS
Desde el punto de vista biológico, se considera que los psicópatas están fi-
siológicamente subactivados; esto es, que se trata de personas que experi-
mentan menos miedo y ansiedad que el común de la gente. Así lo de-mostró
el psicólogo Christopher Patrick, de la Universdad de Minnesota, quien realizó,
junto con sus colaboradores, un experimento con sujetos normales y con psicó-
patas.
En la investigación se obtuvo el nivel de activación de los sujetos a través
del registro de la respuesta galvánica de la piel (RGP), la cual mide la activación
de las glándulas sudoríparas de la piel asociada con el estado emocional (como
cuando nos sudan las palmas de las manos en situaciones emocionales). Cuanto
más activación de las glándulas, mayor es la RGP. Los participantes tenían que
averiguar cuál de cuatro palancas encendía un foco verde. Sin embargo, si la per-
sona accionaba una palanca equivocada, recibía como penalización un choque
eléctrico.
Patrick encontró que ambos grupos cometieron el mismo número de errores,
pero el grupo sano presentó RGP muy amplias, y aprendió más rápido a evi-
tar los choques, en tanto que los psicópatas, no presentaron esta respuesta y
además les tomó mucho más tiempo lograrlo.
Aparentemente, se encontraban subactivados; el castigo no provocaba respues-
tas emocionales, y justamente esta necesidad de emociones fuertes es la que
provoca que el psicópata busque situaciones peligrosas.
EL CEREBRO DE UN PSICÓPATA
Las técnicas actuales de neuroimagen permiten estudiar con precisión milimé-
trica las estructuras cerebrales y los cambios que se producen en el cerebro,
asociados al pro-cesamiento emocional.
Con ellas se ha detectado que existen asesinos que cometen sus crímenes
literalmente a sangre fría; esto es, despachan a la víctima experimentando poca
o ninguna emoción. Este tipo de individuos contrasta con los asesinos apasiona-
dos y que podemos llamar “de sangre caliente”, que aniquilan a su víctima en un
momento de emoción descontrolada. La pregunta aquí es si el asesino depre-
dador posee un funcionamiento cerebral más regulado y controlado frente al
asesino afectivo, que mata en un momento
de pasión sin regulación y control cerebral.
El profesor de psicología Adrian Raine,
de la Universidad del Sur de California, uti-
lizó las técnicas de neuroimagen para inves-
tigar si existen diferencias en la actividad
cerebral entre estas dos formas de agresión.
Dividieron a los asesinos estudiados en dos
grupos: 15 depredadores y 9 afectivos. Es
decir, el primer grupo estaba conformado
por asesinos controlados que planificaban
su crimen, carecían de afectividad y que
habían atacado a personas extrañas.
Los integrantes del segundo grupo eran
asesinos afectivos, que actuaban de forma
mucho menos planificada, bajo una emoción
muy intensa, y principalmente lo hacían en
el propio hogar. El psicólogo y sus colabora-
dores encontraron que la corteza prefrontal
de los asesinos afectivos presentaba tasas
de actividad bajas. Recordemos que precisa-
mente en esta parte del cerebro se localiza el
mecanismo encargado de controlar los im-
pulsos agresivos.
Por otra parte, las investigaciones arrojaron que los asesi-
nos depredadores mostraban un funcionamiento prefron-
tal relativamente bueno. Así quedó corroborada la hipó-
tesis de que una corteza prefrontal intacta les permite
mantener bajo control su comportamiento, adecuándolo
así a sus nefastos fines. Raine también concluyó que, en
comparación con las personas normales, ambos grupos
de asesinos presentaban mayores tasas de actividad
en las estructuras que integran el “cerebro emocional”,
incluidos la amígdala, el hipocampo y el hipotálamo.
Aparentemente, debido al exceso de actividad en estas
estructuras, los asesinos de uno y otro grupo podían ser
más proclives a comportarse agresivamente. No obstante,
lo que distinguía a los depredadores era que tenían un
funcionamiento prefrontal lo bastante bueno para regular
sus impulsos agresivos y poder manipular a otros para
alcanzar sus propias metas.
En tanto, los asesinos afectivos, por carecer de control
prefrontal sobre sus impulsos, tenían arranques agresi-
vos, impulsivos e incontrolados. En este mismo estudio,
también se descubrió que, en algunos casos, lo que se en-
contraba afectado no eran las estructuras del cerebro en
sí, sino las fibras que las conectaban. Es decir, que existía
una comunicación ineficaz entre las regiones prefrontales
y las áreas “emocionales del cerebro”.
COMUNICACIÓN CEREBRAL DEFICIENTE
Esta deficiente comunicación cerebral podría ser la con-
secuencia del maltrato recibido en las primeras etapas
de la vida. Algunas investigaciones, como la de Joan Mc-
Cord, profesor de criminología de la Universidad Temple,
en Pennsylvania, han señalado que la gran mayoría de los
delincuentes violentos provienen de hogares en los que
padecieron algún tipo de maltrato. Una hipótesis pro-
bable es que si, de forma reiterada, un bebé es zaran
27/10/2009 04:57:01 p.m.
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata14
deado bruscamente, es altamente posible que las fibras
blancas que ligan su corteza con las otras estructuras
cerebrales se rompan, dejando así el resto del cerebro
fuera del control prefrontal. Otros factores detectados
que pueden propiciar esta misma ruptura de fibras y afec-
tar la morfología cerebral del producto, son alcoholismo y
drogadicción de la madre durante el embarazo.
Por su parte, Candice Skrapace, profesora del Departa-
mento de Criminología de la Universidad Estatal de Cali-
fornia, ha relacionado los niveles de agresión con la con-
centración sanguínea de hormonas y neurotransmisores.
En sus investigaciones, ha encontrado que algunos asesi-
nos violentos muestran niveles altos de testosterona. La
testosterona es una hormona que se relaciona con la extro-
versión y con las conductas de sociabilidad y la búsqueda
de sensaciones y experiencias extremas, así como la huida
de la monotonía. Aunque también se ha determinado que
la testosterona en sí no es la responsable de que se actúe
con agresión, se sabe que disminuye el umbral para que
ésta se dispare.
Asimismo, se ha encontrado que nuestro grado de im-
pulsividad depende, en parte, de los niveles de serotonina
que tenemos en el cerebro. La concentración de este neu-
rotransmisor puede disminuir por el consumo de alcohol.
A su vez, nuestra agresividad depende del nivel de tes-
tosterona en circulación. Este nivel se puede aumentar,
por ejemplo, con el consumo de esteroides.
Así, personas que abusan del alcohol y consumen es-
teroides y otras drogas, provocan que se altere la química
cerebral. La combinación de los bajos niveles de sero-
tonina que se encarga de accionar los “frenos” para no
cometer actos violentos, junto con los altos niveles de
testosterona, son una terrible combinación, que lleva a la
persona a cometer conductas violentas.
REGIDOS POR LA GÉNETICA
Se han detectado otros casos cuyas acciones violentas
tienen como origen ciertas alteraciones genéticas de la
persona. En una investigación realizada por Michelle
Gotz y colaboradores, del Departamento de Psiquiatría
del Hospital de Edinburgo, en Gran Bretaña, se analizó a
diversas familias integradas por varios criminales. El fac-
tor común entre ellos resultó estar asociado con la alte-
ración en un gen que contribuye a la producción de una
enzima conocida como monoamina oxidasa tipo A. Esta
enzima es conocida por la regulación de la producción de
neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, las
cuales son muy importantes para la regulación del estado
emocional.
Las personas que presentan este tipo de alteración ex-
perimentan continuos estados de agresión explosiva. Otro
estudio, realizado por la investigadora Terrie Moffitt, del
Instituto de Psiquiatría de Londres, señaló que además
de esta alteración, las personas violentas mostraban una
historia de abuso infantil. Esto es, de manera aislada, con
sólo poseer la alteración genética, lo que se generaba era
individuos con una baja tolerancia a la frustración y que
se enojaban fácilmente; sin embargo, en los asesinos vio-
lentos que analizó, además de la alteración genética, ex-
istía una historia de abuso infantil. De acuerdo a los hallazgos de Moffit,
la alteración genética o el abuso infantil de manera aislada resulta en indi-
viduos con personalidades explosivas, irritables y con poca tolerancia a la
frustración, pero cuando los dos factores (genética y medio ambiente) están
presentes, se generan personalidades peligrosamente violentas, incluidos asesi-
nos y multihomicidas.
NO TODO ES BIOLOGÍA
Por supuesto que no todo está determinado por la química cerebral. Existen cier-
tos rasgos psicopáticos que se pueden observar desde la infancia. Por ejemplo,
las crueldades hacia los animales o los otros niños; el desprecio por las jerar-
quías escolares, las aberraciones de conducta que suelen ser “amortiguadas”
por los docentes y los familiares, con el pretexto de que se trata de “proble-
mas emocionales” o “travesuras”. En este contexto, se han identificado una serie
de factores medioambientales. Por ejemplo, algunos psicólogos, como Kenneth
Levy, del Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania, señalan
que los psicópatas pueden haber sido criados por padres que los sobreprotegían
y, entonces, los niños aprenden a esperar un trato especial de todos y a lograr
sin obstáculos lo que desean. Otras investigaciones, como las llevadas a cabo en
ase-sinos seriales por el Departamento de Justicia Criminal de la Universidad
de Carolina del Norte, afirman que se trata de niños deprivados o descuidados,
que desarrollan un trastorno de personalidad como mecanismo protector para
esconder su baja autoestima. En este caso, las condiciones que propiciarían el
trastorno de la personalidad serían la privación de calor humano, el descuido
por parte de los padres, que los obliga a depender de ellos mismos y aquellos
problemas que afectan el apego emocional entre padres e hijo; ya sea por daño
en el niño o por dificultades con los padres.
MUNDO SIN AMOR
De esta manera, el niño aprende que el mundo es frío, sin amor, y que, por
tanto, él vive en un lugar vicioso. Para protegerse de este mundo hostil, desa-
rrolla características de autoprotección, como la agresividad, las man-
eras beligerantes, el engaño, el resentimiento hacia la autoridad y la habilidad
de “encender” y “apagar” su encanto. Irónicamente, estos rasgos repelen a los
demás y así se confirma la visión del mundo como un lugar hostil. El resul-
tado final de este círculo vicioso es la psicopatía. En resumen, para poder de-
sarrollar una personalidad psicópata en el sentido estricto del concepto, es nec-
esario sumar varios factores: las características temperamentales heredadas;
deficiencias en el funcionamiento cerebral; la ausencia de control y apren-
dizaje emocional; experiencias de abuso durante la infancia; y una relación
padre-hijo sin apego. Por su parte, el síndrome de criminalidad es producto de
predisposiciones biológicas, incluidas las genéticas, para, por ejemplo, llegar a
cometer acciones de tipo impulsivo y violento; así como de sus interacciones
con factores psicológicos y sociales. Los procesos fisiológicos se encuentran en
la base y delimitan el sustrato biológico sobre el cual el ambiente ejerce su influ-
encia. Es como una mano de póquer: para llegar a ser un criminal, se han tener
todas las cartas necesarias.
Para mayor información,
consultar el libro Mentes
asesinas. La violencia en tu
cerebro. Feggy Ostrosky-Solis.
Editorial Quo. 2008.
14y75.indd 1
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata74
De allí que las psicologías criminal y forense, adapta-
das a ese tipo de variables, actúan en la actividad pericial,
lo que se entiende como el “medio de prueba al que recur-
ren, ya sean las partes en un juicio o el mismo juez, cuan-
do, para asegurar la existencia de un hecho o su simple po-
sibilidad, se requieren conocimientos técnicos, o cuando,
siendo ésta la materialidad del hecho, es necesario para
conocer su índole, cualidad o sus consecuencias, mediante
un conjunto de conocimientos técnicos o científicos”.
Siguiendo con esta línea comprensiva, el psicólogo
puede participar en los juicios en dos posibilidades: la pri-
mera, como testigo de hecho, por ser responsable de la
aplicación de un tratamiento determinado, en la que actúa
como profesional; pero la información que le es solicitada
se compone de sus observaciones directas y material pro-
veniente de su trabajo sobre su paciente; la segunda, como
experto (perito) con objeto de informar bajo juramento al
juzgador sobre los puntos en litigio, en cuanto se relacio-
nan con su especial saber acerca de un sujeto evaluado en
un contexto judicial.
Así pues, en el contexto del Derecho Penal, por ser éste
el encargado de sancionar las conductas delictivas, la fun-
ción del psicólogo es informar sobre el estado de salud
mental de un acusado o de una víctima, lo que conlleva la
precisión de dos cuestiones fundamentales: si conoce el
valor moral y jurídico de sus actos y si, como consecuen-
cia de su estado de salud mental, es capaz de actuar con-
forme a ese conocimiento, con lo que surgen las opciones
de Imputablidad versus Inimputablidad, en referencia a
su responsabilidad penal. También puede participar el
psicólogo en la valoración del delincuente enfermo mental
o el delincuente que enferma mentalmente.
LLAMADO A PSIQUIATRAS Y PSICÓLOGOS
Ahondando en la actividad interdisciplinaria, mientras que
los juristas prestan atención a los discursos y a los actos,
con objeto de juzgar el estado mental de un individuo, los
jueces encargados, motu proprio o por medio de la pro-
moción de alguna o ambas partes, tomando en consider-
ación que existen errores de percepción y se requiere por
tanto de conocimientos técnicos y profesionales, llaman a
psiquiatras y psicólogos.
Éstos, aunque con poca diversidad en las concepciones
y herramientas teóricas y técnicas, ambos utilizan los mis-
mos instrumentos taxonómicos, conocidos como Manual
Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-IV), editado por la Asociación Psiquiátrica Ameri-
cana, y la Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE-10), emanada de la Organización Mundial de la Salud,
los cuales fueron obtenidos de cuerpos colegiados donde
previamente se pusieron de acuerdo más de un centenar
de especialistas en la codificación de la problemática re-
visada.
A partir de ello, los citados profesionales, para lograr
su encomienda, se aplican a estudiar la fisonomía, las par-
ticularidades físicas y las psíquicas representadas espe-
cialmente en el modo de pensar y por la guisa de cómo se
exteriorizan sus sentimientos, que habrán de explicar a
los inmersos en el litigio.
TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO
En el mismo sentido, es necesario retomar la concepción de la forma dentro de
un juicio como elemento preponderante. Cuando no se está de acuerdo con la
resolución de un juez, el modo de agotar el procedimiento de continuidad hasta
esferas superiores de revisión y decisión, se encuentra en la labor de tres mag-
istrados, que se denominan “Tribunales Colegiados de Circuito”, o en su defecto
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, compuesta de once ministros, los
cuales, de manera “colegiada”, deciden sobre las peticiones de los ciudadanos o
de sus representantes legales. Por ende, la consideración doctrinaria de que más
de uno tome la decisión, permite una uniformidad de criterios, lo cual, invocado
por el Derecho, le proporciona al juez más elementos de convicción sobre su
cometido.
74y15.indd 1
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata16
El actuar por interés no es sólo el de sospechosos y
delincuentes,sinotambiéneldepadresquedisputanlacus-
todia de los hijos, víctimas que sufren las consecuencias
de delitos, guardias encargados de la seguridad, así como
los procesos que internamente experimentan los miem-
bros del Poder Judicial, por citar ejemplos.
El psicoanálisis y la psiquiatría también han con-
tribuido al respecto, aunque desde enfoques diferentes.
El primero, también llamado psicología profunda, fue ini-
ciado por Sigmund Freud, el cual sostiene que la clave del
actuar humano es el inconsciente, y el impulso de vida,
la sexualidad. En el caso de la segunda, es un área de la
medicina que se especializa en la prevención, evaluación,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos
de la salud mental. El tratamiento incluye psicofármacos,
aunque puede recomendar psicoterapia.
APROXIMACIONES SOCIOLÓGICAS
AL COMPORTAMIENTO CRIMINAL
La sociología estudia la producción y reproducción de la
sociedad y de lo social, a través del análisis de sus estruc-
turas y sistemas, así como de la forma en que interactúan
con los individuos y los grupos. Al igual que la psicología,
mantiene relación con otros campos del saber, como an-
tropología, filosofía, trabajo social, y se divide en espe-
cialidades.
La sociología criminológica investiga la criminalidad
de una sociedad determinada, sus causas generales: varia-
bles demográficas, condiciones socioeconómicas; su re-
lación con otros fenómenos: sociales, culturales, económi-
cos, políticos, y la evolución de sus índices.
La sociología de la desviación y del control social
se encarga del análisis de las conductas calificadas como
desviadas: parasociales y antisociales, en función de las
exigencias institucionales: prescripciones normativas; de
las expectativas sociales: preceptos morales, y de la falta
de efectividad de los mecanismos de control: discurso
ideológico del derecho y otras normas sociales. A diferen-
cia de la sociología criminológica, se desarrolla en un nivel
más teórico.
UNIÓN DE ESFUERZOS: CRIMINOLOGÍA
Elucidar los actos socialmente sancionados, por conside-
rarlos moralmente graves y por ser contrarios a las nor-
mas institucionalmente establecidas, implica una lectura
integral, amplia, tanto del sujeto trasgresor, como de la
sociedad de la que forma parte. Una conducta desviada
o divergente es la expresión comportamental de la diso-
ciación entre las aspiraciones culturalmente establecidas
(vgr. éxito pecuniario, fama, poder) y los medios estruc-
turalmente dados para arribar a ellas, por lo que sería sim-
plista reducir la explicación a un problema de adaptación
individual.
El ambiente, como dominio generalizado de las rela-
ciones sociedad-naturaleza, en el cual se incluye el campo
material y abstracto de los entretejes de cultura, población,
trabajo y mundo vital, es tan importante como la persona-
lidad de cada uno; es decir, las pautas de pensamiento,
percepción y comportamiento relativamente estables, pro-
pias de cada sujeto. Visión de las personas como seres
bio-psico-sociales que compartimos.
Razones por las cuales la criminología es una ciencia
sintética que busca la descripción, clasificación, expli-
cación y reducción de las conductas criminales, tanto
en lo general (criminalidad), como en lo relativo a casos
concretos a través de la criminología clínica. Potencial
analítico que le permite abarcar desde delitos en estados
de emoción violenta hasta actos dolosos preparados con
antelación.
La violencia, pese a los estudios y tratamientos biológi-
cos, cognitivos, neuroquímicos, psicodinámicos y sociales,
persiste en amplio número de hogares. Hombres y mu-
jeres participan en procesos distorsionados de interac-
ción, donde las amenazas, las comparaciones, los insultos
y los silencios prolongados son la constante.
El estado psicológico y la salud mental de quienes
agraden, por supuesto influye, pero no son suficientes
para aclarar la selección de las víctimas, el escenario de
la agresión, el confinamiento al ámbito privado, el encu-
brimiento y la justificación reiterada del castigo como el
ejercicio de un derecho.
En una interacción violenta, el comportamiento de uno
sirve para justificar el del otro. Determinados mensajes,
verbales y no verbales, interpretados como amenaza o
rebeldía —independientemente de la intención del emi-
sor—, determinan el pasaje al acto. Proceso interaccional
y comunicativo que debe analizarse, considerando que
la particular interpretación de los mensajes depende del
universo cognitivo de quien lo hace; hecho por el que la
cultura ocupa un lugar fundamental en las explicaciones,
sobre todo si atestiguamos la heterodesignación de identi-
dad y la socialización de género.
16y73.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 17
EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS
Las prácticas violentas no son naturales, sino aprendidas.
En ocasiones, relacionadas con experiencias traumáticas
durante la niñez y la adolescencia: transmisión interge-
neracional basada en modalidades vinculares sustentadas
en la agresión; conductas habituales u ocasionales que re-
miten a una tipología diferenciada del agresor: psicopáti-
cos, hipercontrolados o cíclicos emocionalmente inesta-
bles.1
La distinción se basa en la acumulación de frus-
tración, el afán de dominio, la existencia de “doble per-
sonalidad”, la falta de seguridad propia, la inhabilidad
para expresar ideas (analfabetismo comunicacional), la
introducción de justificaciones al maltrato, el manejo de
los sentimientos, el nivel de autocontrol, los objetivos de
la conducta, la posesividad, la posibilidad de mejora bajo
tratamiento terapéutico, la presencia de sentimientos de
culpa y la selectividad victimal.
En la parte de discusión de los resultados, la crimi-
nología cuestiona las explicaciones psiquiátricas y psi-
cológicas, cuando éstas, por sí solas, son insuficientes para
explicar las distorsiones de tipo cognitivo asociadas con la
construcción social del género, los escenarios de interac-
ción, los problemas de comunicación y las relaciones vícti-
ma-victimario. Predisposición no es, por tanto, sinónimo
de determinismo.
LAS PSICOPATÍAS
Pese a los factores ambientales y socioculturales señala-
dos, sÍ hay trastornos específicos, de carácter dinámico,
que descifran el comportamiento de quienes habitual-
mente quebrantan las leyes y las normas sociales. Una psi-
copatía es una enfermedad mental o más propiamente
una anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de
la integridad de las funciones perceptivas y mentales,
se halla patológicamente alterada la conducta social de
quien la padece.
Para Luis Barragán, en su Compendio de psicopatología
criminológica, “Entre las personalidades psicopáticas
tienen importancia desde el punto de vista criminológico,
sobre todo los fanáticos, los amorales y los anormales
sexuales”, cuestión a la que agrega:
“Los psicópatas amorales o inmorales se pueden sub-
dividir en dos grupos: los amorales impulsivos y agresi-
vos, y los amorales fríos, áridos, e incapaces de la mínima
simpatía humana y consideraciones sentimentales. Unos y
otros, usualmente, manifiestan sus características de per-
sonalidad psicopática desde la infancia: inquietos, into-
lerantes a toda disciplina, prepotentes, ladronzuelos, tor-
turadores de animales los primeros; egoístas, calculadores
fríos y calumniadores de los demás los segundos. La vida,
con sus exigencias de orden y de respeto social, no dilata
en hacer emerger y acentuar estos caracteres”2.
Disertar sobre “amoralidad” y “anormalidad sexual”
resulta inquietante, por la carga axiológica de los voca-
blos, además del uso corriente, poco científico, que de los
mismos se puede desprender. Etiquetar las sexualidades
como anormales, desviadas, disidentes, diversas, perver-
sas o transgresoras, implica sostener la heterosexualidad
You and You, Dominika Timoszuk (Ben Heine).
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata18
normada como único parámetro de lo sano, ignorando la
variedad de expresiones comportamentales de la sexuali-
dad.
PSICÓPATAS SEXUALES
En 1886, Richard von Krafft-Ebing escribió: Psychopathia
sexualis. En él, los violadores, exhibicionistas, homosexua-
les y voyeuristas eran calificados de psicópatas sexuales.
Su idea era que los agresores tenían apetito sexual desme-
dido. La moralidad “deficiente” y “depravada” se exhibía
mediante la masturbación en edad temprana y con la vio-
lación, el incesto y los ataques en la adultez.
En la actualidad, esas ideas están superadas y los es-
pecialistas optan por otras expresiones. Es el caso de las
parafilias, referente a los comportamientos sexuales o ex-
citaciones ante estímulos inapropiados, cuya intensidad,
fijación, actos, sujetos u objetos de deseo son excéntricos
y socialmente inaceptables. Algunas parafilias, que in-
cluyen sujetos no conscientes: animales, cadáveres, niños,
pueden ser imputables como delitos.
¿PSICÓPATAS, SOCIÓPATA O PSICÓTICOS?
Abundemos en las psicopatías mediante la distinción de
tres vocablos que a menudo se confunden:
* El sociópata presenta comportamiento psicopático en
algunas áreas de su vida, pero en otras no muestra di-
ficultad para sentir emociones, característica propia del
psicópata. Por ejemplo, un sicario puede parecer psicópata
en la manera en que interactúa con sus víctimas, pero no
cumple los criterios cuando se observa su conducta en la
interacción con seres afectivamente más cercanos, como
su madre o hermanos.
Durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado
era común utilizar este concepto en vez del de psicópa-
ta, aunque aparentemente se referían a lo mismo. En la
actualidad, los psicólogos emplean más la acepción de
psicópata, mientras que otras disciplinas optan por la de
sociópata para referir los orígenes o contextos sociales
que podrían explicar este proceder.3
* El psicópata padece una disfunción emocional, pues es
incapaz de generar emociones empáticas y ponerse “en el
lugar del otro”, aunque sí puede hablar al respecto, des-
cribir sentimientos e incluso decir que los experimenta,
aunque éstos sean superficiales. Por sus características
es peligroso, manipulador, mentiroso y adaptable social-
mente.
En torno a esta acepción, existe la clasificación de
psicópatas integrados y marginales, así como la que los
divide en primarios y secundarios. Esto obedece a los
niveles de integración y funcionamiento sociales. En con-
secuencia, no debe considerarse sinónimo del trastorno
de personalidad antisocial descrito en el Manual DSM IV,
dado que un individuo con larga carrera delictiva podría
satisfacer los criterios de diagnóstico de este trastorno sin
cumplir con la principal axioma de la psicopatía que es la
disfunción emocional.
* Un psicótico es quien padece psicosis, la cual es una en-
fermedad caracterizada por delirios o alucinaciones, como
la esquizofrenia y la paranoia. La confusión, la reiteración
18y71.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 19
de pensamientos absurdos y la incoherencia son signos
de lo antes descrito. El delirio paranoide, por ejemplo, es
un síndrome atenuado de la paranoia representado por
egolatría, manía persecutoria, suspicacia y agresividad.
En el caso de las alucinaciones, son engaños mediante
los cuales las personas creen percibir algo, pero cuyo con-
tenido es relativo a su actividad cerebral. Es una sensación
subjetiva que no va precedida de impresión en los senti-
dos. Verbigracia, quienes sufren de esquizofrenia pueden
creer que alguien escucha sus pensamientos o controla
sus sentimientos, acciones o impulsos.
¿LAS PSICOPATÍAS GENERAN INIMPUTABILIDAD?
En materia jurídica, la imputabilidad es la posibilidad
de responsabilizar penalmente a una persona, pues se
considera que entiende, con base en su madurez y salud
mentales, el carácter ilícito de un determinado hecho, y
que es capaz de conducirse, de manera libre, conforme a
ese entendimiento. Además, existe la imputabilidad dis-
minuida, la disminución temporal de la imputabilidad y
la inimputabilidad, cuestiones relacionadas con la culpa-
bilidad, el cual es un presupuesto de la imposición de la
pena, basada en la capacidad de una persona para actuar
de modo no ilícito en una situación concreta.
Un homicida serial, definido como quien comete dos
o más asesinatos en forma secuencial, con periodos de
enfriamiento emocional, suele ser imputable, debido a
que es consciente de sus acciones, pese a no generar em-
patía con sus víctimas, lo que le permite actuar de forma
inteligente, es decir, con “sangre fría”.
La ausencia de culpa y de remordimiento puede con-
vertir en serial a un violador o a un asesino. Clínicamente,
pueden ser psicópatas y penalmente imputables: punto
diferencial con los psicóticos, quienes por lo general son
inimputables, aunque también hay excepciones. Aspectos
para abundar en otra oportunidad.
1
Whaley, Jesús
Violencia intrafamiliar,
México, Plaza y
Valdés, 2001.
2
Barragán, Luis
Compendio de
psicopatología
criminológica,
México, Universidad
de Colima, Plaza y
Valdés, 2007, pp.
201-203.
3
Gómez Tagle Erick
Derecho & Sociedad.
Glosario de
criminología y ciencias
sociales, México,
asesoríADN, BUAP,
ISSPE, UCA, UPM,
2009.
Doctorando en Ciencias Penales y Política Criminal por el
Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE). Maestro
en Estudios Políticos y Sociales, con mención honorífica,
por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Diplomado en Historia y Cultura Contemporáneas en
América Latina, así como licenciado en Sociología, con
mención honorífica, ambos también por la UNAM.
Profesor de tiempo completo y Coordinador de Investigación
en la Universidad Pontificia de México (UPM). Docente
en las Maestrías de Criminalística, Ciencias Penales,
Criminología,DerechoPenal,PolíticaCriminalyProcuración
de Justicia Federal, así como en la Especialidad en Función
Ministerial en el INACIPE. Profesor invitado en las Maestrías
de Criminología y Ciencias Forenses en la Universidad
Autónoma de Tamaulipas (UAT) y de Ciencia Política y
Administración Pública en la Universidad de Colima (UCol).
Asimismo, en la Especialidad de Justicia Integral para
Adolescentes en el Instituto Superior de Seguridad Pública
del Estado de Sonora (ISSPE).
Maestro Erick Gómez Tagle
En licenciatura, ha sido docente en la UNAM, la Universidad
del Pedregal (UDELP) y el Centro Universitario Incarnate
Word (CIW). Capacitador invitado en la Escuela Libre de
Derecho (ELD) y en Procuradurías de Justicia. Instructor en
los diplomados: Bioética, Ciencias Penales, Derecho Procesal
Penal, Diseños y Técnicas Normativas, Internacional en
Psicología Criminológica, Investigación y Persecución contra la
Delincuencia Organizada, Perfiles Criminológicos, Psicología
Criminal y Temas Selectos de Derecho Parlamentario.
Charles Manson, es un conocido criminal estadounidense,
fundador y líder de “La Familia”, un grupo que perpetró varios
asesinatos. Foto: LIFE
27/10/2009 04:56:04 p.m.
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata20
Mark se encontraba en su habitación del hotel. Estaba acomodando ciertos
objetos frente al mueble del espejo: una carta de recomendación por sus
trabajo con los niños vietnamitas, su pasaporte, un par de fotografías de
sus viajes por el mundo, la Biblia, una fotografía de la película del Mago de Oz,
entre otros artículos.
Se dijo a sí mismo: “Todo está listo para que, cuando alguien llegue: la policía
o quien sea, quienquiera que desee saber quién y cómo era yo, lo sepa, y sepa
también en qué me había convertido. Si me encuentran incapaz de hablar, esto
les hablará por mí”.
Poniéndose su gabardina negra, para soportar el frío neoyorquino, abrió
el paquete que tenía escondido y envuelto en una toalla. Allí estaba su arma:
un revólver 38, que introdujo en el bolsillo de su gabardina, para posterior-
mente practicar en repetidas ocasiones el desenfundarla lo más rápido posible,
y amagar un disparo. Terminada esta acción, Mark se miró fijamente al espejo y
dijo: “Yo soy Holden”.
Mark creía realmente en Holden Caulfield, personaje del libro El Guardián
entre el Centeno (The Catcher in the Rye), y lo que profesaba el mismo. Sobre
todo, pensaba que la gente era falsa, y más que eso, pues sentía que él era el
personaje Holden Caulfield en la vida real.
Después pensó: “Me voy ahora… para convertirme en algo nuevo” y salió con
rumbo a West 72 Street y Central Park, en la Ciudad de Nueva York. Hizo una
parada en una librería y compró su libro favorito.
Con su volumen de El Guardián entre el Centeno, y el álbum en “long play” de
Double Fantasy, sintió que todo estaba listo y completo. Pero faltaba algo. Abrió
el libro, y escribió en la página del título: “Para Holden Caulfield… De Holden
Caulfield… Ésta es mi declaración”.
Ahora pensaba en lo que, en su momento, le había dicho a su madre: “Yo
sabía que iba a hacer algo grande; solamente que no sabía si iba a ser bueno
o malo”.
Soy el guardián entre el centeno
No soy un psicópata… Tengo una lesión
en mi amígdala y en mi córtex cerebral
Maestro Rodrigo
Soto
Consultor /
Economía de las
Ideas
rsotomoreno@
yahoo.com
EL ASESINATO DE JOHN LENNON
Aquel 8 de diciembre de 1980, mientras volvía a su edificio
llamado Dakota, Mark David Chapman disparó en cinco
ocasiones contra John Lennon. Una leyenda de la música
moría a manos de un fanático psicópata, que, según decla-
raría años más tarde, mató a Lennon con el fin de robarle
su fama mundial.
Lo descrito anteriormente está consignado en la pelícu-
la Chapter 27, protagonizada por Jared Leto. El nombre de
la cinta proviene de lo que, figurativamente, podría ser el
siguiente capítulo de El Guardián entre el Centeno, pues el
mismo termina en el capítulo 26, y este libro, según dijo
Chapman, fue su inspiración para cometer el crimen.
Aparte de una magnífica actuación de Leto, Chapter
27 nos muestra la lucha interna de Chapman consigo
mismo, pues escucha voces que le dicen que no asesine
a Lennon, aunque las mismas voces le decía en otras
ocasiones que lo hiciera.
El Guardián entre el Centeno muestra a Holden Caul-
field, descrito por Wikipedia como un antihéroe que sim-
boliza la rebelión adolescente. En un análisis más profun-
do, Caulfield tiene formas antisociales y una agresividad
latente que invita a romper las reglas y paradigmas so-
ciales establecidos.
Lo más interesante del libro es cuando se explica por
qué es Holden el guardián entre el centeno. La explicación
ha sido tomada de Wikipedia: “lo único que a Caulfield le
gustaría hacer en la vida es: estar en un campo de cen-
20y69.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 21
teno, al borde de un precipicio. En el campo hay miles de niños jugando, y él
evita que ellos caigan en el abismo. Él seria el guardián entre el centeno”.
COMPORTAMIENTOS ADOLESCENTES ANTISOCIALES
Volveremos a esta explicación; pero ahora centrémonos en que la mención de la
novela anterior tiene un objetivo, y es el de identificar comportamientos adoles-
centes antisociales, agresivos, faltos de empatía humana, carentes de emociones
normales de un adolescente, entre otros, pues de esa forma podremos, tal vez,
identificar a futuros psicópatas.
En el artículo de “The Violent Brain”, de Daniel Struebber y Monika Lueck,
así como en nota de Reuters del 7 de agosto de 2009, por Kate Kelland, titulado
“Psychopaths have faulty brain connections, scientist find”, se nos habla pri-
mero de cómo en un estudio de mil personas nacidas en Nueva Zelanda, a las
que se les ha dado seguimiento durante 34 años, los investigadores Terrie E.
Moffit y Avshalom Caspi, ambos del King´s College of London, de la Wiscon-
sin – Madison University, han examinado comportamiento antisocial ligado a
violencia física.
Sus resultados son que los individuos que muestran comportamiento an-
tisocial tienen edades de 13 a 15 años, y su nivel antisocial y de delincuencia
decrece tan rápido como surge. Sin embargo, un reducido porcentaje muestra
comportamientos antisociales desde los cinco años de edad, y éstos se siguen
manifestando hasta la edad adulta.
Es interesante señalar, como lo dice el estudio de Moffit y Avshalom, que
el último grupo minoritario, que continúa desde los cinco años hasta la edad
adulta con conductas antisociales, son hombres en su mayoría.
EL VARÓN, DETONANTE DE VIOLENCIA
Incluso las estadísticas mostradas por Struebber y Lueck señalan que el sexo
masculino es un detonante importante para la violencia física, mientras que
la mujer muchas veces muestra violencia de otro tipo: agresión indirecta y
encubierta. Siguiendo las cifras, tenemos que, de acuerdo con el FBI (Federal
Bureau of Investigation) el 90.1 por ciento de los arrestos por asesinato en el año
2004 fueron hombres, y el sexo masculino obtuvo también el 82.1 por ciento del
total de crímenes violentos perpetrados.
La violencia ligada a comportamientos antisociales que se traducen en psicó-
patas asesinos, ha abierto en fecha reciente una nueva puerta, como lo comenta
Kelland, ya que investigaciones del doctor Michael Craig, del Institute of Psy-
chiatry, del London´s King´s College Hospital, muestran que los psicópatas que
asesinan y violan tienen conexiones defectuosas en el cerebro, conexiones
que normalmente están ligadas a las emociones y que manejan nuestra parte
impulsiva y de toma de decisiones.
Científicos ingleses como Craig dicen que sus investigaciones han encontra-
do que psicópatas autores de asesinatos, de matanzas, de múltiples violaciones,
y estrangulamientos, entre otras barbaridades, tienen “baches” o “lesiones” en
regiones críticas del cerebro. Es decir, la amígdala, que procesa las emociones,
y el córtex orbitofrontal, que maneja las emociones y los impulsos, son estruc-
turalmente y funcionalmente diferentes en los psicópatas.
AUSENCIA DE REMORDIMIENTO
Podemos inferir que las lesiones en estas áreas son causa de que los perpetra-
dores de estos hechos de violencia física, que terminan con la muerte de otro ser
humano, no muestren remordimiento alguno por sus actos, pues la parte emo-
tiva y racional de comportamiento no se encuentra activada en su cerebro.
Es muy complicado identificar a un psicópata, y es por ello que diversos
científicos están a favor de que se permita el uso de resonancias más potentes y
precisas, como es el caso de la Imagen por Resonancia Magnética con Tensor de
Difusión (DT-MRI), mencionada por Craig, y que ayudaría a detectar ciertas con-
ductas psicópatas a tiempo, para poder prevenir que estos individuos antisocial-
es y agresivos caminen entre nosotros sin que nos demos cuenta. La propuesta
Jared Leto en “Chapter 27”.
27/10/2009 04:55:49 p.m.
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata22
de Craig es sencilla: cuando se detecte un comportamiento antisocial
agresivo en la edad temprana de un ser humano, se le debe someter a prue-
bas de DT-MRI, para escudriñar en su cerebro y poder, de manera estadística,
predecir si el individuo analizado tiene tendencias de psicopatía, y prevenir que
sus acciones terminen con la vida o vidas de otros seres humanos.Otros estu-
dios llevados a cabo por Abigail Marsh, del National Institute of Mental Health,
comentados por Bering, en su artículo “The problem with psychopaths. A fearful
face doesn´t deter them”, han determinado que los psicópatas son catalogados
como “crueles y sin sentimientos”.
Marsh comenta que éstos padecen un déficit cognitivo muy importante:
“tradicionalmente ellos tienen problemas para reconocer, procesar y responder
normalmente a la expresión facial de miedo en otra persona”. La respuesta nor-
mal, de acuerdo con Marsh, sería ofrecer ayuda a la persona con miedo y cal-
marla.
¿QUÉ ES EL MIEDO?
Incluso, consigna también el escrito de Bering, la psicóloga Marsh platica una
anécdota con una colega, Essi Viding. Ella analizaba las reacciones de una asesina
psicópata, a la que le mostraba rostros con diferentes emociones. Pero, cuando
a la asesina le fue presentada la foto de una persona con miedo, la rayó y dijo:
“no entiendo cómo se llama esa expresión, pero sé que es así como se ven las
personas justo antes de que las acuchille”.
Por increíble que parezca, las personas con daños en la parte de la amígdala
y el córtex, donde procesamos emociones y toma de decisiones, parecen diferir
en demasía respecto del sentimiento de solidaridad humana y compasión hacia
nuestros semejantes que un individuo normal presentaría.
Siguiendo con la psicóloga Abigail Marsh y el artículo de Bering , tenemos
que en un afán de determinar el porqué para algunos individuos es complicado
detectar una expresión de miedo y demostrar que es un problema neurológico,
se llevó a cabo un estudio, publicado en el American Journal of Psychiatry.
En él, Marsh y sus colegas analizaron a 36 niños de entre 7 y 10 años de
edad. Se les fueron proyectando imágenes catalogadas
como neutrales, expresiones de miedo y expresiones de
agresividad, mientras que los niños estaban conectados
a una imagen por resonancia magnética, para medir sus
reacciones. Usando diferentes métodos de estudio, como
el “Psychopathy Checklist” y el “Antisocial Screening De-
vice”, los resultados que se obtuvieron fueron que 12 de
los niños fueron catalogados como “crueles y sin sen-
timientos”, mientras que otros 12 fueron catalogados
con el déficit de atención por desorden de hiperactivi-
dad (Attention Deficit Hyperactivity Disorder ADHD).
Los niños restantes niños fueron catalogados como sa-
nos o dentro de los estándares normales.
Otro punto interesante del escrito de Bering es cuando
comenta que un grupo de psiquiatras alemanes analizaron
las respuestas emocionales de 25 prisioneros psicópatas,
y encontraron que muchos de ellos carecían de miedo; es
decir, no reaccionaban con desagrado, ni se inmutaban en
algunos casos, cuando se les presentaba un estímulo de-
sagradable.
ASESINO FRÍO, CALCULADOR
Es probable que por ello las películas siempre nos mues-
tren a asesinos seriales, como lo ejemplifica Kelland, al es-
tilo de Hannibal Lecter en el Silencio de los Inocentes, cuyo
patrón de comportamiento es frío, calculador, inmutable
a veces, retador, sin miedo, nada amigable, con aparente
carencia de empatía humana y remordimiento por sus ac-
ciones.
Estudios como el anterior deben utilizarse con mayor
frecuencia para captar a individuos con comportamientos
22y67.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 00
o patrones antisociales que puedan derivar en un futuro
en psicópatas violentos. De nueva cuenta vemos que el
mapeo cerebral, apoyado por la imagenología de la reso-
nancia magnética, es una herramienta científica que nos
permite conocer en específico el funcionamiento de nue-
stro cerebro.
Volviendo al libro de El Guardián en el Centeno, que
ha sido asociado a otros actos violentos, como el intento
de asesinato contra el presidente de los Estados Unidos,
Ronald Reagan, es común que una novela pueda ser un
detonante de inspiración para cometer crímenes. Al final
del día, estamos hablando de personas cuya realidad es
otra y cuyas conexiones neuronales les mandan diferente
información de lo que perciben a su alrededor.
Creo que Bertrand Russell tiene razón al decir que el
ser humano busca trascender a toda costa, Para el caso de
los psicópatas, es más importante ser el Guardián en el
Centeno, que aprieta el gatillo, como fue el caso de Chap-
man, que el trascender en la vida por obras de beneficio a
la humanidad.
IGNORAN QUE ESTÁN MAL
Si analizamos todo lo descrito, nos daremos cuenta de
que los psicópatas tal vez no entiendan que están mal.
Sus lesiones cerebrales les hacen vernos como peones en
un juego de ajedrez, sin algún valor especial y sin las her-
ramientas psiquiátricas y psicológicas que nos ayuden.
Como lo han comentado otros colaboradores de esta re-
vista, podemos pensar que podemos haber convivido con
un psicópata, ya sea en una tienda, en el ambiente de tra-
bajo, en la escuela, con algún amigo.
No lo sabemos, e incluso nosotros mismos podemos
tener tendencias o predisposición a la psicopatía. Tal vez
sólo nos falta encontrar nuestro Guardián en el Centeno.
¿No lo creen?
REFERENCIAS
The Catcher in the Rye, http://en.wikipedia.org/
wiki/The_Catcher_in_the_Rye
Chapter 27, http://es.wikipedia.org/wiki/
Chapter_27
Kelland, Kate. Psyhopats have faulty brain
connections, scientists find, Reuters, 7 Agosto, 2009.
Original Sinners?, Psychopathy, The Economist, May
26th 2009.
Bering, Jesse. The Problem with psychopaths: a
fearful face doesn´t deter them, Scientific American,
September 30th 2009.
Struebber, Daniel. Lueck, Monika. The Violent Brain,
Scientific American Mind, December 2006 / January
2007.
27/10/2009 04:55:31 p.m.
CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata24
“…el ser humano no está hecho como si fuera una máqui-
na donde pueda analizarse su conducta; en las viejas
teorías sobre la conducta se presentaba al hombre como
un autómata, visión influida por la visión de máquina que
prevalecía en el siglo XIX, pero las cosas han cambiado.
Si se tratara de una máquina, sólo lo sería en el sentido
de un sistema muy complejo que se comporta de acuerdo
a ciertos principios, pero que es de una complejidad ex-
traordinaria” (Skinner, 1972).
Las variaciones en el comportamiento del ser humano,
al igual que cualquier otro rasgo biológico, están condi-
cionadas por la interacción de factores ambientales y fac-
tores genéticos.
Aunque la heredabilidad de la conducta ha estado clara
desde los estudios realizados por Sir Francis Dalton en el
siglo XIX, no ha sido sino hasta los últimos años cuando
los avances en el conocimiento del genoma humano han
permitido conducir investigaciones con el fin de esta-
blecer una relación entre los cambios en la secuencia de
bases del ácido desoxirribonucléico y la psicopatología.
DEFINIENDO LA ENFERMEDAD
El comportamiento humano muestra complejidades que
complican las conclusiones de los análisis de causalidad
genómica. En la definición del rasgo por estudiar, podría
encontrarse la primera dificultad, dado que a menudo es
difícil conceptualizar el comportamiento en cuestión. La
conducta psicópata se caracteriza por un daño severo a la
capacidad afectiva, pero las manifestaciones y la magnitud
de ellas son tan variadas, que probablemente no haya dos
individuos psicópatas cuyos comportamientos anormales
sean exactamente idénticos.
La inteligencia es un ejemplo clásico de las dificul-
tades para definir un rasgo de comportamiento y luego
concluir sobre los determinantes genéticos del mismo.
¿Es la inteligencia la capacidad para resolver un determi-
nado tipo de problema?, ¿Es la capacidad de tener éxito en
la vida diaria? ¿O sólo debiera definirse como “la capaci-
dad de obtener una buena puntuación en una prueba de
coeficiente intelectual?”.
Durante el verano de 1999, un biólogo molecular de
Princeton publicó resultados impresionantes de una in-
vestigación en la que insertó un gen en ratones, a los que
hizo producir una proteína relacionada con la memoria
en las células cerebrales. Debido a que los animales de ex-
perimentación se desempeñaron mejor que los controles
en una serie de pruebas de aprendizaje tradicionales, la
prensa llamó a este gen “el gen inteligente” y el “gen de
Genética de la conducta
psicópata
Doctora María del
Carmen Esmer
Profesora Investigadora
del Departamento de
Genética de la Facultad
de Medicina / UANL
carmenesmer@hotmail.
com
María del Carmen Esmer
24y65.indd 1
la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 25
CI”, como si mejorar la memoria fuera el punto central,
o incluso el único el criterio para definir la inteligencia.
La contraparte humana existe en el Síndrome de
Asperger, en el que algunos de estos individuos podrían
tener la capacidad de memorizar cantidades enormes de
información, y, sin embargo, las limitaciones que tienen
en su funcionamiento diario podrían ser tan importantes
que no pueden salir sin un
acompañante que les oriente
sobre cómo llegar a un des-
tino.
Después de haber esta-
blecido una definición para
fines de investigación, el
investigador aún tiene que
medir el comportamiento
con grados aceptables de
validez y fiabilidad. Y en
ese punto se encuentran
grandes dificultades para
dimensionar o medir a la
conducta psicopática ante
la carencia de instrumen-
tos confiables.
LA CONDUCTA ES UN
RASGO HEREDADO
La evidencia en los seres
vivos confirma que la con-
ducta es un rasgo hereda-
do entre miembros de la
misma familia, de la misma
camada o de la misma es-
pecie. Entre las aves, por
ejemplo, los rituales de ali-
mentación y apareamiento
pueden llegar a ser tan
específicos, que permitan
distinguir especies estre-
chamente relacionadas.
Los perros labradores
heredan a su descendencia
el instinto de recuperación de presas, así como los collies
tienden a repetir la postura entre individuos con el mismo
ancestro. El modelo de similitud conductual más dramáti-
co existe entre los chimpancés y los humanos. Genética-
mente, la diferencia es del dos por ciento de las secuencias
del ADN que determina que las conductas de cuidado de
las crías, amamantamiento, apareamiento, comunicación,
altruismo y expresividad facial se compartan en un grado
importante.
Hablando de trastornos psiquiátricos, como la
depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno
bipolar, se ha demostrado agregación familiar entre pa-
dres e hijos y entre hermanos.
HERENCIA DE LA CONDUCTA PSICÓPATA
Los estudios de los genes y el comportamiento psicópata
requieren del análisis de las familias y de las poblaciones
para realizar comparaciones entre los que tienen el rasgo
en cuestión contra los que no lo poseen. El resultado suele
ser una declaración de “heredabilidad”, una construcción
estadística que calcula la cantidad de variación en una po-
blación que es atribuible a factores genéticos.
Entre los diseños más exitosos para demostrar la
heredabilidad de la conducta psicópata, se encuentran los
estudios de concordancia
en gemelos. Los gemelos
idénticos (monocigotos)
muestran una concordan-
cia en los niveles de crimi-
nalidad que no exhiben
los dicigotos. El promedio
de la concordancia es de
un 50 por ciento para los
monocigotos y de un 20,6
por ciento para los dicigo-
tos. Aun en estudios re-
alizados en gemelos que
fueron dados en adopción
y por lo tanto expuestos
a ambientes familiares
diferentes, la heredabili-
dad se mantiene.
Mednick y col., en Di-
namarca, estudiaron a 14
mil 427 niños adoptados
antes de los dos años de
edad (1927-1947). Al anali-
zar 65 mil 516 expedientes
jurídicos, se observó que
cuando ambos padres
–biológicos y adoptivos-
no son criminales y por
consiguiente no habría
influencia ni genética,
ni ambiental, 13,5 por
ciento de los adoptados
tenían un registro crimi-
nal. Esta proporción subió
a 14,7 por ciento cuando
solamente los padres adoptivos eran criminales.
Cuando los padres biológicos eran criminales, el nivel
de condena ascendía al 20 por ciento, y cuando ambos
padres, adoptivos y biológicos, eran criminales, la cifra de
condenas ascendía a 24,5 por ciento. En el mismo estudio
se observó que si los padres biológicos tenían numerosas
condenas, aumentaban las condenas de los hijos adopta-
dos.
Otro trabajo sobre este tópico lo realizó Cloninger. El
estudio incluyó a 862 individuos respecto de los cuales se
analizaron antecedentes de criminalidad en los padres y el
ambiente de la familia adoptiva. Cuando ambos factores:
el hereditario y el ambiente nocivo estaban presentes, el
40 por ciento de los adoptados eran criminales, compara-
dos con 12,1 por ciento cuando solamente los factores
genéticos estaban presentes, 6,7 por ciento si sólo el am-
biente era deletéreo, y 2,9 por ciento si ambas variables
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LACIENCIADELPSICÓPATA

  • 1.
  • 2.
  • 3. Una de las características de los psicópatas, dice el doctor Robert Hare, es su falta de conciencia, su fal- ta de remordimiento por dañar a sus semejantes, página 4; la psicopatía, sostiene la doctora Feggy Ostrosky, página 11, no es un trasstorno mental, sino un trastorno de la personalidad; en opinión del maestro Erick Gómez Tagle, página 15, muchos delincuentes padecen tras- tornos psíquicos, particu- larmente cuando se trata de delincuentes seriales o cuando actúan sin motivo aparente. CONTENIDO Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León Licenciado Rodrigo Medina de la Cruz Director General Doctor Luis Eugenio Todd Subdirector Licenciado Juan Roberto Zavala Director Editorial Félix Ramos Gamiño Educación Profesor Ismael Vidales Delgado Ciencias Básicas y del Ambiente Doctor Juan Lauro Aguirre Desarrollo Urbano y Social Ingeniero Gabriel Todd Ciencias Médicas Doctor David Gómez Almaguer Ciencias Políticas y / o de Administración Pública Contador Público José Cárdenas Cavazos Ciencias de la Comunicación Doctora Patricia Liliana Cerda Pérez La Ciencia es Cultura Licenciado Jorge Pedraza Educación Física y Deporte Doctor Óscar Salas Fraire Las Universidades y la Ciencia Doctor Mario César Salinas Carmona Redacción Licenciado Carlos Joloy Diseño Lindsay Jiménez Espinosa Javier Estrada Ceja Arte Gráfico Arquitecto Rafael Adame Doria Circulación Profesor Oliverio Anaya Rodríguez Asistente Editorial Licenciada Edith Flores Directorio Editorial 3 Científicos ingleses –cita el maestro Rodrigo Soto- pá- gina 20, han encontrado en sus investigaciones que psicópatas autores de asesinatos, de matanzas, de múltiples violaciones y estrangulamientos, entre otras barbaridades, tienen “baches” o lesiones en re- giones críticas del cerebro; la conducta psicópata se caracteriza -sostiene la doctora María del Carmen Esmer-, página 24, por un daño severo a la capacidad afectiva, pero las manifes- taciones y la magnitud de ellas son tan variadas, que probablemente no haya dos individuos psicópatas cuyos comportamientos anormales sean exacta- mente idénticos. Psicópata el uno por ciento de la población mundial 15 20 24 27 31 35 39 42 4 11 El lado oscuro de la personalidad Doctor Robert Hare El cerebro del psicópata Doctora Feggy Ostrosky Psicopatía y delincuencia Maestro Erick Gómez Tagle No soy un psicópata Maestro Rodrigo Soto Genética de la conducta psicópata Doctora María del Carmen Esmer Neuroimagen de la psicopatía Maestro Roberto Emmanuele Mercadillo Caballero Lesiones cerebrales y psicopatía Doctor José Alfonso Ontiveros Sánchez de la Barquera El psicópata ¿nace o se hace? Licenciado Mario Alberto Loredo Villa Bases cognitivo emocionales de la psicopatía Doctor Ernesto O. López Ramírez Comorbilidad del trastorno de personalidad antisocial (psicopatía) Doctor Daniel Ojeda Torres Doctor César González González Doctor Eduardo Ángel Madrigal de León 45 Factores de riesgo en adolescentes para el desarrollo de psicopatía Doctor Mario Cáceres Vargas LA CIENCIA DEL PSICÓPATA LACIENCIADEL PSICÓPATA 47 La conducta psicopática Doctor Javier Lugoleos Cano
  • 4. La psicopatía, sostiene el maestro Roberto Mercadillo, página 27, se ubica en la ca- tegoría de Trastorno Antiso- cial de la Personalidad, que, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastor- nos Mentales (DSM IV), se caracteriza por la ocurrencia de violaciones constantes de los derechos de los otros; Los pacientes con personalidad antisocial y los que exhiben conductas antisociales tienen una historia de conducta anti- social crónica y continua y de violación de los derechos de otros, asegura, página 31, el doctor José Alfonso Ontive- ros. CONTENIDO “CIENCIA CONOCIMIENTO TECNOLOGIA”, revista quincenal. Editor responsable: Dr. Luis Eugenio Todd Pérez. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2008- 052311205700-102. Número de Certificado de Licitud de Título: No. 14158 Número de Certificado de Licitud de Contenido: No. 11731. Domicilio de la Publicación: Andes No. 2722 Col. Jardín Obispado, Monterrey, Nuevo León. Imprenta: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V., con domicilio en Ave. Avena No. 17 Col. Granja Sanitaria Ixtapalapa, Estado de México. Distribuidor: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V. con domicilio en Ave. Eugenio Garza Sada Sur No. 2245 Monterrey, Nuevo León.” Teléfonos en la redacción: 8346 7351 y 8346 7499 info@conocimientoenlinea.com 54 58 61 63 65 El poder a través del psicópata Doctor Javier Lugoleos Cano Anomalía cerebral tras la conducta psicópata Horacio Salazar ¿Serán los psicópatas los hombres del futuro? Profesor Ismael Vidales Psicópata el uno por ciento de la población mundial Doctora Patricia Liliana Cerda Pérez Causas o etiología familiar de la psicopatía Maestra Blanca Cecilia Martínez Núñez 51 La psicopatía y las adicciones Doctor Francisco Javier Rodríguez Lara El maestro Mario Alberto Loredo, página 35, es enfáti- co: “no podemos atender un trastorno únicamente en el presente del paciente, sino que tenemos que subirnos al tren y viajar hacia su pasado para escudriñar las heridas emocionales que se le infirieron y que en el momento actual le están causando un grave problema de adaptación. En el individuo psicópata, el re- conocimiento de emociones negativas es deficiente o nulo, y el patrón de activación cere- bral ligado al reconocimiento de emociones positivas es minimizado y diferente al de una persona típica, cita el doc- tor Ernesto O. López Ramírez, página 39. Portada LACIENCIADEL PSICÓPATA 68 70 Tratamiento integral para la psicopatía Doctor José Castillo Ruiz Falla de los adolescentes ante las normas sociales de edu- cación media superior Doctor Prisciliano de León Dávalos 73 78 Aspectos legales de la pericial psicológica en el psicópata Maestro José Héctor Cuello Sepúlveda Jonrón Keith Raniere Participan los 20 planteles CECyTENL en el Concurso Estatal Cívico Reconocimiento Licenciado Juan Roberto Zavala 83 88 Celebra Nuevo León la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología 84 Presentan el libro Metanfetaminas: lo que los padres deben saber 85 Las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores. Consejo Editorial Presidente del Consejo de Ciencia y Tecnología de Nuevo León Ingeniero Juan Antonio González Aréchiga N. L. Gob. Licenciado Eloy Garza Director del Programa Ciudad Internacional del Conocimiento Ingeniero Jaime Parada Ávila CAINTRA Ingeniero Enrique Espino Barros Lozano ITESM M. C. Silvia Patricia Mora Castro UANL Doctor Mario César Salinas Carmona Doctora Diana Reséndez Pérez Doctor Alan Castillo Rodríguez Ingeniero Jorge Mercado Salas Luce obra monumental de José Luis Cuevas en el Paseo Santa Lucía 86
  • 5. EDITORIAL Pienso, luego existo DESCARTES 1596 a 1650 LACIENCIADEL PSICÓPATA Las psicopatías en general, y el psicópata en lo par- ticular, resultan un tema extraordinariamente com- plejo, pues ambos tienen que ver con el alma, pro- totipo espiritual de la metafísica, de modo que darle un enfoque científico resulta extremadamente difícil y aventurado. Sin embargo, se trata de un tema intrínsecamente importante, dado que los padecimientos psicopáticos afectan a un amplio sector de la población de nuestro país, por la gran tendencia a la depresión y a la ansie- dad que caracterizan a la sociedad moderna. Y si consideramos la situación mundial, nos dare- mos cuenta de que el problema adquiere visos de grave- dad, puesto que, según estimaciones de estudiosos de irreprochable prestigio y de capacidad intelectual y científica a toda prueba, a una de cada cien personas se le puede aplicar –por las características anormales de su comportamiento- el calificativo de psicópata. Esta conducta anormal de los individuos en rela- ción con el entorno cultural o las circunstancias, ha o- bligado a estudiar los motivos de este comportamien- to, y por ello nació la ciencia de la psiquiatría, que trata de encontrar procesos reproducibles en las llamadas enfermedades de la mente y / o del espíritu. Y por eso tales padecimientos han sido englobados en el término psicopatología. Desde luego, el tratamiento de las psicopatías ha registrado una notable evolución histórica, a partir del abordaje religioso y metafísico o diabólico que en sus inicios se daba al proceso. Gradualmente hemos llega- do a territorios más racionales y más objetivos –pero también más humanos- con el avance científico en esta disciplina Desde los estudios de Charcot sobre las mujeres histéricas, o el análisis del subconsciente de Freud, para la comprensión psicológica de los individuos, hasta las actuales investigaciones sobre patología cere- bral, flujos vasculares o bioquímica del comportamien- to humano, que culminaron con el brillante estudio de Cricks, Premio Nobel de Medicina, se ha dado un trato diferente a las llamadas enfermedades del alma y a las personas que las padecen. Como corolario de lo que aquí describen diferentes autores, con amplia experiencia y conocimiento del ser humano, así como de las enfermedades del alma y su tratamiento, podemos concluir que el psicópata de los tiempos modernos plantea uno de los más grandes retos a la civilización contemporánea, y que para tra- tarlo y procurar alivio a sus males, debemos buscar el Psicópata el uno por ciento de la población mundial faro luminoso de la paz espiritual y de la satisfac- ción comprometida con el deber cumplido de dar y de amar, que es la única acción que nos acerca a la esquiva musa de la felicidad, que siempre buscamos como fin primario y fin último de nuestra existen- cia. Los temas que se abordan en esta edición cons- tituyen una síntesis de los esfuerzos que se realizan globalmente por darles tratamiento racional, con base en una metodología científica, a los afectados por patologías diversas; todo lo cual, sin embargo, no representa una verdad absoluta, porque, como se- ñalamos nosotros en alguna ocasión, la psiquiatría ha llegado tarde a la bioquímica del comportamiento humano; de allí nuestra profunda decepción. Todavía hay, en el campo de las enfermedades –y de los enfermos- del alma, gran cantidad de experiencias y tratamientos sin base científica, pero a muchos médicos les falta humildad para reconocer la ignorancia en esta área “American Psycho”, Bret Easton Ellis
  • 6. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata4 En la película El último hombre, de 1996, Bruce Wil- lis interpreta a John Smith, un asesino a sueldo muy aproximado a un psicópata. En una escena, Felina, in- terpretada por Karina Lombard, le dice: “Mi maldición es el miedo. ¿Cuál es la tuya?” Él responde: “Que no tengo conciencia”. ¿Verían los psicópatas de la vida real esa cualidad genética como una maldición o como una bendición? ¿O la tratarían con absoluta indiferencia? No sabemos la respuesta, pero es claro que carecer de conciencia tiene sus ventajas y sus desventajas. Por un lado, nos permitiría ir por la vida sin ningún “bagaje emocional” y sin tener que preo- cuparnos por los sentimientos, el dolor y el bienestar de los demás. También nos facilitaría planear y realizar cosas que a la mayoría de la gente le resultarían imposibles o muy difíciles de hacer: engañar, manipular, intimidar, da- ñar, dominar y controlar a otros. El dolor físico y emocional infligido a otros no sería para nosotros causa de mayor preocupación; sino más bien un “trámite”, una consecuencia indirecta de lo que realmente importa: la consecución de los propios fines e intereses. Para algunos, una vida sin preocupaciones por los demás, sin sentir culpa, remordimientos, recrimina- ciones o vergüenza, sería muy satisfactoria, incluso una “bendición”. Por otro lado, no tener conciencia podría ser considerada como una prescripción para cometer actos antisociales y delictivos, incluidas la agresión y la violen- cia 1 . En el peor de los casos, el individuo correría un gran riesgo de sufrir rechazo social y sanciones legales. Silver, Mulvey y Monahan (1999) han señalado que “las características distintivas de la psicopatía (…) establecen un vínculo conceptual directo entre la violencia y la psico- patía” 2 . Este vínculo es el tema de este artículo. AGRESIÓN Y VIOLENCIA La agresividad y la violencia interpersonales son resultado de complejas interacciones de factores genético-biológi- cos, psicológicos, sociales y del entorno. Sabemos lo sufi- ciente sobre las correlaciones sociales y ambientales de la violencia individual o de grupo para, al menos, proponer estrategias preventivas, siempre y cuando contemos con la presión de la opinión pública y de la voluntad política. Aún nos falta mucho por aprender sobre las raíces biológicas y psicológicas de la violencia humana y las complejas formas en que interactúan con las fuerzas so- ciales y de otro tipo. No obstante, los últimos avances en la genética del comportamiento, la investigación sobre la evolución del desarrollo de la agresividad hasta la edad adulta y las técnicas de neuroimagen están empezando a llenar las lagunas de nuestro conocimiento. El lado oscuro de la personalidad Robert D. Hare Doctor en Psicología Universidad de British Columbia y Darkstone Research Group, Vancouver contact@hare.org www.hare.org NOTA DE LA REDACCIÓN Agradecemos las esmeradas gestiones de Bonny Berger, cónsul y delegada comercial en jefe del Consulado General de Canadá en Monterrey, quien estableció la comunicación con el Dr. Robert D. Hare para su participación en este número. Agradecemos también al propio doctor Hare, quien modificó y actualizó este artículo, para la Revista CIENCIA, CONOCIMIENTO, TECNOLOGÍA; y a la Fundación Banco Santander, de España, por permitirnos la utilización de la traducción al español de este texto del doctor Hare. 1 Hare,2003a 2 Silver, Mulvey y Monahan, 1999, p. 244 Robert D. Hare
  • 7. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 5 Puede ser que nunca tengamos una teoría unificada de la violencia. Sin embargo, creo que empezamos a vislumbrar los tímidos comienzos de lo que podría denominarse una “miniteoría” de la violencia predatoria humana, basada en las investigaciones clínicas y experimentales sobre la psicopatía. Podría argumentarse que buena parte de la agresividad y la violencia de los psicópatas es instrumen- tal y se debe en la misma medida a su naturaleza y a las fuerzas sociales y ambientales que contribuyen a inducir la mayor parte de otros tipos de violencia. Antes de describir las últimas teorías e investigaciones sobre la psicopatía y la violencia, conviene señalar que la mayor parte de la gente se pregunta, con justa razón, por qué algunos individuos se muestran tan inclinados a la agresión, a la violencia y a la criminalidad. Pero otra forma de verlo sería preguntarnos por qué la mayoría de no- sotros no encaja en esos com- portamientos. ¿Qué factores, procesos y fuerzas reprimen o inhiben a la mayoría de los seres humanos de infringir gravemente las normas y re- glas sociales y jurídicas? Es evidente que las razones son complejas y diversas, pero abarcan las normas y los va- lores sociales y culturales co- munes, la influencia de la fa- milia, los amigos, las escuelas y los grupos de iguales, los modelos y el aprendizaje so- cial, factores socioeconómi- cos y las creencias religiosas y filosóficas. Muchas de estas influencias en nuestras creen- cias, actitudes y compor- tamientos evidencian el hecho de que somos, por naturaleza, animales sociales. Existen también varios rasgos de personalidad que ayudan a establecer vínculos sociales y emocionales y a inhibir el comportamiento anti- social. Entre ellos, se encuentra la capacidad de sentir un conjunto normal de emociones como la empatía, el amor, el miedo, la culpa y el remordimiento. Sin esta capacidad, podremos adquirir un conocimiento cognitivo de las re- glas y expectativas de la sociedad, pero careceremos de los componentes emocionales necesarios para la formación de conciencia y el desarrollo y observancia de compor- tamiento prosocial. Al parecer, las personas a quienes de- nominamos psicópatas carecen de, o tienen muy mengua- dos, estos componentes emocionales. PSICOPATÍA Para la mayor parte de la gente, el término psicópata evoca la imagen de asesinos en serie, asesinos, violadores y otros criminales violentos. En parte esto se debe a la aparición de crímenes escandalosos en los medios de comunicación y el consiguiente, y a menudo compasivo, retrato de es- tos individuos en la televisión y el cine. Si bien es cierto que muchos de estos individuos tienen rasgos psicopáti- cos, los asesinatos y la violencia no son comportamientos exclusivos de los psicópatas, ni todos los psicópatas son asesinos o violentos. De hecho, podemos encontrar a mu- chos de ellos en los organismos empresariales, guberna- mentales, militares y de otra clase. 3 El concepto moderno de la psicopatía es el resultado de cientos de años de investigación clínica y especula- ciones por parte de los psiquiatras y psicólogos europeos y norteamericanos.4 “La psicopatía fue el primer trastorno de personalidad que se identificó en la psiqui- atría. El concepto tiene una larga tradición histórica y clínica y en la última década cada vez más investi- gaciones vienen a re- spaldar su validez”5 . La psicopatía también se ha descrito como “el que puede ser más importante concepto forense de princip- ios del siglo XXI; el único y más impor- tante y útil constructo clínico descubierto hasta ahora para las políticas de justicia en el sistema de derecho penal 6 . Aunque la eti- ología, la dinámica y los límites conceptu- ales de este trastorno de la personalidad siguen siendo obje- to de debate e investigación, existe una sólida tradición clínica y experimental con respecto a sus características afectivas, interpersonales y de comportamiento. Entre ellas, podemos hablar del engaño, la manipulación, la irrespon- sabilidad, la impulsividad, la búsqueda de estímulos, el poco autocontrol, la afectividad inapropiada o restringida, la carencia de empatía, culpa o remordimiento, la promis- cuidad y un conjunto de comportamientos inmorales y antisociales. El concepto clínico de la psicopatía está comprendido y evaluado en la escala que contiene 20 características, Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R)7 o en las versiones posteriores u otros trabajos relacionados, como la escala de 12 características Psychopathy Checklist: Screening Ver- sion (PCL:SV), que he descrito en términos menos técnicos en Sin Conciencia 8 . Cada instrumento utiliza entrevistas e 3- Babiak y Hare, 2006 4- Hervé, 2007; Patrick, 2006 5- Millon, Simonsen, Birket-Smith y Davis, 1998, p. 28 6-Hare, 1996 7- Hare, 2003a; Moltó y Torrubia, 2000
  • 8. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata6 información colateral de archivos para señalar los el- ementos sobre la base de criterios explícitos. Los el- ementos de cada instrumento han sido agrupados en cuatro factores o dimensiones. Por ejemplo, las car- acterísticas contenidas en las distintas dimensiones del PCL:SV son: interpersonal (superficialidad, ego- centrismo, tendencia a mentir); afectivo (ausencia de remordimiento, ausencia de empatía, no aceptar la re- sponsabilidad de los propios actos); estilo de vida (im- pulsividad, ausencia de objetivos, irresponsabilidad) y antisocial (poco autocontrol, conducta antisocial en la adolescencia, conducta antisocial en la edad adulta). Cada una de las características se puntúa en una escala de tres calificaciones (0, 1, 2) en función del grado en el que se ajusten a un individuo. Las pun- tuaciones finales de la escala PCL-R oscilan entre 0 y 40 y las de la escala PCL:SV, entre 0 y 24. En todos los casos, la puntuación refleja el grado en el que un indi- viduo se acerca al psicópata prototípico. CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOPATÍA La psicopatía no puede entenderse únicamente, ni tam- poco principalmente, en términos de las influencias y fuerzas sociales y ambientales. Los factores genéticos contribuyen de manera significativa a la formación de los rasgos de la personalidad y el temperamento con- siderados fundamentales para la psicopatía. Los ras- gos y comportamientos que definen la psicopatía en la edad adulta comienzan a manifestarse en los primeros años de la infancia 9 . Sin embargo la expresión del desor- den a lo largo de la vida es producto de complejas interac- ciones de las pre-disposiciones biológico-temperamentales y de las fuerzas sociales. El uso de la tecnología de la neurociencia cognitivo- afectiva y de neuroimagen han incrementado de manera notable nuestro conocimiento de la función que desempe- ñan las emociones en el desarrollo y el mantenimiento de la psicopatía. Existe nueva evidencia de que la psicopatía puede ser comprendida como parte de un modelo neural de cog- nición moral. La investigación mediante las técnicas de neuroimagen es demasiado amplia para abordarla aquí, pero sí pueden exponerse algunas conclusiones generales. En general, los descubrimientos son ampliamente con- sistentes con las proyecciones clínicas de los psicópatas como individuos sin profundidad o comprensión emocio- nal, aparentemente asociadas con anomalías funcionales y estructurales (tal vez déficits) en las regiones del cerebro que intervienen en los procesos emocionales y en la inte- gración de la cognición y la emoción. Ellos comprenden el significado cognitivo de un acontecimiento o experiencia mejor que su significado emocional. Para ellos lo que de- bería ser una experiencia emocional es apenas poco más que un acontecimiento cognitivo o intelectual. Ésta “pobreza” emocional es evidente (pero no exclusiva) 8- Hare, 2003b 9- Frick y Marsee, 2006; Lynam y Gudonis, 2005
  • 9. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 7 en su lenguaje, lo que da lugar a expresiones tales como: “saben la letra pero no la música” y “de las palabras sólo saben el significado que viene en el diccionario”. En cierto sentido se parecen al personaje Spock de la Guerra de las Galaxias, sólo que la falta de emociones de Spock no va acompañada por, o relacionada con una imposibilidad de adaptarse a las normas y expectativas sociales. Un modelo más general, propuesto por Newman 10 , indica que la psicopatía resulta de la imposibilidad de responder automáticamente a los im- pulsos que normalmente guiarían o modularían el comportamiento. Los modelos basados en la psicología evolutiva ven la psicopatía menos como un trastorno y más como una estrategia “oculta” evolu- cionada para transmitir el acervo genético 11 . Algunos investigadores describen y explican la psicopatía en té- rminos de los meca-nismos y procesos psico- dinámicos 12 . Otros consideran que la psicopatía es una variante patológica de la personali- dad normal 13 . Este último planteamiento concuerda con las pruebas más re- cientes que muestran que el PCL-R mide una construc- ción dimensional 14 , y que los rasgos psicopáticos es- tán repartidos por toda la población general 15 . A pesar de la variedad de anomalías cognitivas y emocionales, la mayoría de las jurisdicciones consideran a los psicópatas legal y mental- mente sanos y en plena posesión de sus facultades. Com- prenden las “reglas del juego”, pero deciden respetarlas o hacer caso omiso de ellas, en función de lo que se adecue mejor a sus propios intereses. Sin embargo, es posible que en el futuro próximo las cortes utilicen los descubrimien- tos de la neurociencia para determinar hasta qué punto los psicópatas son legalmente responsables de sus acciones. Éstas y otras consideraciones son objeto de impor- tantes investigaciones y debates de parte de los científi- cos, juristas, moralistas y filósofos. PSICOPATÍA Y DELINCUENCIA En los últimos años se ha producido un cambio radical en la percepción y en el lugar que ocupa realmente la psico- patía en el sistema de derecho penal. Hasta ahora, la opi- nión generalizada era que los diagnósticos clínicos, como el de la psicopatía, eran de poca ayuda para entender y predecir los comportamientos delictivos. Sin embargo, muchas de las características importantes que inhiben el comportamiento antisocial, delictivo y violento (la em- patía, los vínculos emocionales fuertes, el miedo al castigo o la culpa) no están presentes, o si lo están es de forma muy deficiente, en los psicópatas. Además, su egocentris- mo, su vanidad, su necesidad de figurar, su impulsividad y su falta general de inhibiciones del comportamiento inevitablemente les provocan conflictos con la sociedad. Los psicópatas representan tan sólo el 1 por 100 de la po- blación general, pero repre- sentan del 15 al 20 por ciento de la población penitenciaria. Les resulta fácil vic- timizar a los más vulnerables y emplear la intimidación y la violencia como herramientas para dominar y controlar a otros. Esta relación entre la psicopatía y el delito parece darse en hombres y mujeres, en distintos grupos étnicos y culturas y en contextos so- ciales, económicos y políticos diferentes. AGRESIVIDAD DEPREDA- DORA Y VIOLENCIA Muchas de las actitudes y los comportamientos de los psicópatas tienen un carácter depredador. Por ejemplo, Woodworth y Porter (2002) investigaron la relación entre la psicopatía y la naturaleza de los homicidios cometidos por varios agresores cana- dienses. Descubrieron que los crímenes cometidos por los psicópatas eran de naturale- za fundamentalmente instrumental (“a sangre fría”, sin despertar emociones o alterarse con especial intensidad), mientras que los cometidos por el resto de los agresores eran principalmente reactivos (muy alterados, “crímenes pasionales”, de reacción ante una amenaza). Esta violencia depredadora también se da en los maltratadores psicopáticos de sus parejas. Echeburúa y Fernández-Montalvo (2007) estudiaron a españoles que cumplían sentencia por una agresión grave contra su pareja. Describieron al maltratador psicopático como un “agresor a sangre fría que, sin muestras previas de inestabilidad emocional, agrede brutalmente, de forma cruel e insensible”. También descubrieron que este tipo de agresores tenía la misma probabilidad de matar a su pareja que otros maltratadores, un resultado que concuer- da con los de otras investigaciones. La mayoría de los que mataron a sus parejas eran inestables emocionalmente, habían consumido drogas o alcohol o habían cometido la agresión en un ataque de ira o de celos (un crimen pa- sional). 10- P. ej., Newman, Brinkley, Lorenz, Hiatt y MacCoon, 2007 11- Harris y Rice, 2006 12- Véase Kernberg, 1984; Meloy y Shiva, en prensa 13- Hicklin y Widiger, 2005 14- Guay, Ruscio, Knight y Hare, en prensa 15- Coid et al., 2007; Neumann y Hare, 2006
  • 10. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata8 EL RIESGO DE DELINCUENCIA Y VIOLENCIA En otros trabajos se estudian en profundidad las teorías y metodologías de la evaluación del riesgo 16 . La última generación de métodos para evaluar el riesgo sustituye a los cálculos clínicos desestructurados que se empleaban anteriormente para hacer evaluaciones clínicas estructura- das o con conjuntos actuariales de variables derivados de la investigación experimental. Debido a su importancia en la evaluación del riesgo de la psicopatía, que las escalas PCL-R o PCL:SV se encargan de medir, se incluye en varios métodos clínicos estructurados y en métodos actuariales. Ofrecer una explicación detallada de la psicopatía en términos del riesgo de reincidencia y violencia excede los límites de este artículo 17 . Su relevancia como un impor- tante factor de riesgo en la aparición de problemas en las instituciones, de reincidencia en general y de violencia en particular, está sobradamente demostrada. El valor pre- dictivo de la psicopatía no sólo se aplica a los delincuentes varones adultos, sino también a las mujeres adultas, a los adolescentes y a los pacientes de la psiquiatría forense o civil. De hecho, en muchos casos la psicopatía es el mejor pronosticador de la reincidencia y la violencia. Harris, Rice y Camilleri observaron que incluso aunque la tasa base de psicopatía o de rasgos psicopáticos de una población sea relativamente baja, “los rasgos de personali- dad asociados a la psicopatía se encuentran entre las cau- sas más importantes de agresión” 18 . Además, señalaron que el hecho de que “la psicopatía sea un pronosticador tan sólido de la violencia en todas las poblaciones, sugiere que los rasgos de personalidad asociados al trastorno psi- copático se encuentran entre sus causas más importantes” 19 .. AGRESORES SEXUALES En los últimos años se ha incrementado notablemente la atención pública y profesional prestada a los agresores sexuales, particularmente a aquellos que reinciden tras su puesta en libertad o la finalización de un tratamiento. Se ha admitido desde hace mucho tiempo que los agresores sexuales psicopáticos plantean problemas especiales a los terapeutas y el sistema de derecho penal. En general, la prevalencia de la psicopatía es mucho menor en los pe- derastas que en los violadores o en agresores con víctimas tanto infantiles como adultas. Quinsey, Rice y Harris (1995) concluyeron, a partir de su investigación, que la psicopatía funciona como pronos- ticador general de la reincidencia sexual y violenta. Las agresiones de los violadores psicopáticos no sólo suelen ser más violentas que las de otros agresores sexuales, sino que tienden a ser más sádicas también. En casos extremos, por ejemplo entre los asesinos en serie, la comorbilidad de la psicopatía y el sadismo es muy alta. Una de las combinaciones más fuertes que han revelado las últimas investigaciones sobre los agresores sexuales es la de la psicopatía asociada con las perversiones sexuales, definidas por una desviación del estímulo sexual, como con los niños o los impulsos de violación o de violencia no sexual. Los agresores que poseen esta combinación pre- sentan un alto grado de riesgo de violencia sexual. TRATAMIENTO A diferencia de la mayor parte de los delincuentes, los psicópatas no ven nada malo en sus actitudes y compor- tamientos y sólo solicitan tratamiento cuando pueden uti- lizarlo en beneficio de sus intereses, para obtener la liber- tad provisional o condicional o cuando se les da a elegir entre ingresar en prisión o someterse a un programa de tratamiento comunitario. Los programas penitenciarios habituales no han de- mostrado ser muy eficaces con este tipo de personas, en especial los que tratan de desarrollar la empatía, la con- ciencia y las habilidades interpersonales. Es más, la tera- pia de grupo y los programas de terapia psicodinámica pueden ayudar a los psicópatas a perfeccionar los méto- dos para manipular, engañar y utilizar a las personas, pero sirven de poco para que se comprendan a sí mismos. Es difícil que los programas que no tienen en cuenta la natu- raleza de los delincuentes psicópatas sean eficaces 20 . Eso no significa que las actitudes y los comportamien- tos de los delincuentes y pacientes psicópatas sean in- mutables o que “no funcione nada”, tan sólo que los pro- gramas que son eficaces con la mayoría de los delincuentes no son útiles con los agresores psicópatas. En lugar de desanimarnos, deberíamos hacer un esfuerzo conjunto para diseñar procedimientos nuevos orientados específi- camente a los delincuentes psicópatas. Ya se dispone de una amplia serie de directrices para elaborar un programa diseñado específicamente para tratar las psicopatías 21 . En resumen, proponemos que las técnicas de prevención de recaídas se integren con elementos de los mejores progra 16- P. ej. véanse Monahan et al., 2001; Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998 17- Vease Hare, 2003a, en prensa; Hervé y Yuille, 2007; Monahan et al., 2001; Patrick, 2006 18- Harris, Rice y Camilleri, 2004, p. 1070 19- Harris, Rice y Camilleri, 2004, p. 1072 20- Harris y Rice, 2006 21- Wong y Hare, 2005
  • 11. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 9 mas penitenciarios cognitivo-conductuales disponibles. El programa no está tan enfocado al desarrollo de la empatía y la conciencia o en modificar la personalidad, sino a con- vencer a los participantes de que son los únicos responsables de su comportamiento y que pueden aprender formas más prosociales de utilizar sus puntos fuertes y habilidades para satisfacer sus necesidades y deseos. Implica, además, una supervisión y un control estricto, tanto en la institución como durante la reinserción en la sociedad. Naturalmente, un programa de este tipo sería muy costoso y muchos centros no dispondrán de los re- cursos para ponerlos en marcha. Todavía queda por ver si serán eficaces para moderar la naturaleza violenta de los psicópatas. PSICOPATÍA COLECTIVA La mayoría de las investigaciones sobre la psicopatía se basan en delincuentes o pacientes de la psiquiatría fo- rense, en gran medida por la prevalencia relativamente alta de este trastorno en estas poblaciones y por la facilidad de acceso a los datos de archivo y la información comple- mentaria para realizar evaluaciones fiables. Sin embargo, hace tiempo que se ha admitido que la psicopatía no se circunscribe exclusivamente a los delincuentes sentencia- dos. 22 Existen varios trabajos acerca de las investigaciones recientes sobre la psicopatía y sus manifestaciones colec- tivas. 23 P. Babiak y R.D. Hare (2006): Snakes in Suits: When psychopaths go to work, Harper Collins, Nueva York. R.J.R. Blair (2005): ”Applying a cognitive neuroscience perspective to the disorder of psychopathy”, Development and Psychopathology, 17: 865-891. R.J.R. Blair, D. Mitchell y K. Blair (2005): The Psychopath: Emotion and the Brain, Blackwell, Nueva York. J. Coid, S. Ullrich, M. Yang, A. Roberts, N. Singleton y R.D. Hare (2007): Psychopathy in the household population of Great Britain (Manuscrito enviado para su publicación). A.R. Damasio (1994): Descartes error: Emotion, rationality, and the human brain, Putnam (Grosset Books), Nueva York. R. de Oliveira-Souza, F.A. Ignácio, J. Moll y R.D. Hare (en prensa): “Psychopathy in a civil psychiatric community sample”, Criminal Justice and Behavior. E. Echeburúa y J. Fernández-Montalvo (2007): “Male batterers with and without psychopathy: An exploratory study in Spanish prisons”, International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology, 51, 254-263. P.J. Frick y M.A. Marsee (2006): “Psychopathy and developmental pathways to antisocial behavior in youth”, en C.J. Patrick (ed.), Handbook of Psychopathy, Guilford Press, Nueva York, pp. 353-374. J.P. Guay, J. Ruscio, R.D. Hare y R.A. Knight: “A taxometric analysis of the latent structure of psychopathy: Evidence for dimensionality”, Journal of Abnormal Psychology (en prensa). J.R. Hall y S.D. Benning (2006): “The ‘successful’ psychopath: Adaptive and subclinical manifestations of psychopathy in the general population”, en C. Patrick (ed.), Handbook of psychopathy, Guilford, Nueva York, pp. 459-480. R.D. Hare (1996): “Psychopathy: a construct whose time has come”, Criminal Justice and Behavior, 23, 25-54. R.D. Hare (2003a): The Hare Psychopathy Checklist- Revised (2ª ed.), ON: Multi-Health Systems, Toronto. R.D. Hare (2003b): Sin conciencia: El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean; Paidós, Barcelona. R.D. Hare (2006): “Psychopathy: A clinical and forensic overview”, Psychiatric Clinics of North America, 29, 709-724. R.D. Hare: “Psychological Instruments in the Assessment of Psychopathy”, en A.R. Felthous y H. Sass (ed.), International handbook on psychopathic disorders and the law, Wiley & Sons, Nueva York (en prensa). G.T. Harris y M.E. Rice (2006): “The treatment of psychopaths”, en C. Patrick (ed.), Handbook of psychopathy, Guilford Press, Nueva York, pp. 555-572. G.T. Harris, M.E. Rice y J.A. Camilleri (2004): “Applying a forensic actuarial instrument (the Violence Risk Appraisal Guide) to nonforensic patients”, Journal of Interpersonal Violence, 19, 1063-1074. H. Hervé y J.C. Yuille (eds.) (2007): The psychopath: Theory, research, and practice, Lawrence Erlbaum, Mahwah, Nueva Jersey. J. Hicklin y T.A. Widiger (2005): “Similarities and differences among antisocial and psychopathic self- report inventories from the perspective of general personality functioning”, European Journal of Personality, 19, 325-341. K.A. Kiehl (2006): “A cognitive neuroscience perspective on psychopathy: Evidence for paralimbic system dysfunction”, Psychiatry Research, 142, 107- REFERENCIAS 22- Hare, 2003b 23- P. ej., de Oliveira-Souza, Ignácio, Moll y Hare, en prensa; Hall y Benning, 2006; Neumann y Hare, 2006
  • 12. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata10 128. O. Kernberg (1984): Severe personality disorders, Yale University Press, New Haven. D.R. Lynam y L. Gudonis (2005): “The development of psychopathy”, Annual Review of Clinical Psychology, 1, 381-407. A.W. MacDonald y W.G. Iacono (2006): “Toward an integrated perspective on the etiology on psychopathy”, en C.J. Patrick (ed.), Handbook of Psychopathy, Guilford Press, Nueva York, pp. 375-385. J.R. Meloy y M. Shiva (en prensa): “A psychoanalytic view of the psychopath”, en A. Felthous y H. Sass (eds.), International handbook on psychopathic disorders and the law, John Wiley, NuevaYork. T. Millon, E. Simonsen y M. Birket-Smith (1998): ”Historical conceptions of psychopathy in the United States and Europe”, en T. Millon, E. Simonsen, M. Birket- Smith y R. D. Davis (eds.), Psychopathy: Antisocial, criminal, and violent Behaviors, Guilford Press, Nueva York, pp. 3-31. J. Moll, R. Zahn, R. de Oliveira-Souza, F. Krueger y J. Grafman (2005): “The neural basis of human moral cognition”, Nature Reviews Neuroscience, 6, 799-809. J. Moltó y R. Torrubia (2000): “Standardization of the Hare Psychopathy Checklist-Revised in a Spanish prison sample”, European Journal of Personality, 14, 84-96. J. Monahan (2006): Comentarios de en la cubierta en C.J. Patrick (ed.), Handbook of psychopathy, Guilford Press, Nueva York. J. Monahan, H.J. Steadman, E. Silver et al. (2001): Rethinking risk assessment: The McArthur study of mental disorder and violence, Oxford University Press, Nueva York. C.S. Neumann y R.D. Hare (2006): Psychopathic traits in the community. Ponencia presentada en la reunión de la Sociedad de investigación de la psicopatología, San Diego, octubre de 2006. J.P. Newman, C.A. Brinkley, A.R. Lorenz, K.D. Hiatt y D.G. MacCoon (2007): “Psychopathy as psychopathology: Beyond the clinical utility of the Psychopathy Checklist-Revised”, en H. Hervé y J.C. Yuille (eds.), The psychopath: Theory, research, and practice, Lawrence Erlbaum and Associates, Mahwah, Nueva Jersey, pp. 173-206. C.J. Patrick (ed.) (2006): Handbook of Psychopathy, Guilford Press, Nueva York. D.L. Paulhus y K.M. Williams (2002): “The Dark Triad of personality: Narcissism, Machiavellianism & psychopathy”, Journal of Research in Personality, 36, 556-563. S. Porter y M. Woodworth (2007): “‘I’m sorry I did it… but he started it’ A comparison of the official and self- reported homicide descriptions of psychopaths and non-psychopaths”, Law and Human Behavior, 31, 91- 107. V.L. Quinsey, G.E. Harris, M.E. Rice y C. Cormier (1998): Violent offenders: Appraising and managing risk, American Psychological Association, Washington, DC. V.L. Quinsey, M.E. Rice y G.T. Harris (1995): “Actuarial prediction of sexual recidivism”, Journal of Interpersonal Violence, 10, 1063-1074. E. Silver, E.P. Mulvey y J. Monahan (1999): “Assessing violence risk among discharged psychiatric patients: Toward an ecological approach”, Law and Human Behavior, 23, 91-107. H.J. Steadman, E. Silver, J. Monahan et al. (1999): “A classification tree approach to the development of actuarial violence risk assessment tools”, Law and Human Behavior, 24, 83-100. E. Viding, R.J.R. Blair, T.E. Moffitt y R. Plomin (2005): “Evidence for substantial genetic risk for psychopathy in 7-year-olds”, Journal of Child Psychology and Psychiatry, 46, 592-597. I.D. Waldman y S.H. Rhee (2006): “Genetic and environmental influences on psychopathy and antisocial behaviour”, en C.J. Patrick (ed.), Handbook of Psychopathy, Guilford Press, Nueva York, pp. 205-228. C. Webster, K. Douglas, D. Eaves y S. Hart (1997): HCR-20 Assessing Risk for Violence: Version II, Mental Health, Law & Policy Institute, Simon Fraser University, Burnaby, BC. K.M. Williams, D.L. Paulhus y R.D. Hare (2007): “Capturing the four-factor structure of psychopathy in college students via self-report”, Journal of Personality Assessment, 88, 205-219. M. Woodworth y S. Porter (2002): “In cold blood: characteristics of criminal homicides as a function of psychopathy”, Journal of Abnormal Psychology, 111, 436-445. S. Wong y R.D. Hare (2005): Guidelines for a Psychopathy Treatment Program, Multi-Health Systems, Toronto, ON.
  • 13. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 11 El cerebro del psicópata Doctora Feggy Ostrosky-Solís Directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología Facultad de Psicología Universidad Nacional Autónoma de México feggyostrosky@ gmail.com El concepto de maldad y los seres que lo per- sonifican ha sido objeto de fascinación a lo largo de la historia. Todos nos hemos creado una representación real o imaginaria de un psicó- pata. Algunos piensan en personajes de películas, como Hannibal Lecter, caracterizado por Anthony Hopkinks, en el Silencio de los inocentes; otros evo- can a genocidas históricos, como Adolfo Hitler, o re- crean la imagen de criminales más actuales y locales, como Juana Barraza Samperio, la “Mataviejitas”, cuyos crímenes provocan horror, desafío y al mismo tiempo despiertan nuestra más morbosa curiosidad. Pero tam- bién hay quienes relacionan el término con algunas per- sonas con las que interactúan cotidianamente, como su jefe, su socio e, incluso, su pareja. Lo más sorprendente –y espeluznante—es que probablemente no están del todo equivocados. Aunque los psicópatas son personas muy trastorna- das, no se puede afirmar que están “locos”, entendido el término en el sentido de no estar conectados con la realidad. Es decir, los psicópatas no presentan graves alteraciones en el pensamiento y la percepción, como pueden ser las alucinaciones y los pensamientos al- terados que caracterizan a los esquizofrénicos. De tal manera, una primera e importante generalización es señalar que la psicopatía no es un trastorno mental, sino un trastorno de la personalidad. TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD La personalidad es nuestra manera de ser. La psicopatía es una forma de actuar en el mundo. Los trastornos de la personalidad son esquemas de comportamiento y re- lación con el ambiente, relativamente fijos, inflexibles y, lo más importante, socialmente inadaptables, lo que in Feggy Ostrosky-Solís Ilustración:VíctorPowell
  • 14. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata12 volucra una gran diversidad de situaciones. Los psicópa- tas pueden ser personas aparentemente normales, lo que los convierte en una amenaza psicológica para quienes se relacionan con ellos. Su frialdad, egoísmo y falsedad cor- roen sus relaciones sociales a todos los niveles. A pesar de estas características, pueden actuar con un gran encanto superficial que, aunado a su flexibilidad moral, y falta de remordimiento, les permite ser muy exitosos en la socie- dad. El trastorno de personalidad que padecen los psicó- patas se manifiesta en tres cauces a la vez: en sus rela- ciones con los demás, en su afectividad y en su con- ducta. En el primero de ellos, los psicópatas tienden a manipular y a engañar a los demás. En lo afectivo, ado- lecen de empatía: son incapaces de ponerse en el lugar del otro. En cuanto a la conducta, presentan un compor- tamiento antisocial. MARIDOS “ENCANTADORES Y EXITOSOS” Los psicópatas son responsables de mucha de la mise- ria que existe en nuestro entorno, puesto que alteran de manera negativa las vidas de las personas que los rodean. Un ejemplo clásico y desafortunadamente muy frecuente lo encarnan aquellos esposos que externamente son encantadores y exitosos en el trabajo, pero en el ho- gar son fríos y egoístas, sin mostrar interés en la vida de los hijos y la pareja. Muchos de ellos son figuras domi- nantes, que mantienen “encarceladas” a sus esposas, y las someten constantemente al abuso físico y psicológico. Las personalidades psicópatas pueden llevar una vida ordinaria. Trabajan, se casan y pueden ser prominentes profesionistas, aunque los rasgos de su personalidad im- piden que su empleo y matrimonio sean duraderos. Se ha reportado que entre 25 y 30 por ciento de los maridos que maltratan a sus esposas de manera reiterada son psicópatas, y que en la actualidad están en un programa de tratamiento impuesto por un tribunal. A los psicópatas se les ha descrito coloquialmente como “humanos a los que les falta el alma”. Esta falta de calidad espiritual los convierte, por decirlo de alguna manera, en máquinas muy eficientes. Por estas características, es muy común encontrar una relación estrecha entre la psicopatía y el comportamiento antisocial. Aunque, como se dijo anteriormente, no todos los psicópatas caen en la delincuencia y la criminalidad, es un hecho que, cuando así sucede, se dis- tinguen del resto de los criminales porque su comportamiento tiene un carácter terriblemente predador: ven a los demás como presas emocionales, físicas y económicas. ASESINOS EN SERIE Los psicópatas predominan entre los asesinos en serie, que planifican fríamente los asesinatos. Tienen gran habilidad para camuflarse (engañar y manipular); así como para acechar y localizar los “cotos de caza”, que suelen ritualizar sus asesinatos, con el toque final del trofeo de su víctima simbolizado en una prenda u otro objeto que toman como recuerdo. Un ejemplo es el patético caso de Luis Alberto Garavito, el asesino colombiano que mató a más de 200 niños, en la dé- cada de los noventa. Este pederasta y asesino serial solía llevarse como trofeo la fotografía de la ficha de identificación de los niños (que se utiliza en Colombia) y las coleccionaba dentro de una caja de madera. Doctor Hannibal Lecter. Jack Nicholson, en su personaje de la película “El Resplandor”. 12y77.indd 1
  • 15. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 13 ABUNDAN ENTRE LOS DELINCUENTES Pero, más allá de que se conviertan o no en asesinos seriales, lo cierto es que los psicó- patas abundan entre los delincuentes. El estudio para la evaluación de riesgo de vio- lencia de la fundación MacArthur, la investi- gación más amplia y exhaustiva que existe sobre el tema, reporta que su incidencia en la población normal es del uno al tres por ciento; mientras que, en la población reclusa, el porcentaje de individuos con psicopatía llega a ser hasta del 25 por ciento. Asimismo, investigaciones realizadas por Robert Hare de la Universidad de Col- mbia Británica, en Vancouver, Canadá, muestran que entre los psicópatas la tasa de reincidencia criminal es muy alta. Esto es, antes de transcurridos seis años después de su puesta en libertad, más del 80 por ciento de los psicópatas, frente al 20 por ciento de los que no presentan este trastor- no, reinciden en la violencia, una violencia llevada a cabo de manera fría y depredadora, y que parece aumentar de intensidad con la reincidencia. EMOCIONALMENTE SUBACTIVADOS Desde el punto de vista biológico, se considera que los psicópatas están fi- siológicamente subactivados; esto es, que se trata de personas que experi- mentan menos miedo y ansiedad que el común de la gente. Así lo de-mostró el psicólogo Christopher Patrick, de la Universdad de Minnesota, quien realizó, junto con sus colaboradores, un experimento con sujetos normales y con psicó- patas. En la investigación se obtuvo el nivel de activación de los sujetos a través del registro de la respuesta galvánica de la piel (RGP), la cual mide la activación de las glándulas sudoríparas de la piel asociada con el estado emocional (como cuando nos sudan las palmas de las manos en situaciones emocionales). Cuanto más activación de las glándulas, mayor es la RGP. Los participantes tenían que averiguar cuál de cuatro palancas encendía un foco verde. Sin embargo, si la per- sona accionaba una palanca equivocada, recibía como penalización un choque eléctrico. Patrick encontró que ambos grupos cometieron el mismo número de errores, pero el grupo sano presentó RGP muy amplias, y aprendió más rápido a evi- tar los choques, en tanto que los psicópatas, no presentaron esta respuesta y además les tomó mucho más tiempo lograrlo. Aparentemente, se encontraban subactivados; el castigo no provocaba respues- tas emocionales, y justamente esta necesidad de emociones fuertes es la que provoca que el psicópata busque situaciones peligrosas. EL CEREBRO DE UN PSICÓPATA Las técnicas actuales de neuroimagen permiten estudiar con precisión milimé- trica las estructuras cerebrales y los cambios que se producen en el cerebro, asociados al pro-cesamiento emocional. Con ellas se ha detectado que existen asesinos que cometen sus crímenes literalmente a sangre fría; esto es, despachan a la víctima experimentando poca o ninguna emoción. Este tipo de individuos contrasta con los asesinos apasiona- dos y que podemos llamar “de sangre caliente”, que aniquilan a su víctima en un momento de emoción descontrolada. La pregunta aquí es si el asesino depre- dador posee un funcionamiento cerebral más regulado y controlado frente al asesino afectivo, que mata en un momento de pasión sin regulación y control cerebral. El profesor de psicología Adrian Raine, de la Universidad del Sur de California, uti- lizó las técnicas de neuroimagen para inves- tigar si existen diferencias en la actividad cerebral entre estas dos formas de agresión. Dividieron a los asesinos estudiados en dos grupos: 15 depredadores y 9 afectivos. Es decir, el primer grupo estaba conformado por asesinos controlados que planificaban su crimen, carecían de afectividad y que habían atacado a personas extrañas. Los integrantes del segundo grupo eran asesinos afectivos, que actuaban de forma mucho menos planificada, bajo una emoción muy intensa, y principalmente lo hacían en el propio hogar. El psicólogo y sus colabora- dores encontraron que la corteza prefrontal de los asesinos afectivos presentaba tasas de actividad bajas. Recordemos que precisa- mente en esta parte del cerebro se localiza el mecanismo encargado de controlar los im- pulsos agresivos. Por otra parte, las investigaciones arrojaron que los asesi- nos depredadores mostraban un funcionamiento prefron- tal relativamente bueno. Así quedó corroborada la hipó- tesis de que una corteza prefrontal intacta les permite mantener bajo control su comportamiento, adecuándolo así a sus nefastos fines. Raine también concluyó que, en comparación con las personas normales, ambos grupos de asesinos presentaban mayores tasas de actividad en las estructuras que integran el “cerebro emocional”, incluidos la amígdala, el hipocampo y el hipotálamo. Aparentemente, debido al exceso de actividad en estas estructuras, los asesinos de uno y otro grupo podían ser más proclives a comportarse agresivamente. No obstante, lo que distinguía a los depredadores era que tenían un funcionamiento prefrontal lo bastante bueno para regular sus impulsos agresivos y poder manipular a otros para alcanzar sus propias metas. En tanto, los asesinos afectivos, por carecer de control prefrontal sobre sus impulsos, tenían arranques agresi- vos, impulsivos e incontrolados. En este mismo estudio, también se descubrió que, en algunos casos, lo que se en- contraba afectado no eran las estructuras del cerebro en sí, sino las fibras que las conectaban. Es decir, que existía una comunicación ineficaz entre las regiones prefrontales y las áreas “emocionales del cerebro”. COMUNICACIÓN CEREBRAL DEFICIENTE Esta deficiente comunicación cerebral podría ser la con- secuencia del maltrato recibido en las primeras etapas de la vida. Algunas investigaciones, como la de Joan Mc- Cord, profesor de criminología de la Universidad Temple, en Pennsylvania, han señalado que la gran mayoría de los delincuentes violentos provienen de hogares en los que padecieron algún tipo de maltrato. Una hipótesis pro- bable es que si, de forma reiterada, un bebé es zaran 27/10/2009 04:57:01 p.m.
  • 16. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata14 deado bruscamente, es altamente posible que las fibras blancas que ligan su corteza con las otras estructuras cerebrales se rompan, dejando así el resto del cerebro fuera del control prefrontal. Otros factores detectados que pueden propiciar esta misma ruptura de fibras y afec- tar la morfología cerebral del producto, son alcoholismo y drogadicción de la madre durante el embarazo. Por su parte, Candice Skrapace, profesora del Departa- mento de Criminología de la Universidad Estatal de Cali- fornia, ha relacionado los niveles de agresión con la con- centración sanguínea de hormonas y neurotransmisores. En sus investigaciones, ha encontrado que algunos asesi- nos violentos muestran niveles altos de testosterona. La testosterona es una hormona que se relaciona con la extro- versión y con las conductas de sociabilidad y la búsqueda de sensaciones y experiencias extremas, así como la huida de la monotonía. Aunque también se ha determinado que la testosterona en sí no es la responsable de que se actúe con agresión, se sabe que disminuye el umbral para que ésta se dispare. Asimismo, se ha encontrado que nuestro grado de im- pulsividad depende, en parte, de los niveles de serotonina que tenemos en el cerebro. La concentración de este neu- rotransmisor puede disminuir por el consumo de alcohol. A su vez, nuestra agresividad depende del nivel de tes- tosterona en circulación. Este nivel se puede aumentar, por ejemplo, con el consumo de esteroides. Así, personas que abusan del alcohol y consumen es- teroides y otras drogas, provocan que se altere la química cerebral. La combinación de los bajos niveles de sero- tonina que se encarga de accionar los “frenos” para no cometer actos violentos, junto con los altos niveles de testosterona, son una terrible combinación, que lleva a la persona a cometer conductas violentas. REGIDOS POR LA GÉNETICA Se han detectado otros casos cuyas acciones violentas tienen como origen ciertas alteraciones genéticas de la persona. En una investigación realizada por Michelle Gotz y colaboradores, del Departamento de Psiquiatría del Hospital de Edinburgo, en Gran Bretaña, se analizó a diversas familias integradas por varios criminales. El fac- tor común entre ellos resultó estar asociado con la alte- ración en un gen que contribuye a la producción de una enzima conocida como monoamina oxidasa tipo A. Esta enzima es conocida por la regulación de la producción de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, las cuales son muy importantes para la regulación del estado emocional. Las personas que presentan este tipo de alteración ex- perimentan continuos estados de agresión explosiva. Otro estudio, realizado por la investigadora Terrie Moffitt, del Instituto de Psiquiatría de Londres, señaló que además de esta alteración, las personas violentas mostraban una historia de abuso infantil. Esto es, de manera aislada, con sólo poseer la alteración genética, lo que se generaba era individuos con una baja tolerancia a la frustración y que se enojaban fácilmente; sin embargo, en los asesinos vio- lentos que analizó, además de la alteración genética, ex- istía una historia de abuso infantil. De acuerdo a los hallazgos de Moffit, la alteración genética o el abuso infantil de manera aislada resulta en indi- viduos con personalidades explosivas, irritables y con poca tolerancia a la frustración, pero cuando los dos factores (genética y medio ambiente) están presentes, se generan personalidades peligrosamente violentas, incluidos asesi- nos y multihomicidas. NO TODO ES BIOLOGÍA Por supuesto que no todo está determinado por la química cerebral. Existen cier- tos rasgos psicopáticos que se pueden observar desde la infancia. Por ejemplo, las crueldades hacia los animales o los otros niños; el desprecio por las jerar- quías escolares, las aberraciones de conducta que suelen ser “amortiguadas” por los docentes y los familiares, con el pretexto de que se trata de “proble- mas emocionales” o “travesuras”. En este contexto, se han identificado una serie de factores medioambientales. Por ejemplo, algunos psicólogos, como Kenneth Levy, del Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania, señalan que los psicópatas pueden haber sido criados por padres que los sobreprotegían y, entonces, los niños aprenden a esperar un trato especial de todos y a lograr sin obstáculos lo que desean. Otras investigaciones, como las llevadas a cabo en ase-sinos seriales por el Departamento de Justicia Criminal de la Universidad de Carolina del Norte, afirman que se trata de niños deprivados o descuidados, que desarrollan un trastorno de personalidad como mecanismo protector para esconder su baja autoestima. En este caso, las condiciones que propiciarían el trastorno de la personalidad serían la privación de calor humano, el descuido por parte de los padres, que los obliga a depender de ellos mismos y aquellos problemas que afectan el apego emocional entre padres e hijo; ya sea por daño en el niño o por dificultades con los padres. MUNDO SIN AMOR De esta manera, el niño aprende que el mundo es frío, sin amor, y que, por tanto, él vive en un lugar vicioso. Para protegerse de este mundo hostil, desa- rrolla características de autoprotección, como la agresividad, las man- eras beligerantes, el engaño, el resentimiento hacia la autoridad y la habilidad de “encender” y “apagar” su encanto. Irónicamente, estos rasgos repelen a los demás y así se confirma la visión del mundo como un lugar hostil. El resul- tado final de este círculo vicioso es la psicopatía. En resumen, para poder de- sarrollar una personalidad psicópata en el sentido estricto del concepto, es nec- esario sumar varios factores: las características temperamentales heredadas; deficiencias en el funcionamiento cerebral; la ausencia de control y apren- dizaje emocional; experiencias de abuso durante la infancia; y una relación padre-hijo sin apego. Por su parte, el síndrome de criminalidad es producto de predisposiciones biológicas, incluidas las genéticas, para, por ejemplo, llegar a cometer acciones de tipo impulsivo y violento; así como de sus interacciones con factores psicológicos y sociales. Los procesos fisiológicos se encuentran en la base y delimitan el sustrato biológico sobre el cual el ambiente ejerce su influ- encia. Es como una mano de póquer: para llegar a ser un criminal, se han tener todas las cartas necesarias. Para mayor información, consultar el libro Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro. Feggy Ostrosky-Solis. Editorial Quo. 2008. 14y75.indd 1
  • 17. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata74 De allí que las psicologías criminal y forense, adapta- das a ese tipo de variables, actúan en la actividad pericial, lo que se entiende como el “medio de prueba al que recur- ren, ya sean las partes en un juicio o el mismo juez, cuan- do, para asegurar la existencia de un hecho o su simple po- sibilidad, se requieren conocimientos técnicos, o cuando, siendo ésta la materialidad del hecho, es necesario para conocer su índole, cualidad o sus consecuencias, mediante un conjunto de conocimientos técnicos o científicos”. Siguiendo con esta línea comprensiva, el psicólogo puede participar en los juicios en dos posibilidades: la pri- mera, como testigo de hecho, por ser responsable de la aplicación de un tratamiento determinado, en la que actúa como profesional; pero la información que le es solicitada se compone de sus observaciones directas y material pro- veniente de su trabajo sobre su paciente; la segunda, como experto (perito) con objeto de informar bajo juramento al juzgador sobre los puntos en litigio, en cuanto se relacio- nan con su especial saber acerca de un sujeto evaluado en un contexto judicial. Así pues, en el contexto del Derecho Penal, por ser éste el encargado de sancionar las conductas delictivas, la fun- ción del psicólogo es informar sobre el estado de salud mental de un acusado o de una víctima, lo que conlleva la precisión de dos cuestiones fundamentales: si conoce el valor moral y jurídico de sus actos y si, como consecuen- cia de su estado de salud mental, es capaz de actuar con- forme a ese conocimiento, con lo que surgen las opciones de Imputablidad versus Inimputablidad, en referencia a su responsabilidad penal. También puede participar el psicólogo en la valoración del delincuente enfermo mental o el delincuente que enferma mentalmente. LLAMADO A PSIQUIATRAS Y PSICÓLOGOS Ahondando en la actividad interdisciplinaria, mientras que los juristas prestan atención a los discursos y a los actos, con objeto de juzgar el estado mental de un individuo, los jueces encargados, motu proprio o por medio de la pro- moción de alguna o ambas partes, tomando en consider- ación que existen errores de percepción y se requiere por tanto de conocimientos técnicos y profesionales, llaman a psiquiatras y psicólogos. Éstos, aunque con poca diversidad en las concepciones y herramientas teóricas y técnicas, ambos utilizan los mis- mos instrumentos taxonómicos, conocidos como Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), editado por la Asociación Psiquiátrica Ameri- cana, y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), emanada de la Organización Mundial de la Salud, los cuales fueron obtenidos de cuerpos colegiados donde previamente se pusieron de acuerdo más de un centenar de especialistas en la codificación de la problemática re- visada. A partir de ello, los citados profesionales, para lograr su encomienda, se aplican a estudiar la fisonomía, las par- ticularidades físicas y las psíquicas representadas espe- cialmente en el modo de pensar y por la guisa de cómo se exteriorizan sus sentimientos, que habrán de explicar a los inmersos en el litigio. TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO En el mismo sentido, es necesario retomar la concepción de la forma dentro de un juicio como elemento preponderante. Cuando no se está de acuerdo con la resolución de un juez, el modo de agotar el procedimiento de continuidad hasta esferas superiores de revisión y decisión, se encuentra en la labor de tres mag- istrados, que se denominan “Tribunales Colegiados de Circuito”, o en su defecto la Suprema Corte de Justicia de la Nación, compuesta de once ministros, los cuales, de manera “colegiada”, deciden sobre las peticiones de los ciudadanos o de sus representantes legales. Por ende, la consideración doctrinaria de que más de uno tome la decisión, permite una uniformidad de criterios, lo cual, invocado por el Derecho, le proporciona al juez más elementos de convicción sobre su cometido. 74y15.indd 1
  • 18. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata16 El actuar por interés no es sólo el de sospechosos y delincuentes,sinotambiéneldepadresquedisputanlacus- todia de los hijos, víctimas que sufren las consecuencias de delitos, guardias encargados de la seguridad, así como los procesos que internamente experimentan los miem- bros del Poder Judicial, por citar ejemplos. El psicoanálisis y la psiquiatría también han con- tribuido al respecto, aunque desde enfoques diferentes. El primero, también llamado psicología profunda, fue ini- ciado por Sigmund Freud, el cual sostiene que la clave del actuar humano es el inconsciente, y el impulso de vida, la sexualidad. En el caso de la segunda, es un área de la medicina que se especializa en la prevención, evaluación, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos de la salud mental. El tratamiento incluye psicofármacos, aunque puede recomendar psicoterapia. APROXIMACIONES SOCIOLÓGICAS AL COMPORTAMIENTO CRIMINAL La sociología estudia la producción y reproducción de la sociedad y de lo social, a través del análisis de sus estruc- turas y sistemas, así como de la forma en que interactúan con los individuos y los grupos. Al igual que la psicología, mantiene relación con otros campos del saber, como an- tropología, filosofía, trabajo social, y se divide en espe- cialidades. La sociología criminológica investiga la criminalidad de una sociedad determinada, sus causas generales: varia- bles demográficas, condiciones socioeconómicas; su re- lación con otros fenómenos: sociales, culturales, económi- cos, políticos, y la evolución de sus índices. La sociología de la desviación y del control social se encarga del análisis de las conductas calificadas como desviadas: parasociales y antisociales, en función de las exigencias institucionales: prescripciones normativas; de las expectativas sociales: preceptos morales, y de la falta de efectividad de los mecanismos de control: discurso ideológico del derecho y otras normas sociales. A diferen- cia de la sociología criminológica, se desarrolla en un nivel más teórico. UNIÓN DE ESFUERZOS: CRIMINOLOGÍA Elucidar los actos socialmente sancionados, por conside- rarlos moralmente graves y por ser contrarios a las nor- mas institucionalmente establecidas, implica una lectura integral, amplia, tanto del sujeto trasgresor, como de la sociedad de la que forma parte. Una conducta desviada o divergente es la expresión comportamental de la diso- ciación entre las aspiraciones culturalmente establecidas (vgr. éxito pecuniario, fama, poder) y los medios estruc- turalmente dados para arribar a ellas, por lo que sería sim- plista reducir la explicación a un problema de adaptación individual. El ambiente, como dominio generalizado de las rela- ciones sociedad-naturaleza, en el cual se incluye el campo material y abstracto de los entretejes de cultura, población, trabajo y mundo vital, es tan importante como la persona- lidad de cada uno; es decir, las pautas de pensamiento, percepción y comportamiento relativamente estables, pro- pias de cada sujeto. Visión de las personas como seres bio-psico-sociales que compartimos. Razones por las cuales la criminología es una ciencia sintética que busca la descripción, clasificación, expli- cación y reducción de las conductas criminales, tanto en lo general (criminalidad), como en lo relativo a casos concretos a través de la criminología clínica. Potencial analítico que le permite abarcar desde delitos en estados de emoción violenta hasta actos dolosos preparados con antelación. La violencia, pese a los estudios y tratamientos biológi- cos, cognitivos, neuroquímicos, psicodinámicos y sociales, persiste en amplio número de hogares. Hombres y mu- jeres participan en procesos distorsionados de interac- ción, donde las amenazas, las comparaciones, los insultos y los silencios prolongados son la constante. El estado psicológico y la salud mental de quienes agraden, por supuesto influye, pero no son suficientes para aclarar la selección de las víctimas, el escenario de la agresión, el confinamiento al ámbito privado, el encu- brimiento y la justificación reiterada del castigo como el ejercicio de un derecho. En una interacción violenta, el comportamiento de uno sirve para justificar el del otro. Determinados mensajes, verbales y no verbales, interpretados como amenaza o rebeldía —independientemente de la intención del emi- sor—, determinan el pasaje al acto. Proceso interaccional y comunicativo que debe analizarse, considerando que la particular interpretación de los mensajes depende del universo cognitivo de quien lo hace; hecho por el que la cultura ocupa un lugar fundamental en las explicaciones, sobre todo si atestiguamos la heterodesignación de identi- dad y la socialización de género. 16y73.indd 1
  • 19. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 17 EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS Las prácticas violentas no son naturales, sino aprendidas. En ocasiones, relacionadas con experiencias traumáticas durante la niñez y la adolescencia: transmisión interge- neracional basada en modalidades vinculares sustentadas en la agresión; conductas habituales u ocasionales que re- miten a una tipología diferenciada del agresor: psicopáti- cos, hipercontrolados o cíclicos emocionalmente inesta- bles.1 La distinción se basa en la acumulación de frus- tración, el afán de dominio, la existencia de “doble per- sonalidad”, la falta de seguridad propia, la inhabilidad para expresar ideas (analfabetismo comunicacional), la introducción de justificaciones al maltrato, el manejo de los sentimientos, el nivel de autocontrol, los objetivos de la conducta, la posesividad, la posibilidad de mejora bajo tratamiento terapéutico, la presencia de sentimientos de culpa y la selectividad victimal. En la parte de discusión de los resultados, la crimi- nología cuestiona las explicaciones psiquiátricas y psi- cológicas, cuando éstas, por sí solas, son insuficientes para explicar las distorsiones de tipo cognitivo asociadas con la construcción social del género, los escenarios de interac- ción, los problemas de comunicación y las relaciones vícti- ma-victimario. Predisposición no es, por tanto, sinónimo de determinismo. LAS PSICOPATÍAS Pese a los factores ambientales y socioculturales señala- dos, sÍ hay trastornos específicos, de carácter dinámico, que descifran el comportamiento de quienes habitual- mente quebrantan las leyes y las normas sociales. Una psi- copatía es una enfermedad mental o más propiamente una anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social de quien la padece. Para Luis Barragán, en su Compendio de psicopatología criminológica, “Entre las personalidades psicopáticas tienen importancia desde el punto de vista criminológico, sobre todo los fanáticos, los amorales y los anormales sexuales”, cuestión a la que agrega: “Los psicópatas amorales o inmorales se pueden sub- dividir en dos grupos: los amorales impulsivos y agresi- vos, y los amorales fríos, áridos, e incapaces de la mínima simpatía humana y consideraciones sentimentales. Unos y otros, usualmente, manifiestan sus características de per- sonalidad psicopática desde la infancia: inquietos, into- lerantes a toda disciplina, prepotentes, ladronzuelos, tor- turadores de animales los primeros; egoístas, calculadores fríos y calumniadores de los demás los segundos. La vida, con sus exigencias de orden y de respeto social, no dilata en hacer emerger y acentuar estos caracteres”2. Disertar sobre “amoralidad” y “anormalidad sexual” resulta inquietante, por la carga axiológica de los voca- blos, además del uso corriente, poco científico, que de los mismos se puede desprender. Etiquetar las sexualidades como anormales, desviadas, disidentes, diversas, perver- sas o transgresoras, implica sostener la heterosexualidad You and You, Dominika Timoszuk (Ben Heine).
  • 20. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata18 normada como único parámetro de lo sano, ignorando la variedad de expresiones comportamentales de la sexuali- dad. PSICÓPATAS SEXUALES En 1886, Richard von Krafft-Ebing escribió: Psychopathia sexualis. En él, los violadores, exhibicionistas, homosexua- les y voyeuristas eran calificados de psicópatas sexuales. Su idea era que los agresores tenían apetito sexual desme- dido. La moralidad “deficiente” y “depravada” se exhibía mediante la masturbación en edad temprana y con la vio- lación, el incesto y los ataques en la adultez. En la actualidad, esas ideas están superadas y los es- pecialistas optan por otras expresiones. Es el caso de las parafilias, referente a los comportamientos sexuales o ex- citaciones ante estímulos inapropiados, cuya intensidad, fijación, actos, sujetos u objetos de deseo son excéntricos y socialmente inaceptables. Algunas parafilias, que in- cluyen sujetos no conscientes: animales, cadáveres, niños, pueden ser imputables como delitos. ¿PSICÓPATAS, SOCIÓPATA O PSICÓTICOS? Abundemos en las psicopatías mediante la distinción de tres vocablos que a menudo se confunden: * El sociópata presenta comportamiento psicopático en algunas áreas de su vida, pero en otras no muestra di- ficultad para sentir emociones, característica propia del psicópata. Por ejemplo, un sicario puede parecer psicópata en la manera en que interactúa con sus víctimas, pero no cumple los criterios cuando se observa su conducta en la interacción con seres afectivamente más cercanos, como su madre o hermanos. Durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado era común utilizar este concepto en vez del de psicópa- ta, aunque aparentemente se referían a lo mismo. En la actualidad, los psicólogos emplean más la acepción de psicópata, mientras que otras disciplinas optan por la de sociópata para referir los orígenes o contextos sociales que podrían explicar este proceder.3 * El psicópata padece una disfunción emocional, pues es incapaz de generar emociones empáticas y ponerse “en el lugar del otro”, aunque sí puede hablar al respecto, des- cribir sentimientos e incluso decir que los experimenta, aunque éstos sean superficiales. Por sus características es peligroso, manipulador, mentiroso y adaptable social- mente. En torno a esta acepción, existe la clasificación de psicópatas integrados y marginales, así como la que los divide en primarios y secundarios. Esto obedece a los niveles de integración y funcionamiento sociales. En con- secuencia, no debe considerarse sinónimo del trastorno de personalidad antisocial descrito en el Manual DSM IV, dado que un individuo con larga carrera delictiva podría satisfacer los criterios de diagnóstico de este trastorno sin cumplir con la principal axioma de la psicopatía que es la disfunción emocional. * Un psicótico es quien padece psicosis, la cual es una en- fermedad caracterizada por delirios o alucinaciones, como la esquizofrenia y la paranoia. La confusión, la reiteración 18y71.indd 1
  • 21. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 19 de pensamientos absurdos y la incoherencia son signos de lo antes descrito. El delirio paranoide, por ejemplo, es un síndrome atenuado de la paranoia representado por egolatría, manía persecutoria, suspicacia y agresividad. En el caso de las alucinaciones, son engaños mediante los cuales las personas creen percibir algo, pero cuyo con- tenido es relativo a su actividad cerebral. Es una sensación subjetiva que no va precedida de impresión en los senti- dos. Verbigracia, quienes sufren de esquizofrenia pueden creer que alguien escucha sus pensamientos o controla sus sentimientos, acciones o impulsos. ¿LAS PSICOPATÍAS GENERAN INIMPUTABILIDAD? En materia jurídica, la imputabilidad es la posibilidad de responsabilizar penalmente a una persona, pues se considera que entiende, con base en su madurez y salud mentales, el carácter ilícito de un determinado hecho, y que es capaz de conducirse, de manera libre, conforme a ese entendimiento. Además, existe la imputabilidad dis- minuida, la disminución temporal de la imputabilidad y la inimputabilidad, cuestiones relacionadas con la culpa- bilidad, el cual es un presupuesto de la imposición de la pena, basada en la capacidad de una persona para actuar de modo no ilícito en una situación concreta. Un homicida serial, definido como quien comete dos o más asesinatos en forma secuencial, con periodos de enfriamiento emocional, suele ser imputable, debido a que es consciente de sus acciones, pese a no generar em- patía con sus víctimas, lo que le permite actuar de forma inteligente, es decir, con “sangre fría”. La ausencia de culpa y de remordimiento puede con- vertir en serial a un violador o a un asesino. Clínicamente, pueden ser psicópatas y penalmente imputables: punto diferencial con los psicóticos, quienes por lo general son inimputables, aunque también hay excepciones. Aspectos para abundar en otra oportunidad. 1 Whaley, Jesús Violencia intrafamiliar, México, Plaza y Valdés, 2001. 2 Barragán, Luis Compendio de psicopatología criminológica, México, Universidad de Colima, Plaza y Valdés, 2007, pp. 201-203. 3 Gómez Tagle Erick Derecho & Sociedad. Glosario de criminología y ciencias sociales, México, asesoríADN, BUAP, ISSPE, UCA, UPM, 2009. Doctorando en Ciencias Penales y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE). Maestro en Estudios Políticos y Sociales, con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Diplomado en Historia y Cultura Contemporáneas en América Latina, así como licenciado en Sociología, con mención honorífica, ambos también por la UNAM. Profesor de tiempo completo y Coordinador de Investigación en la Universidad Pontificia de México (UPM). Docente en las Maestrías de Criminalística, Ciencias Penales, Criminología,DerechoPenal,PolíticaCriminalyProcuración de Justicia Federal, así como en la Especialidad en Función Ministerial en el INACIPE. Profesor invitado en las Maestrías de Criminología y Ciencias Forenses en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y de Ciencia Política y Administración Pública en la Universidad de Colima (UCol). Asimismo, en la Especialidad de Justicia Integral para Adolescentes en el Instituto Superior de Seguridad Pública del Estado de Sonora (ISSPE). Maestro Erick Gómez Tagle En licenciatura, ha sido docente en la UNAM, la Universidad del Pedregal (UDELP) y el Centro Universitario Incarnate Word (CIW). Capacitador invitado en la Escuela Libre de Derecho (ELD) y en Procuradurías de Justicia. Instructor en los diplomados: Bioética, Ciencias Penales, Derecho Procesal Penal, Diseños y Técnicas Normativas, Internacional en Psicología Criminológica, Investigación y Persecución contra la Delincuencia Organizada, Perfiles Criminológicos, Psicología Criminal y Temas Selectos de Derecho Parlamentario. Charles Manson, es un conocido criminal estadounidense, fundador y líder de “La Familia”, un grupo que perpetró varios asesinatos. Foto: LIFE 27/10/2009 04:56:04 p.m.
  • 22. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata20 Mark se encontraba en su habitación del hotel. Estaba acomodando ciertos objetos frente al mueble del espejo: una carta de recomendación por sus trabajo con los niños vietnamitas, su pasaporte, un par de fotografías de sus viajes por el mundo, la Biblia, una fotografía de la película del Mago de Oz, entre otros artículos. Se dijo a sí mismo: “Todo está listo para que, cuando alguien llegue: la policía o quien sea, quienquiera que desee saber quién y cómo era yo, lo sepa, y sepa también en qué me había convertido. Si me encuentran incapaz de hablar, esto les hablará por mí”. Poniéndose su gabardina negra, para soportar el frío neoyorquino, abrió el paquete que tenía escondido y envuelto en una toalla. Allí estaba su arma: un revólver 38, que introdujo en el bolsillo de su gabardina, para posterior- mente practicar en repetidas ocasiones el desenfundarla lo más rápido posible, y amagar un disparo. Terminada esta acción, Mark se miró fijamente al espejo y dijo: “Yo soy Holden”. Mark creía realmente en Holden Caulfield, personaje del libro El Guardián entre el Centeno (The Catcher in the Rye), y lo que profesaba el mismo. Sobre todo, pensaba que la gente era falsa, y más que eso, pues sentía que él era el personaje Holden Caulfield en la vida real. Después pensó: “Me voy ahora… para convertirme en algo nuevo” y salió con rumbo a West 72 Street y Central Park, en la Ciudad de Nueva York. Hizo una parada en una librería y compró su libro favorito. Con su volumen de El Guardián entre el Centeno, y el álbum en “long play” de Double Fantasy, sintió que todo estaba listo y completo. Pero faltaba algo. Abrió el libro, y escribió en la página del título: “Para Holden Caulfield… De Holden Caulfield… Ésta es mi declaración”. Ahora pensaba en lo que, en su momento, le había dicho a su madre: “Yo sabía que iba a hacer algo grande; solamente que no sabía si iba a ser bueno o malo”. Soy el guardián entre el centeno No soy un psicópata… Tengo una lesión en mi amígdala y en mi córtex cerebral Maestro Rodrigo Soto Consultor / Economía de las Ideas rsotomoreno@ yahoo.com EL ASESINATO DE JOHN LENNON Aquel 8 de diciembre de 1980, mientras volvía a su edificio llamado Dakota, Mark David Chapman disparó en cinco ocasiones contra John Lennon. Una leyenda de la música moría a manos de un fanático psicópata, que, según decla- raría años más tarde, mató a Lennon con el fin de robarle su fama mundial. Lo descrito anteriormente está consignado en la pelícu- la Chapter 27, protagonizada por Jared Leto. El nombre de la cinta proviene de lo que, figurativamente, podría ser el siguiente capítulo de El Guardián entre el Centeno, pues el mismo termina en el capítulo 26, y este libro, según dijo Chapman, fue su inspiración para cometer el crimen. Aparte de una magnífica actuación de Leto, Chapter 27 nos muestra la lucha interna de Chapman consigo mismo, pues escucha voces que le dicen que no asesine a Lennon, aunque las mismas voces le decía en otras ocasiones que lo hiciera. El Guardián entre el Centeno muestra a Holden Caul- field, descrito por Wikipedia como un antihéroe que sim- boliza la rebelión adolescente. En un análisis más profun- do, Caulfield tiene formas antisociales y una agresividad latente que invita a romper las reglas y paradigmas so- ciales establecidos. Lo más interesante del libro es cuando se explica por qué es Holden el guardián entre el centeno. La explicación ha sido tomada de Wikipedia: “lo único que a Caulfield le gustaría hacer en la vida es: estar en un campo de cen- 20y69.indd 1
  • 23. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 21 teno, al borde de un precipicio. En el campo hay miles de niños jugando, y él evita que ellos caigan en el abismo. Él seria el guardián entre el centeno”. COMPORTAMIENTOS ADOLESCENTES ANTISOCIALES Volveremos a esta explicación; pero ahora centrémonos en que la mención de la novela anterior tiene un objetivo, y es el de identificar comportamientos adoles- centes antisociales, agresivos, faltos de empatía humana, carentes de emociones normales de un adolescente, entre otros, pues de esa forma podremos, tal vez, identificar a futuros psicópatas. En el artículo de “The Violent Brain”, de Daniel Struebber y Monika Lueck, así como en nota de Reuters del 7 de agosto de 2009, por Kate Kelland, titulado “Psychopaths have faulty brain connections, scientist find”, se nos habla pri- mero de cómo en un estudio de mil personas nacidas en Nueva Zelanda, a las que se les ha dado seguimiento durante 34 años, los investigadores Terrie E. Moffit y Avshalom Caspi, ambos del King´s College of London, de la Wiscon- sin – Madison University, han examinado comportamiento antisocial ligado a violencia física. Sus resultados son que los individuos que muestran comportamiento an- tisocial tienen edades de 13 a 15 años, y su nivel antisocial y de delincuencia decrece tan rápido como surge. Sin embargo, un reducido porcentaje muestra comportamientos antisociales desde los cinco años de edad, y éstos se siguen manifestando hasta la edad adulta. Es interesante señalar, como lo dice el estudio de Moffit y Avshalom, que el último grupo minoritario, que continúa desde los cinco años hasta la edad adulta con conductas antisociales, son hombres en su mayoría. EL VARÓN, DETONANTE DE VIOLENCIA Incluso las estadísticas mostradas por Struebber y Lueck señalan que el sexo masculino es un detonante importante para la violencia física, mientras que la mujer muchas veces muestra violencia de otro tipo: agresión indirecta y encubierta. Siguiendo las cifras, tenemos que, de acuerdo con el FBI (Federal Bureau of Investigation) el 90.1 por ciento de los arrestos por asesinato en el año 2004 fueron hombres, y el sexo masculino obtuvo también el 82.1 por ciento del total de crímenes violentos perpetrados. La violencia ligada a comportamientos antisociales que se traducen en psicó- patas asesinos, ha abierto en fecha reciente una nueva puerta, como lo comenta Kelland, ya que investigaciones del doctor Michael Craig, del Institute of Psy- chiatry, del London´s King´s College Hospital, muestran que los psicópatas que asesinan y violan tienen conexiones defectuosas en el cerebro, conexiones que normalmente están ligadas a las emociones y que manejan nuestra parte impulsiva y de toma de decisiones. Científicos ingleses como Craig dicen que sus investigaciones han encontra- do que psicópatas autores de asesinatos, de matanzas, de múltiples violaciones, y estrangulamientos, entre otras barbaridades, tienen “baches” o “lesiones” en regiones críticas del cerebro. Es decir, la amígdala, que procesa las emociones, y el córtex orbitofrontal, que maneja las emociones y los impulsos, son estruc- turalmente y funcionalmente diferentes en los psicópatas. AUSENCIA DE REMORDIMIENTO Podemos inferir que las lesiones en estas áreas son causa de que los perpetra- dores de estos hechos de violencia física, que terminan con la muerte de otro ser humano, no muestren remordimiento alguno por sus actos, pues la parte emo- tiva y racional de comportamiento no se encuentra activada en su cerebro. Es muy complicado identificar a un psicópata, y es por ello que diversos científicos están a favor de que se permita el uso de resonancias más potentes y precisas, como es el caso de la Imagen por Resonancia Magnética con Tensor de Difusión (DT-MRI), mencionada por Craig, y que ayudaría a detectar ciertas con- ductas psicópatas a tiempo, para poder prevenir que estos individuos antisocial- es y agresivos caminen entre nosotros sin que nos demos cuenta. La propuesta Jared Leto en “Chapter 27”. 27/10/2009 04:55:49 p.m.
  • 24. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata22 de Craig es sencilla: cuando se detecte un comportamiento antisocial agresivo en la edad temprana de un ser humano, se le debe someter a prue- bas de DT-MRI, para escudriñar en su cerebro y poder, de manera estadística, predecir si el individuo analizado tiene tendencias de psicopatía, y prevenir que sus acciones terminen con la vida o vidas de otros seres humanos.Otros estu- dios llevados a cabo por Abigail Marsh, del National Institute of Mental Health, comentados por Bering, en su artículo “The problem with psychopaths. A fearful face doesn´t deter them”, han determinado que los psicópatas son catalogados como “crueles y sin sentimientos”. Marsh comenta que éstos padecen un déficit cognitivo muy importante: “tradicionalmente ellos tienen problemas para reconocer, procesar y responder normalmente a la expresión facial de miedo en otra persona”. La respuesta nor- mal, de acuerdo con Marsh, sería ofrecer ayuda a la persona con miedo y cal- marla. ¿QUÉ ES EL MIEDO? Incluso, consigna también el escrito de Bering, la psicóloga Marsh platica una anécdota con una colega, Essi Viding. Ella analizaba las reacciones de una asesina psicópata, a la que le mostraba rostros con diferentes emociones. Pero, cuando a la asesina le fue presentada la foto de una persona con miedo, la rayó y dijo: “no entiendo cómo se llama esa expresión, pero sé que es así como se ven las personas justo antes de que las acuchille”. Por increíble que parezca, las personas con daños en la parte de la amígdala y el córtex, donde procesamos emociones y toma de decisiones, parecen diferir en demasía respecto del sentimiento de solidaridad humana y compasión hacia nuestros semejantes que un individuo normal presentaría. Siguiendo con la psicóloga Abigail Marsh y el artículo de Bering , tenemos que en un afán de determinar el porqué para algunos individuos es complicado detectar una expresión de miedo y demostrar que es un problema neurológico, se llevó a cabo un estudio, publicado en el American Journal of Psychiatry. En él, Marsh y sus colegas analizaron a 36 niños de entre 7 y 10 años de edad. Se les fueron proyectando imágenes catalogadas como neutrales, expresiones de miedo y expresiones de agresividad, mientras que los niños estaban conectados a una imagen por resonancia magnética, para medir sus reacciones. Usando diferentes métodos de estudio, como el “Psychopathy Checklist” y el “Antisocial Screening De- vice”, los resultados que se obtuvieron fueron que 12 de los niños fueron catalogados como “crueles y sin sen- timientos”, mientras que otros 12 fueron catalogados con el déficit de atención por desorden de hiperactivi- dad (Attention Deficit Hyperactivity Disorder ADHD). Los niños restantes niños fueron catalogados como sa- nos o dentro de los estándares normales. Otro punto interesante del escrito de Bering es cuando comenta que un grupo de psiquiatras alemanes analizaron las respuestas emocionales de 25 prisioneros psicópatas, y encontraron que muchos de ellos carecían de miedo; es decir, no reaccionaban con desagrado, ni se inmutaban en algunos casos, cuando se les presentaba un estímulo de- sagradable. ASESINO FRÍO, CALCULADOR Es probable que por ello las películas siempre nos mues- tren a asesinos seriales, como lo ejemplifica Kelland, al es- tilo de Hannibal Lecter en el Silencio de los Inocentes, cuyo patrón de comportamiento es frío, calculador, inmutable a veces, retador, sin miedo, nada amigable, con aparente carencia de empatía humana y remordimiento por sus ac- ciones. Estudios como el anterior deben utilizarse con mayor frecuencia para captar a individuos con comportamientos 22y67.indd 1
  • 25. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 00 o patrones antisociales que puedan derivar en un futuro en psicópatas violentos. De nueva cuenta vemos que el mapeo cerebral, apoyado por la imagenología de la reso- nancia magnética, es una herramienta científica que nos permite conocer en específico el funcionamiento de nue- stro cerebro. Volviendo al libro de El Guardián en el Centeno, que ha sido asociado a otros actos violentos, como el intento de asesinato contra el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, es común que una novela pueda ser un detonante de inspiración para cometer crímenes. Al final del día, estamos hablando de personas cuya realidad es otra y cuyas conexiones neuronales les mandan diferente información de lo que perciben a su alrededor. Creo que Bertrand Russell tiene razón al decir que el ser humano busca trascender a toda costa, Para el caso de los psicópatas, es más importante ser el Guardián en el Centeno, que aprieta el gatillo, como fue el caso de Chap- man, que el trascender en la vida por obras de beneficio a la humanidad. IGNORAN QUE ESTÁN MAL Si analizamos todo lo descrito, nos daremos cuenta de que los psicópatas tal vez no entiendan que están mal. Sus lesiones cerebrales les hacen vernos como peones en un juego de ajedrez, sin algún valor especial y sin las her- ramientas psiquiátricas y psicológicas que nos ayuden. Como lo han comentado otros colaboradores de esta re- vista, podemos pensar que podemos haber convivido con un psicópata, ya sea en una tienda, en el ambiente de tra- bajo, en la escuela, con algún amigo. No lo sabemos, e incluso nosotros mismos podemos tener tendencias o predisposición a la psicopatía. Tal vez sólo nos falta encontrar nuestro Guardián en el Centeno. ¿No lo creen? REFERENCIAS The Catcher in the Rye, http://en.wikipedia.org/ wiki/The_Catcher_in_the_Rye Chapter 27, http://es.wikipedia.org/wiki/ Chapter_27 Kelland, Kate. Psyhopats have faulty brain connections, scientists find, Reuters, 7 Agosto, 2009. Original Sinners?, Psychopathy, The Economist, May 26th 2009. Bering, Jesse. The Problem with psychopaths: a fearful face doesn´t deter them, Scientific American, September 30th 2009. Struebber, Daniel. Lueck, Monika. The Violent Brain, Scientific American Mind, December 2006 / January 2007. 27/10/2009 04:55:31 p.m.
  • 26. CONOCIMIENTOla ciencia del psicópata24 “…el ser humano no está hecho como si fuera una máqui- na donde pueda analizarse su conducta; en las viejas teorías sobre la conducta se presentaba al hombre como un autómata, visión influida por la visión de máquina que prevalecía en el siglo XIX, pero las cosas han cambiado. Si se tratara de una máquina, sólo lo sería en el sentido de un sistema muy complejo que se comporta de acuerdo a ciertos principios, pero que es de una complejidad ex- traordinaria” (Skinner, 1972). Las variaciones en el comportamiento del ser humano, al igual que cualquier otro rasgo biológico, están condi- cionadas por la interacción de factores ambientales y fac- tores genéticos. Aunque la heredabilidad de la conducta ha estado clara desde los estudios realizados por Sir Francis Dalton en el siglo XIX, no ha sido sino hasta los últimos años cuando los avances en el conocimiento del genoma humano han permitido conducir investigaciones con el fin de esta- blecer una relación entre los cambios en la secuencia de bases del ácido desoxirribonucléico y la psicopatología. DEFINIENDO LA ENFERMEDAD El comportamiento humano muestra complejidades que complican las conclusiones de los análisis de causalidad genómica. En la definición del rasgo por estudiar, podría encontrarse la primera dificultad, dado que a menudo es difícil conceptualizar el comportamiento en cuestión. La conducta psicópata se caracteriza por un daño severo a la capacidad afectiva, pero las manifestaciones y la magnitud de ellas son tan variadas, que probablemente no haya dos individuos psicópatas cuyos comportamientos anormales sean exactamente idénticos. La inteligencia es un ejemplo clásico de las dificul- tades para definir un rasgo de comportamiento y luego concluir sobre los determinantes genéticos del mismo. ¿Es la inteligencia la capacidad para resolver un determi- nado tipo de problema?, ¿Es la capacidad de tener éxito en la vida diaria? ¿O sólo debiera definirse como “la capaci- dad de obtener una buena puntuación en una prueba de coeficiente intelectual?”. Durante el verano de 1999, un biólogo molecular de Princeton publicó resultados impresionantes de una in- vestigación en la que insertó un gen en ratones, a los que hizo producir una proteína relacionada con la memoria en las células cerebrales. Debido a que los animales de ex- perimentación se desempeñaron mejor que los controles en una serie de pruebas de aprendizaje tradicionales, la prensa llamó a este gen “el gen inteligente” y el “gen de Genética de la conducta psicópata Doctora María del Carmen Esmer Profesora Investigadora del Departamento de Genética de la Facultad de Medicina / UANL carmenesmer@hotmail. com María del Carmen Esmer 24y65.indd 1
  • 27. la ciencia del psicópataCONOCIMIENTO 25 CI”, como si mejorar la memoria fuera el punto central, o incluso el único el criterio para definir la inteligencia. La contraparte humana existe en el Síndrome de Asperger, en el que algunos de estos individuos podrían tener la capacidad de memorizar cantidades enormes de información, y, sin embargo, las limitaciones que tienen en su funcionamiento diario podrían ser tan importantes que no pueden salir sin un acompañante que les oriente sobre cómo llegar a un des- tino. Después de haber esta- blecido una definición para fines de investigación, el investigador aún tiene que medir el comportamiento con grados aceptables de validez y fiabilidad. Y en ese punto se encuentran grandes dificultades para dimensionar o medir a la conducta psicopática ante la carencia de instrumen- tos confiables. LA CONDUCTA ES UN RASGO HEREDADO La evidencia en los seres vivos confirma que la con- ducta es un rasgo hereda- do entre miembros de la misma familia, de la misma camada o de la misma es- pecie. Entre las aves, por ejemplo, los rituales de ali- mentación y apareamiento pueden llegar a ser tan específicos, que permitan distinguir especies estre- chamente relacionadas. Los perros labradores heredan a su descendencia el instinto de recuperación de presas, así como los collies tienden a repetir la postura entre individuos con el mismo ancestro. El modelo de similitud conductual más dramáti- co existe entre los chimpancés y los humanos. Genética- mente, la diferencia es del dos por ciento de las secuencias del ADN que determina que las conductas de cuidado de las crías, amamantamiento, apareamiento, comunicación, altruismo y expresividad facial se compartan en un grado importante. Hablando de trastornos psiquiátricos, como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, se ha demostrado agregación familiar entre pa- dres e hijos y entre hermanos. HERENCIA DE LA CONDUCTA PSICÓPATA Los estudios de los genes y el comportamiento psicópata requieren del análisis de las familias y de las poblaciones para realizar comparaciones entre los que tienen el rasgo en cuestión contra los que no lo poseen. El resultado suele ser una declaración de “heredabilidad”, una construcción estadística que calcula la cantidad de variación en una po- blación que es atribuible a factores genéticos. Entre los diseños más exitosos para demostrar la heredabilidad de la conducta psicópata, se encuentran los estudios de concordancia en gemelos. Los gemelos idénticos (monocigotos) muestran una concordan- cia en los niveles de crimi- nalidad que no exhiben los dicigotos. El promedio de la concordancia es de un 50 por ciento para los monocigotos y de un 20,6 por ciento para los dicigo- tos. Aun en estudios re- alizados en gemelos que fueron dados en adopción y por lo tanto expuestos a ambientes familiares diferentes, la heredabili- dad se mantiene. Mednick y col., en Di- namarca, estudiaron a 14 mil 427 niños adoptados antes de los dos años de edad (1927-1947). Al anali- zar 65 mil 516 expedientes jurídicos, se observó que cuando ambos padres –biológicos y adoptivos- no son criminales y por consiguiente no habría influencia ni genética, ni ambiental, 13,5 por ciento de los adoptados tenían un registro crimi- nal. Esta proporción subió a 14,7 por ciento cuando solamente los padres adoptivos eran criminales. Cuando los padres biológicos eran criminales, el nivel de condena ascendía al 20 por ciento, y cuando ambos padres, adoptivos y biológicos, eran criminales, la cifra de condenas ascendía a 24,5 por ciento. En el mismo estudio se observó que si los padres biológicos tenían numerosas condenas, aumentaban las condenas de los hijos adopta- dos. Otro trabajo sobre este tópico lo realizó Cloninger. El estudio incluyó a 862 individuos respecto de los cuales se analizaron antecedentes de criminalidad en los padres y el ambiente de la familia adoptiva. Cuando ambos factores: el hereditario y el ambiente nocivo estaban presentes, el 40 por ciento de los adoptados eran criminales, compara- dos con 12,1 por ciento cuando solamente los factores genéticos estaban presentes, 6,7 por ciento si sólo el am- biente era deletéreo, y 2,9 por ciento si ambas variables 27/10/2009 04:55:11 p.m.