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Ser madre: ¡toda una aventura!
                       www.sermadreunaaventura.com



        PRÓLOGO ESCRITO POR BELÉN, Mamá sin complejos

       Mi querida amiga Silvia ha querido que dedicara unas palabras a
este proyecto que inicia, uno más relacionado con su blog “Ser madre:
¡toda una aventura!”
       Silvia y yo nos conocimos gracias a nuestros blogs. La red, esa
gran tela de araña que hemos ido tejiendo, nos ha ido uniendo. Muchas
hemos sido las madres que hemos buscado aquello que nos faltaba en
esta inmensa tela: comprensión, cariño, apoyo, una sonrisa, una mamá
que entendiera lo que hacíamos con nuestro pequeño, una palabra
amable sin juzgarnos…. Y aunque parezca mentira y sin darnos cuenta,
de repente se había creado la Tribu 2.0, un grupo de madres con ideas
comunes acerca de cómo queremos criar a nuestros hijos. Y lo más
importante, qué cosas no queremos para ellos.
       La maternidad ha supuesto un antes y un después en mi historia.
Mi hijo irrumpió en mi vida y sacudió todos mis principios y prioridades.
Cuando le tuve en mis brazos supe que nada volvería a ser igual. No me
equivocaba, mi vida ahora es infinitamente mejor.
       Mi hijo es mi tesoro, mi amor, mi ángel, mi guía, pero también es mi
maestro, pues me enseña cada día a ser mejor mujer, mejor madre. Me
obliga a reinventarme a menudo para poder seguir adelante. Y aunque no
siempre es fácil me siento orgullosa de él, de la familia que hemos
construído y de la maravillosa relación que tenemos. Mientras escribo
estas líneas le tengo a mi lado diciéndome “mami, te quiero muchísimo”.
¿Quién puede superar algo así?.
       La Tribu 2.0 fue todo un descubrimiento para mi, como lo fue para
muchas de nosotras. Era increíble encontrar a tantas madres que, como
yo, tenían inquietudes, intereses y modos de ver la crianza de un modo
muy distinto a lo que se estilaba.
      ¿Pero aún le das teta?, ¿no me digas que duerme en vuestra
cama?, ¿no le fuerzas a comer un poco más?, ¿no le llevas a la guarde?,
¿no trabajas?. Todas esas preguntas eran hechas sin pudor aún cuando
conocían las respuestas, y conseguían avergonzarme. Después no,
cuando dejé de sentirme el bicho raro, cuando mis compañeras, mis
amigas, mis comadres me hicieron ver la naturalidad de mi maternidad,
conseguí sentirme orgullosa de mi misma y de mi elección.


      Conocí a Silvia cuando yo comenzaba a sentirme empoderada con
mi maternidad, cuando me sentía segura de mi misma, de cómo estaba
criando a mi hijo. Ella estaba iniciando la aventura, y vi que sentía los
mismos miedos, las mismas dudas, las mismas inquietudes, que yo tuve
Ser madre: ¡toda una aventura!


un día. Leía su historia, gracias a su blog, y me veía a mi misma en
aquellas líneas. Me di cuenta que todas anhelamos lo mismo, la libertad
de ejercer la maternidad a nuestro antojo. Cada madre debe sentir que
puede elegir, debe sentir que no hay normas impuestas.
       A partir de ahí recuerdo que Silvia comenzó a cambiar, porque
empezó a crecer, a sentirse segura, había comenzado su
empoderamiento. En su blog se apreciaba cómo ella se sentía, sus
entradas, sus secciones, su segundo blog (Mi menú sin leche), todo eran
proyectos cuyo único fin era vivir su maternidad en estado puro y poder
contarlo a quien quisiera leerlo.
      Y de eso se trata, de que todas y cada una de nosotras salgamos
del armario y vivamos la maternidad en estado puro, sin frenos, sin
ataduras, sin convencionalismos.


                                                      ¡Gracias Silvia!.




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Ser madre: ¡toda una aventura!


    Hace un año exactamente que inicié mi blog “Ser
    madre: ¡toda una aventura!”, con ganas, ilusión y
    mucho, muchísimo amor. En un primer momento lo
    creé como un espacio de desahogo y diario virtual
    de mi día a día como madre. Mi única idea era que mi
    hijo pudiera leerlo cuando fuera algo más mayor y
    descubriera en cada post la pasión que su madre
    siente por él y el milagro tan grande que supuso
    para nuestras vidas su ansiada llegada.

    Pero poco a poco el blog se fue transformando en
    “mi casa”; en una casa en donde dar rienda suelta a
    la creatividad, al fluir de sentimientos y, por
    supuesto, al contacto con “mis vecinos” de barrio.
    Sin saberlo comencé a formar parte de la tribu 2.0,
    un grupo de madres y padres especialmente
    preocupados por la maternidad y con gran una
    sensibilidad para comunicar todas las emociones
    que sus hijos les transmiten cada día.

    Y post a post, comentario a comentario, he ido
    tejiendo una extensa de red de conocidos y, ¿por
    qué no decirlo?, de amigos, con los que comparto
    mucho más que la simple visión de nuestra
    maternidad.

    Con casi 200 post escritos y centenares de visitas
    diarias, este primer año se merecía ser celebrado
    por todo lo alto. De ahí surgió la idea de crear este e-
    book; un libro digital recopilatorio de los mejores
    post, los que más han significado para mí, los que
    más aceptación o controversia han causado y los
    que resumen, a grandes rasgos, mis dos años y
    medio de maternidad.

    Amigo lector, ¡que lo disfrutes!




3
Ser madre: ¡toda una aventura!
    www.sermadreunaaventura.com




                       A mi marido, compañero y
                   padre de mi vida, gracias por
                 encontrarme, por estar ahí y por
               animarme a crear el blog. Sabes que
                este hecho ha supuesto para mí un
                antes y un después en mi forma de
                      entender la maternidad.

                       A vosotros, mis lectores,
               gracias por descubrirme, por leerme,
               seguirme y sostenerme en los malos
                  momentos. Gracias por vuestro
                apoyo y vuestras alegrías. Gracias
                por haber estado, por estar ahora y
                        por lo que vendrá.

                   A mi querida Belén, Mamá sin
               Complejos, simplemente gracias por
                             ser así.
Ser madre: ¡toda una aventura!
                                         www.sermadreunaaventura.com



Contenido


EL EMBARAZO ..................................................................................................................... 7
   La larga espera (1ª parte) ............................................................................................... 8
   La larga espera (2ª parte) ............................................................................................... 9
   La larga espera (3ª parte) ............................................................................................. 10
   Cuando los hijos no llegan ............................................................................................ 12
   Lección de anatomía ..................................................................................................... 14
EL PARTO........................................................................................................................... 16
   El dolor que me produce recordar cómo llegaste a este mundo ................................. 17
EL PORSTPARTO ................................................................................................................ 19
   ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-parto (1ª parte) ...................................... 20
   ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-parto (2ª parte) ...................................... 21
LA LACTANCIA ................................................................................................................... 24
   Desenterrando fantasmas: mi experiencia con la lactancia ......................................... 25
   En contra de la lactancia materna ................................................................................ 28
REFLEXIONES ..................................................................................................................... 30
   Tic, tac, tic, tac…............................................................................................................ 31
   Viviendo deprisa ........................................................................................................... 31
   Carta a mi niño .............................................................................................................. 33
   Un tesoro llamado hermano ......................................................................................... 34
   Felicidades mamás ........................................................................................................ 36
CUANDO LAS COSAS SE TUERCEN .................................................................................... 38
   Un angelito en el cielo .................................................................................................. 39
   Un sueño roto ............................................................................................................... 41
CONCILIACIÓN REAL YA .................................................................................................... 43
   Manifestación bloguera por la verdadera conciliación en España ............................... 44
   La madre que hubiera sido y la madre que soy ............................................................ 45
SER MADRE ....................................................................................................................... 47
   Abortada operación retirada de pañal ......................................................................... 48
   Mami no te vayas .......................................................................................................... 49
Ser madre: ¡toda una aventura!


   La explosión del lenguaje .............................................................................................. 50
   El niño del saco ............................................................................................................. 51
   Soy una malísima madre ............................................................................................... 52
   Cuando es mamá quién enferma.................................................................................. 53
ALERGIA ALIMENTARIA ..................................................................................................... 55
   Alergia a la leche: un trastorno alimenticio cada vez más frecuente ........................... 56
ANIMALES Y NIÑOS ........................................................................................................... 60
   ¿Cómo osas tener gato estando embarazada? ............................................................ 61
   Un amor casi maternal.................................................................................................. 62
   Cuando un niño y un perro se ven por primera vez ..................................................... 63
AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................... 65




        6
Ser madre: ¡toda una aventura!



EL EMBARAZO
Cuando el test de embarazo nos indica que pronto nos
convertiremos en madres nuestro mundo se tambalea. En ese
momento surgen dudas, miedos, preocupaciones y ansiedad.
Ansiedad por lo desconocido (aunque no seas primeriza ningún
embarazo es igual que el anterior) y sobre todo por saber si
desempeñaremos correctamente nuestro papel como madres.

Así viví yo mi embarazo, así lo escribí y así sentí cada mes.




    7
Ser madre: ¡toda una aventura!



La larga espera (1ª parte)

      A los nueves meses de embarazo se los denomina “la dulce
espera”. ¡Seguro que el término se lo inventó un hombre que,
evidentemente, no sabe lo que es estar embarazada!.
       “Espera” sí, y muy larga. Demasiado larga, diría yo (siempre he
pensado que siete meses sería el tiempo ideal). Pero ¿”dulce”?. Tobillos
hinchados, retención de líquidos, vómitos y náuseas, lumbago, ardor de
estómago… Que yo sepa no veo nada de dulce en todo eso. Sí que es
cierto que el fondo (o sea, el bebé en cuestión que llevas dentro) es
dulcísimo, pero la forma (todo lo que acontece alrededor) es una sucesión
de incomodidades por las que, irremediablemente, tenemos que pasar.
       En mi caso no es justo que me queje pues tuve un embarazo
perfecto. De libro, diría yo. Como de libro fueron también todos y cada
uno de los síntomas que fui padeciendo mes a mes.
       Mi olfato se alteró de tal manera que era capaz de detectar
cualquier olor a varios metros de distancia. De pronto, las cosas normales
de mi día a día comenzaron a olerme fatal. Mi propia casa, el carísimo
perfume que me regaló mi hermana, el interior del coche, ciertas comidas,
mi compañera de trabajo (¡espero no herir susceptibilidades!)… ¡Fue un
auténtico calvario convertirse en sabueso durante tres meses!
       Hay mamás que dicen que lo que peor llevaron fue el cansancio y
el sueño. Por suerte (¡o por desgracia!) a mí no me tocó pasar por eso
pero sí tuve el efecto contrario, una absoluta hiperactividad a cualquier
hora del día; sobre todo por la noche (¡no penséis mal!). Era incapaz de
dormirme. ¡Venga a dar vueltas y vueltas en la cama, con los ojos
abiertos como platos y la mente en ebullición!. Y lo peor es que, a pesar
de pasarme la noche en vela me levantaba espídica y con ganas de hacer
muchas cosas (¡incluso me daba por pasar la aspiradora a las 07:30 de la
mañana antes de ir a trabajar: ¿sería el famoso síndrome del nido?)
      Otra de las cosas que llevé fatal fueron las arcadas y las nauseas
a todas horas del día (¿a quién se le ocurrió decir que las náuseas son
sólo matutinas?). Eso de tener todo el día el estómago como si acabara
de bajar de una montaña rusa era algo realmente incómodo. Por fortuna,
y según dicen los libros, las náuseas suelen desaparecer en la semana 12
y, como un reloj, se me fueron en ese momento.
       Psicológicamente, el primer trimestre del embarazo también es
duro. Al impacto de enfrentarte de pronto con la noticia de que vas a ser
madre se une el temor a que el embarazo se pueda malograr pues es en
los tres primeros meses cuando mayor es el riesgo de aborto. Además,
los dolores abdominales (al menos en mi caso) son más o menos


    8
Ser madre: ¡toda una aventura!


intensos y constantes por lo que nunca sabes cuando llega el punto en el
que debes empezar a preocuparte.
      A pesar de todas estas incomodidades cuando superas el
primer trimestre empieza la mejor etapa del embarazo, esa en la que
realmente sientes que estás embarazada y en la que comienza a
establecerse un vínculo mágico con tu pequeño.
                             (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011)




La larga espera (2ª parte)
       Superado el primer trimestre se supone que comienza la etapa más
bonita del embarazo. Empiezas a sentir a tu bebé, las náuseas se han ido
y la tripa va creciendo pero no es todavía tan abultada como para
impedirte hacer tu vida normal. Ya no puedes disimular tu embarazo y la
gente de pronto se vuelve súper amable contigo.

      Recuerdo perfectamente el día en que empecé a notar a mi
pequeño. Era Semana Santa y estaba disfrutando de unos días de
descanso en la playa. Ese mismo día cumplía mi semana 20 de embarazo
y de pronto comencé a sentir unos leves movimientos, similares al aleteo
de una mariposa en mi interior. ¡Complicado describir una sensación así
porque no es comparable a ninguna otra que hayas tenido previamente
en tu vida!. Instintivamente me toqué la tripa y sonreí: ahí estaba mi
campeón, haciendo sus primeras piruetas dentro de mi tripa.
       Normalmente suele ser también en esta semana cuando te
desvelan el sexo de tu bebé. Aunque no sea algo importante (al menos
para mí no lo era) sí que es ilusionante poder poner por fin nombre a tu
pequeña lentejita. Nosotros ya sabíamos que esperábamos un niño desde
la semana 14. El doctor se aventuró mucho diciéndonoslo tan pronto pero,
al parecer, se veía muy claramente.
      A medida que la tripa aumenta también lo hace el ardor de
estómago, sobre todo a última hora del día. En mi caso además se
acrecentaba mucho porque mi niño estaba sentado como un rey, y su
cabeza me presionaba continuamente la boca del estómago haciéndome
muy difíciles las digestiones.
       En este momento es cuando también te hacen la temida prueba
del azúcar con el consiguiente estricto régimen que hay que acatar si los
niveles salen elevados.




    9
Ser madre: ¡toda una aventura!


        Hoy en día los médicos están muy pendientes del peso que se
coge durante el embarazo pues un peso elevado puede dificultar la tarea
de parto o crear problemas futuros de salud para el bebé. Hasta el sexto
mes de embarazo mi peso había sido más que ideal. La enfermera me
recordaba a menudo lo bien que lo estaba haciendo engordando menos
incluso de 1 kilo por mes. Pero resultó que los niveles de azúcar me
dieron bastante bajos, y unido al bajo peso que había cogido hasta la
fecha, mi médico cometió el error de darme carta blanca para comer. No
es que hasta el momento me hubiera contenido con la comida, ¡al
contrario!, pero sí me había contenido mucho con los dulces. Así que la
vía libre se convirtió en desayunos diarios con croissant a la plancha, en
meriendas plagadas de bollería industrial y en tardes de tortitas con nata
en el VIPS dos o tres veces por semana. ¿Resultado?: 19 kilos de más al
final del embarazo. ¡Menos mal que el angelito nació por cesárea porque
creo que hubiera sido incapaz de expulsar casi 4 kilos de niño!
       Y en un abrir y cerrar de ojos te das cuenta de que el segundo
trimestre ha pasado y piensas que, con la cantidad de cosas que tienes
que comprar y preparar para la llegada de tu pequeño, el tercer
trimestre se pasará más rápido incluso que éste, pero te equivocas.
Comienza el trimestre más largo de todo el embarazo; el más pesado, el
más desesperante y el más incómodo. Cuanto más se acerca el momento
más lejos parece estar la meta...
                              (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011)




La larga espera (3ª parte)
       Conviene recordar que estar embarazada no es estar enferma. Se
puede hacer una vida casi normal hasta el último momento, aunque sí es
cierto que los síntomas que se tienen no deben ser menospreciados
porque no son precisamente moco de pavo.

       Del tercer trimestre recuerdo con horror mis tobillos de
paquidermo del mismo tamaño que los muslos. Cuando conseguía
mirarme los pies (sin caer en el intento) los veía ahí, palpitantes, morados
y con la piel a punto de resquebrajarse. Una vez se me ocurrió ponerme
una pulsera tobillera (era verano y yo soy muy coqueta) y por la noche,
cuando me la fui a quitar se me había quedado literalmente clavada en la
carne. ¡Una odisea! Lo mejor es mantener los pies en alto y moverlos
constantemente para que no se queden anquilosados.
        Coger el sueño a estas alturas del embarazo también se hace
difícil sobre todo si, como yo, sólo sabes dormir boca abajo. Deberían


   10
Ser madre: ¡toda una aventura!


fabricar colchones con un agujero en medio en donde encajar la tripa y
poder pasar la noche un poco más cómoda. Dicen que lo ideal es dormir
de lado (no te queda otra porque boca arriba es sumamente incómodo y
además puede resultar perjudicial para el feto) y con una almohada entre
las piernas.
       Mi cama de matrimonio, de 1,35 cm, se quedó pequeña y los tres
últimos meses hicieron insoportable la convivencia marital en el lecho. Os
cuento: tres cuartas partes del colchón lo ocupábamos mis tres
almohadas (una para la cabeza, otra para levantar los pies y otra para
ponerla entre las piernas) y yo. Quienes me conocen sabrán que soy de
constitución delgada, pero en aquel momento de mi embarazo me
asemejaba más a un torpe león marino de culo muy gordo (¡perdón por la
expresión!) que a otra cosa. Mi pobre marido quedaba recluido en una
esquina del colchón, con pavor a moverse para no ser engullido por mis
carnes sudorosas (aquel verano fue uno de los más cálidos que se vivían
en la última década).
      Y es que los sofocos nocturnos fueron mi peor pesadilla. Siempre
escuché que las embarazadas sienten más calor que el resto, pero no me
imaginé que mi cuerpo pudiera llegar a ser una estufa en pleno mes de
agosto. Era horroroso levantarse en mitad de la noche, empapada en
sudor, con el camisón pegado al cuerpo y el pelo hecho una maraña.
Había noches en las que el calor que sentía era tan inhumano que me
tenía que duchar empapándome bien el pelo para poder seguir
durmiendo. Yo no soy aficionada al aire acondicionado pero aquel verano
se convirtió en mi mejor aliado. Lo ponía a toda pastilla por la noche y al
despertar, fresca como una lechuga, encontraba a mi marido, envuelto en
una manta que había rescatado del altillo del armario, acurrucado en un
extremo del colchón y pidiéndome por favor que subiera un poco la
temperatura (de 18º a 24º, por lo menos).
       Puede parecer que no hay molestia a la que el cuerpo no se adapte
o no logre mitigar de algún modo pero sí existe una, al menos desde mi
vivencia particular, que me trajo varios quebraderos de cabeza en más de
una ocasión. Es normal que a medida que se acerca el momento final, la
frecuencia de micción aumente considerablemente. Probablemente
tengas que ir al baño cada dos por tres y en ocasiones… quizá no llegues
a tiempo. Sí chicas; a veces pasa eso. Sobre todo si la carrera hacia el
cuarto de baño ha sido provocada por un ataque de risa causado por las
tonterías que a tu marido le gusta decir para ponerte a prueba o por la risa
absurda que te causa un nuevo spot de televisión como, pongamos por
ejemplo, el de las mellizas de Bancaja. Entre la risa y la torpeza de
movimiento el camino hacia el aseo parece hacerse larguísimo y la puerta
del baño se ve cada vez más lejana. Resultado: ¿será que he roto
aguas?. No pasa nada. Mejor no darle más importancia que la que tiene y
agradecer que ocurra dentro del propio hogar y no en la calle, por
ejemplo.


   11
Ser madre: ¡toda una aventura!


       Después de haber pasado por este periplo de vicisitudes ya no
cabe duda de que las mujeres estamos hechas de una pasta especial
y ya nada va a asustarnos. ¿Y el parto?; el parto es tan sólo una horita
corta en comparación con todo lo que hemos tenido que pasar


                             (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011)




Cuando los hijos no llegan

        Seguro que todos hemos escuchado alguna vez historias
tristes de padres que buscan desesperadamente engendrar un hijo
sin éxito. Quizá incluso contemos con un caso cercano de un amigo o
familiar en esta situación. Entonces sabremos lo realmente doloroso que
resulta para estas personas el no poder tener un hijo de forma natural. La
naturaleza a veces es muy cruel y cuando veo en el telediario las
escalofriantes noticias de recién nacidos tirados a la basura o asesinados
por sus madres me entra una indignación incontenible, al margen de la
enorme pena de pensar en esa inocente criatura venida al mundo para
sufrir. ¿Por qué hay mujeres que se quedan embarazadas sin ni siquiera
buscarlo ni quererlo y otras desearían por encima de todo tener en sus
brazos a un bebé?
      Por suerte la ciencia avanza por momentos y es cada vez más
sencillo encontrar tratamientos a determinados problemas físicos
que pueden dificultar el lograr un embarazo natural. Los médicos
especializados en el área de la genética se convierten en “dioses” para
muchos padres al darles por fin el hijo que esperaban.
       Llegados a este punto siempre me he planteado la duda de si, en
algunas ocasiones, haremos lo correcto manipulando “humanamente”
lo que “naturalmente” se nos niega. Es decir, ¿tiene lógica que se
consiga en un laboratorio que una mujer de 45 años se quede
embarazada, cuando lo recomendable médicamente es que no se tengan
hijos más allá de los 36 por el riesgo que para madre y feto esto supone?.
Por un lado pienso que si la naturaleza no nos da un hijo pasada una
cierta edad no se debería forzar de manera artificial un embarazo, no sólo
por el riesgo que supone sino por lo antinatural que resulta ver a unos
padres de 60 años batallando con un hijo en plena adolescencia. Pero por
otro lado pienso que la sociedad avanza a un ritmo vertiginoso, cambia,
se mueve… y nosotros debemos adaptarnos a ella. De este modo, es
cada vez más frecuente que los hijos se independicen tarde, se


   12
Ser madre: ¡toda una aventura!


emparejen pasados los 30 y decidan formar una familia cuando el reloj
biológico está llegando a su fin. ¿Es justo entonces que estas personas
ya no tengan derecho a ser padres?. También existen casos de mujeres
que quieren ser madres a toda costa pero no encuentran una pareja
estable con la que lograr su sueño… ¿Deben esas mujeres renunciar a su
deseo por el mero hecho de no tener a su lado un hombre? Pero al mismo
tiempo, ¿es justo que se le niegue a un hijo el derecho de tener un padre
incluso antes de haber nacido?
       A mi juicio, el área de la medicina reproductiva plantea muchos
dilemas e interrogantes, a veces difíciles de resolver, pero lo que está
claro es que mientras la sociedad siga yendo por este camino (y ya sería
extraño que diera un cambio radical) será cada vez más frecuente que la
gente tenga que recurrir a la reproducción asistida para poder tener
descendencia.
       Pero, más allá de “obrar el milagro” al conseguir un embarazo
cuando naturalmente parece imposible, la reproducción médicamente
asistida puede hacer muchas más maravillas como el conseguir liberar a
los recién nacidos de determinadas enfermedades congénitas,
seleccionado embriones sanos en un laboratorio mediante el llamado
diagnóstico genético pre-implantacional.
       Personalmente considero que esto es algo increíble, no sólo
por el hecho de liberar a los niños de determinadas enfermedades
congénitas transmitidas por sus padres, sino porque esos padres que
hace algunos años estaban abocados a no poder tener descendencia o a
tenerla corriendo un grave riesgo, ahora pueden respirar tranquilos con la
certeza absoluta de que su hijo, engendrado bajo esta técnica, nacerá
sano.
        Sin embargo, sectores como la Iglesia se muestra radicalmente en
contra de estas técnicas por considerarlas inmorales, ilícitas y contrarias a
la dignidad de la procreación humana.
       Está claro que nunca llueve a gusto de todos pero, más allá de
ciertas dudas que este tema me puede acarrear, considero que la
reproducción asistida es un verdadero milagro del hombre gracias al
cual muchas personas han vuelto a sonreír a la vida.


                               (Entrada publicada el 19 de marzo de 2011)




   13
Ser madre: ¡toda una aventura!



Lección de anatomía

        Quienes me leéis desde hace tiempo, más o menos sabéis de las
dificultades que tuve durante el embarazo debido a la malformación que
tengo en mi útero. Sin embargo, nunca he explicado detenidamente qué
es exactamente lo que tengo, cómo me lo detectaron y porqué debieron
hacerme cesárea para que mi hijo naciera.
       Cuando me estaba formando en el interior del vientre de mi madre,
en torno a las 16 semanas de gestación, se produjo un defecto en la
fusión de los conductos de Müller encargados de formar los órganos
del aparato reproductor. Este defecto puede acarrear diversas
malformaciones anatómicas:

   Duplicidad completa de los órganos genitales internos (2 úteros, 2
    vaginas y 2 cuellos uterinos)
   Duplicidad del útero y cuello pero vagina normal
   bien 1 único cuello uterino, 1 vagina normal y 1 útero con forma
    anómala (mi caso)
       En mi caso concreto la forma anómala afecta a las trompas y al
útero de la siguiente forma.

       TROMPAS: Sólo me funciona correctamente una trompa, la otra
debido a su extraña forma, imposibilita al óvulo llegar a tiempo al lugar
indicado para ser fecundado. Es decir, cuando el óvulo llega ya se le ha
"pasado el arroz" y muere.
      Tener la trompa en este estado puede acarrear además el riesgo
de que el óvulo sea fecundado en su momento justo pero en un lugar
indebido produciéndose un embarazo ectópico o un aborto por causas
anatómicas.
         ÚTERO: Mi útero es una mezcla de las siguientes malformaciones

   Útero bicorne: Útero con forma de corazón hundido en la parte
    central superior. El bebé tiene muy poco espacio para crecer y
    desarrollarse con normalidad
   Útero unicorne: útero con la mitad de tamaño que un útero normal y
    una única trompa de Falopio. Suele acarrear problemas para lograr
    embarazo y los bebés nacen muy prematuros
   Útero septo: Por fuera el útero tiene forma normal pero por dentro hay
    un tabique que lo divide longitudinalmente de arriba a abajo (es decir,
    lo parte en dos). Es imposible lograr un embarazo sin cirugía previa.
         El resultado de estas malformaciones puede ser:



    14
Ser madre: ¡toda una aventura!




   Malformaciones en órganos adyacentes como riñones y vejiga (en
    mi caso ha quedado descartado)

   Abortos de repetición: es imposible saber si los 2 abortos que he
    tenido se han asociado a este hecho concreto, pero el dato queda
    ahí...

   Partos de riesgo por prematuridad: la escasa cavidad uterina hace
    (en la mayor parte de los casos) imposible que el feto pueda llegar a
    término, llegando a presentarse el parto antes de la fecha señalada
    (cuánto antes dependerá de cada caso concreto y del grado de la
    malformación)

   Cesárea por presentación podálica, transversal o longitudinal del
    bebé. Debido al poco espacio que tiene el feto en el útero, éste no
    puede girarse ni colocarse cabeza abajo para atravesar el canal de
    parto.


       Ya he comentado varias veces que mi hijo fue un milagro pues los
médicos no auguraban que llegara a superar el 7º mes de embarazo; no
en vano, en la semana 28 me dieron la baja con reposo relativo. Sin
embargo, quizá por la extraña postura que el peque se buscó,
conseguimos llegar a la semana 37, momento en el cual se decidió no
"arriesgar" y se me programó la cesárea.


       Algunas me habéis preguntado el motivo por el cual me
programaron esta intervención en lugar de dejar que mi cuerpo se
pusiera de parto solo. Os cuento el motivo: mi hijo venía colocado en
forma de V, cabeza en una cavidad uterina, culete en mi pelvis y piernas
para arriba alojadas en la otra cavidad; esta postura hacía imposible el
parto vaginal. Las contracciones de parto en úteros así suelen ocurrir
en acordeón, es decir contracciones que empujan al bebé de arriba a
abajo pero al mismo tiempo también lo hacen de abajo a arriba,
llegándose a producir sufrimiento fetal. Por tanto, viendo que el embarazo
había llegado a buen puerto y que el bebé no iba a colocarse jamás se
decidió no esperar a ponerme de parto para no arriesgar su salud.
       Espero no haberos aburrido con mi breve lección médica y que os
haya servido para entender un poco más sobre estas extrañas anomalías
congénitas que afectan al 1% de las mujeres y que, a veces, pueden
tener finales felices y esperanzadores ;-)
                              (Entrada publicada el 15 de enero de 2012)


    15
Ser madre: ¡toda una aventura!
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EL PARTO
Cuando imaginamos el momento del parto pensamos en algo
mágico, grandioso y milagroso. Todas admiramos a las madres que
dan a luz de forma natural, sin intervención médica ni anestesia, sólo
ayudadas por su fuerza y su instinto de empujar a la vida a su bebé.
Pero no siempre el parto transcurre como uno desea y a veces se
complica, se instrumentaliza o acaba en cesárea. Soy de las que
piensan que los médicos no hacen cesáreas de forma gratuita. Creo
que las cesáreas son, en la inmensa mayoría de los casos,
necesarias y una ayuda vital para nacer. Sin embargo, el hecho de
tener que pasar por una cesárea no quita que las mujeres no
podamos ni debamos exigir unos derechos como pacientes y como
madres y un trato digno, humano y cálido por parte de quienes nos
atienden.
Ser madre: ¡toda una aventura!



El dolor que me produce recordar cómo llegaste
a este mundo

       Hace unos días volví a leer el post de Magia sobre el nacimiento de
su pequeño y no pude evitar emocionarme hasta las lágrimas. Pensar en
ese parto natural, totalmente respetado, dejándose guiar por su instinto y
por la naturaleza, con dolor -lógicamente- pero perfectamente controlado
y llevado... ¡qué envidia sana sentí al leerlo!
       Reconozco que yo no hubiera sido capaz de parir en casa como
hizo ella porque carezco de ese valor especial que se necesita, pero a
pesar de que sabía desde el primer momento que mi hijo vendría al
mundo mediante cesárea, nunca perdí la oportunidad de soñar con
una intervención respetada y lo más natural posible.
       La cesárea dificultó mi sueño y el nacimiento de mi hijo acabó
convirtiéndose en una pesadilla. En el momento, con el chute hormonal
que tenía encima, no me di cuenta de ello pero leyendo a
posteriori testimonios como los vuestros he caído en la cuenta de la
mierda de parto que tuve (perdón por la palabra), de lo indecente que fue
todo y del mal recibimiento que tuvo mi hijo al llegar a este mundo. ¡Ojalá
hubiera hecho algo en su momento para cambiar las cosas!
       Tuve una cesárea programada al término de la semana 36. Fui al
quirófano llorando a moco tendido y con el corazón a 200 pulsaciones.
Estaba aterrada y me sentía muy sola. Supliqué hasta el último
momento que dejaran entrar a mi marido conmigo, lo necesitaba a mi
lado más que nunca, necesitaba su fuerza y su templanza, necesitaba
sentir su mano y sus palabras susurrándome al oído. Necesitaba
escuchar que todo iba a salir bien. Pero poco les importó lo que yo
necesitara y con un NO tajante zanjaron mi angustiosa petición. En el
quirófano el ambiente era hostil: luz intensa, camilla estrechísima,
profesionales médicos serios y mucho, muchísimo frío. Creo que jamás
había sentido tanto miedo como el que me inspiraba aquel lugar...
        Me pincharon la anestesia epidural y a partir de ese momento me
sentí como un animal de laboratorio: manos atadas a ambos lados de la
camilla, sonda (que me mantuvieron durante las 24 horas siguientes con
la imposibilidad de movimiento que ello conllevaba), sábana colgando
del techo a la altura de mi pecho... Sabía que mi estado de nervios y
ansiedad estaban haciendo un flaco favor a mi pequeño pero no podía
evitarlo. Pobrecito, ¡cuánto estrés debí transmitirle en sus últimos minutos
de vida dentro de mí!
      Quienes hayan pasado por una cesárea saben lo desagradable
que es, los tirones que te dan, el cómo hurgan dentro de ti, el sentir como


   17
Ser madre: ¡toda una aventura!


apartan los tejidos de tu vientre, el notar como rompen la bolsa y el liquido
resbala bajo tu espalda, el notar cómo te abren y buscan a tu hijo que,
hasta el momento, permanece ajeno a todo. La operación transcurrió
con el único sonido de los latidos de mi corazón y mis quejidos
inconsolables que a nadie parecía importar.
       La anestesista, bastante antipática y desagradable, me preguntó en
un tono acusador que porqué lloraba. No supe qué responderle
porque realmente ¡ni yo lo sabía!, quizá lloraba por miedo, por soledad,
por lo desagradable de la intervención, por angustia, por nervios, por
sentirme tan incomprendida, por sentirme atada...
        Cuando nació mi hijo me lo mostraron 2 segundos. Seguía con
las manos atadas y no pude ni siquiera acariciarle. Me lo acercaron
para que lo besara (¡un detalle por su parte!) y se lo llevaron. ¡¡Pobrecito
mi niño!!, qué confusión tan grande debió sentir en esos momentos.
Seguramente se preguntó que dónde estaría su mamá, el latido
acompasado de su corazón que tanta compañía le había hecho, el pecho
cálido sobre el que esperaba acurrucarse, la voz que esperaba escuchar
al otro lado... Lo alejaron de mí durante 2 largas horas que se hicieron
interminables. Al término de la sutura vinieron a decirme que mi hijo
estaba perfecto y que se lo habían llevado a la habitación con mi marido.
¿Y yo qué? Pues yo fui "aparcada" en una sala, totalmente sola,
llorando más fuerte si cabe que cuando entré, agotada y superada
por tanto acontecimiento junto. Lejos de sacar fuerza, en ese momento
me rendí y dejé que mis lágrimas brotaran silenciosas por las mejillas.
Total, ¡nadie me estaba haciendo caso, ¿para qué llorar en alto?!
        Cuando subí a la habitación pude, por fin, sostener a mi hijo en
brazos. Pude mirarlo, abrazarlo, besarlo y oler su piel. Pude admirar cada
milímetro de su perfecto y diminuto cuerpo y pude, por fin, llorar de
felicidad y no de angustia. Aquélla primera noche dormí con mi niño en
la cama pero jamás olvidaré el tiempo que nos robaron. Esas dos
preciadas primeras horas de vida en las que mi hijo fue arrancado de mi
vientre, separado de mí y alejado de mi pecho...
        No critico la cesárea sino que la asumo como la única vía posible
de traer a mi hijo al mundo, pero sí critico el proceso totalmente
artificial y deshumanizado que muchas veces implica esta
intervención. Ojalá todos los hospitales abogaran por el contacto
temprano piel con piel entre madre y bebé, por la lactancia materna
en los primeros segundos de vida y por la humanización, en la
medida de lo posible, de las cesáreas pues aunque nuestros hijos no
vengan al mundo de manera natural, también somos madres y
tenemos el mismo derecho a sentirnos como tal desde el primer
minuto.
                                (Entrada publicada el 1 de agosto de 2011)



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EL PORSTPARTO
A pesar de las molestias y los miedos, el embarazo es una etapa
bonita y muy lucida para la mujer. Parece que “todo vale”, los kilos
de más son hermosos y la cara siempre luce resplandeciente.

Pero el post-parto es otro cuento bien distinto del que nadie, ni
ginecólogos ni matronas ni amigas, nos hablan. El post-parto es una
época dura en la que el cansancio hace mella, el sueño trastoca
mucho y la imagen que te arroja el espejo no te sube precisamente la
moral.

¡Qué nadie os cuente cuentos chinos! Esta es la historia real del
post-parto
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¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-
parto (1ª parte)

       Cuando ya tienes a tu bebé contigo y pasa el tiempo prudencial
que toda madre necesita para adaptarse a su nueva vida y a su día a día,
es cuando comienzas a tomar conciencia de quien eres ahora y en lo
que te has convertido. Poco o nada queda ya de la mujer que eras
antes.
        ¿Dónde está la mujer sofisticada, siempre bien vestida y
conjuntada hasta el último detalle?; ¿qué ha sido de la trabajadora
incansable que sacaba tiempo a la salida de la oficina para pasarse por el
gimnasio y mantenerse en forma?; ¿dónde se ha metido esa ama de casa
que no sólo mantenía impoluto su hogar sino que además cuidaba al
máximo su alimentación?; ¿y qué me decís de la mujer descansada, que
se levantaba con plena energía por la mañana tras haber dormido 8 horas
del tirón?.
       De la noche a la mañana esa mujer se esfuma y, no nos
engañemos, la que pasa a ocupar su lugar dista mucho de parecerse
a la de antes.
       Para empezar, nadie te advierte de la tripa de cinco meses que se
te queda una vez has dado a luz. “Quizá es que venían dos y sólo me han
sacado uno” – piensas irónicamente mientras te miras en el espejo una y
otra vez desde todas las perspectivas posibles. Esa tripilla cervecera, fofa
y tan poco estética permanecerá ahí durante muchos, muchos meses.
Quizá incluso no logres deshacerte nunca de ella (dependerá de la
voluntad de sacrificio y del tiempo que tengas para hacer ejercicio).
Siempre está el típico comentario de ese familiar sabelotodo o de esa
gran “amiga” que te dicen aquello de: “Uy, pues a los quince días de dar a
luz ya me ponía mi ropa de antes”. Esto sólo ocurre en un porcentaje
mínimo de mujeres. Tiene lógica pensar que si el útero tarda 9 meses en
alcanzar su tamaño máximo, necesitará otros 9 para involucionar hasta
volver a tener su tamaño original. Doce meses tardé yo en volver a entrar
en mis vaqueros de siempre, así que chicas, ¡PACIENCIA!.
       Puede que al principio desees vestir con ropa holgada para
disimular tu tripa. O puede que, más que desearlo, no te quede más
remedio que vestir 1 o 2 tallas más que la que tenías antes. Quizá incluso
continúes usando ropa pre-mamá varias semanas después de haber dado
a luz (y digo yo, ¿por qué no inventarán una línea de ropa post-mamá?
¡Seguro que tendría tirón!). Atrás quedaron los vestiditos ceñidos o los
trajes de pantalón y chaqueta impecables.
Ser madre: ¡toda una aventura!


      Y si encima eliges la lactancia materna olvídate de las blusas
caras (¡que se acabarán manchando!) o de los complicados jerséis
imposibles de quitar de forma discreta para alimentar en cualquier
parte a tu bebé. Complementos como fulares, collares, pashminas… se
vuelven innecesarios y poco prácticos.
      ¿Y qué me decís del bolso? Ya no sólo no tienes tiempo para
conjuntarlo con los zapatos o con el estilo de ropa que lleves ese día, sino
que al final optas por meter tu monedero en el bolso del niño; es mucho
más práctico y así no llevarás más bultos de los necesarios.
       Arrinconado queda el espray de bolsillo con tu perfume favorito y el
neceser con el maquillaje y el espejito para retocarse cuando estás fuera
de casa. ¿Quién necesita todo eso ahora? Su lugar pasa a ser ocupado
por pañales, toallitas, crema para el culito, biberones, chupetes, baberos,
sonajeros,                potito              de             emergencia…
¿Y el móvil? ¿Qué era eso? Quizá sea la madre naturaleza que es muy
sabia, pero ya sólo tienes oídos para el llanto de tu bebé. Cuando alguien
te llama por teléfono o no lo escuchas o le dices que le devolverás la
llamada más tarde y, un año después, todavía la seguirá esperando.
      Después de leer esto ¿te aterra la idea de convertirte en mamá?
¡No temas! Las mujeres podemos con esto y con mucho más.
      ¡Pero vaya! ¡Qué despiste el mío! He olvidado narrar el tema del
sueño. Continuaré en otra entrada porque ese tema merece un capítulo
aparte :-)
                              (Entrada publicada el 17 de febrero de 2011)




¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-
parto (2ª parte)

        Seguro que a todas las madres les han dado alguna vez el
consejo de aprovechar para dormir cuando el bebé duerme. Sabio
consejo pero ¡qué complicado resulta ponerlo en práctica!. “Vaya, parece
que el niño se ha dormido. Tengo tanto sueño que me quedaría dormida
de pie. Tengo tres horitas hasta la próxima toma” – piensas emocionada
mientras te acurrucas en el sillón. RING, RING, RING… ¡Maldición, olvidé
desconectar el teléfono!. Es la suegra que te llama para ver que tal está el
niño y para decirte que por la tarde se pasará por tu casa para verle
porque hace mucho tiempo que no le ve (concretamente 16 horas).



   21
Ser madre: ¡toda una aventura!


       Así que aprovechas para dormir ahora porque la tarde parece ser
que la tendrás ocupada. Pero cuando estás a punto de caer en brazos
de Morfeo comienzas a darte cuenta de la cantidad de polvo que
tiene la mesa del comedor. Y después de la mesa te fijas en la
estantería, y en los pelusones que campan a sus anchas por el suelo del
salón como si estuvieras en el mismísimo Oeste. Además, los cacharros
sucios se amontonan en el fregadero (ellos solos no saben meterse en el
lavavajillas y sólo a ti parece importarte) y la ropa que está tendida lleva
ya seca desde hace cinco días así que cuando la recojas en vez de ropa
será mojama. Te pones tan nerviosa pensando en las cosas que tienes
que hacer que no logras conciliar el sueño a pesar de estar cansadísima y
a todo esto el reloj sigue avanzando. Cuando lo miras por última vez
descubres horrorizada que en menos de treinta minutos el niño se
despertará pidiendo su ración de leche así que optas por no dormirte y
aprovechas esa media hora para poner el lavavajillas.
       Cuando por la tarde llega tu suegra a ver al niño te pide que por
favor le des un poquito de agua porque viene sedienta. Decides ser una
buena anfitriona y en vez de agua piensas en ofrecerle un refresco y un
bol con patatas fritas. Pero cuando abres la despensa una única lata de
cerveza arrinconada en el fondo del armario parece saludarte. Abres los
armarios de la cocina como una loca en busca de víveres para sacar
como aperitivo y entonces caes en la cuenta de que la última compra
grande que hiciste fue antes de dar a luz y que después no has vuelto a
pisar el súper y sobrevives con tuppers que tu madre te trae o con el pan
que te sube la vecina cuando va a la compra. Por las noches, cuando tu
marido llega del trabajo y se pone a preparar la cena, el pobre debe
hacer magia para lograr cocinar, con lo que no hay, un plato decente.
        El caso es que al final acabas llevando a tu suegra el vaso de agua
del grifo que te ha pedido y te excusas por no poder ofrecerle nada más.
Pero ella está tan absorta con el nieto que ni siquiera te escucha. Sin
embargo, no ocurre lo mismo con algún que otro amigo que, con la
excusa de conocer al recién nacido, se aposenta en el sillón, cerveza tras
cerveza, mientras te cuenta sus últimas conquistas amorosas y no parece
importarle que sea la hora del biberón o del baño. Él espera paciente a
que termines con el niño y luego se le ocurre decir algo así
como: “¿Pedimos unas pizzas?”. Entonces es cuando tú, con tus ojeras
de tres días, te desmoronas como un castillo de arena y haces una señal
desesperada a tu marido para que eche “amistosamente” al amigo
pesado porque ya no puedes ni con tu alma. ¡¡Y encima luego te sientes
fatal por haberlo hecho!!




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       Después de cenar no tienes ni fuerzas para ponerte el pijama.
Estás tan agotada que serías capaz de meterte en la cama con el vaquero
y la camiseta manchada con regurgitaciones del crío. Y las tres horas que
el bebé te deja dormir saben a gloria.
      Poco a poco esas tres horas se convertirán en cuatro, y en cinco…
Y cuando te quieras dar cuenta estarás durmiendo seis horas del tirón. Y
entonces empezarás a ver el mundo de otra forma y por fin llegará el día
en que vuelvas a reconocerte cuando te mires al espejo.


                             (Entrada publicada el 17 de febrero de 2011)
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LA LACTANCIA
No cabe duda de que la lactancia materna es el alimento ideal para el
recién nacido. No hay nada como la leche de su madre para que el
bebé crezca sano, fuerte y bien alimentado. Como madre aconsejo la
lactancia materna en exclusiva aunque soy consciente de que no
siempre es fácil. A veces hay una falta grande de conocimiento,
confusión ante ciertos temas y falta de información por parte de
profesionales que en muchos casos nos llevan a abandonar la
lactancia al poco tiempo de haberla iniciado.

Lo bueno del ser humano es que es capaz de rectificar, de corregir
errores y aprender para futuras acciones. Mis errores con la
lactancia me han hecho darme cuenta de lo que debo y no debo
hacer de cara a volver a ser madre en un futuro.
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Desenterrando fantasmas: mi experiencia con
la lactancia

      En mis inicios blogueros traté mi experiencia personal con la
lactancia materna como algo natural, sin traumas ni presiones de
ningún tipo y con toma de decisiones al respecto bastante sensatas
y acordes a mi forma de ser y pensar. Pero con el tiempo, y tras leer
las experiencias tan hermosas que la mayoría de vosotras habéis
tenido con la lactancia, han comenzado a aflorar fantasmas del
pasado que tenía en mi interior sin apenas haberme dado cuenta.
       Con motivo de la 2ª Edición de la Fiesta Bloguera de la
Lactancia quiero abrir mi corazón (¡qué cursi suena!) y comentaros cómo
fue realmente esa experiencia, qué supuso para mí y cómo me afectó a
posteriori.
       Estando embarazada leí mucho acerca de la lactancia natural.
Sabía que era lo mejor para el bebé y que la leche materna tenía grandes
propiedades para la salud del recién nacido así que no me planteé en
ningún momento negarle a mi hijo ese maravilloso regalo. Es más, lo
confieso: me parecía aberrante que hubiera madres que decidieran no
intentar siquiera dar el pecho a sus recién nacidos (sin que existiera
ningún problema médico de por medio).
       El día del parto llegué al hospital sabiendo de la importancia del
contacto piel con piel para la subida temprana de la leche. Así que cuando
entré al quirófano para someterme a la cesárea manifesté al personal
médico mi deseo de estar con mi hijo en cuanto le sacaran de mí. Nada
más nacer me mostraron a mi hijo medio segundo: no pude tocarle, ni
abrazarle ni mucho menos ponérmelo al pecho porque tenía las manos
atadas a ambos lados de la camilla. Como el niño estaba en perfecto
estado se le subieron a la habitación con papa: "Protocolo médico", me
dijeron, y a mí me apartaron, durante casi 1 hora en una sala de
reanimación totalmente sola. Ahora sé que fue algo aberrante y
espantoso pero en su momento cometí el primer error, de tantos que
vendrían después, de pardilla primeriza: no protestar.
       Cuando por fin me subieron a planta y entré en mi habitación he de
confesar que no pensé en ningún momento en dar de mamar al niño ya
que la sala era, literalmente, una fiesta: padres, hermanos, abuelos, tíos...
Era lógico que todos quisieran conocer al recién nacido pero en ningún
momento nadie pensó en las necesidades de mi hijo. Yo la primera.
Segundo error: no advertir a las visitas que necesitábamos intimidad
para conocernos y para poder ofrecerle el pecho sin las presiones y
las miradas indiscretas de la gente.



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Ser madre: ¡toda una aventura!


      Cuando todos se fueron me puse al peque sobre mí y se agarró
enseguida; pero ya había perdido un tiempo precioso. Yo sentía que el
niño cogía bien el pezón (al menos no tiraba ni me dolía) pero me daba la
sensación de sentir que de allí no salía nada. A las pocas horas mi hijo se
puso a llorar sin consuelo. Ni brazos, ni pecho, ni besos... nada le
calmaba. Tercer error: escuchar los consejos gratuitos de las visitas
que se empeñaban en decir que el niño tenía hambre.
       Yo me sentía cada vez más angustiada. Creía que sabía mucho del
tema y que iba bien preparada pero me di cuenta de que no tenía ni idea
de nada y parecía como si tampoco tuviera un instinto innato que me
dijera lo que debía hacer. En esos momentos me sentí terriblemente
sola:
       - Mi madre enfermó con faringitis y placas en la garganta al
día siguiente del nacimiento del niño, así que por precaución decidió no
venir a verme al hospital. No podéis imaginaros lo que la eché de menos
en esos momentos porqué sé que me hubiera podido ayudar mucho
       - Mi suegra no fue precisamente un apoyo. Sentía que me miraba
como juzgándome por no saber dar el pecho a mi hijo, como si yo fuera
un bicho raro por no tener leche
      - Las enfermeras y personal sanitario de mi hospital no me
ayudaron en ningún momento. Jamás vino nadie a mi habitación a ver si
el peque se estaba agarrando bien, si necesitaba ayuda con la postura o
si ya me había subido la leche. Lo único que hicieron fue ofrecerme un
chupete para calmar al niño y no dudar ni un segundo en traer un
biberón artificial cuando se lo pedí
       - Las amigas madres que venían a visitarme tampoco supieron
ayudarme pues todas habían recurrido desde el minuto cero a la
lactancia artificial así que me miraban con una cierta pena en sus ojos
como pensando: "¡¿por qué se empeñará esta mujer en dar de mamar a
su hijo con lo cómodo que es enchufarle un biberón?"
      Así que me sentí tan mal, tan poco escuchada, tan "rara"... que
acabé pidiendo a gritos un biberón de leche artificial. Y aquí vino mi
cuarto error: no continuar estimulando la subida de leche
poniéndome al niño al pecho. Ya tenía el biberón y parecía que mi hijo
estaba más calmado así que, simplemente, lo dejé estar.
         Al sexto día de haber dado luz, estando ya en mi casa, comencé a
sentir mucho calor y una fuerte presión en los pechos y, de pronto, la
leche empezó a brotar a borbotones, cuando ya me creía un caso
perdido. Por suerte mi hijo no se había acostumbrado al biberón y no
opuso resistencia cuando le coloqué al pecho así que dejé la leche
artificial a un lado y le ofrecí leche mía en exclusiva y a demanda. Ahora
sé que ninguna mujer es un caso perdido y que a todas antes, o después,


   26
Ser madre: ¡toda una aventura!


acaban teniendo leche. En mi caso, si hubiese puesto al niño durante más
tiempo al pecho la leche habría tardado menos tiempo en subir y,
probablemente, no habría tenido que recurrir al biberón. Tuvimos la suerte
de que el niño no rechazara el pecho tras casi 1 semana alimentándose
de biberones; de haberlo hecho no me hubiera perdonado jamás el error.
      Ahora ya parecía todo en orden: ¿asunto resuelto? NO. Los
problemas no habían hecho más que comenzar.
       El peque perdía peso a pasos agigantados. Cada día se quedaban
en el camino entre 75 y 100 gramos. Llegó a pesar 700 gr menos que su
peso inicial. Era horrible verle vomitar a todas horas y no saber qué hacer
para remediarlo. Por recomendación de la pediatra comenzamos a
asistir a un curso de lactancia impartido por una matrona en el
centro de salud.
      Fui a la primera sesión convencida, por mi entorno y por
comentarios "hirientes" -aunque sin intención- de ciertos familiares y
amigos, de que el niño perdía peso por mi culpa, por la mala calidad o
poca cantidad de mi leche.
       En el taller de lactancia, la matrona me hizo ver que no había leche
materna de mala calidad y comprobó que además producía en
abundancia, que el niño se agarraba sin problemas y que el motivo de la
pérdida acusada de peso era otro. Gracias a su diagnóstico me quité
esa culpabilidad de encima pero seguía existiendo un motivo de
fondo que parecía no tener solución. Tras varias visitas al pediatra y un
par de ellas a Urgencias diagnosticaron a mi hijo alergia severa a la
proteína de la leche de vaca. Yo, a través de mi leche, le pasaba al niño la
proteína de leche de vaca de los productos lácteos que ingería. Mi hijo
había estado tan malito durante casi 1 mes por mi culpa. ¡Qué razón
tiene Belén cuando habla del sentido de culpabilidad que las madres
tenemos por todo!
       La solución era bien sencilla: para poder seguir dándole el pecho
debía llevar una dieta exenta de leche, lactosa y productos lácteos.
Nada de yogures, bollería, pan de molde, carnes envasadas, fiambres,
quesos, leche, repostería... En un primer momento decidí asumir las
innumerables restricciones alimenticias pero, para un persona tan
"lechera" como yo (me pierde el queso, los yogures, la leche fresquita...)
fue casi imposible. Mi quinto error fue, precisamente, no indagar más
acerca de la alergia que mi hijo tenía y de la dieta que yo debía llevar.
 No se trataba sólo de eliminar de un plumazo todos esos alimentos, sino
que debía haber buscado alternativas. Ahora lo sé porque llevo más de 1
año (desde que mi hijo comenzó la alimentación sólida) mirando con lupa
el etiquetado de los productos, pateándome los supermercados y grandes
superficies en busca de alimentos adecuados y sé que existen, que son
variados y de buenísima calidad.



   27
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       Tras 4 semanas de rígida dieta exenta de lácteos, decidí
abandonar. Mi hijo había recuperado ya su pérdida de peso con una
leche artificial que le pusieron como complemento. Yo alternaba los
biberones con la lactancia natural pero mi fuerza de voluntad iba
decreciendo. Me moría de ganas por poder desayunar un cafetito con
leche. Puede parecer muy egoísta y superficial pero en esos momentos
sentí que mi peque ya no me necesitaba.
       Cuando el niño cumplió los 2 meses y medio le di por última vez el
pecho. Al principio respiré aliviada y durante mucho tiempo sentí que
había hecho lo correcto, pero ahora, echando la vista atrás, sabiendo todo
lo que sé, habiéndome rodeado de mamás tan buenas como vosotras,
con experiencias tan gratificantes, me arrepiento de no haber continuado
más tiempo con la lactancia.
        Siento que me perdí una parte muy importante de la
maternidad y que no supe valorar - ni aprovechar- la suerte que tuve
de no padecer grietas, ni mastitis. Ahora sé que con una dieta
adecuada hubiese podido continuar durante más tiempo ofreciendo a mi
hijo lo más hermoso que una madre puede dar después de la vida.


                              (Entrada publicada el 11 de agosto de 2011)




En contra de la lactancia materna

       El otro día, mientras esperaba para entrar en la consulta del
ginecólogo, presencié una conversación que me dejó muy mal
cuerpo. Transcurría entre una madre (70 años aproximadamente) y su
hija embarazadísima.
       - Hija embarazada: Todavía no he decidido si dar o no el pecho a la
niña cuando nazca
       - Madre: Pues hija, ¡no hay nada que decidir! NO se lo des o te
arrepentirás toda la vida: dolores, grietas, tetas caídas para siempre... Tu
hermana se crió con teta y tú con biberón y no había ni punto de
comparación entre una y otra. Tu hermana siempre ha sido muy delgadita
y tú bien hermosa y gordota. Además, eso de que la lactancia materna
protege de enfermedades es una invención de hoy en día porque las dos
habéis enfermado exactamente lo mismo.




   28
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       - Hija embarazada: Pero es que me da cosa no intentarlo ni
siquiera...
      - Madre: Si decides dar el pecho tienes que hacerlo con todas las
consecuencias porque una vez te suba la leche ya no hay vuelta atrás.
Hazme caso, biberón. Es mucho más práctico e higiénico (esto ya sí que
me dejó ojiplática perdida)
      - Hija embarazada: ¿Y tanto duele dar el pecho?
      - Madre: ¡Una barbaridad! Yo que tú pediría la pastillita esa que
dan hoy y que te corta la subida y todos tan felices. Además, hoy en día
nadie da ya la teta, eso es cosa del pasado. ¿Una mujer tan guapa y
moderna como tú dando la teta? (¡ya flipé en colores! Menos mal que la
enfermera me llamó a consulta enseguida!)
       Lógicamente no soy quien para intervenir en una conversación
ajena pero me dio muchísima pena los consejos de esa madre (y futura
abuela) de la criatura. ¿Cómo una madre puede recomendar a su hija
que no dé el pecho a su bebé? ¡En un minuto de conversación
demonizó la LM como jamás había oído!. Miré a la chica embarazada
con mucha pena y ella me devolvió la mirada. Quizá entendió lo que
quería transmitirle. Me supo fatal no tener el valor de intervenir en la
conversación, de meterme en medio y decir a aquella chica que nada de
lo que su madre estaba diciéndole era cierto y que dar el pecho a su hijo
era lo mejor que podía hacer en la vida... Pero soy demasiado discreta y
no tuve el valor de hacerlo.
      Sólo espero que esa mujer sepa escuchar a su instinto y no
prive a su hijo del mejor regalo, después de la vida, que puede
hacerle.
                          (Entrada publicada el 15 de diciembre de 2011)
Ser madre: ¡toda una aventura!
                    www.sermadreunaaventura.com




REFLEXIONES
El paso del tiempo es una constante en mi blog. Como madre me
entusiasma ver crecer a mi hijo, sano, feliz y comprobar cómo cada
etapa que pasa es más divertida y emocionante aún si cabe que la
anterior.

Pero no puedo evitarlo, ¡soy nostálgica por naturaleza! Y al tiempo
que observo y admiro los cambios que el paso del tiempo producen
en mi hijo, también me apena pensar en el bebé que fue y nunca
volverá.

Así es como he tratado en mi blog el paso del tiempo y otras
reflexiones y sentimientos muy personales:
Ser madre: ¡toda una aventura!




Tic, tac, tic, tac…

       Tal día como hoy, hace 31 años, vino al mundo una niña muy
pequeñita, de apenas 48 cm y 3,300 kg de peso el mismo día en que su
madre salía de cuentas. Era una niña muy deseada y esperada y durante
cinco largos años fue la personita más mimada del mundo. Primera hija,
primera sobrina, primera nieta... no le faltaron regalos, atenciones y toda
clase de mimos.
       Hoy, aquella niña - madre hace 2 años - observa con cierta
tristeza lo rápido que pasan los días y en vez de celebrar con alegría
su cumpleaños se siente algo melancólica. No lleva especialmente mal
cumplir años sino ver cómo toda la gente que ama va envejeciendo...
      Escucha a su madre lamentarse, con un hilo de voz, sobre lo
rápido que pasa el tiempo y cómo "ayer" la sostenía en sus brazos y la
acunaba y hoy ya es una mujer independiente... y madre...
      Y mientras observa a su pequeño, que ha dejado de ser un bebé
para convertirse en un hombrecito, y suplica con todas sus fuerzas que el
tiempo se detenga, aunque sea sólo un ratito, para no verle crecer con la
misma rapidez con que su madre la vio a ella...
                       ... Pero el reloj sigue avanzando...


                                (Entrada publicada el 27 de abril de 2011)




Viviendo deprisa

      El otro día unos amigos padres me dijeron que querían regalar
su peque, de 2 años y medio, una bicicleta. Se trata de una bici
pequeña pero una bici en toda regla, sin ruedines ni nada por el estilo. De
pronto pensé que si su nene, con poco más de 2 añitos aprendía ya a
montar en bici, ¿qué le quedaría por hacer cuando tuviera 6 o 7 años?.
Creo que a veces nos empeñamos en hacer crecer a nuestros hijos
demasiado rápido y quemamos etapas a marchas forzadas, añorando



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Ser madre: ¡toda una aventura!


después (y cuando ya no tiene solución) lo deprisa que ha pasado el
tiempo.



      - No empeñamos en sacar a nuestros hijos de nuestra habitación
cuanto antes, no sea que cumplan los 18 años y sigan durmiendo con
papá y mamá. He llegado a escuchar comentarios de padres que han
"independizado" a sus bebés con apenas 1 mes de vida alegando que
después cuesta más trabajo que maduren ese aspecto.
      - Pasamos de comprarles sonajeros a complejos muñecos
parlanchines y sofisticados juegos de moda. Parece que no hay término
medio.
      - Nos empeñamos en dejar el carrito en casa cuando salimos a
pasear con ellos. Nos creemos que son tan mayores que no lo
necesitarán y nos olvidamos que comenzaron a caminar de forma
independiente hace escasos meses.
       - Queremos que con tan sólo 2 añitos hayan dejado atrás el pañal,
se olviden por completo del chupete, duerman en su propia cama y
hablen perfectamente (e incluso si dicen palabras en un segundo idioma
mejor que mejor) Si no hacen algo de esto nos angustiamos sobremanera
y pensamos que nuestros hijos van muy atrasados con respecto al resto
de los niños
       Cuando son bebés que se pasan el día sentaditos, deseamos que
caminen. Cuando caminan deseamos que corran y cuando lo hacen
deseamos que jueguen con nosotros dando patadas a un balón. Cuando
no hablan deseamos que aprendan a llamarnos y cuando por fin les
escuchamos decir "mamá", deseamos que su vocabulario empiece a ser
más fluido para poder tener conversaciones con ellos. Cuando son
lactantes, deseamos que empiecen pronto a comer con cuchara y cuando
lo hacen queremos que llegue el momento de introducción del sólido para
hacer comidas familiares....
       Y deseando, deseando van pasando los meses. Y cuando nos
queremos dar cuenta apenas hemos disfrutado del bebé que
aprendió a hablar demasiado pronto, a caminar con premura, a dejar
atrás el pañal y otros artilugios de bebé a marchas forzadas y a
montar en bicicleta cuando aún no había tenido tiempo de disfrutar de su
motito infantil.


                            (Entrada publicada el 25 de octubre de 2011)




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Ser madre: ¡toda una aventura!
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Carta a mi niño

   Me gusta cuando me miras de reojo mientras haces una trastada.
Quieres saber si yo te miro y qué te diré. Cuando nuestras miradas se
cruzan me sonríes de forma pícara, con esa sonrisa ladeada tan tuya que
me enamora día a día.
   Me gusta cuando bailas sin descanso al son de cualquier melodía.
Da igual si se trata de una canción pop o de la sintonía del telediario. Tus
piernecitas se mueven sin control y agitas los brazos al aire dando
palmas. Eres capaz de hacerme reír a carcajadas con sólo unos
segundos de tu particular baile.
    Me gusta escucharte decir palabras nuevas. Las pronuncias con
delicadeza, recreándote en cada sílaba porque quieres que salga perfecto
y te aplauda después. Y cuando lo hago, de nuevo me regalas una
sonrisa abierta y te pones como loco de contento dando saltos y vueltas.
   Me gusta tu forma de dormir, abrazado a tu almohada, con el culete
en pompa y las rodillas pegadas al pecho. Conservas la misma postura
que cuando eras bebé y así, encogidito en tu cuna me pareces tan
pequeñín que te comería a besos.
   Me gusta cuando abrazas a nuestra gatita con un cariño especial.
Acercas tu cara a la suya y te ríes a carcajadas cuando sus bigotes te
hacen cosquillas.
   Me gusta ver cómo imitas a papá, como haces que te afeitas con
una cuchilla imaginaria, como te echas desodorante empleando tu frasco
de colonia Nenuco o como te pones la corbata frente al espejo.
    Me gusta ver como juegas absorto en tus fantasías infantiles.
Aunque tú no das cuenta yo te observo sin descanso con una sonrisa en
los labios y veo cómo haces carreras de coches, dibujas, “hablas por
teléfono” o construyes altas torres con piezas de construcción.
   Me gusta cuando ríes, cuando callas, cuando duermes, cuando
hablas, cuando me abrazas, cuando te enfadas… me gustas de cabeza
a pies y cada día te amo, si es posible, un poquito más que el
anterior.


                             (Entrada publicada el 24 de octubre de 2011)
Ser madre: ¡toda una aventura!
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Un tesoro llamado hermano

       El otro día mi hermana me comentó que se sentía algo
decepcionada pues nunca la había nombrado en ninguno de mis post.
Ella es una parte muy importante en mi vida y en la de mi peque pero
pensaba desarrollarlo más adelante, quizá cuando me decidiera a ir en
busca de un hermanito para mi niño. Sin embargo, ya que ha sacado el
tema, voy a dedicar la entrada de hoy a los hermanos, en especial a mis
dos tesoros.
       Recuerdo perfectamente la primera vez que mi madre me
mostró a mi hermana recién nacida. Yo tenía cinco años pero pensé en
ese momento que era la muñequita más perfecta y preciosa que había
visto. Fue amor a primera vista. En ningún instante sentí celos por dejar
de ser “única” y la acogí como el mayor de los regalos que me hubieran
hecho nunca.
       A medida que mi hermanita fue creciendo nos fuimos haciendo
inseparables. A pesar de la importante diferencia de edad siempre
encontrábamos juegos para compartir juntas y momentos de mucha
diversión. No había nadie que osara meterse con ella pues ahí estaba yo
para defenderla siempre.
      Cuando nos separábamos nos echábamos tremendamente de
menos y a pesar de que nos peleábamos, como todos los hermanos, el
enfado no nos solía durar mucho tiempo y enseguida nos perdonábamos
porque ansiábamos volver a jugar juntas.
       Cuando mi madre me anunció la llegada de un nuevo
hermanito sentí mucha decepción. Yo tenía por entonces siete años
pero era tan feliz con mi hermana y la amaba tanto que no pensaba que
fuera capaz de querer y entenderme con un nuevo hermano de la misma
forma que lo hacía con ella. ¡Pero vaya si lo hice!
       Desde que mi nuevo hermano llegó al mundo me convertí en una
segunda madre para él. En el colegio siempre estaba atenta de que se
tomara su merienda, que se pusiera guantes los días de invierno, que se
sonara la nariz para aliviar su congestión cuando estaba malito o que se
atara los cordones de los zapatos. Sin embargo, quizá porque era un
chico, mi hermana y yo le hacíamos poco partícipe de nuestros juegos. El
pobre debía verlos siempre “desde la barrera” o someterse a nuestras
reglas y asumir cualquier rol si quería participar en ellos. A menudo le
pedíamos que fuera nuestro perro cuando jugábamos a “las casitas” o el
“palo” sobre el que sujetábamos la goma o la comba (¡qué paciencia tenía
el pobre!). Pero a pesar de sus berrinches, aguantaba estoicamente toda
la tarde con tal de compartir momentos de entretenimiento con sus
hermanas.
Ser madre: ¡toda una aventura!


       A medida que han ido transcurriendo los años, el grado de
complicidad y confianza se ha ido afianzando entre nosotros. Ahora
encuentro en mi hermana a una gran amiga con la que puedo hablar,
debatir sobre temas que me preocupan, desahogarme y, cómo no, dejarla
al cargo de mi pequeño.
       Con la edad también he encontrado en mi hermano a un gran
apoyo. Me gusta que me consulte sus proyectos universitarios y
profesionales y aconsejarle, en la medida que puedo, sobre sus
preocupaciones.
      ¡Mi niño adora a sus tíos!. Siente devoción por mi hermana porque
sabe que el verla significa montar en cochecitos eléctricos y caballitos
mecánicos y se emociona cuando ve a mi hermano porque sabe que le
cogerá sobre los hombros y le hará “volar”.
       Mis hermanos son mi mayor tesoro; el mayor regalo que
pudieron hacerme mis padres cuando era niña. Sin ellos mi vida
hubiera sido muy diferente… seguramente más apagada y vacía. Los
tres juntos tuvimos una infancia muy feliz y no cambiaría nada de
nuestras vivencias juntos.
       Es por ello que me gustaría poder dar a mi hijo uno o dos
hermanos en un futuro que espero no sea lejano. Me encantaría que
juntos compartieran las mismas aventuras infantiles que compartimos mis
hermanos y yo. Me encantaría que crecieran juntos y felices de tenerse
siempre el uno al otro y sobre todo, me gustaría que su unión fuera tan
fuerte que perdurara en el tiempo por encima de cualquier bache o
circunstancia de la vida.
       Así han sido, son y serán mis hermanos para mí. ¡Gracias
hermanos por darme la mejor infancia que un niño puede tener! Gracias
por nuestras peleas que hacían que la reconciliación fuera
maravillosamente divertida; gracias por esas tardes interminables de
juegos en el jardín de casa; gracias por esos momentos de risas y
carcajadas sin fin; gracias por esas vacaciones en la playa y esos juegos
en la colchoneta de agua; gracias por esas partidas en la videoconsola
que hacían de una tarde cualquiera una gran aventura pero, sobre todo,
gracias por estar y continuar siempre ahí.


                               (Entrada publicada el 4 de mayo de 2011)




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Ser madre: ¡toda una aventura!



Felicidades mamás

      Parece más que obvio que en el Día de la Madre dedique mi post
de hoy a todas las mamás. Nunca me han gustado esta clase de días;
siempre los he considerado más comerciales que otra cosa pero
creo que merece la pena pararse a pensar en lo que significan.
        Quiero empezar recordando con mucho cariño a todas las
madres que ya no están con nosotros. Aquéllas que un día se
marcharon dejando un gran vacío en el corazón de sus hijos y de
todos los que la querían. Debe ser realmente duro vivir sin la figura de tu
madre (se tenga la edad que se tenga), sin su cariño físico y sin sus
palabras. Sin embargo, se sea o no creyente, pienso que una madre
nunca abandona a un hijo y que aunque no se la pueda ver debe ser fácil
sentirla con los ojos del corazón, apoyarse en ella cuando las cosas no
van bien y notar cómo te da la mano para seguir caminando juntos. ¡Por
ello mi particular homenaje a esas madres-ángeles en su gran día!.
       Me gustaría continuar homenajeando a mi madre y a la forma
que tuvo de educarme y criarme. Mi madre fue una de esas mujeres
que dejó toda su vida para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos. En la
época de nuestros padres no solía ser habitual que las mujeres cursaran
estudios universitarios, sin embargo mi madre hizo su carrera de
Magisterio, totalmente vocacional, para acabar dejándola de lado y
ejerciendo de maestra de puertas para dentro.
       Aunque cuando éramos pequeños no lo apreciábamos, ahora me
doy cuenta del lujazo que era despertarse con sus besos, tener el
desayuno listo, la ropa del cole preparada encima de la silla y acudir al
colegio de su mano. Siempre pendiente de que tuviéramos bien
abrochado el abrigo, la merienda en la mochila y los deberes hechos. Y al
salir del colegio era una alegría tremenda encontrarla en la puerta (como
si no se hubiera marchado desde que nos dejó por la mañana), correr a
sus brazos y contarle emocionados el sobresaliente que habíamos
sacado en el examen de “mates”.
       Recuerdo que mi madre era como un hada para mí: de un trozo de
tela sacaba el mejor disfraz de Navidad para la función del colegio;
convertía una lección que me costaba memorizar en un cuento
asombroso que no olvidaría nunca; hacía de un pedazo de pan duro las
mejores torrijas que jamás haya probado y con sólo mirarme a los ojos
sabía que había tenido un mal día y cómo hacer para consolarme. Mi
madre ahora es abuela y me encanta verla revivir, con mi hijo, todas
aquellas sensaciones que tuvo cuando éramos pequeños. Se emociona
recordando, con coreografías incluidas, todas las canciones populares,
los personajes de dibujos animados y los juegos de nuestra infancia. Y mi



   36
Ser madre: ¡toda una aventura!


peque la observa como hipnotizado, encantado de tener a su abuela
siempre cerca. Aunque no te lo diga a menudo, ¡te quiero mamá!
      Quiero continuar recordando a las recientes mamás que han
descubierto hace poco lo que se siente teniendo a sus hijos consigo.
Ese primer momento en el que ves a tu pequeño es indescriptible y las
oleadas de sentimientos que se tienen no se asemejan a nada. ¡Disfrutad
mucho de vuestro primer Día de la Madre y de la vida que a partir de
ahora empezareis juntos!
      Y antes de terminar no quisiera olvidarme de todas esas
mujeres que luchan sin descanso por alcanzar su sueño de
convertirse en madres algún día. Seguro que están pasando por duros
momentos y en algunas ocasiones verán su meta alejarse cada vez más.
Desde aquí les ofrezco todo mi apoyo y mi fuerza para no rendirse nunca
y decirles que la recompensa que les espera al final del camino
subsanará con creces tanto sacrificio. Seguro que el próximo año estáis
celebrando con nosotras este gran Día.


      Y a todas las demás mamás: a las trabajadoras, a las que están
en paro, a las que lo han aparcado todo para estar con sus hijos, a
las primerizas y a las experimentadas, a las futuras madres que
esperan, a las mamás solteras, a las que necesitan un apoyo “extra”
para seguir caminando día a día, a las abuelas que ejercen de
madres más que las propias madres y a todas las buenas madres
que hicieron de nosotros las personas que somos ahora, ¡MUCHAS
FELICIDADES EN NUESTRO DÍA!


                               (Entrada publicada el 1 de mayo de 2011)




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Ser madre: ¡toda una aventura!



CUANDO LAS COSAS SE TUERCEN
La experiencia de sufrir un aborto es algo desgarrador. Te mata por
dentro, te aleja de tu sueño y te nubla la visión de futuro. Tus
ilusiones se truncan, tu pareja sufre tanto o más que tú y el mundo
no parece entender el drama que estás viviendo.

Haber pasado por un aborto te cambia la perspectiva de la
maternidad. Te hace darte cuenta que no siempre es fácil convertirse
en madre y descubres voces silenciosas de mujeres que han pasado
por lo mismo pero no se atreven a gritar su pena por miedo al qué
dirán. Mi amiga Belén me dijo una vez que el duelo hay que pasarlo,
hay que expulsarlo y dejar marchar en paz a ese angelito que un día
pudo estar en tus brazos y decidió volar antes de tiempo.




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Ser madre: ¡toda una aventura!



Un angelito en el cielo

       A veces las cosas no salen como uno las planea y en ese
momento sientes que todo se viene abajo. Desde el reposo y la
perspectiva que da una cama (en la que llevo dos días y en la que seguiré
al menos durante cuatro más), quiero relataros la experiencia que estoy
viviendo, con el único fin de desahogarme y quizá servir de ayuda a
quienes tengan la desgracia de pasar por esto algún día.
      Estoy sufriendo un aborto; una lenta agonía que comenzó
hace 1 semana y que parece no tener fin. Empezaré desde el principio.
        En plenas vacaciones en la playa me enteré de que estaba
embarazada. Fue una alegría tremenda que vino a poner fin a la mala
rachilla que parecía que estábamos atravesando entre la biopsia de mama y
otro aborto que tuve en el mes de marzo (lo relataré en otro post porque
éste fue bien distinto al que estoy sufriendo ahora y prefiero no
mezclarlos). Tras el aborto había dejado pasar una regla, tal y como me
dijo el médico, y volvimos a intentarlo con ganas y muy esperanzados. Me
quedé embarazada a la primera así que podéis imaginaros la fiesta que
montamos cuando el test nos confirmó el positivo. Yo me encontraba la
mar de bien, no tenía molestias de ningún tipo y estaba muy emocionada
con la noticia.
       Pero dados mis antecedentes de embarazo de riesgo que tuve
con mi hijo y el reciente aborto sufrido, decidí hablar con mi médico.
Él me recomendó hacerme un chequeo temprano para descartar
cualquier complicación y poder así seguir disfrutando de las vacaciones
sin problemas ni comeduras de cabeza. Así que decidí coger un tren y
regresar a Madrid para hacerme una revisión rápida. Me despedí de mi
marido y del nene en la estación, pensando que al día siguiente les vería
y podría mostrarles la primera ecografía del futuro bebé. En el viaje de
regreso a Madrid me invadió de pronto un extraño sentimiento de
angustia. Se me formó un nudo en el estómago y por más que trataba de
averiguar el motivo de tan repentina ansiedad no lograba dar con él. Me
intentaba convencer a mí misma de que al día siguiente, a esa misma
hora, volvería a la playa con mi peque y mi marido, a seguir disfrutando
del mar y las olas y con la tranquilidad de saber que mi pequeña y
ansiada lentejita estaba perfecta.
      El médico comenzó a hacerme las preguntas de rigor y por cada
pregunta que me hacía más nerviosa me iba poniendo:
     - "Según la fecha de tu última regla deberías estar de casi 7
semanas. Supongo que ya habrás empezado con las náuseas"




   39
Ser madre: ¡toda una aventura!


       - "Pues no. La verdad es que no siento náuseas" (ni nada - estuve
a punto de decirle; este embarazo estaba resultando muy diferente al de
mi primer hijo)
     - "Bueno, no pasa nada. Hay veces que no se tienen molestias
estomacales. Pasa a la camilla que voy a hacerte una eco"
        Me tumbé en la camilla y tuve dos opciones: mirar al monitor que
tenía delante o mirar al médico. Pensé que como no entendería
absolutamente nada de lo que se viera en la pantalla sería mejor mirar la
cara del médico y averiguar por su expresión si todo marchaba bien. No
me equivoqué. La cara del médico fue un poema. Venga a remover el
ecógrafo de un lado para otro mientras fruncía el ceño sin decir palabra.
Al final me dijo:
       - "Es raro. No se ve saco gestacional dentro del útero y sí veo una
pequeña mancha en un ovario. Esa mancha podría ser un simple quiste o
el embrión mal alojado, por lo que estaríamos hablando de un embarazo
ectópico. Si estuvieras de casi 7 semanas ya debería verse la vesícula
gestacional por lo que, o se trata de un embarazo extrauterino o bien se
trata de una gestación incipiente que no se corresponde a los cálculos
que hemos echado"
      A pesar de que el médico era realmente amable y me lo trataba
de explicar todo con la mayor dulzura y tranquilidad posible, sus
palabras se me clavaron como puñales y de pronto me sentí
inmensamente sola. Echaba de menos tener a mi marido al lado, buscar
su mirada, su apoyo... y en mi cabeza sólo sonaba una pregunta "¿por
qué a mí otra vez?".
       A partir de ese momento el médico me recomendó suspender mis
vacaciones y quedarme en Madrid, atenta a cualquier signo de alarma y
repitiéndome los controles ecográficos y análisis de sangre cada 48
horas.
       Así he permanecido casi 1 semana: ecografías vacías y la
hormona Hcg (la hormona que indica embarazo) creciendo por
momentos. La incertidumbre era total pues los análisis indicaban un
embarazo avanzado pero la imagen no mostraba absolutamente nada. Y
entonces, un día ¡apareció el saquito gestacional!. Todos respiramos
aliviados descartando, por fin, un embarazo ectópico pero algo había
marchado mal en ese tiempo. Se supone que ya debería estar de casi 8
semanas y la vesícula indicaba un tamaño de apenas 4 semanas de
gestación... quizá un fallo a la hora de echar las cuentas, una posible
ovulación tardía, un desajuste hormonal...
       Pero el mismo día en que me confirmaron la existencia de "algo" en
el útero, comencé a manchar. Era un manchado muy escaso y pensé
para animarme que muchos embarazos comienzan con leves manchados


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Ser madre: ¡toda una aventura!


y luego salen adelante. De nuevo fuimos a urgencias. Poco podían hacer:
me recomendaron reposo y volver en 48 horas para hacerme un nuevo
examen médico. Esa misma noche acudí de nuevo doblada de dolor y
con una hemorragia incontrolable.
      Las punzadas de dolor en el abdomen y en los riñones
resultaban insoportables y no recordaba haber sufrido un dolor
similar nunca. Me inyectaron nolotil y me dijeron que me dejarían
ingresada ante el importante sangrado que estaba teniendo. Sin embargo,
tras mantenerme en observación 3 horas y comprobar que el manchado
empezaba a remitir, decidieron darme el alta y mandarme a casa con
reposo absoluto y nuevo chequeo médico en unos días. Y en esas estoy.
       Cuando vuelva al médico comprobarán si lo he eliminado todo o si
deben hacerme un legrado. "Son cosas que pasan"; "Estas cosas
ocurren con mucha frecuencia"; "La naturaleza es sabia"; "Eres muy
joven, puedes volverlo a intentar cuando quieras"... son frases típicas
que te suelen decir los amigos en estos casos con la única finalidad de
levantarte la moral.
       Y sí, ya sé que estas cosas pasan y que es algo muy común, pero
el dolor físico y psíquico que estoy viviendo no se me olvidará nunca.
Sentir que con cada gotita de sangre mi bebé se marcha un poquito más
me desespera... Estaba tan contenta, tan ilusionada que no creo tener
fuerzas para volverlo a intentar en un futuro. La sola idea de poder volver
a pasar por lo mismo me resulta aterradora...
       Ahora sólo me queda esperar el resultado de los definitivos análisis
que me confirmarán, una vez más, que he vuelto a mandar un angelito
al cielo...
                                (Entrada publicada el 27 de julio de 2011)




Un sueño roto

      He estado embarazada en tres ocasiones y sólo una vez ha
salido adelante y hoy tengo a mi hijo conmigo.
      La experiencia de sufrir un aborto es algo horrible. Con el paso del
tiempo el dolor se va mitigando pero jamás desaparecerá de la mente de
una mujer.




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Ser madre: ¡toda una aventura!


       Saber que una vez estuviste embarazada pero que tu bebé no
siguió el proceso natural de desarrollo y por tanto nunca podrás conocerlo
es muy doloroso, aunque se trate de una pérdida temprana.
       Desde el primer momento en que se produce un embarazo ya
se habla de una nueva VIDA. A las 7 semanas, aproximadamente, el
corazoncito de ese nuevo ser ya late con fuerza y casi desde el primer
minuto en que ves las dos rayitas en el test ya te sientes mamá. Te
ilusionas, haces planes, se lo dices a tu entorno más cercano e incluso,
inconscientemente, te visualizas con tripita o con tu hijo en brazos. Pero
de pronto, sin saber porqué todo se tuerce y sientes que el destino te da
una enorme bofetada. Te preguntas porqué, lloras, gritas y por mucho que
trates de asumir la perdida jamás entenderás porqué se fue… Es normal
sentir culpabilidad en esos momentos: ¿habré hecho algo que haya
malogrado este embarazo? Tardarás mucho, mucho tiempo en asumir
que no has hecho nada malo y que las cosas, simplemente, pasan.
       “No sufras: ya tienes un hijo estupendo”; “Eres muy joven, podrás
intentarlo más adelante”; ” La naturaleza es sabia, si ha pasado es por
algo”; “Estabas embarazada de muy poquito”; “No llores, hay cosas
peores en la vida”… Todos tratan de consolarte con la mejor de las
intenciones pero lejos de ayudar, muchas veces esas palabras se
clavan como puñales.
       Aunque en su momento te parezca imposible, con un poco de
tiempo y buena ayuda saldrás adelante. Todos me dicen que cuando
logre de nuevo quedarme embarazada el recuerdo de mis abortos será
tan sólo una sombra que se alejará cuando vea a mi recién nacido. Sólo
espero poder darles algún día la razón.
                                                         (Página del blog)




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Ser madre: ¡toda una aventura!



CONCILIACIÓN REAL YA
¡Qué difícil es ser madre y trabajar al mismo tiempo fuera de casa! A
veces pueden incluso resultar dos facetas de la mujer totalmente
opuestas y podemos tener la sensación de que si deseamos ser
mujeres trabajadoras no podremos ser madres y viceversa.

Mi experiencia personal en el mundo laboral me ha demostrado que
no es posible ser madre y trabajar al mismo tiempo. Los horarios son
infernales, los jefes poco comprensibles con las situaciones
personales y familiares de sus trabajadores y las empresas poco o
nada concienciadas con la conciliación familiar. Está en nuestra
mano cambiarlo uniéndose al grupo Conciliación Real Ya, creado por
padres preocupados por conjugar ambas parcelas de la vida.

Estas han sido algunas de las entradas publicadas en mi blog acerca
de la conciliación:




   43
Ser madre: ¡toda una aventura!



Manifestación bloguera por la verdadera
conciliación en España

      La semana pasada conocimos unas declaraciones del Ministro
de Trabajo, Valeriano Gómez, sobre la conciliación laboral que no
han dejado indiferente a nadie. Este señor propone la escolarización
de todos los niños, inmediatamente después de nacer, como medida
necesaria para alcanzar la plena conciliación laboral y familiar. Parece
ser que a esto lo llaman progreso e igualdad…
       Siento verdadera lástima cuando escucho semejante sarta de
barbaridades dichas por quienes nos gobiernan. ¿A dónde vamos a
llegar? Lejos de acercarnos al modelo de los países nórdicos (que en
temas de maternidad y conciliación nos dan 100.000 vueltas)
abanderamos una idea que se supone “progresista” y que, a mi
modo de ver, deja totalmente de lado al ser humano, su educación y
sus sentimientos en pos de la productividad.
       No importa si un bebé de escasos días es abandonado en una
fría cuna de guardería sin el calor y los brazos de una madre, sin
consuelo cuando llora, recién llegado a un mundo en el que sólo le espera
soledad.
      No importa si una madre sufre lo que no está escrito al verse
separada de su bebé nada más nacer y privada de su abrazo que es lo
que verdaderamente la reconforta en plena depresión postparto.
      Nada de eso importa mientras la máquina de generar billetes no se
detenga...
       Señor ministro, pena me da pensar en lo que se convertiría esta
sociedad si sus “avanzadas” medidas son llevadas a cabo. Dejaremos de
criar hijos para pasar a criar auténticas máquinas sin sentimiento… pero
todo sea por “estimular la igualdad, la producción y la riqueza del país”.
      Déjeme decirle que a veces siento VERGÜENZA de pertenecer
a este país:
       A un país que no premia a las empresas por facilitar reducciones
de jornada o excedencias a sus trabajadoras, sino que incluso está bien
visto, y es aceptado sin rechistar, que el empresariucho de turno ponga
de patitas en la calle a la mujer que ose pedir semejante DERECHO
       A un país que no ayuda a los padres a alcanzar una verdadera
conciliación laboral, esclavizándolos con larguísimas jornadas laborales
en las que además gana más puntos quien más horas extra haga


   44
Ser madre: ¡toda una aventura!


      A un país que pone trabas a las madres que queremos ser
MADRES sin dejar de trabajar, con trabajos precarios de media jornada,
mal pagados e inestables
      A un país que se mofa en nuestras caras con medidas absurdas y
desproporcionadas como ésta…
       Ustedes pretenden solucionar la conciliación escolarizando a niños
recién nacidos y abriendo más guarderías con amplísimos horarios que se
ajusten a las jornadas de trabajo de los progenitores. Ese es el progreso.
      Desde mi humilde blog digo BASTA a tanta tomadura de pelo. No
quiero sentirme juzgada o tachada de “improductiva” y "retrógrada" por
tomar la decisión de no trabajar fuera de casa para ocuparme de la
educación de mi hijo y de formarle como persona. Estoy orgullosa de ser
madre y de criar a mi pequeño con amor y dedicación. Sé que de este
modo formaré, para el día de mañana, a una gran persona, íntegra, con
valores familiares y sólidos principios.
      Exijo una rectificación YA y unas verdaderas medidas de
conciliación. Señor ministro, ya nos hemos reído todos un rato con sus
declaraciones, ahora venga, hablemos en serio…


                               (Entrada publicada el 06 de mayo de 2011)




La madre que hubiera sido y la madre que soy

      Tal día como hoy de hace dos años estaba en la cola del paro
esperando sellar mi tarjeta como demandante de empleo. Mi empresa
acababa de notificar un ERE con externalización de departamentos entre
los que se encontraba el mío, así que al volver de mi baja maternal me
esperaban con la carta de despido en la mano. En ese momento no lo
sabía pero aquel hecho supuso el renacer como madre y la aparición
de una nueva forma de entender la maternidad.
        Voy a confesarme desde el principio:
      Cuando supe que estaba embarazada no me plateé qué clase de
madre quería ser. ¡Ni siquiera sabía que existían diversas formas de
entender la maternidad!.Jamás había oído la palabra colecho, ni
porteo, ni crianza con apego, ni me imaginaba dando el pecho a mi
hijo más allá de los 4 meses de rigor. Mi libro de cabecera era
“Duérmete niño”, pues había oído hablar tantísimo de él que pensaba que


   45
Ser madre: ¡toda una aventura!


todos los padres debíamos regirnos por lo que dijera el señor Estivil y con
más o menos fortuna íbamos capeando los temporales que como
primerizos nos azotaban de vez en cuando.
       En ningún momento me planteé dejar de trabajar por cuidar a
mi hijo y no sé muy bien el motivo, pues económicamente hubiéramos
podido hacerlo. Embarazada de pocos meses me comencé a informar
sobre las guarderías de la zona, a pedir referencias, a conocer los
precios… Había asumido sin ningún género de duda que con 16 semanas
mi hijo estaría en una guardería (o con una cuidadora) un mínimo de 8
horas diarias.
       Pero de pronto me vi en la cola del paro y con una nueva vida
por delante. A partir de ese momento comencé a vivir la maternidad
intensamente, a enamorarme cada día un poco más de mi hijo, a abrir mi
horizonte de lecturas descubriendo verdaderas joyas que me hicieron
cambiar mi forma de ver la maternidad, a comenzar un blog donde
plasmar mis vivencias como madre y a formar parte de una tribu que me
ha enseñado todo lo que soy. Al principio me puse como meta unos
meses de parón, hasta que mi peque hiciera su primer añito. Luego me di
cuenta de que ese vínculo entre él y yo era tan grande que no podía (ni
quería) romperlo por volver a una oficina así que fui alargando mi baja
laboral hasta el día de hoy. Y ahora sé que ha sido lo mejor que he
hecho en muchísimo tiempo.
        A veces pienso en qué sería de mí y de mi hijo si no hubiera
existido nunca ese ERE. Pienso en la de cosas que nos habríamos
perdido y en la de tiempo que no hubiéramos disfrutado juntos. Pienso
que este blog no existiría (poco tiempo para escribir y una forma muy
“social” y “mecánica” de entender la maternidad no hubieran dado pie a
ello) y tampoco me habríais podido enseñar todo lo que ahora sé.
      Por eso, aunque suene extraño decir esto en los tiempos que
corren, agradezco infinitamente a mi ex empresa la oportunidad que
me dio de renacer como madre.


                               (Entrada publicada el 30 de enero de 2012)




   46
Ser madre: ¡toda una aventura!



SER MADRE
Ser madre no es fácil. Nadie nos enseña a serlo y somos nosotras,
con nuestro instinto y la observación del carácter y las necesidades
de nuestro hijo quienes elegimos la mejor forma de criar, educar y
ser feliz.

Nunca me han gustado los consejos gratuitos ni la forma que tienen
determinadas madres de “imponer” a otras de su entorno su forma
de actuar con sus hijos.

Sin embargo agradezco a las madres que comparten conmigo su día
a día, su visión de la maternidad y los trucos que emplean para hacer
de la crianza de sus hijos una tarea más sencilla.

Ahí van mis pequeños trucos y aportaciones así como dudas varias
que me han asaltado en este primer año como madre virtual.




   47
Ser madre: ¡toda una aventura!



Abortada operación retirada de pañal

     Lo reconozco: hemos fracasado estrepitosamente en la
operación "retirada de pañal". No sé dónde está el error pero no
cabe duda de que lo hay y debe ser muy grande a juzgar por los 2
meses de operación y los cero avances conseguidos.
       En el mes de junio comencé a quitarle al peque el pañal. Todavía
no tenía los 2 añitos y había gente que me decía que era pronto pero
preferí intentarlo con la llegada del buen tiempo. El niño se ha pasado
todo el verano con el culillo al aire; tanto es así que se me ha "asalvajado"
y no le gusta demasiado que le vista o le ponga el pañal para dormir o
irnos a la calle.
      El pañal se lo quito mientras estamos en casa y cada 20
minutos, aproximadamente, le pongo en el WC a hacer pipí. No
hemos empleado orinal; decidí pasar al WC directamente porque al nene
no le daba miedo y al principio incluso le hacía gracia hacer pis donde
papá y mamá.
       Lo cierto es que cada vez que le siento él hace pis y es una
fiesta. Se aplaude, se ríe e incluso a veces se marca una danza muy
curiosa y divertida mientras tira de la cadena. Siempre que le pongo hace,
aunque sean dos gotitas.
       Hasta ahora no he conseguido que haga caca. Cuando veo que se
le cambia la carita y que empieza a apretar le llevo corriendo al WC pero
"le corto el rollo". Se enfada mucho y no le gusta hacerlo ahí. Prefiere el
pañal... Supongo que necesitará su intimidad y su concentración...
      El problema es que cuando tiene ganas de hacer pis no me lo pide.
Él se agacha, se acurruca en una esquinita y se lo hace encima. Como
mucho me avisa después, cuando ya se lo ha hecho (¡qué detalle, al
menos así puedo recoger el charco en el momento!). Mi forma de
educarle en esos momentos es exactamente igual a cómo he educado a
mis perros (sé que puede sonar bruto pero no se me ocurre otra forma
mejor):
       - "No, no y no. Ahí no se hace pis" - se lo digo en un tono enérgico.
Me lo llevo corriendo al WC y le siento - "Se hace aquí".
      Pero la verdad es que dudo que mi mensaje le llegue o lo
comprenda... Lo que me tiene mosquedada es que no me lo pida. Él no
es muy hablador pero "pis" si sabe decir. ¿Acaso todavía es muy
pequeño para ser consciente de la necesidad que le entra? ¿Quizá le
esté exigiendo demasiado y deba esperar todavía un poquito más?




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Sermadre
Sermadre
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Sermadre

  • 1. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com PRÓLOGO ESCRITO POR BELÉN, Mamá sin complejos Mi querida amiga Silvia ha querido que dedicara unas palabras a este proyecto que inicia, uno más relacionado con su blog “Ser madre: ¡toda una aventura!” Silvia y yo nos conocimos gracias a nuestros blogs. La red, esa gran tela de araña que hemos ido tejiendo, nos ha ido uniendo. Muchas hemos sido las madres que hemos buscado aquello que nos faltaba en esta inmensa tela: comprensión, cariño, apoyo, una sonrisa, una mamá que entendiera lo que hacíamos con nuestro pequeño, una palabra amable sin juzgarnos…. Y aunque parezca mentira y sin darnos cuenta, de repente se había creado la Tribu 2.0, un grupo de madres con ideas comunes acerca de cómo queremos criar a nuestros hijos. Y lo más importante, qué cosas no queremos para ellos. La maternidad ha supuesto un antes y un después en mi historia. Mi hijo irrumpió en mi vida y sacudió todos mis principios y prioridades. Cuando le tuve en mis brazos supe que nada volvería a ser igual. No me equivocaba, mi vida ahora es infinitamente mejor. Mi hijo es mi tesoro, mi amor, mi ángel, mi guía, pero también es mi maestro, pues me enseña cada día a ser mejor mujer, mejor madre. Me obliga a reinventarme a menudo para poder seguir adelante. Y aunque no siempre es fácil me siento orgullosa de él, de la familia que hemos construído y de la maravillosa relación que tenemos. Mientras escribo estas líneas le tengo a mi lado diciéndome “mami, te quiero muchísimo”. ¿Quién puede superar algo así?. La Tribu 2.0 fue todo un descubrimiento para mi, como lo fue para muchas de nosotras. Era increíble encontrar a tantas madres que, como yo, tenían inquietudes, intereses y modos de ver la crianza de un modo muy distinto a lo que se estilaba. ¿Pero aún le das teta?, ¿no me digas que duerme en vuestra cama?, ¿no le fuerzas a comer un poco más?, ¿no le llevas a la guarde?, ¿no trabajas?. Todas esas preguntas eran hechas sin pudor aún cuando conocían las respuestas, y conseguían avergonzarme. Después no, cuando dejé de sentirme el bicho raro, cuando mis compañeras, mis amigas, mis comadres me hicieron ver la naturalidad de mi maternidad, conseguí sentirme orgullosa de mi misma y de mi elección. Conocí a Silvia cuando yo comenzaba a sentirme empoderada con mi maternidad, cuando me sentía segura de mi misma, de cómo estaba criando a mi hijo. Ella estaba iniciando la aventura, y vi que sentía los mismos miedos, las mismas dudas, las mismas inquietudes, que yo tuve
  • 2. Ser madre: ¡toda una aventura! un día. Leía su historia, gracias a su blog, y me veía a mi misma en aquellas líneas. Me di cuenta que todas anhelamos lo mismo, la libertad de ejercer la maternidad a nuestro antojo. Cada madre debe sentir que puede elegir, debe sentir que no hay normas impuestas. A partir de ahí recuerdo que Silvia comenzó a cambiar, porque empezó a crecer, a sentirse segura, había comenzado su empoderamiento. En su blog se apreciaba cómo ella se sentía, sus entradas, sus secciones, su segundo blog (Mi menú sin leche), todo eran proyectos cuyo único fin era vivir su maternidad en estado puro y poder contarlo a quien quisiera leerlo. Y de eso se trata, de que todas y cada una de nosotras salgamos del armario y vivamos la maternidad en estado puro, sin frenos, sin ataduras, sin convencionalismos. ¡Gracias Silvia!. 2
  • 3. Ser madre: ¡toda una aventura! Hace un año exactamente que inicié mi blog “Ser madre: ¡toda una aventura!”, con ganas, ilusión y mucho, muchísimo amor. En un primer momento lo creé como un espacio de desahogo y diario virtual de mi día a día como madre. Mi única idea era que mi hijo pudiera leerlo cuando fuera algo más mayor y descubriera en cada post la pasión que su madre siente por él y el milagro tan grande que supuso para nuestras vidas su ansiada llegada. Pero poco a poco el blog se fue transformando en “mi casa”; en una casa en donde dar rienda suelta a la creatividad, al fluir de sentimientos y, por supuesto, al contacto con “mis vecinos” de barrio. Sin saberlo comencé a formar parte de la tribu 2.0, un grupo de madres y padres especialmente preocupados por la maternidad y con gran una sensibilidad para comunicar todas las emociones que sus hijos les transmiten cada día. Y post a post, comentario a comentario, he ido tejiendo una extensa de red de conocidos y, ¿por qué no decirlo?, de amigos, con los que comparto mucho más que la simple visión de nuestra maternidad. Con casi 200 post escritos y centenares de visitas diarias, este primer año se merecía ser celebrado por todo lo alto. De ahí surgió la idea de crear este e- book; un libro digital recopilatorio de los mejores post, los que más han significado para mí, los que más aceptación o controversia han causado y los que resumen, a grandes rasgos, mis dos años y medio de maternidad. Amigo lector, ¡que lo disfrutes! 3
  • 4. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com A mi marido, compañero y padre de mi vida, gracias por encontrarme, por estar ahí y por animarme a crear el blog. Sabes que este hecho ha supuesto para mí un antes y un después en mi forma de entender la maternidad. A vosotros, mis lectores, gracias por descubrirme, por leerme, seguirme y sostenerme en los malos momentos. Gracias por vuestro apoyo y vuestras alegrías. Gracias por haber estado, por estar ahora y por lo que vendrá. A mi querida Belén, Mamá sin Complejos, simplemente gracias por ser así.
  • 5. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com Contenido EL EMBARAZO ..................................................................................................................... 7 La larga espera (1ª parte) ............................................................................................... 8 La larga espera (2ª parte) ............................................................................................... 9 La larga espera (3ª parte) ............................................................................................. 10 Cuando los hijos no llegan ............................................................................................ 12 Lección de anatomía ..................................................................................................... 14 EL PARTO........................................................................................................................... 16 El dolor que me produce recordar cómo llegaste a este mundo ................................. 17 EL PORSTPARTO ................................................................................................................ 19 ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-parto (1ª parte) ...................................... 20 ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post-parto (2ª parte) ...................................... 21 LA LACTANCIA ................................................................................................................... 24 Desenterrando fantasmas: mi experiencia con la lactancia ......................................... 25 En contra de la lactancia materna ................................................................................ 28 REFLEXIONES ..................................................................................................................... 30 Tic, tac, tic, tac…............................................................................................................ 31 Viviendo deprisa ........................................................................................................... 31 Carta a mi niño .............................................................................................................. 33 Un tesoro llamado hermano ......................................................................................... 34 Felicidades mamás ........................................................................................................ 36 CUANDO LAS COSAS SE TUERCEN .................................................................................... 38 Un angelito en el cielo .................................................................................................. 39 Un sueño roto ............................................................................................................... 41 CONCILIACIÓN REAL YA .................................................................................................... 43 Manifestación bloguera por la verdadera conciliación en España ............................... 44 La madre que hubiera sido y la madre que soy ............................................................ 45 SER MADRE ....................................................................................................................... 47 Abortada operación retirada de pañal ......................................................................... 48 Mami no te vayas .......................................................................................................... 49
  • 6. Ser madre: ¡toda una aventura! La explosión del lenguaje .............................................................................................. 50 El niño del saco ............................................................................................................. 51 Soy una malísima madre ............................................................................................... 52 Cuando es mamá quién enferma.................................................................................. 53 ALERGIA ALIMENTARIA ..................................................................................................... 55 Alergia a la leche: un trastorno alimenticio cada vez más frecuente ........................... 56 ANIMALES Y NIÑOS ........................................................................................................... 60 ¿Cómo osas tener gato estando embarazada? ............................................................ 61 Un amor casi maternal.................................................................................................. 62 Cuando un niño y un perro se ven por primera vez ..................................................... 63 AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................... 65 6
  • 7. Ser madre: ¡toda una aventura! EL EMBARAZO Cuando el test de embarazo nos indica que pronto nos convertiremos en madres nuestro mundo se tambalea. En ese momento surgen dudas, miedos, preocupaciones y ansiedad. Ansiedad por lo desconocido (aunque no seas primeriza ningún embarazo es igual que el anterior) y sobre todo por saber si desempeñaremos correctamente nuestro papel como madres. Así viví yo mi embarazo, así lo escribí y así sentí cada mes. 7
  • 8. Ser madre: ¡toda una aventura! La larga espera (1ª parte) A los nueves meses de embarazo se los denomina “la dulce espera”. ¡Seguro que el término se lo inventó un hombre que, evidentemente, no sabe lo que es estar embarazada!. “Espera” sí, y muy larga. Demasiado larga, diría yo (siempre he pensado que siete meses sería el tiempo ideal). Pero ¿”dulce”?. Tobillos hinchados, retención de líquidos, vómitos y náuseas, lumbago, ardor de estómago… Que yo sepa no veo nada de dulce en todo eso. Sí que es cierto que el fondo (o sea, el bebé en cuestión que llevas dentro) es dulcísimo, pero la forma (todo lo que acontece alrededor) es una sucesión de incomodidades por las que, irremediablemente, tenemos que pasar. En mi caso no es justo que me queje pues tuve un embarazo perfecto. De libro, diría yo. Como de libro fueron también todos y cada uno de los síntomas que fui padeciendo mes a mes. Mi olfato se alteró de tal manera que era capaz de detectar cualquier olor a varios metros de distancia. De pronto, las cosas normales de mi día a día comenzaron a olerme fatal. Mi propia casa, el carísimo perfume que me regaló mi hermana, el interior del coche, ciertas comidas, mi compañera de trabajo (¡espero no herir susceptibilidades!)… ¡Fue un auténtico calvario convertirse en sabueso durante tres meses! Hay mamás que dicen que lo que peor llevaron fue el cansancio y el sueño. Por suerte (¡o por desgracia!) a mí no me tocó pasar por eso pero sí tuve el efecto contrario, una absoluta hiperactividad a cualquier hora del día; sobre todo por la noche (¡no penséis mal!). Era incapaz de dormirme. ¡Venga a dar vueltas y vueltas en la cama, con los ojos abiertos como platos y la mente en ebullición!. Y lo peor es que, a pesar de pasarme la noche en vela me levantaba espídica y con ganas de hacer muchas cosas (¡incluso me daba por pasar la aspiradora a las 07:30 de la mañana antes de ir a trabajar: ¿sería el famoso síndrome del nido?) Otra de las cosas que llevé fatal fueron las arcadas y las nauseas a todas horas del día (¿a quién se le ocurrió decir que las náuseas son sólo matutinas?). Eso de tener todo el día el estómago como si acabara de bajar de una montaña rusa era algo realmente incómodo. Por fortuna, y según dicen los libros, las náuseas suelen desaparecer en la semana 12 y, como un reloj, se me fueron en ese momento. Psicológicamente, el primer trimestre del embarazo también es duro. Al impacto de enfrentarte de pronto con la noticia de que vas a ser madre se une el temor a que el embarazo se pueda malograr pues es en los tres primeros meses cuando mayor es el riesgo de aborto. Además, los dolores abdominales (al menos en mi caso) son más o menos 8
  • 9. Ser madre: ¡toda una aventura! intensos y constantes por lo que nunca sabes cuando llega el punto en el que debes empezar a preocuparte. A pesar de todas estas incomodidades cuando superas el primer trimestre empieza la mejor etapa del embarazo, esa en la que realmente sientes que estás embarazada y en la que comienza a establecerse un vínculo mágico con tu pequeño. (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011) La larga espera (2ª parte) Superado el primer trimestre se supone que comienza la etapa más bonita del embarazo. Empiezas a sentir a tu bebé, las náuseas se han ido y la tripa va creciendo pero no es todavía tan abultada como para impedirte hacer tu vida normal. Ya no puedes disimular tu embarazo y la gente de pronto se vuelve súper amable contigo. Recuerdo perfectamente el día en que empecé a notar a mi pequeño. Era Semana Santa y estaba disfrutando de unos días de descanso en la playa. Ese mismo día cumplía mi semana 20 de embarazo y de pronto comencé a sentir unos leves movimientos, similares al aleteo de una mariposa en mi interior. ¡Complicado describir una sensación así porque no es comparable a ninguna otra que hayas tenido previamente en tu vida!. Instintivamente me toqué la tripa y sonreí: ahí estaba mi campeón, haciendo sus primeras piruetas dentro de mi tripa. Normalmente suele ser también en esta semana cuando te desvelan el sexo de tu bebé. Aunque no sea algo importante (al menos para mí no lo era) sí que es ilusionante poder poner por fin nombre a tu pequeña lentejita. Nosotros ya sabíamos que esperábamos un niño desde la semana 14. El doctor se aventuró mucho diciéndonoslo tan pronto pero, al parecer, se veía muy claramente. A medida que la tripa aumenta también lo hace el ardor de estómago, sobre todo a última hora del día. En mi caso además se acrecentaba mucho porque mi niño estaba sentado como un rey, y su cabeza me presionaba continuamente la boca del estómago haciéndome muy difíciles las digestiones. En este momento es cuando también te hacen la temida prueba del azúcar con el consiguiente estricto régimen que hay que acatar si los niveles salen elevados. 9
  • 10. Ser madre: ¡toda una aventura! Hoy en día los médicos están muy pendientes del peso que se coge durante el embarazo pues un peso elevado puede dificultar la tarea de parto o crear problemas futuros de salud para el bebé. Hasta el sexto mes de embarazo mi peso había sido más que ideal. La enfermera me recordaba a menudo lo bien que lo estaba haciendo engordando menos incluso de 1 kilo por mes. Pero resultó que los niveles de azúcar me dieron bastante bajos, y unido al bajo peso que había cogido hasta la fecha, mi médico cometió el error de darme carta blanca para comer. No es que hasta el momento me hubiera contenido con la comida, ¡al contrario!, pero sí me había contenido mucho con los dulces. Así que la vía libre se convirtió en desayunos diarios con croissant a la plancha, en meriendas plagadas de bollería industrial y en tardes de tortitas con nata en el VIPS dos o tres veces por semana. ¿Resultado?: 19 kilos de más al final del embarazo. ¡Menos mal que el angelito nació por cesárea porque creo que hubiera sido incapaz de expulsar casi 4 kilos de niño! Y en un abrir y cerrar de ojos te das cuenta de que el segundo trimestre ha pasado y piensas que, con la cantidad de cosas que tienes que comprar y preparar para la llegada de tu pequeño, el tercer trimestre se pasará más rápido incluso que éste, pero te equivocas. Comienza el trimestre más largo de todo el embarazo; el más pesado, el más desesperante y el más incómodo. Cuanto más se acerca el momento más lejos parece estar la meta... (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011) La larga espera (3ª parte) Conviene recordar que estar embarazada no es estar enferma. Se puede hacer una vida casi normal hasta el último momento, aunque sí es cierto que los síntomas que se tienen no deben ser menospreciados porque no son precisamente moco de pavo. Del tercer trimestre recuerdo con horror mis tobillos de paquidermo del mismo tamaño que los muslos. Cuando conseguía mirarme los pies (sin caer en el intento) los veía ahí, palpitantes, morados y con la piel a punto de resquebrajarse. Una vez se me ocurrió ponerme una pulsera tobillera (era verano y yo soy muy coqueta) y por la noche, cuando me la fui a quitar se me había quedado literalmente clavada en la carne. ¡Una odisea! Lo mejor es mantener los pies en alto y moverlos constantemente para que no se queden anquilosados. Coger el sueño a estas alturas del embarazo también se hace difícil sobre todo si, como yo, sólo sabes dormir boca abajo. Deberían 10
  • 11. Ser madre: ¡toda una aventura! fabricar colchones con un agujero en medio en donde encajar la tripa y poder pasar la noche un poco más cómoda. Dicen que lo ideal es dormir de lado (no te queda otra porque boca arriba es sumamente incómodo y además puede resultar perjudicial para el feto) y con una almohada entre las piernas. Mi cama de matrimonio, de 1,35 cm, se quedó pequeña y los tres últimos meses hicieron insoportable la convivencia marital en el lecho. Os cuento: tres cuartas partes del colchón lo ocupábamos mis tres almohadas (una para la cabeza, otra para levantar los pies y otra para ponerla entre las piernas) y yo. Quienes me conocen sabrán que soy de constitución delgada, pero en aquel momento de mi embarazo me asemejaba más a un torpe león marino de culo muy gordo (¡perdón por la expresión!) que a otra cosa. Mi pobre marido quedaba recluido en una esquina del colchón, con pavor a moverse para no ser engullido por mis carnes sudorosas (aquel verano fue uno de los más cálidos que se vivían en la última década). Y es que los sofocos nocturnos fueron mi peor pesadilla. Siempre escuché que las embarazadas sienten más calor que el resto, pero no me imaginé que mi cuerpo pudiera llegar a ser una estufa en pleno mes de agosto. Era horroroso levantarse en mitad de la noche, empapada en sudor, con el camisón pegado al cuerpo y el pelo hecho una maraña. Había noches en las que el calor que sentía era tan inhumano que me tenía que duchar empapándome bien el pelo para poder seguir durmiendo. Yo no soy aficionada al aire acondicionado pero aquel verano se convirtió en mi mejor aliado. Lo ponía a toda pastilla por la noche y al despertar, fresca como una lechuga, encontraba a mi marido, envuelto en una manta que había rescatado del altillo del armario, acurrucado en un extremo del colchón y pidiéndome por favor que subiera un poco la temperatura (de 18º a 24º, por lo menos). Puede parecer que no hay molestia a la que el cuerpo no se adapte o no logre mitigar de algún modo pero sí existe una, al menos desde mi vivencia particular, que me trajo varios quebraderos de cabeza en más de una ocasión. Es normal que a medida que se acerca el momento final, la frecuencia de micción aumente considerablemente. Probablemente tengas que ir al baño cada dos por tres y en ocasiones… quizá no llegues a tiempo. Sí chicas; a veces pasa eso. Sobre todo si la carrera hacia el cuarto de baño ha sido provocada por un ataque de risa causado por las tonterías que a tu marido le gusta decir para ponerte a prueba o por la risa absurda que te causa un nuevo spot de televisión como, pongamos por ejemplo, el de las mellizas de Bancaja. Entre la risa y la torpeza de movimiento el camino hacia el aseo parece hacerse larguísimo y la puerta del baño se ve cada vez más lejana. Resultado: ¿será que he roto aguas?. No pasa nada. Mejor no darle más importancia que la que tiene y agradecer que ocurra dentro del propio hogar y no en la calle, por ejemplo. 11
  • 12. Ser madre: ¡toda una aventura! Después de haber pasado por este periplo de vicisitudes ya no cabe duda de que las mujeres estamos hechas de una pasta especial y ya nada va a asustarnos. ¿Y el parto?; el parto es tan sólo una horita corta en comparación con todo lo que hemos tenido que pasar (Entrada publicada el 19 de febrero de 2011) Cuando los hijos no llegan Seguro que todos hemos escuchado alguna vez historias tristes de padres que buscan desesperadamente engendrar un hijo sin éxito. Quizá incluso contemos con un caso cercano de un amigo o familiar en esta situación. Entonces sabremos lo realmente doloroso que resulta para estas personas el no poder tener un hijo de forma natural. La naturaleza a veces es muy cruel y cuando veo en el telediario las escalofriantes noticias de recién nacidos tirados a la basura o asesinados por sus madres me entra una indignación incontenible, al margen de la enorme pena de pensar en esa inocente criatura venida al mundo para sufrir. ¿Por qué hay mujeres que se quedan embarazadas sin ni siquiera buscarlo ni quererlo y otras desearían por encima de todo tener en sus brazos a un bebé? Por suerte la ciencia avanza por momentos y es cada vez más sencillo encontrar tratamientos a determinados problemas físicos que pueden dificultar el lograr un embarazo natural. Los médicos especializados en el área de la genética se convierten en “dioses” para muchos padres al darles por fin el hijo que esperaban. Llegados a este punto siempre me he planteado la duda de si, en algunas ocasiones, haremos lo correcto manipulando “humanamente” lo que “naturalmente” se nos niega. Es decir, ¿tiene lógica que se consiga en un laboratorio que una mujer de 45 años se quede embarazada, cuando lo recomendable médicamente es que no se tengan hijos más allá de los 36 por el riesgo que para madre y feto esto supone?. Por un lado pienso que si la naturaleza no nos da un hijo pasada una cierta edad no se debería forzar de manera artificial un embarazo, no sólo por el riesgo que supone sino por lo antinatural que resulta ver a unos padres de 60 años batallando con un hijo en plena adolescencia. Pero por otro lado pienso que la sociedad avanza a un ritmo vertiginoso, cambia, se mueve… y nosotros debemos adaptarnos a ella. De este modo, es cada vez más frecuente que los hijos se independicen tarde, se 12
  • 13. Ser madre: ¡toda una aventura! emparejen pasados los 30 y decidan formar una familia cuando el reloj biológico está llegando a su fin. ¿Es justo entonces que estas personas ya no tengan derecho a ser padres?. También existen casos de mujeres que quieren ser madres a toda costa pero no encuentran una pareja estable con la que lograr su sueño… ¿Deben esas mujeres renunciar a su deseo por el mero hecho de no tener a su lado un hombre? Pero al mismo tiempo, ¿es justo que se le niegue a un hijo el derecho de tener un padre incluso antes de haber nacido? A mi juicio, el área de la medicina reproductiva plantea muchos dilemas e interrogantes, a veces difíciles de resolver, pero lo que está claro es que mientras la sociedad siga yendo por este camino (y ya sería extraño que diera un cambio radical) será cada vez más frecuente que la gente tenga que recurrir a la reproducción asistida para poder tener descendencia. Pero, más allá de “obrar el milagro” al conseguir un embarazo cuando naturalmente parece imposible, la reproducción médicamente asistida puede hacer muchas más maravillas como el conseguir liberar a los recién nacidos de determinadas enfermedades congénitas, seleccionado embriones sanos en un laboratorio mediante el llamado diagnóstico genético pre-implantacional. Personalmente considero que esto es algo increíble, no sólo por el hecho de liberar a los niños de determinadas enfermedades congénitas transmitidas por sus padres, sino porque esos padres que hace algunos años estaban abocados a no poder tener descendencia o a tenerla corriendo un grave riesgo, ahora pueden respirar tranquilos con la certeza absoluta de que su hijo, engendrado bajo esta técnica, nacerá sano. Sin embargo, sectores como la Iglesia se muestra radicalmente en contra de estas técnicas por considerarlas inmorales, ilícitas y contrarias a la dignidad de la procreación humana. Está claro que nunca llueve a gusto de todos pero, más allá de ciertas dudas que este tema me puede acarrear, considero que la reproducción asistida es un verdadero milagro del hombre gracias al cual muchas personas han vuelto a sonreír a la vida. (Entrada publicada el 19 de marzo de 2011) 13
  • 14. Ser madre: ¡toda una aventura! Lección de anatomía Quienes me leéis desde hace tiempo, más o menos sabéis de las dificultades que tuve durante el embarazo debido a la malformación que tengo en mi útero. Sin embargo, nunca he explicado detenidamente qué es exactamente lo que tengo, cómo me lo detectaron y porqué debieron hacerme cesárea para que mi hijo naciera. Cuando me estaba formando en el interior del vientre de mi madre, en torno a las 16 semanas de gestación, se produjo un defecto en la fusión de los conductos de Müller encargados de formar los órganos del aparato reproductor. Este defecto puede acarrear diversas malformaciones anatómicas:  Duplicidad completa de los órganos genitales internos (2 úteros, 2 vaginas y 2 cuellos uterinos)  Duplicidad del útero y cuello pero vagina normal  bien 1 único cuello uterino, 1 vagina normal y 1 útero con forma anómala (mi caso) En mi caso concreto la forma anómala afecta a las trompas y al útero de la siguiente forma. TROMPAS: Sólo me funciona correctamente una trompa, la otra debido a su extraña forma, imposibilita al óvulo llegar a tiempo al lugar indicado para ser fecundado. Es decir, cuando el óvulo llega ya se le ha "pasado el arroz" y muere. Tener la trompa en este estado puede acarrear además el riesgo de que el óvulo sea fecundado en su momento justo pero en un lugar indebido produciéndose un embarazo ectópico o un aborto por causas anatómicas. ÚTERO: Mi útero es una mezcla de las siguientes malformaciones  Útero bicorne: Útero con forma de corazón hundido en la parte central superior. El bebé tiene muy poco espacio para crecer y desarrollarse con normalidad  Útero unicorne: útero con la mitad de tamaño que un útero normal y una única trompa de Falopio. Suele acarrear problemas para lograr embarazo y los bebés nacen muy prematuros  Útero septo: Por fuera el útero tiene forma normal pero por dentro hay un tabique que lo divide longitudinalmente de arriba a abajo (es decir, lo parte en dos). Es imposible lograr un embarazo sin cirugía previa. El resultado de estas malformaciones puede ser: 14
  • 15. Ser madre: ¡toda una aventura!  Malformaciones en órganos adyacentes como riñones y vejiga (en mi caso ha quedado descartado)  Abortos de repetición: es imposible saber si los 2 abortos que he tenido se han asociado a este hecho concreto, pero el dato queda ahí...  Partos de riesgo por prematuridad: la escasa cavidad uterina hace (en la mayor parte de los casos) imposible que el feto pueda llegar a término, llegando a presentarse el parto antes de la fecha señalada (cuánto antes dependerá de cada caso concreto y del grado de la malformación)  Cesárea por presentación podálica, transversal o longitudinal del bebé. Debido al poco espacio que tiene el feto en el útero, éste no puede girarse ni colocarse cabeza abajo para atravesar el canal de parto. Ya he comentado varias veces que mi hijo fue un milagro pues los médicos no auguraban que llegara a superar el 7º mes de embarazo; no en vano, en la semana 28 me dieron la baja con reposo relativo. Sin embargo, quizá por la extraña postura que el peque se buscó, conseguimos llegar a la semana 37, momento en el cual se decidió no "arriesgar" y se me programó la cesárea. Algunas me habéis preguntado el motivo por el cual me programaron esta intervención en lugar de dejar que mi cuerpo se pusiera de parto solo. Os cuento el motivo: mi hijo venía colocado en forma de V, cabeza en una cavidad uterina, culete en mi pelvis y piernas para arriba alojadas en la otra cavidad; esta postura hacía imposible el parto vaginal. Las contracciones de parto en úteros así suelen ocurrir en acordeón, es decir contracciones que empujan al bebé de arriba a abajo pero al mismo tiempo también lo hacen de abajo a arriba, llegándose a producir sufrimiento fetal. Por tanto, viendo que el embarazo había llegado a buen puerto y que el bebé no iba a colocarse jamás se decidió no esperar a ponerme de parto para no arriesgar su salud. Espero no haberos aburrido con mi breve lección médica y que os haya servido para entender un poco más sobre estas extrañas anomalías congénitas que afectan al 1% de las mujeres y que, a veces, pueden tener finales felices y esperanzadores ;-) (Entrada publicada el 15 de enero de 2012) 15
  • 16. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com EL PARTO Cuando imaginamos el momento del parto pensamos en algo mágico, grandioso y milagroso. Todas admiramos a las madres que dan a luz de forma natural, sin intervención médica ni anestesia, sólo ayudadas por su fuerza y su instinto de empujar a la vida a su bebé. Pero no siempre el parto transcurre como uno desea y a veces se complica, se instrumentaliza o acaba en cesárea. Soy de las que piensan que los médicos no hacen cesáreas de forma gratuita. Creo que las cesáreas son, en la inmensa mayoría de los casos, necesarias y una ayuda vital para nacer. Sin embargo, el hecho de tener que pasar por una cesárea no quita que las mujeres no podamos ni debamos exigir unos derechos como pacientes y como madres y un trato digno, humano y cálido por parte de quienes nos atienden.
  • 17. Ser madre: ¡toda una aventura! El dolor que me produce recordar cómo llegaste a este mundo Hace unos días volví a leer el post de Magia sobre el nacimiento de su pequeño y no pude evitar emocionarme hasta las lágrimas. Pensar en ese parto natural, totalmente respetado, dejándose guiar por su instinto y por la naturaleza, con dolor -lógicamente- pero perfectamente controlado y llevado... ¡qué envidia sana sentí al leerlo! Reconozco que yo no hubiera sido capaz de parir en casa como hizo ella porque carezco de ese valor especial que se necesita, pero a pesar de que sabía desde el primer momento que mi hijo vendría al mundo mediante cesárea, nunca perdí la oportunidad de soñar con una intervención respetada y lo más natural posible. La cesárea dificultó mi sueño y el nacimiento de mi hijo acabó convirtiéndose en una pesadilla. En el momento, con el chute hormonal que tenía encima, no me di cuenta de ello pero leyendo a posteriori testimonios como los vuestros he caído en la cuenta de la mierda de parto que tuve (perdón por la palabra), de lo indecente que fue todo y del mal recibimiento que tuvo mi hijo al llegar a este mundo. ¡Ojalá hubiera hecho algo en su momento para cambiar las cosas! Tuve una cesárea programada al término de la semana 36. Fui al quirófano llorando a moco tendido y con el corazón a 200 pulsaciones. Estaba aterrada y me sentía muy sola. Supliqué hasta el último momento que dejaran entrar a mi marido conmigo, lo necesitaba a mi lado más que nunca, necesitaba su fuerza y su templanza, necesitaba sentir su mano y sus palabras susurrándome al oído. Necesitaba escuchar que todo iba a salir bien. Pero poco les importó lo que yo necesitara y con un NO tajante zanjaron mi angustiosa petición. En el quirófano el ambiente era hostil: luz intensa, camilla estrechísima, profesionales médicos serios y mucho, muchísimo frío. Creo que jamás había sentido tanto miedo como el que me inspiraba aquel lugar... Me pincharon la anestesia epidural y a partir de ese momento me sentí como un animal de laboratorio: manos atadas a ambos lados de la camilla, sonda (que me mantuvieron durante las 24 horas siguientes con la imposibilidad de movimiento que ello conllevaba), sábana colgando del techo a la altura de mi pecho... Sabía que mi estado de nervios y ansiedad estaban haciendo un flaco favor a mi pequeño pero no podía evitarlo. Pobrecito, ¡cuánto estrés debí transmitirle en sus últimos minutos de vida dentro de mí! Quienes hayan pasado por una cesárea saben lo desagradable que es, los tirones que te dan, el cómo hurgan dentro de ti, el sentir como 17
  • 18. Ser madre: ¡toda una aventura! apartan los tejidos de tu vientre, el notar como rompen la bolsa y el liquido resbala bajo tu espalda, el notar cómo te abren y buscan a tu hijo que, hasta el momento, permanece ajeno a todo. La operación transcurrió con el único sonido de los latidos de mi corazón y mis quejidos inconsolables que a nadie parecía importar. La anestesista, bastante antipática y desagradable, me preguntó en un tono acusador que porqué lloraba. No supe qué responderle porque realmente ¡ni yo lo sabía!, quizá lloraba por miedo, por soledad, por lo desagradable de la intervención, por angustia, por nervios, por sentirme tan incomprendida, por sentirme atada... Cuando nació mi hijo me lo mostraron 2 segundos. Seguía con las manos atadas y no pude ni siquiera acariciarle. Me lo acercaron para que lo besara (¡un detalle por su parte!) y se lo llevaron. ¡¡Pobrecito mi niño!!, qué confusión tan grande debió sentir en esos momentos. Seguramente se preguntó que dónde estaría su mamá, el latido acompasado de su corazón que tanta compañía le había hecho, el pecho cálido sobre el que esperaba acurrucarse, la voz que esperaba escuchar al otro lado... Lo alejaron de mí durante 2 largas horas que se hicieron interminables. Al término de la sutura vinieron a decirme que mi hijo estaba perfecto y que se lo habían llevado a la habitación con mi marido. ¿Y yo qué? Pues yo fui "aparcada" en una sala, totalmente sola, llorando más fuerte si cabe que cuando entré, agotada y superada por tanto acontecimiento junto. Lejos de sacar fuerza, en ese momento me rendí y dejé que mis lágrimas brotaran silenciosas por las mejillas. Total, ¡nadie me estaba haciendo caso, ¿para qué llorar en alto?! Cuando subí a la habitación pude, por fin, sostener a mi hijo en brazos. Pude mirarlo, abrazarlo, besarlo y oler su piel. Pude admirar cada milímetro de su perfecto y diminuto cuerpo y pude, por fin, llorar de felicidad y no de angustia. Aquélla primera noche dormí con mi niño en la cama pero jamás olvidaré el tiempo que nos robaron. Esas dos preciadas primeras horas de vida en las que mi hijo fue arrancado de mi vientre, separado de mí y alejado de mi pecho... No critico la cesárea sino que la asumo como la única vía posible de traer a mi hijo al mundo, pero sí critico el proceso totalmente artificial y deshumanizado que muchas veces implica esta intervención. Ojalá todos los hospitales abogaran por el contacto temprano piel con piel entre madre y bebé, por la lactancia materna en los primeros segundos de vida y por la humanización, en la medida de lo posible, de las cesáreas pues aunque nuestros hijos no vengan al mundo de manera natural, también somos madres y tenemos el mismo derecho a sentirnos como tal desde el primer minuto. (Entrada publicada el 1 de agosto de 2011) 18
  • 19. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com EL PORSTPARTO A pesar de las molestias y los miedos, el embarazo es una etapa bonita y muy lucida para la mujer. Parece que “todo vale”, los kilos de más son hermosos y la cara siempre luce resplandeciente. Pero el post-parto es otro cuento bien distinto del que nadie, ni ginecólogos ni matronas ni amigas, nos hablan. El post-parto es una época dura en la que el cansancio hace mella, el sueño trastoca mucho y la imagen que te arroja el espejo no te sube precisamente la moral. ¡Qué nadie os cuente cuentos chinos! Esta es la historia real del post-parto
  • 20. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post- parto (1ª parte) Cuando ya tienes a tu bebé contigo y pasa el tiempo prudencial que toda madre necesita para adaptarse a su nueva vida y a su día a día, es cuando comienzas a tomar conciencia de quien eres ahora y en lo que te has convertido. Poco o nada queda ya de la mujer que eras antes. ¿Dónde está la mujer sofisticada, siempre bien vestida y conjuntada hasta el último detalle?; ¿qué ha sido de la trabajadora incansable que sacaba tiempo a la salida de la oficina para pasarse por el gimnasio y mantenerse en forma?; ¿dónde se ha metido esa ama de casa que no sólo mantenía impoluto su hogar sino que además cuidaba al máximo su alimentación?; ¿y qué me decís de la mujer descansada, que se levantaba con plena energía por la mañana tras haber dormido 8 horas del tirón?. De la noche a la mañana esa mujer se esfuma y, no nos engañemos, la que pasa a ocupar su lugar dista mucho de parecerse a la de antes. Para empezar, nadie te advierte de la tripa de cinco meses que se te queda una vez has dado a luz. “Quizá es que venían dos y sólo me han sacado uno” – piensas irónicamente mientras te miras en el espejo una y otra vez desde todas las perspectivas posibles. Esa tripilla cervecera, fofa y tan poco estética permanecerá ahí durante muchos, muchos meses. Quizá incluso no logres deshacerte nunca de ella (dependerá de la voluntad de sacrificio y del tiempo que tengas para hacer ejercicio). Siempre está el típico comentario de ese familiar sabelotodo o de esa gran “amiga” que te dicen aquello de: “Uy, pues a los quince días de dar a luz ya me ponía mi ropa de antes”. Esto sólo ocurre en un porcentaje mínimo de mujeres. Tiene lógica pensar que si el útero tarda 9 meses en alcanzar su tamaño máximo, necesitará otros 9 para involucionar hasta volver a tener su tamaño original. Doce meses tardé yo en volver a entrar en mis vaqueros de siempre, así que chicas, ¡PACIENCIA!. Puede que al principio desees vestir con ropa holgada para disimular tu tripa. O puede que, más que desearlo, no te quede más remedio que vestir 1 o 2 tallas más que la que tenías antes. Quizá incluso continúes usando ropa pre-mamá varias semanas después de haber dado a luz (y digo yo, ¿por qué no inventarán una línea de ropa post-mamá? ¡Seguro que tendría tirón!). Atrás quedaron los vestiditos ceñidos o los trajes de pantalón y chaqueta impecables.
  • 21. Ser madre: ¡toda una aventura! Y si encima eliges la lactancia materna olvídate de las blusas caras (¡que se acabarán manchando!) o de los complicados jerséis imposibles de quitar de forma discreta para alimentar en cualquier parte a tu bebé. Complementos como fulares, collares, pashminas… se vuelven innecesarios y poco prácticos. ¿Y qué me decís del bolso? Ya no sólo no tienes tiempo para conjuntarlo con los zapatos o con el estilo de ropa que lleves ese día, sino que al final optas por meter tu monedero en el bolso del niño; es mucho más práctico y así no llevarás más bultos de los necesarios. Arrinconado queda el espray de bolsillo con tu perfume favorito y el neceser con el maquillaje y el espejito para retocarse cuando estás fuera de casa. ¿Quién necesita todo eso ahora? Su lugar pasa a ser ocupado por pañales, toallitas, crema para el culito, biberones, chupetes, baberos, sonajeros, potito de emergencia… ¿Y el móvil? ¿Qué era eso? Quizá sea la madre naturaleza que es muy sabia, pero ya sólo tienes oídos para el llanto de tu bebé. Cuando alguien te llama por teléfono o no lo escuchas o le dices que le devolverás la llamada más tarde y, un año después, todavía la seguirá esperando. Después de leer esto ¿te aterra la idea de convertirte en mamá? ¡No temas! Las mujeres podemos con esto y con mucho más. ¡Pero vaya! ¡Qué despiste el mío! He olvidado narrar el tema del sueño. Continuaré en otra entrada porque ese tema merece un capítulo aparte :-) (Entrada publicada el 17 de febrero de 2011) ¿Esa de ahí soy yo? Historias reales de post- parto (2ª parte) Seguro que a todas las madres les han dado alguna vez el consejo de aprovechar para dormir cuando el bebé duerme. Sabio consejo pero ¡qué complicado resulta ponerlo en práctica!. “Vaya, parece que el niño se ha dormido. Tengo tanto sueño que me quedaría dormida de pie. Tengo tres horitas hasta la próxima toma” – piensas emocionada mientras te acurrucas en el sillón. RING, RING, RING… ¡Maldición, olvidé desconectar el teléfono!. Es la suegra que te llama para ver que tal está el niño y para decirte que por la tarde se pasará por tu casa para verle porque hace mucho tiempo que no le ve (concretamente 16 horas). 21
  • 22. Ser madre: ¡toda una aventura! Así que aprovechas para dormir ahora porque la tarde parece ser que la tendrás ocupada. Pero cuando estás a punto de caer en brazos de Morfeo comienzas a darte cuenta de la cantidad de polvo que tiene la mesa del comedor. Y después de la mesa te fijas en la estantería, y en los pelusones que campan a sus anchas por el suelo del salón como si estuvieras en el mismísimo Oeste. Además, los cacharros sucios se amontonan en el fregadero (ellos solos no saben meterse en el lavavajillas y sólo a ti parece importarte) y la ropa que está tendida lleva ya seca desde hace cinco días así que cuando la recojas en vez de ropa será mojama. Te pones tan nerviosa pensando en las cosas que tienes que hacer que no logras conciliar el sueño a pesar de estar cansadísima y a todo esto el reloj sigue avanzando. Cuando lo miras por última vez descubres horrorizada que en menos de treinta minutos el niño se despertará pidiendo su ración de leche así que optas por no dormirte y aprovechas esa media hora para poner el lavavajillas. Cuando por la tarde llega tu suegra a ver al niño te pide que por favor le des un poquito de agua porque viene sedienta. Decides ser una buena anfitriona y en vez de agua piensas en ofrecerle un refresco y un bol con patatas fritas. Pero cuando abres la despensa una única lata de cerveza arrinconada en el fondo del armario parece saludarte. Abres los armarios de la cocina como una loca en busca de víveres para sacar como aperitivo y entonces caes en la cuenta de que la última compra grande que hiciste fue antes de dar a luz y que después no has vuelto a pisar el súper y sobrevives con tuppers que tu madre te trae o con el pan que te sube la vecina cuando va a la compra. Por las noches, cuando tu marido llega del trabajo y se pone a preparar la cena, el pobre debe hacer magia para lograr cocinar, con lo que no hay, un plato decente. El caso es que al final acabas llevando a tu suegra el vaso de agua del grifo que te ha pedido y te excusas por no poder ofrecerle nada más. Pero ella está tan absorta con el nieto que ni siquiera te escucha. Sin embargo, no ocurre lo mismo con algún que otro amigo que, con la excusa de conocer al recién nacido, se aposenta en el sillón, cerveza tras cerveza, mientras te cuenta sus últimas conquistas amorosas y no parece importarle que sea la hora del biberón o del baño. Él espera paciente a que termines con el niño y luego se le ocurre decir algo así como: “¿Pedimos unas pizzas?”. Entonces es cuando tú, con tus ojeras de tres días, te desmoronas como un castillo de arena y haces una señal desesperada a tu marido para que eche “amistosamente” al amigo pesado porque ya no puedes ni con tu alma. ¡¡Y encima luego te sientes fatal por haberlo hecho!! 22
  • 23. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com Después de cenar no tienes ni fuerzas para ponerte el pijama. Estás tan agotada que serías capaz de meterte en la cama con el vaquero y la camiseta manchada con regurgitaciones del crío. Y las tres horas que el bebé te deja dormir saben a gloria. Poco a poco esas tres horas se convertirán en cuatro, y en cinco… Y cuando te quieras dar cuenta estarás durmiendo seis horas del tirón. Y entonces empezarás a ver el mundo de otra forma y por fin llegará el día en que vuelvas a reconocerte cuando te mires al espejo. (Entrada publicada el 17 de febrero de 2011)
  • 24. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com LA LACTANCIA No cabe duda de que la lactancia materna es el alimento ideal para el recién nacido. No hay nada como la leche de su madre para que el bebé crezca sano, fuerte y bien alimentado. Como madre aconsejo la lactancia materna en exclusiva aunque soy consciente de que no siempre es fácil. A veces hay una falta grande de conocimiento, confusión ante ciertos temas y falta de información por parte de profesionales que en muchos casos nos llevan a abandonar la lactancia al poco tiempo de haberla iniciado. Lo bueno del ser humano es que es capaz de rectificar, de corregir errores y aprender para futuras acciones. Mis errores con la lactancia me han hecho darme cuenta de lo que debo y no debo hacer de cara a volver a ser madre en un futuro.
  • 25. Ser madre: ¡toda una aventura! Desenterrando fantasmas: mi experiencia con la lactancia En mis inicios blogueros traté mi experiencia personal con la lactancia materna como algo natural, sin traumas ni presiones de ningún tipo y con toma de decisiones al respecto bastante sensatas y acordes a mi forma de ser y pensar. Pero con el tiempo, y tras leer las experiencias tan hermosas que la mayoría de vosotras habéis tenido con la lactancia, han comenzado a aflorar fantasmas del pasado que tenía en mi interior sin apenas haberme dado cuenta. Con motivo de la 2ª Edición de la Fiesta Bloguera de la Lactancia quiero abrir mi corazón (¡qué cursi suena!) y comentaros cómo fue realmente esa experiencia, qué supuso para mí y cómo me afectó a posteriori. Estando embarazada leí mucho acerca de la lactancia natural. Sabía que era lo mejor para el bebé y que la leche materna tenía grandes propiedades para la salud del recién nacido así que no me planteé en ningún momento negarle a mi hijo ese maravilloso regalo. Es más, lo confieso: me parecía aberrante que hubiera madres que decidieran no intentar siquiera dar el pecho a sus recién nacidos (sin que existiera ningún problema médico de por medio). El día del parto llegué al hospital sabiendo de la importancia del contacto piel con piel para la subida temprana de la leche. Así que cuando entré al quirófano para someterme a la cesárea manifesté al personal médico mi deseo de estar con mi hijo en cuanto le sacaran de mí. Nada más nacer me mostraron a mi hijo medio segundo: no pude tocarle, ni abrazarle ni mucho menos ponérmelo al pecho porque tenía las manos atadas a ambos lados de la camilla. Como el niño estaba en perfecto estado se le subieron a la habitación con papa: "Protocolo médico", me dijeron, y a mí me apartaron, durante casi 1 hora en una sala de reanimación totalmente sola. Ahora sé que fue algo aberrante y espantoso pero en su momento cometí el primer error, de tantos que vendrían después, de pardilla primeriza: no protestar. Cuando por fin me subieron a planta y entré en mi habitación he de confesar que no pensé en ningún momento en dar de mamar al niño ya que la sala era, literalmente, una fiesta: padres, hermanos, abuelos, tíos... Era lógico que todos quisieran conocer al recién nacido pero en ningún momento nadie pensó en las necesidades de mi hijo. Yo la primera. Segundo error: no advertir a las visitas que necesitábamos intimidad para conocernos y para poder ofrecerle el pecho sin las presiones y las miradas indiscretas de la gente. 25
  • 26. Ser madre: ¡toda una aventura! Cuando todos se fueron me puse al peque sobre mí y se agarró enseguida; pero ya había perdido un tiempo precioso. Yo sentía que el niño cogía bien el pezón (al menos no tiraba ni me dolía) pero me daba la sensación de sentir que de allí no salía nada. A las pocas horas mi hijo se puso a llorar sin consuelo. Ni brazos, ni pecho, ni besos... nada le calmaba. Tercer error: escuchar los consejos gratuitos de las visitas que se empeñaban en decir que el niño tenía hambre. Yo me sentía cada vez más angustiada. Creía que sabía mucho del tema y que iba bien preparada pero me di cuenta de que no tenía ni idea de nada y parecía como si tampoco tuviera un instinto innato que me dijera lo que debía hacer. En esos momentos me sentí terriblemente sola: - Mi madre enfermó con faringitis y placas en la garganta al día siguiente del nacimiento del niño, así que por precaución decidió no venir a verme al hospital. No podéis imaginaros lo que la eché de menos en esos momentos porqué sé que me hubiera podido ayudar mucho - Mi suegra no fue precisamente un apoyo. Sentía que me miraba como juzgándome por no saber dar el pecho a mi hijo, como si yo fuera un bicho raro por no tener leche - Las enfermeras y personal sanitario de mi hospital no me ayudaron en ningún momento. Jamás vino nadie a mi habitación a ver si el peque se estaba agarrando bien, si necesitaba ayuda con la postura o si ya me había subido la leche. Lo único que hicieron fue ofrecerme un chupete para calmar al niño y no dudar ni un segundo en traer un biberón artificial cuando se lo pedí - Las amigas madres que venían a visitarme tampoco supieron ayudarme pues todas habían recurrido desde el minuto cero a la lactancia artificial así que me miraban con una cierta pena en sus ojos como pensando: "¡¿por qué se empeñará esta mujer en dar de mamar a su hijo con lo cómodo que es enchufarle un biberón?" Así que me sentí tan mal, tan poco escuchada, tan "rara"... que acabé pidiendo a gritos un biberón de leche artificial. Y aquí vino mi cuarto error: no continuar estimulando la subida de leche poniéndome al niño al pecho. Ya tenía el biberón y parecía que mi hijo estaba más calmado así que, simplemente, lo dejé estar. Al sexto día de haber dado luz, estando ya en mi casa, comencé a sentir mucho calor y una fuerte presión en los pechos y, de pronto, la leche empezó a brotar a borbotones, cuando ya me creía un caso perdido. Por suerte mi hijo no se había acostumbrado al biberón y no opuso resistencia cuando le coloqué al pecho así que dejé la leche artificial a un lado y le ofrecí leche mía en exclusiva y a demanda. Ahora sé que ninguna mujer es un caso perdido y que a todas antes, o después, 26
  • 27. Ser madre: ¡toda una aventura! acaban teniendo leche. En mi caso, si hubiese puesto al niño durante más tiempo al pecho la leche habría tardado menos tiempo en subir y, probablemente, no habría tenido que recurrir al biberón. Tuvimos la suerte de que el niño no rechazara el pecho tras casi 1 semana alimentándose de biberones; de haberlo hecho no me hubiera perdonado jamás el error. Ahora ya parecía todo en orden: ¿asunto resuelto? NO. Los problemas no habían hecho más que comenzar. El peque perdía peso a pasos agigantados. Cada día se quedaban en el camino entre 75 y 100 gramos. Llegó a pesar 700 gr menos que su peso inicial. Era horrible verle vomitar a todas horas y no saber qué hacer para remediarlo. Por recomendación de la pediatra comenzamos a asistir a un curso de lactancia impartido por una matrona en el centro de salud. Fui a la primera sesión convencida, por mi entorno y por comentarios "hirientes" -aunque sin intención- de ciertos familiares y amigos, de que el niño perdía peso por mi culpa, por la mala calidad o poca cantidad de mi leche. En el taller de lactancia, la matrona me hizo ver que no había leche materna de mala calidad y comprobó que además producía en abundancia, que el niño se agarraba sin problemas y que el motivo de la pérdida acusada de peso era otro. Gracias a su diagnóstico me quité esa culpabilidad de encima pero seguía existiendo un motivo de fondo que parecía no tener solución. Tras varias visitas al pediatra y un par de ellas a Urgencias diagnosticaron a mi hijo alergia severa a la proteína de la leche de vaca. Yo, a través de mi leche, le pasaba al niño la proteína de leche de vaca de los productos lácteos que ingería. Mi hijo había estado tan malito durante casi 1 mes por mi culpa. ¡Qué razón tiene Belén cuando habla del sentido de culpabilidad que las madres tenemos por todo! La solución era bien sencilla: para poder seguir dándole el pecho debía llevar una dieta exenta de leche, lactosa y productos lácteos. Nada de yogures, bollería, pan de molde, carnes envasadas, fiambres, quesos, leche, repostería... En un primer momento decidí asumir las innumerables restricciones alimenticias pero, para un persona tan "lechera" como yo (me pierde el queso, los yogures, la leche fresquita...) fue casi imposible. Mi quinto error fue, precisamente, no indagar más acerca de la alergia que mi hijo tenía y de la dieta que yo debía llevar. No se trataba sólo de eliminar de un plumazo todos esos alimentos, sino que debía haber buscado alternativas. Ahora lo sé porque llevo más de 1 año (desde que mi hijo comenzó la alimentación sólida) mirando con lupa el etiquetado de los productos, pateándome los supermercados y grandes superficies en busca de alimentos adecuados y sé que existen, que son variados y de buenísima calidad. 27
  • 28. Ser madre: ¡toda una aventura! Tras 4 semanas de rígida dieta exenta de lácteos, decidí abandonar. Mi hijo había recuperado ya su pérdida de peso con una leche artificial que le pusieron como complemento. Yo alternaba los biberones con la lactancia natural pero mi fuerza de voluntad iba decreciendo. Me moría de ganas por poder desayunar un cafetito con leche. Puede parecer muy egoísta y superficial pero en esos momentos sentí que mi peque ya no me necesitaba. Cuando el niño cumplió los 2 meses y medio le di por última vez el pecho. Al principio respiré aliviada y durante mucho tiempo sentí que había hecho lo correcto, pero ahora, echando la vista atrás, sabiendo todo lo que sé, habiéndome rodeado de mamás tan buenas como vosotras, con experiencias tan gratificantes, me arrepiento de no haber continuado más tiempo con la lactancia. Siento que me perdí una parte muy importante de la maternidad y que no supe valorar - ni aprovechar- la suerte que tuve de no padecer grietas, ni mastitis. Ahora sé que con una dieta adecuada hubiese podido continuar durante más tiempo ofreciendo a mi hijo lo más hermoso que una madre puede dar después de la vida. (Entrada publicada el 11 de agosto de 2011) En contra de la lactancia materna El otro día, mientras esperaba para entrar en la consulta del ginecólogo, presencié una conversación que me dejó muy mal cuerpo. Transcurría entre una madre (70 años aproximadamente) y su hija embarazadísima. - Hija embarazada: Todavía no he decidido si dar o no el pecho a la niña cuando nazca - Madre: Pues hija, ¡no hay nada que decidir! NO se lo des o te arrepentirás toda la vida: dolores, grietas, tetas caídas para siempre... Tu hermana se crió con teta y tú con biberón y no había ni punto de comparación entre una y otra. Tu hermana siempre ha sido muy delgadita y tú bien hermosa y gordota. Además, eso de que la lactancia materna protege de enfermedades es una invención de hoy en día porque las dos habéis enfermado exactamente lo mismo. 28
  • 29. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com - Hija embarazada: Pero es que me da cosa no intentarlo ni siquiera... - Madre: Si decides dar el pecho tienes que hacerlo con todas las consecuencias porque una vez te suba la leche ya no hay vuelta atrás. Hazme caso, biberón. Es mucho más práctico e higiénico (esto ya sí que me dejó ojiplática perdida) - Hija embarazada: ¿Y tanto duele dar el pecho? - Madre: ¡Una barbaridad! Yo que tú pediría la pastillita esa que dan hoy y que te corta la subida y todos tan felices. Además, hoy en día nadie da ya la teta, eso es cosa del pasado. ¿Una mujer tan guapa y moderna como tú dando la teta? (¡ya flipé en colores! Menos mal que la enfermera me llamó a consulta enseguida!) Lógicamente no soy quien para intervenir en una conversación ajena pero me dio muchísima pena los consejos de esa madre (y futura abuela) de la criatura. ¿Cómo una madre puede recomendar a su hija que no dé el pecho a su bebé? ¡En un minuto de conversación demonizó la LM como jamás había oído!. Miré a la chica embarazada con mucha pena y ella me devolvió la mirada. Quizá entendió lo que quería transmitirle. Me supo fatal no tener el valor de intervenir en la conversación, de meterme en medio y decir a aquella chica que nada de lo que su madre estaba diciéndole era cierto y que dar el pecho a su hijo era lo mejor que podía hacer en la vida... Pero soy demasiado discreta y no tuve el valor de hacerlo. Sólo espero que esa mujer sepa escuchar a su instinto y no prive a su hijo del mejor regalo, después de la vida, que puede hacerle. (Entrada publicada el 15 de diciembre de 2011)
  • 30. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com REFLEXIONES El paso del tiempo es una constante en mi blog. Como madre me entusiasma ver crecer a mi hijo, sano, feliz y comprobar cómo cada etapa que pasa es más divertida y emocionante aún si cabe que la anterior. Pero no puedo evitarlo, ¡soy nostálgica por naturaleza! Y al tiempo que observo y admiro los cambios que el paso del tiempo producen en mi hijo, también me apena pensar en el bebé que fue y nunca volverá. Así es como he tratado en mi blog el paso del tiempo y otras reflexiones y sentimientos muy personales:
  • 31. Ser madre: ¡toda una aventura! Tic, tac, tic, tac… Tal día como hoy, hace 31 años, vino al mundo una niña muy pequeñita, de apenas 48 cm y 3,300 kg de peso el mismo día en que su madre salía de cuentas. Era una niña muy deseada y esperada y durante cinco largos años fue la personita más mimada del mundo. Primera hija, primera sobrina, primera nieta... no le faltaron regalos, atenciones y toda clase de mimos. Hoy, aquella niña - madre hace 2 años - observa con cierta tristeza lo rápido que pasan los días y en vez de celebrar con alegría su cumpleaños se siente algo melancólica. No lleva especialmente mal cumplir años sino ver cómo toda la gente que ama va envejeciendo... Escucha a su madre lamentarse, con un hilo de voz, sobre lo rápido que pasa el tiempo y cómo "ayer" la sostenía en sus brazos y la acunaba y hoy ya es una mujer independiente... y madre... Y mientras observa a su pequeño, que ha dejado de ser un bebé para convertirse en un hombrecito, y suplica con todas sus fuerzas que el tiempo se detenga, aunque sea sólo un ratito, para no verle crecer con la misma rapidez con que su madre la vio a ella... ... Pero el reloj sigue avanzando... (Entrada publicada el 27 de abril de 2011) Viviendo deprisa El otro día unos amigos padres me dijeron que querían regalar su peque, de 2 años y medio, una bicicleta. Se trata de una bici pequeña pero una bici en toda regla, sin ruedines ni nada por el estilo. De pronto pensé que si su nene, con poco más de 2 añitos aprendía ya a montar en bici, ¿qué le quedaría por hacer cuando tuviera 6 o 7 años?. Creo que a veces nos empeñamos en hacer crecer a nuestros hijos demasiado rápido y quemamos etapas a marchas forzadas, añorando 31
  • 32. Ser madre: ¡toda una aventura! después (y cuando ya no tiene solución) lo deprisa que ha pasado el tiempo. - No empeñamos en sacar a nuestros hijos de nuestra habitación cuanto antes, no sea que cumplan los 18 años y sigan durmiendo con papá y mamá. He llegado a escuchar comentarios de padres que han "independizado" a sus bebés con apenas 1 mes de vida alegando que después cuesta más trabajo que maduren ese aspecto. - Pasamos de comprarles sonajeros a complejos muñecos parlanchines y sofisticados juegos de moda. Parece que no hay término medio. - Nos empeñamos en dejar el carrito en casa cuando salimos a pasear con ellos. Nos creemos que son tan mayores que no lo necesitarán y nos olvidamos que comenzaron a caminar de forma independiente hace escasos meses. - Queremos que con tan sólo 2 añitos hayan dejado atrás el pañal, se olviden por completo del chupete, duerman en su propia cama y hablen perfectamente (e incluso si dicen palabras en un segundo idioma mejor que mejor) Si no hacen algo de esto nos angustiamos sobremanera y pensamos que nuestros hijos van muy atrasados con respecto al resto de los niños Cuando son bebés que se pasan el día sentaditos, deseamos que caminen. Cuando caminan deseamos que corran y cuando lo hacen deseamos que jueguen con nosotros dando patadas a un balón. Cuando no hablan deseamos que aprendan a llamarnos y cuando por fin les escuchamos decir "mamá", deseamos que su vocabulario empiece a ser más fluido para poder tener conversaciones con ellos. Cuando son lactantes, deseamos que empiecen pronto a comer con cuchara y cuando lo hacen queremos que llegue el momento de introducción del sólido para hacer comidas familiares.... Y deseando, deseando van pasando los meses. Y cuando nos queremos dar cuenta apenas hemos disfrutado del bebé que aprendió a hablar demasiado pronto, a caminar con premura, a dejar atrás el pañal y otros artilugios de bebé a marchas forzadas y a montar en bicicleta cuando aún no había tenido tiempo de disfrutar de su motito infantil. (Entrada publicada el 25 de octubre de 2011) 32
  • 33. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com Carta a mi niño Me gusta cuando me miras de reojo mientras haces una trastada. Quieres saber si yo te miro y qué te diré. Cuando nuestras miradas se cruzan me sonríes de forma pícara, con esa sonrisa ladeada tan tuya que me enamora día a día. Me gusta cuando bailas sin descanso al son de cualquier melodía. Da igual si se trata de una canción pop o de la sintonía del telediario. Tus piernecitas se mueven sin control y agitas los brazos al aire dando palmas. Eres capaz de hacerme reír a carcajadas con sólo unos segundos de tu particular baile. Me gusta escucharte decir palabras nuevas. Las pronuncias con delicadeza, recreándote en cada sílaba porque quieres que salga perfecto y te aplauda después. Y cuando lo hago, de nuevo me regalas una sonrisa abierta y te pones como loco de contento dando saltos y vueltas. Me gusta tu forma de dormir, abrazado a tu almohada, con el culete en pompa y las rodillas pegadas al pecho. Conservas la misma postura que cuando eras bebé y así, encogidito en tu cuna me pareces tan pequeñín que te comería a besos. Me gusta cuando abrazas a nuestra gatita con un cariño especial. Acercas tu cara a la suya y te ríes a carcajadas cuando sus bigotes te hacen cosquillas. Me gusta ver cómo imitas a papá, como haces que te afeitas con una cuchilla imaginaria, como te echas desodorante empleando tu frasco de colonia Nenuco o como te pones la corbata frente al espejo. Me gusta ver como juegas absorto en tus fantasías infantiles. Aunque tú no das cuenta yo te observo sin descanso con una sonrisa en los labios y veo cómo haces carreras de coches, dibujas, “hablas por teléfono” o construyes altas torres con piezas de construcción. Me gusta cuando ríes, cuando callas, cuando duermes, cuando hablas, cuando me abrazas, cuando te enfadas… me gustas de cabeza a pies y cada día te amo, si es posible, un poquito más que el anterior. (Entrada publicada el 24 de octubre de 2011)
  • 34. Ser madre: ¡toda una aventura! www.sermadreunaaventura.com Un tesoro llamado hermano El otro día mi hermana me comentó que se sentía algo decepcionada pues nunca la había nombrado en ninguno de mis post. Ella es una parte muy importante en mi vida y en la de mi peque pero pensaba desarrollarlo más adelante, quizá cuando me decidiera a ir en busca de un hermanito para mi niño. Sin embargo, ya que ha sacado el tema, voy a dedicar la entrada de hoy a los hermanos, en especial a mis dos tesoros. Recuerdo perfectamente la primera vez que mi madre me mostró a mi hermana recién nacida. Yo tenía cinco años pero pensé en ese momento que era la muñequita más perfecta y preciosa que había visto. Fue amor a primera vista. En ningún instante sentí celos por dejar de ser “única” y la acogí como el mayor de los regalos que me hubieran hecho nunca. A medida que mi hermanita fue creciendo nos fuimos haciendo inseparables. A pesar de la importante diferencia de edad siempre encontrábamos juegos para compartir juntas y momentos de mucha diversión. No había nadie que osara meterse con ella pues ahí estaba yo para defenderla siempre. Cuando nos separábamos nos echábamos tremendamente de menos y a pesar de que nos peleábamos, como todos los hermanos, el enfado no nos solía durar mucho tiempo y enseguida nos perdonábamos porque ansiábamos volver a jugar juntas. Cuando mi madre me anunció la llegada de un nuevo hermanito sentí mucha decepción. Yo tenía por entonces siete años pero era tan feliz con mi hermana y la amaba tanto que no pensaba que fuera capaz de querer y entenderme con un nuevo hermano de la misma forma que lo hacía con ella. ¡Pero vaya si lo hice! Desde que mi nuevo hermano llegó al mundo me convertí en una segunda madre para él. En el colegio siempre estaba atenta de que se tomara su merienda, que se pusiera guantes los días de invierno, que se sonara la nariz para aliviar su congestión cuando estaba malito o que se atara los cordones de los zapatos. Sin embargo, quizá porque era un chico, mi hermana y yo le hacíamos poco partícipe de nuestros juegos. El pobre debía verlos siempre “desde la barrera” o someterse a nuestras reglas y asumir cualquier rol si quería participar en ellos. A menudo le pedíamos que fuera nuestro perro cuando jugábamos a “las casitas” o el “palo” sobre el que sujetábamos la goma o la comba (¡qué paciencia tenía el pobre!). Pero a pesar de sus berrinches, aguantaba estoicamente toda la tarde con tal de compartir momentos de entretenimiento con sus hermanas.
  • 35. Ser madre: ¡toda una aventura! A medida que han ido transcurriendo los años, el grado de complicidad y confianza se ha ido afianzando entre nosotros. Ahora encuentro en mi hermana a una gran amiga con la que puedo hablar, debatir sobre temas que me preocupan, desahogarme y, cómo no, dejarla al cargo de mi pequeño. Con la edad también he encontrado en mi hermano a un gran apoyo. Me gusta que me consulte sus proyectos universitarios y profesionales y aconsejarle, en la medida que puedo, sobre sus preocupaciones. ¡Mi niño adora a sus tíos!. Siente devoción por mi hermana porque sabe que el verla significa montar en cochecitos eléctricos y caballitos mecánicos y se emociona cuando ve a mi hermano porque sabe que le cogerá sobre los hombros y le hará “volar”. Mis hermanos son mi mayor tesoro; el mayor regalo que pudieron hacerme mis padres cuando era niña. Sin ellos mi vida hubiera sido muy diferente… seguramente más apagada y vacía. Los tres juntos tuvimos una infancia muy feliz y no cambiaría nada de nuestras vivencias juntos. Es por ello que me gustaría poder dar a mi hijo uno o dos hermanos en un futuro que espero no sea lejano. Me encantaría que juntos compartieran las mismas aventuras infantiles que compartimos mis hermanos y yo. Me encantaría que crecieran juntos y felices de tenerse siempre el uno al otro y sobre todo, me gustaría que su unión fuera tan fuerte que perdurara en el tiempo por encima de cualquier bache o circunstancia de la vida. Así han sido, son y serán mis hermanos para mí. ¡Gracias hermanos por darme la mejor infancia que un niño puede tener! Gracias por nuestras peleas que hacían que la reconciliación fuera maravillosamente divertida; gracias por esas tardes interminables de juegos en el jardín de casa; gracias por esos momentos de risas y carcajadas sin fin; gracias por esas vacaciones en la playa y esos juegos en la colchoneta de agua; gracias por esas partidas en la videoconsola que hacían de una tarde cualquiera una gran aventura pero, sobre todo, gracias por estar y continuar siempre ahí. (Entrada publicada el 4 de mayo de 2011) 35
  • 36. Ser madre: ¡toda una aventura! Felicidades mamás Parece más que obvio que en el Día de la Madre dedique mi post de hoy a todas las mamás. Nunca me han gustado esta clase de días; siempre los he considerado más comerciales que otra cosa pero creo que merece la pena pararse a pensar en lo que significan. Quiero empezar recordando con mucho cariño a todas las madres que ya no están con nosotros. Aquéllas que un día se marcharon dejando un gran vacío en el corazón de sus hijos y de todos los que la querían. Debe ser realmente duro vivir sin la figura de tu madre (se tenga la edad que se tenga), sin su cariño físico y sin sus palabras. Sin embargo, se sea o no creyente, pienso que una madre nunca abandona a un hijo y que aunque no se la pueda ver debe ser fácil sentirla con los ojos del corazón, apoyarse en ella cuando las cosas no van bien y notar cómo te da la mano para seguir caminando juntos. ¡Por ello mi particular homenaje a esas madres-ángeles en su gran día!. Me gustaría continuar homenajeando a mi madre y a la forma que tuvo de educarme y criarme. Mi madre fue una de esas mujeres que dejó toda su vida para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos. En la época de nuestros padres no solía ser habitual que las mujeres cursaran estudios universitarios, sin embargo mi madre hizo su carrera de Magisterio, totalmente vocacional, para acabar dejándola de lado y ejerciendo de maestra de puertas para dentro. Aunque cuando éramos pequeños no lo apreciábamos, ahora me doy cuenta del lujazo que era despertarse con sus besos, tener el desayuno listo, la ropa del cole preparada encima de la silla y acudir al colegio de su mano. Siempre pendiente de que tuviéramos bien abrochado el abrigo, la merienda en la mochila y los deberes hechos. Y al salir del colegio era una alegría tremenda encontrarla en la puerta (como si no se hubiera marchado desde que nos dejó por la mañana), correr a sus brazos y contarle emocionados el sobresaliente que habíamos sacado en el examen de “mates”. Recuerdo que mi madre era como un hada para mí: de un trozo de tela sacaba el mejor disfraz de Navidad para la función del colegio; convertía una lección que me costaba memorizar en un cuento asombroso que no olvidaría nunca; hacía de un pedazo de pan duro las mejores torrijas que jamás haya probado y con sólo mirarme a los ojos sabía que había tenido un mal día y cómo hacer para consolarme. Mi madre ahora es abuela y me encanta verla revivir, con mi hijo, todas aquellas sensaciones que tuvo cuando éramos pequeños. Se emociona recordando, con coreografías incluidas, todas las canciones populares, los personajes de dibujos animados y los juegos de nuestra infancia. Y mi 36
  • 37. Ser madre: ¡toda una aventura! peque la observa como hipnotizado, encantado de tener a su abuela siempre cerca. Aunque no te lo diga a menudo, ¡te quiero mamá! Quiero continuar recordando a las recientes mamás que han descubierto hace poco lo que se siente teniendo a sus hijos consigo. Ese primer momento en el que ves a tu pequeño es indescriptible y las oleadas de sentimientos que se tienen no se asemejan a nada. ¡Disfrutad mucho de vuestro primer Día de la Madre y de la vida que a partir de ahora empezareis juntos! Y antes de terminar no quisiera olvidarme de todas esas mujeres que luchan sin descanso por alcanzar su sueño de convertirse en madres algún día. Seguro que están pasando por duros momentos y en algunas ocasiones verán su meta alejarse cada vez más. Desde aquí les ofrezco todo mi apoyo y mi fuerza para no rendirse nunca y decirles que la recompensa que les espera al final del camino subsanará con creces tanto sacrificio. Seguro que el próximo año estáis celebrando con nosotras este gran Día. Y a todas las demás mamás: a las trabajadoras, a las que están en paro, a las que lo han aparcado todo para estar con sus hijos, a las primerizas y a las experimentadas, a las futuras madres que esperan, a las mamás solteras, a las que necesitan un apoyo “extra” para seguir caminando día a día, a las abuelas que ejercen de madres más que las propias madres y a todas las buenas madres que hicieron de nosotros las personas que somos ahora, ¡MUCHAS FELICIDADES EN NUESTRO DÍA! (Entrada publicada el 1 de mayo de 2011) 37
  • 38. Ser madre: ¡toda una aventura! CUANDO LAS COSAS SE TUERCEN La experiencia de sufrir un aborto es algo desgarrador. Te mata por dentro, te aleja de tu sueño y te nubla la visión de futuro. Tus ilusiones se truncan, tu pareja sufre tanto o más que tú y el mundo no parece entender el drama que estás viviendo. Haber pasado por un aborto te cambia la perspectiva de la maternidad. Te hace darte cuenta que no siempre es fácil convertirse en madre y descubres voces silenciosas de mujeres que han pasado por lo mismo pero no se atreven a gritar su pena por miedo al qué dirán. Mi amiga Belén me dijo una vez que el duelo hay que pasarlo, hay que expulsarlo y dejar marchar en paz a ese angelito que un día pudo estar en tus brazos y decidió volar antes de tiempo. 38
  • 39. Ser madre: ¡toda una aventura! Un angelito en el cielo A veces las cosas no salen como uno las planea y en ese momento sientes que todo se viene abajo. Desde el reposo y la perspectiva que da una cama (en la que llevo dos días y en la que seguiré al menos durante cuatro más), quiero relataros la experiencia que estoy viviendo, con el único fin de desahogarme y quizá servir de ayuda a quienes tengan la desgracia de pasar por esto algún día. Estoy sufriendo un aborto; una lenta agonía que comenzó hace 1 semana y que parece no tener fin. Empezaré desde el principio. En plenas vacaciones en la playa me enteré de que estaba embarazada. Fue una alegría tremenda que vino a poner fin a la mala rachilla que parecía que estábamos atravesando entre la biopsia de mama y otro aborto que tuve en el mes de marzo (lo relataré en otro post porque éste fue bien distinto al que estoy sufriendo ahora y prefiero no mezclarlos). Tras el aborto había dejado pasar una regla, tal y como me dijo el médico, y volvimos a intentarlo con ganas y muy esperanzados. Me quedé embarazada a la primera así que podéis imaginaros la fiesta que montamos cuando el test nos confirmó el positivo. Yo me encontraba la mar de bien, no tenía molestias de ningún tipo y estaba muy emocionada con la noticia. Pero dados mis antecedentes de embarazo de riesgo que tuve con mi hijo y el reciente aborto sufrido, decidí hablar con mi médico. Él me recomendó hacerme un chequeo temprano para descartar cualquier complicación y poder así seguir disfrutando de las vacaciones sin problemas ni comeduras de cabeza. Así que decidí coger un tren y regresar a Madrid para hacerme una revisión rápida. Me despedí de mi marido y del nene en la estación, pensando que al día siguiente les vería y podría mostrarles la primera ecografía del futuro bebé. En el viaje de regreso a Madrid me invadió de pronto un extraño sentimiento de angustia. Se me formó un nudo en el estómago y por más que trataba de averiguar el motivo de tan repentina ansiedad no lograba dar con él. Me intentaba convencer a mí misma de que al día siguiente, a esa misma hora, volvería a la playa con mi peque y mi marido, a seguir disfrutando del mar y las olas y con la tranquilidad de saber que mi pequeña y ansiada lentejita estaba perfecta. El médico comenzó a hacerme las preguntas de rigor y por cada pregunta que me hacía más nerviosa me iba poniendo: - "Según la fecha de tu última regla deberías estar de casi 7 semanas. Supongo que ya habrás empezado con las náuseas" 39
  • 40. Ser madre: ¡toda una aventura! - "Pues no. La verdad es que no siento náuseas" (ni nada - estuve a punto de decirle; este embarazo estaba resultando muy diferente al de mi primer hijo) - "Bueno, no pasa nada. Hay veces que no se tienen molestias estomacales. Pasa a la camilla que voy a hacerte una eco" Me tumbé en la camilla y tuve dos opciones: mirar al monitor que tenía delante o mirar al médico. Pensé que como no entendería absolutamente nada de lo que se viera en la pantalla sería mejor mirar la cara del médico y averiguar por su expresión si todo marchaba bien. No me equivoqué. La cara del médico fue un poema. Venga a remover el ecógrafo de un lado para otro mientras fruncía el ceño sin decir palabra. Al final me dijo: - "Es raro. No se ve saco gestacional dentro del útero y sí veo una pequeña mancha en un ovario. Esa mancha podría ser un simple quiste o el embrión mal alojado, por lo que estaríamos hablando de un embarazo ectópico. Si estuvieras de casi 7 semanas ya debería verse la vesícula gestacional por lo que, o se trata de un embarazo extrauterino o bien se trata de una gestación incipiente que no se corresponde a los cálculos que hemos echado" A pesar de que el médico era realmente amable y me lo trataba de explicar todo con la mayor dulzura y tranquilidad posible, sus palabras se me clavaron como puñales y de pronto me sentí inmensamente sola. Echaba de menos tener a mi marido al lado, buscar su mirada, su apoyo... y en mi cabeza sólo sonaba una pregunta "¿por qué a mí otra vez?". A partir de ese momento el médico me recomendó suspender mis vacaciones y quedarme en Madrid, atenta a cualquier signo de alarma y repitiéndome los controles ecográficos y análisis de sangre cada 48 horas. Así he permanecido casi 1 semana: ecografías vacías y la hormona Hcg (la hormona que indica embarazo) creciendo por momentos. La incertidumbre era total pues los análisis indicaban un embarazo avanzado pero la imagen no mostraba absolutamente nada. Y entonces, un día ¡apareció el saquito gestacional!. Todos respiramos aliviados descartando, por fin, un embarazo ectópico pero algo había marchado mal en ese tiempo. Se supone que ya debería estar de casi 8 semanas y la vesícula indicaba un tamaño de apenas 4 semanas de gestación... quizá un fallo a la hora de echar las cuentas, una posible ovulación tardía, un desajuste hormonal... Pero el mismo día en que me confirmaron la existencia de "algo" en el útero, comencé a manchar. Era un manchado muy escaso y pensé para animarme que muchos embarazos comienzan con leves manchados 40
  • 41. Ser madre: ¡toda una aventura! y luego salen adelante. De nuevo fuimos a urgencias. Poco podían hacer: me recomendaron reposo y volver en 48 horas para hacerme un nuevo examen médico. Esa misma noche acudí de nuevo doblada de dolor y con una hemorragia incontrolable. Las punzadas de dolor en el abdomen y en los riñones resultaban insoportables y no recordaba haber sufrido un dolor similar nunca. Me inyectaron nolotil y me dijeron que me dejarían ingresada ante el importante sangrado que estaba teniendo. Sin embargo, tras mantenerme en observación 3 horas y comprobar que el manchado empezaba a remitir, decidieron darme el alta y mandarme a casa con reposo absoluto y nuevo chequeo médico en unos días. Y en esas estoy. Cuando vuelva al médico comprobarán si lo he eliminado todo o si deben hacerme un legrado. "Son cosas que pasan"; "Estas cosas ocurren con mucha frecuencia"; "La naturaleza es sabia"; "Eres muy joven, puedes volverlo a intentar cuando quieras"... son frases típicas que te suelen decir los amigos en estos casos con la única finalidad de levantarte la moral. Y sí, ya sé que estas cosas pasan y que es algo muy común, pero el dolor físico y psíquico que estoy viviendo no se me olvidará nunca. Sentir que con cada gotita de sangre mi bebé se marcha un poquito más me desespera... Estaba tan contenta, tan ilusionada que no creo tener fuerzas para volverlo a intentar en un futuro. La sola idea de poder volver a pasar por lo mismo me resulta aterradora... Ahora sólo me queda esperar el resultado de los definitivos análisis que me confirmarán, una vez más, que he vuelto a mandar un angelito al cielo... (Entrada publicada el 27 de julio de 2011) Un sueño roto He estado embarazada en tres ocasiones y sólo una vez ha salido adelante y hoy tengo a mi hijo conmigo. La experiencia de sufrir un aborto es algo horrible. Con el paso del tiempo el dolor se va mitigando pero jamás desaparecerá de la mente de una mujer. 41
  • 42. Ser madre: ¡toda una aventura! Saber que una vez estuviste embarazada pero que tu bebé no siguió el proceso natural de desarrollo y por tanto nunca podrás conocerlo es muy doloroso, aunque se trate de una pérdida temprana. Desde el primer momento en que se produce un embarazo ya se habla de una nueva VIDA. A las 7 semanas, aproximadamente, el corazoncito de ese nuevo ser ya late con fuerza y casi desde el primer minuto en que ves las dos rayitas en el test ya te sientes mamá. Te ilusionas, haces planes, se lo dices a tu entorno más cercano e incluso, inconscientemente, te visualizas con tripita o con tu hijo en brazos. Pero de pronto, sin saber porqué todo se tuerce y sientes que el destino te da una enorme bofetada. Te preguntas porqué, lloras, gritas y por mucho que trates de asumir la perdida jamás entenderás porqué se fue… Es normal sentir culpabilidad en esos momentos: ¿habré hecho algo que haya malogrado este embarazo? Tardarás mucho, mucho tiempo en asumir que no has hecho nada malo y que las cosas, simplemente, pasan. “No sufras: ya tienes un hijo estupendo”; “Eres muy joven, podrás intentarlo más adelante”; ” La naturaleza es sabia, si ha pasado es por algo”; “Estabas embarazada de muy poquito”; “No llores, hay cosas peores en la vida”… Todos tratan de consolarte con la mejor de las intenciones pero lejos de ayudar, muchas veces esas palabras se clavan como puñales. Aunque en su momento te parezca imposible, con un poco de tiempo y buena ayuda saldrás adelante. Todos me dicen que cuando logre de nuevo quedarme embarazada el recuerdo de mis abortos será tan sólo una sombra que se alejará cuando vea a mi recién nacido. Sólo espero poder darles algún día la razón. (Página del blog) 42
  • 43. Ser madre: ¡toda una aventura! CONCILIACIÓN REAL YA ¡Qué difícil es ser madre y trabajar al mismo tiempo fuera de casa! A veces pueden incluso resultar dos facetas de la mujer totalmente opuestas y podemos tener la sensación de que si deseamos ser mujeres trabajadoras no podremos ser madres y viceversa. Mi experiencia personal en el mundo laboral me ha demostrado que no es posible ser madre y trabajar al mismo tiempo. Los horarios son infernales, los jefes poco comprensibles con las situaciones personales y familiares de sus trabajadores y las empresas poco o nada concienciadas con la conciliación familiar. Está en nuestra mano cambiarlo uniéndose al grupo Conciliación Real Ya, creado por padres preocupados por conjugar ambas parcelas de la vida. Estas han sido algunas de las entradas publicadas en mi blog acerca de la conciliación: 43
  • 44. Ser madre: ¡toda una aventura! Manifestación bloguera por la verdadera conciliación en España La semana pasada conocimos unas declaraciones del Ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, sobre la conciliación laboral que no han dejado indiferente a nadie. Este señor propone la escolarización de todos los niños, inmediatamente después de nacer, como medida necesaria para alcanzar la plena conciliación laboral y familiar. Parece ser que a esto lo llaman progreso e igualdad… Siento verdadera lástima cuando escucho semejante sarta de barbaridades dichas por quienes nos gobiernan. ¿A dónde vamos a llegar? Lejos de acercarnos al modelo de los países nórdicos (que en temas de maternidad y conciliación nos dan 100.000 vueltas) abanderamos una idea que se supone “progresista” y que, a mi modo de ver, deja totalmente de lado al ser humano, su educación y sus sentimientos en pos de la productividad. No importa si un bebé de escasos días es abandonado en una fría cuna de guardería sin el calor y los brazos de una madre, sin consuelo cuando llora, recién llegado a un mundo en el que sólo le espera soledad. No importa si una madre sufre lo que no está escrito al verse separada de su bebé nada más nacer y privada de su abrazo que es lo que verdaderamente la reconforta en plena depresión postparto. Nada de eso importa mientras la máquina de generar billetes no se detenga... Señor ministro, pena me da pensar en lo que se convertiría esta sociedad si sus “avanzadas” medidas son llevadas a cabo. Dejaremos de criar hijos para pasar a criar auténticas máquinas sin sentimiento… pero todo sea por “estimular la igualdad, la producción y la riqueza del país”. Déjeme decirle que a veces siento VERGÜENZA de pertenecer a este país: A un país que no premia a las empresas por facilitar reducciones de jornada o excedencias a sus trabajadoras, sino que incluso está bien visto, y es aceptado sin rechistar, que el empresariucho de turno ponga de patitas en la calle a la mujer que ose pedir semejante DERECHO A un país que no ayuda a los padres a alcanzar una verdadera conciliación laboral, esclavizándolos con larguísimas jornadas laborales en las que además gana más puntos quien más horas extra haga 44
  • 45. Ser madre: ¡toda una aventura! A un país que pone trabas a las madres que queremos ser MADRES sin dejar de trabajar, con trabajos precarios de media jornada, mal pagados e inestables A un país que se mofa en nuestras caras con medidas absurdas y desproporcionadas como ésta… Ustedes pretenden solucionar la conciliación escolarizando a niños recién nacidos y abriendo más guarderías con amplísimos horarios que se ajusten a las jornadas de trabajo de los progenitores. Ese es el progreso. Desde mi humilde blog digo BASTA a tanta tomadura de pelo. No quiero sentirme juzgada o tachada de “improductiva” y "retrógrada" por tomar la decisión de no trabajar fuera de casa para ocuparme de la educación de mi hijo y de formarle como persona. Estoy orgullosa de ser madre y de criar a mi pequeño con amor y dedicación. Sé que de este modo formaré, para el día de mañana, a una gran persona, íntegra, con valores familiares y sólidos principios. Exijo una rectificación YA y unas verdaderas medidas de conciliación. Señor ministro, ya nos hemos reído todos un rato con sus declaraciones, ahora venga, hablemos en serio… (Entrada publicada el 06 de mayo de 2011) La madre que hubiera sido y la madre que soy Tal día como hoy de hace dos años estaba en la cola del paro esperando sellar mi tarjeta como demandante de empleo. Mi empresa acababa de notificar un ERE con externalización de departamentos entre los que se encontraba el mío, así que al volver de mi baja maternal me esperaban con la carta de despido en la mano. En ese momento no lo sabía pero aquel hecho supuso el renacer como madre y la aparición de una nueva forma de entender la maternidad. Voy a confesarme desde el principio: Cuando supe que estaba embarazada no me plateé qué clase de madre quería ser. ¡Ni siquiera sabía que existían diversas formas de entender la maternidad!.Jamás había oído la palabra colecho, ni porteo, ni crianza con apego, ni me imaginaba dando el pecho a mi hijo más allá de los 4 meses de rigor. Mi libro de cabecera era “Duérmete niño”, pues había oído hablar tantísimo de él que pensaba que 45
  • 46. Ser madre: ¡toda una aventura! todos los padres debíamos regirnos por lo que dijera el señor Estivil y con más o menos fortuna íbamos capeando los temporales que como primerizos nos azotaban de vez en cuando. En ningún momento me planteé dejar de trabajar por cuidar a mi hijo y no sé muy bien el motivo, pues económicamente hubiéramos podido hacerlo. Embarazada de pocos meses me comencé a informar sobre las guarderías de la zona, a pedir referencias, a conocer los precios… Había asumido sin ningún género de duda que con 16 semanas mi hijo estaría en una guardería (o con una cuidadora) un mínimo de 8 horas diarias. Pero de pronto me vi en la cola del paro y con una nueva vida por delante. A partir de ese momento comencé a vivir la maternidad intensamente, a enamorarme cada día un poco más de mi hijo, a abrir mi horizonte de lecturas descubriendo verdaderas joyas que me hicieron cambiar mi forma de ver la maternidad, a comenzar un blog donde plasmar mis vivencias como madre y a formar parte de una tribu que me ha enseñado todo lo que soy. Al principio me puse como meta unos meses de parón, hasta que mi peque hiciera su primer añito. Luego me di cuenta de que ese vínculo entre él y yo era tan grande que no podía (ni quería) romperlo por volver a una oficina así que fui alargando mi baja laboral hasta el día de hoy. Y ahora sé que ha sido lo mejor que he hecho en muchísimo tiempo. A veces pienso en qué sería de mí y de mi hijo si no hubiera existido nunca ese ERE. Pienso en la de cosas que nos habríamos perdido y en la de tiempo que no hubiéramos disfrutado juntos. Pienso que este blog no existiría (poco tiempo para escribir y una forma muy “social” y “mecánica” de entender la maternidad no hubieran dado pie a ello) y tampoco me habríais podido enseñar todo lo que ahora sé. Por eso, aunque suene extraño decir esto en los tiempos que corren, agradezco infinitamente a mi ex empresa la oportunidad que me dio de renacer como madre. (Entrada publicada el 30 de enero de 2012) 46
  • 47. Ser madre: ¡toda una aventura! SER MADRE Ser madre no es fácil. Nadie nos enseña a serlo y somos nosotras, con nuestro instinto y la observación del carácter y las necesidades de nuestro hijo quienes elegimos la mejor forma de criar, educar y ser feliz. Nunca me han gustado los consejos gratuitos ni la forma que tienen determinadas madres de “imponer” a otras de su entorno su forma de actuar con sus hijos. Sin embargo agradezco a las madres que comparten conmigo su día a día, su visión de la maternidad y los trucos que emplean para hacer de la crianza de sus hijos una tarea más sencilla. Ahí van mis pequeños trucos y aportaciones así como dudas varias que me han asaltado en este primer año como madre virtual. 47
  • 48. Ser madre: ¡toda una aventura! Abortada operación retirada de pañal Lo reconozco: hemos fracasado estrepitosamente en la operación "retirada de pañal". No sé dónde está el error pero no cabe duda de que lo hay y debe ser muy grande a juzgar por los 2 meses de operación y los cero avances conseguidos. En el mes de junio comencé a quitarle al peque el pañal. Todavía no tenía los 2 añitos y había gente que me decía que era pronto pero preferí intentarlo con la llegada del buen tiempo. El niño se ha pasado todo el verano con el culillo al aire; tanto es así que se me ha "asalvajado" y no le gusta demasiado que le vista o le ponga el pañal para dormir o irnos a la calle. El pañal se lo quito mientras estamos en casa y cada 20 minutos, aproximadamente, le pongo en el WC a hacer pipí. No hemos empleado orinal; decidí pasar al WC directamente porque al nene no le daba miedo y al principio incluso le hacía gracia hacer pis donde papá y mamá. Lo cierto es que cada vez que le siento él hace pis y es una fiesta. Se aplaude, se ríe e incluso a veces se marca una danza muy curiosa y divertida mientras tira de la cadena. Siempre que le pongo hace, aunque sean dos gotitas. Hasta ahora no he conseguido que haga caca. Cuando veo que se le cambia la carita y que empieza a apretar le llevo corriendo al WC pero "le corto el rollo". Se enfada mucho y no le gusta hacerlo ahí. Prefiere el pañal... Supongo que necesitará su intimidad y su concentración... El problema es que cuando tiene ganas de hacer pis no me lo pide. Él se agacha, se acurruca en una esquinita y se lo hace encima. Como mucho me avisa después, cuando ya se lo ha hecho (¡qué detalle, al menos así puedo recoger el charco en el momento!). Mi forma de educarle en esos momentos es exactamente igual a cómo he educado a mis perros (sé que puede sonar bruto pero no se me ocurre otra forma mejor): - "No, no y no. Ahí no se hace pis" - se lo digo en un tono enérgico. Me lo llevo corriendo al WC y le siento - "Se hace aquí". Pero la verdad es que dudo que mi mensaje le llegue o lo comprenda... Lo que me tiene mosquedada es que no me lo pida. Él no es muy hablador pero "pis" si sabe decir. ¿Acaso todavía es muy pequeño para ser consciente de la necesidad que le entra? ¿Quizá le esté exigiendo demasiado y deba esperar todavía un poquito más? 48