2. LECCION PRIMERA
ANTES DE COMENZAR LOS EJERCICIOS PRACTICOS TEN EN CUENTA:
POSTURA CORRECTA DEL CUERPO.- Debes sentarte ante el
ordenador con el cuerpo erguido, nunca encorvado, pues podría serte
perjudicial.
POSTURA CORRECTA DE LAS MANOS.- Acerca los brazos al cuerpo
y procura que sean únicamente las manos las que se desplacen.
POSTURA CORRECTA DE LOS PIES.- Coloca las piernas unidas y
bajo el ordenador de forma que toda la planta del pie, descanse en el suelo. La
frecuente postura de cruzar los pies con sólo las puntas de los mismos sobre el
suelo, no favorece en nada al no ser postura relajante.
COLOCACIÓN DE LAS MANOS Y DEDOS.-
1.- Mantén las palmas de las manos en posición horizontal sin que
éstas toquen el teclado nunca.
2.- Coloca las yemas de los dedos como se te indica en el grabado
expuesto, rozando ligeramente las teclas. En esta posición pulsa sólo la que
corresponda, sin variar la posición de los dedos.
3.- Como los dedos índices han de desplazarse para pulsar una
segunda tecla, pon cuidado para que los otros dedos no pierdan su posición
correcta sobre la tecla correspondiente.
4.- Debes sostener los pulgares constantemente sobre la barra
espaciadora sin reposar, claro está, sobre ella.
5.- Fíjate que los pulgares debes actuar alternando con la mano que
acaba de escribir. Es decir: el pulgar derecho debe pulsar el espaciador cuando
la mano izquierda ha terminado un ejercicio práctico, palabra o letra con la
mano izquierda y viceversa.
6.- Durante los primeros ejercicios debes repetir mentalmente (nunca
en voz alta) las letras que pulsas con objeto de ayudarte a gravar en tu memoria
los signos que corresponden a cada dedo. Así facilitarás la velocidad.
2
12. LECCION SEGUNDA
REPETICIÓN DE EJERCICIOS.- ¡Atención! Debes esforzarte en
cometer el menor número de errores posibles; pero si a pesar de tu esfuerzo
pasaras de seis faltas te conviene repetir el ejercicio a partir del 61. Vuelve a
colocar el mismo número. Ve con suma atención y despacio; es la forma de
conseguir éxito.
EL ACENTO.- El acento no corre espacio; por consiguiente, se pulsa
inmediatamente antes que la letra acentuada.
ESCRITURA DE PALABRAS.- Comienzas en este capítulo a escribir
“palabras”. Cuida de que cada dedo pulse la letra que le corresponde.
SUJETAMAYÚSCULAS.- Si la letra mayúscula que se quiere
conseguir se escribe con la mano derecha se mantendrá presionado, con el
meñique izquierdo, el sujeta mayúsculas y viceversa.
NUMERACIÓN: CANTIDADES, AÑOS.
Ya conoces bien los dedos que corresponden a cada número. Ahora
fíjate y escríbelos con corrección. Advierte que en las cantidades se pone el
punto que indica los miles. Pero nunca si lo que se escribe con números es el
año: 3.467; año 2005.
SIGNOS DE PUNTUACIÓN.- Después de la coma, punto y coma,
dos puntos, puntos suspensivos, se deja sólo un espacio.
Las palabras o frases escritas entre comillas, paréntesis,
interrogaciones y admiraciones, etc., se escriben sin dejar espacios entre los
signos o frases encerrados en ellos.
12
13. 41
paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso pa
paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso pa
paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso paso pa
mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa
mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa
mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa mesa
42
maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña m
maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña m
maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña maña m
jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jot
jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jot
jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jota jot
43
orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orb
orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orb
orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orbe orb
fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fil
fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fil
fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fila fil
44
yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yem
yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yem
yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yema yem
hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoj
hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoj
hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoja hoj
13
14. 45
goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma g
goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma g
goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma goma g
nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nod
nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nod
nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nodo nod
46
vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino
vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino
vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino vino
zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zo
zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zo
zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zona zo
47
sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo
sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo
sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo sexo
coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma com
coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma com
coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma coma com
48
kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo
kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo
kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo kilo
queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso que
queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso que
queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso queso que
14
15. 49
barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro b
barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro b
barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro barro b
éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito
éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito
éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito éxito
50
bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera b
bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera b
bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera bandera b
cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; c
cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; c
cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; cohete; c
51
desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío des
desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío des
desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío desafío des
ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-
ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-
ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-ta ga-vio-
52
injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir
injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir
injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir injerir
jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete
jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete
jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete, jinete
15
16. 53
¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué ? ¿por qu
¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué ? ¿por qu
¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué ? ¿por qu
Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Ca
Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Ca
Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Ca
54
órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano
órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano
órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano. órgano
Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel G
Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel G
Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel Gabriel G
55
administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: ad
administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: ad
administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: administrativo: ad
(extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto)
(extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto)
(extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto) (extinto)
56
¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría!
¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría!
¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría! ¡qué alegría!
yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtapone
yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtapone
yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtaponer yuxtapone
16
17. LECCION TERCERA
57
yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yo
yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yo
yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yogurt yo
A buen entendedor, pocas palabras. A buen entendedor, pocas palabras. A buen
A buen entendedor, pocas palabras. A buen entendedor, pocas palabras. A buen
A buen entendedor, pocas palabras. A buen entendedor, pocas palabras. A buen
58
PLATERO.- Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera,
que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache
de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico,
rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente:
“¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé
qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.
59
bolsillos alrededor ahumado botella pálidas amparada cobijase mirábamos bolso
bolsillos alrededor ahumado botella pálidas amparada cobijase mirábamos bolso
bolsillos alrededor ahumado botella pálidas amparada cobijase mirábamos bolso
monaguillo nicotina oxígeno kilociclo licenciatura gelatina hispanoamericano ajo
monaguillo nicotina oxígeno kilociclo licenciatura gelatina hispanoamericano ajo
monaguillo nicotina oxígeno kilociclo licenciatura gelatina hispanoamericano ajo
17
18. 60
EL ECLIPSE.- Nos metimos las manos en los bolsillos, sin querer, y
la frente sintió el fino aleto de la sombra fresca, igual que cuando se entra en un
pinar espeso. Las gallinas se fueron recogiendo en su escalera amparada, una a
una. Alrededor, el campo enlutó su verde, cual si el velo morado del altar mayor
lo cobijase. Se vio, blanco, el mar lejano, y algunas estrellas lucieron, pálidas.
¡Cómo iban trocando blancura por blancura las azoteas! Los que estábamos en
ellas nos gritábamos cosas de ingenio mejor o peor, pequeños y oscuros en aquel
silencio reducido del eclipse.
Mirábamos el sol con todo: con los gemelos de teatro, con el anteojo
de larga vista, con una botella, con un cristal ahumado; y desde todas partes:
desde el mirador, desde la escalera del corral, desde la ventana del granero,
desde la cancela del patio, por sus cristales granas y azules...
61
Luna en creciente, cuerno a Oriente; luna menguante cuernos adelante. Luna en
Luna en creciente, cuerno a Oriente; luna menguante cuernos adelante. Luna en
Luna en creciente, cuerno a Oriente; luna menguante cuernos adelante. Luna en
La adulación es una falsa moneda que empobrece mucho a quien la recibe. La ad
La adulación es una falsa moneda que empobrece mucho a quien la recibe. La ad
La adulación es una falsa moneda que empobrece mucho a quien la recibe. La ad
62
ESCALOFRIO.- La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura.
En los prados soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las
zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, a nuestro pasar... Sobre el vallado, un
almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa con una nube blanca,
cobija el camino asaeteado de estrellas de marzo... Un olor penetrante a
naranjas... Humedad y silencio... La cañada de las Brujas...
-¡Platero, qué... frío!
Platero, no sé si con su miedo o con el mío, trota, entra en el arroyo,
pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas de cristal
se enredara, queriendo retenerlo, a su trote...
Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien la
fuese al alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave, que parece que nunca llega, del
pueblo que se acerca... “PLATERO Y YO”
18
19. 63
vagamente tácito vallado níveo inmenso humedad arroyo enjambre enredara vag
vagamente tácito vallado níveo inmenso humedad arroyo enjambre enredara vag
vagamente tácito vallado níveo inmenso humedad arroyo enjambre enredara vag
se deshace creyera vagamente árboles nevada tibia estrellas altiva haré leyenda
se deshace creyera vagamente árboles nevada tibia estrellas altiva haré leyenda
se deshace creyera vagamente árboles nevada tibia estrellas altiva haré leyenda
64
GOLONDRINAS.- Ahí la tienes ya, Platero, negrita y vivaracha, en
su nido gris del cuadro de la Virgen de Montemayor, nido respetado siempre.
Está la infeliz como asustada. Me parece que esta vez se han equivocado las
pobres golondrinas, como se equivocaron, la semana pasada, las gallinas,
recogiéndose en su cobijo cuando el sol de las dos se eclipsó. La primavera tuvo
la coquetería de levantarse este año más temprano; pero ha tenido que guardar
de nuevo, tiritando, su tierna desnudez en el lecho nublado de marzo. ¡Da pena
ver marchitarse, en capullo, las rosas vírgenes del naranjal!
65
katiuska navegable hamaca pájaro vaciar hospital sabiduría folclore zozobrar ala
katiuska navegable hamaca pájaro vaciar hospital sabiduría folclore zozobrar ala
katiuska navegable hamaca pájaro vaciar hospital sabiduría folclore zozobrar ala
aljibe calavera fémur mármol alabastrino hospital íbamos coñac sollozar leyenda
aljibe calavera fémur mármol alabastrino hospital íbamos coñac sollozar leyenda
aljibe calavera fémur mármol alabastrino hospital íbamos coñac sollozar leyenda
66
Recuerdo, cuando era niño, las noches largas de lluvia, en que me
desvelaba el rumor sollozante del agua redonda que caía, de la azotea, en el
aljibe. Luego, a la mañana, íbamos, locos, a ver hasta dónde había llegado el
agua. Cuando estaba hasta la boca, como está hoy, ¡qué asombro, qué gritos, qué
admiración!
Bueno, Platero. Y ahora voy a darte un cubo de esta agua pura y
fresquita, el mismo cubo que se bebía de una vez Villegas, el pobre Villegas, que
tenía el cuerpo achicharrado ya del coñac y del aguardiente... JUAN RAMÓN
JIMÉNEZ
19
20. LECCION CUARTA
RECUERDA...
Que no tienes que mirar nunca al teclado.
Desplaza el índice o meñique cuando los necesites, no la mano.
Los pulgares siempre preparados sobre el espaciador.
No te desanimes. Aunque parezcas que no adelantas es seguro que lo
consigues si escribes despacio.
Cada tecla púlsala con su dedo correspondiente.
Pulsa suavemente las teclas; para lograrlo, recuerda, que no tienes
que levantar las manos.
Fíjate en los errores que cometes para que no vuelvas a caer en los
mismos.
Que el acento se pulsa antes que letra acentuada.
Pulsa Mayús mientras escribes una sola letra mayúscula, pero debes
pulsar Bloq Mayús cuando tiene varias palabras para escribir en mayúscula.
Observa que en las letras mayúsculas no debes poner acento gráfico.
20
21. Ejercicio 4.1
Velocidad: 60 pulsaciones /minuto.
Tiempo: 10 minutos.
Poco trecho se había alejado don Quijote cuando se encontró con dos estudiantes
y con dos labradores que sobre cuatro bestias asnales venían caballeros.
Saludóles don Quijote y, después de saber el camino que llevaban, que era el
mismo que el hacía, les ofreció su compañía y les pidió detuviesen el paso,
porque caminaban más sus pollinas que su caballo. Para obligarlos, en breves
razones les dijo quien era, su oficio y profesión de caballero andante que iba a
buscar aventuras por todas las partes del mundo. Todo esto para los labradores
era hablarles en griego; pero no para los estudiantes.
Ejercicio 4.2
Velocidad: 60 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos.
La posición social de la familia de la desposada exige para la celebración
de la boda un traje tan lujoso y estudiado como le permitan sus medios. La
misma joven jura ser digna. La peluca que lleva, enmarcando su rostro pintado
con tiza blanca, recuerda un poco los peinados complicados de antaño. Sobre el
peinado se pone una capucha blanca, que esconde sus “cuernos de celos”,
indicando así que nunca sucumbirá a esta falta tan baja. En su bolso lleva un
amuleto portador de buena suerte; pero para el caso de que no fuera eficaz, se le
entrega también un pequeño puñal de ceremonia...
21
22. Ejercicio 4.3
Velocidad: 80 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos.
“Un solo edicto, el proclamado por los Reyes Católicos, bastó para expulsar a los
judíos y encarcelar o quemar en las hogueras de la Inquisición, a los que
quedaron creyeron burlar el edicto de expatriación.
¿Por qué a los judíos, se les aplicó la ley con el máximo rigor y extrema
vigilancia, para que esta se cumpliera lo más rápidamente posible?
Sencillamente, porque la corona, de una parte, embargó los cuantiosos bienes
que algunos de ellos poseían en beneficio de las arcas del Estado y de los que
más próximo a ellas se encontraban, y de otra, como quiera que, por sendos
decretos, se premiaba a los que delataran a los judíos ante el Santo Oficio con la
condonación de las deudas que con ellos tuvieran contraídas, muchos deudores
saldaron sus créditos y pagarés a cambio de la sangre de los israelitas.”
Ejercicio 4.4
Velocidad: 80 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de
pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte; pero la buena
suerte no llueve ayer, ni hoy ni mañana ni nunca, ni en llovizna cae del cielo la
buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano
izquierda, o se levanten con el pie derecho, o comienzen el año cambiando de
escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida,
jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no
profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folclore. Que
no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos.
22
23. Ejercicio 4.5
Velocidad: 100 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos
Al final de la jornada, las “amas” llevan su cosecha de algas y la
depositan todas en el mismo lugar, donde se ponen a secar. Después de un
período de preparación, la hierba es triturada y batida por un grupo de mujeres
sentadas frente a frente en dos filas, hasta la total desaparición de las impurezas.
Después de embalada y pesada, la hierba marina se envía por barco a los centros
industriales, donde se transforma en ese producto de gran valor nutritivo, del
que ya hemos hablado.
Termina el día, y antes de retirarse a su casa, Yukiko irá quizá a
pasear por el pueblo con su amiga, por delante de las tiendas que ofrecen en sus
escaparates un tentador surtido de mercancías, y por delante de la casa del
peluquero, que precisamente está dormitando. El próximo día de fiesta proyecta
utilizar sus servicios, porque los viejos cánones de la belleza japonesa exigen un
rostro completamente rapado desde la frente al cuello, incluyendo también las
cejas, y cubierto inmediatamente por una espesa capa de polvos blancos.
Ejercicio 4.6
Velocidad: 100 pulsaciones/minuto
Tiempo: 10 minutos.
La posición social de la familia de la desposada exige para la
celebración de la boda un traje tan lujoso y estudiado como le permitan sus
medios. La misma joven jura ser digna. La peluca que lleva, enmarcando su
rostro pintado con tiza blanca, recuerda un poco los peinados complicados de
antaño. Sobre el peinado se pone una capucha blanca, que esconde sus “cuernos
de celos”, indicando así que nunca sucumbirá a esta falta tan baja. En su bolso
lleva un amuleto portador de buena suerte; pero para el caso de que no fuera
eficaz, se le entrega también un pequeño puñal de ceremonia...
La boda está sujeta a un ceremonial largo y complejo, lleno de
símbolos, y destinado a satisfacer a los dioses y a los venerables antepasados.
Los juramentos quedan sellados por el intercambio de tragos de “saké” -tres
sorbos en cada una de las tres tazas-, porque el tres es una cifra venturosa para
el Japón, y mucho más tres veces tres. Los juramentos del novio no se dirigen a
la desposada, sino a sus antepasados ilustres. Así lo quiere la tradición.
23
24. Ejercicio 4.7
Velocidad: 120 pulsaciones/minuto
Tiempo: 10 minutos.
Un cazo de arroz hervido pasa de mano en mano, y ya está la familia
lista para una larga jornada de trabajo. Una vez terminada la comida, el padre y
la hija se van juntos al pueblo y a la playa, porque ambos tienen un oficio que
depende del mar.
El barco de Sato-San surca las aguas de alta mar en busca de peces
que encuentran su alimento en las zonas profundas del océano. Sus redes están
teñidas de azul índigo para confundirse con el azul intenso de las aguas donde
pescan. Este camuflaje de redes es necesario para el éxito de la pesca. Pero
también puede suceder en otras regiones costeras, en que el agua esté coloreada
por las hierbas marinas, que los pescadores hayan de teñir sus redes de rojo o
marrón obscuro. Estas redes son frágiles, y como han de soportar las sacudidas
violentas de las olas, siempre tienen necesidad de reparaciones. Pero en un
pueblo de pescadores japoneses la ayuda mutua es la clave del éxito; así, Sato-
San no tiene dificultad en encontrar manos auxiliares para remendar sus redes,
ni para llevarlas hasta la playa, o para izarlas a bordo. Gracias a esta ayuda, el
barco de Sato-San es uno de los primeros en zarpar de madrugada.
24
25. Ejercicio 4.8
Velocidad: 120 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos.
Hoy la fabricación de una espada es todavía un rito religioso: el
armero se purifica primeramente con una ducha fría, después se presenta ante el
altar con el traje tradicional de su arte antes de entrar en la fragua.
Allí le espera un bloque de hierro bruto, del grosor de una pelota de
tenis; es el bloque que trabaja para obtener el acero. En el curso de la operación
vierte sobre el mineral una mezcla de arcilla, polvo de carbón y agua, para
templarlo. Esta masa se pone luego al rojo en un fuego alimentado con un carbón
vegetal especial. A golpes de martillo lo transforma en una delgada hoja
uniforme que se parece vagamente a una lámina. Por una serie de
procedimientos secretos, el artesano elimina las impurezas y los defectos del
acero, que enfría en seguida metiéndolo unos instantes en un cubo de agua. Este
trabajo requiere gran habilidad y una notable maestría, porque no hay retoques
posibles. Se prueba la lámina golpeándola con una gavilla de tallos de arroz
húmedos y de bambúes. Si esta prueba es negativa, se destruye inmediatamente
la espada. La lámina de una espada, aunque hoy no sea sino un símbolo y no un
arma de combate, debe ser igual en perfección a la del samurai.
NOTA: En las pruebas de 10 minutos se permiten 10 errores, con 11 hay
que repetirlos.
25
26. RECUERDA...
Que no tienes que mirar nunca al teclado.
Desplaza el índice o meñique cuando los necesites, no la mano.
Los pulgares siempre preparados sobre el espaciador.
No te desanimes. Aunque parezcas que no adelantas es seguro que lo
consigues si escribes despacio.
Cada tecla púlsala con su dedo correspondiente.
Pulsa suavemente las teclas; para lograrlo, recuerda, que no tienes
que levantar las manos.
Fíjate en los errores que cometes para que no vuelvas a caer en los
mismos.
Que el acento se pulsa antes que letra acentuada.
Pulsa Mayús mientras escribes una sola letra mayúscula, pero debes
pulsar Bloq Mayús cuando tiene varias palabras para escribir en mayúscula.
Observa que en las letras mayúsculas no debes poner acento gráfico.
Velocidad: 110 pulsaciones/minuto.
2
26
27. Tiempo: 10 minutos.
Poco trecho se había alejado don Quijote cuando se encontró con dos
estudiantes y con dos labradores que sobre cuatro bestias asnales venían
caballeros. Saludóles don Quijote y, después de saber el camino que llevaban,
que era el mismo que él hacía, les ofreció su compañía y les pidió detuviesen el
paso, porque caminaban más sus pollinas que su caballo. Para obligarles, en
breves razones les dijo quien era, su oficio y profesión de caballero andante que
iba a buscar aventuras por todas las partes del mundo. Todo esto para los
labradores era hablarles en griego; pero no para los estudiantes, que luego
entendieron la flaqueza del cerebro de don Quijote; con todo, le miraban con
admiración y respeto, y un de ellos le dijo:
-Si vuestra merced, señor caballero, no lleva camino determinado, como no
lo suelen llevar los que buscan aventuras, véngase con nosotros: verá una de las
mejores y más ricas bodas que hasta el día de hoy se habrán celebrado en la
Mancha.
Preguntóle don Quijote si eran de algún príncipe, que así las ponderaban.
-No son -respondió el estudiante
Velocidad: 110 pulsaciones/minuto.
Tiempo: 10 minutos.
sino de un labrador y una labradora: él, el más rico de toda esta tierra; ella, la
más hermosa que han visto los hombres. El aparato con que se han de hacer es
extraordinario y nuevo; porque se han de celebrar en un prado que está junto al
pueblo de la novia, a quien por excelencia llaman Quiteria la hermosa, el
desposado se llama Camacho el rico; pero ninguna de las cosas referidas, ni
otras muchas que he dejado de referir, han de hacer más memorables estas
bodas, no las que imagino que hará en ellas el despechado Basilio. Es este Basilio
un zagal vecino del mismo lugar de Quiteria, el cual tenía su casa pared por
medio de la de los padres de Quiteria. Basilio se enamoró de Quiteria desde sus
primeros años, y ella fue correspondiendo a su deseo con mil honestos favores.
El padre de Quiteria ordenó casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole
ser bien casarla con Basilio, que no tiene tantos bienes de fortuna como de
naturaleza; pues, si va a decir las verdades sin envidia, él es el más ágil mancebo
que conocemos: gran tirador de barra, luchador
Velocidad: 110 pulsaciones/minutos.
Tiempo: 20 minutos.
3
27
28. Poco trecho se había alejado don Quijote cuando se encontró con dos
estudiantes y con dos labradores que sobre cuatro bestias asnales venían
caballero. Saludóles don Quijote y, después de saber el camino que llevaban, que
era el mismo que él hacía, les ofreció su compañía y les pidió detuviesen el paso,
porque caminaban más sus pollinas que su caballo. Para obligarles, en breves
razones les dijo quiere era, su oficio y profesión de caballero andante que iba a
buscar aventuras por todas las partes del mundo. Todo esto para los labradores
era hablarles en griego; pero no para los estudiantes, que luego entendieron la
flaqueza del cerebro de don Quijote; con todo, le miraban con admiración y
respeto, y uno de ellos le dijo:
-Si vuestra merced, señor caballero, no lleva comino determinado, como no
lo suelen llevar los que buscan aventuras, véngase con nosotros; verá una de las
mejores y más ricas bodas que hasta el día de hoy se habrán celebrado en la
Mancha.
Preguntóle don Quijote si eran de algún príncipe, que así las ponderaban.
-No son -respondió el estudiante- sino de un labrador y una labradora: él, el
más rico de toda esta tierra; ella, la más hermosa que han visto los hombres. El
aparato con que se han de hacer es extraordinario y nuevo; porque se han de
celebrar en un prado que está junto al pueblo de la novia, a quien por excelencia
llaman Quiteria la hermosa, y el desposado se llama Camacho el rico; pero
ninguna de las cosas referidas, ni otras muchas que he dejado de referir, han de
hacer más memorables estas bodas, sin las que imagino que hará en ellas el
despechado Basilio. Es este Basilio un zagal vecino del mismo lugar de Quiteria,
el cual tenía su casa pared por medio de la de los padres de Quiteria. Basilio se
enamoró de Quiteria desde sus rimeros años, y ella fue correspondiendo a su
deseo con mil honestos favores. El padre de Quiteria ordenó casar a su hija con
el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tiene
tantos bienes de fortuna como de naturaleza; pues, si va a decir las verdades sin
envidia, él es el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra,
luchador
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29. Lo que más sorprende del Nápoles Moderno es su aspecto cosmopolita y
racional; no se puede dejar de admirar su extraordinaria expansión. Las
pendientes que le rodean, antaño nidos solitarios de villas aristocráticas,
caseríos, conventos, jardines, viñas y pinares, están ahora totalmente cubiertas
de casas nuevas. Esta proliferación de construcciones data, casi exclusivamente,
de la posguerra y constituye la fuente principal de trabajo de la ciudad. Como
todo lo que se hace en Nápoles, esta expansión urbana se ha desarrollado, en
parte, con la aquiescencia de las autoridades y, en parte, empleando el sistema
de presentar el hecho consumado. Su profunda vitalidad le ha salvado de la
fealdad. Es cierto que Nápoles, vista desde el mar, parece una ciudad moderna
casi totalmente. con sus grandes muelles que bordean el mar, incluso podría
decirse que es una ciudad limpia, mientras no se penetre en los barrios más
pobres. Los signos de miseria que se veían ante de la guerra, como los pies
descalzos, por ejemplo, han desaparecido casi por completo. Nápoles es
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una ciudad calzada. Sea cual fuere el dictamen del economista, se ha producido
una elevación general del nivel de vida, que se aprecia fácilmente al primer
golpe de vista.
No creo que Nápoles se haya afeado al transformarse; sigue siendo igual
de bonita que siempre y yo diría que incluso se ha acentuado el carácter poco
convencional de su belleza. Hay que paladear la calidad única de las aguas de
este golfo, ligeras, diáfanas, casi irreales, sobre las que los barcos están como
suspendidos en el aire y que, incluso de día, parecen contener un reflejo lunar.
Hay que contemplar el golfo de Nápoles bajo diversas luces y con tiempo
variado, puesto que cambia de color y de alma. Su hermosura se acentúa cuando
hace viento y el cielo está nublado, con lo que adquiere una profundidad
desacostumbrada y perspectivas muy diversas, y también a la puesta de sol,
cuando las islas y los promontorios parecen de cristal. A medida que se
descubren sus secretos, la belleza de Nápoles aumenta de día en día hasta que
llega un momento en el que se siente, sin lugar a dudas, que este golfo
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Encima de una mesa había una silla rota, y a su lado un reloj cuyo péndulo
estaba parado y en el cual una araña había tejido su tela. Allí mismo había un
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30. armario apoyado de lado en la pared, en cuyo interior se hallaba la plata, unas
garrafitas y porcelanas. Sobre el escritorio, cuyas incrustaciones de nácar se
habían despegado por algunos sitios, formando unas rendijas amarillas llenas de
cola, había una multitud de objetos diversos: un montón de papeles escritos con
letra menuda bajo un pisapapeles de mármol que se había cubierto de verde y
que tenía un huevecito encima; un libro antiguo encuadernado en piel, con los
cantos dorados; un limón seco, no más grande que una nuez silvestre; el brazo
de un sillón; una copa con un líquido, en el que había tres moscas, cubierta con
una carta; un trocito de lacre, un trapito, dos plumas manchadas de tinta, un
mondadientes amarillento con el que probablemente se escarbaba los dientes el
dueño de la casa aún antes de la entrada de los franceses en Moscú. En las
paredes había unos cuantos cuadros colgados muy juntos y de una manera
absurda; un grabado largo y amarillento que representaba una batalla, y en el
que
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se veían grandes tambores, soldados con tricornio, gritando, y caballos que se
estaban ahogando, sin cristal, colocado en marco de caoba con estrechas listitas
de bronce y con unos círculos también de bronce en las esquinas.
En el mismo nivel ocupaba media pared un enorme cuadro ennegrecido,
pintado al óleo, que representaba flores, frutas, una sandía partida, una cabeza
de jabalí y un pato colgado con la cabeza hacia abajo. En el centro del techo
colgaba una araña enfundada y que, a causa del polvo que la cubría, parecía un
capullo de seda en el que se encierra un gusano. En un rincón de la habitación
había un montón de cosas más bastas y que no merecen que las coloquen sobre
la mesa. Era difícil determinar lo que había en aquel montón, pues lo cubría tal
cantidad de polvo, que las manos de quien lo tocase se cubrirían como con unos
guantes. Lo que más se destacaba eran un pedazo de pala rota, y una vieja suela
de zapato. Hubiera sido imposible decir que aquella estancia la habitaba un ser
viviente si no lo proclamara un viejo gorro que se hallaba sobre la mesa.
Mientras Chichikov examinaba todo aquel extraño mobiliario, se abrió la
puerta lateral y entró el ama de llaves
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31. Tiempo: 20 minutos.
Encima de una mesa había una silla rota, y a su lado un reloj cuyo péndulo
estaba parado y en el cual una araña había tejido su tela. Allí mismo había un
armario apoyado de lado en la pared, en cuyo interior se hallaba la plata, unas
garrafitas y porcelanas. Sobre el escritorio, cuyas incrustaciones de nácar se
habían despegado por algunos sitios, formando unas rendijas amarillas llenas de
cola, había una multitud de objetos diversos: un montón de papeles escritos con
letra menuda bajo un pisapapeles de mármol que se había cubierto de verde y
que tenía un huevecito encima; un libro antiguo encuadernado en piel, con los
cantos dorados; un limón seco, no más grande que una nuez silvestre; el brazo
de un sillón; una copa con un líquido, en el que había tres moscas, cubierta con
una carta; un trocito de lacre, un trapito, dos plumas manchadas de tinta, un
mondadientes amarillento con el que probablemente se escarbaba los dientes el
dueño de la casa aún antes de la entrada de los franceses en Moscú. En las
paredes había unos cuantos cuadros colgados muy juntos y de una manera
absurda; un grabado largo y amarillento que representaba una batalla, y en el
que se veían grandes tambores, soldados con tricornio, gritando, y caballos que
se estaban ahogando, sin cristal, colocado en marco de caoba con estrechas
listitas de bronce y con unos círculos también de bronce en las esquinas.
En el mismo nivel ocupaba media pared un enorme cuadro ennegrecido,
pintado al óleo, que representaba flores, frutas, una sandía partida, una cabeza
de jabalí y un pato colgado con la cabeza hacia abajo. En el centro del techo
colgaba una araña enfundada y que, a causa del polvo que la cubría, parecía un
capullo de seda en el que se encierra un gusano. En un rincón de la habitación
había un montón de cosas más bastas y que no merecen que las coloquen sobre
la mesa. Era difícil determinar lo que había en aquel montón, pues lo cubría tal
cantidad de polvo, que las manos de quien lo tocase se cubrirían como con unos
guantes. Lo que más se destacaba eran un pedazo de pala rota, y una vieja suela
de zapato. Hubiera sido imposible decir que aquella estancia la habitaba un ser
viviente si no lo proclamara un viejo gorro que se hallaba sobre la mesa.
Mientras Chichikov examinaba todo aquel extraño mobiliario, se abrió la
puerta lateral y entró el ama de llaves
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La pintura ocupa, entre las Artes, la región central. Parte de acá, está la
escultura, y aun antes, la arquitectura; feudos por excelencia de esta función de
lo bello que, siguiendo a Hildebrand, hemos llamado espacial. Parte de allá en la
pintura, en zona progresivamente romántica e inconcreta, caen la música, la
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32. poesía tal vez, los dominios en que lo expresivo y su función preponderan. La
pintura puede recorrer una serie infinita de matices, acercándose a cualquiera
de estos extremos, sin llegar a confundirse con él. Cuando la pintura se acerca a
lo escultórico, el color pierde en ella interés, desaparece cualquier preocupación
de luz y ambiente; triunfa el dibujo, y, del dibujo, el contorno; cada objeto en la
representación se recorta, se individualiza, valiendo justamente tanto como su
grado de precisión. El ejemplo más radical de un arte así, lo dan ciertas
especialidades de la pintura antigua, por ejemplo, la pintura de vasos. Negras
sobre rojo, rojas sobre negro, recórtanse aquí unas figuras, no ya sin las pompas
del color, pero incluso sin los dones del relieve, casi reducidas completamente a
puras siluetas... Al contrario, cuando nos acercamos al límite opuesto, el dibujo
es sacrificado al color; y, dentro del dibujo, el contorno es quien más padece; el
interés
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Tiempo: 10 minutos.
capital de la sensibilidad del artista dirígese al aire y a la luz; el ambiente
desindividualiza, funde, hace vibrar los objetos. ¿No son estas las características
del grupo y escuela de pintores modernos que han recibido la denominación de
impresionista? El impresionismo no significa otra cosa, en esencia, que la pintura
llegada al límite extremo de la musicalidad.
Entre un vaso griego decorado y un paisaje impresionista, cabe, como
entre dos fronteras remotas, todo el tesoro, toda la historia universales de la
pintura.
La máxima proximidad de la pintura a la escultura y a la arquitectura nos
la darán las obras de Poussin y Mantegna; la íntima vecindad con lo musical y lo
poético, el Greco y Goya.
El término medio, la equidistancia entre los dos límites, la pintura-pintura,
¿quién la representaría mejor que nuestro tranquilo y poderoso Velázquez? De
Velázquez al Greco va ascendiendo a través de múltiples artistas y escuelas, la
escala de la expresividad. De Velázquez a Poussin, con no menor riqueza de
ejemplos la escala de la construcción.
No es probablemente “La caza de Meleagro” el mejor Poussin del Museo:
es el más didácticamente significativo. Para ejemplo de una vecindad de la
pintura con la escultura, nada mejor.
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La pintura ocupa, entre las Artes, la región central. Parte de acá, está la
escultura, y aun antes, la arquitectura; feudos por excelencia de esta función de
lo bello que, siguiendo a Hildebrand, hemos llamado espacial. Parte de allá en la
pintura, en zona progresivamente romántica e inconcreta, caen la música, la
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33. poesía tal vez, los dominios en que lo expresivo y su función preponderan. La
pintura puede recorrer una serie infinita de matices, acercándose a cualquiera
de estos extremos, sin llegar a confundirse con él. Cuando la pintura se acerca a
lo escultórico, el color pierde en ella interés, desaparece cualquier preocupación
de luz y ambiente; triunfa el dibujo, y, del dibujo, el contorno; cada objeto en la
representación se recorta, se individualiza, valiendo justamente tanto como su
grado de precisión. El ejemplo más radical de un arte así, lo dan ciertas
especialidades de la pintura antigua, por ejemplo, la pintura de vasos. Negras
sobre rojo, rojas sobre negro, recórtanse aquí unas figuras, no ya sin las pompas
del color, pero incluso sin los dones del relieve, casi reducidas completamente a
puras siluetas... Al contrario, cuando nos acercamos al límite opuesto, el dibujo
es sacrificado al color; y, dentro del dibujo, el contorno es quien más padece; el
interés capital de la sensibilidad del artista dirígese al aire y a la luz; el ambiente
desindividualiza, funde, hace vibrar los objetos. ¿No son estas las características
del grupo y escuela de pintores modernos que han recibido la denominación de
impresionista? El impresionismo no significa otra cosa, en esencia, que la pintura
llegada al límite extremo de la musicalidad.
Entre un vaso griego decorado y un paisaje impresionista, cabe, como
entre dos fronteras remotas, todo el tesoro, toda la historia universales de la
pintura.
La máxima proximidad de la pintura a la escultura y a la arquitectura nos
la darán las obras de Poussin y Mantegna; la íntima vecindad con lo musical y lo
poético, el Greco y Goya.
El término medio, la equidistancia entre los dos límites, la pintura-pintura,
¿quién la representaría mejor que nuestro tranquilo y poderoso Velázquez? De
Velázquez al Greco va ascendiendo a través de múltiples artistas y escuelas, la
escala de la expresividad. De Velázquez a Poussin, con no menor riqueza de
ejemplos la escala de la construcción.
No es probablemente “La caza de Meleagro” el mejor Poussin del Museo:
es el más didácticamente significativo. Para ejemplo de una vecindad de la
pintura con la escultura, nada mejor.
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Cuando entreabrió los pesados párpados se veían algunas estrellas en el
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34. fondo de la ventana abierta. Fue poco a poco recobrándose y situándose en el
lugar donde se encontraba. Estaba en la misma alcoba de la posada donde lo
había llevado aquella súbita enfermedad hacía días.
Se oyeron pasos en la escalera y luego una gruesa voz que le hablaba
detrás de la puerta. Se abrió la hoja y entró un hombre gordo, descuidado, sucio.
Con una especie de movimiento de defensa amarilla, quieta y profunda. No sólo
sintió que el hombre había seguido su mirada, sino que había comprendido el
significado de su gesto. Un escalofrío de temor le corrió el cuerpo.
El posadero hablaba con su voz espesa y torpe, pero ya él no prestaba
atención a las palabras, sino que iba perdido en el hilo de su imaginación
excitada por la fiebre.
Sin duda el posadero sospechaba la verdad. Recordaba el día en que llegó
al mesón buscando alojamiento acosado por el malestar. Entre dos hombres
trajeron desde el puerto el pesado paquete. Desde que llegaron el posadero
comenzó a mirar con curiosidad excesiva aquel pequeño bulto que pesaba tanto.
El capitán venía de las Indias, donde las calles estaban empedradas de oro,
donde se había ido media España a enriquecerse. Se había ido detrás del
paquete, como un perro detrás de la presa, hasta que lo vio colocar dentro del
arcón.
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Y ahora, mientras hablaba, veía a cada instante, con una mirada furtiva y
encendida, hacia el arcón. El enfermo no prestaba atención a sus palabras, pero
10
34
35. seguía angustiosamente el movimiento de sus ojos. Desde la cama, de abajo
hacia arriba, se veía enorme la corpulencia del posadero. Adquiría una estatura
gigantesca y amenazante. Por momentos crecía y parecía, al mismo tiempo,
alejarse en la penumbra y perderse la espada que estaba sobre la silla.
Le recordaba al enfermo aquellos inmensos terrores inexplicables que lo
conmovían hasta lo profundo de la sensibilidad en las pesadillas de la infancia.
En veces era una pared que crecía y se adelgazaba hasta troncharse y caer
aplastándole, otras veces era un abismo por donde se caía en un vértigo infinito.
Entonces lo despertaba la voz de su padre, y se alzaba del camastro duro,
todavía entre el sueño y la noche, mascabá un mendrugo y salía a la calle del
pueblón, llena de la luz fría de la madrugada. En la misma hora comenzaba a
sonar la campana en la torre de la iglesia y salían las viejas que iban al oficio
religioso. Pasaba ante la casa del escribano, donde todo dormía en un sueño
venerable y profundo. Le parecía ver la cara demacrada, las ropas negras y el
gesto solemne. Más allá estaba la casona del cura: gordura, buena chimenea,
buenos capones, regalos. Y así iba pasando por delante de la vida del pueblo,
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Cuando entreabrió los pesados párpados se veían algunas estrellas en el
fondo de la ventana abierta. Fue poco a poco recobrándose y situándose en el
lugar donde se encontraba. Estaba en la misma alcoba de la posada donde lo
había llevado aquella súbita enfermedad hacía días.
Se oyeron pasos en la escalera y luego una gruesa voz que le hablaba
detrás de la puerta. Se abrió la hoja y entró un hombre gordo, descuidado, sucio.
Con una especie de movimiento de defensa amarilla, quieta y profunda. No sólo
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36. sintió que el hombre había seguido su mirada, sino que había comprendido el
significado de su gesto. Un escalofrío de temor le corrió el cuerpo.
El posadero hablaba con su voz espesa y torpe, pero ya él no prestaba
atención a las palabras, sino que iba perdido en el hilo de su imaginación
excitada por la fiebre.
Sin duda el posadero sospechaba la verdad. Recordaba el día en que llegó
al mesón buscando alojamiento acosado por el malestar. Entre dos hombres
trajeron desde el puerto el pesado paquete. Desde que llegaron el posadero
comenzó a mirar con curiosidad excesiva aquel pequeño bulto que pesaba tanto.
El capitán venía de las Indias, donde las calles estaban empedradas de oro,
donde se había ido media España a enriquecerse. Se había ido detrás del
paquete, como un perro detrás de la presa, hasta que lo vio colocar dentro del
arcón.
Y ahora, mientras hablaba, veía a cada instante, con una mirada furtiva y
encendida, hacia el arcón. El enfermo no prestaba atención a sus palabras, pero
seguía angustiosamente el movimiento de sus ojos. Desde la cama, de abajo
hacia arriba, se veía enorme la corpulencia del posadero. Adquiría una estatura
gigantesca y amenazante. Por momentos crecía y parecía, al mismo tiempo,
alejarse en la penumbra y perderse la espada que estaba sobre la silla.
Le recordaba al enfermo aquellos inmensos terrores inexplicables que lo
conmovían hasta lo profundo de la sensibilidad en las pesadillas de la infancia.
En veces era una pared que crecía y se adelgazaba hasta troncharse y caer
aplastándole, otras veces era un abismo por donde se caía en un vértigo infinito.
Entonces lo despertaba la voz de su padre, y se alzaba del camastro duro,
todavía entre el sueño y la noche, mascabá un mendrugo y salía a la calle del
pueblón, llena de la luz fría de la madrugada. En la misma hora comenzaba a
sonar la campana en la torre de la iglesia y salían las viejas que iban al oficio
religioso. Pasaba ante la casa del escribano, donde todo dormía en un sueño
venerable y profundo. Le parecía ver la cara demacrada, las ropas negras y el
gesto solemne. Más allá estaba la casona del cura: gordura, buena chimenea,
buenos capones, regalos. Y así iba pasando por delante de la vida del pueblo,
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Yo quisiera expresar con palabras sencillas todo el encanto que las cosas
-un palacio vetusto, una callejuela, un jardín- tienen a ciertas horas. Esta vieja
ciudad cantábrica ofrece también, como las ciudades del interior, como las
ciudades levantinas, momentos especiales, momentos profundos, momentos
fugaces en que muestra, espontáneo y poderoso, su espíritu... Son las ocho de la
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37. mañana: si sois artistas, si sois negociantes, si queréis hacer una labor intensa,
levantaos con el sol. A esta hora la Naturaleza es otra distinta a la del resto del
día; la luz refleja en las paredes con claridades desconocidas; los árboles poseen
tonalidades de color y de líneas que no vemos en otras horas; el horizonte se
descubre con resplandores inusitados, y el aire que respiramos es más fino, más
puro, más diáfano, más vivificador, más tónico. Esta es la hora de recorrer las
callejas y las plazas de las ciudades para nosotros ignoradas. Estamos en
Santander. ¿Hacia dónde dirigirnos nuestros pasos? Dejad los planos; dejad las
guías; no preguntéis a nadie. Tal vez el vagar a la ventura por el laberinto de las
calles es el mayor placer del viaje. Y ocurre que si visitáis Toledo, o Sevilla, o
Burgos, o León, insensiblemente, sin daros cuenta, llegará un momento en que
os hallaréis frente a la catedral, ante una puerta gótica en que habrá mendigos
sentados que gimotean, viejas dobladas y tullidas, hombres con redondos
sombreros y capas parduscas, tal como Gustavo Doré los ha trasladado a sus
dibujos.
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Largo rato anduvieron alternando en mi memoria, ya las famosas de
Santiago de Galicia, ya las de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, y
parecíanme ver los peregrinos, con su bordón y la esclavina cubierta de conchas,
acudir de luengas tierras a ganar el jubileo del Año Santo. Luego se me
representaban las animadas fiestas de esta clase que aún hoy se celebran en las
provincias vascongadas, y de todo ello sacaba observaciones que podrían tener
13
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38. lugar cuando escribiera la historia de las romerías, que no dejaría de ser
peregrina: mas por lo que es ahora, no venían a cuento, pues que sólo se trataba
de formar el cuadro de la de San Isidro en nuestra capital. En fin, tanto cavilé,
tantos autores revolví en los estantes de mi cabeza, tanto polvo alcé de citas y
pergaminos, que al cabo de algunas horas me quedé dormido profundamente.
La imaginación, empero, no se durmió; afectada con la idea de la próxima
función, me trasladó a la opuesta orilla del Manzanares, al sitio mismo donde la
emperatriz doña Isabel, esposa de Carlos V, fundó la ermita del patrón de
Madrid, en agradecimiento de la salud recobrada por su hijo el príncipe don
Felipe con el agua de la vecina fuente, que, según la tradición, abrió el Santo
Labrador al golpe de su aguijada para apagar la sed de su amo Iván de Vargas.
Dominaba desde allí la pequeña colina sobre la que está situada la ermita, y la
desigualdad del terreno, los pasos que conducen a ella y las elevadas alturas que
la rodean, borraban de mi imaginación la natural aridez de la campiña; añádase
a esto la
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Media entre las ciudades de San Luis y San Juan un dilatado desierto que
por su falta completa de agua recibe el nombre de travesía. El aspecto de
aquellas soledades es por lo general triste y desamparado, y el viajero que viene
del Oriente no pasa la última represa o aljibe de campo sin proveer sus chifles de
suficiente cantidad de agua. En esta travesía tuvo lugar una vez la extraña
escena que sigue. Las cuchilladas, tan frecuentes entre nuestros gauchos, habían
forzado a uno de ellos a abandonar precipitadamente la ciudad de San Luis y
14
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39. ganar la travesía pie, con la montura al hombro, a fin de escapar de las
persecuciones de la justicia. Debían alcanzarlo dos compañeros tan luego como
pudieran robar caballos para los tres.
No eran por entonces sólo el hambre o la sed los peligros que le
aguardaban en el desierto aquel, que un tigre cebado andaba hacía un año
siguiendo los rastros de los viajeros, y pasaban ya de ocho los que habían sido
víctimas de su predilección por la carne humana. Suele ocurrir a veces, en
aquellos países en que la fiera y el hombre se disputan el dominio de la
naturaleza, que éste cae bajo la garra sangrienta de aquélla; entonces el tigre
empieza a gustar de preferencia su carne, y se llama cebado cuando se ha dado a
este nuevo género de caza, la caza de hombres. El juez de la campaña inmediata
al teatro de sus devastaciones convoca a los varones hábiles para la correría, y
bajo su autoridad y dirección se hace la persecución del tigre cebado, que rara
vez se escapa a la sentencia que lo pone fuera de la ley.
Cuando nuestro prófugo había caminado cosa de seis leguas, creyó oir
bramar al tigre a lo lejos, y sus fibras se estremecieron.
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Al volver de examinar la diminuta heredad que le daban en garantía de un
préstamo al sesenta por ciento, se le ocurrió al tío Ambrosio de Sabuñedo echar
un ojo a su pinar de Magonde, a ver qué “testos” y guapos estaban los pinos
viejos y como crecían los nuevos. Aquel pinar era el quitapesares del tío
Ambrosio. Dentro de un par de años contaba sacar de él una buena porrada de
dinero; para entonces estaría afirmada la carretera a Marineda, y el acarreo
sería fácil y los licitadores numerosos y francos en proponer . Si el tío Ambrosio
pudiese, bajo un fanal de vidrio resguardaría sus gallardos pinos de Magonde.
Apenas hubo traspasado el lindero, el viejo profirió una imprecación. A su
15
39
40. derecha, y sangrado aún densa resina, se veía el cabezo de un pino recién
cortado. Pocos pasos más allá, otro cepo delataba un atentado semejante. Ni un
rastro del tronco. Y el tío Ambrosio, espumando la rabia, contó hasta cinco pinos
soberbios cercenados y sustraídos... ¿Por quién? Al punto, el pensamiento del tío
Ambrosio se fijó en Pedro de Furoca, alias el “Grilo”, el más vagabundo y ladrón
de la parroquia. Sólo él sería capaz de un golpe de mano tan atrevido: sacar el
carro de noche, cortar y cargar los pinos con ayuda de algún otro bribón de su
misma laya, y venderlos baratos en Marineda, ¡porque para lo que le costaban!...
En medio de su furor, el tío Ambrosio concibió una idea genial. Creía haber
encontrado medio de hacer el pinar inviolable. Regresó a la aldea, y guardóse
bien de quejarse del robo de los pinos. Al contrario; en las conversaciones junto
al fuego, en las “deshojas”, a la salida de misa mayor, aseguró que ignoraba el
estado del pinar, que no se atrevía allegarse por allí nunca, aun
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Tiempo: 10 minutos.
El sábado por la tarde vi aparecer de pronto un hombre al cual no había
visto desde hacía mas de veinte años. Con Pat Cairness conocí el hambre y el
espanto en Frisco, en los primeros tiempos de mi llegada. Pat, un irlandés lleno
de espíritu y de recursos, me salvó más de una vez de la desesperación.
Desde que llegué a la ciudad del Este no había sabido nada más de él.
cuando se presentó, sin decir su nombre, no le reconocí. Ha cambiado de
color y me parece que hasta de corpulencia. Era un junco de piel blanca y se me
ha convertido en una encina de de color moreno. Ha hecho, según dice, de
viajero; en los primeros años por necesidad y luego por curiosidad. No hay país
16
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41. que no hay visto, mar que no hay surcado, carretera que no haya recorrido.
Habla ocho lenguas y unos veinte dialectos; ha sido reclutador de “coolíes”, socio
de piratas, negociante de serpientes, jefe hechicero, falso monje budista, guía de
los desiertos, todos los oficios, en suma, de la gente que no tiene más vocación
que la de cambiar de lugar. Si escribiese sus recuerdos haría un libro mucho más
rico que los de Melville y de Jack London.
Me dijo, sin embargo, que el tiempo de las aventuras ya ha pasado, que no
hay ningún lugar de la tierra donde no se encuentren huellas de viajeros y de
civilización, que es casi imposible encontrar un pedazo de selva o de estepa
donde no haya penetrado un blanco. En todos sus viajes no pudo descubrir más
que una isla desconocida hasta entonces
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Aquí en el puerto de La Luz, en el puerto de las Isletas, hizo parada Colón
cuando iba al descubrimiento del Nuevo Mundo. Proponíase dejar la carabela
“Pinta”, cuyo timón estaba fuera de sitio, cambiándola por otra. No pudo
lograrlo. Por entonces Alonso de Lugo se preparaba a la conquista de la isla de la
Palma. Y Colón se despidió aquí del viejo mundo, y partió para el desconocido,
que tanta influencia había de tener en el porvenir de estas islas. Porque ellas no
son ante todo y sobre todo sino una avanzada de Europa, de España sobre
América, y una avanzada de América sobre Europa, sobre España y sobre Africa.
41
42. Son un mesón colocado en una gran encrucijada de los caminos de los grandes
pueblos. En el descanso del viaje uno entra a pasar una noche, otro a tomar un
refrigerio, otro a pisar tierra firme. Lo malo es que no tienen tiempo de
internarse; el buque espera. Y así sólo ven la ciudad, el puerto. Es como en esas
paradas en los antiguos mesones o ventas mientras mudaban el tiro de
caballerías. El viajero podía estirar las piernas, tenderse acaso en un lecho,
tomar un restaurativo, pero no le daba tiempo a ir al vecino soto, a tenderse en
el césped junto a un arroyo y oír cantar los pájaros. Y aquel encantador vallecito
de que hablaban caía muy lejos: el mayoral hacía ya restallar el látigo y los
caballos de refresco piafaban. Había, pues, que continuar el viaje.
Y lo interesante aquí, en esta isla de la Gran Canaria, está en el interior,
está en las dos grandes calderas de este enorme volcán apagado hace siglos.
Subí a Teror, un pueblecito de singular sosiego, que me recordó alguno de
los pueblos del Miño portugués. Si no fuese por las palmeras, este árbol litúrgico
que parece un gran cirio de quieta llama verde, si no fuese por los plátanos, si no
fuese por otras plantas tropicales, esto recordaría a las veces Galicia. Pero allá
en Teror, a cerca de 600 metros sobre el nivel del mar, el aspecto varía.
NOTA: En las pruebas de 10 minutos se permiten 10 errores, con 11 hay
que repetirlos.
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