Pablo era un niño feliz que usaba lentes y tenía una cometa hecha a mano. Un día, Pablo llevó su cometa al campo cercano a su casa para volarla, pero aunque sopló el viento, la cometa no despegaba. Pablo le pidió al viento que soplara más fuerte, y éste obedeció, haciendo que la cometa volara muy alto entre las nubes. Aunque Pablo no podía ver bien, finalmente encontró a su cometa que regresaba feliz después de su gran viaje.