1. "El castellano paraguayo y el guaraní paraguayo"
(Universidad Americana de Asunción, miércoles 25 de abril de 2007)
(*) Por Tadeo Zarratea.
Señoras y señores:
Con esta conferencia queremos dejar habilitada una gran campaña que,
por la identidad del lenguaje del ciudadano y del pueblo paraguayo,
acabamos de lanzar un pequeño grupo de ciudadanos preocupados por la
necesidad de asumir nuestro lenguaje en ambas lenguas nacionales y
oficiales: el guaraní y el castellano. Aclaramos de entrada que lo hacemos
sin ser especialista en la materia y que emprendemos la campaña
precisamente para convocar a los especialistas.
Los temas que vamos a abordar son temas tabú en nuestro país. Aquí
nadie quiere hablar del castellano paraguayo ni del guaraní paraguayo. ¿Y
por qué son temas tabú? ¿Por qué la gente no quiere hablar de estos
temas? Para mí, porque la existencia de ambos fenómenos no se hallan
admitidos por el sistema educativo, y la gente no quiere ingresar al campo
de lo nuevo cuando ese “algo nuevo” no se halla oficialmente aprobado.
Nuestra gente sólo acepta la innovación cuando viene por vía del sistema.
¿Qué hace la gente cuando se le plantea un tema tabú? Asume actitudes
diversas. ¿Y por qué estos temas no nos vienen por vía del sistema
educativo? Tal vez porque el sistema no está en la vanguardia de los
conocimientos; no incorpora, no asimila lo nuevo y por tanto no tiene la
capacidad para divulgar conocimientos de última generación; pareciera
que se limita a repetir conocimientos largamente consagrados, algunos ya
desfasados, otros ya esclerosados. Entonces para tratar de interesarlo en
algún tema nuevo, no queda otro camino que campañas como ésta que
hoy lanzamos. Esta campaña es una irreverencia; una transgresión; casi un
2. alzamiento contra el stablishmen educativo. De allí que deben
comprometerse con ella solamente aquellos ciudadanos que tienen alma
de insurgente.
EL CASTELLANO PARAGUAYO (C.P.).
Para entrar en tema debemos partir de la premisa que, para nosotros, el
castellano paraguayo existe; por eso nos ocupamos del mismo. Creemos
que tiene una entidad y una identidad propias, pero lo conocemos muy
poco. Por eso queremos convocar a los estudiosos del lenguaje e instalar
con ellos el diálogo científico; queremos que nos ayuden a caracterizarlo,
a definirlo; queremos conocerlo acabadamente, asumirlo, amarlo y
defenderlo; queremos hacer del C.P. una marca de nuestra identidad
cultural.
Y ya en el marco de la campaña queremos darles la noticia de que existen
importantes estudios realizados y publicados, pero que no se divulgan.
¿Por qué no se hace? Esa es una cuestión profunda, larga y polémica.
Prefiero dejar a cargo de ustedes esa investigación. Me limitaré a exponer
ante ustedes lo poco que yo sé del castellano paraguayo, aclarando una
vez más que no soy especialista en el tema. Yo soy estudioso de la lengua
guaraní y promotor del guaraní paraguayo. Me inscribo en esta lucha para
lidiar en ese campo. Para el castellano tendrán que venir otras personas;
los especialistas. No obstante ello, les daré mi opinión de lo que entiendo
por castellano paraguayo y de cómo debe abordarse, a mi juicio, su
estudio.
Para mí el C.P. es un castellano diferente de todos los castellanos de
América y del mundo. Es propio del pueblo paraguayo; es exclusivo, único,
inconfundible e intransferible. Pero tiene varios problemas, que son:
1) El paraguayo no sabe que tiene un castellano propio y en consecuencia
no puede asumirlo de modo consciente.
2) El sistema educativo se niega a reconocer la existencia del castellano
paraguayo, a cultivar y divulgarlo.
3. 3) No se tiene caracterizado, no se sabe cuáles son sus aspectos, su marca,
su sello, su identidad.
En cuanto a cómo debe acometerse el estudio de este fenómeno,
entiendo que debemos partir de su ubicación geográfica; de un estudio
diatópico, para proseguir con un estudio diacrónico, es decir, recorrer la
historia de este dialecto; luego emprender el estudio de su permanencia
en situación de contacto con otra lengua durante cinco siglos, para
finalmente salir a escuchar cómo habla nuestro pueblo el castellano,
observar los niveles de uso del lenguaje y allí establecer las notas
diferenciadoras.
Por su ubicación geográfica, es axiomático afirmar que el castellano
paraguayo es un castellano de América, un castellano del Río de la Plata y
un castellano del Paraguay, pero para completar el cuadro debemos
señalar que su territorio y población se encuentran adyacentes al Brasil,
motivo por el cual la lengua portuguesa interviene también en la
formación del castellano paraguayo. En el estudio diacrónico debemos
considerar el sempiterno aislamiento del Paraguay y por lo mismo el
desarrollo de una cultura de características isleñas.
Como castellano americano, el castellano paraguayo se caracteriza por
suprimir el “ceceo”, es decir, por eliminar los sonidos de la /Z/ y de la /C/,
sustituyéndolos por la /S/. Ej. Calzón/calson; canción/cansión. Sustituye el
pronombre de segunda persona del plural “vosotros” por el pronombre de
la tercera persona ficticia “ustedes”, y en concordancia con dicha
sustitución suprime la forma de los verbos correspondientes al pronombre
vosotros, tales como: veréis, sabréis, si vosotros cumplís; si vosotros pedís,
etc. Estas formas no utilizan ninguno de los castellanos de los países de
América. Por tanto, la marca más visible del castellano americano es la
supresión del ceceo y del pronombre vosotros; aquí decimos: si ustedes
cumplen - si ustedes piden.
En segundo lugar, como castellano rioplatense que es, el castellano
paraguayo es un dialecto voseante, característica que comparte con
Argentina y Uruguay. Elimina el pronombre personal de segunda persona
del singular “Tú” y lo sustituye por el acrónimo “VOS”, vocablo derivado
4. de la abreviatura de Vuestra Señoría (V.S.) tratamiento de respeto en el
castellano antiguo e incluso hasta ahora en el castellano de España.
Pero lo que más distingue y caracteriza al C.P. es su rasgo de lengua
sincopada, sin sinalefas ni elisiones, presumiblemente como consecuencia
de su permanencia en contacto con el guaraní en un mismo territorio y
hablando ambas lenguas la misma población. La síncopa es un fenómeno
del habla que consiste en cortar la cadena hablada entre palabra y
palabra; en separar claramente una palabra pronunciada de la anterior y
de la siguiente. El guaraní tiene esta inconfundible característica, pero es
debido a que todas sus palabras terminan en vocal como el italiano,
ninguna en consonante; y todas sus sílabas son directas como en japonés.
Entonces se produce un corte glotal entre palabra y palabra.
Evidentemente el paraguayo transfirió esta característica del guaraní a su
castellano y la convirtió en lengua también sincopada. Dice por ej.
el’ombre, el’ángel en vez de decir "elombre", "elangel". El stop glotal
virtual que el guaraní usa entre palabra y palabra, aquí aplicamos también
al castellano.
También es característica del C.P. la entonación cadenciosa. Los arrastres
y alargues onomatopéyicos, la permanencia del fonema /LL/, la riqueza de
vocabulario, la sobriedad del discurso, su carga de palabras arcaicas, pero
sobre todo su construcción sintáctica peculiar, alterada y en muchos casos
calcada sobre la sintaxis guaraní.
Identificación y caracterización
Un paraguayo puede identificar el castellano de su país al escuchar hablar
a alguien. Lo identificaría por algún aspecto, pero no podrá explicar por
qué es castellano paraguayo. No lo podrá hacer porque el sistema
educativo no le ha brindado las herramientas para reconocerlo; no le ha
inculcado las características de este dialecto que es el suyo y de su pueblo.
Una cosa es identificar un dialecto empíricamente, de oídas, y otra bien
diferente es poder caracterizarlo; señalar sus notas diferenciales. En
nuestro caso los lingüistas y dialectólogos establecieron hasta ahora la
caracterización del C.P. atendiendo a tres aspectos: la fonética, el léxico y
la sintaxis.
5. Características fonéticas. Según el dialectólogo español don Germán de
Granda, el mejor estudio que se tiene realizado sobre la fonética del
castellano paraguayo es el del lingüista sueco Bertil Malmberg, titulado:
“Notas sobre la fonética del español en el Paraguay”. Este estudioso ha
observado los siguientes fenómenos en el C.P. 1) La preservación del
fonema /Ll/. (Cabe aclarar hoy, que pertenezco a la última generación de
paraguayos que sostiene la /Ll/; mis hijos ya la perdieron.). 2) La
articulación africada de la /Y/. Ej. Ya, ye, yo en vez de la diptongación ia,
ie, io. 3) La eliminación de la /S/ intermedia y su sustitución por una fuerte
espiración gutural. Ej. poste/pohte; puesto/puehto; pasto/pahto. A estos
tres aspectos agrega De Granda otros tres: 1) La fuerte oclusión glotal
entre palabra y palaba; es decir la síncopa. 2) La unificación de los
alófonos: /Y/, /C/, /L/ (sho, yo, cho) y 3) La prolongación de la /V/.
Características lexicales. Siguiendo a don Germán de Granda señalaremos
que el castellano paraguayo se caracteriza también por su léxico muy
especial. En este castellano abundan los arcaísmos hispanos, palabras
caídas en desuso en otras regiones; especialmente un conjunto de
palabras de origen náutico. Luego se observa una inusitada abundancia de
palabras de origen militar. Sigue con otra serie de lusismos; con otro
importante grupo de italianismos y finalmente con su carga de
guaranismos. Veamos por parte.
Palabras de origen náutico
Abajo, de aguas abajo, sur; arriba, aguas arriba, norte; adentro, tierra
adentro, interior; alambrar, originariamente era “realizar alambra en el
mar”; arribar, subir una cuesta o llegar a destino; arribeño, forastero;
averiado, persona con malos antecedentes; abarrotar, llenar; abombado,
confuso; abra, lugar abierto; aguada, amarrar, amenazo, anclar, anclado;
arrumarse, juntarse mucho; astillero, estalero y estadero, lugar donde se
trabaja la madera; avío, aviarse, llevar alimentos para consumo en viaje;
6. bajo, depresión leve de terreno; bajear, ir hacia el bajo; balde, baldear;
banco de arena; bandear, cruzar, traspasar; bolear, girar; empatar,
originariamente era “unir dos cabos de cuerda”; embicar, dirigir una nave
hacia la costa; virar, dar la vuelta; zuncho, abrazadera, etc.
El hablante de castellano que usa estas palabras, es muy posible que sea
paraguayo. Pero hay más. Están los arcaísmos hispanos o palabras viejas,
como: bastimento, baqueano, bodega, bonanza, bolicho, bordear, boyar,
calafatear, candelero, costa, costanera, costear, derrotero, despachar,
embarcadero, embarcadizo, encomienda, embromado, ensenada,
entablar, estadía, estero, espinel, fija, flete, fletar, flote (salir a flote),
galleta, garúa, grampa, isla, isleta, islería, mariscar, maroma, maleta,
mazamorra, monte, paloapique, petaca, picada, piloteada, playada,
provista, popa (viento en popa), punta, rebenque, roldana, toperol,
trincar, torniquete.
Palabras de origen militar
Tenemos en nuestro léxico otro importante grupo de palabras que son de
origen militar. ¿Y esto por qué? Porque la historia política del Paraguay es
la de cinco siglos de gobiernos militares o de tipo militar. El paraguayo
antes que ciudadano fue soldado y muchos lo son todavía. De allí que su
lenguaje tiene una importante carga de términos militares, tales como:
birrete, campaña, compañía, cucheta, diana, hilera, oficial de compañía,
sargento de compañía, intendente, rancho, ranchear, ranchero, desertor,
trinchera, trincheta, disparar, baqueta, parada, machete, reyuno, fogueo,
retreta, paisano, bala, balita, caja, partida, macana, tienda, yatagán,
vaqueta.
Lusismos o lusitanismos y brasileñismos
La contigüidad del Paraguay con el Brasil y la interacción intensa a través
de los siglos con este país, ha dejado vestigios en el castellano paraguayo.
7. Este dialecto registra lusismos y brasileñismos tales como: Banza, del
portugués Banzo, travesaño. Bosta, del port. Bosta. Cachaza, del p.
cachaça. Cacho, del p. cacho. Carimbo, del p. carimbo. Carozo, del p.
caroço. Casal, del p. casal. Cerrazón, del p. cerrazao. Changa, changador,
del p. jangada. Jangada, jangadero, ídem. Despachante, del p.
despachante. Fariña, del p. farinha. Lobisón, luisón, del p. brasileño lobis-
homen.
El hablante del castellano que usa estas palabras es muy posible que sea
paraguayo, pero también los que usan: firulete, friolento, garúa, liña,
mucama, naco, pandorga, pedregullo, pichincha, plagueo, plaguear, piola,
pombero, puchar, quilombo, rabincho, recova, rengo, repartición, reviro,
revirarse, zafado, soco, tacho, temar, temático, tranquera, verija, farra,
cachada.
ITALIANISMOS
La proximidad del Paraguay a la Argentina y la intensa interacción humana
y social a través de cinco siglos con este país, ha ingresado a nuestro
castellano muchos italianismos, tales como: atenti, antipasto, ambiente,
altoparlante, bocho, capo, corso, coso, crepar, crocante, crosta, cucha,
chau, eco, ecolecuá, escrachar, espiedo, facha, fato, festichola, feta, fiaca,
fregar, foguista, lungo, mafia, negocio, óleo, pastafrola, risoto, salame,
salute, siete velo, sonar, tano, tratativa, tuti, berretin, biyuya, cana,
chanta, chantapufi, chapar, linyera, malandra, mersa, mufa, peseto,
polenta, toco, tuco, chimentar, falluto, laburar, pálpite, pizza, yeta,
apolillar, bulín, caficho, campana, morfar y muchas más.
GUARANISMOS
Huelga señalar que aquel hablante de castellano que usa alguna palabra
guaraní en su discurso es indudablemente paraguayo. Sin embargo, el
castellano paraguayo puede ser tal, y lo es de veras, sin usar ninguna
8. palabra del guaraní. Es lo que don Rafael Rodríguez Marín califica como "el
castellano paraguayo culto o estándar”, por oposición al “castellano
paraguayo popular o coloquial”. El nombrado, entonces Secretario de
Lexicografía de la Real Academia de la Lengua, nos dijo en ocasión de
nuestra última visita, en su casa de Madrid: “Para mí no existe castellano
más bello que el castellano paraguayo culto” y a continuación aclaró: “Los
portadores del C.P. culto son los profesionales paraguayos de distintas
ramas de las ciencias. Estos, cuando vienen a España a dictar conferencias
científicas sobre sus respectivas especialidades, traen el C.P. de más alto
nivel. Ellos no usan palabras del guaraní, pero el guaraní está presente en
su discurso. ¿Y cómo?: en la síncopa, en el tono, en la abertura de las
vocales, en los alargues onomatopéyicos, en el léxico, pero especialmente
en la construcción sintáctica”.
Por su parte el C.P. popular o coloquial delata a cada paso su origen y
entidad por la cantidad de palabras, lexemas y morfemas del guaraní que
incrusta a su castellano. Veremos este fenómeno pero antes les quiero
advertir que existe un importante grupo de palabras de origen guaraní
que ha sido admitido y asimilado al castellano por el diccionario de la
R.A.E. En 1970 la R.A.E. publicó la edición decimonona de su diccionario
general, y en ella ya se encontraban estas palabras, algunas como de
origen guaraní, pero la mayoría todavía como argentinismos o voces del
Rio de la Plata. Veamos: abatí, aguaí, apepú, arasá, caaminí, caburé, caca,
caiguá, camambú, cambará, camuatí, caracará, caracú, caraguatá,
caranday, caraú, carayá, cario, caroba, carurú, catinga, catingudo,
catingoso, catiguá, curuvica, chiripá, guabiyú, guabirá, guaicurú, guará,
guaraná, guaraní, guazubirá, manguruyú, maraca, maracaná, maracayá,
ñandú, ñacaniná, ñacurutú, ñandutí, paraguay, paraguayo/a, piraña,
pireca, pororó, sarandí, saría, surubí, tacuara, tacurú, taita, tapera, tapir,
tataré, tatú, tereré, teruteru, tipoí, tucán, tupí, ura, urundey, urú, urubú,
urucú, uruta, yacaré, yagua, yaguar, yaguané, yaguareté, yataí, yapú,
yarará, yaré, yatay y yuquerí.
9. Luego de 37 años de esta publicación debemos suponer que fueron
introducidas muchas palabras más, sobre todo ahora que la Federación de
Academias se abre hacia el reconocimiento de los regionalismos o
dialectos regionales. Es posible que los paraguayos estemos usando más
que otros estas palabras, pero desde que son admitidas por las Academias
significa que ya pertenecen a toda la comunidad hispanohablante. Es el
aporte del guaraní a la lengua castellana. Pero ¿acaso nosotros hacemos
lo mismo para acrecentar el guaraní paraguayo? No. Nosotros resistimos a
los hispanismos. Pero esto no viene al caso. Prosigamos y concluyamos.
Las locuciones. Existen otras marcas del castellano paraguayo
consideradas locutivas o propias de la locución, del discurso. Es un modo
de hablar.
Los pleonasmos. Una característica bien marcada del castellano paraguayo
es la profusión de pleonasmos. No podemos precisar la causa, pero todos
hemos observado expresiones tales como: me subí arriba; me bajé abajo;
caminé a pie, etc.
Los alargues de las vocales. Luego tenemos los alargues de las vocales en
ciertos puntos de las palabras, que constituyen onomatopeyas de
movimiento, tales como: me iiiiba despacito; veníiia caminando. Agarró y
se fueee; leeejos se fue. Este fenómeno es posible que tenga origen en el
guaraní, idioma en que abunda la onomatopeya tanto de sonido como de
movimiento. Estos rasgos son más propios del castellano paraguayo
popular.
Las marcas morfosintácticas. Finalmente ingresamos a lo principal; la
construcción de las frases y oraciones en el castellano paraguayo. Esto sí
es definitorio. Reitero que el C.P. también tiene sus niveles, en especial los
dos citados y que en el nivel culto no se usa palabras del guaraní pero
10. igual tiene una identidad absolutamente paraguaya. Se distingue por sus
características fonética, discursiva, lexical y locutiva. Pero especialmente
por su construcción sintáctica. Aparentemente nada de guaraní hay en
expresiones como: vino de balde; se fue no más; le dije luego; etc. Sin
embargo constituyen calcos sintácticos perfectos del guaraní: Son copias
de: ou rei; ohónte; ha’e voi chupe kuri. Esto sube de punto cuando se trata
del C.P. popular. Allí se registra una marca no sólo sintáctica sino
morfosintáctica. Allí es donde se usan los morfemas del guaraní tales
como: hína un morfema que indica accidente de tiempo presente
continuativo en guaraní. Se usa en expresiones como: estaba hína. Otra
partícula sufija de tiempo es: kuri, que indica tiempo pretérito reciente.
Una partícula que indica modo simulativo de uso frecuente es: gua’u, se
usa en expresiones como: hacemos las cosas de gua’u. Entre las palabras
del guaraní admitidas por la Academia encontramos abatí y tupí, las cuales
pueden usarse en contextos castellanos, pero en ese contexto no se
puede construir una frase como: “avati tupi”, como decimos en guaraní;
se tendrá que decir “el abatí de la variedad tupí”. La expresión “avati tupi”
responde a la construcción sintáctica guaraní, donde el género precede a
la especie y procede por mera yuxtaposición. Del mismo modo se
construye la posesión de las cosas, donde el poseedor precede a la cosa
poseída. Ej. Kili kamisa jyva votö. El castellano construye a la inversa. Ej. (El
) botón (de la) manga (de la) camisa (de) Aquilino. Muchas de estas
construcciones sintácticas del guaraní se realizan en el castellano
paraguayo, el cual se halla profundamente influido por la sintaxis guaraní,
y es tanto más cuando más bajo es el nivel.
Bien hasta aquí las noticias que tengo del castellano paraguayo. Es justo
que deje en este punto para que prosigan los especialistas en lengua
castellana. Por mi parte esto constituye casi una irreverencia desde que
soy guaraniólogo y del castellano apenas soy un hablante.