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2
Agradecemos a todas las personas que con su interés, colaboración y apoyo incondicional contribuyeron a
sacar adelante este proyecto. Igualmente a los lectores, que con su entusiasmo nos dan el ánimo necesario
para seguir trabajando en nuevos libros.
Moderadora
Sheilita Belikov
Traductoras
Abril.
alexiia☮♪
andre27xl
Anne_Belikov
baabo
bautiston
BrendaCarpio
Cami.Pineda
Dani
†DaRk BASS†
flochi
inthefreedomwings
kathesweet
kirara7
Liseth_Johanna
Little Rose
LizC
masi
Makilith Vivaldi
Mery Shaw
Niii
Paaau
Pimienta
Sheilita Belikov
Susanauribe
Vannia
*ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
Correctoras
Marce Doyle*
Alba Magg Grigori
Samylinda
karla pierce
*ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
Shellene
Roochi
~NightW~
_Nathy_
Aldebaran
Recopilación y Revisión
Marce Doyle*
Diseño
Sheilita Belikov
3
4
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Sobre la Autora
5
Traducida por Sheilita Belikov
Corregido por Mona
Hace mucho tiempo que Abby ha aceptado que no
puede estar a la altura de su hermosa y
carismática hermana Tess, y sabe exactamente
que ella es: la segundona. Invisible.
Hasta el accidente.
Ahora Tess está en coma, y la vida de Abby está
en espera. Puede haber sido difícil vivir con Tess,
pero no es nada en comparación a vivir sin ella.
Sin embargo, tiene un plan para traer de vuelta a
Tess, que involucra al guapísimo y misterioso Eli,
pero entonces Abby descubre algo sobre Tess, algo
que siempre estuvo ahí, pero que nunca había
visto.
Abby está a punto de descubrir que la verdad no
es siempre lo que piensas que es, y que la vida
ofrece más de lo que nunca creyó que podría...
6
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Marce Doyle*
e inclino hacia adelante y miro a Tess.
Ella está inmóvil.
Silenciosa.
Las máquinas que mantienen a Tess con vida emiten un pitido para mí.
He estado aquí tan a menudo que a veces creo que es su manera de
responder. Pero hoy eso no es suficiente. El domingo es un día de
oración, después de todo, ¿no? Así que aquí está la mía:
Hoy quiero que Tess despierte.
Hoy ella tiene que despertar.
Me inclino más, tan cerca que puedo ver las pequeñas líneas azules en
sus párpados marcadas donde su sangre aún bombea, aún fluye.
Muestra que su corazón aún late.
—Si no haces algo, Tess, yo… cantaré para ti.
Nada.
—Lo digo en serio —le digo.
Todavía nada. Los ojos de Tess permanecen cerrados y su cuerpo yace
inerte, pinchado con agujas y rodeado de máquinas. Solía visitar a Tess
con mamá y papá, solía esperar con ellos al doctor, pero la noticia
nunca ha cambiado y llegué a tanto que no podía soportar ver las caras
de mis padres, demacradas, agotadas y tristes.
7
Como una princesa en un cuento de hadas, Tess está dormida.
Profundamente dormida.
Supongo que "coma" no suena tan bien cuando estás tratando de
vender historias donde todo termina bien.
Dormir significa que te despertarás.
Coma... bueno, coma no lo hace. Y Tess ha estado en esta cama, en
esta habitación, en este hospital, durante seis semanas. Ella estuvo en
un accidente de coche el día de Año Nuevo, conducía a casa la mañana
después de una fiesta. Ella había esperado para volver a casa porque no
quería correr el riesgo de tener un accidente con un conductor ebrio.
En cambio, su auto chocó contra un pedazo de hielo y se estrelló contra
un árbol.
Tess siempre fue muy buena en estar a salvo. Al hacer lo correcto, al
hacer feliz a la gente. Y ahora ella está aquí. Cumplió veinte en esta
habitación, cuatro días después de la llamada que nos envió a todos
corriendo hasta aquí. Mis padres le trajeron globos. Flotaron alrededor
por un tiempo y luego se desinflaron, cayendo.
Tess nunca los vio.
Cumplí diecisiete en esta habitación también. Eso fue dos semanas y
dos días después del accidente. Todavía estaba visitando a Tess con mis
padres. Ellos me compraron pastelitos de la máquina expendedora y me
cantaron cuando los abrí.
Tess no dijo una palabra. Ni siquiera abrió los ojos. Yo mastiqué y
tragué y mastique y tragué, a pesar de que los pastelitos sabían a
caucho, y mis padres veían la cara de Tess, esperando. Teniendo fe.
Fue entonces cuando me di cuenta que tenía que comenzar a venir sola.
Cuando me di cuenta que tenía que traer de vuelta a Tess.
—Despierta, Tess —digo, lo suficientemente fuerte como para que mi
aliento agite su pelo, y agarro el unicornio de cristal que Beth trajo la
primera vez que vino de visita. Ella dijo que sabía que a Tess le
8
gustaría, que todo se trataba de imposibilidades. Pensé que eso sonaba
un poco más allá de Tess, que se dedicaba al aquí y al ahora y a ser
adorada, pero cuando Beth puso el objeto en las manos lánguidas de
Tess, juro que casi parpadeó.
Ahora Tess no hace nada, y yo dejo el unicornio en su lugar.
Sin embargo, no alcanzo la pequeña repisa en donde se pone, y cae al
suelo. No se rompe, pero aparece una grieta que va desde un extremo
del unicornio al otro.
Una enfermera entra y me frunce el ceño.
—Accidente —le digo.
Y ella dice:
—Amor es lo que tu hermana necesita, no actitud. —Como si no
hubiera sido un accidente, como si me conociera, como si ella y todas
las demás enfermeras que sólo han visto a Tess en esta no-vida, este
estado crepuscular1, la conocieran.
No lo hacen, no pueden. Pero yo lo hago. Tess cree en felices para
siempre, en que los sueños se hacen realidad, y he decidido que esa es
la manera en la que voy a llegar a ella.
Ahora sólo tengo que descifrar la manera de hacerlo.
Salgo del hospital y ando en mi bicicleta hasta el ferry.
Una vez que estoy a bordo, me mantengo en el costado del barco. La
mayoría de la gente se pone en el frente; el viento en su pelo, el río a su
alrededor, y más adelante Ferrisville luciendo casi pintoresco y no como
un montón de nada.
1
Estado crepuscular: trastorno de la consciencia en el que el paciente puede
experimentar alucinaciones visuales o auditivas y responder a ellas con una conducta
irracional. La persona no se da cuenta de quién le rodea en el momento de la
experiencia y no se acuerda de ello con posterioridad, salvo quizás en forma de sueño
relacionado con dicha experiencia
9
Miro el agua. Está oscura, de color marrón fangoso, y golpea con fuerza
contra el ferry. Puedo ver mi sombra en ella, completamente dividida,
pedazos y partes dispersos entre las olas batiendo. Me doy la vuelta,
porque ya sé que estoy rota, que no hay nada en mí que valga la pena
ver. Ya sé que ahí no hay nada en lo que valga la pena creer. Es
simplemente como soy.
10
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Marce Doyle*
e encuentro con Claire cuando el ferry arriba al muelle de
Ferrisville y las personas se dirigen a sus coches.
—Oye tú —dice ella a través de las tres pulgadas que su
ventanilla bajó, metiendo sus dedos en la abertura en una especie de
saludo—. ¿Quieres un aventón a casa?
Señalo mi bicicleta.
—¿Tienes espacio para esto? —El coche de Claire es de
aproximadamente el tamaño de una galleta y está lleno de cosas de
Cole. Apenas hay espacio en él para Claire.
Ella pone los ojos en blanco para mí.
—Sí, pero adelante, déjala en el muelle. Sabes que nadie va a robarla.
—¿Estás diciendo que mi bici es una mierda?
—Sí —dice ella, y le sonrío porque es una bici en muy mal estado. Era
bonita cuando Tess la recibió, cuando ella tenía diez años, pero ahora
se ve como una vieja bicicleta destartalada con la que hermana menor
de alguien tiene que cargar.
Lo cual, por supuesto, es así.
Le pregunto a Daryl, que normalmente está por aquí rascándose, pero
hoy está enrollando la cuerda, si puedo dejar mi bicicleta en el muelle.
—Lo siento, no —dice, y luego—: ¿Cómo está Tess? —con la voz que
todo el mundo utiliza conmigo ahora, la voz de “oh-es-una-pena.” La voz
de “oh-todos-extrañamos-tanto-a-Tess.”
11
—No está muerta aún —digo, con mi voz quebrada, y dejo mi bici a sus
pies antes de irme pisando fuerte hacia el coche de Claire.
Odio cómo soy cuando la gente me habla de Tess. Odio cómo suenan
todos. Odio cómo ya ha sido reducida al pasado cuando no lo está.
Ella aún está aquí.
—¿Estás bien? —dice Claire cuando entro.
—No realmente —digo, empujando una caja llena de lo que espero sean
pañales nuevos al suelo—. Yo sólo... la forma en la que gente habla de
Tess. Como si estuviera muerta.
—No creo que sea totalmente de esa forma —dice Claire—. Simplemente
creo que la extrañan.
—¿Tú la extrañas?
Claire mira sus manos en el volante.
—Tess y yo dejamos de hablar hace mucho tiempo.
—Quieres decir que ella te dejó de hablar porque abandonaste la
preparatoria para tener a Cole.
Claire suspira.
—No fue… no fue así, Abby.
Pero fue casi exactamente así, y ambas lo sabemos.
—¿Cómo está Cole? —pregunto, encontrando un paquete abierto de
chicle en el suelo. Lo muevo ante ella—. ¿Sigue bueno esto?
Claire toma el paquete y lo huele.
—Huele a fruta falsa. Adelante. Y Cole está bien. Tengo al único niño de
dos años que le tiene miedo a los baños, pero está bien.
—Tal vez a él sólo no le gusta tu baño —le digo, metiendo un chicle en
mi boca. El sabor estalla dulce y afrutado en mi lengua, pero sólo dura
alrededor de dos masticaciones—. Sé que yo tengo miedo de entrar allí.
12
Es como estar dentro de un aula de punto de cruz, con todos los
recordatorios de bajar el asiento y lavarme las manos.
—Qué graciosa. Como si la colección de toallas de tu madre que nadie
más que los “invitados” pueden usar es mejor.
Me encojo de hombros y meto otra barra de chicle en mi boca.
—Escuché a una de las enfermeras hablar sobre su hijo hoy. Tiene
cuatro y a veces se quita los pantalones y se hace caca en la alfombra.
Así que me imagino que lo estás haciendo bien con Cole.
—¡No! ¿Quién es?
—Kathleen.
Nos sonreímos entre sí. Kathleen es la supervisora de Claire, y siempre
está haciendo correr a Claire en busca de cosas para ella, como si Claire
fuera su esclava y no una auxiliar de enfermería.
—Eso casi compensa cómo se portó hoy —dice Claire—. Se pasó cinco
minutos gritándome por tener una mancha en mis pantalones cuando
sabía que la razón por la que tenía la mancha se debía a que me hizo
bañar a la Sra. Green, que siempre se hace pis al segundo de empezar a
bañarla.
Nos detenemos en la calle de Claire, que también es mi calle. Cole está
afuera en el patio delantero, corriendo tras los perros de caza del papá
de Claire en esa extraña manera que los niños pequeños tienen, donde
por un momento parece que van tan rápido que se van a caer con sus
propios pies.
—¡Mamá! —Cole le grita a Claire cuando salimos del coche. Él puede
decir unas diez palabras actualmente, aunque Claire jura que está
hablando cuando yo creo que está balbuceando.
—Hola, bebé —dice Claire—. ¿Quieres decirle hola a Abby?
—¡No! —dice Cole, lo que no me tomo como algo personal, porque de las
diez palabras que estoy segura que Cole sabe, su favorita es “no”.
13
—Hola —le digo, y acaricio la parte superior de su cabecita sucia—.
Claire, gracias por el aventón.
—Claro —dice—. Diles a tus padres que les envió saludos, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza, pero no lo haré. Decirles a mis padres que
alguien dijo algo significa realmente hablar con ellos, y eso es algo que
no sucede mucho en estos días.
Después de todo, ¿qué hay que decir? Todos sabemos lo que está
pasando. Todos hemos esperado y esperado a que Tess despierte.
Todavía estamos esperando.
14
Traducido por baabo
Corregido por Alba Magg Grigori
ómo estuvo el ferry? —Mamá preguntó desde la
cocina cuando entre.
Me detengo encogiéndome de hombros y luego subo
las escaleras a mi habitación.
Mis padres también tienen que tomar el ferry para ir a casa desde el
hospital, ellos saben cómo es. La única manera de ir Ferrisville desde
Milford, es el ferry. Un barco lento en un río.
Se habló alguna vez de la construcción de un puente, pero no se hizo
nada. Mi juicio fue que si Milford quisiera un puente que atravesara por
arriba el rio, sería construido en un santiamén. Pero ¿Para qué querrían
las personas conectarse con Ferrisville? Somos un pequeño y pobre
pueblo, donde no nada más que hectáreas de tierras fiscales que
supuestamente son un parque o reserva nacional. Tampoco es que
tengamos visitantes. ¿Quién querría ver algo que se llama “El Gran
Bosque triste”?
Aún más importante, ¿quién querría vivir cerca de él?
En cambio, mis padres, por ejemplo. Ellos piensan que es bueno que
vivamos cerca de un río, para que un fin de semana podamos caminar
por la arena llena de rocas (esa es la playa) y caminar por el agua,
mientras miramos a la gente haciendo parrilladas o paseando en
pequeñas embarcaciones, los motores rugiendo cuando se juntan y se
pasan la gente de uno a otro, las personas que van y vienen, de ida y
vuelta.
—¿
15
Pero por supuesto, a mis padres les gusta. Ellos no crecieron aquí. Se
criaron en un barrio residencial muy agradable, con centros
comerciales y vecinos que no están relacionados entre sí de alguna
manera. O eso dicen.
Los padres de mi madre están muertos, y mi papá no habla a sus
padres, el de vez en cuando solo menciona donde.
Tess amaba ver las imágenes de nuestros padres cuando recién
empezaron a salir, e incluso antes, de cuando estaban en la
preparatoria juntos. Les hacía todo tipo de preguntas que mis padres
realmente nunca contestaron. Es como si su vida no hubiera existido
hasta que se conocieron y se mudaron aquí.
Tess solía decir que nuestros padres tenían secretos, muchos sobre
ellos, pero eso fue cuando estaba estresada por ir a la universidad, y
había dejado de hablar con su mejor amiga porque quedó embarazada.
Eso la convirtió en alguien a quien yo no tenía ganas de escuchar.
Imagino que no habrá ninguna pregunta sobre el ferry, pero justo
cuando me siento casi relajada por primera vez durante todo el día,
mamá sale y llama a mi puerta.
―Abby, ¿qué estás haciendo?
―La tarea.
No estoy haciendo eso. No es necesario, porque la preparatoria
Ferrisville es una broma, pero ahora necesito estar sola. Tratar de
averiguar qué hacer con Tess.
―Quería decirte que tu tío mandó flores para Tess de nuevo ―dice―
¿Las viste?
―Me las perdí. Lo siento.
Las había visto y leído las cartas. Donde decía: “Mejórate pronto” en
cada una de ellas, y nada más. Los hermanos de mi mamá, Harold y
Gerald, parecen lo suficientemente agradables, pero no nos vienen a
visitar a menudo.
16
Mamá no es mucho mayor que ellos, pero es como… bueno, el par de
veces que han estado aquí, tratan a mamá como si fuera más grande
que ellos. La tratan como si fuera su madre, con una especie rara de
respeto e ira. No sé porque tendrían que estar enfadados. Ellos no viven
aquí.
―Voy a ir y hacer algo de comer para mí y tu padre ―mamá dice―. Tal
vez caliente las tortitas que sobraron de esta mañana. ¿Quieres
acompañarnos?
Quiero, pero no lo hago. Si lo hago, voy a ver la silla de Tess. Voy a
pensar en ella.
Sé que todos estamos pensando en eso.
―Será mejor que termine mi tarea ―digo.
―Muy bien, entonces, buenas noches ―dice con un pequeño suspiro, y
yo escucho sus pasos hasta que desaparecen.
17
Traducido por masi
Corregido por Alba Magg Grigori
l día siguiente después de la escuela, tomó mi bicicleta que
estaba en el muelle del ferry ―increíble cómo nadie se la llevo― y
me dirijo al hospital. Avanzo a través de la planta baja, pasando
la sala de espera llena de gente haciendo el ambiente pesado, atravieso
el pasillo hasta pasar la tienda de regalos ―a cargo de las alegres y
viejas damas de Milford, que charlan sobre sus premiados perros de
concurso o sus flores, mientras venden paquetes de chicles por el
costoso precio de dos dólares―, y doy vuelta en la esquina del pasillo
hacia los ascensores.
Todo en el Hospital Milford es deprimente.
Bueno, no todo. Me gusta la cafetería. Se ve el río, y Ferrisville está lo
suficientemente lejos para que no puedas verlo. Solo puedes hacerte
una idea de las calles con las casas cuidadosamente acomodadas, con
una fábrica situada en un extremo, y una franja rocosa de playa
erosionada por situarse cerca de la estación del ferry.
Además, la cafetería es el único lugar en el hospital que no huele mal.
En cualquier otro huele a productos químicos, del tipo de productos
para limpieza que pueden quemarte la piel solo con tocarlos. Y
escondido entre ese olor a químicos siempre hay otro, uno más débil,
pero que nunca desaparece.
Por debajo, se puede oler la piel sin lavar y el miedo, y cómo de triste
está todo. Igual que todos los que están aquí, todos los pacientes
descansando en sus camas, pero no están aquí porque quieran estarlo.
18
Ellos están aquí porque tienen que estar. O porque éste es el último
lugar en el que se imaginaron estar.
El ascensor llega y paso al interior, preparada para ver a Tess.
Después de subir camino hacia su unidad y entro a su habitación.
Ella tiene el mismo aspecto, delgada, pálida, de alguna manera ida, sin
embargo, todavía aquí. Han lavado su cabello color dorado, brilla,
incluso contra el blanco color de su almohada.
Una enfermera está colocándole una de sus vías intravenosas, y suspira
cuando me ve.
Tess siempre era-es muy buena en agradarle a la gente.
Yo, en cabio, soy pésima.
―Voy a cambiar las sábanas ―dice la enfermera, y asiento, teniendo que
esperar a pesar de que la enfermera vuelve a suspirar, Luego entra
Claire como si la hubiera llamado de alguna manera. Comienzo a
saludar, pero no me está mirando. Ella está mirando a la entrada de la
unidad, y me doy cuenta de que todas las enfermeras también lo están,
viendo hacía allí como si algo fuera a pasar. Lo cual es extraño.
Entonces suena la alarma y un chico entra en la unidad.
―Tess ―digo, inclinándome sobre ella y susurrando en su oído―. Estás
perdiéndote una gran oportunidad. Todos aquí están mirando fijamente
a un chico que viene hacía aquí, y sabes lo que eso significa. Debe ser
lindo.
Nada.
―No estoy bromeando ―digo―. Viene un chico y todas las enfermeras
están mirándolo. Al igual que cuando entras en una habitación. Eso
significa que es muy lindo.
Luego, aunque parezca extraño, el chico empieza a acercarse a la
habitación de Tess, la enfermera que estaba balbuceándome acerca de
las sábanas se calló y avanzó hacia él.
19
―Muchas gracias por hacer esto ―dice ella, su voz toda agitada―. No
puedo decirte lo bonito que es de tu parte ayudar, y…
Entonces ella deja de hablar porque él camina directamente a la puerta.
No debería estar riéndome, pero lo hago porque es imposible no hacerlo
―ella se dirigió hacia una puerta, después de todo― y ella me mira
mientras le dice al chico que entre. Veo su cabello oscuro y ojos, pero
no más porque la enfermera está revoloteando a su alrededor. Y
también porque simplemente no me importa.
―Ahora, pensé que me podrías ayudar a levantar al paciente ―le dice la
enfermera―. Oh, no quité las sábanas, espera. ¡Claire! ¡Claire! Ah
bueno, ahí estás. ¿Puedes ir por algunas sábanas, por favor?
Claire me mira y pone los ojos en blanco, rápidamente, y luego dice:
―Por supuesto. ―Y se va.
―Será un momento ―le dice la enfermera al chico, todavía con la voz
agitada, y cuando la miro, está ruborizándose.
Ella debería estarlo. Ella es de la edad de mi madre, a lo mucho, y el
chico es de la mía, creo, lo que lo convierte en un delito grave, y estoy
segura de que ella también lo está pensando.
En cuanto al chico, es bastante decepcionante ahora que por fin lo
estoy mirando. Quiero decir, él está mirando al suelo como un tonto. Lo
más probable es esté incómodo de estar aquí, donde todo es tan
silencioso, y todos están en el tipo de sueño que nunca querrías caer.
Luego levanta la mirada y...
Levanta la mirada y mi cerebro deja de funcionar por un momento,
porque él es magnífico. No hermoso del estilo de “hey, chico sexy”, sino
verdaderamente magnífico.
Incluso, hermoso. Su piel es de color caramelo, un cálido color dorado
brillante, y su pelo es tan negro que incluso las horribles luces
fluorescentes no hacen nada en él, no hacen que se vea color verdoso o
fibroso. Tiene el tipo de pómulos que sólo se ven en los chicos de las
20
revistas. Lo mismo ocurre con su nariz, barbilla y frente, y sus ojos
oscuros enmarcados por pestañas por las que Tess mataría a alguien.
Él es, definitivamente, la perfección humana. Incluso si sigue mirando
fijamente al suelo y tiene los brazos cruzados sobre el pecho, con sus
dedos dando golpecitos contra su brazo como si estuviera aburrido. Me
inclino y doy un ligero codazo a Tess.
―Vamos, Tess, abre los ojos. Este tipo es tan guapo, te juro que es más
guapo que tú.
El chico se aclara la garganta ante eso, y lo miro otra vez.
―¿Qué pasa? Oh, sí, te llamé guapo. Lo siento. Pero lo eres. Quiero
decir... ―mi voz baja hasta desaparecer.
Me mira, y siento como mi rostro se ruboriza, y giro de nuevo hacia
Tess.
―Bueno, aquí estoy ―dice Claire, volviendo y entregando a la enfermera
las sábanas.
―Gracias ―dice la enfermera―. Te puedes quedar y cambiar las
sábanas. Abby, ¿puedes salir por un minuto, por favor?
21
Traducido por Liseth_Johanna
Corregido por Samylinda
a enfermera no está de acuerdo conmigo. Dice que estoy alterada,
y entonces Clement y yo damos un pequeño paseo hasta el
ascensor. La enfermera está enojada de que sea él quien venga a
recogerme y no alguien de seguridad, pero Clement señala que al menos
me estoy yendo
Lo que sucede con Clement es que tiene aproximadamente setenta años
y apenas me llega al hombro. Algunas veces les da a los pequeños niños
aburridos ―como secreto de estado― un pequeño paseo por el hospital,
pero en su mayor parte simplemente camina y habla con las personas.
No es un verdadero guardia de seguridad, por supuesto. Pero sí donó
diez millones de dólares al hospital hace tres años. Por esa cantidad de
dinero, si quieres pasar tus días caminando por el hospital saludando a
las personas, está bien.
―¿Estás bien? ―dice él, y Clement es una de esas personas que dice en
serio las cosas. Me gusta eso de él, así que le digo la verdad porque sé
que él escuchará.
―Los ojos de Tess se movieron.
―¿En serio? ¡Eso es grandioso! ¿Qué dijo el doctor?
Me encojo de hombros.
―Nada. La enfermera no lo llamó. Dijo que no había visto nada. Me
obligó a irme.
―Crees que tal vez… algunas veces, vemos lo que queremos.
22
Sé a qué se refiere. Me engañé a mí misma con eso una vez y no
cometeré el error de nuevo.
―Oye, me agradas, pero no tanto, así que no pienses que lo hice todo
solo para verte ―digo, y Clement deja salir su resollada risa y luego hala
uno de los aparentemente interminables suministro de gotas para la tos
que siempre trae consigo.
―No deberías estar tan preocupada todo el tiempo ―dice―. Te
provocarás gases.
Me rio también y él me sonríe mientras caminamos hacia afuera.
―Vete a casa ―dice―. Y cuídate.
―¿Yo? ―digo―. Yo no…estoy bien.
Antes de que él pueda responder, me subo a mi bicicleta y me dirijo al
ferry.
Cuando llego a casa, me frío un huevo y luego lo aprieto entre unas
rodajas de pan y como mientras veo televisión. Mamá y papá llegan
cuando estoy pasando de canal en canal, intentando decidir si quiero
ver el enérgico drama criminal sobre detectives que van en busca de
personas desaparecidas o el otro enérgico drama criminal sobre
detectives que van en busca de personas desaparecidas.
Mamá apaga la televisión.
―¿Quieres decirme qué sucedió hoy?
―Tess se movió. Sus ojos estaban cerrados, pero los vi moverse, como si
pudiera parpadear. O como si fuera a parpadear
―Abby… ―dice Mamá y se sienta en el sofá―. No puedes… ―Mira hacia
sus manos. Las uñas de mi madre siempre están pulcramente pulidas.
Esta semana son como de rosa pálido―. No sabes lo mucho que tu
padre y yo queremos que Tess despierte y decir cosas que sólo…
―Duelen ―finaliza Papá, entrando y sentándose junto a Mamá.
23
―Pero vi sus ojos moverse. ―Esto es algo bueno y no veo por qué mis
padres no me creen y por qué están sentados en el sofá luciendo
miserables.
―¿Recuerdas la primera semana? ―dice Papá―. ¿Qué Mamá, tú y yo
estábamos allí y juraste que ella había movido su mando cuando Beth
le hablaba?
―Su meñique ―digo―. Y sí sucedió.
―Beth no lo vio. Y Beth es su compañera de habitación y su amiga,
cariño.
―Ella estaba mirando a Tess.
―Exactamente.
―No, quiero decir que estaba mirando su cara.
Papá frota una mano sobre su frente y luego se recuesta en el sofá,
cerrando los ojos.
―Abby, no queremos que pienses que tu hermana. ―Se rompe,
aclarándose la garganta―. No te enojes con Tess.
―No lo estoy ―digo, pero él me da esta mirada, de puedo-ver-a-través-
de-ti, y subo las escaleras y cierro la puerta de mi habitación de un
golpe.
Sé lo que vi hoy. Tess escuchó algo en la voz de ese chico, algo que la
atrapó y ahora sé exactamente lo que necesito hacer.
No puedo alcanzarla, pero tal vez alguien más si pueda.
Me levanto, abro la puerta tan silenciosamente como puedo y me deslizo
hacia el pasillo, a la habitación de Tess. No ha sido tocado desde el
accidente y sus maletas de la escuela todavía están en el piso, y las
fotos de ella y sus amigos de la universidad están esparcidas por todo el
escritorio.
Deslizo mis manos sobre ellas, veo a Tess sonreír bajo la luz de sol. Ella
tiene la brillante sonrisa de mi papá, tan cálida, y me pregunto por el
24
chico al que le está sonriendo. ¿Le gustaba? ¿O le gustaba el chico con
la camiseta negra que aparece en la siguiente foto, sus ojos puestos en
Tess llenos de anhelo mientras ella lee algo que él está sosteniendo en
una mano?
¿O qué hay del chico que está dos fotos después? El que le sonríe
mientras ella examina un tatuaje en su brazo, observando sus dedos
sobre su piel. ¿O es el chico que sostiene la cámara en todas las fotos?
Quienquiera que sea, él no ha venido a verla, ninguno de ellos lo ha
hecho, y Beth, tan agradable como es, es sólo su compañera de
habitación y no puede y no hará esto.
Pero ese chico de hoy podría. Casi puedo verla levantándose y
sonriéndole ahora.
Me pregunto si ella también puede verlo y pienso que quizá, sólo quizá,
sí puede.
25
Traducido por †DaRk BASS†
Corregido por Samylinda
e dirijo a ver a Claire cuando llego al hospital después de clase.
Ella está de pie en la pequeña ala que el hospital ha dispuesto
lejos para los fumadores, escondida al lado opuesto del edificio.
Milford es una ciudad no fumadora, y orgullosa de ello, pero Ferrisville
no, y desde que la gente de Milford no puede permitirse ir a mejores
hospitales, y hacer, aquí es donde la gente de Ferrisville viene. Y
muchos de ellos como Claire fuman.
Ventilo el aire a mí alrededor y al de ella, y me hace una cara.
—Pensé que lo estabas dejando —digo.
—Estoy trabajando en ello.
—¿Cómo? —Entrecierro los ojos fingiendo que no puedo verla a través
de la nube de humo.
Ella suspira y aplasta el cigarrillo.
—Muy bien, mamá. Oye, ¿qué piensas de ese chico de ayer?
—Él puede hacer que las personas atraviesen puertas.
Ella ríe.
—Eso fue lo mejor, ¿cierto? Deberías ver a Eli cuando trabaja en la
tienda de regalos, la gente se detiene y lo mira así… —Hace una cara de
zombi.
—¿Eres una de ellos?
26
—No, terminé con los hombres para siempre después de Rick —dice
ella—. Tratando de hacerlo pagar manutención ―Ugh.
—Los chicos apestan —digo, y ella sacude la cabeza hacia mí y dice—:
Sí, eres afortunada de no tener que lidiar con esa mierda. Tess
siempre… —Calla como si hubiera dicho algo que no debería.
Como si estuviera diciendo algo de lo que no estaba segura.
Como si no supiera que Tess es fácil de amar para todos y cada uno, y
yo... yo no lo soy.
—Hey, estoy agradecida de no tener que lidiar con todas las cosas de
Tess. Todos esos chicos llamándola y diciéndole que la amaban, o
enviándole cosas, y esperando salir con ella, ¿y yo? Bueno, no tengo ese
problema en absoluto.
Claire se muerde el labio.
—Sabes lo que quiero decir Abby. Eres muy… tienes...
—Una hermana que debo ir a ver —digo deteniéndola antes que ella
intente terminar la frase.
—Y tan pronto como se despierte, empezara a romper corazones. Te veo
después.
Mira, sé que no soy guapa. Como Tess una vez me dijo, no tanto como
para ser cruel, pero solamente porque siempre quería saber de nuestra
familia y su historia. Tengo los ojos de la madre de mi mamá, un
marrón-verde fangoso con unos extraños puntos azules en ellos, y
cabello rubio oscuro al que le gusta desafiar a mi cepillo, a la naturaleza
y sobresalir hacia donde se le antoja. También estoy formada como una
niña de doce años, esa parte nadie tuvo que decírmela, era demasiado
obvia.
Y estaría bien si aún tuviera doce, pero llenar apenas una copa A
teniendo diecisiete, es patético. Como el hecho que puedo comprar y
27
usar pantalones de hombre porque mido apenas 5,22 pies de estatura. Y
tampoco tenía caderas de las que alardear.
Pero ahora sé que el chico que vi ayer es Eli, y que puede ser
encontrado en la tienda de regalos. Debe ser bastante nuevo en el
hospital —conozco a todos los que trabajan aquí— y puedo lidiar con
ello. Se lo que vi a ayer.
Sé que, o a quién, necesita Tess para despertar.
2
5,2 pies: equivale a 1.52 metros.
28
Traducido por flochi
Corregido por karla pierce
e digo a Tess su nombre tan pronto la veo. Ella no responde, pero
está bien. Apuesto a que necesita escuchar la voz de él otra vez.
Cuando eso ocurra, hará lo que hizo ayer. Tiene que hacerlo.
Si Tess no despierta, ella no está, y después “seguirá” sin estar. No
verdaderamente aquí, ¿sabes? Y siempre ha sido la estrella brillante en
torno a la que gira mi familia. Ha sido la persona de la que el resto en
Ferrisville habla con reverencia en sus voces. Tess es bonita, joven,
amable; todas las cosas que las personas quieren que el otro sea. Todas
aquellas cosas que las personas muy a menudo no son.
El único problema es, que no sé cómo hacer que este chico venga aquí.
Pienso en ello mientras le cuento a Tess acerca de mi día, tardándome
más en la barra de caramelo que compré antes del último período
debido a que Tess es una succionadora de dulces. Incluso terminó
viviendo con Beth debido a eso.
Cuando fui a visitarlas el otoño pasado, me dijo que sabía que tenía que
cambiar de compañera de cuarto y mudarse con Beth el primer día que
llegó al campus.
—Entré en mi cuarto —dijo ella—, y ahí estaba esta chica sentada en el
suelo comiendo una Nibby Barr. Ya Sabes, ¿la que tiene trocitos de
chocolate?
Había asentido y hecho una mueca debido al amor de Tess por el
chocolate amargo, hasta ahora, incluyendo el chocolate con trozos de
chocolate en barra en él, no tenía sentido para mí.
29
—Y pensé, vaya, esto va a ser interesante, porque yo también amo las
Nibby —había dicho Tess—. Pero resultaba que Beth vivía cruzando el
pasillo y solo se había detenido a saludar. Aunque supe que las cosas
funcionarían. ¡Y lo hicieron! —Se había dado la vuelta y sonreído a
Beth, quien sacudía la cabeza hacia Tess, pero aún así sonreía.
—¿Qué tal algunos dulces? —le pregunto ahora a Tess—. ¿Una
agradable barra de chocolate, quizás? Te conseguiré una, lo prometo.
Solo tienes que abrir los ojos.
Tess no se mueve.
—Bien —digo, y mi voz sale más enojada de lo que quería. Trago con
fuerza y miro el suelo.
—¿Alguien quiso una copia de, ehhh, Sassy You? —dice una voz en el
área de enfermería.
La voz. Es ese chico. Eli. Oigo que alguien más murmura algo, pero no
escucho.
No escucho porque detrás de los ojos cerrados de Tess, veo algo
moverse. Veo a su cuerpo escuchar algo. La veo responder.
Sé lo que tengo que hacer, y entonces salgo y digo:
—Es mío. Quiero decir, yo quiero la revista.
El chico, Eli, me mira. Si pensara que realmente me estaba mirando a
mí, y no viendo a alguien quien quería una copia de la revista más
estúpida del mundo (y si yo luciera como alguien que él quisiera ver),
juro que mis rodillas se derriten. (Eso es correcto, se derretirían. Que
fastidio ser débil. Eli está más allá de ese poder mortal. )
—Um, disculpa, pero yo pedí esa revista —una de las enfermeras dice—
. A la Sra. Johnson le encanta.
La Sra. Johnson está en peor forma que Tess. Ella no puede respirar
por sí misma, y nadie viene a visitarla. Supongo que toda su familia
está muerta, o algo así. Solo yace allí en su cuarto, completamente sola,
día tras días, aire bombeado dentro y fuera de sus pulmones,
30
manteniendo el fluir de su respiración, su corazón latiendo. Las
enfermeras no le prestan mucha atención, y la primera semana que
Tess estuvo aquí, tuve pesadillas acerca de la Sra. Johnson cada noche.
Empecé a escabullirme en su cuarto de vez en cuando y saludarla, y las
pesadillas se detuvieron. Todavía lo hago, y aunque nunca he hablado
con ella, estoy segura que la Sra. Johnson no querría una copia de
Sassy You, con sus estúpidos artículos acerca de cómo conseguir chicos
que te quieran “¡todo el tiempo!” y perfiles de celebridades cuyos
mayores logros están en aventar el cabello a su alrededor, sonriendo y
jurando que sus últimos viajes a rehabilitación “cambiaron sus vidas”.
—Entonces, ¿quién se la queda? —dice Eli, mirando a la enfermera y
después a mí—. Tengo que volver a la tienda de regalos. Nadie más está
allí hoy.
Apunto a la enfermera y regreso a Tess.
—Lo siento —susurro—. Yo…— ¿Qué? No tengo idea de cómo
aproximarme a él. Pero es por Tess. Para que Tess despierte.
—Me tengo que ir ahora, pero…voy a conseguir a Eli para ti, ¿sí? —
digo—. No te vayas a ningún lado.
Finjo que su boca se curva en una sonrisa. Finjo que ella puede
escucharme. Tomo la copia de Sassy You que la enfermera juró que la
Sra. Johnson quería desde donde yace sin abrir en la pila de revistas
que las enfermeras “leen” a la Sra. Johnson paradas junto a ella y
leyendo las revistas para sí mismas, y la tiro a la basura.
—Lamento que hayas tenido que ver esa cosa —le digo—. Y, bueno, voy
a conseguir que Tess despierte. Tiene que hacerlo, sabes. De lo
contrario…—Mi voz se desvanece.
De lo contrario este será el futuro de Tess. Un largo y lento declive. Una
vida sin vida.
Una vida conmigo atada aquí, porque si Tess no mejora, mis padres
renunciarán a todo por mantenerla con vida y terminarán sin nada.
31
Tendré que quedarme y ayudarlos, ser la roca donde pueda apoyarse.
Me hundiré en Ferrisville y empezaré a decaer también. Voy a tener una
vida sin una vida, y no quiero eso.
Sé que es egoísta. Sé que una buena persona, una buena hija, no
pensaría así. Tess no pensaría así.
Pero no soy Tess. Y lo último que quiero es una vida en la cual no haga
nada para probarme una y otra y otra vez.
32
Traducido por LizC
Corregido por karla pierce
li está en la tienda de regalos. Me imagino que estará hablando
con un grupo de chicas o admirando su reflejo o lo que sea que la
gente hermosa hace cuando están en el trabajo. Tess consiguió
un trabajo en una tienda de comestibles en Milford el verano antes de ir
a la universidad, pero en realidad lo único que hizo fue pasar día tras
día hablando con los chicos que se la pasaban rondando en Organic
Gourmet tras ella.
Eli no está hablando con nadie, y no está mirándose a sí mismo
tampoco. Está organizando un montón de revistas, tamborileando los
dedos uno contra uno y haciendo muecas a los titulares. Incluso frunce
el ceño magníficamente.
Probablemente debería estar nerviosa por hablar con él, pero una vida
entera de ver a chicos tropezarse con ellos mismos para decir “Hola” a
Tess me ha hecho darme cuenta de lo estúpido que es. El actuar como
si no eres lo suficientemente buena para hablar con alguien por lo
general significa que ellos deciden que no eres lo suficientemente buena
para hablar con ellos. Además, Eli no es para mí, es para Tess.
Simplemente me aseguro de que se encuentren.
―Estoy segura de que estará mejor dentro poco ―le digo, señalando al
palo rubio en la portada de la revista que está mirando―. Dicen que la
sexta vez en rehabilitación es el encanto.
―¿Qué? ―dice, y luego mira hacia mí―. Oh. Tú eres la chica que…
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―Tiene la bella hermana ―digo, porque sé cómo terminará su sentencia.
Así es como siempre termina―. ¿Puedo tener un ejemplar de ese?
―¿Quieres un ejemplar de esto?
No quiero. Prefiero meter un palo en mi ojo antes de leer cuentos de
inspiración sobre cómo una chica ha hecho una fortuna vendiendo
camisetas, sin importar que uno de sus padres es siempre un diseñador
o propietario de la tienda de moda en Nueva York, o ver fotos de
modelos con ojos de mapache posando en ropa que nadie que yo
conozca puede utilizar. O pagar.
Pero lo que digo es:
―Sí.
Se levanta y me da una, todo en un movimiento fluido y piel oscura de
color miel. Estoy plenamente consciente de mi pequeñez, la falta de
curvas, y mi absurdo en general.
―¿Estás segura de qué la quieres? ―dice―. Te vi hacer una mueca
cuando le entregué una a la Sra. Johnson, y no pareces del tipo de
persona que… ―le echa un vistazo a la cubierta―... le importa sobre el
nuevo y mejor bronceado sin sol.
Por supuesto que no. Me veo como yo, y la forma en que tan fácilmente
me descarta pica un poco, pero encuadro mis hombros, excavo un poco
de dinero de mi bolso, y lo arrojo en el mostrador.
Mientras que busca el cambio, miro a los dulces. Alguien los ha tocado
y, te lo juro, creo que han sido organizados por el tamaño de la barra y
el color de la envoltura. Extraño.
―Aquí tienes ―dice, y me entrega mi cambio―. Disfruta tu revista.
Ruedo los ojos antes de recordar que se supone que quiero “la cosa” y él
me sonríe, una boca perfecta de forma en que muestra sus dientes
perfectos, y si yo fuera más débil memorizaría esa sonrisa porque estoy
segura de que nunca voy a ver nada como eso de nuevo.
―¿Tus ojos… utilizas lentes de contacto? ―dice.
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Me congelo, todo mi cuerpo se entumece.
―No ―digo. Si él dice que tengo ojos bonitos, yo… yo no lo sé. Sólo sé
que no voy a llorar. Jack dijo que mis ojos eran bonitos una vez, y fui lo
suficientemente estúpida como para creerle.
Pero este sujeto no dice eso. Él sólo dice:
―¿Quieres algo más? ―Tan amable, tan perfecto, y admito que por un
segundo, un estúpido segundo, quiero saltar sobre el mostrador y lamer
su cuello y tocar sus hombros y su cabello y pretender que podría hacer
que a un tipo como él se les debiliten las rodillas.
―Sí ―digo, aplastando ese segundo, esa estúpida punzada de deseo,
hasta el fondo―. Quiero que despiertes a mi hermana.
35
Traducido por Pimienta
Corregido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
li me mira como si acabara de decir: “Hola, estoy loca.”
―Pero tu hermana, ella está…
―Ella está en coma ―digo―, pero sus ojos se movieron cuando
hablabas. Ella puede oírte. Así que si tú, ya sabes, la visitas, se
despertará. Y cuando lo haga, te enamorarás de ella. Todo el mundo
hace.
―Así que quieres que yo... ¿qué?
―Sólo necesito… quiero que hables con ella ―digo―. Cuando sus ojos se
movieron, fue… ―tomo una respiración profunda―. Es más de lo que ha
hecho en años.
―¿Vas a estar allí?
―¿Qué?
―Si hablo con ella, ¿vas a estar allí?
Oh, entiendo.
―No ―digo, y apunto hacia los ramos de flores y plantas que se
mantienen ligeramente marchitas―. Voy a comprar flores o algo, y
cuando aparezcas iré a la sala de espera mientras haces lo que sea que
haces cuando te encuentras con alguien.
―No puedo ―dice―. Sólo puedo entrar al cuarto de un paciente si hay
una enfermera o un familiar presente.
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―Muy bien, entonces, estaré ahí. ―Él me confunde―. Yo no… no voy a
hablar contigo, si eso es lo que te preocupa. Sé que no soy... como he
dicho, estoy aquí por mi hermana.
Él se apoya en el mostrador, situándose más cerca de mí. Tomo todo lo
que tengo en mí para no dar un paso atrás. Él es tan… tan lindo. Él
es…
Él es de Tess. Estoy haciendo esto por ella. Me obligo a seguir
mirándolo.
―Lo dices realmente enserio, ¿no? ―dice finalmente―. De verdad crees
que puedo despertar a tu hermana.
Asiento con la cabeza.
Se ríe.
En realidad se ríe, con los ojos arrugados, el pelo cayendo en un
perfecto desorden ocasional sobre su frente y hasta las orejas, y me
obligo a sonreír, a actuar como si fuera indiferente a él, como si el
hecho de que se riese no significara nada para mí. Me imagino como el
pequeño animal que soy, toda ira y conocimiento ganado con sudor;
garras y colmillos y un corazón inmutable.
Me imagino a Tess despierta y la felicidad de mis padres.
―Sé que Clement te ha incitado a esto ―dice echándose a reír―. Dile
que he entendido el mensaje y lo juro, dejaré de regalar chicles.
―Espera, espera. ¿Estás regalando chicles? ―digo, y extiendo una mano
como si estuviera esperando un paquete.
Otra cosa que he aprendido es que lo mejor es tomar los momentos en
los que deseas que el suelo te tragué, como ahora, y obtener todo lo
posible de ellos. Actuar como si no te importara haberte puesto ahí y
pasar por ello. O, en este caso, reírte de ello.
―Lo hacía ―dice―. Pero ya no lo hago. Dile a Clement que sé que la
tienda de regalos se supone que da beneficios para… los que se supone
que se benefician, y…
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―Ferrisville ―digo, el animalito está ahora listo para sacar las uñas―.
Estás trabajando para recaudar dinero para personas de Ferrisville que
no pueden permitirse el lujo de ser tratados aquí.
―Me olvidé.
―Apuesto a que sí. Déjame adivinar, ¿te metiste en problemas en Saint
Andrew‟s y estás asignado aquí como una especie de castigo?
―He olvidado el nombre de la ciudad, eso es todo ―dijo―. ¿Cómo sabes
que soy de Saint Andrew‟s?
Me río, frágil y fuerte.
―No tenemos gente como tú en Ferrisville.
―Pareces feliz por eso.
Sonrío.
―No es tan sorprendente. Te reíste de mí cuando te pedí ayudar a mi
hermana, ¿recuerdas?
―¿Lo decías en serio?
―Sí ―digo, con la exasperación arrastrándose por mi voz. ¿Qué pasa
con este chico?
―Lo siento ―dice―. Yo… mira, realmente pensaba que Clement te envió
aquí, y yo… no… no sé cómo puedo ayudar a tu hermana. En serio. No
la he visto hacer nada cuando estaba en su habitación, y realmente no
soy ese tipo de chico.
―Pero ella hizo algo ―le digo―, y los dos sabemos que eres ese tipo de
chico, si quieres. Si tú… si dices que me vas a ayudar… que la vas a
ayudar… hablaré con Clement y saldrás de aquí. Le gusto y puedo
hacer que algunas cosas sucedan por aquí. Le diré que me estás
ayudando con un proyecto para la escuela.
―A Clement no le gusta nadie.
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―Error. Simplemente no le gusta nadie de Milford ―digo―. La cual es
probablemente la razón por la que pasa todo su tiempo aquí, ya que es
archimillonario
Eli parpadea.
―Espera un minuto. ¿Tú eres… eres Abby?
Wow, hablando de jugadas que valían la pena.
―Sí.
―Tú... Clement dijo que eras…
―Él no puede ver muy bien ―le digo a Eli―. Cuando eres viejo, creo que
todos te parecen lindos o algo así.
―Él no dijo que fueras linda.
Bueno, ouch.
―Fea, entonces. Lo que sea. El punto es, voy a hablar con él y no
tendrás que trabajar más aquí.
―No dijo que fueras fea tampoco.
―No me importa ―digo, pero lo hace, y sólo quiero salir de aquí―. Voy a
hablar con Clement y luego sólo tienes que hablar con mi hermana.
―Está bien, pero no creo que vaya a despertar por mí.
―Tú no conoces a Tess. Ella ama a los chicos guapos, y tú eres el chico
más lindo que he visto nunca. La vas a despertar, y cuando lo hagas,
me lo agradecerás.
―¿Ella es como tú? ―dice―. Quiero decir, es… ¿simplemente dice cosas
como tú?
―No, no lo es, Tess es perfecta. Es hermosa e inteligente y todo el
mundo la ama. Tú también. No serás capaz de evitarlo. Voy a hablar
con Clement ahora mismo y vamos a empezar mañana, ¿de acuerdo? Yo
diría que debemos comenzar ahora, pero a Clement le encanta hablar y
tengo que tomar el ferry a casa de mis padres, yo… ―me interrumpo. No
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hay necesidad de entrar en eso con él―. De todos modos, lo haremos
mañana, ¿de acuerdo?
―Bien ―dice―. Abby.
Asiento con la cabeza hacia él y salgo de la tienda de regalos.
Si él decía el nombre de Tess como acababa de decir el mío, Tess
despertaría en unos diez segundos después de que él empezara a
hablar.
Incluso Jack diciendo mi nombre nunca me hizo sentir tan…
Detente.
Me prometí a mí misma que todo estaba en el pasado, olvidado, y que
iba a seguir así. Me hice fuerte, aprendí a saber quién y qué soy.
Voy a buscar a Clement. Él está tomando café en la cafetería y mirando
hacia el río, y sonríe en el segundo en que menciono el nombre de Eli.
―Se lo dije al chico para que te tuviera en cuenta ―dice―. Le dije: “Eli,
es un cometa.”
Bueno, Eli estaba en lo cierto. Clement no me había llamado fea. Sólo
me había llamado un objeto volador que tiran en los pueblos los días
festivos. Había estado pensando un poco en la forma en que se habían
conocido, pero ahora no importaba. Y, además, Clement conocía a todo
el mundo.
―Lo que pasa es que necesito que me ayude con algo ―digo―. Y los dos
sabemos que conoces todo de todos y que puedes hacer cosas.
Entonces, ¿Eli me puede ayudar?
―¿Qué quieres que haga? ―dice Clement―. Sé como son las chicas
sobre el amor, Abby, pero si quieres salir con él, deberías…
―¡Oh, no! ―digo―. Yo no… esto no es sobre mí. Es por Tess. Movió los
ojos, ¿recuerdas? Y lo hizo cuando Eli estaba hablando. Así que si él
habla con ella, puede que se despierte.
Clement toma un sorbo de café.
40
―¿Eso nada más?
―Yo sé que va a funcionar. Conozco a mi hermana. A ella le gustan los
chicos lindos y Eli…él… es… ya lo ha visto. Si su voz puede hacer que
se mueva, imagina lo que va a hacer una vez que ella abra los ojos.
―Es un muchacho apuesto ―dice Clement―. Se parece a su abuela,
pero también a su madre. Ella es una cosita. Vino aquí desde Japón y…
Lo interrumpo.
―Entonces, ¿puede hacerlo?
―¿Sabes cuál es tu problema? ―dice Clement―. Eres impaciente.
―Dijiste antes que era preocupada.
―Y lo eres ―dice Clement y toma otro sorbo de café.
―¿Y bien? ―digo cuando no habla.
―¿Ves? ―dice.
―Bueno, tienes razón ―digo sonriéndole―. Entonces, ¿Eli puede hacerlo
o qué?
―Él te puede ayudar ―dice Clement―. Y tú lo puedes ayudar a él.
―Bueno, creo que Tess se encargará de eso ―digo―. Cuando se
despierte, me refiero.
Clement empieza a decir algo y luego me da palmaditas en la mano.
―No deberías… Deberías quererte más a ti misma, Abby.
Trago saliva.
―Me quiero tanto como debería ―digo finalmente―. Y gracias por
aceptar.
―No te preocupes por eso ―dice―. Yo iba a tener que sacar a Eli de la
tienda de regalos de todos modos. Sigue regalando chicles. Y le lleva
una eternidad contar revistas.
―Clasificar.
―Sé lo que dije ―me dice―. Me refería a contar. Así que dije contar.
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―Está bien ―digo, levantando las manos en señal de rendición, y
mientras saca otra de sus pastillas para la tos, agito la mano hacia él y
muevo la cabeza.
―De nada ―grita detrás de mí, y salgo del hospital sintiéndome más
ligera de lo que lo hacía en meses.
Esto va a funcionar. Sé que lo hará. Voy a dar a Tess lo que quiere. Voy
a ver su despertar. Voy a ver a mi familia unida de nuevo, las cosas
volverán a ser como antes.
Conseguiré despertar a Tess, y luego finalmente seré capaz de escapar
de ella. De verla atrapada e indefensa como ahora.
De vivir en la sombra.
42
Traducido por alexiia☮♪
Corregido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
eo el coche de Claire por delante de mí cuando estoy esperando el
ferry, pero no me molesto ni siquiera en tratar de alcanzarla. La
gente se toma la espera del ferry muy en serio por aquí, y no
tengo ganas de que me griten por “colarme”, sin importar que juntos, mi
bicicleta y yo, representemos aproximadamente una cuarta parte de un
coche. El ferry aún nos cuenta como un vehículo.
Y me hace pagar por ello también.
Así que espero, y después de que entro a bordo, de que todo el mundo
se ha estacionado y el ferry está finalmente resoplando lejos del muelle,
voy a buscar a Claire.
Ella está de pie cerca de la parte delantera del barco, quitando el
cabello de su cara con una mano. Claire no es bonita, pero se destaca.
Ella tiene el pelo corto, un poco más abajo de sus oídos, y es de color
rojo brillante, casi naranja. Solía llevarlo súper corto, prácticamente un
corte de chico. Yo tenía diez años y Tess tenía trece años cuando por
primera vez Claire se lo cortó de esa manera, y Tess pensó que era la
cosa más increíble. Ella tenía una foto de las dos en la playa, la parte
superior de la cabeza de Claire tan quemada por el sol como su nariz,
atrapada por años en el marco del espejo de su cómoda.
Me pregunto qué hizo con ella cuando decidió que ya no iba a hablarle a
Claire. Nunca le pregunté. Cuando Tess tenía dieciocho años y yo tenía
quince, nunca hablaba con ella a menos que tuviera que hacerlo.
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—Hey —digo a Claire, y me pongo a su lado en la barandilla. El ferry
lidia con una ola y rocía niebla en mi cara.
—Hey —dice Claire—. Escuché que fuiste a la tienda de regalos hoy. No
sabía que estabas interesada en echarte un polvo con él, Abby.
—¿Echarme un polvo? ¿De qué año es eso?
—Rick lo decía —dice ella, una leve sonrisa aparece, pero desaparece
rápidamente, tan pronto como dice el nombre de Rick—. Bueno, el lo
decía por mí. ¡Me eché a eso! ¿Sabes que en realidad me llamó anoche y
me dijo que no veía cómo Cole podría necesitar dinero, ya que es tú
sabes, un niño pequeño, y qué necesitábamos?
—Lo siento —digo—. Así que supongo que le dijiste que querías que
volvieran, ¿verdad?
—Ah, sí —dice ella, sonriéndome—. ¿Sabes cuál es la mejor parte?
Después de colgarle, en realidad llamó y preguntó otra vez porque
pensó que se había cortado. No sé en qué estaba pensando en la
preparatoria.
—No te ofendas, pero ¿en qué estabas pensando?
—No estaba pensando —dice—. Él quería tener relaciones sexuales, y
pensé que eso parecía mucho más fácil que estar enamorada... —su voz
se apagó.
—Espera, ¿estabas enamorada de alguien? ¿De quién?
Ella me mira parpadeando, y luego mira hacia el agua.
—Alguien que no me quería a mi —dice finalmente—. No lo suficiente,
de cualquier modo.
—¿Todavía está en la ciudad? No importa, por supuesto que lo está.
¿Quién es? ¿Tess lo conoce? ¿Por eso se enfadó tanto cuando tú...?
—Buen intento —dice Claire—. Pero no he olvidado que estabas en la
tienda de regalos hablando con un chico tan guapo que alguien que
entró en el hospital en realidad se detuvo y le tomó una foto.
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—¡No lo hice!
—Lo hiciste —dice ella—. Una de las enfermeras lo vio todo.
—Eso es muy triste.
—Él es terriblemente... iba a decir lindo, pero no es lindo. Es hermoso.
Es decir, real y verdaderamente hermoso. ¿No te parece?
—Creo que él va a despertar a Tess.
—¿Qué?
Le digo mi plan a Claire.
—Así que porque crees que viste los ojos de Tess moverse…
—Suena estúpido cuando lo dices de esa manera —digo—. Ella... mira,
estabas en la habitación. Él habló, y algo le pasó a ella.
—¿Debido a Eli?
—Sí, duh —digo—. Lo has visto. Incluso me acabas de decir que es
hermoso. Y sabes cómo es Tess. Ella siempre quiso ser conquistada
por el hombre perfecto. Beth incluso le consiguió un libro de románticos
cuentos clásicos de hadas para Navidad —hago una pausa—. O al
menos eso es lo que dijo Tess. Ella no... no siempre nos mostraba sus
regalos. Los dejaba en la escuela y ahora...
—¿Cómo está Beth? —dice Claire—. No la he visto mucho en el hospital
últimamente.
—Ella se acercaba mucho al principio —dije—. Pero ahora está... no sé.
Ocupada con la universidad, supongo.
—Ellas vivieron juntas durante dos años.
—Sí, pero así es en la universidad. Tess dice que cuando encuentras a
alguien decente con quien compartir la habitación, no lo eches a perder.
Claire se queda mirando hacia al río.
—Ya sabes, Abby, tal vez tú no… tal vez tú no conoces a Tess como
crees que lo haces.
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—Oh, vamos —digo—. Tess quiere ser feliz.
—No, ella quiere que todos piensen que es perfecta.
—-No creo que Tess se haya preocupado por eso. ¿Por qué lo necesitaría
alguna vez? Me refiero ella es…
—Si —dice Claire—. Ella es Tess. Pero aún así, no se atrevía a hacer
nada que pensara que alguien, en algún momento, pudiera pensar que
estaba mal.
—Sabes, mamá solía decir que Tess quería que las cosas fuesen
perfectas —digo—. ¿Crees que es por eso que actuó de la manera en
que lo hizo cuando te embarazaste? No es que piense que embarazarte
estaba mal o algo así, pero Tess...
—Lo sé —dice Claire, con voz amarga—. Créeme, sé lo que pensaba
Tess.
—Lo siento.
—Sí, bueno, sé que también tú lo hiciste. Nunca le hablaste de Jack,
después de todo, ¿verdad?
Sacudo la cabeza y me obligo a reír. Sale como un sonido áspero y
quebrado.
—No, no lo hice. Ella no… no lo habría entendido. Quiero decir, mira
cómo te trataba. Y a le agradabas. Tess y yo simplemente no somos…
no tenemos nada en común.
—Creo... creo que ustedes dos no son tan diferentes como piensas.
Quiero decir, mira este plan tuyo. Estás esperando un final feliz, ¿no?
—Porque sé que Tess lo quiere —digo—. Porque ella cree en ellos. Yo no.
—Abby —dice Claire, pero niego con la cabeza otra vez, como si pudiera
librarme de la lástima en su voz.
—No lo hagas. Simplemente... no. Sé que Tess fue mala contigo y no
siempre me agradaba, pero es mi hermana. Se supone que tengo que
quererla…
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—¿Se supone?
—Eso no es lo que quise decir.
—Es lo que dijiste.
—Tengo que irme —digo, y regreso a mi bici. Miro el agua, el muelle de
Ferrisville creciendo más y más.
No quiero que Claire sienta lástima por mí. No quiero que ella diga que
sabe que yo solía creer en el amor y toda esa basura. No quiero que me
recuerde que yo solía pensar que era posible que un chico alrededor de
mí, de Tess, me mirara y no la viera a ella.
No quiero pensar que una vez fui lo suficientemente estúpida para creer
que podía estar con alguien que quisiera a mi hermana y hacerlo
quererme a mí.
47
Traducido por kathesweet
Corregido por Shellene
is padres llegaron a casa más temprano de lo usual y me
atraparon en la cocina metiendo pedazos de tostada dentro del
frasco de jalea y luego comiéndolos.
—Se supone que pones la jalea en el pan y no pones el pan en el frasco.
¿Y comiste algo además de eso, cierto? —dice mamá, y se sienta al otro
lado de mí, dándome su mirada de Mamá. Es realmente buena en eso.
—¿Por qué están en casa tan temprano? ¿Tess está…?
—Está bien. Tu padre y yo decidimos venir a casa después de que
hablamos con el doctor.
Miro a papá, pero él está entrando y va derecho a la sala. Algo
definitivamente está sucediendo.
—¿Qué dijo el doctor?
Mamá se levanta.
—Voy a hacer un sándwich. ¿Quieres uno?
—Mamá —digo, y ella me mira sobre su hombro desde el mostrador y
me da una media sonrisa pequeña y triste.
—No es nada por lo que necesites preocuparte. Simplemente… el seguro
no va a cubrir tanto como pensábamos y, bueno, Tess ha estado en el
hospital por suficiente tiempo, así que nos están pidiendo que
consideremos otras opciones.
—¿Otras opciones? ¿Cómo cuáles? —Sé de hecho que mamá y papá
han leído cada cosa que han puesto en sus manos sobre comas.
48
También sé que han ido a ver a muchos doctores más, y siempre
regresan de esas reuniones con el rostro sombrío.
Mamá no contesta.
—¿Mamá? —digo otra vez, y papá viene de la sala, su boca curvada en
esa sonrisa extrañamente familiar, que por alguna razón, envía
escalofríos a través de mí y un rayo de pánico y miedo bajo mi piel.
—Apuesto a que tienes tarea —dice.
—Sí —le digo, levantándome y alejándome así no puedo ver su cara y
esa sonrisa—. Así es.
Hay silencio, tanto silencio, mientras subo a mi habitación y cierro la
puerta, pero me arrastro fuera de ella y vuelvo hacia las escaleras,
cierro mi puerta antes de atravesarla porque sabía lo que vendría,
escucho a mis padres empezar a hablar.
—Odio la idea de que Tess vaya a un asilo —dice papá—. Ella no está…
todavía hay una oportunidad. Todavía podría despertar. Y no quiero que
piense…
—Ella sabe que la amas —dice mamá—. Sabe que no renunciarás a
ella. Todos sabemos eso.
—Katie… —dice papá, y mamá lo interrumpe diciendo:
—Dave, simplemente no soy tú, ¿de acuerdo?
El silencio cae de nuevo, y luego escucho a mamá suspirar, la escucho
cruzar la habitación.
—Deseo… —dice, amor y tristeza en su voz, y papá dice:
—Yo también. —Su voz suena ahogada, como si estuviera hablando de
algún lugar lejano, o conteniendo algo.
Como si estuviera tratando de no llorar.
Bajo las escaleras un poco más, y cuando estiro mi cabeza hacia la
cocina, los veo sosteniéndose mutuamente, papá descansando su
cabeza contra la de mamá, con la boca presionada en su cabello.
49
La sonrisa que estaba llevando antes se ha ido, limpiada, y me doy
cuenta donde la he visto antes.
Tess. Su último año, y especialmente antes de la graduación, antes de
que se fuera a la universidad, así era como Tess usualmente sonreía. Yo
simplemente nunca me di cuenta que era forzada. Que no era del todo
real.
Mi piel hormiguea aunque no hace frío, y estoy fría hasta los huesos.
Subo silenciosamente las escaleras, directa a ni habitación, y cierro la
puerta detrás de mí.
50
Traducido por Dani
Corregido por Shellene
asta que tuve quince, quise ser Tess. Quería su cabello liso y
brillante. Quería su habilidad para siempre lucir perfecta. Quería
que su sonrisa fuera mía. Quería que las personas me vieran y
que sus ojos se iluminaran.
Quería todas esas cosas, y nunca tuve ninguna de ellas.
Sin embargo, Tess era amable sobre eso. Esa era su forma de ser. Me
prestaba su ropa y no me decía que me fuera cuando la veía con sus
amigos. Y cuando los chicos venían a verla —y siempre venían a verla—
me los presentaba.
Las personas en Ferrisville veían a Tess, incluso pensaban que era
perfecta. Y era perfecta.
Al menos, lo era en público.
En casa sin embargo, a veces, Tess, bueno, tenía una veta de oscuridad
en ella. De hecho suena normal, creo. Pero la cosa es, que nunca lo
mostraba fuera de la casa, nunca lo llevó donde la gente lo pudiera ver.
Nunca.
No era nada grande al principio. Solía disgustarse por algo y
simplemente se retiraba, se callaba y se iba a su habitación, actuaba
como si hubiera desaparecido aunque no lo hubiera hecho. Y entonces,
si alguien la llamaba o iba a verla, ella… ni siquiera sé cómo explicarlo
bien. Es como si suavizara algo de sí misma, lo dejara a un lado, tal vez,
y volvía a ser Tess otra vez. La Tess que todos conocían, la que siempre
estaba tan feliz, quien siempre mostraba un rostro sonriente al mundo.
51
Pero eso era para el mundo. Para mí… bueno, recuerdo esta vez,
cuando tenía doce y ella quince, entré a su habitación sin golpear,
esperando que me dejara sentarme con ella y Claire, y simplemente me
miró como si nunca me hubiera visto antes.
—Hey —dije, y entonces me había sonreído, una curva de su boca
demasiado brillante y demasiado afilada, como si hubiera olvidado
como sonreír y no pudiera siquiera fingirlo, y se levantó, vino hacia mí y
dijo:
—Vete.
No gritó. Habló en esta voz extraña y plana, casi como si hablar la
lastimara, y cuando dije:
—Pero…
Y Claire dijo:
—Tess, cálmate, ¿bueno? —Tess se dio la vuelta y miró a Claire. Sólo la
miró, no dijo nada, y Claire aparto la vista de mí y miró hacia el piso.
Retrocedí, y Tess volvió a cerrar la puerta, aún mirando a Claire y ni
una vez hacia mí. Era como si incluso hubiera olvidado que estaba allí.
Esa noche, en la cena, le pregunté algo a Tess —que iba a usar para la
escuela al día siguiente, tal vez, o sobre su cabello, cosas sobre las que
Tess amaba hablar— y me ignoró.
—Creo que Abby te hizo una pregunta —dijo Papá, y le dio un golpecito
juguetón con el bol de ensalada que estaba sosteniendo.
—No puedo seguir haciendo esto —dijo Tess, y otra vez, no gritó. Ni
siquiera sonaba enfadada. Sólo sonaba… ida. Se levantó y fue hacia su
habitación y no saldría por dos días. No fue a la escuela, ni siquiera
respondía llamadas más que para decirles a las personas que no se
estaba sintiendo bien pero que estaba feliz de que llamaran. Estaba
dormida si alguien venía. No comía, y ni siquiera creo que de verdad
durmiera. Ella sólo… simplemente no hacía nada.
52
Mamá faltó al trabajo para quedarse en casa el segundo día, y cuando
llegué a casa de la escuela Tess estaba fuera de su habitación y
sonriendo otra vez. Cuando le pregunté si estaba bien, me miró como si
hubiera hecho una pregunta que no entendía y entonces dijo:
—Mamá dice que tienes los ojos de su madre.
—Oh —dije, herida porque mamá nunca hablaba sobre sus padres
conmigo, nunca jamás. Sabía que ambos estaban muertos, pero eso era
todo. Ni siquiera sabía que mis ojos lucían como los de mi abuela.
—Si —dijo Tess—. ¿Sabías que se suicidó?
—¿Qué?
—Lo hizo —dijo Tess—. Así que tal vez estás embrujada. —Se inclinó
hacia mí—. Tal vez terminarás igual que ella.
Normalmente aquí es cuando hubiera llamado a mamá o papá o a
ambos, pero no podía. Tess estaba tan… lucía tan normal, tan como
Tess, pero lo que estaba diciendo me cagaba de miedo. No quería estar
embrujada.
No quería que Tess sonara tan feliz sobre eso.
Así que simplemente me quedé allí, con la mirada fija y asustada, hasta
que se alejó.
Cuando finalmente reuní las agallas para preguntarle a mamá acerca
de mis ojos, dijo que sí, que lucían como los de su madre, y luego:
—¿Porqué preguntas?
Me encogí de hombros.
—Sin embargo no eres como ella —dijo Mamá, inclinándose y alejando
el cabello de mi rostro—. Eres como tu padre. Cuando decidió ser quien
realmente era, cuando se levantó por sí mismo, él… bueno, digamos
que puedes decir que es tu papá.
No sabía que quería decir eso exactamente, pero no pregunté. Imaginé
que tenía algo que ver con el hermano de Papá, John, quién murió
53
cuando Papá estaba en la preparatoria, y como Papá había dejado la
casa por un tiempo después de eso. En su mayor parte —después de
escuchar eso y lo que Tess me había dicho— decidí que mis padres
difícilmente hablaban sobre sus pasados y sus familias por una razón.
Sin embargo, todavía quería ser Tess. Quería ser capaz de hacer sonreír
a las personas como ella lo hacía, quería siempre saber que decir o que
usar. Quería tener ese algo misterioso que ella tenía, quería su
habilidad para hacer que todos quienes la conocieran se sintieran
atraídos hacia ella, que quisieran ser como ella.
Supongo que podría haberle dicho a alguien sobre los momentos de
oscuridad de Tess, los que sólo sucedían en casa, en privado, pero mis
padres nunca hablaban sobre eso con nadie, y yo, bueno, todos
hubieran dicho que estaba celosa. Las hermanas menores que no son
tan lindas y perfectas como sus hermanas mayores siempre están
celosas, ¿cierto?
Y la verdad es que, estaba celosa. Aparte de esos pocos momentos en
casa, Tess era todo lo que podría querer ser alguna vez.
Entonces Claire quedó embarazada justo después de que ella y Tess
empezaran su último año de preparatoria y Tess… cambió. No en la
superficie, no en el brillante ser que ella vestía cada día y que dejaba
que todos vieran. Pero en casa, en privado, era diferente. Estaba en
silencio. Estaba enfadada. Era cuidadosa de no mostrarlo excepto en
casa. Pero en casa, estar alrededor de ella era como… como estar
alrededor de alguien quien está tan molesto que estaba enfermo con
eso.
Y ya no quería ser como ella.
A veces, especialmente cuando el embarazo de Claire realmente empezó
a notarse y Tess estaba esperando escuchar algo sobre la universidad,
ella simplemente yacía en su cama y miraba al techo. Y no por poco
rato. Por horas.
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Y una vez, nos apresuramos hacia Claire y su madre en la tienda de
comestibles cuando mamá nos envió a comprar pan de hamburguesa.
Tess actuó como si no las viera, pero todo el camino en coche hacia la
casa, de todo lo que habló era de cuanto odiaba a Claire. Hablaba tanto
y tan rápido que saltó saliva de su boca, oscilando desde la esquina de
sus labios, y cuando pasó las manos por su cabello, lo hizo con tanta
fuerza que gruesos mechones de pelo estaban envueltos alrededor de
sus dedos cuando los levantó.
Sin embargo, ese no fue el peor momento. No para mí.
El peor fue la noche del verano cuando llegué a casa después de que
rompiera mi propio corazón —y cuán estúpida había sido en ese
entonces, a los quince, de no ver que podría hacer eso, de no ver que
podías destruirte a ti misma más a fondo de lo que nadie más podría—
y encontré a Tess sentada en la sala de estar.
Estaba sentada ahí, dieciocho y reluciente, y me sonrió, una sonrisa
real, esa hermosa sonrisa de Tess que te detiene el corazón, y entonces
dice:
—¿Abby? ¿Estás…? ¿Qué pasa? —Su sonrisa desvaneciéndose como si
entendiera como me sentía.
—Nada —dije, esperando destruirla, destruir el mundo, destruir todo.
Como si Tess pudiera alguna vez entender como me sentía. Como si
algo realmente malo le hubiera pasado alguna vez.
—Está bien —dijo lentamente, claramente no comprándolo, y entonces
sacó sus pies del sillón y los puso en el piso, haciendo espacio para
mí—. ¿Quieres ver una película de extraterrestres tratando de destruir
el mundo?
Miré la pantalla de la televisión.
—Estás viendo esa estúpida versión moderna de la Cenicienta
protagonizada por esa actriz cuya cabeza pesa más que todo su cuerpo
por millonésima vez.
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—Lo sé —dijo—. Pero puedo cambiar de canal. Y oye, puedes reírte de
mí cuando me asuste.
—No quiero.
—Sé cómo te sientes —dijo—. No tienes que decirme, pero sólo…
realmente lo sé, ¿está bien?
No le creí, había pasado toda mi vida viendo como le rompían el
corazón, no rompiéndoselo ella misma, después de todo, pero sonaba
tan sincera. Esa era otra cosa acerca de Tess. Tenía esta forma de hacer
que todo y nada sonara verdadero, sonara como si supiera lo que quería
decir, que ella te entendía.
Tenía una forma de hacerte sentir como si tuviera que estar ahí para ti.
Como si lo quisiera. Y esa noche, necesitaba creer que alguien estaba
allí para mí. Incluso si era ella.
Y entonces me senté a su lado, y vimos una película dónde las personas
eran comidas por extraterrestres. Tess escondió su cabeza tras sus
manos en la mayor parte de ella y ni una vez dijo una palabra sobre la
arena en mi ropa o como la máscara de pestañas que me había visto
aplicarme antes de que se fuera a trabajar se había corrido en manchas
fangosas bajo mis ojos. Era tan agradable, tan comprensiva, tan Tess.
Y la odiaba por eso. Por ser tan perfecta otra vez.
Cuando me fui a la cama esa noche, me tendí allí, con los ojos secos
porque no iba a llorar. No podía evitarlo, y me preguntaba si Tess
alguna vez sabría lo que era un corazón roto. Si alguna vez conocería
algo desagradable, y cuanto deseaba que lo hiciera.
Y sé que no causé el accidente, sé que no soy la razón por la que Tess
está en el hospital. Pero ahora deseo poder tomar toda la rabia que
alguna vez he sentido cuando miraba a Tess, cuando he pensado sobre
ella, y hacerla desaparecer.
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Deseo que una parte de mí no siga sintiendo esa rabia cuando la veo
yaciendo silenciosa y lejana. Deseo querer que despierte sólo porque la
extraño.
Pero no lo hago. La extraño, pero no como debería. Quiero… quiero que
despierte así no tengo que estar atada a ella por siempre.
Quiero que despierte para que así no me recordaran por siempre que no
soy ella.
Que nunca seré ella.
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Traducido por inthefreedomwings
Corregido por Roochi
ola —dice Clement cuando entro en el hospital al día
siguiente, frunciendo el ceño porque mi bolso se mojó en
el ferry y el baño se ha quedado sin toallas de papel.
Curvo la boca en una enorme sonrisa falsa, se ríe y saca una pastilla
para la tos.
—Encontraron a alguien para trabajar en la tienda de regalos a partir
de hoy —dice—. ¿Tienes algo que te gustaría decirme?
Le sonrío.
—He oído decir que comer muchas de esas cosas que tanto te gustan da
gases.
Se ríe.
—A mi mujer le habrías encantado. ¿Te gustan los Jaffa Cakes? Harriet
los adoraba. Solían ser difíciles de encontrar por aquí, pero ahora los
supermercados han internacionalizado sus pasillos y se puede
encontrar cualquier cosa.
—Me encantan —digo, y me preguntó qué diablos son los Jaffa Cakes.
Me sonríe.
—Ahora, ¿qué vas a hacer cuando te traiga una caja de esos?
—Decirle a mis padres que mi nuevo novio es un poco mayor que yo.
Clement se ríe tan fuerte que se ahoga con su pastilla para la tos,
haciendo que la gente del área de recepción venga corriendo con agua y
—
58
ofrecimientos de ayuda. A veces pienso que dio más dinero al hospital
de lo que la gente rumorea, porque normalmente la gente de recepción
no se mueve ni se moverá a menos que alguien se esté desangrando por
todo el lugar. O si es el momento de su descanso.
—Vamos —dice, sacándome fuera del grupo de mirones—. Dile a Eli que
le dije “Hola”.
Me acerco a la unidad de Tess, y veo a Eli sentado fuera de la pequeña
sala de espera. Es fácil de detectar porque un par de auxiliares de
enfermería están ocupadas organizando los carros en la puerta y están
mirándolo embobadas.
Les pregunto si han visto a Claire, y las dos se encogen de hombros y
vuelven a mirarlo embobadas. Me abro paso más allá y entro en la
habitación donde se encuentra Eli, apoyado con los dedos de una mano
en una silla mientras mira fijamente la televisión atornillada a la pared.
—Oye —digo, y me digo a mí misma que la patada en la tripa que siento
cuando me mira es sólo una reacción involuntaria. Como los calambres
en el estómago después de comer alimentos en mal estado.
—Oye —dice, en una voz tan baja, estable y dulce como la recordaba.
Las auxiliares siguen fuera de la sala, embobadas mirando con tanta
fuerza que puedo sentir sus miradas aburridas sobre mí.
Puedo verlas preguntándose cómo y por qué alguien como él está
hablando con alguien como yo.
—¿Estás listo? —digo, y ellas dejarán de preguntárselo tan pronto como
Tess se despierte y lo vean con ella.
—¿Has visto a Clement?
—Sí. Dice que te diga “Hola”.
Eli se levanta entonces, despegándose de la silla como una obra de arte
que cobra vida, toda gracia y piel del color de los caramelos que mi
madre suele comprar, caramelos de envoltura dorada individual que
fundiría y vertería en el helado.
59
Tess se lo comería en cucharadas llenas.
—Yo… tú, ¿estás bien? —dice, mirándome con un poco de duda.
Yo asiento y digo:
—Sí. Vamos a ver a Tess, la adorarás, confía en mí —Dispuesta a que
mi voz no se agriete, disponiéndome a sonar normal, como si no
estuviera esperando que me duela con tanta fuerza el corazón.
Como si no lo estuviera notando.
Nos dirigimos hacia el vestíbulo y tecleo el código en la puerta que
permite a las enfermeras saber que alguien está esperando para entrar.
—Quería decir, quería preguntarte acerca de tu bolso —dice Eli—.
Parece un poco mojada. Puedo conseguirte una toalla o algo para
secarla si es necesario.
Sacudo la cabeza, diciendo que no sin palabras, porque no puedo
hablar ahora.
No sé qué pensar sobre el hecho de que incluso se dio cuenta de que mi
bolso estaba mojado. Nadie… ha pasado mucho tiempo desde que
alguien me miró y me vio.
Ojalá… Por suerte, antes de que pueda terminar ese peligroso
pensamiento, una enfermera nos abre y caminamos a la habitación de
Tess.
Una vez que hice eso y me senté en mi sitio de costumbre, me siento
mejor. Menos impulsada por su comentario. Porque él me haya notado,
aunque fuera sólo por mi bolso.
Miro a Tess y le toco el hombro, esperando que su pecho suba y baje.
Es sólo un pequeño movimiento, pero el más grande que hace. El que
nos mantiene a todos viniendo aquí. Nos tiene a todos esperando.
—He traído a alguien a verte —le digo, y luego miro a Eli.
Se sienta frente a mí, y creo que ella lo ha atrapado, que está atrapado
por su belleza, como todos los demás, sin embargo luego comienza a
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golpear ligeramente la silla con los dedos de una mano y me mira como
si estuviera esperando algo.
—Es tímido —le digo a Tess, y luego lo miro de nuevo, ampliando los
ojos para que sepa que se supone que debe estar hablando ahora—.
Pero le oíste el otro día, ¿recuerdas? ¿El tipo de la voz?
Eli se aclara la garganta y dice:
—Hey.
Miro la cara de Tess. Nada.
—¿Puedes decir algo más? —digo.
—¿Cómo qué?
—No sé. Cualquier cosa que se les dice a las chicas cuando quedas con
ellas. —No sé que más hacer. Tess habla con chicos. Yo no. Ni siquiera
me notan.
Me dirijo de nuevo a Tess y observo su rostro cuando empieza a hablar.
—Um. Soy Eli —dice—. Voy al Saint Andrew‟s. Soy junior, y yo…
—¿Un junior? —digo y lo miro de nuevo. Sus dedos están todavía
golpeando la silla—. No hay forma de que seas un junior.
—Lo soy.
Oh, mierda. Estaba segura de que estaba en el último año, con
dieciocho y preparándose para la universidad.
—No te pareces a ninguno de los chicos de mi escuela. ¿Cuántos años
tienes? —Tal vez se retrasó un año o algo así. Cualquier cosa.
—Diecisiete.
Doble mierda.
—Está bien, pero tendrás dieciocho pronto, ¿verdad?
—Bueno, si cuentan nueve meses como pronto.
Amplio mis ojos de nuevo y luego miro a Tess.
—Muy pronto, ¿verdad?
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—Oh. Cierto —dice.
—Le podrías hablar sobre la universidad —le digo a Tess—. Como
sobrevivir al primer año y todo eso. Tú realmente estás sólo a mitad de
tu segundo año, y veinte no es mucho más mayor que dieciocho.
Además él está pensando en especializarse en inglés, como tú. Si
despiertas, los dos pueden tratar de convencerme de que Shakespeare
es interesante, no importa que no se pueda comprender nada sobre la
gente de la que habla en sus obras.
—Yo no voy a especializarme en inglés. Y no sé lo que hay de bueno en
Shake…
Me aclaro la garganta entonces, para conseguir que se detenga, y lo
miro. Ni siquiera está mirando a Tess. Me mira como si fuera una
especie de rompecabezas que no puede entender. Tal vez esté abrumado
por Tess o piensa que soy rara. O ambas cosas.
—Está bromeando —le digo a Tess—. Ya sabes cómo son los chicos.
¿Recuerdas cuando fuiste Julieta durante el tercer año de preparatoria
y el suplente puso laxantes en el almuerzo de Bill Waford para ser el
que iba a darte el beso? Y luego Bill tuvo que salir corriendo durante la
obra mientras…
—¿Ocurrió eso realmente? —dice Eli. Todavía está tamborileando con
los dedos, pero ahora contra sus brazos. Es como si estuviera tocando
el piano en la piel o algo así.
Asiento con la cabeza.
—Solo que cada tipo de la escuela adiciono para Romeo tan pronto
como se enteraron que Tess fue a audicionar para Julieta.
—¿Y si no hubiera obtenido el papel?
—Mira, ahora tienes que despertar —le digo a Tess—. Muéstrale cómo
no hay forma de que alguien más pudiera haberlo conseguido. Eras la
única que podría interpretar a una chica muriéndose.
—¿Estabas en la obra?
62
—¿Qué? —digo, asustada.
—La obra. ¿Estabas tú en ella?
—¿Quién querría verme en el escenario? —digo—. Además, todo el
mundo sabía que Tess iba a intentarlo, ni siquiera abrían las
audiciones para alumnos de primer año.
—¿Así que eres una junior ahora, como yo?
—Sí —digo, sorprendida de que estuviera imaginando en qué grado
estoy—. Pero estás más preparado para la universidad y esas cosas que
yo.
Eli mira sus manos, que todavía se están moviendo, y luego se sonroja.
Hasta avergonzado se ve bien. No se vuelve de color rojo brillante ni
nada, pero dos manchas de color aparecen debajo de sus pómulos,
haciendo que parezcan más prominentes. Eso lo hace lucir más
vulnerable y casi accesible a alguien como yo.
Me pilla observándolo. Puedo decirlo porque se queda quieto por un
momento, mirando directamente hacia mí.
Maldita sea, maldita sea, maldita sea.
Me dirijo de nuevo a Tess, observando su rostro todavía.
—Di algo, por favor —le digo, porque no sé que más decir, y no quiero
pensar en que él me atrapó mirándolo.
—¿Cómo qué?
—Habla con ella como lo harías si yo no estuviera aquí —le digo—. Sólo
pretende que soy parte de la pared o algo así.
Si actúa como si yo fuera invisible, voy a serlo, y entonces las cosas
serán normales otra vez.
Se queda en silencio por un momento, y luego dice:
—No sé cómo se supone que debo actuar como si tu hermana fuera
parte de la pared, Tess. Es muy… es como un dragón, una especie de…
63
Eso duele. Pero le pedí actuar como si yo no estuviera allí, ¿no? Y me
llama gran monstruo escamoso que escupe fuego. Fabuloso.
—¿Ves? —le digo a Tess, y me aseguro de mantener mi voz ligera—.
Está claro que tienes que ser protegida de mí. Así que despierta, ¿de
acuerdo?
Nada. Coloco las rodillas contra el pecho, me encrespo en la silla, y
juego con los cordones de mis zapatillas.
—Lo siento — dice Eli.
—Oh, sólo está coqueteando —digo, y me obligo a desenroscarme,
sonando despreocupada, ¿pero qué más necesita?—. Verás cuando
llegues a conocerla. El verano anterior fue a la universidad, estaba
trabajando aquí, en el Gourmet Orgánico, y los chicos de Milford
realmente viajaban en ferry a Ferrisville sólo para intentar que ella
llegara a hablar con ellos.
Bueno. Un chico. Jack.
—¿No te gusta el Gourmet Orgánico?
—¿Qué quieres decir?
—Hiciste una mueca cuando lo nombraste —dice.
Me encojo de hombros.
—Eso es lo que los dragones hacen.
—No quería decir…
—Está bien —le digo. Sé lo que parezco. Lo que… lo que soy.
Tan pronto como lo he dicho, miro a Tess de nuevo, pero todavía está
inmóvil. Aún en silencio. Todavía no está completamente aquí.
—Deberíamos irnos ahora —digo, y me levanto. Me obligo a decir adiós
a Tess, tratando de no actuar como si él hubiera conseguido hacerme
admitir lo que soy y cómo lo hizo frente a ella, me ha sacudido. Me
obligo a no mirarlo.
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Fuera de su habitación, salgo de la unidad y me dirijo a los ascensores.
No lo miro cuando digo:
—¿Misma hora mañana?
Espero que diga que no piensa que esté funcionando, que tenerme allí
es molesto o extraño, o ambos, pero dice simplemente:
—Bien.
No miro hacia atrás cuando me voy, y no pienso en él camino a casa.
Pienso en lo que pasó el verano antes de que Tess fuera a la
universidad, cuando tenía dieciocho años y yo tenía quince, en su
lugar.
Pienso en Jack.
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Traducido por Mery Shaw
Corregido por Roochi
ess conoció a Jack primero.
Ella había conseguido una beca para la universidad, por
supuesto, pero no por sus calificaciones, si no porque
ejemplificaba el potencial del liderazgo. Consiguió un trabajo de verano
en Milford como cajera en el caro Organic Gourmet (Milford no tenía
cosas como los supermercados, ya sabes. Sólo cosas de marca y
boutiques. Ugh.)
Mis padres no lo entendieron, no comprendían que no quisiera ver a
sus amigos, que no quisiera salir a divertirse. ¿Por qué no se
preocupaba por las universidades a las cuales debía ir? Pero ella dijo
que quería un trabajo. Dijo que quería ahorrar dinero para libros y
otras cosas que la beca no cubriría.
Para ser honesta, creo que consiguió el trabajo porque Claire vivía
demasiado cerca de nosotros, y porque Claire había dejado de
esconderse en su casa. En su lugar, había comenzando a salir al jardín,
a caminar por la ciudad, presumiendo a Cole y sonriendo como si ella
brillara por tener algo que nadie más tenía. Creo que ahí fue cuando
Tess supo que Claire nunca iba a disculparse como ella esperaba.
Así que Tess se puso a trabajar, y Jack entró en Organic Gourmet el
miércoles 30 de junio.
A veces me pregunto si siempre recordaré esa fecha y como me sentí
cuando levanté mi mirada del libro que estaba leyendo en el pórtico de
enfrente, cuando escuché a Tess venir por nuestra calle y lo vi
66
caminando detrás de ella, con sus hombros encorvados como si
estuviera nervioso.
Y era él. Me di cuenta tan pronto como lo vi. Jack era guapo, alto, con
pelo rubio y gafas de montura metálica que siempre estaba empujando
en la nariz. Él tenía pecas en las mejillas, muchas y dispersas, y en esa
primera noche, mientras estaba hablando con Tess en las escaleras,
pude ver la parte inferior pálida de sus brazos que sobresalían de la
camiseta que llevaba.
Sus brazos no eran delgados como si pareciera enfermo o algo así, pero
a primera vista esa piel… parecía vulnerable, de alguna manera. Y
aquello se adentró en mí.
Él se adentró dentro de mí.
Jack parecía nervioso. Parecía necesitar un abrazo. Y yo quería ser la
única que lo abrazara. Cuando lo miré, vio como me sentía, insegura
pero entusiasmada, lista para enamorarme.
Ese era el problema, claro, que su mirada iba dirigida a Tess y no a mí.
Tess era demasiado linda, y muy acostumbrada a ser adorada, así que
le permitió que la acompañara a casa. Le permitió hablarle. Y por eso
seguí sentada en el pórtico y los escuché hablar, enterándome que él
iba a ir a la universidad para estudiar biología. Quería ser un doctor,
quería unirse a una organización de voluntarios y trabajar en el
extranjero. Quería ayudar a las personas que no podían encontrar
ayuda de otra manera. Quería ser alguien.
Nunca dijo que quisiera ser importante, por supuesto, pero yo entendía
como se sentía cuando hablaba con Tess sobre sus planes. Yo no quería
salvar al mundo o algo como eso, pero quería vivir y trabajar en un sitio
donde las personas me notaran. Donde yo no fuera únicamente “la
hermana de Tess”. Donde yo no era la pequeña y fea versión de la
perfección. Donde yo era sólo yo.
Jack estaba contento de estar en Saint Andrew, porque quería ir a una
escuela donde no conocía a nadie, y no tenía una novia desde que una
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chica con la cual salía formalmente lo dejó justo después de terminar la
escuela (Las escuelas en Milford nunca tienen bailes de graduación,
sólo bailes formales), y entonces se fue con su mochila alrededor de
Europa hasta que ella se fue a la universidad.
Tess nunca supo esas cosas. Pero yo sí. Yo hice preguntas, y él las
respondió.
Eso sucedió después, sin embargo. Primero, yo tuve que verlo con Tess.
Yo lo había esperado y lo había visto caminar junto a ella a casa cada
noche, le vi escuchándola hablar hasta que sonreía y se despedía y él se
iba por su camino totalmente sonriente y feliz de haberla visto. Una
manera en que ella se aseguraba que todos ellos se dieran cuenta de
que ella los había dejado.
Después de una semana, sin embargo, Tess le deseó buenas noches y
se fue, y Jack se quedó frente a la calle de nuestra casa con sus
hombros caídos otra vez, como si finalmente entendiera el significado de
esas sonrisas y saludos. Que en realidad, no eran nada.
Los shorts eran un poco grandes para él y le colgaban un poco más allá
de sus rodillas. La piel de sus brazos, sus muñecas y el torso
descubierto entre los botones de su camisa, brillaban pálidamente por
la luz de la luna, y cuando él dio la vuelta supe que no iba a regresar.
No sé como lo sabía, quizás por la manera en que caían sus hombros,
igual que los míos, sintiéndose invisible. Me alejé de la casa y lo
alcancé.
—Soy la hermana de Tess —dije—. Abby.
—Lo sé —dijo—. Ella me habló de ti. No creo que te veas como un
duende, sin embargo.
—¿Un duende? —Tess siempre me describía de esa manera, y creí que
en su mente trataba de ser amable. ¿Pero yo realmente me parecía una
criatura mágica? Claro que no. Como sea, yo era pequeña y tenía los
inusuales ojos de mi abuela,… Bueno, que Tess me describiera como un
68
“duende” era algo lindo viniendo de su parte. Ella siempre gustó de
ideas sobre cosas mágicas. De fingir.
—No, eso no es lo que dijo —dijo él—. Quiero decir, dijo…
—Está bien —dije —. Creo que fue lindo de su parte decirlo. Y apuesto
que te dijo que tú parecías un duende, también.
Me sonrió, a pesar de que sus hombros cayeron un poco más.
—No tiene citas con duendes, ¿verdad?
—No tiene citas en realidad —dije—. Ella… creo que tiene en mente a
un chico perfecto o algo, y creo… bueno, ¿quién es perfecto?
—Ella es tan… es como si hubiera algo misterioso en ella —dijo—. Algo
triste, creo.
Tess era tan infeliz como cualquier chica muy popular y hermosa podría
serlo, lo cual no era mucho, pero no le dije eso. Me gustó que pensara
que había algo profundo en Tess.
Pensé que si podía imaginar eso en ella, podría verlo también realmente
dentro de mí.
—Puedo ayudarte con Tess —dije—. Como dije, sé el tipo de chico que
está buscando. ¿Te gusta la poesía?
Negó con la cabeza.
—Bueno —dije—. Tiene que gustarte ahora.
Esa primera noche hablamos por una hora, hasta que la última llamada
del ferry llegó con un solitario silbido desde el muelle, haciendo eco en
la noche.
Por supuesto, todo lo que habíamos hablado fue de Tess, pero hablé con
él, y fui flotando a casa, más feliz de lo que nunca había estado.
Yo no tenía suerte con los chicos. No es como si hubiera mucho en
Ferrisville con lo cual tener suerte. Oh, había un par de chicos que eran
lindos, pero conocía a todos sus padres y hermanos y primos, y yo sabía
lo que ocurría con los chicos en Ferrisville. Crecían y conseguían un
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trabajo en la planta. Crecían y su panza aumentaba y perdían su
cabello y se sentaban en la playa durante el verano para rascarse la
barriga, lentamente bronceándose por el sol.
Quería más que eso.
En cuanto a los amigos, entonces si tenía algunos. Todos en la escuela
me saludaban y me invitaban a sus fiestas y todo eso. Pero no tenía
nada en común con ellos, y la mayoría de mis “amigos” solo querían
estar cerca de Tess, querían que ella los tuviera en cuanta y los invitara
a su mundo. Había unos pocos que quizás sí yo les agradara, pero no
eran como yo.
Yo quería irme de Ferrisville, y ellos no. Querían ir a la universidad
local, o incluso a la universidad estatal a una hora de distancia, pero
regresarían. Nadie de sus familias había dejado esta ciudad, ¿por qué
ellos lo harían? Las personas vivían en Ferrisville y se quedaban aquí.
Puede ser pequeño y la vida puede ser tranquila y suave, pero a nadie
más parece importarle eso.
Creída, me decían mis supuestos amigos cuando me detenía a hablarles
durante ese verano. Supongo que pensaban que me creía ser demasiado
buena como para hablarles, que yo de alguna manera me convirtiera en
alguien como Tess.
Yo no creo ser mejor que ellos, y sabía que no iba a ser como Tess. No
quiero serlo. Yo sólo quería un mundo donde estuviéramos Jack y yo y
nadie más. Lo quería solo para mí y, por un tiempo, pensé que él
también lo quería.
Y luego, después de que aquello hubiera terminado, yo no quería
regresar con mis amigos. Yo no quería pedir perdón, no quería rogar
que me dejaran regresar a su lado cuando realmente no quería ser
parte de su grupo. No quería vivir en Milford, pero no quería vivir
tampoco en Ferrisville. No quería escuchar sobre chicos o ropa o fiestas,
ni nada de eso. Sólo quería que me dejaran sola. Y así era yo.
Y así soy yo.
70
Pero esto es ahora, y aún no he llegado a ese punto.
Aún tenía que romper mi propio corazón.
Al final fue fácil. Jack siguió hablando con Tess, siguió acompañándola
a casa. Fue voluntario para recolectar muestras de agua en el río de
Ferrisville como parte de un proyecto del estado para ver qué cantidad
de productos químicos tenía dentro. Y yo me quedaba hablando con él.
Jack trató de hablar con Tess sobre poesía, y yo le hablé sobre biología,
sobre las últimas tendencias médicas, sobre los países en que se
necesitaban médicos. Él invitó a Tess a cenar, y cuando ella le dijo que
no, yo le hice sándwiches para ambos, los comimos sentados en la
oscuridad de la playa, hablando.
Hablábamos sobre Tess cada vez menos, y más de él. Sobre mí. Él fue y
siempre será el único chico al cual le dije la verdad sobre cómo me
sentía a veces, cuando Tess estaba conmigo. Sobre como odié ser su
sombra.
—No deberías pensar así —me dijo una noche. Estábamos en la playa,
como siempre, empujó sus gafas arriba en su nariz y se giró para
mirarme, la luz de la luna hacía que su cabello rubio luciera más
hermoso, el pelo de Tess jamás podría llegar ser así.
—No eres absolutamente igual a Tess, ¿entonces por qué compararte?
Ella es hermosa por fuera, pero tú… tú tienes el… —Aclaró su
garganta—. Tienes el alma más hermosa. Sé que suena estúpido, pero
es verdad. Cualquier chico sería afortunado de tenerte.
¿Cómo podía no besarlo después de que me dijera eso?
Así que lo hice, y él me devolvió el beso. Dejó caer el resto de su
sándwich, y cuando nos separamos me miró fijamente como si nunca
me hubiera visto antes.
—Abby —dijo, y el ferry silbó.
—Veo en ti lo que Tess no ve —dije—. Te veo, Jack. Y creo que eres
increíble. Nos vemos aquí mañana en la noche. Sólo… sólo tú y yo.
71
—¿Increíble? —dijo—. ¿Yo? —Sonó tan sorprendido que tuve que
besarlo otra vez.
Y la siguiente noche, tomó el ferry más temprano, y salí de casa
después de la cena y lo encontré en la playa.
Mis padres no se preguntaban a dónde iba o lo que estaba haciendo.
Nunca se preocupaban por mí. Tess era quien recibía las llamadas
telefónicas todo el tiempo, los chicos se peleaban por salir con ella,
(incluyendo una pelea memorable durante un picnic con mis padres) y
no les importaba que ella se pasara el toque de queda, en silencio
sacudía su cabeza cuando mis padres le exigían saber donde había
estado.
Las fiestas se terminaron cuando ella dejó de salir con Claire, ahora
sólo nos decía una y otra vez que conseguiría entrar en una buena
universidad, todo ello seguido por largos periodos de estar sentada en
silencio en su habitación. Pero los chicos aún la seguían llamando, y la
gente todavía quería verla. Mi padre algunas veces bromeaba diciendo
que formábamos parte del Servicio de Mensajería Tess.
Por lo tanto, no, mi madre y mi padre no se preocupaban por mí. Yo era
libre, libre de alguna manera. Era libre para hacer lo que quisiera, para
seguir a mi corazón.
Libre para ser una idiota.
Y fui una.
La peor parte de esto es que no puedo culpar a Jack. Él nunca me
mintió. Cuando se presentó la primera noche para verme a mí y no a
Tess, me dijo que yo le gustaba, pero que aún tenía sentimientos por
Tess.
—Sólo… creo que si llegara a conocerme, yo le gustaría —dijo—. Sé que
probablemente suene tonto, y obviamente me gustas demasiado, ya que
estoy aquí, pero yo… ¡Argh! Esto suena menos estúpido en mi cabeza.
72
—Pero no te quiere —le dije, y luego me mordí el labio cuando vi caerse
sus hombros—. No te entiende. Yo lo hago. Y somos tan parecidos y
yo… yo puedo hablar contigo. Me gusta eso.
—Puedo hablar contigo, también —dijo, y me sonrió—. Tú no quieres
que aprenda cómo colocarles Botox a mujeres viejas, como hace mi
familia.
—O como despellejar una cara. —Había escuchado a Tess decírselo la
última vez que hablaron. Era buena para divertir a los chicos. Estos la
perseguían, y ella los ignoraba, y entonces terminaban enamorándose
de otra chica, una que veía las cualidades interiores que Tess no había
visto antes.
—Traje comida esta noche —me dijo Jack—. PB&J*, sin corteza. Tú
favorito, ¿verdad?
Dije que lo era, porque que era su favorito, y yo asentí, patéticamente
feliz de que él me notara, que me escuchara. Cuando terminé con mi
sándwich, besé una mancha de mantequilla de maní en su boca.
Me devolvió el beso, y yo estuve aún más feliz.
Creo que aquello podría haber terminado ahí, un par de visitas
nocturnas, algo de comida compartida y el saber que alguien podía
tener sentimientos por mí, excepto que era demasiado agradable
besarlo. Y que me besara de regreso. Jack era todo lo que quería de un
chico, lindo, listo, dulce, y pensé…
Pensé que me encantaría poder hacer el amor con él.
No, eso es una mentira. No pensé eso. Yo esperaba eso, esperaba que
eso me ocurriera con él, quería tener sexo con él. Quería sus pálidos
brazos a mí alrededor; quería verlo todo de él. Quería que él viera todo
de mí.
Me dijo que no creía que fuera una buena idea. Dijo que sólo tenía
quince y él tenía dieciocho e iba a irse a la universidad y que tenía que
olvidarlo.
73
—No quiero hacerte daño. Es sólo… me gustas demasiado. No quiero
ser el chico al cual recuerdes y le desees una muerte dolorosa. Y te
conozco. Desearas algo realmente horrible para mí.
Lloré. Aún dijo que no.
Así que la próxima vez que lo vi, le di un té helado Long Island, una
bebida que mi madre hacía únicamente en días de verano, cuando ella y
mi padre compartían una copa y una sonrisa el uno al otro, de una
manera tan soñadora que era tan linda como grotesca para mí.
Jack no dijo que el sexo fuera una mala idea con un gran vaso de té en
su sistema, sólo rió y dijo que estaba borracho, las palabras le salían
arrastradas, y luego agregó que su padrastro tenía razón y que debía ir
a más fiestas.
—Me dijo que no sabía cómo beber. Que imbécil —dijo, y me sonrió con
tanta dulzura, con tanta tristeza—. Eso es lo que dice que seré. Lo que
soy. Un imbécil. Basura.
—No lo eres —dije, inclinándome y acunando su rostro entre mis
manos, presionándome contra él—. Nunca lo has sido. Eres la mejor
persona que conozco, y te amo.
Tuvimos sexo sobre una manta entre los árboles que crecían cerca de la
playa.
—Te amo —me dijo durante el sexo. Excepto que dijo: —Te amo, Tess.
Se quedó inmóvil tan pronto como lo dijo, pero ya era demasiado tarde.
Todavía recuerdo el frío que repentinamente sentí, el viento haciendo
que toda mi piel se pusiera de gallina por todo mi cuerpo. La forma en
que Jack se apartó de mí y se arrodilló, encorvado y en silencio, la
postura perfecta de arrepentimiento.
Me dijo que lo sentía, que era estúpido, y que no debió haberlo dicho.
Dijo que sabía que me había hecho daño y que desearía poder regresar
atrás en el tiempo.
74
—Fueron simples palabras —le dije, interrumpiendo su disculpa—. No
tienes que decir…
—Abby, no —dijo—. Es que dije que amaba a tu hermana cuando tú y
yo… no puedo regresar atrás en el tiempo. No debí haber dicho eso.
—Pero yo…
—No quiero volver a ser quien solía ser —dijo—. Yo no puedo… no
quiero ser ese tipo de chico. Y aquí estoy, y yo… —Me entregó mi ropa—
. Lo siento tanto.
No lo entendí. Eran sólo palabras. Yo lo amaba y sabía que yo le
gustaba. ¿No podía eso ser suficiente? Lo era para mí.
Y cuando dije eso, porque lo hice, me avergoncé mucho, me dijo:
—No es suficiente para mí. Yo no puedo… no puedo amarte. No como…
no como tú me quieres. No cómo desearía poder hacerlo.
Y eso fue todo. Me dijo que regresaría la siguiente noche, y así lo hizo,
se sentó en la playa con una bolsa de papel en la mano. Me escondí y lo
observé hasta que se fue.
Olvidó la bolsa, y esperé hasta que escuché el ferry silbar para ir a
buscarla. Dentro había un sándwich de mantequilla de maní y
mermelada y una nota. Dos palabras.
“Lo siento”.
Me senté allí, sintiendo cómo el viento lanzaba la arena sobre mí y mi
ropa, sintiendo el aire de la noche humedecer la bolsa de papel. Tiré la
bolsa dentro del río sin el emparedado dentro, ya había suficientes
químicos allí, y rompí en pedazos la nota y los esparcí por el camino
mientras regresaba a casa, viendo cómo los pequeños trozos de papel se
volvían grises a medida que se empapaban en la calle.
Llegué a casa y vi una película sobre el fin del mundo con Tess. Un par
de días más tarde, vino a casa del trabajo y dijo que Jack le había
preguntado si alguna vez quería salir con él.
75
—Me sentí tan atrapada, como si tuviera que hacer algo, decir algo —
dijo—. Había un montón de personas mirándonos, y noté que quería
que le dijera que sí. Puedo decir que todos querían que dijera que sí,
para tener una hermosa historia que contar a sus amigos, y además él
sería feliz y todo el mundo sería feliz, pero yo sólo… no pude. Lo extraño
fue que después de que se lo dije, me dijo: “Desearía no haber tenido
que saber tu respuesta. Desearía ni siquiera haberlo preguntado”, fue
como, “¿Por qué dices eso?”
Porque él necesitaba saberlo.
Porque a veces, tienes que romper tu propio corazón.
Sé que Jack no quería hacerme daño. Pero lo hizo, y todo el amor que
sentí por él se volvió odio.
Odio a Jack, pero me odio a mí misma mucho más. Quería que alguien
me viera, sólo a mí, y me quisiera sólo a mí, y ya he visto que eso no iba
a ocurrir. Pero, ¿Qué podía hacer? Sólo salir adelante e intentarlo de
todos modos. Fue una estupidez. Y pagué por ello.
No tengo que preocuparme por eso ahora. He aprendido la lección y no
quiero ni pensar en intentar cualquier cosa con nadie más. Nunca. Sólo
quiero estar sola.
Y así soy yo.
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Between hereandforever

  • 1.
  • 2. 2 Agradecemos a todas las personas que con su interés, colaboración y apoyo incondicional contribuyeron a sacar adelante este proyecto. Igualmente a los lectores, que con su entusiasmo nos dan el ánimo necesario para seguir trabajando en nuevos libros. Moderadora Sheilita Belikov Traductoras Abril. alexiia☮♪ andre27xl Anne_Belikov baabo bautiston BrendaCarpio Cami.Pineda Dani †DaRk BASS† flochi inthefreedomwings kathesweet kirara7 Liseth_Johanna Little Rose LizC masi Makilith Vivaldi Mery Shaw Niii Paaau Pimienta Sheilita Belikov Susanauribe Vannia *ƸӜƷYosbeƸӜƷ* Correctoras Marce Doyle* Alba Magg Grigori Samylinda karla pierce *ƸӜƷYosbeƸӜƷ* Shellene Roochi ~NightW~ _Nathy_ Aldebaran Recopilación y Revisión Marce Doyle* Diseño Sheilita Belikov
  • 3. 3
  • 4. 4 Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42 Capítulo 43 Capítulo 44 Sobre la Autora
  • 5. 5 Traducida por Sheilita Belikov Corregido por Mona Hace mucho tiempo que Abby ha aceptado que no puede estar a la altura de su hermosa y carismática hermana Tess, y sabe exactamente que ella es: la segundona. Invisible. Hasta el accidente. Ahora Tess está en coma, y la vida de Abby está en espera. Puede haber sido difícil vivir con Tess, pero no es nada en comparación a vivir sin ella. Sin embargo, tiene un plan para traer de vuelta a Tess, que involucra al guapísimo y misterioso Eli, pero entonces Abby descubre algo sobre Tess, algo que siempre estuvo ahí, pero que nunca había visto. Abby está a punto de descubrir que la verdad no es siempre lo que piensas que es, y que la vida ofrece más de lo que nunca creyó que podría...
  • 6. 6 Traducido por Sheilita Belikov Corregido por Marce Doyle* e inclino hacia adelante y miro a Tess. Ella está inmóvil. Silenciosa. Las máquinas que mantienen a Tess con vida emiten un pitido para mí. He estado aquí tan a menudo que a veces creo que es su manera de responder. Pero hoy eso no es suficiente. El domingo es un día de oración, después de todo, ¿no? Así que aquí está la mía: Hoy quiero que Tess despierte. Hoy ella tiene que despertar. Me inclino más, tan cerca que puedo ver las pequeñas líneas azules en sus párpados marcadas donde su sangre aún bombea, aún fluye. Muestra que su corazón aún late. —Si no haces algo, Tess, yo… cantaré para ti. Nada. —Lo digo en serio —le digo. Todavía nada. Los ojos de Tess permanecen cerrados y su cuerpo yace inerte, pinchado con agujas y rodeado de máquinas. Solía visitar a Tess con mamá y papá, solía esperar con ellos al doctor, pero la noticia nunca ha cambiado y llegué a tanto que no podía soportar ver las caras de mis padres, demacradas, agotadas y tristes.
  • 7. 7 Como una princesa en un cuento de hadas, Tess está dormida. Profundamente dormida. Supongo que "coma" no suena tan bien cuando estás tratando de vender historias donde todo termina bien. Dormir significa que te despertarás. Coma... bueno, coma no lo hace. Y Tess ha estado en esta cama, en esta habitación, en este hospital, durante seis semanas. Ella estuvo en un accidente de coche el día de Año Nuevo, conducía a casa la mañana después de una fiesta. Ella había esperado para volver a casa porque no quería correr el riesgo de tener un accidente con un conductor ebrio. En cambio, su auto chocó contra un pedazo de hielo y se estrelló contra un árbol. Tess siempre fue muy buena en estar a salvo. Al hacer lo correcto, al hacer feliz a la gente. Y ahora ella está aquí. Cumplió veinte en esta habitación, cuatro días después de la llamada que nos envió a todos corriendo hasta aquí. Mis padres le trajeron globos. Flotaron alrededor por un tiempo y luego se desinflaron, cayendo. Tess nunca los vio. Cumplí diecisiete en esta habitación también. Eso fue dos semanas y dos días después del accidente. Todavía estaba visitando a Tess con mis padres. Ellos me compraron pastelitos de la máquina expendedora y me cantaron cuando los abrí. Tess no dijo una palabra. Ni siquiera abrió los ojos. Yo mastiqué y tragué y mastique y tragué, a pesar de que los pastelitos sabían a caucho, y mis padres veían la cara de Tess, esperando. Teniendo fe. Fue entonces cuando me di cuenta que tenía que comenzar a venir sola. Cuando me di cuenta que tenía que traer de vuelta a Tess. —Despierta, Tess —digo, lo suficientemente fuerte como para que mi aliento agite su pelo, y agarro el unicornio de cristal que Beth trajo la primera vez que vino de visita. Ella dijo que sabía que a Tess le
  • 8. 8 gustaría, que todo se trataba de imposibilidades. Pensé que eso sonaba un poco más allá de Tess, que se dedicaba al aquí y al ahora y a ser adorada, pero cuando Beth puso el objeto en las manos lánguidas de Tess, juro que casi parpadeó. Ahora Tess no hace nada, y yo dejo el unicornio en su lugar. Sin embargo, no alcanzo la pequeña repisa en donde se pone, y cae al suelo. No se rompe, pero aparece una grieta que va desde un extremo del unicornio al otro. Una enfermera entra y me frunce el ceño. —Accidente —le digo. Y ella dice: —Amor es lo que tu hermana necesita, no actitud. —Como si no hubiera sido un accidente, como si me conociera, como si ella y todas las demás enfermeras que sólo han visto a Tess en esta no-vida, este estado crepuscular1, la conocieran. No lo hacen, no pueden. Pero yo lo hago. Tess cree en felices para siempre, en que los sueños se hacen realidad, y he decidido que esa es la manera en la que voy a llegar a ella. Ahora sólo tengo que descifrar la manera de hacerlo. Salgo del hospital y ando en mi bicicleta hasta el ferry. Una vez que estoy a bordo, me mantengo en el costado del barco. La mayoría de la gente se pone en el frente; el viento en su pelo, el río a su alrededor, y más adelante Ferrisville luciendo casi pintoresco y no como un montón de nada. 1 Estado crepuscular: trastorno de la consciencia en el que el paciente puede experimentar alucinaciones visuales o auditivas y responder a ellas con una conducta irracional. La persona no se da cuenta de quién le rodea en el momento de la experiencia y no se acuerda de ello con posterioridad, salvo quizás en forma de sueño relacionado con dicha experiencia
  • 9. 9 Miro el agua. Está oscura, de color marrón fangoso, y golpea con fuerza contra el ferry. Puedo ver mi sombra en ella, completamente dividida, pedazos y partes dispersos entre las olas batiendo. Me doy la vuelta, porque ya sé que estoy rota, que no hay nada en mí que valga la pena ver. Ya sé que ahí no hay nada en lo que valga la pena creer. Es simplemente como soy.
  • 10. 10 Traducido por Sheilita Belikov Corregido por Marce Doyle* e encuentro con Claire cuando el ferry arriba al muelle de Ferrisville y las personas se dirigen a sus coches. —Oye tú —dice ella a través de las tres pulgadas que su ventanilla bajó, metiendo sus dedos en la abertura en una especie de saludo—. ¿Quieres un aventón a casa? Señalo mi bicicleta. —¿Tienes espacio para esto? —El coche de Claire es de aproximadamente el tamaño de una galleta y está lleno de cosas de Cole. Apenas hay espacio en él para Claire. Ella pone los ojos en blanco para mí. —Sí, pero adelante, déjala en el muelle. Sabes que nadie va a robarla. —¿Estás diciendo que mi bici es una mierda? —Sí —dice ella, y le sonrío porque es una bici en muy mal estado. Era bonita cuando Tess la recibió, cuando ella tenía diez años, pero ahora se ve como una vieja bicicleta destartalada con la que hermana menor de alguien tiene que cargar. Lo cual, por supuesto, es así. Le pregunto a Daryl, que normalmente está por aquí rascándose, pero hoy está enrollando la cuerda, si puedo dejar mi bicicleta en el muelle. —Lo siento, no —dice, y luego—: ¿Cómo está Tess? —con la voz que todo el mundo utiliza conmigo ahora, la voz de “oh-es-una-pena.” La voz de “oh-todos-extrañamos-tanto-a-Tess.”
  • 11. 11 —No está muerta aún —digo, con mi voz quebrada, y dejo mi bici a sus pies antes de irme pisando fuerte hacia el coche de Claire. Odio cómo soy cuando la gente me habla de Tess. Odio cómo suenan todos. Odio cómo ya ha sido reducida al pasado cuando no lo está. Ella aún está aquí. —¿Estás bien? —dice Claire cuando entro. —No realmente —digo, empujando una caja llena de lo que espero sean pañales nuevos al suelo—. Yo sólo... la forma en la que gente habla de Tess. Como si estuviera muerta. —No creo que sea totalmente de esa forma —dice Claire—. Simplemente creo que la extrañan. —¿Tú la extrañas? Claire mira sus manos en el volante. —Tess y yo dejamos de hablar hace mucho tiempo. —Quieres decir que ella te dejó de hablar porque abandonaste la preparatoria para tener a Cole. Claire suspira. —No fue… no fue así, Abby. Pero fue casi exactamente así, y ambas lo sabemos. —¿Cómo está Cole? —pregunto, encontrando un paquete abierto de chicle en el suelo. Lo muevo ante ella—. ¿Sigue bueno esto? Claire toma el paquete y lo huele. —Huele a fruta falsa. Adelante. Y Cole está bien. Tengo al único niño de dos años que le tiene miedo a los baños, pero está bien. —Tal vez a él sólo no le gusta tu baño —le digo, metiendo un chicle en mi boca. El sabor estalla dulce y afrutado en mi lengua, pero sólo dura alrededor de dos masticaciones—. Sé que yo tengo miedo de entrar allí.
  • 12. 12 Es como estar dentro de un aula de punto de cruz, con todos los recordatorios de bajar el asiento y lavarme las manos. —Qué graciosa. Como si la colección de toallas de tu madre que nadie más que los “invitados” pueden usar es mejor. Me encojo de hombros y meto otra barra de chicle en mi boca. —Escuché a una de las enfermeras hablar sobre su hijo hoy. Tiene cuatro y a veces se quita los pantalones y se hace caca en la alfombra. Así que me imagino que lo estás haciendo bien con Cole. —¡No! ¿Quién es? —Kathleen. Nos sonreímos entre sí. Kathleen es la supervisora de Claire, y siempre está haciendo correr a Claire en busca de cosas para ella, como si Claire fuera su esclava y no una auxiliar de enfermería. —Eso casi compensa cómo se portó hoy —dice Claire—. Se pasó cinco minutos gritándome por tener una mancha en mis pantalones cuando sabía que la razón por la que tenía la mancha se debía a que me hizo bañar a la Sra. Green, que siempre se hace pis al segundo de empezar a bañarla. Nos detenemos en la calle de Claire, que también es mi calle. Cole está afuera en el patio delantero, corriendo tras los perros de caza del papá de Claire en esa extraña manera que los niños pequeños tienen, donde por un momento parece que van tan rápido que se van a caer con sus propios pies. —¡Mamá! —Cole le grita a Claire cuando salimos del coche. Él puede decir unas diez palabras actualmente, aunque Claire jura que está hablando cuando yo creo que está balbuceando. —Hola, bebé —dice Claire—. ¿Quieres decirle hola a Abby? —¡No! —dice Cole, lo que no me tomo como algo personal, porque de las diez palabras que estoy segura que Cole sabe, su favorita es “no”.
  • 13. 13 —Hola —le digo, y acaricio la parte superior de su cabecita sucia—. Claire, gracias por el aventón. —Claro —dice—. Diles a tus padres que les envió saludos, ¿de acuerdo? Asiento con la cabeza, pero no lo haré. Decirles a mis padres que alguien dijo algo significa realmente hablar con ellos, y eso es algo que no sucede mucho en estos días. Después de todo, ¿qué hay que decir? Todos sabemos lo que está pasando. Todos hemos esperado y esperado a que Tess despierte. Todavía estamos esperando.
  • 14. 14 Traducido por baabo Corregido por Alba Magg Grigori ómo estuvo el ferry? —Mamá preguntó desde la cocina cuando entre. Me detengo encogiéndome de hombros y luego subo las escaleras a mi habitación. Mis padres también tienen que tomar el ferry para ir a casa desde el hospital, ellos saben cómo es. La única manera de ir Ferrisville desde Milford, es el ferry. Un barco lento en un río. Se habló alguna vez de la construcción de un puente, pero no se hizo nada. Mi juicio fue que si Milford quisiera un puente que atravesara por arriba el rio, sería construido en un santiamén. Pero ¿Para qué querrían las personas conectarse con Ferrisville? Somos un pequeño y pobre pueblo, donde no nada más que hectáreas de tierras fiscales que supuestamente son un parque o reserva nacional. Tampoco es que tengamos visitantes. ¿Quién querría ver algo que se llama “El Gran Bosque triste”? Aún más importante, ¿quién querría vivir cerca de él? En cambio, mis padres, por ejemplo. Ellos piensan que es bueno que vivamos cerca de un río, para que un fin de semana podamos caminar por la arena llena de rocas (esa es la playa) y caminar por el agua, mientras miramos a la gente haciendo parrilladas o paseando en pequeñas embarcaciones, los motores rugiendo cuando se juntan y se pasan la gente de uno a otro, las personas que van y vienen, de ida y vuelta. —¿
  • 15. 15 Pero por supuesto, a mis padres les gusta. Ellos no crecieron aquí. Se criaron en un barrio residencial muy agradable, con centros comerciales y vecinos que no están relacionados entre sí de alguna manera. O eso dicen. Los padres de mi madre están muertos, y mi papá no habla a sus padres, el de vez en cuando solo menciona donde. Tess amaba ver las imágenes de nuestros padres cuando recién empezaron a salir, e incluso antes, de cuando estaban en la preparatoria juntos. Les hacía todo tipo de preguntas que mis padres realmente nunca contestaron. Es como si su vida no hubiera existido hasta que se conocieron y se mudaron aquí. Tess solía decir que nuestros padres tenían secretos, muchos sobre ellos, pero eso fue cuando estaba estresada por ir a la universidad, y había dejado de hablar con su mejor amiga porque quedó embarazada. Eso la convirtió en alguien a quien yo no tenía ganas de escuchar. Imagino que no habrá ninguna pregunta sobre el ferry, pero justo cuando me siento casi relajada por primera vez durante todo el día, mamá sale y llama a mi puerta. ―Abby, ¿qué estás haciendo? ―La tarea. No estoy haciendo eso. No es necesario, porque la preparatoria Ferrisville es una broma, pero ahora necesito estar sola. Tratar de averiguar qué hacer con Tess. ―Quería decirte que tu tío mandó flores para Tess de nuevo ―dice― ¿Las viste? ―Me las perdí. Lo siento. Las había visto y leído las cartas. Donde decía: “Mejórate pronto” en cada una de ellas, y nada más. Los hermanos de mi mamá, Harold y Gerald, parecen lo suficientemente agradables, pero no nos vienen a visitar a menudo.
  • 16. 16 Mamá no es mucho mayor que ellos, pero es como… bueno, el par de veces que han estado aquí, tratan a mamá como si fuera más grande que ellos. La tratan como si fuera su madre, con una especie rara de respeto e ira. No sé porque tendrían que estar enfadados. Ellos no viven aquí. ―Voy a ir y hacer algo de comer para mí y tu padre ―mamá dice―. Tal vez caliente las tortitas que sobraron de esta mañana. ¿Quieres acompañarnos? Quiero, pero no lo hago. Si lo hago, voy a ver la silla de Tess. Voy a pensar en ella. Sé que todos estamos pensando en eso. ―Será mejor que termine mi tarea ―digo. ―Muy bien, entonces, buenas noches ―dice con un pequeño suspiro, y yo escucho sus pasos hasta que desaparecen.
  • 17. 17 Traducido por masi Corregido por Alba Magg Grigori l día siguiente después de la escuela, tomó mi bicicleta que estaba en el muelle del ferry ―increíble cómo nadie se la llevo― y me dirijo al hospital. Avanzo a través de la planta baja, pasando la sala de espera llena de gente haciendo el ambiente pesado, atravieso el pasillo hasta pasar la tienda de regalos ―a cargo de las alegres y viejas damas de Milford, que charlan sobre sus premiados perros de concurso o sus flores, mientras venden paquetes de chicles por el costoso precio de dos dólares―, y doy vuelta en la esquina del pasillo hacia los ascensores. Todo en el Hospital Milford es deprimente. Bueno, no todo. Me gusta la cafetería. Se ve el río, y Ferrisville está lo suficientemente lejos para que no puedas verlo. Solo puedes hacerte una idea de las calles con las casas cuidadosamente acomodadas, con una fábrica situada en un extremo, y una franja rocosa de playa erosionada por situarse cerca de la estación del ferry. Además, la cafetería es el único lugar en el hospital que no huele mal. En cualquier otro huele a productos químicos, del tipo de productos para limpieza que pueden quemarte la piel solo con tocarlos. Y escondido entre ese olor a químicos siempre hay otro, uno más débil, pero que nunca desaparece. Por debajo, se puede oler la piel sin lavar y el miedo, y cómo de triste está todo. Igual que todos los que están aquí, todos los pacientes descansando en sus camas, pero no están aquí porque quieran estarlo.
  • 18. 18 Ellos están aquí porque tienen que estar. O porque éste es el último lugar en el que se imaginaron estar. El ascensor llega y paso al interior, preparada para ver a Tess. Después de subir camino hacia su unidad y entro a su habitación. Ella tiene el mismo aspecto, delgada, pálida, de alguna manera ida, sin embargo, todavía aquí. Han lavado su cabello color dorado, brilla, incluso contra el blanco color de su almohada. Una enfermera está colocándole una de sus vías intravenosas, y suspira cuando me ve. Tess siempre era-es muy buena en agradarle a la gente. Yo, en cabio, soy pésima. ―Voy a cambiar las sábanas ―dice la enfermera, y asiento, teniendo que esperar a pesar de que la enfermera vuelve a suspirar, Luego entra Claire como si la hubiera llamado de alguna manera. Comienzo a saludar, pero no me está mirando. Ella está mirando a la entrada de la unidad, y me doy cuenta de que todas las enfermeras también lo están, viendo hacía allí como si algo fuera a pasar. Lo cual es extraño. Entonces suena la alarma y un chico entra en la unidad. ―Tess ―digo, inclinándome sobre ella y susurrando en su oído―. Estás perdiéndote una gran oportunidad. Todos aquí están mirando fijamente a un chico que viene hacía aquí, y sabes lo que eso significa. Debe ser lindo. Nada. ―No estoy bromeando ―digo―. Viene un chico y todas las enfermeras están mirándolo. Al igual que cuando entras en una habitación. Eso significa que es muy lindo. Luego, aunque parezca extraño, el chico empieza a acercarse a la habitación de Tess, la enfermera que estaba balbuceándome acerca de las sábanas se calló y avanzó hacia él.
  • 19. 19 ―Muchas gracias por hacer esto ―dice ella, su voz toda agitada―. No puedo decirte lo bonito que es de tu parte ayudar, y… Entonces ella deja de hablar porque él camina directamente a la puerta. No debería estar riéndome, pero lo hago porque es imposible no hacerlo ―ella se dirigió hacia una puerta, después de todo― y ella me mira mientras le dice al chico que entre. Veo su cabello oscuro y ojos, pero no más porque la enfermera está revoloteando a su alrededor. Y también porque simplemente no me importa. ―Ahora, pensé que me podrías ayudar a levantar al paciente ―le dice la enfermera―. Oh, no quité las sábanas, espera. ¡Claire! ¡Claire! Ah bueno, ahí estás. ¿Puedes ir por algunas sábanas, por favor? Claire me mira y pone los ojos en blanco, rápidamente, y luego dice: ―Por supuesto. ―Y se va. ―Será un momento ―le dice la enfermera al chico, todavía con la voz agitada, y cuando la miro, está ruborizándose. Ella debería estarlo. Ella es de la edad de mi madre, a lo mucho, y el chico es de la mía, creo, lo que lo convierte en un delito grave, y estoy segura de que ella también lo está pensando. En cuanto al chico, es bastante decepcionante ahora que por fin lo estoy mirando. Quiero decir, él está mirando al suelo como un tonto. Lo más probable es esté incómodo de estar aquí, donde todo es tan silencioso, y todos están en el tipo de sueño que nunca querrías caer. Luego levanta la mirada y... Levanta la mirada y mi cerebro deja de funcionar por un momento, porque él es magnífico. No hermoso del estilo de “hey, chico sexy”, sino verdaderamente magnífico. Incluso, hermoso. Su piel es de color caramelo, un cálido color dorado brillante, y su pelo es tan negro que incluso las horribles luces fluorescentes no hacen nada en él, no hacen que se vea color verdoso o fibroso. Tiene el tipo de pómulos que sólo se ven en los chicos de las
  • 20. 20 revistas. Lo mismo ocurre con su nariz, barbilla y frente, y sus ojos oscuros enmarcados por pestañas por las que Tess mataría a alguien. Él es, definitivamente, la perfección humana. Incluso si sigue mirando fijamente al suelo y tiene los brazos cruzados sobre el pecho, con sus dedos dando golpecitos contra su brazo como si estuviera aburrido. Me inclino y doy un ligero codazo a Tess. ―Vamos, Tess, abre los ojos. Este tipo es tan guapo, te juro que es más guapo que tú. El chico se aclara la garganta ante eso, y lo miro otra vez. ―¿Qué pasa? Oh, sí, te llamé guapo. Lo siento. Pero lo eres. Quiero decir... ―mi voz baja hasta desaparecer. Me mira, y siento como mi rostro se ruboriza, y giro de nuevo hacia Tess. ―Bueno, aquí estoy ―dice Claire, volviendo y entregando a la enfermera las sábanas. ―Gracias ―dice la enfermera―. Te puedes quedar y cambiar las sábanas. Abby, ¿puedes salir por un minuto, por favor?
  • 21. 21 Traducido por Liseth_Johanna Corregido por Samylinda a enfermera no está de acuerdo conmigo. Dice que estoy alterada, y entonces Clement y yo damos un pequeño paseo hasta el ascensor. La enfermera está enojada de que sea él quien venga a recogerme y no alguien de seguridad, pero Clement señala que al menos me estoy yendo Lo que sucede con Clement es que tiene aproximadamente setenta años y apenas me llega al hombro. Algunas veces les da a los pequeños niños aburridos ―como secreto de estado― un pequeño paseo por el hospital, pero en su mayor parte simplemente camina y habla con las personas. No es un verdadero guardia de seguridad, por supuesto. Pero sí donó diez millones de dólares al hospital hace tres años. Por esa cantidad de dinero, si quieres pasar tus días caminando por el hospital saludando a las personas, está bien. ―¿Estás bien? ―dice él, y Clement es una de esas personas que dice en serio las cosas. Me gusta eso de él, así que le digo la verdad porque sé que él escuchará. ―Los ojos de Tess se movieron. ―¿En serio? ¡Eso es grandioso! ¿Qué dijo el doctor? Me encojo de hombros. ―Nada. La enfermera no lo llamó. Dijo que no había visto nada. Me obligó a irme. ―Crees que tal vez… algunas veces, vemos lo que queremos.
  • 22. 22 Sé a qué se refiere. Me engañé a mí misma con eso una vez y no cometeré el error de nuevo. ―Oye, me agradas, pero no tanto, así que no pienses que lo hice todo solo para verte ―digo, y Clement deja salir su resollada risa y luego hala uno de los aparentemente interminables suministro de gotas para la tos que siempre trae consigo. ―No deberías estar tan preocupada todo el tiempo ―dice―. Te provocarás gases. Me rio también y él me sonríe mientras caminamos hacia afuera. ―Vete a casa ―dice―. Y cuídate. ―¿Yo? ―digo―. Yo no…estoy bien. Antes de que él pueda responder, me subo a mi bicicleta y me dirijo al ferry. Cuando llego a casa, me frío un huevo y luego lo aprieto entre unas rodajas de pan y como mientras veo televisión. Mamá y papá llegan cuando estoy pasando de canal en canal, intentando decidir si quiero ver el enérgico drama criminal sobre detectives que van en busca de personas desaparecidas o el otro enérgico drama criminal sobre detectives que van en busca de personas desaparecidas. Mamá apaga la televisión. ―¿Quieres decirme qué sucedió hoy? ―Tess se movió. Sus ojos estaban cerrados, pero los vi moverse, como si pudiera parpadear. O como si fuera a parpadear ―Abby… ―dice Mamá y se sienta en el sofá―. No puedes… ―Mira hacia sus manos. Las uñas de mi madre siempre están pulcramente pulidas. Esta semana son como de rosa pálido―. No sabes lo mucho que tu padre y yo queremos que Tess despierte y decir cosas que sólo… ―Duelen ―finaliza Papá, entrando y sentándose junto a Mamá.
  • 23. 23 ―Pero vi sus ojos moverse. ―Esto es algo bueno y no veo por qué mis padres no me creen y por qué están sentados en el sofá luciendo miserables. ―¿Recuerdas la primera semana? ―dice Papá―. ¿Qué Mamá, tú y yo estábamos allí y juraste que ella había movido su mando cuando Beth le hablaba? ―Su meñique ―digo―. Y sí sucedió. ―Beth no lo vio. Y Beth es su compañera de habitación y su amiga, cariño. ―Ella estaba mirando a Tess. ―Exactamente. ―No, quiero decir que estaba mirando su cara. Papá frota una mano sobre su frente y luego se recuesta en el sofá, cerrando los ojos. ―Abby, no queremos que pienses que tu hermana. ―Se rompe, aclarándose la garganta―. No te enojes con Tess. ―No lo estoy ―digo, pero él me da esta mirada, de puedo-ver-a-través- de-ti, y subo las escaleras y cierro la puerta de mi habitación de un golpe. Sé lo que vi hoy. Tess escuchó algo en la voz de ese chico, algo que la atrapó y ahora sé exactamente lo que necesito hacer. No puedo alcanzarla, pero tal vez alguien más si pueda. Me levanto, abro la puerta tan silenciosamente como puedo y me deslizo hacia el pasillo, a la habitación de Tess. No ha sido tocado desde el accidente y sus maletas de la escuela todavía están en el piso, y las fotos de ella y sus amigos de la universidad están esparcidas por todo el escritorio. Deslizo mis manos sobre ellas, veo a Tess sonreír bajo la luz de sol. Ella tiene la brillante sonrisa de mi papá, tan cálida, y me pregunto por el
  • 24. 24 chico al que le está sonriendo. ¿Le gustaba? ¿O le gustaba el chico con la camiseta negra que aparece en la siguiente foto, sus ojos puestos en Tess llenos de anhelo mientras ella lee algo que él está sosteniendo en una mano? ¿O qué hay del chico que está dos fotos después? El que le sonríe mientras ella examina un tatuaje en su brazo, observando sus dedos sobre su piel. ¿O es el chico que sostiene la cámara en todas las fotos? Quienquiera que sea, él no ha venido a verla, ninguno de ellos lo ha hecho, y Beth, tan agradable como es, es sólo su compañera de habitación y no puede y no hará esto. Pero ese chico de hoy podría. Casi puedo verla levantándose y sonriéndole ahora. Me pregunto si ella también puede verlo y pienso que quizá, sólo quizá, sí puede.
  • 25. 25 Traducido por †DaRk BASS† Corregido por Samylinda e dirijo a ver a Claire cuando llego al hospital después de clase. Ella está de pie en la pequeña ala que el hospital ha dispuesto lejos para los fumadores, escondida al lado opuesto del edificio. Milford es una ciudad no fumadora, y orgullosa de ello, pero Ferrisville no, y desde que la gente de Milford no puede permitirse ir a mejores hospitales, y hacer, aquí es donde la gente de Ferrisville viene. Y muchos de ellos como Claire fuman. Ventilo el aire a mí alrededor y al de ella, y me hace una cara. —Pensé que lo estabas dejando —digo. —Estoy trabajando en ello. —¿Cómo? —Entrecierro los ojos fingiendo que no puedo verla a través de la nube de humo. Ella suspira y aplasta el cigarrillo. —Muy bien, mamá. Oye, ¿qué piensas de ese chico de ayer? —Él puede hacer que las personas atraviesen puertas. Ella ríe. —Eso fue lo mejor, ¿cierto? Deberías ver a Eli cuando trabaja en la tienda de regalos, la gente se detiene y lo mira así… —Hace una cara de zombi. —¿Eres una de ellos?
  • 26. 26 —No, terminé con los hombres para siempre después de Rick —dice ella—. Tratando de hacerlo pagar manutención ―Ugh. —Los chicos apestan —digo, y ella sacude la cabeza hacia mí y dice—: Sí, eres afortunada de no tener que lidiar con esa mierda. Tess siempre… —Calla como si hubiera dicho algo que no debería. Como si estuviera diciendo algo de lo que no estaba segura. Como si no supiera que Tess es fácil de amar para todos y cada uno, y yo... yo no lo soy. —Hey, estoy agradecida de no tener que lidiar con todas las cosas de Tess. Todos esos chicos llamándola y diciéndole que la amaban, o enviándole cosas, y esperando salir con ella, ¿y yo? Bueno, no tengo ese problema en absoluto. Claire se muerde el labio. —Sabes lo que quiero decir Abby. Eres muy… tienes... —Una hermana que debo ir a ver —digo deteniéndola antes que ella intente terminar la frase. —Y tan pronto como se despierte, empezara a romper corazones. Te veo después. Mira, sé que no soy guapa. Como Tess una vez me dijo, no tanto como para ser cruel, pero solamente porque siempre quería saber de nuestra familia y su historia. Tengo los ojos de la madre de mi mamá, un marrón-verde fangoso con unos extraños puntos azules en ellos, y cabello rubio oscuro al que le gusta desafiar a mi cepillo, a la naturaleza y sobresalir hacia donde se le antoja. También estoy formada como una niña de doce años, esa parte nadie tuvo que decírmela, era demasiado obvia. Y estaría bien si aún tuviera doce, pero llenar apenas una copa A teniendo diecisiete, es patético. Como el hecho que puedo comprar y
  • 27. 27 usar pantalones de hombre porque mido apenas 5,22 pies de estatura. Y tampoco tenía caderas de las que alardear. Pero ahora sé que el chico que vi ayer es Eli, y que puede ser encontrado en la tienda de regalos. Debe ser bastante nuevo en el hospital —conozco a todos los que trabajan aquí— y puedo lidiar con ello. Se lo que vi a ayer. Sé que, o a quién, necesita Tess para despertar. 2 5,2 pies: equivale a 1.52 metros.
  • 28. 28 Traducido por flochi Corregido por karla pierce e digo a Tess su nombre tan pronto la veo. Ella no responde, pero está bien. Apuesto a que necesita escuchar la voz de él otra vez. Cuando eso ocurra, hará lo que hizo ayer. Tiene que hacerlo. Si Tess no despierta, ella no está, y después “seguirá” sin estar. No verdaderamente aquí, ¿sabes? Y siempre ha sido la estrella brillante en torno a la que gira mi familia. Ha sido la persona de la que el resto en Ferrisville habla con reverencia en sus voces. Tess es bonita, joven, amable; todas las cosas que las personas quieren que el otro sea. Todas aquellas cosas que las personas muy a menudo no son. El único problema es, que no sé cómo hacer que este chico venga aquí. Pienso en ello mientras le cuento a Tess acerca de mi día, tardándome más en la barra de caramelo que compré antes del último período debido a que Tess es una succionadora de dulces. Incluso terminó viviendo con Beth debido a eso. Cuando fui a visitarlas el otoño pasado, me dijo que sabía que tenía que cambiar de compañera de cuarto y mudarse con Beth el primer día que llegó al campus. —Entré en mi cuarto —dijo ella—, y ahí estaba esta chica sentada en el suelo comiendo una Nibby Barr. Ya Sabes, ¿la que tiene trocitos de chocolate? Había asentido y hecho una mueca debido al amor de Tess por el chocolate amargo, hasta ahora, incluyendo el chocolate con trozos de chocolate en barra en él, no tenía sentido para mí.
  • 29. 29 —Y pensé, vaya, esto va a ser interesante, porque yo también amo las Nibby —había dicho Tess—. Pero resultaba que Beth vivía cruzando el pasillo y solo se había detenido a saludar. Aunque supe que las cosas funcionarían. ¡Y lo hicieron! —Se había dado la vuelta y sonreído a Beth, quien sacudía la cabeza hacia Tess, pero aún así sonreía. —¿Qué tal algunos dulces? —le pregunto ahora a Tess—. ¿Una agradable barra de chocolate, quizás? Te conseguiré una, lo prometo. Solo tienes que abrir los ojos. Tess no se mueve. —Bien —digo, y mi voz sale más enojada de lo que quería. Trago con fuerza y miro el suelo. —¿Alguien quiso una copia de, ehhh, Sassy You? —dice una voz en el área de enfermería. La voz. Es ese chico. Eli. Oigo que alguien más murmura algo, pero no escucho. No escucho porque detrás de los ojos cerrados de Tess, veo algo moverse. Veo a su cuerpo escuchar algo. La veo responder. Sé lo que tengo que hacer, y entonces salgo y digo: —Es mío. Quiero decir, yo quiero la revista. El chico, Eli, me mira. Si pensara que realmente me estaba mirando a mí, y no viendo a alguien quien quería una copia de la revista más estúpida del mundo (y si yo luciera como alguien que él quisiera ver), juro que mis rodillas se derriten. (Eso es correcto, se derretirían. Que fastidio ser débil. Eli está más allá de ese poder mortal. ) —Um, disculpa, pero yo pedí esa revista —una de las enfermeras dice— . A la Sra. Johnson le encanta. La Sra. Johnson está en peor forma que Tess. Ella no puede respirar por sí misma, y nadie viene a visitarla. Supongo que toda su familia está muerta, o algo así. Solo yace allí en su cuarto, completamente sola, día tras días, aire bombeado dentro y fuera de sus pulmones,
  • 30. 30 manteniendo el fluir de su respiración, su corazón latiendo. Las enfermeras no le prestan mucha atención, y la primera semana que Tess estuvo aquí, tuve pesadillas acerca de la Sra. Johnson cada noche. Empecé a escabullirme en su cuarto de vez en cuando y saludarla, y las pesadillas se detuvieron. Todavía lo hago, y aunque nunca he hablado con ella, estoy segura que la Sra. Johnson no querría una copia de Sassy You, con sus estúpidos artículos acerca de cómo conseguir chicos que te quieran “¡todo el tiempo!” y perfiles de celebridades cuyos mayores logros están en aventar el cabello a su alrededor, sonriendo y jurando que sus últimos viajes a rehabilitación “cambiaron sus vidas”. —Entonces, ¿quién se la queda? —dice Eli, mirando a la enfermera y después a mí—. Tengo que volver a la tienda de regalos. Nadie más está allí hoy. Apunto a la enfermera y regreso a Tess. —Lo siento —susurro—. Yo…— ¿Qué? No tengo idea de cómo aproximarme a él. Pero es por Tess. Para que Tess despierte. —Me tengo que ir ahora, pero…voy a conseguir a Eli para ti, ¿sí? — digo—. No te vayas a ningún lado. Finjo que su boca se curva en una sonrisa. Finjo que ella puede escucharme. Tomo la copia de Sassy You que la enfermera juró que la Sra. Johnson quería desde donde yace sin abrir en la pila de revistas que las enfermeras “leen” a la Sra. Johnson paradas junto a ella y leyendo las revistas para sí mismas, y la tiro a la basura. —Lamento que hayas tenido que ver esa cosa —le digo—. Y, bueno, voy a conseguir que Tess despierte. Tiene que hacerlo, sabes. De lo contrario…—Mi voz se desvanece. De lo contrario este será el futuro de Tess. Un largo y lento declive. Una vida sin vida. Una vida conmigo atada aquí, porque si Tess no mejora, mis padres renunciarán a todo por mantenerla con vida y terminarán sin nada.
  • 31. 31 Tendré que quedarme y ayudarlos, ser la roca donde pueda apoyarse. Me hundiré en Ferrisville y empezaré a decaer también. Voy a tener una vida sin una vida, y no quiero eso. Sé que es egoísta. Sé que una buena persona, una buena hija, no pensaría así. Tess no pensaría así. Pero no soy Tess. Y lo último que quiero es una vida en la cual no haga nada para probarme una y otra y otra vez.
  • 32. 32 Traducido por LizC Corregido por karla pierce li está en la tienda de regalos. Me imagino que estará hablando con un grupo de chicas o admirando su reflejo o lo que sea que la gente hermosa hace cuando están en el trabajo. Tess consiguió un trabajo en una tienda de comestibles en Milford el verano antes de ir a la universidad, pero en realidad lo único que hizo fue pasar día tras día hablando con los chicos que se la pasaban rondando en Organic Gourmet tras ella. Eli no está hablando con nadie, y no está mirándose a sí mismo tampoco. Está organizando un montón de revistas, tamborileando los dedos uno contra uno y haciendo muecas a los titulares. Incluso frunce el ceño magníficamente. Probablemente debería estar nerviosa por hablar con él, pero una vida entera de ver a chicos tropezarse con ellos mismos para decir “Hola” a Tess me ha hecho darme cuenta de lo estúpido que es. El actuar como si no eres lo suficientemente buena para hablar con alguien por lo general significa que ellos deciden que no eres lo suficientemente buena para hablar con ellos. Además, Eli no es para mí, es para Tess. Simplemente me aseguro de que se encuentren. ―Estoy segura de que estará mejor dentro poco ―le digo, señalando al palo rubio en la portada de la revista que está mirando―. Dicen que la sexta vez en rehabilitación es el encanto. ―¿Qué? ―dice, y luego mira hacia mí―. Oh. Tú eres la chica que…
  • 33. 33 ―Tiene la bella hermana ―digo, porque sé cómo terminará su sentencia. Así es como siempre termina―. ¿Puedo tener un ejemplar de ese? ―¿Quieres un ejemplar de esto? No quiero. Prefiero meter un palo en mi ojo antes de leer cuentos de inspiración sobre cómo una chica ha hecho una fortuna vendiendo camisetas, sin importar que uno de sus padres es siempre un diseñador o propietario de la tienda de moda en Nueva York, o ver fotos de modelos con ojos de mapache posando en ropa que nadie que yo conozca puede utilizar. O pagar. Pero lo que digo es: ―Sí. Se levanta y me da una, todo en un movimiento fluido y piel oscura de color miel. Estoy plenamente consciente de mi pequeñez, la falta de curvas, y mi absurdo en general. ―¿Estás segura de qué la quieres? ―dice―. Te vi hacer una mueca cuando le entregué una a la Sra. Johnson, y no pareces del tipo de persona que… ―le echa un vistazo a la cubierta―... le importa sobre el nuevo y mejor bronceado sin sol. Por supuesto que no. Me veo como yo, y la forma en que tan fácilmente me descarta pica un poco, pero encuadro mis hombros, excavo un poco de dinero de mi bolso, y lo arrojo en el mostrador. Mientras que busca el cambio, miro a los dulces. Alguien los ha tocado y, te lo juro, creo que han sido organizados por el tamaño de la barra y el color de la envoltura. Extraño. ―Aquí tienes ―dice, y me entrega mi cambio―. Disfruta tu revista. Ruedo los ojos antes de recordar que se supone que quiero “la cosa” y él me sonríe, una boca perfecta de forma en que muestra sus dientes perfectos, y si yo fuera más débil memorizaría esa sonrisa porque estoy segura de que nunca voy a ver nada como eso de nuevo. ―¿Tus ojos… utilizas lentes de contacto? ―dice.
  • 34. 34 Me congelo, todo mi cuerpo se entumece. ―No ―digo. Si él dice que tengo ojos bonitos, yo… yo no lo sé. Sólo sé que no voy a llorar. Jack dijo que mis ojos eran bonitos una vez, y fui lo suficientemente estúpida como para creerle. Pero este sujeto no dice eso. Él sólo dice: ―¿Quieres algo más? ―Tan amable, tan perfecto, y admito que por un segundo, un estúpido segundo, quiero saltar sobre el mostrador y lamer su cuello y tocar sus hombros y su cabello y pretender que podría hacer que a un tipo como él se les debiliten las rodillas. ―Sí ―digo, aplastando ese segundo, esa estúpida punzada de deseo, hasta el fondo―. Quiero que despiertes a mi hermana.
  • 35. 35 Traducido por Pimienta Corregido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ* li me mira como si acabara de decir: “Hola, estoy loca.” ―Pero tu hermana, ella está… ―Ella está en coma ―digo―, pero sus ojos se movieron cuando hablabas. Ella puede oírte. Así que si tú, ya sabes, la visitas, se despertará. Y cuando lo haga, te enamorarás de ella. Todo el mundo hace. ―Así que quieres que yo... ¿qué? ―Sólo necesito… quiero que hables con ella ―digo―. Cuando sus ojos se movieron, fue… ―tomo una respiración profunda―. Es más de lo que ha hecho en años. ―¿Vas a estar allí? ―¿Qué? ―Si hablo con ella, ¿vas a estar allí? Oh, entiendo. ―No ―digo, y apunto hacia los ramos de flores y plantas que se mantienen ligeramente marchitas―. Voy a comprar flores o algo, y cuando aparezcas iré a la sala de espera mientras haces lo que sea que haces cuando te encuentras con alguien. ―No puedo ―dice―. Sólo puedo entrar al cuarto de un paciente si hay una enfermera o un familiar presente.
  • 36. 36 ―Muy bien, entonces, estaré ahí. ―Él me confunde―. Yo no… no voy a hablar contigo, si eso es lo que te preocupa. Sé que no soy... como he dicho, estoy aquí por mi hermana. Él se apoya en el mostrador, situándose más cerca de mí. Tomo todo lo que tengo en mí para no dar un paso atrás. Él es tan… tan lindo. Él es… Él es de Tess. Estoy haciendo esto por ella. Me obligo a seguir mirándolo. ―Lo dices realmente enserio, ¿no? ―dice finalmente―. De verdad crees que puedo despertar a tu hermana. Asiento con la cabeza. Se ríe. En realidad se ríe, con los ojos arrugados, el pelo cayendo en un perfecto desorden ocasional sobre su frente y hasta las orejas, y me obligo a sonreír, a actuar como si fuera indiferente a él, como si el hecho de que se riese no significara nada para mí. Me imagino como el pequeño animal que soy, toda ira y conocimiento ganado con sudor; garras y colmillos y un corazón inmutable. Me imagino a Tess despierta y la felicidad de mis padres. ―Sé que Clement te ha incitado a esto ―dice echándose a reír―. Dile que he entendido el mensaje y lo juro, dejaré de regalar chicles. ―Espera, espera. ¿Estás regalando chicles? ―digo, y extiendo una mano como si estuviera esperando un paquete. Otra cosa que he aprendido es que lo mejor es tomar los momentos en los que deseas que el suelo te tragué, como ahora, y obtener todo lo posible de ellos. Actuar como si no te importara haberte puesto ahí y pasar por ello. O, en este caso, reírte de ello. ―Lo hacía ―dice―. Pero ya no lo hago. Dile a Clement que sé que la tienda de regalos se supone que da beneficios para… los que se supone que se benefician, y…
  • 37. 37 ―Ferrisville ―digo, el animalito está ahora listo para sacar las uñas―. Estás trabajando para recaudar dinero para personas de Ferrisville que no pueden permitirse el lujo de ser tratados aquí. ―Me olvidé. ―Apuesto a que sí. Déjame adivinar, ¿te metiste en problemas en Saint Andrew‟s y estás asignado aquí como una especie de castigo? ―He olvidado el nombre de la ciudad, eso es todo ―dijo―. ¿Cómo sabes que soy de Saint Andrew‟s? Me río, frágil y fuerte. ―No tenemos gente como tú en Ferrisville. ―Pareces feliz por eso. Sonrío. ―No es tan sorprendente. Te reíste de mí cuando te pedí ayudar a mi hermana, ¿recuerdas? ―¿Lo decías en serio? ―Sí ―digo, con la exasperación arrastrándose por mi voz. ¿Qué pasa con este chico? ―Lo siento ―dice―. Yo… mira, realmente pensaba que Clement te envió aquí, y yo… no… no sé cómo puedo ayudar a tu hermana. En serio. No la he visto hacer nada cuando estaba en su habitación, y realmente no soy ese tipo de chico. ―Pero ella hizo algo ―le digo―, y los dos sabemos que eres ese tipo de chico, si quieres. Si tú… si dices que me vas a ayudar… que la vas a ayudar… hablaré con Clement y saldrás de aquí. Le gusto y puedo hacer que algunas cosas sucedan por aquí. Le diré que me estás ayudando con un proyecto para la escuela. ―A Clement no le gusta nadie.
  • 38. 38 ―Error. Simplemente no le gusta nadie de Milford ―digo―. La cual es probablemente la razón por la que pasa todo su tiempo aquí, ya que es archimillonario Eli parpadea. ―Espera un minuto. ¿Tú eres… eres Abby? Wow, hablando de jugadas que valían la pena. ―Sí. ―Tú... Clement dijo que eras… ―Él no puede ver muy bien ―le digo a Eli―. Cuando eres viejo, creo que todos te parecen lindos o algo así. ―Él no dijo que fueras linda. Bueno, ouch. ―Fea, entonces. Lo que sea. El punto es, voy a hablar con él y no tendrás que trabajar más aquí. ―No dijo que fueras fea tampoco. ―No me importa ―digo, pero lo hace, y sólo quiero salir de aquí―. Voy a hablar con Clement y luego sólo tienes que hablar con mi hermana. ―Está bien, pero no creo que vaya a despertar por mí. ―Tú no conoces a Tess. Ella ama a los chicos guapos, y tú eres el chico más lindo que he visto nunca. La vas a despertar, y cuando lo hagas, me lo agradecerás. ―¿Ella es como tú? ―dice―. Quiero decir, es… ¿simplemente dice cosas como tú? ―No, no lo es, Tess es perfecta. Es hermosa e inteligente y todo el mundo la ama. Tú también. No serás capaz de evitarlo. Voy a hablar con Clement ahora mismo y vamos a empezar mañana, ¿de acuerdo? Yo diría que debemos comenzar ahora, pero a Clement le encanta hablar y tengo que tomar el ferry a casa de mis padres, yo… ―me interrumpo. No
  • 39. 39 hay necesidad de entrar en eso con él―. De todos modos, lo haremos mañana, ¿de acuerdo? ―Bien ―dice―. Abby. Asiento con la cabeza hacia él y salgo de la tienda de regalos. Si él decía el nombre de Tess como acababa de decir el mío, Tess despertaría en unos diez segundos después de que él empezara a hablar. Incluso Jack diciendo mi nombre nunca me hizo sentir tan… Detente. Me prometí a mí misma que todo estaba en el pasado, olvidado, y que iba a seguir así. Me hice fuerte, aprendí a saber quién y qué soy. Voy a buscar a Clement. Él está tomando café en la cafetería y mirando hacia el río, y sonríe en el segundo en que menciono el nombre de Eli. ―Se lo dije al chico para que te tuviera en cuenta ―dice―. Le dije: “Eli, es un cometa.” Bueno, Eli estaba en lo cierto. Clement no me había llamado fea. Sólo me había llamado un objeto volador que tiran en los pueblos los días festivos. Había estado pensando un poco en la forma en que se habían conocido, pero ahora no importaba. Y, además, Clement conocía a todo el mundo. ―Lo que pasa es que necesito que me ayude con algo ―digo―. Y los dos sabemos que conoces todo de todos y que puedes hacer cosas. Entonces, ¿Eli me puede ayudar? ―¿Qué quieres que haga? ―dice Clement―. Sé como son las chicas sobre el amor, Abby, pero si quieres salir con él, deberías… ―¡Oh, no! ―digo―. Yo no… esto no es sobre mí. Es por Tess. Movió los ojos, ¿recuerdas? Y lo hizo cuando Eli estaba hablando. Así que si él habla con ella, puede que se despierte. Clement toma un sorbo de café.
  • 40. 40 ―¿Eso nada más? ―Yo sé que va a funcionar. Conozco a mi hermana. A ella le gustan los chicos lindos y Eli…él… es… ya lo ha visto. Si su voz puede hacer que se mueva, imagina lo que va a hacer una vez que ella abra los ojos. ―Es un muchacho apuesto ―dice Clement―. Se parece a su abuela, pero también a su madre. Ella es una cosita. Vino aquí desde Japón y… Lo interrumpo. ―Entonces, ¿puede hacerlo? ―¿Sabes cuál es tu problema? ―dice Clement―. Eres impaciente. ―Dijiste antes que era preocupada. ―Y lo eres ―dice Clement y toma otro sorbo de café. ―¿Y bien? ―digo cuando no habla. ―¿Ves? ―dice. ―Bueno, tienes razón ―digo sonriéndole―. Entonces, ¿Eli puede hacerlo o qué? ―Él te puede ayudar ―dice Clement―. Y tú lo puedes ayudar a él. ―Bueno, creo que Tess se encargará de eso ―digo―. Cuando se despierte, me refiero. Clement empieza a decir algo y luego me da palmaditas en la mano. ―No deberías… Deberías quererte más a ti misma, Abby. Trago saliva. ―Me quiero tanto como debería ―digo finalmente―. Y gracias por aceptar. ―No te preocupes por eso ―dice―. Yo iba a tener que sacar a Eli de la tienda de regalos de todos modos. Sigue regalando chicles. Y le lleva una eternidad contar revistas. ―Clasificar. ―Sé lo que dije ―me dice―. Me refería a contar. Así que dije contar.
  • 41. 41 ―Está bien ―digo, levantando las manos en señal de rendición, y mientras saca otra de sus pastillas para la tos, agito la mano hacia él y muevo la cabeza. ―De nada ―grita detrás de mí, y salgo del hospital sintiéndome más ligera de lo que lo hacía en meses. Esto va a funcionar. Sé que lo hará. Voy a dar a Tess lo que quiere. Voy a ver su despertar. Voy a ver a mi familia unida de nuevo, las cosas volverán a ser como antes. Conseguiré despertar a Tess, y luego finalmente seré capaz de escapar de ella. De verla atrapada e indefensa como ahora. De vivir en la sombra.
  • 42. 42 Traducido por alexiia☮♪ Corregido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ* eo el coche de Claire por delante de mí cuando estoy esperando el ferry, pero no me molesto ni siquiera en tratar de alcanzarla. La gente se toma la espera del ferry muy en serio por aquí, y no tengo ganas de que me griten por “colarme”, sin importar que juntos, mi bicicleta y yo, representemos aproximadamente una cuarta parte de un coche. El ferry aún nos cuenta como un vehículo. Y me hace pagar por ello también. Así que espero, y después de que entro a bordo, de que todo el mundo se ha estacionado y el ferry está finalmente resoplando lejos del muelle, voy a buscar a Claire. Ella está de pie cerca de la parte delantera del barco, quitando el cabello de su cara con una mano. Claire no es bonita, pero se destaca. Ella tiene el pelo corto, un poco más abajo de sus oídos, y es de color rojo brillante, casi naranja. Solía llevarlo súper corto, prácticamente un corte de chico. Yo tenía diez años y Tess tenía trece años cuando por primera vez Claire se lo cortó de esa manera, y Tess pensó que era la cosa más increíble. Ella tenía una foto de las dos en la playa, la parte superior de la cabeza de Claire tan quemada por el sol como su nariz, atrapada por años en el marco del espejo de su cómoda. Me pregunto qué hizo con ella cuando decidió que ya no iba a hablarle a Claire. Nunca le pregunté. Cuando Tess tenía dieciocho años y yo tenía quince, nunca hablaba con ella a menos que tuviera que hacerlo.
  • 43. 43 —Hey —digo a Claire, y me pongo a su lado en la barandilla. El ferry lidia con una ola y rocía niebla en mi cara. —Hey —dice Claire—. Escuché que fuiste a la tienda de regalos hoy. No sabía que estabas interesada en echarte un polvo con él, Abby. —¿Echarme un polvo? ¿De qué año es eso? —Rick lo decía —dice ella, una leve sonrisa aparece, pero desaparece rápidamente, tan pronto como dice el nombre de Rick—. Bueno, el lo decía por mí. ¡Me eché a eso! ¿Sabes que en realidad me llamó anoche y me dijo que no veía cómo Cole podría necesitar dinero, ya que es tú sabes, un niño pequeño, y qué necesitábamos? —Lo siento —digo—. Así que supongo que le dijiste que querías que volvieran, ¿verdad? —Ah, sí —dice ella, sonriéndome—. ¿Sabes cuál es la mejor parte? Después de colgarle, en realidad llamó y preguntó otra vez porque pensó que se había cortado. No sé en qué estaba pensando en la preparatoria. —No te ofendas, pero ¿en qué estabas pensando? —No estaba pensando —dice—. Él quería tener relaciones sexuales, y pensé que eso parecía mucho más fácil que estar enamorada... —su voz se apagó. —Espera, ¿estabas enamorada de alguien? ¿De quién? Ella me mira parpadeando, y luego mira hacia el agua. —Alguien que no me quería a mi —dice finalmente—. No lo suficiente, de cualquier modo. —¿Todavía está en la ciudad? No importa, por supuesto que lo está. ¿Quién es? ¿Tess lo conoce? ¿Por eso se enfadó tanto cuando tú...? —Buen intento —dice Claire—. Pero no he olvidado que estabas en la tienda de regalos hablando con un chico tan guapo que alguien que entró en el hospital en realidad se detuvo y le tomó una foto.
  • 44. 44 —¡No lo hice! —Lo hiciste —dice ella—. Una de las enfermeras lo vio todo. —Eso es muy triste. —Él es terriblemente... iba a decir lindo, pero no es lindo. Es hermoso. Es decir, real y verdaderamente hermoso. ¿No te parece? —Creo que él va a despertar a Tess. —¿Qué? Le digo mi plan a Claire. —Así que porque crees que viste los ojos de Tess moverse… —Suena estúpido cuando lo dices de esa manera —digo—. Ella... mira, estabas en la habitación. Él habló, y algo le pasó a ella. —¿Debido a Eli? —Sí, duh —digo—. Lo has visto. Incluso me acabas de decir que es hermoso. Y sabes cómo es Tess. Ella siempre quiso ser conquistada por el hombre perfecto. Beth incluso le consiguió un libro de románticos cuentos clásicos de hadas para Navidad —hago una pausa—. O al menos eso es lo que dijo Tess. Ella no... no siempre nos mostraba sus regalos. Los dejaba en la escuela y ahora... —¿Cómo está Beth? —dice Claire—. No la he visto mucho en el hospital últimamente. —Ella se acercaba mucho al principio —dije—. Pero ahora está... no sé. Ocupada con la universidad, supongo. —Ellas vivieron juntas durante dos años. —Sí, pero así es en la universidad. Tess dice que cuando encuentras a alguien decente con quien compartir la habitación, no lo eches a perder. Claire se queda mirando hacia al río. —Ya sabes, Abby, tal vez tú no… tal vez tú no conoces a Tess como crees que lo haces.
  • 45. 45 —Oh, vamos —digo—. Tess quiere ser feliz. —No, ella quiere que todos piensen que es perfecta. —-No creo que Tess se haya preocupado por eso. ¿Por qué lo necesitaría alguna vez? Me refiero ella es… —Si —dice Claire—. Ella es Tess. Pero aún así, no se atrevía a hacer nada que pensara que alguien, en algún momento, pudiera pensar que estaba mal. —Sabes, mamá solía decir que Tess quería que las cosas fuesen perfectas —digo—. ¿Crees que es por eso que actuó de la manera en que lo hizo cuando te embarazaste? No es que piense que embarazarte estaba mal o algo así, pero Tess... —Lo sé —dice Claire, con voz amarga—. Créeme, sé lo que pensaba Tess. —Lo siento. —Sí, bueno, sé que también tú lo hiciste. Nunca le hablaste de Jack, después de todo, ¿verdad? Sacudo la cabeza y me obligo a reír. Sale como un sonido áspero y quebrado. —No, no lo hice. Ella no… no lo habría entendido. Quiero decir, mira cómo te trataba. Y a le agradabas. Tess y yo simplemente no somos… no tenemos nada en común. —Creo... creo que ustedes dos no son tan diferentes como piensas. Quiero decir, mira este plan tuyo. Estás esperando un final feliz, ¿no? —Porque sé que Tess lo quiere —digo—. Porque ella cree en ellos. Yo no. —Abby —dice Claire, pero niego con la cabeza otra vez, como si pudiera librarme de la lástima en su voz. —No lo hagas. Simplemente... no. Sé que Tess fue mala contigo y no siempre me agradaba, pero es mi hermana. Se supone que tengo que quererla…
  • 46. 46 —¿Se supone? —Eso no es lo que quise decir. —Es lo que dijiste. —Tengo que irme —digo, y regreso a mi bici. Miro el agua, el muelle de Ferrisville creciendo más y más. No quiero que Claire sienta lástima por mí. No quiero que ella diga que sabe que yo solía creer en el amor y toda esa basura. No quiero que me recuerde que yo solía pensar que era posible que un chico alrededor de mí, de Tess, me mirara y no la viera a ella. No quiero pensar que una vez fui lo suficientemente estúpida para creer que podía estar con alguien que quisiera a mi hermana y hacerlo quererme a mí.
  • 47. 47 Traducido por kathesweet Corregido por Shellene is padres llegaron a casa más temprano de lo usual y me atraparon en la cocina metiendo pedazos de tostada dentro del frasco de jalea y luego comiéndolos. —Se supone que pones la jalea en el pan y no pones el pan en el frasco. ¿Y comiste algo además de eso, cierto? —dice mamá, y se sienta al otro lado de mí, dándome su mirada de Mamá. Es realmente buena en eso. —¿Por qué están en casa tan temprano? ¿Tess está…? —Está bien. Tu padre y yo decidimos venir a casa después de que hablamos con el doctor. Miro a papá, pero él está entrando y va derecho a la sala. Algo definitivamente está sucediendo. —¿Qué dijo el doctor? Mamá se levanta. —Voy a hacer un sándwich. ¿Quieres uno? —Mamá —digo, y ella me mira sobre su hombro desde el mostrador y me da una media sonrisa pequeña y triste. —No es nada por lo que necesites preocuparte. Simplemente… el seguro no va a cubrir tanto como pensábamos y, bueno, Tess ha estado en el hospital por suficiente tiempo, así que nos están pidiendo que consideremos otras opciones. —¿Otras opciones? ¿Cómo cuáles? —Sé de hecho que mamá y papá han leído cada cosa que han puesto en sus manos sobre comas.
  • 48. 48 También sé que han ido a ver a muchos doctores más, y siempre regresan de esas reuniones con el rostro sombrío. Mamá no contesta. —¿Mamá? —digo otra vez, y papá viene de la sala, su boca curvada en esa sonrisa extrañamente familiar, que por alguna razón, envía escalofríos a través de mí y un rayo de pánico y miedo bajo mi piel. —Apuesto a que tienes tarea —dice. —Sí —le digo, levantándome y alejándome así no puedo ver su cara y esa sonrisa—. Así es. Hay silencio, tanto silencio, mientras subo a mi habitación y cierro la puerta, pero me arrastro fuera de ella y vuelvo hacia las escaleras, cierro mi puerta antes de atravesarla porque sabía lo que vendría, escucho a mis padres empezar a hablar. —Odio la idea de que Tess vaya a un asilo —dice papá—. Ella no está… todavía hay una oportunidad. Todavía podría despertar. Y no quiero que piense… —Ella sabe que la amas —dice mamá—. Sabe que no renunciarás a ella. Todos sabemos eso. —Katie… —dice papá, y mamá lo interrumpe diciendo: —Dave, simplemente no soy tú, ¿de acuerdo? El silencio cae de nuevo, y luego escucho a mamá suspirar, la escucho cruzar la habitación. —Deseo… —dice, amor y tristeza en su voz, y papá dice: —Yo también. —Su voz suena ahogada, como si estuviera hablando de algún lugar lejano, o conteniendo algo. Como si estuviera tratando de no llorar. Bajo las escaleras un poco más, y cuando estiro mi cabeza hacia la cocina, los veo sosteniéndose mutuamente, papá descansando su cabeza contra la de mamá, con la boca presionada en su cabello.
  • 49. 49 La sonrisa que estaba llevando antes se ha ido, limpiada, y me doy cuenta donde la he visto antes. Tess. Su último año, y especialmente antes de la graduación, antes de que se fuera a la universidad, así era como Tess usualmente sonreía. Yo simplemente nunca me di cuenta que era forzada. Que no era del todo real. Mi piel hormiguea aunque no hace frío, y estoy fría hasta los huesos. Subo silenciosamente las escaleras, directa a ni habitación, y cierro la puerta detrás de mí.
  • 50. 50 Traducido por Dani Corregido por Shellene asta que tuve quince, quise ser Tess. Quería su cabello liso y brillante. Quería su habilidad para siempre lucir perfecta. Quería que su sonrisa fuera mía. Quería que las personas me vieran y que sus ojos se iluminaran. Quería todas esas cosas, y nunca tuve ninguna de ellas. Sin embargo, Tess era amable sobre eso. Esa era su forma de ser. Me prestaba su ropa y no me decía que me fuera cuando la veía con sus amigos. Y cuando los chicos venían a verla —y siempre venían a verla— me los presentaba. Las personas en Ferrisville veían a Tess, incluso pensaban que era perfecta. Y era perfecta. Al menos, lo era en público. En casa sin embargo, a veces, Tess, bueno, tenía una veta de oscuridad en ella. De hecho suena normal, creo. Pero la cosa es, que nunca lo mostraba fuera de la casa, nunca lo llevó donde la gente lo pudiera ver. Nunca. No era nada grande al principio. Solía disgustarse por algo y simplemente se retiraba, se callaba y se iba a su habitación, actuaba como si hubiera desaparecido aunque no lo hubiera hecho. Y entonces, si alguien la llamaba o iba a verla, ella… ni siquiera sé cómo explicarlo bien. Es como si suavizara algo de sí misma, lo dejara a un lado, tal vez, y volvía a ser Tess otra vez. La Tess que todos conocían, la que siempre estaba tan feliz, quien siempre mostraba un rostro sonriente al mundo.
  • 51. 51 Pero eso era para el mundo. Para mí… bueno, recuerdo esta vez, cuando tenía doce y ella quince, entré a su habitación sin golpear, esperando que me dejara sentarme con ella y Claire, y simplemente me miró como si nunca me hubiera visto antes. —Hey —dije, y entonces me había sonreído, una curva de su boca demasiado brillante y demasiado afilada, como si hubiera olvidado como sonreír y no pudiera siquiera fingirlo, y se levantó, vino hacia mí y dijo: —Vete. No gritó. Habló en esta voz extraña y plana, casi como si hablar la lastimara, y cuando dije: —Pero… Y Claire dijo: —Tess, cálmate, ¿bueno? —Tess se dio la vuelta y miró a Claire. Sólo la miró, no dijo nada, y Claire aparto la vista de mí y miró hacia el piso. Retrocedí, y Tess volvió a cerrar la puerta, aún mirando a Claire y ni una vez hacia mí. Era como si incluso hubiera olvidado que estaba allí. Esa noche, en la cena, le pregunté algo a Tess —que iba a usar para la escuela al día siguiente, tal vez, o sobre su cabello, cosas sobre las que Tess amaba hablar— y me ignoró. —Creo que Abby te hizo una pregunta —dijo Papá, y le dio un golpecito juguetón con el bol de ensalada que estaba sosteniendo. —No puedo seguir haciendo esto —dijo Tess, y otra vez, no gritó. Ni siquiera sonaba enfadada. Sólo sonaba… ida. Se levantó y fue hacia su habitación y no saldría por dos días. No fue a la escuela, ni siquiera respondía llamadas más que para decirles a las personas que no se estaba sintiendo bien pero que estaba feliz de que llamaran. Estaba dormida si alguien venía. No comía, y ni siquiera creo que de verdad durmiera. Ella sólo… simplemente no hacía nada.
  • 52. 52 Mamá faltó al trabajo para quedarse en casa el segundo día, y cuando llegué a casa de la escuela Tess estaba fuera de su habitación y sonriendo otra vez. Cuando le pregunté si estaba bien, me miró como si hubiera hecho una pregunta que no entendía y entonces dijo: —Mamá dice que tienes los ojos de su madre. —Oh —dije, herida porque mamá nunca hablaba sobre sus padres conmigo, nunca jamás. Sabía que ambos estaban muertos, pero eso era todo. Ni siquiera sabía que mis ojos lucían como los de mi abuela. —Si —dijo Tess—. ¿Sabías que se suicidó? —¿Qué? —Lo hizo —dijo Tess—. Así que tal vez estás embrujada. —Se inclinó hacia mí—. Tal vez terminarás igual que ella. Normalmente aquí es cuando hubiera llamado a mamá o papá o a ambos, pero no podía. Tess estaba tan… lucía tan normal, tan como Tess, pero lo que estaba diciendo me cagaba de miedo. No quería estar embrujada. No quería que Tess sonara tan feliz sobre eso. Así que simplemente me quedé allí, con la mirada fija y asustada, hasta que se alejó. Cuando finalmente reuní las agallas para preguntarle a mamá acerca de mis ojos, dijo que sí, que lucían como los de su madre, y luego: —¿Porqué preguntas? Me encogí de hombros. —Sin embargo no eres como ella —dijo Mamá, inclinándose y alejando el cabello de mi rostro—. Eres como tu padre. Cuando decidió ser quien realmente era, cuando se levantó por sí mismo, él… bueno, digamos que puedes decir que es tu papá. No sabía que quería decir eso exactamente, pero no pregunté. Imaginé que tenía algo que ver con el hermano de Papá, John, quién murió
  • 53. 53 cuando Papá estaba en la preparatoria, y como Papá había dejado la casa por un tiempo después de eso. En su mayor parte —después de escuchar eso y lo que Tess me había dicho— decidí que mis padres difícilmente hablaban sobre sus pasados y sus familias por una razón. Sin embargo, todavía quería ser Tess. Quería ser capaz de hacer sonreír a las personas como ella lo hacía, quería siempre saber que decir o que usar. Quería tener ese algo misterioso que ella tenía, quería su habilidad para hacer que todos quienes la conocieran se sintieran atraídos hacia ella, que quisieran ser como ella. Supongo que podría haberle dicho a alguien sobre los momentos de oscuridad de Tess, los que sólo sucedían en casa, en privado, pero mis padres nunca hablaban sobre eso con nadie, y yo, bueno, todos hubieran dicho que estaba celosa. Las hermanas menores que no son tan lindas y perfectas como sus hermanas mayores siempre están celosas, ¿cierto? Y la verdad es que, estaba celosa. Aparte de esos pocos momentos en casa, Tess era todo lo que podría querer ser alguna vez. Entonces Claire quedó embarazada justo después de que ella y Tess empezaran su último año de preparatoria y Tess… cambió. No en la superficie, no en el brillante ser que ella vestía cada día y que dejaba que todos vieran. Pero en casa, en privado, era diferente. Estaba en silencio. Estaba enfadada. Era cuidadosa de no mostrarlo excepto en casa. Pero en casa, estar alrededor de ella era como… como estar alrededor de alguien quien está tan molesto que estaba enfermo con eso. Y ya no quería ser como ella. A veces, especialmente cuando el embarazo de Claire realmente empezó a notarse y Tess estaba esperando escuchar algo sobre la universidad, ella simplemente yacía en su cama y miraba al techo. Y no por poco rato. Por horas.
  • 54. 54 Y una vez, nos apresuramos hacia Claire y su madre en la tienda de comestibles cuando mamá nos envió a comprar pan de hamburguesa. Tess actuó como si no las viera, pero todo el camino en coche hacia la casa, de todo lo que habló era de cuanto odiaba a Claire. Hablaba tanto y tan rápido que saltó saliva de su boca, oscilando desde la esquina de sus labios, y cuando pasó las manos por su cabello, lo hizo con tanta fuerza que gruesos mechones de pelo estaban envueltos alrededor de sus dedos cuando los levantó. Sin embargo, ese no fue el peor momento. No para mí. El peor fue la noche del verano cuando llegué a casa después de que rompiera mi propio corazón —y cuán estúpida había sido en ese entonces, a los quince, de no ver que podría hacer eso, de no ver que podías destruirte a ti misma más a fondo de lo que nadie más podría— y encontré a Tess sentada en la sala de estar. Estaba sentada ahí, dieciocho y reluciente, y me sonrió, una sonrisa real, esa hermosa sonrisa de Tess que te detiene el corazón, y entonces dice: —¿Abby? ¿Estás…? ¿Qué pasa? —Su sonrisa desvaneciéndose como si entendiera como me sentía. —Nada —dije, esperando destruirla, destruir el mundo, destruir todo. Como si Tess pudiera alguna vez entender como me sentía. Como si algo realmente malo le hubiera pasado alguna vez. —Está bien —dijo lentamente, claramente no comprándolo, y entonces sacó sus pies del sillón y los puso en el piso, haciendo espacio para mí—. ¿Quieres ver una película de extraterrestres tratando de destruir el mundo? Miré la pantalla de la televisión. —Estás viendo esa estúpida versión moderna de la Cenicienta protagonizada por esa actriz cuya cabeza pesa más que todo su cuerpo por millonésima vez.
  • 55. 55 —Lo sé —dijo—. Pero puedo cambiar de canal. Y oye, puedes reírte de mí cuando me asuste. —No quiero. —Sé cómo te sientes —dijo—. No tienes que decirme, pero sólo… realmente lo sé, ¿está bien? No le creí, había pasado toda mi vida viendo como le rompían el corazón, no rompiéndoselo ella misma, después de todo, pero sonaba tan sincera. Esa era otra cosa acerca de Tess. Tenía esta forma de hacer que todo y nada sonara verdadero, sonara como si supiera lo que quería decir, que ella te entendía. Tenía una forma de hacerte sentir como si tuviera que estar ahí para ti. Como si lo quisiera. Y esa noche, necesitaba creer que alguien estaba allí para mí. Incluso si era ella. Y entonces me senté a su lado, y vimos una película dónde las personas eran comidas por extraterrestres. Tess escondió su cabeza tras sus manos en la mayor parte de ella y ni una vez dijo una palabra sobre la arena en mi ropa o como la máscara de pestañas que me había visto aplicarme antes de que se fuera a trabajar se había corrido en manchas fangosas bajo mis ojos. Era tan agradable, tan comprensiva, tan Tess. Y la odiaba por eso. Por ser tan perfecta otra vez. Cuando me fui a la cama esa noche, me tendí allí, con los ojos secos porque no iba a llorar. No podía evitarlo, y me preguntaba si Tess alguna vez sabría lo que era un corazón roto. Si alguna vez conocería algo desagradable, y cuanto deseaba que lo hiciera. Y sé que no causé el accidente, sé que no soy la razón por la que Tess está en el hospital. Pero ahora deseo poder tomar toda la rabia que alguna vez he sentido cuando miraba a Tess, cuando he pensado sobre ella, y hacerla desaparecer.
  • 56. 56 Deseo que una parte de mí no siga sintiendo esa rabia cuando la veo yaciendo silenciosa y lejana. Deseo querer que despierte sólo porque la extraño. Pero no lo hago. La extraño, pero no como debería. Quiero… quiero que despierte así no tengo que estar atada a ella por siempre. Quiero que despierte para que así no me recordaran por siempre que no soy ella. Que nunca seré ella.
  • 57. 57 Traducido por inthefreedomwings Corregido por Roochi ola —dice Clement cuando entro en el hospital al día siguiente, frunciendo el ceño porque mi bolso se mojó en el ferry y el baño se ha quedado sin toallas de papel. Curvo la boca en una enorme sonrisa falsa, se ríe y saca una pastilla para la tos. —Encontraron a alguien para trabajar en la tienda de regalos a partir de hoy —dice—. ¿Tienes algo que te gustaría decirme? Le sonrío. —He oído decir que comer muchas de esas cosas que tanto te gustan da gases. Se ríe. —A mi mujer le habrías encantado. ¿Te gustan los Jaffa Cakes? Harriet los adoraba. Solían ser difíciles de encontrar por aquí, pero ahora los supermercados han internacionalizado sus pasillos y se puede encontrar cualquier cosa. —Me encantan —digo, y me preguntó qué diablos son los Jaffa Cakes. Me sonríe. —Ahora, ¿qué vas a hacer cuando te traiga una caja de esos? —Decirle a mis padres que mi nuevo novio es un poco mayor que yo. Clement se ríe tan fuerte que se ahoga con su pastilla para la tos, haciendo que la gente del área de recepción venga corriendo con agua y —
  • 58. 58 ofrecimientos de ayuda. A veces pienso que dio más dinero al hospital de lo que la gente rumorea, porque normalmente la gente de recepción no se mueve ni se moverá a menos que alguien se esté desangrando por todo el lugar. O si es el momento de su descanso. —Vamos —dice, sacándome fuera del grupo de mirones—. Dile a Eli que le dije “Hola”. Me acerco a la unidad de Tess, y veo a Eli sentado fuera de la pequeña sala de espera. Es fácil de detectar porque un par de auxiliares de enfermería están ocupadas organizando los carros en la puerta y están mirándolo embobadas. Les pregunto si han visto a Claire, y las dos se encogen de hombros y vuelven a mirarlo embobadas. Me abro paso más allá y entro en la habitación donde se encuentra Eli, apoyado con los dedos de una mano en una silla mientras mira fijamente la televisión atornillada a la pared. —Oye —digo, y me digo a mí misma que la patada en la tripa que siento cuando me mira es sólo una reacción involuntaria. Como los calambres en el estómago después de comer alimentos en mal estado. —Oye —dice, en una voz tan baja, estable y dulce como la recordaba. Las auxiliares siguen fuera de la sala, embobadas mirando con tanta fuerza que puedo sentir sus miradas aburridas sobre mí. Puedo verlas preguntándose cómo y por qué alguien como él está hablando con alguien como yo. —¿Estás listo? —digo, y ellas dejarán de preguntárselo tan pronto como Tess se despierte y lo vean con ella. —¿Has visto a Clement? —Sí. Dice que te diga “Hola”. Eli se levanta entonces, despegándose de la silla como una obra de arte que cobra vida, toda gracia y piel del color de los caramelos que mi madre suele comprar, caramelos de envoltura dorada individual que fundiría y vertería en el helado.
  • 59. 59 Tess se lo comería en cucharadas llenas. —Yo… tú, ¿estás bien? —dice, mirándome con un poco de duda. Yo asiento y digo: —Sí. Vamos a ver a Tess, la adorarás, confía en mí —Dispuesta a que mi voz no se agriete, disponiéndome a sonar normal, como si no estuviera esperando que me duela con tanta fuerza el corazón. Como si no lo estuviera notando. Nos dirigimos hacia el vestíbulo y tecleo el código en la puerta que permite a las enfermeras saber que alguien está esperando para entrar. —Quería decir, quería preguntarte acerca de tu bolso —dice Eli—. Parece un poco mojada. Puedo conseguirte una toalla o algo para secarla si es necesario. Sacudo la cabeza, diciendo que no sin palabras, porque no puedo hablar ahora. No sé qué pensar sobre el hecho de que incluso se dio cuenta de que mi bolso estaba mojado. Nadie… ha pasado mucho tiempo desde que alguien me miró y me vio. Ojalá… Por suerte, antes de que pueda terminar ese peligroso pensamiento, una enfermera nos abre y caminamos a la habitación de Tess. Una vez que hice eso y me senté en mi sitio de costumbre, me siento mejor. Menos impulsada por su comentario. Porque él me haya notado, aunque fuera sólo por mi bolso. Miro a Tess y le toco el hombro, esperando que su pecho suba y baje. Es sólo un pequeño movimiento, pero el más grande que hace. El que nos mantiene a todos viniendo aquí. Nos tiene a todos esperando. —He traído a alguien a verte —le digo, y luego miro a Eli. Se sienta frente a mí, y creo que ella lo ha atrapado, que está atrapado por su belleza, como todos los demás, sin embargo luego comienza a
  • 60. 60 golpear ligeramente la silla con los dedos de una mano y me mira como si estuviera esperando algo. —Es tímido —le digo a Tess, y luego lo miro de nuevo, ampliando los ojos para que sepa que se supone que debe estar hablando ahora—. Pero le oíste el otro día, ¿recuerdas? ¿El tipo de la voz? Eli se aclara la garganta y dice: —Hey. Miro la cara de Tess. Nada. —¿Puedes decir algo más? —digo. —¿Cómo qué? —No sé. Cualquier cosa que se les dice a las chicas cuando quedas con ellas. —No sé que más hacer. Tess habla con chicos. Yo no. Ni siquiera me notan. Me dirijo de nuevo a Tess y observo su rostro cuando empieza a hablar. —Um. Soy Eli —dice—. Voy al Saint Andrew‟s. Soy junior, y yo… —¿Un junior? —digo y lo miro de nuevo. Sus dedos están todavía golpeando la silla—. No hay forma de que seas un junior. —Lo soy. Oh, mierda. Estaba segura de que estaba en el último año, con dieciocho y preparándose para la universidad. —No te pareces a ninguno de los chicos de mi escuela. ¿Cuántos años tienes? —Tal vez se retrasó un año o algo así. Cualquier cosa. —Diecisiete. Doble mierda. —Está bien, pero tendrás dieciocho pronto, ¿verdad? —Bueno, si cuentan nueve meses como pronto. Amplio mis ojos de nuevo y luego miro a Tess. —Muy pronto, ¿verdad?
  • 61. 61 —Oh. Cierto —dice. —Le podrías hablar sobre la universidad —le digo a Tess—. Como sobrevivir al primer año y todo eso. Tú realmente estás sólo a mitad de tu segundo año, y veinte no es mucho más mayor que dieciocho. Además él está pensando en especializarse en inglés, como tú. Si despiertas, los dos pueden tratar de convencerme de que Shakespeare es interesante, no importa que no se pueda comprender nada sobre la gente de la que habla en sus obras. —Yo no voy a especializarme en inglés. Y no sé lo que hay de bueno en Shake… Me aclaro la garganta entonces, para conseguir que se detenga, y lo miro. Ni siquiera está mirando a Tess. Me mira como si fuera una especie de rompecabezas que no puede entender. Tal vez esté abrumado por Tess o piensa que soy rara. O ambas cosas. —Está bromeando —le digo a Tess—. Ya sabes cómo son los chicos. ¿Recuerdas cuando fuiste Julieta durante el tercer año de preparatoria y el suplente puso laxantes en el almuerzo de Bill Waford para ser el que iba a darte el beso? Y luego Bill tuvo que salir corriendo durante la obra mientras… —¿Ocurrió eso realmente? —dice Eli. Todavía está tamborileando con los dedos, pero ahora contra sus brazos. Es como si estuviera tocando el piano en la piel o algo así. Asiento con la cabeza. —Solo que cada tipo de la escuela adiciono para Romeo tan pronto como se enteraron que Tess fue a audicionar para Julieta. —¿Y si no hubiera obtenido el papel? —Mira, ahora tienes que despertar —le digo a Tess—. Muéstrale cómo no hay forma de que alguien más pudiera haberlo conseguido. Eras la única que podría interpretar a una chica muriéndose. —¿Estabas en la obra?
  • 62. 62 —¿Qué? —digo, asustada. —La obra. ¿Estabas tú en ella? —¿Quién querría verme en el escenario? —digo—. Además, todo el mundo sabía que Tess iba a intentarlo, ni siquiera abrían las audiciones para alumnos de primer año. —¿Así que eres una junior ahora, como yo? —Sí —digo, sorprendida de que estuviera imaginando en qué grado estoy—. Pero estás más preparado para la universidad y esas cosas que yo. Eli mira sus manos, que todavía se están moviendo, y luego se sonroja. Hasta avergonzado se ve bien. No se vuelve de color rojo brillante ni nada, pero dos manchas de color aparecen debajo de sus pómulos, haciendo que parezcan más prominentes. Eso lo hace lucir más vulnerable y casi accesible a alguien como yo. Me pilla observándolo. Puedo decirlo porque se queda quieto por un momento, mirando directamente hacia mí. Maldita sea, maldita sea, maldita sea. Me dirijo de nuevo a Tess, observando su rostro todavía. —Di algo, por favor —le digo, porque no sé que más decir, y no quiero pensar en que él me atrapó mirándolo. —¿Cómo qué? —Habla con ella como lo harías si yo no estuviera aquí —le digo—. Sólo pretende que soy parte de la pared o algo así. Si actúa como si yo fuera invisible, voy a serlo, y entonces las cosas serán normales otra vez. Se queda en silencio por un momento, y luego dice: —No sé cómo se supone que debo actuar como si tu hermana fuera parte de la pared, Tess. Es muy… es como un dragón, una especie de…
  • 63. 63 Eso duele. Pero le pedí actuar como si yo no estuviera allí, ¿no? Y me llama gran monstruo escamoso que escupe fuego. Fabuloso. —¿Ves? —le digo a Tess, y me aseguro de mantener mi voz ligera—. Está claro que tienes que ser protegida de mí. Así que despierta, ¿de acuerdo? Nada. Coloco las rodillas contra el pecho, me encrespo en la silla, y juego con los cordones de mis zapatillas. —Lo siento — dice Eli. —Oh, sólo está coqueteando —digo, y me obligo a desenroscarme, sonando despreocupada, ¿pero qué más necesita?—. Verás cuando llegues a conocerla. El verano anterior fue a la universidad, estaba trabajando aquí, en el Gourmet Orgánico, y los chicos de Milford realmente viajaban en ferry a Ferrisville sólo para intentar que ella llegara a hablar con ellos. Bueno. Un chico. Jack. —¿No te gusta el Gourmet Orgánico? —¿Qué quieres decir? —Hiciste una mueca cuando lo nombraste —dice. Me encojo de hombros. —Eso es lo que los dragones hacen. —No quería decir… —Está bien —le digo. Sé lo que parezco. Lo que… lo que soy. Tan pronto como lo he dicho, miro a Tess de nuevo, pero todavía está inmóvil. Aún en silencio. Todavía no está completamente aquí. —Deberíamos irnos ahora —digo, y me levanto. Me obligo a decir adiós a Tess, tratando de no actuar como si él hubiera conseguido hacerme admitir lo que soy y cómo lo hizo frente a ella, me ha sacudido. Me obligo a no mirarlo.
  • 64. 64 Fuera de su habitación, salgo de la unidad y me dirijo a los ascensores. No lo miro cuando digo: —¿Misma hora mañana? Espero que diga que no piensa que esté funcionando, que tenerme allí es molesto o extraño, o ambos, pero dice simplemente: —Bien. No miro hacia atrás cuando me voy, y no pienso en él camino a casa. Pienso en lo que pasó el verano antes de que Tess fuera a la universidad, cuando tenía dieciocho años y yo tenía quince, en su lugar. Pienso en Jack.
  • 65. 65 Traducido por Mery Shaw Corregido por Roochi ess conoció a Jack primero. Ella había conseguido una beca para la universidad, por supuesto, pero no por sus calificaciones, si no porque ejemplificaba el potencial del liderazgo. Consiguió un trabajo de verano en Milford como cajera en el caro Organic Gourmet (Milford no tenía cosas como los supermercados, ya sabes. Sólo cosas de marca y boutiques. Ugh.) Mis padres no lo entendieron, no comprendían que no quisiera ver a sus amigos, que no quisiera salir a divertirse. ¿Por qué no se preocupaba por las universidades a las cuales debía ir? Pero ella dijo que quería un trabajo. Dijo que quería ahorrar dinero para libros y otras cosas que la beca no cubriría. Para ser honesta, creo que consiguió el trabajo porque Claire vivía demasiado cerca de nosotros, y porque Claire había dejado de esconderse en su casa. En su lugar, había comenzando a salir al jardín, a caminar por la ciudad, presumiendo a Cole y sonriendo como si ella brillara por tener algo que nadie más tenía. Creo que ahí fue cuando Tess supo que Claire nunca iba a disculparse como ella esperaba. Así que Tess se puso a trabajar, y Jack entró en Organic Gourmet el miércoles 30 de junio. A veces me pregunto si siempre recordaré esa fecha y como me sentí cuando levanté mi mirada del libro que estaba leyendo en el pórtico de enfrente, cuando escuché a Tess venir por nuestra calle y lo vi
  • 66. 66 caminando detrás de ella, con sus hombros encorvados como si estuviera nervioso. Y era él. Me di cuenta tan pronto como lo vi. Jack era guapo, alto, con pelo rubio y gafas de montura metálica que siempre estaba empujando en la nariz. Él tenía pecas en las mejillas, muchas y dispersas, y en esa primera noche, mientras estaba hablando con Tess en las escaleras, pude ver la parte inferior pálida de sus brazos que sobresalían de la camiseta que llevaba. Sus brazos no eran delgados como si pareciera enfermo o algo así, pero a primera vista esa piel… parecía vulnerable, de alguna manera. Y aquello se adentró en mí. Él se adentró dentro de mí. Jack parecía nervioso. Parecía necesitar un abrazo. Y yo quería ser la única que lo abrazara. Cuando lo miré, vio como me sentía, insegura pero entusiasmada, lista para enamorarme. Ese era el problema, claro, que su mirada iba dirigida a Tess y no a mí. Tess era demasiado linda, y muy acostumbrada a ser adorada, así que le permitió que la acompañara a casa. Le permitió hablarle. Y por eso seguí sentada en el pórtico y los escuché hablar, enterándome que él iba a ir a la universidad para estudiar biología. Quería ser un doctor, quería unirse a una organización de voluntarios y trabajar en el extranjero. Quería ayudar a las personas que no podían encontrar ayuda de otra manera. Quería ser alguien. Nunca dijo que quisiera ser importante, por supuesto, pero yo entendía como se sentía cuando hablaba con Tess sobre sus planes. Yo no quería salvar al mundo o algo como eso, pero quería vivir y trabajar en un sitio donde las personas me notaran. Donde yo no fuera únicamente “la hermana de Tess”. Donde yo no era la pequeña y fea versión de la perfección. Donde yo era sólo yo. Jack estaba contento de estar en Saint Andrew, porque quería ir a una escuela donde no conocía a nadie, y no tenía una novia desde que una
  • 67. 67 chica con la cual salía formalmente lo dejó justo después de terminar la escuela (Las escuelas en Milford nunca tienen bailes de graduación, sólo bailes formales), y entonces se fue con su mochila alrededor de Europa hasta que ella se fue a la universidad. Tess nunca supo esas cosas. Pero yo sí. Yo hice preguntas, y él las respondió. Eso sucedió después, sin embargo. Primero, yo tuve que verlo con Tess. Yo lo había esperado y lo había visto caminar junto a ella a casa cada noche, le vi escuchándola hablar hasta que sonreía y se despedía y él se iba por su camino totalmente sonriente y feliz de haberla visto. Una manera en que ella se aseguraba que todos ellos se dieran cuenta de que ella los había dejado. Después de una semana, sin embargo, Tess le deseó buenas noches y se fue, y Jack se quedó frente a la calle de nuestra casa con sus hombros caídos otra vez, como si finalmente entendiera el significado de esas sonrisas y saludos. Que en realidad, no eran nada. Los shorts eran un poco grandes para él y le colgaban un poco más allá de sus rodillas. La piel de sus brazos, sus muñecas y el torso descubierto entre los botones de su camisa, brillaban pálidamente por la luz de la luna, y cuando él dio la vuelta supe que no iba a regresar. No sé como lo sabía, quizás por la manera en que caían sus hombros, igual que los míos, sintiéndose invisible. Me alejé de la casa y lo alcancé. —Soy la hermana de Tess —dije—. Abby. —Lo sé —dijo—. Ella me habló de ti. No creo que te veas como un duende, sin embargo. —¿Un duende? —Tess siempre me describía de esa manera, y creí que en su mente trataba de ser amable. ¿Pero yo realmente me parecía una criatura mágica? Claro que no. Como sea, yo era pequeña y tenía los inusuales ojos de mi abuela,… Bueno, que Tess me describiera como un
  • 68. 68 “duende” era algo lindo viniendo de su parte. Ella siempre gustó de ideas sobre cosas mágicas. De fingir. —No, eso no es lo que dijo —dijo él—. Quiero decir, dijo… —Está bien —dije —. Creo que fue lindo de su parte decirlo. Y apuesto que te dijo que tú parecías un duende, también. Me sonrió, a pesar de que sus hombros cayeron un poco más. —No tiene citas con duendes, ¿verdad? —No tiene citas en realidad —dije—. Ella… creo que tiene en mente a un chico perfecto o algo, y creo… bueno, ¿quién es perfecto? —Ella es tan… es como si hubiera algo misterioso en ella —dijo—. Algo triste, creo. Tess era tan infeliz como cualquier chica muy popular y hermosa podría serlo, lo cual no era mucho, pero no le dije eso. Me gustó que pensara que había algo profundo en Tess. Pensé que si podía imaginar eso en ella, podría verlo también realmente dentro de mí. —Puedo ayudarte con Tess —dije—. Como dije, sé el tipo de chico que está buscando. ¿Te gusta la poesía? Negó con la cabeza. —Bueno —dije—. Tiene que gustarte ahora. Esa primera noche hablamos por una hora, hasta que la última llamada del ferry llegó con un solitario silbido desde el muelle, haciendo eco en la noche. Por supuesto, todo lo que habíamos hablado fue de Tess, pero hablé con él, y fui flotando a casa, más feliz de lo que nunca había estado. Yo no tenía suerte con los chicos. No es como si hubiera mucho en Ferrisville con lo cual tener suerte. Oh, había un par de chicos que eran lindos, pero conocía a todos sus padres y hermanos y primos, y yo sabía lo que ocurría con los chicos en Ferrisville. Crecían y conseguían un
  • 69. 69 trabajo en la planta. Crecían y su panza aumentaba y perdían su cabello y se sentaban en la playa durante el verano para rascarse la barriga, lentamente bronceándose por el sol. Quería más que eso. En cuanto a los amigos, entonces si tenía algunos. Todos en la escuela me saludaban y me invitaban a sus fiestas y todo eso. Pero no tenía nada en común con ellos, y la mayoría de mis “amigos” solo querían estar cerca de Tess, querían que ella los tuviera en cuanta y los invitara a su mundo. Había unos pocos que quizás sí yo les agradara, pero no eran como yo. Yo quería irme de Ferrisville, y ellos no. Querían ir a la universidad local, o incluso a la universidad estatal a una hora de distancia, pero regresarían. Nadie de sus familias había dejado esta ciudad, ¿por qué ellos lo harían? Las personas vivían en Ferrisville y se quedaban aquí. Puede ser pequeño y la vida puede ser tranquila y suave, pero a nadie más parece importarle eso. Creída, me decían mis supuestos amigos cuando me detenía a hablarles durante ese verano. Supongo que pensaban que me creía ser demasiado buena como para hablarles, que yo de alguna manera me convirtiera en alguien como Tess. Yo no creo ser mejor que ellos, y sabía que no iba a ser como Tess. No quiero serlo. Yo sólo quería un mundo donde estuviéramos Jack y yo y nadie más. Lo quería solo para mí y, por un tiempo, pensé que él también lo quería. Y luego, después de que aquello hubiera terminado, yo no quería regresar con mis amigos. Yo no quería pedir perdón, no quería rogar que me dejaran regresar a su lado cuando realmente no quería ser parte de su grupo. No quería vivir en Milford, pero no quería vivir tampoco en Ferrisville. No quería escuchar sobre chicos o ropa o fiestas, ni nada de eso. Sólo quería que me dejaran sola. Y así era yo. Y así soy yo.
  • 70. 70 Pero esto es ahora, y aún no he llegado a ese punto. Aún tenía que romper mi propio corazón. Al final fue fácil. Jack siguió hablando con Tess, siguió acompañándola a casa. Fue voluntario para recolectar muestras de agua en el río de Ferrisville como parte de un proyecto del estado para ver qué cantidad de productos químicos tenía dentro. Y yo me quedaba hablando con él. Jack trató de hablar con Tess sobre poesía, y yo le hablé sobre biología, sobre las últimas tendencias médicas, sobre los países en que se necesitaban médicos. Él invitó a Tess a cenar, y cuando ella le dijo que no, yo le hice sándwiches para ambos, los comimos sentados en la oscuridad de la playa, hablando. Hablábamos sobre Tess cada vez menos, y más de él. Sobre mí. Él fue y siempre será el único chico al cual le dije la verdad sobre cómo me sentía a veces, cuando Tess estaba conmigo. Sobre como odié ser su sombra. —No deberías pensar así —me dijo una noche. Estábamos en la playa, como siempre, empujó sus gafas arriba en su nariz y se giró para mirarme, la luz de la luna hacía que su cabello rubio luciera más hermoso, el pelo de Tess jamás podría llegar ser así. —No eres absolutamente igual a Tess, ¿entonces por qué compararte? Ella es hermosa por fuera, pero tú… tú tienes el… —Aclaró su garganta—. Tienes el alma más hermosa. Sé que suena estúpido, pero es verdad. Cualquier chico sería afortunado de tenerte. ¿Cómo podía no besarlo después de que me dijera eso? Así que lo hice, y él me devolvió el beso. Dejó caer el resto de su sándwich, y cuando nos separamos me miró fijamente como si nunca me hubiera visto antes. —Abby —dijo, y el ferry silbó. —Veo en ti lo que Tess no ve —dije—. Te veo, Jack. Y creo que eres increíble. Nos vemos aquí mañana en la noche. Sólo… sólo tú y yo.
  • 71. 71 —¿Increíble? —dijo—. ¿Yo? —Sonó tan sorprendido que tuve que besarlo otra vez. Y la siguiente noche, tomó el ferry más temprano, y salí de casa después de la cena y lo encontré en la playa. Mis padres no se preguntaban a dónde iba o lo que estaba haciendo. Nunca se preocupaban por mí. Tess era quien recibía las llamadas telefónicas todo el tiempo, los chicos se peleaban por salir con ella, (incluyendo una pelea memorable durante un picnic con mis padres) y no les importaba que ella se pasara el toque de queda, en silencio sacudía su cabeza cuando mis padres le exigían saber donde había estado. Las fiestas se terminaron cuando ella dejó de salir con Claire, ahora sólo nos decía una y otra vez que conseguiría entrar en una buena universidad, todo ello seguido por largos periodos de estar sentada en silencio en su habitación. Pero los chicos aún la seguían llamando, y la gente todavía quería verla. Mi padre algunas veces bromeaba diciendo que formábamos parte del Servicio de Mensajería Tess. Por lo tanto, no, mi madre y mi padre no se preocupaban por mí. Yo era libre, libre de alguna manera. Era libre para hacer lo que quisiera, para seguir a mi corazón. Libre para ser una idiota. Y fui una. La peor parte de esto es que no puedo culpar a Jack. Él nunca me mintió. Cuando se presentó la primera noche para verme a mí y no a Tess, me dijo que yo le gustaba, pero que aún tenía sentimientos por Tess. —Sólo… creo que si llegara a conocerme, yo le gustaría —dijo—. Sé que probablemente suene tonto, y obviamente me gustas demasiado, ya que estoy aquí, pero yo… ¡Argh! Esto suena menos estúpido en mi cabeza.
  • 72. 72 —Pero no te quiere —le dije, y luego me mordí el labio cuando vi caerse sus hombros—. No te entiende. Yo lo hago. Y somos tan parecidos y yo… yo puedo hablar contigo. Me gusta eso. —Puedo hablar contigo, también —dijo, y me sonrió—. Tú no quieres que aprenda cómo colocarles Botox a mujeres viejas, como hace mi familia. —O como despellejar una cara. —Había escuchado a Tess decírselo la última vez que hablaron. Era buena para divertir a los chicos. Estos la perseguían, y ella los ignoraba, y entonces terminaban enamorándose de otra chica, una que veía las cualidades interiores que Tess no había visto antes. —Traje comida esta noche —me dijo Jack—. PB&J*, sin corteza. Tú favorito, ¿verdad? Dije que lo era, porque que era su favorito, y yo asentí, patéticamente feliz de que él me notara, que me escuchara. Cuando terminé con mi sándwich, besé una mancha de mantequilla de maní en su boca. Me devolvió el beso, y yo estuve aún más feliz. Creo que aquello podría haber terminado ahí, un par de visitas nocturnas, algo de comida compartida y el saber que alguien podía tener sentimientos por mí, excepto que era demasiado agradable besarlo. Y que me besara de regreso. Jack era todo lo que quería de un chico, lindo, listo, dulce, y pensé… Pensé que me encantaría poder hacer el amor con él. No, eso es una mentira. No pensé eso. Yo esperaba eso, esperaba que eso me ocurriera con él, quería tener sexo con él. Quería sus pálidos brazos a mí alrededor; quería verlo todo de él. Quería que él viera todo de mí. Me dijo que no creía que fuera una buena idea. Dijo que sólo tenía quince y él tenía dieciocho e iba a irse a la universidad y que tenía que olvidarlo.
  • 73. 73 —No quiero hacerte daño. Es sólo… me gustas demasiado. No quiero ser el chico al cual recuerdes y le desees una muerte dolorosa. Y te conozco. Desearas algo realmente horrible para mí. Lloré. Aún dijo que no. Así que la próxima vez que lo vi, le di un té helado Long Island, una bebida que mi madre hacía únicamente en días de verano, cuando ella y mi padre compartían una copa y una sonrisa el uno al otro, de una manera tan soñadora que era tan linda como grotesca para mí. Jack no dijo que el sexo fuera una mala idea con un gran vaso de té en su sistema, sólo rió y dijo que estaba borracho, las palabras le salían arrastradas, y luego agregó que su padrastro tenía razón y que debía ir a más fiestas. —Me dijo que no sabía cómo beber. Que imbécil —dijo, y me sonrió con tanta dulzura, con tanta tristeza—. Eso es lo que dice que seré. Lo que soy. Un imbécil. Basura. —No lo eres —dije, inclinándome y acunando su rostro entre mis manos, presionándome contra él—. Nunca lo has sido. Eres la mejor persona que conozco, y te amo. Tuvimos sexo sobre una manta entre los árboles que crecían cerca de la playa. —Te amo —me dijo durante el sexo. Excepto que dijo: —Te amo, Tess. Se quedó inmóvil tan pronto como lo dijo, pero ya era demasiado tarde. Todavía recuerdo el frío que repentinamente sentí, el viento haciendo que toda mi piel se pusiera de gallina por todo mi cuerpo. La forma en que Jack se apartó de mí y se arrodilló, encorvado y en silencio, la postura perfecta de arrepentimiento. Me dijo que lo sentía, que era estúpido, y que no debió haberlo dicho. Dijo que sabía que me había hecho daño y que desearía poder regresar atrás en el tiempo.
  • 74. 74 —Fueron simples palabras —le dije, interrumpiendo su disculpa—. No tienes que decir… —Abby, no —dijo—. Es que dije que amaba a tu hermana cuando tú y yo… no puedo regresar atrás en el tiempo. No debí haber dicho eso. —Pero yo… —No quiero volver a ser quien solía ser —dijo—. Yo no puedo… no quiero ser ese tipo de chico. Y aquí estoy, y yo… —Me entregó mi ropa— . Lo siento tanto. No lo entendí. Eran sólo palabras. Yo lo amaba y sabía que yo le gustaba. ¿No podía eso ser suficiente? Lo era para mí. Y cuando dije eso, porque lo hice, me avergoncé mucho, me dijo: —No es suficiente para mí. Yo no puedo… no puedo amarte. No como… no como tú me quieres. No cómo desearía poder hacerlo. Y eso fue todo. Me dijo que regresaría la siguiente noche, y así lo hizo, se sentó en la playa con una bolsa de papel en la mano. Me escondí y lo observé hasta que se fue. Olvidó la bolsa, y esperé hasta que escuché el ferry silbar para ir a buscarla. Dentro había un sándwich de mantequilla de maní y mermelada y una nota. Dos palabras. “Lo siento”. Me senté allí, sintiendo cómo el viento lanzaba la arena sobre mí y mi ropa, sintiendo el aire de la noche humedecer la bolsa de papel. Tiré la bolsa dentro del río sin el emparedado dentro, ya había suficientes químicos allí, y rompí en pedazos la nota y los esparcí por el camino mientras regresaba a casa, viendo cómo los pequeños trozos de papel se volvían grises a medida que se empapaban en la calle. Llegué a casa y vi una película sobre el fin del mundo con Tess. Un par de días más tarde, vino a casa del trabajo y dijo que Jack le había preguntado si alguna vez quería salir con él.
  • 75. 75 —Me sentí tan atrapada, como si tuviera que hacer algo, decir algo — dijo—. Había un montón de personas mirándonos, y noté que quería que le dijera que sí. Puedo decir que todos querían que dijera que sí, para tener una hermosa historia que contar a sus amigos, y además él sería feliz y todo el mundo sería feliz, pero yo sólo… no pude. Lo extraño fue que después de que se lo dije, me dijo: “Desearía no haber tenido que saber tu respuesta. Desearía ni siquiera haberlo preguntado”, fue como, “¿Por qué dices eso?” Porque él necesitaba saberlo. Porque a veces, tienes que romper tu propio corazón. Sé que Jack no quería hacerme daño. Pero lo hizo, y todo el amor que sentí por él se volvió odio. Odio a Jack, pero me odio a mí misma mucho más. Quería que alguien me viera, sólo a mí, y me quisiera sólo a mí, y ya he visto que eso no iba a ocurrir. Pero, ¿Qué podía hacer? Sólo salir adelante e intentarlo de todos modos. Fue una estupidez. Y pagué por ello. No tengo que preocuparme por eso ahora. He aprendido la lección y no quiero ni pensar en intentar cualquier cosa con nadie más. Nunca. Sólo quiero estar sola. Y así soy yo.