GUÍA PARA EL REZO DEL SANTO ROSARIO, tamaño cuartilla A5 .pdf
Lección 12 - Doctrina y vida de la Iglesia
1. R O M A N O S - L E C C I Ó N 1 2
Los mandatos de Dios para todos los
creyentes en cuanto a los hermanos y
aquéllos que les hacen el mal.
2. A. Debemos mostrar el amor de Dios de
una manera genuina a toda la gente.
Pablo dio unos mandatos muy prácticos acerca de
cómo debemos convivir con otros cristianos y con
todos los demás, están escritos en Romanos
capitulo 12.
Sería imposible obedecer estos mandatos si
estuviéramos unidos todavía a Adán y bajo el
control del pecado como nuestro señor y amo.
3. A. Debemos mostrar el amor de Dios de
una manera genuina a toda la gente.
Leamos Ro. 12:9a.
“El amor sea sin fingimiento”.
Dios nos manda amar a todos con el mismo amor
que Dios nos mostró a nosotros.
Es fácil fingir que amamos a los demás para que
piensen y digan que somos buenos o para que nos
hagan favores.
Pero esa clase de amor no es genuina.
4. B. Debemos aborrecer toda maldad.
Leamos Ro. 12:9b.
“Aborreciendo lo malo y adhiriéndoos a lo bueno:”
Siendo que somos hijos de Dios y el Espíritu Santo
ahora vive en nosotros, debemos darle la espalda a
todo lo que Dios odia – todo lo que es malvado y
cualquier cosa que pueda herir a otras personas – y
no tener nada que ver con ello.
5. C. Debemos amar y respetar a los
hermanos cristianos.
Leamos Ro. 12:10.
Se nos dice que debemos aceptar y amar a todos
los creyentes como si fueran nuestros propios
hermanos y hermanas amados.
Es muy fácil para nosotros no querer a algunas
personas, aun siendo ellos hijos de Dios.
6. D. Debemos hacer el trabajo cristiano con
diligencia.
Leamos Ro. 12:11.
Ahora que somos hijos de Dios, la obra de Él debe ser
más importante para nosotros que cualquier otro
trabajo que tengamos que hacer.
Claro que todavía tenemos que ir al trabajo, llegar
temprano, cumplir un horario, y todo esto para
proveer para la familia pero el trabajo del Señor debe
ser aún más importante que estas labores rutinarias.
7. E. Debemos aceptar la tribulación con
paciencia y en actitud de oración.
Leamos Ro. 12:12.
Mientras estemos en este mundo y en estos cuerpos
donde todavía mora el pecado y la muerte,
tendremos problemas y dificultades.
Pero acuérdense de lo que dijo Pablo anteriormente
en esta carta a los Romanos. Leamos Ro. 8:28,29.
8. F. Debemos prestar ayuda y hospitalidad a
los hermanos cristianos con gusto.
Leamos Ro. 12:13.
Antes de nacer de nuevo, vivíamos para agradarnos a
nosotros mismos. Éramos egoístas y siempre
pensábamos cómo adquirir más cosas.
Pero Dios nos crucificó con el Señor Jesús. Esa vieja
persona egoísta que éramos falleció cuando murió el
Señor Jesús.
9. G. Debemos tratar con amabilidad a quienes
nos persigan y hablar de ellos con benignidad.
Leamos Ro. 12:14.
Cuando ustedes eran hijos de Satanás, ¿qué hacían
cuando la gente decía mentiras acerca de ustedes o
hacía cosas para lastimarlos?
Sería imposible para nosotros amar a las personas
que nos hacen maldades si el Espíritu Santo no
viviera en nosotros.
10. H. Debemos considerar como nuestros los
dolores, gozos y sentimientos de los demás.
Leamos Ro. 12:15,16.
¿Se acuerdan de la historia de Jesús cuando levantó
a Lázaro de los muertos?
Cuando Jesús fue a la tumba con Marta y María, las
hermanas de Lázaro, para levantar a Lázaro de los
muertos, María y las personas que le acompañaban a
la tumba estaban llorando. El apóstol Juan nos dice
en su libro lo que pasó. Leamos Juan 11:33-36.
11. I. Debemos amar a la gente común y las
cosas corrientes y sencillas de la vida.
Leamos Ro. 12:16b.
Es muy fácil para nosotros ser amables con las
personas que nos parezcan muy inteligentes o que
tengan más posesiones que nosotros.
¿Pero qué pasa con la gente que no es tan lista? ¿Qué
tal de los que son débiles o pobres?
12. J. Nuestra meta no debe ser vengarnos, sino
convivir pacífica y cuidadosamente con todos.
Leamos Ro. 12:17-21.
Si alguno nos hacía una maldad cuando estábamos
bajo el control del pecado como nuestro amo, le
devolvíamos mal por mal.
Ahora que hemos sido librados del poder del pecado,
no tenemos que reaccionar de una manera mala
cuando alguien nos trate así.