Desarrollo y Aplicación de la Administración por Valores
Eclesiástico
1.
2. Nos encontramos ante
el ejemplo más
completo de literatura
sapiencial judía. La obra,
única en el AT que lleva
la firma de su autor,
Jesús Ben Sira, gozó
desde el principio de un
enorme respeto tanto
en círculos judíos como
cristianos.
Probablemente fue el
primer libro
deuterocanónico puesto
por escrito.
3. Aunque falta el original hebreo del comienzo de la
obra, su título puede deducirse del colofón tras
51,30 en el manuscrito B y de las cabeceras griega
(Sophia Iesou Huiou Sikakh) y siriaca del libro.
La tradición judía ofrece diferentes nombres del
libro, algunos lo titulan “Libro de Ben Sira”, otros
“Libro de instrucción”, “Instrucción de Ben Sira” o
“Proverbios de Ben Sira”
NOMBRE DEL LIBRO
4. El nombre “Eclesiástico”, que deriva del
título de la mayor parte de los manuscrito s
de la Vulgata, Ecclesiasticum, tiene
probablemente su origen en el gran uso que
se hizo del libro entre las comunidades
cristianas (ekklesiai) de los primeros siglos.
5. Mientras que la Iglesia Católica considera Eclesiástico
como obra canónica, judíos y protestantes lo tiene
como apócrifo. Ahora bien, como la introducción en el
canon católico de Eclesiástico y del resto de las obras
aludidas representa una segunda aceptación de obras
religiosas – la primera habría sido la del canon judío
sin más-, todas ellas reciben en la Iglesia Católica el
nombre de “deuterocanónicas”.
CANONICIDAD
6.
7. Los manuscritos de que disponemos dan el nombre del
autor de diferentes formas. En 50,27 del B puede leerse:
“Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sira”. Sin
embargo, tras 51,30, aparece de dos formas: una
“Simón, hijo de Jesús, llamado hijo de Sira”; la otra
como en 50,27.El colofón siriaco le llama “Jesús, hijo de
Simón, llamado hijo de Asira”. Dado que el traductor
dice en el prólogo “mi abuelo Jesús” y que en el título
griego que encaveza 51,1 puede leerse “Oración de
Jesús, hijo de Sira”, lo lógico es pensar que “Simón” es
una corrupción, y que el autor del Eclesiástico se
llamaba Jesús ben Eleazar ben Sira.
AUTOR
8. En cuanto a la fecha de composición, hay que penar
en las primeras décadas del s. II a.C., probablemente
pocos años antes de la rebelión macabea del año 168
a.C. Dos datos comprueban esta fecha: la mención, en
el prólogo de la obra, del año treinta y ocho del
reinado de Evergetes (que suele identificarse con
Tolomeo VII: años 170-116 a.C.), y el elogio del sumo
sacerdote Simón, hijo de Onías, en Eclo 50,1-24.
FECHA
9. No hay razones que nos hagan dudar que el libro fue
escrito en Jerusalén. Si tenemos en cuenta la
formación del autor, sus amplios conocimientos de
las tradiciones teológicas y sapienciales de su pueblo
y su más que posible familiaridad con la cultura
helenista, habremos de decir que Ben Sira fue un
famoso maestro de Sabiduría (50,27), de cultura
cosmopolita. En tales circunstancias, la cuna de su
formación y la sede óptima de su magisterio hubo de
ser naturalmente Jerusalén.
LUGAR
10. 1) Eclo 1,1 – 23,27: esta sección, quizá el primer volumen
publicado de la obra, es introducida por un poema de
alabanza a la sabiduría, que tiene su origen en el temor del
Señor (1,1-20)
1) Eclo 24,1 – 42,14: inicia con un poema de alabanza a la
sabiduría. Este don divino penetra toda la realidad creada,
pero habita especialmente en Jerusalén y es identificada con
la ley de Moisés.
1) Eclo 42,15 – 50,29: Los poemas de esta sección pudieron
haber aparecido en circunstancias especiales, antes de su
incorporación a la obra tal como la tenemos ahora.
ESTRUCTURA
11. Según Ben Sira, la sabiduría es el bien-don supremo al
que puede aspirar el ser humano. Se trata de una
cualidad divina presente de modo general en toda la
creación, y de manera particular en la Ley mosaica.
CLAVES TEOLÓGICAS
12. Ben Sira adopta el monoteísmo ético: el Señor es el
único y solo Dios de quien proceden el bien y el mal; el
destino del hombre está en sus manos. Pero, a pesar de
éste y otros aspectos que acaban estructurando una
rígida doctrina de la predestinación, no deja de afirmar
que el hombre es un ser libre, y que la sabiduría se
adquiere mediante el esfuerzo humano (6,18-37). El
hombre puede elegir entre el bien y el mal, de ahí que
la responsabilidad e cara al mal no puede ser atribuida
a Dios (15,11-20).
13. Un segundo contraste
es el referente al
pesimismo y
optimismo. El hombre
fue creado del polvo
(33,10) y al polvo debe
volver (17,2), e
inevitablemente
termina su existencia en
la solidad del Seol. Por
otra parte, el hombre
fue hecho a imagen de
Dios.
14. Otro de los aspectos desconcertantes es el referente a
la doctrina de la retribución. Dio es justo e imparcial:
la gente buena recibe cosas buenas; los
pecadores, cosas malas (39,25). Ben Sira enseña que
esta justa retribución opera en el más acá, pues no
cree en un más allá. Pero, por otra parte, no pasa por
alto la serie de objeciones que se levantan contra una
teoría de este género (p. ej. Job).
15. Evidentemente se da cuenta de que los duros hechos
de la experiencia común, con su gran carga de dolor
inexplicable, contradicen tal teoría, al menos a
primera vista. Por eso intenta deliberadamente
superar la contradicción, distinguiendo entre la
apariencia y la realidad. No sabemos cuándo, pero
todo se cumplirá a su tiempo, aunque
aparentemente la realidad parezca llevar la contraria
a la justicia de Dios.
16. La existencia de un original hebreo de la obra de Ben
Sira se basa no sólo en el testimonio del nieto-
traductor, sino también en la existencia de citas en
algunos escritos rabínicos. Sin embargo, lo cierto es
que, hasta antes de 1896, sólo conocíamos las
versiones griega, siríaca y latina.
IDIOMA
17. Entre esta fecha y 1900, el descubrimiento de una
“geniza” (almacén de manuscritos inservibles) en
las excavaciones efectuadas en la antigua sinagoga
de El Cairo sacaron a la luz lo que los
investigadores posteriores determinaron como
copias medievales del original hebreo de Ben Sira,
repartido en cuatro manuscritos distintos.