3. «Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de
la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de
los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron;
y provocaron a ira a Jehová» (Jueces 2:12)
Los jueces
El pueblo
se apartó
de Dios y
adoró a
otros
dioses.
El reino unificado
Salomón
se apartó
de Dios y
adoró a
otros
dioses.
± 1400 – 1050 a.C.
Envió jueces
para librarles y
les dio paz con
la unión del
reino.
± 1050 – 931 a.C.
Dividió el
reino,
permitiéndoles
cosechar las
consecuencias
de sus errores.
4. «Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos
becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante
habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses,
oh Israel, los cuales te hicieron subir de la
tierra de Egipto» (1ª de Reyes 12:28)
Tras la muerte de Salomón, las 12
tribus fueron divididas en dos reinos:
5. «E hizo [Amón] lo malo ante los ojos de
Jehová, como había hecho Manasés su
padre; porque ofreció sacrificios y sirvió
a todos los ídolos que su padre Manasés
había hecho» (2ª de Crónicas 33:22)
Los reyes del reino del sur
se mantuvieron, por lo
general, fieles a Dios.
Pero, desde la destrucción
del reino del norte, la
apostasía creció
grandemente en el reino
de Judá.
En ese periodo surgieron sus dos peores
reyes: Manasés y Amón (2ª de Crónicas 33: 9, 22).
Dios mandó muchos profetas para evitar el
desastre que traería su pecado.
6. «Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de
Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las
bestias del campo le he dado para que le sirvan»
(Jeremías 27:6)
Durante los periodos de crisis, Dios no
abandonó a su pueblo. Sin embargo,
para que pudieran volver a disfrutar
de la comunión divina, la disciplina
tuvo que ser cada vez más severa.
Desde 605 a.C., tras derrotar a Egipto
en Carquemís, Dios entregó a
Babilonia todas las naciones.
A través de Jeremías, se dieron a Judá
repetidos mensajes para que se
sometiese a Babilonia.
Durante unos 20 años, desde el rey
Joacim hasta Sedequías, el pueblo se
negó a creer que Dios pudiese cumplir
sus amenazas, y no se arrepintió.
7. «Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a
mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas,
cisternas rotas que no retienen agua» (Jeremías 2:13)
Dios había prometido su protección y su
prosperidad si Israel le era fiel (Jer. 2:2-3).
Sin embargo, el pueblo abandonó a Dios
(«fuente de agua viva») y adoraron ídolos
(«cisternas rotas»).
«Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde
está Jehová?».
«Los que tenían la ley no me
conocieron».
«Los pastores se rebelaron contra mí».
«Los profetas profetizaron en nombre
de Baal, y anduvieron tras lo que no
aprovecha».
¿Cómo actuaron sus dirigentes (Jeremías 2:8)?
8. Los judíos se engañaban a sí mismos pensando que
eran buenos y Dios nunca los castigaría (Jer. 2:23).
Entre ellos había un dicho: «templo de Jehová es
este» (Jer. 7:4). Todo estaba bien. Mientras ellos
adorasen a Dios en su templo, ¿qué más daba lo
que hicieran en su vida cotidiana?
Ellos no escucharon las advertencias de Dios, no
meditaron en sus propios caminos ni se
arrepintieron de sus pensamientos pecaminosos.
Ésta es una poderosa advertencia para nuestras
propias vidas. ¿Cómo está nuestra relación con
Dios? ¿Es para nosotros la religión una mera forma
exterior? ¿Está nuestro corazón entregado
completamente a Dios? ¿Vivimos en comunión
diaria con Dios?
«Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora,
e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis
hombre, si hay alguno que haga justicia, que
busque verdad; y yo la perdonaré» (Jeremías 5:1)
9. «Conviene que consideremos aquello que
pronto ocurrirá en el mundo. Este no es
un tiempo para dedicarlo a las cosas
frívolas o a las satisfacciones egoístas. Si
los tiempos en que vivimos no logran
impresionar de veras nuestras mentes,
¿qué otra cosa podría realizar un
impacto en nosotros? ¿No piden las
Escrituras un trabajo más puro y santo
que el que hemos visto hasta ahora?»
E.G.W. (Mensajes selectos, tomo 2, pg. 462)