Este documento presenta una introducción al libro del profeta Jeremías. Describe a Jeremías como un profeta tierno y emotivo que lloró mucho por los pecados de Israel y la destrucción que se avecinaba. También resume el contexto histórico turbulento en el que Jeremías predicó y la estructura compleja del libro que lleva su nombre. El objetivo principal del documento es ayudar a los lectores a conocer mejor al Dios de Jeremías.
1. Introducción
El libro del profeta llorón
J
eremías ha sido tradidonalmente calificado como «el profeta llorón». Pue
de ser que alguien piense que el dicho profeta no merece tal calificativo;
sin embargo, veremos que el mismo profeta nos provee razones que lo
justifican.
«El profeta llorón»
Jeremías era tierno de corazón, sensible por naturaleza y de un tempera
mento profundamente emotivo. Es conocido como «el profeta llorón» porque
repetidamente lloró por causa de los pecados del pueblo de Israel, por causa de
la amenaza de condenación que se cernía sobre su amada nación, y debido al
duro trato recibido por él de parte de sus líderes; todo esto sumado a la incom
prensión de parte de sus propios parientes. El conflicto entre sus sentimientos
personales y los severos mensajes de reprensión y de advertencia que se le man
dó transmitir, le causaron gran angustia personal; tanta, que quiso librarse de
la tarea. Pero no pudo (Jer. 20: 7-9).
Lloró al anticipar la triste suerte que le esperaba a su querido pueblo, y ex
clamó: «¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón» (Jer.
4: 19). Y en otro momento de solemne importancia expresó el lamento, «¡Ay,
si mi cabeza se hiciera agua y mis ojos fuentes de lágrimas, para llorar día y
noche a los muertos de la hija de mi pueblo!» (9: 1). Profundamente dolido
porque su pueblo no quería oír el mensaje de Dios, se decía: «En secreto llora
rá mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente, se desharán
2. 6 • El Dios de Jeremías
mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo» (13: 17).
Y por la misma razón este fiel mensajero divino añade, «derramen mis ojos
lágrimas noche y día, y no cesen» (14: 17).
Patéticamente le clama al Señor: «Tú comprendes, Señor; ¡acuérdate de mí
y cuídame! . . . No he formado parte de grupos libertinos, ni me he divertido
con ellos; he vivido solo porque tú estás conmigo . . . ¿Por qué no cesa mi do
lor? ¿Por qué es incurable mi herida? ¿Por qué se resiste a sanar?» (Jer. 15: 15-
18, NVI). En Jeremías tenemos a un profeta muy humano. Podríamos decir
que el mensaje de su libro fue predicado con sollozos y escrito con lágrimas.
Jeremías lloró la muerte de Josías, último buen rey de Judá, y compuso en
honor a él un canto fúnebre al que todos los cantores de la nación aludían en
sus interpretaciones luctuosas. Estos cantos, que se hicieron populares en Is
rael, forman parte de su otro libro, Lamentaciones (2 Crón. 35: 25). Pero no
debemos confundir una cosa con otra, porque a pesar de sus sentimientos sen
sibles y tiernos, Jeremías, fortalecido por su Dios, cuyo carácter él reflejaba, era
fuerte cuando de ser fiel a su misión se trataba. Autoridades tanto civiles como
religiosas trataron, sin éxito, de intimidarlo en muchas ocasiones, e intentaron
matarlo. Por ejemplo, el rey Joacim fue un gobernante duro y malvado que
trató de deshacerse del profeta, y al no poder lograrlo intentó comprar su silen
cio. No lo logró, porque Jeremías era insobornable. Jeremías se opuso a este
monarca de voluntad fuerte durante todo su reinado y, finalmente, le predijo
una muerte violenta (Jer. 22: 13-19).
El hombre y su tiempo
A Jeremías, uno de los más grandes profetas de Israel, le correspondió vivir
el que fue tal vez el período más crítico del pueblo de Dios en los tiempos del
Antiguo Testamento, el del sitio y destrucción de Jemsalén, la ciudad amada, y
del exilio subsiguiente. Debido al énfasis autobiográfico de su profería escrita,
rica en alusiones a su propia vida, es posible entender mucho más acerca de las
características personales, fortalezas y debilidades de su autor, que de cualquier
otro profeta hebreo.
La de Jeremías fue una época muy agitada durante la cual Judá fue invadida
y Jemsalén fue sitiada en repetidas ocasiones; algunos de sus reyes fueron des
tronados y ejecutados; la ciudad santa fue saqueada y quemada; el Templo fue
destruido; la monarquía fue finalmente abolida; la mayoría de la población fue
llevada cautiva a Babilonia, y Gedalías, un hijo del pueblo, fue puesto por go
bernador de los pocos judíos que quedaron en la tierra hasta que fanáticos ju
díos lo asesinaron y luego, temiendo represalias de los Caldeos, huyeron a
Egipto. Tales fueron los tiempos turbulentos en los que Jeremías entregó sus
3. Introducción: El libro del profeta llorón • 7
mensajes. Jeremías fue testigo ocular de la destrucción final de su amada ciu
dad en el 587/586 a. C. y murió probablemente unos pocos años más tarde.
Según la tradición, murió en Dafne, Egipto, apedreado por sus propios compa
triotas.
El libro
El libro de Jeremías es diferente a los libros actuales que muestran un desa
rrollo lógico, progresivo, y hasta secuencial en el tiempo, evidenciando un cu
brimiento sistemático. Si leyéramos a Jeremías con esta expectativa quedaría
mos desilusionados. No es un libro moderno y no debe ser evaluado con los
mismos patrones. Se ha dicho que de todos los libros proféticos este es el más
complejo en estructura.1Sus mensajes no están presentados en orden cronoló
gico y no todos han sido fechados con exactitud. Su famoso Sermón del Tem
plo (7: 1-8: 3; 26: 1-24), es el primer incidente fechable del libro.2
El libro de Jeremías es un documento muy antiguo3 al que algunos han
preferido llamar una antología, o compilación, por su amplia variedad de ma
teriales. Contiene una combinación de oráculos proféticos (proclamaciones),
sermones, anuncios y apelaciones mezcladas con narraciones históricas y poe
mas biográficos como marco de fondo. Contiene los mensajes transmitidos
por el profeta antes y durante los primeros viajes Babilónicos de conquista,
desde alrededor del año 626 a. C. hasta algún tiempo después del 586 a. C. El
libro nos cuenta no solo la historia del pueblo de Dios en los días de Jeremías,
sino también sus luchas y agonías personales a lo largo de su ministerio profé-
tico.
Los eventos en el libro, relacionados con el ministerio profético de su autor,
abarcan los gobiernos de los últimos cinco reyes de Judá y los primeros años de
su cautiverio. Y para los acontecimientos acaecidos en el reino del sur después
de la destrucción de Jemsalén, dependemos casi exclusivamente de las narra
ciones de los capítulos 40 al 45. Las palabras de cierre del capítulo 51, «Hasta
aquí son las palabras de Jeremías,» implican que el capítulo final del libro (el
52), fue añadido como un apéndice y redactado por otro escritor, posiblemen
te su secretario Baruc.
El libro de Jeremías nos enseña que el conocimiento de Dios no es mera
mente un ejercicio intelectual. Es, más bien, escuchar su palabra y obedecerla,
entender su voluntad y ponerla por obra; eso es seguir «el camino de Jehová»
(Jer. 4: 22; 5: 4; 8: 7). Jeremías aprendió a confiar en su Dios y fue un hombre
de fe extraordinaria y, sobre todo, de oración. Pero el libro que el lector sostie
ne actualmente en sus manos no es, primariamente, acerca de Jeremías. Es
acerca del Dios de Jeremías.
4. 8 • El Dios de Jeremías
La cuestión central en la gran controversia cósmica, que ruge en el libro de
Jeremías con toda su fuerza, y que nos concierne a todos, tiene que ver con el
carácter de Dios: ¿Quién es él? ¿Es como Satanás lo ha presentado o como dice
la Biblia? Nuestra mayor necesidad es conocerlo. Tal conocimiento es vida eter
na (Juan 17:3). Y si algún conocimiento es digno de procurarse, es ese conoci
miento (Jer. 9:23-24). Por lo tanto, conozcamos al Dios de Jeremías.
El diseño del presente libro
Querido lector, este libro acompañante ha sido escrito para ayudarlo en su
estudio personal de la Guía de Estudio de la Escuela Sabática. A fin de facilitar
le su uso, cada capítulo está dividido en temas que corresponden con los temas
de la lección de cada semana usando títulos muy similares a los mismos. Aun
que le animamos a leer todo el libro, con este arreglo podrá ubicar fácilmente
el tema particular acerca del cual, en un momento dado, usted quiera hallar
algo de información complementaria. Que el Dios de Jeremías le guíe a cono
cerlo mejor.*123
Referencias
1. S. K. Soderiund, «Jeremiah, Book of,» The International Standard Bible Encyclopedia [ISBE], 4 vols.,
fully revised (1988), 2: 987-988.
2. The Andrews University Bible [AUB] (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 2010),
943.
3. Ei texto de Jeremías ha sido preservado en dos formas diferentes: (1) La versión Jiebrea o Texto
Masorético y (2) la Septuaginta (LXX) o Versión de los Setenta, que es la traducción al griego del
Antiguo Testamento hebreo. Aunque existen diferencias entre las dos versiones, principalmen
te en su extensión y arreglo, su mensaje esencial es el mismo.