Gastos que no forman parte del Valor en Aduana de la mercadería importada
La importancia del reciclaje. comprensión de lectura
1. INSTITUCIÓN EDUCATIVA “LOS COMUNEROS”<br />COMPRENSIÓN DE LECTURA<br />LA IMPORTANCIA DEL RECICLAJE<br />Celina se recostó contra el manubrio de la cortadora de césped y suspiró. Miraba a través del patio sin ver la calle o las casas. En su mente, iba remando por el río en una canoa plateada.<br />Algunos de los amigos de Celina habían planeado realizar un viaje en canoa por el río. Más que otra cosa en el mundo, Celina quería ir, pero no tenía una canoa. Ella había visto la canoa que quería: larga, grande y plateada.<br />El problema consistía en que la canoa costaba $200.000,oo y para ella era mucho dinero. Nunca ganaría esa cantidad cortando césped y trabajando como niñera. Aun consiguiendo otros trabajos, le resultaría imposible conseguir ese dinero en tan corto tiempo.<br />Apenas era mayo y Celina tenía todavía cuatro meses antes de emprender el viaje. De alguna manera tendría el dinero para entonces. El primer paso sería ganar el concurso de ensayos. El periódico ofrecía $50.000,oo al mejor ensayo sobre la preservación del medio ambiente de Avillanado, o de la tierra, el aire y el agua que había a su alrededor.<br />Cuando Celina empacó el césped en las bolsas de basura, pensó en el ensayo. ¿Qué podría decir sobre ecología –el estudio de la relación entre los seres vivos y su ambiente- que no hubiera sido dicho antes?<br />Puso las bolsas en el sardinel. Al día siguiente habría recolección de basura y por toda la calle había bolsas plásticas que formaban una imagen desagradable. La gente desperdicia muchas cosas, pensó Celina. Repentinamente comenzó a formarse una idea en su mente. Debe haber una manera de convertir la basura en algo útil y así ganar dinero. Sobre esta idea escribiría.<br />Esa noche, al sentarse ante su escritorio, Celina tenía la cabeza llena de ideas sobre la polución o cómo el medio ambiente se contamina. También pensó en el desperdicio, la conservación y el reciclaje de los desechos para, a partir de estos, crear productos que pudieran utilizarse una y otra vez. Escribió el ensayo esa noche y lo envió al día siguiente. Mientras espera los resultados del concurso, decidió poner en práctica algunas de sus ideas para ganar dinero.<br />Ganar dinero con la basura fue más fácil de lo que ella había creído. Consiguió personas que le pagaban por desembarazarlas de sus basuras. También le pagaban por cortar el césped y así ahorraban el costo de las bolsas de basura, además del trabajo de sacarla el día de la recolección. Otros le pagaron por poner sobre sus jardines el césped cortado, pues éste preserva el suelo de la resequedad y evita el tener que rociarlo a menudo. Con el césped que no vendió, hizo una pila de abono. Al descomponerse esta hierba, ella fabricaría un fertilizante que podría vender.<br />Celina pidió a la gente que lavara las latas y las botellas en vez de arrojarlas a la basura. Las recogió y las llevó a las plantas de reciclaje, que le pagaron por el vidrio y el metal usados. Las plantas triturarían las latas y las botellas y darían nuevos usos al metal y al vidrio. Ella se sintió muy bien al hacer que las cosas usadas sirvieran otra vez. Al mismo tiempo, el dinero que ganaba comenzó a aumentar poco a poco. Cada vez que podía, se acercaba al almacén a mirar la resplandeciente canoa plateada y soñaba un poco.<br />Un día, Celina, llena de noticias, irrumpió en el garaje donde su padre estaba trabajando.<br />“Adivina qué, papá”, dijo. “Encontré a un señor que paga por los gusanos; él los vende como carnadas de pesca”.<br />Su padre preparaba algunas cajas para enviarlas a la basura, pero se detuvo y le sonrió. “¿De verdad?”, le dijo. “¿Dónde vas a conseguir gusanos para venderle?”<br />“En mi pila de abono de césped cortado”, le dijo. “Ahora los gusanos están empezando a crecer allí. ¿No es sorprendente que se pueda ganar dinero con un montón de césped que usualmente se desecha?”.<br />Su padre sacudió la cabeza, sorprendido. “¡Seguro!”, dijo y agregó un tostador viejo y unas herramientas viejas a su pila de basura.<br />“¡No, papá!”, gritó Celina. “No tires esos cachivaches. Podemos dejarlos para venderlos en el Mercado de las Pulgas”. Él la miró con ojos sorprendidos. “¿Estos trastos viejos?”. “Seguro”, dijo Celina. “Es posible que tú no los quieras, pero alguien se sentirá satisfecho de pagar por ellos. Deberías tratar de hallarles utilidad a las cosas antes de desecharlas”.<br />Celina se sentó junto a su padre- “Cada vez que compramos algo nuevo, la fábrica que los produce inunda el aire de humo sucio y entre más cosas compramos, más basura hacemos. Estamos convirtiendo este país en una chatarrería”.<br />Al regresar a casa, Celina encontró una carta para ella. “¡Mamá…papá…gané el concurso de ensayo!”. La felicidad la embargaba pero, repentinamente, recordó que el viaje en canoa era ese fin de semana. Todavía no tenía los $200.000,oo. El premio le había ayudado mucho, al igual que los $60.000,oo ganados por cortar el césped y vender las latas y botellas viejas. Pero no tenía cómo ganar el resto de dinero en los dos días que faltaban.<br />Celina fue a mirar la canoa por última vez, apretando la cara contra el vidrio del almacén. Seguramente no podría hacer su anhelado viaje en canoa.<br />Caminó hacia su casa arrastrando los pies. ¡Había trabajado tan duro…! No era justo que no pudiera realizar su sueño. Volteó por su calle. Estaba decepcionada de la canoa pero orgullosa de sus vecinos, pues habían leído el ensayo en el periódico y habían empezado a hacer las cosas que ella sugería.<br />Quizás eso era lo que importaba, pensó Celina. Si n o hubiera querido la canoa, no habría escrito el ensayo y la gente estaría haciendo lo que siempre había hecho: arrojar la basura sin preocuparse por nada.<br />Al fin de cuentas, ella también había ganado algo. En primer lugar, convertir la basura en algo útil, había resultado una buena forma de ganar dinero. Ahora, la idea de reducir los desperdicios parecía más importante. Saber que con su ensayo había logrado que sus vecinos se esforzaran por mejorar las calles le hacía sentir muy bien. Sonrió al pasar por la casa de los Pérez. La señora estaba haciendo algo en beneficio de la ecología: se hallaba vendiendo artículos que ya no necesitaba.<br />Repentinamente, Celina se detuvo enfrente de la casa de la señora Pérez, mirando hacia su garaje. Algo relucía bajo el sol de la mañana. Algo grande, largo y plateado.<br />Se acercó lentamente, incapaz de creerlo. Tocó amorosamente el metal liso. ¡Era justo la clase de canoa que ella deseaba! Y su precio era sólo de $100.000,oo. Aún le sobraría dinero para comprar el equipo para acampar.<br />Celina salió corriendo para su casa; sus pies apenas si tocaban el piso. En su mente, ella estaba remando por el río en su propia canoa.<br />