2. La epifanía de la Imagen digital
• Pos.otogra2a
Hace un 5empo se habla mucho de esta.
Como una imagen “indicial”, como una huella luminosa de lo que se había situado
ante su obje5vo en el momento de disparo.
Usada como instrumento de auten5ficación documental. Como cer5ficado de algo
existente y pasado principalmente para periodistas, policías, etc.
Por esta razón es que existen imágenes indiscretas y no pinturas o dibujos que
puedan ser clasificados como indiscretos.
Al contrario de la imagen análoga por así
decirlo, la digital es un conjunto de todo el
procedimiento an5guo pero ya automa5zado, o
sea programado, con la base de un conjunto de
pixels, que son puntos luminosos con valores
numéricos que indican la posición en el espacio.
En resumen con5enen color, brillo, y posición.
La información suficiente para entre todos
formar una composición, LA IMAGEN.
5. • Todo esto muestra lo fantaseadora que puede ser la imagen digital, que era una
virtud que solo tenía la pintura y el dibujo.
• Esta técnica produjo deseos prohibidos.
En 1994 se creó un film, “¿Quién Engañó a
Robert Rabbit?”, fusionando la imagen
digital con la vida real.
Esta película contenía mensajes subliminales, que sólo podía descubrirse examinando
fotograma por fotograma.
Un ejemplo es que Jessica Rabbit
aparecía sin bragas emulando a Sharon
Stone en la película Básico Ins5nto, con
el gesto de descruzar sus piernas
revelándolo a el público.
6. Entre otras fantasías está la de retocarse o cambiarse las imperfecciones del ser humano.
ORLAN, una ar5sta francesa, procedente del Body Art, se a some5do a 10 operaciones en los
años noventa para cambiar su frente por la de la Mona Lisa, sus labios por los de Europa
Gustave Moreau, su mentón por el de Venus de Bo5celli, y así varias mas.
Orlan es un caso excepcional, es una esté5ca experimental, pero hoy en día estás cirugías ya son
parte de las personas que no están probando un nuevo arte ni nada por el es5lo, sino que
perfeccionándose, evidenciando que en esta cultura la modificación de la apariencia es mas
importante que el ser.
Orlan pertenece a la era de la pre‐informá5ca, ya que actualmente es posible experimentar
cambios digitalmente, borrando imperfecciones, etc. Sin tener que entrar un pabellón.
7. • Con este afán del cambio y de imágenes tridimensionales, algunas personas
empezaron a crear a su pareja perfecta.
Combinando dis5ntas partes del cuerpo de diferentes mujeres.
An5guamente esto lo hacían los ar5stas manuales, como los pintores, reuniendo
memorias de partes bellas de diferentes mujeres y así crear su pareja idónea.
Estas mujeres son diseñadas a la medida
de su creador, según sus deseos precisos y
me5culosos.
Pero la finalidad siempre sería la misma, “representarse junto al ser deseado para
estar con él sin estarlo.”
Esto sería la ICONOFILIA, fomentada y creada por industrias audiovisuales, al proponer
a la sociedad sujetos deseables pero a la vez inalcanzables.
Así es como los avances tecnológicos siguen creciendo
10. El eros ciberné5co
Como hemos visto, la industria de la digitalización a llegado al punto del querer crear
clones nuestros, emociones creadas por la tecnología, relaciones ciberné5cas,
abriendo una nueva gran industria que es la del ciber‐sex.
Está claramente, su obje5vo es sa5sfacer a un ser humano de la mejor manera, con
todos sus deseos, ilusiones de la manera mas real posible, pero digitalmente.
Existen varios implementos, como los vibradores, masajeadores, etc. Que 5enen como
finalidad la sa5sfacción y acercamiento lo mas natural posible del sexo.
Pero se a demostrado que el grado de precisión de una caricia tradicional es di2cil de
conseguir con el ratón del computador, ya que sucedió varias veces que en una
relación sexual ciberné5ca uno de los amantes creía estar es5mulando la pierna de
su pareja virtual cuando en realidad era el brazo el que estaba es5mulando.
Esta industria del ciber‐ sexo a pesar de que no cuenta con la sofis5cación necesaria y
perfeccionada, dice que en unos años mas podrán simular un contacto carnal pese
a encontrarse a muchos kilómetros de distancia.
