2. El emperador LIEU TIEN-MING
había mandado a pintar un
dragón en el muro del templo.
En el Templo de la Paz y la
Felicidad estaba abarrotado
de gente.
CHANG SENG –yu un celebre pintor se entregaba
a su arte, todo era posible una multitud se había
congregado a contemplar su trabajo, el dragón
iba tomando forma.
Sus amarillos resplandecientes, sus
intensos dorados, brillaban desde los
bigotes hasta el extremo de la cola sus
curvas elegantes sus líneas perfectas
embellecían el ya esplendoroso salón
del templo.
Mi querido discípulo respondió el célebre
artista la morada del dragón se halla en el
cielo, sobre las nubes. Si el dragón sagrado
pudiera ver, nada le impediría ir en busca
de su hogar en las alturas.
Por fin llegó el día
en que el dragón
estaba casi
terminado. No
obstante las
cuencas de los ojos
permanecían aun
en blanco un tanto
extraño, el aprendiz
del pintor LUSHI,
pregunto a CHANG
SENG – yu, por qué
no pintáis los ojos
del dragón.
3. Honorable maestro han hecho tu trabajo
con primor e inspiración. Tu obra honra el
gran salón del TEMPLO DE LA PAZ Y LA
FELICIDAD. Pero me gustaría saber por qué
has dejado los ojos del dragón en blanco.
Majestad si el dragón tuviera ojos , no se
sentiría satisfecho con lo que viera en la
tierra, y volaría hasta el cielo en busca de
su hogar. Mientras siga ciego permanecerá
aquí sin enojo.
El gran salón del templo estaba desierto LU SHI
pensó que ésa era una buena oportunidad de
demostrar que SENG –YU y el mismo emperador
estaban equivocados. Así que se dirigió al templo
antes de entrar levantó la vista y permaneció
absorto, con la mirada perdida en la inmensidad del
cielo. Yo mimos pintaré los ojos del dragón y
desterraré para siempre esas supersticiones propias
de la gente ignorante.
LU SHI cogió unos cuencos, una escalera y una lámpara y entró
al gran salón sumergió el pincel en la pintura negra, un
relámpago atravesó el cielo y un trueno, el aprendiz sintió un
escalofrío en la espalda un primer trazo, y al instante el temor
se apoderó de él. Con el segundo la pared comenzó a temblar y
un sudor frío empapo la frente y la espalda y dijo pero mi razón
debe imponerse una vez más logró completar un ojo; se
dispuso a pintar el otro se perdió en el aire la enorme cabeza
del dragón se había desprendido de la pared y se volvió hacia él
muy desafiante.
El emperador, ministros y el maestro fueron a visitar las
ruinas del templo se habían volatilizado ambos
costados del edificio las huellas dejadas por las alas del
dragón. Entre los escombros los restos carbonizados
del aprendiz. Estaba seguro dijo con tristeza CHANG
SENG – YU – de que LU SHI nunca llegaría a ser pintor.
FIN