Competencias, cualificaciones y profesionalidad en orientación profesional
1. 2.1. CONOCIMIENTO DE LOS CONCEPTOS A TRABAJAR.
En primer lugar, ha sido necesaria la búsqueda del significado de aquellos conceptos
que vamos a poner en práctica. Estos nos permitirán saber cómo abordar nuestra
intervención, y serán nuestros marcos de referencia en todo momento.
¿Qué son las competencias? ¿Qué es estar cualificado? ¿Qué significa la
profesionalidad? ¿Qué competencias debe tener un orientador? Resolver estas
preguntas es el punto de partida para comenzar nuestra labor como orientadores en el
ámbito de orientación profesional.
Algunos de estos términos nos resultan nuevos en su definición, y otros deben ser
reconstruidos partiendo de nuestras ideas anteriores para una mejor comprensión. Por
ello, ha sido necesaria la búsqueda y análisis de su significado a través de dos lecturas:
Echeverría, B (2010).Competencias y cualificaciones, en B.Echeverría (Coord.), S.Isus,
M.P.Martínez y L. Sarasola. Orientación Profesional (pp.69-123) Barcelona: Editorial
UOC.
Echeverría, B (2010). Configuración de la profesionalidad, en B.Echeverría (Coord.),
S.Isus, M.P.Martínez y L. Sarasola. Orientación Profesional (pp.23-68).Barcelona:
Editorial UOC.
2. Primeramente, se ha hecho una lectura individual y después una puesta en común con el
objetivo de encontrar una definición compartida por todos los componentes del grupo.
A continuación, se recogerá la definición hecha entre todos sobre cada uno de estos
términos y su justificación teórica.
2.1.1. COMPETENCIAS
Es el conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes que pone en juego una persona
para enfrentase a todas las situaciones que su profesión le plantea, demostrando su
capacidad de adaptación, flexibilidad y autonomía, de la manera más eficaz posible.
Esta definición recoge aquellos aspectos que hemos considerado imprescindibles para
entender lo que son las competencias en nuestros días. En la lectura (Echeverría, B.
(2010), este término adquiere un significado de “acción”, donde la competencia solo se
entiende dentro de un contexto laboral, en la propia práctica. Ser competente no es sólo
poseer un conjunto de conocimientos y capacidades, exige ponerlos en práctica junto
con las actitudes de la propia persona. Es por ello que la “Competencia de Acción
Profesional” requiere un “saber” (conocimientos), un “saber hacer” (capacidades), un
“saber estar” (actitudes) y un “saber ser”(valores).
Estos cuatro términos están desarrollados de forma más concreta por la Asociación
Internacional de Orientación Escolar y Profesional (AIOSP), recogidas en el capítulo
primero de Echeverría (2010:25). Creemos que éstas nos ofrecen una buena guía para
desempeñar nuestra labor como orientadores en el mundo actual. Estas competencias es
importante tenerlas en cuenta durante toda nuestra intervención al resolver el problema
que se nos plantea en esta tarea, por ello, vemos necesaria recogerla dentro de la
definición de competencias.
Demostrar conocimiento del proceso de desarrollo profesional permanente.
Conocimiento de información actualizada sobre educación, formación, tendencias de
empleo, mercado laboral y asuntos sociales.
Integrar la teoría e investigación en la práctica de la orientación, desarrollo profesional,
asesoramiento y consultas.
Competencias para diseñar, implementar y evaluar programas e intervenciones de
orientación y asesoramiento.
3. Demostrar promoción y liderazgo en el avance del aprendizaje, desarrollo profesional e
inquietudes personales de los destinatarios.
Habilidad para comunicarse eficazmente con colegas o destinatarios, empleando el nivel
de lenguaje apropiado.
Competencias para cooperar efectivamente en un equipo de profesionales.
Demostrar conciencia y apreciación de las diferencias culturales de los destinatarios
para interactuar eficazmente con todas las poblaciones.
Sensibilidad social y transectorial.
Demostrar conciencia de la capacidad y limitaciones propias del destinatario.
Demostrar comportamiento ético apropiado y conducta profesional en el cumplimiento
de roles y responsabilidades.
Otro aspecto que adquiere gran valor al definir competencia es el de
“contextualización”. Desde nuestro punto de vista, teniendo en cuenta el debate que
existe en torno a la manera en cómo se aprende las competencias, somos partidarios de
la idea de que éstas se forman dentro contexto específico, en la propia experiencia. Ser
competente exige “saber actuar en el entorno concreto”, Le Boterf (2001; citado en
Echeverría 2010), y poner en juego aquellos recursos necesarios acorde con las
exigencias del momento.
Los términos “adaptación, flexibilidad y autonomía” recogidos en nuestra definición
hacen referencia a lo comentado en el apartado anterior. “Adaptarse” va muy unido a
“flexibilidad”, ambos reclaman un análisis del contexto de acción por parte del
orientador, y una toma de decisiones correcta acerca de qué herramientas profesionales
hay que utilizar para ese problema concreto dándose una correspondencia entre nuestra
práctica y la respuesta que realmente hay que dar para conseguir el objetivo o finalidad
de partida. Es por ello que es importante saber combinar adecuadamente los recursos de
los que disponemos, ya que nuestra profesión nos exige la puesta en práctica de un
conocimiento estratégico, y no solamente técnico.
Este último aspecto, el de toma de decisiones, es el que enlaza con el concepto de
autonomía, que como vemos está muy relacionado con los dos anteriores. Creemos que
la autonomía, es un requisito importantísimo en nuestra tarea. Nuestra profesión exige
una continua toma de decisiones, que como antes hemos señalado, cada una va a ser
diferente por el carácter de flexibilidad que requiere el ejercicio de nuestra profesión.
No hay una sola respuesta para un caso concreto, ni una única forma de tomar
4. decisiones, debido a que la realidad educativa es mucho más compleja que en otros
ámbitos.
Esta complejidad y variabilidad en las decisiones y respuestas, es la que reclama que el
profesional de la orientación haga uso de su creatividad. Ello le permitirá encontrar
nuevos caminos que se adapten realmente a los problemas. Pero, para ser creativo, es
necesario tener un cierto grado de autonomía de acción. Ambos se complementan para
conseguir que la tarea del orientador se realice de forma exitosa conforme a las
demandas reales del contexto de intervención, y creemos que ambos son
imprescindibles para el desarrollo de la orientación en la actualidad.
Como vemos, la competencia adquiere un nuevo significado fruto de las nuevas
exigencias sociales, y como profesionales, es importante estar atentos a estos cambios
para el buen desarrollo de nuestra tarea.
2.1.2. CUALIFICACIÓN
Definimos cualificación como el conjunto de competencias que pueden ser adquiridas
mediante la formación y experiencia laboral que son reconocidas socialmente conforme
a las exigencias del mercado de trabajo.
Al igual que la definición de competencias, hemos partido de la lectura de referencia
para elaborar la nuestra propia. Creemos que de esta forma recogemos de manera
resumida las principales ideas sobre lo que entendemos por cualificación.
“A nivel macroeconómico, social y político-económico las cualificaciones
profesionales son modelos de intercambio social en el mercado de trabajo. Son, según
su nivel y contenidos, combinaciones estandarizadas de capacidades sugeridas en la
larga tradición del mercado de trabajo dependiendo de la oferta (requerimientos de
cualificación para los puestos de trabajo) y de la demanda (potencial de cualificación
del que dispone un individuo o un grupo de personas como ofertantes de prestaciones
laborales)” tal como dice Alex, L. (1991; citado en Echeverría 2010:100). Esta podría
ser la primera idea que recogemos del texto de Echeverría, B.
5. Por tanto, este conjunto de competencias que definen a una persona cualificada son
seleccionadas y negociadas dentro del mercado de trabajo en función de las demandas
laborales, y terminan siendo reconocidas socialmente.
¿Cuándo sabemos que una persona está cualificada?
“En definitiva, una cualificación profesional se predica de una persona cuando alcanza,
de forma competente, los resultados y comportamientos que se esperan y describen
respecto de un campo ocupacional”, tal como define Mardonés, J. y Marijuán, V. (2003;
citado en Echeverría 2010).
La cualificación en cada trabajo va a depender mucho de las exigencias sociales del
momento, pues, al igual que hemos dicho con las competencias, conforme la sociedad
cambia, los requerimientos en el ámbito laboral son diferentes. La sociedad del
conocimiento, con el auge de las nuevas tecnologías, ha hecho que se requieran nuevos
puestos de trabajo, y en éstos se exijan nuevas competencias. Esto es importante a tener
en cuenta cuando vayamos a desarrollar la labor de orientación profesional, ya que
necesitamos informarnos de lo que está demandando la sociedad del momento.
Además de ello, un profesional de la orientación no puede mantenerse al margen de lo
recogido con referencia a las competencias en el marco legal del país de referencia. En
el caso que nos ocupa, este será el español. Es necesario, por tanto, que tengamos en
cuenta lo recogido en el Catálogo Nacional de la Cualificaciones Profesionales, para
saber orientar bien sobre la elección de ofertas de formación dentro del campo de
trabajo específico.
La cualificación, al ser definidas como un conjunto de competencias, se obtiene a través
de los diferentes tipos de formación y a través de la experiencia laboral. Estos saberes
son establecidos por determinados organismos competentes que certifican que la
persona es poseedora de estas habilidades. La cualificación otorga un reconocimiento
oficial a la hora de desempeñar una profesión respondiendo a las demandas del mercado
laboral la cual le permite realizar con eficacia un puesto de trabajo, ajustándose a las
necesidades reales apropiadas para la producción y el empleo.
6. 2.1.3. PROFESIONALIDAD
La profesionalidad la hemos definido nosotros como ser consciente de las demandas
que exige tu puesto de trabajo y ajustarte a ellas, actualizándote continuamente y
aportando tu propia individualidad y originalidad.
Según nos dice Echeverría (2007: 24), “Al profesional de nuestros días no sólo se le
pide saber y saber hacer, sino también saber estar y en el fondo saber ser. (…) Se busca
profesionales competentes”.
De ello, extraemos que todo profesional no sólo debe ser competente sino tener una
cualificación adecuada. Por ello, la profesionalidad va unida a estos dos términos, pero
no depende sólo de estos. Como bien se recoge en nuestra definición, extraída de las
ideas que se exponen en Echeverría (2010: 23-123), el ser profesional de un ámbito va
a estar unido a lo que cada persona puede aportar, es decir, a su individualidad y su
originalidad.
Este concepto es el que nos ha resultado más difícil, ya que no es un concepto que esté
tan delimitado en su significado como los dos anteriores. Las competencias y la
cualificación son conceptos que pueden definirse sin necesidad de tener en cuenta las
características de la propia persona, sin embargo, la profesionalidad incluye esa parte
individual de cada uno. Es por ello que para encontrar una estandarización de lo que es
ser profesional de un campo de trabajo, puede ser difícil.
Para empezar podemos decir que una persona puede saber mucho, pero no por eso es
profesional. Un profesional, no solo tiene unos conocimientos específicos de algún tipo
de actividad (el poseer un título no da la profesionalidad, ésta se da con el transcurso del
ejercicio de la profesión en concreto), sino que también tiene la capacidad de utilizarlo
del mejor modo posible en el ámbito sociocultural en el que se desarrollen.
Debemos tener claro, por tanto, que la profesionalidad es una característica que define
la acción de un trabajador y que se puede adquirir tanto por vía formativa como por vía
experiencial, o por una combinación de ambas.
7. Para aclarar este concepto hemos recogido algunas características que pueden definir a
un buen profesional, basándonos en lo recogido en Echeverría, (2010: 23-123).
Estar al tanto de los avances que se den en torno a su profesión. Así como poseer
conocimientos sobre los campos complementarios a su actividad.
Poseer los conocimientos específicos necesarios para el desarrollo de su actividad.
Debe ser una persona con capacidad de integración.
Coopera en el mantenimiento de un buen ambiente laboral.
Formarse de manera continua.