2. La madre, en el contexto biológico es
aquel ser vivo de sexo femenino que
ha tenido descendencia directa.
El enlace maternal describe los
sentimientos que una madre tiene por
sus hijos. Comúnmente la madre
cumple un rol muy importante dentro
del desarrollo de los niños , el título
de madre también puede ser dado a
aquella mujer que
3. han adoptado niños o con mujeres casadas con
hombres que previamente habían engendrado
descendencia. El término también se puede referir a
una persona a la cual se le identifica con el
estereotipo de madre.
4. La Madre Controladora
La Madre Perfeccionista
La Madre Cómplice
La Madre que Compite
La Madre que se Apropia
Fuente
5. Está obsesionada por el control, y se agota ella y agota a los
demás. Trata de solucionarlo todo, con lo que el hijo o la hija se
sienten perdidos cuando empiezan a tener que tomar sus propias
decisiones. Su manera de manifestar su amor es mediante la
sobreprotección.
Esta madre tiene que aprender a dejar un poco el control y a
respetar la privacidad de sus hijos. Darles espacio para que se
desarrollen y establecer tratos basados en la confianza mutua, en
los que madre e hijo/a cedan cada uno un poco.
«¿Dónde se ha visto un director técnico corriendo codo a codo
con un jugador mientras le grita en el oído hacia dónde tiene que
mandar el pase o a qué adversario tiene que marcar? Cuando los
jugadores salen al terreno de juego, el trabajo del entrenador ya
ha terminado».
La frase: «Para obtener el control es necesario perderlo».
Madre Controladora
6. La perfección es una trampa. Queremos lo mejor para
ellos, pero ese afán, cuando es excesivo, puede conducir
al fracaso o la decepción. ¿Es necesario que los hijos
sean perfectos, que lo hagan todo bien? Es deseable
estimular a los hijos y ayudarles a vencer sus
dificultades. Lo malo es cuando les pedimos demasiado.
Las mamás perfeccionistas deberían poner el foco no
tanto en los resultados como en el proceso; flexibilizar la
mirada para contemplar a sus hijos como son, no como
quisiéramos que fueran; respetar sus intereses,
habilidades y limitaciones, tomando cada logro como un
motivo de celebración y cada fracaso como una
oportunidad para aprender a hacer las cosas de una
manera diferente.
«Lo único que les pedimos a nuestros hijos es que hagan
lo que se espera de ellos, ¿no? (…) Lo que espera,
¿quién? Pues, todo el mundo.
La Madre Perfeccionista
7. ¿Y quién es todo el mundo? Pues todo el mundo: los
padres, los abuelos, los amigos, los vecinos, el país, la
sociedad, todo el mundo. ¿Y nosotras? Nosotras,
también, obvio. ¿Y qué es eso que nosotras y todo el
mundo esperamos de los niños y los jóvenes? Pues
cosas normalísimas como que tengan modales en la
mesa, que estudien, que sean educados, que hagan
deporte…»
La frase: «Cuando el foco está en los resultados y no en
el proceso todos perdemos».
8. Es la que quiere ser la mejor amiga de sus hijos. Pero
con la mejor intención de ser «simbiótica», es posible que
se termine transformando en «parásito», y pasar a
«alimentarse» de sus vidas, de sus estilos, de sus
amigos, de sus costumbres.
Esta mamá tiene que tomar conciencia de que los
adolescentes necesitan compararse con un modelo
distinto a ellos, más adulto, más sabio, capaz de guiarlos
y protegerlos, que no es lo que obtienen cuando
actuamos como sus pares.
«A veces, ser madre es estar ahí para que los hijos se
peleen con nosotras, para que nos discutan, para que
tenga alguna persona a quien ocultar sus secretos».
La frase: «Por el bien de nuestro hijos, no podemos darles
el lujo de gustarles siempre».
La Madre Cómplice
9. Vivimos en una cultura obsesionada con la juventud y la
belleza. No es extraño, por tanto, que los temas del
cuerpo y la edad puedan llegar a convertirse en una
especie de lucha entre madres e hijas. Un problema
añadido es que no nos permitimos tener «envidia» de
nuestras hijas, de sus cuerpos tonificados y sus pieles
perfectas. Entonces aparece la culpa y ocultamos y
negamos estos pensamientos perturbadores.
Aceptar que efectivamente estamos compitiendo,
aunque no queramos, con nuestra hija, «nos permitirá
hacernos responsables de cambiar algunas conductas
específicas que están jugando en contra del bienestar
emocional de los hijos y embarullando nuestra relación
con ellos».
La frase: «¡Cómo nos cuesta asumir que a veces
tenemos sentimientos negativos con respecto a nuestros
hijos!»
La Madre que Compite
10. Para esta madre, todo lo que les pasa a sus hijos es de ella.
No existe para ella límite entre sí misma y sus retoños, y le
cuesta reconocer que el hijo es otra persona. Para los hijos,
esto puede ser muy perturbador. Cuando nos apropiamos de
lo que les sucede a nuestros hijos estamos robándoles su
derecho a sentir sus propias emociones y entorpeciendo su
capacidad de desplegar sus propios recursos.
La mamá «que se apropia» tiene que esforzarse por ser
consciente de que no podemos evitar que nuestros hijos
sufran ni que se equivoquen.
«Sí podemos estar ahí para ellos, interesándonos
genuinamente por lo que les pasa, escucharlos y ayudarlos
a identificar y tolerar sus emociones».
La frase: «Los logros de los hijos tienen que medirse con la
vara de los hijos, no con la de los padres, y satisfacer sus
propios sueños, no los nuestros. Y es bueno que ellos
puedan reconocer las diferencias».
La Madre que se apropia