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Capítulo 11
                                           Flechazo
                                        -segunda parte-




“Seguro, supongo, pero si te das
cuentas que una vez que haga sonar mis dedos, Lys tiene obligaciones en este
baile que no incluyen a Daniel. Esta no es en realidad su escena, y por ello me
refiero, a que de ninguna forma los guardias van a permitir que entre un pobre
chico de establo.”


A Luce no le importaba nada de
eso. Chico pobre de establo o no, ella lo encontraría. Ella no podía esperar.
Dentro del cuerpo de Lys ella podría incluso abrazarlo, quizás incluso besarlo.
La anticipación era casi abrumadora.


“¿Hola?” Bill golpeo duramente su
frente con un dedo. “¿Ya estas lista? Entra ahí, ve lo que puedes ver—luego sal
mientras la captación sea buena, si sabes lo que quiero decir.”


Luce asintió. Ella estiró el vestido
negro de Lys y elevó un poco su cabeza. “Envíame.”


“Y…anda.” Bill chasqueó sus dedos.


Por una fracción de segundo, la
fiesta se quedo enganchada como un disco rayado. Luego cada silaba en medio de
una conversación, cada atisbo de perfume siendo trasportado por el viento, cada
gota de ponche deslizándose por cada garganta enjoyada, cada nota de música de
cada músico en la orquesta, se elevó, se suavizo, y continuo como si nada en el
mundo hubiera pasado.


Solo Luce había cambiado. Su
mente fue asaltada por miles de palabras e imágenes. Una enorme casa de campo con techo de
paja en las laderas de Los Alpes.
Un caballo color castaño llamado Gauche. El aroma de paja en todos lados. Una
peonia blanca de largo tallo descansando atravesada en su almohada. Y Daniel.
Daniel. Daniel. Volviendo desde el pozo con cuatro pesados cubos de agua
balanceándose en una barra atravesada en sus hombros. Aseando a Gouche a
primera hora de la mañana de modo que Lys pudiera llevárselo de cabalgata.

                                                1
Cuando se trataba de pequeños y adorables favores para Luce, no había nada que
Daniel dejara pasar, incluso en la niebla de todo el trabajo que él hacía para
el padre de ella. Sus ojos violetas encontrándola siempre. Daniel en sus
sueños, en su corazón, en sus brazos. Era como los flashes de los recuerdos
de Luschka que habían venido a ella en Moscow cuando había tocado la puerta de
la iglesia—pero más fuertes, más abrumadores, intrínsecamente parte de ella.


Daniel estaba aquí. En los
establos o los cuartos de los sirvientes. Él estaba aquí. Y ella lo
encontraría.


Algo se removió cerca del cuello
de Luce. Ella saltó.


“Solo yo.” Bill revoloteó sobre
lo alto de su capa “Lo estás haciendo bien.”


Las puertas doradas en la entrada
de la habitación fueron abiertas por dos lacayos, quienes estaban de pie a cada
lado atentos. Las chicas en la línea frente a Luce comenzaron a reír disimulada
y tontamente emocionadas, y luego un silencio barrió la habitación. Mientras
tanto, Luce estaba buscando la forma más rápida de salir de ahí hacia los
brazos de Daniel.


“Focalízate, Luce.” Bill dijo,
como si estuviera leyendo su mente. “Estas a punto de ser llamada a tu deber.”


Las cuerdas de la orquesta
comenzaron a tocar los barrocos acordes iniciales de El Ballet de Jeunesse, y la completa
habitación cambio la dirección
de su atención. Luce siguió la mirada de todos los demás y jadeo: ella reconoció al hombre que
estaba de pie en
la entrada mirado hacia la fiesta con un parche en un ojo.


Era el Duc de Borurbon, el primo
del rey.


Él era alto y delgado, tan marchito
como una planta de porotos en sequia. Su enfermamente ajustado traje de
terciopelo azul estaba ornamentado con una banda color malva que hacia juego
con las medias malvas de sus piernas tan delgadas como ramitas. Su
ostentosamente empolvada peluca y su rostro blanco leche era ambos
excepcionalmente feos.
                                                  2
Ella no reconoció al duque por
alguna fotografía en un libro de historia. Ella sabia demasiado de él. Ella
sabía todo. Como por ejemplo como las
señoritas en espera reales intercambiaban obscenas bromas sobre el triste
tamaño del cetro del duque. Sobre como él perdió el ojo (un accidente de caza,
en un viaje al que él se había unido para apaciguar al rey). Y sobre como justo
ahora, el duque iba a hacer entrar a las chicas que él había preseleccionado como
apropiado material de matrimonio para el rey de doce años que esperaba dentro.


Y Luce—no, Lys—era una de las
principales favoritas del duque para llenar la vacante. Esa era la razón del pesado y doloroso
sentimiento en su
pecho: Lys no se podía casar con el rey, porque ella amaba a Daniel. Ella lo
había amado apasionadamente por años. Pero en esta vida, Daniel era un
sirviente, y ambos estaban forzados a esconder su romance. Luce sintió el miedo
paralizante de Lys—que si ella se tornaba la fantasía del rey esta noche, toda
la esperanza de tener una vida con Daniel desaparecería.


Bill le había advertido que ir en
3D seria intenso, pero no había forma en que Luce pudiera haber estado
preparada para el embate de tanta emoción: cada miedo y duda que alguna vez
había cruzado por la mente de Lys inundó a Luce. Cada esperanza y sueño. Era
demasiado.


Ella jadeo y miro alrededor de
ella hacia el baile—donde sea menos hacia el duque. Y se dio cuenta que sabía
todo lo que había que saber sobre este tiempo y lugar. Repentinamente ella
entendió porque el rey estaba buscando una esposa a pesar de que ya estaba
comprometido. Ella reconoció la mitad de los rostros moviéndose a su alrededor
en la sala de baile, sabia sus historias, y sabia quienes la envidiaban. Ella
sabia como ponerse de pie con el vestido con corsé de modo que pudiera respirar
confortablemente. Y sabia, juzgando por el entrenado ojo que tenia sobre los
bailarines, que Lys había sido entrenada en el arte del baile de salón desde la
niñez.


Era una sensación extraña, estar
en el cuerpo de Lys, como si Luce fuera ambas el fantasma y el embrujado.


La orquesta terminó la canción, y
un hombre cerca de la puerta dio un paso al frente y leyó desde un rollo de
papel. “Princesa Lys de Savoy.”


                                                3
Luce elevó su cabeza con mas
elegancia y confianza de la que había esperado, y aceptó la mano del joven
hombre en la chaquetilla verde que había aparecido para escoltarla hacia la
habitación de recepción del rey.


Una vez dentro de la habitación
completamente en color azul pastel, Luce intentó no mirar fijamente al rey. Su
imponente peluca gris se veía ridícula suspendida sobre su pequeño y pintado
rostro. Sus pálidos ojos azules miraban de reojo a la línea de duquesas y
princesas—todas hermosas, todas vestidas exquisitamente—en la forma en que un
hombre privado de comida miraría a un cerdo en un asador.


La figura llena de granos en el
trono era poco más que un niño.


Louis XV había asumido la corona
cuando solo tenía cinco años de edad. En conformidad a los deseos de su
agonizante padre, él había sido prometido a la princesa española, la infanta.
Pero ella aun era una niña recién comenzando a caminar. Era un emparejamiento
hecho en el infierno. No se esperaba que el joven rey, que era frágil y
enfermizo, viviera lo suficiente para producir un heredero con la princesa
española, quien también podría morir antes de alcanzar la edad donde podría
tener hijos. Así que el rey tenía que encontrar una consorte para producir un
hijo. Lo cual explicaba esta extravagante fiesta, y las señoritas alineándose
en exhibición.


Luce jugueteo con el lazo de su
vestido, sintiéndose ridícula. Las otras chicas todas se veían tan pacientes.
Quizás ella de verdad querían
desposar al rodeado de acné Rey Louis de doce años, aunque Luce no veía como
eso era posible. Ella eran todas tan elegantes y hermosas. Desde la princesa
rusa, Elizabeth, cuyo vestido de terciopelo color zafiro tenía un cuello
rodeado de piel de conejo, a Maria, la princesa de Polonia, cuya pequeña nariz
de botón y boca roja que la hacían vertiginosamente atractiva, todas miraban al
niño rey con enormes y esperanzados ojos.


Pero él estaba mirando
directamente a Luce. Con una sonrisa de satisfacción que hizo que su estomago
se retorciera.


“Esa.” Él apuntó hacia ella
perezosamente. “déjame verla de cerca.”



                                               4
El duque apareció al lado de
Luce, gentilmente empujándola de sus hombros hacia delante con sus largos y
fríos dedos. “Preséntese princesa,” él dijo suavemente. “Esta es una
oportunidad única en la vida.”


La parte Luce de ella gimió
internamente, pero en el exterior, Lys estaba a cargo, y ella prácticamente
flotó hacia adelante para saludar al rey. Ella hizo una reverencia con la
perfectamente apropiada inclinación de cabeza, extendiendo su mano para él beso
de él. Era lo que su familia esperaba de ella.


“¿Te vas a poner gorda?” el rey
dejó escapar hacia Luce, mirando su cintura apretada por el corsé. “Me gusta
como se ve ahora,” él le dijo al duque. “pero no quiero que se ponga gorda.”


Si ella hubiera estado en su
propio cuerpo, Luce le haría dicho al rey exactamente lo que ella pensaba de su
poco atractivo físico. Pero Lys tenía perfecta compostura, y Luce se sintió a
si misma responder, “Espero siempre complacer al rey con mi imagen y mi
temperamento.”


“Si, por supuesto,” el duque
ronroneó, caminando en un apretado círculo alrededor de Luce. “Estoy seguro que
su Majestad puede mantener a la princesa en la dieta de su elección.”


“¿Qué hay respecto a la caza?” el
rey preguntó.


“Su Majestad,” el duque comenzó a
decir, “eso no es propio de una reina. Usted tiene muchos otros compañeros de
caza. Yo, por ejemplo—“


“Mi padre es un excelente
cazador,” Luce dijo. Su cerebro estaba girando, trabajando n algo—cualquier
cosa—que pudiera ayudarla a escapar de esta escena.


“¿Debería acostarme con tu padre,
entonces?” el rey se burló.


“Sabiendo que Su Majestad gusta
de lar armas,” Luce dijo, esforzándose por mantener su tono educado, “He traído
para usted un regalo—el rifle de caza más preciado de mi padre. Él me ha pedido
                                               5
que se lo traiga esta tarde, pero no estaba segura cuando tendría el placer de
conocerlo.”


Ella tenia la atención completa
del rey. Él estaba apostado en el borde de su trono.


“¿Cómo se ve? ¿Tiene joyas en la
empuñadura?”


“El…el mango es tallado a mano en
madera de cerezo,” ella dijo, alimentando al rey con los detalles que Bill
enumeraba desde donde estaba de pie junto a la silla del rey. “el calibre fue
procesado por—por—“


“Oh, ¿Qué sonaría impresionante?
Por un herrero ruso que desde ese momento ha trabajado para el Zar.” Bill se
inclinó sobre los pasteles del rey y olio hambriento. “Esto se ve bien.”


Luce repitió las líneas de Bill y
luego añadió, “Puedo traérselo Su Majestad, si tan solo me deja ir y traerlo
desde mi recamara—“


“Un sirviente pueda traer el arma
mañana, estoy seguro,” dijo el duque.


“Quiero verla ahora.” El rey cruzó sus brazos,
luciendo incluso más joven de lo que era.


“Por favor.” Luce se giró hacia
el duque. “Me daría un gran placer presentar el rifle a Su Majestad en
persona.”


“Anda.” El rey chasqueo sus
dedos, despidiendo a Luce.


Luce quería girarse en sus
tobillos, pero Lys sabia mejor—uno nunca debía darle la espalda al rey—y ella
hizo una reverencia y camino de espaldas hasta salir de la habitación. Ella
mostró el más gracioso autocontrol, planeando como si no tuviera pies—solo
hasta que llego al otro lado de la puerta con espejos.

                                                 6
Entonces ella corrió.


A través del salón de baile,
pasando por las esplendidas parejas danzantes y la orquesta, zumbando por una
habitación amarillo pastel hacia otra decorada completamente en profundo
monasterio. Ella corrió pasando damas jadeantes y gruñones caballeros, sobre
pisos de madera y gruesas, opulentas alfombras persas, hasta que las luces se
suavizaron y los participantes de la fiesta se espaciaron, y al fin ella
encontró las puertas parteluz que llevaban afuera. Ella las empujó abriéndolas,
jadeando en su corsé para hacer entrar el fresco aire de libertad en sus
pulmones. Ella se deslizó en el enorme balcón hecho de mármol blanco brillante
que rodeaba el segundo piso del palacio.


La noche estaba brillante de
estrellas; todo lo que Luce quería hacer era estar en los brazos de Daniel y
volar hacia esas estrellas. Si tan solo él estuviera a su lado para llevársela
lejos de todo esto—


“¿Qué estás haciendo aquí?”


Ella se giró. Él había venido por
ella. Él estaba de pie al otro lado del balcón en sus simples ropas de
sirviente, luciendo confundido y alarmado y trágica e inevitablemente
enamorado.


“Daniel.” Ella se lanzó hacia él.
Él se movió hacia ella también, sus ojos violetas encendiéndose; él abrió sus
brazos, radiante. Cuando ellos finalmente se juntaron y Luce envolvió sus
brazos alrededor de él, ella pensó que podría explotar de felicidad.


Pero no lo hizo.


Ella solo se quedo ahí, su cabeza
escondida contra el maravilloso y amplio pecho de él. Ella estaba en casa. Sus
brazos estaban envueltos alrededor de su espalda, descansando en la cintura de
ella, mientras la empujaba tan cerca de él como era posible. Ella lo sintió
respirar, y olió el aroma de paja en su cuello. Luce lo besó justo bajo su
oreja izquierda, luego bajo su mandíbula. Suaves, y delicados besos hasta que
llego a sus labios, los cuales se abrieron contra los de ella. Luego el beso se
extendió, lleno de un amor que parecía brotar de las mismas profundidades del
alma de ella.



                                                  7
Después de un momento, Luce se
separó y miró fijamente en los ojos de Daniel. “Te he extrañado tanto.”


Daniel se rió. “Yo también te he
extrañado en las pasadas…tres horas. ¿estas—estas bien?”


Luce paso sus dedos por el sedoso
cabello dorado de Daniel. “Solo necesitaba algo de aire, para encontrarte.”
Ella lo apretó con fuerza.


Daniel entrecerró sus ojos. “No
creo que deberíamos estar aquí, Lys. Deben estar esperándote volver a la
habitación de recepciones.”


“No me importa. No voy a volver a
entrar ahí. Y nunca me casaría con ese cerdo. Nunca me casare con nadie que no
seas tú.”


“Shhh.” Daniel hizo una mueca,
acariciando su mejilla. “Alguien podría escucharte. Ellos cortan cabezas por
menos de eso.”


“Alguien ya te escuchó,” una voz dijo desde la puerta abierta. El
Duc de Bourbon estaba de pie con sus brazos cruzados sobre su pecho, sonriendo
burlonamente a la visión de Lys en brazos de un sirviente común. “Creo que el
rey debería escuchar sobre esto.” Y luego se había ido, desapareciendo dentro
de palacio.


El corazón de Luce se aceleró,
empujado por el miedo de Lys y el propio: ¿Había alterado la historia? ¿Se
suponía que la vida de Lys procediera de forma diferente?


Pero Luce no podría saber,
¿cierto? Eso era lo que Roland le había dicho. Cualquier cambio que ella
hiciera en el tiempo, ellos inmediatamente serian parte de lo que había pasado.
Pero Luce aun estaba ahí, así que si ella había cambiado la historia por
abandonar al rey—bueno, no parecía importar para Lucinda Price en el siglo
veintiuno.


Cuando ella le habló a Daniel, su
voz era tranquila. “No me importa si ese vil duque me mata. Preferiría morir
que renunciar a ti.”
                                                8
Una ola de calor barrió sobre
ella, haciéndola desbalancearse donde ella estaba. “Oh,” ella dijo, apretando
una mano contra su cabeza. Ella la reconoció al instante, como algo que ella
había visto miles de veces antes pero nunca le había puesto atención.


“Lys,” él susurró. “¿Tu sabes lo
que viene?”


“Si,” ella susurró.


“¿Y tú sabes que estaré contigo
hasta el final?” Los ojos de Daniel la perforaron, llenos de ternura y
preocupación. Él no le estaba mintiendo. Él nunca le había mentido. Nunca lo
haría. Ella sabia eso ahora, lo podía ver. Él le había revelado solo lo justo
para mantenerla viva unos pocos momentos más, para sugerir todo lo que Luce
estaba comenzando a aprender sola.


“Si.” Ella cerró sus ojos. “Pero
hay tanto que aun no entiendo. No sé como para esto. No sé cómo romper esta maldición.”


Daniel sonrio, pero había lagrimas
rodeando sus ojos.


Luce no estaba asustada. Ella se sentía
libre. Mas libre de lo que se había sentido antes.


Un extraño y profundo
entendimiento se estaba desenvolviendo en su memoria. Algo volviéndose visible
en la niebla de su cabeza. Un beso de Daniel abriría una puerta, liberándola de
un matrimonio sin amor con un malcriado niño, de la prisión de su cuerpo. Este cuerpo
no era quien ella era en realidad. Era solo una coraza, parte de un castigo. Y por
lo tanto la muerte de este cuerpo no era una tragedia para nada—era simplemente
el fin de un capitulo. Una hermosa y necesaria liberación.


Pasos resonaron en las escaleras
tras ellos. El duque retornando con sus hombres. Daniel apretó los hombros de
ella.


“Lys, escúchame—“

                                                 9
“Bésame,” ella pidió. El rostro
de Daniel cambió, como si no necesitara escuchar nada más. Él la levantó del
piso y la apretó contra su pecho. un hormigueo caluroso se extendió por su
cuerpo mientras ella lo besaba más fuerte y profundo, dejándose ir
completamente. Ella arqueo su espalda e inclino su cabeza hacia el cielo y lo
beso hasta que estaba mareada de felicidad. Hasta que los oscuros rastros de
las sombras se revolvieron y oscurecieron las estrellas arriba. Una sinfonía obsidiana.
Pero tras de ello: había luz. Por primera vez, Luce pudo sentir la luz
brillando a través.


Era absolutamente glorioso.


Era tiempo para que ella se
fuera.


Sal mientras la captación sea buena, Bill le había advertido. Mientras
ella aun estaba viva.


Pero ella aun no podía irse. No mientras
todo era tan tibio y adorable. No con Daniel aun besándola, loco de pasión. Ella
abrió sus ojos y todos los colores del cabello de él y su rostro y la noche en
si misma flameaban más brillante y más hermoso, encendidos por un brillo
intenso.


El brillo estaba viniendo desde
dentro de Luce.


Con cada beso, su cuerpo completo
se acercaba mas a la luz. Esta era la única forma verdadera de volver a Daniel.
Fuera de una vida mundana hacia la otra. Luce moriría felizmente miles de veces
mientras pudiera estar con él de nuevo en el otro lado.


“Quédate conmigo,” Daniel pidió incluso
mientras ella se sentí a si misma encandecer.


Ella gimió. Las lagrimas vertiéndose
por su rostro. La más suave de las sonrisas separó sus labios.


“¿Qué pasa?” Daniel preguntó. Él no
pararía de besarla. “¿Lys?”

                                                10
“Es…tanto amor,” ella dijo, abriendo sus ojos justo cuando el fuego florecía a
través de su pecho. Una enorme columna de luz explotó en la noche, mandando
calor y llamas a lo alto del cielo, empujando a Daniel, empujando a Luce fuera
de la muerte de Lys y hacia la oscuridad, donde ella estaba fría como el hielo
y sin poder ver nada. Una temblorosa oleada de vértigo la poseyó.


Luego: el más pequeño brillo de
luz.


El rostro de Bill apareció en la
vista, cerniéndose sobre Luce con una mirada preocupada. Ella estaba de
espaldas sobre una superficie plana. Ella tocó la suave piedra bajo ella, escuchó el
agua goteando cerca, olio el frio y mohoso aire. Ella había salido al interior
de un locutorio.


“Me asustaste,” Bill dijo. “No sabía…quiero
decir, cuando ella murió, no sabía cómo…no sabía si quizás podrías haberte
quedado atrapada en algún lado…pero no estaba seguro.” Él agitó su cabeza como
para disipar el pensamiento.


Ella intentó ponerse de pie, pero
sus piernas estaban temblorosas y toda ella se sentía increíblemente fría. Ella
se sentó a piernas cruzadas contra la muralla de piedra. Estaba de nuevo en el
vestido negro con el borde verde esmeralda. Las zapatillas verde esmeralda
estaban una junto a la otra en la esquina. Bill debía de habérselas sacado y
haberla recostado después de que ella…después de que Lys…Luce aun no podía creerlo.


“Podía ver cosas, Bill. Cosas que no sabía antes.”


“¿Cómo?”


“Como que ella estaba feliz
cuando murió. Yo estaba feliz. Extasiada. Todo era hermoso.” Su mente corría.
“Sabiendo que él estaría para mí en el otro lado, sabiendo que todo lo que
estaba haciendo era escapar de algo peor y opresivo. Que la belleza de nuestro
amor sobreviviría a la muerte, a todo. Era increíble.”


“Increíblemente peligroso,” Bill
dijo secamente. “No lo hagamos de nuevo, ¿sí?”


“¿No lo entiendes? Desde que perdí
                                                11
a Daniel en el presente, esto es lo mejor que me ha pasado. Y—“


Pero Bill había desaparecido en
la oscuridad de nuevo. Ella escuchaba el goteo de la cascada. Un momento más
tarde, el sonido de agua hirviendo. Cuando Bill reapareció, él había hecho té. Él
traía una tetera en una delgada bandeja de metal y le pasó a Luce un tazón
humeante.


“¿Dónde conseguiste eso?” ella
preguntó.


“Dije, no lo hagamos de nuevo, ¿sí?”


Pero Luce estaba demasiado
envuelta en sus propios pensamientos para de verdad escucharlo. Esto era lo más
cercano que ella había estado de alguna claridad. Ella iría en 3D-- ¿Cómo lo había
llamado él? ¿Hendirse?—de nuevo. Ella
vería sus vidas hasta sus finales, una tras de otra hasta que en una de esas vidas,
ella descubriría exactamente por qué pasó.


Y luego ella rompería la maldición.




Web: The Fallen Saga
Fuente: Purplerose1
Traducido por: cowdiem




                                               12

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Capítulo 11.2

  • 1. Capítulo 11 Flechazo -segunda parte- “Seguro, supongo, pero si te das cuentas que una vez que haga sonar mis dedos, Lys tiene obligaciones en este baile que no incluyen a Daniel. Esta no es en realidad su escena, y por ello me refiero, a que de ninguna forma los guardias van a permitir que entre un pobre chico de establo.” A Luce no le importaba nada de eso. Chico pobre de establo o no, ella lo encontraría. Ella no podía esperar. Dentro del cuerpo de Lys ella podría incluso abrazarlo, quizás incluso besarlo. La anticipación era casi abrumadora. “¿Hola?” Bill golpeo duramente su frente con un dedo. “¿Ya estas lista? Entra ahí, ve lo que puedes ver—luego sal mientras la captación sea buena, si sabes lo que quiero decir.” Luce asintió. Ella estiró el vestido negro de Lys y elevó un poco su cabeza. “Envíame.” “Y…anda.” Bill chasqueó sus dedos. Por una fracción de segundo, la fiesta se quedo enganchada como un disco rayado. Luego cada silaba en medio de una conversación, cada atisbo de perfume siendo trasportado por el viento, cada gota de ponche deslizándose por cada garganta enjoyada, cada nota de música de cada músico en la orquesta, se elevó, se suavizo, y continuo como si nada en el mundo hubiera pasado. Solo Luce había cambiado. Su mente fue asaltada por miles de palabras e imágenes. Una enorme casa de campo con techo de paja en las laderas de Los Alpes. Un caballo color castaño llamado Gauche. El aroma de paja en todos lados. Una peonia blanca de largo tallo descansando atravesada en su almohada. Y Daniel. Daniel. Daniel. Volviendo desde el pozo con cuatro pesados cubos de agua balanceándose en una barra atravesada en sus hombros. Aseando a Gouche a primera hora de la mañana de modo que Lys pudiera llevárselo de cabalgata. 1
  • 2. Cuando se trataba de pequeños y adorables favores para Luce, no había nada que Daniel dejara pasar, incluso en la niebla de todo el trabajo que él hacía para el padre de ella. Sus ojos violetas encontrándola siempre. Daniel en sus sueños, en su corazón, en sus brazos. Era como los flashes de los recuerdos de Luschka que habían venido a ella en Moscow cuando había tocado la puerta de la iglesia—pero más fuertes, más abrumadores, intrínsecamente parte de ella. Daniel estaba aquí. En los establos o los cuartos de los sirvientes. Él estaba aquí. Y ella lo encontraría. Algo se removió cerca del cuello de Luce. Ella saltó. “Solo yo.” Bill revoloteó sobre lo alto de su capa “Lo estás haciendo bien.” Las puertas doradas en la entrada de la habitación fueron abiertas por dos lacayos, quienes estaban de pie a cada lado atentos. Las chicas en la línea frente a Luce comenzaron a reír disimulada y tontamente emocionadas, y luego un silencio barrió la habitación. Mientras tanto, Luce estaba buscando la forma más rápida de salir de ahí hacia los brazos de Daniel. “Focalízate, Luce.” Bill dijo, como si estuviera leyendo su mente. “Estas a punto de ser llamada a tu deber.” Las cuerdas de la orquesta comenzaron a tocar los barrocos acordes iniciales de El Ballet de Jeunesse, y la completa habitación cambio la dirección de su atención. Luce siguió la mirada de todos los demás y jadeo: ella reconoció al hombre que estaba de pie en la entrada mirado hacia la fiesta con un parche en un ojo. Era el Duc de Borurbon, el primo del rey. Él era alto y delgado, tan marchito como una planta de porotos en sequia. Su enfermamente ajustado traje de terciopelo azul estaba ornamentado con una banda color malva que hacia juego con las medias malvas de sus piernas tan delgadas como ramitas. Su ostentosamente empolvada peluca y su rostro blanco leche era ambos excepcionalmente feos. 2
  • 3. Ella no reconoció al duque por alguna fotografía en un libro de historia. Ella sabia demasiado de él. Ella sabía todo. Como por ejemplo como las señoritas en espera reales intercambiaban obscenas bromas sobre el triste tamaño del cetro del duque. Sobre como él perdió el ojo (un accidente de caza, en un viaje al que él se había unido para apaciguar al rey). Y sobre como justo ahora, el duque iba a hacer entrar a las chicas que él había preseleccionado como apropiado material de matrimonio para el rey de doce años que esperaba dentro. Y Luce—no, Lys—era una de las principales favoritas del duque para llenar la vacante. Esa era la razón del pesado y doloroso sentimiento en su pecho: Lys no se podía casar con el rey, porque ella amaba a Daniel. Ella lo había amado apasionadamente por años. Pero en esta vida, Daniel era un sirviente, y ambos estaban forzados a esconder su romance. Luce sintió el miedo paralizante de Lys—que si ella se tornaba la fantasía del rey esta noche, toda la esperanza de tener una vida con Daniel desaparecería. Bill le había advertido que ir en 3D seria intenso, pero no había forma en que Luce pudiera haber estado preparada para el embate de tanta emoción: cada miedo y duda que alguna vez había cruzado por la mente de Lys inundó a Luce. Cada esperanza y sueño. Era demasiado. Ella jadeo y miro alrededor de ella hacia el baile—donde sea menos hacia el duque. Y se dio cuenta que sabía todo lo que había que saber sobre este tiempo y lugar. Repentinamente ella entendió porque el rey estaba buscando una esposa a pesar de que ya estaba comprometido. Ella reconoció la mitad de los rostros moviéndose a su alrededor en la sala de baile, sabia sus historias, y sabia quienes la envidiaban. Ella sabia como ponerse de pie con el vestido con corsé de modo que pudiera respirar confortablemente. Y sabia, juzgando por el entrenado ojo que tenia sobre los bailarines, que Lys había sido entrenada en el arte del baile de salón desde la niñez. Era una sensación extraña, estar en el cuerpo de Lys, como si Luce fuera ambas el fantasma y el embrujado. La orquesta terminó la canción, y un hombre cerca de la puerta dio un paso al frente y leyó desde un rollo de papel. “Princesa Lys de Savoy.” 3
  • 4. Luce elevó su cabeza con mas elegancia y confianza de la que había esperado, y aceptó la mano del joven hombre en la chaquetilla verde que había aparecido para escoltarla hacia la habitación de recepción del rey. Una vez dentro de la habitación completamente en color azul pastel, Luce intentó no mirar fijamente al rey. Su imponente peluca gris se veía ridícula suspendida sobre su pequeño y pintado rostro. Sus pálidos ojos azules miraban de reojo a la línea de duquesas y princesas—todas hermosas, todas vestidas exquisitamente—en la forma en que un hombre privado de comida miraría a un cerdo en un asador. La figura llena de granos en el trono era poco más que un niño. Louis XV había asumido la corona cuando solo tenía cinco años de edad. En conformidad a los deseos de su agonizante padre, él había sido prometido a la princesa española, la infanta. Pero ella aun era una niña recién comenzando a caminar. Era un emparejamiento hecho en el infierno. No se esperaba que el joven rey, que era frágil y enfermizo, viviera lo suficiente para producir un heredero con la princesa española, quien también podría morir antes de alcanzar la edad donde podría tener hijos. Así que el rey tenía que encontrar una consorte para producir un hijo. Lo cual explicaba esta extravagante fiesta, y las señoritas alineándose en exhibición. Luce jugueteo con el lazo de su vestido, sintiéndose ridícula. Las otras chicas todas se veían tan pacientes. Quizás ella de verdad querían desposar al rodeado de acné Rey Louis de doce años, aunque Luce no veía como eso era posible. Ella eran todas tan elegantes y hermosas. Desde la princesa rusa, Elizabeth, cuyo vestido de terciopelo color zafiro tenía un cuello rodeado de piel de conejo, a Maria, la princesa de Polonia, cuya pequeña nariz de botón y boca roja que la hacían vertiginosamente atractiva, todas miraban al niño rey con enormes y esperanzados ojos. Pero él estaba mirando directamente a Luce. Con una sonrisa de satisfacción que hizo que su estomago se retorciera. “Esa.” Él apuntó hacia ella perezosamente. “déjame verla de cerca.” 4
  • 5. El duque apareció al lado de Luce, gentilmente empujándola de sus hombros hacia delante con sus largos y fríos dedos. “Preséntese princesa,” él dijo suavemente. “Esta es una oportunidad única en la vida.” La parte Luce de ella gimió internamente, pero en el exterior, Lys estaba a cargo, y ella prácticamente flotó hacia adelante para saludar al rey. Ella hizo una reverencia con la perfectamente apropiada inclinación de cabeza, extendiendo su mano para él beso de él. Era lo que su familia esperaba de ella. “¿Te vas a poner gorda?” el rey dejó escapar hacia Luce, mirando su cintura apretada por el corsé. “Me gusta como se ve ahora,” él le dijo al duque. “pero no quiero que se ponga gorda.” Si ella hubiera estado en su propio cuerpo, Luce le haría dicho al rey exactamente lo que ella pensaba de su poco atractivo físico. Pero Lys tenía perfecta compostura, y Luce se sintió a si misma responder, “Espero siempre complacer al rey con mi imagen y mi temperamento.” “Si, por supuesto,” el duque ronroneó, caminando en un apretado círculo alrededor de Luce. “Estoy seguro que su Majestad puede mantener a la princesa en la dieta de su elección.” “¿Qué hay respecto a la caza?” el rey preguntó. “Su Majestad,” el duque comenzó a decir, “eso no es propio de una reina. Usted tiene muchos otros compañeros de caza. Yo, por ejemplo—“ “Mi padre es un excelente cazador,” Luce dijo. Su cerebro estaba girando, trabajando n algo—cualquier cosa—que pudiera ayudarla a escapar de esta escena. “¿Debería acostarme con tu padre, entonces?” el rey se burló. “Sabiendo que Su Majestad gusta de lar armas,” Luce dijo, esforzándose por mantener su tono educado, “He traído para usted un regalo—el rifle de caza más preciado de mi padre. Él me ha pedido 5
  • 6. que se lo traiga esta tarde, pero no estaba segura cuando tendría el placer de conocerlo.” Ella tenia la atención completa del rey. Él estaba apostado en el borde de su trono. “¿Cómo se ve? ¿Tiene joyas en la empuñadura?” “El…el mango es tallado a mano en madera de cerezo,” ella dijo, alimentando al rey con los detalles que Bill enumeraba desde donde estaba de pie junto a la silla del rey. “el calibre fue procesado por—por—“ “Oh, ¿Qué sonaría impresionante? Por un herrero ruso que desde ese momento ha trabajado para el Zar.” Bill se inclinó sobre los pasteles del rey y olio hambriento. “Esto se ve bien.” Luce repitió las líneas de Bill y luego añadió, “Puedo traérselo Su Majestad, si tan solo me deja ir y traerlo desde mi recamara—“ “Un sirviente pueda traer el arma mañana, estoy seguro,” dijo el duque. “Quiero verla ahora.” El rey cruzó sus brazos, luciendo incluso más joven de lo que era. “Por favor.” Luce se giró hacia el duque. “Me daría un gran placer presentar el rifle a Su Majestad en persona.” “Anda.” El rey chasqueo sus dedos, despidiendo a Luce. Luce quería girarse en sus tobillos, pero Lys sabia mejor—uno nunca debía darle la espalda al rey—y ella hizo una reverencia y camino de espaldas hasta salir de la habitación. Ella mostró el más gracioso autocontrol, planeando como si no tuviera pies—solo hasta que llego al otro lado de la puerta con espejos. 6
  • 7. Entonces ella corrió. A través del salón de baile, pasando por las esplendidas parejas danzantes y la orquesta, zumbando por una habitación amarillo pastel hacia otra decorada completamente en profundo monasterio. Ella corrió pasando damas jadeantes y gruñones caballeros, sobre pisos de madera y gruesas, opulentas alfombras persas, hasta que las luces se suavizaron y los participantes de la fiesta se espaciaron, y al fin ella encontró las puertas parteluz que llevaban afuera. Ella las empujó abriéndolas, jadeando en su corsé para hacer entrar el fresco aire de libertad en sus pulmones. Ella se deslizó en el enorme balcón hecho de mármol blanco brillante que rodeaba el segundo piso del palacio. La noche estaba brillante de estrellas; todo lo que Luce quería hacer era estar en los brazos de Daniel y volar hacia esas estrellas. Si tan solo él estuviera a su lado para llevársela lejos de todo esto— “¿Qué estás haciendo aquí?” Ella se giró. Él había venido por ella. Él estaba de pie al otro lado del balcón en sus simples ropas de sirviente, luciendo confundido y alarmado y trágica e inevitablemente enamorado. “Daniel.” Ella se lanzó hacia él. Él se movió hacia ella también, sus ojos violetas encendiéndose; él abrió sus brazos, radiante. Cuando ellos finalmente se juntaron y Luce envolvió sus brazos alrededor de él, ella pensó que podría explotar de felicidad. Pero no lo hizo. Ella solo se quedo ahí, su cabeza escondida contra el maravilloso y amplio pecho de él. Ella estaba en casa. Sus brazos estaban envueltos alrededor de su espalda, descansando en la cintura de ella, mientras la empujaba tan cerca de él como era posible. Ella lo sintió respirar, y olió el aroma de paja en su cuello. Luce lo besó justo bajo su oreja izquierda, luego bajo su mandíbula. Suaves, y delicados besos hasta que llego a sus labios, los cuales se abrieron contra los de ella. Luego el beso se extendió, lleno de un amor que parecía brotar de las mismas profundidades del alma de ella. 7
  • 8. Después de un momento, Luce se separó y miró fijamente en los ojos de Daniel. “Te he extrañado tanto.” Daniel se rió. “Yo también te he extrañado en las pasadas…tres horas. ¿estas—estas bien?” Luce paso sus dedos por el sedoso cabello dorado de Daniel. “Solo necesitaba algo de aire, para encontrarte.” Ella lo apretó con fuerza. Daniel entrecerró sus ojos. “No creo que deberíamos estar aquí, Lys. Deben estar esperándote volver a la habitación de recepciones.” “No me importa. No voy a volver a entrar ahí. Y nunca me casaría con ese cerdo. Nunca me casare con nadie que no seas tú.” “Shhh.” Daniel hizo una mueca, acariciando su mejilla. “Alguien podría escucharte. Ellos cortan cabezas por menos de eso.” “Alguien ya te escuchó,” una voz dijo desde la puerta abierta. El Duc de Bourbon estaba de pie con sus brazos cruzados sobre su pecho, sonriendo burlonamente a la visión de Lys en brazos de un sirviente común. “Creo que el rey debería escuchar sobre esto.” Y luego se había ido, desapareciendo dentro de palacio. El corazón de Luce se aceleró, empujado por el miedo de Lys y el propio: ¿Había alterado la historia? ¿Se suponía que la vida de Lys procediera de forma diferente? Pero Luce no podría saber, ¿cierto? Eso era lo que Roland le había dicho. Cualquier cambio que ella hiciera en el tiempo, ellos inmediatamente serian parte de lo que había pasado. Pero Luce aun estaba ahí, así que si ella había cambiado la historia por abandonar al rey—bueno, no parecía importar para Lucinda Price en el siglo veintiuno. Cuando ella le habló a Daniel, su voz era tranquila. “No me importa si ese vil duque me mata. Preferiría morir que renunciar a ti.” 8
  • 9. Una ola de calor barrió sobre ella, haciéndola desbalancearse donde ella estaba. “Oh,” ella dijo, apretando una mano contra su cabeza. Ella la reconoció al instante, como algo que ella había visto miles de veces antes pero nunca le había puesto atención. “Lys,” él susurró. “¿Tu sabes lo que viene?” “Si,” ella susurró. “¿Y tú sabes que estaré contigo hasta el final?” Los ojos de Daniel la perforaron, llenos de ternura y preocupación. Él no le estaba mintiendo. Él nunca le había mentido. Nunca lo haría. Ella sabia eso ahora, lo podía ver. Él le había revelado solo lo justo para mantenerla viva unos pocos momentos más, para sugerir todo lo que Luce estaba comenzando a aprender sola. “Si.” Ella cerró sus ojos. “Pero hay tanto que aun no entiendo. No sé como para esto. No sé cómo romper esta maldición.” Daniel sonrio, pero había lagrimas rodeando sus ojos. Luce no estaba asustada. Ella se sentía libre. Mas libre de lo que se había sentido antes. Un extraño y profundo entendimiento se estaba desenvolviendo en su memoria. Algo volviéndose visible en la niebla de su cabeza. Un beso de Daniel abriría una puerta, liberándola de un matrimonio sin amor con un malcriado niño, de la prisión de su cuerpo. Este cuerpo no era quien ella era en realidad. Era solo una coraza, parte de un castigo. Y por lo tanto la muerte de este cuerpo no era una tragedia para nada—era simplemente el fin de un capitulo. Una hermosa y necesaria liberación. Pasos resonaron en las escaleras tras ellos. El duque retornando con sus hombres. Daniel apretó los hombros de ella. “Lys, escúchame—“ 9
  • 10. “Bésame,” ella pidió. El rostro de Daniel cambió, como si no necesitara escuchar nada más. Él la levantó del piso y la apretó contra su pecho. un hormigueo caluroso se extendió por su cuerpo mientras ella lo besaba más fuerte y profundo, dejándose ir completamente. Ella arqueo su espalda e inclino su cabeza hacia el cielo y lo beso hasta que estaba mareada de felicidad. Hasta que los oscuros rastros de las sombras se revolvieron y oscurecieron las estrellas arriba. Una sinfonía obsidiana. Pero tras de ello: había luz. Por primera vez, Luce pudo sentir la luz brillando a través. Era absolutamente glorioso. Era tiempo para que ella se fuera. Sal mientras la captación sea buena, Bill le había advertido. Mientras ella aun estaba viva. Pero ella aun no podía irse. No mientras todo era tan tibio y adorable. No con Daniel aun besándola, loco de pasión. Ella abrió sus ojos y todos los colores del cabello de él y su rostro y la noche en si misma flameaban más brillante y más hermoso, encendidos por un brillo intenso. El brillo estaba viniendo desde dentro de Luce. Con cada beso, su cuerpo completo se acercaba mas a la luz. Esta era la única forma verdadera de volver a Daniel. Fuera de una vida mundana hacia la otra. Luce moriría felizmente miles de veces mientras pudiera estar con él de nuevo en el otro lado. “Quédate conmigo,” Daniel pidió incluso mientras ella se sentí a si misma encandecer. Ella gimió. Las lagrimas vertiéndose por su rostro. La más suave de las sonrisas separó sus labios. “¿Qué pasa?” Daniel preguntó. Él no pararía de besarla. “¿Lys?” 10
  • 11. “Es…tanto amor,” ella dijo, abriendo sus ojos justo cuando el fuego florecía a través de su pecho. Una enorme columna de luz explotó en la noche, mandando calor y llamas a lo alto del cielo, empujando a Daniel, empujando a Luce fuera de la muerte de Lys y hacia la oscuridad, donde ella estaba fría como el hielo y sin poder ver nada. Una temblorosa oleada de vértigo la poseyó. Luego: el más pequeño brillo de luz. El rostro de Bill apareció en la vista, cerniéndose sobre Luce con una mirada preocupada. Ella estaba de espaldas sobre una superficie plana. Ella tocó la suave piedra bajo ella, escuchó el agua goteando cerca, olio el frio y mohoso aire. Ella había salido al interior de un locutorio. “Me asustaste,” Bill dijo. “No sabía…quiero decir, cuando ella murió, no sabía cómo…no sabía si quizás podrías haberte quedado atrapada en algún lado…pero no estaba seguro.” Él agitó su cabeza como para disipar el pensamiento. Ella intentó ponerse de pie, pero sus piernas estaban temblorosas y toda ella se sentía increíblemente fría. Ella se sentó a piernas cruzadas contra la muralla de piedra. Estaba de nuevo en el vestido negro con el borde verde esmeralda. Las zapatillas verde esmeralda estaban una junto a la otra en la esquina. Bill debía de habérselas sacado y haberla recostado después de que ella…después de que Lys…Luce aun no podía creerlo. “Podía ver cosas, Bill. Cosas que no sabía antes.” “¿Cómo?” “Como que ella estaba feliz cuando murió. Yo estaba feliz. Extasiada. Todo era hermoso.” Su mente corría. “Sabiendo que él estaría para mí en el otro lado, sabiendo que todo lo que estaba haciendo era escapar de algo peor y opresivo. Que la belleza de nuestro amor sobreviviría a la muerte, a todo. Era increíble.” “Increíblemente peligroso,” Bill dijo secamente. “No lo hagamos de nuevo, ¿sí?” “¿No lo entiendes? Desde que perdí 11
  • 12. a Daniel en el presente, esto es lo mejor que me ha pasado. Y—“ Pero Bill había desaparecido en la oscuridad de nuevo. Ella escuchaba el goteo de la cascada. Un momento más tarde, el sonido de agua hirviendo. Cuando Bill reapareció, él había hecho té. Él traía una tetera en una delgada bandeja de metal y le pasó a Luce un tazón humeante. “¿Dónde conseguiste eso?” ella preguntó. “Dije, no lo hagamos de nuevo, ¿sí?” Pero Luce estaba demasiado envuelta en sus propios pensamientos para de verdad escucharlo. Esto era lo más cercano que ella había estado de alguna claridad. Ella iría en 3D-- ¿Cómo lo había llamado él? ¿Hendirse?—de nuevo. Ella vería sus vidas hasta sus finales, una tras de otra hasta que en una de esas vidas, ella descubriría exactamente por qué pasó. Y luego ella rompería la maldición. Web: The Fallen Saga Fuente: Purplerose1 Traducido por: cowdiem 12