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3. Bando de La Comisión de Fiestas
Alpabardos y alpabardas del mundo:
Una vez más estamos preparados para unas nuevas fiestas en nuestro querido
pueblo, esperamos y deseamos que las disfrutemos entre risas, alegría y armonía.
En tiempos difíciles y de desasosiego para muchos, esperamos que estos días nos
aporten un poquito de felicidad a todos.
Lo primero que queremos, es agradecer el esfuerzo que a lo largo de estos
últimos años todos los integrantes de las comisiones ha realizado para poder
reunir a esta gran familia que son nuestros paisanos de Santa Colomba.
Quiero recalcar la dificultad que existe en la realización de las fiestas año tras
año, y más en la situación económica que estamos viviendo, PERO os animo a
todos para que continuemos con dicho esfuerzo, ya que de lo contrario entrare-
mos en una deriva que hará que nuestra gran aldea se torne cada vez más grisácea,
llevándonos a la desaparición de las fiestas, y renunciando a la inmensa alegría que
nos produce el reencuentro con amigos a los que, en muchas ocasiones, solo
podemos abrazar una vez al año.
Aprovecho para pediros un empujón todavía mayor del que estabais realizan-
do, tanto desde el punto de vista económico como en la colaboración para que
nuestra fiesta sea la más grande del mundo, al menos en nuestros corazones. Para
ello nos encomendamos a Nuestra Patrona la Virgen de la Portería, bajo cuyo
manto protector nos hemos sentido siempre acogidos.
Así mismo os pido disculpas por anticipado sin en estas fiestas no hay los
suficientes gaiteros, el grupo del sábado es muy malo, los juegos de los niños
tenían pocos premios, la carne estaba quemada, la iglesia no estaba bien decorada
… y todos aquellos errores que sin mala fe podamos cometer.
Pero al igual que todas las comisiones que nos han precedido, os aseguro que
todo lo que vamos a realizar esta hecho con el mayor de nuestro cariño y pensan-
do en todo momento en las ya mencionadas mejores fiestas del mundo.
Quiero despedirme agradeciendo de antemano vuestra participación y colabo-
ración con vuestras fiestas, para que hagamos que nuestros reencuentros se
alarguen en el tiempo de generación en generación.
Un fuerte abrazo,
La comisión.
11. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
LA LEYENDA DE SAN AMARO
(el cual se venera en Santa Colomba de Sanabria, todavía hoy…)
Lauro Anta Lorenzo (Rosinos de la Requejada, 1958)
Era enero, estoy seguro. Un buen amigo de Santa Colomba me envía un correo y me
explica que un grupo de paisanos han sacado al San Amaro de su pueblo en procesión
“a la antigua”; poca gente, sí, pero él valoraba el haber desfilado con su padre. Además
adjuntaba un par de fotos para despertarme la morriña de esa bendita tierra nuestra,
nuestra de tanto amarla porque lo que se dice poseerla…
Una vez más me pidió datos, a la sazón sobre este santo varón. Y uno, que anda
siempre metido en lecturas y que, sobre todo, no se pierde detalle cuando hablan los
mayores, pues salió del charco con cuatro citas de memoria que además de devolverle
“el dardo enmorriñado” le dejó con más dudas de las que tenía. Y claro, de aquellos
polvos: estos lodos, viéndome ahora “desfaciendo un entuerto” que yo mismo provo-
qué. Ahí vamos:
Parece ser que en origen el tal San Amaro, con devoción enraizada en tierras de Galicia,
no es Amaro sino Mauro. Con la advocación de San Mauro hubo más de uno, esto es
seguro, e incluso no falta quien relaciona esta tradición católica con el famoso San
Brandán, más ahora que “lo celta” vende mucho. Lo cierto es que llegado el momento,
fuera cual fuera la inspiración de nuestro santo en el imaginario colectivo, el San
Amaro se emancipa alentado por “su propia crónica”, una leyenda muy al estilo
nuestro y que a mí personalmente no sólo me trae entrañables humos de cuento y
lumbre, sino también una vela encendida para alumbrar la fe de nuestros mayores:
En el coto de Salnés, próximo a la ría de Arosa, vivía un hidalgo llamado Amaro de
Arentei que en Domingo de Pasión, con el pecho lleno de “hiel”, mató a su hermano
por celos de una mujer. Muy pronto el “negro perro” del remordimiento comenzó
buscarle el corazón, de modo que se convirtió en ermitaño habitando una apartada
cueva. Treinta y tres años pasó “como un lobo” en la cueva, pidiendo al cielo perdón.
Todos los años, hacia el Domingo de Pasión, sobre la tumba del muerto, en el monaste-
rio de Armenteira, florecían dos rosas: una blanca como la nieve, la otra roja como la
sangre; sobre la primera una abeja buscaba néctar, mientras la roja era devorada por un
gusano. Pasados los treinta y tres años, y en Domingo de Pasión, los monjes observa-
ron que aquel año la rosa roja se vistió de armiño. El prior del monasterio de Armentei-
ra, acompañado de nobles y labriegos, se dirige en procesión hasta la cueva donde
acaba de morir el penitente, asistiendo al viaje que el espíritu de don Amaro emprende
para dar cuentas a Dios mientras el cuerpo permanece erguido y sus manos en gesto
de orante arrepentido. Treinta y tres rosas rojas han florecido a su alrededor y una
abeja dorada sobrevuela su corazón. A partir de aquí los milagros se suceden: marine-
ros que salvan su vida rezando a San Amaro en La Lanzada; ciegos que recuperan la
vista; tullidos que fueron arrastrándose hasta Salnés y volvieron por su propio pie…
12. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
He contado la historia a mi manera sin perder el hilo, pero la moraleja de la versión
gallega que yo aprendí de la pluma de Cabanillas no tiene desperdicio: “O bendito San
Amaro / ten unha ermida en Salnés / n-um castro soave, redondo /como un peito de
muller. / O que a San Amaro vaia / nunca lle perderá a lei / nin a fala de seus pais / nin
a terra onde naceu.
Y como tengo fama de incrédulo, y no es verdad, pues al mi San Antón y su cerdito me
remito: ya que desde niño han sido todo un referente; pues a pesar de eso, digo,
tampoco olvido el buscar un sentido a la presencia de San Amaro en vuestro pueblo.
Sabida es su condición gallega, e incluso su adopción en tierras lusas; también haber
sido patrón de canteros. Por otra parte, nadie ignora su ermita-santuario de Salnés en
Pontevedra, ni tampoco que existe un concejo con su nombre en las cercanas tierras
de Orense. Así las cosas y teniendo en cuenta que algunos de estos pueblos nuestros
pertenecían al arzobispado de Santiago, pero también que se puede constatar la
llegada de pobladores gallegos así como las arribadas frecuentes de cuadrillas de
canteros gallegos a Sanabria… : ahí están las casas que repiten en Villardeciervos
modelos idénticos de Soutelo de Montes (Pontevedra), la documentada intervención
de canteros del coto de Feardos (Orense) en el santuario de la Peregrina de Donado, o
que un cantero estupendo, llamado Pepe “el gallego”, sea el último cantero vivo que,
procedente de Galicia, se quedara para siempre a vivir en Santa Colomba. A él y a mis
amigos “columbinus” dedico estas líneas y treinta y tres rosas rojas con mis mejores
deseos para esas fiestas patronales. Salud.
13. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
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19. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
Una historia sin continuidad en un pequeño pueblo
Jose Manuel Pérez Saavedra
"Demasiadas obras concluyen mucho después del final."
Igor Stravinsky
Aquel día que se rompió el cielo inundando las calles del pueblo con perlas de
cristal, fue cuando la abuela, con su manto negro, le dijo que le faltaban dos
noches para morir. Aquel día Manuel, con catorce años, tuvo la certeza de que su
abuela no le contaba un cuento de viejos molinos o de lobos hambrientos buscan-
do el ganado. Aquel día supo que el destino se teje con hilo frágil y que el frío
puede sentirse incluso con la canícula más adversa de agosto. Aquel día se queda-
ron sin alas las mariposas de colores que revoloteaban en sus sueños.
Manuel, nació huérfano de madre y nunca supo del hombre que, en una tarde de
pasión y desenfrenado amor, forjó los cimientos de su existencia. Su madre y su
padre fue su abuela quien, en los primeros días, lo amamantó robando de las ubres
de una oveja recién parida el alimento para su nuevo vástago. Creció al amor de la
lumbre de un viejo hogar que presidía la cocina, pintada de humo, ennegrecida y
ajada, donde colgaban despojos de la matanza. Un viejo escaño, de buena madera
y mala compostura, pintado de ocre y ubicado a un lado de la chimenea, era el
único acomodo de aquella cocina. Fue cuna y después cama de Manuel en muchos
días en los que el invierno se apoderaba de las calles y el frío se colaba entre las
piedras de las casas. Aquel escaño, al abrigo de la lumbre, fue su cobijo muchas
tardes, mientras la abuela se movía inquieta por la cocina, siempre acompañada
por una orquesta de agua cociendo patatas recién peladas.
Manuel se levantó aquella mañana y sintió que se había parado el mundo. El aire,
sin brisa, se ofrecía denso y turbio, costaba respirar. Había sido una noche de
sueños inquietos, lleno de angustiosos malos presagios. En la chimenea, queda-
ban los rescoldos de la noche anterior, ennegrecidos, muriendo con parsimoniosa
quietud.
En una esquina del escaño, la abuela encogida, con los brazos abrazando su
menudo cuerpo, cumplía la profecía que dos días antes le había contado a Manuel.
Había muerto, sin contar con nadie, con el mismo silencio con el que mantuvo su
vida. Las hojas verdes de los robles y chopos, caían como copos de nieve. Al instan-
te, al tocar la tierra, tornaban en una amalgama de colores, ocres, rojos y amarillos
que daban algo de luz al brumoso amanecer. En la calle, el cielo no terminaba de
clarear, manteniendo el mismo color de luto que embargaba el corazón de Manuel,
quien supo, en ese momento, el sabor que tiene la amarga esencia de la soledad.
El Manuel era hijo de un carrilano gallego, que había hecho tientos donjuanescos
por la zona gracias a su porte mozarrón y una desenvoltura de cierto aire de
caballero, no exenta de un toque pícaro, que hacía estragos entre las mujeres.
20. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
Con su mirada de gato logró que Dolores se enamorara perdidamente de él en una
tarde de baile con el sonido de la gaita envolviendo el aire, en las fiestas de la
Virgen del Piorno de San Martín de Terroso, donde fue acompañada de sus primas
deseosas de compartir risas y algún beso furtivo con los operarios del ferrocarril
que, desde Requejo, se acercaban a las fiestas de los pueblos cercanos a disfrutar
de un pequeño rato de ocio y conquistar alguna mirada de las mozas entre bailes
de jotas y agarraos.
Requejo, situado al pie de la Portillas del Padornelo y La Canda, era la base en al que
se ubicaban los obreros que minaban las entrañas de la tierra para salvar el paso
natural de las Portillas, uno de los tramos más duros de esta línea de ferrocarril.
Requejo también aportaba al ferrocarril numerosos obreros que dejaron sus vidas
en la vía, al punto que llegó a ser llamado el pueblo de las viudas. Desde allí, se
desplazaban a las fiestas de los pueblos cercanos los carrilanos de la vía a compartir
cigarrillos, gaita y tambor, mientras saboreaban pan y escabeche regado con un
mal vino que conseguía hacer olvidar, por un momento, el dolor de sus esfuerzos
gastados en la construcción del camino de acero por donde tendrían que pasar, en
el futuro, trenes cargados mercancías, vidas y sueños.
Despertó en ella una locura febril que no lograba apartar de su mente. Soñaba con
él a cada instante. En su segundo encuentro se entregó sin pudor, con una inocen-
cia infantil que el gallego, experto en artes amatorias, saboreó con fruición.
Igual que apareció en su vida, desapareció. No volvió a verle pese a sus paseos,
diarios e incesantes, hasta la vía. Encontrarle entre los más de cinco mil obreros
que operaban la vía entre Zamora y Vigo se hizo tarea imposible. Preguntaba a
todos y cada uno que quería escucharla. Algunos, con pena, le decían que le olvida-
ra. La ansiedad y el deseo se transformó en locura. Llego un momento en que
olvidó no solo el nombre de su ocasional amante, sino que se escaparon, por las
rendijas que se habían abierto en su mente, las ganas de comer y de vivir.
Dolores se fue apagando despacio, como la fina lluvia de otoño al llegar el invierno.
Su cerebro se agotó en pasiones imaginadas, en deseos incumplidos, en noches
desveladas y en silencios eternos. No escuchaba a nadie, su mirada ausente y
perdida se quedaba fija en el infinito, mirando sin ver.
Paula, su prima más preciada, no la dejaba sola ni un instante. Todas las mañanas
bajaba desde el Barrio de la Plaza hasta la casa de la madre de Dolores, en el Barrio
Bajo, para pasar horas muertas con su prima, rememorando todos los momentos
que habían pasado juntas, tratando de despertar en Dolores una brizna de lucidez.
Paula tenía, a sus veinte años, un espíritu de niña grande. Sus ojos almendrados
ofrecían una mirada siempre alegre. No era hermosa, como Dolores, pero al
sonreír mostraba unos hoyuelos en las mejillas que agraciaban su rostro, hacién-
dola atractiva. Su alegría contagiaba al que se acercaba a ella. Si había alguien en el
pueblo que pudiera sacar de su mutismo a Dolores, era Paula.
La belleza de Dolores llegó a ser mítica en la zona. Su mirada hipnotizaba a los
hombres y era deseada por todos aquellos que la veían. Provocó peleas entre
pretendientes y se cruzaron cuchilladas pronunciando su nombre.
21. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
Dionisio, hijo de una de las pocas fortunas del pueblo, presumía de ser el único
conquistador que tuvo Dolores.
Lucía Dionisio un bigotito de señorito de ciudad, que se trajo después de unos
años en Madrid donde estudió letras.
En un lugar donde la gente cubría su cabeza con boina negra de lana, vestía con
pantalones de viejo tergal y fumaba picadura liada que encendía con yesca, Dioni-
sio lucía sombrero Borsalino, vestía con traje holgado con corbata de rayón a la
moda americana, y gastaba cigarrillos con filtro que encendía con un Zippo platea-
do, regalo de su tía por aprobar el bachiller.
Logró que su padre le comprara una casa en La Puebla, en la parte alta, cerca del
Castillo e instaló allí un pequeño despacho, donde gastar y justificar algo el tiempo
dedicado a los estudios. No tenía ningún interés en desarrollar su ganado don a
base de prebendas paternas y conchabeos familiares en Madrid, más que aprove-
char las rentas que el capital de la familia le proporcionaba.
Era de los pocos que tenía coche y, de vez en cuando, se hacía un viaje hasta la
capital, en un Dodge negro que Cecilio, criado, palafrenero y compañero de
juergas zamoranas, abrillantaba con fruición.
Paula estaba enamorada secretamente de Dionisio desde los doce o trece años.
Nunca se lo quiso confesar a su prima creyendo que esta profesaba por el dandi su
misma pasión. Por eso no le perdonó nunca su desaire con el carrilano gallego de
ojos de gato. Aún así, en el agonizante declive de Dolores, fue junto con la vieja
Teresa su madre, el único sostén que esta tuvo y con el que pudo resistir el emba-
razo hasta que nació Manuel.
Tras la muerte de su abuela, Paula acogió a Manuel como si fuera hijo de su sangre.
Sentía que se lo debía a Teresa.
Lo llevó a vivir con ella a la casa de sus padres. Una casa, de piedra, que daba a la
Plaza, protegida en su parte de atrás con la de los Salgueiros, compartiendo una
pared mediana que denotaba una herencia común con esta familia. La casa miraba
al naciente, con dos cuadras en su parte baja. La más grande era el dormitorio de
las vacas, a la que se accedía por un portalón de doble puerta de madera ennegreci-
da, incrustada en un hueco adornada con un arco de porte románico. A su izquier-
da una puerta cuadrada daba paso al lugar donde se criaban los cerdos. Desde el
borde es esta puerta, pegada a la pared, partía una escalera sin baranda, que tras
cuatro escalones de piedra, se introducía en la casa, con otros cinco escalones de
madera del mismo tono y color de las puertas.
En su parte alta, tras la puerta de entrada, un pasillo estrecho a cuya derecha apare-
cía la primera estancia, la más sagrada de la casa. La habitación de los padres de
Paula con una ventana al fondo que daba a la parte frontal. Casi enfrente de la
puerta de esta habitación, al otro lado del pasillo, se accedía a la cocina, a través de
un pequeño escalón. La cocina, pequeña y cuadrada, toda ella ennegrecida por el
humo de un hogar, sin adornos de ningún tipo, que tenía en su parte alta un
22. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
humero del que colgaba una cadena de hierro fundido. En esta cadena, suspendi-
do sobre la llama, siempre tenía la madre de Paula un pote cuyo continuo cocer era
la única música que se oía en toda la casa. Desde una pequeña banqueta la madre
de Paula, con una cuchara grande de madera, podría dar vueltas al caldo con unto
que solía ser el alimento diario de la familia. Abandonando la cocina, a su izquier-
da se abría la puerta de lo que hacía las veces de comedor y habitación de Paula.
Una mesa grande de madera con dos escaños, estrechos y sin respaldo, ubicados a
cada lado, junto con la cama de Paula, eran los únicos muebles que adornaban la
estancia, iluminados por la otra ventana de las dos que había en la casa. Al fondo
del comedor, en un pequeño cuarto sin ventana, donde apenas cabía una pequeña
cama, se ubicó Manuel. Saliendo del comedor a la izquierda, por el pasillo, daba a
un corredor de madera abalconado, desde el que dominabas la carretera que
ascendía serpenteante hasta la Iglesia.
Esa habitación oscura sin ventanas conformó, con la balconada de madera, el
espacio vital por el que se movió Manuel en aquellos años y fue la atalaya en la que
fabricó todos sus sueños……
23. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
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29. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
LOS CASTROS Y LA ÉPOCA ROMANA EN LA COMARCA DE SANABRIA
Pilar Lagarejos Espartero (Zamora, 1968)
En la comarca de Sanabria se conocen una serie de yacimientos arqueológicos que
nos hablan de las raíces milenarias de este territorio fronterizo, que los romanos
denominaron Asturia como referencia al río Astura, actual Esla. Nuestros
antepasados, los astures ocuparon un territorio muy amplio al norte y al sur de la
Cordillera Cantábrica distribuyéndose en nuestra provincia por todo el noroeste
alcanzando parte de Orense y norte de Portugal. El período de formación de este
pueblo se sitúa en los siglosVI yV a. de C. y en nuestra comarca su ocupación parece
estar entorno al siglo IV. La presencia de los romanos, a partir de finales del siglo I
a. de C, cambiará para siempre la vida de estas comunidades.
Los restos arqueológicos que mejor definen a los astures son los castros,
asentamientos de pequeño y mediano tamaño situados en promontorios y
fortificados. En nuestra comarca tenemos muchos ejemplos de estas ocupaciones,
pero quizá, la más destacada por los resultados que se obtuvieron en los trabajos
arqueológicos, es la situada en Lubián y que se conoce como el castro de “As
Muradellas”.
Se trata de un asentamiento cuya datación más probable correspondería al siglo III
a. C., hace 2.300 años Fue construido con un fuerte aparato defensivo levantando
dos recintos precedidos de murallas, fosos y una defensa peculiar denominada
“campo de piedras hincadas” que eran conjuntos de piedras con aristas cortantes
que sobresalían del suelo entre 60 y 90cm. cuya misión consistía en obstaculizar el
paso de cualquier atacante, bien a pie o a caballo. En uno de los recintos, el más
interno, aparecieron las viviendas. De planta rectangular con esquinas
redondeadas, se desarrollaba la vida del poblado. Posiblemente con un hogar en el
centro de la estancia donde se sentaban junto al fuego para comer y contaban con
bancos corridos o montones de paja o hierba para dormir. Estas casas acogían a
familias compuestas por padres e hijos y algún miembro más. Las actividades que
se realizaban en el interior del poblado serían muy diversas: elaboración de
productos que tiene lugar en torno al hogar, la molienda de cereales y bellotas en
molinos de mano, trabajos de cestería, hilado y tejidos de lana para confección de
trajes y mantas.
Respecto a las actividades exteriores y dentro de la muralla se guardaba el ganado
o se realizaban labores de cerámica y metalúrgicas. El hierro es el metal que estas
gentes conocen y trabajan de manera precisa mejorando su calidad de vida y las
perspectivas de supervivencia, por eso a esta civilización se le conoce como la Edad
de Hierro.
30. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
Pero no sólo trabajaron el hierro, las fértiles tierras de nuestra comarca y la cercana
Carballeda poseen otros minerales este es el caso del oro tan importante y
codiciado por los romanos.
Un ejemplo de explotación de oro lo tenemos en“Los Corralones”, en Espadañedo,
donde podemos observar la tecnología que utilizaban: el oro se encontraba en
pequeñas partículas dispersas y para su extracción, se construían canales que
llevaban agua hasta unos depósitos situados en las partes altas del área a excavar y
cuya finalidad era aumentar la capacidad de embalsamiento, de forma que a través
de canales regulados con compuertas el agua cayese con fuerza sobre las labores
mineras.
La actividad minera propició la aparición de nuevos asentamientos en las zonas
donde se trabajaba. A partir de los primeros años del siglo I d.C. la explotación de
oro se realiza de forma sistemática y en el siglo III d.C. finalizó a causa de una fuerte
crisis política y monetaria.
Otro ejemplo de actividad relacionada con el trabajo del metal en nuestra comarca
es el yacimiento de Santo Toribio en Ferreros, en el que a falta de estudios mas
concretos parece que pudo ser un centro de producción metalúrgica de amplio
impacto en la región. Así mismo la investigación sobre otros yacimientos permitirá
un mas amplio conocimiento de este período que parece fue muy interesante.
37. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
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42. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
Francisco Arias acude en defensa de“los rústicos habitantes de aquel país
fronterizo a Portugal”
Manuel Mostaza Barrios (manuel.mostaza@gmail.com) es politólogo
El siglo XVIII, tan maltratado a veces por la historiografía española, es conocido
como el Siglo de las Luces. Tras varios años de conflictos bélicos, la Monarquía
Hispánica vive un periodo de paz durante los años centrales de dicha centuria, paz
que se traducirá en un importante crecimiento económico del país. Entre los varios
intentos modernizadores abordados por la Administración de Carlos III está el de
limitar el poder que la Iglesia tenía en varios ámbitos de la sociedad española,
especialmente en lo referido a la economía. No se trataba, en manera alguna, de
atacar a la religión, sino de aplicar el precepto evangélico de dar al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios.
En una fecha imprecisa pero que podemos situar a finales de 1780 un vecino de la
Puebla de Sanabria, el licenciado Francisco Arias, graduado por la Universidad de
Valladolid recurre a la Corona para denunciar cómo en la tierra de Sanabria se
incumple de manera sistemática la normativa que desde la Real Cédula de 18 de
agosto de 1771 prohibía las herencias que, en el lecho de muerte, dejaban los
finados a los confesores y a la Iglesia. Cuando los parientes del muerto reclamaban
su herencia, aseguraba Arias que “la escasez de medios para el seguimiento de
estos litigios les imponía la dura necesidad de abandonar su derecho”. Incoado
expediente, el Fiscal del Consejo de Castilla, el Conde de Campomanes, leal
servidor de la Corona en su lucha por limitar el poder de la Iglesia, acuerda por
Decreto de 6 de abril de 1781 que el“Alcalde mayor de la citada Villa de la Puebla de
Sanabria y su tierra, informase en el asunto lo que estimara conveniente; recibiendo
de oficio información sumaria de los hechos, con citación y audiencia del expresado
D. Francisco Arias”. Fruto de la diligencias practicadas, el Consejo de Castilla
descubre que“en la expresada Villa de Sanabria y su tierra”, no sólo se incumplía la
normativa denunciada por Arias, sino también la Real Pragmática de 2 de febrero
de 1766, relativa a las personas que morían sin dejar testamento (abintestatos)
“mezclándose los párrocos en ellos, con pretexto de disponer a favor del alma”,
cuando la ley establecía que, en caso de ausencia de los herederos, correspondía
únicamente al Juez intervenir en dicho asunto.
El informe del Consejo es demoledor también en relación con la actuación de los
párrocos que actúan en Sanabria ya que los mismos “contravienen a leyes y
disposiciones que han sido establecidas con urgentísimas causas […] abusando de
43. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
la rusticidad y pobreza de aquellos naturales, que [acababan cediendo a las
presiones del clero] por su ignorancia o falta de medios, y también por el respeto
reverencial a sus propios Curas […]”. El resultado de todo ello, continúa el informe
es que “los párrocos son ricos” y “al apropiarse de la hacienda de los seglares […]
resultará la despoblación de aquel país fronterizo a Portugal, en notorio perjuicio
del Estado”.
Para acabar con esta situación, la Corona decide, por Auto de 23 de diciembre de
1782 nombrar a Francisco Arias Promotor-Fiscal y Defensor General “en la citada
Villa de la Puebla de Sanabria y Lugares de su tierra”, para asegurar el cumplimiento
de la ley. Con este nombramiento, se faculta a Arias para que intervenga de oficio
cuando vea que se está incumpliendo la normativa en materia de herencias y éstas
pasen a la Iglesia en vez de a sus legítimos herederos. La Corona dispone,
igualmente y a través de una Real Cédula de 13 de febrero de 1783, que tanto el
Alcalde Mayor de la Puebla como el resto de autoridades de la zona procedan“en la
ejecución de la Real Pragmática y cédula sin disimulo ni tolerancia, no permitiendo
a los Párrocos que se mezclen en los abintestatos ni en los demás, que les está
prohibido”, decretando penas que llegan hasta la privación de oficio y cuarenta
ducados de multa a los escribanos que participen en estos fraudes. Para garantizar
el conocimiento de la Real Cédula, se dispone en la misma que el Alcalde Mayor
dará aviso “a todos los pueblos de aquella jurisdicción […] para que conste a sus
moradores”el nuevo cargo que ocupará Francisco Arias. En cuanto a los párrocos, se
determina que el Conde de Campomanes, fiscal del Consejo, escriba al Obispado
de Astorga para exigirle que se atenga al cumplimiento de los dispuesto“no sólo en
la citada Villa de la Puebla de Sanabria, sino también en el resto del obispado”,
según puede leerse en la Real Cédula de 13 de febrero que estamos comentando.
La vida posterior de los protagonistas de esta historia no estuvo exenta de
sobresaltos. Campomanes, uno de los mayores exponentes del espíritu ilustrado en
la época, accedió a la presidencia del Consejo de Castilla tres años después, en
1786. La muerte de Carlos III, su gran valedor, originará su caída en desgracia en
1791, tras la subida al trono de Carlos IV, siendo obligado ese año a dimitir de sus
cargos y a retirarse a su vida privada, centrando sus esfuerzos en la Real Academia
de la Historia, hasta que muera en 1802.
Por su parte, el sanabrés Francisco Arias verá cómo, pocos años después, en
concreto en 1786, el Tribunal de la Inquisición lo someterá a un proceso de fe en
Valladolid (capital de la provincia en la que entonces estaba ubicada la tierra de
Sanabria) por la tenencia en su poder de libros prohibidos por la Iglesia y es que,
recordemos, desde la primavera de 1531 la Iglesia castigaba con la excomunión a
los poseedores de libros inclusos en el Índice de Libros Prohibidos. Pero esa, es otra
historia…
44. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
C/ Juan Bautista de Toledo, 10
28002 Madrid - 91.563.41.67
C/ Fuente del Toro Nave-2
28710 El Molar (madrid) - 91.841.20.06
47. Sanabria en fiestas
Santa Colomba 2013
LA ÚLTIMA
Oscar Somoza Rodríguez Escudero
(La Puebla de Sanabria, 1955)
Santa Colomba de Sanabria desde siempre retumba en mis oídos, incluso
muchos años antes de conocerla sucintamente y mucho más desde que empecé
a conocerla y recorrerla a fondo de la mano de uno de sus más recalcitrantes
valedores, continuo y constante vocero, defensor y potenciador (no hace falta
decir su nombre) de este rincón de la comarca de Sanabria que vio nacer a la
madre de mi abuela.
Tierra de ida y de vuelta, de empresas y emprendedores, de eruditos, de docto-
res, de lucha y de luchadores, de valles, montes, castaños, de hornos, setas, de
manzanas, de pellizos de castañas, de arroyos y aguas cheironas, de barrios de
ayer y de hoy, de gentes que lo dan todo que te acogen, que te ayudan, que
comparten su calor, que comparten sus vivencias, que comparten su amistad,
que comparten su mesa y año tras año sus FIESTAS.
Las vísperas se preparan con parchís, tute y gimcanas el pueblo sale a la plaza y
engalana las ventanas, los chiquillos corretean, los mayores entre charlas recuer-
dan tiempos pasados, otros años otras fiestas, recuerdan a los que faltan, histo-
rias entremezcladas con pasión con añoranzas, el pasado se transforma en
recuerdos siempre buenos, la mente es selectiva y elimina los pesares, suaviza
los problemas los convierte en experiencias.
Suenan tambores y gaitas, orquestas de madrugada, suenan vasos de cubata, de
gintonic en las barras que en tres días no descansan, suenan bingos, loterías,
suenan noches y alboradas, y a veces hasta cornadas de chispas locas y fantas-
mas.
Parece que las campanas resuenan en toda España y de todos los rincones
acuden a festejar a unir familias y amigos que la cicatriz de emigración separó
pero nunca rompió, aquí están los que quedaron, salvaguardas de la esencia,
deseando año tras año volver a llenar el pueblo con aquellos que se fueron, con
sus hijos, con sus nietos y con todos los que ya se han convertido en vecinos de
otras tierras, de otros fueros y que han hecho de Sanabria un lugar de referencia:
de descanso, de alegría, de escapada y golfería; de canciones en la lumbre
después de una buena cena con buen vino o regular pero con mucha tertulia,
con paseos con pasiones, aguantando con potencia otro año, otras fiestas …..
Santa Colomba os acoge. Santa Colomba os recuerda