1) Platón introduce la idea de alma inmortal que es preexistente al cuerpo e inmortal, y que tiene como lugar natural el mundo de las ideas. El cuerpo es imperfecto y estorba al alma.
2) Existen dos mundos, el sensible y el inteligible. El mundo sensible es imperfecto mientras que el mundo inteligible contiene las ideas eternas e inmutables.
3) El filósofo que ha contemplado las ideas debe regresar a la caverna para ayudar a los demás a ascender al mundo de las ideas.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Platón nociones y temas
1. TEMA 1. PLATÓN: Nociones y temas.
A) NOCIONES
Los prisioneros y las sombras.
Los prisioneros son unos hombres que están encadenados dentro de una caverna
desde pequeños sin poder moverse. Según nos dice Platón en el mito, la caverna
equivale al mundo sensible, el fuego que hay en ella al sol, y la salida de la cueva a la
ascensión del alma al mundo inteligible.
Platón introduce, influido por los pitagóricos, la idea de alma inmortal, que es
novedosa en la cultura griega. El alma es preexistente al cuerpo e inmortal y tiene
como lugar natural el mundo suprasensible de las ideas. El cuerpo es la cárcel del
alma, constituye un estorbo para el alma, pues las pasiones, la arrastran impidiéndole
la contemplación de las ideas. El cuerpo pertenece al mundo sensible, y es por tanto
imperfecto, sus conocimientos son meras sombras de la verdadera realidad que no se
capta con los sentidos.
El alma es como un carro formado por un par de caballos alados y su auriga. En el
caso de los dioses, los dos caballos son buenos y de buena raza. Las almas de los
hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los dos caballos es díscolo),
difícilmente logran seguir a las de los dioses. Puede perder las alas y caer a tierra,
donde queda encerrada en un cuerpo, que parecerá moverse a sí mismo. Además
olvida lo que ha visto en el mundo de las Ideas. Al contemplar las cosas bellas vuelve
a recordarlas. El conocimiento sensible sirve de ocasión para el recuerdo.
Platón explica los grados de conocimiento. En el mundo sensible tendremos dos
divisiones: la primera correspondiente a las imágenes de los objetos materiales
-sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas-la segunda
correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras de la naturaleza o
del arte. Estos dos grados de conocimiento proporcionan opinión (doxa), que no es el
verdadero conocimiento. El conocimiento de las sombras y de los ecos del interior de
la caverna es el primer grado de opinión, la imaginación (eikasia). Cuando un
prisionero es liberado dentro de la caverna y ve el fuego y a los porteadores alcanza el
segundo grado de opinión, la creencia (pistis).
El ascenso al mundo de arriba y el sol.
El ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a
la luz en el exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del
proceso educativo. La dialéctica y el amor son los dos medios de ascender al mundo
de las Ideas. Las matemáticas son un preludio necesario, ya que arrancan al alma del
mundo del devenir y la introducen en la contemplación de los objetos inteligibles.
Dentro del mito corresponden a la subida para salir de la caverna pues permite pasar
del mundo sensible al inteligible
En el mito el prisionero descubre que el sol produce las estaciones y los años y
gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas
aquellas cosas que ellos veían.
Las funciones del Bien en el mundo inteligible respecto del alma y las ideas, es similar
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2. al comportamiento del Sol respecto de la percepción visible y las cosas sensibles. La
idea del Bien es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; en el
mundo visible es la causa de la luz y del sol, en la inteligible es la productora de
verdad y conocimiento. Igual que los ojos necesitan la luz del Sol para ver, el alma
necesita la idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Tiene por
fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
Las Ideas está jerarquizadas. El primer rango le corresponde a la Idea de Bien, tal
como nos lo presenta Platón en la "República”. A continuación vendrían las Ideas de
los objetos éticos y estéticos, seguida de las Ideas de los objetos matemáticos y
finalmente de las Ideas de las cosas.
La dianoia (matemáticas) es el conocimiento indirecto que procede por demostración.
La noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas. Las
matemáticas emplean un método discursivo descendente, deductivo: parten de una
hipótesis y deducen conclusiones. En cambio, la dialéctica emplea un método
discursivo ascendente. El dialéctico rebasa y supera las hipótesis y llega a un principio
no hipotético, la Idea de Bien.
La dialéctica ascendente permite ascender hasta el principio de todo, en esta
ascensión no recurre a nada que no sea las ideas tomadas en sí mismas. De este
modo, de Idea en Idea, se alcanza la Idea de Bien, Idea suprema fundamento de la
inteligibilidad y el ser del Mundo de las Ideas.
El retorno a la caverna y las tinieblas.
El filósofo que ha ascendido hacia las Ideas volverá a descender a la caverna para
ayudar a los hombres a salir del sueño en el que se hallan sumidos y aportar sentido y
verdad a la vida. Como señala Platón no es extraño que se muestre torpe cuando
tenga que discutir en los tribunales o en otro lugar, sobre la apariencia de lo justo
cuando él conoce la justicia en sí.
Las tinieblas representan una existencia en la que sólo se concede valor a lo sensible,
que es una copia devaluada de lo verdaderamente real. En el ámbito social y político
estas tinieblas son el mundo de las intrigas políticas y los manejos demagógicos de la
opinión pública, que no buscan la reflexión profunda sobre las ideas, sino la seducción
y la persuasión mediante lo aparente y no mediante lo real, cuya comprensión es
siempre mucho más difícil. La enseñanza de los sofistas busca manejar las pasiones
de la masa, sin considerar que es bueno y malo, justo e injusto. La política se basa en
las preferencias del populacho.
En el Libro VI Platón habla de la gran paradoja que supone que el Estado perfecto
debe ser constituido por el sabio perfecto, y éste, a su vez, no puede serlo más que en
el Estado perfecto. Hay que contar pues, con que aparezca un rey-filósofo para llevar
a cabo el proyecto. Platón creyó haberlo encontrado en Siracusa pero no tuvo éxito.
El mantenimiento del orden armonioso y justo constituye el objetivo de los gobernantes
El gobernante ha de vigilar para que la Ciudad se mantenga dentro de unos márgenes
moderados de bienestar sin dejar que se apoderen de ella ni la riqueza ni la pobreza.
Ha de vigilar para que la Ciudad no crezca demasiado y para que los individuos se
dediquen a las funciones más acordes con el tipo de alma que predomina en ellos.
Debe evitar que se introduzcan cambios en el sistema educativo.
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3. B) SÍNTESIS DOCTRINAL O TEMA
1. LA TEORÍA DE LAS IDEAS
Si bien toda la obra de Platón está atravesada por preocupaciones políticas, la
República es la clave de su aportación filosófica y una propuesta de construcción de
un Estado ideal. Frente a la política demagógica promovida por los sofistas, Platón
mantiene que la primera aspiración del filósofo es constituir en ciencia la moral y la
política, las cuales coinciden en su motor común, el Bien, que es también la Verdad.
De esta manera, quiere vincular la política a valores eternos con el objetivo de que no
la perturbe el devenir de este mundo cambiante. Sobre esta misma exigencia Platón
articula la teoría del conocimiento: quiere encontrar las verdaderas realidades, ocultas
por el devenir.
La propuesta platónica parte de intentar superar la triple confrontación que se
daba en la filosofía griega de su época. En primer lugar, se encontró con el debate
entre Heráclito, quien afirmaba que las realidades están en un permanente cambio y
todo es mutable, no hay nada permanente en la naturaleza (movilismo); y
Parménides, que sostenía que la realidad es el ser estático, inamovible, contrapuesto
radicalmente al ser de Heráclito (inmovilismo). En segundo lugar, la polémica entre
materialismo (teoría según la cual la materia constituye la realidad primera y
fundamental, no existen seres inmateriales, niegan la espiritualidad e inmortalidad del
alma) defendido por Demócrito; y espiritualismo, representado por Pitágoras
(doctrina según la cual el espíritu constituye una realidad específica, distinta e
independiente de la materia; transmigración, cuerpo como cárcel del alma). Por
último, la confrontación entre relativismo (todo es relativo, no puede haber nada fijo ni
universal, cada uno con su criterio → no existen normas morales universales),
defendido por Protágoras y otros sofistas; y el universalismo ético de Sócrates
(existe un conocimiento permanente y consistente que fundamenta la ética, y es
posible llegar a esos conceptos universales mediante el diálogo → existen normas
morales universales).
Para conjugar todas estas confrontaciones, Platón habla de dos tipos diferentes
de realidad: la realidad del mundo sensible o físico (lo que percibimos por los
sentidos, es continuo fluir, el devenir, la pluralidad, las apariencias) y la realidad del
mundo inteligible o ideal (mundo que no podemos percibir más que con los ojos del
alma, con la razón, porque es un lugar de realidades absolutas, eternas, inmutables,
universales e independientes, separadas del mundo sensible, son la causa del ser de
las cosas materiales, lo permanente, lo que es y ha sido siempre y da unidad a la
naturaleza). De este modo, el mundo sensible existe físicamente, pero es relativo, su
ser y existencia dependen de otro (del mundo inteligible) y además es y no es al
mismo tiempo (corruptibilidad de las cosas); por el contrario, el mundo inteligible
tiene una existencia inmaterial, es absoluto y su ser no depende de otro, es siempre
idéntico a sí mismo, porque es uno, permanente y eterno.
¿Qué relación existe entre estos dos mundos? Existen dos tipos de relación
según el fundador de la Academia. Por un lado, una relación de semejanza o
mímesis, es decir, de participación: todas las cosas de la misma clase se parecen
entre sí porque están hechas a partir de un mismo modelo; son imitaciones o copias
de las ideas. Por otro lado, esto significa que las ideas del mundo inteligible son
causas del ser de las cosas sensibles, aquello que hace que sean lo que son (relación
de fundamentación o causa). Esto implica que sin las ideas no es posible la
existencia de las cosas materiales.
A partir de aquí, Platón plantea una concepción piramidal de la realidad, que
afecta también al mundo de las ideas, de manera que situará en la cúspide la idea de
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4. Bien, la idea perfecta, fundamento de todo, tanto material como ideal. La idea de Bien,
simbolizada por el sol en el mito de la caverna, ilumina las cosas del mundo
inmaterial, al igual que el sol en el mundo sensible, haciéndolas inteligibles y, además,
es causa de su ser.
Por tanto, para Platón todo ser sensible tiene sentido en las ideas y todo
conocer debe remitirse a ellas. Esto le lleva a defender, en el conocido “texto de la
línea” una epistemología igualmente dualista, pues distingue dos modos que tiene el
alma de conocer.
El primer segmento de la línea del conocimiento corresponde a la opinión
(doxa), simbolizada por el interior de la caverna, es cuando el alma humana fija su
mirada sobre un objeto sensible, y al no ver claro, solo concibe opiniones cambiantes
(ora verdaderas, ora falsas según quien las diga). Por eso las opiniones no tienen
auténtica verdad, solo verosimilitud. Dentro del plano de la opinión, encontramos dos
grados: el primero es el de la imaginación (eikasía), a través de la cual conocemos
las imágenes o reflejos de los objetos sensibles, simbolizadas por las sombras en el
mito de la caverna; y el segundo es el de la creencia (pistis), a través de la cual
conocemos los objetos sensibles (que son copias de las ideas), simbolizados por los
porteadores de objetos en el mito.
El segundo segmento es la ciencia (episteme), representada por el exterior de
la caverna, es cuando el alma fija su atención en un objeto inteligible, que está
iluminado por la verdad y el ser, entonces lo conoce verdaderamente. Dentro del plano
de la ciencia, hay dos grados: el pensamiento (dianoia), a través del cual conocemos
los entes matemáticos que son parte del mundo inteligible y escalera hacia las ideas; y
la inteligencia (noesis), que es el conocimiento intuitivo de las ideas a través de la
dialéctica.
Así pues, el conocimiento es objetivo (está motivado por la naturaleza de las
cosas y no por nuestra manera de verlas) y debe ser infalible (debe ser irrefutable).
Los sentidos son para Platón vía del error. Entonces, ¿cómo es posible acceder a la
verdad, conocer las ideas?, es decir, ¿cómo podemos conocer la verdad a partir del
error? Platón plantea entonces que aprender es recordar, según su teoría de la
anamnesis o reminiscencia (recuerdo). El alma humana pertenece por naturaleza al
mundo de las ideas. Antes de vivir en un cuerpo (en una caverna) preexiste en ese
mundo inteligible, es eterna, el cuerpo no. En esa preexistencia, conoce todo lo recto,
bueno y bello que hay en el mundo inteligible (las ideas d Bien, Belleza y Justicia),
pero al encarnarse en un cuerpo lo olvida y son los sentidos los que emplea, no para
aprender sino para recordar lo que ya sabía, pues las cosas del mundo sensible se
parecen a las del mundo inteligible.
Por tanto, podemos distinguir una triple intencionalidad en la teoría platónica
de las ideas. En primer lugar, una intencionalidad científica, puesto que Platón
quiere alcanzar el conocimiento de lo universal y objetivo, por eso el saber debe versar
sobre las ideas. En segundo lugar, una intencionalidad moral, ya que al fundar la
virtud en el saber, quien conozca la idea eterna e inmutable de Justicia,
necesariamente será una persona justa en su obrar porque ha conocido lo que es la
justicia en sí (intelectualismo moral). Por último, una intencionalidad política, puesto
que aquellos que han contemplado las ideas, llegando al conocimiento de lo verdadero
y perfecto, son los que han de gobernar, por ser virtuosos y por guiarse por ideas
transcendentes y absolutas. Vemos así la conexión que el pensamiento platónico,
debido a su influencia socrática, establece entre el conocimiento y la moral (el que
obra inmoralmente es porque es un ignorante) y también con la política (el
gobernante-filósofo que es justo porque conoce la idea de Justicia).
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5. 2. LA EDUCACIÓN PLATÓNICA
La educación es, para Platón, paideía: un proceso integral que abarca tanto lo
privado (el alma → ética) como lo público (la sociedad, la polis → política); es al
mismo tiempo ética y política. La educación platónica presenta la novedad de hacer
del conocimiento de la idea del Bien la finalidad suprema (el bien es el objeto del
conocimiento, de la ética y de la política).
Por tanto, al hablar de la educación platónica hemos de tener en cuenta dos
vertientes: por un lado, el proceso educativo simbolizado por el “ascenso al mundo de
arriba” (salida al exterior de la caverna), esto es, el ascenso discursivo del alma en el
conocimiento (grados del conocimiento y ética); por otra parte, el momento práctico en
el conocimiento, es decir, la vuelta a la caverna, a la vida política y moral
(antropología, ética y política).
1) La educación como ascenso discursivo (del alma) en el conocimiento
La educación en Platón está directamente relacionada con la dialéctica. En
primer lugar, la dialéctica es el itinerario del alma, semejante al que realizó el
prisionero de la caverna, desde lo sensible hasta las ideas y la idea de Bien y luego el
regreso de nuevo hasta el mundo de las sombras, para dar cuenta de lo visto. En otras
palabras, la dialéctica es el ascenso del alma hasta las ideas y también el regreso
hasta lo sensible, para juzgar en lo sensible a la luz de las ideas. Este ascenso del
alma exige un dominio de los sentidos y de las pasiones corporales. En este sentido,
la educación es el ascenso del alma por los distintos niveles de conocimiento:
opinión (imaginación y creencia) y ciencia (razonamiento discursivo, inteligencia o
dialéctica). El alma va recordando (anamnesis, reminiscencia) las ideas que ya
conoció cuando se encontraba libre del cuerpo.
Pero, en segundo lugar, Platón denomina dialéctica especialmente a la etapa
final, de este viaje del alma: en este sentido, dialéctica sería el proceso de
conocimiento de las ideas y sobre todo de la idea de Bien. Así, la dialéctica es la
contemplación de las ideas en sí mismas (el conocimiento verdadero, el grado
supremo) y de la idea de Bien como idea suprema a través de la sola razón (sin los
sentidos).
Ética o la educación del alma
El mito de la caverna es una alegoría sobre la educación: educación es esa
liberación de prisionero y su ascenso hacia la luz, mientras que la falta de educación
consiste en el permanecer en las sombras de la caverna. Los objetos, como en el mito
de la caverna, permanecen quietos, mientras el ser humano es quien va de un lado a
otro. Educar es dirigir la mirada hacia lo luminoso.
Por tanto la educación (paideía) es enderezar la mirada. Educar no es, como
dicen los sofistas, introducir nuevos conocimientos, sino cambiar la dirección de la
mirada, mirar rectamente (la falta de visión no es debida a que el ojo sea ciego, sino a
que el ojo mira hacia la oscuridad, se trata de llevar el ojo hacia la luz). Así entendida,
la educación es un cierto “saber”, y a la vez un modo de conducirse, de vivir, una ética.
Rectitud en la mirada es al mismo tiempo rectitud en la existencia: al igual que en
Sócrates, el saber se identifica con la virtud. Sólo el sabio, quien conoce el bien, puede
ser virtuoso y sólo el virtuoso, quien dedica su vida al bien, alcanza la sabiduría. La
educación no es estado, sino tránsito, superar constantemente la apariencia. Al igual
que Sócrates, Platón nos enseña a mirar.
El sentido de la conducta moral es conseguir la purificación del alma gracias al
conocimiento del Bien, la idea de las ideas. Así pues, el proceso educativo entendido
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6. como ascenso en los niveles de conocimiento hasta alcanzar la idea de Bien es una
condición necesaria para la ética platónica, así como para la política.
2) La educación como momento práctico del conocimiento: la vuelta a la caverna
La filosofía, como aspiración al saber, como un correcto mirar, es entonces
pedagogía, es política hacia sus conciudadanos. El gobernante (que regresa a la
caverna), el político verdadero, es filósofo (ha contemplado las ideas al salir de la
caverna); a él le corresponde la educación en la ciudad. Sólo quien ha visto la justicia
en sí (el filósofo que conoce las ideas) podrá juzgar acerca de lo justo y lo injusto
(recordad la injusta condena a Sócrates, hecho que inspira la filosofía de Platón). Es el
regreso de nuevo de aquel prisionero, regreso desde la luz hacia la caverna. Por eso,
el gobierno ha de estar reservado a los menos ansiosos por gobernar; ya que no hay
vida mejor que la contemplación de las esencias (ideas), los filósofos sólo aceptarán
gobernar como una obligación justa que se pide a unos seres humanos justos. No
habrá justicia en las ciudades hasta que los filósofos accedan al gobierno o hasta que
los gobernantes se hagan filósofos.
Política: la educación de la sociedad (polis)
Si los gobernantes han de educar a la ciudad, es preciso que ellos mismos
también hayan de ser educados, que sean llevados a la sabiduría. Sólo los más
capaces alcanzarán lo más alto de las ideas y podrán gobernar. Platón propone, tras
un ejercicio previo en la gimnasia y la música, las siguientes enseñanzas como propias
de la educación del gobernante:
1. Aritmética (número) y lógica (cálculo): estudian el número en sí.
2. Geometría plana: estudia las figuras en sí.
3. Geometría espacial: se ocupa del sólido.
4. Astronomía: estudio de los sólidos en movimiento (movimiento en sí).
5. Armonía: estudio de las proporciones y las relaciones entre números.
Todas estas enseñanzas son el preludio de la auténtica ciencia, que es la
dialéctica. Es decir, son ciencias auxiliares que, aunque aspiran a las esencias,
lo hacen apoyándose en hipótesis sensibles y sirven como preámbulo al
verdadero mundo del conocimiento.
6. La dialéctica: estudio de las ideas y de la idea de Bien en particular, sin
ayuda de lo sensible. Es la meta de la educación y lo que da sentido a todo el
proceso.
En un proceso de selección de los futuros gobernantes, que presenta las
siguientes etapas, se escogerá a los hombres más capaces:
1. Desde los 10 a los 20 años: será espectador en la guerra y cultivará la gimnasia.
2. Desde los 20 a los 30 años: se ejercitará en las matemáticas y en la visión general
y sistemática de los conocimientos. El que tiene visión de conjunto es “dialéctico” y
pasa a la siguiente etapa.
3. Desde los 30 a los 50 años: habrá de practicar la dialéctica (encaminarse hacia la
esencia o idea sin ayuda de los sentidos). Esta etapa se divide en dos fases: entre los
30 y los 35 años estudiará la dialéctica y desde los 35 a los 50 años regresará a la
“caverna” para desempeñar cargos en la guerra.
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7. 4. A partir de los 50 años: aquellos que hayan superado con éxito todas las etapas,
serán considerados filósofos, y les compete, por tanto, el gobierno de la ciudad y de sí
mismos.
De este modo, se alcanza la educación perfecta, porque está basada en la verdad
y en el conocimiento de las ideas, lo que evitará que sean los intereses económicos
los que guíen a los gobernantes-filósofos al poder. Una vez que tomen en sus manos
los asuntos del estado, también se ocuparán de la educación de otros jóvenes.
Por tanto, la estructura de la sociedad planteada por Platón coincide con la
estructura del hombre. Las tres clases sociales (gobernantes, guerreros y
comerciantes) se corresponden con las tres partes del alma y están regidas por las
tres virtudes que regulan la conducta. La educación es el medio que permite a los
ciudadanos acceder de una clase a otra, prepara al futuro gobernante, que será el más
sabio, quien ha alcanzado el máximo grado de educación, que es la dialéctica o
filosofía, capaz de gobernar garantizando la justicia porque es quien conoce el Bien.
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