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Para nosotros los
cristianos esta noticia es
motivo de gran alegría.
Así lo proclamaron los
ángeles a los pastores
en la noche de Navidad:
”Os anuncio una buena
noticia, la gran alegría
para todo el pueblo: hoy
os ha nacido un
Salvador, el Mesías, el
Señor”.
Automático
Lo que era
negro en la
vida ahora
tiene color.
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La gran noticia
es que Dios
está con
nosotros,
viviendo
nuestra misma
vida. Por eso es
el “Enmanuel”,
el Dios-con-
nosotros.
En el Nacimiento de
Jesús, Dios expresa
con profusión su
inmenso amor para
con nosotros, que se
ha hecho uno de
los nuestros. Dios
está aquí, Dios se ha
hecho presente en
nuestra humanidad:
Hoy nos ha nacido
un Salvador: el
Mesías, el Señor. Ésta
es la gran noticia
para los hombres y
mujeres de todos los
tiempos.
Por eso el día en que recordamos el nacimiento de Jesús
es un día de especial gozo. Algunos lo celebran sólo por
sentido social y ese gozo es pasadero y muchas veces
hueco; pero para los que aman a Jesús el gozo entra en
el corazón y permanece unido en el amor.
Aunque el evangelio
se escribió
principalmente para
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mensajes de Jesús,
nos da también
algunos datos sobre
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son también
mensajes para
nuestra vida.
María, permaneciendo virgen, estaba esperando
en Nazaret el nacimiento de su hijo, a quien iban
a poner el nombre de Jesús.
El evangelista san Lucas nos dice que
por aquellos días salió un edicto del
emperador mandando a todos ir a su
ciudad para empadronarse. San José
debía ir a Belén.
A María no la obligaba, pero fue con José a
Belén.
El hecho de querer
acompañar María a
José parece
indicar que el viaje
no es probable que
fuese ya casi en el
tiempo de dar a
luz, sino algunas
semanas antes.
Tampoco es probable el hecho de que no les
admitiesen en la casa de alguno, pues solían ser
muy hospitalarios.
Tampoco tendrían
que salirse a alguna
cueva fuera de Belén,
pues el evangelio
dice que “estando
allí”, es decir en la
ciudad de Belén,
donde entonces
vivían, dio a luz
María.
Además, cuando los ángeles anunciaron a los pas-
tores el nacimiento del Salvador, no les dijeron que
fuesen a alguna cueva, sino a la ciudad de Belén.
Los pastores debían
encontrar al niño recién
nacido recostado en un
pesebre. Seguramente era
en el lugar de los animales
de la casa donde estaban
alojados (la cuadra), pues
la frase del evangelio “no
había sitio para ellos en la
posada” se suele entender,
según la palabra original,
más que una casa de pago,
una habitación especial de
la casa.
La casa donde estaban
alojados seguro que era una
casa pobre y no tendría esa
habitación especial, propia
para quien iba a ser madre.
No estaba bien visto que
alguien naciera en la sala
grande multi-usos (comer y
dormir), por aquello de la
impureza legal. Así que irían
a la parte de los animales (la
cuadra), que en un ambiente
pobre no se estaba del todo
mal.
Así, de una
manera sencilla,
nació el
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mundo. Los
ángeles
cantaron y los
pastores fueron
los primeros en
adorarlo.
Marchan los pastores a Belén,
marchan los pastores al portal.
Automático
Caminan con alegría
porque dicen que Jesús ha nacido ya.
Encuentran a María y a José y a unos
animales que le dan calor.
¿Cómo puede ser? ¿Quién lo permitió? En
esas condiciones nos da nuestro Dios.
Marchan los pastores a Belén,
marchan los pastores al portal.
Caminan con alegría, porque
dicen que Jesús ha nacido ya.
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En realidad eran gente de clase social humilde que, quizá
sólo por la comida o por muy poco más, tenían que guardar,
día y noche, los rebaños de los terratenientes; incluso los
sábados, mientras los dueños de los rebaños rezaban en la
sinagoga.
En Palestina, en el
tiempo en que
nació Jesús, los
pastores no
gozaban de buena
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Ellos, marginados y
despreciados por los
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explotados por los ricos,
son los elegidos por Dios
para conocer antes que
nadie que ha nacido el
Mesías; a ellos, antes que
al resto del pueblo, se les
comunica la buena
noticia que, más para
ellos que para
cualesquiera otros,
convierte aquella noche
en nochebuena.
Los pastores, precisamente porque no tenían
nada, porque no contaban con nada y porque nada
esperaba nadie de ellos, precisamente porque
eran pobres y marginados, pudieron recibir esa
noticia como buena noticia.
María es verdadera madre
de Jesús. Son muchos los
pasajes del Nuevo
Testamento que así lo
confiesan (Mt 1,18;
2,11.13.20; 12,46; 13,55; Jn
2,1; He 1,14). El relato del
nacimiento atestigua que
lo llevó en su seno durante
nueve meses y que le dio a
luz cuando le llegó la hora
del alumbramiento (Lc 2,5-
7).
El Hijo eterno de
Dios fue concebido
en María por el
Espíritu y nació de
ella. El Hijo de Dios
no solamente pasó
por ella, sino que
es gestado en las
entrañas de María y
nace de ella: es
realmente su Hijo.
La Escritura no dice
que el Logos se
asoció a la persona
del hombre, sino que
«se hizo carne» (Jn
1,14). Esto significa
que comunicó con
nosotros «en la carne
y la sangre» (Heb
2,14). Hizo, pues, suyo
nuestro cuerpo y
nació como hombre de
mujer (Gál 4,4), sin
dejar por ello el ser
Dios y el haber nacido
de Dios Padre.
El nacimiento
de Jesús no
significa que
haya nacido un
nuevo Dios-
hijo, sino que
Dios Hijo se
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El Hijo de Dios
y el Hijo de
María son la
misma
Persona, esto
es, Jesucristo,
verdadero Dios
y verdadero
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Aquél que ella concibió
como hombre, por obra
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que se ha hecho su
Hijo según la carne, no
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eterno del Padre, la
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Santísima Trinidad. Por
eso la Iglesia confiesa
que María es
verdaderamente
Madre de Dios.
Tu eres,
María, la
madre de
Dios,
Automático
tu eres
la madre
que
Cristo
nos dio.
Tu estabas ya
presente ante
los siglos
cuando el
Padre por su
amor te eligió.
Y fuiste tu la
madre de su
Hijo; por eso
eres Madre
del Amor.
Tu eres,
María, la
madre de
Dios,
Tu eres
la madre
que
Cristo
nos dio.
Hacer CLICK
Ya en los Evangelios
María, la que es
llamada “Madre de
Jesús” es aclamada
bajo el impulso del
Espíritu como "la
madre de mi Señor"
desde antes del
nacimiento de su
hijo (Lc 1, 43).
El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la
virtud del altísimo te
cubrirá con su
sombra, y por eso el
hijo engendrado será
santo, será llamado
Hijo de Dios. (Lc
1,35). “Ser llamado”
en la Biblia significa
SER.
En el tercer Concilio
Ecuménico reunido en
Efeso, el año 431, la Iglesia
confesó que «el Verbo, al
unirse en su persona a una
carne animada por un alma
racional, se hizo hombre».
La humanidad de Cristo no
tiene más sujeto que la
Persona divina del Hijo de
Dios que la ha asumido y
hecho suya desde su
concepción. Por eso
proclamó que María es con
toda verdad Madre de Dios.
Pero no sólo es madre
biológica del Señor. Pues
antes de recibir a Jesús
en su seno, lo había
aceptado y recibido en la
fe. De ella, no sólo se
puede decir: «¡Dichoso el
seno que te llevó y los
pechos que te criaron!»,
sino también «¡Dichosos
más bien los que
escuchan la Palabra de
Dios y la guardan!»
“La bienaventurada María, en efecto,
concibió por su fe a Quien por su fe dio a
luz... Llena de fe concibió a Cristo en su
mente antes que en su seno, al
responder: «He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí lo que dices» (Lc 1,35), es
decir, «que sin el concurso de varón
conciba yo permaneciendo virgen; que
del Espíritu Santo y de una Virgen nazca
aquel, en quien la Iglesia renacerá virgen
del Espíritu Santo» (Jn 3,5); que, el
«Santo», que nacerá de una Madre sin
padre, se llame «Hijo de Dios»...
¡Creyó María y en ella se cumplió lo que creyó!
¡Creámoslo también nosotros, para que se cumpla en
nosotros!”
Comenta
san
Agustín.
Y esta maternidad divina es virginal: «Lo engendrado en
ella es del Espíritu Santo» (Mt 1,20).
Este misterio no es
accesible a una
consideración puramente
histórica. Sólo se
descubre a través de una
lectura de los textos
bíblicos hecha en el
corazón de la Iglesia, a la
luz de la tradición
eclesial, es decir, en la
profesión de fe de la
Iglesia.
La grandeza espiritual de
María es tan especial que,
aunque Dios quiso la libre
cooperación de su
criatura, desde toda la
eternidad, Dios la escogió
para ser la Madre de su
Hijo. Se fijó en aquella
joven de Nazaret en
Galilea, aquella “virgen
desposada con un hombre
llamado José, de la casa
de David, cuyo nombre era
María" (Lc 1, 26-27)
La sombra del Espíritu
Santo cubriendo a María
alude al templo de Israel y
a la tienda del desierto,
que mostraba la presencia
de Dios en medio del
pueblo (Ex 40,3; 1Re 8,11).
María, nuevo Israel, la
verdadera hija de Sión, es
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María es la nueva tienda la alianza en la que el Verbo de
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Para ser la Madre del
Salvador, María fue
"dotada por Dios con
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una misión tan
importante“. Así pues,
para poder dar el
asentimiento libre de su
fe al anuncio de su
vocación, era preciso
que ella estuviese
totalmente poseída por la
gracia de Dios.
La bienaventurada
Virgen María fue
preservada inmune
de toda la mancha
de pecado original
en el primer instante
de su concepción
por singular gracia y
privilegio de Dios
omnipotente.
A lo largo de los siglos,
la Iglesia ha ido tomando
conciencia de que María
"llena de gracia" por Dios
(Lc 1, 28) había sido
redimida desde su
concepción. Es lo que
confiesa el dogma de la
Inmaculada Concepción,
proclamado en 1854 por
el Papa Pío IX.
Esta "resplandeciente
santidad del todo
singular“, de la que ella
fue "enriquecida desde
el primer instante de su
concepción“, le viene
toda entera de Cristo:
ella es "redimida de la
manera más sublime en
atención a los méritos
de su Hijo“.
Por la gracia
de Dios, María
ha
permanecido
pura de todo
pecado
personal a lo
largo de toda
su vida.
María siguió siendo la madre fiel. Cuidó
amorosamente de Jesús. No fue fácil:
Mezclándose siempre los gozos y los dolores.
Como a los cuarenta días, al ir a presentar al niño
en el templo, comprendió que su vida tendría esta
mezcla: rosas y espinas (o espadas) para su
corazón.
Unas rosas serían, en aquellos días, la
visita de los magos venidos de Oriente.
Y una espada el
tener que huir a
Egipto.
Estando aún la Sagrada Familia en Belén, una noche un
ángel del Señor ordenó a San José que tomara a Jesús y
a la madre y huyeran a Egipto porque Herodes buscaba
al Niño para darle muerte.
Cuando
murió
Herodes, por
nuevo aviso
del ángel,
volvieron a
Nazaret.
En Nazaret
comenzó una
vida tranquila
para María
como madre.
Siendo el Niño de doce años, fue llevado por sus padres
al templo de Jerusalén en cumplimiento de
prescripciones santas para asistir a los sacrificios y oír
explicar la Sagrada Escritura. Jesús se quedó perdido en
el templo; pero pronto le encontraron en medio de los
doctores, oyéndolos y preguntando.
Hubo un
momento
de gran
ansiedad.
Para María fue
una lección de
un necesario
despegue
materno corporal
para unirse más
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Este
desapego fue
más radical
cuando Jesús
comenzó su
vida pública
alrededor de
los treinta
años.
Es bienaventurada porque
Dios ha puesto sus ojos en la
humildad de su sierva (Lc
1,47-48). María testimonia con
toda su existencia que «los
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(Me 10,31). Ella es «la llena de
gracia» (1,28), la que no es
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Evangelio.
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María. Pero la maternidad
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a salvar: "Dio a luz al Hijo, al
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nació y ni siquiera el año exacto. Nosotros
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Jesús
nació en
Belén, de
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María.
La Iglesia, para favorecer el apostolado por medio de la
inculturación, en lugar de quitar las fiestas paganas, ha
procurado cristianizarlas. Esto es lo que pasó con el 25
de Diciembre. Eran fiestas en las que se pedía al dios
Saturno que hubiera más sol durante el día.
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norte del globo
terráqueo, el sol
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ascender.
Así como para los paganos era una fiesta del Sol naciente,
que despegaba las tinieblas durante el alba, así la
presencia de Cristo viene a mostrarnos la luz, el camino
que nos lleva a la verdad de nuestra existencia.
Dios que es
Luz del
mundo (Jn
8,12), viene al
encuentro del
hombre.
El evangelio de
san Juan
proclama el
nacimiento de
Jesús en forma
teológica.
Nos habla de que el hijo de Dios acampó entre nosotros, y
empezó a vivir como uno más, a dar ilusión y esperanza a
la gente, a sentirse y ser solidario de todos los hombres,
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Jesús, al nacer, por unos fue rechazado y por otros
dichosamente fue aceptado. Así dice san Juan:
“Vino a su casa, y los suyos no le recibie-ron. Pero
a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos
de Dios, a los que creen en su nombre”.
El nacimiento de Jesús no
es tan sólo el recuerdo de
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sigue amándonos, hoy
Jesús sigue haciéndose
presente en medio de
nosotros, hoy el Niño de
Belén sigue naciendo en el
corazón de cada creyente,
para que todos podamos
llegar a ser un poco más
acordes al proyecto de
Dios.
En la Eucaristía se nos
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en Belén hace veinte
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Eucaristía entramos en
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Navidad, con toda la
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que el Hijo de Dios ha
querido traer a nuestras
vidas.
"Si alguno dijere: Amo a
Dios, pero aborrece a su
hermano, miente. Pues el que
no ama a su hermano, a
quien ve, no es posible que
ame a Dios, a quien no ve"
(1Jn 4, 20). Si nadie queda
excluido del amor de Dios, no
tenemos ningún derecho a
celebrar el Nacimiento de
Jesús excluyendo a alguien
de nuestro amor.
También Jesús sigue
naciendo a través del
amor al prójimo.
"Aunque Cristo
nazca mil o diez
mil veces en
Belén, de nada te
valdrá si no nace
por lo menos una
vez en tu
corazón." (Angelo
Silesio)
Si amamos de verdad, Jesús habrá
nacido de verdad para nosotros.
Para llegar a Belén no hace falta ya el camino.
porque el
camino
Automático
Se llega de
corazón
cuando
estamos
decididos
a pensar en los demás antes que en
nosotros mismos.
En vuestro corazón está el camino.
Si amáis a
los demás,
tened por
cierto que
ya en
vuestro
interior Dios
ha nacido.
No
preguntéis
cómo se va
a Belén. En
vuestro
corazón está
el camino.
Para
llegar a
Belén ya
no hace
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  • 2. Para nosotros los cristianos esta noticia es motivo de gran alegría. Así lo proclamaron los ángeles a los pastores en la noche de Navidad: ”Os anuncio una buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.
  • 4. Lo que era negro en la vida ahora tiene color.
  • 5.
  • 7. La gran noticia es que Dios está con nosotros, viviendo nuestra misma vida. Por eso es el “Enmanuel”, el Dios-con- nosotros.
  • 8. En el Nacimiento de Jesús, Dios expresa con profusión su inmenso amor para con nosotros, que se ha hecho uno de los nuestros. Dios está aquí, Dios se ha hecho presente en nuestra humanidad: Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Ésta es la gran noticia para los hombres y mujeres de todos los tiempos.
  • 9. Por eso el día en que recordamos el nacimiento de Jesús es un día de especial gozo. Algunos lo celebran sólo por sentido social y ese gozo es pasadero y muchas veces hueco; pero para los que aman a Jesús el gozo entra en el corazón y permanece unido en el amor.
  • 10. Aunque el evangelio se escribió principalmente para enseñarnos los mensajes de Jesús, nos da también algunos datos sobre el nacimiento del Señor. Estos datos son también mensajes para nuestra vida.
  • 11. María, permaneciendo virgen, estaba esperando en Nazaret el nacimiento de su hijo, a quien iban a poner el nombre de Jesús.
  • 12. El evangelista san Lucas nos dice que por aquellos días salió un edicto del emperador mandando a todos ir a su ciudad para empadronarse. San José debía ir a Belén. A María no la obligaba, pero fue con José a Belén.
  • 13. El hecho de querer acompañar María a José parece indicar que el viaje no es probable que fuese ya casi en el tiempo de dar a luz, sino algunas semanas antes.
  • 14. Tampoco es probable el hecho de que no les admitiesen en la casa de alguno, pues solían ser muy hospitalarios.
  • 15. Tampoco tendrían que salirse a alguna cueva fuera de Belén, pues el evangelio dice que “estando allí”, es decir en la ciudad de Belén, donde entonces vivían, dio a luz María.
  • 16. Además, cuando los ángeles anunciaron a los pas- tores el nacimiento del Salvador, no les dijeron que fuesen a alguna cueva, sino a la ciudad de Belén.
  • 17. Los pastores debían encontrar al niño recién nacido recostado en un pesebre. Seguramente era en el lugar de los animales de la casa donde estaban alojados (la cuadra), pues la frase del evangelio “no había sitio para ellos en la posada” se suele entender, según la palabra original, más que una casa de pago, una habitación especial de la casa.
  • 18. La casa donde estaban alojados seguro que era una casa pobre y no tendría esa habitación especial, propia para quien iba a ser madre. No estaba bien visto que alguien naciera en la sala grande multi-usos (comer y dormir), por aquello de la impureza legal. Así que irían a la parte de los animales (la cuadra), que en un ambiente pobre no se estaba del todo mal.
  • 19. Así, de una manera sencilla, nació el Redentor del mundo. Los ángeles cantaron y los pastores fueron los primeros en adorarlo.
  • 20. Marchan los pastores a Belén, marchan los pastores al portal. Automático
  • 21. Caminan con alegría porque dicen que Jesús ha nacido ya.
  • 22. Encuentran a María y a José y a unos animales que le dan calor.
  • 23. ¿Cómo puede ser? ¿Quién lo permitió? En esas condiciones nos da nuestro Dios.
  • 24. Marchan los pastores a Belén, marchan los pastores al portal.
  • 25. Caminan con alegría, porque dicen que Jesús ha nacido ya. Hacer CLICK
  • 26. En realidad eran gente de clase social humilde que, quizá sólo por la comida o por muy poco más, tenían que guardar, día y noche, los rebaños de los terratenientes; incluso los sábados, mientras los dueños de los rebaños rezaban en la sinagoga. En Palestina, en el tiempo en que nació Jesús, los pastores no gozaban de buena reputación.
  • 27. Ellos, marginados y despreciados por los buenos, oprimidos y explotados por los ricos, son los elegidos por Dios para conocer antes que nadie que ha nacido el Mesías; a ellos, antes que al resto del pueblo, se les comunica la buena noticia que, más para ellos que para cualesquiera otros, convierte aquella noche en nochebuena.
  • 28. Los pastores, precisamente porque no tenían nada, porque no contaban con nada y porque nada esperaba nadie de ellos, precisamente porque eran pobres y marginados, pudieron recibir esa noticia como buena noticia.
  • 29. María es verdadera madre de Jesús. Son muchos los pasajes del Nuevo Testamento que así lo confiesan (Mt 1,18; 2,11.13.20; 12,46; 13,55; Jn 2,1; He 1,14). El relato del nacimiento atestigua que lo llevó en su seno durante nueve meses y que le dio a luz cuando le llegó la hora del alumbramiento (Lc 2,5- 7).
  • 30. El Hijo eterno de Dios fue concebido en María por el Espíritu y nació de ella. El Hijo de Dios no solamente pasó por ella, sino que es gestado en las entrañas de María y nace de ella: es realmente su Hijo.
  • 31. La Escritura no dice que el Logos se asoció a la persona del hombre, sino que «se hizo carne» (Jn 1,14). Esto significa que comunicó con nosotros «en la carne y la sangre» (Heb 2,14). Hizo, pues, suyo nuestro cuerpo y nació como hombre de mujer (Gál 4,4), sin dejar por ello el ser Dios y el haber nacido de Dios Padre.
  • 32. El nacimiento de Jesús no significa que haya nacido un nuevo Dios- hijo, sino que Dios Hijo se hace hombre.
  • 33. El Hijo de Dios y el Hijo de María son la misma Persona, esto es, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
  • 34. Aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Por eso la Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios.
  • 35. Tu eres, María, la madre de Dios, Automático
  • 37. Tu estabas ya presente ante los siglos cuando el Padre por su amor te eligió.
  • 38. Y fuiste tu la madre de su Hijo; por eso eres Madre del Amor.
  • 41. Ya en los Evangelios María, la que es llamada “Madre de Jesús” es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (Lc 1, 43).
  • 42. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. (Lc 1,35). “Ser llamado” en la Biblia significa SER.
  • 43. En el tercer Concilio Ecuménico reunido en Efeso, el año 431, la Iglesia confesó que «el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre». La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la Persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso proclamó que María es con toda verdad Madre de Dios.
  • 44. Pero no sólo es madre biológica del Señor. Pues antes de recibir a Jesús en su seno, lo había aceptado y recibido en la fe. De ella, no sólo se puede decir: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!», sino también «¡Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan!»
  • 45. “La bienaventurada María, en efecto, concibió por su fe a Quien por su fe dio a luz... Llena de fe concibió a Cristo en su mente antes que en su seno, al responder: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí lo que dices» (Lc 1,35), es decir, «que sin el concurso de varón conciba yo permaneciendo virgen; que del Espíritu Santo y de una Virgen nazca aquel, en quien la Iglesia renacerá virgen del Espíritu Santo» (Jn 3,5); que, el «Santo», que nacerá de una Madre sin padre, se llame «Hijo de Dios»... ¡Creyó María y en ella se cumplió lo que creyó! ¡Creámoslo también nosotros, para que se cumpla en nosotros!” Comenta san Agustín.
  • 46. Y esta maternidad divina es virginal: «Lo engendrado en ella es del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Este misterio no es accesible a una consideración puramente histórica. Sólo se descubre a través de una lectura de los textos bíblicos hecha en el corazón de la Iglesia, a la luz de la tradición eclesial, es decir, en la profesión de fe de la Iglesia.
  • 47. La grandeza espiritual de María es tan especial que, aunque Dios quiso la libre cooperación de su criatura, desde toda la eternidad, Dios la escogió para ser la Madre de su Hijo. Se fijó en aquella joven de Nazaret en Galilea, aquella “virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David, cuyo nombre era María" (Lc 1, 26-27)
  • 48. La sombra del Espíritu Santo cubriendo a María alude al templo de Israel y a la tienda del desierto, que mostraba la presencia de Dios en medio del pueblo (Ex 40,3; 1Re 8,11). María, nuevo Israel, la verdadera hija de Sión, es el templo y la tienda de la reunión, en la que se posa la nube en la que Dios entra en la historia. María es la nueva tienda la alianza en la que el Verbo de Dios puso su Morada entre nosotros (Jn 1,14).
  • 49. Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante“. Así pues, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación, era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios.
  • 50. La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente.
  • 51. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha ido tomando conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX.
  • 52. Esta "resplandeciente santidad del todo singular“, de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción“, le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo“.
  • 53. Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
  • 54. María siguió siendo la madre fiel. Cuidó amorosamente de Jesús. No fue fácil: Mezclándose siempre los gozos y los dolores.
  • 55. Como a los cuarenta días, al ir a presentar al niño en el templo, comprendió que su vida tendría esta mezcla: rosas y espinas (o espadas) para su corazón.
  • 56. Unas rosas serían, en aquellos días, la visita de los magos venidos de Oriente.
  • 57. Y una espada el tener que huir a Egipto. Estando aún la Sagrada Familia en Belén, una noche un ángel del Señor ordenó a San José que tomara a Jesús y a la madre y huyeran a Egipto porque Herodes buscaba al Niño para darle muerte.
  • 58. Cuando murió Herodes, por nuevo aviso del ángel, volvieron a Nazaret.
  • 59. En Nazaret comenzó una vida tranquila para María como madre.
  • 60. Siendo el Niño de doce años, fue llevado por sus padres al templo de Jerusalén en cumplimiento de prescripciones santas para asistir a los sacrificios y oír explicar la Sagrada Escritura. Jesús se quedó perdido en el templo; pero pronto le encontraron en medio de los doctores, oyéndolos y preguntando. Hubo un momento de gran ansiedad.
  • 61. Para María fue una lección de un necesario despegue materno corporal para unirse más en el espíritu.
  • 62. Este desapego fue más radical cuando Jesús comenzó su vida pública alrededor de los treinta años.
  • 63. Es bienaventurada porque Dios ha puesto sus ojos en la humildad de su sierva (Lc 1,47-48). María testimonia con toda su existencia que «los últimos serán los primeros» (Me 10,31). Ella es «la llena de gracia» (1,28), la que no es nada por sí misma pero lo es todo por la bondad de Dios. Ella es figura y prototipo de la Iglesia y de cada creyente. María anticipa las bienaventuranzas del Evangelio.
  • 64. Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende (cf. Jn 19, 26- 27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar: "Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el Primogénito entre muchos hermanos (Rm 8,29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre“.
  • 65. Pero no sabemos otros datos, como el día que nació y ni siquiera el año exacto. Nosotros celebramos el hecho y lo que significa para nuestra vida. Jesús nació en Belén, de la Virgen María.
  • 66. La Iglesia, para favorecer el apostolado por medio de la inculturación, en lugar de quitar las fiestas paganas, ha procurado cristianizarlas. Esto es lo que pasó con el 25 de Diciembre. Eran fiestas en las que se pedía al dios Saturno que hubiera más sol durante el día. Eran los días en que, en la parte norte del globo terráqueo, el sol comienza a ascender.
  • 67. Así como para los paganos era una fiesta del Sol naciente, que despegaba las tinieblas durante el alba, así la presencia de Cristo viene a mostrarnos la luz, el camino que nos lleva a la verdad de nuestra existencia. Dios que es Luz del mundo (Jn 8,12), viene al encuentro del hombre.
  • 68. El evangelio de san Juan proclama el nacimiento de Jesús en forma teológica. Nos habla de que el hijo de Dios acampó entre nosotros, y empezó a vivir como uno más, a dar ilusión y esperanza a la gente, a sentirse y ser solidario de todos los hombres, especialmente de aquéllos que peor lo estaban pasando.
  • 69. Jesús, al nacer, por unos fue rechazado y por otros dichosamente fue aceptado. Así dice san Juan: “Vino a su casa, y los suyos no le recibie-ron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre”.
  • 70. El nacimiento de Jesús no es tan sólo el recuerdo de un acontecimiento pasado, sino que hoy Dios sigue amándonos, hoy Jesús sigue haciéndose presente en medio de nosotros, hoy el Niño de Belén sigue naciendo en el corazón de cada creyente, para que todos podamos llegar a ser un poco más acordes al proyecto de Dios.
  • 71. En la Eucaristía se nos hace presente de un modo sacramental y se nos da como alimento el mismo Jesús que nació en Belén hace veinte siglos. En cada Eucaristía entramos en comunión con Él. Cada Eucaristía es como la Navidad, con toda la gracia y la salvación que el Hijo de Dios ha querido traer a nuestras vidas.
  • 72. "Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve" (1Jn 4, 20). Si nadie queda excluido del amor de Dios, no tenemos ningún derecho a celebrar el Nacimiento de Jesús excluyendo a alguien de nuestro amor. También Jesús sigue naciendo a través del amor al prójimo.
  • 73. "Aunque Cristo nazca mil o diez mil veces en Belén, de nada te valdrá si no nace por lo menos una vez en tu corazón." (Angelo Silesio) Si amamos de verdad, Jesús habrá nacido de verdad para nosotros.
  • 74. Para llegar a Belén no hace falta ya el camino. porque el camino
  • 77. a pensar en los demás antes que en nosotros mismos.
  • 78. En vuestro corazón está el camino.
  • 79. Si amáis a los demás, tened por cierto que ya en vuestro interior Dios ha nacido.
  • 80. No preguntéis cómo se va a Belén. En vuestro corazón está el camino.
  • 81. Para llegar a Belén ya no hace falta el camino.
  • 82. a caminar por el bien, la sencillez y la paz para poder encontrar a Cristo Jesús ahora y por siempre. AMÉN