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A LA VEZ
- Mujeres poetas del mundo-
Selección realizada por:
Ana Rodríguez, María Rodero y Estefanía Rodero,
pertenecientes a la
Asociación Feminista de críticas literarias
Julia Kristeva
(Universidad Complutense de Madrid)
(Mary Wollstonecraft)
EUROPA
2
(Diotima)
Grecia y Roma
3
POETISAS GRIEGAS (Con todo nuestro agradecimiento a la profesora
María Dolores Castro, UCM)
S.VII- VI a.C
SAFO
El amor (traducción de Helena Rodríguez Somolinos)
Diosa de artístico trono, inmortal Afrodita
Hija de Zeus que trenzas engaños, te suplico,
No domeñes con angustias y tormentos,
Señora, ni ánimo,
Por el contrario ven aquí, si alguna vez
Al escuchar mi voz a lo lejos
Me atendiste, y viniste dejando la casa
De tu padre
Tras uncir dorado carro; hermosos gorriones
Te llevaban veloces en torno a la negra tierra
Agitando sus tupidas alas desde el cielo
A través del éter.
Al punto llegaste y tú, bienaventurada,
Con una sonrisa de tu rostro inmortal
Me preguntaste qué me hacía entonces padecer, por qué
De nuevo te llamaba
Y que deseaba más que sucediera
Mi corazón en su delirio: “¿a quién he de persuadir
Esta vez a aceptar tu amor?; ¿quién, Safo,
Te agravia?
Pues si se muestra esquiva, de pronto te perseguirá,
Si no acepta regalos, aún los ofrecerá,
Y si no siente amor, pronto lo sentirá,
Aun si no quiere”.
Ven también ahora a mí y líbrame de terribles
4
Inquietudes; cuanto desea que se cumpla
Mi ánimo cúmplemelo, y sé tú misma
Mi aliada. (Fr. 1 Voigt)
A una amada (traducción de Manuel Rabanal)
Paréceme a mí que es igual a los dioses el mortal que se sienta frente a ti, y
desde tan cerca te oye hablar dulcemente y sonreír de esa manera encantadora.
El espectáculo derrite mi corazón dentro del pecho. Apenas te veo así un
instante, me quedo sin voz. Se me traba la lengua. Un fuego penetrante fluye
enseguida por debajo de mi piel. No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme
los oídos. Me cae a raudales el sudor. Tiembla mi cuerpo entero. Me vuelvo más
verde que la hierba. Quedo desfallecida y es todo mi aspecto el de una muerta...
5
ERINA
Fragmento (traducción de Helena Rodríguez Somolinos)
En mi corazón las huellas (...) permanecen
Calientes aún. De lo que antaño nos servía de juego sólo hay rescoldos.
De niñas, siempre a vueltas con muñecas en el cuarto,
Jugando, despreocupadas, a las novias. Y al alba
La madre que repartía lana entre las criadas que la trabajaban;
Venía ella a pedirte ayuda con la salazón.
Y entonces, de niñas, ¡qué miedo nos daba el Coco,
Con sus orejotas en la cabeza! A cuatro patas
Caminaba y de una a otra iba cambiando su apariencia.
Mas cuando llegaste al lecho de un varón, te olvidaste de toso
Cuanto oíste en tu infancia y entonces, en casa de mi madre,
Querida Báucide. Afrodita puso olvido en tu mente.
Y así, en mi lamento, por ti lloro, pero he de renunciar a lo demás.
Pues no pueden mis profanos pies salir de casa
Ni puedo verte muerta con mis ojos, ni llorarte
Con el cabello suelto, sino que la purpúrea Vergüenza
Me araña las mejillas...
6
POETISAS ROMANAS
S.I a.C.
SULPICIA (traducción de Aurora López)
Al fin me llegó el amor, y es tal que ocultarlo por pudor
Antes que desnudarlo a alguien, peor reputación me diera.
Citerea, vencida por los ruegos de mis Camenas,
Me lo trajo y lo colocó en mi regazo.
Cumplió sus promesas Venus: que cuente mis alegrías
Quien diga que no las tuvo propias.
Yo no querría confiar nada a tablillas selladas,
Para que nadie antes que mi amor me lea,
Pero me encanta obrar contra la norma, fingir por el qué dirán
Me enoja: fuimos la una digna del otro, que digan eso. (IV 7)
Para ti no sea yo, luz mía, un ansia tan ardiente
Como parece que fui hace algunos días;
Si alguna falta cometí, tonta en mi exceso de juventud,
De la que confieso que me arrepiento más,
Es haberte dejado solo ayer por la noche
Deseando disimular mi ardiente pasión. (IV 12)
7
(María Zambrano)
España
8
POETISAS ARÁBIGO-ANDALUZAS
(Traducción de Mahmud Sobh, UCM)
AL- GASSANIYYA AL-BAYYANIYYA
Aprensión de partida
¿Te acuerdas, acaso, cuando
dicen que es hora de partir las caravanas?
¡Corazón! Ya no tienes paciencia
para soportar la partida.
Tras su marcha, no queda sino la muerte,
Pues si no, la vida se carga de tristezas.
Yo solía vivir a la sombra de su amor,
¡Entonces sí, la vida era agradable!
Y el jardín del amor era florido y tierno:
Noches felices en las que el amor no tenía reproches,
Tampoco el abandono rompía nuestra unión.
Ojalá yo supiera ya que estoy en plena separación.
¿Serán, si acaso, después del abandono iguales que habían sido?
9
HAMDA BINT ZIYAD AL-MU´ADDIB
Doncella en el río
Revelaron las lágrimas mis secretos en un río:
Hay en él huellas manifiestas de la belleza.
Serpea el río entre jardines;
Se balancean los jardines sobre la corriente.
Entre las gacelas un antílope humano:
Al desnudarse, me arrebató el juicio.
Tiene unos ojos que adormece para algo
Y este algo me quita el sueño.
Cuando deja flotar sobre su talle las negras trenzas,
Contemplas la luna llena en el negro firmamento.
Como si la aurora tuviese muerto a su hermano
Y por el luto se vistiese de negro.
El valle de Guadix
Nos protegió de los tórridos vientos
La frescura de un valle,
Regado por la lluvia abundante y frecunete.
Refugiados en el seno de su boscaje,
Nos acogió con cariño, igual que
Ama de cría inclinada sobre un bebé lactante.
Y nos dio de beber, sedientos como estábamos,
Un agua cristalina, más rica que el vino para el buen catador.
Rechaza al sol, del lado que nos mira, manteniéndolo oculto,
Permitiendo tan sólo el paso de la brisa.
Sus guijarros son tales que asustan
A doncella alhajada, que tantea las cuentas
De su collar en ristre.
10
QASMUNA BINT ISMAIL
Lo que no se atreve a nombrar
Veo un jardín,
Cuyos frutos están ya en su sazón,
Y no hay ningún jardinero que
Extienda su mano para cogerlos.
¡Qué lástima!
¡Se marchita la juventud perdida
y queda en mí, solitario,
lo que no me atrevo a nombrar!
11
POESÍA FEMENINA CANCIONERIL
FLORENCIA PINAR
Otra canción de la misma señora a unas perdizes que le enbiaron bivas
De estas aves su nación
Es cantar con alegría
Y de vellas en prisión
Siento yo grave pasión
Sin sentir nadie la mía.
Ellas lloran que se vieron
Sin temor de ser cativas
Y a quien eran más esquivas
Essos mismos las prendieron;
Sus nombres mi vida son,
Que va perdiendo alegría
Y de vellas en prisión
Siento yo grave pasión
Sin sentir nadie la mía.
12
SIGLOS XVI Y XVII
SANTA TERESA DE JESÚS
Ya toda me entregué y di,
Y de tal suerte he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida,
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida;
Y, cobrando nueva vida
De tal manera he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolado de amor,
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.
13
[Sea mi gozo en el llanto...]
Sea mi gozo en el llanto,
sobresalto mi reposo,
mi sosiego doloroso,
y mi bonanza el quebranto.
Entre borrascas mi amor,
y mi regalo en la herida,
esté en la muerte mi vida,
y en desprecios mi favor.
Mis tesoros en pobreza,
y mi triunfo en pelear,
mi descanso en trabajar,
y mi contento en tristeza.
En la oscuridad mi luz,
mi grandeza en puesto bajo.
De mi camino el atajo
y mi gloria sea la cruz.
Mi honra el abatimiento,
y mi palma padecer,
en las menguas mi crecer,
y en menoscabo mi aumento.
En el hambre mi hartura,
mi esperanza en el temor,
mis regalos en pavor,
mis gustos en amargura.
En olvido mi memoria,
mi alteza en humillación,
14
en bajeza mi opinión,
en afrenta mi vitoria.
Mi lauro esté en el desprecio,
en las penas mi afición,
mi dignidad sea el rincón,
y la soledad mi aprecio.
En Cristo mi confianza,
y de El solo mi asimiento,
en sus cansancios mi aliento,
y en su imitación mi holganza.
Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.
15
SOR JERÓNIMA DE LA ASUNCIÓN
Soliloquio
Vuestra soy, por vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas, mi afición.
Luz, esposo y redención,
Pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte o dadme vida,
Salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz cumplida,
Que, medrosa o atrevida,
A todo diré que sí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callada o hablando,
Haga fruto o no le haga,
La ley me esté preguntando
La gracia sane mi llaga,
Crezca o se mengüe mi paga,
Sólo vos vivís en mí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
16
LUISA SIGEA
Un fin, una esperanza, un como o un cuando;
tras sí traen mi derecho verdadero;
los meses y los años voy pasando
en vano, y paso yo tras lo que espero;
estoy fuera de mí, y estoy mirando
si excede la natura lo que quiero;
y así las tristes noches velo y cuento,
mas no puedo contar lo que siento.
En vano se me pasa cualquier punto,
mas no pierdo yo punto en el sentillo
con mi sentido hablo y le pregunto
si puede haber razón para sufrillo;
respóndeme: sí puede, aunque difunto;
lo que entiendo de aquél no sé decillo,
pues no falta razón ni buena suerte,
pero falta en el mundo conocerte.
En esto no hay respuesta, ni se alcanza
razón para dejar de fatigarme,
y pues tan mal responde mi esperanza
justo es que yo responda con callarme;
fortuna contra mí enristró la lanza
y el medio me fuyó para estorbarme
el poder llegar yo al fin que espero,
y así me hace seguir lo que no quiero.
Por sola esta ocasión atrás me quedo,
y estando tan propincuo el descontento,
las tristes noches cuento, y nunca puedo
hallar cuento en el mal que en ella cuento;
ya de mí propia en esto tengo miedo
por lo que me amenaza el pensamiento;
17
mas pase así la vida, y pase presto,
pues no puede haber fin mi presupuesto.
18
INARDA DE ARTEAGA
Alegres horas de memorias tristes
que, por un breve punto que durastes,
a eterna soledad me condenastes
en pago de un contento que me distes.
Decid: ¿por qué de mí, sin mí, os partistes
sabiendo vos, sin vos, cuál me dejastes?
Y si por do venistes os tornastes,
¿por qué no al mismo punto que vinistes?
¡Cuánto fue esta venida deseada
y cuán arrebatada esta venida!
Que, en fin, la mejor hora fue menguada.
No me costastes menos que una vida
la media en desear vuestra llegada
y la media en llorar vuestra partida.
19
LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA
Ni sé si muero ni si tengo vida,
ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme,
ni en tanto olvido cuido de buscarme,
que estoy de pena y de dolor vestida.
Dame pesar el verme aborrecida
y si me quieren, doy en disgustarme;
ninguna cosa puede contentarme,
todo me enfada y deja desabrida;
ni aborrezco, ni quiero, ni desamo;
ni desamo, ni quiero ni aborrezco,
ni vivo confiada ni celosa;
lo que desprecio a un tiempo adoro y amo;
vario portento en condición parezco,
pues que me cansa toda cosa humana.
20
MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR
Amar el día, aborrecer el día
llamar la noche y despreciarla luego,
temer el fuego y acercarse al fuego
tener a un tiempo pena y alegría.
Estar juntos valor y cobardía,
el desprecio cruel y el blando ruego,
tener valiente entendimiento ciego,
atada la razón, libre osadía.
Buscar lugar en qué aliviar los males
y no querer del mal hacer mudanza,
desear sin saber qué se desea.
Tener el gusto y el disgusto iguales,
y todo el bien librado en la esperanza,
si aquesto no es amor, no sé que sea.
21
VIOLANTE DO CEO (Portugal)
¡Oh! Cesen ya los remedios
que para vivir me aplican,
que quien de celos se muere
no es bien que muriendo viva.
Dejen ya de importunarme
cansadas filosofías,
que nunca males del alma
de Esculapio necesitan.
Deponga las diligencias
quien mi vida solicita,
que apresurarme la muerte
es sólo darme la vida.
Con la muerte rigurosa
las desdichas se terminan,
que si no es dicha la muerte
es la postrera desdicha.
Vivir con celos y penas
mal se puede llamar vida,
que vida con que se muere
es sólo una muerte viva.
Muera quien amando tanto
mereció tan poca dicha,
que en vez de correspondencias
exprimenta tiranías.
Muera quien idolatrando
la causa más peregrina,
adquirió sólo desdenes
con firmes idolatrías.
Muera quien, siendo constante,
fue tan mal correspondida,
22
que tributando verdades
adquirió sólo mentiras.
23
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (Nueva España, actual México)
Prosigue el mismo asunto, y determina que prevalezca la razón contra el
gusto.
Al que ingrato me deja, busco amante,
Al que amante me sigue, dejo ingrata;
Constante adoro a quien mi amor maltrata;
Maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
Y soy diamante al que de amor me trata;
Triunfante quiero ver al que me mata,
Y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
Si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
De entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo,
De quien no quiero, ser violento empleo,
Que de quien no me quiere, vil despojo.
En que satisface un recelo con la retórica del llanto
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
Como en tu rostro y tus acciones vía
Que con palabras no te persuadía,
Que el corazón me vieses deseaba;
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
Venció lo que imposible parecía:
Pues entre el llanto, que el dolor vertía,
El corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
No te atormenten más celos tiranos
Ni el vil recelo tu quietud contraste
Con sombras necias, con indicios vanos,
24
Pues ya en líquido humor viste y tocaste
Mi corazón deshecho entre tus manos.
Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su
divertimento a las musas
En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas a mi entendimiento,
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
Y así, siempre me causa más contento
Poner riquezas en mi entendimiento,
Que no mi entendimiento en las riquezas.
Yo no estimo hermosura que, vencida,
Es despojo civil de las edades,
Ni riqueza me agrada fementida,
Teniendo por mejor en mis verdades,
Consumir vanidades de la vida
Que consumir la vida en vanidades.
Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las
mujeres acusan lo que causan
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
25
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thaïs,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
26
y la que es fácil, enfada?
Más, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
27
SOR GREGORIA FRANCISCA DE SANTA TERESA
El pajarillo
Celos me da un pajarillo,
que remontándose al cielo,
tanto en sí mismo se excede,
que deja burlado el viento.
Enamorado del sol,
sus plumas bate ligero,
y escalando el aire bajo,
toca la región del fuego.
¡Oh, quién imitar pudiera,
juguete hermoso del viento,
de tu natural impulso
el acelerado vuelo!
Mi amor ansioso te sigue
con impacientes afectos,
que es dura prisión del alma
la cárcel triste del cuerpo.
Del Sol más supremo soy
mariposa, en cuyo incendio
deseo abrasarme cuando
sus luces, amante, bebo.
Avecilla soy en jaula,
que al ver del sol los reflejos,
son sus gorjeos endechas,
son sus trinados lamentos.
28
Envidio tu libertad,
y abrasándome tus celos,
quisiera ser salamandra,
para vivir en su fuego.
Los rayos del Sol Divino
hieren en mi amante pecho,
siendo halago en la prisión
lo que en la prisión tormento.
Vuelas feliz, pajarillo,
cuando yo presa me quedo;
y viendo que al cielo subes,
me llevas el alma al cielo.
Por amante, y por cautiva,
dos veces presa, padezco.
¡Oh, quién quebrantar pudiera
de las cadenas el hierro!
¡Quién de aqueste lazo débil
deshiciera el nudo estrecho,
y con más ardiente impulso
te excediera en el empeño!
Ese luminar celeste,
es de tu amor el objeto,
que simplemente te eleva,
negado el conocimiento.
29
Mas yo, que conozco y amo
sol de mayor hemisferio,
formo de mis ansias plumas,
y de mis suspiros, vuelos.
En lo inmenso de sus luces,
cuanto más miro, me anego,
que en golfos de claridad
se absorbe el entendimiento.
Sus lucientes resplandores
me excitan rápido vuelo;
y detiéneme la liga
del vital unido aliento.
¡Oh tú, que con blandas plumas,
giras el vago elemento!
Sube más alto, si puedes,
y serás mi mensajero.
Darás de mis tristes penas
un amoroso recuerdo
a la luz inaccesible
del Sol de Justicia Eterno.
Dile que sus resplandores
me tienen de amor muriendo,
porque a la luz de mi fe
descubro sus rayos bellos.
Que en ellos me engolfo tanto
30
cuanto en ellos más me ciego;
que es gloria quedar vencida
del imposible a que anhelo.
Dile que de mí se duela,
que rompa el vital aliento,
que desate las prisiones
de tan dilatado tiempo.
Que al mirarle por resquicios
es del amor más tormento,
pues al herirme sus rayos,
más me abraso, y más me quemo.
Que del todo los descubra,
corriendo el cándido velo,
para que le goce el alma
del todo, y al descubierto.
Pajarillo, si de amor
has gustado los efectos,
lastímate de mis ansias,
duélete de mis tormentos.
Mi libertad solicita
con mi dulce Amante Dueño;
y de tus alas me presta
plumas, que vuelen al centro.
Salga de esta dura cárcel,
de este largo cautiverio,
31
donde triste gimo, y lloro
mi prolongado destierro.
Donde, advirtiendo tu dicha,
tan infeliz me contemplo
cuanto es mi amor impaciente,
y más divino mi objeto.
32
SIGLO XVIII
MARGARITA DE HICKEY Y PELLIZZONI
Soneto definiendo el amor y sus contrariedades
Borrasca, disfrazada en la bonanza;
Engañoso deleite de un sentido;
Dulzura amarga; daño apetecido;
Alterada quietud; vana esperanza.
Desapacible paz; desconfianza;
Desazonado gozo, mal sufrido;
Esclava libertad; triunfo abatido;
Simulada traición; fácil mudanza.
Perenne manantial de sentimientos;
Efímera aprehensión que experimenta
Dolorosas delicias y escarmientos.
Azarosa fortuna; cruel, violenta
Zozobra; sinsabor; desabrimientos;
Risa en la playa y, en el mar, tormenta.
33
SIGLO XIX
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
Mi mal
En vano ansiosa tu amistad procura
Adivinar el mal que me atormenta.
En vano, amigo, conmovida intenta
Revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
Con que el amor sus fuegos alimenta,
Puede el dolor la saña más violenta
Exhalar por el labio su amargura.
Mas de decir mi malestar profundo
No halla mi voz, mi pensamiento, medio
Y al indagar su origen me confundo.
Pero es un mal terrible, sin remedio,
Que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
Que seca el corazón;¡en fin, es tedio!
34
CAROLINA CORONADO
¡Ay! Transportad mi corazón al cielo
¡Ay! Transportad mi corazón al cielo
Ángeles peregrinos que habitáis
Las moradas divinas del Oriente
Y que mecidos sobre el claro ambiente
Por los espacios del mortal vagáis.
A vosotros un alma enamorada
Os pide sin cesar en su lamento
Alas, para cruzar el firmamento
La senda de los aires azulada.
Veladme con la niebla temerosa
Que por la noche ciega a los mortales,
Y en vuestros puros brazos fraternales
llevadme allá donde mi bien reposa.
Conducidme hasta el sol donde se asienta
Bajo el dosel de reluciente oro
El bien querido por quien tanto lloro,
Genio de la pasión que me atormenta.
¡Ay! Transportad mi corazón al cielo,
y si os place después darme castigo,
destrozadme en los aires y bendigo
vuestra piedad y mi dichoso vuelo.
35
ROSALÍA DE CASTRO
4 -En las orillas del Sar
Era apacible el día
y templado el ambiente,
y llovía, llovía
callada y mansamente;
y mientras silenciosa
lloraba yo y gemía,
mi niño, tierna rosa,
durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!
Tierra sobre el cadáver insepulto
antes que empiece a corromperse..., ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos;
bien pronto en los terrones removidos
verde y pujante crecerá la hierba.
¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!
jamás el que descansa en el sepulcro
ha de tornar a amaros ni a ofenderos,
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.
36
Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
te espera aún con amoroso afán,
y vendrás o iré yo, bien de mi vida,
allí donde nos hemos de encontrar.
Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
que no morirá jamás,
y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
a desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.
Mas... es verdad, ha partido
para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
de un día en este mundo terrenal
en donde nace, vive y al fin muere,
cual todo nace, vive y muere acá.
[Cada vez huye más de los vivos...]
Cada vez huye más de los vivos,
cada vez habla más con los muertos
y es que cuando nos rinde el cansancio
propicio a la paz y al sueño,
el cuerpo tiende al reposo,
el alma tiende a lo eterno.
37
(Traducción de Ana Rodríguez)
Cuando pienso que te fuiste
negra sombra que me asombras,
al pie de mi cabecero
vuelves haciéndome mofa.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te muestras.
Y eres estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.
Si cantan, eres tú que cantas;
si lloran, eres tú que lloras;
y eres el murmullo del río,
y eres la noche, y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo
para mí y en mí misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.
38
SIGLO XX
CONCHA MÉNDEZ
Si miro hacia el desván de la memoria
Si miro hacia el desván de la memoria
Donde están los recuerdos hacinados,
Debajo de ese polvo de los tiempos
Veo, grises de paz, todos mis años.
Ellos están allí, bajo mi techo,
Tranquilamente mudos, cobijados.
Como sombras de niebla entran en mis ojos
Cuando vuelven allí para mirarlos.
39
ROSA CHACEL
Epístola
(A los perros de Atenas)
Un dios extraño acecha, con horrible garganta:
Ladrad, ladrad conmigo porque está oscuro en torno.
Las manos se perderán por la cañada negra
donde ¡inútil llevar vuestra nariz por guía!...
Un dios vendrá, increíble como un feto del miedo,
que no tendrá los muslos luminosos de Apolo
ni el costado aterido que transió la lanzada,
que no nos mandará su mensaje en centellas
ni contará en los diez dedos su ley escrita.
Yo os llamo porque sólo vuestra voz extrahumana
debe aullar. ¡Escarbad la tierra sobre el VERBO!
Solamente a vosotros es dada la elegía
que merece el insomnio cuando es la noche oscura,
cuando María pasa, llorando, en las tinieblas...
40
ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
Y se va marchitando la caja de las rosas;
no tiene quien las saque y las lleve al camino.
Un airón de perfume se nos quiebra en las manos
mientras algo se muere y nace al mismo tiempo.
Se nos frustró la cita con aquella fragancia
de tan pura, invisible, ese ramo de brisa
que apenas huele a nada
y que agavilla en sí todo el amor del mundo.
Hay cosas que no son, pero que siguen siendo
gozo, nostalgia, fronda que nunca hemos plantado,
hermosura secreta que sólo fue latido.
41
CARMEN CONDE
Amante
Es igual que reír dentro de una campana:
Sin el aire, ni oírte, sin saber a qué hueles.
Con gestos vas gastando la noche de tu cuerpo,
Y yo te transparento;soy tú para la vida.
No se me acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí; nadie sabe que es tuya
Esta mortal ausencia que se duerme en mi boca
Cuando clama la voz en desiertos de llanto.
Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
Y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
Y la tierra es de flor, y en la flor hay un cielo.
Solamente tú y yo (una mujer al fondo
De este cristal sin brillo que es campana caliente)
Vamos considerando que la vida..., la vida
Puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
Es sin duda sufrir, cuando se está dichos;
Es, segura, la luz, porque tenemos ojos.
Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
De desear y ser mucho más que la vida?...
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
Y por ello, por ti, permanezco en el mundo.
42
JOSEFINA DE LA TORRE
Cuando el tiempo
No tenga ya memoria
Y todo lo pasado
Sólo exista en la luz
De mi recuerdo intacto.
Cuando tu vida ya sea otra
Y ese rumbo
Del que hoy irás en busca
Sea ya tu destino.
Cuando tú y yo
Salvadas las distancias,
La inevitable ausencia
Que tu palabra puso a nuestro alcance,
Volvamos a encontrarnos
Frente a frente,
Yo buscaré detrás de tu mirada
La imagen de mi imagen
Y todo
Lo que ahora he perdido
Lo volveré a encontrar.
43
ÁNGELA FIGUERA
Mujer
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente
me llamaron poetas, flor, perfume!...
Flor, no: florezco. Exhalo sin mudarme.
Me entregan la simiente: doy el fruto.
El agua corre en mí: no soy el agua.
Árboles de la orilla, dulcemente
Los acojo y reflejo y reflejo: no soy árbol.
Ave que vuela, no: seguro nido.
Cauce propicio, cálido camino
Para el fluir eterno de la especie.
Mujeres del mercado
Son de cal y salmuera. Viejas ya desde siempre.
Armadura oxidada con relleno de escombros.
Tienen duros los ojos como fría cellisca.
Los cabellos marchitos como hierba pisada.
Y un vinagre maligno les recorre las venas.
Van temprano a la compra. Huronean los puestos.
Casi escarban. Eligen los tomates chafados.
Las naranjas mohosas. Maceradas verduras
Que ya huelen a estiércol. Compran sangre cocida
En cilindros oscuros como quesos de lodo
Y esos bofes que muestran, sonrosados y túmidos,
Una obscena apariencia.
Al pagar, un suspiro les separa los labios
44
Explorando morosas en el vientre mugriento
De un enorme y raído monedero sin asas
Con un miedo feroz a topar de improviso
En su fondo la última cochambrosa moneda.
Siempre llevan un hijo, todo greñas y mocos.
Que les cuelga y arrastra de la falda pringosa
Chupeteando una monda de manzana o de plátano.
Lo manejan a gritos, a empellones. Se alejan
Maltratando el esparto de la sucia alpargata.
Van a un patio con moscas. Con chiquillos y perros.
Con vecinas que riñen. A un fogón pestilente.
A un barreño de ropa por lavar. A un marido
Con olor a aguardiente y a sudor y a colilla.
Que mastica en silencio. Que blasfema y escupe.
Que tal vez por la noche, en la fétida alcoba,
Sin caricias ni halagos, con brutal impaciencia
De animal instintivo, les castigue la entraña
Con el peso agobiante de otro mísero fruto.
Otro largo cansancio.
45
GLORIA FUERTES
A la muerte
Muerte: idioma inédito,
Absurdo, intraducible,
Palo en la cresta
Diplodocus, graja,
Quitameriendas,
Turmis,
Chupa sangre,
Come colores,
Lava.
Ubre de palidez,
Leche de cera,
Solapada sin sol,
¡hipocritilla!
-sabes lo de después
y no lo dices-,
haces más daño al vivo que al que matas,
llevándote los vivos de los muertos.
Amiga de lo ajeno,
¡lame tumbas!
Loquita filahuésica incansable,
Apañada trapera delincuente,
Viciosa tejepena.
A tus hornos de tufo clandestinos
A tu siniestra Biblioteca Grave
Con millones de álbumes repletos
A donde por su pie nadie ha invadido
Sin documentación reglamentaria,
¡Vete!
Archivera asquerosa de partidas
46
De defunción y de las otras.
¡Muerta!
Sin cartilla
Yo quiero una postal con tu silencio.
Escríbeme palabras al oído,
Date golpes de pecho y grita al techo
El “Yo pecador me confieso mudo”.
Anda Lázaro al fin, levanta, escribe,
Escribe una tarjeta de ternura
O un telegrama azul de esos de novios;
Y si no sabes,
Corre a la escuela del amor y aprende,
A escribir “yo te quiero” por ejemplo
Antes de que me vuelva analfabeta
Sin el Libro de Horas de tus cartas.
Evitar
Evitar supotancios y soponcios,
Evitar, tiquismiquis cortapisas,
Forúnculos y asépticos contables,
Evitar carcajadas sin sonrisa,
Evitarme la alfombra por la cuadra,
Evitar detenciones –de la orina-.
Evitar fallecer en la oficina,
Evitar saludar a levitones
Evitas, porque al fin esos, carbones,
De tu ternura harán un sacrilegio.
Evitar levitar –subir, caeros-,
Evitar sobre todo estar en cueros
Porque ellos tienen palo sin polilla,
47
Evitar situación comprometida.
Evitar no tener más que un tiña,
Evitar violentas contusiones.
Provocar-evitar nuevos amores.
Evitar. ¡Evitar lo Inevitable!
...Por eso y a pesar yo mando un cable,
a todos los países de habla humana:
Evitad. Evitad por la mañana
Lo que ya por la tarde será tarde.
Evitar, que la cosa está que arde,
Evitar que la muerte te lo evite.
-Evitar no es cobarde es necesario-
(antipoético tal vez pero instintivo).
Evitar. Puedo evitarlo luego vivo
Para evitar la muerte inhabitable.
48
CONCHA ZARDOYA
Al reclinar el rostro envejecido
Sobre la tierra dura, sobre el césped,
Amistad has notado y compañía,
La promesa final sin abandono.
Tu sumisa mejilla les devuelve
El roce maternal o solidario
Con gratitud insólita profunda
Jamás, jamás soñada en otros días.
Y levantas la cara iluminada
Por el extraño amor que has encontrado
Como un consuelo plácido del orbe
A humanas soledades engañosas.
Y deslizas tu mano hacia la tierra,
Hacia la hierba azul y filialmente
La caricia retornas y tus ojos
Al cielo se levantan dando gracias.
49
CARMEN MARTÍN GAITE
Certeza
Habéis empujado hacia mí estas
Piedras.
Me habéis amurallado
Para que me acostumbre.
Pero aunque ahora no pueda
Ni intente dar un paso,
Ni siquiera proyecte fuga alguna,
Ya sé que es por allí
Por donde quiero ir,
Sé por dónde se va.
Mirad, os lo señalo:
Por aquella ranura de poniente.
Callejón sin salida.
Ya sé que no hay salida,
Pero dejad que siga por aquí.
No me pidáis que vuelva.
Se han clavado mis ojos y mi carne,
Y no puedo volver.
Y no puedo volver.
Ya no me gritéis más que no hay
Salida
Creyendo que no oigo,
Que no entiendo.
Vuestras voces tropiezan en mi
Costra
Y se caen como cáscaras
Y las piso al andar.
Avanzo alegre y sola
50
En la exacta mañana
Por el camino mío que he
Encontrado
Aunque no haya salida.
51
FRANCISCA AGUIRRE
Tristeza fiera
En la noche fui hasta el mar para pedir socorro
Y el mar me respondió: socorro.
Fui hasta el mar y lo toqué
Con cuidado, como se toca a un animal equívoco,
Un animal que se come la tierra
Y en su límite último intenta confundirse con el cielo.
Fui hasta él con la inerme disposición
Con que nos acercamos a lo desconocido
Esperando una respuesta mayor que nuestra dolorosa pregunta.
Antes yo había mirado toda mi isla
Para llevarla conmigo hasta su sal.
Había agrupado todo mi territorio en la retina
Y fui con él al mar: era
Tan suyo como mío.
Ítaca y yo fuimos al minotauro acuático
Para pedir socorro
Y el mar nos respondió: socorro.
Triste fiera: socorro.
52
MARÍA VICTORIA ATENCIA
Victoria
Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra sólo mía, victoria
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.
Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.
53
CLARA JANÉS
El banquete que os propongo...
El banquete que os propongo es para el día de mi muerte
y responde al amor que yo siento y deseo:
pido que se me coma,
que mi ser en no ser no se mude
sino en puro alimento;
comunión caníbal suplico,
génesis en el otro.
Nadie quiere comerme,
enferma estoy de amor.
Estuve con un joven
Estuve con un joven
y supe al fin lo que era
el violento arrebato, la agilidad vibrátil,
cavidades melosas en la carnosa pulpa
suavemente entreabierta
hasta el linde dehiscente,
el perfecto engranaje,
la densidad precisa de jugos derramados,
la inclinación debida,
la posición exacta,
y la sabiduría del mutismo,
la belleza de un glande.
Ojos
Me has acorralado
y con odio agarrado mis solapas,
me has empujado hacia un rincón
54
y me has golpeado
hasta dejar tinto de sangre
el aire mismo,
y así y todo,
he aquí que todavía me levanto
y mirándote te digo:
ahora mismo,
en este momento lo decido,
haré donación de mis ojos
aunque tenga que llevarlos
mi asesino.
[Soy la cúpula azul de la mezquita de Ahmet...]
Soy la cúpula azul de la mezquita de Ahmet,
Doscientas ventanas sostienen mi luz.
Para que alcances a cubrirme
Haré arder tu cuerpo de cedro
Hasta que como incienso te esparzas
Y te eleves, y colmes mi desmayo.
Ebrios del don sagrado,
Mis labios susurrarán antiguos versos:
El vaho se apodera de la casa,
El humo oculta las ventanas;
Y siguiendo el ritual dirán:
Lo que entra no vuelve a salir.
Y tu resina aromática y tu brasa
Se quedarán en mí
Para perpetuo trance de mis muros.
55
JUANA CASTRO
Rebosan
Rebosan
Las artesas su grasa.
Arde el fuego y, redondos,
Están gigantes blancos
Desangrados, que entregaron su grito
A la negra alborada
De diciembre y su frío.
Ahora las mujeres
Enhebran ya las tripas,
Lavan las cabezas
Y ungen con la masa
De carne roja el viento
Del comino, la sal y la pimienta.
Y los hombres,
Afilados cuchillos,
De las piezas colgadas
Separan los jamones, abren
El vaho denso del vientre,
Con el machete cuentan
El costillar y el lomo.
Sola niña, se escapa
Del griterío, la sangre,
Tanta carne batiendo
Untuosas las manos, las paredes,
Las sillas y las puertas.
La casa, como un lago
De cieno, de detritos y lodo.
Cantan los otros niños, pulen
56
Al dintel de granito su vejiga
Y la soplan.
Sola niña,
Sin nadie,
Huye lejos, al campo
Verde y limpio de los musgos,
Al aire de las rocas
Y los cielos abiertos.
Sola niña, aterida,
Sin comprender,
Llorando.
57
FANNY RUBIO
Apostilla en la calle de Praga
Me dices que a tu espalda sólo la noche existe.
Así conquistas
Mi índice sesgado por el plomo aconsejando
Cómo han de sortearse las fronteras
Con las aletas de la frente.
Y te acompaña un dulce resbalar de cetáceos
Por la raíz del agua
Mientras un pulso helado de plata escurridiza
Olvida sus escamas en el columpio de la nieve.
En cambio, ellos son fuertes en el bosque.
Sus gatillos aguardan las señales de humo
Que han de bajar del cielo.
Lo que ocurre es que antes
Del disparo en los ojos
Una mano allá arriba
Considera oportuno suspender el rodaje.
58
OLVIDO GARCÍA VALDÉS
Sólo lo que hagas y digas
Eres, incierto lo que piensas, invisible
Lo que sientes dentro de ti.
¿Qué significa
dentro de ti? Nada eres si, como dicen,
no es intersubjetivamente comprobado
(al menos comprobable). Juan de la Cruz no es
más que unos poemas, Emily
Dickinson, Edgar Allan Poe, sólo palabras.
¿Qué significa
intersubjetivamente? ¿Cuántos sujetos
hacen falta? ¿Cuántos que digan
a la vez: Juan de la Cruz, Emily
Dickinson, Edgar Allan Poe son cimas
De la vida humana, cimas
De la miseria humana en este hermoso
Mundo?
59
ANA ROSSETTI
Cibeles ante la ofrenda anual de tulipanes
¡Que mi corazón estalle!
Que el amor, a su antojo
Acabe con mi cuerpo.
Amaru
Desprendida su funda, el capullo,
Tulipán sonrosado, apretado turbante,
Enfureció mi sangre con brusca primavera.
Inoculado el sensual delirio,
Lubrica mi saliva tu pedúnculo;
El tersísimo tallo que mi mano entroniza.
Alta flor tuya erguida en los oscuros parques;
Oh, lacérame tú, vulnerada derríbame
Con la boca repleta de tu húmeda seda.
Como anillo se cierran en tu redor mis pechos,
Los junto, te me incrustas, mis labios se entreabren
Y una gota aparece en tu cúspide malva.
Santa Inés en agonía
Ne derelinquas me, ne discedas a me.
PS.,37
Sabes que son mis manos desvalidas y mansas,
Que tengo trece años y que este largo pelo,
Enredado vellón que en mi párvulo pecho
Apenas se acuchilla, es un endeble escudo.
Defiéndeme tú
Pues en la lisa acera
Rebotan de continuo brazadas de amapolas,
Y en mis ojos la inocencia asomada
Seduce demasiado, es valioso argumento
Para abrir charoladas portezuelas,
Alcanzarme, someterme al asedio,
60
Precipitarme al pavoroso túnel
Del total desamparo, para luego emerger
De entre mis ropas rotas y esparcidas;
Los muslos empapados y en mi boca
El viscoso sabor de la mayor vergüenza.
Defiéndeme tú
Porque todo me culpa: el desvanecimiento,
La poca ligereza de mis piernas,
El cimbrear, incluso, que tienen mis vestidos,
El tener trece años, el sedal de mi pelo,
Y que mis manos sean desvalidas y mansas.
Qué será ser tú
Qué será ser tú.
Este es el enigma, la atracción sobrecogedora
de conocer, el irresistible afán de echar el ancla
en ti, de poseerte.
Qué será la perplejidad de ser tú.
Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber.
Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y,
con tus ojos, verme.
Qué será percibir que yo te ame.
Que será, siendo tú, oírmelo decir.
Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú.
61
CHANTAL MAILLARD
No pondrás nombre al fuego
No medirás la llama
con palabras dictadas por la tribu,
no pondrás nombre al fuego,
no medirás su alcance.
Todas las llamas son el mismo fuego.
Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos
que la razón construye en sus tinieblas.
Hay que bajar al cuerpo, muy adentro,
tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar
el gozo de la lava.
No importa en qué caderas,
en qué pecho resbale,
no importa la estatura, el sexo o la materia
pues todos caminamos sobre la misma pira.
No medirás la llama con palabras que encubren
los viejos sentimientos de los hombres.
Llevo acostada largo tiempo
Llevo acostada largo tiempo
en la orilla. Mis pechos
son colinas cubiertas de hoja seca.
Levanto la cabeza y me contemplo:
en mis muslos el vello a punto de ser vello,
me incorporo: la hierba a punto de ser hierba,
doy un paso y despierto al agua
a punto de ser agua,
se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto
de ser negra....
62
Un resplandor me ciega:
el bosque me contempla, a punto de ser bosque,
a punto de ser tuya.
63
BLANCA ANDREU
Extraño no decirlo y hablar hidras pensadas
O hacer poesía y cálculo,
Extraño no contarte que el cianuro Cifran viene sobre las diez,
O viene Rilke el poeta
A contarme que sí, que de veras tú pasas a mi sangre
Pero de qué nos sirve.
Veneno y sombra extraña, extraño de decirlo, de metales
Muy fríos
Y faltos de latido:
Amor, es eso, yo bebo violas rotas,
Pienso cosas quebradas,
En verdad yo me bebo la infancia del coñac,
Bebo las locas ramas virginales,
Bebo mis venas que se adormecen para querer morir,
Bebo lo que me resta cuando dejo mi cuello
Bajo la luna de guillotina,
Bebo la sábana de los sacrificios y bebo el amor que salpica
Sueño
Pero de qué nos sirve.
64
ESPERANZA ORTEGA
No os diré nunca adiós
Viejas palabras malgastadas
Amigos
Fiestas
Proyectos incumplidos
Y esta alegría de palomas
A punto siempre de partir
Países
Que desaparecieron de nuestra geografía
No os diré nunca adiós
Porque en vosotros
Está más cerca el paraíso.
65
ALMUDENA GUZMÁN
Qué hago yo aquí
Qué hago yo aquí medio borracha
Escuchando a este cretino
Que sólo sabe hablarme de la mili,
Mientras me tapa baboso la calle y la vida
Con su espalda.
Y encima estoy sin tabaco.
(Menos mal que desconecto enseguida
pensando en ese géiser de besos
que le provocaré a usted, sin duda,
cuando su camisa se digne o se resigne
a dejarse desabrocha por mi mano.)
Señor, ahora que mi piel...
Señor,
Ahora que mi piel y la suya
-después de las sábanas-
han formado un nuevo collage en el agua,
no es el mejor momento para hablarle,
desde luego,
pero aprovechando que estoy arriba
y usted debajo,
quisiera decirle
-casi no me atrevo con sus ojos-
que no puedo más
que voy a pararme
66
-Era el placer como una de esas muñecas rusas que se abren
y aparece otra,
y otra...-
67
ADA SALAS
[Vivir...]
Vivir
Para limar los ángulos
A las esferas.
[Y después de haber dicho...]
Y después de haber dicho
Hablar como la luz. Abriendo hasta la herida
Aquellos ojos
Que el silencio inaugura.
68
LUISA CASTRO
Caída
Las montañas cristalizan en mil años
Y el mar gana un centímetro a la tierra
Cada dos milenios,
Horada el viento la roca
En cuatro siglos
Y la lluvia,
También la lluvia se toma su tiempo para caer.
Sé paciente con mi corazón
Que suspira por una obra duradera.
Como el viento,
Como la lluvia,
También mi corazón
Se toma su tiempo para caer.
[Un corazón de harina...]
Un corazón de harina
Debieras ser.
Toda de harina por dentro
Y por fuera de hierro.
Que la lluvia y el viento y todo lo que va hendiendo
Cada capa de piel
Lo sepulte un blando corazón de harina,
Lo guarde un cajón secreto.
Nada pase hacia dentro
Que no atraviese la dura armazón de hierro.
Quede en la corteza lo que el corazón no ama,
No pase hacia dentro lo que rompe el corazón.
69
BELÉN REYES
Desnatada
Estoy al borde de ser borde,
me lo noto.
El precipicio crece
estoy cansada.
Estoy al borde de ser borde
estoy a punto
de nieve, mucha nieve.
Estoy helada.
Estoy al borde de ser borde
y duele mucho. !
Dios mío hazme mediocre.
Estoy cansada,
de apostarme la vida a cada instante,
de ir desnuda y verter
en todo el alma.
Déjame que me quede aquí en el medio,
envuelta en celofán, bien razonada.
Dame mesura Dios,
dame mesura,
mesura chapucera y cotidiana.
Hazme mediocre, Dios hazme mediocre.
En vez de corazón, una ensaimada.
Y el alma en tetrabrick para que dure...
Ten compasión
y hazme desnatada.
70
ARIADNA GARCÍA
Imán
No serán suficientes las caricias para decir "te quiero",
pero mi mano aprieta el corazón
tendido como un puente hacia tu boca.
No caben más guirnaldas en mis venas,
ni más miel en tus pechos.
El más breve latido de tu carne
es un astro que tira de mis ardientes músculos
hacia su mar de brasas o carbones.
Ya en órbita,
doy forma a tu sonrisa con mis labios.
La tarde lentamente va llegando
allí donde termina el tobogán,
mientras cuento uno a uno
los gajos de ternura que me llevo a la boca.
La hostilidad del mundo,
las hélices de plomo
que cortaban el vuelo
a todos nuestros globos y cometas,
vive fuera del cuarto.
En el cuarto,
nuestro amor siembra puertos
donde las naves tienen corazones atados a los puños,
y los mapas revelan
la duda de las norias,
y las brújulas huelen
el resplandor del humo,
y los sueños desbordan los bolsillos
cada vez que se zarpa.
71
Monedas de sudor
acarician tus senos
y van dejando un rastro
de pisadas de estrellas.
No me duele la vida
cuando veo en tus ojos de gorrión mojado por la lluvia
lo risueño del niño
que espera sonriente como un ancla
su regalo.
No me escuecen las alas
cuando tus labios vienen a salvarme
del incendio en que vivo,
y la pasión nos toma la cintura,
y el ritmo de la sangre golpea los tabiques
y deshace la cama.
Nuestro amor empapela las paredes del cuarto
y vivimos felices entre algodón y fresas.
En la calle es distinto.
La gente nos recibe con una calurosa bienvenida
a base de volcanes,
y el odio es un revólver
que apunta nuestras manos cuando van enlazadas,
que apunta nuestros labios si nos damos un beso.
Pero somos más fuertes,
y nuestro corazón bombea en las ventanas
sin miedo a los cristales.
72
Nadar a oscuras
Con esa propensión a la tristeza
de quien está encerrado en un poliedro
voy bordando en mi carne los contornos
de un débil corazón deshidratado.
Tu gemido nocturno
golpea raíles del recuerdo
y enciende carbones
de la desesperanza.
Narcótico en la lengua
tapizo los minutos
con álbum de sueños:
tus piernas enlazadas a mis piernas.
Un temblor de estampida entre los muslos,
nuestra ropa en el suelo;
ácido que taladra
la noche como un túnel
y deja con coágulos el alma
Necesito una urgente transfusión
que deje aristas
de mi pulso hacia ti
reducidas a polvo.
Coseré las costuras
de estas horas deshechas
mientras juntas las piezas
del puzzle de mi cuerpo.
73
MIREN AGUR MEABE
Notas breves I (Traducción de Miren Agur Meabe y Kepa Murua)
Ayer se me quemó una sábana.
La quemé yo, con la plancha.
Le estampé un triángulo color pan tostado
Por culpa de la tele.
Siempre tengo encendida la tele pequeña de la cocina
Cuando toca plancha:
Un niño negro de la guerra
Chupaba el pecho de su madre muerta.
Se me hizo un nudo de pelo en la garganta.
No se me olvidará:
La leche me mojó el sujetador.
74
MARIA-MERCÈ MARÇAL (citado por María Milagros Rivera en “Mujeres
en relación”)
Maternidad
Me dijiste: este
Es mi cuerpo,
Mi sangre.
Toma, come, bebe
Vida y mortaja.
Después, el pan
Partido, herido
Por el cuchillo
Y el vino rojo
Derramado, manchando
El mantel.
Bajo la mirada
Obscena de un dios
Que te usurpaba
Las palabras.
75
(Sophia de Mello)
Portugal
76
SIGLO XX
SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN
Los pájaros (traducción de Carlos Clementson)
Oye qué extraños pájaros nocturnos
Hay frente a la ventana:
Pájaros de gritos hiperagudos y salvajes
El pecho color de aurora, el pico cárdeno,
Háblanse de noche, traen
De los abismos de la noche lenta y quieta
Palabras estridentes y crueles.
En la luz de la luna clavan garras
Y la respiración del terror baja
De sus pesadas alas.
Ítaca (traducción de Jacobo Sanz)
Cuando las luces de la noche se reflejan inmóviles en las aguas verdes de
[Brindis
Dejarás el muelle confuso donde se agitan palabras pasos remos y guindastes
La alegría está encendida en ti como una fruta
Irás a la proa entre los paños negros de la noche
Sin ningún viento sin ninguna brisa sólo un susurro de caracola en el silencio
Mas por el súbito balanceo presentirás los cabos
Cuando el barco se deslice en la oscuridad cerrada
Estarás perdida en el interior de la noche en la respiración del mar
Porque esta es la vigilia de un segundo nacimiento
El sol a ras del mar te despertará en el intenso azul
Subirás despacio como los resucitados
Habrás recuperado tu sello tu sabiduría inicial
Emergerás confirmada y reunida
77
Espantada y joven como las estatuas arcaicas
Con los gestos todavía envueltos en los pliegues de tu manto.
La placita (traducción de Jacobo Sanz)
Mi vida había adquirido la forma de la placita
Aquel otoño en que tu muerte se organizaba meticulosamente
Yo me agarraba a la plaza porque tú amabas
A la humanidad humilde y nostálgica de las tiendas
Donde los dependientes doblan y desdoblan cintas y telas
Procuraba volverme tú porque ibas a morirte
Y toda la vida dejaba allí de ser la mía
Procuraba sonreír como tú les sonreías
Al vendedor de periódicos al vendedor de tabaco
Y a la mujer sin piernas que vendía violetas
Le pedía a la mujer sin piernas que rezase por ti
Y encendía velas en todos los altares
De las iglesias que quedan al borde de esta plaza
Pues apenas abrí los ojos y vi fue para leer
La vocación de lo eterno escrita en tu rostro
Convocaba a las calles a los sitios a la gente
Que fueron testigos de tu rostro
Para que te llamasen para que deshicieran ellos
El tejido que la muerte entretejía en ti.
78
FIAMA HASSE PAIS BRANDÃO
De noche (traducción de Jenaro Talens)
En este jardín que rodea, como esfera, la casa;
En el lugar negro que envuelve el interior del espacio,
Hoy puedo comparar las difusas luciérnagas
Con los nuevos planetas de mil nuevas galaxias.
Antaño, sin embargo, cuando yo era una niña
Que salía, de noche, a ver las formas negras
Entre fragores vivos y pequeños luceros
Encendidos aquí y más allá, luego apagados,
Yo ya pensaba en los astros, en perseguirlos.
Y cuando, en el corazón de la casa, yo observaba,
Tranquila y ofuscada, el mirífico frasco,
Lleno de luces recogidas para mi noche,
Veía, como hoy, los astros, las estrellas.
Sócrates (por cortesía de la Embajada de Portugal)
Si el mirlo es más imaginario que la síntesis
De sus imágenes, lo cantaré de nuevo. El que silba y vuela, negro,
Previsto en los códices junto a la túnica,
A los pies del bardo recordaré la centella negra dibujada.
Línea de la pluma manuscrita a la que recurro en la ceguera
Cuando ignoro de cada cosa lo que ya sé.
79
LUIZA NETO JORGE
La magnolia (por cortesía de la Embajada de Portugal)
La exaltación de lo mínimo,
Y el magnífico relámpago
De la ocurrencia maestra
Me restituyen la forma
Mi resplandor.
Me recoge una cuna diminuta
Donde la palabra se elide
En la materia – en la metáfora-
Necesaria, y leve, a cada uno
Donde se hace eco y se desliza.
La magnolia,
El sonido que se desarrolla en ella
Cuando se la pronuncia,
Es un exaltado aroma
Perdido en la tempestad,
Un mínimo ente magnífico
Deshojando relámpagos
Sobre mí.
Rincón 14
Sentí por sobre la áspera estructura
La miel correr
Como retrato de la miel, como símbolo de líquido,
Apetencia, dulzura, sí
Como símbolo de líquido dulce
80
Más allá de la pura miel que se derramaba.
La ternura –el maestro me liberaba-
La ternura pasa suspendida en una corriente tenue
En una viga maestra ¡maestro!iba cantando, ¡libérame!
Sobre la tempestad cerrada
Del amor.
Ya podía desear (así estaba en mí así estaba
Liberada
Paseando paseando)
Un paisaje fluorescente donde consumir
La múltiple onda de vientos vacilantes
Tal era el pelo de la añoranza encrespado fluoresciendo
Tal era la carrera de un hombre hacia mí y mi
Fuga del lado de su libertad
La carrera para cerca para la mayor proximidad
De sí.
81
ANA MARQUES GASTÃO
Adaptándose (por cortesía de la Embajada de Portugal)
Húmedas, las manos sostienen un cuerpo
En sí mismo otro, intrépido, resuelto,
En la facultad de expulsión del dolor.
Ahora soy un lago, precipicio de sangre.
¿Qué sombra malévola te contiene,
fruto inacabado incapaz de ser poseído?
No es tu fuerza, la piedad, y mis ojos
Dicen: este hábito de tinieblas arrastra con él
La catástrofe. He probado en el vacío de la boca
La malignidad del romero, espinas, manos.
Quedan el verso y los hechos infatigables.
Sostengo la herida como animal decadente
Sin el acuerdo del mundo.
Nadie me dice cuando empieza el mar.
Mejor ser aforismo, no más historia
De amor, biografía a dos. Pero ni siquiera eso
Es poema, poema es la ausencia de verdad.
Ningún drama de la perversión dirá lo bastante
Acerca de la paciencia, yo sé. Por la noche sólo
La lengua aleja la soledad. Cruzada
Por la gramática del silencio, ya no se aferra
Al viento, el rostro, vacío hasta los huesos.
Tu mirada se queda en el gesto inadvertido,
Amargo. Siempre adaptase el cuerpo al tiempo
Perecedero hasta olvidarse de estar presente.
82
(Olimpia de Gouges)
Francia
83
S.XIV
CRISTINE DE PIZÁN (Traducción de Ana Rodríguez)
Solita estoy y solita quiero estar,
Solita mi dulce amigo me ha dejado,
Solita estoy sin compañero ni dueño,
Solita estoy, quejosa y enfurecida,
Solita estoy en una difícil languidez,
Solita estoy más que ninguna perdida
Solita estoy, sin amigo me he quedado.
Solita estoy en la puerta o en la ventana,
Solita estoy encogida en un rincón,
Solita estoy para saciarme llorando,
Solita estoy, quejosa y aplacada,
Solita estoy, nada hay que tan bien me siente,
Solita estoy en mi habitación ceñida,
Solita estoy, sin amigo me he quedado.
Solita estoy en todas partes y en cualquier lugar,
Solita estoy donde vaya y donde me asiente,
Solita estoy más que ningún otro en la tierra,
Solita estoy de cualquiera abandonada,
Solita estoy duramente rebajada,
Solita estoy a menudo por completo afligida,
Solita estoy, sin amigo me he quedado.
Princesa, ahora que el dolor ha comenzado:
Solita estoy por todo luto amenazada,
Solita estoy más sombría que una mora,
Solita estoy, sin amigo me he quedado.
84
S.XVI
LOUISE LABÉ (traducción de Ana Rodríguez)
Vivo, muero, me abraso y me ahogo,
Tengo un calor extremo soportando la frialdad,
La vida me es demasiado blanda y demasiado dura.
Tengo grandes tedios entremezclados con alegría.
De golpe me río y me lleno de lágrimas,
Y en repetido placer duro tormento soporto;
Mi bien allá va y nunca dura;
De un golpe me seco y verdeo.
Así Amor inconstante me lleva
Y, cuando pienso tener el mayor dolor,
Sin pensarlo me encuentro fuera de la pena.
Pues, cuando creo que mi alegría es cierta
Y estar en lo alto de mi ansiado bienestar,
Él me devuelve a mi primera desdicha.
Soneto IX (traducción de Caridad Martínez)
En el instante en que me entrego,
en el blando lecho, al ansiado reposo,
mi triste espíritu me abandona
y se dirige a ti.
Y me parece entonces que en mi tierno seno
poseo el bien que tanto deseé,
y por el que tanto he suspirado
que creí muchas veces deshacerme en llanto.
85
¡Oh dulce sueño, oh noche para mí tan dichosa!
apacible descanso placentero,
proseguid cada noche mi sueño;
y si nunca mi pobre alma enamorada
ha de conocer de veras la dicha,
haced que la conozca al menos de mentira.
[¡Oh bellos ojos negros, oh mirar distanciado...](traducción de Sonia Mabel
Yebara)
¡Oh bellos ojos negros, oh mirar distanciado,
Oh cálidos suspiros, oh lágrimas vertidas,
Oh las oscuras noches vanamente atendidas,
Oh los días claros vanamente retornados!
¡Oh dolientes quejas, oh deseos obstinados,
Oh tiempo malgastado, oh penas prodigadas,
Oh mil muertes en mil celadas desplegadas,
Oh peores males en mi contra destinados!
¡Oh brazos, manos, dedos, cabello, risa, frente,
Oh voz, oh viola y arco, oh laúd doliente!:
¡Cuántas llamas para hacer arder a una mujer!
De ti me quejo, que tanto fuego poseyendo,
En tantos lados mi corazón fuiste encendiendo,
Sin que un solo destello pudiera en ti caer.
86
[Bésame otra vez y vuélveme a besar...]
Bésame otra vez y vuélveme a besar:
Dame uno de tus besos más sabrosos,
Dame uno de tus besos amorosos,
Cual brasa ardiente cuatro te voy a dar.
¿Te quejas? Ven, que yo calme tu pesar,
Dándote, aún, diez besos deleitosos.
Y mezclando nuestros besos tan dichosos,
Del placer entrambos vamos a gozar.
Cada uno así doble vida tendrá,
Porque en sí y en su amigo vivirá.
Amor, déjame una locura sentir:
Siempre estoy mal replegada así en mi vida,
Y no consigo sentirme complacida,
Si fuera de mí no puedo yo salir.
87
GEORGE SAND
Me emociono al deciros que tengo
el convencimiento de que la otra noche teníais como
siempre unos deseos locos de
bailar conmigo. Sé de vuestra voluntad de hacerme
gozar y quisiera que fueseis siempre vos
como prueba de que me amáis
quien lo haga. Estoy dispuesta a mostraros mi
afecto absolutamente desinteresado y sin
cálculo, y si quisiereis de verdad verme
desvelando sin artificio mi alma
desnuda, venid a hacerme una visita.
Hablaremos como amigos, francamente
os probaré que soy la mujer
sincera, capaz de ofreceros mi estima
más profunda y más estrecha
en una palabra, daros la mejor prueba
que pudieseis soñar, conozco vuestra alma libre.
Sabed que me ha salido una ampolla enorme, dura y también
honda. Al pensarlo tengo una angustia muy
grande, acudid pues enseguida y venid a
hacérmela olvidar, es muy fuerte y no sé donde
metérmela.
88
MARGUERITE YOURCENAR (traducción de Silvia Baron Supervielle)
Respuestas
- ¿Qué tienes para consolar la tumba,
Corazón insolente, corazón en rebeldía?
El fruto maduro pesa y se desprende.
¿Qué tienes para consolar la tumba?
- Tengo el caudal de haber sido.
- ¿Qué tienes para soportar la vida,
Corazón loco, corazón pronto al hastío?
Corazón sin esperanza y sin deseo,
¿Qué tienes para soportar la vida?
-Piedad, por lo que ha de pasar.
-¿Qué tienes para despreciar a los hombres,
Corazón duro, corazón rompible?
¿Qué tienes para despreciar a los hombres?
¿Qué eres más de lo que somos?
- Capaz de despreciarme.
Ídolos
Amor, al principio
De carne y de oro como un César
Salvaje te cebé;
Íncubo, tu pecho pesaba
Y tu beso agotador
Cansó mi boca.
Luego te vi ensangrentado;
Caminabas, titubeando,
Bajo la escuadra terrible;
89
Víctima atravesada en el flanco,
A tus pies derramé
Todo el nardo de la tierra.
Te veo pálido y bello:
Tu carne es una antorcha
Hecha de cera y fuego;
Yo abrazo, delicia pura,
Tu cara desconocida,
Idéntica a mi alma.
Y te veré pensativo
En el último arrecife,
Dulce provocador de naufragios,
Sombrío dios sin devotos;
Tus amapolas nocturnas
Me curarán de las rosas.
90
(Rosa Luxemburgo)
Alemania
91
S.XVIII-XIX
DOROTEA SCHLEGEL (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther
Trancón y Widemann)
Fuera hace un sol tan claro,
¡anciano, déjame salir!
Ahora no puedo ser paciente,
quedarme en casa y estudiar.
Con son alegre de trompetas
pasa allí el grupo de jinetes
y estoy tan sin sosiego aquí en el cuarto
¡anciano, deja que me vaya!
Permanece impasible,
no me hace ningún caso:
“¡Se te permitirá lo que te corresponda,
haz tu deber, primero!”
Deber es el mandato riguroso del viejo;
¡Ay, pobre niño! Tú no lo conoces
y percibes tan sólo esta aflicción injusta;
las lágrimas salpican tu carita.
¡Cuándo hace mucho que ha pasado
aquello que anhelabas tú,
se te concede el tiempo con retraso excesivo,
después de haber pasado la impresión y el sonido!
Lo que te imaginabas,
aquello que añorabas,
92
es lo que tú no encuentras,
mas se queda con lágrimas
tu cara aún largo tiempo.
[¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto...]
¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto
ha de yacer, envuelto en la negrura,
el mundo, que aún está inundado de luz,
jubiloso, en un fuerte cántico de corales.
Ninguna estrella alumbra la insegura pisada,
y ninguna deidad se inclina hacia nosotros.
Hubo un tiempo que tuve en torno ángeles bellos;
y de amor y placer estuve rodeada
bajo el fulgor dorado de los soles;
mi corazón estuvo a ellos entregado.
¡Ahora el dulce sueño ha huido para siempre!
¿Ha sido todo un sueño, y he sufrido un engaño?
[¡Ella está lejos, cómo encontraré alegría!]
¡Ella está lejos, cómo encontraré alegría!
Sólo a la pena puedo mi vida consagrar.
Como abrazan al árbol, frondosos, los sarmientos
y amenazan quitarle el sustento a su copa,
tan lejos de ti me atan las cuitas y la pena,
que no hay placer terreno que pueda contentarme.
No preguntéis por qué mi mente corre, inquieta;
para mí no hay descanso más que donde ella está.
93
SOPHIE MEREAU (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther
Trancón y Widemann)
A las lectoras
Lleva, atrevido, al aire fresco y alto
el árbol orgulloso su cabeza real,
y esparce sus suaves aromas aquel lirio
por el claro jardín de tierna fronda, lejos,
y blancas floraciones susurran por las rocas,
privadas de su adorno por el ligero céfiro,
mientras la alpestre rosa, en ardor sumergida,
exhala en soledad su dulce espíritu.
Y ya todas despiertan, cual place a su sentido,
distinta excitación, dentro del que contempla,
ésta la admiración, suave alegría aquélla,
y ésa el deseo con lágrimas calladas de nostalgia;
en paz parecen todas, sin pelea,
hondamente conscientes del propio valor íntimo,
y están contentas con la hermosa vida
que para sí tuvieron, y la vuelve a dar.
Así forman también figuras ondulantes
que, al conjurarlas el espíritu del tiempo,
se despliegan desde un reino de fantasía,
en palabras y escritos, con vida, ilimitadas;
sólo que nadie intente sujetarlas a todas,
o será perturbado en su propio camino.
Pero todas anuncian el sentir animoso,
94
de su empuje interior el gozoso comienzo.
Pues todo el que en aquel dichoso espacio
ha osado alguna vez el atrevido vuelo,
devuelve muy gustoso lo que le dice, como
lejano sueño, un eco silencioso, en el alma.
Así os es traída alguna orla callada
de flores, desde el reino aquel de fantasía.
De flor del prado un ramo, multicolor corona
que pronto caerá con la danza de las Horas.
Pero antes que las hojas, temblando, se marchiten,
que consigan tejer dentro de vuestras vidas
un sentido amistoso, dentro de la presión
embrollada y confusa de los aconteceres.
Una dulce intuición me apremia a que me eleve
y me susurra como un lejano presagio:
que las flores que yo para vosotras tejo
más bellas las reencuentre en vuestro pecho.
95
KAROLINE VON GÜNDERRODE (traducción de Federico Bermúdez-
Cañete y Esther Trancón y Widemann)
Ariadna en Naxos
Sobre las rocas llora, abandonada, la hija de Minos.
El ardiente suplicar de la bella alcanza el oído de los dioses.
Desde su trono baja los rayos el hijo de Cronos,
para alcanzarla a la inmortalidad entre tempestades.
Poseidón, enardecido por el amor, abre ya los brazos,
y la quiere abrazar con la noche de sus olas.
¿Debe ascender ahora la hija de Minos a la inmortalidad?
¿Debe ir al Orco oscuro, al igual que las sombras?
Ariadna no vacila y se arroja en las ondas:
¡el dolor de un amor traicionado no debe ser eterno!
No debe abrirse paso el pesar hasta la suerte de los dioses,
La herida del corazón se envuelve gustosa en la noche de las tumbas.
La única
Está confuso mi sentir entero
por entregarme a una, una sola;
sólo me impulsa el ansia
de abrazar a esa única;
sólo me puede dar felicidad
el nutrir en secreto este deseo,
el sentirme entre sueños encantado,
el consumirme en añoranzas
y el engendrar lo que me mata.
96
La resistencia no me gusta,
tengo que huir para volver de nuevo,
y si me enfado, es para hacer las paces;
no puedo desacostumbrarme de ella,
y tengo que gemir en pleno júbilo;
caen las lágrimas en el vaso
y me hundo en fantasías soñadoras:
y no escucho el danzar de los sonidos,
en sus ascensos y descensos,
que ondulando se acrecen de ola en ola;
no veo la claridad de los colores
manando de la fuente de la luz.
Aires de primavera me saludan,
me besa el suave aroma de las flores,
mas todo está perdido para mí
y es igual para mí que no nacido,
pues mi mente se encuentra dominada
por el único anhelo
de poseer a una, y sólo una.
Hambriento entre los muchos invitados,
estoy en el festín de regocijo
que la naturaleza a la tierra regala;
y pregunto en secreto cuándo terminará;
¿podré evadirme yo del baile de invitados,
bien lejos del banquete repugnante
que alimenta a los otros con excesos,
y a mí no me concede ni un deseo?
97
Sólo una cosa anhela mi sentir,
una nostalgia me devora;
mi mundo se limita estrechamente,
movido por el único deseo
de conseguir lo que yo quiero.
Tendencia del artista
¡Di! ¿Qué impulsa al artista a sacar a su ideal
de la región de las ideas, para confiarlo a la materia?
Más hermosa le resultará su creación en el reino de los pensamientos,
pero sería más fugitiva, aunque más libre,
y más su propiedad, y no sometida a la materia.
¡Interrogador! Tú, el que así preguntas, no entiendes los comienzos del espíritu,
no ves por lo que lucha, no lo que añora el artista.
¡Todos! quieren realizar algo inmortal, los hombres mortales.
Viven en el cielo los piadosos, en las buenas acciones los buenos,
el artista quiere permanecer en el reino de la belleza,
y por ello representa los pensamientos en formas perdurables.
98
BETTINA BRENTANO (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther
Trancón y Widemann)
“Quien a la soledad
se entrega, ay, enseguida estará solo;
todos viven y aman, y le dejan
abandonado a su dolor”.
Quien se entrega a la vida
mundana no se queda nunca solo.
Mas lo que él vive y ama
nunca jamás existirá.
Sólo quien a la musa se consagra
permanece gustoso en soledad.
Intuye que ella le ama y corresponde
y quiere ser amada.
Ella le adorna el vaso y el altar
y el placer y el dolor le diviniza.
Lo que ella le da a él es tan real
que otorga eterna vida.
En su pecho florece, clara y pura,
la lumbre de la llama de la vida.
Se le abre la conciencia, en lo divino,
a la pura existencia terrenal.
[Desde este elevación, yo domino mi mundo.]
Desde esta elevación, yo domino mi mundo.
Hacia abajo, hacia el valle, junto al césped suave
99
que atraviesa la senda que allí leva,
con una casa blanca, colocada en el medio,
¿qué es aquello en lo que se complace el sentido?
Desde esta elevación yo domino mi mundo.
Mas aunque yo trepara a las más arduas cimas,
desde donde podría ver navegar los barcos,
ciudades, cerca y lejos, cercadas por los montes,
nada hay que me mantenga atada la mirada.
Desde esta elevación yo domino mi mundo.
Mas aunque yo pudiera contemplar paraísos,
sentiría nostalgia de aquellos praderíos
donde tú alto tejado se ofrece a mi mirada,
porque sólo él limita mi mundo en derredor.
[Si te quiero...no lo sé]
Si te quiero… no lo sé
Mas si contemplo tu rostro
no sé decir qué me ocurre.
Si te quiero… no lo sé.
Si en ti confío… no sé.
Mas guardo tus enseñanzas
y a mi criterio renuncio.
Si en ti confío… no sé.
Si te conozco… no sé.
Mas doy crédito a tus labios
y me alumbro con tu mente.
Si te conozco… no sé.
100
Si es fiel tu niña… no sé.
Pero que nunca le falte
tu amor, suplica a los cielos.
Si es fiel tu niña… no sé.
101
OTTILIE VON GOETHE (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther
Trancón y Widemann)
Que nunca se me escape la mirada
hacia la lejanía, con nostalgia;
a una única estrella siempre fiel,
me vuelvo a contemplar con gran constancia.
En el amanecer futuro, nunca
busqué yo salvación o mis amigos,
sino me pareció más provechosa
la consideración de lo pasado.
Porque jamás podré olvidar
lo que a la vida dio la vida…
Calcular el futuro no deseo,
mi apoyo siguen siendo los recuerdos.
102
ADELE SCHOPENHAUER (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y
Esther Trancón y Widemann)
A la noche
¡Oh amiga silenciosa!¡Oh seria y muda noche!
¡Acoge mi gran dolor en tus brazos de madre!
Oculta mi cansada cabeza en el esplendor de tu velo,
para que este yerto corazón se caliente con el rocío de las lágrimas.
Muéstramelo a él en sueños, a lo lejos, suscita anhelo más cálido…
La dura realidad me quitó el consuelo de las lágrimas.
Las exigencias del día y el tormento de sus preguntas,
se detienen, desterradas lejos, en amplio círculo…
y, libre de presión ajena, se eleva por primera vez
el alma, quiere ver hacia atrás, muy lejos,
allí… donde creyó entregarse a la muerte,
y ¡ay! ¡Tan hondamente erró! ¡Se entregó… a la vida!
¡Águilas son mis pensamientos!
Se ciernen en el mar azulado del aire.
Águilas de los aires mis pensamientos son,
atrapan el botín tan alto y tan augusto.
Pero la presa, tan cruelmente desgarrada,
con dolor anunciando la vida que se escapa…
disimulando, al fin tenía que saberlo,
que era el sangrante, el propio corazón
¡Mis sentimientos cisnes son! ¡Dividen
en silencio la ondeante noche de la hondura!
Cisnes cantores son mis sentimientos,
103
cantan el esplendor voraz del sol.
Pero las brasas que ellos lloran,
envolviendo su tumba dulcemente en sonidos,
arrastran, en dudosos brillos que se extenúan
a cisnes y sonidos a la hondura.
¡Ola, lava mi pena!
¡Que Dios me guarde al navegante!
La ola está sedienta de él,
el caballo de espuma se le sube a la barca…
para que juegue el oleaje.
“¡Ola, lava mi pena!”
¡Alumbra, rayo, el borde las rocas!
Las hojas sueltas son arrastradas a tierra,
y las olas golpean la mano del que nada:
¡y las olas arrastran al chico, en remolinos!
“¡Ola, lava mi pena!”
¡El pescador agarra el pelo del muchacho!
Cuando, con gran esfuerzo, logró alcanzar la orilla,
¡ay, salvó para el féretro
el cadáver del hijo!
“¡Ola, lava mi pena!”
¡Cual una gaviota, el alma vuela lejos,
y avisa a pescadores, en el puerto agrupados!
¡El lugar de infortunio, al oro matutino
brilla cubierto de corales!
“¡Ola, lava mi pena!”
104
S.XX
ELSE LASKER-SCHÜLER (traducción de Sonia Almau)
Desde la distancia
El mundo, del que hace tiempo me desprendí,
Reposa desnudo, deshojado de ardor, en mano oscura;
La patria extraña, que de amor colmé,
Desde la que aún viva maduré hasta el cielo.
Crecen también las almas de los árboles trasplantados
Sobre tierras, ya espacios azules de Dios,
Para soñar más íntimamente con su grandeza.
La gran luna y sus estrellas preferidas,
Juegan con las espumas multicolores de las conchas
Y sobre los mares velan gustosas por el espíritu de Dios.
Nunca imaginé la eternidad tan lejos...
Lloran sobre nuestro mundo los ángeles en la noche.
Purificaron mi corazón para endulzar los campos,
Y os permitieron saludar en mis versos.
Obertura
Nos separamos en el preludio del amor.....
En mi corazón resplandecía aún clara tu palabra,
Y callados fuimos extinguiéndonos en el torbellino urbano,
Bajo el velo de la tarde del turbio septiembre
En un sollozante acorde.
Así en la breve obertura de amor
Nos esfumamos de esta tierra
A través de paraísos hasta las puertas del cielo
Y no fueron necesarios los juramentos de amor eterno
105
Ni los besos del azul y mágico crimen.
Y nos evitan desde entonces como a dos ladrones.
Y sólo a escondidas pisamos el lugar,
Donde el amor nos doraba.
Conservémoslo, que no se congele
O en la rutina del deseo ciego se marchite.
Lloraría amargamente si llegara alguna vez a sentirlo.
Tarde
Pálidas están mis ganas de vivir - ...
Caí tan sola sobre la tierra,
Nunca ha sabido un hombre de dónde vine,
- Sólo tú, pues algún día me uniré contigo.
Las bahías me rodean desde lejos,
Todas las cosas las vivo en la espuma.
El hombre que hostil me persigue, se estrella.
Y sé sólo de él en el sueño.
Y así vivo la creación de este mundo,
En la tierra ya liberada de su cáscara.
Y tú, la estrella, que del alto cielo cae,
Se entierra profundamente en el valle de mi corazón.
La tarde oscurece mucho mi sangre –
Vetea atormentada mi alma cansada.
Desnuda asciende de nuevo desde la marea anterior al mundo
Y teme que encarnada aquí en la tierra se equivoque.
Y lo que el día, antes de despertar,
106
Se perdió de la aurora...
Se lo ofrece el soñador juego de imágenes nocturnas
En tejidos multicolores.
Me traen lejanas manos a casa
Un piadoso ramo de hoces amarillas.
La manecilla anda silenciosa por la esfera
Del reloj de sol, que oro de mi vida tiene.
Arde por el latir vigilado
Y toca entre la noche y la medianoche...
Pues nos vimos en la enigmática hora –
Tu boca florece mil veces bella en mi boca.
Todo mi gozo de vida huyó
En un oscuro traje con la tarde.
Busqué incesante un cielo en alguna parte...
Sólo en la revelación no está lejos el camino hacia él.
Escucha
Robo en las noches
Las rosas de tu boca,
Que ninguna mujer te beba.
La que te abraza
Me arranca lo que en mi sobrecogimiento
Pinté en torno a tus miembros.
Soy el borde de tu camino
La que te roza
107
cae desde lo alto.
¿Sientes mi vida entera
Por todas partes
Como una orla distante?
108
HILDE DOMIN
Escogiendo muros (traducción de Miguel Mena)
Escogiendo muros
Catálogos de bulbos
Muestra de tejido
Muestra
De muros.
La muralla china
De porcelana.
Muros de Ávila
Sus puertas
Las pezuñitas
De los burros molineros.
Los muros sin puertas
Para Héctor
Y los indocumentados.
Tapias.
Muros de carne humana.
Madre
Muro
Entre hermanas
Cada quien a un lado
Berlín
Muros invisibles
Más empinados
Más duros
Más largos
El muro de espalda.
109
Inglaterra
110
S.XIX
ELIZABETH BARRET BROWNING
De mi cabello nunca di un rizo... (Traducción de Màrie Manent)
De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre,
amado mío, salvo el que te ofrezco ahora
y, pensativamente, en toda su largura
sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos.
Tómalo. Ya mis días de juventud pasaron;
ya al paso alborozado no tiembla mi cabello,
ni prendo en él la rosa o los brotes del mirto,
como las chicas suelen: ya sólo puede, en pálidas
mejillas, sombrear las huellas de mi llanto,
y se avezó a soltarse cuando a la frente inclina
con su arte el dolor. Temí que las tijeras
fúnebres lo cortaran primero, y ha vencido
tu amor. Tómalo. Puro como antaño, hallarás
el beso que, al morir, en él dejó mi madre.
Y no obstante el amor por ser amor... (traducción de Carlos Pujol)
Y no obstante el amor por ser amor
es bello. Igual llamea reluciente
un gran templo y la hierba. El mismo fuego
arde quemando el cedro y la cizaña.
Y el amor es un fuego; y cuando digo
te quiero, oh Dios, te quiero, ante tus ojos
me transfiguro en esplendor y siento
mi cara centelleante que deslumbra.
111
En el amor no puede haber ruindad
aunque amen los más ruines de los seres,
que cuando aman a Dios Él los acepta.
Y en la apariencia ruin de lo que soy
refulge el sentimiento y purifica
por ser fruto de amor lo que es de carne.
VII- Sonetos del portugués
El mundo me parece tan distinto
desde que oí los pasos de tu alma
muy leves, sí, muy leves, a mi lado,
en la orilla terrible de la muerte
donde yo iba a anegarme, y me salvó
el amor descubriéndome una vida
hecha música nueva. Aquellas hieles
destinadas por Dios quiero beber,
cantando su dulzura, junto a ti.
Los nombres de lugar son diferentes
porque estás o estarás aquí o allá.
Y ese don de cantar que yo amé tanto
(los ángeles lo saben) me es querido
sólo porque hace resonar tu nombre.
112
CHRISTINA ROSSETTI (traducción Francisco M. López Serrano)
Recuérdame después de haberme ido;
cuando, bajo la tierra silenciosa,
no me alcance tu mano temblorosa
ni pueda desandar lo recorrido.
Recuérdame sin más cuando, perdido
nuestro sueño común, como la rosa
marchita, esté; pues ya ninguna cosa,
promesa o ruego, llegará a mi oído.
Mas si me olvidad por un tiempo, amado,
no sufras si el recuerdo luego insiste.
Si tinieblas y vermes han dejado
algún vestigio de mi pensamiento,
prefiero que me olvides si contento
estás a que me evoques y estés triste.
Espejismo
Un sueño mi ilusión fue, apenas nada
más que un dulce soñar; y ahora con ceño
fruncido me despierto derrotada
por fiarme de un sueño.
He colgado mi cítara callada
en la rama de un sauce ribereño,
mi cítara sin voz, atormentada
por fiarme de un sueño.
113
Yace mi corazón mudo y quebrado
mi pobre corazón, su vano empeño;
la vida, el mundo y yo, todo ha cambiado
por fiarme de un sueño.
[Regresa a mí que espero y por ti velo...]
Regresa a mí que espero y por ti velo,
o no vengas aún pues tornarías
a marcharte y mi espera agravarías
ahora que aun esperarte es un consuelo.
Mientras que si no vuelves me desvelo
pensando: “¿tornarán mis alegrías
con tu vuelta o la angustia de los días
de espera acrecerás?”. Infierno o Cielo,
de cualquier modo verte me entristece,
pues en breve el dolor de tu partida
me deja, y mi esperanza mengua o crece
cual la luna aguardando tu venida
o tu adiós. ¿Dónde fueron esos días
tan dulces porque así me los hacías?
[Sueño contigo hasta la madrugada...]
Sueño contigo hasta la madrugada,
quién pudiera soñar eternamente
sin despertar jamás, sin ver que ausente
está mi amor cual un ave emigrada.
114
Sólo en el dulce sueño, a ti aferrada,
retorna a mis mejillas el ardiente
rubor que el despertar tan de repente
disipa. Tu sonrisa es mi alborada.
Así tan sólo en sueños nos amamos,
sólo en el sueño damos o tomamos
el don que colma a quien lo dé o lo adquiera.
Más feliz que despierta estoy dormida
y más dulce es la muerte que la vida
para quien bajo el sol ya nada espera.
[Dirán que me quisiste tiernamente...]
Dirán que me quisiste tiernamente
sin duda, mas de mí ¿Qué dirán luego?
¿Dirán que te amé acaso como un juego,
por costumbre como una inconsecuente?
Deja que hablen, pues ¿qué sabe la gente
de nuestro amor y nuestro desapego,
de desgajarse para unirse luego
sin esperanza y con el cielo ausente?
Mas por el tierno amor que supe darte
y que no has de poner en entredicho,
que te abandona por reconquistarte,
te emplazo tras la muerte para el día
del Juicio a que declares, alma mía,
115
si fue mi amor por ti sólo un capricho.
[Sólo una vez tú y yo estuvimos juntos...]
Sólo una vez tú y yo estuvimos juntos,
luego el tiempo y la muerte se afanaron
en abrir una brecha entre los dos.
Sólo una vez unidos.
Sale el sol y se pone cada día
Y el fruto se renueva con cada primavera,
Mas jamás vuelve a unirse aquello que separa
la muerte.
Que la eternidad, pues, nos mantenga a los dos
en la dulce esperanza de un reencuentro
más allá del tiempo, puesto que nos quedó
el hambre de estar juntos.
116
S.XX
KATHLEEN RAINE (traducción de Rafael Martínez Nadal)
El momento
Para escribir todo lo que contengo en este momento
Tendría que verter el desierto a través de un reloj de arena,
El mar a través de un reloj de agua,
Grano a grano y gota a gota
De los mares y arenales sin huellas, inconmesurables, mudables.
Porque los días y las noches de la tierra están rompiendo sobre mí,
Las mareas y arenas están corriendo a través de mí,
Y sólo dos manos y un corazón tengo para sostener
El desierto y el mar.
De todo ello, ¿qué puedo contener? Se me escapa y elude,
Las olas me arrojan a lo lejos,
El desierto se desliza bajo mis pies.
[Pensaba escribir un poema distinto...]
Pensaba escribir un poema distinto,
Pero al detenerme un momento en el jardín lleno de maleza,
Capté de pronto el paraíso descendiendo en el sol de la mañana
Que se filtraba por las hojas,
Iluminando el parco suelo londinense, tocando con verde
Transparencia las células de la vida.
El mirlo bajó de un salto, el petirrojo y el gorrión acudieron
Y el zorzal, cuyo nido se esconde
Por ahí, estará, sin duda, entre los edificios invasores
Cuyos muros se aproximan,
Mas para las pájaros del jardín, desde una manguera,
Inagotables aguas vivas llenan un pilón de piedra.
117
Pienso que pronto será hora
De volver a casa, a las labores del día.
Pero aquí el tiempo no va ni viene.
Los pájaros no huyen a toda prisa, su día
No empieza ni acaba.
¿Por qué no puedo quedarme? Por qué dejar
El aquí, donde es siempre,
Y el tiempo sólo nos conduce lejos
De este oculto siempre-presente sencillo lugar.
118
(Anna Ajmatova)
Europa del Este
119
BULGARIA (por cortesía de la Embajada de Bulgaria)
S.XX
ELISAVETA BAGRIANA
Furias
¿Podrías tú parar el viento que de las colinas viene,
arremete los cañones, arriba nubes por las eras,
los aleros arrebata, los tejados de las casas, y las lonas de los carros,
tumba pórticos y vallas y los niños volteará por las plazas
en mi ciudad natal?
¿Podrías tú parar el río Bistritza, que viene fiero con la primavera,
rompe el hielo y quebranta los pilares de los puentes,
y se sale de su lecho, y sus aguas arrastran, turbias, perniciosas,
las casetas, los huertos y el ganado de la gente
en mi ciudad natal?
¿Podrías tú parar el vino, si fermentando bulle ya en los toneles inmensos
donde pone en cirílico ora “negro” ora “blanco”;
en los toneles inmensos empotrados en los muros, que emanan humedad,
en las pétreas bodegas que nos legaron los ancestros
en mi ciudad natal?
¿A mí tú cómo pararás? A mí – la libre, la indómita y la nómada-. A mí,
la hermana de los vientos y del agua, del vino,
la tentada por lo vasto, inalcanzable y quimérico,
la soñadora de caminos vírgenes, sin descubrir.
¿Cómo a mí me pararás?
120
BLAGA DIMITROVA
Claustrofobia
Para el pensamiento
Muros.
Cuantos más altos, más prefabricados
¡mejor!
Para el verbo
Candados.
Cuanto más secretos, bajo cien llaves
¡mejor!
Para el gesto
Celdas.
Cuando más cieliciegas, más asfixiantes
¡mejor!
Para la mirada
Troncos de árboles.
Cuanto más secos, más amputados
¡mejor!
Para la imaginación,
Si es que aún existe,
Ciega pantalla de pared
Rasa.
El espacio:
Sobrearriesgado sinfín.
121
No sea que de sopetón
Volemos
Y todo lo alumbremos
Con luz propia.
122
ZHIVKA BALTADZHIEVA
Poema apátrida.
Vivir,
Live en Nueva York, Madrid o Sliven,
Arropada por árboles de verdad
Y algún río no cibernético,
Fuera de la Red y las navegaciones temerarias
En la intimidad virtual
Con su Gran Portal
Para todos,
Melancólico y fiero,
Sin ira y sin amor.
Enigmático temor y providencias nocturnas
Incorporadas al abrazo, olvidado
Como concepto,
Y a mi descartado por insuficiencias técnicas,
Nacimiento.
Vivir
En Nueva York, Madrid o Sliven,
Apátrida
Y sumergida en lo querido,
Configurando subjetividad
Y sonrisa
En los ojos del ser
Y la piedra
Angular.
123
POLONIA
S.XX
ANNA SWI (traducción de Bárbara Gill)
Coraje
No seré esclava de ningún amor.
A nadie
devolveré el sentido de su vida,
su derecho al crecimiento constante
hasta el último aliento.
Maniatada por el oscuro instinto
de la maternidad,
sedienta de ternura como el asmático
de aire,
con qué empeño construyo en mí
el hermoso egoísmo humano,
reservado desde hace siglos
para el varón.
Contra mí
están todas las civilizaciones del mundo,
todos los libros santos de la humanidad
escritos por ángeles místicos
con la expresiva pluma del relámpago.
Diez Mahomas
en diez elegantemente enmohecidas
lenguas
me amenazan con la condenación
en la tierra y en el cielo eterno.
Contra mí
124
está mi propio corazón.
amaestrado por milenios
en la cruel virtud de la víctima.
125
WISLAWA SZYMBORSKA
Elogio de mi hermana
Mi hermana no escribe versos
Y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre que no escribía versos,
Y de mi padre que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
El marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría
Versos.
Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
Ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.
En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
Ni recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
Sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
Y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe versos.
Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
Lo que crea peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.
Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
Y toda su escritura son postales de sus vacaciones
Con textos que prometen lo mismo cada año:
Que cuando vuelva,
Me contará todo,
Todo,
Todo.
126
Despedida de un paisaje (traducción de Gerardo Beltrán)
No le reprocho a la primavera
Que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
Como todos los años
Con sus obligaciones.
Comprendo que mi tristeza
No frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
Será sólo por el viento.
No me causa dolor
Que los sotos de alisos
Recuperen su murmullo.
Me doy por enterada
De que, como si vivieras,
La orilla de cierto lago
Es tan bella como era.
No le guardo rencor
A la vista por la vista
De una bahía deslumbrante.
Puedo incluso imaginarme
Que otros, no nosotros,
Estén sentados ahora mismo
Sobre el abedul derribado.
Respeto su derecho
127
A reír, a susurrar
Y a quedarse felices en silencio.
Supongo incluso
Que los une el amor
Y que él la abraza a ella
Con brazos llenos de vida.
Algo nuevo, como un trino,
Comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
Que lo escuchen.
No exijo ningún cambio
De las olas a la orilla,
Ligeras o perezosas,
Pero nunca obedientes.
Nada le pido
A las aguas junto al bosque,
A veces esmeralda,
A veces zafiro,
A veces negras.
Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
De la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
Como para recordar desde lejos.
128
Discurso en el depósito de objetos perdidos (traducción de Gerardo Beltrán)
Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte,
Y también muchos dioses en el camino de este a oeste.
Se me apagaron para siempre un par de estrellas, ábrete cielo.
Se me hundió en el mar una isla, otra.
Ni siquiera sé exactamente dónde dejé las garras,
Quién trae mi piel, quién vive en mi concha.
Mis hermanos murieron cuando me arrastré a la orilla
Y sólo algún huesito celebra en mí ese aniversario.
Salté de mi pellejo, perdí vértebras y piernas,
Me alejé de mis sentidos muchísimas veces.
Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto,
Me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas.
Se esfumó, se perdió, se dispersó a los cuatro vientos.
Yo misma me sorprendo de mí misma, de lo poco que quedó
De mí:
Un individuo aislado, del género humano por ahora,
Que sólo perdió su paraguas ayer en el tranvía.
Todo
Todo:
palabra impertinente y henchida de orgullo.
Habría que escribirla entre comillas.
Aparenta que nada se le escapa,
que reúne, abraza, recoge y tiene.
Y en lugar de eso,
no es más que un jirón de caos.
129
Una del montón
Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio.
130
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
131
RUSIA
ANNA AJMÁTOVA (traducción de Monika Zgustova y Olvido García
Valdés)
Dedicatoria
Puede una pena así mover montañas
Y detener la corriente de un gran río,
Pero no puede quebrar con su fuerza los cerrojos
Que nos separan de las celdas y los presos
Llenos de angustia mortal.
Hay quien respira el fresco de la brisa,
Hay quien siente dulzura del sol cuando se pone,
Pero nosotras, en la desdicha compañeras,
Oímos sólo el sonido ominoso de las llaves
Y los pasos de plomo del soldado.
Nos levantábamos como para la misa del alba,
Cruzábamos la ciudad embrutecida
Y, más muertas que vivas, nos encontrábamos allí.
Se acortaban las horas de sol, la niebla pesaba sobre el Neva,
Pero aún la esperanza cantaba a lo lejos.
La sentencia...Brotan de pronto lágrimas
Y una mujer se siente fuera del grupo;
Como si le hubieran arrancado el corazón y brutales
Lo arrojaran al suelo, para luego soltarla,
Así camina, tambaleándose...,sola.
¿Dónde están hoy aquéllas con quienes sin querer
compartí mis dos años de infierno?
¿Qué formas adivinan en las ventiscas de Liberia¿
¿Qué presagios en el aro de la luna?
A ellas envío mi adiós.
132
Crucifixión
No llores, Madre, por mí,
Que estoy en la tumba.
I
Un coro de ángeles alabó la hora santa
Y ardió en llamas el cielo en su bóveda.
“Padre mío-dijo-, ¿por qué me has abandonado?”
Y a la madre: “No llores por mí...”.
II
Magdalena se retorcía y lloraba, y quieto,
Como de piedra, permanecía el discípulo amado.
Sólo a donde la madre guardaba silencio
Nadie se atrevió a alzar los ojos.
Tierra nativa
No hay gente en el mundo menos
Dada al llanto,
Más sencilla y altiva que nosotros.
1922
No la llevamos en amuletos sobre el pecho,
Ni componemos versos quejumbrosos sobre ella.
No altera nuestro amargo sueño,
Ni la consideramos el cielo prometido.
No es en nuestra mente
Objeto de compra o venta.
Sufriendo, enfermos, errantes sobre ella,
Ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros, es el barro de los chanclos.
Para nosotros, sí, es la arena que cruje entre los dientes.
Y pisamos, aplastamos, deshacemos
Ese polvo que no tiene culpa.
133
Pero yacemos en ella y en ella nos convertimos
Y por eso, con toda libertad, la llamamos nuestra.
[Apreté las manos bajo el velo oscuro...]
Apreté las manos bajo el velo oscuro...
-¿Por qué estás tan pálida hoy?
- Con áspera tristeza
Embriagué a mi amado.
¿Cómo olvidarlo? Salió tambaleante,
prietos los labios por el dolor.
Bajé tras él volando
Hasta llegar al portal.
Sin aliento grité: - Era en broma
Lo que dije; si te vas, moriré-.
Sonrió con calma extraña:
- No te expongas al viento.
134
MARINA TSVETÁIEVA (traducción de Monika Zgustova y Olvido García
Valdés)
[Hermandad de los nómadas...]
Hermandad de los nómadas
-a esto nos llevas.
Una tormenta,
Sobre la cabeza, la espada:
Horror de las palabras
Que esperamos.
Como una casa en ruinas,
Son las palabras a casa.
Las grita el niño con desgarro:
¡vamos a casa!
Casi un bebé ya había dicho:
¡Dame! ¡Es mío!
Hermano mío en los excesos,
Fiebre mía, escalofrío.
Mientras todos piden salir,
Tú dices sólo: ¡a casa!
Caballo que da tirones al ronzal.
-¡Arriba!- La soga hecha pedazos.
- No hay casa para nosotros.
- Sí, aquí mismo, a diez pasos.
La casa de la montaña. - ¿O más
Alta tal vez? ¿La casa en la cumbre?
La ventana justo bajo el tejado. – No sólo
135
Por el fuego de la aurora, encendida, ¿verdad?
De nuevo: la vida – o sea,
La exactitud de los poemas.
Casa, es decir: ahí
Afuera, en la noche.
(Oh, ¿a quién confiar
el tormento, la pena?
¿Mi angustia, más verde que el hielo?)
-No pienses tanto en ello.
Sopesando respondo: -Sí
[Perderlo todo de un golpe...]
Perderlo todo de un golpe,
Un tajo limpio.
Suburbio, arrabal:
El día se acaba...
Se acaba la ternura-piedras-,
Las casas, los días y nosotros-se acaban.
Mansiones vaciándose: las noro
Como a una madre anciana.
Porque vaciarse – madre- es acción:
Lo vacío no se puede vaciar.
(Mansiones medio vacías, mejor sería
que os quemaran.)
Que un gesto rudo
No abra la herida.
Suburbios, arrabal,
136
Costura que se rompe.
Sin desmesura verbal,
El amor es sutura.
Sutura: ni venda ni escudo
-no pidas ayuda-.
Sutura: el muerto cosido al suelo
Como yo cosida a ti.
(Con qué hilo, lo ha de decir el tiempo,
si endeble o fuerte.)
De cualquier modo, querido
Mío, aunque la sutura se ha abierto,
Esta herida no suputa
Podredumbre infecciosa.
Debajo de las bastas,
Venas vivas, sangre roja.
Quien rompe no pierde.
Oh arrabal,
Suburbio, divorcio seguro
De dos frentes.
Cerebros al aire,
Patíbulo de las afueras.
Nunca pierde quien rompe
Y huye al alba. Yo en la noche
137
Me he cosido a ti
Toda una vida sin bastas.
Perdona si no iba atinada.
Arrabal: ruptura de suturas.
Almas descosidas,
Múltiples heridas,
Barrio, suburbio,
Amplia es la sima
Del arrabal. ¿No oyes el zapato
Del destino en el barro limoso?
Es rápida mi mano, amado,
Y vivos los hilos,
Fuertes. No quebrarán.
Es éste el último farol.
-¿Aquí? – Ahora me mira.
Mirada sometida
De súbito complot.
-¿A la cima? Por última vez.
[Ya sé, ya sé...]
Ya sé, ya sé,
Que la maravilla de la tierra,
Que esa preciosa copa
Labrada de cristal
No es más nuestra
Que el aire,
Que las estrellas,
138
Que los nidos
Que cuelgan en el alba.
Ya sé, ya sé
Quién es el dueño de la copa.
Pero con el pie ligero – adelante-, como alta torre
-a la altura del águila-,
y con el ala, se protege la copa
de la boca rosada, temible,
de Dios.
139
(Edith Sodergran)
Países nórdicos
140
FINLANDIA
S.XX
EDITH SÖDERGRAN (traducción de Francisco J.Uriz)
Dios
Dios es un lecho, en él descansamos extendidos en el universo
Puros como ángeles, respondiendo con ojos de un azul de santo al
Saludo de las estrellas;
Dios es una almohada en la que apoyamos la cabeza, Dios es un
Soporte para nuestro pie;
Dios es una reserva de fuerza y una oscuridad virginal;
Dios es el alma inmaculada de lo inadvertido y el cuerpo ya corrupto
De lo inimaginado;
Dios es el agua estancada de la eternidad;
Dios es la fecunda simiente de la nada y el puñado de ceniza de los
Mundos quemados;
Dios es las miríadas de insectos y el éxtasis de las rosas;
Dios es un columpio vacío entre la nada y el universo;
Dios es una cárcel para las almas libres;
Dios es un arpa para la mano de la más violenta cólera;
¡dios es lo que el anhelo puede hacer bajar a la tierra!
Vierge moderne
No soy mujer. Soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una audaz decisión,
Soy un rayo riente de un sol escarlata...
Soy una red para todos los peces glotones,
Soy un brindis en honor de todas las mujeres,
Soy un paso hacia la causalidad y la perdición,
Soy un salto en la libertad y en el yo...
Soy el murmullo de la sangre en el oído del hombre,
141
Soy un escalofrío del alma, nostalgia y negación de la carne,
Soy un letrero que anuncia la entrada a nuevos paraísos.
Soy una llama, inquisitiva e intrépida,
Soy un agua, profunda hasta la rodilla pero audaz,
Soy fuego y agua en unión sincera sin condiciones...
142
SOLVEIG VON SCHOULTZ
Despedida
Los niños dormían, y el marido, cuando ella se marchó
Sigilosa, descalza, como dormida.
Su ternura la dejó junto al hombre para que lo consolase
Con su aroma como una seca convalaria muda
Que guarda a junio en su interior hasta muy entrado el otoño.
Y mientras el luminoso aliento de los niños
Se elevaba en torno a ella como vientos de tréboles
Depositó lentamente su llanto junto a uno,
Su risa en otro, su canción en otro
Y se quedó allí de pie y miraba y no se atrevía a mirar
Pero retiró rápidamente un mechón de la frente más pequeña
Y se deslizó con los ojos cerrados hacia una puerta,
Hacia la puerta de la noche, un puerta que llevaba afuera
Donde la luna esperaba, fría, clara y audaz.
Ahora había entregado hasta su último trozo.
Ya no le quedaba nada más que el cuerpo
Y la angustia en la decisión de ese cuerpo.
En la puerta, ya más allá de su pasado,
Miró a su alrededor y supo lo que había hecho.
143
EILA KIVIKKAHO
Con mucha conversación
Con mucha conversación me callo lo que callo,
Pero las pausas hablan,
Y la cicuta, las hierbas venenosas.
El que no hable
Es el acónito más venenoso
Que pueda crecer en la esquina de cualquier cabaña.
Niños
Arrancaron
Alas de mosca
Porque no eran
Alas de mariposa,
Alas de mariposa
Porque no eran
Alas de ángel.
144
EEVA KILPI
¿Te dejarías follar por dos mil pelas? Me dijo
en la parada del autobús a las 0:42
rodeados de calles vacías y congeladas.
Primero negué con la cabeza, pero luego le dije:
Por dinero, no, pero si pasas la aspiradora y friegas los platos...
Entonces él, a su vez, se negó
Y se dio la vuelta abatido para seguir su camino.
[Bueno, si de verdad...]
Bueno, si de verdad
Quieres una confesión,
Ahí va:
He tenido treinta y seis amantes.
Bien, sí. Tienes razón,
Son demasiados.
Hubiese bastado con treinta y cinco.
Pero, cariño, el treinta y seis
Eres tú.
145
AGNETA ENCKELL
Sola con tu asesino
¿has estado con tu hipnotizador?
(sobre todo el silencio: los sensibles dedos sobre tu cuello
acariciando la nuca, una presión apenas perceptible-)
¿has estado con tu hipnotizador?
Tú estás relajada, no piensas en nada, el alma
El alma cae a través de tu cara, cubre tu cara, como
Un velo: desvela-
Tú caes,
¿sola con tu asesino?
Tú caes
Caes
Caes
Sola con Dios? El alma se levanta en tu rostro, se parte en dos
Sólo una ligera presión-
146
SUECIA
S.XX
KARIN BOYE
Los árboles
Vivos como nosotros
Y lejos, muy lejos,
Tanto que nuestra palabra “comprender”
Deviene humo vano y viento.
Profundamente inaccesibles
A pensamientos y sentidos,
Aunque vuestra corteza se siente rugosamente
Agradable en nuestra mejilla.
Sin ojos resplandecéis
En un ensueño visual y floral.
¿Por medio de qué instrumentos
conocéis vuestro esplendor?
¿Gracias a qué secreta
sabiduría creadora
sois partícipes del poder
de los sentidos y los aromas?
Recostados contra el tronco
Pasamos desapercibidos,
No se nos permite entrar
A vuestro mundo interior.
¿O es que llega a alcanzaros, reflejada,
una esquina de nuestra esencia
desconocida para nosotros
y digna de ser temida?
147
Aunque nacidos sin duda
De los mismos antepasados,
No vemos ni un atisbo
De nuestro momento de comunidad.
Demasiadas aventuras
Nos separaron después,
Demasiado imposible de conocer
Es nuestro sencillo suelo.
Tal vez nos espere todavía
Un encuentro futuro
En ese camino en que la vida
Vuelve a ser humus.
Otra mano tendida
Entre familias separadas.
Y le damos las gracias a la muerte
Por esta relación.
La materia, siempre prestada,
La devolvemos.
¡Fundidla en vuestro molde!
¡Tomad y dad!
Intercambiémosla entre nosotros
Como dones amistosos,
Profundas, hermosas, desconocidas
Vidas fraternas!
148
MARIA WINE
Ámame
Pero no te acerques demasiado
Deja espacio para que el amor
Se ría de su felicidad
Deja siempre que un fuego de mi rubio cabello
Sea libre
149
A LA VEZ: antología mundial de mujeres poetas (Estefanía Rodero Sanz)
A LA VEZ: antología mundial de mujeres poetas (Estefanía Rodero Sanz)
A LA VEZ: antología mundial de mujeres poetas (Estefanía Rodero Sanz)
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A LA VEZ: antología mundial de mujeres poetas (Estefanía Rodero Sanz)

  • 1. A LA VEZ - Mujeres poetas del mundo- Selección realizada por: Ana Rodríguez, María Rodero y Estefanía Rodero, pertenecientes a la Asociación Feminista de críticas literarias Julia Kristeva (Universidad Complutense de Madrid)
  • 4. POETISAS GRIEGAS (Con todo nuestro agradecimiento a la profesora María Dolores Castro, UCM) S.VII- VI a.C SAFO El amor (traducción de Helena Rodríguez Somolinos) Diosa de artístico trono, inmortal Afrodita Hija de Zeus que trenzas engaños, te suplico, No domeñes con angustias y tormentos, Señora, ni ánimo, Por el contrario ven aquí, si alguna vez Al escuchar mi voz a lo lejos Me atendiste, y viniste dejando la casa De tu padre Tras uncir dorado carro; hermosos gorriones Te llevaban veloces en torno a la negra tierra Agitando sus tupidas alas desde el cielo A través del éter. Al punto llegaste y tú, bienaventurada, Con una sonrisa de tu rostro inmortal Me preguntaste qué me hacía entonces padecer, por qué De nuevo te llamaba Y que deseaba más que sucediera Mi corazón en su delirio: “¿a quién he de persuadir Esta vez a aceptar tu amor?; ¿quién, Safo, Te agravia? Pues si se muestra esquiva, de pronto te perseguirá, Si no acepta regalos, aún los ofrecerá, Y si no siente amor, pronto lo sentirá, Aun si no quiere”. Ven también ahora a mí y líbrame de terribles 4
  • 5. Inquietudes; cuanto desea que se cumpla Mi ánimo cúmplemelo, y sé tú misma Mi aliada. (Fr. 1 Voigt) A una amada (traducción de Manuel Rabanal) Paréceme a mí que es igual a los dioses el mortal que se sienta frente a ti, y desde tan cerca te oye hablar dulcemente y sonreír de esa manera encantadora. El espectáculo derrite mi corazón dentro del pecho. Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz. Se me traba la lengua. Un fuego penetrante fluye enseguida por debajo de mi piel. No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos. Me cae a raudales el sudor. Tiembla mi cuerpo entero. Me vuelvo más verde que la hierba. Quedo desfallecida y es todo mi aspecto el de una muerta... 5
  • 6. ERINA Fragmento (traducción de Helena Rodríguez Somolinos) En mi corazón las huellas (...) permanecen Calientes aún. De lo que antaño nos servía de juego sólo hay rescoldos. De niñas, siempre a vueltas con muñecas en el cuarto, Jugando, despreocupadas, a las novias. Y al alba La madre que repartía lana entre las criadas que la trabajaban; Venía ella a pedirte ayuda con la salazón. Y entonces, de niñas, ¡qué miedo nos daba el Coco, Con sus orejotas en la cabeza! A cuatro patas Caminaba y de una a otra iba cambiando su apariencia. Mas cuando llegaste al lecho de un varón, te olvidaste de toso Cuanto oíste en tu infancia y entonces, en casa de mi madre, Querida Báucide. Afrodita puso olvido en tu mente. Y así, en mi lamento, por ti lloro, pero he de renunciar a lo demás. Pues no pueden mis profanos pies salir de casa Ni puedo verte muerta con mis ojos, ni llorarte Con el cabello suelto, sino que la purpúrea Vergüenza Me araña las mejillas... 6
  • 7. POETISAS ROMANAS S.I a.C. SULPICIA (traducción de Aurora López) Al fin me llegó el amor, y es tal que ocultarlo por pudor Antes que desnudarlo a alguien, peor reputación me diera. Citerea, vencida por los ruegos de mis Camenas, Me lo trajo y lo colocó en mi regazo. Cumplió sus promesas Venus: que cuente mis alegrías Quien diga que no las tuvo propias. Yo no querría confiar nada a tablillas selladas, Para que nadie antes que mi amor me lea, Pero me encanta obrar contra la norma, fingir por el qué dirán Me enoja: fuimos la una digna del otro, que digan eso. (IV 7) Para ti no sea yo, luz mía, un ansia tan ardiente Como parece que fui hace algunos días; Si alguna falta cometí, tonta en mi exceso de juventud, De la que confieso que me arrepiento más, Es haberte dejado solo ayer por la noche Deseando disimular mi ardiente pasión. (IV 12) 7
  • 9. POETISAS ARÁBIGO-ANDALUZAS (Traducción de Mahmud Sobh, UCM) AL- GASSANIYYA AL-BAYYANIYYA Aprensión de partida ¿Te acuerdas, acaso, cuando dicen que es hora de partir las caravanas? ¡Corazón! Ya no tienes paciencia para soportar la partida. Tras su marcha, no queda sino la muerte, Pues si no, la vida se carga de tristezas. Yo solía vivir a la sombra de su amor, ¡Entonces sí, la vida era agradable! Y el jardín del amor era florido y tierno: Noches felices en las que el amor no tenía reproches, Tampoco el abandono rompía nuestra unión. Ojalá yo supiera ya que estoy en plena separación. ¿Serán, si acaso, después del abandono iguales que habían sido? 9
  • 10. HAMDA BINT ZIYAD AL-MU´ADDIB Doncella en el río Revelaron las lágrimas mis secretos en un río: Hay en él huellas manifiestas de la belleza. Serpea el río entre jardines; Se balancean los jardines sobre la corriente. Entre las gacelas un antílope humano: Al desnudarse, me arrebató el juicio. Tiene unos ojos que adormece para algo Y este algo me quita el sueño. Cuando deja flotar sobre su talle las negras trenzas, Contemplas la luna llena en el negro firmamento. Como si la aurora tuviese muerto a su hermano Y por el luto se vistiese de negro. El valle de Guadix Nos protegió de los tórridos vientos La frescura de un valle, Regado por la lluvia abundante y frecunete. Refugiados en el seno de su boscaje, Nos acogió con cariño, igual que Ama de cría inclinada sobre un bebé lactante. Y nos dio de beber, sedientos como estábamos, Un agua cristalina, más rica que el vino para el buen catador. Rechaza al sol, del lado que nos mira, manteniéndolo oculto, Permitiendo tan sólo el paso de la brisa. Sus guijarros son tales que asustan A doncella alhajada, que tantea las cuentas De su collar en ristre. 10
  • 11. QASMUNA BINT ISMAIL Lo que no se atreve a nombrar Veo un jardín, Cuyos frutos están ya en su sazón, Y no hay ningún jardinero que Extienda su mano para cogerlos. ¡Qué lástima! ¡Se marchita la juventud perdida y queda en mí, solitario, lo que no me atrevo a nombrar! 11
  • 12. POESÍA FEMENINA CANCIONERIL FLORENCIA PINAR Otra canción de la misma señora a unas perdizes que le enbiaron bivas De estas aves su nación Es cantar con alegría Y de vellas en prisión Siento yo grave pasión Sin sentir nadie la mía. Ellas lloran que se vieron Sin temor de ser cativas Y a quien eran más esquivas Essos mismos las prendieron; Sus nombres mi vida son, Que va perdiendo alegría Y de vellas en prisión Siento yo grave pasión Sin sentir nadie la mía. 12
  • 13. SIGLOS XVI Y XVII SANTA TERESA DE JESÚS Ya toda me entregué y di, Y de tal suerte he trocado, Que mi Amado es para mí Y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador Me tiró y dejó herida, En los brazos del amor Mi alma quedó rendida; Y, cobrando nueva vida De tal manera he trocado, Que mi Amado es para mí Y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha Enherbolado de amor, Y mi alma quedó hecha Una con su Criador; Ya yo no quiero otro amor, Pues a mi Dios me he entregado, Y mi Amado es para mí Y yo soy para mi Amado. 13
  • 14. [Sea mi gozo en el llanto...] Sea mi gozo en el llanto, sobresalto mi reposo, mi sosiego doloroso, y mi bonanza el quebranto. Entre borrascas mi amor, y mi regalo en la herida, esté en la muerte mi vida, y en desprecios mi favor. Mis tesoros en pobreza, y mi triunfo en pelear, mi descanso en trabajar, y mi contento en tristeza. En la oscuridad mi luz, mi grandeza en puesto bajo. De mi camino el atajo y mi gloria sea la cruz. Mi honra el abatimiento, y mi palma padecer, en las menguas mi crecer, y en menoscabo mi aumento. En el hambre mi hartura, mi esperanza en el temor, mis regalos en pavor, mis gustos en amargura. En olvido mi memoria, mi alteza en humillación, 14
  • 15. en bajeza mi opinión, en afrenta mi vitoria. Mi lauro esté en el desprecio, en las penas mi afición, mi dignidad sea el rincón, y la soledad mi aprecio. En Cristo mi confianza, y de El solo mi asimiento, en sus cansancios mi aliento, y en su imitación mi holganza. Aquí estriba mi firmeza, aquí mi seguridad, la prueba de mi verdad, la muestra de mi firmeza. 15
  • 16. SOR JERÓNIMA DE LA ASUNCIÓN Soliloquio Vuestra soy, por vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, Yo le pongo en vuestra palma, Mi cuerpo, mi vida y alma, Mis entrañas, mi afición. Luz, esposo y redención, Pues por vuestra me ofrecí, ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte o dadme vida, Salud o enfermedad, Honra o deshonra me dad, Dadme guerra o paz cumplida, Que, medrosa o atrevida, A todo diré que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Esté callada o hablando, Haga fruto o no le haga, La ley me esté preguntando La gracia sane mi llaga, Crezca o se mengüe mi paga, Sólo vos vivís en mí. ¿Qué mandáis hacer de mí? 16
  • 17. LUISA SIGEA Un fin, una esperanza, un como o un cuando; tras sí traen mi derecho verdadero; los meses y los años voy pasando en vano, y paso yo tras lo que espero; estoy fuera de mí, y estoy mirando si excede la natura lo que quiero; y así las tristes noches velo y cuento, mas no puedo contar lo que siento. En vano se me pasa cualquier punto, mas no pierdo yo punto en el sentillo con mi sentido hablo y le pregunto si puede haber razón para sufrillo; respóndeme: sí puede, aunque difunto; lo que entiendo de aquél no sé decillo, pues no falta razón ni buena suerte, pero falta en el mundo conocerte. En esto no hay respuesta, ni se alcanza razón para dejar de fatigarme, y pues tan mal responde mi esperanza justo es que yo responda con callarme; fortuna contra mí enristró la lanza y el medio me fuyó para estorbarme el poder llegar yo al fin que espero, y así me hace seguir lo que no quiero. Por sola esta ocasión atrás me quedo, y estando tan propincuo el descontento, las tristes noches cuento, y nunca puedo hallar cuento en el mal que en ella cuento; ya de mí propia en esto tengo miedo por lo que me amenaza el pensamiento; 17
  • 18. mas pase así la vida, y pase presto, pues no puede haber fin mi presupuesto. 18
  • 19. INARDA DE ARTEAGA Alegres horas de memorias tristes que, por un breve punto que durastes, a eterna soledad me condenastes en pago de un contento que me distes. Decid: ¿por qué de mí, sin mí, os partistes sabiendo vos, sin vos, cuál me dejastes? Y si por do venistes os tornastes, ¿por qué no al mismo punto que vinistes? ¡Cuánto fue esta venida deseada y cuán arrebatada esta venida! Que, en fin, la mejor hora fue menguada. No me costastes menos que una vida la media en desear vuestra llegada y la media en llorar vuestra partida. 19
  • 20. LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA Ni sé si muero ni si tengo vida, ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme, ni en tanto olvido cuido de buscarme, que estoy de pena y de dolor vestida. Dame pesar el verme aborrecida y si me quieren, doy en disgustarme; ninguna cosa puede contentarme, todo me enfada y deja desabrida; ni aborrezco, ni quiero, ni desamo; ni desamo, ni quiero ni aborrezco, ni vivo confiada ni celosa; lo que desprecio a un tiempo adoro y amo; vario portento en condición parezco, pues que me cansa toda cosa humana. 20
  • 21. MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR Amar el día, aborrecer el día llamar la noche y despreciarla luego, temer el fuego y acercarse al fuego tener a un tiempo pena y alegría. Estar juntos valor y cobardía, el desprecio cruel y el blando ruego, tener valiente entendimiento ciego, atada la razón, libre osadía. Buscar lugar en qué aliviar los males y no querer del mal hacer mudanza, desear sin saber qué se desea. Tener el gusto y el disgusto iguales, y todo el bien librado en la esperanza, si aquesto no es amor, no sé que sea. 21
  • 22. VIOLANTE DO CEO (Portugal) ¡Oh! Cesen ya los remedios que para vivir me aplican, que quien de celos se muere no es bien que muriendo viva. Dejen ya de importunarme cansadas filosofías, que nunca males del alma de Esculapio necesitan. Deponga las diligencias quien mi vida solicita, que apresurarme la muerte es sólo darme la vida. Con la muerte rigurosa las desdichas se terminan, que si no es dicha la muerte es la postrera desdicha. Vivir con celos y penas mal se puede llamar vida, que vida con que se muere es sólo una muerte viva. Muera quien amando tanto mereció tan poca dicha, que en vez de correspondencias exprimenta tiranías. Muera quien idolatrando la causa más peregrina, adquirió sólo desdenes con firmes idolatrías. Muera quien, siendo constante, fue tan mal correspondida, 22
  • 23. que tributando verdades adquirió sólo mentiras. 23
  • 24. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (Nueva España, actual México) Prosigue el mismo asunto, y determina que prevalezca la razón contra el gusto. Al que ingrato me deja, busco amante, Al que amante me sigue, dejo ingrata; Constante adoro a quien mi amor maltrata; Maltrato a quien mi amor busca constante. Al que trato de amor, hallo diamante, Y soy diamante al que de amor me trata; Triunfante quiero ver al que me mata, Y mato a quien me quiere ver triunfante. Si a éste pago, padece mi deseo; Si ruego a aquél, mi pundonor enojo: De entrambos modos infeliz me veo. Pero yo por mejor partido escojo, De quien no quiero, ser violento empleo, Que de quien no me quiere, vil despojo. En que satisface un recelo con la retórica del llanto Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, Como en tu rostro y tus acciones vía Que con palabras no te persuadía, Que el corazón me vieses deseaba; Y Amor, que mis intentos ayudaba, Venció lo que imposible parecía: Pues entre el llanto, que el dolor vertía, El corazón deshecho destilaba. Baste ya de rigores, mi bien, baste; No te atormenten más celos tiranos Ni el vil recelo tu quietud contraste Con sombras necias, con indicios vanos, 24
  • 25. Pues ya en líquido humor viste y tocaste Mi corazón deshecho entre tus manos. Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimento a las musas En perseguirme, mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas a mi entendimiento, y no mi entendimiento en las bellezas? Yo no estimo tesoros ni riquezas; Y así, siempre me causa más contento Poner riquezas en mi entendimiento, Que no mi entendimiento en las riquezas. Yo no estimo hermosura que, vencida, Es despojo civil de las edades, Ni riqueza me agrada fementida, Teniendo por mejor en mis verdades, Consumir vanidades de la vida Que consumir la vida en vanidades. Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? 25
  • 26. Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thaïs, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, 26
  • 27. y la que es fácil, enfada? Más, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada, la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo. 27
  • 28. SOR GREGORIA FRANCISCA DE SANTA TERESA El pajarillo Celos me da un pajarillo, que remontándose al cielo, tanto en sí mismo se excede, que deja burlado el viento. Enamorado del sol, sus plumas bate ligero, y escalando el aire bajo, toca la región del fuego. ¡Oh, quién imitar pudiera, juguete hermoso del viento, de tu natural impulso el acelerado vuelo! Mi amor ansioso te sigue con impacientes afectos, que es dura prisión del alma la cárcel triste del cuerpo. Del Sol más supremo soy mariposa, en cuyo incendio deseo abrasarme cuando sus luces, amante, bebo. Avecilla soy en jaula, que al ver del sol los reflejos, son sus gorjeos endechas, son sus trinados lamentos. 28
  • 29. Envidio tu libertad, y abrasándome tus celos, quisiera ser salamandra, para vivir en su fuego. Los rayos del Sol Divino hieren en mi amante pecho, siendo halago en la prisión lo que en la prisión tormento. Vuelas feliz, pajarillo, cuando yo presa me quedo; y viendo que al cielo subes, me llevas el alma al cielo. Por amante, y por cautiva, dos veces presa, padezco. ¡Oh, quién quebrantar pudiera de las cadenas el hierro! ¡Quién de aqueste lazo débil deshiciera el nudo estrecho, y con más ardiente impulso te excediera en el empeño! Ese luminar celeste, es de tu amor el objeto, que simplemente te eleva, negado el conocimiento. 29
  • 30. Mas yo, que conozco y amo sol de mayor hemisferio, formo de mis ansias plumas, y de mis suspiros, vuelos. En lo inmenso de sus luces, cuanto más miro, me anego, que en golfos de claridad se absorbe el entendimiento. Sus lucientes resplandores me excitan rápido vuelo; y detiéneme la liga del vital unido aliento. ¡Oh tú, que con blandas plumas, giras el vago elemento! Sube más alto, si puedes, y serás mi mensajero. Darás de mis tristes penas un amoroso recuerdo a la luz inaccesible del Sol de Justicia Eterno. Dile que sus resplandores me tienen de amor muriendo, porque a la luz de mi fe descubro sus rayos bellos. Que en ellos me engolfo tanto 30
  • 31. cuanto en ellos más me ciego; que es gloria quedar vencida del imposible a que anhelo. Dile que de mí se duela, que rompa el vital aliento, que desate las prisiones de tan dilatado tiempo. Que al mirarle por resquicios es del amor más tormento, pues al herirme sus rayos, más me abraso, y más me quemo. Que del todo los descubra, corriendo el cándido velo, para que le goce el alma del todo, y al descubierto. Pajarillo, si de amor has gustado los efectos, lastímate de mis ansias, duélete de mis tormentos. Mi libertad solicita con mi dulce Amante Dueño; y de tus alas me presta plumas, que vuelen al centro. Salga de esta dura cárcel, de este largo cautiverio, 31
  • 32. donde triste gimo, y lloro mi prolongado destierro. Donde, advirtiendo tu dicha, tan infeliz me contemplo cuanto es mi amor impaciente, y más divino mi objeto. 32
  • 33. SIGLO XVIII MARGARITA DE HICKEY Y PELLIZZONI Soneto definiendo el amor y sus contrariedades Borrasca, disfrazada en la bonanza; Engañoso deleite de un sentido; Dulzura amarga; daño apetecido; Alterada quietud; vana esperanza. Desapacible paz; desconfianza; Desazonado gozo, mal sufrido; Esclava libertad; triunfo abatido; Simulada traición; fácil mudanza. Perenne manantial de sentimientos; Efímera aprehensión que experimenta Dolorosas delicias y escarmientos. Azarosa fortuna; cruel, violenta Zozobra; sinsabor; desabrimientos; Risa en la playa y, en el mar, tormenta. 33
  • 34. SIGLO XIX GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA Mi mal En vano ansiosa tu amistad procura Adivinar el mal que me atormenta. En vano, amigo, conmovida intenta Revelarlo mi voz a tu ternura. Puede explicarse el ansia, la locura Con que el amor sus fuegos alimenta, Puede el dolor la saña más violenta Exhalar por el labio su amargura. Mas de decir mi malestar profundo No halla mi voz, mi pensamiento, medio Y al indagar su origen me confundo. Pero es un mal terrible, sin remedio, Que hace odiosa la vida, odioso el mundo, Que seca el corazón;¡en fin, es tedio! 34
  • 35. CAROLINA CORONADO ¡Ay! Transportad mi corazón al cielo ¡Ay! Transportad mi corazón al cielo Ángeles peregrinos que habitáis Las moradas divinas del Oriente Y que mecidos sobre el claro ambiente Por los espacios del mortal vagáis. A vosotros un alma enamorada Os pide sin cesar en su lamento Alas, para cruzar el firmamento La senda de los aires azulada. Veladme con la niebla temerosa Que por la noche ciega a los mortales, Y en vuestros puros brazos fraternales llevadme allá donde mi bien reposa. Conducidme hasta el sol donde se asienta Bajo el dosel de reluciente oro El bien querido por quien tanto lloro, Genio de la pasión que me atormenta. ¡Ay! Transportad mi corazón al cielo, y si os place después darme castigo, destrozadme en los aires y bendigo vuestra piedad y mi dichoso vuelo. 35
  • 36. ROSALÍA DE CASTRO 4 -En las orillas del Sar Era apacible el día y templado el ambiente, y llovía, llovía callada y mansamente; y mientras silenciosa lloraba yo y gemía, mi niño, tierna rosa, durmiendo se moría. Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía! Tierra sobre el cadáver insepulto antes que empiece a corromperse..., ¡tierra! Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos; bien pronto en los terrones removidos verde y pujante crecerá la hierba. ¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas, torvo el mirar, nublado el pensamiento? ¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve! jamás el que descansa en el sepulcro ha de tornar a amaros ni a ofenderos, ¡Jamás! ¿Es verdad que todo para siempre acabó ya? No, no puede acabar lo que es eterno, ni puede tener fin la inmensidad. 36
  • 37. Tú te fuiste por siempre; mas mi alma te espera aún con amoroso afán, y vendrás o iré yo, bien de mi vida, allí donde nos hemos de encontrar. Algo ha quedado tuyo en mis entrañas que no morirá jamás, y que Dios, porque es justo y porque es bueno, a desunir ya nunca volverá. En el cielo, en la tierra, en lo insondable yo te hallaré y me hallarás. No, no puede acabar lo que es eterno, ni puede tener fin la inmensidad. Mas... es verdad, ha partido para nunca más tornar. Nada hay eterno para el hombre, huésped de un día en este mundo terrenal en donde nace, vive y al fin muere, cual todo nace, vive y muere acá. [Cada vez huye más de los vivos...] Cada vez huye más de los vivos, cada vez habla más con los muertos y es que cuando nos rinde el cansancio propicio a la paz y al sueño, el cuerpo tiende al reposo, el alma tiende a lo eterno. 37
  • 38. (Traducción de Ana Rodríguez) Cuando pienso que te fuiste negra sombra que me asombras, al pie de mi cabecero vuelves haciéndome mofa. Cuando imagino que te has ido, en el mismo sol te muestras. Y eres estrella que brilla, y eres el viento que sopla. Si cantan, eres tú que cantas; si lloran, eres tú que lloras; y eres el murmullo del río, y eres la noche, y eres la aurora. En todo estás y tú eres todo para mí y en mí misma moras, ni me abandonarás nunca, sombra que siempre me asombras. 38
  • 39. SIGLO XX CONCHA MÉNDEZ Si miro hacia el desván de la memoria Si miro hacia el desván de la memoria Donde están los recuerdos hacinados, Debajo de ese polvo de los tiempos Veo, grises de paz, todos mis años. Ellos están allí, bajo mi techo, Tranquilamente mudos, cobijados. Como sombras de niebla entran en mis ojos Cuando vuelven allí para mirarlos. 39
  • 40. ROSA CHACEL Epístola (A los perros de Atenas) Un dios extraño acecha, con horrible garganta: Ladrad, ladrad conmigo porque está oscuro en torno. Las manos se perderán por la cañada negra donde ¡inútil llevar vuestra nariz por guía!... Un dios vendrá, increíble como un feto del miedo, que no tendrá los muslos luminosos de Apolo ni el costado aterido que transió la lanzada, que no nos mandará su mensaje en centellas ni contará en los diez dedos su ley escrita. Yo os llamo porque sólo vuestra voz extrahumana debe aullar. ¡Escarbad la tierra sobre el VERBO! Solamente a vosotros es dada la elegía que merece el insomnio cuando es la noche oscura, cuando María pasa, llorando, en las tinieblas... 40
  • 41. ERNESTINA DE CHAMPOURCIN Y se va marchitando la caja de las rosas; no tiene quien las saque y las lleve al camino. Un airón de perfume se nos quiebra en las manos mientras algo se muere y nace al mismo tiempo. Se nos frustró la cita con aquella fragancia de tan pura, invisible, ese ramo de brisa que apenas huele a nada y que agavilla en sí todo el amor del mundo. Hay cosas que no son, pero que siguen siendo gozo, nostalgia, fronda que nunca hemos plantado, hermosura secreta que sólo fue latido. 41
  • 42. CARMEN CONDE Amante Es igual que reír dentro de una campana: Sin el aire, ni oírte, sin saber a qué hueles. Con gestos vas gastando la noche de tu cuerpo, Y yo te transparento;soy tú para la vida. No se me acaban tus ojos; son los otros los ciegos. No te juntan a mí; nadie sabe que es tuya Esta mortal ausencia que se duerme en mi boca Cuando clama la voz en desiertos de llanto. Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas, Y el amor se consuela prodigando su alma. Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos, Y la tierra es de flor, y en la flor hay un cielo. Solamente tú y yo (una mujer al fondo De este cristal sin brillo que es campana caliente) Vamos considerando que la vida..., la vida Puede ser el amor, cuando el amor embriaga; Es sin duda sufrir, cuando se está dichos; Es, segura, la luz, porque tenemos ojos. Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres De desear y ser mucho más que la vida?... No. Ya lo sé. Todo es algo que supe Y por ello, por ti, permanezco en el mundo. 42
  • 43. JOSEFINA DE LA TORRE Cuando el tiempo No tenga ya memoria Y todo lo pasado Sólo exista en la luz De mi recuerdo intacto. Cuando tu vida ya sea otra Y ese rumbo Del que hoy irás en busca Sea ya tu destino. Cuando tú y yo Salvadas las distancias, La inevitable ausencia Que tu palabra puso a nuestro alcance, Volvamos a encontrarnos Frente a frente, Yo buscaré detrás de tu mirada La imagen de mi imagen Y todo Lo que ahora he perdido Lo volveré a encontrar. 43
  • 44. ÁNGELA FIGUERA Mujer ¡Cuán vanamente, cuán ligeramente me llamaron poetas, flor, perfume!... Flor, no: florezco. Exhalo sin mudarme. Me entregan la simiente: doy el fruto. El agua corre en mí: no soy el agua. Árboles de la orilla, dulcemente Los acojo y reflejo y reflejo: no soy árbol. Ave que vuela, no: seguro nido. Cauce propicio, cálido camino Para el fluir eterno de la especie. Mujeres del mercado Son de cal y salmuera. Viejas ya desde siempre. Armadura oxidada con relleno de escombros. Tienen duros los ojos como fría cellisca. Los cabellos marchitos como hierba pisada. Y un vinagre maligno les recorre las venas. Van temprano a la compra. Huronean los puestos. Casi escarban. Eligen los tomates chafados. Las naranjas mohosas. Maceradas verduras Que ya huelen a estiércol. Compran sangre cocida En cilindros oscuros como quesos de lodo Y esos bofes que muestran, sonrosados y túmidos, Una obscena apariencia. Al pagar, un suspiro les separa los labios 44
  • 45. Explorando morosas en el vientre mugriento De un enorme y raído monedero sin asas Con un miedo feroz a topar de improviso En su fondo la última cochambrosa moneda. Siempre llevan un hijo, todo greñas y mocos. Que les cuelga y arrastra de la falda pringosa Chupeteando una monda de manzana o de plátano. Lo manejan a gritos, a empellones. Se alejan Maltratando el esparto de la sucia alpargata. Van a un patio con moscas. Con chiquillos y perros. Con vecinas que riñen. A un fogón pestilente. A un barreño de ropa por lavar. A un marido Con olor a aguardiente y a sudor y a colilla. Que mastica en silencio. Que blasfema y escupe. Que tal vez por la noche, en la fétida alcoba, Sin caricias ni halagos, con brutal impaciencia De animal instintivo, les castigue la entraña Con el peso agobiante de otro mísero fruto. Otro largo cansancio. 45
  • 46. GLORIA FUERTES A la muerte Muerte: idioma inédito, Absurdo, intraducible, Palo en la cresta Diplodocus, graja, Quitameriendas, Turmis, Chupa sangre, Come colores, Lava. Ubre de palidez, Leche de cera, Solapada sin sol, ¡hipocritilla! -sabes lo de después y no lo dices-, haces más daño al vivo que al que matas, llevándote los vivos de los muertos. Amiga de lo ajeno, ¡lame tumbas! Loquita filahuésica incansable, Apañada trapera delincuente, Viciosa tejepena. A tus hornos de tufo clandestinos A tu siniestra Biblioteca Grave Con millones de álbumes repletos A donde por su pie nadie ha invadido Sin documentación reglamentaria, ¡Vete! Archivera asquerosa de partidas 46
  • 47. De defunción y de las otras. ¡Muerta! Sin cartilla Yo quiero una postal con tu silencio. Escríbeme palabras al oído, Date golpes de pecho y grita al techo El “Yo pecador me confieso mudo”. Anda Lázaro al fin, levanta, escribe, Escribe una tarjeta de ternura O un telegrama azul de esos de novios; Y si no sabes, Corre a la escuela del amor y aprende, A escribir “yo te quiero” por ejemplo Antes de que me vuelva analfabeta Sin el Libro de Horas de tus cartas. Evitar Evitar supotancios y soponcios, Evitar, tiquismiquis cortapisas, Forúnculos y asépticos contables, Evitar carcajadas sin sonrisa, Evitarme la alfombra por la cuadra, Evitar detenciones –de la orina-. Evitar fallecer en la oficina, Evitar saludar a levitones Evitas, porque al fin esos, carbones, De tu ternura harán un sacrilegio. Evitar levitar –subir, caeros-, Evitar sobre todo estar en cueros Porque ellos tienen palo sin polilla, 47
  • 48. Evitar situación comprometida. Evitar no tener más que un tiña, Evitar violentas contusiones. Provocar-evitar nuevos amores. Evitar. ¡Evitar lo Inevitable! ...Por eso y a pesar yo mando un cable, a todos los países de habla humana: Evitad. Evitad por la mañana Lo que ya por la tarde será tarde. Evitar, que la cosa está que arde, Evitar que la muerte te lo evite. -Evitar no es cobarde es necesario- (antipoético tal vez pero instintivo). Evitar. Puedo evitarlo luego vivo Para evitar la muerte inhabitable. 48
  • 49. CONCHA ZARDOYA Al reclinar el rostro envejecido Sobre la tierra dura, sobre el césped, Amistad has notado y compañía, La promesa final sin abandono. Tu sumisa mejilla les devuelve El roce maternal o solidario Con gratitud insólita profunda Jamás, jamás soñada en otros días. Y levantas la cara iluminada Por el extraño amor que has encontrado Como un consuelo plácido del orbe A humanas soledades engañosas. Y deslizas tu mano hacia la tierra, Hacia la hierba azul y filialmente La caricia retornas y tus ojos Al cielo se levantan dando gracias. 49
  • 50. CARMEN MARTÍN GAITE Certeza Habéis empujado hacia mí estas Piedras. Me habéis amurallado Para que me acostumbre. Pero aunque ahora no pueda Ni intente dar un paso, Ni siquiera proyecte fuga alguna, Ya sé que es por allí Por donde quiero ir, Sé por dónde se va. Mirad, os lo señalo: Por aquella ranura de poniente. Callejón sin salida. Ya sé que no hay salida, Pero dejad que siga por aquí. No me pidáis que vuelva. Se han clavado mis ojos y mi carne, Y no puedo volver. Y no puedo volver. Ya no me gritéis más que no hay Salida Creyendo que no oigo, Que no entiendo. Vuestras voces tropiezan en mi Costra Y se caen como cáscaras Y las piso al andar. Avanzo alegre y sola 50
  • 51. En la exacta mañana Por el camino mío que he Encontrado Aunque no haya salida. 51
  • 52. FRANCISCA AGUIRRE Tristeza fiera En la noche fui hasta el mar para pedir socorro Y el mar me respondió: socorro. Fui hasta el mar y lo toqué Con cuidado, como se toca a un animal equívoco, Un animal que se come la tierra Y en su límite último intenta confundirse con el cielo. Fui hasta él con la inerme disposición Con que nos acercamos a lo desconocido Esperando una respuesta mayor que nuestra dolorosa pregunta. Antes yo había mirado toda mi isla Para llevarla conmigo hasta su sal. Había agrupado todo mi territorio en la retina Y fui con él al mar: era Tan suyo como mío. Ítaca y yo fuimos al minotauro acuático Para pedir socorro Y el mar nos respondió: socorro. Triste fiera: socorro. 52
  • 53. MARÍA VICTORIA ATENCIA Victoria Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos, tan indefenso y tibio y aterido y fragante que lo sentí una obra sólo mía, victoria de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo. Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio en el que una paloma se sostenía en vuelo. 53
  • 54. CLARA JANÉS El banquete que os propongo... El banquete que os propongo es para el día de mi muerte y responde al amor que yo siento y deseo: pido que se me coma, que mi ser en no ser no se mude sino en puro alimento; comunión caníbal suplico, génesis en el otro. Nadie quiere comerme, enferma estoy de amor. Estuve con un joven Estuve con un joven y supe al fin lo que era el violento arrebato, la agilidad vibrátil, cavidades melosas en la carnosa pulpa suavemente entreabierta hasta el linde dehiscente, el perfecto engranaje, la densidad precisa de jugos derramados, la inclinación debida, la posición exacta, y la sabiduría del mutismo, la belleza de un glande. Ojos Me has acorralado y con odio agarrado mis solapas, me has empujado hacia un rincón 54
  • 55. y me has golpeado hasta dejar tinto de sangre el aire mismo, y así y todo, he aquí que todavía me levanto y mirándote te digo: ahora mismo, en este momento lo decido, haré donación de mis ojos aunque tenga que llevarlos mi asesino. [Soy la cúpula azul de la mezquita de Ahmet...] Soy la cúpula azul de la mezquita de Ahmet, Doscientas ventanas sostienen mi luz. Para que alcances a cubrirme Haré arder tu cuerpo de cedro Hasta que como incienso te esparzas Y te eleves, y colmes mi desmayo. Ebrios del don sagrado, Mis labios susurrarán antiguos versos: El vaho se apodera de la casa, El humo oculta las ventanas; Y siguiendo el ritual dirán: Lo que entra no vuelve a salir. Y tu resina aromática y tu brasa Se quedarán en mí Para perpetuo trance de mis muros. 55
  • 56. JUANA CASTRO Rebosan Rebosan Las artesas su grasa. Arde el fuego y, redondos, Están gigantes blancos Desangrados, que entregaron su grito A la negra alborada De diciembre y su frío. Ahora las mujeres Enhebran ya las tripas, Lavan las cabezas Y ungen con la masa De carne roja el viento Del comino, la sal y la pimienta. Y los hombres, Afilados cuchillos, De las piezas colgadas Separan los jamones, abren El vaho denso del vientre, Con el machete cuentan El costillar y el lomo. Sola niña, se escapa Del griterío, la sangre, Tanta carne batiendo Untuosas las manos, las paredes, Las sillas y las puertas. La casa, como un lago De cieno, de detritos y lodo. Cantan los otros niños, pulen 56
  • 57. Al dintel de granito su vejiga Y la soplan. Sola niña, Sin nadie, Huye lejos, al campo Verde y limpio de los musgos, Al aire de las rocas Y los cielos abiertos. Sola niña, aterida, Sin comprender, Llorando. 57
  • 58. FANNY RUBIO Apostilla en la calle de Praga Me dices que a tu espalda sólo la noche existe. Así conquistas Mi índice sesgado por el plomo aconsejando Cómo han de sortearse las fronteras Con las aletas de la frente. Y te acompaña un dulce resbalar de cetáceos Por la raíz del agua Mientras un pulso helado de plata escurridiza Olvida sus escamas en el columpio de la nieve. En cambio, ellos son fuertes en el bosque. Sus gatillos aguardan las señales de humo Que han de bajar del cielo. Lo que ocurre es que antes Del disparo en los ojos Una mano allá arriba Considera oportuno suspender el rodaje. 58
  • 59. OLVIDO GARCÍA VALDÉS Sólo lo que hagas y digas Eres, incierto lo que piensas, invisible Lo que sientes dentro de ti. ¿Qué significa dentro de ti? Nada eres si, como dicen, no es intersubjetivamente comprobado (al menos comprobable). Juan de la Cruz no es más que unos poemas, Emily Dickinson, Edgar Allan Poe, sólo palabras. ¿Qué significa intersubjetivamente? ¿Cuántos sujetos hacen falta? ¿Cuántos que digan a la vez: Juan de la Cruz, Emily Dickinson, Edgar Allan Poe son cimas De la vida humana, cimas De la miseria humana en este hermoso Mundo? 59
  • 60. ANA ROSSETTI Cibeles ante la ofrenda anual de tulipanes ¡Que mi corazón estalle! Que el amor, a su antojo Acabe con mi cuerpo. Amaru Desprendida su funda, el capullo, Tulipán sonrosado, apretado turbante, Enfureció mi sangre con brusca primavera. Inoculado el sensual delirio, Lubrica mi saliva tu pedúnculo; El tersísimo tallo que mi mano entroniza. Alta flor tuya erguida en los oscuros parques; Oh, lacérame tú, vulnerada derríbame Con la boca repleta de tu húmeda seda. Como anillo se cierran en tu redor mis pechos, Los junto, te me incrustas, mis labios se entreabren Y una gota aparece en tu cúspide malva. Santa Inés en agonía Ne derelinquas me, ne discedas a me. PS.,37 Sabes que son mis manos desvalidas y mansas, Que tengo trece años y que este largo pelo, Enredado vellón que en mi párvulo pecho Apenas se acuchilla, es un endeble escudo. Defiéndeme tú Pues en la lisa acera Rebotan de continuo brazadas de amapolas, Y en mis ojos la inocencia asomada Seduce demasiado, es valioso argumento Para abrir charoladas portezuelas, Alcanzarme, someterme al asedio, 60
  • 61. Precipitarme al pavoroso túnel Del total desamparo, para luego emerger De entre mis ropas rotas y esparcidas; Los muslos empapados y en mi boca El viscoso sabor de la mayor vergüenza. Defiéndeme tú Porque todo me culpa: el desvanecimiento, La poca ligereza de mis piernas, El cimbrear, incluso, que tienen mis vestidos, El tener trece años, el sedal de mi pelo, Y que mis manos sean desvalidas y mansas. Qué será ser tú Qué será ser tú. Este es el enigma, la atracción sobrecogedora de conocer, el irresistible afán de echar el ancla en ti, de poseerte. Qué será la perplejidad de ser tú. Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber. Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y, con tus ojos, verme. Qué será percibir que yo te ame. Que será, siendo tú, oírmelo decir. Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú. 61
  • 62. CHANTAL MAILLARD No pondrás nombre al fuego No medirás la llama con palabras dictadas por la tribu, no pondrás nombre al fuego, no medirás su alcance. Todas las llamas son el mismo fuego. Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos que la razón construye en sus tinieblas. Hay que bajar al cuerpo, muy adentro, tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar el gozo de la lava. No importa en qué caderas, en qué pecho resbale, no importa la estatura, el sexo o la materia pues todos caminamos sobre la misma pira. No medirás la llama con palabras que encubren los viejos sentimientos de los hombres. Llevo acostada largo tiempo Llevo acostada largo tiempo en la orilla. Mis pechos son colinas cubiertas de hoja seca. Levanto la cabeza y me contemplo: en mis muslos el vello a punto de ser vello, me incorporo: la hierba a punto de ser hierba, doy un paso y despierto al agua a punto de ser agua, se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto de ser negra.... 62
  • 63. Un resplandor me ciega: el bosque me contempla, a punto de ser bosque, a punto de ser tuya. 63
  • 64. BLANCA ANDREU Extraño no decirlo y hablar hidras pensadas O hacer poesía y cálculo, Extraño no contarte que el cianuro Cifran viene sobre las diez, O viene Rilke el poeta A contarme que sí, que de veras tú pasas a mi sangre Pero de qué nos sirve. Veneno y sombra extraña, extraño de decirlo, de metales Muy fríos Y faltos de latido: Amor, es eso, yo bebo violas rotas, Pienso cosas quebradas, En verdad yo me bebo la infancia del coñac, Bebo las locas ramas virginales, Bebo mis venas que se adormecen para querer morir, Bebo lo que me resta cuando dejo mi cuello Bajo la luna de guillotina, Bebo la sábana de los sacrificios y bebo el amor que salpica Sueño Pero de qué nos sirve. 64
  • 65. ESPERANZA ORTEGA No os diré nunca adiós Viejas palabras malgastadas Amigos Fiestas Proyectos incumplidos Y esta alegría de palomas A punto siempre de partir Países Que desaparecieron de nuestra geografía No os diré nunca adiós Porque en vosotros Está más cerca el paraíso. 65
  • 66. ALMUDENA GUZMÁN Qué hago yo aquí Qué hago yo aquí medio borracha Escuchando a este cretino Que sólo sabe hablarme de la mili, Mientras me tapa baboso la calle y la vida Con su espalda. Y encima estoy sin tabaco. (Menos mal que desconecto enseguida pensando en ese géiser de besos que le provocaré a usted, sin duda, cuando su camisa se digne o se resigne a dejarse desabrocha por mi mano.) Señor, ahora que mi piel... Señor, Ahora que mi piel y la suya -después de las sábanas- han formado un nuevo collage en el agua, no es el mejor momento para hablarle, desde luego, pero aprovechando que estoy arriba y usted debajo, quisiera decirle -casi no me atrevo con sus ojos- que no puedo más que voy a pararme 66
  • 67. -Era el placer como una de esas muñecas rusas que se abren y aparece otra, y otra...- 67
  • 68. ADA SALAS [Vivir...] Vivir Para limar los ángulos A las esferas. [Y después de haber dicho...] Y después de haber dicho Hablar como la luz. Abriendo hasta la herida Aquellos ojos Que el silencio inaugura. 68
  • 69. LUISA CASTRO Caída Las montañas cristalizan en mil años Y el mar gana un centímetro a la tierra Cada dos milenios, Horada el viento la roca En cuatro siglos Y la lluvia, También la lluvia se toma su tiempo para caer. Sé paciente con mi corazón Que suspira por una obra duradera. Como el viento, Como la lluvia, También mi corazón Se toma su tiempo para caer. [Un corazón de harina...] Un corazón de harina Debieras ser. Toda de harina por dentro Y por fuera de hierro. Que la lluvia y el viento y todo lo que va hendiendo Cada capa de piel Lo sepulte un blando corazón de harina, Lo guarde un cajón secreto. Nada pase hacia dentro Que no atraviese la dura armazón de hierro. Quede en la corteza lo que el corazón no ama, No pase hacia dentro lo que rompe el corazón. 69
  • 70. BELÉN REYES Desnatada Estoy al borde de ser borde, me lo noto. El precipicio crece estoy cansada. Estoy al borde de ser borde estoy a punto de nieve, mucha nieve. Estoy helada. Estoy al borde de ser borde y duele mucho. ! Dios mío hazme mediocre. Estoy cansada, de apostarme la vida a cada instante, de ir desnuda y verter en todo el alma. Déjame que me quede aquí en el medio, envuelta en celofán, bien razonada. Dame mesura Dios, dame mesura, mesura chapucera y cotidiana. Hazme mediocre, Dios hazme mediocre. En vez de corazón, una ensaimada. Y el alma en tetrabrick para que dure... Ten compasión y hazme desnatada. 70
  • 71. ARIADNA GARCÍA Imán No serán suficientes las caricias para decir "te quiero", pero mi mano aprieta el corazón tendido como un puente hacia tu boca. No caben más guirnaldas en mis venas, ni más miel en tus pechos. El más breve latido de tu carne es un astro que tira de mis ardientes músculos hacia su mar de brasas o carbones. Ya en órbita, doy forma a tu sonrisa con mis labios. La tarde lentamente va llegando allí donde termina el tobogán, mientras cuento uno a uno los gajos de ternura que me llevo a la boca. La hostilidad del mundo, las hélices de plomo que cortaban el vuelo a todos nuestros globos y cometas, vive fuera del cuarto. En el cuarto, nuestro amor siembra puertos donde las naves tienen corazones atados a los puños, y los mapas revelan la duda de las norias, y las brújulas huelen el resplandor del humo, y los sueños desbordan los bolsillos cada vez que se zarpa. 71
  • 72. Monedas de sudor acarician tus senos y van dejando un rastro de pisadas de estrellas. No me duele la vida cuando veo en tus ojos de gorrión mojado por la lluvia lo risueño del niño que espera sonriente como un ancla su regalo. No me escuecen las alas cuando tus labios vienen a salvarme del incendio en que vivo, y la pasión nos toma la cintura, y el ritmo de la sangre golpea los tabiques y deshace la cama. Nuestro amor empapela las paredes del cuarto y vivimos felices entre algodón y fresas. En la calle es distinto. La gente nos recibe con una calurosa bienvenida a base de volcanes, y el odio es un revólver que apunta nuestras manos cuando van enlazadas, que apunta nuestros labios si nos damos un beso. Pero somos más fuertes, y nuestro corazón bombea en las ventanas sin miedo a los cristales. 72
  • 73. Nadar a oscuras Con esa propensión a la tristeza de quien está encerrado en un poliedro voy bordando en mi carne los contornos de un débil corazón deshidratado. Tu gemido nocturno golpea raíles del recuerdo y enciende carbones de la desesperanza. Narcótico en la lengua tapizo los minutos con álbum de sueños: tus piernas enlazadas a mis piernas. Un temblor de estampida entre los muslos, nuestra ropa en el suelo; ácido que taladra la noche como un túnel y deja con coágulos el alma Necesito una urgente transfusión que deje aristas de mi pulso hacia ti reducidas a polvo. Coseré las costuras de estas horas deshechas mientras juntas las piezas del puzzle de mi cuerpo. 73
  • 74. MIREN AGUR MEABE Notas breves I (Traducción de Miren Agur Meabe y Kepa Murua) Ayer se me quemó una sábana. La quemé yo, con la plancha. Le estampé un triángulo color pan tostado Por culpa de la tele. Siempre tengo encendida la tele pequeña de la cocina Cuando toca plancha: Un niño negro de la guerra Chupaba el pecho de su madre muerta. Se me hizo un nudo de pelo en la garganta. No se me olvidará: La leche me mojó el sujetador. 74
  • 75. MARIA-MERCÈ MARÇAL (citado por María Milagros Rivera en “Mujeres en relación”) Maternidad Me dijiste: este Es mi cuerpo, Mi sangre. Toma, come, bebe Vida y mortaja. Después, el pan Partido, herido Por el cuchillo Y el vino rojo Derramado, manchando El mantel. Bajo la mirada Obscena de un dios Que te usurpaba Las palabras. 75
  • 77. SIGLO XX SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN Los pájaros (traducción de Carlos Clementson) Oye qué extraños pájaros nocturnos Hay frente a la ventana: Pájaros de gritos hiperagudos y salvajes El pecho color de aurora, el pico cárdeno, Háblanse de noche, traen De los abismos de la noche lenta y quieta Palabras estridentes y crueles. En la luz de la luna clavan garras Y la respiración del terror baja De sus pesadas alas. Ítaca (traducción de Jacobo Sanz) Cuando las luces de la noche se reflejan inmóviles en las aguas verdes de [Brindis Dejarás el muelle confuso donde se agitan palabras pasos remos y guindastes La alegría está encendida en ti como una fruta Irás a la proa entre los paños negros de la noche Sin ningún viento sin ninguna brisa sólo un susurro de caracola en el silencio Mas por el súbito balanceo presentirás los cabos Cuando el barco se deslice en la oscuridad cerrada Estarás perdida en el interior de la noche en la respiración del mar Porque esta es la vigilia de un segundo nacimiento El sol a ras del mar te despertará en el intenso azul Subirás despacio como los resucitados Habrás recuperado tu sello tu sabiduría inicial Emergerás confirmada y reunida 77
  • 78. Espantada y joven como las estatuas arcaicas Con los gestos todavía envueltos en los pliegues de tu manto. La placita (traducción de Jacobo Sanz) Mi vida había adquirido la forma de la placita Aquel otoño en que tu muerte se organizaba meticulosamente Yo me agarraba a la plaza porque tú amabas A la humanidad humilde y nostálgica de las tiendas Donde los dependientes doblan y desdoblan cintas y telas Procuraba volverme tú porque ibas a morirte Y toda la vida dejaba allí de ser la mía Procuraba sonreír como tú les sonreías Al vendedor de periódicos al vendedor de tabaco Y a la mujer sin piernas que vendía violetas Le pedía a la mujer sin piernas que rezase por ti Y encendía velas en todos los altares De las iglesias que quedan al borde de esta plaza Pues apenas abrí los ojos y vi fue para leer La vocación de lo eterno escrita en tu rostro Convocaba a las calles a los sitios a la gente Que fueron testigos de tu rostro Para que te llamasen para que deshicieran ellos El tejido que la muerte entretejía en ti. 78
  • 79. FIAMA HASSE PAIS BRANDÃO De noche (traducción de Jenaro Talens) En este jardín que rodea, como esfera, la casa; En el lugar negro que envuelve el interior del espacio, Hoy puedo comparar las difusas luciérnagas Con los nuevos planetas de mil nuevas galaxias. Antaño, sin embargo, cuando yo era una niña Que salía, de noche, a ver las formas negras Entre fragores vivos y pequeños luceros Encendidos aquí y más allá, luego apagados, Yo ya pensaba en los astros, en perseguirlos. Y cuando, en el corazón de la casa, yo observaba, Tranquila y ofuscada, el mirífico frasco, Lleno de luces recogidas para mi noche, Veía, como hoy, los astros, las estrellas. Sócrates (por cortesía de la Embajada de Portugal) Si el mirlo es más imaginario que la síntesis De sus imágenes, lo cantaré de nuevo. El que silba y vuela, negro, Previsto en los códices junto a la túnica, A los pies del bardo recordaré la centella negra dibujada. Línea de la pluma manuscrita a la que recurro en la ceguera Cuando ignoro de cada cosa lo que ya sé. 79
  • 80. LUIZA NETO JORGE La magnolia (por cortesía de la Embajada de Portugal) La exaltación de lo mínimo, Y el magnífico relámpago De la ocurrencia maestra Me restituyen la forma Mi resplandor. Me recoge una cuna diminuta Donde la palabra se elide En la materia – en la metáfora- Necesaria, y leve, a cada uno Donde se hace eco y se desliza. La magnolia, El sonido que se desarrolla en ella Cuando se la pronuncia, Es un exaltado aroma Perdido en la tempestad, Un mínimo ente magnífico Deshojando relámpagos Sobre mí. Rincón 14 Sentí por sobre la áspera estructura La miel correr Como retrato de la miel, como símbolo de líquido, Apetencia, dulzura, sí Como símbolo de líquido dulce 80
  • 81. Más allá de la pura miel que se derramaba. La ternura –el maestro me liberaba- La ternura pasa suspendida en una corriente tenue En una viga maestra ¡maestro!iba cantando, ¡libérame! Sobre la tempestad cerrada Del amor. Ya podía desear (así estaba en mí así estaba Liberada Paseando paseando) Un paisaje fluorescente donde consumir La múltiple onda de vientos vacilantes Tal era el pelo de la añoranza encrespado fluoresciendo Tal era la carrera de un hombre hacia mí y mi Fuga del lado de su libertad La carrera para cerca para la mayor proximidad De sí. 81
  • 82. ANA MARQUES GASTÃO Adaptándose (por cortesía de la Embajada de Portugal) Húmedas, las manos sostienen un cuerpo En sí mismo otro, intrépido, resuelto, En la facultad de expulsión del dolor. Ahora soy un lago, precipicio de sangre. ¿Qué sombra malévola te contiene, fruto inacabado incapaz de ser poseído? No es tu fuerza, la piedad, y mis ojos Dicen: este hábito de tinieblas arrastra con él La catástrofe. He probado en el vacío de la boca La malignidad del romero, espinas, manos. Quedan el verso y los hechos infatigables. Sostengo la herida como animal decadente Sin el acuerdo del mundo. Nadie me dice cuando empieza el mar. Mejor ser aforismo, no más historia De amor, biografía a dos. Pero ni siquiera eso Es poema, poema es la ausencia de verdad. Ningún drama de la perversión dirá lo bastante Acerca de la paciencia, yo sé. Por la noche sólo La lengua aleja la soledad. Cruzada Por la gramática del silencio, ya no se aferra Al viento, el rostro, vacío hasta los huesos. Tu mirada se queda en el gesto inadvertido, Amargo. Siempre adaptase el cuerpo al tiempo Perecedero hasta olvidarse de estar presente. 82
  • 84. S.XIV CRISTINE DE PIZÁN (Traducción de Ana Rodríguez) Solita estoy y solita quiero estar, Solita mi dulce amigo me ha dejado, Solita estoy sin compañero ni dueño, Solita estoy, quejosa y enfurecida, Solita estoy en una difícil languidez, Solita estoy más que ninguna perdida Solita estoy, sin amigo me he quedado. Solita estoy en la puerta o en la ventana, Solita estoy encogida en un rincón, Solita estoy para saciarme llorando, Solita estoy, quejosa y aplacada, Solita estoy, nada hay que tan bien me siente, Solita estoy en mi habitación ceñida, Solita estoy, sin amigo me he quedado. Solita estoy en todas partes y en cualquier lugar, Solita estoy donde vaya y donde me asiente, Solita estoy más que ningún otro en la tierra, Solita estoy de cualquiera abandonada, Solita estoy duramente rebajada, Solita estoy a menudo por completo afligida, Solita estoy, sin amigo me he quedado. Princesa, ahora que el dolor ha comenzado: Solita estoy por todo luto amenazada, Solita estoy más sombría que una mora, Solita estoy, sin amigo me he quedado. 84
  • 85. S.XVI LOUISE LABÉ (traducción de Ana Rodríguez) Vivo, muero, me abraso y me ahogo, Tengo un calor extremo soportando la frialdad, La vida me es demasiado blanda y demasiado dura. Tengo grandes tedios entremezclados con alegría. De golpe me río y me lleno de lágrimas, Y en repetido placer duro tormento soporto; Mi bien allá va y nunca dura; De un golpe me seco y verdeo. Así Amor inconstante me lleva Y, cuando pienso tener el mayor dolor, Sin pensarlo me encuentro fuera de la pena. Pues, cuando creo que mi alegría es cierta Y estar en lo alto de mi ansiado bienestar, Él me devuelve a mi primera desdicha. Soneto IX (traducción de Caridad Martínez) En el instante en que me entrego, en el blando lecho, al ansiado reposo, mi triste espíritu me abandona y se dirige a ti. Y me parece entonces que en mi tierno seno poseo el bien que tanto deseé, y por el que tanto he suspirado que creí muchas veces deshacerme en llanto. 85
  • 86. ¡Oh dulce sueño, oh noche para mí tan dichosa! apacible descanso placentero, proseguid cada noche mi sueño; y si nunca mi pobre alma enamorada ha de conocer de veras la dicha, haced que la conozca al menos de mentira. [¡Oh bellos ojos negros, oh mirar distanciado...](traducción de Sonia Mabel Yebara) ¡Oh bellos ojos negros, oh mirar distanciado, Oh cálidos suspiros, oh lágrimas vertidas, Oh las oscuras noches vanamente atendidas, Oh los días claros vanamente retornados! ¡Oh dolientes quejas, oh deseos obstinados, Oh tiempo malgastado, oh penas prodigadas, Oh mil muertes en mil celadas desplegadas, Oh peores males en mi contra destinados! ¡Oh brazos, manos, dedos, cabello, risa, frente, Oh voz, oh viola y arco, oh laúd doliente!: ¡Cuántas llamas para hacer arder a una mujer! De ti me quejo, que tanto fuego poseyendo, En tantos lados mi corazón fuiste encendiendo, Sin que un solo destello pudiera en ti caer. 86
  • 87. [Bésame otra vez y vuélveme a besar...] Bésame otra vez y vuélveme a besar: Dame uno de tus besos más sabrosos, Dame uno de tus besos amorosos, Cual brasa ardiente cuatro te voy a dar. ¿Te quejas? Ven, que yo calme tu pesar, Dándote, aún, diez besos deleitosos. Y mezclando nuestros besos tan dichosos, Del placer entrambos vamos a gozar. Cada uno así doble vida tendrá, Porque en sí y en su amigo vivirá. Amor, déjame una locura sentir: Siempre estoy mal replegada así en mi vida, Y no consigo sentirme complacida, Si fuera de mí no puedo yo salir. 87
  • 88. GEORGE SAND Me emociono al deciros que tengo el convencimiento de que la otra noche teníais como siempre unos deseos locos de bailar conmigo. Sé de vuestra voluntad de hacerme gozar y quisiera que fueseis siempre vos como prueba de que me amáis quien lo haga. Estoy dispuesta a mostraros mi afecto absolutamente desinteresado y sin cálculo, y si quisiereis de verdad verme desvelando sin artificio mi alma desnuda, venid a hacerme una visita. Hablaremos como amigos, francamente os probaré que soy la mujer sincera, capaz de ofreceros mi estima más profunda y más estrecha en una palabra, daros la mejor prueba que pudieseis soñar, conozco vuestra alma libre. Sabed que me ha salido una ampolla enorme, dura y también honda. Al pensarlo tengo una angustia muy grande, acudid pues enseguida y venid a hacérmela olvidar, es muy fuerte y no sé donde metérmela. 88
  • 89. MARGUERITE YOURCENAR (traducción de Silvia Baron Supervielle) Respuestas - ¿Qué tienes para consolar la tumba, Corazón insolente, corazón en rebeldía? El fruto maduro pesa y se desprende. ¿Qué tienes para consolar la tumba? - Tengo el caudal de haber sido. - ¿Qué tienes para soportar la vida, Corazón loco, corazón pronto al hastío? Corazón sin esperanza y sin deseo, ¿Qué tienes para soportar la vida? -Piedad, por lo que ha de pasar. -¿Qué tienes para despreciar a los hombres, Corazón duro, corazón rompible? ¿Qué tienes para despreciar a los hombres? ¿Qué eres más de lo que somos? - Capaz de despreciarme. Ídolos Amor, al principio De carne y de oro como un César Salvaje te cebé; Íncubo, tu pecho pesaba Y tu beso agotador Cansó mi boca. Luego te vi ensangrentado; Caminabas, titubeando, Bajo la escuadra terrible; 89
  • 90. Víctima atravesada en el flanco, A tus pies derramé Todo el nardo de la tierra. Te veo pálido y bello: Tu carne es una antorcha Hecha de cera y fuego; Yo abrazo, delicia pura, Tu cara desconocida, Idéntica a mi alma. Y te veré pensativo En el último arrecife, Dulce provocador de naufragios, Sombrío dios sin devotos; Tus amapolas nocturnas Me curarán de las rosas. 90
  • 92. S.XVIII-XIX DOROTEA SCHLEGEL (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann) Fuera hace un sol tan claro, ¡anciano, déjame salir! Ahora no puedo ser paciente, quedarme en casa y estudiar. Con son alegre de trompetas pasa allí el grupo de jinetes y estoy tan sin sosiego aquí en el cuarto ¡anciano, deja que me vaya! Permanece impasible, no me hace ningún caso: “¡Se te permitirá lo que te corresponda, haz tu deber, primero!” Deber es el mandato riguroso del viejo; ¡Ay, pobre niño! Tú no lo conoces y percibes tan sólo esta aflicción injusta; las lágrimas salpican tu carita. ¡Cuándo hace mucho que ha pasado aquello que anhelabas tú, se te concede el tiempo con retraso excesivo, después de haber pasado la impresión y el sonido! Lo que te imaginabas, aquello que añorabas, 92
  • 93. es lo que tú no encuentras, mas se queda con lágrimas tu cara aún largo tiempo. [¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto...] ¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto ha de yacer, envuelto en la negrura, el mundo, que aún está inundado de luz, jubiloso, en un fuerte cántico de corales. Ninguna estrella alumbra la insegura pisada, y ninguna deidad se inclina hacia nosotros. Hubo un tiempo que tuve en torno ángeles bellos; y de amor y placer estuve rodeada bajo el fulgor dorado de los soles; mi corazón estuvo a ellos entregado. ¡Ahora el dulce sueño ha huido para siempre! ¿Ha sido todo un sueño, y he sufrido un engaño? [¡Ella está lejos, cómo encontraré alegría!] ¡Ella está lejos, cómo encontraré alegría! Sólo a la pena puedo mi vida consagrar. Como abrazan al árbol, frondosos, los sarmientos y amenazan quitarle el sustento a su copa, tan lejos de ti me atan las cuitas y la pena, que no hay placer terreno que pueda contentarme. No preguntéis por qué mi mente corre, inquieta; para mí no hay descanso más que donde ella está. 93
  • 94. SOPHIE MEREAU (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann) A las lectoras Lleva, atrevido, al aire fresco y alto el árbol orgulloso su cabeza real, y esparce sus suaves aromas aquel lirio por el claro jardín de tierna fronda, lejos, y blancas floraciones susurran por las rocas, privadas de su adorno por el ligero céfiro, mientras la alpestre rosa, en ardor sumergida, exhala en soledad su dulce espíritu. Y ya todas despiertan, cual place a su sentido, distinta excitación, dentro del que contempla, ésta la admiración, suave alegría aquélla, y ésa el deseo con lágrimas calladas de nostalgia; en paz parecen todas, sin pelea, hondamente conscientes del propio valor íntimo, y están contentas con la hermosa vida que para sí tuvieron, y la vuelve a dar. Así forman también figuras ondulantes que, al conjurarlas el espíritu del tiempo, se despliegan desde un reino de fantasía, en palabras y escritos, con vida, ilimitadas; sólo que nadie intente sujetarlas a todas, o será perturbado en su propio camino. Pero todas anuncian el sentir animoso, 94
  • 95. de su empuje interior el gozoso comienzo. Pues todo el que en aquel dichoso espacio ha osado alguna vez el atrevido vuelo, devuelve muy gustoso lo que le dice, como lejano sueño, un eco silencioso, en el alma. Así os es traída alguna orla callada de flores, desde el reino aquel de fantasía. De flor del prado un ramo, multicolor corona que pronto caerá con la danza de las Horas. Pero antes que las hojas, temblando, se marchiten, que consigan tejer dentro de vuestras vidas un sentido amistoso, dentro de la presión embrollada y confusa de los aconteceres. Una dulce intuición me apremia a que me eleve y me susurra como un lejano presagio: que las flores que yo para vosotras tejo más bellas las reencuentre en vuestro pecho. 95
  • 96. KAROLINE VON GÜNDERRODE (traducción de Federico Bermúdez- Cañete y Esther Trancón y Widemann) Ariadna en Naxos Sobre las rocas llora, abandonada, la hija de Minos. El ardiente suplicar de la bella alcanza el oído de los dioses. Desde su trono baja los rayos el hijo de Cronos, para alcanzarla a la inmortalidad entre tempestades. Poseidón, enardecido por el amor, abre ya los brazos, y la quiere abrazar con la noche de sus olas. ¿Debe ascender ahora la hija de Minos a la inmortalidad? ¿Debe ir al Orco oscuro, al igual que las sombras? Ariadna no vacila y se arroja en las ondas: ¡el dolor de un amor traicionado no debe ser eterno! No debe abrirse paso el pesar hasta la suerte de los dioses, La herida del corazón se envuelve gustosa en la noche de las tumbas. La única Está confuso mi sentir entero por entregarme a una, una sola; sólo me impulsa el ansia de abrazar a esa única; sólo me puede dar felicidad el nutrir en secreto este deseo, el sentirme entre sueños encantado, el consumirme en añoranzas y el engendrar lo que me mata. 96
  • 97. La resistencia no me gusta, tengo que huir para volver de nuevo, y si me enfado, es para hacer las paces; no puedo desacostumbrarme de ella, y tengo que gemir en pleno júbilo; caen las lágrimas en el vaso y me hundo en fantasías soñadoras: y no escucho el danzar de los sonidos, en sus ascensos y descensos, que ondulando se acrecen de ola en ola; no veo la claridad de los colores manando de la fuente de la luz. Aires de primavera me saludan, me besa el suave aroma de las flores, mas todo está perdido para mí y es igual para mí que no nacido, pues mi mente se encuentra dominada por el único anhelo de poseer a una, y sólo una. Hambriento entre los muchos invitados, estoy en el festín de regocijo que la naturaleza a la tierra regala; y pregunto en secreto cuándo terminará; ¿podré evadirme yo del baile de invitados, bien lejos del banquete repugnante que alimenta a los otros con excesos, y a mí no me concede ni un deseo? 97
  • 98. Sólo una cosa anhela mi sentir, una nostalgia me devora; mi mundo se limita estrechamente, movido por el único deseo de conseguir lo que yo quiero. Tendencia del artista ¡Di! ¿Qué impulsa al artista a sacar a su ideal de la región de las ideas, para confiarlo a la materia? Más hermosa le resultará su creación en el reino de los pensamientos, pero sería más fugitiva, aunque más libre, y más su propiedad, y no sometida a la materia. ¡Interrogador! Tú, el que así preguntas, no entiendes los comienzos del espíritu, no ves por lo que lucha, no lo que añora el artista. ¡Todos! quieren realizar algo inmortal, los hombres mortales. Viven en el cielo los piadosos, en las buenas acciones los buenos, el artista quiere permanecer en el reino de la belleza, y por ello representa los pensamientos en formas perdurables. 98
  • 99. BETTINA BRENTANO (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann) “Quien a la soledad se entrega, ay, enseguida estará solo; todos viven y aman, y le dejan abandonado a su dolor”. Quien se entrega a la vida mundana no se queda nunca solo. Mas lo que él vive y ama nunca jamás existirá. Sólo quien a la musa se consagra permanece gustoso en soledad. Intuye que ella le ama y corresponde y quiere ser amada. Ella le adorna el vaso y el altar y el placer y el dolor le diviniza. Lo que ella le da a él es tan real que otorga eterna vida. En su pecho florece, clara y pura, la lumbre de la llama de la vida. Se le abre la conciencia, en lo divino, a la pura existencia terrenal. [Desde este elevación, yo domino mi mundo.] Desde esta elevación, yo domino mi mundo. Hacia abajo, hacia el valle, junto al césped suave 99
  • 100. que atraviesa la senda que allí leva, con una casa blanca, colocada en el medio, ¿qué es aquello en lo que se complace el sentido? Desde esta elevación yo domino mi mundo. Mas aunque yo trepara a las más arduas cimas, desde donde podría ver navegar los barcos, ciudades, cerca y lejos, cercadas por los montes, nada hay que me mantenga atada la mirada. Desde esta elevación yo domino mi mundo. Mas aunque yo pudiera contemplar paraísos, sentiría nostalgia de aquellos praderíos donde tú alto tejado se ofrece a mi mirada, porque sólo él limita mi mundo en derredor. [Si te quiero...no lo sé] Si te quiero… no lo sé Mas si contemplo tu rostro no sé decir qué me ocurre. Si te quiero… no lo sé. Si en ti confío… no sé. Mas guardo tus enseñanzas y a mi criterio renuncio. Si en ti confío… no sé. Si te conozco… no sé. Mas doy crédito a tus labios y me alumbro con tu mente. Si te conozco… no sé. 100
  • 101. Si es fiel tu niña… no sé. Pero que nunca le falte tu amor, suplica a los cielos. Si es fiel tu niña… no sé. 101
  • 102. OTTILIE VON GOETHE (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann) Que nunca se me escape la mirada hacia la lejanía, con nostalgia; a una única estrella siempre fiel, me vuelvo a contemplar con gran constancia. En el amanecer futuro, nunca busqué yo salvación o mis amigos, sino me pareció más provechosa la consideración de lo pasado. Porque jamás podré olvidar lo que a la vida dio la vida… Calcular el futuro no deseo, mi apoyo siguen siendo los recuerdos. 102
  • 103. ADELE SCHOPENHAUER (traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann) A la noche ¡Oh amiga silenciosa!¡Oh seria y muda noche! ¡Acoge mi gran dolor en tus brazos de madre! Oculta mi cansada cabeza en el esplendor de tu velo, para que este yerto corazón se caliente con el rocío de las lágrimas. Muéstramelo a él en sueños, a lo lejos, suscita anhelo más cálido… La dura realidad me quitó el consuelo de las lágrimas. Las exigencias del día y el tormento de sus preguntas, se detienen, desterradas lejos, en amplio círculo… y, libre de presión ajena, se eleva por primera vez el alma, quiere ver hacia atrás, muy lejos, allí… donde creyó entregarse a la muerte, y ¡ay! ¡Tan hondamente erró! ¡Se entregó… a la vida! ¡Águilas son mis pensamientos! Se ciernen en el mar azulado del aire. Águilas de los aires mis pensamientos son, atrapan el botín tan alto y tan augusto. Pero la presa, tan cruelmente desgarrada, con dolor anunciando la vida que se escapa… disimulando, al fin tenía que saberlo, que era el sangrante, el propio corazón ¡Mis sentimientos cisnes son! ¡Dividen en silencio la ondeante noche de la hondura! Cisnes cantores son mis sentimientos, 103
  • 104. cantan el esplendor voraz del sol. Pero las brasas que ellos lloran, envolviendo su tumba dulcemente en sonidos, arrastran, en dudosos brillos que se extenúan a cisnes y sonidos a la hondura. ¡Ola, lava mi pena! ¡Que Dios me guarde al navegante! La ola está sedienta de él, el caballo de espuma se le sube a la barca… para que juegue el oleaje. “¡Ola, lava mi pena!” ¡Alumbra, rayo, el borde las rocas! Las hojas sueltas son arrastradas a tierra, y las olas golpean la mano del que nada: ¡y las olas arrastran al chico, en remolinos! “¡Ola, lava mi pena!” ¡El pescador agarra el pelo del muchacho! Cuando, con gran esfuerzo, logró alcanzar la orilla, ¡ay, salvó para el féretro el cadáver del hijo! “¡Ola, lava mi pena!” ¡Cual una gaviota, el alma vuela lejos, y avisa a pescadores, en el puerto agrupados! ¡El lugar de infortunio, al oro matutino brilla cubierto de corales! “¡Ola, lava mi pena!” 104
  • 105. S.XX ELSE LASKER-SCHÜLER (traducción de Sonia Almau) Desde la distancia El mundo, del que hace tiempo me desprendí, Reposa desnudo, deshojado de ardor, en mano oscura; La patria extraña, que de amor colmé, Desde la que aún viva maduré hasta el cielo. Crecen también las almas de los árboles trasplantados Sobre tierras, ya espacios azules de Dios, Para soñar más íntimamente con su grandeza. La gran luna y sus estrellas preferidas, Juegan con las espumas multicolores de las conchas Y sobre los mares velan gustosas por el espíritu de Dios. Nunca imaginé la eternidad tan lejos... Lloran sobre nuestro mundo los ángeles en la noche. Purificaron mi corazón para endulzar los campos, Y os permitieron saludar en mis versos. Obertura Nos separamos en el preludio del amor..... En mi corazón resplandecía aún clara tu palabra, Y callados fuimos extinguiéndonos en el torbellino urbano, Bajo el velo de la tarde del turbio septiembre En un sollozante acorde. Así en la breve obertura de amor Nos esfumamos de esta tierra A través de paraísos hasta las puertas del cielo Y no fueron necesarios los juramentos de amor eterno 105
  • 106. Ni los besos del azul y mágico crimen. Y nos evitan desde entonces como a dos ladrones. Y sólo a escondidas pisamos el lugar, Donde el amor nos doraba. Conservémoslo, que no se congele O en la rutina del deseo ciego se marchite. Lloraría amargamente si llegara alguna vez a sentirlo. Tarde Pálidas están mis ganas de vivir - ... Caí tan sola sobre la tierra, Nunca ha sabido un hombre de dónde vine, - Sólo tú, pues algún día me uniré contigo. Las bahías me rodean desde lejos, Todas las cosas las vivo en la espuma. El hombre que hostil me persigue, se estrella. Y sé sólo de él en el sueño. Y así vivo la creación de este mundo, En la tierra ya liberada de su cáscara. Y tú, la estrella, que del alto cielo cae, Se entierra profundamente en el valle de mi corazón. La tarde oscurece mucho mi sangre – Vetea atormentada mi alma cansada. Desnuda asciende de nuevo desde la marea anterior al mundo Y teme que encarnada aquí en la tierra se equivoque. Y lo que el día, antes de despertar, 106
  • 107. Se perdió de la aurora... Se lo ofrece el soñador juego de imágenes nocturnas En tejidos multicolores. Me traen lejanas manos a casa Un piadoso ramo de hoces amarillas. La manecilla anda silenciosa por la esfera Del reloj de sol, que oro de mi vida tiene. Arde por el latir vigilado Y toca entre la noche y la medianoche... Pues nos vimos en la enigmática hora – Tu boca florece mil veces bella en mi boca. Todo mi gozo de vida huyó En un oscuro traje con la tarde. Busqué incesante un cielo en alguna parte... Sólo en la revelación no está lejos el camino hacia él. Escucha Robo en las noches Las rosas de tu boca, Que ninguna mujer te beba. La que te abraza Me arranca lo que en mi sobrecogimiento Pinté en torno a tus miembros. Soy el borde de tu camino La que te roza 107
  • 108. cae desde lo alto. ¿Sientes mi vida entera Por todas partes Como una orla distante? 108
  • 109. HILDE DOMIN Escogiendo muros (traducción de Miguel Mena) Escogiendo muros Catálogos de bulbos Muestra de tejido Muestra De muros. La muralla china De porcelana. Muros de Ávila Sus puertas Las pezuñitas De los burros molineros. Los muros sin puertas Para Héctor Y los indocumentados. Tapias. Muros de carne humana. Madre Muro Entre hermanas Cada quien a un lado Berlín Muros invisibles Más empinados Más duros Más largos El muro de espalda. 109
  • 111. S.XIX ELIZABETH BARRET BROWNING De mi cabello nunca di un rizo... (Traducción de Màrie Manent) De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre, amado mío, salvo el que te ofrezco ahora y, pensativamente, en toda su largura sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos. Tómalo. Ya mis días de juventud pasaron; ya al paso alborozado no tiembla mi cabello, ni prendo en él la rosa o los brotes del mirto, como las chicas suelen: ya sólo puede, en pálidas mejillas, sombrear las huellas de mi llanto, y se avezó a soltarse cuando a la frente inclina con su arte el dolor. Temí que las tijeras fúnebres lo cortaran primero, y ha vencido tu amor. Tómalo. Puro como antaño, hallarás el beso que, al morir, en él dejó mi madre. Y no obstante el amor por ser amor... (traducción de Carlos Pujol) Y no obstante el amor por ser amor es bello. Igual llamea reluciente un gran templo y la hierba. El mismo fuego arde quemando el cedro y la cizaña. Y el amor es un fuego; y cuando digo te quiero, oh Dios, te quiero, ante tus ojos me transfiguro en esplendor y siento mi cara centelleante que deslumbra. 111
  • 112. En el amor no puede haber ruindad aunque amen los más ruines de los seres, que cuando aman a Dios Él los acepta. Y en la apariencia ruin de lo que soy refulge el sentimiento y purifica por ser fruto de amor lo que es de carne. VII- Sonetos del portugués El mundo me parece tan distinto desde que oí los pasos de tu alma muy leves, sí, muy leves, a mi lado, en la orilla terrible de la muerte donde yo iba a anegarme, y me salvó el amor descubriéndome una vida hecha música nueva. Aquellas hieles destinadas por Dios quiero beber, cantando su dulzura, junto a ti. Los nombres de lugar son diferentes porque estás o estarás aquí o allá. Y ese don de cantar que yo amé tanto (los ángeles lo saben) me es querido sólo porque hace resonar tu nombre. 112
  • 113. CHRISTINA ROSSETTI (traducción Francisco M. López Serrano) Recuérdame después de haberme ido; cuando, bajo la tierra silenciosa, no me alcance tu mano temblorosa ni pueda desandar lo recorrido. Recuérdame sin más cuando, perdido nuestro sueño común, como la rosa marchita, esté; pues ya ninguna cosa, promesa o ruego, llegará a mi oído. Mas si me olvidad por un tiempo, amado, no sufras si el recuerdo luego insiste. Si tinieblas y vermes han dejado algún vestigio de mi pensamiento, prefiero que me olvides si contento estás a que me evoques y estés triste. Espejismo Un sueño mi ilusión fue, apenas nada más que un dulce soñar; y ahora con ceño fruncido me despierto derrotada por fiarme de un sueño. He colgado mi cítara callada en la rama de un sauce ribereño, mi cítara sin voz, atormentada por fiarme de un sueño. 113
  • 114. Yace mi corazón mudo y quebrado mi pobre corazón, su vano empeño; la vida, el mundo y yo, todo ha cambiado por fiarme de un sueño. [Regresa a mí que espero y por ti velo...] Regresa a mí que espero y por ti velo, o no vengas aún pues tornarías a marcharte y mi espera agravarías ahora que aun esperarte es un consuelo. Mientras que si no vuelves me desvelo pensando: “¿tornarán mis alegrías con tu vuelta o la angustia de los días de espera acrecerás?”. Infierno o Cielo, de cualquier modo verte me entristece, pues en breve el dolor de tu partida me deja, y mi esperanza mengua o crece cual la luna aguardando tu venida o tu adiós. ¿Dónde fueron esos días tan dulces porque así me los hacías? [Sueño contigo hasta la madrugada...] Sueño contigo hasta la madrugada, quién pudiera soñar eternamente sin despertar jamás, sin ver que ausente está mi amor cual un ave emigrada. 114
  • 115. Sólo en el dulce sueño, a ti aferrada, retorna a mis mejillas el ardiente rubor que el despertar tan de repente disipa. Tu sonrisa es mi alborada. Así tan sólo en sueños nos amamos, sólo en el sueño damos o tomamos el don que colma a quien lo dé o lo adquiera. Más feliz que despierta estoy dormida y más dulce es la muerte que la vida para quien bajo el sol ya nada espera. [Dirán que me quisiste tiernamente...] Dirán que me quisiste tiernamente sin duda, mas de mí ¿Qué dirán luego? ¿Dirán que te amé acaso como un juego, por costumbre como una inconsecuente? Deja que hablen, pues ¿qué sabe la gente de nuestro amor y nuestro desapego, de desgajarse para unirse luego sin esperanza y con el cielo ausente? Mas por el tierno amor que supe darte y que no has de poner en entredicho, que te abandona por reconquistarte, te emplazo tras la muerte para el día del Juicio a que declares, alma mía, 115
  • 116. si fue mi amor por ti sólo un capricho. [Sólo una vez tú y yo estuvimos juntos...] Sólo una vez tú y yo estuvimos juntos, luego el tiempo y la muerte se afanaron en abrir una brecha entre los dos. Sólo una vez unidos. Sale el sol y se pone cada día Y el fruto se renueva con cada primavera, Mas jamás vuelve a unirse aquello que separa la muerte. Que la eternidad, pues, nos mantenga a los dos en la dulce esperanza de un reencuentro más allá del tiempo, puesto que nos quedó el hambre de estar juntos. 116
  • 117. S.XX KATHLEEN RAINE (traducción de Rafael Martínez Nadal) El momento Para escribir todo lo que contengo en este momento Tendría que verter el desierto a través de un reloj de arena, El mar a través de un reloj de agua, Grano a grano y gota a gota De los mares y arenales sin huellas, inconmesurables, mudables. Porque los días y las noches de la tierra están rompiendo sobre mí, Las mareas y arenas están corriendo a través de mí, Y sólo dos manos y un corazón tengo para sostener El desierto y el mar. De todo ello, ¿qué puedo contener? Se me escapa y elude, Las olas me arrojan a lo lejos, El desierto se desliza bajo mis pies. [Pensaba escribir un poema distinto...] Pensaba escribir un poema distinto, Pero al detenerme un momento en el jardín lleno de maleza, Capté de pronto el paraíso descendiendo en el sol de la mañana Que se filtraba por las hojas, Iluminando el parco suelo londinense, tocando con verde Transparencia las células de la vida. El mirlo bajó de un salto, el petirrojo y el gorrión acudieron Y el zorzal, cuyo nido se esconde Por ahí, estará, sin duda, entre los edificios invasores Cuyos muros se aproximan, Mas para las pájaros del jardín, desde una manguera, Inagotables aguas vivas llenan un pilón de piedra. 117
  • 118. Pienso que pronto será hora De volver a casa, a las labores del día. Pero aquí el tiempo no va ni viene. Los pájaros no huyen a toda prisa, su día No empieza ni acaba. ¿Por qué no puedo quedarme? Por qué dejar El aquí, donde es siempre, Y el tiempo sólo nos conduce lejos De este oculto siempre-presente sencillo lugar. 118
  • 120. BULGARIA (por cortesía de la Embajada de Bulgaria) S.XX ELISAVETA BAGRIANA Furias ¿Podrías tú parar el viento que de las colinas viene, arremete los cañones, arriba nubes por las eras, los aleros arrebata, los tejados de las casas, y las lonas de los carros, tumba pórticos y vallas y los niños volteará por las plazas en mi ciudad natal? ¿Podrías tú parar el río Bistritza, que viene fiero con la primavera, rompe el hielo y quebranta los pilares de los puentes, y se sale de su lecho, y sus aguas arrastran, turbias, perniciosas, las casetas, los huertos y el ganado de la gente en mi ciudad natal? ¿Podrías tú parar el vino, si fermentando bulle ya en los toneles inmensos donde pone en cirílico ora “negro” ora “blanco”; en los toneles inmensos empotrados en los muros, que emanan humedad, en las pétreas bodegas que nos legaron los ancestros en mi ciudad natal? ¿A mí tú cómo pararás? A mí – la libre, la indómita y la nómada-. A mí, la hermana de los vientos y del agua, del vino, la tentada por lo vasto, inalcanzable y quimérico, la soñadora de caminos vírgenes, sin descubrir. ¿Cómo a mí me pararás? 120
  • 121. BLAGA DIMITROVA Claustrofobia Para el pensamiento Muros. Cuantos más altos, más prefabricados ¡mejor! Para el verbo Candados. Cuanto más secretos, bajo cien llaves ¡mejor! Para el gesto Celdas. Cuando más cieliciegas, más asfixiantes ¡mejor! Para la mirada Troncos de árboles. Cuanto más secos, más amputados ¡mejor! Para la imaginación, Si es que aún existe, Ciega pantalla de pared Rasa. El espacio: Sobrearriesgado sinfín. 121
  • 122. No sea que de sopetón Volemos Y todo lo alumbremos Con luz propia. 122
  • 123. ZHIVKA BALTADZHIEVA Poema apátrida. Vivir, Live en Nueva York, Madrid o Sliven, Arropada por árboles de verdad Y algún río no cibernético, Fuera de la Red y las navegaciones temerarias En la intimidad virtual Con su Gran Portal Para todos, Melancólico y fiero, Sin ira y sin amor. Enigmático temor y providencias nocturnas Incorporadas al abrazo, olvidado Como concepto, Y a mi descartado por insuficiencias técnicas, Nacimiento. Vivir En Nueva York, Madrid o Sliven, Apátrida Y sumergida en lo querido, Configurando subjetividad Y sonrisa En los ojos del ser Y la piedra Angular. 123
  • 124. POLONIA S.XX ANNA SWI (traducción de Bárbara Gill) Coraje No seré esclava de ningún amor. A nadie devolveré el sentido de su vida, su derecho al crecimiento constante hasta el último aliento. Maniatada por el oscuro instinto de la maternidad, sedienta de ternura como el asmático de aire, con qué empeño construyo en mí el hermoso egoísmo humano, reservado desde hace siglos para el varón. Contra mí están todas las civilizaciones del mundo, todos los libros santos de la humanidad escritos por ángeles místicos con la expresiva pluma del relámpago. Diez Mahomas en diez elegantemente enmohecidas lenguas me amenazan con la condenación en la tierra y en el cielo eterno. Contra mí 124
  • 125. está mi propio corazón. amaestrado por milenios en la cruel virtud de la víctima. 125
  • 126. WISLAWA SZYMBORSKA Elogio de mi hermana Mi hermana no escribe versos Y dudo que empiece de repente a escribir versos. Lo sacó de mi madre que no escribía versos, Y de mi padre que tampoco escribía versos. Bajo el techo de mi hermana me siento segura: El marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría Versos. Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski, Ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos. En los cajones de mi hermana no hay viejos versos, Ni recién escritos en su bolso. Y cuando mi hermana me invita a comer Sé que no es con la intención de leerme sus versos. Sus sopas son exquisitas sin premeditación Y el café no se derrama sobre sus manuscritos. En muchas familias nadie escribe versos. Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona. A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones, Lo que crea peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos. Mi hermana cultiva una buena prosa hablada, Y toda su escritura son postales de sus vacaciones Con textos que prometen lo mismo cada año: Que cuando vuelva, Me contará todo, Todo, Todo. 126
  • 127. Despedida de un paisaje (traducción de Gerardo Beltrán) No le reprocho a la primavera Que llegue de nuevo. No me quejo de que cumpla Como todos los años Con sus obligaciones. Comprendo que mi tristeza No frenará la hierba. Si los tallos vacilan Será sólo por el viento. No me causa dolor Que los sotos de alisos Recuperen su murmullo. Me doy por enterada De que, como si vivieras, La orilla de cierto lago Es tan bella como era. No le guardo rencor A la vista por la vista De una bahía deslumbrante. Puedo incluso imaginarme Que otros, no nosotros, Estén sentados ahora mismo Sobre el abedul derribado. Respeto su derecho 127
  • 128. A reír, a susurrar Y a quedarse felices en silencio. Supongo incluso Que los une el amor Y que él la abraza a ella Con brazos llenos de vida. Algo nuevo, como un trino, Comienza a gorgotear entre los juncos. Sinceramente les deseo Que lo escuchen. No exijo ningún cambio De las olas a la orilla, Ligeras o perezosas, Pero nunca obedientes. Nada le pido A las aguas junto al bosque, A veces esmeralda, A veces zafiro, A veces negras. Una cosa no acepto. Volver a ese lugar. Renuncio al privilegio De la presencia. Te he sobrevivido suficiente Como para recordar desde lejos. 128
  • 129. Discurso en el depósito de objetos perdidos (traducción de Gerardo Beltrán) Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte, Y también muchos dioses en el camino de este a oeste. Se me apagaron para siempre un par de estrellas, ábrete cielo. Se me hundió en el mar una isla, otra. Ni siquiera sé exactamente dónde dejé las garras, Quién trae mi piel, quién vive en mi concha. Mis hermanos murieron cuando me arrastré a la orilla Y sólo algún huesito celebra en mí ese aniversario. Salté de mi pellejo, perdí vértebras y piernas, Me alejé de mis sentidos muchísimas veces. Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto, Me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas. Se esfumó, se perdió, se dispersó a los cuatro vientos. Yo misma me sorprendo de mí misma, de lo poco que quedó De mí: Un individuo aislado, del género humano por ahora, Que sólo perdió su paraguas ayer en el tranvía. Todo Todo: palabra impertinente y henchida de orgullo. Habría que escribirla entre comillas. Aparenta que nada se le escapa, que reúne, abraza, recoge y tiene. Y en lugar de eso, no es más que un jirón de caos. 129
  • 130. Una del montón Soy la que soy. Casualidad inconcebible como todas las casualidades. Otros antepasados podrían haber sido los míos y yo habría abandonado otro nido, o me habría arrastrado cubierta de escamas de debajo de algún árbol. En el vestuario de la naturaleza hay muchos trajes. Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte. Cada uno, como hecho a la medida, se lleva dócilmente hasta que se hace tiras. Yo tampoco he elegido, pero no me quejo. Pude haber sido alguien mucho menos individuo. Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre, partícula del paisaje sacudida por el viento. Alguien mucho menos feliz, criado para un abrigo de pieles o para una mesa navideña, algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio. 130
  • 131. Árbol clavado en la tierra, al que se aproxima un incendio. Hierba arrollada por el correr de incomprensibles sucesos. 131
  • 132. RUSIA ANNA AJMÁTOVA (traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés) Dedicatoria Puede una pena así mover montañas Y detener la corriente de un gran río, Pero no puede quebrar con su fuerza los cerrojos Que nos separan de las celdas y los presos Llenos de angustia mortal. Hay quien respira el fresco de la brisa, Hay quien siente dulzura del sol cuando se pone, Pero nosotras, en la desdicha compañeras, Oímos sólo el sonido ominoso de las llaves Y los pasos de plomo del soldado. Nos levantábamos como para la misa del alba, Cruzábamos la ciudad embrutecida Y, más muertas que vivas, nos encontrábamos allí. Se acortaban las horas de sol, la niebla pesaba sobre el Neva, Pero aún la esperanza cantaba a lo lejos. La sentencia...Brotan de pronto lágrimas Y una mujer se siente fuera del grupo; Como si le hubieran arrancado el corazón y brutales Lo arrojaran al suelo, para luego soltarla, Así camina, tambaleándose...,sola. ¿Dónde están hoy aquéllas con quienes sin querer compartí mis dos años de infierno? ¿Qué formas adivinan en las ventiscas de Liberia¿ ¿Qué presagios en el aro de la luna? A ellas envío mi adiós. 132
  • 133. Crucifixión No llores, Madre, por mí, Que estoy en la tumba. I Un coro de ángeles alabó la hora santa Y ardió en llamas el cielo en su bóveda. “Padre mío-dijo-, ¿por qué me has abandonado?” Y a la madre: “No llores por mí...”. II Magdalena se retorcía y lloraba, y quieto, Como de piedra, permanecía el discípulo amado. Sólo a donde la madre guardaba silencio Nadie se atrevió a alzar los ojos. Tierra nativa No hay gente en el mundo menos Dada al llanto, Más sencilla y altiva que nosotros. 1922 No la llevamos en amuletos sobre el pecho, Ni componemos versos quejumbrosos sobre ella. No altera nuestro amargo sueño, Ni la consideramos el cielo prometido. No es en nuestra mente Objeto de compra o venta. Sufriendo, enfermos, errantes sobre ella, Ni siquiera la recordamos. Sí, para nosotros, es el barro de los chanclos. Para nosotros, sí, es la arena que cruje entre los dientes. Y pisamos, aplastamos, deshacemos Ese polvo que no tiene culpa. 133
  • 134. Pero yacemos en ella y en ella nos convertimos Y por eso, con toda libertad, la llamamos nuestra. [Apreté las manos bajo el velo oscuro...] Apreté las manos bajo el velo oscuro... -¿Por qué estás tan pálida hoy? - Con áspera tristeza Embriagué a mi amado. ¿Cómo olvidarlo? Salió tambaleante, prietos los labios por el dolor. Bajé tras él volando Hasta llegar al portal. Sin aliento grité: - Era en broma Lo que dije; si te vas, moriré-. Sonrió con calma extraña: - No te expongas al viento. 134
  • 135. MARINA TSVETÁIEVA (traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés) [Hermandad de los nómadas...] Hermandad de los nómadas -a esto nos llevas. Una tormenta, Sobre la cabeza, la espada: Horror de las palabras Que esperamos. Como una casa en ruinas, Son las palabras a casa. Las grita el niño con desgarro: ¡vamos a casa! Casi un bebé ya había dicho: ¡Dame! ¡Es mío! Hermano mío en los excesos, Fiebre mía, escalofrío. Mientras todos piden salir, Tú dices sólo: ¡a casa! Caballo que da tirones al ronzal. -¡Arriba!- La soga hecha pedazos. - No hay casa para nosotros. - Sí, aquí mismo, a diez pasos. La casa de la montaña. - ¿O más Alta tal vez? ¿La casa en la cumbre? La ventana justo bajo el tejado. – No sólo 135
  • 136. Por el fuego de la aurora, encendida, ¿verdad? De nuevo: la vida – o sea, La exactitud de los poemas. Casa, es decir: ahí Afuera, en la noche. (Oh, ¿a quién confiar el tormento, la pena? ¿Mi angustia, más verde que el hielo?) -No pienses tanto en ello. Sopesando respondo: -Sí [Perderlo todo de un golpe...] Perderlo todo de un golpe, Un tajo limpio. Suburbio, arrabal: El día se acaba... Se acaba la ternura-piedras-, Las casas, los días y nosotros-se acaban. Mansiones vaciándose: las noro Como a una madre anciana. Porque vaciarse – madre- es acción: Lo vacío no se puede vaciar. (Mansiones medio vacías, mejor sería que os quemaran.) Que un gesto rudo No abra la herida. Suburbios, arrabal, 136
  • 137. Costura que se rompe. Sin desmesura verbal, El amor es sutura. Sutura: ni venda ni escudo -no pidas ayuda-. Sutura: el muerto cosido al suelo Como yo cosida a ti. (Con qué hilo, lo ha de decir el tiempo, si endeble o fuerte.) De cualquier modo, querido Mío, aunque la sutura se ha abierto, Esta herida no suputa Podredumbre infecciosa. Debajo de las bastas, Venas vivas, sangre roja. Quien rompe no pierde. Oh arrabal, Suburbio, divorcio seguro De dos frentes. Cerebros al aire, Patíbulo de las afueras. Nunca pierde quien rompe Y huye al alba. Yo en la noche 137
  • 138. Me he cosido a ti Toda una vida sin bastas. Perdona si no iba atinada. Arrabal: ruptura de suturas. Almas descosidas, Múltiples heridas, Barrio, suburbio, Amplia es la sima Del arrabal. ¿No oyes el zapato Del destino en el barro limoso? Es rápida mi mano, amado, Y vivos los hilos, Fuertes. No quebrarán. Es éste el último farol. -¿Aquí? – Ahora me mira. Mirada sometida De súbito complot. -¿A la cima? Por última vez. [Ya sé, ya sé...] Ya sé, ya sé, Que la maravilla de la tierra, Que esa preciosa copa Labrada de cristal No es más nuestra Que el aire, Que las estrellas, 138
  • 139. Que los nidos Que cuelgan en el alba. Ya sé, ya sé Quién es el dueño de la copa. Pero con el pie ligero – adelante-, como alta torre -a la altura del águila-, y con el ala, se protege la copa de la boca rosada, temible, de Dios. 139
  • 141. FINLANDIA S.XX EDITH SÖDERGRAN (traducción de Francisco J.Uriz) Dios Dios es un lecho, en él descansamos extendidos en el universo Puros como ángeles, respondiendo con ojos de un azul de santo al Saludo de las estrellas; Dios es una almohada en la que apoyamos la cabeza, Dios es un Soporte para nuestro pie; Dios es una reserva de fuerza y una oscuridad virginal; Dios es el alma inmaculada de lo inadvertido y el cuerpo ya corrupto De lo inimaginado; Dios es el agua estancada de la eternidad; Dios es la fecunda simiente de la nada y el puñado de ceniza de los Mundos quemados; Dios es las miríadas de insectos y el éxtasis de las rosas; Dios es un columpio vacío entre la nada y el universo; Dios es una cárcel para las almas libres; Dios es un arpa para la mano de la más violenta cólera; ¡dios es lo que el anhelo puede hacer bajar a la tierra! Vierge moderne No soy mujer. Soy un neutro. Soy un niño, un paje y una audaz decisión, Soy un rayo riente de un sol escarlata... Soy una red para todos los peces glotones, Soy un brindis en honor de todas las mujeres, Soy un paso hacia la causalidad y la perdición, Soy un salto en la libertad y en el yo... Soy el murmullo de la sangre en el oído del hombre, 141
  • 142. Soy un escalofrío del alma, nostalgia y negación de la carne, Soy un letrero que anuncia la entrada a nuevos paraísos. Soy una llama, inquisitiva e intrépida, Soy un agua, profunda hasta la rodilla pero audaz, Soy fuego y agua en unión sincera sin condiciones... 142
  • 143. SOLVEIG VON SCHOULTZ Despedida Los niños dormían, y el marido, cuando ella se marchó Sigilosa, descalza, como dormida. Su ternura la dejó junto al hombre para que lo consolase Con su aroma como una seca convalaria muda Que guarda a junio en su interior hasta muy entrado el otoño. Y mientras el luminoso aliento de los niños Se elevaba en torno a ella como vientos de tréboles Depositó lentamente su llanto junto a uno, Su risa en otro, su canción en otro Y se quedó allí de pie y miraba y no se atrevía a mirar Pero retiró rápidamente un mechón de la frente más pequeña Y se deslizó con los ojos cerrados hacia una puerta, Hacia la puerta de la noche, un puerta que llevaba afuera Donde la luna esperaba, fría, clara y audaz. Ahora había entregado hasta su último trozo. Ya no le quedaba nada más que el cuerpo Y la angustia en la decisión de ese cuerpo. En la puerta, ya más allá de su pasado, Miró a su alrededor y supo lo que había hecho. 143
  • 144. EILA KIVIKKAHO Con mucha conversación Con mucha conversación me callo lo que callo, Pero las pausas hablan, Y la cicuta, las hierbas venenosas. El que no hable Es el acónito más venenoso Que pueda crecer en la esquina de cualquier cabaña. Niños Arrancaron Alas de mosca Porque no eran Alas de mariposa, Alas de mariposa Porque no eran Alas de ángel. 144
  • 145. EEVA KILPI ¿Te dejarías follar por dos mil pelas? Me dijo en la parada del autobús a las 0:42 rodeados de calles vacías y congeladas. Primero negué con la cabeza, pero luego le dije: Por dinero, no, pero si pasas la aspiradora y friegas los platos... Entonces él, a su vez, se negó Y se dio la vuelta abatido para seguir su camino. [Bueno, si de verdad...] Bueno, si de verdad Quieres una confesión, Ahí va: He tenido treinta y seis amantes. Bien, sí. Tienes razón, Son demasiados. Hubiese bastado con treinta y cinco. Pero, cariño, el treinta y seis Eres tú. 145
  • 146. AGNETA ENCKELL Sola con tu asesino ¿has estado con tu hipnotizador? (sobre todo el silencio: los sensibles dedos sobre tu cuello acariciando la nuca, una presión apenas perceptible-) ¿has estado con tu hipnotizador? Tú estás relajada, no piensas en nada, el alma El alma cae a través de tu cara, cubre tu cara, como Un velo: desvela- Tú caes, ¿sola con tu asesino? Tú caes Caes Caes Sola con Dios? El alma se levanta en tu rostro, se parte en dos Sólo una ligera presión- 146
  • 147. SUECIA S.XX KARIN BOYE Los árboles Vivos como nosotros Y lejos, muy lejos, Tanto que nuestra palabra “comprender” Deviene humo vano y viento. Profundamente inaccesibles A pensamientos y sentidos, Aunque vuestra corteza se siente rugosamente Agradable en nuestra mejilla. Sin ojos resplandecéis En un ensueño visual y floral. ¿Por medio de qué instrumentos conocéis vuestro esplendor? ¿Gracias a qué secreta sabiduría creadora sois partícipes del poder de los sentidos y los aromas? Recostados contra el tronco Pasamos desapercibidos, No se nos permite entrar A vuestro mundo interior. ¿O es que llega a alcanzaros, reflejada, una esquina de nuestra esencia desconocida para nosotros y digna de ser temida? 147
  • 148. Aunque nacidos sin duda De los mismos antepasados, No vemos ni un atisbo De nuestro momento de comunidad. Demasiadas aventuras Nos separaron después, Demasiado imposible de conocer Es nuestro sencillo suelo. Tal vez nos espere todavía Un encuentro futuro En ese camino en que la vida Vuelve a ser humus. Otra mano tendida Entre familias separadas. Y le damos las gracias a la muerte Por esta relación. La materia, siempre prestada, La devolvemos. ¡Fundidla en vuestro molde! ¡Tomad y dad! Intercambiémosla entre nosotros Como dones amistosos, Profundas, hermosas, desconocidas Vidas fraternas! 148
  • 149. MARIA WINE Ámame Pero no te acerques demasiado Deja espacio para que el amor Se ría de su felicidad Deja siempre que un fuego de mi rubio cabello Sea libre 149