1. Gili Gaya, Samuel (1983), “Concepto de la oración
compuesta” en Curso superior de sintaxis española.
Barcelona, Vox. pp. 261-262.
CONCEPTO DE LA ORACION COMPUESTA YUXTAPOSICION
FUNCIÓN DE LAS CONJUNCIONES
195. Examinamos en el capítulo I (§ 9) el concepto de oración desde los puntos de
vista psicológico, lógico y gramatical. Llegábamos allí a la conclusión de que la oración
constituye una unidad intencional con sentido completo en sí misma, cuyo signo
lingüístico es la curva de entonación. Allí donde la inflexión final descendente alcanza el
intervalo habitual en el idioma (en español ordinariamente de quinta en las enunciativas,
por término medio), percibimos el fin de una oración. Desde este punto de vista llamamos
oraciones a los conjuntos expresivos limitados por una inflexión de voz descendente, que
recorra el intervalo necesario para ser comprendido como terminal. La oración puede
subdividirse en dos o más grupos fónicos, los cuales casi siempre tienen final ascendente;
algunas veces la voz se mantiene sin ascender ni descender al terminar el grupo fónico;
en otros casos hay descenso final en ciertos grupos intermedios (por ejemplo en las
enumeraciones), pero nunca alcanza este descenso el intervalo terminal medio.
La definición gramatical que hemos venido aplicando a lo largo de este libro es
mucho más restringida. Llamamos oración al conjunto formado por un verbo en forma
personal, con todos los elementos que directa o indirectamente se relacionan con él. En
una elocución habrá, por consiguiente, tantas oraciones gramaticales como verbos en
forma personal contenga.
Dentro de una oración psíquica puede haber una o varias oraciones gramaticales.
Cuando hay una sola, decimos que la oración es simple. Cuando la oración psíquica
contiene más de una oración gramatical, estamos en presencia de una oración
compuesta.
Hasta el capitulo presente hemos estudiado cómo se enlazan entre sí los
elementos constitutivos de la oración simple y la función que dentro de ella desempeñan
las distintas partes de la oración. De aquí en adelante vamos a examinar cómo se
expresan las relaciones que guardan las oraciones gramaticales contenidas en esta
unidad lingüística a la cual denominamos oración compuesta o período.
196. Subordinación psíquica. Las oraciones gramaticales que forman parte de
un período están mentalmente subordinadas a la unidad de intención y significado con
que el periodo se articula. Dependen, pues, del conjunto psíquico que les da origen, y sólo
dentro de él tienen la plenitud de su valor expresivo, de igual manera que las palabras
adquieren solamente en la oración su verdadero contorno semántica y funcional. No se
trata, por lo tanto de dos o más oraciones simples que vienen a agruparse, sino de un
contenido unitario que se estructura en varias oraciones gramaticales destinadas a
expresarle. Toda oración compuesta habrá de contener dos o más oraciones simples
subordinadas a la intención subjetiva con que se profieren.
Por otra parte, cada una de las oraciones simples guarda con las demás de su
período determinadas relaciones, en cuanto dependen todas de la unidad superior a ellas.
Esta dependencia común es el factor principal de sus relaciones mutuas, y con ella basta
para establecer toda clase de conexiones expresivas, con o sin signo gramatical que las
designe. El análisis lingüístico ha descubierto la útil diferencia entre oraciones
yuxtapuestas, coordinadas y subordinadas, según contengan o no signos expresivos de la
relación existente entre los componentes, y según la clase de relación que tales signos
expresen. Nosotros habremos de servirnos también de esta división. Pero es evidente que
2. Gili Gaya, Samuel (1983), “Concepto de la oración
compuesta” en Curso superior de sintaxis española.
Barcelona, Vox. pp. 261-262.
con la simple yuxtaposición significamos constantemente las mismas conexiones que
podemos expresar por medio de conjunciones y relativos. La historia del lenguaje
demuestra que la coordinación y la subordinación gramatical son fases posteriores, y de
ningún modo indispensables, de la evolución lingüística, como lo demuestra, además, el
hecho de que aun las lenguas modernas de alta cultura siguen sirviéndose de la
yuxtaposición con tanta frecuencia como de las conjunciones, especialmente en el habla
usual no literaria. En español, como en las demás lenguas romances, el número de
conjunciones verdaderamente primitivas es muy escaso: la mayor parte de las que hoy
usamos son palabras o frases de otro origen, habilitadas como conjunciones en época
románica, después de haberse perdido la mayoría de las que se usaban en latín1. Muchas
de ellas pertenecen exclusivamente al lenguaje culto, y son poco menos que
desconocidas en el habla popular e infantil. Como vamos a ver en seguida, la
coordinación o la subordinación existen siempre, aunque no se empleen conjunciones ni
relativos. Por esto conviene estudiar la yuxtaposición con mayor espacio del que suelen
dedicarle las gramáticas.
197. Yuxtaposición. Fijémonos en que estamos tratando de oraciones
compuestas, las cuales forman, como ya hemos dicho, una unidad psíquica determinada
por el intervalo descendente de la entonación final ante la pausa. Por consiguiente sólo
entran en nuestra consideración las oraciones asindéticamente incluidas en una de dichas
unidades psíquicas; queda por ahora fuera de nuestro estudio la simple sucesión de
oraciones psíquicas diferentes. Estas últimas pueden guardar entre sí relaciones ajenas a
las de los componentes de una oración compuesta: de tales relaciones nos ocuparemos
en el último capítulo de este libro. Si decimos, por ejemplo, «la tarde había sido agitada en
extremo; las tropas se retiraban a sus cuarteles. Nuestro protagonista se aventuró a
salir...» habremos enunciado varias oraciones sucesivas que no forman una oración
compuesta. Por el contrario, en «Quería verte, no pude encontrarte en todo el día»
tenemos una oración compuesta dividida en dos oraciones yuxtapuestas.
Para que esta última interpretación pueda tener lugar, es indispensable que la
inflexión final del primer grupo fónico (verte) sea ascendente, o que su entonación termine
en semicadencia. Igualmente si leyésemos el primer ejemplo (La tarde, etc.)
prescindiendo de la puntuación ortográfica y haciendo ascendentes todos los grupos
fónicos menos el último, lo habríamos interpretado como una oración compuesta
constituida por tres oraciones gramaticales yuxtapuestas. Esto equivale a decir que la
diferencia entre una y otra yuxtaposición pertenece principalmente al lenguaje oral, no al
escrito. En la lectura de un texto, depende de la interpretación que le dé el lector. Sólo el
contexto y la puntuación pueden ayudarnos a determinar el sentido que el autor le daba2.
Por lo tanto, sería útil que para evitar confusiones posibles se generalizase en
nuestras gramáticas la práctica de reservar el nombre de yuxtapuestas a las oraciones
asindéticas que forman período, y llamar independientes a las que no lo forman.
198. Esta distinción puede parecer baladí en un tratado de Sintaxis. Estaría más
en su lugar en un libro de arte de la Declamación. Sin embargo, en la yuxtaposición de
oraciones sentidas como componentes de una oración compuesta hallamos el primer
1
Véase. R. Menéndez Pidal, Manual
2
Acerca del valor de la entonación y de las pausas como expresión de las relaciones sintácticas dentro de la
oración compuesta, véase nuestro trabajo Fonología del período asindético, en Estudios dedicados a
Menéndez Pidal, t. l, Madrid 1950, págs. 55-67.
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grado de coordinación y subordinación. Más allá de la unidad psíquica oracional,
podremos encontrar todavía algunas relaciones psíquicas y hasta gramaticales, pero no
con la trabazón necesaria con que se articulan las oraciones componentes del período.
Ciñéndonos a nuestro propósito, observaremos con tinos cuantos ejemplos de
asíndeton varias relaciones coordinadas y subordinadas:
«Fui ayer al teatro; volveré mañana» (copulativa); «Quería verte; no pude salir de
casa» (adversativo); «No llueve; nada cogeremos» (consecutiva); «Le suspendieron, no
sabía nada» (causal); »Os suplico no me dejéis en esta duda» (substantiva objetiva);
«Haya vuelto o no, no importa» (substantiva subjetiva); «Tomamos chocolate; estaba muy
rico» (relativa); «Escríbame; contestaré en seguida» (condicional); «Llegué; le encontré en
su despacho ... » (temporal).
Estos ejemplos, a los que seria fácil añadir otros muchos, son asindéticos en el
sentido de que no contienen conjunciones ni relativos, pero algunos contienen ciertas
relaciones gramaticales que fortalecen su unidad. Por ejemplo: «Fui ayer al teatro; volveré
mañana» tienen el mismo sujeto; «Os suplico no me dejéis en esta duda», el
complemento del primer verbo, os, designa a la misma persona gramatical que el sujeto
de dejéis. Estas relaciones pueden acentuarse con el empleo de pronombres, adjetivos o
adverbios, o repitiendo en la segunda oración alguna palabra de la primera: ejemplos:
«Dijo que volvería; lo dudo»; «Quizás perdamos el tren; malo sería»; «Vaya al teatro esta
noche; allí nos veremos»; «Enfermo le dejé; enfermo le he vuelto a encontrar». Sería
difícil ya llamar asindéticas a estas oraciones sólo porque no contienen ninguna
conjunción propiamente dicha. Téngase en cuenta que la mayor parte de nuestras
conjunciones o frases conjuntivas se han formado con adjetivos, adverbios y
preposiciones en situación semejante a la de los ejemplos anteriores. Nos hallamos, por
lo tanto, en el límite que separa la yuxtaposición de la coordinación y de la subordinación
expresadas por medio de palabras especialmente dedicadas a este fin.
Al estudio de estas últimas dedicaremos los capítulos que siguen. Pero antes
conviene tratar de otros aspectos de las oraciones yuxtapuestas.
202. Diferencias entre la coordinación y la subordinación. Después de lo que
llevamos dicho en este capítulo, no hace falta insistir en que la distinción entre la
coordinación, o parataxis y la subordinación, o hipotaxis, se basa en diferencias
puramente formales. Pero el punto de vista formal es el más interesante para el
gramática, y por ello, a pesar de que la indiferenciación entre las uniones paratácticas e
hipotácticas ese desde hace tiempo, una adquisición en firme de la ciencia lingüística,
sigue figurando dicha distinción en las gramáticas más modernas de todas las lenguas de
cultura. La parataxis y la hipotaxis son formalmente distintas, son modos de expresión
diferentes, aunque ambas hayan nacido de un mismo proceso.
Toda forma de expresión es signo de algo, tiene un valor significativo. Este algo de
lo cual son signo las conjunciones coordinantes y subordinantes está tan enraizado en el
pensamiento del hombre culto, que sufriríamos una mutilación importantísima en la
expresión si nos viésemos reducidos a las meras oraciones yuxtapuestas, o si
desapareciesen los matices que separan la unión paratáctica de la hipotáctica. A fin de no
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compuesta” en Curso superior de sintaxis española.
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volver a ocuparnos de ello en los capítulos que siguen, trataremos de definir aquí sus
diferencias.
Las oraciones coordinadas, lo mismo que las yuxtapuestas, dependen de la unidad
psíquica intencional del complejo de que forman parte. En este sentido no hay oración
simple que no esté subordinada al periodo, o lo que es lo mismo: todas las oraciones del
período son subordinadas.
Pero además de esta dependencia común, existe también una subordinación
interna. Ya hemos dicho anteriormente que en todo periodo, de cualquier clase que sea,
hay una oración expresivamente más intensa (cuyo relieve señalan los recursos
fonéticos), a la cual se adhieren las demás oraciones como a su centro de gravedad.
204. Entre la unión paratáctica y la hipotáctica, la diferencia consiste en que la
subordinación que, como hemos dicho, existe siempre dentro de todo período con
respecto a una oración sentida como más expresiva (la oración principal), alcanza en la
hipotaxis expresión gramatical en la trabazón de sus componentes. Cuando se dice que
en la parataxis las oraciones son separables e independientes, y en la hipotaxis son
inseparables, se atiende sólo a la estructura gramatical, pero se falsea la realidad
expresiva. Los componentes de un período no pueden separarse nunca sin mutilación de
lo expresado, puesto que ninguno de ellos tiene sentido perfecto más que dentro del
período que les dio vida. En la oración «quería ir a verte, pero no pude salir de casa», no
se pueden aislar las dos oraciones sin que se pierda algo más que el sentido adversativo
que tienen juntas. Gramaticalmente podemos separarlas y hacer con ellas dos oraciones
independientes completas; pero expresaremos ya cosas distintas.
Ahora bien: en la hipotaxis, la oración principal convierte en elementos sintácticos
propios a las oraciones subordinadas, las cuales funcionan, entonces como sujeto,
atributo, complemento, etc. Es decir, que el periodo subordinado se analiza como una
oración simple que tiene alguno o algunos de sus elementos sintácticos expresados con
verbo en forma personal. En estas condiciones, la flexión, el régimen de las preposiciones
y la dependencia toda de los elementos sintácticos, traban de tal manera la expresión,
que al separarlas no sólo quedan las oraciones psicológicamente mutiladas, como en la
parataxis, sino que por lo menos una de ellas queda formalmente incompleta. De igual
manera que si en una oración simple intentásemos separar del verbo el sujeto o algún
complemento, quedarían estos elementos, y a menudo el verbo mismo, como expresiones
gramaticalmente vacías.