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Material seleccionado del libro del Dr. Eduardo SCHMIDT : Ética y Negocios para
América Latina (Perú, Universidad del Pacífico, 1995).
Material exclusivamente con fines docentes de la cátedra y mientras no se disponga del texto en la
Librería de la Universidad. Cualquier requerimiento, dirigirse directamente al autor.




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LA OBJETIVIDAD MORAL Y LA FORMULACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES
                                                 Toda idea bien conceptualizada es la pequeña llama que inicia e
                                                 ilumina una investigación...

INTRODUCCIÓN
En el primer capítulo se pudo apreciar que diferentes personas prefieren definir “lo ético” en diferentes
términos. Son muchos los que reconocen que la mayoría de estas maneras de definir “lo ético
tienden a ser subjetivas. Esto es obvio en el caso de la respuesta “lo que está de acuerdo con mis
sentimientos de justicia”.
Al notar este peligro de ser demasiado subjetivos, se ha definido lo ético en el Mundo de los negocios
como “ una conducta conforme con lo que es la persona humana y conforme con los derechos y las
obligaciones de todas las personas afectadas por esta conducta”. Esta definición descriptiva de lo
“ético” implica que por el hecho de ser una persona humana, el hombre tiene ciertos derechos y
obligaciones que deben ser respetados y asumidos si desea ser realmente feliz y alcanzar el fin por el
cual ha sido creado. En el presente capítulo se hará el intento de indicar un camino por el cual es
posible percibir en algún grado las exigencias de una moralidad objetiva en el ejercicio de la
profesión; es decir, las exigencias de una moralidad o ética basada en la misma naturaleza del
hombre y en su finalidad como persona.
LA PERCEPCIÓN DE VALORES MORALES OBJETIVOS, BASADOS EN LA RESPUESTA MÁS
     ADECUADA POSIBLE A LA PREGUNTA: “¿QUÉ ES EL HOMBRE?”
En la medida que se descubre lo que el hombre realmente es, como persona humana, será posible
describir lo que los hombres deben hacer o no para ser felices y alcanzar su fin en esta vida. Por eso,
en términos filosóficos, la pregunta clave que habrá que contestar para fundamentar la existencia de
una moralidad objetiva, es la siguiente: “¿Qué es el hombre?”.
Si bien es cierto que esta pregunta está formulada en términos filosóficos, para contestarla hace falta
el aporte de todas las áreas del conocimiento humano: la filosofía; la sociología; la sicología; y las
otras ciencias humanas. Para una persona que es creyente en Dios, también hace falta la teología
con una reflexión acerca de lo que Dios ha dicho en respuesta a esta pregunta. Cada ciencia humana
completa lo que las otras ciencias descubren acerca de la realidad del hombre. Pero cada una tiene
su propia metodología y sus propios límites que deben ser respetados. Por ejemplo, el físico puede
descubrir mucho acerca de la estructura de un cristal de sal al examinarlo bajo un microscopio. Pero
para descubrir su fórmula química, hace falta el trabajo del químico quién la disuelven en una solución
en un tubo de ensayo. De la misma manera, la Revelación Divina y las diversas ciencias y modos
humanos del saber apuntan datos que son complementarios acerca de lo que es el hombre. En una
reflexión bien llevada, que se respeten los diferentes modos del saber, cada uno con su propia
metodología y sus propios límites, no deben existir contradicciones al contestar a la pregunta “¿qué
es el hombre?”. La razón es que se está analizando la misma realidad objetiva: el hombre. Si surgen
aparentes contradicciones se pone en evidencia que ha fallado una de dos cosas: la metodología de
reflexión utilizada en algunas de las ciencias humanas o el modo de entender la Revelación Divina.
Ofrecer una respuesta completa a esta pregunta acerca de la naturaleza del hombre desborda los
límites de estos apuntes. Para los fines de este curso, es suficiente notar que los juicios prácticos que
se presentarán acerca de lo que es ético, y por lo tanto lo que son las exigencias de una moralidad
objetiva, serán expuestos desde la óptica de la tradición judeo–cristiana. Según esta tradición, el
hombre ha sido creado por Dios. Dios le ama profundamente. El ,hombre logra su verdadera felicidad
mediante una entrega de amor a Dios y a los demás hombres. A lo largo de su vida debe crecer en
amor, de tal forma que esté en condiciones de poder compartir una vida de amor con Dios por toda la
eternidad. El hombre debe ordenar su vida en función de este su fin último.
Es cierto que esta visión del hombre y de la moralidad objetiva es propia de las personas que
comparten esta tradición. Sin embargo, es interesante notar que en el contexto de un curso de ética
diseñado para los profesionales en las ciencias económicas y administrativas, casi todas las personas
que declaran ateos ,o agnósticos aceptan el contenido que ofrece esta tradición porque refleja valores
muy profundos sobre los cuales hay casi un acuerdo unánime en nuestro medio. Lo curioso es que a
veces algunos alumnos que se consideran muy católicos no se sienten muy a gusto al escuchar lo
que se dice sobre algunos temas. Su incomodidad se debe al hecho de que a veces en su búsqueda
de apoyo por parte de la Iglesia para posiciones suyas ya tomadas, tales personas han recibido
información parcializada o tomada fuera de contexto referente a la llamada “doctrina social” de la



                                                   2
Iglesia. Habiendo aceptado esta información como si fuere “palabra de Dios”, creen que la Iglesia
Católica afirma algo que en realidad no predica. Les cuesta aceptar que su interpretación de la
enseñanza social de la Iglesia no es muy exacta. A pesar de todo, suele haber un acuerdo casi
unánime entre los participantes acerca de los valores humanos básicos que un buen profesional en
las ciencias económicas y administrativas debe respetar en el ejercicio de su profesión. La
presentación de la moralidad objetiva bajo una óptica judeo – cristiana, no suele crear mayores
problemas para los participantes en el curso porque en el fondo se está presentando una realidad que
no depende de estas tradiciones para su validez a nivel de valores humanos.
EL CÓDIGO OBJETIVO DE LA MORALIDAD.
Aveces se habla de la existencia de un “código objetivo de la moralidad”. Este término no describe
algún documento en que se haya laborado un código de comportamiento humano. Más bien describe
el conjunto de conclusiones acerca de lo que el hombre debería o no hacer, precisamente por ser lo
que es. Es decir, al contestar de la forma más adecuada posible a la pregunta “¿qué es el hombre?”,
se podría sacar posteriormente conclusiones acerca de lo que el hombre debería o no hacer para ser
realmente feliz y lograr su fin último. Si una persona sabe qué cosa es un automóvil de una marca
determinada, sabe que necesariamente tiene que hacer algunas cosas para conservar en buen
estado y evitar otras cosas que lo puedan malograr. Pasa lo mismo en el caso del hombre. Una vez
que sabemos qué es, podemos comenzar a sacar conclusiones acerca de lo que por lógica debería o
no hacer en sus relaciones con los demás y más específicamente, en sus relaciones con otras
personas en el ejercicio de sus profesiones.
Factores que limitan nuestra capacidad de percibir las exigencias del código objetivo de
moralidad.
Una cosa es afirmar que existe la objetividad moral; otra es hablar de la capacidad que tenga una
persona, o un grupo de personas, de percibir sus exigencias. El que una persona no pueda percibir el
color rojo no cambia el hecho de que la rosa que tenga adelante realmente sea roja. La rosa es roja;
pero ella no la percibe como tal porque adolece de un problema de la vista. De la misma manera, las
diferentes personas y grupos de personas pueden tener una capacidad limitada de percibir algunas
exigencias objetivas de la moralidad. En cada cultura hay algunos valores que no suelen ser
expresados o respetados en forma adecuada por ejemplo: en una sociedad marcada por una
organización socialista extrema que se supone que el estado debe ser el dueño de todo, difícilmente
se percibirá como un valor el derecho a la propiedad privada. Y en una sociedad que aprecia mucho
el valor del individuo es posible que no se perciba como valor el tener que sacrificar lo suyo en favor
del bien común.
En cada sociedad se puede hablar de valores objetivos que suelen ser percibidos; otros que se
perciben de forma distorsionada; y otros que pasan desapercibidos. En nuestra sociedad felizmente
hay muchos valores, tales como la honradez, que suelen ser bien percibidos. Pero lamentablemente
se perciben otros valores, tales como la amistad, en forma distorsionada. En nuestro medio se
supone que un profesional debe hacer casi cualquier cosa, por irregular que sea, cuando un
verdadero amigo precisa de este tipo de ayuda. Para eso están los amigos. Por último un ejemplo de
un valor que no suele ser percibido en nuestro medio es la obligación moral de no revelar secretos
profesionales. Lamentablemente el secreto profesional en nuestro medio es algo tan confidencial que
la persona solo lo revelaría a sus mejores amigos, etc. ¡Casi nadie percibe como sagrado el deber de
callarse la boca en determinadas circunstancias!.
Durante el desarrollo de este curso se invitará a los participantes a reflexionar en torno a los valores
morales que han asimilado como importantes para el ejercicio de su profesión. Tendrán así la
oportunidad de cuestionarse a la luz del marco teórico presentado en estos apuntes y en las clases.
Podrán de ese modo fortalecer su propio código personal con miras a su futuro desempeño como
profesional.
LA POSIBLE DISTINCIÓN ENTRE “ÉTICA” Y “MORAL” PROFESIONAL.
En nuestro medio profesional se suele usar las palabras “ética” y “moral” como si fueran
intercambiables. Sin embargo, sería más preciso hacer una distinción entre estos dos términos:
   La ética es el estudio de las razones filosóficas por las cuales las personas deben comportarse de
    tal o cual manera en el ejercicio de su profesión. Es algo teórico y examina por qué se debe
    actuar de tal o cual manera: Intenta contestar a la siguiente pregunta: ¿Por qué se debe hacer tal
    o cual cosa en el ejercicio de la profesión?




                                                   3
   La moral es el estudio de lo que las personas deben hacer en una sociedad determinada como
    consecuencia de la “ética”. Es algo práctico y se preocupa por saber cómo el profesional debería
    actuar. Intenta contestar a la siguiente pregunta: A la luz de la ética, ¿Qué es lo que se debería
    hacer?
Esta distinción subraya la necesidad de insistir tanto en el POR QUE como en el QUE cuando se
quiere determinar lo que un buen profesional debería o no hacer. Estas dos dimensiones deben ser
parte del proceso mediante el cual un profesional incorpora valores morales conscientemente en la
toma de decisiones.
En la práctica, los profesionales no distinguen entre la “ética” y la “moral”. La mayoría de ellos usan
estas dos palabras indistintamente para indicar lo que consideran como “correcto” en una situación
determinada. Su forma de hacer juicios morales no suele ser reflexiva sino prereflexiva y está basada
en buena medida en lo que ellos mismos identifican como sus sentimientos de justicia. Frente a
cualquier dilema moral, la gran mayoría de los profesionales no distinguen conscientemente entre el
QUE y el POR QUE. Por lo tanto, la distinción entre la “ética” y la “moral” no pasa de ser para ellos
una distinción de razón sin mayor importancia.
Es cierto que sería más preciso mantener a lo largo de este curso una clara distinción entre estos dos
conceptos: La “ética” y la “moral”. Sin embargo, teniendo presente la forma en que los alumnos
suelen hacer sus juicios morales, no es necesario insistir en esta distinción. Con el fin de el curso
cuando usan las dos palabras indistintamente. Pero habrá que recordar en tales discusiones que
cualquier problema moral debe ser resuelto no en base a sus intuiciones prereflexivas sino en base a
principios morales que expresan un contenido tomado propiamente de la “ética” en el sentido estricto
de esta palabra. Es decir, habrá que insistir que cuando los alumnos usan cualquiera de estas dos
palabras, “ética” o “moral”, dirigen su atención no sólo a lo que se debería hacer (UN ”QUE”) sino
también a los “PORQUE” o las razones que fundamentan este modo de proceder.
LO QUE SE ENTIENDE POR “VALOR” Y POR “PRINCIPIO” MORAL
Muchas veces las personas que forman sus juicios morales por intuición reflejan buenos valores
morales a pesar de no poder justificar su parecer mediante la formulación de principios morales.
Muchas veces sus juicios reflejan valores morales que son muy sanos; sin embargo, si se les
pregunta por qué opinan así, difícilmente pueden dar razón. Más bien, responden con una frase
como: “me sentiría mal si no lo hiciera así”.
¿Qué es lo que ocurre en tales casos?. Se puede entender este fenómeno con mayor claridad a partir
de la distinción que existe entre un “valor” moral y un “principio” moral.
   Un valor moral es un concepto que indica algún objeto apreciado como bueno, valioso, o
    deseable.
(1) Un principio moral es una norma de comportamiento que una persona debe respetar si desea
    actuar conforme a las exigencias de determinados valores morales.
Las personas que formulen sus juicios morales de una forma prereflexiva manifiestan que han
asimilado ciertos valores morales, muchos de los cuales son objetivamente buenos; sin embargo, por
no haber tenido la oportunidad de desarrollar su capacidad de formular principios morales en forma
reflexiva, difícilmente pueden dar razón de ellos; por lo tanto, se encuentran en apuros cuando otras
personas cuestionan sus juicios acerca de lo que es o no es correcto en el ejercicio de la profesión.
El paso de una moralidad prereflexiva en el ejercicio de la profesión a una moralidad reflexiva supone
la adquisición de una creciente capacidad de formular principios morales. Al pasar de una moralidad
prereflexiva a una moralidad reflexiva, un profesional fortalece su código personal de ética. Tal como
se ha visto en el primer capítulo, un buen código personal de ética es la razón principal por la cual las
personas respetan la ética profesional. Por este motivo, durante este curso de ética o moral
profesional se hará lo posible por ayudar a los participantes a desarrollar su capacidad de formular
buenos principios morales para el ejercicio de su profesión.
LA DISTINCIÓN ENTRE VALORES MORALES Y JUICIOS PRÁCTICOS ACERCA DE LOS
     MEDIOS NECESARIOS PARA PROTEGER Y DEFENDER ESTOS VALORES
Al afirmar la existencia de valores morales objetivos, es importante distinguir entre estos, que tienen
carácter permanente, y los juicios prácticos que cada uno puede y debe hacer por lo que se refiere a
los medios convenientes o necesarios para proteger y defender determinados valores objetivos.
Estos juicios prácticos necesariamente cambiarán según los tiempos y las circunstancias. Dos



                                                   4
personas que comparten los mismos valores morales pueden estar en desacuerdo acerca de los
medios que se deben usar para defender los mismos valores. Por ejemplo, dos economistas pueden
aceptar por principio que cualquier trabajador que realiza su trabajo a conciencia debe recibir por lo
menos una remuneración que le permitiera cubrir el costo de sus necesidades básicas. Sin embargo,
puede ser que estén en total desacuerdo acerca de las medidas económicas que el gobierno debería
tomar para lograr este fin. Esto explica por ejemplo cómo un economista de tendencia liberal y otro
de tendencia de izquierda pueden compartir los mismos valores morales; incluso, los dos pueden
considerarse 'muy católicos' a pesar de las diferencias que existen en sus juicios prácticos acerca de
los medios que creen convenientes para enfrentar determinados problemas económicos, siempre y
cuando compartan su respeto por los mismos valores morales cristianos.
LA FORMULACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES OBJETIVOS EN NUESTRAS PROPIAS
    PALABRAS.
Para crecer en su capacidad de Integrar principios morales objetivos en la toma de decisiones,
cualquier profesional necesita desarrollar un conjunto de principios morales objetivos. No se trata de
memorizar una lista de tales principios. Más bien, se trata de involucrarse en un proceso en el que al
darse cuenta de quién es, como persona humana, y las exigencias de una moralidad objetiva, logra
expresar a nivel de principios los valores que acepta como objetivamente válidos. En este curso se
pretende ayudar a los participantes a desarrollar principios morales que tengan las siguientes
características:
   Que sea expresión de lo que es necesario para salvaguardar valores morales objetivos. Es decir
    que reflejen las exigencias de un código objetivo de moralidad.
   Que sean universalmente válidos. Cualquier principio moral debe ser categórico; es decir, no
    debe admitir excepciones. Si se prevén posibles excepciones, éstas deben mencionarse en la
    misma formulación del principio.
   Que sean expresado en términos positivos. Desde el punto de vista de la motivación psicológica,
    para actuar con buena ética en el ejercicio de la profesión, es preferible enfocar los deberes
    positivos en vez de hacer una lista de todas las cosas que, por principio, una persona no debería
    hacer. Sin embargo, eso no excluye la posibilidad de expresar algunos principios en forma
    negativa. Lo importante es que al formular los principios morales se busque un enfoque positivo
    en la medida de lo posible.
   Que sean expresados con sus propias palabras. Los principios morales influyen en el
    comportamiento de un profesional en la medida que los asimila y los hace suyos; es decir, en la
    medida en que los acepta como útiles para dar sentido a su vida mediante el ejercicio de su
    profesión. Poco le vale memorizar una lista de tales principios para fuego aplicarlos como si se
    tratara de la legislación laboral vigente en el país. Los principios morales de un profesional deben
    ser expresión de los valores morales más profundos por los que haya tenido que luchar para
    expresarles en sus propias palabras.
   Que sea breve y coherente.
Como veremos en el siguiente capítulo, la formulación de principios morales objetivos es un paso
importante en la metodología de análisis de casos que utilizaremos en las discusiones en clase y en
los trabajos prácticos asignados a lo largo de este curso.
PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN: LA MORALIDAD OBJETIVA
1. ¿Que entienden ustedes por moralidad objetiva?
2. ¿Cómo se puede compatibilizar la idea de moralidad objetiva con el hecho de que las cosas
   cambian con el correr del tiempo?
3. Con referencia a su futuro trabajo como profesionales, ¿Cómo se podría saber cuáles son las
   exigencias de la moralidad objetiva?
4. Propongan tres cosas que creen que son exigencias de la moralidad objetiva en el ejercicio de su
   futura profesión (una específicamente para economistas, otra para administradores, y otra para
   contadores).




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UN CAMINO HACIA LA INTEGRACION DE VALORES Y PRINCIPIOS MORALES
                      EN LA TOMA DE DECISIONES
En estas páginas se presenta un resumen de la metodología de análisis de casos que el profesor
explicará con mayor detalle en clase. La asistencia de los alumnos a esta clase es de suma
importancia para poder entender cómo hacer los trabajos prácticos que serán asignados a lo largo del
curso.
PRIMER PASO: LA FORMULACIÓN DE INTERROGANTES MORALES QUE EL CASO PLANTEA.
En este primer paso se pretende desarrollar en los alumnos su capacidad de darse cuenta de las
dimensiones éticas o morales de los diferentes problemas que pueden encontrar en el ejercicio de su
profesión. Al analizar por escrito su trabajo, el alumno debe identificar cada interrogante moral con
una letra mayúscula. Por ejemplo:
A) ¿Sería moralmente aceptable pagar la coima en este caso?
Los interrogantes morales son preguntas abiertas que tendrán que ser contestadas a la luz del
conjunto de principios morales a desarrollarse en el tercer paso.
SEGUNDO PASO: IDENTIFICACIÓN DE LOS VALORES MORALES QUE DEBEN SER
    RESPETADOS AL RESOLVER EL CASO.
Tal como se ha indicado en el tema anterior, un valor moral es un concepto que indica algún objeto
apreciado como bueno, valioso, o deseable. En este segundo paso se trata de identificar los valores
que deben ser respetados al resolver el caso. Es un paso breve que da lugar a la formulación de
principios morales en el paso siguiente.
TERCER PASO: LA ELABORACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES OBJETIVOS QUE DEBEN SER
    RESPETADOS AL SOLUCIONAR EL CASO.
Se identifica cada principio con un número. Al fina¡ de cada uno, se debe indicar la letra o las letras
de los interrogantes que se podrían contestar a la luz del principio elaborado. Por ejemplo: (A) (B).
Es necesario que cada interrogante tenga por lo menos un principio a la luz del cual puede ser
contestado. Pero eso no quiere decir que necesariamente habrá el mismo número de principios como
de interrogantes morales porque es posible que un mismo principio puede dar respuesta a más de un
interrogante. Los principios morales deben tener las características mencionadas en el capítulo
anterior.
CUARTO PASO: LA APLICACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES, OBJETIVOS Y OTROS
    CRITERIOS PROFESIONALES PARA ANALIZAR V SOLUCIONAR EL CASO.
En este cuarto paso se debe analizar el caso y explicar cómo se podría solucionar a la luz de los
principios elaborados en el tercer paso y otros criterios profesionales. El estilo de redacción en este
cuarto paso es libre. Sin embargo, se debe hacer referencia tanto a los principios desarrollados como
a los interrogantes identificados.
No existe una solución única para ningún caso a la que se supone que todos los alumnos deberían
llegar porque la solución de un caso depende no sólo de buenos principios morales, sino también de
juicios prácticos acerca de la mejor manera de hacer respetar estos principios. Tal como se ha
indicado en el capítulo anterior, estos juicios prácticos siempre serán discutibles por motivos que poco
o nada tienen que ver con buenos principios morales.
Salvo que el profesor haga alguna indicación en contra, se entiende que los alumnos deben
desarrollar sus trabajos en forma independiente, sin leer el trabajo de sus compañeros. Se puede
discutir los casos antes de desarrollarlos. Pero cada persona debería realizar su propio trabajo.




                                                   6
LA PROFESION COMO UNA VOCACION DE SERVICIO
LA OPCIÓN FUNDAMENTAL: FUENTE DE LOS VALORES Y LOS PRINCIPIOS QUE LA
    PERSONA ACEPTA COMO IMPORTANTES PARA DAR SENTIDO A SU VIDA.
Desde los primeros años de su vida, cada persona va asimilando, consciente e inconscientemente,
una serie de valores éticos y morales. En su infancia y su juventud este proceso suele ser
inconsciente y acrítico. Al madurar, cada persona suele tomar una postura más consciente frente a la
vida. Escoge aceptar determinados valores y deja de lado otros. A lo largo de los años, establece
una jerarquía o escala de valores que es la base de su personalidad moral. Este conjunto de valores
constituye lo que se suele llamar la opción fundamental de la persona. Todo lo que pasa en su vida
tiene sentido en la medida en que responde a los deseos que brotan de su opción fundamental.
Toda persona que ha alcanzado el uso de la razón tiene una opción fundamental. Sin embargo, en
nuestra sociedad son relativamente pocas las que actúan en base a principios morales claramente
formulados a nivel intelectual. En el ejercicio de su profesión en las ciencias económicas y
administrativas, la mayoría de las personas dependen más bien de sus Intuiciones para determinar lo
que está bien o lo que está mal. Han hecho suyos muchos valores, y por lo tamo tienen una opción
fundamental. Pero por lo general, cuando se trata de determinar si se debe o no hacer algo en el
ejercicio de su profesión, sus valores se manifiestan como intuiciones y no mediante la elaboración de
principios morales. Si la opción fundamental de una persona es sana, la mayoría de sus intuiciones
morales son buenas a pesar de que difícilmente puede explicarlas a nivel intelectual. En tales
personas, la opción fundamental se manifiesta como el motor afectivo de su vida. Empujadas por sus
sentimientos más profundos, eligen lo que creen que les va a hacer felices en la vida.
En la medida que una persona siente la necesidad de dar razón de sus juicios morales, surge la
necesidad de expresar sus valores mediante la formulación de principios morales. Desea actuar
reflexivamente en base a principios que ha hecho suyos. De esta manera, pasa de una moralidad
pre–reflexiva, basada en sus intuiciones, a una moralidad reflexiva, basada más bien en sus
principios morales. Este proceso de transición de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad
reflexiva suele ser un proceso gradual. Algunas personas nunca sienten la necesidad de lograrla;
otras la sienten pero no saben cómo formular a nivel intelectual sus principios. Una de las finalidades
de cualquier curso de ética o moral profesional es ayudar a las personas a aprender cómo efectuar
esta transición, sobre todo con referencia al ejercicio de su profesión, lo cual les permita enriquecer
su propia opción fundamental.
LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE ACTOS, HÁBITOS Y LA OPCIÓN FUNDAMENTAL.
La opción fundamental de una persona da lugar a la formación de ciertos hábitos o modos de actuar.
Estos hábitos explican por qué una persona actúa de tal o cual manera frente a algún dilema moral
que puede surgir en su vida. Si su opción fundamental es básicamente sana, suele desarrollar
hábitos buenos. Es decir, suele cultivar virtudes en su trato con los demás. Pero si su opción
fundamental no es sana, los hábitos que desarrolla suelen ser más bien viciosos. Una persona que
ha cultivado virtudes suele actuar éticamente en el ejercicio de su profesión. En cambio, una persona
que ha desarrollado una serie de vicios suele actuar contra las exigencias de la ética profesional.
Por lo general, le es fácil a una persona actuar conforme a sus hábitos y su opción fundamental. Por
ejemplo, una persona con una opción fundamental sana suele cultivar como virtud el no tomar lo que
no le corresponde. Si se le presenta la tentación de tomar dinero de la caja de su empresa, la
rechaza. Pero una persona con una opción fundamental moralmente mata suele tener el vicio de
apropiarse de lo ajeno. Si se le presenta esta misma tentación, se apropia del dinero.
Hay una relación recíproca entre la opción fundamental, los hábitos y los actos de una persona La
opción fundamental da lugar a la formación de hábitos y se expresa mediante actos. Pero 1 acciones
de una persona también influyen en sus hábitos y su opción fundamental. Cada vez que un persona
actúa conforme a su opción fundamental y los hábitos que ha desarrollado, fortalece las dos cosas.
Es decir, “confirma” sus hábitos y su opción fundamental. Sin embargo, por tener libertad, siempre le
es posible actuar contra su opción fundamental y sus hábitos adquiridos. Por ejemplo, es posible que
una persona buena, a pesar de ser buena, decida tomar dinero de la caja de su empresa. La primera
vez le costará mucho tomar esta decisión porque choca contra su manera de ser. Pero la segunda
vez le será más fácil, y así sucesivamente. La razón es que cuando actuamos contra nuestra opción
fundamental y nuestros hábitos adquiridos, corremos el riesgo de minar y eventualmente cambiar las
dos cosas. Lo mismo puede decirse en el caso de una persona que tuviera una opción fundamental



                                                  7
moralmente mala. Por tener libertad, puede resistir a la tentación de tomar dinero que no le
corresponde y así comenzar un proceso de 'conversión' de persona mala a persona buena. Se usa el
término 'conversión' tanto para referirse al proceso mediante el cual se cambia una opción
fundamental buena por una opción mala como para referirse al proceso contrario. 'Convertir' quiere
decir 'cambiar una cosa por otra'.
Nuestros actos en el ejercicio de la profesión son importantes no sólo por la moralidad de cada acto.
Son aún más importantes por el impacto que tienen en nuestros hábitos y nuestra opción
fundamental. En parte, la actual crisis de valores morales en e¡ mundo de los negocios se explica por
el hecho de que son muchas las personas que han ido minando sus virtudes y su opción fundamental
mediante una serie de acciones que en un primer momento percibían como 'malas' pero que con el
tiempo ya han aceptado como 'normales' y por lo tanto 'buenas.'
LA OPCIÓN FUNDAMENTAL DE LA PERSONA SE DESARROLLA CON EL CONTEXTO DE
    NUESTRA RELACIONES CON LOS DEMÁS.
Cada persona desarrolla sus hábitos y su opción fundamental dentro de¡ contexto de sus relaciones
con los demás. Por este motivo son importantes los amigos con quienes se asocia. Asimila con
mucha facilidad los valores y los vicios de estas personas. Se nota esta tendencia de una manera
especial en el mundo profesional. Sus compañeros de trabajo suelen jugar un papel muy importante
en su comportamiento en el trabajo.
La transición de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva en el ejercicio de la profesión
supone que la persona tenga la capacidad de tomar una postura crítica frente a los valores de sus
amigos. En nuestro medio, este proceso de tomar distancia crítica suele ser la causa de romper
efectivamente con otras personas. Sin embargo, si una persona desea desarrollar su propia
personalidad, basada en una opción fundamental que realmente es suya y no una copia de lo que te
dicen los demás, es necesario que asuma este riesgo.
LA PROFESIÓN COMO EXPRESIÓN DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL.
La opción fundamental de una persona suele encontrar expresión en todas las áreas de su vida.
Salvo el caso de un profesional que escoja ser amoral en el ejercicio de su profesión, la manera con
que una persona realiza su trabajo es una expresión de su opción fundamental. Además, los criterios
que ha usado para escoger su profesión suelen reflejar en algo su propia escala de valores.


Hay dos maneras distintas de enfocar el ejercicio de una profesión. Para algunos profesionales, su
profesión es simplemente la manera en que se ganan la vida. Partiendo de este supuesto, no les es
tan difícil tomar decisiones contrarias a la ética profesional cuando es cuestión de ganar más dinero.
En cambio, para otros profesionales su profesión es sobre todo una vocación de servicio a los
miembros de la sociedad. Saben que en la medida que ofrecen un buen servicio, recibirán como
recompensa lo que necesitan para satisfacer sus propias necesidades en la vida. Por lo tanto, no
sienten con tanta frecuencia la tentación de faltar a la ética simplemente para poder ganar más
dinero.
Los profesionales que enfocan el ejercicio de su profesión corno una vocación de servicio, reconocen
que tienen la obligación de contribuir de alguna manera a la satisfacción de las necesidades de bien
común en la sociedad. No se sienten contentos por el mero hecho de “ganar bien”. Mediante su
profesión, desean contribuir a la sociedad, lo cual les permite sentirse más realizados como personas.
DEFINICIÓN DEL BIEN COMÚN.
El término 'bien común' suele usarse en nuestro medio para referirse a lo que hace bien al mayor
número de personas posibles. Como hemos visto anteriormente, esta manera de definir “lo ético”
tiene seria, dificultades. En un intento de comprender lo que se debe entender por este término,
podemos definir el bien común como “el conjunto de condiciones en la sociedad que ofrece a cada
individuo la posibilidad de vivir una vida digna, gracias a sus propios esfuerzos."
Cuando se habla de un “conjunto de condiciones”, se refiere a las estructuras socio–econ6micas,
políticas, etc. en un país. La frase “ofrece a cada individuo” implica que se debe ofrecer a todos por
igual la posibilidad de “vivir una vida digna”. Esta “vida digna” se logra cuando las personas pueden
ganarse la vida “gracias a sus propios esfuerzos”
Un ejemplo de algo que atenta contra el bien común en la actualidad es el problema de la falta de
trabajo. Frente a este problema, el profesional en las ciencias económicas y administrativas que


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enfoca su profesión como una vocación de servicio, se preocupa por contribuir en la medida de sus
posibilidades a la creación de puestos de trabajo, el pago de sueldos y salarios dignos, etc. En
cambio, – el profesional que enfoca su profesión simplemente como la manera de ganarse le vida
corre mayor riesgo de tomar decisiones para maximizar su propia ganancia a costa de los
trabajadores o a costa de no crear nuevas fuentes de trabajo.
Es cierto que ejercer una profesión como una vocación de servicio exige un esfuerzo especial. Sin
embargo, en el momento actual, a la larga suele ser "rentable” tomar esta actitud. La razón es que
por la crisis de valores morales que se vive en el país, existe cada vez mayor demanda de personas
que hacen las cosas bien; y cada vez menos oferta para satisfacer esta demanda. Como dicen los
economistas, cuando la demanda por un bien o servicio aumenta y su oferta disminuye, el precio de
este bien o servicio sube notablemente. Por este motivo, el momento actual es una buena coyuntura
para ejercer una profesión en las ciencias económicas y administrativas como una verdadera
'vocación de servicio'. Es verdad que no es éste el camino más corto para hacerse rico; pero no es
menos verdad que es posible defenderse económicamente al asumir este enfoque.
Cada persona es responsable por el desarrollo de su propia opción fundamental y la expresión de ella
mediante el ejercicio de su profesión. Poder vivir en paz C. la sana tensión que experimenta al darse
cuenta que siempre queda mucha distancia entre sus ideales como profesional y las metas concretas
que puede realizar a corto plazo es signo de madurez en un profesional. Sus ideales como
profesional son importantes, no porque sean realizables a corto plazo sino porque le dan dirección y
orientación moral en su vida y le inspiran a seguir adelante en un camino correcto. Abandonar los
ideales porque no son realizables a corto plazo es perder de vista el verdadero papel inspirador de
ellos. Y exigir que estos ideales se hagan realidad en forma Inmediata es signo de inmadurez y falta
de realismo en el ejercicio de la profesión.
Hoy en día, más que nunca, hace falta la presencia de profesionales con una opción fundamental
sana, que ven en su profesión una verdadera vocación de servicio a la sociedad. Sólo basándose en
tales personas se podría hablar de la posibilidad de lograr una verdadera moralización en el mundo
de los negocios en el país.




                                                 9
LA CONCIENCIA MORAL DE LA PERSONA
Al tratar el tema de la moralidad objetiva, se hizo notar que una cosa es establecer que existe tal cosa
y otra es determinar hasta qué punto cada persona sea capaz de percibir sus exigencias. Esta
capacidad depende de cómo cada uno haya desarrollado su conciencia moral a lo largo de su vida.
Con referencia a su modo de actuar en la vida profesional, depende, además, de la manera en que la
persona enfoca el ejercicio de su profesión, sea como una vocación de servicio a los demás o
simplemente como la manera en que se gana la vida.
DEFINICIÓN DE LA CONCIENCIA MORAL.
Se puede describir la conciencia moral como la capacidad que tiene la persona de enjuiciar sus actos
y los actos de los demás como moralmente buenos o malos, a la luz de los valores morales que ha
hecho suyos. Su conciencia moral hace posible que una persona evalúe su propia responsabilidad
moral por las cosas malas que hace y las cosas buenas que deja de hacer, existiendo la obligación
moral de hacerlas.
Todas las personas tienen una conciencia moral; pero no todas son capaces de dialogar
reflexivamente con su conciencia. En personas que manifiestan una moralidad pre–reflexiva, su
conciencia moral suele manifestarse mediante sentimientos de justicia o intuiciones acerca de lo que
se debería o no hacer. En cambio, en personas que manifiestan una moralidad reflexiva, basada en
principios morales claramente formulados, su conciencia moral suele manifestarse mediante un
proceso racional en que la persona entra en diálogo consigo mismo.
Cuando una persona no ha pasado de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva en algún
área de su vida (como por ejemplo, en el ejercicio de la profesión). su conciencia moral formula juicios
en este área en base a valores morales que percibe en forma global como intuiciones o sentimientos
de justicia. Es decir, la persona experimenta la voz de su conciencia como una 'intuición' o un
'sentimiento' acerca de lo que debería o no hacer frente a una determinada situación. A pesar de no
presentar razones claras, su conciencia formula juicios morales que son expresiones de los valores
que ha asimilado a lo largo de su vida.
En la medida que una persona pase de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad expresada
mediante principios morales en esta área de su vida, su conciencia moral llega a ser una voz cada
vez más clara al formular sus juicios de valor.
FUNCIÓN Y FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA MORAL.
La función de la conciencia moral es presentar a la voluntad de la persona juicios de valor moral. Por
ser libre, con voluntad propia, cada persona puede aceptar o pasar por alto lo que le dice su
conciencia.
La formación de la conciencia moral es un proceso continuo que ocurre a lo largo de la vida. Cada
vez que una persona entra en una nueva área de actividad, se enfrenta con la necesidad de formarse
para formular juicios de valor más complejos. Por ejemplo, cuando un niño sale de¡ ambiente de su
familia para asistir al colegio, su conciencia moral tiene que formarse para enfrentar los problemas
que surgen en sus relaciones con otros años, sus maestros, etc. Y cuando una persona ingresa al
mundo profesional, también precisa de mayor formación de su conciencia moral para poder enfrentar
las nuevas situaciones que encuentra en su trabajo. Si el profesional cuenta con la ayuda apropiada,
puede formar su conciencia moral para enfrentar estas nuevas situaciones. En cambio, si no recibe
este apoyo, corre el riesgo de aceptar en forma acrítica, como normas de comportamiento, lo que se
acepta como normal en su nuevo ambiente. De allí la importancia de un curso de ética o moral
profesional que ayude a los actuales y futuros profesionales en las ciencias económicas y
administrativas a formar su conciencia para la difícil tarea de integrar valores morales en la toma de
decisiones.
CUALIDADES Y ESTADOS DE LA CONCIENCIA MORAL.
La conciencia moral es segura de si misma cuando no duda de un juicio moral que emite referente a
un acto determinado. Cualquier persona tiene la obligación moral de seguir el parecer de su
conciencia cuando ésta se presenta como segura de si misma. En cambio, la conciencia es dudosa
cuando no logra percibir con claridad la moralidad de un determinado acto. La persona tiene la
obligación moral de resolver su duda lo mejor que pueda, antes de actuar.




                                                  10
Se considera que la conciencia moral de, una persona está bien formada cuando le revela
correctamente la moralidad de una acción, de tal forma que su voluntad puede aceptar lo que es
bueno y rechazar lo que es malo. Tal como se ha dicho anteriormente, esta revelación puede
hacerse mediante sentimientos e Intuiciones o mediante principios claramente elaborados. En
cambio, se considera que la conciencia moral de una persona está deformada cuando no logra
percibir lo bueno como 'bueno', o lo malo como 'malo', debido a uno o más defectos en su formación.
DEFORMACIONES DE LA CONCIENCIA MORAL QUE PUEDEN                                   PRESENTARSE         EN
    DETERMINADAS ÁREAS DE LA VIDA DE UNA PERSONA.
Lo ideal sería que cada persona tuviera su conciencia moral bien formada frente a todas las áreas de
su vida. Sin embargo, con frecuencia se producen deformaciones que afectan su capacidad de ver y
aceptar las exigencias de la moralidad objetiva. Estas deformaciones pueden afectar todas las áreas
de su vida, o pueden ser selectivas. Por ejemplo, es posible que frente a los clientes, un profesional
tenga su conciencia moral bien formada con respeto a su obligación de darles valor por valor recibido.
En cambio, frente a sus obreros, es posible que tenga alguna deformación que le impida ver su
obligación de pagarles lo que es justo a cambio de su trabajo. A continuación se presentan algunas
de las deformaciones que se dan con cierta frecuencia en nuestro medio.
Puede ser que por falta de oportunidad, o por falta de interés, una persona no desarrolle
oportunamente su conciencia moral: es decir, en algunas áreas de su vida se demuestra inmaduro e
incluso infantil en las decisiones morales que toma. De allí el nombre de esta deformación: la
conciencia inmadura o infantil. A veces esta deformación afecta los juicios morales en todas las
áreas de su vida; pero con cierta frecuencia, se manifiesta en sólo algunas de ellas. Se ve un
ejemplo de esta deformación en personas que, siendo mayores de edad, dependen totalmente
de¡ parecer de sus padres al formular sus juicios morales en una o más áreas de su vida. A veces la
persona que sufre dé esta deformación no es consciente de su situación. En tales casos no es
moralmente responsable por adolecer de este defecto, siempre y cuando no sea el resultado de su
propia negligencia. Pero si al darse cuenta de su inmadurez, rehusa tomar los pasos necesarios para
madurar, se hace moralmente responsable por su falta de crecimiento. Cuando una persona logra
darse cuenta que adolece de esta deformación de su conciencia moral, puede superar esta dificultad
con relativa facilidad, siempre y cuando tenga la voluntad de dar los pasos necesarios.
Una de las deformaciones más frecuentes en nuestro medio, sobre todo en el mundo profesional, es
la conciencia laxa o de manga ancha. Con cierta frecuencia una persona se da cuenta que no debe
hacer algo y a pesar de todo, lo hace o por lo menos desea hacerlo. Busca, entonces, alguna manera
de justificarse, aunque sea sólo delante de si mismo. Usa argumentos tales como: “Todo el mundo lo
hace”; “Hay muchas personas aquí que hacen cosas peores”; “¿Qué se va a hacer?”... ¡Así son las
cosas!” Una persona que actúa de esta manera, intentando justificarse al actuar contra lo que le dice
su conciencia, es moralmente responsable de sus actos. Sabe lo que debe hacer; pero por no querer
hacerlo, intenta justificarse de alguna manera. No es fácil superar esta deformación de la conciencia
moral porque es un reflejo de una escala de valores y una opción fundamental que la persona debe
revisar. Sólo en la medida que acepte este cuestionamiento le será posible superar esta dificultad.
La persona que padece de una conciencia voluntariamente ciega rehusa examinar la moralidad de
sus actos, en una o más áreas de su vida. Cuando alguien cuestiona la moralidad de sus actos, su
reacción es: “Esa pregunta, no se pregunta”. Rehusa examinar la moralidad de lo que hace o
propone hacer. Se disculpa de tener que formular juicios morales en algunas áreas de su vida,
alegando que todo eso es muy complicado y/o poco necesario. Al tomar sus decisiones en la vida
profesional, se limita a preguntarse si tal o cual decisión va a ser efectiva para lograr sus fines. En el
fondo, sabe que su modo de proceder no está bien; pero por temor a tener que cambiar muchas
cosas en su vida, rehusa examinar la moralidad de sus actos. Es responsable por haberse cerrado a
un cuestionamiento moral que debería enfrentar. No es nada fácil superar esta deformación de la
conciencia moral porque es consecuencia de una opción fundamental y una escala de valores
personales que no son muy sanos. Sólo un cambio profundo en la persona misma puede hacer
posible superar esta deformación conocida como la conciencia voluntariamente ciega.
En cada sociedad o cultura algunas obligaciones morales no suelen ser percibidas con facilidad. Por
ejemplo, si una persona hubiera vivido en Europa en el momento de la revolución industrial,
difícilmente hubiera percibido muchas obligaciones relacionadas con los derechos de los
trabajadores. En el caso de nuestra sociedad actual, con frecuencia no se logra percibir la obligación
moral de guardar el secreto profesional. Cuando una persona no logra ver correctamente sus
obligaciones en algún área de su vida, no porque rehusa examinar la moralidad de sus actos, sino



                                                   11
porque existen valores distorsionados en la sociedad que le rodea, adolece de una deformación de la
conciencia mofa¡ que se llama la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la
sociedad. La persona que sufre de esta deformación no es moralmente responsable por su situación.
Sin embargo, al darse cuenta de su error, no puede seguir justificando su modo de proceder con el
argumento de que 'las cosas son así... hay que actuar según ¡acostumbre establecida'. Este
argumento sería típico de una conciencia laxa o de una conciencia voluntariamente ciega. Si la
persona tiene una opción fundamental sana es relativamente fácil superar esta deformación, siempre
y cuando desee hacerlo y se le presente la oportunidad de darse cuenta de su error.
Si bien es cierto que no se da con mucha frecuencia en el mundo de los negocios, una persona
puede adolecer de una deformación de su conciencia moral que es lo contrario a la conciencia laxa:
esta deformación se llama la conciencia escrupulosa. La conciencia moral de una persona es
escrupulosa cuando inventa o exagera obligaciones morales que en realidad no existen. La persona
que adolece de esta deformación no es moralmente responsable por su condición. Al darse cuenta
que es así, su obligación moral es buscar la ayuda de una persona competente y seguir lo consejos
recibidos a pesar de sus escrúpulos. Con el correr del tiempo, es posible que supere esta condición.
Una deformación de la conciencia que ocurre con poca frecuencia es la conciencia enfermiza. Se
trata de una deformación relacionada con enfermedades mentales. No suele implicar responsabilidad
moral por parte de la persona. Sólo es posible superarla con un tratamiento profesional adecuado.
Una persona que adolece de una conciencia errónea percibe algo que, según la moralidad objetiva es
“malo” como si fuera moralmente “bueno” o viceversa. Siempre actúa de buena fe. Es sincero en su
deseo de saber lo que debería hacer. Se esfuerza al máximo de su capacidad por saber lo que es
correcto. Sin embargo, no llega a una conclusión moralmente aceptable. Es importante no confundir
esta deformación con la conciencia laxa ni con la conciencia cegada por valores distorsionados en la
sociedad. Es decir, la conciencia errónea supone mucho más que un error de juicio moral. Sólo
existe esta deformación cuando se cumplen las siguientes tres condiciones:
1. El egoísmo de la persona no está influyendo en la decisión tomada.
2. La persona ha agotado los medios a su disposición para poder saber lo que debería hacer.
   Normalmente, al tratarse de decisiones en el mundo profesional, esto incluye consultar con un
   sacerdote, profesor de ética, u otro Profesional con valores morales claros y cierta experiencia en
   este campo.
3. Además, la debe mantenerse abierta a la consideración de nueva información que pudiera
   cambiar su parecer en el futuro. Si no se mantiene abierta a esta posibilidad no es sincero en su
   búsqueda de la verdad y por lo tanto no adolece de una conciencia errónea.
Es muy importante saber lo que es y no es la conciencia errónea porque según la opinión de Santo
Tomás, la persona que de verdad adolece de esta deformación tiene la obligación moral de hacer lo
que le dice su conciencia. Sin embargo, hay que notar que esto no quiere decir que cada persona
debería hacer lo que mejor te parezca. Esta actitud sería más bien típica de una conciencia laxa. Por
tratarse de un punto difícil de comprender y que fácilmente es mal entendido, se tratará este tema con
mayor amplitud en clase.
SE COMETE UNA FALTA MORAL EN EL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN CUANDO SE ACTÚA
     CONTRA LAS EXIGENCIAS DE LA CONCIENCIA BIEN FORMADA.
Cada persona tiene la obligación moral de dejarse guiar por su conciencia bien formada en el ejercicio
de su profesión. Comete una falta moral cuando actúa en forma contraria a estas exigencias. En
términos generales, hay dos maneras en que puede faltar a su deber profesional al no escuchar su
conciencia: cometer un acto que no debería hacer; o, dejar de hacer lo que debería hacer en función
de su cargo. Cuando un profesional hace algo que no debería hacer (por ejemplo, conceder el visto
bueno para un contrato a un amigo cuando debería concederlo al mejor postor), esto constituye lo
que se llama una “falta cometida”. En cambio, si deja de hacer algo que por su cargo debería hacer
(por ejemplo, si por flojera un ingeniero no controla bien la calidad de la producción), esto constituye
lo que se llama “una falta por omisión”. Las dos cosas constituyen faltas morales en el ejercicio de su
profesión.




                                                  12
LA DISTINCIÓN ENTRE EL RESULTADO DE UN ACTO MALO Y LA CULPABILIDAD O LA
     RESPONSABILIDAD MORAL DE LA PERSONA QUE HIZO ESTE ACTO.
Es importante distinguir entre el resultado de un acto que es contrario al deber profesional y la
responsabilidad o la culpabilidad moral de la persona que realiza tal acto. La responsabilidad moral
de la persona no depende del resultado de su acto sino de las siguientes cuatro factores:
a) La seriedad del acto cometido u omitido. Es decir, la gravedad del acto (pensamiento, etc.) que
   hizo la persona.
b) El conocimiento que tuvo la persona acerca de su deber moral en el momento de actuar. Es
   decir, hasta qué punto la persona sabía que lo que iba a hacer era malo. Para que exista algo de
   responsabilidad moral, es suficiente que esta conciencia haya sido una intuición.
c) La intención de la persona cuando hizo el acto. ¿Qué pretendía hacer? Tener una buena
   intención no es una justificación válida para usar un medio moralmente malo para lograr un fin
   bueno. Sin embargo, en algunos casos, una buena intención puede mitigar en algo la
   responsabilidad moral de la persona.
d) El grado de libertad con que la persona actuó. Es decir, hasta qué punto actuó libremente, por
   voluntad propia.
A modo de ejemplo. podemos comparar la culpabilidad moral de tres choferes que han causado la
muerte de un peatón en un accidente de tránsito.
El primer caso es de un chofer que está manejando de noche, con el debido cuidado, por una
carretera poco iluminada. De repente un hombre ebrio sale a la pista. El chofer no tiene tiempo para
frenar su carro. Como resultado de este accidente, muere una persona: el hombre ebrio. En este
caso el acto que hizo el chofer era manejar con el debido cuidado. Tuvo conocimiento de su deber
moral y se estaba esforzando por cumplirlo. Su intención era simplemente llegar a su destino. Y usó
su libertad para tratar de evitar el accidente, pero lamentablemente, no había nada que hacer. Al
examinar estos cuatro factores, se ve que el chofer no tiene nada de culpa moral por la muerte del
hombre ebrio.
El segundo caso es de un chofer que está participando en una fiesta un domingo por la tarde. Al
querer subir a su carro, sus amigos le advierten que por los tragos que ha tomado no sería
conveniente que manejara porque podría causar un accidente. A pesar de esta advertencia, decide
manejar su carro para llegar a su casa. En el camino sale un niño, corriendo detrás de una pelota.
En circunstancias normales, el chofer hubiera podido parar su carro a tiempo. Pero por los efectos de
los tragos, sus reflejos le fallan. Como resultado de este accidente, también muere una persona: un
niño. En este caso el acto que hizo el chofer era manejar en estado etílico. Tuvo conocimiento de su
deber moral y al decidir manejar su carro en estado etílico, no hizo caso a lo que debería hacer. su
intención era llegar a su casa. Si bien es cierto que en el momento de subir a su carro no tenía pleno
uso de su libertad (por estar bajo la influencia de los tragos), tuvo plena libertad en el momento tomar,
sabiendo que tenía que manejar su carro para llegar a su casa. Debería de haber usado esta libertad
para no tomar o para pedir de antemano a otra persona que le lleve a su casa después de la fiesta.
Al examinar estos cuatro factores, se ve que la responsabilidad moral del chofer por la muerte del
niño ciertamente existe; pero el grado de esta responsabilidad tendría que determinarse según el
caso.
El tercer caso es de un chofer que odia a su vecino porque el perro de éste ladra mucho cada noche
lo cual le quita sueño. En una noche oscura este chofer está manejando su carro. Ve a su vecino
caminando con su perro por la vereda. Decide que va a ver un “accidente” de tránsito y sube a la
vereda con su carro. Como resultado de este accidente, muere el vecino y el perro. En este caso el
acto que hizo el chofer era manejar en forma irresponsable, al subir a la vereda, poniendo en peligro
la vida de una persona. Tuvo pleno conocimiento de su deber moral y decidió actuar contra este
deber. Su intención era matar a su vecino y el perro. Y actuó con pleno uso de su libertad. Al
examinar estos cuatro factores se ve que en este accidente el chofer tiene máxima responsabilidad
moral por la muerte del vecino.
En el mundo de los negocios es importante tener presente la distinción entre el resultado de un acto
inmoral y la culpabilidad moral de la persona que hizo tal acto. Cualquier sanción debe aplicarse no
sólo en función del resultado malo de este acto, sino teniendo presente la culpabilidad moral de la
persona.




                                                   13
Cada profesional tiene la obligación moral de seguir formando su conciencia para poder enfrentar con
mayor sentido de justicia y moralidad los diferentes problemas que surgen en el ejercicio de su
profesión. Esta formación continua es la base sobre la cual se puede construir para apoyar el
proceso de moralización en el país.
CASO DE LA AGENCIA DE VIAJES “VUELO ALTO, S.A.”
La Srta. Ana. González trabaja como Alta Funcionaria en la Agencia de Viajes “VUELO ALTO,
S.A.”. Esta Agencia atiende sobre todo a viajeros internacionales. Gracias a su facilidad para
idiomas, Ana se encarga de arreglar los detalles de viajes para diplomáticos extranjeros que son
clientes de la Agencia




                                                14
LA AMISTAD COMO UN VALOR EN EL MUNDO PROFESIONAL
Uno de los valores que se suele percibir en forma distorsionada en nuestra sociedad es la amistad.
Es cierto que la amistad es un valor, algo que debe tener importancia en nuestras vidas. También es
cierto que nuestros amigos nos ayudan a dar sentido a nuestras vidas al entregarse a nosotros y al
exigir de nosotros una entrega personal. Sin embargo, también es cierto que no debemos hacer
cualquier cosa por un amigo aún a costa de sacrificar nuestros principios morales.
Como bien se sabe, son muchas las veces que un profesional favorece en forma indebida a sus
amigos en vez de defender los legítimos intereses de su empleador. En vez de conceder contratos al
mejor postor, da el visto bueno a un amigo., Y en vez de contratar a una persona realmente
competente para un determinado puesto, contrata al amigo o a una persona que ha sido
"recomendada”. En muchos sitios, funciona el llamado “tarjetazo” para casi todo, sin respetar los
principios morales. Todo eso está mal. Los profesionales que creen que tienen el deber sagrado de
favorecer a sus amigos por encima de los principios morales, manifiestan una conciencia cegada por
valores distorsionados en la sociedad frente al tema de la amistad.
No es fácil ayudar a los profesionales a superar este tipo de problema a nivel de su conciencia moral.
Sin embargo, donde hay buena voluntad y el deseo de aprender, mucho se puede hacer. Las
siguientes páginas pretenden ser un aporte para las personas que realmente desean comprender el
verdadero papel de la amistad en el mundo profesional y los límites de sus obligaciones frente a sus
amigos.
CARACTERÍSTICAS DE LA VERDADERA AMISTAD.
Cuando existe una verdadera amistad, los amigos comparten un conjunto de valores que son para
ellos importantes para dar sentido a sus vidas. Tal como se ha indicado al tratar el tema de la
objetividad moral y la formulación de principios morales, un valor es: “Un concepto que indica algún
objeto apreciado como bueno, valioso, o deseable”. Los valores pueden compartiese tanto a nivel
pre–reflexivo como a nivel reflexivo. Es decir, los amigos pueden compartir sus valores mediante
sentimientos compartidos o también mediante ideas y principios claros.
Las personas que manifiestan una moralidad pre–reflexiva suelen expresar sus valores
principalmente mediante sus sentimientos. Para tales personas, la amistad es sobre todo algo que se
siente. Para que exista entre ellos una amistad, no es necesario saber si el amigo acepta o no sus
principios morales. Lo importante es que su amigo sienta lo mismo frente a lo que ocurre en la vida.
Una amistad con estas características es buena hasta donde llega. Sin embargo, adolece de una
gran deficiencia: por ser pre–reflexiva, no suele exigir que los amigos examinen sus principios
morales. Todo queda a nivel de sentimientos compartidos. Además, personas cuya moralidad es
pre–reflexiva suelen aceptar en forma acrítica los valores morales de sus amigos. Cuanto más fuerte
sea la amistad, más se nota esta tendencia.
Las personas que manifiestan una moralidad reflexiva suelen expresar sus valores principalmente
mediante sus ideas y principios morales. Para estas personas, la amistad existe cuando las personas
comparten las mismas ideas y los mismos principios morales. Los sentimientos son importantes;
pero mucho más importantes son los principios morales porque para estas personas, estos principios
son la expresión de los valores que los amigos comparten.
Cuando una persona comienza a sentir la necesidad de avanzar de una moralidad pre–reflexiva hacia
una moralidad reflexiva, para poder así dar mejor sentido a su vida, muchas veces surgen roces entre
el y sus amigos. Lo que produce estos roces es el hecho de que algunos de sus amigos no sientan
este mismo deseo. Prefieren seguir basando su amistad en sentimientos compartidos. Pero este tipo
de amistad ya no satisface a la persona que ha entrado en transición hacia una moralidad reflexiva.
Lo que suele pasar en tales casos es que la persona que siente la necesidad de avanzar,
necesariamente tendrá que dejar de lado a algunos de sus amigos. Si no se siente muy seguro de si
mismo, le puede parecer un precio demasiado alto. Incluso, puede estancarse en su propio
crecimiento como persona por no querer perder la amistad de personas que no desean avanzar.
Sin embargo, al avanzar hacia una moralidad más reflexiva, como la manera de dar sentido a su vida,
una persona comienza a expresar sus valores mejor a nivel de ideas y principios morales. Cuando
tiene la oportunidad de expresarse a este nivel, delante de otras personas, descubre nuevos amigos.
Pero ahora, su amistad se basa en ideas y principios compartidos; no se queda a nivel de
sentimientos. Cuando dos o más personas se dan cuenta que comparten ideas y principios, muchas
veces surgen sentimientos de amistad. Pero estos sentimientos ya no son simplemente el resultado



                                                 15
de valores compartidos en forma pre–reflexiva. Surgen más bien de la experiencia de compartir
valores a nivel intelectual. Lo que fundamenta este tipo de amistad no son los sentimientos sino los
principios compartidos. Si dos personas que han sido amigos descubren en forma reflexiva que ya no
comparten los mismos principios, sus sentimientos de amistad suelen disminuirse o incluso pueden
desaparecer.
Cualquier verdadera amistad implica un sentido de responsabilidad por el bienestar del amigo. El
grado de responsabilidad depende de grado de amistad; pero en todo caso, tiene límites. En nuestro
medio, la mayoría de las personas creen que esta responsabilidad va mucho más allá de lo que exige
la moralidad objetiva. Por este motivo, fácilmente sacrifican sus principios morales frente a lo que
sienten como una obligación sagrada de ayudar a sus amigos, sea como sea. Como es obvio, este
riesgo es mucho mayor en personas cuyos valores morales se expresan sólo a nivel pre–reflexivo. Si
no se logra que tales personas avancen hacia una moralidad basada en principios, no se puede
superar esta visión distorsionada de la amistad. Es verdad que la amistad es un valor. Pero no es
menos verdad que los principios morales de uno mismo no deben ser sacrificados en nombre de
supuestas obligaciones con los amigos que en realidad no existen.
LA AMISTAD EN LA SELECCIÓN DE PERSONAL.
De lo dicho anteriormente, se podría llegar a una conclusión equivocada en el sentido de que la
amistad nunca debería influir en la selección de personal. Para cualquier cargo, se debe escoger a
una persona idónea que reúna las cualidades y las habilidades necesarias para desempeñarse bien
en el puesto. No es moralmente aceptable dar a un amigo o a un recomendado un puesto para el
cual no está preparado. En la selección de personal, cualquier profesional tiene la obligación moral
de defender los legítimos intereses de su empresa o institución.
Cuando una empresa o una institución tiene un procedimiento claramente establecido, tal como
puede ser un concurso abierto, la persona encargada de la selección de personal debe regirse por las
normas establecidas. Cualquier excepción tendrá que ser autorizada por la autoridad competente
que a su vez tiene la obligación moral de vigilar por los legítimos intereses de la empresa o institución.
Si se trata de buscar una persona para ocupar un cargo de confianza, es posible que la amistad
juegue un papel en el proceso de selección. Si se supone que varios candidatos reúnen las
cualidades y las habilidades necesarias para ocupar un cargo de confianza, y si se supone que sea
más fácil integrar a un amigo al equipo y exigir que cumpla bien sus funciones, precisamente en
nombre de la amistad, no hay inconveniente en dar algo de peso al factor “amistad”. Sin embargo,
habrá que tener mucho cuidado al proceder así porque la experiencia indica que la mayoría de las
veces es más difícil exigir cumplimiento de un amigo que de una persona que no goza de nuestra
amistad. Lo importante es tomar la decisión que mejor favorezca los legítimos intereses de la
empresa o la institución.
¿Que se puede decir acerca de la moralidad de contratar a familiares para cargos vacantes? En
pequeñas empresas familiares, si un familiar realmente reúne las cualidades necesarias para
desempeñar bien un determinado cargo, no hay inconveniente en dárselo. Sin embargo, si no puede
atender a las necesidades de los clientes, no se le debe ofrecer el puesto por familiar que sea. Por lo
general, con un poco de entrenamiento, se puede subsanar esta falta de idoneidad al tratarse de una
pequeña empresa. Si se trata de una empresa o una institución grande, el asunto es mucho más En
tales casos se aplican las mismas normas señaladas en el párrafo anterior. Pero la experiencia indica
que por lo general, es muy difícil exigir buen cumplimiento a los familiares que están bajo las órdenes
de uno mismo. Por este motivo, son muchas las empresas y las instituciones que tienen como
política no contratar a parientes de sus empleados, por lo menos no para trabajar en la misma
sección o bajo las órdenes de éstos. Esta política representa un juicio práctico acerca de un medio
necesario o conveniente para defender un valor. Por lo tanto, no debe ser considerado como un
principio moral.
LA AMISTAD Y CONTRATOS CON PROVEEDORES.
¿Un profesional debe contratar a sus amigos para proveer de bienes y servicios a la empresa cuyos
intereses representa él?. La respuesta a esta pregunta es la misma que en el caso de contratar a
sus amigos como empleados. Al conceder un contrato, su obligación moral es vigilar por los legítimos
intereses de su empresa o institución. Puede ser que en nombre de la amistad le sea más fácil exigir
el cumplimiento oportuno de un contrato. Pero también puede ser que su amigo intente aprovecharse
de una amistad, mal entendida, para no cumplir. Lo importante es que se tome la decisión que mejor
favorezca el cumplimiento del contrato en cada caso que se presente. Sin embargo, la experiencia



                                                   16
indica que la mayoría de las veces es más difícil exigir cumplimiento a un amigo que a uno que no
goce de nuestra amistad.
RESUMEN
Ciertamente, tanto en el mundo profesional como en el mundo privado de cada persona, la amistad
es un valor. Sin embargo, es un valor que se suele percibir en forma distorsionada en nuestra
sociedad. Este problema se da con mayor frecuencia en personas cuya moralidad es pre–reflexiva.
Al pasar de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva, es probable que sea necesario
prescindir de algunas amistades basadas en sentimientos compartidos; pero éstas serán
reemplazadas por otras basadas más bien en ideas y principios morales compartidos. Para evitar
abusos de la amistad en el mundo profesional, es necesario que las personas desarrollen su
capacidad de dar prioridad a sus principios morales frente a sus sentimientos del deber para con sus
amigos. Sólo así podrán percibir, con una conciencia moral bien formada, el valor de la verdadera
amistad en el mundo profesional y las obligaciones y los derechos que corresponden a esta amistad.
PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN:
1. ¿Qué es para ti la amistad?
2. ¿Qué buscan en un amigo?
3. ¿Qué están dispuestos a hacer por sus amigos?
4. ¿Que no están dispuestos a hacer por sus amigos?
5. ¿Cree Ud. que la amistad debe influir en el mundo del trabajo como profesional? Por favor,
   explique su respuesta.




                                                17
LA OBLIGACION MORAL DE COMUNICAR LA VERDAD
Con frecuencia los profesionales que trabajan en el mundo de los negocios se encuentran frente a
situaciones en que, según ellos, se ven forzados a mentir a los demás. Los argumentos que usan
para Justificar su modo de proceder Incluyen:
   “Todo el mundo lo hace... ya es costumbre”.
   “Mi jefe me ha dicho que debo decir eso”.
   “Si no lo hago, pierdo el negocio, o peor aun, me botan del trabajo”.
   “Sé que el otro me está mintiendo, así que le pago con la misma moneda”.
   “Si le digo la verdad a la primera, no me va a creer”.
La mayoría de estos argumentos, y otros parecidos, son típicos de personas que adolecen de una
conciencia laxa frente al tema de la comunicación de la verdad en la vida profesional. Sin embargo, a
los profesionales no les falta algo de razón al querer justificar su modo de hablar. Si bien es cierto
que cualquier profesional tiene la obligación moral de comunicar la verdad en forma oportuna a las
personas que tienen el derecho de saberla, no es menos cierto que la comunicación de la verdad en
el mundo de los negocios ocurre mediante un proceso bastante complejo que tiene sus propias reglas
de juego. En este capítulo se examinan algunas de estas reglas. La pregunta que se intenta
contestar es: ¿cómo suelen lograr comunicar la verdad los profesionales que trabajan en el mundo de
los negocios en nuestro medio? Con el enfoque que se ofrece en este capítulo, que será
complementado con la discusión de un caso en clase, se espera ayudar a los profesionales a darse
cuenta de otras maneras en que ellos mismos pueden comunicar la verdad en su propio trabajo.
LA DISTINCIÓN ENTRE “DECIR” Y “COMUNICAR” LA VERDAD.
La obligación moral del profesional es “comunicar”, en forma oportuna, la verdad a las personas que
tienen el derecho de saberla y están en condiciones de asimilarla. Si bien es cierto que a veces la
mejor manera de cumplir con esta obligación es “decir”' literalmente lo que es cierto, hay situaciones
en el mundo profesional en que una verdadera comunicación exige mucho más. La palabra “decir”
hace referencia sólo a lo que uno mismo hace. En cambio, la palabra “comunicar” implica un proceso
mediante el cual dos persona logran entenderse. En este proceso de comunicación los profesionales
usan expresiones faciales, gestos, entonación y modismos conocidos por las dos partes para
comunicar la verdad dentro del contexto en que están conversando.
A veces, la misma frase puede usarse en diferentes contextos para comunicar dos realidades
contrarias. A modo de ejemplo, la frase “sí, si – como no” puede usarse tanto para comunicar una
respuesta afirmativa como una respuesta negativa. Si una persona dice esta frase al contestar a su
amigo cuando le pide un favor, es obvio que la respuesta es afirmativa. Hay coincidencia entre el
sentido literal de las palabras y la verdad que se logra comunicar. En cambio, si un profesor, irritado
por la presión de un alumno que le pide cambiar su nota sin ninguna razón válida, responde con esta
misma frase y en tono molesto, el alumno entiende que su respuesta es negativa. El mensaje que el
profesor comunica es contrario al sentido literal de las palabras, y tanto él como el alumno saben, por
el contexto y el modo en que contesta el profesor, cuál es este mensaje: Un enfático ¡NO!
Cada profesional debe aprender cómo se logra comunicar la verdad en su propio trabajo. Sólo así
podrá librarse de su dependencia exagerada del sentido literal de las palabras para comunicar la
verdad con una conciencia tranquila, sin sentir la necesidad de justificarse mediante argumentos que
no tienen validez y que son peligrosos como precedentes en otras áreas de su vida profesional.
Al decir que el profesional tienen la obligación moral de “comunicar” la verdad, se implica que ésta no
puede esconderse detrás del sentido literal de las palabras cuando existe la obligación moral de
comunicar la verdad a otras personas. En situaciones en que existe esta obligación, debe usar los
medios que suelen usarse en su profesión para lograr una comunicación adecuada y oportuna.
LA UTILIZACIÓN DE MODISMOS PARA COMUNICAR LA VERDAD.
En el mundo de los negocios existen una serie de modismos que los profesionales pueden e incluso,
en determinadas circunstancias, deben utilizar, para comunicar la verdad oportunamente a las
personas que tienen el derecho de saberla. Por ejemplo, cuando una secretaria dice por teléfono que
su jefe “no está”, por lo general cualquier persona sabe que la frase “no está” es un modismo que
quiere decir que no le va a ser posible comunicarse en ese momento. Puede ser que el jefe esté muy



                                                   18
ocupado, que no desea conversar con la persona, o que literalmente, no se encuentre presente. Al
escuchar la frase “no está”, la persona que llama entiende muy bien el mensaje: no va a poder hablar
con la persona a quien ha llamado en este momento y su secretaria le está invitando a dejar un
recado que será comunicado oportunamente a su jefe. Pero qué ocurre si la persona que llama
insiste, diciendo algo así como: “¿Pero de verdad no se encuentra, Señorita?” En este caso, pide
información más específica: ya no se trata de un modismo. Si le secretaria contesta con la misma
frase de antes, “no está”, ahora, sí, pretende engañar a la persona. Por este motivo, si bien es cierto
que se puede justificar la utilización de la frase “no está” para comunicar en un primer momento que
la persona no va a poder conversar con su jefe, sería mejor que responda de otra manera. Puede
decir, por ejemplo, que su jefe se encuentra ocupado, que no le puede atender en ese momento, etc.
Si la secretaria utiliza el modismo “no está” como manera normal de decir que no va a ser posible
comunicarse con su jefe, es importante que comprenda que es una forma de comunicar la verdad y
no una “mentira blanca”. De lo contrario corre el riesgo de deformar su conciencia moral, lo cual le
puede llevar a cometer faltas más serias en el ejercicio de su profesión.
En la negociación de la compra y venta de cualquier bien o servicio existen una serie de modismos
que suelen ser utilizados para comunicar la verdad referente al precio y las condiciones de
compraventa. Por ejemplo, si dos personas están negociando la compra – venta de un terreno,
saben que el precio “Inicial” no es el precio definitivo. Si una de las dos partes comete el error
estratégico de dar como su primera oferta lo que en realidad es su precio definitivo, corre el riesgo de
engañar a la otra parte, precisamente por “decir” la verdad. En este ejemplo se ve por qué es tan
importante en el mundo de los negocios distinguir entre “decir” la verdad y “comunicar” la verdad
oportunamente a las personas que tienen el derecho de saberla.
Se justifica la utilización de un Modismo para comunicarla verdad en el mundo profesional cuando se
cumplen dos condiciones:
   La intención de la persona que utiliza el modismo debe ser comunicar la verdad en forma
    oportuna a las personas que tienen el derecho de saberla.
   Debe ser razonable suponer que tanto la persona que usa el modismo como la persona que le
    escucha saben qué quiere decir ese modismo en el contexto en que están conversando.
Estas dos condiciones excluyen la utilización de un modismo con la finalidad de engañar a la otra
persona cuando dicha persona tiene el derecho de saber la verdad. Además, implican que pueden
existir situaciones en las que no es suficiente “decir” la verdad para cumplir con el principio
enunciado.
LA COMUNICACIÓN DE LA VERDAD A LO LARGO DE UN PROCESO DE NEGOCIACIÓN.
Muchas veces en el mundo profesional la comunicación de la verdad es algo que se realiza a lo largo
de un proceso. Cuando una persona desea comprar algo, se ha hecho costumbre en nuestro medio
“regatear” el precio. En los ambientes en que esta costumbre existe y tanto el comprador como el
vendedor sabe de ella, el vendedor tienen el derecho moral de establecer un precio original que le dé
la posibilidad de entrar en este proceso. Por ejemplo, el empleado en una tienda de artesanía puede
darse un margen para negociar el precio de lo que vende, sobre todo al tratarse de clientes
nacionales que saben cómo regatear. Pero para comunicarse con turistas del extranjero que no
saben de esta costumbre, debe usar otro procedimiento para comunicar el verdadero precio. Por
ejemplo, por iniciativa propia, puede decir al turista que el precio es tanto, pero tratándose de él, está
dispuesto en venderlo con una rebaja del 10 %.
La negociación del contrato colectivo de trabajo es un caso especial en el cual se comunica la verdad
a lo largo de todo un proceso conocido por las dos partes. Cada empresa y sindicato tienen su propia
historia de relaciones laborales que condiciona la manera en que pueden cumplir mejor con este
principio moral en un momento determinado. Además, influyen en este proceso el momento que se
está viviendo en el país, la situación de la empresa y la situación política dentro del mismo sindicato.
En una empresa con una historia tranquila de relaciones laborales, la primera oferta será más cerca a
la definitiva que en una empresa que tiene una historia de relaciones laborales turbulentas. La razón
es que se prevé que el proceso de negociar un nuevo contrato laboral será más larga y más dura en
la segunda empresa. Por lo tanto, las dos partes tienen que darse mayor margen para negociar.
¿Qué ocurre si, sin querer, una de las dos partes no logra comunicar la verdad a la otra a lo largo de
este proceso? Supongamos, por ejemplo, que la empresa haya sobre – estimado la fuerza del
sindicato en una negociación. Además supongamos que se llegue a un momento en que el sindicato
está dispuesto a aceptar un aumento menor de lo que por justicia la empresa debería conceder. Si la


                                                   19
empresa quiere cumplir con su obligación moral de pagar un sueldo justo, tiene varias maneras de
hacerlo. Al cerrar el trato, pueden conceder otros beneficios o el aumento que sería justo como signo
de buena voluntad frente al sindicato. De esta manera cumplen con su obligación de pagar un sueldo
justo, sin perder imagen frente al sindicato, a pesar del fallo que ha ocurrido en el proceso de la
comunicación.
ABUSOS QUE SON FRECUENTES EN NUESTRO MEDIO.
Algunos abusos que se cometen con cierta frecuencia en nuestro medio, con referencia a la
comunicación de la verdad son:
   Esconderse detrás del sentido literal de las palabras cuando se sabe que la otra persona no va a
    entender las palabras en este sentido.
   Supuestas rebajas que realmente no representan ningún ahorro para el
   consumidor.
   Tarjetas claves que afirman representar un ahorro cuando esto no es la
   verdad.
   Publicidad diseñada para engañar al público.
   La falta de claridad en los términos de crédito al vender productos a plazos.
   Cláusulas oscuras acerca de las garantías ofrecidas con la venta de
   determinados productos.




                                                   20
EL SECRETO PROFESIONAL
Al analizar varías deformaciones de la conciencia moral que se dan con frecuencia en nuestro medio,
se habló entre otras de la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad. La
persona que adolece de esta deformación no percibe algún valor en algún área de su vida porque a
este valor no se le da mayor Importancia en el medio en que vive.
Uno de los valores morales que los profesionales en las ciencias económicas y administrativas en
nuestro medio no perciben con la debida fuerza y claridad es la obligación de respetar el secreto
profesional, Son relativamente pocos los que se dan cuenta de la importancia de no compartir con
otras personas, ni usar en provecho personal, información confidencial. Para la mayoría de estas
personas, un secreto es algo que sólo cuentan a sus mejores amigos: y éstos, a su vez, sólo lo
cuentan a sus propios amigos. En poco tiempo, la información llega a ser de dominio público en los
círculos de personas que tengan interés en saber del asunto.
Una de las razones por las cuales se cometen con facilidad faltas contra el secreto profesional es que
se percibe el valor de la amistad como algo tan importante que se supone que entre amigos no debe
haber secretos. Según este supuesto, sería faltar a la amistad no contar a un amigo algo que le
Podría interesar o ser de utilidad. Este supuesto está lejos de la verdad. Más bien, existe la
obligación moral de no revelar, directa ni indirectamente, información confidencial a las personas que
no tienen el derecho de saberla. Pero no se trata sólo de un principio moral. Los profesionales que
no sepan guardar la necesaria reserva en su comunicación con los demás difícilmente llegarán a
ocupar cargos de responsabilidad en sus respectivas empresas.
DEFINICIÓN DEL SECRETO PROFESIONAL
Por definición, un secreto profesional es información confidencial que ha sido comunicada a una
persona para que la utilice en su trabajo. Al enterarse de un secreto profesional, cualquier persona
tiene la obligación moral de usar esta información sólo por los fines para los cuales le haya sido
comunicada. Falta a su deber como profesional si la revela a personas no autorizadas o si la usa en
provecho personal.
¿EN   QUE SE BASA LA              OBLIGACIÓN       MORAL      DE    GUARDAR       LOS    SECRETOS
      PROFESIONALES?
La información que es materia de un secreto profesional es en realidad una forma de propiedad
privada. Estrategias de mercadeo, información sobre clientes e incluso ciertos tipos de información
financiera son objetos de valor para una empresa. Igual que una fórmula para producir algún
producto, son una forma de propiedad privada. Tal como se ha visto en otro capítulo, siempre se
debe respetar los legítimos derechos de los dueños de cualquier forma de propiedad privada.
Por otra parte, el mismo bien común exige que se respeten los secretos profesionales. El bien común
exige que las empresas, tanto privadas como públicas, alcancen sus legítimos objetivos al ofrecer
bienes y servicios oportunamente a la sociedad. Pero si los profesionales que Integran estas
empresas no pueden confiar en la capacidad de sus colegas de guardar los secretos profesionales,
difícilmente pueden lograr que sus empresas cumplan con este fin. La experiencia enseña que
cuando no hay un ambiente de absoluta confianza entre colegas, con referencia al secreto –
profesional, difícilmente pueden lograrse los objetivos propuestos.
DOS CLASES DE SECRETOS PROFESIONALES
Por fines de análisis, se puede hablar de dos clases de secretos profesionales: secretos explícitos y
secretos implícitos.
Un secreto profesional explícito existe cuando se le dice expresamente a una persona que tal o cual
información es reservada y que por lo tanto, no debería de comunicarla a otras personas. De esta
manera, no queda ninguna duda sobre la obligación de guardar el secreto. La persona que falta a un
secreto profesional explícito suele saber lo que debería hacer; pero con argumentos típicos de una
conciencia laxa, intenta justificarse al compartir lo que sabe con otras personas o usarla para sus
propios fines. Estos argumentos incluyen:
   “Pero la persona a quien revelé el secreto es de mi entera confianza. Estoy seguro que no dirá
    nada a nadie”.
   “Claro que usé la información para ganarme alguito. Pero no hice daño a nadie”.




                                                 21
De Aceptarse el primer argumento, la persona a quién el profesional reveló un secreto profesional
podría justificarse usando el mismo argumento al contar a otras personas lo que sabe. De esta
manera, se aumentaría rápidamente el número de personas que conocieran el secreto, haciendo de
público la información que debería haber sido guardada en reserva. Y en cuanto al segundo si una
persona gana “alguito”, siempre es a costa de los legítimos intereses de otras personas. Cuando
ocurre un abuso de la información contenida en un secreto profesional, alguien (pero no
necesariamente la empresa a que pertenece el secreto) siempre pierde injustamente.
Un secreto profesional implícito existe cuando una persona se entera de información confidencial en
el ejercicio de su profesión que, por su naturaleza, no debería ser revelada a personas no
autorizadas. No hace falta que le digan que esta información es un secreto profesional. Por su
condición de profesional, debe saber que una de sus obligaciones implícitas es guardar este tipo de
secretos. En teoría, no debería ser necesario decir a cada profesional todas las cosas que debería
considerar como información confidencial Sin embargo, en un ambiente en que hay poca sensibilidad
frente a la obligación moral de guardar los secretos profesionales, es conveniente hacer explícito lo
que se supone que el profesional debería de saber implícitamente con referencia al secreto
profesional.
DEBERES MORALES RELACIONADOS CON EL SECRETO PROFESIONAL
   El primer deber relacionado con el secreto profesional es la obligación de guardar silencio frente a
    las personas que no están autorizadas a recibir la información. Salvo por situaciones en que se
    va a producir un grave daño al bien común, de lo cual se hablará un poco mas adelante, siempre
    se debe respetar esta obligación de guardar silencio.
   Tal como se ha indicado, la persona que sabe el contenido de un secreto profesional debe utilizar
    esta información sólo por los fines por los cuales le haya sido confiado. Este es, entonces, el
    segundo deber moral relacionado con el secreto profesional. Por ejemplo, si una persona es
    miembro de una comisión gubernamental que controla el precio de bienes de primera necesidad
    y, en virtud de su cargo, sabe la fecha en que se va a autorizar un aumento de precios, no tiene el
    derecho moral de aprovecharse de esta información confidencial para comprar estos bienes con
    fines de ahorrar dinero o con la intención de revenderlos al nuevo precio. El que pierde
    injustamente en este tipo de negocio es la persona a la que vende los productos, sin saber del
    nuevo aumento a realizarse próximamente.
   El tercer deber de un profesional, con relación al secreto profesional, es evitar situaciones en que,
    sin darse cuenta, podría revelar información confidencial, traicionado por su comunicación no–
    verbal. A veces las reacción espontánea de una persona cuando se le formula una pregunta
    comunica mucho más que sus palabras al contestarla. Cada profesional debe desarrollar sus
    propias tácticas para no revelar, ni siquiera mediante un cambio significativo de expresión, los
    secretos profesionales      que le hayan sido confiados.
   La cuarta obligación que tiene un profesional, con referencia al secreto profesional, es restituir por
    los daños ocasionados con su falta de discreción. Tal como se ha notado anteriormente,
    información confidencial es una forma de propiedad privada. Si una persona quita injustamente a
    otra su propiedad, tiene la obligación moral de restituir por el daño que ha ocasionado. Lo mismo
    puede decirse en el caso del secreto profesional: dentro de lo posible, existe la obligación de
    restituir por los daños ocasionados por la indiscreción.
EL SECRETO PROFESIONAL: UN PUNTO CLAVE EN EL CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL
     APROBADO POR EL IX CONGRESO NACIONAL DE CONTADORES PÚBLICOS DEL
     PERÚ.
En el Código de Etica Profesional aprobado por el IX Congreso Nacional de Contadores Públicos del
Perú, se reconoce en tres artículos la obligación de guardar el secreto profesional:
Art. 12   El Contador Público tiene obligación de guardar el secreto profesional y de no revelar por
          ningún motivo los hechos, datos o circunstancias de los que tenga conocimiento en el
          ejercicio de su profesión; excepto por las informaciones que obligan las disposiciones
          legales.
Art. 13   Ningún Contador Público podrá beneficiarse haciendo uso de la información que obtenga en
          el ejercicio de la profesión, ni podrá tampoco comunicar dicha información a otras personas
          con Intenciones que aprovechen en igual sentido.




                                                   22
Art. 14   El Contador Público podrá consultar o cambiar impresiones con otros colegas en cuestiones
          de criterio o de doctrina, pero nunca deberá proporcionar datos que identifiquen a las
          personas o negocios de que se trate, a menos que sea con consentimiento de los
          interesados.
En estos artículos se ve un reflejo de algunos de los deberes morales mencionados en el acápite
anterior. Sobre todo, se ve que los contadores públicos reconocen que sería faltar a la ética
“beneficiarse haciendo uso de la información que obtenga en el ejercicio de la profesión”; y que
también reconocen que sería una falta “comunicar dicha información a otras personas con intenciones
que aprovechen en igual sentido”.
CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE ES MORALMENTE ACEPTABLE REVELAR EL CONTENIDO
     DE UN SECRETO PROFESIONAL
Existen algunas circunstancias en las que es moralmente aceptable que un profesional revele un
secreto profesional. Si la persona que tiene el derecho de exigir que se guarde un determinado
secreto dice que esta información puede ser revelada a determinadas personas, o al público en
general, se puede actuar conforme con este permiso. o, si de alguna forma un secreto llega a ser de
dominio público, deja de ser un secreto y por lo tanto un profesional podría hablar de ello. Sin
embargo, no es aconsejable que lo haga porque los que le escuchan pueden pensar que el haya sido
la persona indiscreta que diera a conocer el secreto.
Cuando existe un serio peligro para el bien común si se respeta un secreto profesional, el contenido
de este secreto debe ser revelado, en forma discreta, a una persona que tenga la autoridad de evitar
que se produzca este daño. Por ejemplo, si un químico descubre que la fórmula de una medicina que
su empresa produce puede causar cáncer en los pacientes, debe hacer todo lo posible.




                                                23
PRINCIPIOS MORALES Y PROPIEDAD PRIVADA
En nuestra sociedad actual, existen tres grandes corrientes ideológicas que han hecho sentir su
presencia en la discusión de los derechos inherentes a la propiedad privada. Estas tres corrientes
son: El pensamiento liberal clásico; el pensamiento marxista; y el pensamiento social de la Iglesia
Católica. Un análisis completo de estas tres grandes líneas de pensamiento desborda los límites de
este capítulo. Sin embargo, a continuación se hará una presentación de algunas de sus afirmaciones
principales con referencia a la propiedad privada de los medios de producción, con la finalidad de
ayudar a los lectores a formar su propia conciencia moral con respeto a un tema que es de mucha
importancia en el momento actual.
ALGUNOS PLANTEAMIENTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO LIBERAL CLÁSICO SOBRE
    LA PROPIEDAD PRIVADA
Cualquier pensamiento social que reflexione en torno a los derechos inherentes a la propiedad
privada parte de una respuesta a la pregunta: “¿Qué es el hombre?”. Según el pensamiento liberal,
en su forma más clásica, el hombre es sobre todo un individuo que debe realizarse a través del libre
ejercicio de sus derechos en la sociedad. Para poder realizarse como la persona individual que es,
debe tener como propiedad privada lo que necesita en su vida diaria: vivienda, ropa comida, etc.
Pero también tiene el derecho de ser propietario de propiedad privada productiva que puede tener
diversas formas: una fábrica, una empresa comercial, o una hacienda. Según este pensamiento, una
persona que es dueño de cualquier forma de propiedad privada tiene tres derechos: usarla como
mejor le parezca, siempre y cuando no interfiera con los legítimos derechos de los demás; gozar de lo
que esta propiedad produce; y destruirla o pasarla a otras personas según mejor le convenga.
Si bien es cierto que hay diferentes tendencias dentro del pensamiento liberal actual, el liberalismo
clásico, que es su fuente común, considera que el derecho a la propiedad privada es un derecho
“absoluto y sagrado”. El respeto de la propiedad privada es la piedra angular de la convivencia en
sociedad y como tal, tiene más importancia que la gran mayoría de los otros derechos. El Estado no
debe interferir con el libre ejercicio del derecho a la propiedad privada. Uno de sus papeles
principales es garantizar que se respeten estos derechos. Se supone que la sociedad ofrece a
cualquier persona la posibilidad de ahorrar y usar sus ahorros para convertirse en propietario si así lo
desea. Si una persona no tiene propiedad privada, será porque él, o sus antepasados, no supieron
ahorrar o no quisieron convertirse en propietarios.
Con el correr de los años el pensamiento liberal clásico ha perdido algo de su vigor. Sin embargo, en
la actualidad se escuchan con frecuencia algunas ideas liberales muy marcadas frente al tema de la
propiedad privada de los medios de producción. Se ve un reflejo de estas actitudes en afirmaciones
tales como:
   “Los obreros no tienen ningún derecho a participar en las utilidades de mi empresa. A cambio de
    su trabajo les doy un salario. Cumplo con pagar lo que exige le ley. Las utilidades corresponden
    exclusivamente a los dueños de la empresa”.
   “¿Reforma agraria? Eso sí es inmoral. Además, es comunista. El Estado no tiene ningún
    derecho a tocar la propiedad privada de los ciudadanos”.
   “Si me conviene enviar mis utilidades a una cuenta bancaria en Miami, puedo hacerlo. Es asunto
    mío. El Estado no tiene ningún derecho de controlar la salida de mí dinero del país”.
   “¡Es el colmo! La Municipalidad quiere expropiar mi casa para poder ampliar la vía expresa. Esta
    casa es mía y ellos no tienen ningún derecho de quitármela, aun pagándome un precio justo. La
    casa es mía. Sí la quiero vender, la vendo. Si no, que me dejen en paz”.
ALGUNOS PLANTEAMIENTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO MARXISTA SOBRE LA
    PROPIEDAD PRIVADA
Al hablar del pensamiento Marxista acerca del tema de la propiedad privada, es importante tener
presente que no todos los que se consideran marxistas aceptan en su totalidad la teoría de propiedad
propuesta por Carlos MARX. Contrario a lo que muchos creen, incluso algunos que se llaman
marxistas, Carlos MARX no rechaza totalmente el concepto de propiedad privada. Para él, el hombre
es sobre todo miembro de una sociedad dentro de la cual nace y se desarrolla para lograr su
felicidad. Para que el hombre pueda ser feliz, según MARX es necesario construir una sociedad en la
cual todos sean realmente iguales. La propiedad debe distribuirse de tal forma que se apoye la
creación de una sociedad en que todos sean realmente iguales. El régimen de propiedad vigente



                                                  24
debe favorecer la creación de este tipo de sociedad; no debe ser un obstáculo para la verdadera
igualdad entre todos los hombres.
En su análisis, MARX distingue entre dos formas de propiedad privada: “propiedad privada general” y
“propiedad burguesa”. Usa el término “propiedad privada general” para referirse a los bienes de
consumo que el hombre necesita para vivir. Estos bienes incluyen vivienda, comida, ropa, etc.
Según MARX, el hombre debe poseer estas cosas como suyas. Es decir, todos los hombres tienen el
derecho de poseer la “propiedad privada general” que necesitan para poder vivir una vida digna. Pero
lo que MARX no acepta es la “propiedad burguesa” que es el término que él usa para referirse a los
medios de producción. Estos medios de producción incluyen: tierras y lo que la tierra produce,
fábricas y empresas en general. La razón por la cual MARX rechaza la idea de que los bienes
productivos puedan estar en manos de personas particulares es la conclusión a que llega en su
análisis de los efectos negativos de la revolución industrial en la gran mayoría de los ciudadanos.
MARX concluye que la historia enseña que cuando se dejan los medios de producción en manos de
personas particulares, éstas siempre actúan en forma egoísta, explotan la miseria de las grandes
mayorías, y se aprovechan de lo que él llama la “plusvalía”; o sea, las utilidades que el dueño se lleva
sin haber tenido que trabajar y gracias a haber pagado salarios miserables a sus obreros. Para
asegurar que todos reciban lo que les corresponde por justicia, no queda otra alternativa, por lo
menos a corto plazo, que encargar al Estado el manejo de los bienes de producción (la “propiedad
burguesa”) a favor de todos los ciudadanos.
Si bien es cierto que en el momento actual el marxismo es cuestionado seriamente en diferentes
partes del mundo, sigue influyendo en el pensamiento social de muchas personas. Algunos
comentarios que manifiestan su presencia son:
   “¿Utilidades? ¡A quién se le ocurre! Si los ricos quieren llevarse algo de dinero, ¡Que trabajen
    para ganárselo!”
   “Los burgueses tienen la culpa de todo. Si no fuera por ellos, todos podremos vivir mejor”.
   “La única solución a la crisis económica que vivimos es la lucha de clases. ¡Las grandes mayorías
    en el país tienen que enfrentarse con sus explotadores! ¡Viva la lucha de clases!”
LA NATURALEZA DE LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA CATÓLICA ACERCA DE LA
    PROPIEDAD PRIVADA
A lo largo de los últimos cien años, la Iglesia Católica ha desarrollado su doctrina social como una
crítica constructiva de estas dos grandes líneas de pensamiento social, a la luz de valores
evangélicos. A partir de la encíclica “Rerum Novarum” del Papa León Xlll en 1891, los Papas han ido
desarrollando un mensaje social que no pretende ser un tercer camino socio–económico, sino un
aporte al proceso de la integración de valores y principios morales cristianos en el pensamiento social
de nuestros tiempos. Pero antes de examinar algo del contenido de esta doctrina o enseñanza social,
conviene tener presente su naturaleza. De lo contrario, se corre el riesgo de interpretar los
documentos mediante los cuales se expresa la doctrina social de la Iglesia fuera de contexto,
distorsionando así su verdadero mensaje.
En primer lugar, en su doctrina social la Iglesia Católica enuncia principios morales que siempre
deben ser respetados. Estos principios nunca pierden su vigencia. Cuando el Papa León Xlll afirma
en "Rerum Novarum' (1891) que el hombre tiene el derecho de poseer propiedad de uso personal y
propiedad productiva, enuncia un principio que siempre será válido. Lo mismo puede decirse cuando
afirma que la propiedad privada tiene inherente una función social. Esta afirmación también es un
principio que siempre debe ser respetado en cualquier régimen de propiedad y en cualquier sociedad.
Pero al enunciar estos principios, el Papa no opta necesariamente a favor de ningún sistema socio–
político. Simplemente enuncia dos principios que cualquier sistema socio–político debe respetar al
establecer su régimen de propiedad.
En segundo lugar, para orientar mejor a los fieles, los Papas expresan en sus documentos sociales
algunos juicios prácticos acerca de lo que es o no conveniente en determinados momentos de la
historia para hacer respetar estos principios. En algunos momentos critican con dureza algunos
elementos del pensamiento Marxista; y en otros, critican con la misma fuerza y vigor algunos
elementos del pensamiento liberal clásico. Para comprender la llamada doctrina social de la Iglesia,
es necesario distinguir claramente entre los principios morales enunciados y ¡os juicios prácticos
formulados dentro de un determinado contexto. Los principios no cambian ni cambiarán. Pero los
juicios prácticos necesariamente tienen que cambiar según los tiempos. En un momento determinado




                                                  25
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  • 1. Material seleccionado del libro del Dr. Eduardo SCHMIDT : Ética y Negocios para América Latina (Perú, Universidad del Pacífico, 1995). Material exclusivamente con fines docentes de la cátedra y mientras no se disponga del texto en la Librería de la Universidad. Cualquier requerimiento, dirigirse directamente al autor. 1
  • 2. LA OBJETIVIDAD MORAL Y LA FORMULACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES Toda idea bien conceptualizada es la pequeña llama que inicia e ilumina una investigación... INTRODUCCIÓN En el primer capítulo se pudo apreciar que diferentes personas prefieren definir “lo ético” en diferentes términos. Son muchos los que reconocen que la mayoría de estas maneras de definir “lo ético tienden a ser subjetivas. Esto es obvio en el caso de la respuesta “lo que está de acuerdo con mis sentimientos de justicia”. Al notar este peligro de ser demasiado subjetivos, se ha definido lo ético en el Mundo de los negocios como “ una conducta conforme con lo que es la persona humana y conforme con los derechos y las obligaciones de todas las personas afectadas por esta conducta”. Esta definición descriptiva de lo “ético” implica que por el hecho de ser una persona humana, el hombre tiene ciertos derechos y obligaciones que deben ser respetados y asumidos si desea ser realmente feliz y alcanzar el fin por el cual ha sido creado. En el presente capítulo se hará el intento de indicar un camino por el cual es posible percibir en algún grado las exigencias de una moralidad objetiva en el ejercicio de la profesión; es decir, las exigencias de una moralidad o ética basada en la misma naturaleza del hombre y en su finalidad como persona. LA PERCEPCIÓN DE VALORES MORALES OBJETIVOS, BASADOS EN LA RESPUESTA MÁS ADECUADA POSIBLE A LA PREGUNTA: “¿QUÉ ES EL HOMBRE?” En la medida que se descubre lo que el hombre realmente es, como persona humana, será posible describir lo que los hombres deben hacer o no para ser felices y alcanzar su fin en esta vida. Por eso, en términos filosóficos, la pregunta clave que habrá que contestar para fundamentar la existencia de una moralidad objetiva, es la siguiente: “¿Qué es el hombre?”. Si bien es cierto que esta pregunta está formulada en términos filosóficos, para contestarla hace falta el aporte de todas las áreas del conocimiento humano: la filosofía; la sociología; la sicología; y las otras ciencias humanas. Para una persona que es creyente en Dios, también hace falta la teología con una reflexión acerca de lo que Dios ha dicho en respuesta a esta pregunta. Cada ciencia humana completa lo que las otras ciencias descubren acerca de la realidad del hombre. Pero cada una tiene su propia metodología y sus propios límites que deben ser respetados. Por ejemplo, el físico puede descubrir mucho acerca de la estructura de un cristal de sal al examinarlo bajo un microscopio. Pero para descubrir su fórmula química, hace falta el trabajo del químico quién la disuelven en una solución en un tubo de ensayo. De la misma manera, la Revelación Divina y las diversas ciencias y modos humanos del saber apuntan datos que son complementarios acerca de lo que es el hombre. En una reflexión bien llevada, que se respeten los diferentes modos del saber, cada uno con su propia metodología y sus propios límites, no deben existir contradicciones al contestar a la pregunta “¿qué es el hombre?”. La razón es que se está analizando la misma realidad objetiva: el hombre. Si surgen aparentes contradicciones se pone en evidencia que ha fallado una de dos cosas: la metodología de reflexión utilizada en algunas de las ciencias humanas o el modo de entender la Revelación Divina. Ofrecer una respuesta completa a esta pregunta acerca de la naturaleza del hombre desborda los límites de estos apuntes. Para los fines de este curso, es suficiente notar que los juicios prácticos que se presentarán acerca de lo que es ético, y por lo tanto lo que son las exigencias de una moralidad objetiva, serán expuestos desde la óptica de la tradición judeo–cristiana. Según esta tradición, el hombre ha sido creado por Dios. Dios le ama profundamente. El ,hombre logra su verdadera felicidad mediante una entrega de amor a Dios y a los demás hombres. A lo largo de su vida debe crecer en amor, de tal forma que esté en condiciones de poder compartir una vida de amor con Dios por toda la eternidad. El hombre debe ordenar su vida en función de este su fin último. Es cierto que esta visión del hombre y de la moralidad objetiva es propia de las personas que comparten esta tradición. Sin embargo, es interesante notar que en el contexto de un curso de ética diseñado para los profesionales en las ciencias económicas y administrativas, casi todas las personas que declaran ateos ,o agnósticos aceptan el contenido que ofrece esta tradición porque refleja valores muy profundos sobre los cuales hay casi un acuerdo unánime en nuestro medio. Lo curioso es que a veces algunos alumnos que se consideran muy católicos no se sienten muy a gusto al escuchar lo que se dice sobre algunos temas. Su incomodidad se debe al hecho de que a veces en su búsqueda de apoyo por parte de la Iglesia para posiciones suyas ya tomadas, tales personas han recibido información parcializada o tomada fuera de contexto referente a la llamada “doctrina social” de la 2
  • 3. Iglesia. Habiendo aceptado esta información como si fuere “palabra de Dios”, creen que la Iglesia Católica afirma algo que en realidad no predica. Les cuesta aceptar que su interpretación de la enseñanza social de la Iglesia no es muy exacta. A pesar de todo, suele haber un acuerdo casi unánime entre los participantes acerca de los valores humanos básicos que un buen profesional en las ciencias económicas y administrativas debe respetar en el ejercicio de su profesión. La presentación de la moralidad objetiva bajo una óptica judeo – cristiana, no suele crear mayores problemas para los participantes en el curso porque en el fondo se está presentando una realidad que no depende de estas tradiciones para su validez a nivel de valores humanos. EL CÓDIGO OBJETIVO DE LA MORALIDAD. Aveces se habla de la existencia de un “código objetivo de la moralidad”. Este término no describe algún documento en que se haya laborado un código de comportamiento humano. Más bien describe el conjunto de conclusiones acerca de lo que el hombre debería o no hacer, precisamente por ser lo que es. Es decir, al contestar de la forma más adecuada posible a la pregunta “¿qué es el hombre?”, se podría sacar posteriormente conclusiones acerca de lo que el hombre debería o no hacer para ser realmente feliz y lograr su fin último. Si una persona sabe qué cosa es un automóvil de una marca determinada, sabe que necesariamente tiene que hacer algunas cosas para conservar en buen estado y evitar otras cosas que lo puedan malograr. Pasa lo mismo en el caso del hombre. Una vez que sabemos qué es, podemos comenzar a sacar conclusiones acerca de lo que por lógica debería o no hacer en sus relaciones con los demás y más específicamente, en sus relaciones con otras personas en el ejercicio de sus profesiones. Factores que limitan nuestra capacidad de percibir las exigencias del código objetivo de moralidad. Una cosa es afirmar que existe la objetividad moral; otra es hablar de la capacidad que tenga una persona, o un grupo de personas, de percibir sus exigencias. El que una persona no pueda percibir el color rojo no cambia el hecho de que la rosa que tenga adelante realmente sea roja. La rosa es roja; pero ella no la percibe como tal porque adolece de un problema de la vista. De la misma manera, las diferentes personas y grupos de personas pueden tener una capacidad limitada de percibir algunas exigencias objetivas de la moralidad. En cada cultura hay algunos valores que no suelen ser expresados o respetados en forma adecuada por ejemplo: en una sociedad marcada por una organización socialista extrema que se supone que el estado debe ser el dueño de todo, difícilmente se percibirá como un valor el derecho a la propiedad privada. Y en una sociedad que aprecia mucho el valor del individuo es posible que no se perciba como valor el tener que sacrificar lo suyo en favor del bien común. En cada sociedad se puede hablar de valores objetivos que suelen ser percibidos; otros que se perciben de forma distorsionada; y otros que pasan desapercibidos. En nuestra sociedad felizmente hay muchos valores, tales como la honradez, que suelen ser bien percibidos. Pero lamentablemente se perciben otros valores, tales como la amistad, en forma distorsionada. En nuestro medio se supone que un profesional debe hacer casi cualquier cosa, por irregular que sea, cuando un verdadero amigo precisa de este tipo de ayuda. Para eso están los amigos. Por último un ejemplo de un valor que no suele ser percibido en nuestro medio es la obligación moral de no revelar secretos profesionales. Lamentablemente el secreto profesional en nuestro medio es algo tan confidencial que la persona solo lo revelaría a sus mejores amigos, etc. ¡Casi nadie percibe como sagrado el deber de callarse la boca en determinadas circunstancias!. Durante el desarrollo de este curso se invitará a los participantes a reflexionar en torno a los valores morales que han asimilado como importantes para el ejercicio de su profesión. Tendrán así la oportunidad de cuestionarse a la luz del marco teórico presentado en estos apuntes y en las clases. Podrán de ese modo fortalecer su propio código personal con miras a su futuro desempeño como profesional. LA POSIBLE DISTINCIÓN ENTRE “ÉTICA” Y “MORAL” PROFESIONAL. En nuestro medio profesional se suele usar las palabras “ética” y “moral” como si fueran intercambiables. Sin embargo, sería más preciso hacer una distinción entre estos dos términos:  La ética es el estudio de las razones filosóficas por las cuales las personas deben comportarse de tal o cual manera en el ejercicio de su profesión. Es algo teórico y examina por qué se debe actuar de tal o cual manera: Intenta contestar a la siguiente pregunta: ¿Por qué se debe hacer tal o cual cosa en el ejercicio de la profesión? 3
  • 4. La moral es el estudio de lo que las personas deben hacer en una sociedad determinada como consecuencia de la “ética”. Es algo práctico y se preocupa por saber cómo el profesional debería actuar. Intenta contestar a la siguiente pregunta: A la luz de la ética, ¿Qué es lo que se debería hacer? Esta distinción subraya la necesidad de insistir tanto en el POR QUE como en el QUE cuando se quiere determinar lo que un buen profesional debería o no hacer. Estas dos dimensiones deben ser parte del proceso mediante el cual un profesional incorpora valores morales conscientemente en la toma de decisiones. En la práctica, los profesionales no distinguen entre la “ética” y la “moral”. La mayoría de ellos usan estas dos palabras indistintamente para indicar lo que consideran como “correcto” en una situación determinada. Su forma de hacer juicios morales no suele ser reflexiva sino prereflexiva y está basada en buena medida en lo que ellos mismos identifican como sus sentimientos de justicia. Frente a cualquier dilema moral, la gran mayoría de los profesionales no distinguen conscientemente entre el QUE y el POR QUE. Por lo tanto, la distinción entre la “ética” y la “moral” no pasa de ser para ellos una distinción de razón sin mayor importancia. Es cierto que sería más preciso mantener a lo largo de este curso una clara distinción entre estos dos conceptos: La “ética” y la “moral”. Sin embargo, teniendo presente la forma en que los alumnos suelen hacer sus juicios morales, no es necesario insistir en esta distinción. Con el fin de el curso cuando usan las dos palabras indistintamente. Pero habrá que recordar en tales discusiones que cualquier problema moral debe ser resuelto no en base a sus intuiciones prereflexivas sino en base a principios morales que expresan un contenido tomado propiamente de la “ética” en el sentido estricto de esta palabra. Es decir, habrá que insistir que cuando los alumnos usan cualquiera de estas dos palabras, “ética” o “moral”, dirigen su atención no sólo a lo que se debería hacer (UN ”QUE”) sino también a los “PORQUE” o las razones que fundamentan este modo de proceder. LO QUE SE ENTIENDE POR “VALOR” Y POR “PRINCIPIO” MORAL Muchas veces las personas que forman sus juicios morales por intuición reflejan buenos valores morales a pesar de no poder justificar su parecer mediante la formulación de principios morales. Muchas veces sus juicios reflejan valores morales que son muy sanos; sin embargo, si se les pregunta por qué opinan así, difícilmente pueden dar razón. Más bien, responden con una frase como: “me sentiría mal si no lo hiciera así”. ¿Qué es lo que ocurre en tales casos?. Se puede entender este fenómeno con mayor claridad a partir de la distinción que existe entre un “valor” moral y un “principio” moral.  Un valor moral es un concepto que indica algún objeto apreciado como bueno, valioso, o deseable. (1) Un principio moral es una norma de comportamiento que una persona debe respetar si desea actuar conforme a las exigencias de determinados valores morales. Las personas que formulen sus juicios morales de una forma prereflexiva manifiestan que han asimilado ciertos valores morales, muchos de los cuales son objetivamente buenos; sin embargo, por no haber tenido la oportunidad de desarrollar su capacidad de formular principios morales en forma reflexiva, difícilmente pueden dar razón de ellos; por lo tanto, se encuentran en apuros cuando otras personas cuestionan sus juicios acerca de lo que es o no es correcto en el ejercicio de la profesión. El paso de una moralidad prereflexiva en el ejercicio de la profesión a una moralidad reflexiva supone la adquisición de una creciente capacidad de formular principios morales. Al pasar de una moralidad prereflexiva a una moralidad reflexiva, un profesional fortalece su código personal de ética. Tal como se ha visto en el primer capítulo, un buen código personal de ética es la razón principal por la cual las personas respetan la ética profesional. Por este motivo, durante este curso de ética o moral profesional se hará lo posible por ayudar a los participantes a desarrollar su capacidad de formular buenos principios morales para el ejercicio de su profesión. LA DISTINCIÓN ENTRE VALORES MORALES Y JUICIOS PRÁCTICOS ACERCA DE LOS MEDIOS NECESARIOS PARA PROTEGER Y DEFENDER ESTOS VALORES Al afirmar la existencia de valores morales objetivos, es importante distinguir entre estos, que tienen carácter permanente, y los juicios prácticos que cada uno puede y debe hacer por lo que se refiere a los medios convenientes o necesarios para proteger y defender determinados valores objetivos. Estos juicios prácticos necesariamente cambiarán según los tiempos y las circunstancias. Dos 4
  • 5. personas que comparten los mismos valores morales pueden estar en desacuerdo acerca de los medios que se deben usar para defender los mismos valores. Por ejemplo, dos economistas pueden aceptar por principio que cualquier trabajador que realiza su trabajo a conciencia debe recibir por lo menos una remuneración que le permitiera cubrir el costo de sus necesidades básicas. Sin embargo, puede ser que estén en total desacuerdo acerca de las medidas económicas que el gobierno debería tomar para lograr este fin. Esto explica por ejemplo cómo un economista de tendencia liberal y otro de tendencia de izquierda pueden compartir los mismos valores morales; incluso, los dos pueden considerarse 'muy católicos' a pesar de las diferencias que existen en sus juicios prácticos acerca de los medios que creen convenientes para enfrentar determinados problemas económicos, siempre y cuando compartan su respeto por los mismos valores morales cristianos. LA FORMULACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES OBJETIVOS EN NUESTRAS PROPIAS PALABRAS. Para crecer en su capacidad de Integrar principios morales objetivos en la toma de decisiones, cualquier profesional necesita desarrollar un conjunto de principios morales objetivos. No se trata de memorizar una lista de tales principios. Más bien, se trata de involucrarse en un proceso en el que al darse cuenta de quién es, como persona humana, y las exigencias de una moralidad objetiva, logra expresar a nivel de principios los valores que acepta como objetivamente válidos. En este curso se pretende ayudar a los participantes a desarrollar principios morales que tengan las siguientes características:  Que sea expresión de lo que es necesario para salvaguardar valores morales objetivos. Es decir que reflejen las exigencias de un código objetivo de moralidad.  Que sean universalmente válidos. Cualquier principio moral debe ser categórico; es decir, no debe admitir excepciones. Si se prevén posibles excepciones, éstas deben mencionarse en la misma formulación del principio.  Que sean expresado en términos positivos. Desde el punto de vista de la motivación psicológica, para actuar con buena ética en el ejercicio de la profesión, es preferible enfocar los deberes positivos en vez de hacer una lista de todas las cosas que, por principio, una persona no debería hacer. Sin embargo, eso no excluye la posibilidad de expresar algunos principios en forma negativa. Lo importante es que al formular los principios morales se busque un enfoque positivo en la medida de lo posible.  Que sean expresados con sus propias palabras. Los principios morales influyen en el comportamiento de un profesional en la medida que los asimila y los hace suyos; es decir, en la medida en que los acepta como útiles para dar sentido a su vida mediante el ejercicio de su profesión. Poco le vale memorizar una lista de tales principios para fuego aplicarlos como si se tratara de la legislación laboral vigente en el país. Los principios morales de un profesional deben ser expresión de los valores morales más profundos por los que haya tenido que luchar para expresarles en sus propias palabras.  Que sea breve y coherente. Como veremos en el siguiente capítulo, la formulación de principios morales objetivos es un paso importante en la metodología de análisis de casos que utilizaremos en las discusiones en clase y en los trabajos prácticos asignados a lo largo de este curso. PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN: LA MORALIDAD OBJETIVA 1. ¿Que entienden ustedes por moralidad objetiva? 2. ¿Cómo se puede compatibilizar la idea de moralidad objetiva con el hecho de que las cosas cambian con el correr del tiempo? 3. Con referencia a su futuro trabajo como profesionales, ¿Cómo se podría saber cuáles son las exigencias de la moralidad objetiva? 4. Propongan tres cosas que creen que son exigencias de la moralidad objetiva en el ejercicio de su futura profesión (una específicamente para economistas, otra para administradores, y otra para contadores). 5
  • 6. UN CAMINO HACIA LA INTEGRACION DE VALORES Y PRINCIPIOS MORALES EN LA TOMA DE DECISIONES En estas páginas se presenta un resumen de la metodología de análisis de casos que el profesor explicará con mayor detalle en clase. La asistencia de los alumnos a esta clase es de suma importancia para poder entender cómo hacer los trabajos prácticos que serán asignados a lo largo del curso. PRIMER PASO: LA FORMULACIÓN DE INTERROGANTES MORALES QUE EL CASO PLANTEA. En este primer paso se pretende desarrollar en los alumnos su capacidad de darse cuenta de las dimensiones éticas o morales de los diferentes problemas que pueden encontrar en el ejercicio de su profesión. Al analizar por escrito su trabajo, el alumno debe identificar cada interrogante moral con una letra mayúscula. Por ejemplo: A) ¿Sería moralmente aceptable pagar la coima en este caso? Los interrogantes morales son preguntas abiertas que tendrán que ser contestadas a la luz del conjunto de principios morales a desarrollarse en el tercer paso. SEGUNDO PASO: IDENTIFICACIÓN DE LOS VALORES MORALES QUE DEBEN SER RESPETADOS AL RESOLVER EL CASO. Tal como se ha indicado en el tema anterior, un valor moral es un concepto que indica algún objeto apreciado como bueno, valioso, o deseable. En este segundo paso se trata de identificar los valores que deben ser respetados al resolver el caso. Es un paso breve que da lugar a la formulación de principios morales en el paso siguiente. TERCER PASO: LA ELABORACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES OBJETIVOS QUE DEBEN SER RESPETADOS AL SOLUCIONAR EL CASO. Se identifica cada principio con un número. Al fina¡ de cada uno, se debe indicar la letra o las letras de los interrogantes que se podrían contestar a la luz del principio elaborado. Por ejemplo: (A) (B). Es necesario que cada interrogante tenga por lo menos un principio a la luz del cual puede ser contestado. Pero eso no quiere decir que necesariamente habrá el mismo número de principios como de interrogantes morales porque es posible que un mismo principio puede dar respuesta a más de un interrogante. Los principios morales deben tener las características mencionadas en el capítulo anterior. CUARTO PASO: LA APLICACIÓN DE PRINCIPIOS MORALES, OBJETIVOS Y OTROS CRITERIOS PROFESIONALES PARA ANALIZAR V SOLUCIONAR EL CASO. En este cuarto paso se debe analizar el caso y explicar cómo se podría solucionar a la luz de los principios elaborados en el tercer paso y otros criterios profesionales. El estilo de redacción en este cuarto paso es libre. Sin embargo, se debe hacer referencia tanto a los principios desarrollados como a los interrogantes identificados. No existe una solución única para ningún caso a la que se supone que todos los alumnos deberían llegar porque la solución de un caso depende no sólo de buenos principios morales, sino también de juicios prácticos acerca de la mejor manera de hacer respetar estos principios. Tal como se ha indicado en el capítulo anterior, estos juicios prácticos siempre serán discutibles por motivos que poco o nada tienen que ver con buenos principios morales. Salvo que el profesor haga alguna indicación en contra, se entiende que los alumnos deben desarrollar sus trabajos en forma independiente, sin leer el trabajo de sus compañeros. Se puede discutir los casos antes de desarrollarlos. Pero cada persona debería realizar su propio trabajo. 6
  • 7. LA PROFESION COMO UNA VOCACION DE SERVICIO LA OPCIÓN FUNDAMENTAL: FUENTE DE LOS VALORES Y LOS PRINCIPIOS QUE LA PERSONA ACEPTA COMO IMPORTANTES PARA DAR SENTIDO A SU VIDA. Desde los primeros años de su vida, cada persona va asimilando, consciente e inconscientemente, una serie de valores éticos y morales. En su infancia y su juventud este proceso suele ser inconsciente y acrítico. Al madurar, cada persona suele tomar una postura más consciente frente a la vida. Escoge aceptar determinados valores y deja de lado otros. A lo largo de los años, establece una jerarquía o escala de valores que es la base de su personalidad moral. Este conjunto de valores constituye lo que se suele llamar la opción fundamental de la persona. Todo lo que pasa en su vida tiene sentido en la medida en que responde a los deseos que brotan de su opción fundamental. Toda persona que ha alcanzado el uso de la razón tiene una opción fundamental. Sin embargo, en nuestra sociedad son relativamente pocas las que actúan en base a principios morales claramente formulados a nivel intelectual. En el ejercicio de su profesión en las ciencias económicas y administrativas, la mayoría de las personas dependen más bien de sus Intuiciones para determinar lo que está bien o lo que está mal. Han hecho suyos muchos valores, y por lo tamo tienen una opción fundamental. Pero por lo general, cuando se trata de determinar si se debe o no hacer algo en el ejercicio de su profesión, sus valores se manifiestan como intuiciones y no mediante la elaboración de principios morales. Si la opción fundamental de una persona es sana, la mayoría de sus intuiciones morales son buenas a pesar de que difícilmente puede explicarlas a nivel intelectual. En tales personas, la opción fundamental se manifiesta como el motor afectivo de su vida. Empujadas por sus sentimientos más profundos, eligen lo que creen que les va a hacer felices en la vida. En la medida que una persona siente la necesidad de dar razón de sus juicios morales, surge la necesidad de expresar sus valores mediante la formulación de principios morales. Desea actuar reflexivamente en base a principios que ha hecho suyos. De esta manera, pasa de una moralidad pre–reflexiva, basada en sus intuiciones, a una moralidad reflexiva, basada más bien en sus principios morales. Este proceso de transición de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva suele ser un proceso gradual. Algunas personas nunca sienten la necesidad de lograrla; otras la sienten pero no saben cómo formular a nivel intelectual sus principios. Una de las finalidades de cualquier curso de ética o moral profesional es ayudar a las personas a aprender cómo efectuar esta transición, sobre todo con referencia al ejercicio de su profesión, lo cual les permita enriquecer su propia opción fundamental. LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE ACTOS, HÁBITOS Y LA OPCIÓN FUNDAMENTAL. La opción fundamental de una persona da lugar a la formación de ciertos hábitos o modos de actuar. Estos hábitos explican por qué una persona actúa de tal o cual manera frente a algún dilema moral que puede surgir en su vida. Si su opción fundamental es básicamente sana, suele desarrollar hábitos buenos. Es decir, suele cultivar virtudes en su trato con los demás. Pero si su opción fundamental no es sana, los hábitos que desarrolla suelen ser más bien viciosos. Una persona que ha cultivado virtudes suele actuar éticamente en el ejercicio de su profesión. En cambio, una persona que ha desarrollado una serie de vicios suele actuar contra las exigencias de la ética profesional. Por lo general, le es fácil a una persona actuar conforme a sus hábitos y su opción fundamental. Por ejemplo, una persona con una opción fundamental sana suele cultivar como virtud el no tomar lo que no le corresponde. Si se le presenta la tentación de tomar dinero de la caja de su empresa, la rechaza. Pero una persona con una opción fundamental moralmente mata suele tener el vicio de apropiarse de lo ajeno. Si se le presenta esta misma tentación, se apropia del dinero. Hay una relación recíproca entre la opción fundamental, los hábitos y los actos de una persona La opción fundamental da lugar a la formación de hábitos y se expresa mediante actos. Pero 1 acciones de una persona también influyen en sus hábitos y su opción fundamental. Cada vez que un persona actúa conforme a su opción fundamental y los hábitos que ha desarrollado, fortalece las dos cosas. Es decir, “confirma” sus hábitos y su opción fundamental. Sin embargo, por tener libertad, siempre le es posible actuar contra su opción fundamental y sus hábitos adquiridos. Por ejemplo, es posible que una persona buena, a pesar de ser buena, decida tomar dinero de la caja de su empresa. La primera vez le costará mucho tomar esta decisión porque choca contra su manera de ser. Pero la segunda vez le será más fácil, y así sucesivamente. La razón es que cuando actuamos contra nuestra opción fundamental y nuestros hábitos adquiridos, corremos el riesgo de minar y eventualmente cambiar las dos cosas. Lo mismo puede decirse en el caso de una persona que tuviera una opción fundamental 7
  • 8. moralmente mala. Por tener libertad, puede resistir a la tentación de tomar dinero que no le corresponde y así comenzar un proceso de 'conversión' de persona mala a persona buena. Se usa el término 'conversión' tanto para referirse al proceso mediante el cual se cambia una opción fundamental buena por una opción mala como para referirse al proceso contrario. 'Convertir' quiere decir 'cambiar una cosa por otra'. Nuestros actos en el ejercicio de la profesión son importantes no sólo por la moralidad de cada acto. Son aún más importantes por el impacto que tienen en nuestros hábitos y nuestra opción fundamental. En parte, la actual crisis de valores morales en e¡ mundo de los negocios se explica por el hecho de que son muchas las personas que han ido minando sus virtudes y su opción fundamental mediante una serie de acciones que en un primer momento percibían como 'malas' pero que con el tiempo ya han aceptado como 'normales' y por lo tanto 'buenas.' LA OPCIÓN FUNDAMENTAL DE LA PERSONA SE DESARROLLA CON EL CONTEXTO DE NUESTRA RELACIONES CON LOS DEMÁS. Cada persona desarrolla sus hábitos y su opción fundamental dentro de¡ contexto de sus relaciones con los demás. Por este motivo son importantes los amigos con quienes se asocia. Asimila con mucha facilidad los valores y los vicios de estas personas. Se nota esta tendencia de una manera especial en el mundo profesional. Sus compañeros de trabajo suelen jugar un papel muy importante en su comportamiento en el trabajo. La transición de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva en el ejercicio de la profesión supone que la persona tenga la capacidad de tomar una postura crítica frente a los valores de sus amigos. En nuestro medio, este proceso de tomar distancia crítica suele ser la causa de romper efectivamente con otras personas. Sin embargo, si una persona desea desarrollar su propia personalidad, basada en una opción fundamental que realmente es suya y no una copia de lo que te dicen los demás, es necesario que asuma este riesgo. LA PROFESIÓN COMO EXPRESIÓN DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL. La opción fundamental de una persona suele encontrar expresión en todas las áreas de su vida. Salvo el caso de un profesional que escoja ser amoral en el ejercicio de su profesión, la manera con que una persona realiza su trabajo es una expresión de su opción fundamental. Además, los criterios que ha usado para escoger su profesión suelen reflejar en algo su propia escala de valores. Hay dos maneras distintas de enfocar el ejercicio de una profesión. Para algunos profesionales, su profesión es simplemente la manera en que se ganan la vida. Partiendo de este supuesto, no les es tan difícil tomar decisiones contrarias a la ética profesional cuando es cuestión de ganar más dinero. En cambio, para otros profesionales su profesión es sobre todo una vocación de servicio a los miembros de la sociedad. Saben que en la medida que ofrecen un buen servicio, recibirán como recompensa lo que necesitan para satisfacer sus propias necesidades en la vida. Por lo tanto, no sienten con tanta frecuencia la tentación de faltar a la ética simplemente para poder ganar más dinero. Los profesionales que enfocan el ejercicio de su profesión corno una vocación de servicio, reconocen que tienen la obligación de contribuir de alguna manera a la satisfacción de las necesidades de bien común en la sociedad. No se sienten contentos por el mero hecho de “ganar bien”. Mediante su profesión, desean contribuir a la sociedad, lo cual les permite sentirse más realizados como personas. DEFINICIÓN DEL BIEN COMÚN. El término 'bien común' suele usarse en nuestro medio para referirse a lo que hace bien al mayor número de personas posibles. Como hemos visto anteriormente, esta manera de definir “lo ético” tiene seria, dificultades. En un intento de comprender lo que se debe entender por este término, podemos definir el bien común como “el conjunto de condiciones en la sociedad que ofrece a cada individuo la posibilidad de vivir una vida digna, gracias a sus propios esfuerzos." Cuando se habla de un “conjunto de condiciones”, se refiere a las estructuras socio–econ6micas, políticas, etc. en un país. La frase “ofrece a cada individuo” implica que se debe ofrecer a todos por igual la posibilidad de “vivir una vida digna”. Esta “vida digna” se logra cuando las personas pueden ganarse la vida “gracias a sus propios esfuerzos” Un ejemplo de algo que atenta contra el bien común en la actualidad es el problema de la falta de trabajo. Frente a este problema, el profesional en las ciencias económicas y administrativas que 8
  • 9. enfoca su profesión como una vocación de servicio, se preocupa por contribuir en la medida de sus posibilidades a la creación de puestos de trabajo, el pago de sueldos y salarios dignos, etc. En cambio, – el profesional que enfoca su profesión simplemente como la manera de ganarse le vida corre mayor riesgo de tomar decisiones para maximizar su propia ganancia a costa de los trabajadores o a costa de no crear nuevas fuentes de trabajo. Es cierto que ejercer una profesión como una vocación de servicio exige un esfuerzo especial. Sin embargo, en el momento actual, a la larga suele ser "rentable” tomar esta actitud. La razón es que por la crisis de valores morales que se vive en el país, existe cada vez mayor demanda de personas que hacen las cosas bien; y cada vez menos oferta para satisfacer esta demanda. Como dicen los economistas, cuando la demanda por un bien o servicio aumenta y su oferta disminuye, el precio de este bien o servicio sube notablemente. Por este motivo, el momento actual es una buena coyuntura para ejercer una profesión en las ciencias económicas y administrativas como una verdadera 'vocación de servicio'. Es verdad que no es éste el camino más corto para hacerse rico; pero no es menos verdad que es posible defenderse económicamente al asumir este enfoque. Cada persona es responsable por el desarrollo de su propia opción fundamental y la expresión de ella mediante el ejercicio de su profesión. Poder vivir en paz C. la sana tensión que experimenta al darse cuenta que siempre queda mucha distancia entre sus ideales como profesional y las metas concretas que puede realizar a corto plazo es signo de madurez en un profesional. Sus ideales como profesional son importantes, no porque sean realizables a corto plazo sino porque le dan dirección y orientación moral en su vida y le inspiran a seguir adelante en un camino correcto. Abandonar los ideales porque no son realizables a corto plazo es perder de vista el verdadero papel inspirador de ellos. Y exigir que estos ideales se hagan realidad en forma Inmediata es signo de inmadurez y falta de realismo en el ejercicio de la profesión. Hoy en día, más que nunca, hace falta la presencia de profesionales con una opción fundamental sana, que ven en su profesión una verdadera vocación de servicio a la sociedad. Sólo basándose en tales personas se podría hablar de la posibilidad de lograr una verdadera moralización en el mundo de los negocios en el país. 9
  • 10. LA CONCIENCIA MORAL DE LA PERSONA Al tratar el tema de la moralidad objetiva, se hizo notar que una cosa es establecer que existe tal cosa y otra es determinar hasta qué punto cada persona sea capaz de percibir sus exigencias. Esta capacidad depende de cómo cada uno haya desarrollado su conciencia moral a lo largo de su vida. Con referencia a su modo de actuar en la vida profesional, depende, además, de la manera en que la persona enfoca el ejercicio de su profesión, sea como una vocación de servicio a los demás o simplemente como la manera en que se gana la vida. DEFINICIÓN DE LA CONCIENCIA MORAL. Se puede describir la conciencia moral como la capacidad que tiene la persona de enjuiciar sus actos y los actos de los demás como moralmente buenos o malos, a la luz de los valores morales que ha hecho suyos. Su conciencia moral hace posible que una persona evalúe su propia responsabilidad moral por las cosas malas que hace y las cosas buenas que deja de hacer, existiendo la obligación moral de hacerlas. Todas las personas tienen una conciencia moral; pero no todas son capaces de dialogar reflexivamente con su conciencia. En personas que manifiestan una moralidad pre–reflexiva, su conciencia moral suele manifestarse mediante sentimientos de justicia o intuiciones acerca de lo que se debería o no hacer. En cambio, en personas que manifiestan una moralidad reflexiva, basada en principios morales claramente formulados, su conciencia moral suele manifestarse mediante un proceso racional en que la persona entra en diálogo consigo mismo. Cuando una persona no ha pasado de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva en algún área de su vida (como por ejemplo, en el ejercicio de la profesión). su conciencia moral formula juicios en este área en base a valores morales que percibe en forma global como intuiciones o sentimientos de justicia. Es decir, la persona experimenta la voz de su conciencia como una 'intuición' o un 'sentimiento' acerca de lo que debería o no hacer frente a una determinada situación. A pesar de no presentar razones claras, su conciencia formula juicios morales que son expresiones de los valores que ha asimilado a lo largo de su vida. En la medida que una persona pase de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad expresada mediante principios morales en esta área de su vida, su conciencia moral llega a ser una voz cada vez más clara al formular sus juicios de valor. FUNCIÓN Y FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA MORAL. La función de la conciencia moral es presentar a la voluntad de la persona juicios de valor moral. Por ser libre, con voluntad propia, cada persona puede aceptar o pasar por alto lo que le dice su conciencia. La formación de la conciencia moral es un proceso continuo que ocurre a lo largo de la vida. Cada vez que una persona entra en una nueva área de actividad, se enfrenta con la necesidad de formarse para formular juicios de valor más complejos. Por ejemplo, cuando un niño sale de¡ ambiente de su familia para asistir al colegio, su conciencia moral tiene que formarse para enfrentar los problemas que surgen en sus relaciones con otros años, sus maestros, etc. Y cuando una persona ingresa al mundo profesional, también precisa de mayor formación de su conciencia moral para poder enfrentar las nuevas situaciones que encuentra en su trabajo. Si el profesional cuenta con la ayuda apropiada, puede formar su conciencia moral para enfrentar estas nuevas situaciones. En cambio, si no recibe este apoyo, corre el riesgo de aceptar en forma acrítica, como normas de comportamiento, lo que se acepta como normal en su nuevo ambiente. De allí la importancia de un curso de ética o moral profesional que ayude a los actuales y futuros profesionales en las ciencias económicas y administrativas a formar su conciencia para la difícil tarea de integrar valores morales en la toma de decisiones. CUALIDADES Y ESTADOS DE LA CONCIENCIA MORAL. La conciencia moral es segura de si misma cuando no duda de un juicio moral que emite referente a un acto determinado. Cualquier persona tiene la obligación moral de seguir el parecer de su conciencia cuando ésta se presenta como segura de si misma. En cambio, la conciencia es dudosa cuando no logra percibir con claridad la moralidad de un determinado acto. La persona tiene la obligación moral de resolver su duda lo mejor que pueda, antes de actuar. 10
  • 11. Se considera que la conciencia moral de, una persona está bien formada cuando le revela correctamente la moralidad de una acción, de tal forma que su voluntad puede aceptar lo que es bueno y rechazar lo que es malo. Tal como se ha dicho anteriormente, esta revelación puede hacerse mediante sentimientos e Intuiciones o mediante principios claramente elaborados. En cambio, se considera que la conciencia moral de una persona está deformada cuando no logra percibir lo bueno como 'bueno', o lo malo como 'malo', debido a uno o más defectos en su formación. DEFORMACIONES DE LA CONCIENCIA MORAL QUE PUEDEN PRESENTARSE EN DETERMINADAS ÁREAS DE LA VIDA DE UNA PERSONA. Lo ideal sería que cada persona tuviera su conciencia moral bien formada frente a todas las áreas de su vida. Sin embargo, con frecuencia se producen deformaciones que afectan su capacidad de ver y aceptar las exigencias de la moralidad objetiva. Estas deformaciones pueden afectar todas las áreas de su vida, o pueden ser selectivas. Por ejemplo, es posible que frente a los clientes, un profesional tenga su conciencia moral bien formada con respeto a su obligación de darles valor por valor recibido. En cambio, frente a sus obreros, es posible que tenga alguna deformación que le impida ver su obligación de pagarles lo que es justo a cambio de su trabajo. A continuación se presentan algunas de las deformaciones que se dan con cierta frecuencia en nuestro medio. Puede ser que por falta de oportunidad, o por falta de interés, una persona no desarrolle oportunamente su conciencia moral: es decir, en algunas áreas de su vida se demuestra inmaduro e incluso infantil en las decisiones morales que toma. De allí el nombre de esta deformación: la conciencia inmadura o infantil. A veces esta deformación afecta los juicios morales en todas las áreas de su vida; pero con cierta frecuencia, se manifiesta en sólo algunas de ellas. Se ve un ejemplo de esta deformación en personas que, siendo mayores de edad, dependen totalmente de¡ parecer de sus padres al formular sus juicios morales en una o más áreas de su vida. A veces la persona que sufre dé esta deformación no es consciente de su situación. En tales casos no es moralmente responsable por adolecer de este defecto, siempre y cuando no sea el resultado de su propia negligencia. Pero si al darse cuenta de su inmadurez, rehusa tomar los pasos necesarios para madurar, se hace moralmente responsable por su falta de crecimiento. Cuando una persona logra darse cuenta que adolece de esta deformación de su conciencia moral, puede superar esta dificultad con relativa facilidad, siempre y cuando tenga la voluntad de dar los pasos necesarios. Una de las deformaciones más frecuentes en nuestro medio, sobre todo en el mundo profesional, es la conciencia laxa o de manga ancha. Con cierta frecuencia una persona se da cuenta que no debe hacer algo y a pesar de todo, lo hace o por lo menos desea hacerlo. Busca, entonces, alguna manera de justificarse, aunque sea sólo delante de si mismo. Usa argumentos tales como: “Todo el mundo lo hace”; “Hay muchas personas aquí que hacen cosas peores”; “¿Qué se va a hacer?”... ¡Así son las cosas!” Una persona que actúa de esta manera, intentando justificarse al actuar contra lo que le dice su conciencia, es moralmente responsable de sus actos. Sabe lo que debe hacer; pero por no querer hacerlo, intenta justificarse de alguna manera. No es fácil superar esta deformación de la conciencia moral porque es un reflejo de una escala de valores y una opción fundamental que la persona debe revisar. Sólo en la medida que acepte este cuestionamiento le será posible superar esta dificultad. La persona que padece de una conciencia voluntariamente ciega rehusa examinar la moralidad de sus actos, en una o más áreas de su vida. Cuando alguien cuestiona la moralidad de sus actos, su reacción es: “Esa pregunta, no se pregunta”. Rehusa examinar la moralidad de lo que hace o propone hacer. Se disculpa de tener que formular juicios morales en algunas áreas de su vida, alegando que todo eso es muy complicado y/o poco necesario. Al tomar sus decisiones en la vida profesional, se limita a preguntarse si tal o cual decisión va a ser efectiva para lograr sus fines. En el fondo, sabe que su modo de proceder no está bien; pero por temor a tener que cambiar muchas cosas en su vida, rehusa examinar la moralidad de sus actos. Es responsable por haberse cerrado a un cuestionamiento moral que debería enfrentar. No es nada fácil superar esta deformación de la conciencia moral porque es consecuencia de una opción fundamental y una escala de valores personales que no son muy sanos. Sólo un cambio profundo en la persona misma puede hacer posible superar esta deformación conocida como la conciencia voluntariamente ciega. En cada sociedad o cultura algunas obligaciones morales no suelen ser percibidas con facilidad. Por ejemplo, si una persona hubiera vivido en Europa en el momento de la revolución industrial, difícilmente hubiera percibido muchas obligaciones relacionadas con los derechos de los trabajadores. En el caso de nuestra sociedad actual, con frecuencia no se logra percibir la obligación moral de guardar el secreto profesional. Cuando una persona no logra ver correctamente sus obligaciones en algún área de su vida, no porque rehusa examinar la moralidad de sus actos, sino 11
  • 12. porque existen valores distorsionados en la sociedad que le rodea, adolece de una deformación de la conciencia mofa¡ que se llama la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad. La persona que sufre de esta deformación no es moralmente responsable por su situación. Sin embargo, al darse cuenta de su error, no puede seguir justificando su modo de proceder con el argumento de que 'las cosas son así... hay que actuar según ¡acostumbre establecida'. Este argumento sería típico de una conciencia laxa o de una conciencia voluntariamente ciega. Si la persona tiene una opción fundamental sana es relativamente fácil superar esta deformación, siempre y cuando desee hacerlo y se le presente la oportunidad de darse cuenta de su error. Si bien es cierto que no se da con mucha frecuencia en el mundo de los negocios, una persona puede adolecer de una deformación de su conciencia moral que es lo contrario a la conciencia laxa: esta deformación se llama la conciencia escrupulosa. La conciencia moral de una persona es escrupulosa cuando inventa o exagera obligaciones morales que en realidad no existen. La persona que adolece de esta deformación no es moralmente responsable por su condición. Al darse cuenta que es así, su obligación moral es buscar la ayuda de una persona competente y seguir lo consejos recibidos a pesar de sus escrúpulos. Con el correr del tiempo, es posible que supere esta condición. Una deformación de la conciencia que ocurre con poca frecuencia es la conciencia enfermiza. Se trata de una deformación relacionada con enfermedades mentales. No suele implicar responsabilidad moral por parte de la persona. Sólo es posible superarla con un tratamiento profesional adecuado. Una persona que adolece de una conciencia errónea percibe algo que, según la moralidad objetiva es “malo” como si fuera moralmente “bueno” o viceversa. Siempre actúa de buena fe. Es sincero en su deseo de saber lo que debería hacer. Se esfuerza al máximo de su capacidad por saber lo que es correcto. Sin embargo, no llega a una conclusión moralmente aceptable. Es importante no confundir esta deformación con la conciencia laxa ni con la conciencia cegada por valores distorsionados en la sociedad. Es decir, la conciencia errónea supone mucho más que un error de juicio moral. Sólo existe esta deformación cuando se cumplen las siguientes tres condiciones: 1. El egoísmo de la persona no está influyendo en la decisión tomada. 2. La persona ha agotado los medios a su disposición para poder saber lo que debería hacer. Normalmente, al tratarse de decisiones en el mundo profesional, esto incluye consultar con un sacerdote, profesor de ética, u otro Profesional con valores morales claros y cierta experiencia en este campo. 3. Además, la debe mantenerse abierta a la consideración de nueva información que pudiera cambiar su parecer en el futuro. Si no se mantiene abierta a esta posibilidad no es sincero en su búsqueda de la verdad y por lo tanto no adolece de una conciencia errónea. Es muy importante saber lo que es y no es la conciencia errónea porque según la opinión de Santo Tomás, la persona que de verdad adolece de esta deformación tiene la obligación moral de hacer lo que le dice su conciencia. Sin embargo, hay que notar que esto no quiere decir que cada persona debería hacer lo que mejor te parezca. Esta actitud sería más bien típica de una conciencia laxa. Por tratarse de un punto difícil de comprender y que fácilmente es mal entendido, se tratará este tema con mayor amplitud en clase. SE COMETE UNA FALTA MORAL EN EL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN CUANDO SE ACTÚA CONTRA LAS EXIGENCIAS DE LA CONCIENCIA BIEN FORMADA. Cada persona tiene la obligación moral de dejarse guiar por su conciencia bien formada en el ejercicio de su profesión. Comete una falta moral cuando actúa en forma contraria a estas exigencias. En términos generales, hay dos maneras en que puede faltar a su deber profesional al no escuchar su conciencia: cometer un acto que no debería hacer; o, dejar de hacer lo que debería hacer en función de su cargo. Cuando un profesional hace algo que no debería hacer (por ejemplo, conceder el visto bueno para un contrato a un amigo cuando debería concederlo al mejor postor), esto constituye lo que se llama una “falta cometida”. En cambio, si deja de hacer algo que por su cargo debería hacer (por ejemplo, si por flojera un ingeniero no controla bien la calidad de la producción), esto constituye lo que se llama “una falta por omisión”. Las dos cosas constituyen faltas morales en el ejercicio de su profesión. 12
  • 13. LA DISTINCIÓN ENTRE EL RESULTADO DE UN ACTO MALO Y LA CULPABILIDAD O LA RESPONSABILIDAD MORAL DE LA PERSONA QUE HIZO ESTE ACTO. Es importante distinguir entre el resultado de un acto que es contrario al deber profesional y la responsabilidad o la culpabilidad moral de la persona que realiza tal acto. La responsabilidad moral de la persona no depende del resultado de su acto sino de las siguientes cuatro factores: a) La seriedad del acto cometido u omitido. Es decir, la gravedad del acto (pensamiento, etc.) que hizo la persona. b) El conocimiento que tuvo la persona acerca de su deber moral en el momento de actuar. Es decir, hasta qué punto la persona sabía que lo que iba a hacer era malo. Para que exista algo de responsabilidad moral, es suficiente que esta conciencia haya sido una intuición. c) La intención de la persona cuando hizo el acto. ¿Qué pretendía hacer? Tener una buena intención no es una justificación válida para usar un medio moralmente malo para lograr un fin bueno. Sin embargo, en algunos casos, una buena intención puede mitigar en algo la responsabilidad moral de la persona. d) El grado de libertad con que la persona actuó. Es decir, hasta qué punto actuó libremente, por voluntad propia. A modo de ejemplo. podemos comparar la culpabilidad moral de tres choferes que han causado la muerte de un peatón en un accidente de tránsito. El primer caso es de un chofer que está manejando de noche, con el debido cuidado, por una carretera poco iluminada. De repente un hombre ebrio sale a la pista. El chofer no tiene tiempo para frenar su carro. Como resultado de este accidente, muere una persona: el hombre ebrio. En este caso el acto que hizo el chofer era manejar con el debido cuidado. Tuvo conocimiento de su deber moral y se estaba esforzando por cumplirlo. Su intención era simplemente llegar a su destino. Y usó su libertad para tratar de evitar el accidente, pero lamentablemente, no había nada que hacer. Al examinar estos cuatro factores, se ve que el chofer no tiene nada de culpa moral por la muerte del hombre ebrio. El segundo caso es de un chofer que está participando en una fiesta un domingo por la tarde. Al querer subir a su carro, sus amigos le advierten que por los tragos que ha tomado no sería conveniente que manejara porque podría causar un accidente. A pesar de esta advertencia, decide manejar su carro para llegar a su casa. En el camino sale un niño, corriendo detrás de una pelota. En circunstancias normales, el chofer hubiera podido parar su carro a tiempo. Pero por los efectos de los tragos, sus reflejos le fallan. Como resultado de este accidente, también muere una persona: un niño. En este caso el acto que hizo el chofer era manejar en estado etílico. Tuvo conocimiento de su deber moral y al decidir manejar su carro en estado etílico, no hizo caso a lo que debería hacer. su intención era llegar a su casa. Si bien es cierto que en el momento de subir a su carro no tenía pleno uso de su libertad (por estar bajo la influencia de los tragos), tuvo plena libertad en el momento tomar, sabiendo que tenía que manejar su carro para llegar a su casa. Debería de haber usado esta libertad para no tomar o para pedir de antemano a otra persona que le lleve a su casa después de la fiesta. Al examinar estos cuatro factores, se ve que la responsabilidad moral del chofer por la muerte del niño ciertamente existe; pero el grado de esta responsabilidad tendría que determinarse según el caso. El tercer caso es de un chofer que odia a su vecino porque el perro de éste ladra mucho cada noche lo cual le quita sueño. En una noche oscura este chofer está manejando su carro. Ve a su vecino caminando con su perro por la vereda. Decide que va a ver un “accidente” de tránsito y sube a la vereda con su carro. Como resultado de este accidente, muere el vecino y el perro. En este caso el acto que hizo el chofer era manejar en forma irresponsable, al subir a la vereda, poniendo en peligro la vida de una persona. Tuvo pleno conocimiento de su deber moral y decidió actuar contra este deber. Su intención era matar a su vecino y el perro. Y actuó con pleno uso de su libertad. Al examinar estos cuatro factores se ve que en este accidente el chofer tiene máxima responsabilidad moral por la muerte del vecino. En el mundo de los negocios es importante tener presente la distinción entre el resultado de un acto inmoral y la culpabilidad moral de la persona que hizo tal acto. Cualquier sanción debe aplicarse no sólo en función del resultado malo de este acto, sino teniendo presente la culpabilidad moral de la persona. 13
  • 14. Cada profesional tiene la obligación moral de seguir formando su conciencia para poder enfrentar con mayor sentido de justicia y moralidad los diferentes problemas que surgen en el ejercicio de su profesión. Esta formación continua es la base sobre la cual se puede construir para apoyar el proceso de moralización en el país. CASO DE LA AGENCIA DE VIAJES “VUELO ALTO, S.A.” La Srta. Ana. González trabaja como Alta Funcionaria en la Agencia de Viajes “VUELO ALTO, S.A.”. Esta Agencia atiende sobre todo a viajeros internacionales. Gracias a su facilidad para idiomas, Ana se encarga de arreglar los detalles de viajes para diplomáticos extranjeros que son clientes de la Agencia 14
  • 15. LA AMISTAD COMO UN VALOR EN EL MUNDO PROFESIONAL Uno de los valores que se suele percibir en forma distorsionada en nuestra sociedad es la amistad. Es cierto que la amistad es un valor, algo que debe tener importancia en nuestras vidas. También es cierto que nuestros amigos nos ayudan a dar sentido a nuestras vidas al entregarse a nosotros y al exigir de nosotros una entrega personal. Sin embargo, también es cierto que no debemos hacer cualquier cosa por un amigo aún a costa de sacrificar nuestros principios morales. Como bien se sabe, son muchas las veces que un profesional favorece en forma indebida a sus amigos en vez de defender los legítimos intereses de su empleador. En vez de conceder contratos al mejor postor, da el visto bueno a un amigo., Y en vez de contratar a una persona realmente competente para un determinado puesto, contrata al amigo o a una persona que ha sido "recomendada”. En muchos sitios, funciona el llamado “tarjetazo” para casi todo, sin respetar los principios morales. Todo eso está mal. Los profesionales que creen que tienen el deber sagrado de favorecer a sus amigos por encima de los principios morales, manifiestan una conciencia cegada por valores distorsionados en la sociedad frente al tema de la amistad. No es fácil ayudar a los profesionales a superar este tipo de problema a nivel de su conciencia moral. Sin embargo, donde hay buena voluntad y el deseo de aprender, mucho se puede hacer. Las siguientes páginas pretenden ser un aporte para las personas que realmente desean comprender el verdadero papel de la amistad en el mundo profesional y los límites de sus obligaciones frente a sus amigos. CARACTERÍSTICAS DE LA VERDADERA AMISTAD. Cuando existe una verdadera amistad, los amigos comparten un conjunto de valores que son para ellos importantes para dar sentido a sus vidas. Tal como se ha indicado al tratar el tema de la objetividad moral y la formulación de principios morales, un valor es: “Un concepto que indica algún objeto apreciado como bueno, valioso, o deseable”. Los valores pueden compartiese tanto a nivel pre–reflexivo como a nivel reflexivo. Es decir, los amigos pueden compartir sus valores mediante sentimientos compartidos o también mediante ideas y principios claros. Las personas que manifiestan una moralidad pre–reflexiva suelen expresar sus valores principalmente mediante sus sentimientos. Para tales personas, la amistad es sobre todo algo que se siente. Para que exista entre ellos una amistad, no es necesario saber si el amigo acepta o no sus principios morales. Lo importante es que su amigo sienta lo mismo frente a lo que ocurre en la vida. Una amistad con estas características es buena hasta donde llega. Sin embargo, adolece de una gran deficiencia: por ser pre–reflexiva, no suele exigir que los amigos examinen sus principios morales. Todo queda a nivel de sentimientos compartidos. Además, personas cuya moralidad es pre–reflexiva suelen aceptar en forma acrítica los valores morales de sus amigos. Cuanto más fuerte sea la amistad, más se nota esta tendencia. Las personas que manifiestan una moralidad reflexiva suelen expresar sus valores principalmente mediante sus ideas y principios morales. Para estas personas, la amistad existe cuando las personas comparten las mismas ideas y los mismos principios morales. Los sentimientos son importantes; pero mucho más importantes son los principios morales porque para estas personas, estos principios son la expresión de los valores que los amigos comparten. Cuando una persona comienza a sentir la necesidad de avanzar de una moralidad pre–reflexiva hacia una moralidad reflexiva, para poder así dar mejor sentido a su vida, muchas veces surgen roces entre el y sus amigos. Lo que produce estos roces es el hecho de que algunos de sus amigos no sientan este mismo deseo. Prefieren seguir basando su amistad en sentimientos compartidos. Pero este tipo de amistad ya no satisface a la persona que ha entrado en transición hacia una moralidad reflexiva. Lo que suele pasar en tales casos es que la persona que siente la necesidad de avanzar, necesariamente tendrá que dejar de lado a algunos de sus amigos. Si no se siente muy seguro de si mismo, le puede parecer un precio demasiado alto. Incluso, puede estancarse en su propio crecimiento como persona por no querer perder la amistad de personas que no desean avanzar. Sin embargo, al avanzar hacia una moralidad más reflexiva, como la manera de dar sentido a su vida, una persona comienza a expresar sus valores mejor a nivel de ideas y principios morales. Cuando tiene la oportunidad de expresarse a este nivel, delante de otras personas, descubre nuevos amigos. Pero ahora, su amistad se basa en ideas y principios compartidos; no se queda a nivel de sentimientos. Cuando dos o más personas se dan cuenta que comparten ideas y principios, muchas veces surgen sentimientos de amistad. Pero estos sentimientos ya no son simplemente el resultado 15
  • 16. de valores compartidos en forma pre–reflexiva. Surgen más bien de la experiencia de compartir valores a nivel intelectual. Lo que fundamenta este tipo de amistad no son los sentimientos sino los principios compartidos. Si dos personas que han sido amigos descubren en forma reflexiva que ya no comparten los mismos principios, sus sentimientos de amistad suelen disminuirse o incluso pueden desaparecer. Cualquier verdadera amistad implica un sentido de responsabilidad por el bienestar del amigo. El grado de responsabilidad depende de grado de amistad; pero en todo caso, tiene límites. En nuestro medio, la mayoría de las personas creen que esta responsabilidad va mucho más allá de lo que exige la moralidad objetiva. Por este motivo, fácilmente sacrifican sus principios morales frente a lo que sienten como una obligación sagrada de ayudar a sus amigos, sea como sea. Como es obvio, este riesgo es mucho mayor en personas cuyos valores morales se expresan sólo a nivel pre–reflexivo. Si no se logra que tales personas avancen hacia una moralidad basada en principios, no se puede superar esta visión distorsionada de la amistad. Es verdad que la amistad es un valor. Pero no es menos verdad que los principios morales de uno mismo no deben ser sacrificados en nombre de supuestas obligaciones con los amigos que en realidad no existen. LA AMISTAD EN LA SELECCIÓN DE PERSONAL. De lo dicho anteriormente, se podría llegar a una conclusión equivocada en el sentido de que la amistad nunca debería influir en la selección de personal. Para cualquier cargo, se debe escoger a una persona idónea que reúna las cualidades y las habilidades necesarias para desempeñarse bien en el puesto. No es moralmente aceptable dar a un amigo o a un recomendado un puesto para el cual no está preparado. En la selección de personal, cualquier profesional tiene la obligación moral de defender los legítimos intereses de su empresa o institución. Cuando una empresa o una institución tiene un procedimiento claramente establecido, tal como puede ser un concurso abierto, la persona encargada de la selección de personal debe regirse por las normas establecidas. Cualquier excepción tendrá que ser autorizada por la autoridad competente que a su vez tiene la obligación moral de vigilar por los legítimos intereses de la empresa o institución. Si se trata de buscar una persona para ocupar un cargo de confianza, es posible que la amistad juegue un papel en el proceso de selección. Si se supone que varios candidatos reúnen las cualidades y las habilidades necesarias para ocupar un cargo de confianza, y si se supone que sea más fácil integrar a un amigo al equipo y exigir que cumpla bien sus funciones, precisamente en nombre de la amistad, no hay inconveniente en dar algo de peso al factor “amistad”. Sin embargo, habrá que tener mucho cuidado al proceder así porque la experiencia indica que la mayoría de las veces es más difícil exigir cumplimiento de un amigo que de una persona que no goza de nuestra amistad. Lo importante es tomar la decisión que mejor favorezca los legítimos intereses de la empresa o la institución. ¿Que se puede decir acerca de la moralidad de contratar a familiares para cargos vacantes? En pequeñas empresas familiares, si un familiar realmente reúne las cualidades necesarias para desempeñar bien un determinado cargo, no hay inconveniente en dárselo. Sin embargo, si no puede atender a las necesidades de los clientes, no se le debe ofrecer el puesto por familiar que sea. Por lo general, con un poco de entrenamiento, se puede subsanar esta falta de idoneidad al tratarse de una pequeña empresa. Si se trata de una empresa o una institución grande, el asunto es mucho más En tales casos se aplican las mismas normas señaladas en el párrafo anterior. Pero la experiencia indica que por lo general, es muy difícil exigir buen cumplimiento a los familiares que están bajo las órdenes de uno mismo. Por este motivo, son muchas las empresas y las instituciones que tienen como política no contratar a parientes de sus empleados, por lo menos no para trabajar en la misma sección o bajo las órdenes de éstos. Esta política representa un juicio práctico acerca de un medio necesario o conveniente para defender un valor. Por lo tanto, no debe ser considerado como un principio moral. LA AMISTAD Y CONTRATOS CON PROVEEDORES. ¿Un profesional debe contratar a sus amigos para proveer de bienes y servicios a la empresa cuyos intereses representa él?. La respuesta a esta pregunta es la misma que en el caso de contratar a sus amigos como empleados. Al conceder un contrato, su obligación moral es vigilar por los legítimos intereses de su empresa o institución. Puede ser que en nombre de la amistad le sea más fácil exigir el cumplimiento oportuno de un contrato. Pero también puede ser que su amigo intente aprovecharse de una amistad, mal entendida, para no cumplir. Lo importante es que se tome la decisión que mejor favorezca el cumplimiento del contrato en cada caso que se presente. Sin embargo, la experiencia 16
  • 17. indica que la mayoría de las veces es más difícil exigir cumplimiento a un amigo que a uno que no goce de nuestra amistad. RESUMEN Ciertamente, tanto en el mundo profesional como en el mundo privado de cada persona, la amistad es un valor. Sin embargo, es un valor que se suele percibir en forma distorsionada en nuestra sociedad. Este problema se da con mayor frecuencia en personas cuya moralidad es pre–reflexiva. Al pasar de una moralidad pre–reflexiva a una moralidad reflexiva, es probable que sea necesario prescindir de algunas amistades basadas en sentimientos compartidos; pero éstas serán reemplazadas por otras basadas más bien en ideas y principios morales compartidos. Para evitar abusos de la amistad en el mundo profesional, es necesario que las personas desarrollen su capacidad de dar prioridad a sus principios morales frente a sus sentimientos del deber para con sus amigos. Sólo así podrán percibir, con una conciencia moral bien formada, el valor de la verdadera amistad en el mundo profesional y las obligaciones y los derechos que corresponden a esta amistad. PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN: 1. ¿Qué es para ti la amistad? 2. ¿Qué buscan en un amigo? 3. ¿Qué están dispuestos a hacer por sus amigos? 4. ¿Que no están dispuestos a hacer por sus amigos? 5. ¿Cree Ud. que la amistad debe influir en el mundo del trabajo como profesional? Por favor, explique su respuesta. 17
  • 18. LA OBLIGACION MORAL DE COMUNICAR LA VERDAD Con frecuencia los profesionales que trabajan en el mundo de los negocios se encuentran frente a situaciones en que, según ellos, se ven forzados a mentir a los demás. Los argumentos que usan para Justificar su modo de proceder Incluyen:  “Todo el mundo lo hace... ya es costumbre”.  “Mi jefe me ha dicho que debo decir eso”.  “Si no lo hago, pierdo el negocio, o peor aun, me botan del trabajo”.  “Sé que el otro me está mintiendo, así que le pago con la misma moneda”.  “Si le digo la verdad a la primera, no me va a creer”. La mayoría de estos argumentos, y otros parecidos, son típicos de personas que adolecen de una conciencia laxa frente al tema de la comunicación de la verdad en la vida profesional. Sin embargo, a los profesionales no les falta algo de razón al querer justificar su modo de hablar. Si bien es cierto que cualquier profesional tiene la obligación moral de comunicar la verdad en forma oportuna a las personas que tienen el derecho de saberla, no es menos cierto que la comunicación de la verdad en el mundo de los negocios ocurre mediante un proceso bastante complejo que tiene sus propias reglas de juego. En este capítulo se examinan algunas de estas reglas. La pregunta que se intenta contestar es: ¿cómo suelen lograr comunicar la verdad los profesionales que trabajan en el mundo de los negocios en nuestro medio? Con el enfoque que se ofrece en este capítulo, que será complementado con la discusión de un caso en clase, se espera ayudar a los profesionales a darse cuenta de otras maneras en que ellos mismos pueden comunicar la verdad en su propio trabajo. LA DISTINCIÓN ENTRE “DECIR” Y “COMUNICAR” LA VERDAD. La obligación moral del profesional es “comunicar”, en forma oportuna, la verdad a las personas que tienen el derecho de saberla y están en condiciones de asimilarla. Si bien es cierto que a veces la mejor manera de cumplir con esta obligación es “decir”' literalmente lo que es cierto, hay situaciones en el mundo profesional en que una verdadera comunicación exige mucho más. La palabra “decir” hace referencia sólo a lo que uno mismo hace. En cambio, la palabra “comunicar” implica un proceso mediante el cual dos persona logran entenderse. En este proceso de comunicación los profesionales usan expresiones faciales, gestos, entonación y modismos conocidos por las dos partes para comunicar la verdad dentro del contexto en que están conversando. A veces, la misma frase puede usarse en diferentes contextos para comunicar dos realidades contrarias. A modo de ejemplo, la frase “sí, si – como no” puede usarse tanto para comunicar una respuesta afirmativa como una respuesta negativa. Si una persona dice esta frase al contestar a su amigo cuando le pide un favor, es obvio que la respuesta es afirmativa. Hay coincidencia entre el sentido literal de las palabras y la verdad que se logra comunicar. En cambio, si un profesor, irritado por la presión de un alumno que le pide cambiar su nota sin ninguna razón válida, responde con esta misma frase y en tono molesto, el alumno entiende que su respuesta es negativa. El mensaje que el profesor comunica es contrario al sentido literal de las palabras, y tanto él como el alumno saben, por el contexto y el modo en que contesta el profesor, cuál es este mensaje: Un enfático ¡NO! Cada profesional debe aprender cómo se logra comunicar la verdad en su propio trabajo. Sólo así podrá librarse de su dependencia exagerada del sentido literal de las palabras para comunicar la verdad con una conciencia tranquila, sin sentir la necesidad de justificarse mediante argumentos que no tienen validez y que son peligrosos como precedentes en otras áreas de su vida profesional. Al decir que el profesional tienen la obligación moral de “comunicar” la verdad, se implica que ésta no puede esconderse detrás del sentido literal de las palabras cuando existe la obligación moral de comunicar la verdad a otras personas. En situaciones en que existe esta obligación, debe usar los medios que suelen usarse en su profesión para lograr una comunicación adecuada y oportuna. LA UTILIZACIÓN DE MODISMOS PARA COMUNICAR LA VERDAD. En el mundo de los negocios existen una serie de modismos que los profesionales pueden e incluso, en determinadas circunstancias, deben utilizar, para comunicar la verdad oportunamente a las personas que tienen el derecho de saberla. Por ejemplo, cuando una secretaria dice por teléfono que su jefe “no está”, por lo general cualquier persona sabe que la frase “no está” es un modismo que quiere decir que no le va a ser posible comunicarse en ese momento. Puede ser que el jefe esté muy 18
  • 19. ocupado, que no desea conversar con la persona, o que literalmente, no se encuentre presente. Al escuchar la frase “no está”, la persona que llama entiende muy bien el mensaje: no va a poder hablar con la persona a quien ha llamado en este momento y su secretaria le está invitando a dejar un recado que será comunicado oportunamente a su jefe. Pero qué ocurre si la persona que llama insiste, diciendo algo así como: “¿Pero de verdad no se encuentra, Señorita?” En este caso, pide información más específica: ya no se trata de un modismo. Si le secretaria contesta con la misma frase de antes, “no está”, ahora, sí, pretende engañar a la persona. Por este motivo, si bien es cierto que se puede justificar la utilización de la frase “no está” para comunicar en un primer momento que la persona no va a poder conversar con su jefe, sería mejor que responda de otra manera. Puede decir, por ejemplo, que su jefe se encuentra ocupado, que no le puede atender en ese momento, etc. Si la secretaria utiliza el modismo “no está” como manera normal de decir que no va a ser posible comunicarse con su jefe, es importante que comprenda que es una forma de comunicar la verdad y no una “mentira blanca”. De lo contrario corre el riesgo de deformar su conciencia moral, lo cual le puede llevar a cometer faltas más serias en el ejercicio de su profesión. En la negociación de la compra y venta de cualquier bien o servicio existen una serie de modismos que suelen ser utilizados para comunicar la verdad referente al precio y las condiciones de compraventa. Por ejemplo, si dos personas están negociando la compra – venta de un terreno, saben que el precio “Inicial” no es el precio definitivo. Si una de las dos partes comete el error estratégico de dar como su primera oferta lo que en realidad es su precio definitivo, corre el riesgo de engañar a la otra parte, precisamente por “decir” la verdad. En este ejemplo se ve por qué es tan importante en el mundo de los negocios distinguir entre “decir” la verdad y “comunicar” la verdad oportunamente a las personas que tienen el derecho de saberla. Se justifica la utilización de un Modismo para comunicarla verdad en el mundo profesional cuando se cumplen dos condiciones:  La intención de la persona que utiliza el modismo debe ser comunicar la verdad en forma oportuna a las personas que tienen el derecho de saberla.  Debe ser razonable suponer que tanto la persona que usa el modismo como la persona que le escucha saben qué quiere decir ese modismo en el contexto en que están conversando. Estas dos condiciones excluyen la utilización de un modismo con la finalidad de engañar a la otra persona cuando dicha persona tiene el derecho de saber la verdad. Además, implican que pueden existir situaciones en las que no es suficiente “decir” la verdad para cumplir con el principio enunciado. LA COMUNICACIÓN DE LA VERDAD A LO LARGO DE UN PROCESO DE NEGOCIACIÓN. Muchas veces en el mundo profesional la comunicación de la verdad es algo que se realiza a lo largo de un proceso. Cuando una persona desea comprar algo, se ha hecho costumbre en nuestro medio “regatear” el precio. En los ambientes en que esta costumbre existe y tanto el comprador como el vendedor sabe de ella, el vendedor tienen el derecho moral de establecer un precio original que le dé la posibilidad de entrar en este proceso. Por ejemplo, el empleado en una tienda de artesanía puede darse un margen para negociar el precio de lo que vende, sobre todo al tratarse de clientes nacionales que saben cómo regatear. Pero para comunicarse con turistas del extranjero que no saben de esta costumbre, debe usar otro procedimiento para comunicar el verdadero precio. Por ejemplo, por iniciativa propia, puede decir al turista que el precio es tanto, pero tratándose de él, está dispuesto en venderlo con una rebaja del 10 %. La negociación del contrato colectivo de trabajo es un caso especial en el cual se comunica la verdad a lo largo de todo un proceso conocido por las dos partes. Cada empresa y sindicato tienen su propia historia de relaciones laborales que condiciona la manera en que pueden cumplir mejor con este principio moral en un momento determinado. Además, influyen en este proceso el momento que se está viviendo en el país, la situación de la empresa y la situación política dentro del mismo sindicato. En una empresa con una historia tranquila de relaciones laborales, la primera oferta será más cerca a la definitiva que en una empresa que tiene una historia de relaciones laborales turbulentas. La razón es que se prevé que el proceso de negociar un nuevo contrato laboral será más larga y más dura en la segunda empresa. Por lo tanto, las dos partes tienen que darse mayor margen para negociar. ¿Qué ocurre si, sin querer, una de las dos partes no logra comunicar la verdad a la otra a lo largo de este proceso? Supongamos, por ejemplo, que la empresa haya sobre – estimado la fuerza del sindicato en una negociación. Además supongamos que se llegue a un momento en que el sindicato está dispuesto a aceptar un aumento menor de lo que por justicia la empresa debería conceder. Si la 19
  • 20. empresa quiere cumplir con su obligación moral de pagar un sueldo justo, tiene varias maneras de hacerlo. Al cerrar el trato, pueden conceder otros beneficios o el aumento que sería justo como signo de buena voluntad frente al sindicato. De esta manera cumplen con su obligación de pagar un sueldo justo, sin perder imagen frente al sindicato, a pesar del fallo que ha ocurrido en el proceso de la comunicación. ABUSOS QUE SON FRECUENTES EN NUESTRO MEDIO. Algunos abusos que se cometen con cierta frecuencia en nuestro medio, con referencia a la comunicación de la verdad son:  Esconderse detrás del sentido literal de las palabras cuando se sabe que la otra persona no va a entender las palabras en este sentido.  Supuestas rebajas que realmente no representan ningún ahorro para el  consumidor.  Tarjetas claves que afirman representar un ahorro cuando esto no es la  verdad.  Publicidad diseñada para engañar al público.  La falta de claridad en los términos de crédito al vender productos a plazos.  Cláusulas oscuras acerca de las garantías ofrecidas con la venta de  determinados productos. 20
  • 21. EL SECRETO PROFESIONAL Al analizar varías deformaciones de la conciencia moral que se dan con frecuencia en nuestro medio, se habló entre otras de la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad. La persona que adolece de esta deformación no percibe algún valor en algún área de su vida porque a este valor no se le da mayor Importancia en el medio en que vive. Uno de los valores morales que los profesionales en las ciencias económicas y administrativas en nuestro medio no perciben con la debida fuerza y claridad es la obligación de respetar el secreto profesional, Son relativamente pocos los que se dan cuenta de la importancia de no compartir con otras personas, ni usar en provecho personal, información confidencial. Para la mayoría de estas personas, un secreto es algo que sólo cuentan a sus mejores amigos: y éstos, a su vez, sólo lo cuentan a sus propios amigos. En poco tiempo, la información llega a ser de dominio público en los círculos de personas que tengan interés en saber del asunto. Una de las razones por las cuales se cometen con facilidad faltas contra el secreto profesional es que se percibe el valor de la amistad como algo tan importante que se supone que entre amigos no debe haber secretos. Según este supuesto, sería faltar a la amistad no contar a un amigo algo que le Podría interesar o ser de utilidad. Este supuesto está lejos de la verdad. Más bien, existe la obligación moral de no revelar, directa ni indirectamente, información confidencial a las personas que no tienen el derecho de saberla. Pero no se trata sólo de un principio moral. Los profesionales que no sepan guardar la necesaria reserva en su comunicación con los demás difícilmente llegarán a ocupar cargos de responsabilidad en sus respectivas empresas. DEFINICIÓN DEL SECRETO PROFESIONAL Por definición, un secreto profesional es información confidencial que ha sido comunicada a una persona para que la utilice en su trabajo. Al enterarse de un secreto profesional, cualquier persona tiene la obligación moral de usar esta información sólo por los fines para los cuales le haya sido comunicada. Falta a su deber como profesional si la revela a personas no autorizadas o si la usa en provecho personal. ¿EN QUE SE BASA LA OBLIGACIÓN MORAL DE GUARDAR LOS SECRETOS PROFESIONALES? La información que es materia de un secreto profesional es en realidad una forma de propiedad privada. Estrategias de mercadeo, información sobre clientes e incluso ciertos tipos de información financiera son objetos de valor para una empresa. Igual que una fórmula para producir algún producto, son una forma de propiedad privada. Tal como se ha visto en otro capítulo, siempre se debe respetar los legítimos derechos de los dueños de cualquier forma de propiedad privada. Por otra parte, el mismo bien común exige que se respeten los secretos profesionales. El bien común exige que las empresas, tanto privadas como públicas, alcancen sus legítimos objetivos al ofrecer bienes y servicios oportunamente a la sociedad. Pero si los profesionales que Integran estas empresas no pueden confiar en la capacidad de sus colegas de guardar los secretos profesionales, difícilmente pueden lograr que sus empresas cumplan con este fin. La experiencia enseña que cuando no hay un ambiente de absoluta confianza entre colegas, con referencia al secreto – profesional, difícilmente pueden lograrse los objetivos propuestos. DOS CLASES DE SECRETOS PROFESIONALES Por fines de análisis, se puede hablar de dos clases de secretos profesionales: secretos explícitos y secretos implícitos. Un secreto profesional explícito existe cuando se le dice expresamente a una persona que tal o cual información es reservada y que por lo tanto, no debería de comunicarla a otras personas. De esta manera, no queda ninguna duda sobre la obligación de guardar el secreto. La persona que falta a un secreto profesional explícito suele saber lo que debería hacer; pero con argumentos típicos de una conciencia laxa, intenta justificarse al compartir lo que sabe con otras personas o usarla para sus propios fines. Estos argumentos incluyen:  “Pero la persona a quien revelé el secreto es de mi entera confianza. Estoy seguro que no dirá nada a nadie”.  “Claro que usé la información para ganarme alguito. Pero no hice daño a nadie”. 21
  • 22. De Aceptarse el primer argumento, la persona a quién el profesional reveló un secreto profesional podría justificarse usando el mismo argumento al contar a otras personas lo que sabe. De esta manera, se aumentaría rápidamente el número de personas que conocieran el secreto, haciendo de público la información que debería haber sido guardada en reserva. Y en cuanto al segundo si una persona gana “alguito”, siempre es a costa de los legítimos intereses de otras personas. Cuando ocurre un abuso de la información contenida en un secreto profesional, alguien (pero no necesariamente la empresa a que pertenece el secreto) siempre pierde injustamente. Un secreto profesional implícito existe cuando una persona se entera de información confidencial en el ejercicio de su profesión que, por su naturaleza, no debería ser revelada a personas no autorizadas. No hace falta que le digan que esta información es un secreto profesional. Por su condición de profesional, debe saber que una de sus obligaciones implícitas es guardar este tipo de secretos. En teoría, no debería ser necesario decir a cada profesional todas las cosas que debería considerar como información confidencial Sin embargo, en un ambiente en que hay poca sensibilidad frente a la obligación moral de guardar los secretos profesionales, es conveniente hacer explícito lo que se supone que el profesional debería de saber implícitamente con referencia al secreto profesional. DEBERES MORALES RELACIONADOS CON EL SECRETO PROFESIONAL  El primer deber relacionado con el secreto profesional es la obligación de guardar silencio frente a las personas que no están autorizadas a recibir la información. Salvo por situaciones en que se va a producir un grave daño al bien común, de lo cual se hablará un poco mas adelante, siempre se debe respetar esta obligación de guardar silencio.  Tal como se ha indicado, la persona que sabe el contenido de un secreto profesional debe utilizar esta información sólo por los fines por los cuales le haya sido confiado. Este es, entonces, el segundo deber moral relacionado con el secreto profesional. Por ejemplo, si una persona es miembro de una comisión gubernamental que controla el precio de bienes de primera necesidad y, en virtud de su cargo, sabe la fecha en que se va a autorizar un aumento de precios, no tiene el derecho moral de aprovecharse de esta información confidencial para comprar estos bienes con fines de ahorrar dinero o con la intención de revenderlos al nuevo precio. El que pierde injustamente en este tipo de negocio es la persona a la que vende los productos, sin saber del nuevo aumento a realizarse próximamente.  El tercer deber de un profesional, con relación al secreto profesional, es evitar situaciones en que, sin darse cuenta, podría revelar información confidencial, traicionado por su comunicación no– verbal. A veces las reacción espontánea de una persona cuando se le formula una pregunta comunica mucho más que sus palabras al contestarla. Cada profesional debe desarrollar sus propias tácticas para no revelar, ni siquiera mediante un cambio significativo de expresión, los secretos profesionales que le hayan sido confiados.  La cuarta obligación que tiene un profesional, con referencia al secreto profesional, es restituir por los daños ocasionados con su falta de discreción. Tal como se ha notado anteriormente, información confidencial es una forma de propiedad privada. Si una persona quita injustamente a otra su propiedad, tiene la obligación moral de restituir por el daño que ha ocasionado. Lo mismo puede decirse en el caso del secreto profesional: dentro de lo posible, existe la obligación de restituir por los daños ocasionados por la indiscreción. EL SECRETO PROFESIONAL: UN PUNTO CLAVE EN EL CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL APROBADO POR EL IX CONGRESO NACIONAL DE CONTADORES PÚBLICOS DEL PERÚ. En el Código de Etica Profesional aprobado por el IX Congreso Nacional de Contadores Públicos del Perú, se reconoce en tres artículos la obligación de guardar el secreto profesional: Art. 12 El Contador Público tiene obligación de guardar el secreto profesional y de no revelar por ningún motivo los hechos, datos o circunstancias de los que tenga conocimiento en el ejercicio de su profesión; excepto por las informaciones que obligan las disposiciones legales. Art. 13 Ningún Contador Público podrá beneficiarse haciendo uso de la información que obtenga en el ejercicio de la profesión, ni podrá tampoco comunicar dicha información a otras personas con Intenciones que aprovechen en igual sentido. 22
  • 23. Art. 14 El Contador Público podrá consultar o cambiar impresiones con otros colegas en cuestiones de criterio o de doctrina, pero nunca deberá proporcionar datos que identifiquen a las personas o negocios de que se trate, a menos que sea con consentimiento de los interesados. En estos artículos se ve un reflejo de algunos de los deberes morales mencionados en el acápite anterior. Sobre todo, se ve que los contadores públicos reconocen que sería faltar a la ética “beneficiarse haciendo uso de la información que obtenga en el ejercicio de la profesión”; y que también reconocen que sería una falta “comunicar dicha información a otras personas con intenciones que aprovechen en igual sentido”. CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE ES MORALMENTE ACEPTABLE REVELAR EL CONTENIDO DE UN SECRETO PROFESIONAL Existen algunas circunstancias en las que es moralmente aceptable que un profesional revele un secreto profesional. Si la persona que tiene el derecho de exigir que se guarde un determinado secreto dice que esta información puede ser revelada a determinadas personas, o al público en general, se puede actuar conforme con este permiso. o, si de alguna forma un secreto llega a ser de dominio público, deja de ser un secreto y por lo tanto un profesional podría hablar de ello. Sin embargo, no es aconsejable que lo haga porque los que le escuchan pueden pensar que el haya sido la persona indiscreta que diera a conocer el secreto. Cuando existe un serio peligro para el bien común si se respeta un secreto profesional, el contenido de este secreto debe ser revelado, en forma discreta, a una persona que tenga la autoridad de evitar que se produzca este daño. Por ejemplo, si un químico descubre que la fórmula de una medicina que su empresa produce puede causar cáncer en los pacientes, debe hacer todo lo posible. 23
  • 24. PRINCIPIOS MORALES Y PROPIEDAD PRIVADA En nuestra sociedad actual, existen tres grandes corrientes ideológicas que han hecho sentir su presencia en la discusión de los derechos inherentes a la propiedad privada. Estas tres corrientes son: El pensamiento liberal clásico; el pensamiento marxista; y el pensamiento social de la Iglesia Católica. Un análisis completo de estas tres grandes líneas de pensamiento desborda los límites de este capítulo. Sin embargo, a continuación se hará una presentación de algunas de sus afirmaciones principales con referencia a la propiedad privada de los medios de producción, con la finalidad de ayudar a los lectores a formar su propia conciencia moral con respeto a un tema que es de mucha importancia en el momento actual. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO LIBERAL CLÁSICO SOBRE LA PROPIEDAD PRIVADA Cualquier pensamiento social que reflexione en torno a los derechos inherentes a la propiedad privada parte de una respuesta a la pregunta: “¿Qué es el hombre?”. Según el pensamiento liberal, en su forma más clásica, el hombre es sobre todo un individuo que debe realizarse a través del libre ejercicio de sus derechos en la sociedad. Para poder realizarse como la persona individual que es, debe tener como propiedad privada lo que necesita en su vida diaria: vivienda, ropa comida, etc. Pero también tiene el derecho de ser propietario de propiedad privada productiva que puede tener diversas formas: una fábrica, una empresa comercial, o una hacienda. Según este pensamiento, una persona que es dueño de cualquier forma de propiedad privada tiene tres derechos: usarla como mejor le parezca, siempre y cuando no interfiera con los legítimos derechos de los demás; gozar de lo que esta propiedad produce; y destruirla o pasarla a otras personas según mejor le convenga. Si bien es cierto que hay diferentes tendencias dentro del pensamiento liberal actual, el liberalismo clásico, que es su fuente común, considera que el derecho a la propiedad privada es un derecho “absoluto y sagrado”. El respeto de la propiedad privada es la piedra angular de la convivencia en sociedad y como tal, tiene más importancia que la gran mayoría de los otros derechos. El Estado no debe interferir con el libre ejercicio del derecho a la propiedad privada. Uno de sus papeles principales es garantizar que se respeten estos derechos. Se supone que la sociedad ofrece a cualquier persona la posibilidad de ahorrar y usar sus ahorros para convertirse en propietario si así lo desea. Si una persona no tiene propiedad privada, será porque él, o sus antepasados, no supieron ahorrar o no quisieron convertirse en propietarios. Con el correr de los años el pensamiento liberal clásico ha perdido algo de su vigor. Sin embargo, en la actualidad se escuchan con frecuencia algunas ideas liberales muy marcadas frente al tema de la propiedad privada de los medios de producción. Se ve un reflejo de estas actitudes en afirmaciones tales como:  “Los obreros no tienen ningún derecho a participar en las utilidades de mi empresa. A cambio de su trabajo les doy un salario. Cumplo con pagar lo que exige le ley. Las utilidades corresponden exclusivamente a los dueños de la empresa”.  “¿Reforma agraria? Eso sí es inmoral. Además, es comunista. El Estado no tiene ningún derecho a tocar la propiedad privada de los ciudadanos”.  “Si me conviene enviar mis utilidades a una cuenta bancaria en Miami, puedo hacerlo. Es asunto mío. El Estado no tiene ningún derecho de controlar la salida de mí dinero del país”.  “¡Es el colmo! La Municipalidad quiere expropiar mi casa para poder ampliar la vía expresa. Esta casa es mía y ellos no tienen ningún derecho de quitármela, aun pagándome un precio justo. La casa es mía. Sí la quiero vender, la vendo. Si no, que me dejen en paz”. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO MARXISTA SOBRE LA PROPIEDAD PRIVADA Al hablar del pensamiento Marxista acerca del tema de la propiedad privada, es importante tener presente que no todos los que se consideran marxistas aceptan en su totalidad la teoría de propiedad propuesta por Carlos MARX. Contrario a lo que muchos creen, incluso algunos que se llaman marxistas, Carlos MARX no rechaza totalmente el concepto de propiedad privada. Para él, el hombre es sobre todo miembro de una sociedad dentro de la cual nace y se desarrolla para lograr su felicidad. Para que el hombre pueda ser feliz, según MARX es necesario construir una sociedad en la cual todos sean realmente iguales. La propiedad debe distribuirse de tal forma que se apoye la creación de una sociedad en que todos sean realmente iguales. El régimen de propiedad vigente 24
  • 25. debe favorecer la creación de este tipo de sociedad; no debe ser un obstáculo para la verdadera igualdad entre todos los hombres. En su análisis, MARX distingue entre dos formas de propiedad privada: “propiedad privada general” y “propiedad burguesa”. Usa el término “propiedad privada general” para referirse a los bienes de consumo que el hombre necesita para vivir. Estos bienes incluyen vivienda, comida, ropa, etc. Según MARX, el hombre debe poseer estas cosas como suyas. Es decir, todos los hombres tienen el derecho de poseer la “propiedad privada general” que necesitan para poder vivir una vida digna. Pero lo que MARX no acepta es la “propiedad burguesa” que es el término que él usa para referirse a los medios de producción. Estos medios de producción incluyen: tierras y lo que la tierra produce, fábricas y empresas en general. La razón por la cual MARX rechaza la idea de que los bienes productivos puedan estar en manos de personas particulares es la conclusión a que llega en su análisis de los efectos negativos de la revolución industrial en la gran mayoría de los ciudadanos. MARX concluye que la historia enseña que cuando se dejan los medios de producción en manos de personas particulares, éstas siempre actúan en forma egoísta, explotan la miseria de las grandes mayorías, y se aprovechan de lo que él llama la “plusvalía”; o sea, las utilidades que el dueño se lleva sin haber tenido que trabajar y gracias a haber pagado salarios miserables a sus obreros. Para asegurar que todos reciban lo que les corresponde por justicia, no queda otra alternativa, por lo menos a corto plazo, que encargar al Estado el manejo de los bienes de producción (la “propiedad burguesa”) a favor de todos los ciudadanos. Si bien es cierto que en el momento actual el marxismo es cuestionado seriamente en diferentes partes del mundo, sigue influyendo en el pensamiento social de muchas personas. Algunos comentarios que manifiestan su presencia son:  “¿Utilidades? ¡A quién se le ocurre! Si los ricos quieren llevarse algo de dinero, ¡Que trabajen para ganárselo!”  “Los burgueses tienen la culpa de todo. Si no fuera por ellos, todos podremos vivir mejor”.  “La única solución a la crisis económica que vivimos es la lucha de clases. ¡Las grandes mayorías en el país tienen que enfrentarse con sus explotadores! ¡Viva la lucha de clases!” LA NATURALEZA DE LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA CATÓLICA ACERCA DE LA PROPIEDAD PRIVADA A lo largo de los últimos cien años, la Iglesia Católica ha desarrollado su doctrina social como una crítica constructiva de estas dos grandes líneas de pensamiento social, a la luz de valores evangélicos. A partir de la encíclica “Rerum Novarum” del Papa León Xlll en 1891, los Papas han ido desarrollando un mensaje social que no pretende ser un tercer camino socio–económico, sino un aporte al proceso de la integración de valores y principios morales cristianos en el pensamiento social de nuestros tiempos. Pero antes de examinar algo del contenido de esta doctrina o enseñanza social, conviene tener presente su naturaleza. De lo contrario, se corre el riesgo de interpretar los documentos mediante los cuales se expresa la doctrina social de la Iglesia fuera de contexto, distorsionando así su verdadero mensaje. En primer lugar, en su doctrina social la Iglesia Católica enuncia principios morales que siempre deben ser respetados. Estos principios nunca pierden su vigencia. Cuando el Papa León Xlll afirma en "Rerum Novarum' (1891) que el hombre tiene el derecho de poseer propiedad de uso personal y propiedad productiva, enuncia un principio que siempre será válido. Lo mismo puede decirse cuando afirma que la propiedad privada tiene inherente una función social. Esta afirmación también es un principio que siempre debe ser respetado en cualquier régimen de propiedad y en cualquier sociedad. Pero al enunciar estos principios, el Papa no opta necesariamente a favor de ningún sistema socio– político. Simplemente enuncia dos principios que cualquier sistema socio–político debe respetar al establecer su régimen de propiedad. En segundo lugar, para orientar mejor a los fieles, los Papas expresan en sus documentos sociales algunos juicios prácticos acerca de lo que es o no conveniente en determinados momentos de la historia para hacer respetar estos principios. En algunos momentos critican con dureza algunos elementos del pensamiento Marxista; y en otros, critican con la misma fuerza y vigor algunos elementos del pensamiento liberal clásico. Para comprender la llamada doctrina social de la Iglesia, es necesario distinguir claramente entre los principios morales enunciados y ¡os juicios prácticos formulados dentro de un determinado contexto. Los principios no cambian ni cambiarán. Pero los juicios prácticos necesariamente tienen que cambiar según los tiempos. En un momento determinado 25