2. “Aquí se cuenta cómo al sin-sentido de la vida
se lo convierte en sentido y plenitud.
Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza,
a la humanidad y al espíritu.
Aquí se reniega de los sacrificios, del sentimiento de culpa
y de las amenazas de ultratumba.
Aquí no se opone lo terreno a lo eterno...”
del Cap. 1 – La meditación, en El Libro
de El Mensaje de Silo.
3. Las ceremonias del Mensaje nos conectan – con nuestro interior, con otros, con lo
Profundo. Especialmente, en esos momentos tan significativos cuando nuestro corazón
está conmocionado por el dolor o la partida de un ser querido; cuando lo único que nos
importa es encontrar y dar alivio, sentido, reconciliación; cuando nos sentimos, de repente,
en las fronteras mismas de este mundo...
De esas reconfortantes e inspiradoras irrupciones de lo Sagrado en nuestra vida cotidiana,
nos dan testimonio los relatos que incluimos a continuación.
Trudi Richards, Catalina Portel, Hugo Novotny.
Febrero 2006.
4. AGRADEZCO
Agradezco a Dios
que me ha abierto los ojos
y mostrado la verdad del mundo,
me ha entregado su Ser
para que lo viva en mi ser.
Agradezco a Dios
por presentárseme
y no dejarme vagar, ya,
por el sin sentido y la duda.
Agradezco a Dios
con alegría
por llenar tanto la copa mía.
Agradezco y agradezco
por el punto de partida
por el punto de llegada
y toda la travesía.
Bélgica Villalobos
(pocos días antes de partir,
por un cáncer terminal)
5. Testimonios
1. PATRIZIA – Milán
Queridos amigos,
Desearía compartir con aquellos que amo la gran experiencia que he vivido y por la cual
todavía estoy agradeciendo.
Desde Agosto del 2002, después de mi ceremonia de Reconocimiento, han sucedido
muchas cosas: he cambiado muchas cosas de mi vida cotidiana y sobre todo de mis
relaciones, he sentido profundamente la alegría y el sufrimiento de las personas que amo,
he trabajado conmigo misma y con la relación con los otros. Algunos amigos conocen mi
recorrido.
En este tiempo, ha 'aparecido' mi madre y desde entonces, nos hemos acercado mucho,
compartiendo momentos, días, sensaciones. Una mujer con mucha fe y por lo tanto con
mucha fuerza.
Hace muchos años que sufría una enfermedad que se llama mielomonocitosis, que al
principio de este año se transformó en leucemia mielomonocítica, una forma agresiva.
Hacía tiempo que me preparaba para este momento y pedía que no muriese sin que yo
estuviese allí para asistirla.
Bien, un día se agravó, en parte por una caída y rotura de fémur. Cuando después de 12
horas llegué con ella estaba ya en un estado confuso, sufría mucho y a veces llamaba a
su madre (sucede con frecuencia en estos estados cercanos a la muerte). La segunda
noche de vigilia que pasé con ella estaba sedada.
Pasé todo el tiempo acariciándola, hablándole, y esto me sirvió para conectarme con ella,
diciéndole y haciéndole sentir que la quería, que estaba con ella y que podía estar
tranquila, que todo iría bien. Le pedí disculpas por el pasado, descubriendo que eran
todas cosas secundarias. Le dije, sosteniéndole la mano, bañándola y secándola, que la
quería, que había sido maravillosa y que le estaba muy agradecida.
Al final de la segunda noche sentí que era el momento adecuado para hacer la ceremonia
de Asistencia. Empezamos, tomándole la mano, y en el momento de la pausa vino una
enfermera a tomarle la temperatura, así que después pensé que sería adecuado volver a
empezar la ceremonia; pero vi como una lágrima descendía de sus ojos… para entonces
yo estaba sintiendo una fuerte sensación en el pecho. Sentía solo esa sensación, enorme
y cálida, y la sentía a ella. En aquel momento supe, tuve la certeza, de que ella estaba
haciendo el trabajo, entonces proseguí con la ceremonia. Fue la sensación interna más
fuerte de toda mi vida, de gran amor. Me sentía muy cercana a ella, muy conectada, leí
las últimas palabras y dejó de respirar.
Lo primero que hice fue agradecerle por este gran regalo que ahora yo podré llevar a
otros. Me mostró, al despedirse de mí, su gran amor sin condiciones. Y me enseñó qué
hay que hacer, de qué modo hay que atender a alguien que está partiendo y cómo se
siente uno cuando la puerta del corazón está abierta.
En ese momento, muchas de las tensiones y preocupaciones de los últimos meses se
desvanecieron y sobrevino una sensación de paz, mientras los enfermeros se movían
para llamar al médico y verificar el deceso.
No era el primer cadáver que veía, pero acompañando su cuerpo me reafirmé en la
certeza de que aquello no podía coincidir con la persona que lo había habitado y que
habíamos amado.
6. Lo que sucedió en los dos días sucesivos fue todavía más extraordinario: parientes y
amigos se interesaron por lo que hago, gracias a que ella les había hablado. Algunos
querían verme y hablar conmigo, otros vinieron a las reuniones del Mensaje.
Durante el funeral, en la iglesia, leí la ceremonia de Muerte y fue fantástico ver como el
Mensaje puede ser interpretado con tantos colores (matices) diferentes por cada uno; lo
elogiaron como “hermosa poesía”, “hermosa plegaria”, “palabras verdaderas”, las
“palabras conmovedoras” que había escrito “yo”…
El sacerdote me pidió el texto y comentó que lo leería y que le gustaría hablar conmigo.
Extraordinario. Esta mujer ha sabido sembrar, dar a aquellos que la rodeaban… también
por esto me siento afortunada.
Que el Mensaje se manifieste y se manifeste en el corazón de cada uno de nosotros, de
cada ser humano, es el mejor pedido que se puede hacer ...
Llevar el Mensaje a otros, es el mayor acto de amor.
Un abrazo a todos.
patrizia@dialogo.org
2. MARCOS – Sao Paulo
Nunca fui de escribir. No es para mí una virtud como veo en tantos de nosotros. Pero fui
impulsado por la necesidad de dejar constancia de un hecho que sucedió luego de la
muerte de Víctor Lopes – un humanista brasilero, gran amigo, leal, bondadoso e irónico,
sólo como los grandes sabios deben ser.
Este escrito pretende apenas relatar una experiencia de reconciliación y suavidad,
después de una ceremonia de Muerte.
Espero sepan disculpar la falta de estilo de quien apenas usó el corazón para escribir.
Marcos.
A VICTOR,
“que ha tomado en sus manos parte del hilo de la eternidad”
Eran las 10 de la mañana cuando sonó el teléfono y Roberto me anunció que Víctor habia
partido. Me puse la mano derecha en el rostro para recomponerme y terminar de
despertar.
No me gustan los entierros, nunca me gustaron. Eso lo aprendí de mi madre que siempre
se quedó con las mejores imágenes de quienes amaba y murieron, sin participar de
velorios y esas cosas. Además, siempre supe que la familia de Víctor no gustaba mucho
de nosotros.
Pero sentí un llamado... algo que nació dentro de mi pecho diciendo: “ve... hay algo
importante por hacer”. Llamé a Roberto y le pregunté adónde era el cementerio y a qué
hora sería el entierro. No sabía si llegaría a tiempo, pero con toda calidez me preparé y
antes de salir agarré un librito del Mensaje. Subí al tren que me llevó hasta São Paulo.
7. Después el metro. Cuando bajé en el barrio pregunté a un conductor de taxi la dirección.
El reloj marcaba 11:45. El evento sería a las 12:00. El dinero que tenía no alcanzaba para
el taxi. El conductor entonces me dijo: “Voy a mi casa que queda cerca. Vamos que te
llevo.” Y así fue. Llegué al local a las 11:58.
Agradecí al conductor y bajé, al tiempo en que vi a Roberto, Jeferson y Eduardo, que
estaban fuera de la sala adonde estaba el cuerpo. Entré y observé el local. Había unas
pocas personas, algunos familiares. La mayoría eran amigos nuestros. En el centro de la
sala estaba ubicado un cajón muy sencillo, de madera sin barnizar. Miro al lado y veo a
su madre, sentada en una silla. Fui a su encuentro un poco inseguro por la reacción...
Tomo sus manos y nos miramos por unos segundos. Ella me llama a un fuerte abrazo y
dice: “nuestro Víctor se fue”.
No le dije nada, solo seguí con el abrazo reconfortante.
Una vieja funcionaria del cementerio entró en el recinto y anunció con su formalidad
burocrática que había llegado la hora, pues había otros velorios marcados para el local. Y
eso me pareció gracioso, porque imaginé varios autos enfilados con sus cajones,
entrando y saliendo, y siempre la misma vieja con su solemnidad estatal apurando el fin
de la actividad.
Cambié la mirada y tenía a mi frente al hermano de Víctor. En ese momento sentí muy
profundamente que debía hacer una ceremonia. Saqué el libro y llamé a todos diciendo
que lo más importante ahora era reconfortar nuestros corazones. Y dije: “Víctor siempre
ha sido una persona que nos ha marcado con su bondad, con su alegría, con su
generosidad, con su disposición a ayudar y, sobre todo, con su irreverencia e ironía. Por
lo tanto, nosotros que compartimos con él sus mejores momentos, sus deseos por un
mundo mejor y sin violencia, estamos acá para reconfortar nuestros corazones junto con
su gente querida”.
Empezé la ceremonia, fuerte y potente, sintiendo como una ola de calidez envolvía poco
a poco a todos los presentes. Terminado el trabajo, su madre me dio un fuerte abrazo,
agradeciendo.
Llegó la hora de llevar el cajón hasta el local para sepultarlo. Dieron a los nuestros esta
tarea.
Teníamos una escalera hasta llegar al túmulo de forma cilíndrica y que quedaba adherido
a una pared. La madre de Víctor no podía subir los peldaños y quedó sentada sola,
observando y conectada con su interior.
Los sepultureros, preocupados por el horario de su almuerzo, interrumpieron la formalidad
y los pasos lentos de los que traían el cajón y se apuraron a colocarlo en la tumba.
Yo no seguí con el procedimiento. En cambio, elegí bajar hasta la señora que seguía
sentada en un muro.
Una vez más, la abracé y tomé sus manos. Ella entonces me dijo: “Víctor siempre ha
participado de este movimiento. Siempre he peleado con él por esto. A veces, algunos de
ustedes iban a dormir a casa y yo los echaba, pero ustedes no tenían vergüenza...
siempre volvían”... Y se rió.
Apretando mis manos, ella miró hacia el infinito por unos momentos, como si estuviera
oyendo algo desde lo más profundo de su corazón. Y terminó diciendo: “Y aquí están
ustedes... Y qué bueno es verlos!”.
Me levanté para despedirme, prometiendo um nuevo encuentro para hacer uma
ceremonia de Bienestar en su casa.
8. Ya me estaba encaminando hacia la salida cuando la escuché decir: “Victor quiso que tu
vinieses”.
Sonreí y sólo respondí: “Yo sé...yo sé...” En ese momento sentí la fuerza y la suavidad de
la reconciliación profunda.
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UNA EXPERIENCIA DE CERTEZAS
Jueves, 03/12/04
Mi hermano Edgar, 50 años, dos hijos (Lincoln, 29 y Lucas,10) ha sufrido un infarto y es
llevado al hospital para recibir los primeros cuidados. Queda internado en la UTI. Su
infarto fue muy grave, pero está medicado y sigue monitorizado. Entramos en contacto
con su médico en São Paulo y él nos dijo que no podría transferir a mi hermano porque
no estaría en el hospital aquel fin de semana, pero que el lunes todo se arreglaría.
Sábado 04/12/04
Fuimos a verlo en la UTI. Llevé a mi madre porque si el lunes Edgar fuera transferido para
São Paulo, quedaría más complicado para que ella lo visitara. Le llevamos frutas y
cuando nos miró, dijo burlonamente: “Yo no quiero frutas, quiero mi ropa para volver a
casa”... y sonrió. Todo parecía tranquilo, salvo para mí que, al mirar el monitor del
electrocardiograma, como conozco el tema, percibí que su saturación de oxígeno no era
para nada buena. Nos despedimos cálidamente.
Domingo 05/12/04
La médica del día me llama por teléfono diciendo que necesita transferir a Edgar porque
su estado había empeorado. Llamé a algunos contactos y conseguí un hospital muy
bueno en São Paulo. Volví a llamar a la doctora y le dije que todo estaba arreglado y que
en un rato estaría allá para charlar con ella. Al llegar me recibió con una mirada
desalentadora. “Lo siento muchísimo – dijo – pero su hermano ha empeorado y ha
entrado en choque cardiogénico (eso ocurre cuando la presión arterial cae demasiado
porque la bomba cardíaca ya no puede mantener la perfusión de la sangre en los tejidos)
y ahora está en coma inducido. No se puede hacer nada, solo esperar. Sentí una
impotencia grandísima, algo como un choque de fracaso que de golpe nos derrumba al
suelo, sin imágenes, sin sensaciones... solo el sentimiento de impotencia... Vuelvo a mi
casa e intento calmar a mis padres y a la familia de Edgar... Lo que siguió fue una
sucesión de hechos en la cual su estado cíclicamente mejoraba y empeoraba, hasta que
sus riñones colapsaron ocho días después...
Martes: 14/12/04
Intentaron sacarle los líquidos que se acumulaban en el cuerpo por un procedimiento
llamado diálisis peritoneal, donde se introduce un cateter en el abdomen y se inyecta una
solución para que salga más de lo que entra. Fue la última tentativa...
Miércoles15/12/04
9. Recibo varios e-mails de nuestra gente en varias partes del mundo. Mensajes de aliento,
relatos de ceremonias de Bienestar en las cuales se pedía por Edgar y por su gente
querida. Fue alentador y muy conmocionante. Por primera vez en estos días no he me
sentido solo...
Viernes 17/12/04
Desperté con una sensación de despedida...y, exactamente en este día, me fui a verlo
solo... y llevé comigo un librito del Mensaje. Al llegar, la médica me dijo que Edgar tuvo
dos paros cardíacos 40 minutos atrás... Yo entré y lo miré, entre equipos de fármacos,
con los tubos en la boca y sentí que su hilo de vida con este lugar era producto de la
tecnología médica y nada más... Pedí para hacer una ceremonia de Asistencia, que
pronto aceptaron y pusieron un biombo para que quedásemos solos de las miradas.
Puse mi mano en su pecho....y le dije cuanto le amaba... Sabiendo que nunca se lo había
dicho ni demostrado... pero que ahora era el mejor momento para demostrárselo... porque
eso lo ayudaría en su tránsito a otro espacio, a otro tiempo... Pasaba mi mano por sus
cabellos, por su rostro... pidiendo que estuviera tranquilo... tranquilo como un niño que
con miedo corre hasta su padre y con un fuerte abrazo siente toda su protección...
Y empecé a leer la ceremonia de Asistencia. No con la letra textual... sino en forma de
charla... ayudándole a reconocer su propio paisaje... Muy lentamente, tranquilo...
tranquilo... Al terminar el último párrafo, una lágrima se desprendió de sus ojos... mientras
el monitor avisaba que había parado de nuevo... El equipo llegó rápidamente... y cuando
vieron que yo estaba con mi mano en su corazón, se quedaron inmóviles... La médica
estaba con el aparato desfibrilador en sus manos... Nos miramos profundamente y ella
comprendió que era hora de dejarlo partir...
La sensación era de una tristeza muy profunda, pero también con una suave alegría... Yo
estaba muy tranquilo y en paz... mucha paz.. Y eso era bueno, porque la peor de las
tareas todavía aún me esperaba: contarle a mis padres y la familia de Edgar...
Sábado18/12/04
Estaba muy cansado por todo el tema del entierro, pero antes de acostarme le envié un
mail a Karen. Le pregunté si se podría hacer de nuevo la ceremonia de Asistencia, porque
no me sentí conectado con mi hermano el día de su muerte... Su respuesta fue que sí,
claro que podría hacerlo... que bastaba conque me conectara de corazón a corazón.
Domingo 19/12/04
Me encontré con la gente de mi comunidad del Mensaje. Entre la gente había una chica,
muy especial, llamada Jessica. Ella no sabía mucho de lo ocurrido. Le dije que íbamos a
hacer unas ceremonias e incluso la de Asistencia. Un poquito antes de terminar, Jessica
empieza a llorar y cuando terminamos, ella mira al fondo de mis ojos y suelta estas
palabras: “No sé como decirlo, pero tengo que decírtelo: tu hermano te ha acompañado
hasta esta salita, él queria despedirse de ti. Me ha pedido decirte que te ama muchísimo y
que no te preocupes si la vida o las circunstancias no los hicieron muy próximos. Insiste
en decirte que todo está bien ahora. Pide que cuides de su hijito Lucas cuando las
circunstancias asi lo exigieran. Sabrás cuando y qué hacer. También dijo que no te
preocupes con la ceremonia de Asistencia. No lo sentiste porque ya no estaba más...
Pudo elegir entre quedarse o partir y eligió partir y eso fue el martes; o sea, tres días
antes de su muerte física”. Jessica termina diciendo que él insistía en que todo estaba
10. muy bien ahora y era necesario dejarlo ir... En este momento todos sentimos algo como
un cariño en el rostro... Una fuerte presencia que suavemente nos brindaba una
evidencia... Todos lloramos mucho por esta experiencia tan fuerte...
Al llegar a mi casa estaba radiante... quería despertar a mi madre para contarle, pero no
tuve ánimo para tanto, ya que ella estaba dormida y eso era bueno, pues estaba muy
cansada. Pero cuando estaba por salir a mi cuarto ella despertó y me llamó. Me acerqué
hasta ella y le tomé las manos. Antes de empezar a contarle lo ocurrido ella me dijo:
“estoy sintiendo una paz tan grande, pero tan grande... sentí que Edgar estuvo acá y que
me ha tocado en el rostro y se me fue toda la angustia”... Nos abrazamos fuerte y
sonreímos...
Antes de acostarme, sentí necesidad de abrir mi correo, pues estaba recibiendo mensajes
de todos lados. Percibí que no importaba en absoluto la distancia física porque
mentalmente y en el corazón estaba conectado con toda nuestra gente linda y querida. Al
abrir el programa de correos me sorprendí con un correo en especial... Sí... un mail del
Maestro. Al abrirlo las lágrimas me fueron cayendo, en tanto en el corazón sentía una
alegría suave y una paz, que terminaron por integrar todos los hechos aquí relatados.
El mensaje decía:
Querido Marquiños.
No dejo de recordar a tus padres, Ana y Idegar. Desde luego,tengo muy en cuenta a
Goreti y a sus hijos Lincoln y Lucas.
Como muchos otros, yo estoy muy sintonizado con la situación de Edgar que pasó a otro
tiempo y otro espacio en donde necesariamente nos vamos a reencontrar quienes
estamos ligados por tan fuertes lazos. Entre tanto, pienso que estamos haciendo lo que
está a nuestro alcance con todo el afecto de que somos capaces.
Se han realizado las ceremonias del caso y los pedidos no solamente para Edgar sino
también para todos sus seres queridos.
Que haya mucha paz y un claro entendimiento del significado de este trânsito...lo deseo
de todo corazón,
Mario
--------
NOTA: Exactamente un mes después de su muerte, me encontré con el enfermero jefe
de la UTI en la cual mi hermano estaba internado. Es un gran amigo y me dijo: “Bueno,
ahora que ha pasado todo tengo que contarte algo para quedar en paz con mi conciencia.
¿Recuerdas que yo estaba muy mal en el día de la muerte de Edgar?” Yo le respondo
que sí. El continúa: “Pues bien, yo estaba así porque ya lo sabía: tu hermano estaba vivo
solo artificialmente... En verdad había tenido muerte cerebral 3 días antes, el martes...”
Imediatamente recordé a Jessica en el día de la ceremonia... Tuve la confirmación de la
certeza.
Marcos Salgado.
marcoshumanista@uol.com.br
11. 3. RAQUEL - Lima
una carta a Mario Rodríguez (Silo) y su respuesta:
Querido Mario...
Me atrevo a escribirte, después de mucho pensar, aún cuando no tengo expectativa de
que me respondas, imagino que has de tener interminables listas de correos que
responder... en todo caso sólo quería enviarte un abrazo eterno y mi profundo
agradecimiento por todo lo que nos has regalado desde el Mensaje, por todo lo que esta
maravillosa propuesta le aporta a nuestras vidas... y si consideras pertinente y además te
es posible, me ayudaría mucho que pudieras responder aunque sea breve, algunas
inquietudes sobre cómo accionar desde nuestra doctrina, con las personas que están
cercanas a la muerte. Cuál sería nuestro mejor proceder?
Con profundo aprecio y admiración!
Raquel Gargatte (Lima-Perú)
Una experiencia que motiva mi pregunta...
(Sábado 11 de junio 2005) Ayer, como cada semana, fuimos con Miguel a ver a una
amiga querida que está muy enferma, la hermana Vicenta, por quien pedimos juntos hace
unas semanas... Ella casi parece inconsciente, no habla y está postrada en la cama o en
una silla de ruedas en el mejor de los casos, dependiente siempre de una enfermera.
Después de preguntarnos Miguel y yo sobre cómo podríamos ayudar a la hermana
Vicenta dada su situación, decidimos leerle algo del Mensaje de Silo. Después de hacer
una breve petición de bienestar para ella, le leí el capítulo La Guía del Camino Interno y
fue impresionante cómo, al leer este capítulo, sus ojos me miraban atenta, aún cuando
sus fuerzas parecían abandonarla... Poco a poco sus ojos se fueron iluminando, con un
brillo tan radiante que no pasaba desapercibido... su rostro se iluminó!!!...
Al terminar de leer el texto le pregunté si quería que le leyera otro párrafo, con la
esperanza de que pudiera hablar algo, pero casi segura de que se quedaría muda, como
tantas veces lo hizo ante alguna pregunta mía. Pero grata fue mi sorpresa cuando, con
mucho esfuerzo y con los ojos bien abiertos, apenas terminé de preguntar me dijo quot;Sí!quot;,
como sedienta del mensaje, como hambrienta de él, como si lo hubiese estado
esperando... Sentí un nudo en la garganta y mis ojos se inundaron de lágrimas por la
emoción! Ella había escuchado, estaba comprendiendo y el Mensaje resonaba con el
momento de su vida...
Miguel hizo una pequeña ceremonia para invocar a su guía, para que ilumine su
entendimiento en este momento y luego volví a hacer la misma lectura, la cual ella siguió
atentamente... sus ojos se iluminaban mucho más... Es increíble cómo se puede
encender la mirada y hasta la vida misma a partir del contacto con el Mensaje...
Es grandiosa y reconfortante la experiencia que nos tocó vivir con Vicenta! Esta
experiencia vivida me está dando una respuesta importante a las preguntas formuladas...
Pero sigo meditando en las preguntas y la comparto con ustedes porque me gustaría
podamos reflexionar e intercambiar sobre este tema... Imagino que a muchos de ustedes
12. les ha tocado vivir situaciones así, verdad? me gustaría saber algo más de experiencias
así...
¿Cómo proceder en los casos en que las personas están cercanas a la muerte y a veces
hasta inconscientes, para ayudarles a despertar esa dimensión sagrada de su ser?
¿Es posible que ellos, en momentos límites de sus vidas, puedan encontrar el camino que
les lleve al despertar espiritual?
¿Qué es lo mejor que podemos pedir para ellos, cuando sabemos que su vida ya se
apaga?
rabe_humanista@yahoo.es
La respuesta de Silo:
Querida Raquel.
Agradezco mucho tu carta. Por otra parte, el relato que haces de la visita a la hermana
Vicenta es muy lindo y, sobre todo, inspirador. Ya mismo te respondo lo que creo: el
ejemplo de lo que sucedió con Vicenta nos orienta en la ayuda que podemos prestar. En
todo caso, pueden ocurrir grandes cosas si se despierta en uno la Fe en el momento en
que se trata de ayudar a alguien.
En cuanto al Pedido quot;cuando se sabe que esa vida ya se apagaquot;, la fuerte compasión y el
cálido deseo de que pase a otro plano con unidad; el cálido deseo de que supere todas
las contradicciones que la pueden haber acompañado.
Respecto al intercambio y a los comentarios sobre estas anécdotas tan positivas ya es
hora de que estas cosas se sepan... muchos las recibirán con agradecimiento.
Aprovecho para enviarte un gran abrazo.
Mario.
4. QUIM – Barcelona
Queridos amigos!
El jueves de madrugada, se fué de este plano Gerardo, padre de un cuñado mío. A la
tarde me acerqué al tanatorio y saludé a mi cuñada, cuñado, hermanos y madre.
Todos estaban con gran pesar y un dolor muy intenso en sus pechos. Los percibí a cada
uno de ellos y les traté de trasmitir alivio y bienestar.
Evoqué al guía y se fue directamente con Gerardo y se pusieron a hablar. Yo los dejé y
agradecí que hiciera eso con Gerardo.
Entonces creí oportuno hacer una ceremonia de Muerte en el funeral. Al menos aliviaría
tanto dolor con un poco de comprensión y paz. Inmediatamente aparecieron dudas y
13. temores en mí. Nunca antes había llevado el Mensaje tan abiertamente y aparecían en mí
dudas por el temor a no ser comprendido.
A la noche hicimos la reunión del Mensaje. Me ayudó mucho poder expresar
abiertamente mis temores y me dieron ánimos para llevar adelante la ceremonia.
Afortunadamente para mí estaba ese día entre nosotros Luis Armado, de Lima, el cual
pudo testimoniar sobre varias ceremonias de Muerte en las que él ofició y en las que los
familiares agradecieron sus palabras.
Evidentemente mis temores eran básicamente por temor al rechazo. Mi gran temor era el
de meter la pata en un momento tan delicado. No podía preveer como resultaría...
Pedí hacer en aquel momento una ceremonia de Muerte aunque no estuviera allí el
cuerpo de Gerardo. En la ceremonia me dí cuenta que no tenía manejo en el texto. Las
frases son largas y me costó un poco hacerla sentidamente. Me sirvió mucho tener esta
oportunidad, me dio seguridad.
Al día siguiente me levanto a las 7 am e imprimo unas hojas con la ceremonia. A las 8 am
llamo a mi cuñado diciéndole que había preparado unas líneas que me gustaría leer en el
funeral para su padre. Me dijo que no había problema. Este era un paso muy necesario
para mí. Al comprometerme verbalmente, era más fácil el camino.
Por otro lado, sentía que este era un aporte muy valioso que podía hacer por mi cuñada y
mi cuñado. Ante estas situaciones, normalmente se mezclan muchos sentimientos
contradictorios y tenía la sensación de que estas pocas palabras podían ser muy válidas
para ellos. No era una cuestión de meter la pata, o de lo que pensaran los demás. Para
mí era una cuestión de coherencia interma y de que aquella era una oportunidad
irrepetible de trasmitir la certeza que la vida no termina con la muerte.
A las 9 am llego al tanatorio. En aquel momento salía una procesión de orientales. Me
sorprendió lo escandalosa que era. Los familiares, con ropa blanca muy bien cuidada,
gritaban y se desgarraban de dolor. Los acompañantes, con cara descompuesta. Nunca
antes había visto una escena como aquella, me ponía los pelos de punta. Uno de ellos
llevaba una cámara de video y corría de un lado a otro para hacer los mejores planos de
la escena...
Finalmente entré al velatorio. Al saber que minutos después se iba a hacer la cremación,
los familiares miraban al cuerpo de Gerardo y lloraban desconsoladamente. Evoqué al
guía y, como el día anterior, se ocupó de Gerardo. Tambien él estaba dolido por todo lo
que veía. Dejamos que descargaran las tensiones más profundas...
Mientras tanto me acerqué a la capilla. Era un recinto de reciente construcción con
cristales de techo a suelo en un lateral, desde donde se veía la montaña con sus valles y
laderas.
En la puerta, un cartel muy visible especificaba que el lugar era aconfesional y que se
admitía en él cualquier ceremonia, civil o de cualquier religión. También estaba permitida
la música. El cartel me dio confianza.
Entré a una puerta tras el altar y pedí por el mossen. Le dije que deseaba decir unas
palabras y muy amablemente me indicó que ya me avisaría en el momento oportuno.
Me senté en primera fila y empezó la misa. Estaba muy inquieto y pedí al guía que me
tranquilizara. El me dijo que no me preocupe por nada, que en el momento que tenga que
hablar, tendré las mejores condiciones y él estará conmigo. Mientras tanto, que atienda al
momento.
El cura católico empieza a hablar de dolor, de tristeza, de añoranza, de resignación...
Todos ellos valores terrenales y el más allá lo deja en manos de Jesucristo, un
14. intermediario de Dios. La única esperanza es que algun día resucitaremos todos... (¿de
carne y huesos?).
Su discurso me pone más inquieto. Estaba frente a la intransigencia de mi infancia. ¿Y en
medio de esta visión tan corta de la trascendencia tenía yo que hablar?
Afortunadamente el tema estaba muy avanzado y no quería dar marcha atrás...
Me avisa el cura. Una correntada energética circula por toda la columna vertebral. Subo al
púlpito. Miro a la gente. Unas 300 personas observaban. Solo conocía a los sentados en
la primera hilera de bancos. Todos atentos a mí.
El cura, después de prepararme el micrófono, retrocede dos pasos y se queda detrás mío
como asistente. Miro el texto.
quot;La vida ha cesado en este cuerpo...quot;
Es muy directo. No da tiempo a las dilaciones ni a las ambiguedades. A mi lado está
Gerardo...
Con tono suave y muy lentamente, voy oficiando la ceremonia. Lentamente, para que
cada palabra caiga en lo profundo de cada uno.
quot;Este cuerpo no nos escucha. Este cuerpo no es quien nosotros recordamos... quot;
En cada silencio, no se oía una sola respiración. Todas las miradas estaban muy atentas
a lo que decía.
quot;Aquel que no siente la presencia de otra vida separada del cuerpo, considere que
aunque la muerte haya paralizado al cuerpo, las acciones realizadas siguen actuando y
su influencia no se detendrá jamás. Esta cadena de acciones desatadas en vida no puede
ser detenida por la muerte.quot;
Con estas palabras siento que la gente se relaja, al recordar las buenas acciones de
Gerardo. El era un hombre bueno...
quot;Y aquel que siente la presencia de otra vida separada, considere igualmente que la
muerte solo ha paralizado al cuerpo; que la mente una vez más se ha liberado
triunfalmente y se abre paso hacia la Luz... quot;
En este punto me emocioné profundamente. Parecía que no podía continuar y una fuerza
interior me hizo sentir radiante y lleno de energía de nuevo.
quot;Sea cual fuere nuestro parecer, no lloremos los cuerpos. Meditemos más bien en la raíz
de nuestras creencias y una suave y silenciosa alegría llegará hasta nosotros... ¡Paz en el
corazón, luz en el entendimiento! quot;
Miré a los familiares, a todos los reunidos alli. Todos tenían una expresión calma,
silenciosa, reflexiva. Ya no se oyeron más llantos...
Al volver al banco, mi cuñado me agradeció lo que había hecho por su padre.
Al salir del recinto, me toca el cura por la espalda y me dice: quot;Me han gustado mucho tus
palabrasquot;.
Ya en el crematorio, todos los familiares agradecieron mi intervención y me preguntaron:
quot;¿De dónde es esto?quot; A lo que les contesté: quot;Es del Mensaje de Siloquot;.
Un fuerte abrazo!
Quim de Riba.
15. 29-07-05
quimderiba@yahoo.es
5. ISAIAS – Buenos Aires
El domingo por la noche mi cuñado Arturo - esposo de Eva, mi hermana mayor - falleció
victima de un infarto fulminante. Era un buen hombre, médico pediatra jubilado, amante
de la música clásica, los libros de arte, que dedicaba gran parte de su tiempo a pintar en
una habitación que había convertido en taller. Fue allí, mientras escuchaba el quot;Stabat
Materquot; de Vivaldi y pintaba, que lo sorprendió esa irrupción, esa extraña situación - para
todo ser vivo - que el uso cotidiano denomina quot;la muertequot;.
Solo dos horas más tarde supe del suceso. De todos modos, cuando llegué a la casa,
esperé a que su ex-mujer y uno de los dos hijos de ese matrimonio quedaran agotados
por el llanto y salieran de la habitación. Entré y cerré la puerta, acerqué una silla al borde
la cama y, tratando de conectarme con su alma, le leí despaciosamente la Ceremonia de
Asistencia.
Al mediodía del día siguiente, una treintena de personas entre los cuales estaban su ex-
mujer, sus dos hijos, mi hermana y sus dos hijos, varios nietos de ambas partes - niños
entre 4 y 12 años - algunos otros parientes y varios amigos, partimos en esa singular
quot;caravanaquot; hacia un cementerio privado situado en la zona norte del Gran Buenos Aires,
llamado quot;Jardín de Pazquot;, que por mi parte no había tenido ocasión de conocer
anteriormente.
El lugar es un bellísimo y extenso parque-jardín, sin ninguno de las habituales
construcciones y símbolos propios de las religiones tradicionales conocidas por estas
latitudes (las cruces cristianas y las quot;estrellas de Davidquot; de los judíos). Nada de
mausoleos realizados en costosos mármoles y coronados con ángeles que soplan sus
trompetas con largas cabelleras al viento, nada de lápidas más ricas o más pobres,
adornadas con flores o con todos los signos del abandono y del olvido, ningún
quot;profesionalquot; a la espera de sus quot;clientesquot; - los sacerdotes y los rabinos vestidos con sus
negros ropajes, enarbolando sus libros sagrados y leyendo mecánicamente a grupos de
gente acongojada sus letanías, aterrorizando con dioses que castigan, con infiernos
eternos, avivando las heridas con más dolor y más llanto, y “que pase el que sigue...quot;.
Por el contrario, hay allí un par de edificios blancos de líneas sencillas. En uno de ellos,
con acristalados techos y una muy agradable sala de espera, una amable secretaria se
ocupa rápidamente del papeleo. E inmediatamente nos dirigimos todos siguiendo al
féretro, nuevamente en caravana, hacia el lugar asignado. Lo hacemos por un sinuoso
camino de lajas, en un día frío pero muy soleado, mientras los niños lo hacen a través del
césped, pasando por encima o por el costado de las pequeñas placas de granito que,
encajadas a ras de tierra, señalan con sencillas inscripciones a quien se ha inhumado allí.
Completan el apacible y exquisito cuadro, pequeños y muy coloridos arreglos florales
colocados encima de las placas, extendidas por centenares en las áreas de verde césped,
junto con innumerables y bellos árboles de diferentes variedades y colores.
Solamente el llanto de las personas más cercanas a Arturo, quiebra por momentos esa
quietud. Llanto que se hace más intenso, casi desesperado, cuando los obreros
descubren el hoyo realizado en la tierra y mediante un suave mecanismo el féretro -
cubierto por una amplia tela negra en la que se ha bordado la quot;estrella de Davidquot; -
comienza lentamente a descender.
16. Tanto mi hermana como mi cuñado, así como mis sobrinos, no participan ni se han
interesado mucho por participar en nuestras actividades, sea del Movimiento o del
Mensaje de Silo, pero siempre hubo afinidad con nuestras propuestas sociales y políticas.
Antes de partir de la ciudad, yo había consultado a mi hermana acerca de la posibilidad
de realizar una de nuestras ceremonias. Ella se mostró dispuesta y convinimos en que
consultaría el tema con la ex-mujer y con los hijos de Arturo (ambos de alrededor de 35
años).
Pero en el aturdimiento propio de la situación, olvidó hacerlo... Entonces sucedió algo
inesperado: para mi gran sorpresa, mi sobrino Pablo se adelantó y anunció que a modo
de despedida leería un poema. Acto seguido y de modo muy conmovedor leyó quot;No
moriréquot;, un escrito incluido en la antología de cinco autores humanistas quot;La otra miradaquot;.
La lectura, si bien transformó algo el clima general, no fue suficiente para que cesaran las
muestras de dolor, ya que el féretro, entretanto, había terminado su descenso.
De manera que decidí adelantarme unos pasos, hice un leve gesto a mi hermana, y
dirigiendo la mirada a los hijos de Arturo anuncié con sencillez que era mi deseo leerles
“algunas palabras reconfortantes”. Ante el asentimiento general, comencé la lectura de la
ceremonia de Muerte, haciendo pausas más largas o más cortas según el caso.
Apenas había finalizado la lectura del primer párrafo y ya los llantos habían cesado por
completo. Luego, al levantar la mirada del texto, fui advirtiendo suaves cambios en la
expresión de los asistentes, en especial de aquellos más afectados por los rictus de la
pena.
Para cuando finalicé la lectura, el clima había cambiado radicalmente y una suave paz se
había instalado allí. Un par de personas se acercaron preguntándome por el origen del
texto. Una de ellas – una amiga de mi hermana a quien yo no conocía - dijo que nunca
había escuchado algo tan bello y con lo cual se hubiera sentido tan identificada.
Pancho, el hijo mayor de Arturo, me abrazó muy conmovido y, mientras me agradecía,
murmuró algo como: quot;Así tendrían que ser siempre estas cosas...quot;.
Luego nos fuimos despidiendo, alejándonos en pequeños grupos por los senderos de laja,
mientras los niños se llamaban corriendo por el verde prado.
Isaías Nobel - Julio 2005.
isaias.nobel@gmail.com
6. FABIANA – Buenos Aires.
Abril 2003 (carta por mail)
Hola amigos,
Les quiero compartir una particular experiencia que me sucedió el día lunes.
Llegué a la oficina temprano, a las 9.30. Alrededor de las 10.30, cuando iban llegando el
resto de mis compañeros, se escucha un ruido muy fuerte.
Una mujer joven se tiró del edificio de al lado.
(El edificio donde estoy trabajando estos días tiene la particularidad que, junto con las
torres vecinas, no están sobre la línea de la vereda, sino que forman un gran semicírculo
17. con una fuente grande en el centro. La mujer quedó entre la fuente y la entrada de
nuestro edificio.)
La vimos desde arriba. Todos estaban conmovidos. Entonces, decidí bajar para hacer la
Ceremonia de Asistencia.
La policía había cubierto de inmediato el cuerpo con un nylon negro semitransparente.
Me dirigí segura al grupo de policías y les dije, con la mirada sobre la de uno de ellos: -
¿puedo Asistir a la chica?
Y sin mediar un segundo, como hipnotizado, el que parecía quot;el capoquot; me contestó que Sí.
Me acuclillé al lado de los restos, cerca de la cabeza, corrí el nylon que la cubría y, con el
Libro del Mensaje en una mano y la otra en el corazón, hice la Ceremonia. Una vez. Y me
pareció necesario repetirla. Así lo hice.
Nadie me molestó.
Algo pasaba, algo sentía. No les puedo explicar bien qué, ni si era de afuera o de adentro
de mí.
Me sentía trasladada de tiempo y lugar. De afuera, sólo el murmullo del agua de la gran
fuente y el sol de la mañana.
Como algunos saben, la Asistencia es una experiencia de mucho afecto. En ella se va
guiando a la reconciliación, a la paz y a un nuevo rumbo.
Cuando terminé, me paré y vi que estaba rodeada por una valla amarilla formando un
gran círculo a una considerable distancia. Nadie más dentro de él.
Saludé con un gesto al policía y me fui. Ninguno me hizo preguntas.
Durante el día tuve algunos particulares registros, supongo por la copresencia de la
muerte y el sentido de la vida en mi mente y, por otro lado, a la conmovedora sensación
experimentada durante la Asistencia. Eran oleadas de fuerza creciente que traspasaban
mi cuerpo y todo mi ser, a la altura del corazón.
Por la noche, reflexionando sobre lo ocurrido, descubrí dos cosas. Una: en ningún
momento me causó impresión el cuerpo, ni la quot;muertequot; misma. Y la otra: la certeza interna
de haber ayudado.
Que estén todos muy bien.
Fabiana.
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Le escribí a Silo para comentarle la experiencia y consultarlo. Le pregunté si puede un ser
que se suicida integrar, transferir, reconciliarse, si puede uno ayudarlo. Porque sentí que
fue algo profundamente bueno; pero también que a la vez venimos de una cultura donde,
sin saber muy bien el porqué, se condenan acciones que tal vez solo merecen de nuestra
mayor bondad.¿Cómo no merecerán la bondad de lo bondadoso con más razón? ¿Cómo
explicarle a mi corazón la creencia de una condena final si nunca había sentido una
experiencia tan amorosa? Algo no encajaba. La respuesta de Silo, fue el hilo que unió,
de una puntada, mis partes. Dijo:
“La Asistencia es buena para todos, aún para los suicidas, porque ¿quién sabe que pasa
en la mente de esa persona en esos instantes? Y, desde luego, puede ser una
maravillosa experiencia personal de comunicación con una vida que termina o que tal
vez comienza”.
18. -----------------------------------------------------
Enero 2006
En aquel momento, cuando escribí este mail, fue con la necesidad de que llegara lejos
esta esperanza, que fuera una insinuación para que todos pudieran percibir, aunque más
no fuera, un halo, una brisa, del regalo que recibí aquel día... que esa brisa pudiera
remontarlos y ver por sí mismos aquellos espacios que quot;visitéquot; guiando a esta mujer.
Aquellos paisajes eran lo más real que había visto en mi vida.
Y allí, en la entrada, nosotras nos despedimos.
Fabiana Martínez.
fabiana_martinez@yahoo.es
7. NESTOR – Buenos Aires
Este año que pasó, la madre de un hermano mayor adoptivo que tengo (adoptado por mí,
digo), cayó en una internación ya grave, con varias cosas junto con sus 90 más o menos.
El cuadro que me pintó mi amigo era terminal.
Fui a hacerle la Asistencia y, por suerte, no hablé con la hermana de mi amigo, que la
estaba cuidando en ese momento. La saludé y me fui derecho a la cabecera de Juana,
que dormía plácidamente. El cuerpo en posición fetal, su rostro ya muy chupado pero sin
signos de dolor, simplemente años. Traté de reconocerla, la recordé cómo era la última
vez que la había visto hacía unos años.
Así que después de conectarme emotivamente con ella dormida, me dispuse a leerle la
ceremonia de Asistencia.
Para empezar, le dije que venía a visitarla y le iba a leer algo. Y sentí que vino a mi
encuentro. Sentí como una picazón iridiscente en la piel de la cara y las manos, y como
una suave masa de calidez en el pecho. Era algo que flotaba extendido por sobre el
cuerpo.
Sentí que me estaba recibiendo y me lo hacía saber. Pocas veces nos habíamos visto
pero nos teníamos mucho cariño.
Siguió con su sueño plácido durante toda la lectura y me despedí al terminar.
La hermana me habló de cómo se estaba recuperando y que le darían el alta en esos
días, en un estado de negación habitual. Cuatro días más tarde Juana falleció.
Néstor Tato.
nestortato2005@yahoo.com.ar
8. CATALINA – Buenos Aires
Mis experiencias
19. Luego de haber acompañado y leído a más de 250 personas en su tránsito la ceremonia
de Asistencia, puedo reconocer claramente el registro de conectar en esos momentos con
una sensación especial, muy particular y… curiosa.
Al leer la ceremonia una y otra vez, encontré la respuesta en la información sumaria del
Mensaje: la ceremonia de Asistencia es una experiencia. Como el contacto con la Fuerza
en el Oficio, con una pequeña diferencia: en la Asistencia es el contacto con una
presencia que está afuera de uno, en el Oficio es una sensación que sale de uno y se
conecta hacia fuera. Tanto en una experiencia como en otra se modifica la relación
espacio-tiempo, casi se desprende uno del lugar en donde está.
Cuando en algunas circunstancias he acompañado a alguien leyendo la Guía del Camino
Interno, he observado respuestas físicas de la persona agonizante.
Si me pregunto cuál es el motivo de mi opción por realizar esta experiencia, esto surgió
en aquellas oportunidades en que percibí mucho sufrimiento en el otro. Como respuesta,
he notado un contacto con la humanidad de quien me dirigía. Es conectar con
experiencias que poco tienen en común con el habitual estado cotidiano. Una sensación
agradable y calma suele acompañarme por varias horas luego de haberla realizado, con
la certeza interna de haber hecho algo útil.
Por muchos años guardé estas experiencias, sin poderlas compartir con otros.
Recuerdo que la primera vez que me sucedió de optar por la lectura de la Guía del
Camino Interno fue allá por el año 1982, en oportunidad de estar cuidando a una persona
enferma, en forma ocasional, en reemplazo de otra. Era un alto representante de la
iglesia católica en un estado de total desasosiego. Decido leerle en voz alta el escrito,
produciéndose, para mi sorpresa, un cambio repentino de comportamiento y hasta de sus
gestos, para luego quedarse totalmente relajado (muy grande fue mi sorpresa en ese
momento).
Más recientemente, tuve que ir a visitar a una señora muy grave, a quien no conocía. La
encontré conectada a un respirador sin poderse comunicar. Pero como la familia había
pedido que alguien del movimiento se acercara para que le guiara una experiencia, me
encontré ante la incertidumbre de no saber qué hacer. Sentí de pronto la necesidad de
leerle la Guía del Camino Interno.
Cuando comencé con la lectura la señora comenzó a moverse muy inquieta, pero aún así
seguí leyendo, sugiriéndole que se quedara tranquila y siguiera la experiencia. Sentí de
pronto que algo muy importante me había llevado hacia allí, al presenciar y percibir una
relajación profunda de sus gestos y, en fin, conectarme con la humanidad que estaba
delante de mí.
Por varias horas más tuve la sensación de haber hecho algo útil.
En cada nueva experiencia de acompañamiento siento un aumento de la energía, como si
estuviera suspendida sobre el suelo, avizorando un sentido que me impulsa a explorar
más en estos temas. Es un quot;antes y después de cada experienciaquot;. A lo que he llegado a
llamar: la magia que Silo nos ha puesto en las manos para tomarlo como estilo de vivir.
Aclaro que mi especialidad, profesionalmente hablando, es atender a enfermos muy
graves y en etapa terminal. Llevo más de 15 años dedicada en forma exclusiva a esta
tarea. Y llevo de experiencia con el Mensaje de Silo algo más de un año, aunque conozco
su enseñanza desde el año 76.
20. Y estas son mis preguntas
¿Es posible que con estas experiencias se encuentre o refuerce la Fe?
¿Es posible que esto se tome como camino útil y querido?
¿Es posible acrecentar día a día, con la evocación de esos momentos, un estado interior
de calma?
¿Es posible sentir ocasionalmente la presencia de alguna protección, luego de tomar
contacto con alguna de estas experiencias?
No tengo una repuesta segura, pero sí una sospecha.
Quisiera poder compartir con otros experiencias similares.
A continuación, los escritos de dos amigos: Mónica y Oscar.
Mónica, con sus tenues palabras cargadas de emoción, que aún perduran como suave
brisa en el recuerdo, después de su partida. Palabras que fueron escritas para alumnos a
los que tuviera que explicarles a qué me dedico. Ellas refuerzan mi fe en estos seres que
están presentes como compañías, haciendo desaparecer la creencia en la existencia de
la muerte. Cada vez que las he leído, sentí que ella estaba conmigo.
Oscar, que enfrenta una enfermedad muy grave, es conciente de lo que está pasando e
intenta agotar todos los recursos que se le presentan a mano. El dice que le va a “dar
pelea a la enfermedad” aún a pesar de no saber cuando partirá. Pero lo seguro es que no
quiere “irse ahoraquot;. En este tiempo, aprendió que puede descubrir las contradicciones que
están a la base de sus creencias y que, a medida que las va reconociendo, se va
liberando de quot;falsas y viejas creenciasquot;. Y que, a pesar del problema físico, puede
aprender a perdonarse, a reconocer que es posible ser creativo y a llevar adelante
proyectos. Actualmente escribe un manual sobre cómo preparar sustancias homeopáticas,
preparados magistrales de herboristería y fitoterapia; como así también un taller para
principiantes en esos temas. Curiosamente, esta especial espera lo ha impulsado a
realizar viejos sueños.
Catalina Portel.
catalinaportel@2vias.com.ar
Mónica
Palabras escritas durante una enfermedad terminal, pocos días antes de partir.
Frente a la hoja en blanco la palabra siempre es un desafío, alguien que comienza a
andar más allá de nuestra inspiración.
Durante mucho tiempo me he quedado sin palabras, tanto era el asombro de lo que
ocurría, sin posibilidad de decir, de expresar, de expresarme como la persona que dejaba
de ser y lo que se asomaba débil, desconocida, dolorida, descorazonada, todo cuerpo.
Temía los testamentos, las palabras célebres, la última canción, el legado de
agradecimientos, perdones, destiempos, despechos, obligaciones posmortum, frases
proféticas.
En otro afán por diferenciarme del resto de la humanidad, me iría en silencio aunque
nunca tenia la seguridad de estar partiendo del todo.
21. Hoy frente a una hoja que empezó a llenarse de palabras con sentido, con palabras que
ya no quieren diferenciarse sino comunicar algo, digo que “me entrego a este tiempo en
que vivo y voy muriendo”.
Quisiera estar despierta, quisiera que la emoción no se pierda, que la belleza continúe su
camino de vino y rosas, y que el amor siga perseverante, contundente, insoslayable.
Me siento profundamente amada y amo intensamente.
Voy a ser un buen recuerdo, tengo el alma colmada de buenos recuerdos.
Brindo por la amistad !!!
¡Quiero vivir!
Monica P. - 19/10/03.
Oscar
Poemas escritos durante el proceso de trabajo con las experiencias del Mensaje,
enfrentando una enfermedad muy grave.
NOSOTROS
Muchas veces, escuché decir: nosotros...
Muchas veces, se refirieron a mí diciendo... nosotros
otras veces, el Universo fue...un, nosotros
y en una dulce caricia viví...un, nosotros
Una mirada a los ojos, también fue... un, nosotros
y un paisaje de esperanza, fue...un, nosotros
y así, esos nosotros, rodaron una y mil veces
cayendo en ninguna parte.
¿Como es, que todo fue y quedó un nosotros?
¿Cómo es, que todo fue y no fue...el, nosotros?
¿Tal vez porque rocé aquel quot;NOSOTROSquot;
que tan poco tiene de nosotros?
Si pienso en nosotros te veo y me veo.
Pero,,, si quot;estoyquot; en quot;NOSOTROSquot; ya no eres ni soy.
No eres. Ni estás. Ni estoy. Ni somos...
¡Hay un quot;NOSOTROSquot; mas allá de nosotros!
Porque quot;NOSOTROSquot; no es, tu y yo sentados frente al otro.
¡No! El quot;NOSOTROSquot; del que hablo es otra cosa.
LA NADA
La nada no existe.
Y si la nada existe, esa nada es quot;ALGOquot;
22. Algo con todos los adjetivos posibles e imaginables,
y algunos más...
Dicho en cantidades, es un poco más
y un poco menos de quot;ALGOquot;.
Y si pensamos en tiempo, siempre es quot;ALGOquot;,
un poco antes y un poco después.
O sea, que siempre es quot;ALGOquot; en continuo cambio.
Es siempre lo mismo en todos los tiempos y estados.
Nosotros somos unas partículas de quot;ALGOquot;
suspendidas en una eternidad de tiempo y espacio,
en un punto de inflexión entre el algo y el quot;ALGOquot;
Oscar Varela.
9. HUGA – Santiago de Chile
Querida Eva,
Te escribo a ti sola primero, porque es más íntimo. Si tú quieres, después se lo mandas a
quien creas que puede interesarle o servirle.
Lo de mis operaciones - ya llevo tres - más uno que otro evento más o menos grave que
ha requerido anestesia, es algo que en verdad me ha puesto en contacto con otro espacio.
Una no sabe si acaso la anestesia ayuda a eliminar un poco de racionalidad y te permite
ver más allá, o si todo es un estado alucinatorio por lo mismo.
Lo que sí te puedo asegurar es que es muy agradable, muy pleno y hasta me atrevo a
decir a veces... trascendente.
Hace cuatro años, cuando desperté bien, estaba muy serena. Habían pasado como 15
horas desde que había entrado al pabellón de operaciones, no recordaba en qué
momento me había dormido. Mi gran amiga, Sonia, me acompañaba. Eso me daba
mucha tranquilidad, pero apenas lo recordaba. Al despertar bien, supe que había sido
muy largo el procedimiento, más de 10 horas, y que se temía por mi vida.
Bueno, pues la serenidad que yo sentía era porque me acompañaba la visión de que
todos mis amigos del movimiento estaban con las manos extendidas; y de todos esos
dedos, que deben haber sido cientos, salían rayos de luz de todos los colores. Con eso
se formaba un lecho que me sostenía, durante el tiempo que fuera necesario, hasta que
estuviera fuera de peligro. Esa fue una visión clarísima. No sé en que momento se
produjo, pero su recuerdo era tan reconfortante y sanador como no te puedes imaginar.
Ahora en la última operación, que sólo duró 5 horas, siempre tuve una fuerte sensación
de protección y seguridad. Creo que esto tiene que ver con que sabía que en muchos
lugares se estaban haciendo ceremonias de Bienestar, Oficios y pedidos por mí. Pero
además, yo sabía que el Negro tenía mi foto en su monitor. Incluso había dicho que él iba
a estar ahí. Lo cierto es que me sentía como si estuviera adentro de un útero o algo así.
Todo lo que pasara estaba bien: la recuperación, la partida, todo. No había lugar para el
temor, ni para la más mínima tensión.
23. Después de despertar pude recordar y agradecer. Todavía sigo agradeciendo, cada día.
A veces me pregunto si estaré destinada a algo mayor. Ya que la vida me ha sido difícil,
pero al mismo tiempo he sido tan premiada, querida y protegida...
Bueno Evita, eso es todo por esta noche. Mañana volveré a escribirte, cosas más
baladíes.
Un gran abrazo.
Huga.
hugatormen@gmail.com
10. MABEL – Barcelona
Desde pequeña el tema de la muerte siempre fue una incógnita para mi existencia.
Pasaron los años y, al conectarme con la doctrina, me fui aproximando a algunas
verdades...
En tres oportunidades estuve a un breve espacio de toparme con ella. Entonces me di
cuenta que todavía no era hora, que aún tenía mucho camino que recorrer... y que tengo
un destino.
Sí, estuve muy cerca de seres queridos que han pasado a otro plano y eso quiero
compartir con ustedes.
La primera vez sucedió con mi padre, que falleció en 1986. Hacía poco tiempo que había
hecho un centro de trabajo... Lógicamente, al salir de allí, tuve la necesidad imperiosa de
reconciliarme con él, ya que siempre se había opuesto a mi participación en el
movimiento.
Fue hermosa la charla que tuvimos: el reconocimiento de errores... el perdón de ambos...
el cálido abrazo y el respeto mutuo de las elecciones que ambos habíamos hecho. Todo
bien hasta aquí... pero se le ocurrió morirse un mes después!!!
Fue un shock. La no aceptación, el enojo, habíamos perdido tanto tiempo enojados... que
me pareció una injusticia.
De todas maneras pude realizar la ceremonia de Asistencia y luego de Muerte... Llegué a
tiempo, ya que nos distanciaban casi 1000 km; tuve que intencionar fuertemente para
poder entrar en la terapia intensiva. Susurrando dulcemente a mi guía y el de mis amigos
que acompañaban pude hacerlo.... Por un instante que sonrió, por las lágrimas y la
respuesta refleja de su mano me di cuenta que escuchaba... Luego se fue.... Su estado
era gravísimo, estaba en coma pero su conciencia activa.... Ese día definí mi vocación: el
Servicio.
Hace muchos años que trabajo en Salud, el estar en contacto con personas enfermas me
puso en situación de asistir a familiares. El entrenamiento continuo hizo que el registro se
ampliara, nada más que eso: un poco de atención y hacer lo que hay que hacer.
Otra experiencia muy significativa fue asistir a una querida amiga del alma, humanista, se
llama Maisa. Con ella tuvimos más tiempo de trabajar el tema de su partida.
Trabajamos incansablemente un año, ya que cuando le detectaron el cáncer de páncreas
los médicos le pronosticaron 3 meses con la cirugía. Ella decidió 1 año, hasta tanto
dejaba arregladas todas sus cosas: su hija que entonces tenía 14 años, su madre anciana
y sus tías, también ancianas y enfermas... Resolvió todo al detalle hasta el día antes de
24. partir. Nunca en mi vida había estado con un ser humano tan íntegro y con tanta dignidad
para morir.
Sus últimos días, a pesar de las incomodidades propias de la enfermedad, fueron
bellísimos en registros: compañía, compasión y amor. Fuimos sus custodias Débora
Tormen, Ana Arduino y una amiga de la infancia. Todas sincronizadas, no faltó nada, eran
nuestras almas danzando. Allí no había sufrimiento ni cansancio físico, solo una suave
alegría, y una paz... que se me hace imposible describir.
Desde entonces Maisa es mi dulce compañía... siempre alegre, solidaria y con
extraordinario sentido del humor. La oigo en la risa franca de los adolescentes... La veo
en el ensimismamiento de los que leen libros... La siento en la fuerza de nuestras
actividades... Ella dejó su huella y tengo ya la certeza que la muerte no existe.
Ahora, con el Mensaje, mejoraré los aspectos que faltaban pulir.
Donde quiera que vaya, tengo la certeza que hay mucho para dar, mucho para integrar y,
fundamentalmente, que no estoy sola.
Mabel Ochoa.
08-09-2005.
mabelforfet@yahoo.com.ar
11. MIGUEL ANGEL - Madrid
Aquel 17 de octubre
Rosa se marchaba en silencio, suavemente, su cuerpo había perdido fuerzas por el
transcurrir de los años. Estábamos muy cerca cuando el momento llegó.
.....
Rosa era la hermana de Carlota, mi abuela; Rosa era fuerte en su carácter, y bondadosa
también. Los años la habían hecho reservada, observadora y muy afectuosa para con las
personas, conocidas o desconocidas por ella.
Durante los últimos años de su vida recibió gran cariño, nunca quedó sola y tuvo lo que
necesitó.
Aquel 17 de octubre no fue como años antes, cuando visitó la sección de urgencias del
hospital, siendo ingresada en cuidados intensivos...
Fui a verla apenas llegó al hospital, bien entrada la noche.
Estaba inconsciente a pocos metros, y supe – con total certeza - que no era el momento
de despedirse de ella.
Me acerqué a su oído y, acariciándola suavemente en su frente, le susurré. “querida tía,
querida Rosa, recupérate pronto, porque tenemos todavía tiempo para estar juntos, te
necesitamos y Alvaro (mi hijo, que tenía por entonces 2 años) te está esperando. Antes
de retirarme hice un Pedido.
Mis padres, que aguardaban en la sala contigua, temían por su vida, de forma inminente.
Me acerqué a mi madre y le dije que Rosa no moriría: “..ahora tenéis que ir a descansar”.
A los pocos minutos me alejé del hospital sin temor alguno, con un registro grande de
unidad interna.
25. En la mañana, Rosa despertó con vitalidad, desayunó y a las pocas horas fue sacada de
la unidad de cuidados intensivos.
.....
Más tarde, aquel 17 de octubre, fue de otro modo.
Nuevamente ingresada, la fui a visitar acompañado.
Rosa estaba inconsciente y era asistida por mi familia.
Poco a poco, los visitantes fueron retirándose. Quedamos junto a ella mi madre, mi
compañera Alicia y yo.
Conversaban ellas dos en un extremo de la cama, en tono bajo. Yo, en el otro extremo,
buscaba un espacio donde recogerme y estar muy cerca de su cuerpo.
La observé, trate de sentirla profundamente, trate de transmitirle bienestar. Supe que la
despedida estaba muy cerca, muy próxima.
No dejaba de “mirarla”, de “sentirla”.
Rosa tenía la respiración fatigosa, forzada, era asistida con oxígeno.
A los pocos minutos, Rosa sufrió un suave espasmo, dejó de respirar, su corazón se
detuvo.
Lo percibí como algo esperado, “bien llegado”, sin temor.
Llegaron las enfermeras casi de inmediato, rutinariamente comprobaron que el corazón
de Rosa había dejado de latir. Anunciaron su fallecimiento y nos pidieron abandonar la
sala. Acompañé a mis padres afuera, estaban conmovidos. Reingresé en la habitación y
solicité a las enfermeras que me dejasen solo con ella, invité a Alicia a acompañarme.
En silencio, junto al cuerpo de Rosa, muy próximo a ella, me dispuse a oficiar la
ceremonia de Asistencia. Con mucho amor.
“....Prepárate a entrar en la más hermosa Ciudad de la Luz, en esta ciudad jamás
percibida por el ojo, nunca escuchada en su canto por el oído humano....
Ven, prepárate a entrar en la más hermosa Luz...”
Susurrando a su oído, me despedí, no sin antes hacer “mi pedido” y finalicé:
“Gracias por todo lo que nos has dado, ... que Dios te bendiga, Rosa”
En aquel instante, con paz de corazón, en el “silencio” que solo puede experimentarse en
tan especial momento, vi sobre el cuerpo - a la altura de su cabeza - lo que sólo puedo
definir como “polvo de luz”......
Quise, después, dar una explicación a tal experiencia... algo muy difícil de hacer.
Preferí acordar conmigo el guardar silencio.
Rosa se había marchado.
Salí de la habitación e invité a mis padres a entrar. Se despidieron, pero Rosa ya no
estaba en aquel “desanimado” cuerpo.
26. Las enfermeras, poco después, entraron y cumplieron su función.
Rosa compartió con nosotros 92 años.
“A ti, mi más profundo agradecimiento... Ser.
Miguel Angel
invarato@ciumundo.es
12. POLI - Madrid
Una experiencia de contacto con nuestros seres queridos que ya partieron...
Les hago llegar una experiencia reciente que tuve la oportunidad de vivir.
El pasado día 10 de octubre hizo exactamente 8 años que falleció mi padre, y
recordándolo me dije: tal vez pueda hacer algo aún por él, aunque ya no esté aquí
físicamente con nosotros. Tal vez, me dije, tratando de sentirlo llegue alguna señal y
podamos comunicarnos. Entonces me propuse experimentar.
Busqué una ubicación adecuada, debía alcanzar una condición idónea para acallar los
ruidos externos y las tensiones cotidianas, necesitaba recogerme en silencio, dejar la
mente en calma y sosiego. Trabajé con la experiencia de Paz, luego un relax interno, para
proseguir con una experiencia de Fuerza. Una vez que ampliaba la sensación de la esfera
fuera de mi cuerpo me encontré en un espacio amplio, enorme y vacío. Mi atención se
dirigía a percibir este espacio y a soltar, a desprenderme de cualquier deseo, persecución
o posesión. Una vez allí, sin ensueño, en libertad interior me propuse sentir a mi padre,
intenté conectarme con su esencia, con su ser...
Al instante pude percibir una existencia delante de mí, una existencia luminosa, una
existencia que transmitía paz y esperanza, una alegría me invadió y me conmovió.
Mientras más me conectaba con él más se fortalecían los registros. La experiencia no se
prolongó mucho, pero muy reconfortado me despedí de él invitándole a que se
encaminara hacia la Luz, hacia la más hermosa entre todas las luces...
Apenas me incorporé para continuar con mis tareas cotidianas me acordé de mi madre y
la llamé. Justo acababa de venir de misa, de celebrar el aniversario. Le conté lo sucedido,
lo que había vivido durante la experiencia y le dije: quot;papá está bien, le percibí luminoso y
lleno de pazquot; . Mi madre, que no es muy expresiva en estas cosas pero sí muy escéptica,
me respondió con un quot;mejor es verlo de ese modo positivo que de otro, hijoquot;.
A los pocos días me encontré con mis suegros, que estaban muy dolidos por la pérdida
de su hija. En un momento en el que se recordó el dolor, me pareció que era el instante
para testimoniarles del siguiente modo: “les diré una cosa que puede sonar un poco raro
pero es algo que yo siento muy profundamente... recientemente tuve una experiencia
donde intenté sentir y tomar contacto con lo mejor que recuerdo de mi padre y pude
percibir una existencia luminosa, llena de paz y alegría”.
Todos quedaron en silencio, no sabían que añadir, mi suegra rompió el incómodo vacío
con un “sí, todos sentimos a nuestros familiares y lo que nos toca de un modo especial”.
27. No resulta fácil transmitir estas experiencias, el medio no está acostumbrado a oír estas
cosas, pero son necesarias como el agua para vivir, necesitamos señales para
sobrepasar el absurdo de la muerte y darle sentido a nuestra existencia.
Nos vamos soltando poco a poco, y recuerdo ahora las palabras del Maestro que
aproximadamente venía a decir “ya es hora que lo interno comience a manifestarse en el
mundo”.
Poli Durán - Octubre 2005.
plduran@ya.com
13. ROBERTO - Madrid
Carmen es la hermana mayor de diez hermanos. A los 51 años los médicos le
diagnostican Alzheimer, mi cuñado y sus hijos deciden internarla en una residencia, pues
dicen que sus hermanos no quieren ayudar (líos de familia). Radicalmente cortan las
relaciones con los hermanos, no se sabe dónde se encuentra Carmen. Cuando Carmen
cumple 60 años nos enteramos por una prima que se encuentra en un hospital terminal;
no conseguimos averiguar en dónde exactamente.
Sábado 5 de Marzo de 2005
Me despierto. Sentado en la cama tengo una sensación extraña. Me levanto me aseo y se
me olvida. Es sábado y toca trabajos domésticos; sobre media mañana, limpiando el
polvo me pongo a llorar, no entiendo el motivo del llanto. Me habrá entrado polvo en los
ojos... es la explicación que me doy. En la cocina, preparando la comida, vuelvo a llorar y
no estoy picando cebollas, pero esta vez siento mucha emoción. Me digo: “Bueno, esto
está bien, me viene bien para desbloquear”, porque algunas veces al llorar siento que
duele el pecho y algo dentro paraliza el continuar llorando. Duermo una siesta después de
la comida, al despertar continuo con el llanto y me digo: “como esta mañana he soltado,
viendo que esto era bueno, por eso sigo llorando”. No le doy mayor importancia.
Martes 8 de Marzo
Es mediodía, suena el teléfono. Es Mercedes, mi hermana de Estepona. Me cuenta lo
que le pasó el sábado: que estaba muy revuelta, discutió con el marido y con los hijos y
con los vecinos, que esto era señal para ella de algo que pasaba en la familia. El domingo
llamó a una prima de Jerez. Se contaron sus vidas y, antes de colgar, la prima le dijo: “te
lo tengo que decir Mercedes, me lo han prohibido pero eres mi prima y te quiero, Carmen
partió el sábado, su cuerpo fue incinerado el domingo”… Comprendí el llanto del sábado.
Domingo 13 de Marzo
El resto de la familia se quedó descompuesta, no pudieron despedirse de Carmen. Se me
ocurrió juntarlos en el local para hacer la ceremonia de Bienestar y después empecé
hablando de lo positivo de Carmen. Manma - así es como la llamaba de pequeño - era
para mí, mi segunda mamá. A los cuatro años tuve un accidente, sólo recuerdo un edificio
parecido a un convento, pero, lo más importante: “me encontraba en brazos de Manma”.
A los catorce años quería ser sacerdote de la iglesia, no por creencia, sino por emular al
director espiritual que teníamos en la iglesia, que era una buena persona. Fue quien me
inculcó que veníamos a este mundo para ayudarnos los unos a los otros, siempre estaba
en discusión con los demás curas, porque siempre defendía a las personas. Ahí estaba
Manma aconsejándome que si quería ayudar a los demás, podría hacerlo desde otros
28. ámbitos. A los quince vestía como un adulto, pues usaba la ropa de mi padre (traje
chaqueta con corbata); éramos muchos hermanos, yo era el que más crecía, me tocó la
herencia. Ahí estaba Manma aconsejándome que tenía que vestir como los jóvenes, pues
siempre me encontraba triste y que la ropa acompañaba a mi tristeza. Ella fue la que
habló con la Mamá que en aquellos tiempos no era fácil. A los dieciséis mi hermana
Eugenia y yo sosteníamos cómo venían los niños de una forma infantil. Ahí estaba
Manma, me dio un libro diciendo que lo leyera y le preguntara cualquier duda que tuviera.
Noté mucha emoción en mis hermanos, poco a poco se fueron sumando a contar su
experiencia con Carmen.
Se tomaron esta juntadera como si hubiera sido la despedida y el entierro de Carmen.
Ese día comimos juntos, durante la comida estuvimos hablando de cómo Mercedes y yo
habíamos intuido la partida de Carmen, sin poderlo asociar en el momento que nos
sucedió. Entonces Eugenia y Elena (otras dos hermanas) compartieron sus experiencias.
Eugenia contaba que en la madrugada del sábado había tenido un sueño extraño,
discutía con Carmen y la echaba de casa; lo extraño del sueño consistía en que nunca
había soñado con ella y que tampoco había vivido con ella, pues Carmen se casó muy
joven y ella era bebé. Elena contaba que, el sábado por la mañana, sentada en su cama
arreglando la ropita de su bebé, sintió por detrás de ella que alguien la observaba, giró la
cabeza y vio a nuestro padre (que partió hace ya más de treinta años) apoyado en el
marco de la puerta sonriéndole y le pareció escuchar en su interior que le decía: “No te
preocupes, todo está bien”. Para ella nuestro padre es su Guía, en los momentos buenos
y malos siente que la acompaña.
Jueves 17 de Marzo
Llego del local a casa, es de noche y como de costumbre me dirijo a la habitación para
ponerme ropa cómoda. Al traspasar el umbral de la puerta de la habitación siento un
fuerte escalofrío en la espalda, al salir vuelvo a sentir el escalofrío (debe de ser que he
cogido frío sentado en el local). El pasillo es un habitáculo pequeñito, que une los cuatro
espacios de la casa, cada vez que paso por este espacio punto de unión, siento el
escalofrío. Los días siguientes pasan cosas extrañas en la casa, me tranquilizo
diciéndome que me he obsesionado con el tema, que yo mismo produzco las rarezas. Le
pido ayuda y protección al Guía.
Lunes 21 de Marzo
En la reunión de trabajo interno comento lo que me está pasando en casa, entre
comentarios y risas llego a la conclusión de que algo o alguien está en la casa y necesita
ayuda. Esa misma noche pongo el plan en marcha. Estoy acostumbrado, por gusto, a
escuchar la experiencia guiada de La muerte con el diskman en la cama antes de
dormirme. Antes de ponerme los auriculares digo en voz alta: “Quien quiera que se
encuentre aquí que aproveche esta experiencia para encontrar el camino hacía la Ciudad
de la Luz”. Me pongo en la postura fetal porque estoy acojonao… Cuando llega esa parte
que dice: “Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la ciudad escondida debes
conocer las entrada. Pero esto lo sabrás…”, siento como golpes en la cadera, siento que
ese alguien aprovecha la vía que le he ofrecido... Y entonces siento una gran calma, ya
no hay miedo.
Sigo con los escalofríos. Cuestiono lo que hice aquella noche, no sirvió para nada...
Espera, sí sirvió, al menos me tranquilicé y las cosas extrañas dejaron de suceder.
Miércoles 30 de Marzo
29. Todas la noches a las once, más o menos, trabajo con la ceremonia de Bienestar y
algunas veces también con la Fuerza. Y en ese espacio personal sagrado, que voy
creando poco a poco, pido por los seres queridos que tienen dificultades. En este tiempo
y algo más atrás venía pidiendo por el tío de una par, pues estaba hospitalizado; y
también pedía por Carmen, a los seres queridos de otro tiempo y espacio que la ayudaran
a encontrar el camino. A cambio ofrecí las acciones válidas llevadas a cabo por mí, para
que Carmen no fuera con las manos vacías.
Eran las 4 de la tarde, suena el teléfono, era mi par, me llamaba para saludarme.
Estábamos conversando, cuando me dice que había sentido un escalofrío en la espalda.
Yo le digo: “debe ser tu tío Felipe que viene a despedirse de ti”.
Ella me dice que no bromee con estas cosas, que ella pasa mucho miedo, y seguimos
conversando sobre el tema. Hasta que me da las gracias por haber seguido conversando,
de ese modo le dio tiempo a llegar hasta la calle sin sentirse sola.
Esa misma tarde, en el masaje de osteopatía, tengo una experiencia curiosa. Cierro los
ojos para observar los bloqueos energéticos que hay en el cuerpo; de entre las imágenes
que van surgiendo veo a Carmen, y detrás de ella a un hombre joven con los cabellos
largos y dorados. Le pido al hombre que conduzca a Carmen a la Ciudad de la Luz, pues
se encuentra perdida.
A las 11 de la noche suena el teléfono, es Soledad (mi par). Su voz está triste, me dice
que su tío partió a medio día y me pregunta: “¿Cómo sabías tú que mi tío vino a
visitarme?”. Le contesté que fue casualidad: al decirme lo del escalofrío, lo asocie al
escalofrío que yo siento en casa y creo que es Carmen, y pensé que podría ser tu tío,
pero fue casualidad. Y le conté la experiencia que tuve esa tarde. Me preguntó cómo era
el hombre, se lo expliqué, y me dice: que así era su tío de joven.
Comprendí que no estaba loco. Y que todo lo que había pasado, había pasado.
Comprendí que uno no está sólo y que se puede dar y pedir ayuda a cualquier persona
de cualquier tiempo y cualquier espacio.
Robe
9153532589@telefonica.net
14. ELENA – Madrid
Con Luis
Diciembre 2004
El pedido de ayuda me llegó a través de mi hija. El hijo (19 años) de su amiga Ana ha
tenido una recidiva de leucemia y no reacciona frente a la quimioterapia. A su amiga se le
ha cerrado el futuro y se encuentra en tal situación de bloqueo que no sabe bien por
dónde tirar ni qué puede hacer ella por su hijo.
Me puse en contacto con ella y le comenté la forma en que yo podría ayudarla. La charla
duró apenas unos minutos y la invité a experimentar. Eso fue decisivo.
Ella ha ido invitando a miembros de su familia, a sus amigos, a los amigos de su hijo.
Después de dos experiencias, nos juntamos todos en el hospital. Hemos pedido permiso
al médico y nos juntamos en una salita cercana a su habitación. Allí hacemos las
30. ceremonias. En la primera la gente estaba un poco tensa, sin saber muy bien qué
estaban haciendo allí. La segunda fue toda una sorpresa. Doce personas, todos allí de
pie, con los ojos cerrados, totalmente entregados. Ahora ninguno de ellos se la quiere
perder y todos están pendientes del día y la hora.
Por otra parte, estoy trabajando con el hijo con experiencias guiadas. En principio con la
Configuración del Guía Interno y con la Protectora de la Vida. Él se sorprende de que
cada vez que las hace le salen cosas diferentes y habla sin tapujos de la muerte. Cada
vez van interesándose más acerca del Mensaje y alguno ha preguntado si eso lo podrían
reproducir ellos en otros ámbitos.
La madre, Ana, comenta que desde que hizo aquella primera experiencia, su vida se ha
transformado, como si ella se hubiera convertido en una persona diferente, con más
energía y con imágenes positivas en su cabeza.
Enero 2005
Luis comienza a reaccionar a la quimio, por lo que le incluyen en el programa de
transplante de médula. Esto va a significar que al producirle la aplasia (bajada total de las
defensas) le van a colocar en una situación muy delicada, pues cualquier catarro o
infección puede llevarle a las puertas de la muerte. Aún así, Luis accede. Durante el
permiso que le dan para volver a su casa antes del transplante, Luis abandona el trabajo
interno, sólo quiere pasarlo lo mejor posible con su novia por si acaso se muere durante
el período del trasplante.
Una vez le provocaron la aplasia, prohibieron las visitas, por lo que todo mi contacto con
él se redujo a las llamadas telefónicas.
Julio 2005
Estoy en Santander, me llama mi hija y me dice que Luis está en la UCI con una infección
pulmonar y que esperan muera en las próximas horas. Ana no quiere contestarme el
teléfono, pero a fuerza de insistir (y de un SMS muy elaborado que le mando) ella termina
llamándome. Desde Santander hago una experiencia y siento a Luis muy conectado, así
que llamo a Ana y se lo digo, le digo que no se crea tanto el determinismo de los médicos,
que de ésta no se muere. Le dije que de cualquier forma le hiciera la ceremonia de
Asistencia, pero más tarde me dijo que no se la hizo porque le daba quot;yuyuquot;.
Una vez llego el domingo a Madrid, acudo al hospital. Al estar Luis en la UCI, únicamente
nos dejan visitarle 1 hora por la mañana y otra hora por la tarde. Ana me pide que hable
yo con los médicos, que ella no quiere verlos. Los médicos nos reciben ya con cara de
funeral y poco se puede hacer para cambiarles el clima. Entro a ver a Luis y le veo
entubado y sedado, le siento con una fuerza increíble, peleándosela como un toro. Salgo
a la sala de espera y planteo un psicodrama a la familia: quot;cómo puede ser que él se la
esté peleando de esta manera y vosotros estéis aquí llorando una muerte que aún no
sucedió, esto no es forma de ayudarlequot;. No se si me pasé, si fui muy brusca... fue un
impulso que no sé de dónde salió. De cualquier forma, Ana me miró muy sorprendida y
reaccionó. Entró conmigo a ver a Luis. Le hicimos la ceremonia de Asistencia. Por la
tarde hicimos la experiencia de la Protectora de la Vida y la de las Nubes. Al día siguiente
Luis comenzó a mejorar. Yo veía en él cambios muy evidentes con la experiencia de las
Nubes, por lo que me centré en ella y se la hacíamos por lo menos un par de veces al día.
También seguimos haciéndole la Configuración del Guía y la Protectora de la Vida, así
como la Imposición. Mientras hacíamos las experiencias, o bien teníamos una mano
sobre su cabeza, o sobre su pecho...
31. El hecho de estar en la UCI, supuso en un comienzo una incomodidad, las enfermeras y
médicos nos miraban de reojo y una sentía en la piel las miradas. Pero establecer la
prioridad fue esencial, también el hecho de pensar que todos aquellos que escucharan
algo aprenderían y registrarían.
Los días siguientes, Luis fue mejorando a pasos agigantados y los médicos plantearon ir
quitándole la sedación. Éste es un momento delicado, pues normalmente los pacientes
quot;vuelvenquot; muy agitados y desorientados, de forma que plantearon hacerlo de una forma
paulatina, un proceso de varios días. Los médicos, mientras, seguían con cara de funeral
y lo único que pude hacer fue que nos aseguraran que ellos iban a hacer su parte bien
hecha y con los medios que fueran necesarios al caso. Continuamente insistían en que
Luis no podía oírnos y no podía sentirnos. Pero nosotras sabíamos que, sobre todo, en la
experiencia de las Nubes su corazón aceleraba el ritmo siempre en la misma parte y se
relajaba también siempre en la misma parte (las ventajas de tener la monitorización a
mano). También podíamos ver en el monitor cómo le subían las pulsaciones cuando su
novia le acariciaba y le hablaba al oído. ¡¡Vaya que se enteraba!! ¡¡DE TODO!!
Justo el día que esperábamos se iba a despertar, la saturación de oxígeno desciende y
los análisis de sangre muestran la presencia de una infección. Nadie entiende qué pasa.
Comienzan a revisar todo y pasado un día más, se dan cuenta que tenían que haberle
cambiado los catéteres ¡¡hacía más de cinco meses!!, motivo más que suficiente para
haberle provocado una infección.
Dos días después, Ana me llama por la mañana y me dice que no puede entrar a verle,
que algo internamente se lo impide. Le digo que yo en la mañana no puedo ir y que
alguien tiene que hacerle la experiencia, así que finalmente pasa ella.
A las 7 de la tarde, según estamos esperando la hora de la visita, nos informan de que
Luis ha tenido un infarto cerebral. Ana no quiere entrar. Ella queda abajo esperando
mientras entro a verle. Le siento tan nítidamente que parece que me habla, me queda
claro que él no va aceptar quedarse entre nosotros con las consecuencias de ese infarto.
Le hago la Asistencia, y siento lo mismo que si echara una gota de agua sobre un río
caudaloso. Bajo y le comento a Ana que me parece no tenemos mucho tiempo y que creo
que lo mejor es que suba a despedirse.
Con nosotras también estaba Cristina, la mejor amiga de Luis. Estaba como fuera de
lugar, en un rincón, como si ella no tuviera derecho a estar allí. Le sugerí hiciera la
Asistencia, de modo que se acercó a Luis y con la mano en su cabeza comenzó a leer,
despacio, con un cariño inmenso. Su cara se transformó y me pidió si podía quedarse con
el libro del Mensaje (yo llevaba varios en el bolso, he aprendido a ir preparada, así que
sin problemas).
Lo que pasó a partir de aquí supone una de las experiencias más hermosas que he vivido.
Ana, que es pura dinamita, un potro desbocado, se acercó a Luis, tomó una gasa y con
una suavidad impropia de ella comenzó a limpiarle la boca, bromeando y regañando
porque las enfermeras son unas vagas que no le limpian. Comenzó a tratarle como si
fuera un niño pequeño, con una dulzura exquisita, le tranquilizaba, le decía que ya sabía
que todo esto había sido mucho para él y que nos dábamos cuenta de que ya no podía
más. Le acariciaba las manos, los brazos, el pecho, la cabeza, con una ternura que
parecía nos había trasladado a otro espacio y otro tiempo diferente. Se acercó a su oído y
le susurró algunas frases que nadie más que Luis pudo escuchar. En el mismo instante
en el que ella acabó de hablarle, Luis dejó de respirar, el vello de su piel se erizó y tomó
un color ceniciento. Cerré los ojos y comencé una experiencia de Fuerza. Oía a Ana que
me llamaba, preguntándome por qué Luis no respiraba. Yo estaba intentando sentir a Luis
y una vez registré que todo estaba bien con él, abrí los ojos y le contesté que Luis ya no
32. estaba dentro de ese cuerpo. La unión y paz que registramos todos los que estábamos
allí, era muy grande.
Septiembre 2005.
Nos hemos reunido para hacer una experiencia conjunta aprovechando que es el
cumpleaños de Luis. Viene toda la familia, amigos, novia... Nos juntamos 20 personas. Se
lee una carta que he escrito. Algunas lágrimas asoman, pero sobre todo la emoción en la
sala alcanza una cota muy alta. Después, hacemos la experiencia de quot;El ser queridoquot; que
Rosita Ergas incluye en su libro, adaptada a esta especial circunstancia. Mientras leo la
experiencia, observo detenidamente a los presentes, todos están derechos, con sus
pechos henchidos, los ojos cerrados... Ana no puede reprimir las lágrimas. Cierro los ojos
y veo a Luis danzando entre nosotros, acercándose a su madre y dándole una colleja
cariñosa le dice: quot;serás boba...quot;
Los testimonios posteriores son sorprendentes. Muchos de los presentes están
asombrados y comentan con vehemencia, como para que los otros puedan creérselo, que
han sentido a Luis allí mismo, a su lado. El clima que se ha generado es tremendamente
positivo y todos comienzan a recordar los buenos momentos pasados con Luis, sus
travesuras, aquello que me dijo o hizo, etc. Le recuerdo a Ana los últimos momentos
vividos con su hijo, su forma de hablarle, su suavidad... ella no lo recuerda.
Con Dani
Septiembre 2005
Dani es hermano de Luis, tiene 10 años.
La muerte de Luis le ha trastornado. Se siente desprotegido sin su hermano mayor. Ana
(su madre) no sabe qué puede hacer ante esta situación.
Acabamos de hacer la experiencia del Ser Querido en casa de Ana. Invito a Dani a que
venga a una habitación conmigo.
Nos sentamos en la cama. Le sugiero que cierre los ojos y a partir de aquí se sucede esta
experiencia:
- Cierra los ojos Dani. Puedes imaginar a tu mamá?
- Sí.
- La ves bien, verdad? Sin embargo mamá no está aquí.
- No.
- Y la quieres?
- Sí.
- Cómo sabes que la quieres? Lo sientes?
- Sí.
- Dónde lo sientes?
- (por unos instantes Dani queda callado, levanta su mano y la posa un poco más abajo
de la garganta, después la desplaza hasta el pecho). Aquí (me señala).
- Ahora intenta imaginarte a Luis. Hazlo sin prisa, tómate el tiempo que necesites y
avísame cuando puedas verlo bien.
33. - (pasa un tiempo, quizás un par de minutos). Ya.
- Le puedes ver, ¿recuerdas cómo se reía y cómo jugaba contigo?
- Sí.
- Le quieres mucho, a qué sí?
- Sí, mucho.
- Y dónde lo sientes?
- (Dani queda bastante tiempo callado, finalmente lleva su mano al pecho). Lo siento aquí,
pero por dentro (señalando con su mano hacia atrás, como marcando una profundidad).
- Pues ya has encontrado el lugar donde está Luis. A partir de ahora siempre que quieras
verle podrás hacerlo, siempre que necesites su cariño lo tendrás.
- Y podré hablar con él y preguntarle cosas?
- Siempre que quieras. A lo mejor a veces tarda un poco en contestarte, pero eso no te
tiene que preocupar. Le podrás contar todas las cosas que te pasan en el colegio, pero no
te olvides de contarle también las cosas alegres, que a él le va a gustar.
Unos días después, Ana asiste (oye desde otra habitación) a la siguiente conversación
entre Dani y su hermana Verónica (8 años):
- Vero, no seas pesada. Hay veces que mamá se pone un poco triste porque quiere
hablar con Luis y cuando se pone así no tienes que molestarla.
- Y cómo puede hablar con él?
- Elena me ha enseñado a hablar con Luis y yo te voy a enseñar a ti.
Elena Ayuso.
helen_ayuso@telefonica.net
15. TRUDI – California
LAS HISTORIAS DE MARTA
I. TRES HISTORIAS DE RECONCILIACION
Queridos Amigos,
Aquí van tres historias de reconciliación – de la afirmación, a la vez irracional y
profundamente reconfortante, de la Vida en toda su gloria terrible.
1.
Me fui con Mabel y Carmen a visitar a Marta, la tía de Claudia, quien estaba en las
últimas etapas de un cáncer. Estaba con dolor agudo y constante y tenía mucho miedo de
morir y de estar sola, sin dirección, así que fuimos a hacer la Ceremonia de Asistencia y
cualquier otra cosa que pudiéramos hacer por ella.
Yo quería mucho visitarla. De cualquier forma, lo hice pidiendo ayuda al guía, porque este
es un tema muy antiguo para mí. Durante muchos años evitado, negado, enterrado bajo
las mentiras sacarinas que traspalé en el calor de mi propio espanto.
34. Fue de adolescente que empecé a nutrir un miedo mórbido al cáncer. Muchos de los
amigos de mis padres se estaban muriendo en agonía por esa enfermedad. Mis padres
hablaban de ellos con silenciosa desesperanza, y me llevaban a visitarlos. Mi horror
creció con cada muerte. Y se redobló cuando tenía 19 años y mi madre (con las mejores
intenciones para con mi desarrollo humano) arregló para mí cuidar la casa y los niños de
la vecina de enfrente que se estaba muriendo.
Allí estaba todo el día, todos los días, cuidando los nenes, preparando las comidas,
llevando comida a la madre joven que estaba muriendo en un dolor terrible a la edad de
35 años. Lo soporté durante algunas semanas; y cuando no lo aguanté más, escapé.
Me fui de viaje con otros chicos, todos hippies, buscando algo, cualquier cosa – la droga,
la religión oriental, grupos de encuentro, estratagemas de todo tipo para el
perfeccionamiento de uno mismo – cualquier cosa que pudiera dar socorro y alivio de
este mundo vicioso y absurdo…
Por muchos años guardé mi miedo encerrado en mi personal calabozo, echándole
pedacitos de reconocimiento, temblando de miedo y sin acercarme nunca demasiado,
cada vez que escuchaba de otra persona con cáncer. No fue hasta que tenía 37 años y
encontré al Movimiento Humanista, que descubrí la llave, la magia de ir más allá de mí y
hacer que mis acciones terminen en otros: tratando a los demás como quería ser tratada,
viviendo con coherencia y actuando con mis mejores emociones y pensamientos…
Esto me ayudó muchísimo. Poco a poco mi miedo se encogió. Entonces, hace cinco años,
tuve una sorprendente e increíble experiencia donde conocí, fuera de duda, que nosotros
no morimos. Que la muerte es una simple ilusión, un truco de espejos. Mi miedo al
cáncer-dolor se convirtió en nada más que un monstruo dócil, y mi alegría en la vida
creció a pasos agigantados. Hasta hoy experimento un suave crecimiento de felicidad, y
cada día doy gracias…
De cualquier forma, después que Claudia nos contó lo que le pasaba a Marta, seguí
pensando acerca de ella y su terrible dolor. ¿Por qué le pasan cosas tan terribles a la
gente buena? ¿Qué se puede hacer? Tuve que admitir que mi viejo miedo seguía allí,
marchito y lastimoso, seguramente, pero seguía vivo, borboteando en su celda. Tenía que
enfrentarlo.
Le pedí ayuda a mi guía, y la respuesta vino como una joya de coherencia: “Haz frente a
tu miedo. Ve a verla y estar con ella en su dolor”.
Fue un mensaje de compasión, que abracé con alegría. Le dije a Carmen, una buena
amiga de Claudia, que quería ir a ver a Marta y a lo mejor hacer imposición de manos o lo
que fuera más apropiado. Ella estuvo de acuerdo, ya que estaba esperando hacer lo
mismo, y lo había hecho antes una vez.
(Carmen es una mujer asombrosa, una hermosa persona de ojos marrones suaves con
alegría, que hace varios años perdió una hija joven por cáncer, y la alegría y
reconciliación con que abrazó el tránsito de su hija es un regalo inconcebible, un ejemplo
precioso de lo que es posible, para cada madre o padre que alguna vez ha tenido miedo
de perder a un hijo).
También llamamos a Mabel, que tiene la vocación de trabajar con moribundos (ella es
una querida amiga, que encontré hace poco, pero a quien he conocido siempre, una
amiga bondadosa y sabia, Protectora de la Vida, quien ha orientado muchos amigos en el
movimiento, acá en Paraná, por varios años).
Cuando fuimos a visitar a Marta la siguiente noche, los que la atendían nos dijeron que
tenía un dolor terrible. Entonces Carmen fue primero a preguntarle si nos quería ver, y
regreso diciendo que entráramos.
35. Marta es una mujer pequeña con una cara dulce. Cuando entramos nos mostró una
sonrisa agotada. Carmen nos presentó, ella nos tomó las manos con gratitud, sollozando
quietamente. Entonces Carmen se sentó a su lado, acariciándola y susurrándole palabras
reconfortantes. Mabel y yo nos sentamos cerca, tocándola y mandándole paz y bienestar,
Luz y alivio.
Pasamos a lo mejor una hora. Carmen le leyó la Ceremonia de Asistencia quietamente,
con tono íntimo, y uno a uno la acariciamos y la abrazamos. Cuando la tocábamos y
acariciábamos, lloraba quietamente, diciéndonos que el dolor era demasiado, que no lo
podía aguantar. Cuando me tocó mi turno, le dije la única cosa que podía pensar: “Tú no
estás sola”. Entonces una quieta corriente de energía nos conectó, y me hizo continuar:
“Nunca estarás sola, muchos, muchos amigos están contigo ahora, amándote y
mandándote luz y paz…” Es la Luz que ella más quería, pienso, como el agua, como un
bálsamo.
“Luz…” murmuró, con anhelo…
Después de eso fuimos a un café, y estuvimos una hora con mis amigas con un gran
sentimiento de paz.
Esa noche pensé que la visita a Marta había sido muy buena, llena de paz, y que la había
ayudado – sino disminuyendo el dolor, al menos acompañándola en su dolor. Pero algo
no era… ¿qué no era? Entonces caí en cuenta que tenía expectativas, esperanzas de
que este acto fuera el golpe final y espectacular a mi miedo, vaporizándola para siempre.
Y no fue así. Las cosas estaban más o menos igual.
En la mañana empecé mi meditación con los aforismos habituales: empiezo el día con fe,
doy gracias por mi vida, busco lo sagrado en mí y fuera de mí. Pero algo era diferente.
Sentí una impaciencia bordeando el disgusto – un descontento, una impaciencia, una
desnudez. Como si dijera “Basta!” y solté algo, como despojándome de una vieja piel. Eso
era: como si una capa se me hubiera caído con esa visita. Y me sentía más cercana a la
vida, sin ese aislamiento como gelatina que siempre usé para cubrirme…
Entonces medito, bajando la esfera, blanca-dorada, con un brillo suave; y sus pétalos
infinitos se expanden desde mi corazón, envolviéndome, desbordándose hacia el
Universo.
Una experiencia de Luz desde adentro – no tanto viéndola sino sintiéndola – radiante,
beatificante, tibia, rica, llena de Paz.
Estoy sostenida en los brazos de la Gran Madre…
Pregunto acerca del dolor – y no recibo respuesta – solamente paz...
Veo el ser esencial de Marta – hermosa, tranquila, fuerte, humilde, suave, llena de Luz...
He perdido una capa de dulces mentiras que me protegían de la vida – una interpretación,
una limitación, a la que me aferraba en mi búsqueda como a un salvavidas...
¡Pero ahora veo que puedo nadar!
2.
Anoche nuevamente tuve RLS (síndrome de las piernas inquietas). Estoy aprendiendo
que esta enfermedad nerviosa es un signo de alguna alteración, de una carga emocional
escondida, por algo que no he enfrentado. Se manifiesta como electricidad a través de
mis pies.
36. Lo tuve por años, antes de encontrar a alguien que me ayudó, un médico perspicaz, un
homeópata, que finalmente me llevó a lo mas obvio: “¿Qué estaba pasando en tu vida
cuando empezaste a experimentar esto?” me preguntó. Y allí estaba, como un bulto de
plomo. Todo empezó cuando mis mellizas se fueron de la casa. Y nunca me había
permitido apenarme.
Así que tenía que enfrentarlo. Me permití estar desconsolada, herida, desdichada por la
desaparición de mis queridas niñas de mi lado. Los síntomas desaparecieron – dormí
como un ángel. Esperaba que mi RLS desaparecieran para siempre. Pero no. Eso sería
subestimar el ingenio de mi psique. ¿Por qué abandonar esa herramienta útil? Así que de
vuelta mis pies me estaban diciendo que buscara más profundamente – hasta encontrar
esa ciénaga escondida de burbujeante desánimo, generador de la electricidad que corría
por mis pies.
Por lo menos ahora tenía una idea más exacta de lo que había que buscar, considerando
que el RLS había empezado de vuelta justo después de la visita a Marta. Me parecía
bastante claro. Aunque había alcanzado un nuevo nivel de reconciliación con la realidad
del dolor, que hacía mucho tiempo había enterrado profundamente, y nunca lo había
mirado cuidadosamente, nunca lo había sentido…
Puesto que no tenía ni idea de cómo hacer eso, medité, pidiendo ayuda al guía para
enfrentar mi miedo, abrazarlo, liberarlo.
Estoy adentro de la tierra muy hondo, descendiendo una escalera escarpada, más y más
profunda. Todo está oscuro. En lo más profundo encuentro una caverna – un pequeño
espacio redondo, tallado en la piedra roja oscura. En ese espacio hay una cama con una
mujer acostada allí, atada a la cama por lazos fuertes y apretados. Es Maybelle, la mujer
que tenía que cuidar a la edad de 19 años. Está semi–consciente, gimoteando del dolor,
luchando contra las cuerdas, muriendo interminablemente sin morir.
Hay solamente una solución. Agarro un cuchillo brillante y corto los lazos. Esta libre – es
una pájara blanca, y sale volando, remontando hacia la Luz!
Pero hay algo más que tengo que hacer. Tomo mi linterna y buscando por la caverna
encuentro sus dos niños, agachados en un rincón, aterrorizados, desnutridos, sucios. Los
tomo de la mano y les digo que están libres, se pueden ir – y se transforman, riéndose,
mientras salen corriendo por la escalera hacia la Luz.
Ahora hay otra persona echada en la cama en la cámara oscura. Es mi madre. Está en
las últimas etapas, inalcanzables, del Alzheimer – disminuida, arrugada, perdida en
amargo olvido, mas allá del alcance de la memoria, el pensamiento, las caricias, las
lágrimas. Voy hasta ella y la tomo de la mano – y la Luz la invade – y se levanta, ágil,
llena de vida, riéndose, lúcida – y juntas subimos por la escalera hacia el aire libre, hacia
la luz. A medio camino mi padre nos encuentra. Está joven, muy contento de vernos, y
nos dice que está listo para un lindo viaje. Feliz, subimos juntos… más y más arriba,
hasta que finalmente salimos a una pradera verde en plena luz del sol. Allí un globo de
ascensión de muchos colores está tirando las cuerdas para subir, con ganas de irse… El
asistente nos hace señas, nos ayuda a subir, deja libre las cuerdas, y nos despide
sonriente, diciendo: “No se preocupen, el globo sabe adónde ir….”
En una subida vertiginosa, subimos rápidamente y volamos muy alto, volando por colinas
verdes, entre las nubes blancas y el sol, muy lejos arriba de los pueblos y las ciudades
brillantes. Estamos como niños, encantados y asombrados, extasiados por la belleza y la
aventura…
Más y más alto volamos, trasvolando altas montañas, hasta que finalmente aterrizamos
en una cima altísima – un lugar de belleza increíble, el punto más alto en una cordillera
37. vasta que nos rodea, adornada de suaves valles verdes y lagos brillantes. Todo está
sumergido en la luz del sol centellante – estamos abrumados de belleza…
Ahora mis padres me cuentan de su vida nueva y sus planes. Los dos eran maestros en
su vida anterior. Mi madre me dice que está muy contenta porque tiene la libertad de ir
adonde quiere, donde la necesitan, ayudando a sus amigos, los maestros y los niños… Mi
padre me dice que él también está contento, enseñando a jóvenes sobre lo que más le
encanta, con todo tipo de diseños y soluciones, planes y inventos…
Finalmente llega el tiempo de irme. El globo me espera, balanceándose suavemente en el
aire, para llevarme de vuelta. Antes de irme, mi madre coloca en mis manos un regalo. Es
algo que ella misma ha hecho – una manta hecha de Luz. Me dice que me envuelva cada
vez que tenga frío. Les abrazo, a ella y a mi padre, diciéndoles que voy a volver a verlos
cuando pueda. Y me dicen que me van a esperar…
Tomando mi regalo, subo una vez más al globo, y trasvuelo por las montañas y los valles,
hasta la ciudad donde vivo. Finalmente el globo aterriza en un parque. Salgo y me voy
adonde está Marta, con su dolor.
Tomando la manta de luz, la cubro, envolviéndola en la luz. Le digo que es suya – “una
manta de Luz para ti” – que mi madre hizo para ella… Mi madre, quien pasó a través del
dolor y del olvido y de la muerte y entró en la vida futura – o puedes decir el Cielo – pero
cualquier cosa que creas, la Vida sigue.
3.
Esta mañana me desperté resentida y melancólica. Eso no debería ser, porque ayer
tuvimos un retiro maravilloso, la configuración del Guía, con nuestros nuevos amigos aquí
en Paraná.
Pero hoy estoy pensando en Marta, con tanto dolor por el cáncer, y en tantos otros que
sufren. Aunque agradezco poder mandarles la Luz, estoy tan consciente de su dolor.
Pido al Guía que me ayude y soy impactada por una Fuerza que me quita el aire, la
energía sube por mi cuerpo pero no sé que hacer con eso!
Sigo pidiendo fe pero solamente siento esta oscura melancolía.
Algo me dice que hay que esperar. A lo mejor, pienso, este es el espacio de la Luna
Negra. Así que rechazo la tentación de improvisar, de cocinar mis propias respuestas y
espero el amanecer.
Como pasatiempo pregunto por mi obra en proceso, la Epopeya de Silo. No he estado
dedicando suficiente tiempo a eso. He estado tan fascinada por esta nueva experiencia
con la Comunidad de la Esfera y los amigos, lo que me da tanta alegría. En contraste, el
trabajo del libro es duro, las investigaciones son interesantísimas, pero suelen ser
agotadoras.
Esperando una respuesta a mi desesperación, me pega que tengo la respuesta justo acá:
es el Proyecto Vital! Lo que para mí en este momento es este libro: un proyecto con tanta
vitalidad, inspiración y vida que me puede llevar por el Infierno trasvolándome por encima
de los tsunamis y los abismos, como una balsa que no puede naufragar, impulsada por
esta misma energía lúdica y sagrada que nos levanta en las alas del intento. Así que me
siento reconfortada.
Mando la Luz a Marta y me doy cuenta que en realidad ella está esperando recibir la Luz.
No es mi parte decidir lo que haga ella con esa Luz. Ese es su proceso, su regalo, su