Conclusiones del debate 'Evaluación del impacto de la formación' celebrado en la I Jornada andaluza sobre tendencias innovadoras en formación para el sector sanitario. Hospital Costa del Sol, 21 febrero 2013.
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Evaluación del impacto de la formación
1. Hospital Costa del Sol, Marbella – 21 de febrero 2013
‘Evaluación del impacto de la formación’
Tras una breve introducción, en la que se subrayó el papel de la formación como
medio para “responder a las necesidades de los profesionales para que puedan
prestar una atención excelente a la salud de la ciudadanía”, y no como un fin en
sí misma, nos centramos en la definición de ‘impacto’, para buscar una
formulación que respondiera a las preguntas: “¿Qué entendemos por impacto?
¿Todos entendemos lo mismo?”.
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2. Algunos asistentes lo definieron como el “beneficio que recibe el ciudadano, el
destinatario final de toda actividad de un profesional sanitario”. Así, una
formación en soporte vital avanzado tendrá impacto en las vidas que los
profesionales consigan salvar tras su participación en la actividad.
Al mismo tiempo, a través de Twitter, Alberto Fernández (@valfaj) proponía
considera el impacto como “la diferencia en productividad atribuible a la
formación”, y apuntaba que, de ser así, solo quedaría definir el concepto de
‘productividad’ en el ámbito de una organización sanitaria.
Las definiciones de partida con las que contamos también nos orientaron a
distinguir algunos elementos estratégicos en la definición de impacto, tales
como las necesidades de la organización, los objetivos, la situación de los
trabajadores, la competitividad, la relación entre crecimiento personal y
colectivo.
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3. Así, se proponía la siguiente definición de ‘impacto’:
“Efectividad de la formación realizada sobre el desarrollo de los profesionales
y su incidencia en el logro de los objetivos de la organización (de
funcionamiento, económicos, asistenciales, etc.)”
Esta formulación del concepto abarca tanto los efectos en la práctica de los
profesionales (impacto en el desarrollo profesional) como los efectos que la
formación puede producir en los objetivos de la organización (donde la mejora
de la atención al ciudadano y la salud pública son parte de su misión).
Tras valorar la oportunidad de un matiz entre ‘efectividad’ y ‘eficiencia’ se
decidía optar por el primer término, ya que el impacto hace referencia a la
capacidad de la formación de lograr un efecto determinado, en términos de
utilidad, aún cuando sea necesario realizar una valoración del coste que supone
llevar a cabo esa evaluación.
Esta definición de ‘impacto’ se sustenta en algunos pilares básicos, como son:
- la detección objetiva de la necesidad formativa;
- la identificación de resultados de aprendizaje de aplicación directa a la
práctica profesional;
- la elección de las técnicas adecuadas;
- la evaluación de la práctica profesional (transferencia);
- la comparación de los resultados de la evaluación de la práctica
profesional con el diagnóstico inicial.
En este contexto se hace visible la importancia de disponer del diagnóstico
inicial que motiva la necesidad formativa, ya que de no contar con él, no
tendríamos un término de comparación para los resultados de la evaluación.
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4. A partir de estas consideraciones, se identificaron algunos ‘errores’ que se
suelen cometer en la planificación de la actividad y que pueden repercutir
negativamente en la posibilidad de evaluar el impacto.
Al tiempo en que se alcanzaba una definición compartida de impacto, surgían
dudas sobre el vínculo entre la formación desarrollada y los resultados
obtenidos. Algunos asistentes veían complejo determinar si los resultados
obtenidos eran realmente imputables a la formación. Sin embargo, tras
confrontar las opiniones de los participantes, se evidenció como, efectivamente,
no todas las necesidades de la organización y/o del profesional se pueden
solucionar con formación y se recordó el asunto inicial: la formación es un
medio, no un fin.
Además, la evaluación del impacto de la formación no siempre es factible. Es
probable que casi todas las actividades formativas, si están bien diseñadas,
generen impacto, pero no siempre es posible medirlo objetivamente. La
posibilidad de evaluación del impacto de una acción formativa depende de varios
factores:
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5. - de los objetivos de aprendizaje. Si no van destinados a la capacitación en
la práctica profesional, no será posible.
- de las técnicas didácticas empleadas. Si no van encaminadas a, por lo
menos, simular la práctica profesional, no será posible.
- de los destinatarios. Si el alumnado no tienen la posibilidad de transferir
el aprendizaje a la práctica profesional, no será posible.
- de la implicación de otros agentes de la organización.
- de la factibilidad, en términos de coste-beneficio.
Otros de los factores que condicionan la posibilidad de evaluar el impacto son la
tipología de la acción formativa y sus objetivos. Si la actividad tiene un enfoque
teórico (p.e. un curso con objetivos expresados en términos de conocimientos),
no podremos medir el impacto. Por lo contrario, si se trata de una formación
enfocada a la práctica, al ‘hacer’ (p.e. un programa de
capacitación/implantación) será fácil medir transferencia y el impacto.
Objetivos CURSO TALLER SEMINARIO SESIÓN JORNADA
SIMPOSIO CLÍNICA CONGRESO
Conocer o saber No No No No No
Saber cómo No No No
Simular un hacer No No
Hacer Sí Sí
Aún así, existen algunos factores que podemos tener en cuenta a la hora de
planificar la formación para que nos ayuden a evaluar el impacto. Definir mapas
de competencias por puesto de trabajo y utilizarlos de base para la elaboración
de itinerarios formativos a medida nos permite observar el impacto de la
formación en el desarrollo de cada práctica concreta de un profesional
determinado. (Para más información sobre gestión de planes de desarrollo
individual y elementos de los mapas de competencias:
www.juntadeandalucia.es/agenciadecalidadsanitaria/formacionsalud/export/site
s/default/galerias/descarga_documentacion_referencia/Guia_GPDI_beta.pdf ).
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6. Además, si asociamos objetivos a las buenas prácticas incluidas en los mapas,
seremos capaces de medir también el impacto en la organización.
Para ello, es necesario estructurar la formación partiendo de los elementos de
los mapas de competencias, traduciendo las competencias en objetivos
generales, las buenas prácticas en objetivos específicos y las evidencias en
resultados de aprendizaje esperados (contenidos formativos).
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7. En conclusión, para evaluar el impacto de una acción formativa es necesario:
Identificar la necesidad de mejora;
Valorar si es posible dar respuesta a estas necesidades con formación;
Definir de manera objetiva la necesidad formativa: ¿A qué competencias y
buenas prácticas está asociada la necesidad de mejora? ¿Cuál es la
situación inicial?
¿Qué resultados concretos se esperan lograr?
¿Son evaluables? Y si es así, qué aspectos específicos se evaluarán,
quién debe recoger la información, de dónde, quién la analiza, etc.
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