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OFICINA DIOCESANA DE EDUCACIÓN
                          CATÓLICA


AÑO DE LA INTEGRACIÓN NACIONAL Y EL RECONOCIMIENTO DE
                       NUESTRA DIVERSIDAD”
         DÉCADA DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA 2003-2012
             ¡SI AL ENCUENTRO, NO A LA INDIFERENCIA!
                          AÑO DE LA FE




                                                Si eres
 Si eres profeta,
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  transmite el
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  que se te da
                                                demás.




                    HUARAZ – ANCASH 2012
1. EPÍSTOLA A LOS ROMANOS.

I.- INTRODUCCIÓN

San Pablo escribió esta carta cuando consideró que ya había finalizado su tarea en Asia, Macedonia y Acaya, y decidió abrir un nuevo frente misionero hacia occidente,
proponiéndose evangelizar España (cf. Rm 15, 23-24).
No se conocen los orígenes de la comunidad cristiana de Roma. Se sabe que desde mucho tiempo antes existía una importante comunidad judía en la capital del
Imperio. Las catacumbas judías y las inscripciones sepulcrales dan testimonio de que se trataba de un grupo muy numeroso, entre los que había personas que
desempeñaban altos cargos. Pero no se tiene noticias de la forma en que llegó el cristianismo. El edicto del emperador Claudio (año 49), ordenando la expulsión de los
judíos de Roma por los tumultos provocados por culpa de un tal Cresto, es interpretado por muchos en el sentido de que en esa fecha ya había judíos-cristianos en
Roma, que entrarían en conflicto con los demás judíos por causa de “Cristo”. No hay noticias ciertas sobre la fecha de la llegada de san Pedro a Roma y la carta a los
romanos no da indicios de que este apóstol ya se encontrara allí                      .
Roma había sido evangelizada por otros y san Pablo tenía por principio no edificar donde otro ya había edificado (cf. 15, 20). Pero para ir hacia España era necesario
pasar por Roma, por eso se atreve a escribir esta carta, la única escrita a una comunidad no fundada por él. Lo hace con el fin de anunciarles su visita y pedirles
colaboración para realizar la nueva misión evangelizadora. Algunas exhortaciones dan cuenta de que Pablo está informado de que dentro de la comunidad romana hay
dificultades de convivencia entre los cristianos de origen judío y los de origen pagano (Rom 14, 1.13-15.19)
El libro de los Hechos relata el posterior viaje de san Pablo a Roma, pero en condiciones muy diferentes a las que él esperaba: llegó preso y con toda probabilidad no
pudo realizar su plan de evangelizar España porque debió padecer el martirio sin poder recuperar la libertad.
San Pablo tiene conciencia de que su predicación es rechazada por muchos, de que su persona no es aceptada y de que corren versiones distorsionadas de su
enseñanza. Por eso, opta por exponer detalladamente “su evangelio”, es decir, la forma en que él anuncia el mensaje de Cristo, para que los romanos tengan una versión
autorizada de lo que predica entre los paganos.”

II. TESIS: La carta a los Romanos ha jugado un papel excepcional en la historia del pensamiento cristiano, por ser el primer ensayo de gran envergadura en la historia de
la teología cristiana. En la exégesis bíblica ha ocupado un lugar privilegiado y ha sido un baluarte en momentos decisivos de la historia de la Iglesia: en el siglo V, cuando
tuvieron lugar la crisis pelagiana y las grandes controversias sobre la gratuidad de la gracia; y en el siglo XVI, en tiempos de la Reforma protestante.
2.1. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:
1. Autor, fecha y destinatarios.- Esta carta fue escrita por san Pablo, en la primavera del año 58, una vez que han pasado las tormentas que revela su segunda carta a
los corintios y gozando de una cierta calma y tranquilidad.
Dirige esta carta a los cristianos romanos, procedentes del paganismo, con el fin de preparar su llegada a esa floreciente Iglesia que él no ha fundado, pero cuya fe es
celebrada en todo el mundo y a la que saludan todas las iglesias de Cristo. Pablo entiende que ha llegado el momento de ensanchar horizontes y acometer más
ambiciosos proyectos. Así que decide llevar el evangelio hasta los confines de occidente, hasta España. Pero en el camino, como escala obligatoria, está Roma, la ciudad
imperial.

2. Características literarias.- A pesar de su densidad doctrinal, la Carta a los Romanos tiene rasgos propios de una carta.

3. División y contenido temático.- El esquema general de la carta se aprecia con facilidad:

Introducción
A - Destinatarios y Saludos (1.1-7)
B - Gratitud y proyectos de Pablo (1.8-15)

SECCIÓN PRIMERA: Reorientación de la historia de la salvación hebrea para incluir a todos como pueblo de Dios (1.16-11.35).
Tesis de la carta: Justicia, vida y salvación para todos (1.16-17) en un mundo invertido.

PRIMERA PARTE: La justicia de Dios en un mundo invertido (1.18-4.25). La práctica de injusticia de todos ha invertido los valores de la sociedad; con ello aparece el
pecado, un poder asesino que esclaviza a los humanos, sin excepción. La ley sola no tiene poder para liberar, tampoco las buenas intenciones; no hay camino posible
para la práctica de la justicia. Todos son condenados a muerte. Con la vida de fe de Jesucristo se revela la justicia de Dios. El poder de Dios al resucitar a Jesús, como el
primero de muchos, justifica la vida de fe de Jesús y recrea la humanidad para que realice la justicia en un mundo de injusticia.

Antítesis.- Dios revela su ira contra todos aquellos que aprisionan la verdad en la injusticia, y a la mentira llaman justicia, y a la injusticia, verdad. En esa sociedad
invertida todos son cómplices y esclavos del pecado delante de Dios. Nadie es capaz de hacer justicia: ni los no-judíos ni los judíos con su ley.

A - Complicidad de los no-judíos22 (1.18-2.8).
A pesar de la sabiduría de los no-judíos, ellos también, por su práctica de injusticia merecen la cólera de Dios.
* 1.18-23 Aunque conocen a Dios no lo acogieron, invirtieron su conocimiento.
*     1.24-32     La     inversión     del      conocimiento      de      Dios      les    condujo      a     una    práctica     perversa,     llena     de     injusticia.23
* 2.1-8 Los que juzgan a otros pero practican el mal también están bajo el juicio de Dios.

B - Complicidad de los judíos (2.9-29).
Los judíos, al igual que los no-judíos serán juzgado de acuerdo a su práctica y lo secreto de su corazón, porque lo que importa es la práctica de la justicia.
* 2.9-16 Dios juzga a todos según la puesta en práctica de la ley y no solo el oírla.
* 2.17-24 Cuando el judío se jacta de tener ley pero no es capaz de cumplirla, también es esclavo de la sociedad pervertida, y no da razón correcta de Dios.
* 2.25-29 La circuncisión buena es la del corazón. El incircunciso que cumple la voluntad de Dios, sin circuncisión y sin ley es como si las tuviera.

C - Complicidad de todos (3.1-20)
La ventaja del judío es relativa, la ley lo declara culpable como a todos. Nadie puede hacer el bien porque la sociedad está invertida por el pecado construido por las
injusticias de todos; la ley no es camino de liberación porque no da sino el conocimiento del pecado.
* 3.1-4 Dios es fiel a pesar de la infidelidad de algunos judíos.
* 3.5-8 El mundo plagado de injusticia hace posible la intervención de la justicia de Dios, a pesar de los que se oponen.
* 3.9-19 Todos, judíos y no-judíos, son esclavos del pecado, las obras de la ley no justifican porque la ley, en una sociedad invertida, ha sido absorbida por el pecado.
Clímax de la antítesis: “Nadie será justificado ante él por las obras de la ley, pues la ley no da sino el conocimiento del pecado” (3.20)
Tesis.- La justicia de Dios se revela por gracia para todos, judíos y no-judíos, independientemente de la ley, haciendo que los seres humanos sean capaces de hacer
justicia, gracias a la fe de Jesucristo y a la fuerza de la fe en la resurrección de los muertos, como la fe de Abraham (3.21-4.25). Todos son herederos de las promesas de
Dios a Abraham.
A - Justificación de todos por la fe y no por la ley (3.21-30)
Dios revela su justicia a través de la fe de Jesucristo y hace así posible que todos puedan hacer justicia en un mundo invertido. Como es para todos, no puede ser por el
cumplimiento de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Por eso es un don de Dios, otorgado por su gracia.
* 3.21-26 La justicia de Dios se revela para todos y todos son justificados gratuitamente por la fe de Jesucristo.
* 3.27-30 Dios se muestra como el Dios de todos, de judíos y no-judíos.
B - Justificación de Abraham (padre de los judíos) por la fe, independientemente de la ley (3.31-4.12)
Abraham, el padre de los judíos, fue justificado por la fe siendo un incircunciso. Son hijos de Abraham los que caminan según su fe.

* 3.31-4.8 Abraham, creyó, independientemente de las obras de la ley, y le fue contado como justicia.
* 4.9-12 La circuncisión es sello de la justicia de la fe, previa a la circuncisión. Abraham es padre de todos aquellos que andan según su fe, sean circuncisos o
incircuncisos.

C - Participación de los no-judíos (las naciones) de las promesas de Dios a Abraham (4.13-25)
Abraham fue justificado y constituido padre de muchas naciones porque tuvo fe en aquel que da la vida a los muertos. Igual que Abraham, todos los que creen que Dios
resucito a Jesús de los muertos son justificados. Creen en el poder de Dios de cumplir sus promesas; de transformar a los muertos en vivos.
* 4.13-18 La fe de Abraham en que Dios vivifica a los muertos hace que la promesa abarque a todos.
* 4.19-25 Como Abraham, creemos que Dios es poderoso para resucitar a Jesús para nuestra justificación.
SEGUNDA PARTE:
El triunfo de la vida sobre la muerte (5.1-8.39).
En la nueva era de la fe, se viven tiempos de gracia y filiación. En medio de estos tiempos se da una lucha entre la muerte y la vida. Pero la lógica del espíritu vence al
pecado.
Anuncio breve de la tesis: Shalom con Dios (5.1), Dios no condena, sino justifica, renueva a sus creaturas al servicio de la justicia (5.1).

Antítesis.- El Pecado. La obra de muerte fundada en Adán, la vieja humanidad y la ley, desviada de su finalidad por el pecado, luchan contra la nueva humanidad y los
deseos de hacer el bien, pero la obra de justicia de Jesucristo y el régimen de la gracia sobrepasan el poder de la muerte.
A - La multitud de los descendientes de Adán (5.2-21)
La obra de gracia de Cristo en favor de la multitud sobrepasa la obra de la muerte hecha por Adán.
* 5.2-11 El amor de Dios por sus creaturas es la fuente de una esperanza invencible.
* 5.12-17 El don de Dios a la humanidad sobrepasa las consecuencias de la transgresión de Adán.
* 5.18-21 El acto de obediencia de Jesucristo, segundo Adán, da a muchos frutos sobreabundantes de vida.
B - La esclavitud de la humanidad vieja (6.1-7.6)
La vieja humanidad se arrastra hacia la muerte. La nueva humanidad vive al servicio de Dios.
* 6.1-14 La lógica de la gracia excluye al pecado, pues somos resucitados con Cristo.
* 6.15-23 De la esclavitud del pecado y la muerte se pasa al servicio de Dios para la vida.
* 7.1-6 No pertenecemos más a una ley de muerte, sino al Cristo resucitado.
C - El pecado que habita en mí (7.7-23)
La ley de Dios es santa en ella misma, pero el pecado la desvía de su finalidad.
* 7.7-11 El pecado se sirve de la ley para seducirme y matarme.
* 7.12-20 El pecado me posee para hacerme actuar contra el bien que quiero.
* 7.21-23 La ley de prohibiciones combate con el deseo del bien, que es la verdadera ley de Dios.
Clímax de la antítesis:“¡Pobre de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!” (7.25a).25

Tesis.- El Espíritu. No hay condenación para nadie, ni de parte de Cristo ni de Dios ni de ningún sistema económico-político, porque la lógica del Espíritu que da la vida,
ha liberado de la lógica del pecado y de la muerte. El Espíritu de Dios habita en los que se orientan por la lógica del Espíritu que lleva a la vida, justicia y paz. Por la
solidaridad de Dios al acoger la humanidad en Jesucristo, todos pueden dejar de ser esclavos y pasar a ser hijos o hijas libres de Dios, para hacer justicia; son hermanas
y hermanos de Jesús el Mesías, coherederos del Reino.
A . El Espíritu habita en nosotros (8.1-11)
El Espíritu de Jesús, la nueva ley o lógica, es una fuerza de vida en nosotros.
* 8.1-4 La carne hacía a la ley impotente, pero Dios hizo fracasar los mecanismos del pecado
* 8.5-11 El Espíritu que habita en nosotros hace impotentes los propio deseos negativos (de la carne), que tienden a la muerte.
B. La libertad de los hijos e hijas de Dios (8.12-21)
Los que se orientan por el Espíritu son hijos de Dios, libres, capaces de hacer frente al pecado.
* 8.12-17 Recibimos el Espíritu de hijo libre para ser herederos y herederas del Reinado de Dios.
* 8.18-21 La creación espera la revelación de los hijos e hijas de Dios, y participar de su gloriosa libertad.
C. El primogénito de una multitud de hermanos/as (8.22-30)
Esperanza en la solidaridad liberadora de Dios para toda su creación.
* 8.22-27 Concierto de gemidos clamando para la liberación.
* 8.28-30 El amor infinito de Dios es la garantía de nuestra realización humana digna.
Conclusión: 8.31-39
Himno al amor de Dios. Contra toda condena: ni de Dios, ni de Cristo, ni del sistema (romano). El amor de Dios, manifestado en Cristo, da fuerza para afrontar la condena
del sistema económico, político, social (hambre, persecución...).

TERCERA PARTE:
Elección, exclusión y misericordia de Dios (9.1-11.36).
Israel es el pueblo elegido. Dios elige por misericordia al excluido para garantizar la inclusión de todos en su proyecto de vida para todos. Si el elegido se torna arrogante
y excluye, su elección queda suspendida.
Introducción patética de la tesis: Tristeza de Pablo por sus hermanos de raza, los judíos, que no acogen el camino de la justicia por la fe. (9.1-2).
Antítesis
El elegido que excluye: un paso falso (9.3-10.21).
A - Gratuidad de los dones (9.3-13)
Dios elige por gracia-misericordia al pueblo pequeño de Israel.
* 9.3-5 Las bendiciones de Dios no vienen según la carne.27
* 9.6-9 Isaac hereda según la promesa de Dios, no según la carne.
* 9.10-13 Jacob no hereda a causa de sus obras, sino por el amor gratuito de Dios.
B - La misericordia de Dios alcanza a todos, no solo a los judíos (9.14-29)
Dios no es injusto al elegir, sino misericordioso, por eso llama a los excluidos de la ley, los no-nacidos de Abraham a ser su pueblo. Su designio misericordioso no se ha
interrumpido por el falso paso de Israel.
* 9.14-18 Dios continúa con su designio misericordioso y se sirve incluso del endurecimiento de algunos.
* 9.19-24 La voluntad de Dios es un designio de misericordia aunque él soporta con paciencia los endurecimientos.
* 9.25-29 El llamado a los paganos está anunciado en las escrituras, y también el endurecimiento parcial de Israel.
C - Israel se rebela al designio de Dios (9.30-10.21)
Israel rechaza el designio misericordioso de Dios para todos y no responde a la elección en la nueva lógica de la justicia y la fe.
* 9.30-10.1-4 Israel no quiere acoger la justicia de Dios y busca su propia justicia.
* 10.5-10.17 Todo el que invoque y crea en la justicia de Dios alcanza la misericordia de salvación.
* 10.18-20 La palabra de la justicia ha sido acogida entre los no-judíos, pero Israel sigue insensible al don de Dios.
Clímax de la antítesis: “...Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde” 10.21.
Tesis
Misericordia de Dios para todos (11.1-36).
Anuncio breve de la tesis: Dios no ha rechazado a su pueblo (11.1-2).
A - Israel es alcanzado por la misericordia de Dios (11.1-15)
Hay esperanza para todo Israel gracias al remanente elegido por gracia.
* 11.3-10 La situación de Israel en el tiempo presente es de acuerdo a la enseñanza de las Escrituras.
* 11.11-15 El acceso de los no-judíos a la salvación va a despertar los celos de los judíos.
B - La misericordia de Dios alcanza a todos, no solo a los no-judíos
(11.16-24) Todos forman parte del olivo, sean ramas injertadas o naturales, deben reconocerse mutuamente.
* 11.16-21 Que las ramas (los no-judíos) no se jacten a costa de la raíz que los lleva.
* 11.22-24 Dios tiene poder para injertar la hoja de Israel en el olivo.
C - Los dones son inclusivos y definitivos (11.25-32)
Los dones de Dios son inclusivos y definitivos para todos partiendo siempre desde los excluidos. Dios salvará a todo Israel mostrando su misericordia para con todos.
* 11.25-29 El endurecimiento parcial de Israel ha servido para la inclusión de los no-judíos.
* 11.30-32 La infidelidad actual de Israel es un llamado a la misericordia de Dios.
Conclusión
Himno a la sabiduría de Dios (11.33-35): “¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus
caminos! En efecto, ¿Quién fue su consejero? O ¿Quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la
gloria por los siglos! Amén.”
SECCIÓN SEGUNDA
Practica de la fe en lo cotidiano (12.1-15.21)
CUARTA PARTE:
Vida renovada y discernimiento (12.1-15.13)
Introducción (12.1-2)
Entrega total a Dios y renovación de la inteligencia para hacer su voluntad.

A - Renovación del pensamiento (12.3-16b)
Se renueva el pensamiento y se actúa con la sabiduría del amor.
* 12.4-8 Unidad y diversidad.
* 12.9-13 Sinceridad en el amor.
* 12.4-16ab Comunión de horizontes.

B - Discernimiento en la acción (12,16c-13.10)
Se huye del mal y se persigue el bien.
* 12.16c-21 Renuncia a la venganza.
* 13.1-7 Subordinación a la autoridad por motivo de consciencia.
* 13.8-10 El amor como la plenitud de la ley.
Conclusión: 13.11-14
Necesidad urgente de renovación por los tiempos finales.
Acogimiento mutuo en la comunidad
En todo, acoger siempre al débil
Un problema práctico: las observancias alimenticias (14.1-23).
* 14.2-12 No nos juzguemos mutuamente.
* 14,13-23 Actuar siempre con madurez. Hay que guardar la libertad de conciencia delante de Dios, pero no dejar caer al hermano o hermana.
Actuar con el mismo pensamiento de Cristo
* 15.1-6 Olvidarse de uno mismo, Dios da el mismo sentir de Cristo.
* 15.7-13. La fuente de nuestra esperanza y paz es la aceptación de Cristo por todos: judíos y no-judíos.
Conclusión
Transición: Apología de Pablo (15.14-21).
Conclusión sobre el discernimiento en lo cotidiano (15.14-16).
El poder del Evangelio (15.17-21).
Epilogo 15.22-33 16.25-27
B’ - Noticias y proyectos de viaje (15.22-32)
A’ - Saludos (15.33) y doxología (16.25-27)
Apéndice: 16.1-23.

III. CONTENIDO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL.
Fin de la carta: presentar las ideas claves del evangelio de Cristo, sobre todo con respecto a los puntos más controvertidos y más propensos a crear dificultades en el
seno de las nacientes comunidades cristianas. Presentar estas ideas a la comunidad de Roma que está llamada a ser un magnífico símbolo del carácter universal de la
Iglesia cristiana. Roma, corazón del paganismo, es para Pablo no sólo un nuevo centro geográfico; es sobre todo, un nuevo centro teológico y eclesial.

Contenido teológico-espiritual: tres grandes líneas:

a) La fuerza salvadora de Dios actúa en el hombre por medio de la fe en Jesucristo. Es lo que llamamos la justificación por medio de la fe; y no tanto por las obras
mandadas por la Ley mosaica, como decían los judíos. Todos somos pecadores, pero si acogemos con fe a Jesús y su gracia, quedaremos justificados, es decir,
salvados, redimidos, lavados. Y esa fe en Jesucristo la conseguimos mediante el bautismo, mediante el cual morimos al hombre viejo pecador y resucitamos al hombre
nuevo justificado en Cristo, hijo de Dios. Esta justificación no es sólo remisión de los pecados, sino también la santificación y renovación del hombre interior.

b) El fruto más precioso de la salvación es la vida sobrenatural. El proceso liberador y salvador de Cristo desemboca en una vida nueva en la que distinguimos
cuatro dimensiones fundamentales:
        Una trinitaria: mediante el bautismo participamos de la vida íntima de las Tres Personas divinas; es decir, participamos del cielo.
        Otra sacramental: mediante el bautismo podemos recibir los demás sacramentos que nos santifican. Esta santidad exige del cristiano un esfuerzo por
             identificarse con Jesucristo y reconducir hacia Dios todo.
        Otra moral: el cristiano santificado ha de brillar por las virtudes de la humildad, sencillez, caridad con todos, sinceridad, obediencia, pureza, etc.
        Finalmente, escatológica. Esta justificación y santificación está orientada a hacer que toda la creación, que gime con dolores de parto, logre ser liberada de la
             corrupción y llegue así a Dios

c) El proyecto salvador de Dios alcanzará también al pueblo de Israel. A esta vida nueva están llamados todos. Esta vida nueva es la moral preconizada por Pablo,
que no es una moral estática, inoperante y pasiva, sino algo dinámico, en constante progreso y en incesante combate.
III.- LA IGLESIA DE ROMA.
Ya, hacia el año 58, se desarrollaba una comunidad floreciente y numerosa (1,8; 6,19; cf. Act 28,15), fecha en que San Pablo escribe su carta a los fieles de Roma
(1,7.15), entre los que el Apóstol tenía muchos conocidos (16,3-16), pero no había sido fundada por él (15,20; 15,19-24).
A Roma, al ser la capital del Imperio, afluían gentes de todo el mundo, se puede suponer que entre los que, continuamente, llegaban, hubiera cristianos, que muy pronto
se agruparían en comunidad, extendiendo su acción por la ciudad. La población de Roma, según los historiadores, ascendía, por entonces, a casi el millón de habitantes,
en su mayor parte no nativos de la ciudad; este es el testimonio de Séneca: … (Consolatio ad Helviam 6,2-3).

Es posible que, desde el principio de la Iglesia, entre los «forasteros romanos» presentes en la predicación de Pedro, en Pentecostés (Act 2,10), hubiera convertidos (cf.
Act 2,41), que tendrían que volver a Roma. Una antigua tradición, conservada por San Eusebio, cuenta que San Pedro llegó a Roma en los primeros años del reinado de
Claudio (a.41-54); de ser así, la frase de Act 12, y: «salió de Jerusalén, yéndose a otro lugar», aludiría a esa ida a Roma. Sustenta esta misma opinión una segunda
tradición, que atribuye a San Pedro una estancia de veinticinco años en Roma; así, v.gr., el Catalogus libri Pontificalis, que, en opinión de A. Harnack, se remonta hasta
Hegesipo (a.180). Sin embargo, todas estas noticias son algo tardías e insuficientes; lo cierto es que San Pedro estuvo en Roma en tiempos de Nerón (a.54-68), siendo
martirizada en esa ciudad, lo mismo que San Pablo, en esto, la tradición es clarísima. Mas esta estancia cierta de Pedro y de Pablo, en Roma es ya tardía, cuando la
iglesia de Roma estaba ya fundada y llevaba varios años de existencia.

Se ha discutido si la iglesia de Roma, por la fecha en que Pablo escribe su carta, se componía especialmente de judeocristianos; la tesis se apoya sobre todo en la
propia carta a los Romanos, que, fundamentalmente, viene a demostrar que la justicia se debe a la fe, no a la circuncisión ni a la Ley, tema muy en consonancia con
destinatarios de ascendencia judía, no de cristianos venidos del paganismo. Además, la colonia judía en Roma era muy numerosa y se supone que, igual que en otras
ciudades, también en Roma la predicación del cristianismo comenzase por los judíos. Es conocido el testimonio de Suetonio sobre tumultos judíos en Roma que
provocaron el decreto de expulsión de Claudio (Act 18,2), parece una clara alusión a violentas luchas entre judíos incrédulos y judíos creyentes en Cristo.

No obstante, la mayoría de los autores, católicos y acatólicos, sostienen con razón que, en la iglesia romana, al escribir San Pablo su carta, predominaban los étnico-
cristianos. En efecto, el Apóstol saluda a los Romanos como «gentiles» (1,5-6) y funda su proyecto de ir a Roma apelando a su deber como Apóstol de los gentiles (1,13-
15) y al final de la carta se excusa de haberles escrito con cierta audacia, en virtud de su condición de ministro de Jesucristo para los «gentiles». Sin duda, aunque el
primer núcleo de la iglesia de Roma se compusiera, probablemente, de judeocristianos, poco a poco habrían ido prevaleciendo los étnico-cristianos, máxime a raíz de la
expulsión de los judíos por Claudio, hacia el año 49. Este decreto es posible que no fuera nunca aplicado estrictamente.

IV.-.FUNDAMENTOS DOCTRINALES:

El asunto nuclear de la carta, en la intención de Pablo, es indicar a los Romanos y a todos los hombres, que el Evangelio es mensaje de salvación. Así lo expresa en esta
frase inicial que tiene los trazos de enunciado programático: «No me avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero,
pero también del griego» (1, 16). La tesis de Pablo es que el hombre ha sido creado para conocer y glorificar a Dios; pero, los hombres han «divinizado» la creación, de lo
que resultó el desorden y corrupción en el mundo (1,24-3,20), a cuya situación angustiosa, Dios ofrece un asidero: la fe en Jesucristo (3,2; 11,36).

En esta perspectiva, desarrolla argumentos concretos: conocimiento de Dios por la creación, dominio del pecado en el mundo, justificación por la fe, redención del
universo, la incredulidad judía.

5.1. El conocimiento de Dios por la creación.- San Pablo entiende que el plan de Dios, en el acto mismo de la creación, es el de revelarse a los hombres, de modo que
le rindan homenaje. Supone que el hombre es capaz de descubrir a Dios en las criaturas, idea que encontramos también en los discursos de Listra y de Atenas, que los
Hechos ponen en boca de Pablo (Act 14,17; 27,27). Por lo demás, esta doctrina no es nueva en la Escritura; ya se encuentra en el A. T., particularmente, en los libros
sapienciales (Job 12,9; Sal 19,2; Sab 13,1-9).La idea es de fundamental importancia en la interpretación del paulinismo.

Se supone que esta «capacidad» de alcanzar a Dios por la creación existió desde el principio, aunque, después de la caída del hombre en la idolatría, «brotó» (1,21-31)
toda la corrupción de costumbres que de ahí se desprende. De hecho, no obstante su insistencia en la universalización del dominio del pecado (3,9), Pablo afirma que
quienes obran el bien, incluso entre aquellos que no disponen más que de la ley natural, recibirán la «incorruptibilidad» y la «vida eterna» (2,7-11). Eso significa que
permanece la «capacidad» para alcanzar a Dios, y que Dios no ha dejado nunca al hombre con la puerta cerrada hacia su verdadero destino, incluso en esa etapa de
dominio universal del pecado. No niega que cada hombre concreto pueda usar su libertad, ya para pactar con la actitud general, ya para acomodar su vida al co-
nocimiento que por la creación tiene de Dios (1,20). El Vaticano II explica que «Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la ley natural
de la razón humana, partiendo de las criaturas»; hay que atribuir a su revelación «que las realidades divinas, que por su naturaleza no son inaccesibles a la razón
humana, todos las pueden conocer fácilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano».

5.2. El pecado.- La carta, especialmente en los ocho primeros capítulos, hace una referencia constante al pecado. San Pablo explica launiversalidad del pecado en el
mundo, diciendo que ha sido la humanidad voluntariamente y por sí misma, no porque sea ontológicamente mala, la que se ha separado de Dios. Cuando Pablo habla del
"pecado" en singular, se refiere a una fuerza hostil a Dios, a un poder maligno, opuesto a Dios, y al que el hombre ha sido vendido (7,14). Cuando habla de los "pecados''
se refiere a las transgresiones, faltas, desobediencias, violaciones de la ley.

El "pecado", el poder maléfico afecta a la humanidad entera, judíos y gentiles (Rom 3,10ss.23). Los gentiles, por rechazar la verdad de Dios, han caído en una
degradación moral (1,18-32) y están bajo la ira de Dios. Los judíos porque, teniendo la Ley, no la observan (2,1-29).La Ley es estéril, no salva (3,10-20), al contrario, se
convierte en vehículo de transgresión (4,15; 5,20; 7,8). La fuerza del pecado se ha instalado de tal manera en el hombre que este, por sus propias fuerzas, es incapaz de
alcanzar la salvación, la liberación del mismo, necesita la ayuda de Dios, la gracia divina (7,14-25).

En el A.T., sobre el pecado de Adán y el pecado del mundo, se afirma repetidas veces que todos los hombres son pecadores, lo que está constatado por la experiencia
Gn 6,5; 8,21; Job 4,17; 14,4; 15,14; Sal 120,3; 143,2 . Eso es un hecho. El Apóstol es el primero que vincula el pecado, que amenaza al mundo, con el primer hombre,
cuya ruptura con Dios encontramos en Gn3. En Rom 5,12ss, Pablo atribuye al "hombre que introdujo el pecado en el mundo" no sólo la muerte total, física, espiritual y
escatológica, sino también el contagio del pecado que afecta a todos los hombres, con independencia de sus transgresiones personales. Así lo entendió y sancionó el
Concilio de Trento, un pecado cometido por Adán, al que se denomina «prevaricación..., transgresión..., desobediencia» (5,14.15-19), yque de algún modo llega a todos
los hombres (5,19).San Pablo dirá que, debido a esa transgresión o pecado de Adán, «entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte» (5,21). De hecho, las
continuas infidelidades de los judíos hacia la Ley, incluidas en la primera perspectiva (2,2-3,20),las explicará más tarde Pablo como debidas a las tendencias malas de la
«carne», es decir, a que reinaba ya «el pecado» en el mundo (7,7-28);parece obvio que lo mismo debamos decir respecto de los gentiles, en cuanto a la idolatría y
subsiguiente degradación de costumbres. En la palabra de S. S. Pablo VI, para clausurar el Año de la Fe, encontramos recogida explícitamente la doctrina tradicional:
«Creemos que en Adán todos pecaron, lo cual quiere decir que la falta original cometida por él hizo caer a la naturaleza humana, común a todos los hombres, en un
estado en que experimenta las consecuencias de esta falta»
A esta conclusión, se puede llegar interpretando Rom 5,12-21, que pone de relieve la antítesis ADÁN-CRISTO: el efecto mortífero universal de la acción de ADÁN y el
efecto salvífico universal del Hombre Nuevo, CRISTO JESÚS. Pero Pablo pone todo el acento en CRISTO, subraya la eficacia de la obra redentora de Cristo Jesús. Y,
para ello, parte de la doctrina judía sobre la eficacia universal del pecado de un solo hombre. Es como si dijese: “Vosotros sostenéis que el pecado de un solo hombre ha
dañado a toda la humanidad; pues bien si es así, no estáis legitimados para negar que igualmente la acción de uno solo, Jesucristo, puede salvar a toda la humanidad”.

Es verdad que el hombre introdujo el pecado en el mundo y que todos, con nuestros pecados, estamos contribuyendo a reforzar la marca de una humanidad pecadora.

El A.T. vincula el hecho de la muerte, al efecto del pecado (Job 18,5-21; Sal 37,20; 28,36; 73,27; Ez 18,20). Pablo se inserta en esta tradición (Rom 5,12-14; 1 Cor 15,21-
22.56). Esta muerte es la corporal y la espiritual, como separación entre el hombre y Dios que es fuente de toda vida (5,21.23; 8,2.6) y la muerte escatológica.

5.3.- La vida nueva, «justificación».-La justificación viene a ser equivalente para Pablo a «alcanzar la justicia». El término «justicia» que aparece 32 veces en Romanos,
se refiere, bien a la «justicia de Dios» que se revela en el Evangelio, bien a la «justicia» en nosotros adquirida por la fe, ambas en íntima relación. Actualmente los
exegetas, creen que la expresión indica un atributo divino que no es la justicia vindicativa o distributiva, sino la justicia salvífica, tantas veces anunciada en los textos
proféticos en relación con la salud mesiánica. El término «justicia» equivale a fidelidad, omejor, al modo de obrar divino (= actividad divina salvífica), resultado de esa
«fidelidad», con que Dios mantiene sus promesas de salud. Es la actuación dinámica de Dios misericordioso que lleva consigo el efecto en el hombre de la justificación
obtenida por la fe. Es lo que dice expresamente San Pablo con la frase «justo y que justifica» (3,26), esto es, Dios muestra su justicia salvífica, en conformidad con lo
prometido, justificando al hombre, o lo que es lo mismo, concediéndole el don divino de la «justicia» (4,5; 5,17; 9,30; Fil 3,9; Gál 2,21).

Así, insensiblemente, se pasa a la «justicia», don concedido al hombre, es decir, a la «justificación». Pablo, cuando habla de la «justificación» del hombre por Dios,
concibe la creación de esa realidad previa en el hombre. Es una verdadera transformación en el ser íntimo del hombre, un paso del estado previo de injusticia y de
pecado a un estado de vida nueva en Cristo, hasta el punto de que puede hablarse de «nueva creatura» (5,-2; 6,2; 1 Cor 6,11; Gál 4,19; 6,15; Ef 2,3; Tit 3,4-7). Esta
transformación en el ser íntimo del hombre, que Pablo vincula al término «justificación» y que es «don» gratuito de Dios (3,24; Ef 2,5; Tit 3,5):

Incluye dos aspectos fundamentales: remisión de «pecados» (4,7-8; Ef 1,7; Col 1,14; 2,13) y nueva «vida» en Cristo bajo la guía del Espíritu (5,1; 6,2; 8,1). San Pablo
usa, además, en relación con la «justificación», otras expresiones que hacen clara referencia al papel desempeñado por la muerte de Cristo en la concesión de este don
por Dios: redención (3,24; Ef 1,7; Col 1,14), expiación (3,24-25; 1Cor 5,7; Ef 5,2; Hebr 9,13-14), reconciliación (5,9;2 Cor 5,8-19; Col 2,21; Ef 2,16). En el desarrollo de su
pensamiento sobre la justificación: comienzan predominando los términos «justicia» y «justificación», puestos en relación con Dios Padre (c.2 -4); siguen luego los tér-
minos «reconciliación» y «liberación», en relación con la obra de Cristo (c.5-7); finalmente, predominan los términos «vida» y «vivificar», con referencia directa al Espíritu
Santo (c.8).

San Pablo repite una y otra vez que, en orden a conseguir la justificación, Dios exige de parte del hombre la «fe» (1,16; 3,22.28; 4,2-5; 9,3-32; Gál 2,16; 3,6-9; Ef 2,8; Fil
3,9). Lo normal en Pablo es que tome la palabra «fe», y el verbo «creer», con referencia a algo que está en el hombre (fe subjetiva), con su significado básico de
aceptación del mensaje de salud ofrecido por el Evangelio (9,22-25; 13,5; Gál 2,16; Ef 3,12; I Tes 1,8-9). Se trata simplemente de toda una actitud vital (entendimiento y
voluntad) de quien se pone en manos de Dios, Suma Verdad y Suma Bondad, aceptando la revelación de la «justicia» divina en la obra llevada a cabo por Jesucristo y
profesando que de Dios solo, única fuente de salud, confía recibir todo. Es como un abrirse totalmente a Dios, dejando que El intervenga en nuestra vida
transformándonos y encauzándonos en la dirección por El querida de hacernos sus hijos adoptivos. Hay, pues, en el acto de «fe» un abandono confiado en Dios, pero un
abandono que no es ciego e irracional, pues lleva incluida la aceptación intelectual (obsequium rationabile) de la verdad contenida en la revelación (10,6). Es por medio
de la «fe», cómo el hombre se convierte en receptor apto del Evangelio, abriéndose a la fuerza salvífica divina, que le introduce en la vida cristiana.

SanPablo no identifica «fe y justicia, sino que concibe la fe como el camino que lleva a la justicia, como su preparación (fides informis), algo que ha venido a sustituir a las
obras sobre las cuales pretendía apoyarse la «justicia» judía. En la justificación por la fe, la iniciativa misma parte de Dios, que es quien llama con su gracia en el
momento oportuno, sin que el hombre haya de hacer sino someterse (entendimiento y voluntad) a ese plan divino de «salud», reconociendo que todo viene de Dios (4,1;
2 Cor 7,27; Ef 2,8; Flp 2,29).

La «fe» que Dios exige en el hombre en orden a la justificación, no es concebible sin la aceptación abierta e incondicional de los postulados morales del Evangelio. No
hay, pues, oposición entre la doctrina de Pablo y la de Santiago (Sant 2J4-17). Pablo, al hablar de la «fe», carga el acento en la inutilidad de las obras para merecer la
salud; pero nunca dice que en el hombre justificado, única que contempla Santiago, las obras no sean necesarias. Es lo contrario lo que está enseñando continuamente
en sus cartas.

La justificación (salvación, liberación) nos da la vida nueva: «muertos retornamos a la vida» (6,4; cf. cap 6 y 8). Pablo trata fe y bautismo en su dimensión sacramental. El
bautismo incorpora el hombre a Cristo y a la Iglesia. «Por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que, así como Cristo ha
resucitado, también compartiremos su resurrección» (6,4-5). El bautizado es un «con-crucificado», un «con-resucitado», un «co-heredero», un «conglorificado», uno que
«vive con Cristo» (6,4.8-8,17). En el bautismo, la gracia y la fe reproducen el misterio de la resurrección (6,8-11).

En fin, el supremo objetivo de la vida nueva es la conglorificación con Cristo (8,17). Estamos salvados pero sólo «en esperanza» (8,24), una esperanza que se apoya en
cuatro pilares: a) La creación entera espera la liberación definitiva (8,19-22). b) Nuestro propio ser suspira por «la liberación definitiva de nuestro cuerpo» (8,23). c) El
Espíritu intercede por nosotros (8.26-27). d) «El Padre que nos ama, todo lo encamina al bien de los elegidos» (8,28-30). Dios está con nosotros, Dios nos ama. Todo lo
demás es superfluo.

5.4. La liberación cristiana.- El centro de la teología paulina no es el pecado, es la fuerza liberadora de la acción de Dios en Cristo frente el poder esclavizante del
pecado. Jesucristo es el liberador: El sujeto de la acción liberadora es Dios Padre (3,21-26; 4,23-25; 7,24-25; 8,30-33) y Cristo es el mediador de esta liberación que lleva
a cabo con su muerte y su resurrección (1,4; 4,23-25; 6,6.10; 8,11.34).

Libres de pecado: Si Pablo destaca la tiranía del pecado es para acentuar la eficacia de la obra liberadora de Cristo. Si Dios permite el pecado es porque Jesucristo
había de triunfar rotundamente de él (5,15-17). Dios utiliza el pecado para triunfar del pecado (11,32-33; Gál 13,22). Dios todo lo encamina al bien de los que lo aman
(8,28), todo, incluso el pecado.

Libres de la muerte: La muerte compañera y salario del pecado (5,12; 6,23), es vencida en su triple dimensión, física, espiritual y escatológica. Es vencida ahora en su
dimensión espiritual, moral, por la que separa el hombre de Dios, fuente de la vida (5, 2.17; 6,4-11; 13,23; 8,10). Será vencida también cuando tenga lugar «el rescate de
nuestro cuerpo» (8,18-23). Lo será plenamente al final: «El cristiano muere en el Señor» (14,7-9): El Señor de la VIDA, que ha derrotado a la muerte con su propia
muerte, arrastra con él a cuantos participan en su muerte libre y liberadora (6,8-11).

5.5.- La salvación universal.-Al principio de su carta, San Pablo, como anticipando el tema fundamental, dice que el Evangelio «es poder de Dios para la salud de todo
el que cree» (1,16). Es decir, que el Evangelio es un mensaje de salvación.
La «salud» ofrecida a todos los hombres es obra de Dios por Jesucristo; para designarla, San Pablo usa también los términos: justificación, expiación, redención,
reconciliación..., queexigen del hombre la «fe» e insiste una y otra vez en que no es por las obras, sino por la fe, como se consigue la salud (1,16-17;3,22-28;4,2-8; 5,2).
Para los judíos, esta palabra rememoraba la «salud mesiánica», tantas veces prometida en el Antiguo Testamento, que había de ser realidad con la venida del Mesías
(Mt 1,21; Lc 1,69-75; 2,11.30; Jn 4,42). En la «salud» mesiánica, veían el remedio a todos sus males y la entrada en una mayor unión con Dios. También en el mundo
pagano había ansias de liberación de las duras condiciones de la vida presente, llena de sufrimientos e inquietudes; de ahí la frecuencia con que invocaban a sus dioses
bajo el título de «salvadores», y el que en las religiones de los misterios tanto abundasen las teorías y ritos de salvación.

Pues bien, a ese grito unánime de la humanidad pidiendo «salud», San Pablo ofrece la solución del Evangelio. No concreta el contenido del término «salud», se contenta
con relacionarla explícitamente con la «justicia de Dios» y, de nuestra parte, con la exigencia de la «fe». A lo largo de la carta, sin embargo, aparecerá claro que se trata
de una «salud» en el orden religioso, no en el temporal. En sustancia, San Pablo viene a decir que esa situación de tortura que pesa sobre nosotros es resultado de una
falta moral cometida al principio de la humanidad y acrecentada con nuestros pecados personales, que nos alejó de Dios; ahora la «salud» consistirá en ser liberados de
ese estado de pecado, mediante nuestra incorporación a Jesucristo, principio de nueva vida para la humanidad regenerada.

             Y así también, por la liberación que proporcionan los méritos de Cristo, la salvación del pueblo judío (Cap 9-11) llegará. Sobre este problema judío, digamos
que cuando Pablo escribe esta carta, las comunidades judío-cristianas iban perdiendo importancia y, al tiempo, permanecía fuera de la Iglesia la gran masa del pueblo
judío. En cambio, las comunidades étnico-cristianas se multiplicaban; el cristianismo estaba pasando a propiedad de los gentiles. Problema realmente desconcertante. Es
probable que la incredulidad judía fuera tema de frecuentes conversaciones en las comunidades cristianas y ello habría dado pie a Pablo para tratarlo aquí con tanta
amplitud. Pablo viene a decir, en concreto, que Dios no ha faltado a sus promesas (9,6-7)ni ha abandonado a su pueblo (11,1-4); que, aunque sólo un «resto» ha
aceptado el Evangelio (11,5-7), llegará un día en que todos los judíos se convertirán, lamentándose de haber cedido su puesto a los gentiles (11,12.14-15.26). La «salud»
no se obtiene simplemente por descendencia carnal, sino que es puro don de la misericordia divina (11,30-32). En apoyo de sus afirmaciones aludirá Pablo al proceder
de Dios en la historia de los patriarcas, que elige sólo a uno de sus hijos y no al primogénito; es la libertad omnímoda deDios, que aparece también en la historia
posterior, conforme indican algunos textos de Oseas y de Isaías, sin que nosotros seamos quiénes «para pedir cuentas a Dios» (9,20-29).

La historia de Israel es un misterio centrado en el mismo corazón de la salvación universal. Israel ha tropezado (Rom 9,32) y ha caído (11,12); pero su caída ha originado
un gran bien en la historia de la salud. Su desobediencia abrió paso a la salvación de los gentiles. Su pérdida fue una ganancia, pues trajo, de rechazo, la reconciliación
del mundo (11,15).

Los gentiles no pueden vanagloriarse ni engreírse (11,18.20), pues todo se debe al amor de Dios. Los gentiles, además, son ramas cortadas de un olivo silvestre e
injertado en el tronco del olivo legítimo. Están así tomando savia ajena, sostenidos por raíces que no son las propias (11,24). La alegoría del olivo, en que dice son
«injertados» los gentiles, va dirigida sobre todo a los étnicos-cristianos: si Dios pudo realizar con éxito un injerto con ramas silvestres, más fácil le será hacerlo con ramas
del propio olivo, actualmente desgajadas. Es lo que sucederá con el Israel incrédulo (11,24-26).

Israel no va a estar eternamente caído. No, porque Dios no lo desea ni lo permite. "Dios no ha rechazado a su pueblo al que de antemano conoció (11,1-2). Israel será
reintegrado (11,15). Su reintegración en el propio olivo, el olivo de Dios, que será como una resurrección de entre los muertos (11,15), un volver a nacer, un nacimiento
nuevo. Si la pérdida de Israel trajo la reconciliación de los gentiles, su reintegración traerá la vida eterna. Sin esta vida, no hay triunfo completo en el reinado de Cristo.
Pero, antes de este glorioso reinado final, tiene que venir la reintegración de Israel, todo Israel será salvo (11,26).

5.6. Transformación o «redención.- San Pablo, presentando las maravillosas perspectivas de la esperanza cristiana en Rom 8,18-25, dice que «los padecimientos del
tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros». En ese futuro glorioso, incluye expresamente la transformación o
«redención de nuestro cuerpo» (8,23;cf.ICor 15,42-53; Fil 3,20-21), redención que parece se extenderá también, de algún modo, al cosmos entero (8,19-22), al universo.

Ya en las alusiones de los profetas al futuro reino mesiánico, se habla de «cielos y tierra nuevos» (Is 65,17; 66,22), expresión que no recoge San Pablo. Hay autores que
interpretan que no son solamente los cuerpos de los hombres los que serán transformados con el soplo del Espíritu, sino la creación entera, que escapará a la
servidumbre de la corrupción... La idea de Dios aniquilando el conjunto de su creación material fuera de los cuerpos humanos sería difícilmente concebible en teología.
En perspectiva, se habla también de que ese «cosmos» futuro a que se refieren los textos bíblicos no debemos desligarlo del actual, sino suponerlo como prolongación y
en continuidad del actual, y son los hombres, con su esfuerzo, los que han de prepararlo con continuas mejoras, y llenarlo todo de Cristo, hasta la plena maduración, de
modo que «Dios sea todo en todo» (ICor 15,28). La misma expresión de San Pablo: «todo lo creado gime y siente dolores de parto» (8,22), estaría dando a entender que
el «mundo futuro» habrá de salir de las propias entrañas del actual, que está como en gestación. Sobre la relación entre cristianismo y judaísmo, pensamiento de Pablo
parece referirse a un nuevo pueblo de Dios que sustituye al antiguo; expresiones evangélicas, como «les será quitado el reino y dado a las gentes» (Mt 21,43; Mc 4,25),
apoyarían la idea.Las expresiones peyorativas, que usa Pablo: «se han encallecido..., han caído..., vasos de ira..., ramas cortadas» (9,22; 11,7,12.17),miran a aquella
parte de ese pueblo, ciertamente mayoritaria, que no cree, y a la cual por eso le viene sustraído el Reino de Dios y la abundancia de gracia, que se le ofrecían con la
venida de Cristo. Pero de ese pueblo ha quedado un «resto», al que pertenecen Cristo y los Apóstoles y las más primitivas comunidades cristianas, el núcleo primero de
la Iglesia, que está en absoluta línea de continuidad con el veterotestamentario pueblo de Dios; tanto es así, que los judíos que permanecen fuera del Evangelio no son
sino «ramas desgajadas». Por su precedente elección por parte de Dios y porque «los dones y la vocación de Dios son irrevocables» se puede decir, con las debidas
matizaciones, que los judíos pertenecen a la Iglesia por derecho; de ahí que, cuando se conviertan y crean, no harán sino volver a su lugar, es decir, ser injertados «en el
propio tronco».

Se considera a la Iglesia como «nuevo» pueblo de Dios; no es mera continuación del antiguo pueblo de Dios, pues en su formación está la obra de Cristo, que es de tal
magnitud que podemos hablar de fundación nueva sobre Cristo, es decir, de «muevo pueblo de Dios». La Escritura señala la «Nueva» Alianza (ICor 11,25; 2Cor 3,6; Lc
22,20), sellada con la sangre de Cristo, estrechamente vinculada con la idea de nuevo pueblo de Dios. La muerte y resurrección de Cristo introducen características
nuevas en la noción misma de «pueblo de Dios». Por eso, la expresión «nuevo Pueblo de Dios», es corriente en la literatura cristiana, a partir ya de los primeros siglos, y
la usa también el concilio Vaticano II.

5.7. Moral y vida cristiana.- Así pues, para San Pablo, el bautizado es una nueva criatura, vive una nueva vida, la vida de Cristo resucitado. Esta vida le exige "servir a la
justicia" (6,17-22). Ser “siervos de la justicia” es "ser siervos de Dios” (6,18.22). Esta servidumbre se desarrolla en la libertad de los hijos de Dios (8,14-17). El hijo ama el
padre y lo hace libremente.

El bautizado debe considerarse “muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús" (6,11). Siendo libre, se hace esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda
(1Cor 9,19,22). El supremo valor no es la libertad, sino el amor que hace a los cristianos “esclavos los unos de los otros" (Gal 5,13) y compendia toda la ley (Rom 14,14-
15)

Todos somos hijos de Dios: Todos están llamados a vivir la “nueva vida del Espíritu". Si todos han sido presa del pecado y de la muerte, a todos -y con más fuerza-
alcanza la acción liberadora de Dios en Cristo (3,21-26; 5,12-19)."Dios ha permitido que todos seamos rebeldes para tener compasión de todos (11,32).
El cristiano está sometido a la lucha de la carne y del espíritu que se disputan la victoria final (8,4-11). Por eso, es preciso estar alerta y evitar que nos sorprenda el sueño
(13,11), ser humildes y no alimentar falsas seguridades (1Cor 10,12); emprender la lucha humildes, animosos y confiados (2Cor 7,10); revestirnos de las armas de la luz
(13,12) y hacer de nuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios" (6,13). Dios paga con la vida.

Quienes se dejan confiados guiar por el Espíritu de Dios, esos son los verdaderos hijos de Dios. Tras la redención y resurrección de Jesucristo hemos dejado de soportar
el espíritu de esclavitud y abandonado el espacio del temor, para venir a disfrutar, revestidos del hombre nuevo, la gloriosa realidad de ser hijos y coherederos del Reino
y, por tanto, hermanos de Jesucristo e hijos auténticos de Dios, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre!

«El Padre que nos ama, todo lo encamina al bien de los elegidos» (8,28-30). Dios está con nosotros, Dios nos ama. Todo lo demás es superfluo.

V. CONCLUSIÓN: Por esta carta podemos darnos cuenta de que san Pablo tiene conciencia de que su predicación es rechazada por muchos, de que su persona no es
aceptada por todos y de que corren versiones distorsionadas de su enseñanza. Por eso, opta por exponer detalladamente “su evangelio”, es decir, la forma en que él
anuncia el mensaje de Cristo, para que los romanos tengan una versión autorizada de lo que predica entre los paganos. Acaba su carta exhortándonos a tener un mismo
sentir en Cristo Jesús, para que con un solo corazón y una sola voz, podamos dar gloria a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

VI.- BIBLIOGRAFÍA.
-J.M Cambier; M. Carrez; Ch. Perrot: “Las cartas paulinas” . Introducción crítica al NT.De Herder; Barcelona 1983.
-J. A. Fitzmayer: “Teología de San Pablo”. Comentario Bíblico San Jerónimo; vol V. De Cristiandad ; Madrid 1972
-J.M Turrado: “Comentario Bíblico”, vol II ; Ed BAC; Madrid 1960.
-A. Wikenhauser y J. Schmid: “Las cartas de Pablo”. Introducción al NT; De Herder; Barcelona 1978.
Copyright por MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ (2001).

                                                                       2. LA CARTA A LOS EFESIOS

2.1 ÉFESO

Éfeso era una importante ciudad en el valle de Jonia en Asia Menor, a unas 40 millas de Esmirna y a orillas del río Cayster. El valle era muy fértil y allí florecieron varias
colonias griegas como Pérgamo, Esmirna, Éfeso y Mileto. Desde el año 133 a.C., con una población cercana al medio millón de personas, Éfeso era la capital de la
provincia romana de Asia y residencia oficial del gobernador. Situada en la costa del Mediterráneo, con un puerto de mucho tráfico y una importante vía de comunicación
con el interior del Asia Menor. El mayor atractivo de Éfeso era el templo de la diosa Diana (Artemisa), una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Un templo suntuoso y
enorme, el cual tomó 200 años en ser construido. Acudían en peregrinación devotos de «toda Asia y el mundo entero» (Hch 19,23–41). Diana era la diosa de la caza y de
la fertilidad. Parte de los festivales y ritos en el templo de Éfeso consistían en fiestas llenas de sensualidad. Podemos imaginarnos el ambiente que rodeaba la vida de los
cristianos de Éfeso. Debían honrar a Cristo y hacer la diferencia en medio de una sociedad llena de paganismo, sensualidad y vanidad. Este escenario no es tan diferente
al que vivimos nosotros ahora. Estamos rodeados de una cultura que también exalta el materialismo y la sensualidad y aquí estamos llamados a dar testimonio de Jesús.

2.2 PABLO Y ÉFESO
El libro de los Hechos hace referencia a dos visitas de Pablo a Éfeso. La primera fue breve (Hch 18,19–21), pero la segunda se prolongó «por tres años» (Hch 19,1–20,1-
31), un período cuya duración indica la importancia de la obra misionera allí realizada.
2.3 EL AUTOR
La Carta a los Efesios contiene y revela el pensamiento de Pablo sobre Cristo y la iglesia, aunque, como era costumbre en ese tiempo, la redacción final de la carta ha
sido realizada por un discípulo secretario de Pablo quien se sirvió para esta tarea de muchas ideas desarrolladas en la carta a los colosenses.
2.4 DESTINATARIOS
Si bien se le conoce como “Carta a los Efesios” se trata muy probablemente de una carta circular destinada a las comunidades de Asia Menor y conservada en Éfeso.
Esto se deduce por la ausencia de datos personales (lo que no sucede en otras cartas). Veámoslo, las frecuentes alusiones que en otras epístolas hace el apóstol a
Éfeso o a personas relacionadas con esta ciudad, revelan que lo unían estrechos lazos de trabajo y afecto con esa comunidad cristiana (leer 1 Co 15,32; 16,8; 1 Tim 1,3;
2 Tim 1,18; 4,12). Sin embargo, en la presente epístola se advierte una casi total ausencia tanto de nombres propios (excepto la mención a Tíquico en 6,21) como de los
saludos personales que son habituales en los escritos paulinos. Por esta razón se piensa que se trata más bien de una especie de carta circular dirigida a diversas
comunidades cristianas del Asia Menor.
2.5 FECHA Y LUGAR DE REDACCIÓN
No hay unanimidad respecto a la fecha y al lugar de redacción de esta carta. Se le agrupa en las «cartas de la cautividad» (junto a Filipenses, Colosenses, Filemón)
porque Pablo dice que está prisionero (3,1; 4,1). El apóstol llegó a Roma en el año 61 d.C. como prisionero, por dos años vivió allí y anunció a Cristo (He 28,16-30).
Teniendo presente estos datos, se piensa que la carta fue redactada en Roma, entre los años 62 y 63 d.C.

2.6 FINALIDAD DE LA CARTA
Está dirigida a cristianos que han quedado deslumbrados por ciertas filosofías paganas y necesitan que alguien les ayude a profundizar en el misterio de Cristo. El tema
de esta carta es el eterno designio de Dios de salvar al hombre mediante la Iglesia de Cristo. Es una contemplación del plan amoroso de Dios realizado en Jesucristo y en
la Iglesia, con la consiguiente exhortación a llevarlo a la práctica en todos los actos de la vida.
2.7 AFINIDAD CON LA CARTA A LOS COLOSENSES
La Carta a los Efesios tiene una grande cercanía y semejanza con la Carta a los Colosenses. En ésta Pablo también aclara a cristianos, atraídos por filosofías paganas,
que Cristo es la plenitud de todo lo creado y que en él se realiza el plan de salvación de Dios. A decir de los estudiosos, Colosenses se escribió antes que Efesios, ésta
nos presenta, por tanto, un pensamiento más sereno y evolucionado sobre el amor de Dios en Cristo y en su iglesia. Vale la pena leer la Carta a los Colosenses para
entender mejor la Carta a los Efesios.
2.8 ESTRUCTURA
       1. Introducción epistolar
               -    Saludo (1,1-2)
               -    Primer exordio: el plan divino de la salvación (1, 3-14)
               -    Segundo exordio: elogio de los destinatarios (1,15-23)
       2. La revelación del misterio (2-3)
             -       De la muerte a la vida en Cristo (2,1-10)
             -       Cristo, nuestra paz. Judíos y gentiles son uno en Cristo (2,11-22)
             -       Pablo, ministro del misterio de Cristo (3,1-13)
             -       Oración para el conocimiento del amor de Cristo (3,14-21)
       3. Exhortaciones para la vida eclesial (4-6)
               -     Unidad de la Iglesia y diversidad de ministerios (4,1-16)
               -     Exigencias de la vida cristiana (4,17-5,20)
                                  - del hombre viejo al hombre nuevo (4,17-5,2)
                                  - de las tinieblas a la luz (5,3-20)
               -      Las nuevas relaciones domésticas (5,21-6,9)
                                  - el matrimonio y el misterio de Cristo y la Iglesia (5,22-33)
                                  - los hijos y los padres (6,1-4)
                                  - los esclavos y los dueños (6,5-9)
-       El combate espiritual (6,10-20)
      4. Noticias personales y saludo final (6,21-24)

2.9 CONTENIDO TEOLÓGICO-ESPIRITUAL
a)     La acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en el plan de la Salvación. El Padre nos elige para ser sus hijos. El Hijo nos obtiene la redención con su
       sangre derramada en la cruz. El Espíritu Santo nos unge y es la garantía de nuestra herencia. San Pablo entona un himno sobre el Plan salvador de Dios: a todos
       -judíos y paganos- nos ha llamado Dios a ser santos e irreprochables en el amor, hacernos hijos suyos, redimirnos en Cristo y darnos la fuerza del Espíritu. En la
       historia de salvación, Cristo Jesús es el centro. La salvación que ha traído Cristo es un don gratuito.
 b) La supremacía de Cristo sobre toda la creación. Frente a algunas filosofías que confundían a los cristianos, Pablo pone de relieve la función "cósmica" de
     Cristo, su dominio sobre las potestades angélicas y su soberanía sobre todo el universo (1,20-21).
 c) La Iglesia en el plan salvador de Dios. Ella es presentada como instrumento de Cristo en su obra de salvación que se extiende a toda la creación: ella es el
     Cuerpo y la plenitud de Cristo (1,22-23), donde judíos y paganos se reúnen para formar un solo Pueblo de Dios (2,14-18); y es también el Templo, que tiene como
     "piedra angular" al mismo Jesucristo, y que se va edificando por la acción del Espíritu Santo (2,19-22).
 d) Unidad de la Iglesia en cuanto cuerpo de Cristo. La Iglesia es el lugar donde toda discriminación desaparece –“yo soy judío”, “yo soy pagano”–, donde no hay
     particularismos ni privilegios raciales, religiosos, culturales o sociales, donde la unidad no es uniformidad ni pasividad, sino dinamismo y colaboración. Cristo ha
     derribado el muro de la Ley que antes separaba a judíos y paganos.
 e) Exhortación a la nueva vida en Cristo. Muestra un programa de vida cristiana para todos. A los hijos y padres de familia les recuerda los deberes del cuarto
     mandamiento de la Ley de Dios. Nos invita a renovarnos en Cristo, imitar el amor de Cristo, a caminar como hijos de la luz. Para ello, Pablo nos da las armas para
     luchar contra los enemigos: el escudo de la fe, el yelmo de la salud y la espada del Espíritu.
 f) El matrimonio cristiano. Al exponer las relaciones entre los esposos aparecen los elementos básicos que servirán a la Iglesia para comenzar la reflexión que
     concluirá con la definición del sacramento del matrimonio: la relación entre la unión de los esposos y la unión de Cristo con la Iglesia. Este gran misterio del cual
     fluye la santificación más alta del matrimonio, muestra el carácter sagrado, y, prohíbe considerarlo como un contrato puramente civil, sujeto a la fluctuación de las
     voluntades.

2.10 ALGUNOS TEXTOS CLAVE DE EFESIOS
  a) El plan divino de la salvación (1,3-14): himno al amor de Dios que nos salva en Cristo Jesús.
  b) La salvación en Cristo, don gratuito (2,1-10): Dios nos amó y nos salvó en su Hijo Jesús.
  c) La reconciliación y unidad en Cristo (2,14-22): Cristo es nuestra paz, él derribó el muro que nos separaba.
  d) Llamado a la unidad en la Iglesia (4,1-6): vivan dignamente la vocación cristiana, conserven la unidad.
  e) La vida nueva en Cristo (4,20-24): abandonar el hombre viejo y revestirse del Hombre Nuevo en santidad.
  f) No entristecer al Espíritu Santo (4,30-32): sean buenos, perdónense como Dios nos perdonó en Cristo.
  g) Luchar contra el pecado (5,1-20): vivan en el amor como Cristo nos amó, vivan como hijos de la luz.
  h) El amor entre los esposos. Obediencia a los padres y comprensión hacia los hijos (5,21-6,4).
  i) Las armas para la lucha del cristiano (6,10-20): verdad, justicia, paz, fe, salvación, Espíritu, oración.

BIBLIOGRAFIA
     1.  B IBLIA DE J ERUSALÉN ; DDB, Bilbao 1990.
     2.  C ARRILLO A LDAY , Salvador; Pablo Apóstol de Cristo, Estella 2008.
     3.  S ANCHEZ B OSCH , Jordi; Escritos Paulinos, Estella 2004.
     4.  M ARGUERAT , Daniel (ed); Introducción al Nuevo Testamento, Bilbao 2008.

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  • 2. 1. EPÍSTOLA A LOS ROMANOS. I.- INTRODUCCIÓN San Pablo escribió esta carta cuando consideró que ya había finalizado su tarea en Asia, Macedonia y Acaya, y decidió abrir un nuevo frente misionero hacia occidente, proponiéndose evangelizar España (cf. Rm 15, 23-24). No se conocen los orígenes de la comunidad cristiana de Roma. Se sabe que desde mucho tiempo antes existía una importante comunidad judía en la capital del Imperio. Las catacumbas judías y las inscripciones sepulcrales dan testimonio de que se trataba de un grupo muy numeroso, entre los que había personas que desempeñaban altos cargos. Pero no se tiene noticias de la forma en que llegó el cristianismo. El edicto del emperador Claudio (año 49), ordenando la expulsión de los judíos de Roma por los tumultos provocados por culpa de un tal Cresto, es interpretado por muchos en el sentido de que en esa fecha ya había judíos-cristianos en Roma, que entrarían en conflicto con los demás judíos por causa de “Cristo”. No hay noticias ciertas sobre la fecha de la llegada de san Pedro a Roma y la carta a los romanos no da indicios de que este apóstol ya se encontrara allí . Roma había sido evangelizada por otros y san Pablo tenía por principio no edificar donde otro ya había edificado (cf. 15, 20). Pero para ir hacia España era necesario pasar por Roma, por eso se atreve a escribir esta carta, la única escrita a una comunidad no fundada por él. Lo hace con el fin de anunciarles su visita y pedirles colaboración para realizar la nueva misión evangelizadora. Algunas exhortaciones dan cuenta de que Pablo está informado de que dentro de la comunidad romana hay dificultades de convivencia entre los cristianos de origen judío y los de origen pagano (Rom 14, 1.13-15.19) El libro de los Hechos relata el posterior viaje de san Pablo a Roma, pero en condiciones muy diferentes a las que él esperaba: llegó preso y con toda probabilidad no pudo realizar su plan de evangelizar España porque debió padecer el martirio sin poder recuperar la libertad. San Pablo tiene conciencia de que su predicación es rechazada por muchos, de que su persona no es aceptada y de que corren versiones distorsionadas de su enseñanza. Por eso, opta por exponer detalladamente “su evangelio”, es decir, la forma en que él anuncia el mensaje de Cristo, para que los romanos tengan una versión autorizada de lo que predica entre los paganos.” II. TESIS: La carta a los Romanos ha jugado un papel excepcional en la historia del pensamiento cristiano, por ser el primer ensayo de gran envergadura en la historia de la teología cristiana. En la exégesis bíblica ha ocupado un lugar privilegiado y ha sido un baluarte en momentos decisivos de la historia de la Iglesia: en el siglo V, cuando tuvieron lugar la crisis pelagiana y las grandes controversias sobre la gratuidad de la gracia; y en el siglo XVI, en tiempos de la Reforma protestante. 2.1. EXPLICACIÓN DE LA TESIS: 1. Autor, fecha y destinatarios.- Esta carta fue escrita por san Pablo, en la primavera del año 58, una vez que han pasado las tormentas que revela su segunda carta a los corintios y gozando de una cierta calma y tranquilidad. Dirige esta carta a los cristianos romanos, procedentes del paganismo, con el fin de preparar su llegada a esa floreciente Iglesia que él no ha fundado, pero cuya fe es celebrada en todo el mundo y a la que saludan todas las iglesias de Cristo. Pablo entiende que ha llegado el momento de ensanchar horizontes y acometer más ambiciosos proyectos. Así que decide llevar el evangelio hasta los confines de occidente, hasta España. Pero en el camino, como escala obligatoria, está Roma, la ciudad imperial. 2. Características literarias.- A pesar de su densidad doctrinal, la Carta a los Romanos tiene rasgos propios de una carta. 3. División y contenido temático.- El esquema general de la carta se aprecia con facilidad: Introducción A - Destinatarios y Saludos (1.1-7) B - Gratitud y proyectos de Pablo (1.8-15) SECCIÓN PRIMERA: Reorientación de la historia de la salvación hebrea para incluir a todos como pueblo de Dios (1.16-11.35). Tesis de la carta: Justicia, vida y salvación para todos (1.16-17) en un mundo invertido. PRIMERA PARTE: La justicia de Dios en un mundo invertido (1.18-4.25). La práctica de injusticia de todos ha invertido los valores de la sociedad; con ello aparece el pecado, un poder asesino que esclaviza a los humanos, sin excepción. La ley sola no tiene poder para liberar, tampoco las buenas intenciones; no hay camino posible para la práctica de la justicia. Todos son condenados a muerte. Con la vida de fe de Jesucristo se revela la justicia de Dios. El poder de Dios al resucitar a Jesús, como el primero de muchos, justifica la vida de fe de Jesús y recrea la humanidad para que realice la justicia en un mundo de injusticia. Antítesis.- Dios revela su ira contra todos aquellos que aprisionan la verdad en la injusticia, y a la mentira llaman justicia, y a la injusticia, verdad. En esa sociedad invertida todos son cómplices y esclavos del pecado delante de Dios. Nadie es capaz de hacer justicia: ni los no-judíos ni los judíos con su ley. A - Complicidad de los no-judíos22 (1.18-2.8). A pesar de la sabiduría de los no-judíos, ellos también, por su práctica de injusticia merecen la cólera de Dios. * 1.18-23 Aunque conocen a Dios no lo acogieron, invirtieron su conocimiento. * 1.24-32 La inversión del conocimiento de Dios les condujo a una práctica perversa, llena de injusticia.23 * 2.1-8 Los que juzgan a otros pero practican el mal también están bajo el juicio de Dios. B - Complicidad de los judíos (2.9-29). Los judíos, al igual que los no-judíos serán juzgado de acuerdo a su práctica y lo secreto de su corazón, porque lo que importa es la práctica de la justicia. * 2.9-16 Dios juzga a todos según la puesta en práctica de la ley y no solo el oírla. * 2.17-24 Cuando el judío se jacta de tener ley pero no es capaz de cumplirla, también es esclavo de la sociedad pervertida, y no da razón correcta de Dios. * 2.25-29 La circuncisión buena es la del corazón. El incircunciso que cumple la voluntad de Dios, sin circuncisión y sin ley es como si las tuviera. C - Complicidad de todos (3.1-20) La ventaja del judío es relativa, la ley lo declara culpable como a todos. Nadie puede hacer el bien porque la sociedad está invertida por el pecado construido por las injusticias de todos; la ley no es camino de liberación porque no da sino el conocimiento del pecado. * 3.1-4 Dios es fiel a pesar de la infidelidad de algunos judíos. * 3.5-8 El mundo plagado de injusticia hace posible la intervención de la justicia de Dios, a pesar de los que se oponen. * 3.9-19 Todos, judíos y no-judíos, son esclavos del pecado, las obras de la ley no justifican porque la ley, en una sociedad invertida, ha sido absorbida por el pecado. Clímax de la antítesis: “Nadie será justificado ante él por las obras de la ley, pues la ley no da sino el conocimiento del pecado” (3.20)
  • 3. Tesis.- La justicia de Dios se revela por gracia para todos, judíos y no-judíos, independientemente de la ley, haciendo que los seres humanos sean capaces de hacer justicia, gracias a la fe de Jesucristo y a la fuerza de la fe en la resurrección de los muertos, como la fe de Abraham (3.21-4.25). Todos son herederos de las promesas de Dios a Abraham. A - Justificación de todos por la fe y no por la ley (3.21-30) Dios revela su justicia a través de la fe de Jesucristo y hace así posible que todos puedan hacer justicia en un mundo invertido. Como es para todos, no puede ser por el cumplimiento de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Por eso es un don de Dios, otorgado por su gracia. * 3.21-26 La justicia de Dios se revela para todos y todos son justificados gratuitamente por la fe de Jesucristo. * 3.27-30 Dios se muestra como el Dios de todos, de judíos y no-judíos. B - Justificación de Abraham (padre de los judíos) por la fe, independientemente de la ley (3.31-4.12) Abraham, el padre de los judíos, fue justificado por la fe siendo un incircunciso. Son hijos de Abraham los que caminan según su fe. * 3.31-4.8 Abraham, creyó, independientemente de las obras de la ley, y le fue contado como justicia. * 4.9-12 La circuncisión es sello de la justicia de la fe, previa a la circuncisión. Abraham es padre de todos aquellos que andan según su fe, sean circuncisos o incircuncisos. C - Participación de los no-judíos (las naciones) de las promesas de Dios a Abraham (4.13-25) Abraham fue justificado y constituido padre de muchas naciones porque tuvo fe en aquel que da la vida a los muertos. Igual que Abraham, todos los que creen que Dios resucito a Jesús de los muertos son justificados. Creen en el poder de Dios de cumplir sus promesas; de transformar a los muertos en vivos. * 4.13-18 La fe de Abraham en que Dios vivifica a los muertos hace que la promesa abarque a todos. * 4.19-25 Como Abraham, creemos que Dios es poderoso para resucitar a Jesús para nuestra justificación. SEGUNDA PARTE: El triunfo de la vida sobre la muerte (5.1-8.39). En la nueva era de la fe, se viven tiempos de gracia y filiación. En medio de estos tiempos se da una lucha entre la muerte y la vida. Pero la lógica del espíritu vence al pecado. Anuncio breve de la tesis: Shalom con Dios (5.1), Dios no condena, sino justifica, renueva a sus creaturas al servicio de la justicia (5.1). Antítesis.- El Pecado. La obra de muerte fundada en Adán, la vieja humanidad y la ley, desviada de su finalidad por el pecado, luchan contra la nueva humanidad y los deseos de hacer el bien, pero la obra de justicia de Jesucristo y el régimen de la gracia sobrepasan el poder de la muerte. A - La multitud de los descendientes de Adán (5.2-21) La obra de gracia de Cristo en favor de la multitud sobrepasa la obra de la muerte hecha por Adán. * 5.2-11 El amor de Dios por sus creaturas es la fuente de una esperanza invencible. * 5.12-17 El don de Dios a la humanidad sobrepasa las consecuencias de la transgresión de Adán. * 5.18-21 El acto de obediencia de Jesucristo, segundo Adán, da a muchos frutos sobreabundantes de vida. B - La esclavitud de la humanidad vieja (6.1-7.6) La vieja humanidad se arrastra hacia la muerte. La nueva humanidad vive al servicio de Dios. * 6.1-14 La lógica de la gracia excluye al pecado, pues somos resucitados con Cristo. * 6.15-23 De la esclavitud del pecado y la muerte se pasa al servicio de Dios para la vida. * 7.1-6 No pertenecemos más a una ley de muerte, sino al Cristo resucitado. C - El pecado que habita en mí (7.7-23) La ley de Dios es santa en ella misma, pero el pecado la desvía de su finalidad. * 7.7-11 El pecado se sirve de la ley para seducirme y matarme. * 7.12-20 El pecado me posee para hacerme actuar contra el bien que quiero. * 7.21-23 La ley de prohibiciones combate con el deseo del bien, que es la verdadera ley de Dios. Clímax de la antítesis:“¡Pobre de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!” (7.25a).25 Tesis.- El Espíritu. No hay condenación para nadie, ni de parte de Cristo ni de Dios ni de ningún sistema económico-político, porque la lógica del Espíritu que da la vida, ha liberado de la lógica del pecado y de la muerte. El Espíritu de Dios habita en los que se orientan por la lógica del Espíritu que lleva a la vida, justicia y paz. Por la solidaridad de Dios al acoger la humanidad en Jesucristo, todos pueden dejar de ser esclavos y pasar a ser hijos o hijas libres de Dios, para hacer justicia; son hermanas y hermanos de Jesús el Mesías, coherederos del Reino. A . El Espíritu habita en nosotros (8.1-11) El Espíritu de Jesús, la nueva ley o lógica, es una fuerza de vida en nosotros. * 8.1-4 La carne hacía a la ley impotente, pero Dios hizo fracasar los mecanismos del pecado * 8.5-11 El Espíritu que habita en nosotros hace impotentes los propio deseos negativos (de la carne), que tienden a la muerte. B. La libertad de los hijos e hijas de Dios (8.12-21) Los que se orientan por el Espíritu son hijos de Dios, libres, capaces de hacer frente al pecado. * 8.12-17 Recibimos el Espíritu de hijo libre para ser herederos y herederas del Reinado de Dios. * 8.18-21 La creación espera la revelación de los hijos e hijas de Dios, y participar de su gloriosa libertad. C. El primogénito de una multitud de hermanos/as (8.22-30) Esperanza en la solidaridad liberadora de Dios para toda su creación. * 8.22-27 Concierto de gemidos clamando para la liberación. * 8.28-30 El amor infinito de Dios es la garantía de nuestra realización humana digna. Conclusión: 8.31-39 Himno al amor de Dios. Contra toda condena: ni de Dios, ni de Cristo, ni del sistema (romano). El amor de Dios, manifestado en Cristo, da fuerza para afrontar la condena del sistema económico, político, social (hambre, persecución...). TERCERA PARTE: Elección, exclusión y misericordia de Dios (9.1-11.36). Israel es el pueblo elegido. Dios elige por misericordia al excluido para garantizar la inclusión de todos en su proyecto de vida para todos. Si el elegido se torna arrogante y excluye, su elección queda suspendida. Introducción patética de la tesis: Tristeza de Pablo por sus hermanos de raza, los judíos, que no acogen el camino de la justicia por la fe. (9.1-2). Antítesis El elegido que excluye: un paso falso (9.3-10.21). A - Gratuidad de los dones (9.3-13) Dios elige por gracia-misericordia al pueblo pequeño de Israel. * 9.3-5 Las bendiciones de Dios no vienen según la carne.27 * 9.6-9 Isaac hereda según la promesa de Dios, no según la carne. * 9.10-13 Jacob no hereda a causa de sus obras, sino por el amor gratuito de Dios. B - La misericordia de Dios alcanza a todos, no solo a los judíos (9.14-29) Dios no es injusto al elegir, sino misericordioso, por eso llama a los excluidos de la ley, los no-nacidos de Abraham a ser su pueblo. Su designio misericordioso no se ha interrumpido por el falso paso de Israel. * 9.14-18 Dios continúa con su designio misericordioso y se sirve incluso del endurecimiento de algunos. * 9.19-24 La voluntad de Dios es un designio de misericordia aunque él soporta con paciencia los endurecimientos. * 9.25-29 El llamado a los paganos está anunciado en las escrituras, y también el endurecimiento parcial de Israel. C - Israel se rebela al designio de Dios (9.30-10.21)
  • 4. Israel rechaza el designio misericordioso de Dios para todos y no responde a la elección en la nueva lógica de la justicia y la fe. * 9.30-10.1-4 Israel no quiere acoger la justicia de Dios y busca su propia justicia. * 10.5-10.17 Todo el que invoque y crea en la justicia de Dios alcanza la misericordia de salvación. * 10.18-20 La palabra de la justicia ha sido acogida entre los no-judíos, pero Israel sigue insensible al don de Dios. Clímax de la antítesis: “...Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde” 10.21. Tesis Misericordia de Dios para todos (11.1-36). Anuncio breve de la tesis: Dios no ha rechazado a su pueblo (11.1-2). A - Israel es alcanzado por la misericordia de Dios (11.1-15) Hay esperanza para todo Israel gracias al remanente elegido por gracia. * 11.3-10 La situación de Israel en el tiempo presente es de acuerdo a la enseñanza de las Escrituras. * 11.11-15 El acceso de los no-judíos a la salvación va a despertar los celos de los judíos. B - La misericordia de Dios alcanza a todos, no solo a los no-judíos (11.16-24) Todos forman parte del olivo, sean ramas injertadas o naturales, deben reconocerse mutuamente. * 11.16-21 Que las ramas (los no-judíos) no se jacten a costa de la raíz que los lleva. * 11.22-24 Dios tiene poder para injertar la hoja de Israel en el olivo. C - Los dones son inclusivos y definitivos (11.25-32) Los dones de Dios son inclusivos y definitivos para todos partiendo siempre desde los excluidos. Dios salvará a todo Israel mostrando su misericordia para con todos. * 11.25-29 El endurecimiento parcial de Israel ha servido para la inclusión de los no-judíos. * 11.30-32 La infidelidad actual de Israel es un llamado a la misericordia de Dios. Conclusión Himno a la sabiduría de Dios (11.33-35): “¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿Quién fue su consejero? O ¿Quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén.” SECCIÓN SEGUNDA Practica de la fe en lo cotidiano (12.1-15.21) CUARTA PARTE: Vida renovada y discernimiento (12.1-15.13) Introducción (12.1-2) Entrega total a Dios y renovación de la inteligencia para hacer su voluntad. A - Renovación del pensamiento (12.3-16b) Se renueva el pensamiento y se actúa con la sabiduría del amor. * 12.4-8 Unidad y diversidad. * 12.9-13 Sinceridad en el amor. * 12.4-16ab Comunión de horizontes. B - Discernimiento en la acción (12,16c-13.10) Se huye del mal y se persigue el bien. * 12.16c-21 Renuncia a la venganza. * 13.1-7 Subordinación a la autoridad por motivo de consciencia. * 13.8-10 El amor como la plenitud de la ley. Conclusión: 13.11-14 Necesidad urgente de renovación por los tiempos finales. Acogimiento mutuo en la comunidad En todo, acoger siempre al débil Un problema práctico: las observancias alimenticias (14.1-23). * 14.2-12 No nos juzguemos mutuamente. * 14,13-23 Actuar siempre con madurez. Hay que guardar la libertad de conciencia delante de Dios, pero no dejar caer al hermano o hermana. Actuar con el mismo pensamiento de Cristo * 15.1-6 Olvidarse de uno mismo, Dios da el mismo sentir de Cristo. * 15.7-13. La fuente de nuestra esperanza y paz es la aceptación de Cristo por todos: judíos y no-judíos. Conclusión Transición: Apología de Pablo (15.14-21). Conclusión sobre el discernimiento en lo cotidiano (15.14-16). El poder del Evangelio (15.17-21). Epilogo 15.22-33 16.25-27 B’ - Noticias y proyectos de viaje (15.22-32) A’ - Saludos (15.33) y doxología (16.25-27) Apéndice: 16.1-23. III. CONTENIDO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL. Fin de la carta: presentar las ideas claves del evangelio de Cristo, sobre todo con respecto a los puntos más controvertidos y más propensos a crear dificultades en el seno de las nacientes comunidades cristianas. Presentar estas ideas a la comunidad de Roma que está llamada a ser un magnífico símbolo del carácter universal de la Iglesia cristiana. Roma, corazón del paganismo, es para Pablo no sólo un nuevo centro geográfico; es sobre todo, un nuevo centro teológico y eclesial. Contenido teológico-espiritual: tres grandes líneas: a) La fuerza salvadora de Dios actúa en el hombre por medio de la fe en Jesucristo. Es lo que llamamos la justificación por medio de la fe; y no tanto por las obras mandadas por la Ley mosaica, como decían los judíos. Todos somos pecadores, pero si acogemos con fe a Jesús y su gracia, quedaremos justificados, es decir, salvados, redimidos, lavados. Y esa fe en Jesucristo la conseguimos mediante el bautismo, mediante el cual morimos al hombre viejo pecador y resucitamos al hombre nuevo justificado en Cristo, hijo de Dios. Esta justificación no es sólo remisión de los pecados, sino también la santificación y renovación del hombre interior. b) El fruto más precioso de la salvación es la vida sobrenatural. El proceso liberador y salvador de Cristo desemboca en una vida nueva en la que distinguimos cuatro dimensiones fundamentales:  Una trinitaria: mediante el bautismo participamos de la vida íntima de las Tres Personas divinas; es decir, participamos del cielo.  Otra sacramental: mediante el bautismo podemos recibir los demás sacramentos que nos santifican. Esta santidad exige del cristiano un esfuerzo por identificarse con Jesucristo y reconducir hacia Dios todo.  Otra moral: el cristiano santificado ha de brillar por las virtudes de la humildad, sencillez, caridad con todos, sinceridad, obediencia, pureza, etc.  Finalmente, escatológica. Esta justificación y santificación está orientada a hacer que toda la creación, que gime con dolores de parto, logre ser liberada de la corrupción y llegue así a Dios c) El proyecto salvador de Dios alcanzará también al pueblo de Israel. A esta vida nueva están llamados todos. Esta vida nueva es la moral preconizada por Pablo, que no es una moral estática, inoperante y pasiva, sino algo dinámico, en constante progreso y en incesante combate.
  • 5. III.- LA IGLESIA DE ROMA. Ya, hacia el año 58, se desarrollaba una comunidad floreciente y numerosa (1,8; 6,19; cf. Act 28,15), fecha en que San Pablo escribe su carta a los fieles de Roma (1,7.15), entre los que el Apóstol tenía muchos conocidos (16,3-16), pero no había sido fundada por él (15,20; 15,19-24). A Roma, al ser la capital del Imperio, afluían gentes de todo el mundo, se puede suponer que entre los que, continuamente, llegaban, hubiera cristianos, que muy pronto se agruparían en comunidad, extendiendo su acción por la ciudad. La población de Roma, según los historiadores, ascendía, por entonces, a casi el millón de habitantes, en su mayor parte no nativos de la ciudad; este es el testimonio de Séneca: … (Consolatio ad Helviam 6,2-3). Es posible que, desde el principio de la Iglesia, entre los «forasteros romanos» presentes en la predicación de Pedro, en Pentecostés (Act 2,10), hubiera convertidos (cf. Act 2,41), que tendrían que volver a Roma. Una antigua tradición, conservada por San Eusebio, cuenta que San Pedro llegó a Roma en los primeros años del reinado de Claudio (a.41-54); de ser así, la frase de Act 12, y: «salió de Jerusalén, yéndose a otro lugar», aludiría a esa ida a Roma. Sustenta esta misma opinión una segunda tradición, que atribuye a San Pedro una estancia de veinticinco años en Roma; así, v.gr., el Catalogus libri Pontificalis, que, en opinión de A. Harnack, se remonta hasta Hegesipo (a.180). Sin embargo, todas estas noticias son algo tardías e insuficientes; lo cierto es que San Pedro estuvo en Roma en tiempos de Nerón (a.54-68), siendo martirizada en esa ciudad, lo mismo que San Pablo, en esto, la tradición es clarísima. Mas esta estancia cierta de Pedro y de Pablo, en Roma es ya tardía, cuando la iglesia de Roma estaba ya fundada y llevaba varios años de existencia. Se ha discutido si la iglesia de Roma, por la fecha en que Pablo escribe su carta, se componía especialmente de judeocristianos; la tesis se apoya sobre todo en la propia carta a los Romanos, que, fundamentalmente, viene a demostrar que la justicia se debe a la fe, no a la circuncisión ni a la Ley, tema muy en consonancia con destinatarios de ascendencia judía, no de cristianos venidos del paganismo. Además, la colonia judía en Roma era muy numerosa y se supone que, igual que en otras ciudades, también en Roma la predicación del cristianismo comenzase por los judíos. Es conocido el testimonio de Suetonio sobre tumultos judíos en Roma que provocaron el decreto de expulsión de Claudio (Act 18,2), parece una clara alusión a violentas luchas entre judíos incrédulos y judíos creyentes en Cristo. No obstante, la mayoría de los autores, católicos y acatólicos, sostienen con razón que, en la iglesia romana, al escribir San Pablo su carta, predominaban los étnico- cristianos. En efecto, el Apóstol saluda a los Romanos como «gentiles» (1,5-6) y funda su proyecto de ir a Roma apelando a su deber como Apóstol de los gentiles (1,13- 15) y al final de la carta se excusa de haberles escrito con cierta audacia, en virtud de su condición de ministro de Jesucristo para los «gentiles». Sin duda, aunque el primer núcleo de la iglesia de Roma se compusiera, probablemente, de judeocristianos, poco a poco habrían ido prevaleciendo los étnico-cristianos, máxime a raíz de la expulsión de los judíos por Claudio, hacia el año 49. Este decreto es posible que no fuera nunca aplicado estrictamente. IV.-.FUNDAMENTOS DOCTRINALES: El asunto nuclear de la carta, en la intención de Pablo, es indicar a los Romanos y a todos los hombres, que el Evangelio es mensaje de salvación. Así lo expresa en esta frase inicial que tiene los trazos de enunciado programático: «No me avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero, pero también del griego» (1, 16). La tesis de Pablo es que el hombre ha sido creado para conocer y glorificar a Dios; pero, los hombres han «divinizado» la creación, de lo que resultó el desorden y corrupción en el mundo (1,24-3,20), a cuya situación angustiosa, Dios ofrece un asidero: la fe en Jesucristo (3,2; 11,36). En esta perspectiva, desarrolla argumentos concretos: conocimiento de Dios por la creación, dominio del pecado en el mundo, justificación por la fe, redención del universo, la incredulidad judía. 5.1. El conocimiento de Dios por la creación.- San Pablo entiende que el plan de Dios, en el acto mismo de la creación, es el de revelarse a los hombres, de modo que le rindan homenaje. Supone que el hombre es capaz de descubrir a Dios en las criaturas, idea que encontramos también en los discursos de Listra y de Atenas, que los Hechos ponen en boca de Pablo (Act 14,17; 27,27). Por lo demás, esta doctrina no es nueva en la Escritura; ya se encuentra en el A. T., particularmente, en los libros sapienciales (Job 12,9; Sal 19,2; Sab 13,1-9).La idea es de fundamental importancia en la interpretación del paulinismo. Se supone que esta «capacidad» de alcanzar a Dios por la creación existió desde el principio, aunque, después de la caída del hombre en la idolatría, «brotó» (1,21-31) toda la corrupción de costumbres que de ahí se desprende. De hecho, no obstante su insistencia en la universalización del dominio del pecado (3,9), Pablo afirma que quienes obran el bien, incluso entre aquellos que no disponen más que de la ley natural, recibirán la «incorruptibilidad» y la «vida eterna» (2,7-11). Eso significa que permanece la «capacidad» para alcanzar a Dios, y que Dios no ha dejado nunca al hombre con la puerta cerrada hacia su verdadero destino, incluso en esa etapa de dominio universal del pecado. No niega que cada hombre concreto pueda usar su libertad, ya para pactar con la actitud general, ya para acomodar su vida al co- nocimiento que por la creación tiene de Dios (1,20). El Vaticano II explica que «Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la ley natural de la razón humana, partiendo de las criaturas»; hay que atribuir a su revelación «que las realidades divinas, que por su naturaleza no son inaccesibles a la razón humana, todos las pueden conocer fácilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano». 5.2. El pecado.- La carta, especialmente en los ocho primeros capítulos, hace una referencia constante al pecado. San Pablo explica launiversalidad del pecado en el mundo, diciendo que ha sido la humanidad voluntariamente y por sí misma, no porque sea ontológicamente mala, la que se ha separado de Dios. Cuando Pablo habla del "pecado" en singular, se refiere a una fuerza hostil a Dios, a un poder maligno, opuesto a Dios, y al que el hombre ha sido vendido (7,14). Cuando habla de los "pecados'' se refiere a las transgresiones, faltas, desobediencias, violaciones de la ley. El "pecado", el poder maléfico afecta a la humanidad entera, judíos y gentiles (Rom 3,10ss.23). Los gentiles, por rechazar la verdad de Dios, han caído en una degradación moral (1,18-32) y están bajo la ira de Dios. Los judíos porque, teniendo la Ley, no la observan (2,1-29).La Ley es estéril, no salva (3,10-20), al contrario, se convierte en vehículo de transgresión (4,15; 5,20; 7,8). La fuerza del pecado se ha instalado de tal manera en el hombre que este, por sus propias fuerzas, es incapaz de alcanzar la salvación, la liberación del mismo, necesita la ayuda de Dios, la gracia divina (7,14-25). En el A.T., sobre el pecado de Adán y el pecado del mundo, se afirma repetidas veces que todos los hombres son pecadores, lo que está constatado por la experiencia Gn 6,5; 8,21; Job 4,17; 14,4; 15,14; Sal 120,3; 143,2 . Eso es un hecho. El Apóstol es el primero que vincula el pecado, que amenaza al mundo, con el primer hombre, cuya ruptura con Dios encontramos en Gn3. En Rom 5,12ss, Pablo atribuye al "hombre que introdujo el pecado en el mundo" no sólo la muerte total, física, espiritual y escatológica, sino también el contagio del pecado que afecta a todos los hombres, con independencia de sus transgresiones personales. Así lo entendió y sancionó el Concilio de Trento, un pecado cometido por Adán, al que se denomina «prevaricación..., transgresión..., desobediencia» (5,14.15-19), yque de algún modo llega a todos los hombres (5,19).San Pablo dirá que, debido a esa transgresión o pecado de Adán, «entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte» (5,21). De hecho, las continuas infidelidades de los judíos hacia la Ley, incluidas en la primera perspectiva (2,2-3,20),las explicará más tarde Pablo como debidas a las tendencias malas de la «carne», es decir, a que reinaba ya «el pecado» en el mundo (7,7-28);parece obvio que lo mismo debamos decir respecto de los gentiles, en cuanto a la idolatría y subsiguiente degradación de costumbres. En la palabra de S. S. Pablo VI, para clausurar el Año de la Fe, encontramos recogida explícitamente la doctrina tradicional: «Creemos que en Adán todos pecaron, lo cual quiere decir que la falta original cometida por él hizo caer a la naturaleza humana, común a todos los hombres, en un estado en que experimenta las consecuencias de esta falta»
  • 6. A esta conclusión, se puede llegar interpretando Rom 5,12-21, que pone de relieve la antítesis ADÁN-CRISTO: el efecto mortífero universal de la acción de ADÁN y el efecto salvífico universal del Hombre Nuevo, CRISTO JESÚS. Pero Pablo pone todo el acento en CRISTO, subraya la eficacia de la obra redentora de Cristo Jesús. Y, para ello, parte de la doctrina judía sobre la eficacia universal del pecado de un solo hombre. Es como si dijese: “Vosotros sostenéis que el pecado de un solo hombre ha dañado a toda la humanidad; pues bien si es así, no estáis legitimados para negar que igualmente la acción de uno solo, Jesucristo, puede salvar a toda la humanidad”. Es verdad que el hombre introdujo el pecado en el mundo y que todos, con nuestros pecados, estamos contribuyendo a reforzar la marca de una humanidad pecadora. El A.T. vincula el hecho de la muerte, al efecto del pecado (Job 18,5-21; Sal 37,20; 28,36; 73,27; Ez 18,20). Pablo se inserta en esta tradición (Rom 5,12-14; 1 Cor 15,21- 22.56). Esta muerte es la corporal y la espiritual, como separación entre el hombre y Dios que es fuente de toda vida (5,21.23; 8,2.6) y la muerte escatológica. 5.3.- La vida nueva, «justificación».-La justificación viene a ser equivalente para Pablo a «alcanzar la justicia». El término «justicia» que aparece 32 veces en Romanos, se refiere, bien a la «justicia de Dios» que se revela en el Evangelio, bien a la «justicia» en nosotros adquirida por la fe, ambas en íntima relación. Actualmente los exegetas, creen que la expresión indica un atributo divino que no es la justicia vindicativa o distributiva, sino la justicia salvífica, tantas veces anunciada en los textos proféticos en relación con la salud mesiánica. El término «justicia» equivale a fidelidad, omejor, al modo de obrar divino (= actividad divina salvífica), resultado de esa «fidelidad», con que Dios mantiene sus promesas de salud. Es la actuación dinámica de Dios misericordioso que lleva consigo el efecto en el hombre de la justificación obtenida por la fe. Es lo que dice expresamente San Pablo con la frase «justo y que justifica» (3,26), esto es, Dios muestra su justicia salvífica, en conformidad con lo prometido, justificando al hombre, o lo que es lo mismo, concediéndole el don divino de la «justicia» (4,5; 5,17; 9,30; Fil 3,9; Gál 2,21). Así, insensiblemente, se pasa a la «justicia», don concedido al hombre, es decir, a la «justificación». Pablo, cuando habla de la «justificación» del hombre por Dios, concibe la creación de esa realidad previa en el hombre. Es una verdadera transformación en el ser íntimo del hombre, un paso del estado previo de injusticia y de pecado a un estado de vida nueva en Cristo, hasta el punto de que puede hablarse de «nueva creatura» (5,-2; 6,2; 1 Cor 6,11; Gál 4,19; 6,15; Ef 2,3; Tit 3,4-7). Esta transformación en el ser íntimo del hombre, que Pablo vincula al término «justificación» y que es «don» gratuito de Dios (3,24; Ef 2,5; Tit 3,5): Incluye dos aspectos fundamentales: remisión de «pecados» (4,7-8; Ef 1,7; Col 1,14; 2,13) y nueva «vida» en Cristo bajo la guía del Espíritu (5,1; 6,2; 8,1). San Pablo usa, además, en relación con la «justificación», otras expresiones que hacen clara referencia al papel desempeñado por la muerte de Cristo en la concesión de este don por Dios: redención (3,24; Ef 1,7; Col 1,14), expiación (3,24-25; 1Cor 5,7; Ef 5,2; Hebr 9,13-14), reconciliación (5,9;2 Cor 5,8-19; Col 2,21; Ef 2,16). En el desarrollo de su pensamiento sobre la justificación: comienzan predominando los términos «justicia» y «justificación», puestos en relación con Dios Padre (c.2 -4); siguen luego los tér- minos «reconciliación» y «liberación», en relación con la obra de Cristo (c.5-7); finalmente, predominan los términos «vida» y «vivificar», con referencia directa al Espíritu Santo (c.8). San Pablo repite una y otra vez que, en orden a conseguir la justificación, Dios exige de parte del hombre la «fe» (1,16; 3,22.28; 4,2-5; 9,3-32; Gál 2,16; 3,6-9; Ef 2,8; Fil 3,9). Lo normal en Pablo es que tome la palabra «fe», y el verbo «creer», con referencia a algo que está en el hombre (fe subjetiva), con su significado básico de aceptación del mensaje de salud ofrecido por el Evangelio (9,22-25; 13,5; Gál 2,16; Ef 3,12; I Tes 1,8-9). Se trata simplemente de toda una actitud vital (entendimiento y voluntad) de quien se pone en manos de Dios, Suma Verdad y Suma Bondad, aceptando la revelación de la «justicia» divina en la obra llevada a cabo por Jesucristo y profesando que de Dios solo, única fuente de salud, confía recibir todo. Es como un abrirse totalmente a Dios, dejando que El intervenga en nuestra vida transformándonos y encauzándonos en la dirección por El querida de hacernos sus hijos adoptivos. Hay, pues, en el acto de «fe» un abandono confiado en Dios, pero un abandono que no es ciego e irracional, pues lleva incluida la aceptación intelectual (obsequium rationabile) de la verdad contenida en la revelación (10,6). Es por medio de la «fe», cómo el hombre se convierte en receptor apto del Evangelio, abriéndose a la fuerza salvífica divina, que le introduce en la vida cristiana. SanPablo no identifica «fe y justicia, sino que concibe la fe como el camino que lleva a la justicia, como su preparación (fides informis), algo que ha venido a sustituir a las obras sobre las cuales pretendía apoyarse la «justicia» judía. En la justificación por la fe, la iniciativa misma parte de Dios, que es quien llama con su gracia en el momento oportuno, sin que el hombre haya de hacer sino someterse (entendimiento y voluntad) a ese plan divino de «salud», reconociendo que todo viene de Dios (4,1; 2 Cor 7,27; Ef 2,8; Flp 2,29). La «fe» que Dios exige en el hombre en orden a la justificación, no es concebible sin la aceptación abierta e incondicional de los postulados morales del Evangelio. No hay, pues, oposición entre la doctrina de Pablo y la de Santiago (Sant 2J4-17). Pablo, al hablar de la «fe», carga el acento en la inutilidad de las obras para merecer la salud; pero nunca dice que en el hombre justificado, única que contempla Santiago, las obras no sean necesarias. Es lo contrario lo que está enseñando continuamente en sus cartas. La justificación (salvación, liberación) nos da la vida nueva: «muertos retornamos a la vida» (6,4; cf. cap 6 y 8). Pablo trata fe y bautismo en su dimensión sacramental. El bautismo incorpora el hombre a Cristo y a la Iglesia. «Por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que, así como Cristo ha resucitado, también compartiremos su resurrección» (6,4-5). El bautizado es un «con-crucificado», un «con-resucitado», un «co-heredero», un «conglorificado», uno que «vive con Cristo» (6,4.8-8,17). En el bautismo, la gracia y la fe reproducen el misterio de la resurrección (6,8-11). En fin, el supremo objetivo de la vida nueva es la conglorificación con Cristo (8,17). Estamos salvados pero sólo «en esperanza» (8,24), una esperanza que se apoya en cuatro pilares: a) La creación entera espera la liberación definitiva (8,19-22). b) Nuestro propio ser suspira por «la liberación definitiva de nuestro cuerpo» (8,23). c) El Espíritu intercede por nosotros (8.26-27). d) «El Padre que nos ama, todo lo encamina al bien de los elegidos» (8,28-30). Dios está con nosotros, Dios nos ama. Todo lo demás es superfluo. 5.4. La liberación cristiana.- El centro de la teología paulina no es el pecado, es la fuerza liberadora de la acción de Dios en Cristo frente el poder esclavizante del pecado. Jesucristo es el liberador: El sujeto de la acción liberadora es Dios Padre (3,21-26; 4,23-25; 7,24-25; 8,30-33) y Cristo es el mediador de esta liberación que lleva a cabo con su muerte y su resurrección (1,4; 4,23-25; 6,6.10; 8,11.34). Libres de pecado: Si Pablo destaca la tiranía del pecado es para acentuar la eficacia de la obra liberadora de Cristo. Si Dios permite el pecado es porque Jesucristo había de triunfar rotundamente de él (5,15-17). Dios utiliza el pecado para triunfar del pecado (11,32-33; Gál 13,22). Dios todo lo encamina al bien de los que lo aman (8,28), todo, incluso el pecado. Libres de la muerte: La muerte compañera y salario del pecado (5,12; 6,23), es vencida en su triple dimensión, física, espiritual y escatológica. Es vencida ahora en su dimensión espiritual, moral, por la que separa el hombre de Dios, fuente de la vida (5, 2.17; 6,4-11; 13,23; 8,10). Será vencida también cuando tenga lugar «el rescate de nuestro cuerpo» (8,18-23). Lo será plenamente al final: «El cristiano muere en el Señor» (14,7-9): El Señor de la VIDA, que ha derrotado a la muerte con su propia muerte, arrastra con él a cuantos participan en su muerte libre y liberadora (6,8-11). 5.5.- La salvación universal.-Al principio de su carta, San Pablo, como anticipando el tema fundamental, dice que el Evangelio «es poder de Dios para la salud de todo el que cree» (1,16). Es decir, que el Evangelio es un mensaje de salvación.
  • 7. La «salud» ofrecida a todos los hombres es obra de Dios por Jesucristo; para designarla, San Pablo usa también los términos: justificación, expiación, redención, reconciliación..., queexigen del hombre la «fe» e insiste una y otra vez en que no es por las obras, sino por la fe, como se consigue la salud (1,16-17;3,22-28;4,2-8; 5,2). Para los judíos, esta palabra rememoraba la «salud mesiánica», tantas veces prometida en el Antiguo Testamento, que había de ser realidad con la venida del Mesías (Mt 1,21; Lc 1,69-75; 2,11.30; Jn 4,42). En la «salud» mesiánica, veían el remedio a todos sus males y la entrada en una mayor unión con Dios. También en el mundo pagano había ansias de liberación de las duras condiciones de la vida presente, llena de sufrimientos e inquietudes; de ahí la frecuencia con que invocaban a sus dioses bajo el título de «salvadores», y el que en las religiones de los misterios tanto abundasen las teorías y ritos de salvación. Pues bien, a ese grito unánime de la humanidad pidiendo «salud», San Pablo ofrece la solución del Evangelio. No concreta el contenido del término «salud», se contenta con relacionarla explícitamente con la «justicia de Dios» y, de nuestra parte, con la exigencia de la «fe». A lo largo de la carta, sin embargo, aparecerá claro que se trata de una «salud» en el orden religioso, no en el temporal. En sustancia, San Pablo viene a decir que esa situación de tortura que pesa sobre nosotros es resultado de una falta moral cometida al principio de la humanidad y acrecentada con nuestros pecados personales, que nos alejó de Dios; ahora la «salud» consistirá en ser liberados de ese estado de pecado, mediante nuestra incorporación a Jesucristo, principio de nueva vida para la humanidad regenerada. Y así también, por la liberación que proporcionan los méritos de Cristo, la salvación del pueblo judío (Cap 9-11) llegará. Sobre este problema judío, digamos que cuando Pablo escribe esta carta, las comunidades judío-cristianas iban perdiendo importancia y, al tiempo, permanecía fuera de la Iglesia la gran masa del pueblo judío. En cambio, las comunidades étnico-cristianas se multiplicaban; el cristianismo estaba pasando a propiedad de los gentiles. Problema realmente desconcertante. Es probable que la incredulidad judía fuera tema de frecuentes conversaciones en las comunidades cristianas y ello habría dado pie a Pablo para tratarlo aquí con tanta amplitud. Pablo viene a decir, en concreto, que Dios no ha faltado a sus promesas (9,6-7)ni ha abandonado a su pueblo (11,1-4); que, aunque sólo un «resto» ha aceptado el Evangelio (11,5-7), llegará un día en que todos los judíos se convertirán, lamentándose de haber cedido su puesto a los gentiles (11,12.14-15.26). La «salud» no se obtiene simplemente por descendencia carnal, sino que es puro don de la misericordia divina (11,30-32). En apoyo de sus afirmaciones aludirá Pablo al proceder de Dios en la historia de los patriarcas, que elige sólo a uno de sus hijos y no al primogénito; es la libertad omnímoda deDios, que aparece también en la historia posterior, conforme indican algunos textos de Oseas y de Isaías, sin que nosotros seamos quiénes «para pedir cuentas a Dios» (9,20-29). La historia de Israel es un misterio centrado en el mismo corazón de la salvación universal. Israel ha tropezado (Rom 9,32) y ha caído (11,12); pero su caída ha originado un gran bien en la historia de la salud. Su desobediencia abrió paso a la salvación de los gentiles. Su pérdida fue una ganancia, pues trajo, de rechazo, la reconciliación del mundo (11,15). Los gentiles no pueden vanagloriarse ni engreírse (11,18.20), pues todo se debe al amor de Dios. Los gentiles, además, son ramas cortadas de un olivo silvestre e injertado en el tronco del olivo legítimo. Están así tomando savia ajena, sostenidos por raíces que no son las propias (11,24). La alegoría del olivo, en que dice son «injertados» los gentiles, va dirigida sobre todo a los étnicos-cristianos: si Dios pudo realizar con éxito un injerto con ramas silvestres, más fácil le será hacerlo con ramas del propio olivo, actualmente desgajadas. Es lo que sucederá con el Israel incrédulo (11,24-26). Israel no va a estar eternamente caído. No, porque Dios no lo desea ni lo permite. "Dios no ha rechazado a su pueblo al que de antemano conoció (11,1-2). Israel será reintegrado (11,15). Su reintegración en el propio olivo, el olivo de Dios, que será como una resurrección de entre los muertos (11,15), un volver a nacer, un nacimiento nuevo. Si la pérdida de Israel trajo la reconciliación de los gentiles, su reintegración traerá la vida eterna. Sin esta vida, no hay triunfo completo en el reinado de Cristo. Pero, antes de este glorioso reinado final, tiene que venir la reintegración de Israel, todo Israel será salvo (11,26). 5.6. Transformación o «redención.- San Pablo, presentando las maravillosas perspectivas de la esperanza cristiana en Rom 8,18-25, dice que «los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros». En ese futuro glorioso, incluye expresamente la transformación o «redención de nuestro cuerpo» (8,23;cf.ICor 15,42-53; Fil 3,20-21), redención que parece se extenderá también, de algún modo, al cosmos entero (8,19-22), al universo. Ya en las alusiones de los profetas al futuro reino mesiánico, se habla de «cielos y tierra nuevos» (Is 65,17; 66,22), expresión que no recoge San Pablo. Hay autores que interpretan que no son solamente los cuerpos de los hombres los que serán transformados con el soplo del Espíritu, sino la creación entera, que escapará a la servidumbre de la corrupción... La idea de Dios aniquilando el conjunto de su creación material fuera de los cuerpos humanos sería difícilmente concebible en teología. En perspectiva, se habla también de que ese «cosmos» futuro a que se refieren los textos bíblicos no debemos desligarlo del actual, sino suponerlo como prolongación y en continuidad del actual, y son los hombres, con su esfuerzo, los que han de prepararlo con continuas mejoras, y llenarlo todo de Cristo, hasta la plena maduración, de modo que «Dios sea todo en todo» (ICor 15,28). La misma expresión de San Pablo: «todo lo creado gime y siente dolores de parto» (8,22), estaría dando a entender que el «mundo futuro» habrá de salir de las propias entrañas del actual, que está como en gestación. Sobre la relación entre cristianismo y judaísmo, pensamiento de Pablo parece referirse a un nuevo pueblo de Dios que sustituye al antiguo; expresiones evangélicas, como «les será quitado el reino y dado a las gentes» (Mt 21,43; Mc 4,25), apoyarían la idea.Las expresiones peyorativas, que usa Pablo: «se han encallecido..., han caído..., vasos de ira..., ramas cortadas» (9,22; 11,7,12.17),miran a aquella parte de ese pueblo, ciertamente mayoritaria, que no cree, y a la cual por eso le viene sustraído el Reino de Dios y la abundancia de gracia, que se le ofrecían con la venida de Cristo. Pero de ese pueblo ha quedado un «resto», al que pertenecen Cristo y los Apóstoles y las más primitivas comunidades cristianas, el núcleo primero de la Iglesia, que está en absoluta línea de continuidad con el veterotestamentario pueblo de Dios; tanto es así, que los judíos que permanecen fuera del Evangelio no son sino «ramas desgajadas». Por su precedente elección por parte de Dios y porque «los dones y la vocación de Dios son irrevocables» se puede decir, con las debidas matizaciones, que los judíos pertenecen a la Iglesia por derecho; de ahí que, cuando se conviertan y crean, no harán sino volver a su lugar, es decir, ser injertados «en el propio tronco». Se considera a la Iglesia como «nuevo» pueblo de Dios; no es mera continuación del antiguo pueblo de Dios, pues en su formación está la obra de Cristo, que es de tal magnitud que podemos hablar de fundación nueva sobre Cristo, es decir, de «muevo pueblo de Dios». La Escritura señala la «Nueva» Alianza (ICor 11,25; 2Cor 3,6; Lc 22,20), sellada con la sangre de Cristo, estrechamente vinculada con la idea de nuevo pueblo de Dios. La muerte y resurrección de Cristo introducen características nuevas en la noción misma de «pueblo de Dios». Por eso, la expresión «nuevo Pueblo de Dios», es corriente en la literatura cristiana, a partir ya de los primeros siglos, y la usa también el concilio Vaticano II. 5.7. Moral y vida cristiana.- Así pues, para San Pablo, el bautizado es una nueva criatura, vive una nueva vida, la vida de Cristo resucitado. Esta vida le exige "servir a la justicia" (6,17-22). Ser “siervos de la justicia” es "ser siervos de Dios” (6,18.22). Esta servidumbre se desarrolla en la libertad de los hijos de Dios (8,14-17). El hijo ama el padre y lo hace libremente. El bautizado debe considerarse “muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús" (6,11). Siendo libre, se hace esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda (1Cor 9,19,22). El supremo valor no es la libertad, sino el amor que hace a los cristianos “esclavos los unos de los otros" (Gal 5,13) y compendia toda la ley (Rom 14,14- 15) Todos somos hijos de Dios: Todos están llamados a vivir la “nueva vida del Espíritu". Si todos han sido presa del pecado y de la muerte, a todos -y con más fuerza- alcanza la acción liberadora de Dios en Cristo (3,21-26; 5,12-19)."Dios ha permitido que todos seamos rebeldes para tener compasión de todos (11,32).
  • 8. El cristiano está sometido a la lucha de la carne y del espíritu que se disputan la victoria final (8,4-11). Por eso, es preciso estar alerta y evitar que nos sorprenda el sueño (13,11), ser humildes y no alimentar falsas seguridades (1Cor 10,12); emprender la lucha humildes, animosos y confiados (2Cor 7,10); revestirnos de las armas de la luz (13,12) y hacer de nuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios" (6,13). Dios paga con la vida. Quienes se dejan confiados guiar por el Espíritu de Dios, esos son los verdaderos hijos de Dios. Tras la redención y resurrección de Jesucristo hemos dejado de soportar el espíritu de esclavitud y abandonado el espacio del temor, para venir a disfrutar, revestidos del hombre nuevo, la gloriosa realidad de ser hijos y coherederos del Reino y, por tanto, hermanos de Jesucristo e hijos auténticos de Dios, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre! «El Padre que nos ama, todo lo encamina al bien de los elegidos» (8,28-30). Dios está con nosotros, Dios nos ama. Todo lo demás es superfluo. V. CONCLUSIÓN: Por esta carta podemos darnos cuenta de que san Pablo tiene conciencia de que su predicación es rechazada por muchos, de que su persona no es aceptada por todos y de que corren versiones distorsionadas de su enseñanza. Por eso, opta por exponer detalladamente “su evangelio”, es decir, la forma en que él anuncia el mensaje de Cristo, para que los romanos tengan una versión autorizada de lo que predica entre los paganos. Acaba su carta exhortándonos a tener un mismo sentir en Cristo Jesús, para que con un solo corazón y una sola voz, podamos dar gloria a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo. VI.- BIBLIOGRAFÍA. -J.M Cambier; M. Carrez; Ch. Perrot: “Las cartas paulinas” . Introducción crítica al NT.De Herder; Barcelona 1983. -J. A. Fitzmayer: “Teología de San Pablo”. Comentario Bíblico San Jerónimo; vol V. De Cristiandad ; Madrid 1972 -J.M Turrado: “Comentario Bíblico”, vol II ; Ed BAC; Madrid 1960. -A. Wikenhauser y J. Schmid: “Las cartas de Pablo”. Introducción al NT; De Herder; Barcelona 1978. Copyright por MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ (2001). 2. LA CARTA A LOS EFESIOS 2.1 ÉFESO Éfeso era una importante ciudad en el valle de Jonia en Asia Menor, a unas 40 millas de Esmirna y a orillas del río Cayster. El valle era muy fértil y allí florecieron varias colonias griegas como Pérgamo, Esmirna, Éfeso y Mileto. Desde el año 133 a.C., con una población cercana al medio millón de personas, Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia y residencia oficial del gobernador. Situada en la costa del Mediterráneo, con un puerto de mucho tráfico y una importante vía de comunicación con el interior del Asia Menor. El mayor atractivo de Éfeso era el templo de la diosa Diana (Artemisa), una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Un templo suntuoso y enorme, el cual tomó 200 años en ser construido. Acudían en peregrinación devotos de «toda Asia y el mundo entero» (Hch 19,23–41). Diana era la diosa de la caza y de la fertilidad. Parte de los festivales y ritos en el templo de Éfeso consistían en fiestas llenas de sensualidad. Podemos imaginarnos el ambiente que rodeaba la vida de los cristianos de Éfeso. Debían honrar a Cristo y hacer la diferencia en medio de una sociedad llena de paganismo, sensualidad y vanidad. Este escenario no es tan diferente al que vivimos nosotros ahora. Estamos rodeados de una cultura que también exalta el materialismo y la sensualidad y aquí estamos llamados a dar testimonio de Jesús. 2.2 PABLO Y ÉFESO El libro de los Hechos hace referencia a dos visitas de Pablo a Éfeso. La primera fue breve (Hch 18,19–21), pero la segunda se prolongó «por tres años» (Hch 19,1–20,1- 31), un período cuya duración indica la importancia de la obra misionera allí realizada. 2.3 EL AUTOR La Carta a los Efesios contiene y revela el pensamiento de Pablo sobre Cristo y la iglesia, aunque, como era costumbre en ese tiempo, la redacción final de la carta ha sido realizada por un discípulo secretario de Pablo quien se sirvió para esta tarea de muchas ideas desarrolladas en la carta a los colosenses. 2.4 DESTINATARIOS Si bien se le conoce como “Carta a los Efesios” se trata muy probablemente de una carta circular destinada a las comunidades de Asia Menor y conservada en Éfeso. Esto se deduce por la ausencia de datos personales (lo que no sucede en otras cartas). Veámoslo, las frecuentes alusiones que en otras epístolas hace el apóstol a Éfeso o a personas relacionadas con esta ciudad, revelan que lo unían estrechos lazos de trabajo y afecto con esa comunidad cristiana (leer 1 Co 15,32; 16,8; 1 Tim 1,3; 2 Tim 1,18; 4,12). Sin embargo, en la presente epístola se advierte una casi total ausencia tanto de nombres propios (excepto la mención a Tíquico en 6,21) como de los saludos personales que son habituales en los escritos paulinos. Por esta razón se piensa que se trata más bien de una especie de carta circular dirigida a diversas comunidades cristianas del Asia Menor. 2.5 FECHA Y LUGAR DE REDACCIÓN No hay unanimidad respecto a la fecha y al lugar de redacción de esta carta. Se le agrupa en las «cartas de la cautividad» (junto a Filipenses, Colosenses, Filemón) porque Pablo dice que está prisionero (3,1; 4,1). El apóstol llegó a Roma en el año 61 d.C. como prisionero, por dos años vivió allí y anunció a Cristo (He 28,16-30). Teniendo presente estos datos, se piensa que la carta fue redactada en Roma, entre los años 62 y 63 d.C. 2.6 FINALIDAD DE LA CARTA Está dirigida a cristianos que han quedado deslumbrados por ciertas filosofías paganas y necesitan que alguien les ayude a profundizar en el misterio de Cristo. El tema de esta carta es el eterno designio de Dios de salvar al hombre mediante la Iglesia de Cristo. Es una contemplación del plan amoroso de Dios realizado en Jesucristo y en la Iglesia, con la consiguiente exhortación a llevarlo a la práctica en todos los actos de la vida. 2.7 AFINIDAD CON LA CARTA A LOS COLOSENSES La Carta a los Efesios tiene una grande cercanía y semejanza con la Carta a los Colosenses. En ésta Pablo también aclara a cristianos, atraídos por filosofías paganas, que Cristo es la plenitud de todo lo creado y que en él se realiza el plan de salvación de Dios. A decir de los estudiosos, Colosenses se escribió antes que Efesios, ésta nos presenta, por tanto, un pensamiento más sereno y evolucionado sobre el amor de Dios en Cristo y en su iglesia. Vale la pena leer la Carta a los Colosenses para entender mejor la Carta a los Efesios. 2.8 ESTRUCTURA 1. Introducción epistolar - Saludo (1,1-2) - Primer exordio: el plan divino de la salvación (1, 3-14) - Segundo exordio: elogio de los destinatarios (1,15-23) 2. La revelación del misterio (2-3) - De la muerte a la vida en Cristo (2,1-10) - Cristo, nuestra paz. Judíos y gentiles son uno en Cristo (2,11-22) - Pablo, ministro del misterio de Cristo (3,1-13) - Oración para el conocimiento del amor de Cristo (3,14-21) 3. Exhortaciones para la vida eclesial (4-6) - Unidad de la Iglesia y diversidad de ministerios (4,1-16) - Exigencias de la vida cristiana (4,17-5,20) - del hombre viejo al hombre nuevo (4,17-5,2) - de las tinieblas a la luz (5,3-20) - Las nuevas relaciones domésticas (5,21-6,9) - el matrimonio y el misterio de Cristo y la Iglesia (5,22-33) - los hijos y los padres (6,1-4) - los esclavos y los dueños (6,5-9)
  • 9. - El combate espiritual (6,10-20) 4. Noticias personales y saludo final (6,21-24) 2.9 CONTENIDO TEOLÓGICO-ESPIRITUAL a) La acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en el plan de la Salvación. El Padre nos elige para ser sus hijos. El Hijo nos obtiene la redención con su sangre derramada en la cruz. El Espíritu Santo nos unge y es la garantía de nuestra herencia. San Pablo entona un himno sobre el Plan salvador de Dios: a todos -judíos y paganos- nos ha llamado Dios a ser santos e irreprochables en el amor, hacernos hijos suyos, redimirnos en Cristo y darnos la fuerza del Espíritu. En la historia de salvación, Cristo Jesús es el centro. La salvación que ha traído Cristo es un don gratuito. b) La supremacía de Cristo sobre toda la creación. Frente a algunas filosofías que confundían a los cristianos, Pablo pone de relieve la función "cósmica" de Cristo, su dominio sobre las potestades angélicas y su soberanía sobre todo el universo (1,20-21). c) La Iglesia en el plan salvador de Dios. Ella es presentada como instrumento de Cristo en su obra de salvación que se extiende a toda la creación: ella es el Cuerpo y la plenitud de Cristo (1,22-23), donde judíos y paganos se reúnen para formar un solo Pueblo de Dios (2,14-18); y es también el Templo, que tiene como "piedra angular" al mismo Jesucristo, y que se va edificando por la acción del Espíritu Santo (2,19-22). d) Unidad de la Iglesia en cuanto cuerpo de Cristo. La Iglesia es el lugar donde toda discriminación desaparece –“yo soy judío”, “yo soy pagano”–, donde no hay particularismos ni privilegios raciales, religiosos, culturales o sociales, donde la unidad no es uniformidad ni pasividad, sino dinamismo y colaboración. Cristo ha derribado el muro de la Ley que antes separaba a judíos y paganos. e) Exhortación a la nueva vida en Cristo. Muestra un programa de vida cristiana para todos. A los hijos y padres de familia les recuerda los deberes del cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Nos invita a renovarnos en Cristo, imitar el amor de Cristo, a caminar como hijos de la luz. Para ello, Pablo nos da las armas para luchar contra los enemigos: el escudo de la fe, el yelmo de la salud y la espada del Espíritu. f) El matrimonio cristiano. Al exponer las relaciones entre los esposos aparecen los elementos básicos que servirán a la Iglesia para comenzar la reflexión que concluirá con la definición del sacramento del matrimonio: la relación entre la unión de los esposos y la unión de Cristo con la Iglesia. Este gran misterio del cual fluye la santificación más alta del matrimonio, muestra el carácter sagrado, y, prohíbe considerarlo como un contrato puramente civil, sujeto a la fluctuación de las voluntades. 2.10 ALGUNOS TEXTOS CLAVE DE EFESIOS a) El plan divino de la salvación (1,3-14): himno al amor de Dios que nos salva en Cristo Jesús. b) La salvación en Cristo, don gratuito (2,1-10): Dios nos amó y nos salvó en su Hijo Jesús. c) La reconciliación y unidad en Cristo (2,14-22): Cristo es nuestra paz, él derribó el muro que nos separaba. d) Llamado a la unidad en la Iglesia (4,1-6): vivan dignamente la vocación cristiana, conserven la unidad. e) La vida nueva en Cristo (4,20-24): abandonar el hombre viejo y revestirse del Hombre Nuevo en santidad. f) No entristecer al Espíritu Santo (4,30-32): sean buenos, perdónense como Dios nos perdonó en Cristo. g) Luchar contra el pecado (5,1-20): vivan en el amor como Cristo nos amó, vivan como hijos de la luz. h) El amor entre los esposos. Obediencia a los padres y comprensión hacia los hijos (5,21-6,4). i) Las armas para la lucha del cristiano (6,10-20): verdad, justicia, paz, fe, salvación, Espíritu, oración. BIBLIOGRAFIA 1. B IBLIA DE J ERUSALÉN ; DDB, Bilbao 1990. 2. C ARRILLO A LDAY , Salvador; Pablo Apóstol de Cristo, Estella 2008. 3. S ANCHEZ B OSCH , Jordi; Escritos Paulinos, Estella 2004. 4. M ARGUERAT , Daniel (ed); Introducción al Nuevo Testamento, Bilbao 2008.