El poema critica el uso de la violencia física por parte de los padres para ejercer autoridad sobre los hijos. Argumenta que los golpes hieren el cuerpo y el corazón del niño, lo hacen sentir miserable e indigno, y lo alejan del padre. En cambio, propone que la razón, el afecto, las caricias y las palabras son formas más efectivas y nobles de guiar a los hijos que no dañan su alma ni enturbian la relación padre-hijo.