Este poema describe la apertura del día a través de imágenes como el mar, la luna y el sol. Describe el amanecer con murmullos, voces y silencios mientras las palabras descienden como una procesión. Hace referencia a la contemplación del mundo, el secreto de soñar y cómo sólo lo perpetuo como el mar o la luna pueden definir el día.
4. Hablar de la poesía de Oscar Ramirez (mejor dicho, de
su primer poemario, al cual me referiré de ahora en
adelante) no es hablar de una voz nueva, porque hasta
cierto punto eso suena demasiado encasillado, por lo
que prefiero hablar de ciertas diferencias en su poesía.
Si bien todo poeta demuestra a grandes rasgos las
influencias de autores que admira, lo que se lee en los
versos de Arquitectura..., a pesar de que Oscar siente
gran interés por algunas características de la poesía
europea contemporánea, no es el recurrente esteticismo
utópico de matices argumentales o lamentaciones de
pasados ignorados y desastrosos, sino un mundo casi
tan impenetrable como la sequedad humana.
Todo poeta establece sus pautas, sus condiciones
poéticas, pero las condiciones que se nos ofrecen en este
poemario, aunque se fecunda en muchos temas
universales, es totalmente vertical, obligada a variar
entre lo común y lo onírico sin perder la fusión entre
veracidad y espacio donde se desarrolla la emoción
creativa.
Dividido en cuatro etapas, este producto poético va
formándose en un proceso de construcción y
destrucción paulatina, con historias concebidas en
espasmos que van desde un inventario formativo hasta
envolvernos en un cuadro donde no existe mayor
esperanza que la de una niña vagando entre nosotros
invitándonos a caer.
Ahora bien, no sé dónde ubicar este libro, ya que en
muchas de sus páginas la dirección de sus versos nos
remite al espectáculo de cinematográficas escenas,
como en otras tantas nos oculta el mínimo bosquejo que
se le puede brindar con eficacia a la razón.
La poesía de Oscar Ramirez es un viaje perfecto, un
vagar de versos, y palabras, por desnudas praderas sin
llegar al simplismo de lo que se ha venido escribiendo
en muchos de los poetas de su generación.
Las palabras están en el campo, ahora les toca a los
lectores el deber de la cosecha.
Julio Arguedas
4/ Oscar Ramirez
5. a rquitectura
de un día común
oscar
ramirez
Arquitectura de un día común / 5
9. Pronunciarse ante una obra primigenia constituye un desafío,
y por lo tanto, un riesgo. Sin embargo, deja de ser desafío
cuando se asume, con categoría de análisis literario, el tener
que opinar lo que objetivamente podemos encontrar en un
texto; y deja de ser riesgo, cuando se tiene la seguridad de
encontrarse ante una nueva voz que conlleva intrínsecamente
el peso específico y artístico de su construcción poco común.
Esta toma de decisión de explicar la poesía de Oscar
Ramirez, nos entusiasma a seguir apostando por el parnaso de
la literatura regional y, por ende, peruano. Por lo tanto, la
denominación de “novísimos” que se le asigna a su
promoción de escribas es sólo teórica y circunstancial. Van
más allá y el tiempo me acompañará en este teorema.
Hasta hace poco me preocupaba el vacío de la nueva
escritura que se desarrolla en nuestro país, especialmente en el
norte. Sin embargo, con sincero reconocimiento escribí una
nota crítica a Euritmia, primer libro de Denisse Vega Farfán,
joven poeta trujillana, quien actualmente radica en Chimbote.
Asimismo, con valoración escribí el prólogo del libro Espejo
Ramaje de Paul Mendoza Malaver en Cajamarca. Mi interés
silencioso e inquietante era estar atento a lo qué ocurría en
Trujillo y grato es el encuentro con el arquitecto de las
palabras, Oscar Ramirez, en un tiempo nada común.
Tengo el privilegio de expresar algunas opiniones en torno
al libro Arquitectura de un día común, primer poemario de
Oscar, en quien he reconocido al joven poeta que, como
Javier Heraud, sabe ya que la poesía es un trabajo difícil que
se pierde o se gana con el transcurrir de los años otoñales.
Con la publicación de Arquitectura…, su autor nos
demuestra que la literatura peruana actual está atravesando
por un periodo de innovación y expectativa. Por ello, es un
orgullo para nosotros el tener que mencionar que la nueva
hornada de creadores empieza no tan sólo con un buen pie,
sino con su propia luz.
Arquitectura de un día común / 9
10. Este primer poemario, desde el título, nos remite al hecho
de rescatar el término “común”, enfocado en el aspecto de
comunidad, de pueblo, de popular. Es un relanzamiento de lo
“común” lejos del coloquialismo último de la poesía peruana,
en donde sí existe mucho “lugar común”, es decir frases
repetitivas, frases que caen en exceso y por lo cual pierden la
categoría literaria.
Por el contrario, en Arquitectura… se denota oficio,
trabajo, y desde luego, la voz que se va volviendo propia de
Oscar Ramirez.
Como bien decía Raquel Jodorovski, en el mundo de la
literatura no existen ni buenos ni malos poetas, lo que existe
en la tierra son hombres que cantan. Las categorías de bueno
o malo nos lo dan los ojos avizores y críticos, que dependen
también del cristal con el cual se mire: si nos miran con
categoría de análisis social, con categoría de análisis político,
o si nos miran desde un punto de vista estético y operacional.
Empero, esto ya no es problema de Oscar ni de los poetas,
sino de los críticos y de los que tienen el libro en sus manos.
En el libro Arquitectura..., al aplicar una lectura estratégica,
encontramos que tiene fortalezas en cuanto es un lenguaje que
ya demuestra oficio literario. No existe el adjetivo fácil ni el
verbo gastado, porque, si bien en algunos casos se demuestra
coloquial, se condensa artísticamente con figuras con las
cuales logra aún más que describir circunstancias y exponer
sentimientos; de manera que el lector no es sólo un lector
pasivo sino que se constituye en un lector activo, el cual irá
recreando con libertad la poesía que lee.
La temática se concentra en asuntos de categoría universal,
pero realizada en una forma estructural diferente. Desde la
primera parte, la cual da título al libro, asistimos a la creación
definida de la poesía, la naturaleza y el enigma de amanecer,
en espíritu y sueño. En cambio, el apartado Oficio de aprendiz
obtiene sus raíces en el tema del amor, aves y voces. En la
tercera parte, subtitulada Pequeñas historias, tiene como lei
motiv sus emociones de soledad, contemplaciones y aciertos
conceptuales y poéticos. Finaliza el poemario resumiendo en
10 / Oscar Ramirez
11. presente y pasado el Principio y final de las historias, como
fin de esperanza o la duración del día.
Si bien los temas son universales, como mencioné
anteriormente, éstos se muestran frescos en la voz de nuestro
joven poeta, quien utiliza un lenguaje próximo a Saint-John
Perse del libro Anábasis. Así encontramos el manejo de las
figuras como en el poema Inventarios de imágenes:
Reposos de niñas
bajo contemplaciones de cielos.
Orillas cobijando sus pasos.
Se pronuncian murmullos.
Se dibujan retratos.
Un vacío / La realidad
Inventarios de días:
amaneceres y descansos.
El gran tema del mar, que con elegancia y exactitud
circunda gran parte del libro, se manifiesta en el texto
Bosquejo de la contemplación del mar por las mañanas de la
siguiente manera:
Amanecer entre fraguas
y mansas lamentaciones de horas perdidas.
Desnudos, los pies olvidan la tentación
o el deambular por calles
e historias vacías.
Poder hallar y contemplar
aquella imagen mientras descubrimos
que la orilla del mar es un lugar sereno y amable
puede ser una acción generosa.
Principiará en el cielo la brillante emoción de la mañana.
Como se puede observar, escuchar y analizar, el lenguaje
usado por Oscar Ramirez, es coloquial, siempre ligado a la
sugerencia, por lo tanto es un lenguaje abierto y dispuesto a la
recreación. Conforme vaya escribiendo, sostendrá su arte
poético. Leamos un fragmento del poema Creación de las
palabras:
Arquitectura de un día común / 11
12. Marea, meridiano vocal,
algún pretexto verbal para la formación de las voces.
Las imágenes confeccionarán
la fragilidad de conceptos morales.
Un nombre, conducido por el viento,
viene a posarse temeroso en tus labios.
Convertido en palabra,
con la hipérbole creativa del amor,
aquello resonará como un vacío,
como el eco de un cristal
murmurando a destiempo el dolor de las sombras.
Muy al margen de los temas que se han mencionado,
podemos hacer un análisis lingüístico y semiótico de lo que
viene a ser la escritura en este texto. Son poemas como
cuerpos de libre disponibilidad en donde lo que mejor se
descubre es el manejo interior del poema, y lograrlo significa
oficio, categoría literaria. Este es el lenguaje que refleja
figuras del pensamiento y la palabra en forma conjunta, lo
cual constituye la modernidad de la arquitectura, no
solamente de un día común, sino como testimonio
permanente de que la poiesis, al final, es belleza.
Finalmente, debo opinar que no hay mejor homenaje a un
escritor como el de la atenta lectura a sus escritos. Hölderlin
decía que los poetas son los mensajeros entre los dioses y los
hombres, y creo que Oscar Ramirez, quien pareciera haber
leído muy bien las Cartas a un joven poeta de Rainer María
Rilke, se orienta por ese derrotero, pues con lo obtenido
artísticamente en este primer poemario, nos anuncia
gratamente lo que será su sacerdocio poético en las letras del
norte del Perú. No hay duda. Estamos ante un joven poeta que
apunta lejos.
Bethóven Medina
Trujillo, 27 de enero de 2009
12 / Oscar Ramirez
15. INVENTARIO DE IMÁGENES
Mar o luna.
Cristal o acero penetrando la noche.
Luz o fiebre de cúpulas
rechinando en secretas voces.
Murmullos. Herida azul.
Alba. Rendija de sol.
Nocturnos telares perdieron el brillo
mientras se avivan en ellos
las cárceles y el tiempo.
Sobre el horizonte,
la perpetua burbuja de fuego.
Reposos de niñas
bajo contemplaciones de cielos.
Orillas cobijando sus pasos.
Se pronuncian murmullos.
Se dibujan retratos.
Un vacío / La realidad
Inventarios de días:
amaneceres y descansos.
Arquitectura de un día común / 15
16. Los principios se tornan escasos.
La contemplación del mundo
es algo furtivo.
(No saber fingir)
(No tentar amar)
Tupidas márgenes limitan las creencias.
La verdad es camino doloroso.
Un secreto. Soñar.
Abriles no impiden
el ligero tránsito de bendiciones.
Contemplar el sol
tiene épicos rasgos de palabras.
Sólo lo perpetuo:
mar o luna,
mar o águila.
16 / Oscar Ramirez
17. PRECOZ OBERTURA DEL SOL
Crédulas palabras descienden de las gargantas
en una divertida procesión de murmullos.
Pretextos de sutiles ornatos,
donde ecos y voces repitiéndome el silencio
condicionan la libertad,
olvidarán los portales del sueño.
Bajo la pureza
de un vientre cubierto de arena,
torpes manos, desnudas de oficio,
aprenden las oraciones matutinas.
En el crisol venidero de las aguas,
un pergamino de espuma
comprende la evolución de las horas:
las almas vuelven del oscuro letargo de los muertos.
Cuando el viento sople otra vez sobre
la armoniosa virtud de tus mejillas,
verás el pálido amor de la luna
dibujándote la inmortal silueta
del adiós.
Arquitectura de un día común / 17
18. BOSQUEJO DE LA CONTEMPLACIÓN DEL MAR
POR LAS MAÑANAS
Mirar. Contemplar el alba
en silencio. Callar.
Evitar el incestuoso murmullo de las aves.
Ocultar la voz. Olvidar el canto.
Con la timidez de un recuerdo, despertar.
Amanecer entre fraguas
y mansas lamentaciones de horas perdidas.
Desnudos, los pies olvidan la tentación
o el deambular por calles
e historias vacías.
Poder hallar y contemplar
aquella imagen mientras descubrimos
que la orilla del mar es un lugar sereno y amable
puede ser una acción generosa.
Principiará en el cielo la brillante emoción de la mañana.
Rodeados de gaviotas, ángeles aguardan la verdad.
Los pausados movimientos del sol
nos dirán cuando emprender la partida.
18 / Oscar Ramirez
19. Poseer la entonación exacta sobre las olas
es virtud de un solo aliento, pero incitar la luz
propagando entre melodías los retazos del sol,
tiene secretas almas de nublados infantes:
ellos no consiguen andar,
el silencio opaca sus huellas con brisa.
Una espera de mantos y laureles.
El ocaso de las palabras
aviva el solitario espectáculo del mar.
Trabajos o cultivos de emociones
permiten al horizonte
describir más allá de su vetada monotonía.
Fornidos guardianes irrumpirán en las orillas
llevando en sus hombros
la necesidad de colmar aquel vientre vacío.
Navegar, palpar con picardía
la lentitud de las aguas. Volar.
La contemplación del mar se torna febril y parca.
Antes de dormir llevarás entre brazos
aquella imagen mortal y el nublado cordero.
Cuando duermas y veas en su mirada
la plegaria de un amanecer
lejos de la oscuridad y las neblinas,
comprenderás lo inmenso de la luz
por las mañanas.
Arquitectura de un día común / 19
20. CREACIÓN DE LAS PALABRAS
Marea, meridiano vocal,
algún pretexto verbal para la formación de las voces.
Las imágenes confeccionarán
la fragilidad de conceptos morales.
Un nombre, conducido por el viento,
viene a posarse temeroso en tus labios.
Convertido en palabra,
con la hipérbole creativa del amor,
aquello resonará como un vacío,
como el eco de un cristal
murmurando a destiempo el dolor de las sombras.
Aprenderá a sonreír cuando sonrían tus labios,
a dormir de improviso cuando dibujes el silencio.
Podrá comprender el vibrar de las olas
y la efímera humanidad de la espuma.
Como un pretexto tendrá la eficacia de la persuasión,
y refranes y versos compondrán su arrebato.
Sólo abre los labios
y retén su agonía.
20 / Oscar Ramirez
21. PERSISTENCIA O EL ESPÍRITU DEL TIEMPO
Musa, madera de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
efímeros objetos sucumbiendo en un
febril destino de habitáculos sin nombre.
Severa luz de lo infinito, lucidez,
vasija donde artistas de labios y sudores cadenciosos
reposan la contemplación de viejos mundos.
Imágenes avivan creaciones nocturnas
donde los rezos se tornan crueles y voraces.
El silencio es la equilibrada perfección de lo venidero.
Para elevar el curso de cristales negros,
rezagos de mantos mudos devuelven voluntad y castigo.
Arena y roídos huesos de poetas
rodean el presbítero cantar de las venas.
Infante o senil creador de ideas,
vivir es sólo un constante caer hacia el vacío.
Los años no permiten la perfección
de lo equívoco, pero consienten a su vez
toda aquella sensación de agonía.
Arquitectura de un día común / 21
22. Es aquí donde lo externo nos celebra,
y nuestros frutos conservan con virtud
la intensa melancolía de los nombres.
A la posteridad quedan nuestros sueños,
plasmados sobre muros y maderos de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
ambos renacen con el persistir de las musas.
22 / Oscar Ramirez
23. POEMA ACERCA DE LA CONCEPCIÓN DEL OLVIDO
Materiales de oscuros prodigios
conllevan la ventura de aceptar
la eficacia de los secretos del mar.
He aquí la sapiencia de la oscuridad.
Las niñas aprenderán que bajo las aguas
ninguna historia
comprende la desidia del fuego.
La sabiduría es un eterno
conocer teorías incompletas.
Canciones ocuparán
el abatido pregonar de las liras
mientras solitarias aves de invierno
nos devolverán el abrazo que perdimos
por intentar la creencia de la soledad.
El retrato del sol se perderá en las pupilas del alba.
Insectos con rostros amados
divulgarán el afán del amor.
Arquitectura de un día común / 23
24. Los pensamientos, como cristales,
se quebrarán bajo el mandil de las infantas:
no todo conservará la madurez.
Escondidos,
los pequeños caballeros
llevarán en sus muñecas
heridas tan grandes como el silencio.
Ninguna virtud es valedera.
Nada podrá contener los quejidos del fuego.
Las huellas de una ciudad cautiva
dibujarán el presente bajo las sombras.
Sólo quedará un roble enfermo
apoyado en el cruel estrago de la memoria.
24 / Oscar Ramirez
25. FÁBULA DEL SUEÑO
Medianoche. El búho canta
la inocencia de su virtud.
Aquella sombra bajo la luna
puede ocultar sus alas, pero no la vida.
Racimos plateados acumulan voces.
En ellos, poemas dibujándose como hojas secas
incitan la verdad:
acabada la noche y culminados los sueños,
todos podremos volver a la realidad.
La virtud es una inocente gitanilla.
A pocos bostezos del alba,
el búho aún persiste su canto. Evitemos caer:
la tentación de los siglos
convierte su fuego en descanso.
Arquitectura de un día común / 25
29. OFICIO DE APRENDIZ
Toco tu boca, con un dedo
toco el borde de tu boca.
Rayuela. Cap. 7
Julio Cortázar
Voy
dibujándome el secreto de tu nombre
mientras delineo
con lentitud
el perfecto margen de tus labios.
Voy
entre el aroma desolado del incienso
y los cristales empañados del amor hacia
el principio de tu emblema en las mañanas,
donde raíces y espumas dolorosas nacen
en el peregrino gravitar de los vientos.
Voy provocando la tentativa del silencio,
construyendo un abismo entre mis manos
y tu cuerpo
cuando el bostezo de las calles
nos devuelve la realidad.
Arquitectura de un día común / 29
30. Despacio, como en una habitación oscura,
busco el límite que me entrega la soledad
y lo prohibido. El juego de las horas
conserva la ingenuidad de lo incierto,
cuando por obrar del aliento tibio
descubro América en tu vientre infinito.
Prosigo la virtud en este oficio de infante,
abrazando verdades y perfectas historias
de colonias devoradas
por la ambición de un gemido.
El descubrimiento de orillas pálidas
y un horizonte baldío
me recuerda el menudo divagar por tu sombra.
Voy, deambulando entre tu mar
como un naufragio de líneas rotas,
remando con fuerza contra la obediencia
del tiempo, hundiéndome en tu libertad
con el absurdo espíritu de palabras y juramentos.
Sigo aquella imagen,
el hilo conceptual donde el sendero
de tus dientes me prohíbe el retraso.
Avanzo,
como perdiéndome en mareas vírgenes de sueño,
y es aquel sueño el que me cohíbe
en un caer de pupilas sin regreso.
30 / Oscar Ramirez
31. LAS AVES Y EL AMOR
Intentando comprender
la timidez de las aves,
descubrí sobre tu cuerpo
la perfecta gracia
de aquel viento
que sumiso se esconde
entre los recios ataviares
de tu vientre.
La templanza de tus manos
evocó en mí
la naturaleza de vibrantes mares
donde barcos emergían
del nocturno viajar por el fuego.
Afines vocales permitieron
la voluntad de las orillas.
En un beso, sin descubrir
el necesario destino de las olas,
nos dejamos envolver
por la amada inmortalidad
de los cuerpos.
Arquitectura de un día común / 31
32. MORENA
a maría armas
Morena,
aliento de canela
y fuego en las pupilas.
Pasión o multitud de emociones
constantes. Morena,
ardiente corazón de perpetuas madrugadas,
cuerpo y tentación,
tormenta y erosión de las palabras.
Mujer, manto de actitudes,
de soberbia o timidez ante la vida,
refugio de soles negros,
pequeños vigilantes del sendero.
La comunión de la realidad
percibe tu aliento,
convive en tu regazo,
acepta tus verdades como verdades suyas
y duerme en tus caricias
para olvidar por entero la desdicha.
Ínsula de furores y temores,
morena de fuego y ceniza.
32 / Oscar Ramirez
33. Cómo silenciar nuestras voces
cuando ante tu cuerpo
balbuceamos torpemente las heridas
o los pretextos del amor
escondidos como niños
entre roídos libros y cuadros rotos.
Tenga a bien nuestras plegarias
y aquellas voces imitando su voz desde lo incierto.
Abra sus manos
como dos grandes crisoles
y deje copar este augurio
con el felino color de aguas turbias.
Alimente nuestra fe
con la inocencia de su risa,
y sofoque aquella sed que es usted
bella morena de fuego en las pupilas.
Arquitectura de un día común / 33
34. LO MÁS SECRETO DE LAS VOCES
Hemos inventado nuevos nombres
para las miradas y sus terribles caminos.
Alejandra Pizarnik
Mas, cuando lúgubres melodías
desentonan los contentos,
gitanos de aire y comparsa
toman como suyos el final
o aquel verso dormido en el abismo.
La esperanza es armonía y alba.
Ciudades emergen del encantamiento nocturno.
Carentes de espacios donde extender las alas,
moribundas aves, disfrazadas de libertad,
pernoctarán bajo los rieles.
Al despertar,
fiebre de lunas y plumas distintas
acompañan la desierta contemplación de las horas.
Lo gris
no permite solución o entereza.
34 / Oscar Ramirez
35. Rostros, húmedos testigos de lo presente,
habitantes de ciénagas
o estaciones
donde las historias crean distancias
para olvidar los pretextos del sol.
Una oscura franja
impregna la mirada evitando la orientación
de arrecifes sin rumbo.
Falsas teorías. Irreales conceptos de felicidad
que nos agobian prometen la venganza.
No podremos intentar las palabras o el tiempo.
La invasión de relatos cohíbe nuestras almas.
Incompletos labios y deseos
dibujan la existencia
de rojizos atardeceres para los ángeles ciegos:
un brotar de peregrinas alas y silencios
perturban la noche.
La certeza y la virtud
escriben jaulas donde
sermones evocan
tentativas luces que olvidan el juego.
Junto al amado movimiento de tus brazos,
las campanas semejan los teoremas del adiós.
El amor es un delgado río de caricias lejanas.
Arquitectura de un día común / 35
36. Trajín de amores y poemas.
Versos describiendo la ferviente oración.
Las melodías y la contemplación
agitan el presente.
Verbos devoran acciones
donde niñas o gaviotas en cristalinas praderas
recrean la nostalgia del amor y las primeras
destrucciones de los nombres.
Trajín de rostros y existencias.
Arrinconados,
en lo más secreto de las voces,
dos niños olvidan la realidad.
Tienen en sus labios palabras tan perfectas
como el silencio.
Lo gris no los alcanza.
Ellos dibujan su propia calma.
Ellos componen su propio mundo.
36 / Oscar Ramirez
37. III
[PEQUEÑAS HISTORIAS]
Arquitectura de un día común / 37
39. BREVE INTENTO DE LA SOLEDAD
Martes. Una canción al despertar las palabras
nos proporciona lo necesario
para comprender los estragos del tiempo.
Mientras apresamos la luz
entre nuestros débiles ojos,
el eco de lo perdido nos invita al descanso.
En lo lejano,
la melodía del horizonte
dibuja el danzar de las gaviotas
junto a orillas sin rumbo.
Las imágenes se desprenden una a una de la realidad.
Dejando el historial de sus huellas,
un niño corre desnudo
sobre las aguas. Lleva una sonrisa
y el alma a oscuras.
En su mirada se percibe lo imposible y doloroso:
una blanca y ambigua soledad.
Alguien lleva puñados
de arena y de sueños. Quien lo observa
no puede olvidarlo, aunque
la actitud del forastero le es bien recibida.
Arquitectura de un día común / 39
40. Él sabe de verdades y temores,
y concede regalos de infantiles cuentos,
pero su oficio tiene lánguidas historias
que bifurcan el conocimiento del fuego:
cristalinas bóvedas, como cielos,
le permiten ser cautivo o profeta de inviernos.
Con la sutil educación de los días,
radiantes cabelleras dibujándose al viento
nos permiten el agrado.
La sutileza del color
pasea su virtud por estos lares. Se agradece el contento.
El soplido del mar resuena en las grietas
y del silencio se crean
las futuras plegarias de las aves.
Ingenuas niñas dibujan su nombre en la arena.
Una labor copiosa y amena,
tentada por siempre a la facilidad.
Pero olvidan lo fugaz:
las aguas se divierten ocultando el esfuerzo.
En una similitud cautivadora,
las gaviotas y las niñas
duermen bajo el cielo de marzo.
La ignorancia de los caminos nos conduce
al violento equilibrio de la razón.
40 / Oscar Ramirez
41. Sólo aprenderemos a ocultar las sonrisas,
mientras renunciamos, bajo el eco
de una lágrima, a la posibilidad del amor.
Con el claro principio de la luna
el profeta ha partido,
lejana se muestra ahora su sombra.
Ha rechazado la furtiva condición de los sueños.
El rutinario persistir de la vida
le ha impreso su hartazgo. Sólo nos queda el mar
que contiene al niño de alma oscura.
Su descanso es dulce,
un flotar sin dolor sobre las aguas.
Una sonrisa,
aquella sutil imagen de compasión,
se muestra temerosa.
Ha preferido la soledad sin palabras.
Es mejor así: soñar y sentirme perdido.
Arquitectura de un día común / 41
42. CONTEMPLACIÓN DE CASTILLOS
En la mirada, en la callada imagen de las voces,
ocultos secretos develan su misterio:
una rosa que olvida pétalos en su diario,
semejante al brillo plateado del mar,
confundiéndose en la prematura opresión de la luz.
En el silencio,
la persistencia de la contemplación
nos devuelve ligeros brazos para apresarnos el alma.
Bajo el eco y la tentación,
vívidas imágenes secuencian toda aquella
torpe elaboración de sueños.
El tiempo es averso a la tranquilidad
del recuadro, pero el cristal
evita romper el equilibrio del encuentro.
La observación cautiva de los muros
nos entrega el deambular de las horas frente a los espejos.
Hemos hallado la facilidad de un ojo abierto.
Los espacios nos demuestran la humana
condición de lo imperfecto: ningún
lugar tiene la compleja seguridad del olvido.
42 / Oscar Ramirez
43. Aferrados a la existencia, los sinónimos
evitan el tumulto donde sílabas oculten
el nocturno merodear de gemidos por el bosque.
Imagen o mirada o recuerdo, todo se ejecuta
como una eventual secuencia de criterios.
Se ocultarán en el amor las armas.
De tus nombres, los pétalos de marchitas novias
murmurarán la virtud dolorosa y tentativa
de comprender la pesada cadencia de las palabras.
Tu silueta, como un mapa,
tendrá la perfecta ubicación de mis sentidos.
Tiempo. Instante horizontal
donde latidos y olas de fuego
producen aquella voz calcinada por las mareas de junio.
Arcos y liras temen la ruptura,
porque los días perciben
aquella dura complementación de secretos.
La entonación de los verbos cohíbe las entrañas.
En el silencio o las miradas,
las espadas tienen alma de niñas.
Sólo tu nombre lejos del invierno.
El mar como una llave / tu cuerpo como un castillo.
Arquitectura de un día común / 43
44. LA TENTACIÓN DEL AMOR
(una pequeña fábula)
El eterno descenso hacia las aguas
se dibuja en Orfeo como la melodiosa
provocación a lo infinito.
Artesano musical,
orfebre de melancolía.
Para componer recuerdos,
volveremos los labios
hacia el sublime caer de las hojas
donde la razón nos prohíba lo perdido.
Una litera de sonidos y epopeyas,
aquella frágil guarida de animales o bestias morenas,
nos permite transitar por estas islas.
En los árboles tendrá lugar la creación de las palabras.
Tu cuerpo como un grial,
como un rincón o el olvido,
recrea el espacio inmortal donde soles o notas
devuelven ligeros compases devorados
por noches donde gargantas furiosas
o silencios fortuitos.
44 / Oscar Ramirez
45. La opresión de los velos
nos permite el secreto:
la esperanza será la única salvación de tu ninfa dormida.
Templos. Olivos.
Los sátiros vagarán por bosques
donde somnolientas serpientes aguardan tu llegada.
Bajo el andar se acurruca el silencio.
Una multitud de gorriones bordea tu figura.
El cantar de los grillos
se envuelve en tus brazos.
La sinfonía y la luz comparten la misma certeza.
Artesano musical,
Orfeo contempla sin temor tu melodía.
Su mirada es una mezcla de ambición y ternura
que va creando en su interior
el deseo obligado de las liras.
El murmullo de su voz,
frágil como el hilo del viento,
acaricia tu mejilla
de la misma manera en que se agita un lamento.
Una oración, tan religiosa como su nombre,
perturbará la necesidad de los caminos
cuando al volver
intentes la osada lentitud de una mirada.
Arquitectura de un día común / 45
46. ORACIÓN
Volvamos al Hades,
oh Señora del Fuego Eterno,
permita encontrar la esperanza
que por la tentación del amor me es esquiva.
46 / Oscar Ramirez
47. LÚDICO HISTORIAL DE LAS HORAS
La mañana, bañada en cristales de luz,
dibuja el vigoroso cantar de las aves
mientras una turbia imagen de soberbia
nos limita la condición de los principios.
Podemos recrear la existencia de las horas.
Bajo la fragilidad de los cielos,
ángeles navegan sus alas a la deriva del sol.
A lo lejos, jinetes sucumben a recuerdos conclusos.
La historia tiene retazos de presentes,
y el futuro se muestra con las mismas imperfecciones
del ayer.
Nada es personal, sólo el eco o lo despectivo.
Rodeada de las breves historias del mar,
la sombra del amor construye su secreto:
eternidad o brisa de paraíso.
Bajo la mañana y el mar llueven labios.
Razones como pretextos / pretextos como oraciones.
Arquitectura de un día común / 47
48. Voces o cautivas ecuaciones del silencio,
en un trepidante caer
por las mañanas,
originarán la partida.
Perdiéndose en las miradas,
un niño sin madre tentativa
se dibuja la melancolía en el rostro.
La infancia, como una serena lentitud de recuerdos,
nos obliga a olvidar por siempre aquellos juegos
donde intentábamos sin remedio la vida.
El relieve del sol posee palabras.
La bravura del mar, poemas.
En lugares donde observamos las odiseas como
míticos episodios de placer y algarabía,
fosas o pliegues de olvidos ocultan palomas
vestidas con aire del ayer.
En el umbral o el habitáculo de viejas heridas
habremos de divisar entre pieles y lamentos
la oscuridad venidera.
Inertes materias recuerdan la eficacia de las horas.
Los jinetes conducen el primario ruego
de aquellos vagabundos que ocultaron cobijo
por temor a olvidar el tiempo.
Se les tiene permitido el llanto,
pero lágrimas es lo que han perdido.
48 / Oscar Ramirez
49. Cercano a las sombras, el final de los versos se proclama.
La oscuridad cobija lanzas. Los secretos, juramentos.
Sólo una orilla o la brisa de mayo.
Un ligero adiós y varias plumas tintas.
Arquitectura de un día común / 49
50. LA PARTIDA DE ELISA
(una chica a la orilla del mar)
Muñecas y virginales heridas
ocupan la parte más sutil del equipaje.
La silueta del adiós o la promesa de alguna bienvenida
nos reservan senderos rotos.
En palabras no colisionan los hechos:
las acciones son lo certero y lo incorrecto.
En un resonar de furores,
el sollozo de las aves comprenderá el temor
o la inútil privación de los afectos.
La virtud del vivir
tiene medida en situaciones y pretextos
o en oscuros recintos donde el amor
oculta siempre sus bondades.
Resignaciones o delirios,
un acercamiento presuroso al vértigo imitará la calma.
Tránsito de luces. Ideas, vivencias de fantasías rotas.
Las palomas consumen el acero de sus jaulas.
Los ángeles dibujan en silencio las plegarias.
La única libertad es aquella que se atrapa.
50 / Oscar Ramirez
51. Bajo los manzanos o los nombres
descubrirás el instante perfecto para la osadía.
Intentarás un refugio donde dormir.
Sólo te quedará el habitáculo donde lograste empañar
la irascible condición de los secretos:
el privilegio del dolor,
la imperfecta solidaridad de la muerte.
Incoherentes melodías
o creencias de bienaventuradas extensiones de vida
nos advierten el descanso.
Carente de razones, una lejana cruz agiliza las mentiras
y nos describe la promesa de la consumación.
Brevedad al esconder la tentación del alba.
Alrededor de tus huellas,
imágenes saturan la ocupación del silencio.
Un cristal ocultando los nombres
o
la cruel figura del adiós.
Cuando vuelvas
entenderás la nulidad de tus actos
y aquellas flores cubriendo el descanso de tus manos.
Las orillas ocultarán el sol
mientras infantiles gaviotas te invitan
a levantar la mirada.
Arquitectura de un día común / 51
52. El horizonte comprenderá la ironía de tu verdad.
Las aguas contemplarán tu caída
mientras las gotas del amor
se aglomeran bellamente sobre la arena.
52 / Oscar Ramirez
53. ENSAYO ACERCA DE LA LIBERTAD
Muro. Canción de gentiles robles.
Golpes de olas sobre el cimiento
olvidan la precaución de conservar el silencio.
De regreso al norte,
la fortaleza de un corazón resuelto al rencor.
Muy lejos de sí mismos,
plegarias imitan el resonar de violentas muestras.
Las manos, tibias, colmadas de inocencia,
acarician la piel del cordero.
El silencio descubre los conflictos de la realidad.
Remotas venturas asoman la creencia
de un latir muy lejos de los robles.
La serena comparsa de Efebo describe los intentos
por aprender a dominar las orillas.
Inclinada hacia el manto deforme,
la multitud demuestra su compromiso:
un pétalo o el desliz
de impuras almas que desconocen
la verdad de los abriles y el incienso.
Arquitectura de un día común / 53
54. Hemos descubierto el sutil espectáculo de la soledad.
Trémula de amor,
un ave desliza su religión
por encima de los profetas.
Podemos contemplar la indulgencia de su silueta,
pero no podemos acompañarla.
Ahora, desnuda,
la noche cobija la fiebre de las madres.
Ningún llanto podrá dibujar el festivo descanso de los sueños.
Ningún sueño tendrá el festivo color del descanso.
Sólo el infantil sollozo
o la caída de solitarias hojas en el invierno.
Las estaciones perderán de por sí los estragos.
El ave, herida de alas,
dirige su firmeza sobre las aguas.
Lograr escapar del horizonte con la firme convicción
de hundirse en lo lejano:
en ti aprendemos el inútil intento de la libertad.
Apresados en lo infinito
abriremos de par en par la mirada:
podemos contemplar el dolor,
pero no podemos comprender el llanto.
54 / Oscar Ramirez
57. (presente)
He aquí principio y final de la historia.
Deambulando sobre los rezagos de una ciudad derruida,
una muchacha de muñecas de oro,
de cintas e infantil figura provocando
en un sueño el mediodía,
nos descubre las palabras
y la matinal ausencia del amor.
En ella, la juventud,
otrora virtud prometida de la infancia,
se dibuja como el portal de un abismo temeroso.
Sus manos tienen la completa imagen de la esperanza.
Sin la intención de los caminos,
la voluntad tomó rumbo perverso.
Entre lúdicas concepciones de realidad,
entre partituras
o melodías de inviernos,
su silueta compone los vacíos donde
la claridad nos devuelve el arpegio
de solitarias habitaciones que se alimentan
con el vibrar de oraciones vagabundas.
Arquitectura de un día común / 57
58. Sólo conservar el más puro de los secretos
puede imitar en ella
la certeza de volver a contemplar el amor
a oscuras.
Artificio de luz.
Prevención de momentos
en que el fuego escribe tentaciones o ecos.
La lozanía de sus huellas
serán el sendero donde podremos distinguir
abriles o marzos
corriendo entre prados y labios verdes.
A la orilla del río,
sus pies recrean las siluetas de pálidas hojas
que simulan el porvenir de los barcos.
El consejo de las aves es concreto:
no tienten volar, ustedes carecen de viento.
58 / Oscar Ramirez
59. (lo pasado)
Romance y canción del fauno.
La libertad de las niñas tiene precio merecido.
Laberinto de palabras
e inverosímiles argumentos
nos confían la aparición de bárbaros pilares.
Observación o padecimiento:
la realidad segmenta la cicatriz del cordero.
Sólo la verdad nos convence de lo aprendido.
Con buenas acciones, aceptar el fin.
El tiempo y la luz han fracasado.
La soledad envuelve líricas y tormentos
bajo una corona cubierta de pecados
que nos devuelve la ingratitud de la historia.
La boca del mundo es un instinto
donde el vino tornándose agrio nos reclama.
Vacíos,
vacíos opacan la claridad.
Tertulias de acabóses recrean el inicio de las fauces.
Arquitectura de un día común / 59
60. Silencios abriendo temores
a razón de higos maduros por vida
ocupan la voluntad de resecas palmas.
Imágenes nos perturban el descanso.
En vista ajena se producen llantos.
En cuerpos amados se cosen heridas.
Una lanza o el final de los verbos
dan fe de la esperanza no habida.
Es inútil comprender lo infinito.
60 / Oscar Ramirez
61. (el fin de toda esperanza)
El rostro de lo que fuera una ciudad
nos obliga a esconder la mirada.
Para evitar la duda,
el golpe de la verdad acecha las orillas del mundo.
El corazón del hombre es ahora
un terreno muerto donde
la arena y el polvo vuelven a poblar la brisa.
Aquella ciudad se dibuja entre escombros,
aquella otra, es sinónimo
y nos demuestra la ausencia de vida.
La libertad carece de lugares donde huir
porque sus cadenas tienen una magnitud tan extensa
como el nombre de las niñas.
Evitar abrir los ojos:
podemos aprender a conllevar el exilio.
A lejanos ecos o pasos de lo dormido,
evitando el murmullo de cruces
donde antaño condenamos el día,
una muchacha deambula escribiendo
sus años a la voluntad del viento.
Arquitectura de un día común / 61
62. Camina por abrojos y cenizas,
por rezagos de mundos hacia la orilla del mar.
Sus huellas son testimonio y plegaria
de perdidas palabras
sofocadas por la agonía del tiempo.
Nada puede corromper su vital armonía.
Ha logrado comprender el principio y final de la historia:
ninguna esperanza es bienvenida.
En ella se puede percibir lo preciado:
caminar al dolor
sin temor a dominar el silencio.
62 / Oscar Ramirez
65. ÍNDICE
7 / Prólogo, por Bethóven Medina
I Arquitectura de un día común
15 / inventario de imágenes
17 / precoz obertura del sol
18 / bosquejo de la contemplación del mar
por las mañanas
20 / creación de las palabras
21 / persistencia o el espíritu del tiempo
23 / poema acerca de la concepción del olvido
25 / fábula del sueño
II Oficio de aprendiz
29 / oficio de aprendiz
31 / las aves y el amor
32 / morena
34 / lo más secreto de las voces
III Pequeñas historias
39 / breve intento de la soledad
41 / contemplación de castillos
44 / la tentación del amor
47 / lúdico historial de las horas
50 / la partida de elisa
53 / ensayo acerca de la libertad
IV Principio y final de las historias
57 / (presente)
59 / (lo pasado)
61 / (el fin de toda esperanza)
Arquitectura de un día común / 65