El documento discute tres temas principales:
1. La Iglesia Católica se enfoca demasiado en sus propios problemas internos en lugar de responder a las necesidades del mundo.
2. Una escuela católica debe construir una interpretación válida de la existencia humana y fomentar el diálogo interdisciplinario entre fe y razón.
3. La Biblia debe interpretarse desde experiencias educativas actuales a través de círculos hermenéuticos que permitan nuevas interpretaciones a la luz de cambios sociales.
2. “Nos ocupamos mucho de nosotros mismos: de los
problemas estructurales, del celibato, de la ordenación
de las mujeres, de los sínodos, de los consejos
pastorales...
Trabajos siempre sobre nuestros problemas internos y no
nos damos cuenta de que el mundo tiene necesidad
de respuestas, no sabe como vivir. Esta incapacidad de
vivir del mundo se ve en la droga, terrorismo...
El mundo tiene sed de respuestas y nosotros
permanecemos en nuestros problemas. Estoy
convencido de que si salimos al encuentro de los
demás y le presentamos de manera apropiada el
evangelio, se relativizaran y resolveran los problemas
internos.
Para mi esto es un asunto fundamental: hacer el
evangelio ascesible al mundo secularizado de hoy ”
Cardenal Ratzinger noviembre de 2002
3. “Un colegio Católico tiene que tener como
fundamento la Construcción de una interpretación
válida de la existencia humana. A la luz de este
fundamento, podemos ver el lugar que ocupa cada
una de las ciencias, así como nuestro proyecto de fe
cristiana que debe tener un alto nivel intelectual.
Por esta razón en la escuela católica se tiene que dar
una formación fundamental en cuestiones de fe y
sobre todo, un diálogo interdisciplinar entre
profesores y estudiantes para que juntos puedan
comprender la misión de un creyente – intelectual
católico en nuestro mundo. ”
Cardenal Ratzinger noviembre de 2002
4. CÍRCULOS HERMENÉUTICOS
“Claves” o “pistas” que nos puedan ayudar a interpretar la
Biblia desde y para nuestra experiencia educativa como
propósito educativo:
1. LA PEDAGOGÍA DIVINA
“Los libros del Antiguo Testamento, según la condición de los hombres antes de
la salvación establecida por Cristo, muestran a todos el conocimiento de Dios y
del hombre y el modo como Dios, justo y misericordioso trata con los
hombres. Estos libros, auque contienen elementos imperfectos y pasajeros nos
enseñan la pedagogía divina” DV 15.
5. 2. EL CÍRCULO HERMENÉUTICO
“Vamos a tratar de mostrar que este método que pretende relacionar, tratándose
de la palabra de Dios, el pasado con el presente, exige una metodología especial
que vamos a llamar, con un nombre pretencioso, CÍRCULO
HERMENÉUTICO. Una primera definición podría ser ésta: el continuo
cambio en nuestra interpretación de la Biblia en función de los continuos cambios
de nuestra realidad presente, tanto individual como social (...) Y el carácter
circular de dicha interpretación va en que cada nueva realidad obliga a interpretar
de nuevo la revelación de Dios, a cambiar con ella la realidad y, por ende, a volver
a interpretar... y así sucesivamente” - Juan Luis Segundo. Liberación de la
teología Buenos Aires, Carlos Lolhé, 1975, p. 12 -.
Pienso que existen dos condiciones necesarias para lograr un círculo
hermenéutico en teología.
6. La primera es que las preguntas que surgen del presente sean tan ricas,
generales y básicas, que nos obligan a cambiar nuestras concepciones
acostumbradas de la vida, de la muerte, del conocimiento, de la sociedad, de la
política y del mundo en general. Sólo un cambio tal, o por lo menos, la sospecha
general acerca de nuestras ideas y juicios de valor sobre esas cosas nos permitirían
alcanzar el nivel teológico y obligar a la teología a descender a la realidad y hacerse
nuevas y decisivas preguntas.
La segunda condición está íntimamente ligada con la primera. Si la
teología llega a suponer que es capaz de responder a las nuevas preguntas
sin cambiar su acostumbrada interpretación de las Escrituras, por de pronto,
termina el círculo hermenéutico. Además, si la interpretación de la Escritura no cambia
junto con los problemas, estos últimos quedarán sin respuesta o, lo que es peor,
recibirán respuestas viejas, inservibles y conservadoras.
7. Estas dos condiciones suponen a la vez cuatro puntos decisivos en el círculo.
Primero: nuestra manera de experimentar la realidad, que nos lleva a la
sospecha ideológica; segundo: la aplicación de la sospecha ideológica a toda la
superestructura ideológica en general y a la teología en particular; Tercero: una
nueva manera de experimentar la realidad teológica que nos lleva a la sospecha
exegética, es decir, a la sospecha de que la interpretación bíblica corriente con
tiene en cuenta datos importantes, y cuarto: nuestra nueva hermenéutica, esto
es, el nuevo modo de interpretar la fuente de nuestra fe, que es la Escritura, con
los nuevos elementos a nuestra disposición. – Juan Luis Segundo. Liberación de
la teología. Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1975 p. 15.
8. ...de sólo el Antiguo Testamento, no del Nuevo, el Vaticano II
declara que en él se hallan cosas “imperfectas y transitorias”,
pero que, aún así, demuestran la VERDADERA PEDAGOGÍA
DIVINA - DV15 -:
Ya se había visto que esta importante declaración es digna de consideración por
varias razones. La primera es que “cosas imperfectas y transitorias” sean atribuidas
a la “verdadera” revelación y pedagogía divinas. Es obvio que, al hablar de cosas
transitorias, se alude a algo que ya nos es verdadero – o, por lo menos total y
cabalmente verdadero -, aunque lo haya sido en tiempos pasados. Parecería que el
concepto de verdad, al juntarse con el de “pedagogía”, se relativizara, y no en
un sentido peyorativo. Ya Jesús indicaba lo mismo en lo referente a la validez o
verdad de su concepción del matrimonio – cf. Mt 19,8 – o, por recordar un caso
célebre, en lo relativo a saber qué obligación había Dios dispuesto para las
actividades humanas en día sábado – cf. Mc 2,27 -. Una vez más, Dios no parece
preocuparse de que lo que revela sea verdad en sí mismo, verdad eterna, verdad
inalterable, sino de que se haga verdad en la humanización progresiva del hombre.
9. De ahí la segunda cosa digna de consideración en el pasaje citado de la Dei
Verbum. La “revelación divina” no es un depósito de informaciones correctas,
sino un proceso pedagógico verdadero. La revelación que Dios hace de sí
mismo y del hombre no consiste en acumular informaciones ciertas a ese
respecto. Es un “proceso”, un crecimiento en humanidad y en él el hombre no
aprende “cosas”. Aprende a aprender y a desaprender para volver a aprender
para crecer en humanidad, en socialización, en creación. Exactamente como
en toda pedagogía: se guía a un niño – ésa es la etimología de la palabra – para
que aprenda a buscar la verdad usando de la experiencia y, en ésta, de sus
mismas equivocaciones y errores. – Juan Luis Segundo. El dogma que libera, Fe,
revelación y magisterio dogmático. Santander, Sal Térrae, 1989 p. 373.