1. Descartes
El primer paso en la filosofía de Descartes reside en el desengaño. Descalifica todo lo
anterior y se propone refundar el conocimiento desde cero. Admira la certeza, la
claridad y la seguridad, propias de las matemáticas. Para no incurrir en los errores del
pasado, identifica verdad con certeza, en el saber verdadero no hay la más mínima
sombra de duda. Lo natural es que la mente alcance la verdad, para lo que hay que
emplear un método adecuado. Reconoce cuatro reglas: Regla de la evidencia: no
aceptar nada por verdadero que no se sepa con evidencia que lo es, lo claro y distinto.
Regla del análisis: Regla del análisis: descomponer los datos del conocimiento en sus
elementos básicos para su mejor solución. Regla de la síntesis: partiendo de los
principios conocidos intuitivamente podemos deducir el resto de proposiciones, de
modo que cada una se sigue necesariamente de la anterior Regla de la enumeración:
hacer enumeraciones de los pasos que se van dando de tal forma que se garantice que
no hay saltos o lagunas en la deducción.
Comienza dudando de todo. No es una duda escéptica, sino metódica, instrumento
para encontrar la verdad. Eliminando juicios y prejuicios, el punto de partida es poner
en duda todo aquello en lo que ésta sea posible. Descartes considera la experiencia
como la fuente de error más frecuente. Las representaciones son puramente
subjetivas y no representan necesariamente la realidad. La no distinción, en ocasiones,
entre de sueño y vigilia, le llevará a dudar de la existencia del mundo exterior. Ni los
propios RAZONAMIENTOS son fiables. Propone la hipótesis de un genio maligno, que
introduce la perversión del error en mi mente.
Es necesario encontrar algo de lo que no se pueda dudar, para construir sobre ello el
edificio del conocimiento humano. Puedo dudar de todo, pero no puedo dudar de que
estoy dudando; no puedo dudar de mi pensamiento, y mi pensamiento se da porque
se da mi existencia. Si pienso sé que existo: cogito ergo sum. Si solo al pensar estoy
seguro de existir, es que soy una cosa que piensa (res cogitans). Aun si un genio
maligno me engaña, tengo una certeza indudable y evidente: yo existo. Si advierto mi
existencia con total certeza, mientras puedo dudar de la existencia de los cuerpos, es
que yo no soy un cuerpo. El “yo” tiene como atributo el pensamiento; pensar me
resulta esencial ya que si dejo de pensar dejo de estar cierto de mi propia existencia,
vivir para la res pensante es tener conciencia. Soy una cosa que piensa: una cosa que
duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, y también imagina y siente,
esto son las actividades mentales, conscientes. Así el yo se conoce a sí mismo,
aportando claridad.
Esa existencia indubitable del yo no implica la existencia de ninguna otra realidad.
¿Cómo demostrar la existencia de una realidad extramental? puesto que la primera
verdad es “yo pienso”, de ella han de deducirse todos los conocimientos, siguiendo el
itinerario cartesiano. El pensamiento recae sobre representaciones, ideas, modos de la
sustancia pensante. Hay que someterlas a análisis para tratar de descubrir si alguna de
ellas nos sirve para salir a la realidad extramental. En cuanto a lo que representan se
pueden distinguir. Atendiendo a su origen, hay ideas adventicias (provienen de la
experiencia externa), facticias (producidas por la mente) e innatas (ideas primitivas
2. que el pensamiento posee en sí mismo), fuente del verdadero conocimiento
(racionalismo). Según la claridad del contenido, distingue ideas claras y confusas; y
según la adecuación a la realidad, ideas verdaderas o falsas. Entre ellas destaca la idea
de la máxima perfección representada por un ser que no tiene límite alguno, la idea
de infinito que es innata, clara y distinta y verdadera. Obviamente no puede ser
adventicia, ya que no tenemos experiencia de lo infinito. Tampoco proviene de la
negación de la finitud. En un tercer momento descubre, al analizar la idea innata de
infinito, la esencia de Dios y en un cuarto, la afirma. Ya que yo no soy infinito, porque
al dudar no soy perfecto, el infinito es una realidad distinta a mí. Descartes solo cuenta
con el Yo y sus ideas para probar la existencia de Dios. Realiza tres demostraciones:
1ª. La idea innata de infinito está en mi mente pero no ha podido ser causada por mí,
ya que requiere una causa real con al menos tanta perfección como el efecto; luego la
idea de ser infinito requiere una causa infinita. 2ª Me descubro a mí mismo
imperfecto, finito y limitado, de tal modo que yo no puedo ser la causa de mi mismo. Y
también me descubro contingente. Por lo tanto, tiene que haber un ser que me ha
producido y me conserva, causa infinita. 3ª En la idea de un Ser perfecto se encuentra
contenida la existencia no como posibilidad sino de forma necesaria y actual. Si no
existiera tendríamos que admitir una contradicción: Ser perfecto y después no existe
más que en el pensamiento, lo que implicaría imperfección, ya que no tendría esa
existencia necesaria y actual. La idea de Dios, incluye la existencia necesaria.
La importancia de la afirmación de la existencia de Dios radica en que refuta la
hipótesis del genio maligno. El Ser perfecto no puede ser maligno. La idea innata de
extensión ha sido creada en mí por Dios y no puede ser errónea. Ahora es posible
afirmar la existencia del mundo. Los cuerpos no consisten más que en extensión. Con
un dualismo radical, deja bien clara la diferencia entre alma y cuerpo, que consisten en
cosas distintas: el alma es pura interioridad mientras que el cuerpo es pura
exterioridad. No se requieren de ninguna manera una a la otra, son sustancias
independientes. Al alma, le pertenece el pensar, es activa, mientras que el cuerpo es
pura pasividad, inercia, regida por las leyes de la física. El mundo es un conjunto de
cuerpos relacionados de manera determinista (física mecanicista). El yo, libre, de
ninguna forma es parte de este orden, sino que está por encima de él y puede dominar
el mundo. Descartes trabaja el problema de la comunicación mente-cuerpo y sostiene
que el alma, desde la glándula pineal, rige el cuerpo. El hombre padece las pasiones
por influjo corpóreo, amenazan nuestra libertad y ofuscan nuestra razón. No podemos
aplicar la duda en nuestra vida cotidiana pues nos llevaría a la inacción, Así pues,
Descartes establece una moral provisional para poder seguir actuando mientras no se
construyese una ética de acuerdo con las reglas del método.
La metafísica cartesiana es un saber claro y distinto que conoce la verdadera realidad
apartir de la razón pura, en el que se fundamentan las demás ciencias: mecánica,
medicina y ética. Las ideas simples se corresponden con realidades que no necesitan
de otras para existir, sustancias. La realidad se reduce así a tres sustancias: Dios, cuyo
atributo o propiedad esencial es infinitud; Yo, cuyo atributo es pensamiento; y el
mundo, cuyo atributo es extensión. Las ideas que no son simples se corresponden con
modos, que solo pueden existir en otros. Descartes acaba así con un conocimiento
completamente cierto sobre todo lo que existe y en lo que consiste.