1. El Andradazo
Vayan ustedes a saber por qué, pero ni recepcionistas,
ni guardias, ni nadie hizo nada para detener al furibun-
do Eduardo Andrade, quien la noche del 2 de julio de
2000 dirigió sus decididos (y tambaleantes) pasos
al interior del estudio de televisión en el que Joaquín
López Dóriga, el Jefe Diego y otros invitados realiza-
ban un sesudo análisis, presumidos que son, sobre la
victoria de Vicente Fox en las elecciones presidencia-
les. Tan indignado se puso Andrade por no haber sido
invitado, que reclamó con todo y manotazos y seña-
lamientos con el dedo a los ahí presentes. ¡Pus qué
pasó! Entre compadres eso no se hace… hic.
2. La semana pasada, Jorge G(üerito) Castañeda can-
celó una entrevista pactada con una televisora después de
haber llegado a la cita con unos cuantos minutitos de retra-
so y quizá con unas cuantas copitas de más. Ni se asusten.
Es bien sabido que una rica cervecita o un sabroso whiskito
ayudan a destensarse y volverse más sociables (aun cuando
nunca falta alguien que se la quiera hacer a uno de pedo).
He aquí unos instantes memorables que nuestros políti-
cos han dejado para la posteridá.
Por cierto: ¿Qué quiere el Seguro Social? ¡¡¡Saluuuuud!!!
Por mis pistolas
Hace dos años el diputado David Garibay se presentó en las instalaciones del diario ABC de Mi-
choacán notablemente molesto con un reportero que no tenía nada mejor que hacer que echarle
tierra con sus notas. Se le hizo tarde (¡salud!) y llegó al periódico a las 2 de la mañana, armado
de valor con unos cuantos tragos y una pistola para hacer notar su descontento. Mala suerte la
suya, pues a esa hora no había nadie en el diario… a excepción de los talleristas, quienes tuvieron
que aguantar por un rato la malacopa del dipu.
Los efectos etílicos
Quien acude al Senado para votar la reforma judicial
y no le entra al vino, ¿pus pa’qué vino? La discusión
de la reforma constitucional en materia de justicia
Born to be Wild y seguridad pública se convirtió, a fines de 2007,
en una fiesta donde nomás faltó la música de ban-
Félix Salgado Macedonio, toro entre los toros, valiente y arriesgado como da. Tan animada estuvo la cosa que hubo silbidos
Juan Charrasqueado, hacía rodar su (chidísima) motocicleta con forma de y abucheos por parte de aquellos que no querían
armadillo por las calles de la chilanga colonia Condesa cuando fue detenido debatir y hasta Ricardo Monreal achacó la música
por unos patrulleros. Como éstos andaban bien necios y echándole mon- de viento a “los efectos etílicos” en que andaban
tón, valiéndoles pepino que en ese entonces fuese diputado, al guerrero del sumidos sus compañeros. La verdad, la verdad,
camino no le quedó más que irse contra uno de ellos… y casi caer al suelo. lo mejor fue ver a Federico Döring desfilar con su
vasito en la mano. “Luego luego, la envidia. Por los
amargados y aguafiestas no avanza el país”, decla-
raron bien encabritados sus valedores. Chale.
De reversa, mami
Una vez que tomó protesta como diputada en 2006, Rebeca Parada se fue a
celebrar tal acontecimiento (tan memorable como los bautizos, los 15 años,
las graduaciones y las bodas) a un bar del Centro Histórico. Total que ella y su
asistente Yaeggy Gómez se subieron a un Sentra, la asistente metió reversa
y que chocan contra un Chevy. Como esas nimiedades no opacan un orgullo
tan grande como el de ser diputada, Parada le informó al dueño del auto sobre
su recién adquirido puesto, agregando que no iba a pagar nada. “¡No saaaabe
con quiiién se mete, yo estoy bieen parada!”, recuerdan unos teporochos que
dijo mientras se arqueaba.