El documento discute la importancia de la comunión en la Iglesia y cómo el Espíritu Santo promueve la diversidad de ministerios y dones para construir la unidad. Señala que la fe cristiana se vive en comunidad y no de forma individualista. Hace preguntas sobre cómo fortalecer la vida comunitaria en parroquias y movimientos para mejorar la comunión entre todos los miembros de la Iglesia.
1. La vocación al discipulado misionero es
convocación a la comunión en su Iglesia
2. La vocación al discipulado misionero es convocación a
la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin
comunión. Ante la tentación, muy presente en la
cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas
búsquedas espirituales individualistas, afirmamos que
la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad
eclesial y ella “nos da una familia, la familia universal de
Dios en la Iglesia Católica. La fe nos libera del
aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión”
3. El Espíritu, que suscita diversidad de tareas y funciones, es el
que garantiza la unidad en el servicio a la construcción de la
Iglesia. El Espíritu, que transforma nuestros corazones y nos
hace capaces de amar, es el que hace brotar diversidad de
formas de vida, de comunidades, de movimientos y de caminos
en la Iglesia de hoy. Es, también, el que nos invita a discernir
cómo es, según su proyecto, la pertenencia a una comunidad
concreta y cómo esa pertenencia nos conduce a la comunión de
comunidades “en medio de las casas” donde Dios convoca a su
Pueblo.
4. ¿Qué nos parece que hay que mantener y
reforzar en
parroquias, comunidades, movimientos…
¿Qué corregir para mejorar una vida en comunidad
y cómo hacerlo?
¿Qué actitudes tienen que cuidar el obispo, los presbíteros,
delegados, religiosos y todos los agentes de pastoral para
hacer crecer la comunión?
¿Es importante que existan consejos pastorales parroquiales y los
cauces de participación que ya existen? ¿Proponemos alguno más?
¿Conviene insistir en alguno especialmente?
¿Cómo animar y mejorar la comunión en las actividades y
celebraciones ordinarias de toda la parroquia para que nadie se
sienta excluido?
5. Existen muchas maneras de servir en
la Iglesia, muchos carismas y, también,
existen dificultades de liderazgo,
tensiones entre grupos, celos, olvido de
la espiritualidad de comunión y de sus
actitudes. Siempre ha pasado y hasta
que el Señor envíe sus ángeles seremos
trigo y cizaña, Mt 13,24-30, y
seguiremos necesitados de discernir y
de orar para que el Señor nos muestre
su camino en medio de las
encrucijadas.
6. Dada la diversidad de personas que formamos la Iglesia
en sus di-versos círculos de comunión y la variedad de
servicios y tareas que realizamos, las mutuas relaciones
van tejiendo una tupida red de conexiones múltiples que
nos enriquece, fortalece y nos compromete. Por
eso, estamos llamados a “enredarnos”, a hacer red, a
establecer múltiples conexiones de relación y de
implicación con los demás. No podemos quedarnos como
espectadores que observan y juzgan y, lo que es
peor, condenan.
7. 1. ¿Cómo está la comunión y la vida comunitaria en
nuestra parroquia y comunidad?
2. ¿Qué dificultades encontramos en la vida de
nuestras comunidades?
3. En nuestra comunidad o parroquia: ¿hay unidad y
comunión entre pastorales y movimientos, sacerdotes
y religiosos y religiosas?
4. ¿Experimentamos dificultades o rechazo para
trabajar con algunos grupos, movimientos o personas?
¿Cuál es la posible causa en nosotros y en los otros?
8. El Espíritu suscita la
proclamación y la
escucha de la Palabra.
Sin escucha de la
Palabra no hay
comunidad cristiana.
El Espíritu hace
exclamar con
libertad:
Si un grupo, aun escuchando la
Palabra, no acoge el don de Dios ni
se inicia en el camino de su gracia no
es una comunidad cristiana.
9. El Espíritu suscita un amor
afectivo que une corazones y
espíritus y un amor
efectivo, comprometido y
generoso que realiza la
promesa y el mandato de Dios
Si en un grupo se escucha la
palabra y se parte el pan pero
en ella unos pasan hambre
mientras otros se
embriagan, 1 Cor 11, 17-22, allí
no hay comunidad cristiana.
El Espíritu hace que la comunidad
genere vida, suscite esperanza,
trasmita sanación, haga signos de lo
que Dios prepara para todos los
pueblos.
Pero si el grupo que se considera
cristiano no se conmueven en sus
entrañas ante el dolor del pueblo, ni
se ocupa de anticipar el banquete del
Reino con su servicio a todos, ahí no
está el Espíritu del Señor.
¿Vivimos todas estas
dimensiones hoy en la
parroquia y en nuestras
pequeñas comunidades o
solamente alguna de ellas?
10. 1) VER es estar atentos a la vida, a las pequeñas y grandes realidades
que afectan a cada uno, al barrio, a la aldea, a la colonia. Es mirar
con cariño y con calma , no superficialmente
2) JUZGAR es profundizar e iluminar con la Palabra de Dios lo que se
ha visto para, como profetas, valorar sus causas y sus consecuencias
y buscar lo que Dios quiere en esa situación.
3) ACTUAR es decidirse por acciones concretas, personales y
comunitarias. Es elaborar un proyecto con objetivos, estrategias y
acciones que se evalúan
4) CELEBRAR comprende dos momentos: el de la fiesta comunitaria y
el de la celebración de la fe.
11. Entre las comunidades
eclesiales, en las que viven y se
forman los Discípulos
misioneros de
Jesucristo, sobresalen las
parroquias. Ellas son… lugar
privilegiado en el que la
mayoría de los fieles tienen una
experiencia concreta de Cristo y
de la comunión eclesial. Están
llamadas a ser casas y escuelas
de comunión…
La renovación de las
parroquias, al inicio del tercer
milenio, exige reformular sus
estructuras, para que sea una
red de comunidades y
grupos, capaces de articularse
logrando que sus miembros se
sientan y sean realmente
discípulos y misioneros de
Jesucristo en comunión.
Cada parroquia debe llegar a concretar
en signos solidarios su compromiso
social en los diversos medios en que
ella se mueve, con toda “la
imaginación de la caridad “No puede
ser ajena a los gran-des sufrimientos
que vive la mayoría de nuestra gente y
que, con mucha frecuencia, son
pobrezas escondidas en comunión.
12. Para cumplir esa misión, los cristianos y nuestras
comunidades, necesitamos "ser" discípulos y
"hacer" discípulos para Jesús. Ser misioneros que
enseñemos y acompañemos a los discípulos de
Jesús a hacerse misioneros de El. Esto lo
realizamos con la "pastoral misionera".