SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  733
Télécharger pour lire hors ligne
La traducción de este libro es un proyecto del Foro My
Adicción Perfecta. No es, ni pretende ser o sustituir al original y
no tiene ninguna relación con la editorial oficial.
Ningún colaborador: Traductor, Corrector, Recopilador,
Diseñador— ha recibido retribución material por su trabajo.
Ningún miembro de este foro es remunerado por estas
producciones y se prohíbe estrictamente a todo usuario del foro
el uso de dichas producciones con fines lucrativos.
My Adicción Perfecta anima a los lectores que quieran disfrutar
de esta traducción a adquirir el libro original y confía,
basándose en experiencias anteriores, en que no se restarán
ventas al autor, sino que aumentará el disfrute de los lectores
que hayan comprado el libro.
My Adicción Perfecta realiza estas traducciones, porque
determinados libros no salen en español y quiere incentivar a los
lectores a leer libros que las editoriales no han publicado. Aun
así, impulsa a dichos lectores a adquirir los libros una vez que las
editoriales los han publicado. En ningún momento se intenta
entorpecer el trabajo de la editorial, sino que el trabajo se
realiza de fans a fans, pura y exclusivamente por amor a la
lectura.
Traducido y Corregido por Jesica
cabo de despedirme de Claude Bastille, cuando este se
vuelve sobre sus talones en la puerta y sonríe —Golf, esta
semana Grey— dice él, estrujándome en el rostro el hecho
de que puede patearme el trasero en el campo de golf
también.
Es uno de los mejores instructores de artes marciales mixtas que hay y me
entrena muy bien, claro que es de esperar, puesto que le pago bastante
bien para que lo haga. A menudo me patea el trasero como es de
esperarse, aunque eso signifique que aplace el darle su dinero. En su
época, Bastille era un competidor olímpico. He estado entrenando
arduamente con él, todos los días en los últimos dos meses, puesto que de
alguna manera, tengo que canalizar mi siempre latente exceso de energía.
Aunque un tiempo atrás, el solía patearme el trasero solo cinco días a la
semana ya que yo tenía mi propia forma de ejercitarme en el fin de
semana.
Pero en estos días si solo pudiera patearle el trasero al suelo un par de
veces a la semana, podría decir que tuve un día interesante. Aunque no
me gusta el ritmo de golf, es el juego por excelencia de los hombres de
negocios, por lo que me esfuerzo por hacerlo bien, gracias a esto muy a
menudo ciertos negocios son logrados en los campos de golf.
En aquel momento y con el ceño fruncido miro fuera del piso de mi oficina
en el vigésimo piso a través de los ventanales. El cielo es gris como mi
estado de ánimo, desagradable. Tengo todo bajo control, pero ha sido una
existencia ordinaria para mí últimamente. No he tenido una distracción en
los últimos dos meses. No hay retos emocionantes y nada ha capturado mi
interés. Todo está ordenado y todas mis cosas bajo control.
En aquel momento suena el teléfono. — ¿Sí, Andrea?
—Sr. Grey, la Srta. Anastasia Steele de parte de la Srta. Katherine
Kavanagh está aquí. —Odio las sorpresas, no debí de haber accedido a
darle esa entrevista a la Revista de WSU, pero por supuesto la Srta.
Kavanagh fue bastante insistente, y claro ella viene de una familia
importante en el mundo de los negocios, de hecho espero hacer unos que
otros con su padre, a cambio de este favor. Pero entonces, ¿alguien más se
presenta en lugar de ella? En ese momento mi tono se vuelve petulante
hacia Andrea.
—No estaba esperando a la Srta. Steele, ¡Estaba esperando a la Srta.
Kavanagh!
—Es la Srta. Steele quien está aquí señor— ella responde.
—Muy bien, hazla pasar— digo con un gruñido.
Antes de que pasara un minuto, la puerta se abre y una maraña de pelo
castaño, brazos pálidos, una bolsa de mensajero, piernas pálidas vestidas
con botas marrones, ruedan en el piso de mi oficina de cabeza.
Aunque no me gusta la torpeza, la cortesía exige que vaya a ayudarla, así
que voy y le extiendo la mano y la ayudo a volver a una posición vertical
sosteniendo sus delgados hombros. A medida que se pone de pie, me
encuentro con los más brillantes y tímidos ojos azules, capturando mi
mirada con una descarga de electricidad que me detiene en seco.
Ella me mira, mira a través de mí, como llegando a lo más profundo en mi
alma, es desconcertante, como una luz llegando a lo profundo de mi ser y
tirando de él hacia la superficie.
Ella parpadea, sonrojándose al notar mi cara. Hago una mueca, pero
sonrío rápidamente. Siempre es lo mismo. Las mujeres reaccionan ante mi
cara de esa manera, lo que yo llamo ‘lengua atada’.
Extiendo mi mano, al mismo tiempo que decido divertirme con esta
situación.
—Srta. Kavanagh, soy Christian Grey. Espero que este bien, ¿le gustaría
tomar asiento?
Ella se sonroja una vez más, su piel pálida cambia a un color rosado hasta
la línea de su cabello, al tiempo que sus ojos se clavan en el piso, su coleta
está casi desecha luego de su caída mientras que su voz responde en
murmullos y rápidamente, mientras yo recibo su pequeña mano en la mía.
En aquel momento siento una nueva descarga de electricidad cruzando
entre nuestros dedos al tocarnos.
¡Caray!
Ella debe sentirlo también, puesto que su apariencia revela la impresión
en su rostro, además de la manera en la que rápidamente retiro su mano
con un leve jadeo.
—La Srta. Kavanagh se encuentra indispuesta. Así que me envió a mí en
su lugar, a decir verdad ella se encuentra bastante mal, mis disculpas por
el cambio de último minuto Sr. Grey—. Su voz es musical y melodiosa, sus
largas pestañas marcan una leve sombra sobre sus ojos azules que una
vez más están clavados en el piso, de esa manera tan tímida.
— ¿Y usted es? — pregunto sacando las palabras de ella.
—Oh, soy Anastasia Steele. Estudio con Kate… umm… Katherine, um… la
Srta. Kavanagh en WSU
.
Ella tartamudea y se tropieza con sus palabras. Me divierte. Hay algo en
ella. Además también es morena. Nuevamente desvía su mirada de mí, y
puedo ver que ella está nerviosa y extremadamente tímida en este

WSU: Universidad Estatal de Washington Vancouver (WSUV) es de Vancouver, Washington, rama de
la Universidad del Estado de Washington. Aproximadamente 351 acres de WSU Vancouver (1.42 Km
2
) El
campus se encuentra en el lado sureste de la montaña. Vista aproximadamente a ocho millas (13 km) al
norte del río Columbia. Se expandió a una universidad de cuatro años completos en 2006.
momento. Ni siquiera puede mirarme a los ojos, mira a su alrededor, en
cualquier dirección excepto hacia mí.
Fijo mi mirada en ella, sintiendo disgusto por su indistinta vestimenta,
desde su falta en forma de A, su blusa sin forma, y botas baratas. Y de
repente la imagino vestida en seda y satín; no sé de dónde vino ese
pensamiento siendo sincero. De hecho no puedo imaginarla como
periodista con este comportamiento tímido. Es notable que no tenga ni un
solo hueso de decisión en su cuerpo. Además es bastante tímida también,
muy dócil, muy asustadiza… muy sumisa.
Tomo una inhalación brusca. Mi mente se pregunta, y antes de que le
pueda señalarle un asiento noto como mira las pinturas colgadas en mi
oficina con admiración. Me siento atraído a explicarle.
—Es un artista local— le digo —Trouton—. Ni siquiera sé lo que me hizo
explicarle, puesto que, no lo haría normalmente, ni me hubiera importado.
—Adorable— dice ella suavemente —llevando lo ordinario a
Extraordinario—. Me sorprendió escuchar esas palabras salir de ella con
tanta simpleza y elocuencia, ya que fue el mismo pensamiento que yo tuve
al comprarlas, de alguna manera, ella también era algo extraordinario
salido de lo ordinario.
—Si— me encuentro a mí mismo respondiendo mientras mi mirada se fija
en ella con intensidad. Ella vuelve a sonrojarse mientras en mi mente me
pregunto cómo cambiaría el color su cola ante las embestidas de mis
entusiastas manos.
Tampoco sé de dónde vino ese pensamiento; suavemente muevo mi cabeza
de un lado al otro, y la miro haciendo un intento de colocar su
desactualizada grabadora compacta sobre mi lujosa mesa de café
exportada, dejándola caer repetidas veces. A pesar de que considero que la
torpeza es irritante, pero la de ella me parece entrañable, así que trato de
ocultar mi sonrisa tras mi dedo central.
¡Qué carajo! ¿Cómo es posible que no notara esos labios?
Y ahora ella está mordiendo su labio inferior, un claro reflejo de la
frustración que siente al no conseguir colocar correctamente esa
antigüedad de máquina.
¡Qué no le haría a esos labios!
No puedo apartar mi mirada de ellos, y mi mente se pregunta mil cosas
haciéndome enloquecer. Solo quisiera acercarme y hacerla soltar ese labio
para capturarlo con mi propia boca. Cierro mis ojos, y tomo un suave
suspiro, cuando finalmente ella logra colocar la grabadora, y me reprimo a
mi mismo en mi mente, por pensar como un adolescente mientras
ella murmura una disculpa por no estar acostumbrada a la grabadora, lo
que me importa un bledo; estoy demasiado absorto viendo su labio
inferior.
Le digo que se tome su tiempo, dándome tiempo a mi mismo para colectar
mis pensamientos errantes.
Una vez que la maquina empieza a gravar, la verdad me siento
decepcionado con las preguntas que me hace. Son mundanas y ordinarias.
¿Por qué estoy desperdiciando mi tiempo respondiendo estas preguntas?
Noto como una vez más ella se pone nerviosa, al darse cuenta de mi
disgusto y decepción. Luego de escuchar mi respuesta murmura —suena
como un maniaco controlador.
¡Qué carajo! Que tan en lo cierto estas bebé, si tan solo supieras. La mire
con intensidad al responderle.
—Oh, ejerzo control en todas las cosas Srta. Steele—. Me encantaría
controlar esa boca sarcástica e inteligente ahora mismo. Y nuevamente
muerde su labio inferior.
Su próxima pregunta es sobre poder; por su tono puedo darme cuenta de
que me encuentra arrogante. La respuesta que le di, abrió su boca por la
impresión. Luego me pregunta sobre mis intereses fuera del lugar de
trabajo, para “relajarme”.
Le digo una gran parte de mis intereses excepto mis dos pasatiempos
favoritos, los cuales la incluyen a ella justo ahora. De hecho en aquel
momento ambiciono atarla a mi cama de dosel de mi cuarto de juegos.
¡Qué demonios! ¿De dónde vino aquella imagen?
Las siguientes preguntas son simples y de dominio público. Es como si no
hubiese hecho su tarea antes de entrevistarme. Simplemente ¡Ridículo!
Y entonces sus labios se parten para preguntar lo que ni mi familia jamás
se había atrevido a preguntar; lo que está en la mente de todo el mundo,
pero nadie se atrevió a pronunciar antes.
— ¿Es usted homosexual señor Grey? — ¿Qué diablos? ¿Cómo se
atreve?
Ahora me gustaría cruzarte sobre mis rodillas y golpearte hasta la mierda
si fueras mía por esa pregunta. Cambie ligeramente de color, pero me
compuse a mí mismo. Respondí firmemente—: No Anastasia, no lo soy.
Al menos tiene la decencia de lucir bastante avergonzada. Una vez más
nerviosa.
—Lo siento tanto señor Grey. Yo… ehh, la pregunta estaba escrita…—
apuntando a sus notas —justo aquí.
— ¿No escribiste tus propias preguntas? — ella luce bastante disgustada.
—No señor Grey, Kate, emm la Srta. Kavanagh lo hizo— respondió
sonrojándose.
—Eso explica las preguntas. Dime, ¿Cómo fue, que tu terminaste
entrevistándome, si esas son las preguntas de la Srta. Kavanagh?
—Bueno, técnicamente fui obligada, ella es mi compañera de piso, y está
bastante enferma.
De repente me siento mucho mejor. —Bueno en ese caso, déjame hacerte a
ti unas preguntas. Es decir es lo justo después de tus preguntas
especialmente personales—. El sonrojo aparece junto al nerviosismo
mientras ella permanece ahí sentada.
La miro directamente, sí, ¡me gusta hacerte retorcer, y someterte bebé! Ahí
va otra vez mordiéndose el labio inferior. Sólo quiero acercarme más y tirar
de su barbilla para qué deje de hacerlo, o también cogérmela sobre mi
mesa de café... cálmate Grey, me digo a mí mismo.
Me recuesto suavemente en mi silla, tocando nuevamente mi labio inferior
con mi dedo mayor. Ella se ve más nerviosa aun. Ok, definitivamente no es
lesbiana, y ciertamente no es inmune a mis encantos.
Andrea entra rápidamente luego de tocar la puerta. —Señor Grey, su
próxima cita es en dos minutos.
—Cancela mi próxima cita Andrea— le digo mientras ella se congela en su
lugar evidentemente tomada por sorpresa.
— ¿Señor?
—Te he dicho que la canceles— dije volviendo la cabeza a ella quien
mantenía la boca abierta y su cara empezaba a ponerse roja. Anastasia se
arreglaba para marcharse empacando sus cosas. —No quisiera alterar su
horario Sr. Grey—. Al menos Andrea finalmente tiene la decencia de
entender mi comando y responde —sí señor.
—No tiene por qué marcharse de inmediato Srta. Steele, puedo ofrecerle
un recorrido por las instalaciones si así lo desea— ella ya está lista para
largarse.
—Oh, no tiene que hacer eso por mí, Sr. Grey— ella balbucea.
—Srta. Steele, ¿Cuáles son sus planes para después de la graduación?
—Aún no he pensado en esa parte de mi futuro Sr. Grey, solo estoy
tratando de pasar mis finales por ahora.
Me encuentro a mí mismo ofreciéndole un trabajo en mi compañía, yo
nunca hago eso —puedes aplicar a una pasantía aquí.
¿Qué demonios está mal conmigo? Ella es demasiado joven, y claro yo
tengo esa regla de nunca cogerme a mi equipo de trabajo. Pero ella no es
parte de mi equipo de trabajo aun.
Curiosamente ella rechaza mi oferta, ¿qué tiene de malo mi compañía?
— ¿Por qué no? — le pregunto.
— ¿Es obvio no? — pregunta ella como si se tratara de sentido común,
tomando su bolsa y poniéndose de pie.
¡No para mí! me levanto y camino hacia la puerta sinuosamente,
abriéndola para ella. No quiero que se tropiece sobre sus propios pies al
salir, indicando mi intención, ella me agradece a regañadientes mientras
yo sonrió.
Ambas, Andrea y la interna, abren la boca como idiotas mientras yo
acompaño a la Srta. Steele hacia afuera. Le pregunto si tenía una
chaqueta y la interna se apresura para buscarla. Al tomarla de su mano,
ayudo a la Srta. Steele a ponérsela. Mi mano esta sobre su hombro quizás
un segundo más de lo que debería y siento una vez más ese choque
eléctrico, así es como sé que ella también lo siente.
—Adiós Anastasia— me despido. —Adiós Christian— ella responde
mientras las puertas se cierran.
Girando sobre mis talones, ordeno a Andrea:
—Pon a Welch en la línea telefónica— un minuto después estoy en
contacto con él.
— ¡Welch! Quiero que hagas una revisión de antecedentes para mí.
—Sí Señor, ¿nombre?
—Anastasia Steele. Lo necesito lo antes posible.
—Si Señor—. Y cuelgo. Ahora a esperar. Yo no soy de esos que espera. La
verdad es que creo que debería darme a mí mismo unos días, y así ver si
aún la deseo entonces. Ella es tan joven, luce demasiado inexperta. Pero
sería tan divertido poder enseñarle.
Odio esperar.
Un par de días después recibo un detallado pero nada descriptivo record
de antecedentes. Tiene 21 años, trabaja medio tiempo en una ferretería,
posee un índice académico de 4.0. Pero no dice nada sobre sus relaciones
en el pasado, o presente. A pesar de que hace ya unos días desde la
entrevista, no puedo sacármela de la cabeza. Tengo que descubrir de qué
se trata esto. Llamo a mi asistente.
—Andrea, resérvame en algún lugar en Portland, para mañana.
—Sí señor.
De verdad odio esperar, yo no soy del tipo que espera. Estoy enloqueciendo
justo ahora, pero tengo que verla. Nunca antes había seguido a una mujer.
Es mi primera vez. Ni si quiera sé cuál es su orientación sexual. Al menos
su respuesta a mis encantos parecía positiva.
¿Y qué tal si no es soltera?
Mierda, el pensamiento acaba de ocurrírseme. Solo hay una manera de
averiguarlo. Si no lo está, entonces volveré y me olvidare de esta idiota
aventura. Pero justo ahora, estoy volviéndome loco e impaciente por saber
de ella. No puedo sacarme ese mordisqueo de su labio inferior de mi mente
como si fuera un adolescente sobre excitado.
Mañana, la veré nuevamente mañana.
Traducido y Corregido por Jesica
e encuentro a mí mismo como un idiota adolecente de pie frente
a la ferretería Clayton. Ella trabaja el día de hoy. Tomo un
respiro profundo y la localizo en aproximadamente treinta
segundos. Se encuentra en la registradora mirando a la
pantalla de la computadora, evidentemente concentrada en una
tarea, mientras come un bagel.
A veces remueve los restos de la comisura de sus labios con su lengua,
otras con su dedo medio. Repentinamente me siento con el lujurioso deseo
de ir y chupar los restos de comida de sus labios. Se ve tan adorable como
la recuerdo, de hecho en pantalones de mezclilla y su camiseta se ve
mucho, mucho mejor.
Al subir la mirada dejando atrás su tarea, su respiración se acelera. Esto
me hace sonreír, me alegra ver que puedo afectarla de esa manera. Eso
significa que no es lesbiana. Puedo ver la sorpresa en su rostro y sus ojos
azules dilatarse.
—Srta. Steele, que agradable sorpresa el verla aquí.
Ella observa mi vestimenta, mi camiseta, mis botas de escalar, sus ojos se
detienen un poco más de lo necesario en mis pantalones de mezclilla. Eso
me complace.
—Sr. Grey— ella logra respirar diciendo mi nombre casi en tono de
pregunta.
—Estaba en el área. La verdad necesito reponer algunas cosas— digo en
forma de explicación. Y ella una vez más está mordiendo su labio inferior y
sonrojándose.
—Por su puesto Sr. Grey— tartamudea primero, y luego poniendo su
sonrisa de empleada me pregunta — ¿en qué puedo ayudarlo?
—Necesito cables— digo sonriente. Mientras mi mirada se oscurece solo
puedo pensar ‘lo que podría hacerte con ellos’. Su sonrojo aparece una vez
más mientras me dirige hacia los cables. Luego me ayuda a conseguir
cinta pegante y soga.
Es curioso que me pregunte si estoy redecorando. Mi sonrisa secreta sale a
relucir. No bebe yo no redecoro. Tengo personas que hacen eso. Estos
son para un distinto tipo de proyectos de HUM
, los cuales probablemente
nunca has probado. ¡Pero qué divertido será enseñarte!
Ella se sonroja bajo mi mirada otra vez. Ella esta tan afectada por mí,
como yo lo estoy por ella. Debo preguntarle algo para mantenerla
interesada.
— ¿Por cuánto tiempo has trabajado aquí? — aunque por su puesto ya se
la respuesta a mi pregunta. Cuatro años por medio tiempo. Su respuesta
es afirmativa, sus ojos mirando hacia el suelo con aquella timidez que
había visto antes. Al momento me muestra dos tipos de cinta pegante y
opto por la más ancha.
— ¿Se le ofrece algo más Sr. Grey? — me pregunta con voz ronca y
entrecortada. Si en definitiva mi presencia le afecta.

HUM: Hágalo Usted Mismo o sus siglas en ingles DIY, que significan Do It Yourself.
Y ahí estoy yo respondiéndole con el mismo tono de voz que ella había
usado. Al verla cortar la soga con la eficiencia de una niña exploradora, le
pregunto si alguna vez lo fue de niña mirándola con intensidad. Su
respuesta inicial es sonrojarse otra vez y luego estruja sus manos
nerviosamente mirando hacia abajo, y luego responde.
—No Sr. Grey, las actividades organizadas en grupos no son lo mío. No me
gustan ese tipo de cosas— unos segundos más tarde se atreve a espiarme
a través de sus largas pestañas. Es algo frustrante el tratar de descifrarla.
Así que pregunto.
— ¿Y qué exactamente es lo que te gusta Anastasia? — me dirijo a ella con
una voz baja y ella jadea suavemente. A decir verdad creo saber la
respuesta, y apuesto a que son los libros.
—Libros— murmura ella, pero su mirada dice algo más junto con su
sonrojo. ¿Me atreveré a decir: Broten y Jane Austen?
— ¿Qué tipo de libros? — Pregunto interesado, pero ya se la respuesta.
—Los clásicos británicos, lo usual— vuelve a murmurar. Pienso que ella es
de esas chicas, corazones y flores. ¿Es esto para mí? Yo no soy de los que
hacen flores y corazones. Froto mi barbilla contemplando su respuesta.
Pero si funciona, podríamos tener tanta diversión juntos. Me encantaría
tratar. Ella cambia el curso de la conversación volviendo a su fachada de
empleada.
— ¿Necesita algo más Sr. Grey?
Lo que necesito es que ella tenga el deseo de hablarme. Me siento seducido
por ella. No puedo quitarle los ojos de encima; todo lo que hace, como se
muerde el labio inferior, como retuerce sus dedos al estar nerviosa,
haciéndome desear tomarla y atarle ambas manos y capturar su labio en
el mío y enseñarle a esa boca sabelotodo algunas lecciones.
Entonces escuchamos a un tipo llamarla. — ¡ANA! — Un tipo bien vestido
se acerca con confianza, lógicamente la conoce. ¿Sera este su novio?,
siento un repentino escalofrío, y por poco siento el deseo de golpear a ese
tipo hasta la madre. ¿Quién demonios es él?, ella se excusa para mi
beneficio y va donde él. Yo estrecho mis ojos. Quizás fue un error el venir
aquí. El la abraza, y posiciona su brazo posesivamente sobre su hombro,
pero ella no es recíproca. Yo lo observo glacialmente. Quizás no están
involucrados. Ella trae a ese maldito con ella, donde yo la espero de pie.
—Sr. Grey este es Paul. Su hermano es el dueño de este lugar. Lo conozco
desde hace un tiempo; pero raras veces se le ve por aquí ya que Paul
estudia Administración de negocios en Princeton
— dice ella con ojos
expectantes. Lentamente dejo salir un respiro de alivio. El maldito no es el
novio, solo es el hermano de su jefe. Mientras nos medimos el uno al otro
silentemente, Anastasia añade —Paul, este es Christian Grey—. Le tomo
un segundo darse cuenta de quién soy, y puedo ver que su hostilidad
cambia a una actitud de reverencia y admiración. Si maldito, ¡ahora
suéltala, y arrástrate de nuevo al hoyo del que saliste!, el me pregunta si
necesito algo.
—Anastasia ha sido bastante servicial— digo entrecerrando los ojos
fríamente, haciéndole entender que prefiero que se marche. Finalmente el
entiende el punto y se marcha. No sé porque he sentido este arrebato de
celos. No estoy familiarizado con esta emoción, y me parece bastante
perturbadora.
¿Por qué sentí celos, como si ella fuese mi propiedad? Ella no me
pertenece. Sin embargo… Me gustaría que fuera algo mío.
— ¿Existe algo más que pueda ayudarle a encontrar Sr. Grey? — pregunta
ella nerviosamente y yo ignoro su pregunta.
— ¿Cómo va el articulo Anastasia? — pregunto mientras ella luce
sorprendida, haciendo contacto visual conmigo, no quiero irme aun, quiero
que ella sienta la necesidad de hablarme sobre sí misma.

Princeton: La Universidad de Princeton, localizada en Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos es una de
las ocho universidades de la Ivy League. Reconocida como una de las más prestigiosas universidades del
mundo, la universidad fue trasladada a Princeton en 1756, manteniendo el nombre original.
—Oh, Kate… es decir, la Srta. Kavanagh, mi compañera de piso está
escribiéndolo. La verdad se encuentra devastada de que no pudo
entrevistarle ella misma. Tiene el deseo de tener algunas fotos de usted
también.
Esta información me sorprende y me da cierta esperanza de que quizás
pueda encontrar la manera de ver a Anastasia nuevamente. Ella puede ver
el brillo en mis ojos.
— ¿En serio? — pregunto. —Quizás mañana pueda estar disponible, me
estoy quedando en la ciudad—. Pesco mi tarjeta de negocios de mi billetera
y se la entrego mientras nuestras manos se tocan brevemente haciéndose
presente el mismo choque eléctrico, haciéndome jadear y mis ojos
oscurecerse. Tengo el mismo efecto sobre ella. —Debes llamarme antes de
las 10 de la mañana.
Puedo notarla agradablemente sorprendida y me concede una enorme
sonrisa que hace brillar aún más sus ya de por si prominentes ojos azules,
llevándolos a otro nivel. Me quita el aliento. La verdad es que ella posee
una hermosa sonrisa.
—Sí, lo haremos. Kate estará tan feliz— dice extasiada.
Pago por mi compra mientras ella mantiene la mirada gacha, y yo aquí
muriendo por que vuelva a mirarme.
¿Por qué estoy comportándome como un adolecente?
Su simple toque moviéndome todo por dentro. Finalmente vuelve a
mirarme al momento en que le paso mi tarjeta de crédito Amex. Nuestras
miradas se interceptan. Una vez he terminado, tomo mis compras y giro
sobre mis talones antes de salir.
—Oh Anastasia, me alegra que fueras tu quien me entrevisto, y no tu
compañera.
Deseo que sepa que me interesa, y puedo sentir como el aire se escapa de
su cuerpo, ella siente lo mismo que yo. Le agrado. Al dejar la tienda tengo
un renovado propósito. Esto funcionara.
Taylor espera por mí en el estacionamiento.
—Vámonos— digo. El me conduce hasta el Hotel Heathman. Me dirijo a mi
Suite, coloco mis compras sobre una silla y me ocupo con trabajo,
esperanzado de que llamara. Si no, me iré mañana mismo abandonando
esta casería. Espero que llame. Voy a ejercitarme para gastar mi exceso de
energía. Su sonrisa tímida permanece latente en mi retina. Necesito
relajarme, me ejército durante horas. Regreso a mi habitación en el hotel
para ducharme. Anastasia y sus labios siguen en mi mente.
Si no llama, ¿Qué otra oportunidad para encontrarnos puedo arreglar? Mi
mente trabaja sobre planes de repuesto. Nunca pierdo cuando me
dispongo una misión. Pero si ella tan solo lo deseara. Ella es tan joven
para lo que tengo en mente para ella. Luce tan inexperta. ¿Por qué no me
ha llamado aun? ¡Maldición!
Decido responder algunos correos electrónicos cuando mi teléfono suena.
No reconozco el numero ¿Quién diablos será? Estoy de muy mal humor,
así que respondo de manera cortante:
—Grey.
Una tímida, nerviosa y jadeante voz me responde.
—Ummm, ¿Sr. Grey? Le habla Anastasia Steele— mi corazón se detiene
por un segundo, y luego palpita cada vez más rápido mientras yo me
encuentro respondiendo con una voz ronca pero con un tono suave.
—Srta. Steele, que agradable escucharla— por poco llego a pensar que no
llamaría. Me siento aliviado. Puedo escuchar su respiración acelerarse. Me
siento entusiasmado de tener ese efecto en ella. Estoy sonriendo como un
idiota.
Le digo que estoy hospedándome en el Heathman en Portland, así que
decidimos hacer la toma de fotos a las nueve treinta de la mañana.
Cuando ella responde—: De acuerdo, ahí lo veremos— toda agitada y
excitada, siento mis ojos oscurecerse, no puedo esperar hasta mañana.
—Lo espero con ansias Srta. Steele— digo con tono altamente seductor. Mi
subconsciente dice “¡tú eres mía!”.
La espera a la mañana siguiente está cubierta de sueños eróticos en los
que Anastasia usa medias de seda y se encuentra esposada con sus ojos
azules expectantes.
—Anastasia— murmuro su nombre como una súplica en mis labios.
—Christian—. Ella respira, su voz es suficiente como para deshonrarme
como hombre. Despierto todo sudoroso con su nombre en mis labios.
Pongo mis brazos sobre mis ojos, y entonces remuevo este sentimiento de
intranquilidad mirando hacia el techo.
¿Pudiera cualquier otro nombre tener el mismo efecto en mi?, algo como
Janet o Marie o Angie… no lo creo. Anastasia. El nombre es una caricia en
mis labios, es mágico y vivo. Me siento atraído, embrujado en su hechizo.
Al despertar vuelvo al gimnasio para matar el tiempo. Luego de mi
entrenamiento, tomo una larga ducha, me coloco una camiseta de cuello
abierto blanca, y mis pantalones de marca en franela de color gris,
colgando en la parte baja de mis caderas. Como mi desayuno rápidamente
y dejo a mi cabello acomodarse a su propio gusto, dejándolo mojado.
Ella me llama, dejándome saber que están ocupando otra suite del hotel
para la sección fotográfica. Taylor me espera en la puerta.
La busco con la mirada tan pronto y como entro a la Suite. Allí está de
pie, con unos pantalones de mezclilla de corte bajo abrazando sus curvas
bien apretadas y una camiseta blanca que muestra su figura de manera
hermosa. Siento su respiración acelerarse cuando su mirada captura la
mía, y noto sus ojos observándome discretamente.
—Srta. Steele, nos encontramos otra vez— digo extendiendo la mano para
recibir su pequeña y pálida mano. Con su toque siento palpitante el mismo
choque de electricidad entre los dos, y sé que ella puede sentirlo también,
ya que sus parpadeos se vuelven más y más rápidos. De inmediato se
sonroja acompañando a eso su respiración errática. Retira su mano
demasiado rápido para mi gusto e introduce a su amiga, quien como era
de esperarse, no se inmuta, es segura de sí misma y dominante, como yo.
—La tenaz Srta. Kavanagh. ¿Cómo le va? — digo y le agradezco a mi
estrella en mi cabeza, de que fuese Anastasia quien viniera y no ella. Es lo
suficientemente bella pero no me gusta ni un poco.
Entonces Anastasia introduce al fotógrafo diciendo —este es José
Rodríguez, nuestro fotógrafo—. Ella le sonríe de manera amorosa y el
responde a su sonrisa de igual manera pero añadiendo posesividad en sus
ojos. Siento la ira construyéndose dentro de mí. ¿Este maldito es su novio?
—Sr. Grey— el maldito asiente.
—Sr. Rodríguez— digo glacialmente. Tomo asiento en la butaca para la
sección mientras me mantengo mirando a Anastasia. Necesito saber si
alguno de estos dos malditos que he conocido en estos últimos dos días es
su novio. Ambos fueron posesivos con ella. Luego de 30 minutos hemos
terminado. Sucede un pequeño intercambio de formalidades y
agradecimientos, sobre todo entre Kavanagh y yo, cuando finalmente me
giro a Anastasia preguntando — ¿caminaría conmigo Srta. Steele?
—Claro— responde ella ansiosa mientras su amiga nos observa
sospechosa y el maldito fotógrafo tiene el ceño fruncido. La palabra Novio,
retumba en mi cabeza. Necesito saber, yo no soy de esos que comparte.
Ella tiene que ser mía.
Abro la puerta para permitirle salir. — ¿Me acompañarías a un café esta
mañana? — mantengo lo expectante que estoy lejos de mi mirada, pero
puedo sentir su pulso acelerarse y veo su cara colorearse de un delicioso
rosa pálido. Si bebé esto es una cita.
Ella me dice desilusionada, que debe conducir a los demás a casa. ¡Oh yo
te cubro bebé!
— ¡TAYLOR!
—Por favor, lleva a la Srta. Kavanagh, el fotógrafo y su asistente con todo
su equipo a donde necesiten ir— entonces me giro hacia ella y digo —lo
vez, todo resuelto.
—Oh, Taylor no tiene por qué hacer eso Sr. Grey, yo, puedo cambiar de
vehículo con Kate— ella regresa a la suite; sostiene una pequeña discusión
con su amiga y regresa.
—Ok, vamos por el café— dice sonrojándose rojo escarlata. Ese color en
ella me hace sonreír como el Gato Cheshire
. Hacemos pequeña charla en
nuestro camino al elevador. Presiono el botón para llamarlo y cuando las
puertas se abren una pareja que había estado besándose, se separa de un
salto mirando a cualquier lado excepto uno al otro.
¿Qué será lo que tienen los ascensores?
Anastasia esta sonrojada y avergonzada. Yo mantengo mi mirada en
Anastasia, observando el adorable color rojizo que sube por sus mejillas
una vez más, a duras penas logro conseguir ocultar mi sonrisa.

Gato Cheshire: es el gato purpura y sonriente del cuento infantil Alicia en el país de las Maravillas.
Cuando finalmente el elevador suena indicando que llegamos al primer
piso, tomo a Anastasia de la mano, y camino fuera del elevador. Podemos
escuchar a la pareja detrás de nosotros reírse como chiquillos al
escucharme murmurar… — ¿Qué será lo que tienen los elevadores?
Cruzamos la calle a una cafetería tomados de las manos y la corriente
eléctrica volviéndose una constante en nuestros dedos.
—Te English Breakfast, la bolsa hacia afuera— dice sorprendiéndome.
Entonces nada de café… luciendo avergonzada, ella me indica que no es
una de esas personas que aman el café. Cuando voy por las bebidas y algo
de comer, la sorprendo observándome subrepticiamente con una que otra
ocasional mordida de su labio inferior. Cuando regreso a la mesa, me
encuentro con su mirada gacha, mientras parece haber encontrado algo
sumamente interesante en sus nudillos mientras se sonroja. Me
encantaría saber si está sonrojándose por causa mía.
— ¿Un centavo por tus pensamientos? — pregunto.
Ahora su sonrojo es de un color más intenso que el de la bandera China.
¡Dios! ¡Lo que me gustaría hacerte para que me digas lo que piensas!
Coloco la bandeja sobre la mesa que ella eligió, y estiro las piernas al
sentarme en el lado opuesto a ella, para observar ese hermoso y tímido
rostro. Una vez más la coacciono para que hable:
— ¿En qué piensas?
Ella permanece un misterio. —Este es mi te favorito me gusta negro y
suave— al decir eso, yo decido ir directo al grano y sacarme a mismo de la
miseria en la que ella me ha colocado porque la verdad no puedo
aguantarlo más.
—Ya veo—. Digo — ¿es ese tu novio, el fotógrafo José Rodríguez?
—No— ella suelta las palabras rápidamente —es solo un muy buen amigo.
Más bien es como parte de la familia en realidad.
—Ya veo— digo cortando sus palabras. — ¿Y qué tal el chico de la tienda?
— Si este soy yo yendo directo al punto.
—No, no lo es, te lo dije ayer— me responde al momento que doy un
extraño jadeo de alivio.
— ¿Por qué preguntas? — me cuestiona ella.
—Te pones nerviosa alrededor de los hombres— hago esa observación y
ella vuelve a mirar los nudillos de sus puños mientras se sonroja.
—La verdad te considero intimidante— me confiesa, pero me doy cuenta de
que fue algo que dijo sin pensarlo puesto que al notar lo que había dicho,
su sonrojo se intensifica llegándole hasta la coronilla mientras yo tomo un
profundo suspiro. Mi presencia si le afecta, el solo pensarlo me complace y
no puedo evitar la sonrisa que se dibuja en mi rostro.
—Yo soy intimidante, pero por favor no mires hacia abajo, me gusta ver tu
cara— digo, y besar esa boca junto a ese labio que has estado
mordiendo. Su mirada vuelve a mí.
—Quiero saber que estás pensando, eres misteriosa Anastasia.
Ella luce nerviosa.
Puedo notar que cada vez que se sonroja está pensando en algo, pero no sé
exactamente en qué. Me pregunta si siempre hago ese tipo de
observaciones personales. No sabía que lo hacía. Además, ¿no estaba ella
haciendo observaciones sobre mí la semana pasada? Y entonces me
sorprende diciendo que tengo poco tacto cuando quiero algo. ¡No sabes
cuan estas en lo cierto bebé!
—Yo siempre obtengo lo que quiero Anastasia— le digo—. En todas las
cosas.
Quiero saber más de ella, y preguntarle sobre su familia. Ella hace lo
mismo y me pregunta sobre la mía. Pero a decir verdad me siento más
inclinado a saber sobre ella. Pero no me da tanta información como deseo.
Le digo sobre mi hermana Mía, quien vive en Paris.
—He escuchado que Paris es adorable— dice con un aire soñador. Le digo
que en realidad es hermoso y le pregunto si jamás ha estado allí. Pero ella
jamás ha salido del país.
Al preguntarle si le gustaría ir, su cara se ilumina diciendo —a Paris, por
su puesto. Pero es a Inglaterra donde realmente me gustaría visitar—.
Apuesto a que puedo adivinar la razón. Mi dedo medio vuelve a tocar mi
labio mientras la miro contemplativo y ella luce como si apenas pudiera
contener la aceleración de su respiración.
— ¿Por qué? — le pregunto.
—Austen, Bronte, Shakespeare, Hardy. Quisiera conocer los lugares que
inspiraron a mis autores favoritos— dice sin siquiera pestañar.
Corazones y flores, justo como lo sospeche. Ella mira a su reloj,
probablemente desea irse a estudiar para sus exámenes finales. Le ofrezco
encaminarla hasta el auto de la Srta. Kavanagh. Ella me agradece el té,
pero por supuesto el placer ha sido todo mío, así que sonrío. Le ofrezco mi
mano y ella automáticamente la toma y en menos de un segundo ahí está,
esa corriente eléctrica que es una constante entre nuestras pieles. Ambos
caminamos tomados de la mano hacia el hotel, perdidos en nuestros
pensamientos. Amo la manera en la que luce su trasero con esos
pantalones, y sin pensarlo le pregunto — ¿siempre usas pantalones de
jeans?
—Mayormente— me responde confundida. Le sienta bien, muy pero muy
bien. Cuando nos dirigimos al estacionamiento de la nada me pregunta —
¿tienes novia? — toda sonrojada, la razón creo es que tuvo que reunir el
valor para hacerme esa pregunta en voz alta. Le dedico media sonrisa.
—No Anastasia, yo no hago eso de tener novias— le respondo
suavemente.
Ella luce confundida, por su puesto. El destello de un pensamiento pasa
por su cara sin palabras. Posee una expresión de decepción en su cara y
trata de soltar mi mano, caminando por delante y tropezando para caer de
cabeza a la calle.
Me encuentro gritando—: ¡Mierda, Ana! — mientras la salvo de un tirón a
su mano, de que un descuidado ciclista la arroyara ajustándola a mi
cuerpo lo más posible.
La siento inhalar mi olor, mientras yo igualmente tomo una bocanada de
su olor suave y femenino emanando de su cabello y piel. Cierro los ojos un
momento susurrando en su oído.
— ¿Estás bien? — Mientras la sujeto por la parte baja de su espalda con
una mano, tratando de asegurarme de que está bien y no tiene arañazos
en la cara con la otra. Rozo su labio inferior con mi pulgar y siento como
un escalofrío recorre mi cuerpo. Su aliento se detiene. Cerramos miradas,
y ella me observa con tal intensidad, su cuerpo y mirada solo gritan
"bésame".
Ella es adorable, y yo me encuentro luchando con mi autocontrol y la
urgencia de acercarnos esa última pulgada que nos separa y besarla.
Cierro mis ojos brevemente y al abrirlos, estoy determinado. Ella es
demasiado joven, inocente, demasiado adorable. Ella no pertenece a mi
mundo.
—Deberías mantenerte alejada de mi Anastasia, yo no soy el tipo de
hombre para ti— susurro. Su cara cambia por una llena de desolación,
como si le hubiesen golpeado con fuerza. Es mejor que sienta que la
rechazo a que luego la hiera de alguna manera peor.
—Anastasia respira, te soltare ahora ¿está bien? Te dejare ponerte de pie y
caminar— su cara está llena de decepción y dolor.
La veo abrir sus ojos azules tan ampliamente como sus ojos le permiten
para no dejar que las lágrimas que se forman haciendo brillar sus ojos no
rueden por sus mejillas.
—Lo tengo— es su respuesta —Gracias Sr. Grey.
— ¿Por qué?
—Por salvarme— me responde casi en llanto.
Estoy furioso con el imbécil que casi la arroya. —Fue culpa de ese idiota,
no tuya ¿Quieres que te acompañe al vestíbulo del hotel y tome asiento
contigo?
—Estoy bien— dice con voz quebradiza. —Gracias por la sección
fotográfica— continua como si se tratara de un último esfuerzo de su
parte para no llorar. Tengo un debate interno con ciertas emociones
desconocidas. Por poco le concedo una explicación, de que soy un tipo
jodido, y lo que obtendría de mi la haría infeliz. Ella es del tipo de chica
que espera corazones y flores, y las 50 sombras del jodido Christian Grey
que soy, no hacen eso.
—Anastasia… yo…— entonces me detengo con esa batalla interna en mí,
deseándola, pero no queriendo lastimarla. Estoy dividido. No puedo
aguantar el dolor en su rostro.
— ¿Qué Christian? — me suelta, mi nombre suena a una súplica en su
lengua. No, no puedo hacerle esto a ella. Tomo un pequeño respiro y le
digo.
—Buena suerte en tus exámenes— confundiéndola.
—Gracias— me responde casi en llanto y camina en dirección opuesta,
alejándose de mí. La última cosa que la veo hacer es limpiarse la cara
del mar de lágrimas que rueda por sus delicadas facciones.
Mentalmente me pateo a mí mismo.
¡Mierda, Mierda, Mierda!
Me regreso al hotel. Necesito golpear algo, alguien, algo… estoy lleno de
estas extrañas emociones que no conozco. No puedo sacarla de mi mente.
La mirada, el dolor… ¡Maldición! Todo es mi culpa… Yo no hago eso de
tener novias, y ella no es el tipo de chica que quiere lo mismo que yo.
Estoy en un maldito acertijo y tengo un deseo desconocido, algo que me
tira hacia ella, y yo no quiero hacerle daño. Ella va a salir lastimada. Es
muy inocente. ¡No va a funcionar con ella! La batalla en mis cabeza me
hace sentir colérico.
¿Cómo voy a saber que no funcionará si no lo intento?
A la mierda esto. Me daré a mí mismo un día más. Veré si puedo encontrar
una solución a esto en mi cabeza. Maldición, llamare a Claude Bastille,
para que traiga su trasero a Portland. Necesito un entrenamiento serio.
Mañana, esperare a mañana.
Traducido y Corregido por Jesica
o puedo sacar su rostro de mi mente. Esa mirada
aplastante que tenía, y el corazón roto que podía verse
en su semblante como si hubiese perdido un familiar.
No me agrada lo que le dije. Pero es por su propio bien.
Ella es demasiado inocente. Demasiado dulce. Se
merece mucho más de lo que yo puedo ofrecerle. Pero
hay algo en su presencia que me atrae hacia ella. Me siento destruido por
dentro con este tornado de emociones. Simplemente no puedo introducirla
mi mundo oscuro. Ella se merece algo mejor; necesita a alguien que mueva
su mundo y le de corazones y flores, lo cual claramente es lo que ella
desea. Pero entonces la idea de alguien más tocándola
me mata por dentro.
Odio este sentimiento tan extraño que me consume por dentro, pegándose
a mi alma. Odio estar de esta manera. Soy cortante con todo el mundo, a
tal forma que hasta Taylor quien generalmente tiene su cara de Póquer,
luce incómodo. Estoy en el borde de perder el juicio.
Ha pasado casi una maldita semana. Y yo me mantengo vigilándola en la
distancia como un adolecente. Su rutina es ir a la universidad y luego al
trabajo, mientras yo consigo a duras penas manejar mi mundo de negocios
desde el hotel Heathman en Portland.
Puedo dirigir mi compañía desde aquí hasta que complete mi
responsabilidad en la ceremonia de graduación en WSU, donde se supone
debo participar en la entrega de diplomas de todos los graduandos.
Incluyéndola a ella… Anastasia.
¿Por qué no puedo sacarla de mi mente? ¿Qué acaso soy un maldito
adolecente? Diversión… necesito algo de diversión. Pero nada llama mi
atención, excepto ella. Es como si su cuerpo me llamara, su espíritu, su
sangre, su ser. No puedo escapar de este maldito sentimiento.
Tengo que hacer algo que le demuestre que estoy interesado en ella. Pero
aun así siento la necesidad de advertirle. Según me dijo, le gustan los
clásicos Británicos, fue específica al mencionar a Hardy. Decido enviarle:
Tess la de los D’Urbervilles, primera edición con una nota. Estoy seguro
que ya lo ha leído. Quiero que mantenga su distancia, pero no la quiero
lejos. Solo quiero darle una advertencia. Si me rechaza, finalmente creo
que quizás podría seguir adelante… quizás…
Le escribo una nota a mano:
¿Por qué no me dijiste que había peligro?
¿Por qué no me advertiste?
Las mujeres saben de qué cuidarse, porque leen novelas que le
hablan de estos trucos.
Ordeno la primera edición del libro y la hago enviar a su casa con mi nota
de advertencia, esperando que ella entienda, que ante todo le deje saber
del peligro que represento, pero una parte de mí, espera fuertemente que
no se intimide por la advertencia.
Nunca antes había deseado tanto a alguien, nada si quiera cercano a esto,
y la verdad puedo decir que he tenido bastantes mujeres. Me digo a mi
mismo que pudiera elegir cualquier mujer que desee, casi cualquier mujer,
pero no, yo no quiero a cualquier mujer, ¡la quiero a ella!
Quizás si puedo aguantar esto hasta su graduación y verla en ese
momento, quizás entonces pueda declararle mis deseos. ¡Maldita sea estoy
perdiendo mis cabales!
Ella me ha hechizado en mente y cuerpo, y no quiero estar lejos de ella.
Es viernes por la noche y mi hermano me acompaña para la cena en mi
habitación de hotel. Elliot trajo algunas ropas para mí, dadas las
circunstancias, en primera instancia no había planificado quedarme por
tanto tiempo. Mi teléfono suena. Miro el identificador de llamadas y es ella.
¡Es Anastasia! Contesto el teléfono en el segundo timbre casi sin aliento,
sorprendido pero suavemente pregunto—: ¿Anastasia?
La verdad ella no suena muy bien que digamos. ¿Estará enferma?
Inmediatamente me encuentro alerta y atento a su voz. Su voz se
derrumba.
—Grey…— suena como apagada… — ¿Por qué tu… (Hipo) me enviaste los
libros?
Inmediatamente estoy preocupado. Mi ánimo cambia a un modo protector,
porque ella no se encuentra bien. Definitivamente algo malo está
sucediéndole.
— ¿Anastasia estas bien? Suenas apagada, extraña…
Sin más se ríe de manera derrumbada otra vez. —Grey, tu eres el extraño,
no yo.
Definitivamente ¡Esta ebria!
—Anastasia ¿Has estado tomando? — le pregunto incrédulo.
—Ese no es asunto tuyo, ¿Por qué debería de… de imp… imp…— la siento
batallando para completar su oración… —…Importarte?
—Solo me causa curiosidad. Dime ¿Dónde estás?
Se ríe, en realidad está riéndose. — ¡En un bar! — dice como si fuera lo
más obvio del mundo.
— ¿En cuál?
—Uh umm… es un bar en Portland.
— ¿Cómo volverás a casa Anastasia?
—No lo sé— escucho un hipo otra vez —encontrare la manera.
— ¿En cuál bar estas Anastasia?
— ¿Por qué diablos me enviaste los libros de Tess de los D… Durb… D’
Urbervilles Christian?
—Anastasia…— digo tan calmado como mi ira que ha subido a punto de
ebullición, me lo permite. — ¡Dime donde estas! — Mi calma plagada de
enojo.
—Eres tan mandón, un hombre, persona controlador…
— ¿Dónde demonios estas Ana?, Dios me ayude te encontrare de una
manera u otra.
—Oh muy lejos de donde… donde… donde tu estas. Si lejos de Seattle.
—Ana por favor, ¿Dónde estás?
— ¡Buenas noches Christian! — ¡y así sin más me colgó! ¡Me colgó a mí!
— ¡TAYLOR! — grito. Mi hermano parece divertirse. Nunca antes me había
visto seguir a una mujer, por lo tanto todo esto es un espectáculo para sus
ojos.
— ¿Si señor? — pregunta al entrar a la habitación.
—Necesito que localices la ubicación del teléfono celular de Anastasia
Steele, ¡Ahora!
—Señor.
Taylor tiene para sí mismo un pequeño centro de comandos instalado aquí
con capacidad para comunicarse en el espacio, encontrar a la Srta. Steele
es tarea fácil. Unos minutos más tarde tengo la localización en mis manos.
Elliot abre la boca para decir algo, pero lo detengo con un gesto de mi
mano. El sonríe sosteniendo sus manos hacia arriba en señal de derrota.
— ¡Taylor! ¡Vámonos! — digo al momento que Elliot también toma su
chaqueta, viniendo con nosotros. Lo miro de manera directa y cortante. Y
él responde con una sonrisa….
— ¡Oye hermano! ¡Siempre pensé que eras gay! ¡Esto tengo que verlo! —
Aprieto mis dientes pero lo dejo venir con nosotros.
Nos apresuramos conduciendo durante la noche, desde el hotel hasta el
bar. Llamo nuevamente a Anastasia con satisfacción a medida que
aceleramos la velocidad.
— ¿Hola? — responde ella algo asustada. Así es, debes estar asustada.
— ¡Voy por ti! — Es todo lo que digo antes de colgar.
El bar no se encuentra muy lejos así que diez minutos después de que le
llamara a Anastasia, estamos allí. La encuentro rápidamente frente al bar
donde el fotógrafo trata de hacer su movida con ella y ella trata sin
muchos resultados de alejarlo. Quiero golpearlo hasta sacarle la mierda a
ese maldito. Elliot está conmigo.
—Ve por su compañera de habitación, es una linda rubia y responde al
nombre de Kate Kavanagh.
— ¿Linda y rubia? ¡Será un placer! Sonríe él y sinuosamente entra al bar.
— ¡Creo que la señorita dijo que No! — Digo con veneno en mis palabras
apretando los dientes, mientras salgo de la oscuridad. Está tomando todo
mi autocontrol el no saltar sobre él y golpearlo hasta la muerte. En ese
momento el la suelta.
—Grey— dice él cómo probándome.
Como si fuese algo planeado, en ese mismo momento, Anastasia se inclina
y expulsa todos los contenidos de su estómago sobre el concreto del patio,
salpicando al maldito quien salta hacia atrás diciendo alguna cosa rara en
Español. Ella apenas parece estar en condiciones de ponerse de pie. Me
apresuro a sostenerla desde su cabeza, sosteniendo su cabello hacia atrás.
La atraigo hacia las flores donde las salpicaduras son menores, además de
que la oscuridad oculta un poco más el hecho de que sigue vomitando.
—Si vas a vomitar, hazlo aquí— le digo. Ella continua vomitando por un
tiempo y aun cuando todo el contenido de su estómago parece haber sido
expulsado, se le nota mal. Le alcanzo mi pañuelo. Ella lo toma
avergonzada, mientras que su maldito atacante, está parado junto a la
puerta como un gato que ha derramado toda su leche. Él le murmura que
la vera dentro y se marcha. ¡Se marcha! ¿Qué clase de amigo, primero
trata de sobrepasarse con su amiga, y luego la deja al cuidado de un
completo extraño? Ana está muy mal, pero encuentra la manera de
disculparse. — Discúlpame.
— ¿Por qué te disculpas Anastasia? — le pregunto. Mejor será que esto sea
bueno.
— Oh, ¿quieres la lista? La llamada telefónica, vomitar, pero más que nada
la llamada— ella luce como si hubiese recibido una lección mientras tiene
la mirada gacha concentrándola en sus manos.
—Todos hemos pasado por esto, en un momento u otro, quizás no tan mal
como tú— al decirle eso, ella me mira como si la hubiese abofeteado. Pero
sigo insistiendo. — ¿Es hábito tuyo el presionar tus límites de esta
manera? No me mal entiendas, a mí me encanta presionar límites, solo
que no esta clase de límites.
Ella está enojada ahora y desafiante.
—Nunca antes me había embriagado, y…— sosteniendo su cabeza
tratando de mantener el equilibro, añade —y no tengo intenciones de
hacerlo una vez más—. Al verla tambalearse, la sostengo hacia mi pecho
en peligro de sus vómitos.
—Ven te llevare a casa— le digo.
— ¿Cómo me encontraste? — pregunta ella petulantemente.
—Rastree tu teléfono.
En ese momento me mira con una expresión que indica no solo su
confusión, pero también cierta diversión al mismo tiempo.
—Debo ir por mi bolso y mi chaqueta—. Anuncia ella, además quiere
decirle a su compañera que se marchara. Le digo que mi hermano Elliot
está adentro bailando con Kate. Esto la sorprende, pero de todas maneras
quiere entrar. La apresuro a entrar al bar, pero no quiero que se enferme
más de lo que está. Así que la llevo a la barra, pido un trago para mí y un
gran vaso de agua helada para ella. La hago tomarla, tomarla toda. Puedo
ver cómo me acusa de ser mandón con la mirada y la verdad, siento que
eso es erótico. Ella me opone resistencia hasta con la mirada. Una vez que
ella ha terminado con su agua, la acerco a mi e inhalo su olor personal, ya
sé lo que es una combinación de vainilla, jabón limpio, y algo así como
espacios al aire libre. De alguna manera, con su aroma personal esto se
vuelve un coctel intoxicante para mis sentidos. Me cuesta trabajo
mantener mis manos lejos de ella. La dirijo hacia la pista de baile
moviéndonos de un lado a otro hasta alcanzar a mi hermano Elliot y a la
compañera de habitación de Anastasia, Kate, quien está como las moscas
sobre la miel con mi hermano, bailando, moviendo su trasero
energéticamente contra él y divirtiéndose.
Ana le dice que la llevare a casa. Ella nos despide agitando su mano y
sonriendo. Mientras trato de ayudar a Ana a salir del bar y con el ruido
ella empieza a balancearse y antes de que me dé cuenta… — ¡Maldición!
Esta de cabeza en el suelo. Esta es la tercera vez. ¿A caso siempre tendré
que estarla recogiendo del suelo? De alguna manera, a pesar de que ella es
bastante desafiante, odio verla caerse y lastimarse. La levanto y la llevo en
mis brazos hasta el Audi. Taylor conduce hasta el hotel. Yo la llevo hasta
mi suite en mis brazos como si se tratara del paquete más delicado y
precioso, como si fuera una niña. Estoy hechizado con esta inocente chica,
tomado completamente. Aquí esta ella en mi cama, y es como si yo no
tuviera ninguna opción, en cuanto a ella se refiere, soy nada contra sus
encantos. Contra esta bella durmiente.
Despido a Taylor diciéndole — ¡Eso es todo Taylor!
—Buenas noches Señor— me contesta y se marcha a su habitación.
Luego de levantar la manta, recuesto a Anastasia en mi cama. La observo
por unos minutos, horas, no lo sé. Simplemente no puedo quitarle los ojos
de encima. Mi respiración se agita ante su aspecto pacifico. Me arrodillo
junto a la cama y desato sus zapatos Converse. Se los quito junto a sus
calcetines. Luego bajo el cierre de sus jeans y al tirar de ellos termino
revelando sus largas piernas con piel perfecta. La cubro con la manta
nuevamente. Tomo asiento en una silla junto a la cama y la observo
dormir en posición fetal respirando lentamente. Esto me concede una
enorme paz, una paz que no había sentido en mucho tiempo. Simplemente
quiero treparme a la cama junto a ella, y sostenerla toda la noche. Nunca
antes había tenido a alguien junto a mí, en mi cama… para dormir al
menos. Esta es la primera vez. Me quito mis pantalones y mi camiseta. Me
coloco una camiseta de algodón para dormir y apago las luces de las
lámparas junto a la cama. Por primera vez en mi vida, duermo
pacíficamente, sin pesadillas de la prostituta drogadicta que era mi madre,
ni de su proxeneta
.
Esta vez sueño con Anastasia.

Proxeneta: Persona que induce a otra a ejercer la prostitución y se beneficia de las ganancias económicas
que se obtienen de esta actividad.
Siendo la persona mañanera que soy, despierto temprano, luego de lo que
para mí fue, la noche de mejor descanso en mi vida, junto a la hermosa
Anastasia. Pudiera observarla por horas, pero necesito ir a entrenar, para
deshacerme de toda esta energía sexual que ella hace fluir de mí. Me
pongo mis pantalones de entrenamiento y dejo un vaso de jugo de naranja
sobre la mesa de noche para darle algo de vitamina C a su sistema, junto a
dos píldoras de Advil
. Entreno bastante duro, el sudor sale a chorros de
mi cuerpo. Luego de lo que pareciera una eternidad, regreso a mi suite y
toco a la puerta de mi habitación antes de entrar, solo para no hacerla
sentir incomoda. Ella esta despierta, sus ojos me observan siguiendo cada
uno de mis movimientos. Al notar las marcas de sudor en mi ropa, su
respiración se acelera, y esa reacción causa un efecto en mí, y siento como
empiezo a endurecerme.
—Buenos días Anastasia— digo — ¿Cómo te sientes?
—Mejor de lo que me merezco— ella susurra tímidamente, entonces me
mira con sus ojos azules y brillantes. Mientras me quito la toalla de mi
cuello ella me observa con intensión en sus ojos y pregunta. — ¿Cómo
llegue aquí?
Voy al borde de la cama y tomo asiento. Estoy lo suficientemente cerca
como para tocarla, pero no lo hago. No quiero decirle que quería observarla
toda la noche, mientras trataba de descifrar si ella es lo que deseo. Así que
opto por la explicación más simple.
—Dado que regaste todas las flores frente al bar, no quería arriesgarme a
que hicieras lo mismo con los asientos de cuero del auto, así que te traje
aquí en lugar de a tu casa, aquí era más cerca— digo pasivamente.
Ella se muerde el labio inferior consiguiendo que mi respiración se acelere.
— ¿Tú me pusiste en la cama?
—Si— le contesto con mi cara de póquer.

Advil: Advil (ibuprofeno) es un medicamento antiinflamatorio no esteroideo (AINE).Funciona reduciendo
las hormonas que causan inflamación y dolor en el cuerpo.
— ¿Y me desvestiste? — dice en un susurro apenas audible mordiendo ese
labio otra vez.
—Si— le respondo mirando directamente a sus labios.
—Y, ¿nosotros… eh? — ella arquea las cejas, sonrojándose aun antes de
poder bajar la mirada.
—No Anastasia, estabas completamente desmayada. No me gusta la
necrofilia
. Prefiero a las mujeres completamente receptivas y consientes—
le respondo secamente.
Su cara se hace más roja al recordar y todo se refleja en su cara. Así es,
¡Soy bastante heterosexual!
—Fue una experiencia bastante interesante el tenerte en mi cama.
— ¿Dormiste junto a mí?
—Es mi cama— digo simplemente. —Es algo que no olvidare en un
tiempo— le dije…por un muy largo tiempo…
Entonces Anastasia me cuestiona sobre lo que ella llama, mis tendencias
de acosador. A pesar de que suena como si quisiera darme una
reprimenda también luce complacida.
—Deberías de estar feliz de que te acosara, porque en lugar de estar aquí,
podrías haber despertado junto al fotógrafo ese, quien estaba presionando
su movida contra ti anoche, de hecho de manera bastante brusca— digo
recordando no muy complacido, la furia que empezó a crecer en mi pecho
contra ese bastardo.
—Suenas como un caballero de la corte real— dice ella. Su inocente
observación me saca de mi línea de pensamiento y me regresa a mis
preocupaciones. No hay nada ligero con respecto a mi bebé. Todo es
oscuro y jodido.

Necrofilia: Es una parafilia caracterizada por una atracción sexual hacia los cadáveres. La palabra proviene
del griego νεκρός (nekros «cadáver» o «muerto») y φιλία (filia; «amor» o «atracción»).
—Anastasia, no existe nada ligero sobre mí— le digo —quizás un caballero
de la noche—. Ella me mira sin poderme creer. Le dedico una sonrisa de
amargura. Es demasiado pronto para hablarle sobre mi alma oscura, o
mejor dicho la falta de alma que tengo. Así que para mí beneficio cambio el
tema de conversación.
— ¿Comiste algo anoche? — le pregunto. Ella responde agitando su cabeza
de manera negativa. Esto no me gusta nada, me siento apaleado.
— ¡Anastasia, por eso vomitaste tan violentamente anoche! ¡Siempre debes
comer, especialmente si tienes intenciones de tomar alcohol!— la miro
exasperado. Ella parece herida pero me responde.
— ¿Continuaras regañándome esta mañana?
— ¿Estoy reganándote?
—Definitivamente sonaste como si así fuera— me responde con aire
petulante.
Bueno, creo que mis palmas están picándome. —Alégrate de que es todo lo
que estoy haciendo, si fueras mía no podrías tomar asiento en ese trasero
tuyo por toda una semana, debido a tu comportamiento de anoche.
— ¿Yo que hice? — me regaña ella a mí. — ¿Qué te pasa de todas
formas?, ¿Quién te pidió que vinieras y te metieras a salvarme?
Su respuesta me hace sentir extrañamente herido, una vez más otro
sentimiento con el que no me encuentro familiarizado.
—Te comportaste muy mal. No comiste, tomaste en exceso, y te
enfermaste, podrías haber sido hasta violada por eso que llamas amigo. Te
pusiste a ti misma en una posición en la que lastimarte sería muy simple.
Una vez más baja su mirada, luce avergonzada. —José es mi amigo, el no
se atrevería a hacerme daño. Quizás el solo se salió de línea porque había
tomado mucho.
— ¡Quizás alguien debería enseñarle algunos modales! — digo apenas
conteniéndome a mí mismo. ¡Quizás yo debería enseñarle una lección que
nunca olvidara! Entonces alza la mirada y nuestras miradas se capturan.
— ¡Eres todo un disciplinario Sr. Grey! — me suelta de repente.
¡Bebé, no tienes idea! Sonrío.
— ¡Oh Ana, si tan solo supieras cuanto! — Mi sonrisa se amplía aún más.
Algunas veces ella mira directamente a través de mí. Me pongo de pie y
camino hacia el baño. —Voy a ducharme ahora, a menos que quieras ir
primero…— le pregunto de manera inquisidora. Ella jadea y contiene la
respiración. Mi cuerpo responde como lo hacen los metales a los imanes.
Camino hacia ella y suavemente tiro de su labio inferior, para que lo libere
de entre sus dientes. Con mi pulgar acaricio su labio inferior mientras
aquella corriente eléctrica pasa entre nosotros de manera fluida y
constante. Quiero tomarla y hacer lo que me plazca con ella, justo aquí,
¡Justo ahora!
Pero en vez de eso digo… —respira bebé— y suelto su cara. Siento su
mirada pegada a mí mientras me dirijo al baño. Estoy enganchado.
Me ducho tan rápido como puedo, para no perderme ni un minuto de su
compañía. Tomo la ducha más rápida de la historia de mi vida, y salgo de
manera casual con una toalla atada a mi cintura. Ella ya no está en la
cama, solo camina de aquí para allá admirando la suite. Su mandíbula se
cae al verme, pero una vez más, a mí también me pasa lo mismo al verla
casi desnuda. Una inocente mujer, quien te deja sin aliento y no sabe cuál
es el alcance de su propia belleza.
Ella se queda petrificada en su lugar y aprovecho para decirle que sus
pantalones estaban salpicados con vómito, y apunto a las ropas limpias
que hice que Taylor le comprase esta mañana. Sus ojos brillan, y ella me
observa a ‘escondidas’ mientras susurra. —Tomare… umm esa ducha
ahora—. Y camina hacia el baño.
Me visto con mis pantalones y mi camiseta blanca. Tomo el diario
matutino para leerlo en la mesa mientras espero a que llegue el servicio de
habitación con el desayuno. Diez minutos después tocan a la puerta.
Servicio de habitación. Dejo que el mesero entre y coloque la comida en la
mesa. Luego de despedirlo, voy hasta la puerta del baño y toco con mis
nudillos, dejándole saber a Anastasia que la comida está aquí. Ella me
responde un nervioso.
—Ok— haciéndome sonreír. Estar junto a un hombre la pone nerviosa.
Muy inexperta. De alguna manera esto me complace. Cuando finalmente
sale de la habitación, el solo mirarla me roba el aliento, tan inocente. Pero
mi ceño se frunce al notar su cabello todo mojado. Y siento esta urgencia
de que este sana y protegerla hasta de sí misma.
— ¡No secaste tu cabello! — le reprocho.
—No vi la secadora de cabello— ella murmura y yo ruedo los ojos. Ella no
es mía… Ella no es mía… Ella no es mía… Me corrijo a mí mismo. Por
ahora… Pero me gustaría que lo fuera.
—Te vez genial en ese color— me encuentro a mi mismo diciéndole
mientras no puedo apartar mi mirada de ella y eso la hace sonrojarse.
—Gracias por la ropa Christian— dice mordiéndose el labio. —Debo
pagártelas.
Hago una mueca, ¡no quiero que me pague nada! Puedo pagarlas. Siento
como si debería cuidar de ella.
—Deberías simplemente agradecer los regalos, elegantemente Ana—le digo
firmemente.
—No puedo, veras, me has dado unos libros bastante caros— dice y luego
añade rápidamente —los cuales intentare devolver por su puesto, pero
ropa, no lo sé, debería pagarte por ellas. Los libros, sé que no puedo
pagártelos— su voz se apaga —pero al menos puedo pagar la ropa.
— ¡Puedo hacer esos gastos Anastasia, no tienes por qué pagar nada! — le
digo a esta testaruda y hermosa chica frente a mí.
—Sé que puedes Christian. Ese no es el punto. Me sentiría mejor
pagándote, eso es todo— ella observa sus dedos como si en ellos pudieran
tener las respuestas a algunas preguntas. Entonces alza la mirada y me
cuestiona. — ¿Por qué me regalaste esos libros Christian?
Cierro mis ojos brevemente y respiro profundo. Cuando los abro
nuevamente digo —porque sentí que necesitabas una advertencia. Cuando
te sostuve, me miraste suplicándome que te besara, y — digo pasando mis
dedos por mi cabello en un gesto de nerviosismo. Por primera vez en
mucho tiempo siento que no tengo palabras para responderle, pero ordeno
mis pensamientos y le respondo —y mira, yo no soy de esos hombres que
pueden ofrecer corazones y flores. Yo no hago esas cosas. Mis gustos son un
poco singulares. Deberías mantenerte lejos de mí, si sabes lo que te
conviene. Aunque Dios sabe, que yo no puedo mantenerme alejado de ti…
Cierro los ojos tratando de comprender este condenado sentimiento. No
soy bueno con esto de los sentimientos, y si yo supiera lo que es bueno
para mí, yo mismo me apartaría de ella. Su proximidad es hechizante,
increíble, arrastrándome como una corriente de la cual no puedo escapar.
Como una antorcha al fuego. Como si su alma llamara a la mía para
ayudarla a encontrar un camino al estar perdida. Aun al cerrar mis ojos
puedo sentirla.
Ella susurra. —Entonces, no te alejes de mí…
De alguna manera siento que debo de protegerla de mis 50 sombras de
porquería; no quiero verla herida. Ella es tan inocente. Como nadie que
jamás había conocido, y he conocido bastantes mujeres. Cierro los ojos
una vez más.
— ¡Anastasia no sabes lo que estas pidiendo!
— ¡Dímelo entonces! ella me urge.
—Supongo que eso significa que no eres célibe— ella murmura. Eso me
saca de mis pensamientos y mis ojos se oscurecen con pasión por ella, y
mi deseo se intensifica. Le dedico una sonrisa maliciosa.
—No Anastasia— digo divertido. — NO soy célibe.
—Oh— murmura ella y su respiración se entrecorta con deseo y puedo
escuchar su corazón latiendo como el batido de las alas de un colibrí
tratando de escapar de su pecho. Eso afecta a mi cuerpo, haciendo hervir
mi sangre. Simplemente no puedo dejarla ir ahora. Voy a ir contra viento y
marea, ¡Tengo que intentarlo!, he tomado mi decisión.
— ¿Cuáles son tus planes para los próximos días Ana? — le pregunto con
ojos oscurecidos de deseo.
Ella me responde que trabajara hoy después del mediodía.
— ¿Qué tal mañana? — le pregunto inclinándome hacia adelante.
—Trabajare toda la semana y se supone que Kate y yo empecemos a
empacar, porque nos mudaremos a Seattle.
— ¿Ya tienen lugar?
—Sí, un apartamento en el distrito de Pike Market—. Sonrío complacido,
estará bastante cerca de mí.
—He aplicado a unas cuantas pasantías y estoy esperando respuestas.
— ¿Aplicaste para mi compañía? — pregunto.
—No, no lo he hecho— ella murmura.
— ¿Qué tiene de malo mi compañía? — pienso en voz alta.
Ella sonríe, — ¿Tu compañía, o Tú Compañía? 
— Dios, ella me gusta.
Tiene una boca sabelotodo, pero como nadie que conociera antes. Ella es
un respiro de aire fresco. No tiene miedo a decirme lo que piensa.
— ¿Te burlas de mi Anastasia? — le pregunto de manera lasciva. Su
respiración se acelera y muerde su labio inferior. Simplemente ya no lo
puedo soportar. — ¡Dios como me gustaría morder ese labio! — digo en un
gruñido. Su boca se abre, mientras ella jadea producto del deseo. Me gusta
su respuesta. Apuesto a que ya está toda mojada de excitación. La idea me
hace desearla más, pero no tanto como lo próximo que me dice… —
¿Entonces por qué no lo haces?
Estoy decidido. No puedo alejarme de ella, pero aun así ella necesita saber
mis términos. —Porque no te tocare hasta tener un documento firmado
por ti, que diga que puedo hacerlo Anastasia— le digo sonriendo.
— ¿A qué te refieres?
—Es bastante literal, necesito tu consentimiento por escrito antes de
tocarte. Debo mostrarte. ¿A qué hora sales del trabajo Anastasia? — le
pregunto y su respuesta es automática.
—A las 8— entonces le digo que podría llevarla a Seattle esta noche para
aclararle todo.
— ¿Por qué no puedes decirme ahora? — pregunta.
—Porque disfruto de tu compañía, y no quiero que salgas huyendo de mi,
aun—. Su mirada es la de alguien que trata de resolver un acertijo, y
definitivamente se encuentra indecisa. Varias emociones se pasean por su
rostro pero al final se ve resuelta.
—Ok— dice determinada.

¿Tu compañía, o Tú Compañía?: en el segundo compañía se refiere a acompañamiento
Hago los arreglos para tener un piloto de reserva para el Charlie Tango, ya
que tengo la sensación de que puede no estar de acuerdo con lo que tengo
en mente para ella, en cuyo caso es posible que quiera volver a casa, y
para mi decepción, este sería el final de nuestro breve encuentro. Pero
estoy realmente esperando que no lo sea.
—Eres muy mandón— ella observa cuando cuelgo el teléfono. Estas tan en
lo cierto, y aun así no tienes idea de que tan mandón puedo ser. No tienes
idea en lo absoluto.
—Por alguna razón, no estoy seguro si por los nervios o por alguna clase
de excitación, ella no pudo comer todo su desayuno, y por su puesto yo
odio que la gente desperdicie comida y le digo que coma. No puedo evitarlo.
¿A caso no sabe ella que existen personas muriendo de hambre cada día?
Cuando terminamos de comer, ella se dirige al baño para lavarse. Cuando
regresa yo estoy al teléfono. Luego de unos minutos termino mi llamada y
tomo su mano para caminar hacia afuera. Ella tiene algo que me atrae
tanto a ella.
Cuando ella está cerca de mí, puedo sentir el aire cargándose.
Impacientemente presiono el botón del elevador. En un minuto o dos las
puertas hacen ding y se abren. Entramos al elevador y el aire entre los dos
está aún más cargado y la corriente es más pulsante e intensa entre los
dos. Ella también lo siente y muerde su labio inferior. Nuestras miradas se
interceptan y una vez más somos como la antorcha y las llamas.
Llamaradas de pasión quemándome por dentro, y siento como empieza a
crecer mi erección.
— ¡Oh al diablo con el papeleo! — digo con un gruñido y la aprisiono,
empujándola hacia la pared del elevador, acorralándola y sosteniendo sus
manos desde sus muñecas encima de su cabeza con una mano mientras
con la otra inclino su cabeza hacia atrás sosteniéndola, mientras mi
lengua explora su boca.
¡Qué deliciosamente dulce exploración! Sus gemidos en mi boca, mientras
nuestras lenguas danzan un tango a su propio ritmo, bailando, explorando
y besando. ¡Ella me desea y yo la deseo a ella!
— ¡Eres…Lo.Mas.Dulce.Que.Jamás.He. Conocido! — Me encuentro a mi
mismo enunciando. He perdido mi conciencia lo suficiente como para
cogérmela en el elevador, cuando de repente las puertas suenan y el
aparato se detiene en su descenso en uno de los pisos, tres hombres
aparentemente ejecutivos entran. Nos despegamos y al momento coloco mi
cara de póquer, sin embargo, ella aun luce desarmada y deseosa. La
observo desde mi visión periférica, mientras lentamente respiro profundo,
exhalando la energía sexual que puse en uso. Los ejecutivos sonríen
mientras salimos del elevador en el primer piso, yo tomo su mano
y, murmuro para mí mismo.
— ¿Qué tendrán los elevadores?
Ella uso mi cepillo de dientes, puesto que su boca sabía a menta fresca, y
me sonrió afirmativamente cuando le pregunte. Es única.
Salimos del hotel. Estoy a su merced. Si tan solo ella supiera. De repente
me siento lleno de júbilo con ella junto a mí. Solo tengo 27 años y por
primera vez con Anastasia me siento joven.
¡Somos Jóvenes!
Traducido y Corregido por Jesica
bro la puerta del pasajero del Audi negro, permitiéndole a
Anastasia entrar. Ella se desliza hacia adentro y yo cierro la
puerta. Yo camino hacia la puerta del conductor y enciendo el
motor. La observo con mi vista periférica. Puedo divisar una
gran cantidad de emociones cruzando por su cara. Luce
perdida. En dos ocasiones luce como si estuviera a punto de
decir algo, pero se detiene a sí misma. Sin lugar a dudas está afectada por
nuestro beso. Pero esto no puede volver a suceder sin premeditación.
Perder el control no está en mi vocabulario.
Doy reversa en el estacionamiento y deslizo el auto suavemente fuera del
aparcamiento encendiendo la música.
The Flower Duet de Delibes empieza a sonar. Sus ojos se iluminan y se
dirige a mí. — ¿Qué estamos escuchando Christian? ¡Es hermoso!
—Sí lo es. Es una pieza de Opera de Lakmé—. Le digo. Ella desea
escucharla una vez más así que pongo el reproductor de MP3 en modo
reproducción. Ella me pregunta si me gusta la música clásica, y así es,
pero mis gustos no se limitan solo a eso.
—Mi gusto es ecléctico Anastasia. Cambia como mi humor. Clásica,
moderna, coro de iglesia, tudor, de todo, cualquier cosa que combine con
mi humor en el momento. ¿Qué hay de ti?
— ¡Yo también…! — dice entre cortada.
La próxima canción “Sex on Fire” empieza a sonar y ella muestra
reconocimiento en sus facciones. Mi celular suena y yo rompo con mi buen
humor para colocarme en modo de negocios. Presiono el botón del
comunicador por Bluetooth en el guía del auto —Grey— digo
bruscamente. Es Welch. El comenta que tengo la información que le pedí.
Eso seria los detalles del contrato que deseo que Anastasia lea y
esperanzadamente espero que firme en acuerdo.
—Muy bien envíamelos por correo electrónico. Si no tienes nada que
añadir— digo preguntándole.
—No señor—. Me responde. Cuelgo el teléfono y la música vuelve. Ella me
mira con esa expresión de ‘eres un mandón’ que ahora puedo reconocer
cuando el teléfono vuelve a sonar, esta vez es Andrea. —El AND
ha sido
enviado a su correo electrónico Sr. Grey— ella me informa.
—Genial. Eso es todo Andrea—. Y justo luego de colgarle, mi teléfono
vuelve a sonar, esta vez es mi hermano Elliot.
— ¡Hola Hermano! ¿Tuviste sexo anoche?
—Hola para ti también Elliot. Estas en modo altavoz, no estoy solo en el
auto— dejo salir con un jadeo exasperado.
— ¿Con quién estas? — él me pregunta.
Le digo que con Anastasia. Su alegría es notable en el teléfono y saluda a
Anastasia como si la conociera de toda la vida.
— ¡Hola Ana!

AND: Acuerdo de No Divulgación.
— Hola Elliot— ella responde tímidamente.
—Kate me ha hablado mucho sobre ti, Ana— él dice y puedo sentirlo
sonriéndose en el teléfono.
—Espero que sea todo bueno Elliot— dice ella.
—Elliot voy a dejar a Anastasia en su casa, ¿necesitas que te lleve?
—Sí, claro.
—Te veré pronto entonces— le digo, no quiero que coquetee con Anastasia.
Siento una repentina oleada de celos.
Anastasia me pregunta porque insisto en llamarla por su nombre completo
y no en diminutivo, la verdad es que su nombre me gusta muchísimo. Pero
supongo que es más sencillo lo que le digo, que ese es su nombre… ella
puntualiza que prefiere que llame “Ana.”
— ¿Eso prefieres? — bromeo con ella. Con eso la hago sonrojar como si la
hubiese tocado. No me detengo a pensar en eso, ya que mi mente está
ocupada pensando; debo dejarle saber que tengo reglas. A medida que nos
acercamos a su apartamento, me giro hacia ella y le digo. —Lo que paso en
el elevador, no se volverá a repetir sin premeditación Anastasia—. Por su
puesto quiero hacer mucho más que eso, pero bajo mis propios términos.
Mucho, mucho más que eso… Ella luce herida y decepcionada.
Llegamos a su apartamento, y yo me estaciono. Su rostro vuelve a
sonrojarse y a decir verdad ahora luce muy avergonzada. ¡Que no daría por
saber que está sucediendo en su mente!
La observo de manera maliciosa mientras le sonrío al caminar hacia la
puerta del pasajero para abrir la puerta para ella. Ella sale del auto y
murmura. —Me gusto la experiencia del elevador— sorprendiéndome y
acelerando mi respiración audiblemente. Me deja parado allí, sorprendido
e inmóvil por un minuto y con una mirada tímida, camina en dirección a
su apartamento.
Trato de recomponer las terminaciones nerviosas que conectan mis pies a
mi cerebro y acelero para alcanzarla.
Entramos en su apartamento para encontrar a su compañera de
habitación y a mi hermano juntos luciendo irreconocibles, sonriéndose
uno al otro como idiotas demasiado animados. Su compañera me observa
inquiridoramente como una madre. Me agrada su actitud protectora que
tiene hacia Anastasia pero al mismo tiempo esto se contrapone con mi
posesividad por Ana.
— ¡Buenos días Ana querida! — dice ella, y cuando se gira para darme los
buenos días, su tono se enfría bastante.
Asiento diciéndole. —Srta. Kavanagh— de manera formal.
Mi hermano, siempre una mariposa social, me dice que la llame
‘Kate’ entonces se gira hacia Anastasia y le dice de manera brillante. —
¡Hola Ana! — y la abraza poniéndome celoso inmediatamente. Veo a
Anastasia regresarle un incómodo abrazo, mientras se muerde el labio
inferior. Eso me produce cosas, especialmente cuando está siendo
abrazada de manera casi intima por mi hermano, aunque sé que no se
trata de eso para él. Aun así me desagrada su actitud en exceso amistosa
hacia ella.
—Sera mejor que nos marchemos Elliot— le apuro. —Muy bien— dice él y
se gira hacia su chica y la inclina hacia atrás como si él fuese Humphrey
Bogart en Casablanca, dándole un beso demasiado largo y extrañamente
me molesta ver a Anastasia mirándome anhelante con sus ojos tímidos y
sus largas pestañas.
Cuando él se despide. —Hasta luego bebé— de Kate con una sonrisa en su
rostro, esa es mi señal para irnos. Camino lentamente hacia Anastasia y
tomo una hebra de cabello suelta y la coloco detrás de su oreja. Ella jadea
ante nuestro contacto cargado de electricidad firmemente una vez más.
Quiero tomarla entre mis brazos, y está tomando todo mi auto control el
no darle un beso que no olvidaría, dejando sus labios hinchados,
recordándole que había sido yo, quien había tomado posesión de ella. Aun
así, simplemente toco su labio inferior con mi pulgar. La pequeña conexión
causa reacciones en mi cuerpo, excitándome con una erección. No la
besare, porque si la beso, perderé el control.
—Hasta luego bebé— murmuro copiando a Elliot. Ella sonríe. —Pasare por
ti a las ocho—. Ella asiente y el idiota de mi hermano le lanza un beso a
Kate como un idiota adolecente enamorado. Puedo ver un rastro de celos
en el rostro de Anastasia antes de girarse. Si aceptas mis términos esta
noche. Recibirás mucho más que un profundo beso satisfactorio, le digo en
silencio con mi mente. Espera… solo espera un poco… me digo a mí
mismo.
En el camino al auto, Elliot sonríe de oreja a oreja.
— ¡Estoy enamorado hermano, Kate es fantástica! — dice él. Yo asiento sin
ninguna respuesta. Elliot quien se ha acostado con casi todas las mujeres
de Seattle ¿Enamorado? Difícil de creer. Sin esperar mi respuesta, me dice
— ¿Entoooooncesss? — Me mira con una clara pregunta en su rostro… —
¿Tuviste sexo?
— ¡No! — respondo firmemente.
—Huh—. Dice él — ¡Anoche me habías convencido de que no eras
homosexual! — me dice sin ningún pudor.
— ¡No lo soy! Pero ella estaba demasiado borracha, y no me gusta tomar
ventaja de una chica semi inconsciente. — Con eso él sonríe…
— ¿Así que hay esperanza para ustedes dos?
—Quizás, es muy pronto para saber.
—Te escuche decirle que la recogerás a las ocho— el me prueba.
—Si— digo cortante.
—Ella ¿te gusta? Yo nunca, nunca te había visto con una chica. No le
sacabas los ojos de encima. Y no creas que no lo note cuando me
sermoneabas con la mirada severa esa que pones cuando la abrace—. Dice
sonriendo. Aprieto los dientes.
—Deja de ser mojigato Hermano, ¡Tiene mi aprobación!
—Como si tuvieras opción. — Le sonrío. Entonces cambio el norte de la
conversación hacia él.
—Entonces… ¿Qué tal la compañera?
— ¡Deliciosa! ¡Fantástica! ¡Hermosa! ¡Estoy enamorado! ¡Estoy enamorado!
— respira con los ojos brillantes.
— ¿Tan pronto? — le pregunto escéptico.
—Bueno, hasta el momento sí. Nunca nadie me había cautivado de esa
manera antes— dice seriamente. Justamente esos son mis sentimientos
por Anastasia, pero no digo nada al respecto. Entonces Elliot añade —
volveré a verla— mis pensamientos vuelan hacia Anastasia. No puedo
esperar a que llegue la velada de esta noche. Llegamos al hotel en silencio,
cada uno perdido en sus pensamientos.
Tengo un montón de negocios que conducir, pero no estoy de humor para
eso hoy. Tengo que ocuparme en algo, estar activo para poder lograr llegar
a la noche sin enloquecer. Le envió un mensaje de texto a mi mano
derecha Ros, lo que deseo que ella complete por mí. Telefoneo a mi
asistente Andrea y le digo que no podrá localizarme por lo que queda del
día y que tome mis mensajes.
— ¿Qué planes tienes para el día hermano? — le pregunto a Elliot.
— De hecho aún no he hecho planes, ¿qué tienes en mente? — el
pregunta.
—Yo estaba pensando en ir de excursión al camino de Riverside.
—Claro, ¡estoy de ánimos! Dice él. Va a ser una larga espera, y quiero mi
mente ocupada en algo más, así como mi cuerpo ejercitado y más rejalado
para poder pasar una mejor velada.
Regresamos de nuestra excursión a las 6 de la tarde. Tomo una ducha y
luego de que Elliot se alista, vamos por algo de comer. Muy pronto iré a
recoger a Anastasia.
— ¿Vas a regresar a Seattle? — le pregunto a Elliot. Él me sonríe al
responderme — ¿te quieres deshacer de mi tan rápido? De hecho si,
necesito volver al trabajo. Pero regresare este sábado— asiento.
— ¡Estas demasiado tenso hermano! ¡Asegúrate de tener sexo esta noche!
eso te relajara un poco— me dice con la sonrisa más grande que su cara
puede crear. Si el tan solo supiera, pero no es de su incumbencia. Elliot
recoge las pocas cosas que trajo consigo de mi habitación y estrecho su
mano diciendo… —Gracias por traer mis ropas, y por ir conmigo de
excursión.
—Cuando quieras hermano, valió la pena el viaje— el me dedica una
sonrisa infantil golpeándome en el hombro y se marcha hacia Seattle.
Taylor y yo iremos por Anastasia a su trabajo y de allí iremos al helipuerto.
Llegamos temprano a Clayton’s y esperamos a que ella termine de trabajar.
Al salir por la puerta unos minutos después, son justo las ocho en punto.
Inmediatamente salgo del auto y camino hacia ella sonriéndole
cálidamente. Verla me quita el aliento, en sus pantalones negros de jeans,
de corte bajo y su camisa de color claro. Tan simple y a la vez tan
llamativa.
—Buenas noches Srta. Steele— respiro suavemente.
—Sr. Grey— ella me responde amablemente asintiendo. Abro la puerta
trasera del auto para dejarla entrar. Ella saluda a Taylor amablemente y él
le responde de igual forma. Entro al auto por la otra puerta para colocarme
junto a ella y tomo su mano con la mía dándole un leve apretón. Siento la
temperatura de su cuerpo subir. Le pregunto qué tal estuvo el día en el
trabajo.
—Muy largo— ella me responde en una voz ronca, necesitada y casi
imperceptible por su bajo volumen.
—Ha sido un día largo para mí también— le digo seriamente sin poder
evitarlo. Ella apenas y puede respirar lo suficiente mucho menos puede
preguntarme lo que hice durante el día, así que decido decirle sobre mi
excursión con Elliot, mientras acaricio sus nudillos asegurándome de no
tocarla en ningún otro lugar, después de todo subir las expectativas es lo
mejor que puedo hacer. Siento su pulso acelerarse, los latidos de su
corazón fuertes y cortos. Cuando llegamos a la localización del helipuerto,
Taylor consigue aparcamiento y yo salgo del auto, voy a su lado y abro la
puerta para ella ayudándola a salir del vehículo. Ella toma la mano que le
ofrezco sin pensarlo.
— ¿Lista? — le pregunto y ella asiente, incapaz de articular palabras,
notablemente excitada y nerviosa.
Taylor se va con el auto mientras yo tomo su mano y la guio al elevador,
para subir al helipuerto. Mientras esperamos por elevador, el recuerdo de
esta mañana flota de regreso en el aire, como una corriente eléctrica que
se mantiene firmemente constante entre nuestras manos conectadas.
Las puertas suenan y se abren, acto seguido entramos. Su respiración se
acelera, es seguro que también está recordando, se lo mucho que le gusto.
Una pequeña sonrisa empieza a dibujarse en mí boca cuando nuestras
miradas se encuentran. La tomaría aquí mismo, ahora. Pero me contengo
a mí mismo.
—Son solo tres pisos— jadeo roncamente, viendo la esperanza en sus ojos.
Rápidamente el elevador se detiene y estamos en el techo del tercer piso.
Me dirijo a la oficina y me aseguro de que todas las preparaciones y
revisiones antes del vuelo fueran completadas. El viejo Joe está sentado en
el escritorio, y me informa que todo ha sido completado. Le agradezco,
dándole una sonrisa cálida. Anastasia luce sorprendida con este pequeño
intercambio, luce curiosa.
—Vámonos— digo dirigiéndome hacia Charlie Tango, con el nombre de mi
compañía impreso en azul en uno de los lados: Grey Enterprises Holdings
Inc
.
Abro la puerta para Anastasia y le ordeno —siéntate y no toques nada—
regreso a mi asiento en el lugar del piloto. Me giro hacia Anastasia y la ato
con el arnés de cuatro puntas. Ajusto los finales sueltos del arnés, y noto
con una enorme satisfacción que esta actividad y el verla atada me excita
extraordinariamente. Estoy tan cerca a ella que puedo beber el aroma de
su piel. Su olor es una mezcla de vainilla, campo y mujer. Me mira
sofocada y yo la observo con una sonrisa producto de su reacción
apasionada, y mi mirada se vuelve más ardiente. Ella cierra sus ojos
demasiado emocionada para escapar a sus deseos y conteniendo la
respiración.
—Ahora estas asegurada, no puedes huir— le susurró al oído. Su
respiración se acelera una vez más luego de observar la manera ardiente
en la que mis ojos captaban cada detalle sobre ella.
—Respira Anastasia—. Digo suavemente, tocando y acariciando su mejilla.
Quiero inclinarme y perderme en ella pero me abstengo a darle un suave y
casto beso apenas rosando sus suaves y lascivos labios.

Grey Enterprises Holdings Inc: Grey Compañía por acciones, Incorporada.
Apunto hacia las orejeras y le digo que debe usarlas durante el vuelo.
Reviso todos los sistemas antes de salir. Verificando todo, e
intercambiando información con la torre de control, despego en dirección a
Seattle. Veo a Anastasia un poco nerviosa, y me mira con sus ojos azules
llenos de preguntas:
— ¿Sabes lo que estás haciendo Christian? — ella me pregunta y yo
sonrío. —Soy un piloto totalmente calificado desde hace cuatro años. Estas
a salvo conmigo Anastasia— le digo, pero inmediatamente añado —al
menos mientras volemos— y le guiño un ojo juguetonamente. La sonrisa
que me dedica es deslumbrante, me roba el aliento.
Me pregunta cuánto nos tomara llegar a Seattle. Le digo que
aproximadamente una hora. Ante eso ella luce aliviada. Aparentemente le
preocupa que volemos durante la noche. Le digo que estamos volando en
un modelo EC135 Eurocopter; uno de los más seguros de su clase,
equipado para vuelos nocturnos.
—Hay un helipuerto en el edificio donde vivo, hacia allá nos dirigimos—
comento.
—Por supuesto— murmura ella en voz baja casi decepcionada, triste; su
reacción me sorprende. ¿Por qué podría este hecho molestarle?
Durante el viaje me lanza miradas furtivas, pareciera como si tratara de
memorizar mi rostro, como si no le quedara mucho tiempo para verme, y
quisiera recordarme. Existe una esperanza en sus ojos, un deseo. El solo
pensarlo y las posibilidades me complacen, me alegran.
—Me giro hacia ella ¿Estás bien Anastasia?
Su respuesta es corta y precisa —sí—. Señalo a la silueta emergente de
Seattle en la noche.
— ¿Siempre impresionas a las mujeres de esta forma con tu helicóptero?
— pregunta.
Oh, eso es lo que le ha estado molestando. Aunque en realidad no sé cómo
responder a su pregunta. En realidad nunca había subido a una mujer a
mi helicóptero, ella es la primera, también fue la primera en dormir junto a
mí, la primera que he tenido en mi propia cama.
—No, nunca había traído a una chica en Charlie Tango. Mi helicóptero
quiero decir. Estas experimentando otra primera vez conmigo Anastasia—
le respondo, mirándola con nuevo sentido de reverencia.
— ¿Te sorprende? — me encuentro a mí mismo preguntando.
—Christian, estoy sorprendida. De hecho, ¡estoy impresionada! — Ella
responde.
— ¿Impresionada? — Quiero saber más. Ella tiene mi atención, y sus
palabras son como letanía.
—Si lo estoy— ella suspira. —Eres tan, increíblemente capaz… tan… muy
competente— respira.
Estoy enamorado de su respuesta, y sin pensarlo le digo —bueno, gracias
Srta. Steel, nuestro objetivo es complacer— y sin poder evitarlo le dedico
mi sonrisa de tonto adolecente. Ella luce feliz y luego ella hace notar, como
disfruto al volar.
—Si— le respondo —inmensamente. Porque toma mucha concentración y
control para poder volar, ¿Cómo no podría amarlo? — pero entonces le
digo que me gusta aún más planear.
Seattle se ve absolutamente impresionante en la luz de la noche, y veo en
su mirada que le resulta romántico, aunque recuerdo con una punzada en
mi interior que no hago esas cosas de romance.
Vuelo a través de edificios de gran altura haciendo mi camino hacia el
Escala. Unos minutos más tarde aterrizo en el techo de Escala, mi edificio.
—Estamos aquí— le digo en voz baja. En este pequeño espacio cerrado, el
aire es más intenso entre nosotros. Ella se ve emocionada, nerviosa, tímida
y su respiración errática me hace más deseoso por ella.
Me acerco y tomo sus auriculares, quitándoselos. Desabrocho mi cinturón
de seguridad, y me acerco aún más para desabrocharla a ella. Mi emoción
y deseo por ella son difíciles de contener. Aprieto la mandíbula y
entrecierro los ojos en un esfuerzo por contener las emociones que tengo
hacia ella. La deseo, pero quiero protegerla también.
—No tienes que hacer nada que no quieras hacer. Ya sabes, ¿verdad
Anastasia? — le digo con fervor. En cierto modo estoy desesperado porque
ella dijera que no y se fuera, porque Dios sabe que yo soy incapaz de
hacerlo. Me he enganchado a ella, me hechizó con todo su ser. Si ella
supiera lo mucho que la deseo... No puedo mantener el deseo y el anhelo
que tengo por ella fuera mi voz o mis ojos. Entonces ella me habla con
calma y con convicción:
—Yo nunca haría nada que yo no quiero hacer Christian.
Asiento con la cabeza y respiro un suspiro de alivio interno y digo —okay—
en voz baja y apenas audible.
Todavía mis ojos la miran con recelo, dividido entre mantenerla aquí, y no
dejarla ir, y llevarla de vuelta a Portland, y dejarla con su inocencia intacta
e ignorante de mi mundo oscuro. ¡Pero yo nunca he deseado a nadie tanto
como a ella en este mismo momento! Ella me quita el aliento.
Ella me mira determinada, y esos ojos azules de esperanza que rompen
con el último esfuerzo de mi resistencia destrozándome y derritiéndome.
Abro la puerta para salir. Me agacho y camino rápidamente a su lado, y
abro la puerta envolviendo mis brazos alrededor de ella tirando de ella
hacia abajo desde el helicóptero y acercándola, pegándola fuertemente
contra mí. Gracias al viento en el techo, tengo que gritar para ser
escuchado.
— ¡Ven! — le digo. El viento es fuerte, y tengo que arrastrarla hasta el
hueco del ascensor, toco el botón. Se abre la puerta y tiro de ella. Una vez
en el ascensor, coloco el código a mi Pent-house. Anastasia por su parte se
queda mirando las paredes de espejos del ascensor, mirando a la reflexión
infinita, los dos juntos con una expresión de admiración y asombro.
Al ascensor le lleva poco tiempo llegar a mi piso y la puerta se abre.
Entramos en mi recibidor, todo blanco adornado con una mesa de madera
oscura, con flores frescas, haciendo una gran declaración. Mi selección de
exquisitas pinturas de la Madonna y del niño que adornan las paredes.
Ella mira las piezas como lo hizo con el cuadro en la pared de mi oficina
en su primera visita a entrevistarme. Abro las puertas dobles y entro en el
salón principal, aunque es más una declaración, que una sala de estar
común. Las paredes son de doble altura y todo blanco, con las paredes de
cristal exteriores que permite la entrada a un amplio balcón con vistas a la
exquisita silueta de la ciudad de Seattle.
Tengo un gran sofá en forma de U en el salón principal que da a la cocina
abierta. La chimenea también se ilumina dando una sensación de un
ambiente sensual y cálido.
— ¿Puedo tomar tu chaqueta Anastasia? — Le pregunto en voz baja. Ella
niega con la cabeza, ella parece tener frío todavía. Quiero calentarla, pero
me distraigo a mi mismo al preguntarle si le gustaría una bebida. Ella se
ve tanto confundida como divertida. Alzo las cejas un poco y le digo que
me tomare una copa de vino blanco, y le pregunto si le gustaría unirse a
mí.
—Sí, por favor— ella responde con timidez. Yo le digo mi elección de vino
blanco, y le pregunto si ella le iba bien esa opción.
—Christian, yo no sé nada de vinos. Lo que decidas estaría bien— dice
tímidamente. Ella es inocente y sin experiencia en todos los sentidos, mi
conciencia me dice. Asiento con la cabeza, y le sirvo una copa. Ella está
muy tranquila.
¿Está teniendo dudas? Una parte de mí desea que ella este dudándolo, y la
otra parte la quiere, la desea más que a nada. Pero tengo que preguntar ya
que esta tiene que ser su elección.
—Tú estás demasiado tranquila, Anastasia, pálida, de hecho. ¿Estás bien?
¿Tienes hambre? — Pregunto a manera de sondeo.
Ella niega con su cabeza.
—Tienes un buen lugar aquí Christian. Muy grande— comenta ella con
aire ausente.
— ¿Grande? — estoy divirtiéndome.
—Sí, mucho— responde. Cuando se da cuenta del piano me pregunta si
toco.
—Sí, toco el piano— le respondo mi mirada clavada en ella como un
halcón. Estoy lleno de intensidad y deseoso, y enamorado de ella. De esta
inocente niña hermosa, que es apenas consciente de su propio poder de
seducción.
— ¿Hay algo que no puedas hacer? — Ella comenta casi con tristeza, como
si yo fuera inalcanzable.
—Algunas cosas...— digo. — ¿Te gustaría sentarte Anastasia? — Le
pregunto invitándola al sofá. Ella se sienta y con un brillo sonríe. Tengo
curiosidad por saber lo que está pasando por su mente en este instante.
Ella es tan cerrada para mí. Me esfuerzo mucho para leer su lenguaje
corporal. No se parece a nadie que yo haya conocido.
— ¿Qué te divierte Ana? — Comento tranquilamente sentado junto a ella lo
suficientemente cerca para tocarla. Me siento hacia atrás apoyando el codo
detrás de mí.
— ¿Por qué me diste los libros de Tess de los D'Urbervilles Christian? —
Pregunta con atención. Ella es difícil de leer ya que su pregunta me toma
por sorpresa.
—Imagine que debía gustarte Hardy y yo te debía una advertencia acerca
de mí mismo. Esa era la única manera que se me ocurrió. Ya sea para que
pueda que no te hagas un ideal imposible, como Ángel Clare, o una
degradación completa como Alec D’Urberville— murmuro lentamente la
mirada vacilante con mi deseo interior cargado de sensualidad oscura.
—Si sólo me ofreces dos opciones Christian, voy a tomar la degradación—
me susurra mordiéndose el labio y sorprendiéndome completamente. Sus
palabras y la visión de ella con el labio atrapado entre sus dientes, me
quitan el aliento y tengo que tomar un suspiro audible para recoger mis
sentidos. Ella me deja en completo asombro. Sacudo la cabeza y hablo con
atención —por favor, ¡dejar de morder tu labio Anastasia! Me distrae
completamente. No sabes lo que realmente estás pidiendo aquí— digo
todavía con la esperanza de que ella diga que no.
— ¿Estoy aquí o no? — dice ella determinada
—Sí aquí estas— le digo incapaz de resistirme a ella más y le digo que me
espere un minuto con el dedo. — ¿Me esperas un minuto, por favor? —
Digo excusándome. Ella ha hecho su elección, y yo soy como masilla en
sus manos. Voy a mi oficina e imprimo el acuerdo de no divulgación que
mi asistente Andrea me envió por correo electrónico. Vuelvo a la sala de
estar con el documento, y lo deposito en la mano de ella diciendo—: Ana,
se trata de un acuerdo de confidencialidad, un acuerdo de no divulgación.
Viendo quien soy, mi abogado insiste en tener uno firmado—. Miro
determinado, y le digo —si vas a ir por la segunda opción, es necesario que
firmes esto.
— ¿Y que si no quiero firmar?
—Eso estaría bien— le digo sin poder evitar un dejo de decepción en mi
voz, pero me obligo a no perder el equilibrio y agrego —en ese caso, seré
como Ángel Clare para ti, altos ideales, y la mayor parte del libro.
— ¿Qué es este AND? No sé lo que significa.
—Simplemente quiere decir que no puedes hablar de ti y de mí, y lo que
sucede entre nosotros, a cualquier persona, nada en lo absoluto...— le digo
con claridad. Una gama de emociones cruza su rostro: una mirada de
incredulidad, sorpresa, miedo, y finalmente, la curiosidad.
—Está bien, voy a firmar— dice y me ofrece su mano para recibir la pluma
de mí. Extiendo la pluma y aun no puedo ocultar mi cara de sorpresa de
ella.
— ¿No vas a leer en primer lugar? — Digo sorprendido.
—No— dice ella determina.
— ¿Por qué no? — Le pregunto. Siento la necesidad de reprenderla, esto
no es una buena práctica esto ir firmando documentos sin leerlos —
Anastasia, ¡siempre debes leer lo que firmas!
—Bueno— dice exasperada —claramente Christian, este pedazo de papel—
sostiene el contrato en la mano como un pedazo de avío no deseado para
deshacerse de él. —Significa más para ti y tu abogado, a quien al parecer le
has hablado sobre mí, de lo que es para mí. Yo no tenía la intención de
revelar nada sobre "nosotros" a cualquiera de todos modos. Así que si
firmo en este pedazo de papel, diciendo que no voy a hablar de los dos, es
un punto inservible. ¡No voy a hablar! Ni siquiera a mi mejor amiga Kate—
ella dice desarmándome por completo.
—Buen punto bien hecho Anastasia— le digo completamente sorprendido.
Ella firma su nombre en la línea de puntos de una manera exagerada, y
me regresa el AND, y toma un gran trago de la copa de vino casi
tomándoselo todo. Veo que ella está tratando de reunir el coraje para
hablar y finalmente dice lo que piensa:
—Ya he firmado el AND, ¿significa que vas hacer el amor conmigo esta
noche Christian? — Pregunta e inmediatamente se ve arrepentida y
ruborizada. Mi mandíbula cae abierta completamente sorprendido por sus
palabras. ¡Ella no deja de sorprenderme!
Yo, Christian Grey, ¡que no me impresiono fácilmente, me veo sorprendido
por las palabras de esta niña inocente! Pero ordeno mis sentidos y
respondo.
—No, no Anastasia. Permíteme aclarar algo. Yo no hago el amor. Jamás.
Nunca lo he hecho. Cojo... duro. Además, tendrías que firmar más papeleo
para llegar a eso, y además, todavía no sabes lo que te espera— le digo
mirándola. —Una vez que sepas, me temo que todavía puedes correr lo
más lejos posible de mí. Por lo tanto, tengo que ir al grano y mostrarte lo
que quiero decir. Ven. Te mostrare mi cuarto de juegos—. Digo finalmente
decidido a dejar que las fichas caigan donde caigan.
— ¿Cuarto de juegos? ¿Vamos a jugar al Wii o Xbox? — Me pregunta
sorprendida, y no puedo evitar soltar una risotada. Eso es lo más alejado a
mi idea real.
—No Ana. Ninguna de esas cosas. Ven a ver— le digo y suavemente
tirándola de la mano y la llevo al pasillo y al piso de arriba donde se
encuentra mi cuarto de juegos. Tomo mi llave puesto que mi cuarto de
juegos permanece siempre cerrado. Tomo una respiración profunda, y
decido darle una última advertencia —todavía te puedes retractarte de esto
Anastasia. Si así lo deseas, te puedo enviar a donde quieras ir, mi
helicóptero está en espera, o pasar la noche y volver a casa por la mañana.
Decidas lo que decidas está bien.
Ella me mira exasperada, y bufa. — ¡Oh solo abre la maldita puerta
Christian! — desarmándome por completo y dejándome sin aliento. Abro la
puerta dejándola pasar adelante.
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner
Emine&Fougner

Contenu connexe

Tendances

Se solicita novio... urgente! lia belikov
Se solicita novio... urgente! lia belikovSe solicita novio... urgente! lia belikov
Se solicita novio... urgente! lia belikovCaroo' Pinzon
 
El amor no avisa
El amor no avisaEl amor no avisa
El amor no avisaEliUri1800
 
7 breathe with me kristen proby
7  breathe with me kristen proby 7  breathe with me kristen proby
7 breathe with me kristen proby nona lira
 
Sing Me To Sleep - Angela Morrison
Sing Me To Sleep - Angela MorrisonSing Me To Sleep - Angela Morrison
Sing Me To Sleep - Angela Morrisonvaneerdz8
 
Jay crownover nash
Jay crownover   nashJay crownover   nash
Jay crownover nashLaszló Wolf
 
Hoffmann kate -_legalmente_suya
Hoffmann kate -_legalmente_suyaHoffmann kate -_legalmente_suya
Hoffmann kate -_legalmente_suyaLaura Aldana
 
Colleen hoover never, never
Colleen hoover   never, neverColleen hoover   never, never
Colleen hoover never, neverAbigail Letona
 
2. losing hope
2. losing hope2. losing hope
2. losing hopesky_fenix
 
Tenebrosa oscuridad de Ximena
Tenebrosa oscuridad de XimenaTenebrosa oscuridad de Ximena
Tenebrosa oscuridad de XimenaCruella Devil
 
Finding cinderella
Finding cinderellaFinding cinderella
Finding cinderellasky_fenix
 
Angeles.y.mariposas
Angeles.y.mariposasAngeles.y.mariposas
Angeles.y.mariposasBeluAmelya
 
E l james cincuenta sombras
E l james   cincuenta sombrasE l james   cincuenta sombras
E l james cincuenta sombrasClarita Cra
 

Tendances (20)

Traicionada
TraicionadaTraicionada
Traicionada
 
Se solicita novio... urgente! lia belikov
Se solicita novio... urgente! lia belikovSe solicita novio... urgente! lia belikov
Se solicita novio... urgente! lia belikov
 
El amor no avisa
El amor no avisaEl amor no avisa
El amor no avisa
 
7 breathe with me kristen proby
7  breathe with me kristen proby 7  breathe with me kristen proby
7 breathe with me kristen proby
 
MUSIC OF THE HEART
MUSIC OF THE HEARTMUSIC OF THE HEART
MUSIC OF THE HEART
 
Sing Me To Sleep - Angela Morrison
Sing Me To Sleep - Angela MorrisonSing Me To Sleep - Angela Morrison
Sing Me To Sleep - Angela Morrison
 
Jay crownover nash
Jay crownover   nashJay crownover   nash
Jay crownover nash
 
Hoffmann kate -_legalmente_suya
Hoffmann kate -_legalmente_suyaHoffmann kate -_legalmente_suya
Hoffmann kate -_legalmente_suya
 
Colleen hoover never, never
Colleen hoover   never, neverColleen hoover   never, never
Colleen hoover never, never
 
2. losing hope
2. losing hope2. losing hope
2. losing hope
 
Honor student
Honor studentHonor student
Honor student
 
Tenebrosa oscuridad de Ximena
Tenebrosa oscuridad de XimenaTenebrosa oscuridad de Ximena
Tenebrosa oscuridad de Ximena
 
Destino de Génix
Destino de GénixDestino de Génix
Destino de Génix
 
Finding cinderella
Finding cinderellaFinding cinderella
Finding cinderella
 
Muerto para siempre
Muerto para siempre Muerto para siempre
Muerto para siempre
 
Forever -judy_blume
Forever  -judy_blumeForever  -judy_blume
Forever -judy_blume
 
Passion by Lauren Kate.
Passion by Lauren Kate.Passion by Lauren Kate.
Passion by Lauren Kate.
 
Angeles.y.mariposas
Angeles.y.mariposasAngeles.y.mariposas
Angeles.y.mariposas
 
50 sombrasdegrey.com
50 sombrasdegrey.com50 sombrasdegrey.com
50 sombrasdegrey.com
 
E l james cincuenta sombras
E l james   cincuenta sombrasE l james   cincuenta sombras
E l james cincuenta sombras
 

Similaire à Emine&Fougner

Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)María Apellido
 
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pCien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pWilson Dumetat
 
1 The Risk - S. T Abby.pdf
1 The Risk - S. T Abby.pdf1 The Risk - S. T Abby.pdf
1 The Risk - S. T Abby.pdfAmara693682
 
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdf
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdfCopia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdf
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdfLidiaHipolito1
 
Navidad 2010
Navidad 2010Navidad 2010
Navidad 2010pgay18
 
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1dilman3000
 
Kafka franz ser infeliz
Kafka franz ser infelizKafka franz ser infeliz
Kafka franz ser infelizYsis Jiménez
 
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3dilman3000
 
#0.4. El Traidor - Veronica Roth
#0.4. El Traidor - Veronica Roth #0.4. El Traidor - Veronica Roth
#0.4. El Traidor - Veronica Roth Vanessa Nuñez
 
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4dilman3000
 

Similaire à Emine&Fougner (20)

Grey
GreyGrey
Grey
 
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
 
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pCien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
 
1 The Risk - S. T Abby.pdf
1 The Risk - S. T Abby.pdf1 The Risk - S. T Abby.pdf
1 The Risk - S. T Abby.pdf
 
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdf
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdfCopia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdf
Copia_de_Violet_y_Finch_Jennifer_Niven.0e64.pdf
 
UM - 1MS
UM - 1MSUM - 1MS
UM - 1MS
 
Navidad 2010
Navidad 2010Navidad 2010
Navidad 2010
 
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 1
 
Placer y obsecion sophie west
Placer y obsecion   sophie westPlacer y obsecion   sophie west
Placer y obsecion sophie west
 
Kafka franz ser infeliz
Kafka franz ser infelizKafka franz ser infeliz
Kafka franz ser infeliz
 
1,5 the prince
1,5 the prince1,5 the prince
1,5 the prince
 
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3
Oregairu novela ligera vol.13 capitulo 3
 
#0.4. El Traidor - Veronica Roth
#0.4. El Traidor - Veronica Roth #0.4. El Traidor - Veronica Roth
#0.4. El Traidor - Veronica Roth
 
Crave
CraveCrave
Crave
 
Bitácoras.
Bitácoras. Bitácoras.
Bitácoras.
 
Consumed 1
Consumed 1Consumed 1
Consumed 1
 
Never Never
Never NeverNever Never
Never Never
 
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4
Oregairu - Novela Ligera Vol.12 Capitulo 4
 
LCdN - 3E
LCdN - 3ELCdN - 3E
LCdN - 3E
 
LCdN - 3E
LCdN - 3ELCdN - 3E
LCdN - 3E
 

Plus de Angie M

El orgullo del sur - Carole Halston
El orgullo del sur - Carole HalstonEl orgullo del sur - Carole Halston
El orgullo del sur - Carole HalstonAngie M
 
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_an
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_anLa sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_an
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_anAngie M
 
Placeres ocultos - desiree_esteban
Placeres ocultos - desiree_estebanPlaceres ocultos - desiree_esteban
Placeres ocultos - desiree_estebanAngie M
 
Este amor no está en venta
Este amor no está en ventaEste amor no está en venta
Este amor no está en ventaAngie M
 
Los fantasmas del pygmalion adriana c.j
Los fantasmas del pygmalion   adriana c.jLos fantasmas del pygmalion   adriana c.j
Los fantasmas del pygmalion adriana c.jAngie M
 

Plus de Angie M (8)

El orgullo del sur - Carole Halston
El orgullo del sur - Carole HalstonEl orgullo del sur - Carole Halston
El orgullo del sur - Carole Halston
 
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_an
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_anLa sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_an
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_an
 
Placeres ocultos - desiree_esteban
Placeres ocultos - desiree_estebanPlaceres ocultos - desiree_esteban
Placeres ocultos - desiree_esteban
 
Este amor no está en venta
Este amor no está en ventaEste amor no está en venta
Este amor no está en venta
 
Tr ja
Tr jaTr ja
Tr ja
 
Los fantasmas del pygmalion adriana c.j
Los fantasmas del pygmalion   adriana c.jLos fantasmas del pygmalion   adriana c.j
Los fantasmas del pygmalion adriana c.j
 
TL-MM
TL-MMTL-MM
TL-MM
 
Mpa gs
Mpa gsMpa gs
Mpa gs
 

Emine&Fougner

  • 1.
  • 2.
  • 3.
  • 4. La traducción de este libro es un proyecto del Foro My Adicción Perfecta. No es, ni pretende ser o sustituir al original y no tiene ninguna relación con la editorial oficial. Ningún colaborador: Traductor, Corrector, Recopilador, Diseñador— ha recibido retribución material por su trabajo. Ningún miembro de este foro es remunerado por estas producciones y se prohíbe estrictamente a todo usuario del foro el uso de dichas producciones con fines lucrativos. My Adicción Perfecta anima a los lectores que quieran disfrutar de esta traducción a adquirir el libro original y confía, basándose en experiencias anteriores, en que no se restarán ventas al autor, sino que aumentará el disfrute de los lectores que hayan comprado el libro. My Adicción Perfecta realiza estas traducciones, porque determinados libros no salen en español y quiere incentivar a los lectores a leer libros que las editoriales no han publicado. Aun así, impulsa a dichos lectores a adquirir los libros una vez que las editoriales los han publicado. En ningún momento se intenta entorpecer el trabajo de la editorial, sino que el trabajo se realiza de fans a fans, pura y exclusivamente por amor a la lectura.
  • 5. Traducido y Corregido por Jesica cabo de despedirme de Claude Bastille, cuando este se vuelve sobre sus talones en la puerta y sonríe —Golf, esta semana Grey— dice él, estrujándome en el rostro el hecho de que puede patearme el trasero en el campo de golf también. Es uno de los mejores instructores de artes marciales mixtas que hay y me entrena muy bien, claro que es de esperar, puesto que le pago bastante bien para que lo haga. A menudo me patea el trasero como es de esperarse, aunque eso signifique que aplace el darle su dinero. En su época, Bastille era un competidor olímpico. He estado entrenando arduamente con él, todos los días en los últimos dos meses, puesto que de alguna manera, tengo que canalizar mi siempre latente exceso de energía. Aunque un tiempo atrás, el solía patearme el trasero solo cinco días a la semana ya que yo tenía mi propia forma de ejercitarme en el fin de semana. Pero en estos días si solo pudiera patearle el trasero al suelo un par de veces a la semana, podría decir que tuve un día interesante. Aunque no me gusta el ritmo de golf, es el juego por excelencia de los hombres de negocios, por lo que me esfuerzo por hacerlo bien, gracias a esto muy a menudo ciertos negocios son logrados en los campos de golf.
  • 6. En aquel momento y con el ceño fruncido miro fuera del piso de mi oficina en el vigésimo piso a través de los ventanales. El cielo es gris como mi estado de ánimo, desagradable. Tengo todo bajo control, pero ha sido una existencia ordinaria para mí últimamente. No he tenido una distracción en los últimos dos meses. No hay retos emocionantes y nada ha capturado mi interés. Todo está ordenado y todas mis cosas bajo control. En aquel momento suena el teléfono. — ¿Sí, Andrea? —Sr. Grey, la Srta. Anastasia Steele de parte de la Srta. Katherine Kavanagh está aquí. —Odio las sorpresas, no debí de haber accedido a darle esa entrevista a la Revista de WSU, pero por supuesto la Srta. Kavanagh fue bastante insistente, y claro ella viene de una familia importante en el mundo de los negocios, de hecho espero hacer unos que otros con su padre, a cambio de este favor. Pero entonces, ¿alguien más se presenta en lugar de ella? En ese momento mi tono se vuelve petulante hacia Andrea. —No estaba esperando a la Srta. Steele, ¡Estaba esperando a la Srta. Kavanagh! —Es la Srta. Steele quien está aquí señor— ella responde. —Muy bien, hazla pasar— digo con un gruñido. Antes de que pasara un minuto, la puerta se abre y una maraña de pelo castaño, brazos pálidos, una bolsa de mensajero, piernas pálidas vestidas con botas marrones, ruedan en el piso de mi oficina de cabeza. Aunque no me gusta la torpeza, la cortesía exige que vaya a ayudarla, así que voy y le extiendo la mano y la ayudo a volver a una posición vertical sosteniendo sus delgados hombros. A medida que se pone de pie, me encuentro con los más brillantes y tímidos ojos azules, capturando mi mirada con una descarga de electricidad que me detiene en seco. Ella me mira, mira a través de mí, como llegando a lo más profundo en mi alma, es desconcertante, como una luz llegando a lo profundo de mi ser y tirando de él hacia la superficie.
  • 7. Ella parpadea, sonrojándose al notar mi cara. Hago una mueca, pero sonrío rápidamente. Siempre es lo mismo. Las mujeres reaccionan ante mi cara de esa manera, lo que yo llamo ‘lengua atada’. Extiendo mi mano, al mismo tiempo que decido divertirme con esta situación. —Srta. Kavanagh, soy Christian Grey. Espero que este bien, ¿le gustaría tomar asiento? Ella se sonroja una vez más, su piel pálida cambia a un color rosado hasta la línea de su cabello, al tiempo que sus ojos se clavan en el piso, su coleta está casi desecha luego de su caída mientras que su voz responde en murmullos y rápidamente, mientras yo recibo su pequeña mano en la mía. En aquel momento siento una nueva descarga de electricidad cruzando entre nuestros dedos al tocarnos. ¡Caray! Ella debe sentirlo también, puesto que su apariencia revela la impresión en su rostro, además de la manera en la que rápidamente retiro su mano con un leve jadeo. —La Srta. Kavanagh se encuentra indispuesta. Así que me envió a mí en su lugar, a decir verdad ella se encuentra bastante mal, mis disculpas por el cambio de último minuto Sr. Grey—. Su voz es musical y melodiosa, sus largas pestañas marcan una leve sombra sobre sus ojos azules que una vez más están clavados en el piso, de esa manera tan tímida. — ¿Y usted es? — pregunto sacando las palabras de ella. —Oh, soy Anastasia Steele. Estudio con Kate… umm… Katherine, um… la Srta. Kavanagh en WSU . Ella tartamudea y se tropieza con sus palabras. Me divierte. Hay algo en ella. Además también es morena. Nuevamente desvía su mirada de mí, y puedo ver que ella está nerviosa y extremadamente tímida en este  WSU: Universidad Estatal de Washington Vancouver (WSUV) es de Vancouver, Washington, rama de la Universidad del Estado de Washington. Aproximadamente 351 acres de WSU Vancouver (1.42 Km 2 ) El campus se encuentra en el lado sureste de la montaña. Vista aproximadamente a ocho millas (13 km) al norte del río Columbia. Se expandió a una universidad de cuatro años completos en 2006.
  • 8. momento. Ni siquiera puede mirarme a los ojos, mira a su alrededor, en cualquier dirección excepto hacia mí. Fijo mi mirada en ella, sintiendo disgusto por su indistinta vestimenta, desde su falta en forma de A, su blusa sin forma, y botas baratas. Y de repente la imagino vestida en seda y satín; no sé de dónde vino ese pensamiento siendo sincero. De hecho no puedo imaginarla como periodista con este comportamiento tímido. Es notable que no tenga ni un solo hueso de decisión en su cuerpo. Además es bastante tímida también, muy dócil, muy asustadiza… muy sumisa. Tomo una inhalación brusca. Mi mente se pregunta, y antes de que le pueda señalarle un asiento noto como mira las pinturas colgadas en mi oficina con admiración. Me siento atraído a explicarle. —Es un artista local— le digo —Trouton—. Ni siquiera sé lo que me hizo explicarle, puesto que, no lo haría normalmente, ni me hubiera importado. —Adorable— dice ella suavemente —llevando lo ordinario a Extraordinario—. Me sorprendió escuchar esas palabras salir de ella con tanta simpleza y elocuencia, ya que fue el mismo pensamiento que yo tuve al comprarlas, de alguna manera, ella también era algo extraordinario salido de lo ordinario. —Si— me encuentro a mí mismo respondiendo mientras mi mirada se fija en ella con intensidad. Ella vuelve a sonrojarse mientras en mi mente me pregunto cómo cambiaría el color su cola ante las embestidas de mis entusiastas manos. Tampoco sé de dónde vino ese pensamiento; suavemente muevo mi cabeza de un lado al otro, y la miro haciendo un intento de colocar su desactualizada grabadora compacta sobre mi lujosa mesa de café exportada, dejándola caer repetidas veces. A pesar de que considero que la torpeza es irritante, pero la de ella me parece entrañable, así que trato de ocultar mi sonrisa tras mi dedo central. ¡Qué carajo! ¿Cómo es posible que no notara esos labios?
  • 9. Y ahora ella está mordiendo su labio inferior, un claro reflejo de la frustración que siente al no conseguir colocar correctamente esa antigüedad de máquina. ¡Qué no le haría a esos labios! No puedo apartar mi mirada de ellos, y mi mente se pregunta mil cosas haciéndome enloquecer. Solo quisiera acercarme y hacerla soltar ese labio para capturarlo con mi propia boca. Cierro mis ojos, y tomo un suave suspiro, cuando finalmente ella logra colocar la grabadora, y me reprimo a mi mismo en mi mente, por pensar como un adolescente mientras ella murmura una disculpa por no estar acostumbrada a la grabadora, lo que me importa un bledo; estoy demasiado absorto viendo su labio inferior. Le digo que se tome su tiempo, dándome tiempo a mi mismo para colectar mis pensamientos errantes. Una vez que la maquina empieza a gravar, la verdad me siento decepcionado con las preguntas que me hace. Son mundanas y ordinarias. ¿Por qué estoy desperdiciando mi tiempo respondiendo estas preguntas? Noto como una vez más ella se pone nerviosa, al darse cuenta de mi disgusto y decepción. Luego de escuchar mi respuesta murmura —suena como un maniaco controlador. ¡Qué carajo! Que tan en lo cierto estas bebé, si tan solo supieras. La mire con intensidad al responderle. —Oh, ejerzo control en todas las cosas Srta. Steele—. Me encantaría controlar esa boca sarcástica e inteligente ahora mismo. Y nuevamente muerde su labio inferior. Su próxima pregunta es sobre poder; por su tono puedo darme cuenta de que me encuentra arrogante. La respuesta que le di, abrió su boca por la impresión. Luego me pregunta sobre mis intereses fuera del lugar de trabajo, para “relajarme”.
  • 10. Le digo una gran parte de mis intereses excepto mis dos pasatiempos favoritos, los cuales la incluyen a ella justo ahora. De hecho en aquel momento ambiciono atarla a mi cama de dosel de mi cuarto de juegos. ¡Qué demonios! ¿De dónde vino aquella imagen? Las siguientes preguntas son simples y de dominio público. Es como si no hubiese hecho su tarea antes de entrevistarme. Simplemente ¡Ridículo! Y entonces sus labios se parten para preguntar lo que ni mi familia jamás se había atrevido a preguntar; lo que está en la mente de todo el mundo, pero nadie se atrevió a pronunciar antes. — ¿Es usted homosexual señor Grey? — ¿Qué diablos? ¿Cómo se atreve? Ahora me gustaría cruzarte sobre mis rodillas y golpearte hasta la mierda si fueras mía por esa pregunta. Cambie ligeramente de color, pero me compuse a mí mismo. Respondí firmemente—: No Anastasia, no lo soy. Al menos tiene la decencia de lucir bastante avergonzada. Una vez más nerviosa. —Lo siento tanto señor Grey. Yo… ehh, la pregunta estaba escrita…— apuntando a sus notas —justo aquí. — ¿No escribiste tus propias preguntas? — ella luce bastante disgustada. —No señor Grey, Kate, emm la Srta. Kavanagh lo hizo— respondió sonrojándose. —Eso explica las preguntas. Dime, ¿Cómo fue, que tu terminaste entrevistándome, si esas son las preguntas de la Srta. Kavanagh? —Bueno, técnicamente fui obligada, ella es mi compañera de piso, y está bastante enferma.
  • 11. De repente me siento mucho mejor. —Bueno en ese caso, déjame hacerte a ti unas preguntas. Es decir es lo justo después de tus preguntas especialmente personales—. El sonrojo aparece junto al nerviosismo mientras ella permanece ahí sentada. La miro directamente, sí, ¡me gusta hacerte retorcer, y someterte bebé! Ahí va otra vez mordiéndose el labio inferior. Sólo quiero acercarme más y tirar de su barbilla para qué deje de hacerlo, o también cogérmela sobre mi mesa de café... cálmate Grey, me digo a mí mismo. Me recuesto suavemente en mi silla, tocando nuevamente mi labio inferior con mi dedo mayor. Ella se ve más nerviosa aun. Ok, definitivamente no es lesbiana, y ciertamente no es inmune a mis encantos. Andrea entra rápidamente luego de tocar la puerta. —Señor Grey, su próxima cita es en dos minutos. —Cancela mi próxima cita Andrea— le digo mientras ella se congela en su lugar evidentemente tomada por sorpresa. — ¿Señor? —Te he dicho que la canceles— dije volviendo la cabeza a ella quien mantenía la boca abierta y su cara empezaba a ponerse roja. Anastasia se arreglaba para marcharse empacando sus cosas. —No quisiera alterar su horario Sr. Grey—. Al menos Andrea finalmente tiene la decencia de entender mi comando y responde —sí señor. —No tiene por qué marcharse de inmediato Srta. Steele, puedo ofrecerle un recorrido por las instalaciones si así lo desea— ella ya está lista para largarse. —Oh, no tiene que hacer eso por mí, Sr. Grey— ella balbucea. —Srta. Steele, ¿Cuáles son sus planes para después de la graduación?
  • 12. —Aún no he pensado en esa parte de mi futuro Sr. Grey, solo estoy tratando de pasar mis finales por ahora. Me encuentro a mí mismo ofreciéndole un trabajo en mi compañía, yo nunca hago eso —puedes aplicar a una pasantía aquí. ¿Qué demonios está mal conmigo? Ella es demasiado joven, y claro yo tengo esa regla de nunca cogerme a mi equipo de trabajo. Pero ella no es parte de mi equipo de trabajo aun. Curiosamente ella rechaza mi oferta, ¿qué tiene de malo mi compañía? — ¿Por qué no? — le pregunto. — ¿Es obvio no? — pregunta ella como si se tratara de sentido común, tomando su bolsa y poniéndose de pie. ¡No para mí! me levanto y camino hacia la puerta sinuosamente, abriéndola para ella. No quiero que se tropiece sobre sus propios pies al salir, indicando mi intención, ella me agradece a regañadientes mientras yo sonrió. Ambas, Andrea y la interna, abren la boca como idiotas mientras yo acompaño a la Srta. Steele hacia afuera. Le pregunto si tenía una chaqueta y la interna se apresura para buscarla. Al tomarla de su mano, ayudo a la Srta. Steele a ponérsela. Mi mano esta sobre su hombro quizás un segundo más de lo que debería y siento una vez más ese choque eléctrico, así es como sé que ella también lo siente. —Adiós Anastasia— me despido. —Adiós Christian— ella responde mientras las puertas se cierran. Girando sobre mis talones, ordeno a Andrea: —Pon a Welch en la línea telefónica— un minuto después estoy en contacto con él. — ¡Welch! Quiero que hagas una revisión de antecedentes para mí.
  • 13. —Sí Señor, ¿nombre? —Anastasia Steele. Lo necesito lo antes posible. —Si Señor—. Y cuelgo. Ahora a esperar. Yo no soy de esos que espera. La verdad es que creo que debería darme a mí mismo unos días, y así ver si aún la deseo entonces. Ella es tan joven, luce demasiado inexperta. Pero sería tan divertido poder enseñarle. Odio esperar. Un par de días después recibo un detallado pero nada descriptivo record de antecedentes. Tiene 21 años, trabaja medio tiempo en una ferretería, posee un índice académico de 4.0. Pero no dice nada sobre sus relaciones en el pasado, o presente. A pesar de que hace ya unos días desde la entrevista, no puedo sacármela de la cabeza. Tengo que descubrir de qué se trata esto. Llamo a mi asistente. —Andrea, resérvame en algún lugar en Portland, para mañana. —Sí señor. De verdad odio esperar, yo no soy del tipo que espera. Estoy enloqueciendo justo ahora, pero tengo que verla. Nunca antes había seguido a una mujer. Es mi primera vez. Ni si quiera sé cuál es su orientación sexual. Al menos su respuesta a mis encantos parecía positiva. ¿Y qué tal si no es soltera? Mierda, el pensamiento acaba de ocurrírseme. Solo hay una manera de averiguarlo. Si no lo está, entonces volveré y me olvidare de esta idiota aventura. Pero justo ahora, estoy volviéndome loco e impaciente por saber de ella. No puedo sacarme ese mordisqueo de su labio inferior de mi mente como si fuera un adolescente sobre excitado. Mañana, la veré nuevamente mañana.
  • 14. Traducido y Corregido por Jesica e encuentro a mí mismo como un idiota adolecente de pie frente a la ferretería Clayton. Ella trabaja el día de hoy. Tomo un respiro profundo y la localizo en aproximadamente treinta segundos. Se encuentra en la registradora mirando a la pantalla de la computadora, evidentemente concentrada en una tarea, mientras come un bagel. A veces remueve los restos de la comisura de sus labios con su lengua, otras con su dedo medio. Repentinamente me siento con el lujurioso deseo de ir y chupar los restos de comida de sus labios. Se ve tan adorable como la recuerdo, de hecho en pantalones de mezclilla y su camiseta se ve mucho, mucho mejor. Al subir la mirada dejando atrás su tarea, su respiración se acelera. Esto me hace sonreír, me alegra ver que puedo afectarla de esa manera. Eso significa que no es lesbiana. Puedo ver la sorpresa en su rostro y sus ojos azules dilatarse. —Srta. Steele, que agradable sorpresa el verla aquí.
  • 15. Ella observa mi vestimenta, mi camiseta, mis botas de escalar, sus ojos se detienen un poco más de lo necesario en mis pantalones de mezclilla. Eso me complace. —Sr. Grey— ella logra respirar diciendo mi nombre casi en tono de pregunta. —Estaba en el área. La verdad necesito reponer algunas cosas— digo en forma de explicación. Y ella una vez más está mordiendo su labio inferior y sonrojándose. —Por su puesto Sr. Grey— tartamudea primero, y luego poniendo su sonrisa de empleada me pregunta — ¿en qué puedo ayudarlo? —Necesito cables— digo sonriente. Mientras mi mirada se oscurece solo puedo pensar ‘lo que podría hacerte con ellos’. Su sonrojo aparece una vez más mientras me dirige hacia los cables. Luego me ayuda a conseguir cinta pegante y soga. Es curioso que me pregunte si estoy redecorando. Mi sonrisa secreta sale a relucir. No bebe yo no redecoro. Tengo personas que hacen eso. Estos son para un distinto tipo de proyectos de HUM , los cuales probablemente nunca has probado. ¡Pero qué divertido será enseñarte! Ella se sonroja bajo mi mirada otra vez. Ella esta tan afectada por mí, como yo lo estoy por ella. Debo preguntarle algo para mantenerla interesada. — ¿Por cuánto tiempo has trabajado aquí? — aunque por su puesto ya se la respuesta a mi pregunta. Cuatro años por medio tiempo. Su respuesta es afirmativa, sus ojos mirando hacia el suelo con aquella timidez que había visto antes. Al momento me muestra dos tipos de cinta pegante y opto por la más ancha. — ¿Se le ofrece algo más Sr. Grey? — me pregunta con voz ronca y entrecortada. Si en definitiva mi presencia le afecta.  HUM: Hágalo Usted Mismo o sus siglas en ingles DIY, que significan Do It Yourself.
  • 16. Y ahí estoy yo respondiéndole con el mismo tono de voz que ella había usado. Al verla cortar la soga con la eficiencia de una niña exploradora, le pregunto si alguna vez lo fue de niña mirándola con intensidad. Su respuesta inicial es sonrojarse otra vez y luego estruja sus manos nerviosamente mirando hacia abajo, y luego responde. —No Sr. Grey, las actividades organizadas en grupos no son lo mío. No me gustan ese tipo de cosas— unos segundos más tarde se atreve a espiarme a través de sus largas pestañas. Es algo frustrante el tratar de descifrarla. Así que pregunto. — ¿Y qué exactamente es lo que te gusta Anastasia? — me dirijo a ella con una voz baja y ella jadea suavemente. A decir verdad creo saber la respuesta, y apuesto a que son los libros. —Libros— murmura ella, pero su mirada dice algo más junto con su sonrojo. ¿Me atreveré a decir: Broten y Jane Austen? — ¿Qué tipo de libros? — Pregunto interesado, pero ya se la respuesta. —Los clásicos británicos, lo usual— vuelve a murmurar. Pienso que ella es de esas chicas, corazones y flores. ¿Es esto para mí? Yo no soy de los que hacen flores y corazones. Froto mi barbilla contemplando su respuesta. Pero si funciona, podríamos tener tanta diversión juntos. Me encantaría tratar. Ella cambia el curso de la conversación volviendo a su fachada de empleada. — ¿Necesita algo más Sr. Grey? Lo que necesito es que ella tenga el deseo de hablarme. Me siento seducido por ella. No puedo quitarle los ojos de encima; todo lo que hace, como se muerde el labio inferior, como retuerce sus dedos al estar nerviosa, haciéndome desear tomarla y atarle ambas manos y capturar su labio en el mío y enseñarle a esa boca sabelotodo algunas lecciones.
  • 17. Entonces escuchamos a un tipo llamarla. — ¡ANA! — Un tipo bien vestido se acerca con confianza, lógicamente la conoce. ¿Sera este su novio?, siento un repentino escalofrío, y por poco siento el deseo de golpear a ese tipo hasta la madre. ¿Quién demonios es él?, ella se excusa para mi beneficio y va donde él. Yo estrecho mis ojos. Quizás fue un error el venir aquí. El la abraza, y posiciona su brazo posesivamente sobre su hombro, pero ella no es recíproca. Yo lo observo glacialmente. Quizás no están involucrados. Ella trae a ese maldito con ella, donde yo la espero de pie. —Sr. Grey este es Paul. Su hermano es el dueño de este lugar. Lo conozco desde hace un tiempo; pero raras veces se le ve por aquí ya que Paul estudia Administración de negocios en Princeton — dice ella con ojos expectantes. Lentamente dejo salir un respiro de alivio. El maldito no es el novio, solo es el hermano de su jefe. Mientras nos medimos el uno al otro silentemente, Anastasia añade —Paul, este es Christian Grey—. Le tomo un segundo darse cuenta de quién soy, y puedo ver que su hostilidad cambia a una actitud de reverencia y admiración. Si maldito, ¡ahora suéltala, y arrástrate de nuevo al hoyo del que saliste!, el me pregunta si necesito algo. —Anastasia ha sido bastante servicial— digo entrecerrando los ojos fríamente, haciéndole entender que prefiero que se marche. Finalmente el entiende el punto y se marcha. No sé porque he sentido este arrebato de celos. No estoy familiarizado con esta emoción, y me parece bastante perturbadora. ¿Por qué sentí celos, como si ella fuese mi propiedad? Ella no me pertenece. Sin embargo… Me gustaría que fuera algo mío. — ¿Existe algo más que pueda ayudarle a encontrar Sr. Grey? — pregunta ella nerviosamente y yo ignoro su pregunta. — ¿Cómo va el articulo Anastasia? — pregunto mientras ella luce sorprendida, haciendo contacto visual conmigo, no quiero irme aun, quiero que ella sienta la necesidad de hablarme sobre sí misma.  Princeton: La Universidad de Princeton, localizada en Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos es una de las ocho universidades de la Ivy League. Reconocida como una de las más prestigiosas universidades del mundo, la universidad fue trasladada a Princeton en 1756, manteniendo el nombre original.
  • 18. —Oh, Kate… es decir, la Srta. Kavanagh, mi compañera de piso está escribiéndolo. La verdad se encuentra devastada de que no pudo entrevistarle ella misma. Tiene el deseo de tener algunas fotos de usted también. Esta información me sorprende y me da cierta esperanza de que quizás pueda encontrar la manera de ver a Anastasia nuevamente. Ella puede ver el brillo en mis ojos. — ¿En serio? — pregunto. —Quizás mañana pueda estar disponible, me estoy quedando en la ciudad—. Pesco mi tarjeta de negocios de mi billetera y se la entrego mientras nuestras manos se tocan brevemente haciéndose presente el mismo choque eléctrico, haciéndome jadear y mis ojos oscurecerse. Tengo el mismo efecto sobre ella. —Debes llamarme antes de las 10 de la mañana. Puedo notarla agradablemente sorprendida y me concede una enorme sonrisa que hace brillar aún más sus ya de por si prominentes ojos azules, llevándolos a otro nivel. Me quita el aliento. La verdad es que ella posee una hermosa sonrisa. —Sí, lo haremos. Kate estará tan feliz— dice extasiada. Pago por mi compra mientras ella mantiene la mirada gacha, y yo aquí muriendo por que vuelva a mirarme. ¿Por qué estoy comportándome como un adolecente? Su simple toque moviéndome todo por dentro. Finalmente vuelve a mirarme al momento en que le paso mi tarjeta de crédito Amex. Nuestras miradas se interceptan. Una vez he terminado, tomo mis compras y giro sobre mis talones antes de salir. —Oh Anastasia, me alegra que fueras tu quien me entrevisto, y no tu compañera.
  • 19. Deseo que sepa que me interesa, y puedo sentir como el aire se escapa de su cuerpo, ella siente lo mismo que yo. Le agrado. Al dejar la tienda tengo un renovado propósito. Esto funcionara. Taylor espera por mí en el estacionamiento. —Vámonos— digo. El me conduce hasta el Hotel Heathman. Me dirijo a mi Suite, coloco mis compras sobre una silla y me ocupo con trabajo, esperanzado de que llamara. Si no, me iré mañana mismo abandonando esta casería. Espero que llame. Voy a ejercitarme para gastar mi exceso de energía. Su sonrisa tímida permanece latente en mi retina. Necesito relajarme, me ejército durante horas. Regreso a mi habitación en el hotel para ducharme. Anastasia y sus labios siguen en mi mente. Si no llama, ¿Qué otra oportunidad para encontrarnos puedo arreglar? Mi mente trabaja sobre planes de repuesto. Nunca pierdo cuando me dispongo una misión. Pero si ella tan solo lo deseara. Ella es tan joven para lo que tengo en mente para ella. Luce tan inexperta. ¿Por qué no me ha llamado aun? ¡Maldición! Decido responder algunos correos electrónicos cuando mi teléfono suena. No reconozco el numero ¿Quién diablos será? Estoy de muy mal humor, así que respondo de manera cortante: —Grey. Una tímida, nerviosa y jadeante voz me responde. —Ummm, ¿Sr. Grey? Le habla Anastasia Steele— mi corazón se detiene por un segundo, y luego palpita cada vez más rápido mientras yo me encuentro respondiendo con una voz ronca pero con un tono suave. —Srta. Steele, que agradable escucharla— por poco llego a pensar que no llamaría. Me siento aliviado. Puedo escuchar su respiración acelerarse. Me siento entusiasmado de tener ese efecto en ella. Estoy sonriendo como un idiota.
  • 20. Le digo que estoy hospedándome en el Heathman en Portland, así que decidimos hacer la toma de fotos a las nueve treinta de la mañana. Cuando ella responde—: De acuerdo, ahí lo veremos— toda agitada y excitada, siento mis ojos oscurecerse, no puedo esperar hasta mañana. —Lo espero con ansias Srta. Steele— digo con tono altamente seductor. Mi subconsciente dice “¡tú eres mía!”. La espera a la mañana siguiente está cubierta de sueños eróticos en los que Anastasia usa medias de seda y se encuentra esposada con sus ojos azules expectantes. —Anastasia— murmuro su nombre como una súplica en mis labios. —Christian—. Ella respira, su voz es suficiente como para deshonrarme como hombre. Despierto todo sudoroso con su nombre en mis labios. Pongo mis brazos sobre mis ojos, y entonces remuevo este sentimiento de intranquilidad mirando hacia el techo. ¿Pudiera cualquier otro nombre tener el mismo efecto en mi?, algo como Janet o Marie o Angie… no lo creo. Anastasia. El nombre es una caricia en mis labios, es mágico y vivo. Me siento atraído, embrujado en su hechizo. Al despertar vuelvo al gimnasio para matar el tiempo. Luego de mi entrenamiento, tomo una larga ducha, me coloco una camiseta de cuello abierto blanca, y mis pantalones de marca en franela de color gris, colgando en la parte baja de mis caderas. Como mi desayuno rápidamente y dejo a mi cabello acomodarse a su propio gusto, dejándolo mojado.
  • 21. Ella me llama, dejándome saber que están ocupando otra suite del hotel para la sección fotográfica. Taylor me espera en la puerta. La busco con la mirada tan pronto y como entro a la Suite. Allí está de pie, con unos pantalones de mezclilla de corte bajo abrazando sus curvas bien apretadas y una camiseta blanca que muestra su figura de manera hermosa. Siento su respiración acelerarse cuando su mirada captura la mía, y noto sus ojos observándome discretamente. —Srta. Steele, nos encontramos otra vez— digo extendiendo la mano para recibir su pequeña y pálida mano. Con su toque siento palpitante el mismo choque de electricidad entre los dos, y sé que ella puede sentirlo también, ya que sus parpadeos se vuelven más y más rápidos. De inmediato se sonroja acompañando a eso su respiración errática. Retira su mano demasiado rápido para mi gusto e introduce a su amiga, quien como era de esperarse, no se inmuta, es segura de sí misma y dominante, como yo. —La tenaz Srta. Kavanagh. ¿Cómo le va? — digo y le agradezco a mi estrella en mi cabeza, de que fuese Anastasia quien viniera y no ella. Es lo suficientemente bella pero no me gusta ni un poco. Entonces Anastasia introduce al fotógrafo diciendo —este es José Rodríguez, nuestro fotógrafo—. Ella le sonríe de manera amorosa y el responde a su sonrisa de igual manera pero añadiendo posesividad en sus ojos. Siento la ira construyéndose dentro de mí. ¿Este maldito es su novio? —Sr. Grey— el maldito asiente. —Sr. Rodríguez— digo glacialmente. Tomo asiento en la butaca para la sección mientras me mantengo mirando a Anastasia. Necesito saber si alguno de estos dos malditos que he conocido en estos últimos dos días es su novio. Ambos fueron posesivos con ella. Luego de 30 minutos hemos terminado. Sucede un pequeño intercambio de formalidades y agradecimientos, sobre todo entre Kavanagh y yo, cuando finalmente me giro a Anastasia preguntando — ¿caminaría conmigo Srta. Steele?
  • 22. —Claro— responde ella ansiosa mientras su amiga nos observa sospechosa y el maldito fotógrafo tiene el ceño fruncido. La palabra Novio, retumba en mi cabeza. Necesito saber, yo no soy de esos que comparte. Ella tiene que ser mía. Abro la puerta para permitirle salir. — ¿Me acompañarías a un café esta mañana? — mantengo lo expectante que estoy lejos de mi mirada, pero puedo sentir su pulso acelerarse y veo su cara colorearse de un delicioso rosa pálido. Si bebé esto es una cita. Ella me dice desilusionada, que debe conducir a los demás a casa. ¡Oh yo te cubro bebé! — ¡TAYLOR! —Por favor, lleva a la Srta. Kavanagh, el fotógrafo y su asistente con todo su equipo a donde necesiten ir— entonces me giro hacia ella y digo —lo vez, todo resuelto. —Oh, Taylor no tiene por qué hacer eso Sr. Grey, yo, puedo cambiar de vehículo con Kate— ella regresa a la suite; sostiene una pequeña discusión con su amiga y regresa. —Ok, vamos por el café— dice sonrojándose rojo escarlata. Ese color en ella me hace sonreír como el Gato Cheshire . Hacemos pequeña charla en nuestro camino al elevador. Presiono el botón para llamarlo y cuando las puertas se abren una pareja que había estado besándose, se separa de un salto mirando a cualquier lado excepto uno al otro. ¿Qué será lo que tienen los ascensores? Anastasia esta sonrojada y avergonzada. Yo mantengo mi mirada en Anastasia, observando el adorable color rojizo que sube por sus mejillas una vez más, a duras penas logro conseguir ocultar mi sonrisa.  Gato Cheshire: es el gato purpura y sonriente del cuento infantil Alicia en el país de las Maravillas.
  • 23. Cuando finalmente el elevador suena indicando que llegamos al primer piso, tomo a Anastasia de la mano, y camino fuera del elevador. Podemos escuchar a la pareja detrás de nosotros reírse como chiquillos al escucharme murmurar… — ¿Qué será lo que tienen los elevadores? Cruzamos la calle a una cafetería tomados de las manos y la corriente eléctrica volviéndose una constante en nuestros dedos. —Te English Breakfast, la bolsa hacia afuera— dice sorprendiéndome. Entonces nada de café… luciendo avergonzada, ella me indica que no es una de esas personas que aman el café. Cuando voy por las bebidas y algo de comer, la sorprendo observándome subrepticiamente con una que otra ocasional mordida de su labio inferior. Cuando regreso a la mesa, me encuentro con su mirada gacha, mientras parece haber encontrado algo sumamente interesante en sus nudillos mientras se sonroja. Me encantaría saber si está sonrojándose por causa mía. — ¿Un centavo por tus pensamientos? — pregunto. Ahora su sonrojo es de un color más intenso que el de la bandera China. ¡Dios! ¡Lo que me gustaría hacerte para que me digas lo que piensas! Coloco la bandeja sobre la mesa que ella eligió, y estiro las piernas al sentarme en el lado opuesto a ella, para observar ese hermoso y tímido rostro. Una vez más la coacciono para que hable: — ¿En qué piensas? Ella permanece un misterio. —Este es mi te favorito me gusta negro y suave— al decir eso, yo decido ir directo al grano y sacarme a mismo de la miseria en la que ella me ha colocado porque la verdad no puedo aguantarlo más. —Ya veo—. Digo — ¿es ese tu novio, el fotógrafo José Rodríguez? —No— ella suelta las palabras rápidamente —es solo un muy buen amigo. Más bien es como parte de la familia en realidad.
  • 24. —Ya veo— digo cortando sus palabras. — ¿Y qué tal el chico de la tienda? — Si este soy yo yendo directo al punto. —No, no lo es, te lo dije ayer— me responde al momento que doy un extraño jadeo de alivio. — ¿Por qué preguntas? — me cuestiona ella. —Te pones nerviosa alrededor de los hombres— hago esa observación y ella vuelve a mirar los nudillos de sus puños mientras se sonroja. —La verdad te considero intimidante— me confiesa, pero me doy cuenta de que fue algo que dijo sin pensarlo puesto que al notar lo que había dicho, su sonrojo se intensifica llegándole hasta la coronilla mientras yo tomo un profundo suspiro. Mi presencia si le afecta, el solo pensarlo me complace y no puedo evitar la sonrisa que se dibuja en mi rostro. —Yo soy intimidante, pero por favor no mires hacia abajo, me gusta ver tu cara— digo, y besar esa boca junto a ese labio que has estado mordiendo. Su mirada vuelve a mí. —Quiero saber que estás pensando, eres misteriosa Anastasia. Ella luce nerviosa. Puedo notar que cada vez que se sonroja está pensando en algo, pero no sé exactamente en qué. Me pregunta si siempre hago ese tipo de observaciones personales. No sabía que lo hacía. Además, ¿no estaba ella haciendo observaciones sobre mí la semana pasada? Y entonces me sorprende diciendo que tengo poco tacto cuando quiero algo. ¡No sabes cuan estas en lo cierto bebé! —Yo siempre obtengo lo que quiero Anastasia— le digo—. En todas las cosas.
  • 25. Quiero saber más de ella, y preguntarle sobre su familia. Ella hace lo mismo y me pregunta sobre la mía. Pero a decir verdad me siento más inclinado a saber sobre ella. Pero no me da tanta información como deseo. Le digo sobre mi hermana Mía, quien vive en Paris. —He escuchado que Paris es adorable— dice con un aire soñador. Le digo que en realidad es hermoso y le pregunto si jamás ha estado allí. Pero ella jamás ha salido del país. Al preguntarle si le gustaría ir, su cara se ilumina diciendo —a Paris, por su puesto. Pero es a Inglaterra donde realmente me gustaría visitar—. Apuesto a que puedo adivinar la razón. Mi dedo medio vuelve a tocar mi labio mientras la miro contemplativo y ella luce como si apenas pudiera contener la aceleración de su respiración. — ¿Por qué? — le pregunto. —Austen, Bronte, Shakespeare, Hardy. Quisiera conocer los lugares que inspiraron a mis autores favoritos— dice sin siquiera pestañar. Corazones y flores, justo como lo sospeche. Ella mira a su reloj, probablemente desea irse a estudiar para sus exámenes finales. Le ofrezco encaminarla hasta el auto de la Srta. Kavanagh. Ella me agradece el té, pero por supuesto el placer ha sido todo mío, así que sonrío. Le ofrezco mi mano y ella automáticamente la toma y en menos de un segundo ahí está, esa corriente eléctrica que es una constante entre nuestras pieles. Ambos caminamos tomados de la mano hacia el hotel, perdidos en nuestros pensamientos. Amo la manera en la que luce su trasero con esos pantalones, y sin pensarlo le pregunto — ¿siempre usas pantalones de jeans? —Mayormente— me responde confundida. Le sienta bien, muy pero muy bien. Cuando nos dirigimos al estacionamiento de la nada me pregunta — ¿tienes novia? — toda sonrojada, la razón creo es que tuvo que reunir el valor para hacerme esa pregunta en voz alta. Le dedico media sonrisa.
  • 26. —No Anastasia, yo no hago eso de tener novias— le respondo suavemente. Ella luce confundida, por su puesto. El destello de un pensamiento pasa por su cara sin palabras. Posee una expresión de decepción en su cara y trata de soltar mi mano, caminando por delante y tropezando para caer de cabeza a la calle. Me encuentro gritando—: ¡Mierda, Ana! — mientras la salvo de un tirón a su mano, de que un descuidado ciclista la arroyara ajustándola a mi cuerpo lo más posible. La siento inhalar mi olor, mientras yo igualmente tomo una bocanada de su olor suave y femenino emanando de su cabello y piel. Cierro los ojos un momento susurrando en su oído. — ¿Estás bien? — Mientras la sujeto por la parte baja de su espalda con una mano, tratando de asegurarme de que está bien y no tiene arañazos en la cara con la otra. Rozo su labio inferior con mi pulgar y siento como un escalofrío recorre mi cuerpo. Su aliento se detiene. Cerramos miradas, y ella me observa con tal intensidad, su cuerpo y mirada solo gritan "bésame". Ella es adorable, y yo me encuentro luchando con mi autocontrol y la urgencia de acercarnos esa última pulgada que nos separa y besarla. Cierro mis ojos brevemente y al abrirlos, estoy determinado. Ella es demasiado joven, inocente, demasiado adorable. Ella no pertenece a mi mundo. —Deberías mantenerte alejada de mi Anastasia, yo no soy el tipo de hombre para ti— susurro. Su cara cambia por una llena de desolación, como si le hubiesen golpeado con fuerza. Es mejor que sienta que la rechazo a que luego la hiera de alguna manera peor. —Anastasia respira, te soltare ahora ¿está bien? Te dejare ponerte de pie y caminar— su cara está llena de decepción y dolor.
  • 27. La veo abrir sus ojos azules tan ampliamente como sus ojos le permiten para no dejar que las lágrimas que se forman haciendo brillar sus ojos no rueden por sus mejillas. —Lo tengo— es su respuesta —Gracias Sr. Grey. — ¿Por qué? —Por salvarme— me responde casi en llanto. Estoy furioso con el imbécil que casi la arroya. —Fue culpa de ese idiota, no tuya ¿Quieres que te acompañe al vestíbulo del hotel y tome asiento contigo? —Estoy bien— dice con voz quebradiza. —Gracias por la sección fotográfica— continua como si se tratara de un último esfuerzo de su parte para no llorar. Tengo un debate interno con ciertas emociones desconocidas. Por poco le concedo una explicación, de que soy un tipo jodido, y lo que obtendría de mi la haría infeliz. Ella es del tipo de chica que espera corazones y flores, y las 50 sombras del jodido Christian Grey que soy, no hacen eso. —Anastasia… yo…— entonces me detengo con esa batalla interna en mí, deseándola, pero no queriendo lastimarla. Estoy dividido. No puedo aguantar el dolor en su rostro. — ¿Qué Christian? — me suelta, mi nombre suena a una súplica en su lengua. No, no puedo hacerle esto a ella. Tomo un pequeño respiro y le digo. —Buena suerte en tus exámenes— confundiéndola. —Gracias— me responde casi en llanto y camina en dirección opuesta, alejándose de mí. La última cosa que la veo hacer es limpiarse la cara del mar de lágrimas que rueda por sus delicadas facciones. Mentalmente me pateo a mí mismo.
  • 28. ¡Mierda, Mierda, Mierda! Me regreso al hotel. Necesito golpear algo, alguien, algo… estoy lleno de estas extrañas emociones que no conozco. No puedo sacarla de mi mente. La mirada, el dolor… ¡Maldición! Todo es mi culpa… Yo no hago eso de tener novias, y ella no es el tipo de chica que quiere lo mismo que yo. Estoy en un maldito acertijo y tengo un deseo desconocido, algo que me tira hacia ella, y yo no quiero hacerle daño. Ella va a salir lastimada. Es muy inocente. ¡No va a funcionar con ella! La batalla en mis cabeza me hace sentir colérico. ¿Cómo voy a saber que no funcionará si no lo intento? A la mierda esto. Me daré a mí mismo un día más. Veré si puedo encontrar una solución a esto en mi cabeza. Maldición, llamare a Claude Bastille, para que traiga su trasero a Portland. Necesito un entrenamiento serio. Mañana, esperare a mañana.
  • 29. Traducido y Corregido por Jesica o puedo sacar su rostro de mi mente. Esa mirada aplastante que tenía, y el corazón roto que podía verse en su semblante como si hubiese perdido un familiar. No me agrada lo que le dije. Pero es por su propio bien. Ella es demasiado inocente. Demasiado dulce. Se merece mucho más de lo que yo puedo ofrecerle. Pero hay algo en su presencia que me atrae hacia ella. Me siento destruido por dentro con este tornado de emociones. Simplemente no puedo introducirla mi mundo oscuro. Ella se merece algo mejor; necesita a alguien que mueva su mundo y le de corazones y flores, lo cual claramente es lo que ella desea. Pero entonces la idea de alguien más tocándola me mata por dentro. Odio este sentimiento tan extraño que me consume por dentro, pegándose a mi alma. Odio estar de esta manera. Soy cortante con todo el mundo, a tal forma que hasta Taylor quien generalmente tiene su cara de Póquer, luce incómodo. Estoy en el borde de perder el juicio. Ha pasado casi una maldita semana. Y yo me mantengo vigilándola en la distancia como un adolecente. Su rutina es ir a la universidad y luego al trabajo, mientras yo consigo a duras penas manejar mi mundo de negocios desde el hotel Heathman en Portland.
  • 30. Puedo dirigir mi compañía desde aquí hasta que complete mi responsabilidad en la ceremonia de graduación en WSU, donde se supone debo participar en la entrega de diplomas de todos los graduandos. Incluyéndola a ella… Anastasia. ¿Por qué no puedo sacarla de mi mente? ¿Qué acaso soy un maldito adolecente? Diversión… necesito algo de diversión. Pero nada llama mi atención, excepto ella. Es como si su cuerpo me llamara, su espíritu, su sangre, su ser. No puedo escapar de este maldito sentimiento. Tengo que hacer algo que le demuestre que estoy interesado en ella. Pero aun así siento la necesidad de advertirle. Según me dijo, le gustan los clásicos Británicos, fue específica al mencionar a Hardy. Decido enviarle: Tess la de los D’Urbervilles, primera edición con una nota. Estoy seguro que ya lo ha leído. Quiero que mantenga su distancia, pero no la quiero lejos. Solo quiero darle una advertencia. Si me rechaza, finalmente creo que quizás podría seguir adelante… quizás… Le escribo una nota a mano: ¿Por qué no me dijiste que había peligro? ¿Por qué no me advertiste? Las mujeres saben de qué cuidarse, porque leen novelas que le hablan de estos trucos. Ordeno la primera edición del libro y la hago enviar a su casa con mi nota de advertencia, esperando que ella entienda, que ante todo le deje saber del peligro que represento, pero una parte de mí, espera fuertemente que no se intimide por la advertencia. Nunca antes había deseado tanto a alguien, nada si quiera cercano a esto, y la verdad puedo decir que he tenido bastantes mujeres. Me digo a mi mismo que pudiera elegir cualquier mujer que desee, casi cualquier mujer, pero no, yo no quiero a cualquier mujer, ¡la quiero a ella!
  • 31. Quizás si puedo aguantar esto hasta su graduación y verla en ese momento, quizás entonces pueda declararle mis deseos. ¡Maldita sea estoy perdiendo mis cabales! Ella me ha hechizado en mente y cuerpo, y no quiero estar lejos de ella. Es viernes por la noche y mi hermano me acompaña para la cena en mi habitación de hotel. Elliot trajo algunas ropas para mí, dadas las circunstancias, en primera instancia no había planificado quedarme por tanto tiempo. Mi teléfono suena. Miro el identificador de llamadas y es ella. ¡Es Anastasia! Contesto el teléfono en el segundo timbre casi sin aliento, sorprendido pero suavemente pregunto—: ¿Anastasia? La verdad ella no suena muy bien que digamos. ¿Estará enferma? Inmediatamente me encuentro alerta y atento a su voz. Su voz se derrumba. —Grey…— suena como apagada… — ¿Por qué tu… (Hipo) me enviaste los libros? Inmediatamente estoy preocupado. Mi ánimo cambia a un modo protector, porque ella no se encuentra bien. Definitivamente algo malo está sucediéndole. — ¿Anastasia estas bien? Suenas apagada, extraña… Sin más se ríe de manera derrumbada otra vez. —Grey, tu eres el extraño, no yo. Definitivamente ¡Esta ebria! —Anastasia ¿Has estado tomando? — le pregunto incrédulo. —Ese no es asunto tuyo, ¿Por qué debería de… de imp… imp…— la siento batallando para completar su oración… —…Importarte? —Solo me causa curiosidad. Dime ¿Dónde estás?
  • 32. Se ríe, en realidad está riéndose. — ¡En un bar! — dice como si fuera lo más obvio del mundo. — ¿En cuál? —Uh umm… es un bar en Portland. — ¿Cómo volverás a casa Anastasia? —No lo sé— escucho un hipo otra vez —encontrare la manera. — ¿En cuál bar estas Anastasia? — ¿Por qué diablos me enviaste los libros de Tess de los D… Durb… D’ Urbervilles Christian? —Anastasia…— digo tan calmado como mi ira que ha subido a punto de ebullición, me lo permite. — ¡Dime donde estas! — Mi calma plagada de enojo. —Eres tan mandón, un hombre, persona controlador… — ¿Dónde demonios estas Ana?, Dios me ayude te encontrare de una manera u otra. —Oh muy lejos de donde… donde… donde tu estas. Si lejos de Seattle. —Ana por favor, ¿Dónde estás? — ¡Buenas noches Christian! — ¡y así sin más me colgó! ¡Me colgó a mí! — ¡TAYLOR! — grito. Mi hermano parece divertirse. Nunca antes me había visto seguir a una mujer, por lo tanto todo esto es un espectáculo para sus ojos. — ¿Si señor? — pregunta al entrar a la habitación.
  • 33. —Necesito que localices la ubicación del teléfono celular de Anastasia Steele, ¡Ahora! —Señor. Taylor tiene para sí mismo un pequeño centro de comandos instalado aquí con capacidad para comunicarse en el espacio, encontrar a la Srta. Steele es tarea fácil. Unos minutos más tarde tengo la localización en mis manos. Elliot abre la boca para decir algo, pero lo detengo con un gesto de mi mano. El sonríe sosteniendo sus manos hacia arriba en señal de derrota. — ¡Taylor! ¡Vámonos! — digo al momento que Elliot también toma su chaqueta, viniendo con nosotros. Lo miro de manera directa y cortante. Y él responde con una sonrisa…. — ¡Oye hermano! ¡Siempre pensé que eras gay! ¡Esto tengo que verlo! — Aprieto mis dientes pero lo dejo venir con nosotros. Nos apresuramos conduciendo durante la noche, desde el hotel hasta el bar. Llamo nuevamente a Anastasia con satisfacción a medida que aceleramos la velocidad. — ¿Hola? — responde ella algo asustada. Así es, debes estar asustada. — ¡Voy por ti! — Es todo lo que digo antes de colgar. El bar no se encuentra muy lejos así que diez minutos después de que le llamara a Anastasia, estamos allí. La encuentro rápidamente frente al bar donde el fotógrafo trata de hacer su movida con ella y ella trata sin muchos resultados de alejarlo. Quiero golpearlo hasta sacarle la mierda a ese maldito. Elliot está conmigo. —Ve por su compañera de habitación, es una linda rubia y responde al nombre de Kate Kavanagh.
  • 34. — ¿Linda y rubia? ¡Será un placer! Sonríe él y sinuosamente entra al bar. — ¡Creo que la señorita dijo que No! — Digo con veneno en mis palabras apretando los dientes, mientras salgo de la oscuridad. Está tomando todo mi autocontrol el no saltar sobre él y golpearlo hasta la muerte. En ese momento el la suelta. —Grey— dice él cómo probándome. Como si fuese algo planeado, en ese mismo momento, Anastasia se inclina y expulsa todos los contenidos de su estómago sobre el concreto del patio, salpicando al maldito quien salta hacia atrás diciendo alguna cosa rara en Español. Ella apenas parece estar en condiciones de ponerse de pie. Me apresuro a sostenerla desde su cabeza, sosteniendo su cabello hacia atrás. La atraigo hacia las flores donde las salpicaduras son menores, además de que la oscuridad oculta un poco más el hecho de que sigue vomitando. —Si vas a vomitar, hazlo aquí— le digo. Ella continua vomitando por un tiempo y aun cuando todo el contenido de su estómago parece haber sido expulsado, se le nota mal. Le alcanzo mi pañuelo. Ella lo toma avergonzada, mientras que su maldito atacante, está parado junto a la puerta como un gato que ha derramado toda su leche. Él le murmura que la vera dentro y se marcha. ¡Se marcha! ¿Qué clase de amigo, primero trata de sobrepasarse con su amiga, y luego la deja al cuidado de un completo extraño? Ana está muy mal, pero encuentra la manera de disculparse. — Discúlpame. — ¿Por qué te disculpas Anastasia? — le pregunto. Mejor será que esto sea bueno. — Oh, ¿quieres la lista? La llamada telefónica, vomitar, pero más que nada la llamada— ella luce como si hubiese recibido una lección mientras tiene la mirada gacha concentrándola en sus manos.
  • 35. —Todos hemos pasado por esto, en un momento u otro, quizás no tan mal como tú— al decirle eso, ella me mira como si la hubiese abofeteado. Pero sigo insistiendo. — ¿Es hábito tuyo el presionar tus límites de esta manera? No me mal entiendas, a mí me encanta presionar límites, solo que no esta clase de límites. Ella está enojada ahora y desafiante. —Nunca antes me había embriagado, y…— sosteniendo su cabeza tratando de mantener el equilibro, añade —y no tengo intenciones de hacerlo una vez más—. Al verla tambalearse, la sostengo hacia mi pecho en peligro de sus vómitos. —Ven te llevare a casa— le digo. — ¿Cómo me encontraste? — pregunta ella petulantemente. —Rastree tu teléfono. En ese momento me mira con una expresión que indica no solo su confusión, pero también cierta diversión al mismo tiempo. —Debo ir por mi bolso y mi chaqueta—. Anuncia ella, además quiere decirle a su compañera que se marchara. Le digo que mi hermano Elliot está adentro bailando con Kate. Esto la sorprende, pero de todas maneras quiere entrar. La apresuro a entrar al bar, pero no quiero que se enferme más de lo que está. Así que la llevo a la barra, pido un trago para mí y un gran vaso de agua helada para ella. La hago tomarla, tomarla toda. Puedo ver cómo me acusa de ser mandón con la mirada y la verdad, siento que eso es erótico. Ella me opone resistencia hasta con la mirada. Una vez que ella ha terminado con su agua, la acerco a mi e inhalo su olor personal, ya sé lo que es una combinación de vainilla, jabón limpio, y algo así como espacios al aire libre. De alguna manera, con su aroma personal esto se vuelve un coctel intoxicante para mis sentidos. Me cuesta trabajo mantener mis manos lejos de ella. La dirijo hacia la pista de baile moviéndonos de un lado a otro hasta alcanzar a mi hermano Elliot y a la compañera de habitación de Anastasia, Kate, quien está como las moscas sobre la miel con mi hermano, bailando, moviendo su trasero energéticamente contra él y divirtiéndose.
  • 36. Ana le dice que la llevare a casa. Ella nos despide agitando su mano y sonriendo. Mientras trato de ayudar a Ana a salir del bar y con el ruido ella empieza a balancearse y antes de que me dé cuenta… — ¡Maldición! Esta de cabeza en el suelo. Esta es la tercera vez. ¿A caso siempre tendré que estarla recogiendo del suelo? De alguna manera, a pesar de que ella es bastante desafiante, odio verla caerse y lastimarse. La levanto y la llevo en mis brazos hasta el Audi. Taylor conduce hasta el hotel. Yo la llevo hasta mi suite en mis brazos como si se tratara del paquete más delicado y precioso, como si fuera una niña. Estoy hechizado con esta inocente chica, tomado completamente. Aquí esta ella en mi cama, y es como si yo no tuviera ninguna opción, en cuanto a ella se refiere, soy nada contra sus encantos. Contra esta bella durmiente. Despido a Taylor diciéndole — ¡Eso es todo Taylor! —Buenas noches Señor— me contesta y se marcha a su habitación. Luego de levantar la manta, recuesto a Anastasia en mi cama. La observo por unos minutos, horas, no lo sé. Simplemente no puedo quitarle los ojos de encima. Mi respiración se agita ante su aspecto pacifico. Me arrodillo junto a la cama y desato sus zapatos Converse. Se los quito junto a sus calcetines. Luego bajo el cierre de sus jeans y al tirar de ellos termino revelando sus largas piernas con piel perfecta. La cubro con la manta nuevamente. Tomo asiento en una silla junto a la cama y la observo dormir en posición fetal respirando lentamente. Esto me concede una enorme paz, una paz que no había sentido en mucho tiempo. Simplemente quiero treparme a la cama junto a ella, y sostenerla toda la noche. Nunca antes había tenido a alguien junto a mí, en mi cama… para dormir al menos. Esta es la primera vez. Me quito mis pantalones y mi camiseta. Me coloco una camiseta de algodón para dormir y apago las luces de las lámparas junto a la cama. Por primera vez en mi vida, duermo pacíficamente, sin pesadillas de la prostituta drogadicta que era mi madre, ni de su proxeneta . Esta vez sueño con Anastasia.  Proxeneta: Persona que induce a otra a ejercer la prostitución y se beneficia de las ganancias económicas que se obtienen de esta actividad.
  • 37. Siendo la persona mañanera que soy, despierto temprano, luego de lo que para mí fue, la noche de mejor descanso en mi vida, junto a la hermosa Anastasia. Pudiera observarla por horas, pero necesito ir a entrenar, para deshacerme de toda esta energía sexual que ella hace fluir de mí. Me pongo mis pantalones de entrenamiento y dejo un vaso de jugo de naranja sobre la mesa de noche para darle algo de vitamina C a su sistema, junto a dos píldoras de Advil . Entreno bastante duro, el sudor sale a chorros de mi cuerpo. Luego de lo que pareciera una eternidad, regreso a mi suite y toco a la puerta de mi habitación antes de entrar, solo para no hacerla sentir incomoda. Ella esta despierta, sus ojos me observan siguiendo cada uno de mis movimientos. Al notar las marcas de sudor en mi ropa, su respiración se acelera, y esa reacción causa un efecto en mí, y siento como empiezo a endurecerme. —Buenos días Anastasia— digo — ¿Cómo te sientes? —Mejor de lo que me merezco— ella susurra tímidamente, entonces me mira con sus ojos azules y brillantes. Mientras me quito la toalla de mi cuello ella me observa con intensión en sus ojos y pregunta. — ¿Cómo llegue aquí? Voy al borde de la cama y tomo asiento. Estoy lo suficientemente cerca como para tocarla, pero no lo hago. No quiero decirle que quería observarla toda la noche, mientras trataba de descifrar si ella es lo que deseo. Así que opto por la explicación más simple. —Dado que regaste todas las flores frente al bar, no quería arriesgarme a que hicieras lo mismo con los asientos de cuero del auto, así que te traje aquí en lugar de a tu casa, aquí era más cerca— digo pasivamente. Ella se muerde el labio inferior consiguiendo que mi respiración se acelere. — ¿Tú me pusiste en la cama? —Si— le contesto con mi cara de póquer.  Advil: Advil (ibuprofeno) es un medicamento antiinflamatorio no esteroideo (AINE).Funciona reduciendo las hormonas que causan inflamación y dolor en el cuerpo.
  • 38. — ¿Y me desvestiste? — dice en un susurro apenas audible mordiendo ese labio otra vez. —Si— le respondo mirando directamente a sus labios. —Y, ¿nosotros… eh? — ella arquea las cejas, sonrojándose aun antes de poder bajar la mirada. —No Anastasia, estabas completamente desmayada. No me gusta la necrofilia . Prefiero a las mujeres completamente receptivas y consientes— le respondo secamente. Su cara se hace más roja al recordar y todo se refleja en su cara. Así es, ¡Soy bastante heterosexual! —Fue una experiencia bastante interesante el tenerte en mi cama. — ¿Dormiste junto a mí? —Es mi cama— digo simplemente. —Es algo que no olvidare en un tiempo— le dije…por un muy largo tiempo… Entonces Anastasia me cuestiona sobre lo que ella llama, mis tendencias de acosador. A pesar de que suena como si quisiera darme una reprimenda también luce complacida. —Deberías de estar feliz de que te acosara, porque en lugar de estar aquí, podrías haber despertado junto al fotógrafo ese, quien estaba presionando su movida contra ti anoche, de hecho de manera bastante brusca— digo recordando no muy complacido, la furia que empezó a crecer en mi pecho contra ese bastardo. —Suenas como un caballero de la corte real— dice ella. Su inocente observación me saca de mi línea de pensamiento y me regresa a mis preocupaciones. No hay nada ligero con respecto a mi bebé. Todo es oscuro y jodido.  Necrofilia: Es una parafilia caracterizada por una atracción sexual hacia los cadáveres. La palabra proviene del griego νεκρός (nekros «cadáver» o «muerto») y φιλία (filia; «amor» o «atracción»).
  • 39. —Anastasia, no existe nada ligero sobre mí— le digo —quizás un caballero de la noche—. Ella me mira sin poderme creer. Le dedico una sonrisa de amargura. Es demasiado pronto para hablarle sobre mi alma oscura, o mejor dicho la falta de alma que tengo. Así que para mí beneficio cambio el tema de conversación. — ¿Comiste algo anoche? — le pregunto. Ella responde agitando su cabeza de manera negativa. Esto no me gusta nada, me siento apaleado. — ¡Anastasia, por eso vomitaste tan violentamente anoche! ¡Siempre debes comer, especialmente si tienes intenciones de tomar alcohol!— la miro exasperado. Ella parece herida pero me responde. — ¿Continuaras regañándome esta mañana? — ¿Estoy reganándote? —Definitivamente sonaste como si así fuera— me responde con aire petulante. Bueno, creo que mis palmas están picándome. —Alégrate de que es todo lo que estoy haciendo, si fueras mía no podrías tomar asiento en ese trasero tuyo por toda una semana, debido a tu comportamiento de anoche. — ¿Yo que hice? — me regaña ella a mí. — ¿Qué te pasa de todas formas?, ¿Quién te pidió que vinieras y te metieras a salvarme? Su respuesta me hace sentir extrañamente herido, una vez más otro sentimiento con el que no me encuentro familiarizado. —Te comportaste muy mal. No comiste, tomaste en exceso, y te enfermaste, podrías haber sido hasta violada por eso que llamas amigo. Te pusiste a ti misma en una posición en la que lastimarte sería muy simple. Una vez más baja su mirada, luce avergonzada. —José es mi amigo, el no se atrevería a hacerme daño. Quizás el solo se salió de línea porque había tomado mucho.
  • 40. — ¡Quizás alguien debería enseñarle algunos modales! — digo apenas conteniéndome a mí mismo. ¡Quizás yo debería enseñarle una lección que nunca olvidara! Entonces alza la mirada y nuestras miradas se capturan. — ¡Eres todo un disciplinario Sr. Grey! — me suelta de repente. ¡Bebé, no tienes idea! Sonrío. — ¡Oh Ana, si tan solo supieras cuanto! — Mi sonrisa se amplía aún más. Algunas veces ella mira directamente a través de mí. Me pongo de pie y camino hacia el baño. —Voy a ducharme ahora, a menos que quieras ir primero…— le pregunto de manera inquisidora. Ella jadea y contiene la respiración. Mi cuerpo responde como lo hacen los metales a los imanes. Camino hacia ella y suavemente tiro de su labio inferior, para que lo libere de entre sus dientes. Con mi pulgar acaricio su labio inferior mientras aquella corriente eléctrica pasa entre nosotros de manera fluida y constante. Quiero tomarla y hacer lo que me plazca con ella, justo aquí, ¡Justo ahora! Pero en vez de eso digo… —respira bebé— y suelto su cara. Siento su mirada pegada a mí mientras me dirijo al baño. Estoy enganchado. Me ducho tan rápido como puedo, para no perderme ni un minuto de su compañía. Tomo la ducha más rápida de la historia de mi vida, y salgo de manera casual con una toalla atada a mi cintura. Ella ya no está en la cama, solo camina de aquí para allá admirando la suite. Su mandíbula se cae al verme, pero una vez más, a mí también me pasa lo mismo al verla casi desnuda. Una inocente mujer, quien te deja sin aliento y no sabe cuál es el alcance de su propia belleza. Ella se queda petrificada en su lugar y aprovecho para decirle que sus pantalones estaban salpicados con vómito, y apunto a las ropas limpias que hice que Taylor le comprase esta mañana. Sus ojos brillan, y ella me observa a ‘escondidas’ mientras susurra. —Tomare… umm esa ducha ahora—. Y camina hacia el baño.
  • 41. Me visto con mis pantalones y mi camiseta blanca. Tomo el diario matutino para leerlo en la mesa mientras espero a que llegue el servicio de habitación con el desayuno. Diez minutos después tocan a la puerta. Servicio de habitación. Dejo que el mesero entre y coloque la comida en la mesa. Luego de despedirlo, voy hasta la puerta del baño y toco con mis nudillos, dejándole saber a Anastasia que la comida está aquí. Ella me responde un nervioso. —Ok— haciéndome sonreír. Estar junto a un hombre la pone nerviosa. Muy inexperta. De alguna manera esto me complace. Cuando finalmente sale de la habitación, el solo mirarla me roba el aliento, tan inocente. Pero mi ceño se frunce al notar su cabello todo mojado. Y siento esta urgencia de que este sana y protegerla hasta de sí misma. — ¡No secaste tu cabello! — le reprocho. —No vi la secadora de cabello— ella murmura y yo ruedo los ojos. Ella no es mía… Ella no es mía… Ella no es mía… Me corrijo a mí mismo. Por ahora… Pero me gustaría que lo fuera. —Te vez genial en ese color— me encuentro a mi mismo diciéndole mientras no puedo apartar mi mirada de ella y eso la hace sonrojarse. —Gracias por la ropa Christian— dice mordiéndose el labio. —Debo pagártelas. Hago una mueca, ¡no quiero que me pague nada! Puedo pagarlas. Siento como si debería cuidar de ella. —Deberías simplemente agradecer los regalos, elegantemente Ana—le digo firmemente. —No puedo, veras, me has dado unos libros bastante caros— dice y luego añade rápidamente —los cuales intentare devolver por su puesto, pero ropa, no lo sé, debería pagarte por ellas. Los libros, sé que no puedo pagártelos— su voz se apaga —pero al menos puedo pagar la ropa.
  • 42. — ¡Puedo hacer esos gastos Anastasia, no tienes por qué pagar nada! — le digo a esta testaruda y hermosa chica frente a mí. —Sé que puedes Christian. Ese no es el punto. Me sentiría mejor pagándote, eso es todo— ella observa sus dedos como si en ellos pudieran tener las respuestas a algunas preguntas. Entonces alza la mirada y me cuestiona. — ¿Por qué me regalaste esos libros Christian? Cierro mis ojos brevemente y respiro profundo. Cuando los abro nuevamente digo —porque sentí que necesitabas una advertencia. Cuando te sostuve, me miraste suplicándome que te besara, y — digo pasando mis dedos por mi cabello en un gesto de nerviosismo. Por primera vez en mucho tiempo siento que no tengo palabras para responderle, pero ordeno mis pensamientos y le respondo —y mira, yo no soy de esos hombres que pueden ofrecer corazones y flores. Yo no hago esas cosas. Mis gustos son un poco singulares. Deberías mantenerte lejos de mí, si sabes lo que te conviene. Aunque Dios sabe, que yo no puedo mantenerme alejado de ti… Cierro los ojos tratando de comprender este condenado sentimiento. No soy bueno con esto de los sentimientos, y si yo supiera lo que es bueno para mí, yo mismo me apartaría de ella. Su proximidad es hechizante, increíble, arrastrándome como una corriente de la cual no puedo escapar. Como una antorcha al fuego. Como si su alma llamara a la mía para ayudarla a encontrar un camino al estar perdida. Aun al cerrar mis ojos puedo sentirla. Ella susurra. —Entonces, no te alejes de mí… De alguna manera siento que debo de protegerla de mis 50 sombras de porquería; no quiero verla herida. Ella es tan inocente. Como nadie que jamás había conocido, y he conocido bastantes mujeres. Cierro los ojos una vez más. — ¡Anastasia no sabes lo que estas pidiendo! — ¡Dímelo entonces! ella me urge.
  • 43. —Supongo que eso significa que no eres célibe— ella murmura. Eso me saca de mis pensamientos y mis ojos se oscurecen con pasión por ella, y mi deseo se intensifica. Le dedico una sonrisa maliciosa. —No Anastasia— digo divertido. — NO soy célibe. —Oh— murmura ella y su respiración se entrecorta con deseo y puedo escuchar su corazón latiendo como el batido de las alas de un colibrí tratando de escapar de su pecho. Eso afecta a mi cuerpo, haciendo hervir mi sangre. Simplemente no puedo dejarla ir ahora. Voy a ir contra viento y marea, ¡Tengo que intentarlo!, he tomado mi decisión. — ¿Cuáles son tus planes para los próximos días Ana? — le pregunto con ojos oscurecidos de deseo. Ella me responde que trabajara hoy después del mediodía. — ¿Qué tal mañana? — le pregunto inclinándome hacia adelante. —Trabajare toda la semana y se supone que Kate y yo empecemos a empacar, porque nos mudaremos a Seattle. — ¿Ya tienen lugar? —Sí, un apartamento en el distrito de Pike Market—. Sonrío complacido, estará bastante cerca de mí. —He aplicado a unas cuantas pasantías y estoy esperando respuestas. — ¿Aplicaste para mi compañía? — pregunto. —No, no lo he hecho— ella murmura. — ¿Qué tiene de malo mi compañía? — pienso en voz alta.
  • 44. Ella sonríe, — ¿Tu compañía, o Tú Compañía?  — Dios, ella me gusta. Tiene una boca sabelotodo, pero como nadie que conociera antes. Ella es un respiro de aire fresco. No tiene miedo a decirme lo que piensa. — ¿Te burlas de mi Anastasia? — le pregunto de manera lasciva. Su respiración se acelera y muerde su labio inferior. Simplemente ya no lo puedo soportar. — ¡Dios como me gustaría morder ese labio! — digo en un gruñido. Su boca se abre, mientras ella jadea producto del deseo. Me gusta su respuesta. Apuesto a que ya está toda mojada de excitación. La idea me hace desearla más, pero no tanto como lo próximo que me dice… — ¿Entonces por qué no lo haces? Estoy decidido. No puedo alejarme de ella, pero aun así ella necesita saber mis términos. —Porque no te tocare hasta tener un documento firmado por ti, que diga que puedo hacerlo Anastasia— le digo sonriendo. — ¿A qué te refieres? —Es bastante literal, necesito tu consentimiento por escrito antes de tocarte. Debo mostrarte. ¿A qué hora sales del trabajo Anastasia? — le pregunto y su respuesta es automática. —A las 8— entonces le digo que podría llevarla a Seattle esta noche para aclararle todo. — ¿Por qué no puedes decirme ahora? — pregunta. —Porque disfruto de tu compañía, y no quiero que salgas huyendo de mi, aun—. Su mirada es la de alguien que trata de resolver un acertijo, y definitivamente se encuentra indecisa. Varias emociones se pasean por su rostro pero al final se ve resuelta. —Ok— dice determinada.  ¿Tu compañía, o Tú Compañía?: en el segundo compañía se refiere a acompañamiento
  • 45. Hago los arreglos para tener un piloto de reserva para el Charlie Tango, ya que tengo la sensación de que puede no estar de acuerdo con lo que tengo en mente para ella, en cuyo caso es posible que quiera volver a casa, y para mi decepción, este sería el final de nuestro breve encuentro. Pero estoy realmente esperando que no lo sea. —Eres muy mandón— ella observa cuando cuelgo el teléfono. Estas tan en lo cierto, y aun así no tienes idea de que tan mandón puedo ser. No tienes idea en lo absoluto. —Por alguna razón, no estoy seguro si por los nervios o por alguna clase de excitación, ella no pudo comer todo su desayuno, y por su puesto yo odio que la gente desperdicie comida y le digo que coma. No puedo evitarlo. ¿A caso no sabe ella que existen personas muriendo de hambre cada día? Cuando terminamos de comer, ella se dirige al baño para lavarse. Cuando regresa yo estoy al teléfono. Luego de unos minutos termino mi llamada y tomo su mano para caminar hacia afuera. Ella tiene algo que me atrae tanto a ella. Cuando ella está cerca de mí, puedo sentir el aire cargándose. Impacientemente presiono el botón del elevador. En un minuto o dos las puertas hacen ding y se abren. Entramos al elevador y el aire entre los dos está aún más cargado y la corriente es más pulsante e intensa entre los dos. Ella también lo siente y muerde su labio inferior. Nuestras miradas se interceptan y una vez más somos como la antorcha y las llamas. Llamaradas de pasión quemándome por dentro, y siento como empieza a crecer mi erección. — ¡Oh al diablo con el papeleo! — digo con un gruñido y la aprisiono, empujándola hacia la pared del elevador, acorralándola y sosteniendo sus manos desde sus muñecas encima de su cabeza con una mano mientras con la otra inclino su cabeza hacia atrás sosteniéndola, mientras mi lengua explora su boca.
  • 46. ¡Qué deliciosamente dulce exploración! Sus gemidos en mi boca, mientras nuestras lenguas danzan un tango a su propio ritmo, bailando, explorando y besando. ¡Ella me desea y yo la deseo a ella! — ¡Eres…Lo.Mas.Dulce.Que.Jamás.He. Conocido! — Me encuentro a mi mismo enunciando. He perdido mi conciencia lo suficiente como para cogérmela en el elevador, cuando de repente las puertas suenan y el aparato se detiene en su descenso en uno de los pisos, tres hombres aparentemente ejecutivos entran. Nos despegamos y al momento coloco mi cara de póquer, sin embargo, ella aun luce desarmada y deseosa. La observo desde mi visión periférica, mientras lentamente respiro profundo, exhalando la energía sexual que puse en uso. Los ejecutivos sonríen mientras salimos del elevador en el primer piso, yo tomo su mano y, murmuro para mí mismo. — ¿Qué tendrán los elevadores? Ella uso mi cepillo de dientes, puesto que su boca sabía a menta fresca, y me sonrió afirmativamente cuando le pregunte. Es única. Salimos del hotel. Estoy a su merced. Si tan solo ella supiera. De repente me siento lleno de júbilo con ella junto a mí. Solo tengo 27 años y por primera vez con Anastasia me siento joven. ¡Somos Jóvenes!
  • 47. Traducido y Corregido por Jesica bro la puerta del pasajero del Audi negro, permitiéndole a Anastasia entrar. Ella se desliza hacia adentro y yo cierro la puerta. Yo camino hacia la puerta del conductor y enciendo el motor. La observo con mi vista periférica. Puedo divisar una gran cantidad de emociones cruzando por su cara. Luce perdida. En dos ocasiones luce como si estuviera a punto de decir algo, pero se detiene a sí misma. Sin lugar a dudas está afectada por nuestro beso. Pero esto no puede volver a suceder sin premeditación. Perder el control no está en mi vocabulario. Doy reversa en el estacionamiento y deslizo el auto suavemente fuera del aparcamiento encendiendo la música. The Flower Duet de Delibes empieza a sonar. Sus ojos se iluminan y se dirige a mí. — ¿Qué estamos escuchando Christian? ¡Es hermoso! —Sí lo es. Es una pieza de Opera de Lakmé—. Le digo. Ella desea escucharla una vez más así que pongo el reproductor de MP3 en modo reproducción. Ella me pregunta si me gusta la música clásica, y así es, pero mis gustos no se limitan solo a eso.
  • 48. —Mi gusto es ecléctico Anastasia. Cambia como mi humor. Clásica, moderna, coro de iglesia, tudor, de todo, cualquier cosa que combine con mi humor en el momento. ¿Qué hay de ti? — ¡Yo también…! — dice entre cortada. La próxima canción “Sex on Fire” empieza a sonar y ella muestra reconocimiento en sus facciones. Mi celular suena y yo rompo con mi buen humor para colocarme en modo de negocios. Presiono el botón del comunicador por Bluetooth en el guía del auto —Grey— digo bruscamente. Es Welch. El comenta que tengo la información que le pedí. Eso seria los detalles del contrato que deseo que Anastasia lea y esperanzadamente espero que firme en acuerdo. —Muy bien envíamelos por correo electrónico. Si no tienes nada que añadir— digo preguntándole. —No señor—. Me responde. Cuelgo el teléfono y la música vuelve. Ella me mira con esa expresión de ‘eres un mandón’ que ahora puedo reconocer cuando el teléfono vuelve a sonar, esta vez es Andrea. —El AND ha sido enviado a su correo electrónico Sr. Grey— ella me informa. —Genial. Eso es todo Andrea—. Y justo luego de colgarle, mi teléfono vuelve a sonar, esta vez es mi hermano Elliot. — ¡Hola Hermano! ¿Tuviste sexo anoche? —Hola para ti también Elliot. Estas en modo altavoz, no estoy solo en el auto— dejo salir con un jadeo exasperado. — ¿Con quién estas? — él me pregunta. Le digo que con Anastasia. Su alegría es notable en el teléfono y saluda a Anastasia como si la conociera de toda la vida. — ¡Hola Ana!  AND: Acuerdo de No Divulgación.
  • 49. — Hola Elliot— ella responde tímidamente. —Kate me ha hablado mucho sobre ti, Ana— él dice y puedo sentirlo sonriéndose en el teléfono. —Espero que sea todo bueno Elliot— dice ella. —Elliot voy a dejar a Anastasia en su casa, ¿necesitas que te lleve? —Sí, claro. —Te veré pronto entonces— le digo, no quiero que coquetee con Anastasia. Siento una repentina oleada de celos. Anastasia me pregunta porque insisto en llamarla por su nombre completo y no en diminutivo, la verdad es que su nombre me gusta muchísimo. Pero supongo que es más sencillo lo que le digo, que ese es su nombre… ella puntualiza que prefiere que llame “Ana.” — ¿Eso prefieres? — bromeo con ella. Con eso la hago sonrojar como si la hubiese tocado. No me detengo a pensar en eso, ya que mi mente está ocupada pensando; debo dejarle saber que tengo reglas. A medida que nos acercamos a su apartamento, me giro hacia ella y le digo. —Lo que paso en el elevador, no se volverá a repetir sin premeditación Anastasia—. Por su puesto quiero hacer mucho más que eso, pero bajo mis propios términos. Mucho, mucho más que eso… Ella luce herida y decepcionada. Llegamos a su apartamento, y yo me estaciono. Su rostro vuelve a sonrojarse y a decir verdad ahora luce muy avergonzada. ¡Que no daría por saber que está sucediendo en su mente! La observo de manera maliciosa mientras le sonrío al caminar hacia la puerta del pasajero para abrir la puerta para ella. Ella sale del auto y murmura. —Me gusto la experiencia del elevador— sorprendiéndome y acelerando mi respiración audiblemente. Me deja parado allí, sorprendido e inmóvil por un minuto y con una mirada tímida, camina en dirección a su apartamento.
  • 50. Trato de recomponer las terminaciones nerviosas que conectan mis pies a mi cerebro y acelero para alcanzarla. Entramos en su apartamento para encontrar a su compañera de habitación y a mi hermano juntos luciendo irreconocibles, sonriéndose uno al otro como idiotas demasiado animados. Su compañera me observa inquiridoramente como una madre. Me agrada su actitud protectora que tiene hacia Anastasia pero al mismo tiempo esto se contrapone con mi posesividad por Ana. — ¡Buenos días Ana querida! — dice ella, y cuando se gira para darme los buenos días, su tono se enfría bastante. Asiento diciéndole. —Srta. Kavanagh— de manera formal. Mi hermano, siempre una mariposa social, me dice que la llame ‘Kate’ entonces se gira hacia Anastasia y le dice de manera brillante. — ¡Hola Ana! — y la abraza poniéndome celoso inmediatamente. Veo a Anastasia regresarle un incómodo abrazo, mientras se muerde el labio inferior. Eso me produce cosas, especialmente cuando está siendo abrazada de manera casi intima por mi hermano, aunque sé que no se trata de eso para él. Aun así me desagrada su actitud en exceso amistosa hacia ella. —Sera mejor que nos marchemos Elliot— le apuro. —Muy bien— dice él y se gira hacia su chica y la inclina hacia atrás como si él fuese Humphrey Bogart en Casablanca, dándole un beso demasiado largo y extrañamente me molesta ver a Anastasia mirándome anhelante con sus ojos tímidos y sus largas pestañas. Cuando él se despide. —Hasta luego bebé— de Kate con una sonrisa en su rostro, esa es mi señal para irnos. Camino lentamente hacia Anastasia y tomo una hebra de cabello suelta y la coloco detrás de su oreja. Ella jadea ante nuestro contacto cargado de electricidad firmemente una vez más.
  • 51. Quiero tomarla entre mis brazos, y está tomando todo mi auto control el no darle un beso que no olvidaría, dejando sus labios hinchados, recordándole que había sido yo, quien había tomado posesión de ella. Aun así, simplemente toco su labio inferior con mi pulgar. La pequeña conexión causa reacciones en mi cuerpo, excitándome con una erección. No la besare, porque si la beso, perderé el control. —Hasta luego bebé— murmuro copiando a Elliot. Ella sonríe. —Pasare por ti a las ocho—. Ella asiente y el idiota de mi hermano le lanza un beso a Kate como un idiota adolecente enamorado. Puedo ver un rastro de celos en el rostro de Anastasia antes de girarse. Si aceptas mis términos esta noche. Recibirás mucho más que un profundo beso satisfactorio, le digo en silencio con mi mente. Espera… solo espera un poco… me digo a mí mismo. En el camino al auto, Elliot sonríe de oreja a oreja. — ¡Estoy enamorado hermano, Kate es fantástica! — dice él. Yo asiento sin ninguna respuesta. Elliot quien se ha acostado con casi todas las mujeres de Seattle ¿Enamorado? Difícil de creer. Sin esperar mi respuesta, me dice — ¿Entoooooncesss? — Me mira con una clara pregunta en su rostro… — ¿Tuviste sexo? — ¡No! — respondo firmemente. —Huh—. Dice él — ¡Anoche me habías convencido de que no eras homosexual! — me dice sin ningún pudor. — ¡No lo soy! Pero ella estaba demasiado borracha, y no me gusta tomar ventaja de una chica semi inconsciente. — Con eso él sonríe… — ¿Así que hay esperanza para ustedes dos? —Quizás, es muy pronto para saber. —Te escuche decirle que la recogerás a las ocho— el me prueba.
  • 52. —Si— digo cortante. —Ella ¿te gusta? Yo nunca, nunca te había visto con una chica. No le sacabas los ojos de encima. Y no creas que no lo note cuando me sermoneabas con la mirada severa esa que pones cuando la abrace—. Dice sonriendo. Aprieto los dientes. —Deja de ser mojigato Hermano, ¡Tiene mi aprobación! —Como si tuvieras opción. — Le sonrío. Entonces cambio el norte de la conversación hacia él. —Entonces… ¿Qué tal la compañera? — ¡Deliciosa! ¡Fantástica! ¡Hermosa! ¡Estoy enamorado! ¡Estoy enamorado! — respira con los ojos brillantes. — ¿Tan pronto? — le pregunto escéptico. —Bueno, hasta el momento sí. Nunca nadie me había cautivado de esa manera antes— dice seriamente. Justamente esos son mis sentimientos por Anastasia, pero no digo nada al respecto. Entonces Elliot añade — volveré a verla— mis pensamientos vuelan hacia Anastasia. No puedo esperar a que llegue la velada de esta noche. Llegamos al hotel en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Tengo un montón de negocios que conducir, pero no estoy de humor para eso hoy. Tengo que ocuparme en algo, estar activo para poder lograr llegar a la noche sin enloquecer. Le envió un mensaje de texto a mi mano derecha Ros, lo que deseo que ella complete por mí. Telefoneo a mi asistente Andrea y le digo que no podrá localizarme por lo que queda del día y que tome mis mensajes. — ¿Qué planes tienes para el día hermano? — le pregunto a Elliot. — De hecho aún no he hecho planes, ¿qué tienes en mente? — el pregunta.
  • 53. —Yo estaba pensando en ir de excursión al camino de Riverside. —Claro, ¡estoy de ánimos! Dice él. Va a ser una larga espera, y quiero mi mente ocupada en algo más, así como mi cuerpo ejercitado y más rejalado para poder pasar una mejor velada. Regresamos de nuestra excursión a las 6 de la tarde. Tomo una ducha y luego de que Elliot se alista, vamos por algo de comer. Muy pronto iré a recoger a Anastasia. — ¿Vas a regresar a Seattle? — le pregunto a Elliot. Él me sonríe al responderme — ¿te quieres deshacer de mi tan rápido? De hecho si, necesito volver al trabajo. Pero regresare este sábado— asiento. — ¡Estas demasiado tenso hermano! ¡Asegúrate de tener sexo esta noche! eso te relajara un poco— me dice con la sonrisa más grande que su cara puede crear. Si el tan solo supiera, pero no es de su incumbencia. Elliot recoge las pocas cosas que trajo consigo de mi habitación y estrecho su mano diciendo… —Gracias por traer mis ropas, y por ir conmigo de excursión. —Cuando quieras hermano, valió la pena el viaje— el me dedica una sonrisa infantil golpeándome en el hombro y se marcha hacia Seattle. Taylor y yo iremos por Anastasia a su trabajo y de allí iremos al helipuerto. Llegamos temprano a Clayton’s y esperamos a que ella termine de trabajar.
  • 54. Al salir por la puerta unos minutos después, son justo las ocho en punto. Inmediatamente salgo del auto y camino hacia ella sonriéndole cálidamente. Verla me quita el aliento, en sus pantalones negros de jeans, de corte bajo y su camisa de color claro. Tan simple y a la vez tan llamativa. —Buenas noches Srta. Steele— respiro suavemente. —Sr. Grey— ella me responde amablemente asintiendo. Abro la puerta trasera del auto para dejarla entrar. Ella saluda a Taylor amablemente y él le responde de igual forma. Entro al auto por la otra puerta para colocarme junto a ella y tomo su mano con la mía dándole un leve apretón. Siento la temperatura de su cuerpo subir. Le pregunto qué tal estuvo el día en el trabajo. —Muy largo— ella me responde en una voz ronca, necesitada y casi imperceptible por su bajo volumen. —Ha sido un día largo para mí también— le digo seriamente sin poder evitarlo. Ella apenas y puede respirar lo suficiente mucho menos puede preguntarme lo que hice durante el día, así que decido decirle sobre mi excursión con Elliot, mientras acaricio sus nudillos asegurándome de no tocarla en ningún otro lugar, después de todo subir las expectativas es lo mejor que puedo hacer. Siento su pulso acelerarse, los latidos de su corazón fuertes y cortos. Cuando llegamos a la localización del helipuerto, Taylor consigue aparcamiento y yo salgo del auto, voy a su lado y abro la puerta para ella ayudándola a salir del vehículo. Ella toma la mano que le ofrezco sin pensarlo. — ¿Lista? — le pregunto y ella asiente, incapaz de articular palabras, notablemente excitada y nerviosa. Taylor se va con el auto mientras yo tomo su mano y la guio al elevador, para subir al helipuerto. Mientras esperamos por elevador, el recuerdo de esta mañana flota de regreso en el aire, como una corriente eléctrica que se mantiene firmemente constante entre nuestras manos conectadas.
  • 55. Las puertas suenan y se abren, acto seguido entramos. Su respiración se acelera, es seguro que también está recordando, se lo mucho que le gusto. Una pequeña sonrisa empieza a dibujarse en mí boca cuando nuestras miradas se encuentran. La tomaría aquí mismo, ahora. Pero me contengo a mí mismo. —Son solo tres pisos— jadeo roncamente, viendo la esperanza en sus ojos. Rápidamente el elevador se detiene y estamos en el techo del tercer piso. Me dirijo a la oficina y me aseguro de que todas las preparaciones y revisiones antes del vuelo fueran completadas. El viejo Joe está sentado en el escritorio, y me informa que todo ha sido completado. Le agradezco, dándole una sonrisa cálida. Anastasia luce sorprendida con este pequeño intercambio, luce curiosa. —Vámonos— digo dirigiéndome hacia Charlie Tango, con el nombre de mi compañía impreso en azul en uno de los lados: Grey Enterprises Holdings Inc . Abro la puerta para Anastasia y le ordeno —siéntate y no toques nada— regreso a mi asiento en el lugar del piloto. Me giro hacia Anastasia y la ato con el arnés de cuatro puntas. Ajusto los finales sueltos del arnés, y noto con una enorme satisfacción que esta actividad y el verla atada me excita extraordinariamente. Estoy tan cerca a ella que puedo beber el aroma de su piel. Su olor es una mezcla de vainilla, campo y mujer. Me mira sofocada y yo la observo con una sonrisa producto de su reacción apasionada, y mi mirada se vuelve más ardiente. Ella cierra sus ojos demasiado emocionada para escapar a sus deseos y conteniendo la respiración. —Ahora estas asegurada, no puedes huir— le susurró al oído. Su respiración se acelera una vez más luego de observar la manera ardiente en la que mis ojos captaban cada detalle sobre ella. —Respira Anastasia—. Digo suavemente, tocando y acariciando su mejilla. Quiero inclinarme y perderme en ella pero me abstengo a darle un suave y casto beso apenas rosando sus suaves y lascivos labios.  Grey Enterprises Holdings Inc: Grey Compañía por acciones, Incorporada.
  • 56. Apunto hacia las orejeras y le digo que debe usarlas durante el vuelo. Reviso todos los sistemas antes de salir. Verificando todo, e intercambiando información con la torre de control, despego en dirección a Seattle. Veo a Anastasia un poco nerviosa, y me mira con sus ojos azules llenos de preguntas: — ¿Sabes lo que estás haciendo Christian? — ella me pregunta y yo sonrío. —Soy un piloto totalmente calificado desde hace cuatro años. Estas a salvo conmigo Anastasia— le digo, pero inmediatamente añado —al menos mientras volemos— y le guiño un ojo juguetonamente. La sonrisa que me dedica es deslumbrante, me roba el aliento. Me pregunta cuánto nos tomara llegar a Seattle. Le digo que aproximadamente una hora. Ante eso ella luce aliviada. Aparentemente le preocupa que volemos durante la noche. Le digo que estamos volando en un modelo EC135 Eurocopter; uno de los más seguros de su clase, equipado para vuelos nocturnos. —Hay un helipuerto en el edificio donde vivo, hacia allá nos dirigimos— comento. —Por supuesto— murmura ella en voz baja casi decepcionada, triste; su reacción me sorprende. ¿Por qué podría este hecho molestarle? Durante el viaje me lanza miradas furtivas, pareciera como si tratara de memorizar mi rostro, como si no le quedara mucho tiempo para verme, y quisiera recordarme. Existe una esperanza en sus ojos, un deseo. El solo pensarlo y las posibilidades me complacen, me alegran. —Me giro hacia ella ¿Estás bien Anastasia? Su respuesta es corta y precisa —sí—. Señalo a la silueta emergente de Seattle en la noche. — ¿Siempre impresionas a las mujeres de esta forma con tu helicóptero? — pregunta.
  • 57. Oh, eso es lo que le ha estado molestando. Aunque en realidad no sé cómo responder a su pregunta. En realidad nunca había subido a una mujer a mi helicóptero, ella es la primera, también fue la primera en dormir junto a mí, la primera que he tenido en mi propia cama. —No, nunca había traído a una chica en Charlie Tango. Mi helicóptero quiero decir. Estas experimentando otra primera vez conmigo Anastasia— le respondo, mirándola con nuevo sentido de reverencia. — ¿Te sorprende? — me encuentro a mí mismo preguntando. —Christian, estoy sorprendida. De hecho, ¡estoy impresionada! — Ella responde. — ¿Impresionada? — Quiero saber más. Ella tiene mi atención, y sus palabras son como letanía. —Si lo estoy— ella suspira. —Eres tan, increíblemente capaz… tan… muy competente— respira. Estoy enamorado de su respuesta, y sin pensarlo le digo —bueno, gracias Srta. Steel, nuestro objetivo es complacer— y sin poder evitarlo le dedico mi sonrisa de tonto adolecente. Ella luce feliz y luego ella hace notar, como disfruto al volar. —Si— le respondo —inmensamente. Porque toma mucha concentración y control para poder volar, ¿Cómo no podría amarlo? — pero entonces le digo que me gusta aún más planear. Seattle se ve absolutamente impresionante en la luz de la noche, y veo en su mirada que le resulta romántico, aunque recuerdo con una punzada en mi interior que no hago esas cosas de romance. Vuelo a través de edificios de gran altura haciendo mi camino hacia el Escala. Unos minutos más tarde aterrizo en el techo de Escala, mi edificio.
  • 58. —Estamos aquí— le digo en voz baja. En este pequeño espacio cerrado, el aire es más intenso entre nosotros. Ella se ve emocionada, nerviosa, tímida y su respiración errática me hace más deseoso por ella. Me acerco y tomo sus auriculares, quitándoselos. Desabrocho mi cinturón de seguridad, y me acerco aún más para desabrocharla a ella. Mi emoción y deseo por ella son difíciles de contener. Aprieto la mandíbula y entrecierro los ojos en un esfuerzo por contener las emociones que tengo hacia ella. La deseo, pero quiero protegerla también. —No tienes que hacer nada que no quieras hacer. Ya sabes, ¿verdad Anastasia? — le digo con fervor. En cierto modo estoy desesperado porque ella dijera que no y se fuera, porque Dios sabe que yo soy incapaz de hacerlo. Me he enganchado a ella, me hechizó con todo su ser. Si ella supiera lo mucho que la deseo... No puedo mantener el deseo y el anhelo que tengo por ella fuera mi voz o mis ojos. Entonces ella me habla con calma y con convicción: —Yo nunca haría nada que yo no quiero hacer Christian. Asiento con la cabeza y respiro un suspiro de alivio interno y digo —okay— en voz baja y apenas audible. Todavía mis ojos la miran con recelo, dividido entre mantenerla aquí, y no dejarla ir, y llevarla de vuelta a Portland, y dejarla con su inocencia intacta e ignorante de mi mundo oscuro. ¡Pero yo nunca he deseado a nadie tanto como a ella en este mismo momento! Ella me quita el aliento. Ella me mira determinada, y esos ojos azules de esperanza que rompen con el último esfuerzo de mi resistencia destrozándome y derritiéndome. Abro la puerta para salir. Me agacho y camino rápidamente a su lado, y abro la puerta envolviendo mis brazos alrededor de ella tirando de ella hacia abajo desde el helicóptero y acercándola, pegándola fuertemente contra mí. Gracias al viento en el techo, tengo que gritar para ser escuchado.
  • 59. — ¡Ven! — le digo. El viento es fuerte, y tengo que arrastrarla hasta el hueco del ascensor, toco el botón. Se abre la puerta y tiro de ella. Una vez en el ascensor, coloco el código a mi Pent-house. Anastasia por su parte se queda mirando las paredes de espejos del ascensor, mirando a la reflexión infinita, los dos juntos con una expresión de admiración y asombro. Al ascensor le lleva poco tiempo llegar a mi piso y la puerta se abre. Entramos en mi recibidor, todo blanco adornado con una mesa de madera oscura, con flores frescas, haciendo una gran declaración. Mi selección de exquisitas pinturas de la Madonna y del niño que adornan las paredes. Ella mira las piezas como lo hizo con el cuadro en la pared de mi oficina en su primera visita a entrevistarme. Abro las puertas dobles y entro en el salón principal, aunque es más una declaración, que una sala de estar común. Las paredes son de doble altura y todo blanco, con las paredes de cristal exteriores que permite la entrada a un amplio balcón con vistas a la exquisita silueta de la ciudad de Seattle. Tengo un gran sofá en forma de U en el salón principal que da a la cocina abierta. La chimenea también se ilumina dando una sensación de un ambiente sensual y cálido. — ¿Puedo tomar tu chaqueta Anastasia? — Le pregunto en voz baja. Ella niega con la cabeza, ella parece tener frío todavía. Quiero calentarla, pero me distraigo a mi mismo al preguntarle si le gustaría una bebida. Ella se ve tanto confundida como divertida. Alzo las cejas un poco y le digo que me tomare una copa de vino blanco, y le pregunto si le gustaría unirse a mí. —Sí, por favor— ella responde con timidez. Yo le digo mi elección de vino blanco, y le pregunto si ella le iba bien esa opción. —Christian, yo no sé nada de vinos. Lo que decidas estaría bien— dice tímidamente. Ella es inocente y sin experiencia en todos los sentidos, mi conciencia me dice. Asiento con la cabeza, y le sirvo una copa. Ella está muy tranquila.
  • 60. ¿Está teniendo dudas? Una parte de mí desea que ella este dudándolo, y la otra parte la quiere, la desea más que a nada. Pero tengo que preguntar ya que esta tiene que ser su elección. —Tú estás demasiado tranquila, Anastasia, pálida, de hecho. ¿Estás bien? ¿Tienes hambre? — Pregunto a manera de sondeo. Ella niega con su cabeza. —Tienes un buen lugar aquí Christian. Muy grande— comenta ella con aire ausente. — ¿Grande? — estoy divirtiéndome. —Sí, mucho— responde. Cuando se da cuenta del piano me pregunta si toco. —Sí, toco el piano— le respondo mi mirada clavada en ella como un halcón. Estoy lleno de intensidad y deseoso, y enamorado de ella. De esta inocente niña hermosa, que es apenas consciente de su propio poder de seducción. — ¿Hay algo que no puedas hacer? — Ella comenta casi con tristeza, como si yo fuera inalcanzable. —Algunas cosas...— digo. — ¿Te gustaría sentarte Anastasia? — Le pregunto invitándola al sofá. Ella se sienta y con un brillo sonríe. Tengo curiosidad por saber lo que está pasando por su mente en este instante. Ella es tan cerrada para mí. Me esfuerzo mucho para leer su lenguaje corporal. No se parece a nadie que yo haya conocido. — ¿Qué te divierte Ana? — Comento tranquilamente sentado junto a ella lo suficientemente cerca para tocarla. Me siento hacia atrás apoyando el codo detrás de mí.
  • 61. — ¿Por qué me diste los libros de Tess de los D'Urbervilles Christian? — Pregunta con atención. Ella es difícil de leer ya que su pregunta me toma por sorpresa. —Imagine que debía gustarte Hardy y yo te debía una advertencia acerca de mí mismo. Esa era la única manera que se me ocurrió. Ya sea para que pueda que no te hagas un ideal imposible, como Ángel Clare, o una degradación completa como Alec D’Urberville— murmuro lentamente la mirada vacilante con mi deseo interior cargado de sensualidad oscura. —Si sólo me ofreces dos opciones Christian, voy a tomar la degradación— me susurra mordiéndose el labio y sorprendiéndome completamente. Sus palabras y la visión de ella con el labio atrapado entre sus dientes, me quitan el aliento y tengo que tomar un suspiro audible para recoger mis sentidos. Ella me deja en completo asombro. Sacudo la cabeza y hablo con atención —por favor, ¡dejar de morder tu labio Anastasia! Me distrae completamente. No sabes lo que realmente estás pidiendo aquí— digo todavía con la esperanza de que ella diga que no. — ¿Estoy aquí o no? — dice ella determinada —Sí aquí estas— le digo incapaz de resistirme a ella más y le digo que me espere un minuto con el dedo. — ¿Me esperas un minuto, por favor? — Digo excusándome. Ella ha hecho su elección, y yo soy como masilla en sus manos. Voy a mi oficina e imprimo el acuerdo de no divulgación que mi asistente Andrea me envió por correo electrónico. Vuelvo a la sala de estar con el documento, y lo deposito en la mano de ella diciendo—: Ana, se trata de un acuerdo de confidencialidad, un acuerdo de no divulgación. Viendo quien soy, mi abogado insiste en tener uno firmado—. Miro determinado, y le digo —si vas a ir por la segunda opción, es necesario que firmes esto. — ¿Y que si no quiero firmar? —Eso estaría bien— le digo sin poder evitar un dejo de decepción en mi voz, pero me obligo a no perder el equilibrio y agrego —en ese caso, seré como Ángel Clare para ti, altos ideales, y la mayor parte del libro.
  • 62. — ¿Qué es este AND? No sé lo que significa. —Simplemente quiere decir que no puedes hablar de ti y de mí, y lo que sucede entre nosotros, a cualquier persona, nada en lo absoluto...— le digo con claridad. Una gama de emociones cruza su rostro: una mirada de incredulidad, sorpresa, miedo, y finalmente, la curiosidad. —Está bien, voy a firmar— dice y me ofrece su mano para recibir la pluma de mí. Extiendo la pluma y aun no puedo ocultar mi cara de sorpresa de ella. — ¿No vas a leer en primer lugar? — Digo sorprendido. —No— dice ella determina. — ¿Por qué no? — Le pregunto. Siento la necesidad de reprenderla, esto no es una buena práctica esto ir firmando documentos sin leerlos — Anastasia, ¡siempre debes leer lo que firmas! —Bueno— dice exasperada —claramente Christian, este pedazo de papel— sostiene el contrato en la mano como un pedazo de avío no deseado para deshacerse de él. —Significa más para ti y tu abogado, a quien al parecer le has hablado sobre mí, de lo que es para mí. Yo no tenía la intención de revelar nada sobre "nosotros" a cualquiera de todos modos. Así que si firmo en este pedazo de papel, diciendo que no voy a hablar de los dos, es un punto inservible. ¡No voy a hablar! Ni siquiera a mi mejor amiga Kate— ella dice desarmándome por completo. —Buen punto bien hecho Anastasia— le digo completamente sorprendido. Ella firma su nombre en la línea de puntos de una manera exagerada, y me regresa el AND, y toma un gran trago de la copa de vino casi tomándoselo todo. Veo que ella está tratando de reunir el coraje para hablar y finalmente dice lo que piensa:
  • 63. —Ya he firmado el AND, ¿significa que vas hacer el amor conmigo esta noche Christian? — Pregunta e inmediatamente se ve arrepentida y ruborizada. Mi mandíbula cae abierta completamente sorprendido por sus palabras. ¡Ella no deja de sorprenderme! Yo, Christian Grey, ¡que no me impresiono fácilmente, me veo sorprendido por las palabras de esta niña inocente! Pero ordeno mis sentidos y respondo. —No, no Anastasia. Permíteme aclarar algo. Yo no hago el amor. Jamás. Nunca lo he hecho. Cojo... duro. Además, tendrías que firmar más papeleo para llegar a eso, y además, todavía no sabes lo que te espera— le digo mirándola. —Una vez que sepas, me temo que todavía puedes correr lo más lejos posible de mí. Por lo tanto, tengo que ir al grano y mostrarte lo que quiero decir. Ven. Te mostrare mi cuarto de juegos—. Digo finalmente decidido a dejar que las fichas caigan donde caigan. — ¿Cuarto de juegos? ¿Vamos a jugar al Wii o Xbox? — Me pregunta sorprendida, y no puedo evitar soltar una risotada. Eso es lo más alejado a mi idea real. —No Ana. Ninguna de esas cosas. Ven a ver— le digo y suavemente tirándola de la mano y la llevo al pasillo y al piso de arriba donde se encuentra mi cuarto de juegos. Tomo mi llave puesto que mi cuarto de juegos permanece siempre cerrado. Tomo una respiración profunda, y decido darle una última advertencia —todavía te puedes retractarte de esto Anastasia. Si así lo deseas, te puedo enviar a donde quieras ir, mi helicóptero está en espera, o pasar la noche y volver a casa por la mañana. Decidas lo que decidas está bien. Ella me mira exasperada, y bufa. — ¡Oh solo abre la maldita puerta Christian! — desarmándome por completo y dejándome sin aliento. Abro la puerta dejándola pasar adelante.