Los impresionistas creían que el pintor debe capturar la impresión visual de lo que ve, aunque las cosas puedan percibirse de manera diferente. La luz y las condiciones atmosféricas influyen en cómo se ven los colores de las cosas, que cambian constantemente. Los impresionistas usaban colores puros en lugar de mezclarlos, y se enfocaban en capturar efectos luminosos usando contraste de colores complementarios como amarillo y morado.