Los hijos eventualmente dejan el nido a medida que crecen y maduran, por lo que los padres deben aceptar que ya no son el centro de sus vidas y en cambio apoyarlos en su camino de independencia. Aunque los hijos se vayan físicamente, los padres permanecerán siempre en sus corazones y serán una fuente de apoyo espiritual a lo largo de sus vidas.