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El género en la política de cooperación al desarrollo

                      de la UE


                 Ruth Vilaró Beloso

              Año académico 2006-2007




                                                        1
Índice:


Introducción.......................................................................................................................2
2. La Política comunitaria de igualdad de trato.................................................................4
   2.1. Análisis de política europea de igualdad de oportunidades....................................5
3. La representación de intereses a nivel comunitario.......................................................9
   3.1. Integración en la corriente principal.....................................................................10
    3.2. Acción colectiva a nivel europeo.........................................................................13
   3.3. El marco teórico para el estudio de la acción colectiva a nivel europeo..............14
   3.4. Las estructuras formales que conforman el movimiento......................................18
    ....................................................................................................................................20
   3.5. El policy-making europeo....................................................................................21
 4. La acción política exterior de la Unión Europea........................................................23
    4.1. Teorías de cambio cultural en los valores...........................................................24
5. La política de desarrollo de la Unión Europa: una aproximación a las cuestiones de
           género..................................................................................................................28
   5.1. Evaluaciones de proyectos y programas...............................................................30
   5.2. La evaluación de políticas públicas......................................................................35
   5.3. El carácter político de las evaluaciones................................................................37
6. El género en el ámbito de la Unión Europea y las Naciones Unidas..........................37
   6.1. La Conferencia de Beijing de 1995.....................................................................39
   6.2. La Unión Europea y la integración de la perspectiva de género en el desarrollo.41
 7. Perspectivas teóricas sobre el género en el desarrollo................................................46




           Introducción

           La femocracia es un término entre cuyos sinónimos figura el de feminismo

oficial. Las instituciones y organismos creados para la promoción de las mujeres han

supuesto en Europa grandes avances, que la mayoría de los estudios coinciden en

afirmar, han proporcionado medios humanos y materiales al movimiento feminista

además de traducir sus aspiraciones en objetivos concretos de políticas reales. Los

estudios descriptivos de caso que se llevan a cabo sobre el feminismo oficial suelen

consistir en el análisis de las medidas que las instituciones y organismos oficiales




                                                                                                                                        2
formulan y ejecutan, y en el impacto que estas medidas tienen en la realización de

políticas por parte de otras instituciones.

       En el ámbito europeo, las actuaciones del feminismo oficial comienzan en el

ámbito de la igualdad de derecho y anteceden a la igualdad de hecho, como suele ocurrir

generalmente. Es a partir de la Conferencia de Beijing, y del Tratado de Ámsterdam

cuando se toman medidas concretas para fomentar el feminismo oficial como principal

mecanismo de elaboración e implementación de políticas, que se concretan en Planes de

Igualdad. Pero no sólo se lleva a cabo la creación de organismos oficiales para la

introducción de la perspectiva de género en el ámbito de la Comisión, sino que también

en el Parlamento Europeo se crea la Comisión para la Defensa de los Derechos de la

Mujer e Igualdad de Género y recientemente se crea el Instituto para la Igualdad

Europeo. En cuanto a los instrumentos a través de los cuales se introduce la perspectiva

de género en la UE, destacan los Programas de Acción para la Igualdad de

Oportunidades (1996-2000) y la Estrategia Marco Comunitaria sobre la Igualdad de

Hombres y Mujeres 2001-2005, como documentos principales.




       Las políticas formuladas por la Comisión Europea, a través de la Unidad para la

Igualdad de Oportunidades de la DG V han variado desde el momento en que se crea en

la década de los noventa. Paralelamente el papel desempeñado por el movimiento

feminista también ha ido evolucionando de la mano del desarrollo de una maquinaria

institucional europea por la defensa de la igualdad de género. En qué grado el rol

desempeñado por las instituciones europeas para la defensa de la igualdad de género a

través de las políticas que formula ha influenciado el desarrollo de determinadas formas

de acción colectiva a nivel europeo es el tema principal de este trabajo.



                                                                                        3
2. La Política comunitaria de igualdad de trato


       La política comunitaria de la igualdad de trato está estrechamente ligada a la

dimensión social de la UE. Según Susan Cunningham hay dos modos de conceptualizar

la igualdad de oportunidades a nivel europeo. La interpretación minimalista está

relacionada con una igualdad de oportunidades procedimental y está asociada con los

conservadores y la nueva derecha. Basada en principios utilitarios, los que proponen

este enfoque están a favor de una sociedad basada en el mérito y la eliminación de



                                                                                        4
barreras al éxito. A través del libre juego de las fuerzas del mercado todo individuo

tiene la oportunidad de competir. Esta visión de la igualdad de oportunidades tiene su

paralelo en lo que ha sido identificado como el “enfoque descentralizado” de la política

social de la Comunidad Europea. Los que defienden esta visión creen que es necesario

alcanzar estándares básicos comunes en áreas como la salud y la sanidad en el trabajo,

exceptuando las demás provisiones sociales que deberían determinar las fuerzas del

mercado.

       La interpretación maximalista está orientada hacia un enfoque más radical. La

igualdad sólo debería ser juzgada, según esta visión, a través de estados finales o

igualdad de resultados. Se adopta una visión holística de la sociedad donde el individuo

no es una entidad aislada sino que forma parte de un grupo social. Siguiendo este punto

de partida, las circunstancias sociales e históricas podrían ser tomadas en cuenta. De

nuevo, existen similitudes con un segundo enfoque teórico de la política comunitaria: el

enfoque legislativo, basado en el establecimiento de las reglas desde arriba, un marco

legal sería establecido por medio de provisiones legales que los Estados miembros

deberían cumplir.




       2.1. Análisis de política europea de igualdad de oportunidades


       El análisis de la política comunitaria de igualdad de trato en la Comunidad

Europea puede llevarse a cabo a través de un análisis de los orígenes de la política

social. El desarrollo de la política social europea puede llevarse a cabo a través de tres

fases: la fase PRE-1980, 1980-1989, y 1990 hasta la actualidad.




                                                                                             5
Durante su fase inicial de desarrollo, en términos de legislación de igualdad,

todas las medidas tomadas estaban basadas en la esfera económica. Las raíces para este

tratamiento de la igualdad de oportunidades estaban en el artículo 119 del Tratado de

Roma que instauraba el principio de “igualdad de pago en el trabajo”. El Programa de

Acción Social (1974) extendió el Art. 119 a través de las directivas 75/117/CEE (1975)

de igualdad de pago; 76/207/CEE (1976) de igualdad de trato; y 79/7/CEE (1979)

igualdad de trato-seguridad social. En esta fase la política social era concebida como un

instrumento para mejorar las condiciones de trabajo y los estándares de vida de los

trabajadores.

       Los años ochenta se caracterizaron por el hecho de que los Estados miembros

trataron de eludir la política social una vez que esta suponía salir de la estricta esfera

económica para tener en cuenta cuestiones sociales.

       Con la aprobación del Acta Única Europea en 1987 la retórica sobre los

derechos sociales básicos pasó de nuevo a primer plano encontrando expresión en la

Carta Europea de Derechos Sociales Básicos, aceptada por el Consejo Europeo en

Octubre de 1989 con la única oposición de Reino Unido.



       El progreso de la política de igualdad de trato puede dividirse a su vez en tres

períodos cronológicos que abarcan las décadas de 1970, 1980, y 1990.

       En la década de 1970, y como ya se ha comentado más arriba, fueron tres las

directivas que trataron la igualdad (76/207/CEE; 75/117/CEE; 79/7/CEE) con la

intención de usar la legislación en igualdad como un instrumento de política económica

más que para desarrollar la legislación de igualdad. El éxito de los años setenta puede

considerarse que fue poner la igualdad de género en la agenda, creando una base para el




                                                                                             6
posterior desarrollo de la legislación de igualdad que pudiera ir más lejos en sus

objetivos.

       A partir de este escenario se creó el Primer Programa de Acción de Igualdad de

Oportunidades (1981), con el objetivo de fortalecer los derechos de los individuos como

forma de conseguir la igualdad y de llevar a cabo la igualdad de trato. El programa en sí

contenía 16 programas de acción acerca de los sistemas impositivos, vida familiar,

legislación protectora, igualdad de trato para inmigrantes, segregación en el trabajo y

nuevas tecnologías. Según la Red Europea de Mujeres (ENOW) el programa estaba

dotado de un gran potencial, ofreciendo un marco realista para el desarrollo de políticas

y de legislación. Sin embargo el potencial del programa fue desperdiciado debido a la

llegada del periodo de recesión económica que hizo que las cuestiones de igualdad

perdieran su atractivo como modo de legitimar a la UE. La mayor parte de los Estados

miembros no llegaron a implementar la mayor parte de las provisiones del programa.

       El reconocimiento del limitado éxito del Primer Programa de Acción llevó a la

implementación de un segundo programa, Plan de Acción para mujeres de 1986-90.

Este significó más presión para una continuación de un más intensivo programa de

acción en lo relativo a la posición de las mujeres en el mercado de trabajo. Sus objetivos

principales eran asegurar que las legislaciones actuales sobre igualdad de trato eran

aplicadas, remediar defectos en la legislación comunitaria existente y simplificar las

regulaciones y publicitarlas de forma más clara. Para conseguir estos objetivos el

programa estaba orientado hacia acciones concretas identificando grupos vulnerables

como objetivo. Los roles y responsabilidades de cada grupo (familias monoparentales,

mujeres inmigrantes, retornadas, incapacitadas, autónomas) eran claramente

identificados.




                                                                                          7
Bajo el segundo Programa de Acción se aprobaron otras dos directivas: Igualdad

de trato en los sistemas de seguridad social (86/378/CEE) y la Igualdad de trato en los

regímenes de trabajo por cuenta propia en agricultura (86/13/CEE).



       En la década de los ochenta, aunque se dio un cambio sustancial en lo que a

consecución de igualdad se refiere en términos de integración social y económica, la

implementación de los Planes y Programas ha sido deficitaria, permaneciendo las

cuestiones de igualdad de trato marginadas en términos de política comunitaria.



       Con la firma del Acta Única Europea en Julio de 1987 la importancia de la

dimensión social de la UE pasa de nuevo a primer plano. El resultado es la firma de la

Carta Social Europea en Diciembre de 1989 por el Consejo de Ministros, que en su Art.

16 hace referencia a la importancia del principio de igualdad de trato, e introduce la

igualdad de oportunidades como base fundamental que impulse la implementación del

principio de igualdad. El Acta establece un Programa de Acción para su

implementación, que a su vez establece un Tercer Programa Comunitario en Igualdad

de Oportunidades para Mujeres y Hombres para desarrollar entre 1991 y 1995. El

Tercer Programa de Acción es importante porque supone la integración de la igualdad

dentro de la corriente principal general, definiendo la política de igualdad de

oportunidades como una parte integral de las políticas económica, social y estructural de

la Comunidad (COM (90) 449 final). El Programa propone la iniciativa NOW como un

paso importante en esta dirección.




                                                                                          8
Para el Parlamento Europeo la promulgación de estas propuestas permitirá a las

mujeres avanzar en la reconciliación de las responsabilidades familiares y laborales y

superar la tradicional división sexual del trabajo (Parlamento Europeo, “Mujer y

Empleo en los noventa” PE139.392 Doc. 5).




        3. La representación de intereses a nivel comunitario


        La política social europea ha sido permeable a la existencia de intereses difusos

a nivel comunitario. Como M. A. Pollack1 propone la estructura institucional de la

Comunidad acoge con facilidad a los intereses de las organizaciones de mujeres, entre

otros. Los intereses difusos (intereses colectivos representados por un gran número de

individuos) siguen a menudo la ruta de Bruselas por medio del lobby a la Comisión

Europea, la cual posee el derecho de iniciativa en el policy-making europeo. Una

segunda ruta es la del Parlamento Europeo, que ha demostrado considerable simpatía

hacia los intereses difusos, en especial dentro de los comités parlamentarios. Una última

ruta estaría constituía por la Corte Europea de Justicia, que en el sistema legal tiene el

poder de hacer cumplir e interpretar los Tratados y las regulaciones de la Comunidad

Europea.

        En el área de los derechos de las mujeres, la Comisión ha mantenido la Unidad

de Igualdad de Oportunidades, en el Directorio General V de Asuntos Sociales, que ha

sido activa en la redacción de los borradores de directivas y de varios Programas de

Acción para la Promoción de la Igualdad de Oportunidades. Aunque los grupos de

mujeres han estado pobremente representados a lo largo de la historia de la Comunidad,



1
 Mark A. Pollack, “Representing Diffuse interests in EC policy-making”, Journal of European Public
Policy, Vol 4: 4 (1997, December), pp. 572-590.



                                                                                                     9
según Mazey2 (1995: 593) los últimos años han sido testigos del desarrollo de un marco

formal institucional a nivel comunitario asociado con la formulación e implementación

de la legislación comunitaria y los programas de acción positiva, y un gran número de

actividades desarrolladas por grupos de interés han sido legitimadas. Regularmente

estas organizaciones son consultadas por lo funcionarios de la Comisión. La mayor

parte de estas organizaciones están asociadas con el Lobby Europeo de Mujeres, la Red

Europea de Mujeres y el Comité para los Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo,

desempeñando un importante papel en el proceso de situar los temas en la agenda

política europea.

        La Unidad de Igualdad de Oportunidades se establece en 1976 en la Dirección

General V (Empleo, Relaciones Industriales y Asuntos Sociales) de la Comisión.

Veintiséis oficiales se ocupan de la unidad, que es formalmente responsable de la

formulación e implementación de las políticas de igualdad de la UE. La Unidad trabaja

en estrecha cooperación con el Comité para la Igualdad de Oportunidades establecido

por la Comisión en Diciembre de 1981. Este Comité reúne dos veces al año

representantes de los organismos de igualdad de los Estados miembros. Empleados y

sindicatos de trabajadores, además del lobby europeo de mujeres tienen estatus de

observadores en el Comité.




        3.1. Integración en la corriente principal


        El concepto de mainstreaming entra en la agenda política europea a partir de

1995 con la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia para la Mujer en Beijing. La

2
 Sonia Mazey, “The development of EU Equality Policies: bureaucratic expansion on behalf of Women?,
Public Administration, Vol. 73 (1995), pp. 591 – 609


                                                                                                10
estructura política de la Unión Europea que siempre había estado abierta a los grupos de

mujeres se abre todavía más gracias a la Comisión Santer, con un claro compromiso con

la igualdad de oportunidades. Este mandato claro a favor de la igualdad de

oportunidades se pone de manifiesto en el nombramiento de un nuevo grupo de

comisarios para la Unidad de Igualdad de Oportunidades. Como resultado un nuevo

plan de acción es adoptado, el llamado Cuarto Programa de Acción para la Igualdad de

Oportunidades entre Mujeres y Hombres (1996-2000), calificando el mainstreaming

como elemento más importante del mismo.

       La aprobación en 1997 del Tratado de Ámsterdam incluye múltiples provisiones

para el fortalecimiento de la competencia de la UE en el área de la igualdad de

oportunidades. Un nuevo artículo 119 es redactado, y en su lugar el nuevo artículo 141

fortalece la disposición original de igual salario, supone la mayoría cualificada en

Consejo y la co decisión con el Parlamento Europeo para la aprobación de futura

legislación en igualdad de oportunidades. Además, el Tratado de Ámsterdam supone la

revisión de los artículos 2 y 3 del Tratado, haciendo de la igualdad de oportunidades

para hombres y mujeres, no limitada a la igualdad de salario por trabajo de igual valor,

un objetivo central para la Unión.



       Fuera de la Comisión, los intereses de las mujeres están formalmente

representados en el Comité para la Defensa de los Derechos de la Mujer, del Parlamento

Europeo, establecido en 1984. Desde su creación este comité ha sido muy activo en la

acción de lobby. En particular ha jugado un importante role situando cuestiones de

igualdad en la agenda política.




                                                                                        11
La Comisión en general ha jugado un importante papel en la movilización del

lobby transnacional europeo de mujeres para que apoye sus iniciativas en este sector.

Como parte de este proceso movilizador la Comisión ha establecido el Servicio de

Información de Mujeres en 1976 para publicitar las políticas de igualdad de

oportunidades en los Estados miembros y para la organización de conferencias europeas

de mujeres. El Lobby Europeo de Mujeres en Bruselas fundado en 1990 fue también

creado por la Comisión Europea. Su misión es coordinar las actividades de lobby de 48

organizaciones no gubernamentales de carácter nacional y europeo. Este lobby es

regularmente consultado por la Comisión en las propuestas legislativas en el área de la

igualdad.

        Otras organizaciones con base en Bruselas son la Red Europea de Mujeres

(ENOW), establecida en 1983 por mujeres para coordinar las redes nacionales de

mujeres y el lobby en la UE; y el Centro para la Investigación Europeo de la Mujer

(CREW), fundado por mujeres en 1980 como una asesoría especializada en la

investigación y aprendizaje sobre igualdad de oportunidades a nivel europeo. Su labor

consiste en producir programas de aprendizaje para mujeres, iniciar y coordinar

asociaciones de negocios trans-europeas y actuar como asesoría de negocios para

mujeres. El Centro de Investigación también está involucrado en la coordinación de la

red IRIS y en otras iniciativas comunitarias de aprendizaje para mujeres que forman

parte de programas comunitarios como NOW, COMETT y FORCE.

        Según Laura Cram3 “incluso en aquellos casos donde la emergencia de un Euro

Grupo o un Nuevo foro colectivo es una clara responsabilidad del aumento de autoridad

institucional de la UE, las instituciones europeas han jugado a menudo un rol

significativo en dar forma al desarrollo de estos grupos. En general, las preferencias de


3
 Laura Cram “EU institutions and collective action”, en Collective Action in the European Union,
Greenwood and Aspinwall (eds.) (1998) London, Routledge, p, 74-75


                                                                                                   12
la Comisión por el diálogo con organizaciones representativas a nivel Europeo suponen

un claro incentivo para grupos dispares para actuar colectivamente. Más

específicamente, el apoyo de la Comisión a la creación de organizaciones como BEUC

(European Bureau Of. Consumer´s Unions) o EEB (European Environmental Bureau)

tiene un claro impacto sobre el tipo de acción colectiva llevada a cabo por grupos de

consumidores y medioambientales y el impacto de esta acción colectiva en estos

campos. De forma crucial, “los arreglos institucionales no solo determinan quien decide,

sino también influencian qué se decide” (Majone, 1989: 102). De forma paralela a lo

descrito por Cram para las organizaciones de consumidores y medioambientales, las

organizaciones para la defensa de la igualdad se ven compelidas por medio de

incentivos generados por la Comisión a actuar de forma colectiva.




               3.2. Acción colectiva a nivel europeo


       El papel desempeñado por la Dirección General V, y por la Unidad de Igualdad

de Oportunidades como promotora del estatus de las mujeres a través de la política de

igualdad de oportunidades ha ido incrementándose a lo largo de estas últimas décadas

gracias a la ampliación del ámbito de aplicación del concepto de igualdad de

oportunidades, no quedando simplemente restringido a la igualdad en el trabajo. El

concepto de mainstreaming pretende la ampliación de la influencia que esta

“maquinaria” administrativa tiene en la formulación de las políticas a nivel europeo.

Además, el grado en que esta femocracia europea desarrolla oportunidades para los

actores sociales que defienden la posición de la mujer y para las organizaciones de

mujeres para que puedan influir en la política a nivel europeo es bastante alto, y ha ido

incrementándose paulatinamente.



                                                                                        13
Parece que puede hablarse de una europeización de la acción colectiva a nivel

comunitario impulsada por la propia estructura institucional de la UE, en la que el

“policy access” en palabras de Stetson y Mazur4 es una parte fundamental de la

conformación de la acción colectiva emprendida por el conjunto de intereses difusos en

torno a las cuestiones de género. Una forma particular de desarrollo de la acción

colectiva que ha ido incrementando su presencia a la par que aumentaba la influencia de

la femocracia europea a través del diseño de un concepto de igualdad de oportunidades

cada vez más amplio.




     3.3. El marco teórico para el estudio de la acción colectiva a nivel
europeo


        Dentro de la tradición de estudio comparativo de los Movimientos Sociales

podemos distinguir varias formas de acometer el análisis de estos en lo que se refiere al

concepto de Estructura de Oportunidad Política. Para este trabajo, de la tipología acerca

de dicho concepto (en adelante POS, de sus siglas en inglés) que establecen en su obra

“Comparative Perspectives On Social Movements” McAdam, McArthy and Zald5, es la

perspectiva centrada en el estado en sus vertientes dinámica y estática, la que más útil

resulta. Para el paradigma estático, muy popular en la Ciencia Política Norteamericana

en las décadas de 1970 y 1980, el nivel analítico de la POS se centra en cómo las

instituciones políticas y los procesos estructuran la acción colectiva. Para los estudios

cross-sectional, el estado era visto como un conjunto de instituciones que definían el

conflicto político en función de su propio interés y expansión. Autores como H.




4
 Dorothy McBride Stetson, Amy G. Mazur (eds.) (1995): Comparative State Feminism. London. Sage
5
 D. McAdam, J McCarthy, and M.Zald: Comparative perspectives on social movements, (1996)
Cambridge University Press


                                                                                                 14
Kitschelt6 y H. Kriesi7 emplean análisis cross-nacional en sus estudios sobre la variación

de la estructura de oportunidad política.

Para los estudios realizados desde una perspectiva dinámica, el interés se centra en

como los estados cambian y como estos cambios producen o reducen la estructura de

oportunidad política. Uno de los más importantes representantes de este enfoque es C.

Tilly.

Según S. Tarrow, “mientras la perspectiva estática centrada en el estado permite

conectar las oportunidades políticas de los movimientos sociales con una red nacional

de regularidades institucionales, las comparaciones que pueden seguirse de estas

suponen algunos problemas: desde pasar por alto las variaciones subnacionales y

subgrupales en las oportunidades políticas de los movimientos hasta minimizar las

dinámicas de los ciclos de protesta excluyendo influencias transnacionales en la acción

de los movimientos sociales. En contraste, la perspectiva dinámica nos permite

especificar las oportunidades políticas para diferentes actores y sectores, captando sus

cambios a lo largo del tiempo, y situando el análisis de los movimientos sociales en su

cada vez mayor escenario transnacional” (D. McAdam, J. McArthy, M. Zald, 1996: 45).




         Puesto que el interés se centra en las estructuras de movilización como

elemento relevante, ya que lo que tratamos de analizar es la acción colectiva los grupos

y organizaciones que representan los intereses de las mujeres a nivel europeo, es de

6
  H. Kitschelt, “Panoramas de intermediación de intereses políticos: movimientos sociales, grupos de
interés y partidos a comienzos del s. XXI”, in Construcción de Europa, Democracia y Globalización,
Ramón Máiz (Ed.) Vol. 1 (2001, Santiago de Compostela), pp. 361 - 386
7
  H. Kriesi, R. Koopmans, J. W. Duyvendak, M. G. Giugni, New social movements in western Europe, a
comparative analysis, (1995)


                                                                                                  15
interés la definición que sobre este lleva a cabo J. D. McArthy (1996:142) en la obra

citada más arriba. Para este autor, “las estructuras de movilización pueden ser

entendidas como las formas acordadas de participar en la acción colectiva entre las que

destacan repertorios particulares de acción, formas de organización particulares de los

movimientos sociales y repertorios modulares de los movimientos sociales”. Para

McArthy, “el alcance del concepto de estructura de movilización es útil para agregar

todas las numerosas variedades de configuraciones institucionales capacitadoras,

permitiéndonos situar sus dinámicas rutinarias así como sus comunes interrelaciones

recíprocas con ambas estructuras de oportunidad política y los procesos de enmarque de

la acción (Framing processes)”. Esto incluiría el rango de localizaciones estructurales de

micro movilización social de la vida diaria, donde la movilización puede ser generada,

lo cual incluiría desde las unidades familiares, redes de amigos, asociaciones

voluntarias, unidades de trabajo y elementos de la propia estructura institucional del

estado y de la economía que sirven de contexto relacional para la movilización.



Los Nuevos Movimientos Sociales de forma genérica, aparecen en las décadas de 1970

y 1980, y se caracterizan por su capacidad de movilización social surgida desde las

bases. Son movimientos que, aunque conformados por algunas organizaciones que

aglutinan a los ciudadanos, y que facilitan la movilización, tienen su principal apoyo en

las bases. La movilización se transmite de abajo a arriba. Es relevante lo que se conoce

como las estructuras conectivas de movilización, término utilizado por Sydney Tarrow8

en su obra Los Poderes del Movimiento. Estas estructuras “vinculan a los líderes con la

organización de la acción colectiva –el centro con la periferia-, permitiendo la

coordinación del movimiento y que éste perdure en el tiempo” (Tarrow, 1997: 236).


8
 S. Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, (1997,
Alianza Universidad).


                                                                                                      16
Pero además, “pueden existir previa y autónomamente respecto al liderazgo del

movimiento y, en algunos casos, operar a través de otras organizaciones o en el seno de

las instituciones” (Tarrow, 1997: 237).



Las organizaciones de movimientos sociales se definen por dos características

principalmente: movilizan sus bases para la consecución de un fin concreto; y este fin

suele estar relacionado con reivindicaciones acerca de un bien público9, por lo que la

movilización social se produce en aras de la consecución de un objetivo político.

Generalmente, las reivindicaciones de los movimientos solicitan una determinada

actuación por parte de las autoridades públicas.

    La caracterización como organización no formal, no implica que no puedan existir

dentro del Movimiento organizaciones de corte formal, en forma de asociaciones,

ONGs, u otra forma jurídica. A este respecto, autores como Kriesi llaman la atención

sobre la estructura organizativa externa de los Movimientos respecto de su integración

en el ambiente organizacional, resaltando la relación del Movimiento con las

autoridades, las bases y otros Movimientos aliados. Por otro lado según Rucht10 la forma

típica de un movimiento social es una red de grupos más o menos informales, grupos

que no están formal y jerárquicamente coordinados.




9
 M. Olson, The logic of collective action: public goods and the theory of groups. (Cambridge, 1965)
Harvard University Press.
10
  D. Rucht, Transnationalization and globalization of social movements, Ramón Máiz (Ed.) (2003),
Tirant lo Blanc.


                                                                                                      17
Para el estudio del macro y micro nivel de movilización de la acción colectiva, y sus

dinámicas transnacionales es necesario tomar en consideración estas dos perspectivas

sobre las relaciones formales e informales entre grupos e individuos11.




        3.4. Las estructuras formales que conforman el movimiento


        Llegados a este punto el interés se centra en la caracterización de las

organizaciones o estructuras formales que conforman el movimiento. Pueden definirse

como agentes de movilización creados para promover el interés colectivo influyendo en

las autoridades políticas en su toma de decisiones. Dentro del paradigma pluralista, toda

forma de participación política se define como institucionalizada, es decir, se realiza a

través de los cauces legales establecidos. Esto implica que las estructuras de los

movimientos se definen como grupos de interés que acaban influyendo en la toma de

decisiones de las autoridades.

        En cuanto al papel que juegan las redes sociales en la acción colectiva la

literatura que trata sobre el tema está de acuerdo en afirmar la importancia de los lazos

sociales para la participación en la acción colectiva. Aunque el rol desempeñado por las

redes todavía no está del todo claro. A este respecto se enfrentan dos enfoques: el

estructuralista, que pone el énfasis en el rol jugado por las identidades, los valores y las

redes sociales facilitando o constriñendo la participación; y las explicaciones

racionalistas que ponen el énfasis en el rol de la agencia humana. Según Passi12

mientras los estructuralistas apuntan a la formación de un potencial para la participación

y fichaje a través de redes al principio del proceso, los racionalistas han desarrollado

sofisticados modelos para explicar decisiones individuales, que se producen al final del
11
   Valentine M. Moghadam: Globalizing Women, Transnational Feminist Networks (2005), Johns
Hopkins University Press.
12
  Cited in M. Diani and D. McAdam: Social Movements and Networks (2003), Oxford University Press.


                                                                                               18
proceso de participación. Para este autor, el concepto de redes sociales proporciona el

nexo teórico entre estos dos distintos momentos.

     La participación en una acción colectiva es un proceso de identificación. Las redes

sociales suponen relaciones sociales en las que se comparten, intercambian, y definen

significados, que acaban conformando identidades. La cultura de los individuos no se

define solamente por la posición social que este ocupa, sino que además se define de

forma relacional, en una red de interacciones sociales. Así se definen marcos cognitivos,

que permiten una percepción común de los problemas y de la realidad social, así como

formas de acción abarcadas dentro de esa percepción común. Según Passí “una vez que

los individuos han sido integrados en una red formal o informal, se encuentran en una

estructura interactiva que les permite definir y redefinir sus marcos interpretativos,

facilitando el proceso de construcción identitaria y de fortalecimiento de la identidad, y

crea o solidifica la conciencia política hacia una acción de protesta dada” (Passi, 2003:

24). Esta sería la función de socialización.

Pero para Passi, las redes sociales también cumplen otra función, la de conexión

estructural. La acción colectiva pertenece a la categoría de la conducta humana llamada

“no volicional”. Esto supone que la iniciativa para participar en la acción colectiva

permanecerá latente hasta que aparezca una oportunidad para convertirla en acción

(Ajzen and Fishbein 1980, citado en Passi). Para Passi, esta función se produce antes de

que los participantes en la acción colectiva se unan a una determinada organización del

movimiento social. La oportunidad se materializaría en la existencia de organizaciones

pertenecientes a los movimientos sociales, en la realización de manifestaciones,

protestas y campañas específicas de los movimientos que mueven a la participación a

individuos con percepciones culturalmente homogéneas sobre un determinado problema

político. La perspectiva estructuralista, destaca el rol desempeñado por las estructuras



                                                                                           19
sociales, en las cuales las redes son un concepto fundamental. A través de las dos

funciones que desempeñan las redes sociales se materializa la participación en la acción

colectiva, poniendo de manifiesto la importancia no sólo del contexto político (tipo de

régimen, por ejemplo democrático frente a autoritario) para el desarrollo de esta sino

también de la mayor o menor visibilidad de las organizaciones del movimiento social,

del tipo de protesta en que los individuos deciden implicarse (organización formal o

actividades de protesta más específicas), y los repertorios de acción que se ponen en

juego. Todo esto ocasiona importantes variaciones en el proceso participativo. Entre los

autores que han estudiado la acción colectiva en su dimensión más estructural destaca

en relación a lo hasta ahora planteado, y haciendo referencia al contexto político, la

perspectiva de Kriesi. Para este autor las variables de contexto que pueden influir en la

acción colectiva serían el grado de centralización territorial, grado de concentración

funcional, coherencia de la Administración Pública y el grado de institucionalización de

los procedimientos democráticos. Todas estas variables podrían llegar a definir una

estructura de oportunidad abierta o cerrada.

Hasta aquí las funciones que las redes pueden cumplir en los movimientos sociales. Una

definición de los movimientos sociales que se adecue a estas funciones nos la

proporciona Diani en la misma obra en la que podemos encontrar el artículo de Passi.

Para Diani, “los movimientos sociales son redes de interacciones informales, entre una

pluralidad de individuos, grupos o asociaciones, involucrados en un conflicto político o

cultural, en base a una identidad colectiva compartida” (Diani 1992: 13).




                                                                                         20
3.5. El policy-making europeo


        Un importante aspecto a tener en cuenta en el policy-making europeo es el papel

que los grupos juegan en el sistema político. El nivel de institucionalización de grupos

actores en el sistema caracteriza al sistema político europeo, y la construcción informal

de este emergente sistema político aparece como una dimensión importante en su

definición como sistema de intermediación de intereses (Wallace, 1990). En palabras de

Schmitter13 “los grupos de interés organizados formalmente han tendido a ser

indispensables y ubicuos en la sociedad civil, introduciéndose e influyendo en el aparato

del Estado, y estando presentes en la formación y promoción de ideología y conciencia

colectiva que radicalmente alteran el modelo democrático de dominación política

liberal-burgués-parlamentario”. Este cambio en la estructura del proceso político de la

Unión Europea ha permitido a diferentes tipos de actores desarrollar su actividad

defendiendo sus intereses de diferentes maneras. Desde esta perspectiva el rol de los

Estados ha cambiado. Los Estados ya no ocupan la misma posición respecto a los

grupos de intermediación de intereses, pues las relaciones entre el Estado y estos grupos

se ha transformado desde la aparición de otro nivel institucional de gobernanza: el nivel

europeo.

Como Schmitter ha argumentado hay dos maneras en las que se producen los modos

genéricos de intermediación: “pueden emerger desde abajo en respuesta más o menos

espontánea a los cambios en la sociedad civil y en su esfera asociativa; o pueden ser

impuestos desde arriba como parte de una política pública deliberada y controlado por

grupos de autoridad pre-existentes”.




13
  Schmitter, Karl, “Modes of Interest Intermediation and Models of Societal Change in Western
Europe”, Comparative Political Studies, 10:1 (1977) pp. 3-38


                                                                                                21
Tomando en consideración las dinámicas de conflicto en el policy-making europeo y

sus características, el rol de los movimientos sociales se lleva a cabo a través de redes

“de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos o asociaciones,

embarcados en un conflicto cultural o político, en base a una identidad política

compartida” (Diani, 1992: 13). La naturaleza transnacional de los movimientos sociales

en Europa, como en el caso de los movimientos ecologistas o feministas, hace que

puedan ser analizados desde las características particulares de sus dinámicas de

movilización a nivel estatal, estableciendo así las bases para interpretar las dinámicas de

conflicto y movilización en el emergente sistema político europeo. De esta manera la

dimensión identitaria y cultural de la acción política y social representa un importante

aspecto a tener en cuenta en el estudio de sistema europeo de representación de

intereses.



        Centrándonos en el proceso de intermediación de intereses, y en lo concerniente

a la acción de los movimientos sociales, puede tomarse como un claro ejemplo de la

intermediación de intereses que emerge desde abajo. Empezando como un tipo de

acción colectiva siempre acaba convirtiéndose en una forma de intermediación de

intereses en cuanto se institucionaliza, con algunas organizaciones representando los

intereses de la sociedad. Los movimientos sociales son especiales en palabras de Diani

en el siguiente modo: “se distinguen porque consisten en actores formales

independientes que están incardinados en contextos locales específicos” (donde “local”

debe ser entendido en un sentido territorial o social), albergan identidades específicas,

valores y orientaciones, y persiguen fines y objetivos específicos, pero que están al

mismo tiempo ligados a través de diversas formas de cooperación concreta o mutuo




                                                                                            22
reconocimiento en un sentido que va más allá de cualquier acción de protesta, campaña,

etc.” .



Definir de esta manera los movimientos sociales pone el proceso de integración y

construcción europea en el centro de atención, surgiendo interrogantes como los

siguientes: ¿es el proceso de desarrollo político un proceso de construcción nacional, o

solamente un proceso de construcción estatal? Las dinámicas de los movimientos

sociales concebidas en un sentido relacional dentro del enfoque del conflicto político

suponen una variedad de variables relacionadas con el ámbito territorial o local. El

estudio del conflicto político bajo esta dimensión estructuralista puede explicar la

acción colectiva y las nuevas formas de representación que surgen en la Unión Europea.




          4. La acción política exterior de la Unión Europea



          La atención aquí se centra en cómo se materializa el proceso de intermediación

de intereses en materia de género en el mundo en desarrollo. ¿Cómo la Unión Europea a

través de la política de desarrollo contribuye al desarrollo en los países en desarrollo y a

la estabilidad de la democracia? ¿Cuáles son las diferentes perspectivas regionales

dentro de la Unión Europea en lo relativo a las políticas de desarrollo en materia de

género?, ¿de qué manera las diferentes visiones del género en la Unión Europea se

traducen en al mundo en desarrollo a través de la política de cooperación al desarrollo?

¿Cómo las líneas de fractura política existentes en la Unión Europea se traducen en la

acción política exterior de la Unión Europea en materia de desarrollo? Responder a

estas preguntas es el objetivo de mi trabajo de investigación.




                                                                                          23
4.1. Teorías de cambio cultural en los valores


         Varias visiones acerca del desarrollo han sido desarrolladas desde los comienzos

de la acción exterior de los países de occidente en el mundo en desarrollo. Estos

cambios revelados a través de distintas teorías sobre el desarrollo deberían tener su

correlato en las teorías del cambio cultural en los países del occidente desarrollado. La

existencia de cleavages, definidos como líneas de fractura de carácter político que

condicionan el comportamiento político de la ciudadanía, su apoyo a partidos políticos e

instituciones y además su acción política y colectiva condiciona de alguna manera el

apoyo a las políticas europeas en materia de género y también la acción política exterior

europea para el desarrollo en materia de género.



         Los conceptos de derecha e izquierda son vistos en la Ciencia Política como

simplificaciones abstractas que ayudan al votante a entender y tomar posición respecto

de la complejidad que la realidad política supone. Para el individuo este esquema tiene

la función de orientar su comportamiento respecto a la información política que recibe

de forma que sea capaz de sintetizar los programas de partidos y grupos políticos, y de

clasificar las cuestiones políticas importantes. Tras este esquema de izquierda-derecha

suele existir un contenido de base ideológica o un conjunto de valores que en la

literatura especializada suele atribuirse a la existencia de determinadas líneas de

conflicto o cleavages14 .




14
  R. Inglehart, H. Klingemann, “Party identification, ideological preference, and the left-right dimension
among western mass publics”, in I. Budge, I. Crewe and D. Farlie (Eds), Party identification and beyond
(1976).


                                                                                                        24
La orientación de los valores ha sido usada por Oddbjorn Knutsen15 (1995) para

medir el cambio en las nuevas y viejas líneas de conflicto en algunos países europeos.

Este autor utiliza la definición que Rokeach16 utiliza en su obra: “Los valores son

creencias prescriptivas que fijan normas de comportamiento y pueden determinar

actitudes e identidades que la gente adoptaría hacia objetos específicos y etiquetas” 17.

Para Knutsen las orientaciones políticas de los valores conectan las dimensiones

centrales del conflicto político y son consideradas, en el citado artículo, como más

estables y con un significado más consistente a lo largo del tiempo. Así, de acuerdo con

el enfoque de Knutsen, la identificación izquierda-derecha es una expresión de valores y

orientaciones ideológicas.



         Podemos describir el apoyo a las instituciones18 por parte de la ciudadanía a

través de dos dimensiones: una dimensión utilitaria o específica y una dimensión

afectiva o difusa. El apoyo difuso representa lealtad o fidelidad a las instituciones de

gobierno y a las políticas. En contraste con el apoyo específico, el apoyo difuso es más

estable a los cambios en la actuación de las instituciones, por lo que está más

relacionado con la identidad europea, mientras el apoyo específico varía de acuerdo a

percepciones de beneficio o satisfacciones que el electorado tenga respecto del

desempeño institucional. Ambas dimensiones de apoyo están interrelacionadas, de

forma que el apoyo difuso deriva de la socialización y el apoyo específico de

evaluaciones utilitarias positivas del gobierno.




15
   Knutsen, O (1995): “Value orientations, political conflicts and left-right identification: A comparative
study”, en European Journal of Political Research 28: 63-93
16
   Rokeach, M. (1973). The nature of human values. New York: The Free Press
17
  Citado en Knutsen, 1995
18
   D. Easton, A framework for Political Analysis, (1965, 1975) Prentice Hall



                                                                                                          25
Cuatro teorías diferentes acerca de la relación de la identificación izquierda-

derecha y el apoyo político a los partidos son expuestas por Herbert Kitchelt y Staf

Hellemans19 en su artículo de 1990.

        Según la Teoría de la transformación, y relacionada con la concepción de

Ronald Inglehart sobre el cambio de significado de los conceptos de izquierda y

derecha, el cambio de valores hacia la dimensión materialismo/posmaterialismo ha

producido una nueva dimensión de conflicto que polariza las preferencias en cuestiones

materialistas y posmaterialistas. Esta dimensión es distinta de la tradicional izquierda-

derecha del modelo clásico de la sociedad industrial donde la polarización política era

un reflejo claro del conflicto social de clase, y transforma las bases sociales de estos dos

polos. Así el concepto “derecha” estaría asociado con los valores materialistas, mientras

que el concepto “izquierda” vendría a estar asociado con valores posmaterialistas.

        En cuanto a la Teoría de la Irrelevancia, los conceptos de izquierda-derecha son

irrelevantes, pues van perdiendo sentido para el electorado al no poder trascender las ni

connotaciones económicas relacionadas con la estructura de conflicto de la sociedad

industrial, ni su significado relacionado con los conflictos originados en la sociedad

industrial.

        Para la Teoría de la Persistencia, los significados convencionales de izquierda y

derecha siguen siendo importantes, pero son complementados con nuevos significados

no económicos. Las tradicionales prioridades de derecha e izquierda y las nuevas

orientaciones materialistas/posmaterialistas están fuertemente correlacionadas entre el

electorado, de forma que los materialistas tienen orientaciones económicas cercanas a la

derecha y los posmaterialistas tienen orientaciones económicas cercanas a la izquierda,

y ambos conjuntos de orientaciones están fuertemente correlacionadas con la


19
 Kitschelt, H., Staf Hellemans (1990) “The left-right semantics and the New Politics Cleavage”, en
Comparative Political Studies, vol. 23 Nº 2, Julio: 210-238


                                                                                                     26
identificación izquierda-derecha. Knutsen identifica dos modelos de la Teoría de la

Persistencia al incluir orientaciones de valores religiosos-seculares en la discusión. En

una versión que el propio autor denomina “limitada” de la Persistencia, una única

orientación de valor determinará la identificación izquierda-derecha, de manera que

cuando los valores religiosos-seculares correlacionan con la identificación izquierda-

derecha es porque estos valores están compuestos por valores económicos de izquierda-

derecha asociados al significado religioso-secular. El otro modelo presupone que las

orientaciones de valor religioso/secular tienen un rol independiente para la

identificación izquierda/derecha aún después de que el significado tradicional industrial

se volviese importante. Esta versión es la versión “amplia” porque incorpora las

orientaciones de valores centrales, basadas en los cleavages centrales en Europa en los

dos últimos siglos, la clase social y la religión. Para el modelo “amplio” las líneas de

conflicto que surgieron de la sociedad pre-industrial e industrial son las que de forma

persistente determinarán la identificación derecha-izquierda, mientras que las nuevas

líneas de conflicto no serán importantes.

       Según la Teoría de la Pluralización, los nuevos valores se añaden a los

significados tradicionales de izquierda y derecha. Las orientaciones económicas y las

orientaciones de los nuevos valores no están muy estrechamente asociadas, pero

contribuyen independientemente a situar a los individuos en la izquierda o en la

derecha, respectivamente. Así, los nuevos valores materialistas y postmaterialistas

proporcionan nuevos significados a los conceptos de derecha e izquierda pero sin

eliminar los viejos significados, de forma parecida a como las orientaciones económicas

añadieron nuevos significados a la derecha e izquierda pre-industrial con la emergencia

de conflictos económicos relacionados con la sociedad industrial.




                                                                                           27
Tanto la teoría de la pluralización como la teoría de la transformación están

basadas en la asunción de que la distinción izquierda-derecha es una dimensión espacial

que tiende a incorporar varios tipos de conflictos. Según Fuchs y Klingemann (1990:

206) esto puede interpretarse de acuerdo a generalizaciones simbólicas que pueden ser

aplicadas a una gran variedad de objetos políticos, ideas y orientaciones.

       La teoría de la persistencia supone cierta continuidad en las líneas de conflicto y

el significado de los términos izquierda y derecha a lo largo del tiempo. Así estos

términos reflejan principalmente valores e intereses económicos (y religioso/seculares

de acuerdo con la versión amplia de la teoría) en la sociedad, y estos valores e intereses

permanecerán dominantes para la identificación derecha-izquierda ya que continuarán

siendo líneas centrales de conflicto.



       Las diferentes visiones del desarrollo deberían tener en cuenta estos cleavages

políticos y trasladarlos a la materialización de la política de desarrollo en la acción

exterior de la Unión Europea. Profundizar en estas cuestiones es otro de los objetivos de

este trabajo de investigación.




      5. La política de desarrollo de la Unión Europa: una aproximación a
las cuestiones de género


       La evaluación de programas y políticas públicas se concibe como un

instrumento fundamental a la hora de observar la idoneidad y adecuación de una

intervención determinada en un país en desarrollo. En el marco de la Política de

Cooperación desarrollada por la UE en el exterior, la tres dimensiones fundamentales de

los programas y proyectos que se tienen en cuenta para medir estos aspectos están

constituidas por el impacto la eficacia y la eficiencia de las actuaciones, sobre todo en lo


                                                                                          28
referente al objetivo general y a los objetivos específicos para los que se conciben las

acciones. En materia de género la UE ha fijado ciertos estándares que toda acción, ya

sea a nivel programa o a nivel proyecto, debe tener en cuenta, a partir de los cuales se

llevan a cabo las evaluaciones. La evaluación de programas y proyectos sociales de

desarrollo se concibe de esta forma como una pieza fundamental en el marco de las

actuaciones llevadas a cabo por los estados miembros a través de la UE, no sólo a nivel

micro, sino también a nivel sectorial por cuanto fija las directrices de la política de

cooperación al desarrollo al medir también la adecuación de las actuaciones en relación

a la política pública del país receptor de la ayuda.

        En el área de género, por su particularidad, debería existir una clara conexión

entre la literatura que trata el tema del género en el desarrollo y las directrices que la

Comisión Europea junto a otros organismos internacionales trazan para la evaluación de

los programas. Este trabajo trata de explorar esta relación.

        Comenzando por una exposición sobre la evaluación como herramienta de

análisis de la política pública, que sin ánimo de exhaustividad abarcará algunas obras de

sobra conocidas en la literatura especializada sobre el tema, el segundo paso será

analizar el contenido de los documentos relevantes sobre el tema del género en la

evaluación en las Naciones Unidas y en la Comisión Europea. Por último, se introducirá

al lector en una síntesis de las diferentes perspectivas que el género tiene en el

desarrollo, para terminar con una breve conclusión.




                                                                                             29
5.1. Evaluaciones de proyectos y programas


        Fundamentalmente, la primera apreciación y más común que un lector no

experimentado puede encontrar en cualquier manual de proyectos para el desarrollo

sobre la evaluación consiste en verla “como forma de apreciación de la pertinencia de

objetivos fijados y de la estrategia seleccionada. A nivel proyecto es un nuevo enfoque

sobre la fase de identificación, sirve para cuestionarla y modificarla si es necesario. La

evaluación es un proceso más completo de análisis de la acción. Se realiza en momentos

muy concretos. Sirve para juzgar periódicamente, de manera profunda, la acción y, si se

presenta el caso, reorientarla”20.



        Un enfoque más general hacia la evaluación de programas y proyectos sociales

nos lo proporciona F. Alvira21. En esta obra encontramos la definición de X. Ballart de

un “programa como conjunto de recursos y actividades, organizadas para obtener ciertos

objetivos”. Para este autor “la evaluación tendría que dar respuesta a cuestiones

relacionadas con la dirección, funcionamiento y el impacto de un programa específico

sobre la población a la que sirve”. Ballart22 cita también a Rossi y Freeman cuando

sostiene que “la evaluación de programas consiste en una aplicación sistemática de

procedimientos de investigación social, para evaluar la conceptualización y diseño,

implementación y utilidad de los programas de intervención social” (Ballart, 1992: 73).

En este sentido, podemos percibir cómo la evaluación retrospectiva de los programas

sociales trata de medir su adecuación a las demandas ciudadanas de la población a la

que va dirigida la actuación.



20
   CARE, Guía metodológica de apoyo a proyectos y acciones para el desarrollo, IEPALA, 1992
21
   F. Alvira (1991) Metodología de la evaluación de Programas, CIS. Madrid
22
   X. Ballart, ¿Cómo evaluar programas y servicios públicos? (1992, Madrid) MAP



                                                                                              30
Es necesario hacer ahora referencia al carácter participativo que el enfoque

evaluativo en boga propugna para el análisis de las intervenciones en países en

desarrollo por lo que supone contar con la opinión de la población objeto o población

meta. Más adelante veremos el enfoque de la Comisión Europea a este respecto.

       Uno de los problemas fundamentales para la evaluación de programas es la

selección de los referentes empíricos o indicadores para la dimensión que en este caso

nos preocupa, la dimensión del género en el desarrollo, que en la mayor parte de los

casos sólo han sido definidas teóricamente. Un intento de sistematización de

herramientas de análisis para el enfoque de género nos lo proporciona la organización

CARE. Esta organización propone un enfoque holístico orientando el análisis de género

a través de las siguientes pautas a las cuales asocia los siguientes objetivos:



            •   El contexto de desarrollo: en esta dimensión se analizarán las

                condiciones económicas, sociales, ambientales e institucionales a través

                de herramientas como herramientas de perfil, mapas sociales, mapas

                institucionales, líneas de tendencia, revisiones de política

            •   Diversidad entre las personas: se analiza la exclusión social, las

                autopercepciones, la evolución de la concepción del género a lo largo

                del ciclo vital, cómo determina la identidad las capacidades y el poder.

                Se lleva a cabo a través de instrumentos como medidas antropométricas,

                entrevistas personales, relatos, gráficos de autonomía del ciclo vital,

                mapas de cuerpos, mapeo de influencia personal, análisis de brechas de

                diversidad.

            •   La diversidad en las actividades: ¿quién hace qué?, ¿cómo?, ¿con

                quién?, ¿cuándo? ¿dónde? y ¿en qué circunstancias?, a través de



                                                                                          31
herramientas como diagramas de sistemas de explotación agrícola,

                calendarios de actividades desagregadas por género

            •   Diversidad en el acceso y control de los recursos: ¿quién utiliza qué?

                ¿quién produce qué? ¿quién tiene acceso a qué recursos? ¿quién

                necesita/quiere qué?, a través de herramientas como matrices de

                ingresos/gastos, diagramas de flujo de beneficios, auditoria doméstica de

                género, mapas de movilidad, clasificación en parejas, análisis de

                presupuesto

            •   Diversidad de las habilidades y capacidades: ¿quién sabe qué? ¿quién

                puede hacer qué? ¿quién espera qué? ¿quién piensa qué?, a través de

                herramientas cómo entrevistas semiestructuradas, estudios de caso,

                pregunta de apreciación

            •   Diferencias de poder: ¿qué determina la distribución del poder? ¿quién

                decide? ¿en interés de quién? ¿quién determina las reglas formales e

                informales?, a través de herramientas como matriz de conflicto de

                participantes, análisis de costo-beneficio y matriz de análisis de género



       Como se puede ver esta organización ha adaptado lo que se conoce como

Herramientas de Acción y Aprendizaje Participativo (PLA), y la Evaluación Rural

Participativa al análisis de género, incorporando en dichos procesos la perspectiva de

género a las dimensiones del ambiente institucional y de la política, incorporando

también la dinámica de poder en las relaciones hombre-mujer a todos los niveles

(CARE: Componentes básicos de equidad de género). Se arroja así luz sobre las

dinámicas de género existentes en cualquier actuación para el desarrollo.




                                                                                         32
La evaluación tiene de específico tres niveles esenciales de análisis: recopilar e

interpretar información, valoración o emisión de juicios y establecimiento de

recomendaciones. Más adelante veremos las implicaciones que esto tiene en relación

con la perspectiva de género en el desarrollo.

        Según Stufflebeam y Shinkfield23 el fin esencial de la evaluación “es determinar

el valor de algo que se está enjuiciando” (1987: 20). Este elemento valorativo debe

formar parte de la evaluación como un elemento sistemático de la misma, con una base

lógica de las perspectivas de valoración utilizadas para interpretar y valorar los

resultados. Para Monnier, la evaluación pluralista es aquella que tiene en cuenta las

diferentes perspectivas de valoración de los implicados en el proceso evaluativo,

confiriendo a la evaluación su legitimidad y su utilidad social. Lo relevante de las bases

de valoración de una evaluación es que pueden tener matices específicos dependiendo

del ámbito al que pertenezca la política o programa evaluada. Para Patton, su modelo de

evaluación orientada a la utilización defiende que esta debe llevarse a cabo “con y para

los usuarios específicos e intencionados para usos específicos e intencionados” (1997:

23).

        En cuanto a los resultados, la mayoría de enfoques evaluativos propugnan la

utilización de los resultados, no sólo como una forma de tomar decisiones acerca de un

determinado programa, sino también como una forma de contribuir al aprendizaje

organizativo y de los grupos humanos.




23
 L. Daniel Stufflebeam, Anthony J. Shinkfield, Evaluación sistemática, guía teórica y práctica (1987,
MEC), Paidós


                                                                                                        33
Además de estos tres niveles de análisis la evaluación tiene de específico el

contexto en el que se lleva a cabo. La evaluación deber ser acorde con el contexto del

programa o política a evaluar. Para Patton24 (1981: 25-26) existen una serie de variables

situacionales a tener en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico de una situación

evaluativo. De entre todas ellas, es relevante para la introducción de la evaluación del

género en el desarrollo los patrones de interacción entre los diferentes agentes críticos

del programa. Se trataría de considerar como relevante para la definición de los

stakeholder la variable género, así como también en la definición de los destinatarios y

participantes.



           Para acabar con este apartado es necesario hacer referencia a la naturaleza

política de la evaluación. Según Stafflebeam y Shinkfield (1987: 23) las evaluaciones

podrían cumplir tres funciones: la función de perfeccionamiento o mejora del programa

evaluado concibiendo la evaluación como una herramienta metodológica que permite la

retroalimentación y el aprendizaje; la función de rendimiento de cuentas, en diferentes

niveles de responsabilidad; y la función de dar a luz o iluminar acciones futuras. Por

cuanto la naturaleza de las evaluaciones en desarrollo es fundamentalmente participativa

podríamos concluir, siguiendo a E. Vedung25 (1997: 134-7), que a nivel “cliente” la

evaluación produce información sobre la satisfacción acerca de los servicios prestados y

si estos se distribuyen equitativamente y a nivel ciudadano la evaluación es necesaria

por cuanto sus resultados sirven para que los políticos elegidos y sus agentes a

diferentes niveles estén sujetos a la exigencia de responsabilidades.




24
     M. Patton, Utilization-focused evaluation (1997, London), Sage.
25
     E. Vedung, Evaluación de políticas públicas y programas (1997, Madrid), INSS.


                                                                                            34
5.2. La evaluación de políticas públicas


        Las políticas públicas son definidas por I. Meny y J. C. Thoening26 como

programas de acción de las autoridades públicas, como “el resultado de la actividad de

una autoridad investida de poder y de legitimidad gubernamental”. Así desde un punto

de vista analítico la política pública puede identificarse como un conjunto de normas y

de prácticas que emanan de uno o varios actores públicos. Mientras para los análisis de

control de gestión el objeto de estudio se centra en la fase del proceso de producción, en

sus resultados, realizaciones y actuaciones; para las evaluaciones el interés se centra en

el análisis de la función de producción pero con el interés puesto en el impacto sobre el

entorno. En las evaluaciones se lleva a cabo una compresión de la finalidad de la acción

mediante una clarificación ex post de las intenciones y se lleva a cabo una comprensión

de la organización pública a través de una racionalidad a posteriori. El interés del

análisis es un interés por el efecto de aprendizaje que a largo plazo este proceso supone

(Gibert, Andraut, 1984, p. 130). Se supone que toda intervención pública concreta

supone una alteración del estado natural de las cosas en la sociedad y puede unirse o no

a varios efectos o impactos. Estos impactos tienen tres características que podrían

resumirse de la siguiente manera: suelen enunciarse de manera cualitativa y normativa,

en términos generales y abstractos; suelen emerger con retraso en relación a la fecha en

que se produce la intervención; la relación entre input y output de esta actuación no es

necesariamente lineal o mecánica. De esta manera Meny y Thoening definen el análisis

de políticas públicas como una forma de identificación de los efectos reales generados

por las actividades administrativas que no son los efectos esperados al comienzo. Un

importante aspecto para esta concepción del análisis de políticas públicas es la que

supone los indicadores que vayan a ser utilizados y el tipo, de carácter cuantitativo o
26
 I. Meny, Jean-Claude Thoening, Las políticas públicas (1992, Barcelona), Ariel.



                                                                                          35
cualitativo. Los indicadores de resultados de carácter cuantitativo ocultan en parte los

efectos o impactos más cualitativos corriendo “el riesgo de adoptar visiones más

etnocéntricas, propias del decisor, confundiendo los indicadores de productos con los de

efectos”.



       La función de producción dos que describe Gibert, y que une las realizaciones a

las finalidades externas, tiene como objetivo final el cambio social. La “identificación

de fenómenos normativos, creencias y representaciones en materia de funcionamiento

de la sociedad y del cambio social inscritas en cada política pública, puede efectuarse

sistemáticamente, analizando sus postulados implícitos o explícitos”. Esto se haría de

acuerdo con los siguientes parámetros:

               Objetivos perseguidos por la política pública considerada

               Sujetos afectados por la política

               Ejecutores a quienes se confía la aplicación de las medidas



       Jones es uno de los autores que descompone el proceso de una política pública

en varias fases. En esta secuencia de actividades la evaluación propiamente dicha es la

última fase del proceso, cuando se produce la terminación de la acción, y se lleva a cabo

una evaluación de los resultados que desemboca en el final de la actuación emprendida.

La evaluación en realidad debe suponer una vuelta atrás del proceso, y sobre la base de

ésta deben introducirse ajustes retroactivos, mediante una reformulación inicial o un

rediseño de la fase de ejecución.




                                                                                           36
5.3. El carácter político de las evaluaciones


       Respecto al carácter político de las evaluaciones, autores como Monnier (1995)

destacan el carácter de la evaluación como un acto político en sí mismo. D. Palumbo en

su obra “The politicis of program evaluation” (1987) concluía en su capítulo

introductorio que la política y la evaluación están intrínsecamente interrelacionadas,

hasta el punto de que la efectividad de la evaluación depende de la incorporación de la

realidad política a los procesos de evaluación, es decir, incorporando los factores

políticos en los diseños y en la difusión de los resultados. Se trata de las interacciones

entre actores y sobre cómo se relacionan desde diferentes posiciones de poder,

influencia y autoridad. Así evaluación y política no son dos realidades fácilmente

separables, concibiendo a la evaluación de esta manera se le procura una legitimidad

política, que supone el reconocimiento y consideración de los distintos actores sociales.




     6. El género en el ámbito de la Unión Europea y las Naciones Unidas



       En 1995, el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas se centra en

el tema del género en el desarrollo. Aunque no se hace en ningún momento referencia

explícita a las evaluaciones, como se hará algunos años después en el Informe de la

Conferencia de Beijing, se perfilan las líneas esenciales del enfoque de género por el

que aboga la Organización de las Naciones Unidas.

       El paradigma del desarrollo humano tiene varios componentes, a saber:

productividad, equidad, sustentabilidad y empoderamiento. El empowerment supone

que el desarrollo debe ser protagonizado por la gente a la que se dirige. Estas personas

deben participar en las decisiones y procesos que conforman sus vidas. La medición de


                                                                                             37
esta capacidad de empoderamiento se lleva a cabo a través del índice GEM

(Empowerment Gender Measure). Este índice se concentra en la participación tanto

económica, como política y profesional buscando medir en qué grado las mujeres han

sido capacitadas para tomar parte en diferentes aspectos de la vida pública en

comparación con los hombres. Se centra fundamentalmente en tres variables: poder

adquisitivo-salarial, presencia en puestos profesionales y directivos y presencia en la

representación política, tanto local como parlamentaria, aunque centrándose en esta

última. El propio informe reconoce al mismo tiempo la limitación de este índice debido

a que no es posible capturar aspectos esenciales de la capacitación en ámbitos para los

que no existen datos, como la vida doméstica, la vida comunitaria o la vida rural. El

GEM es fundamentalmente una forma de medir cómo las mujeres usan las capacidades

con las que cuentan para aprovechar las oportunidades que se les presentan.



           En términos generales el Informe de Desarrollo Humano de 1995 arroja unos

resultados alentadores. Según éste se ha conseguido un importante adelanto en el

desarrollo de las capacidades de las mujeres, pero no en las oportunidades para

desarrollar éstas. Esto nos remite al contexto social y político de los países en los que se

llevan a cabo los estudios que constriñen el desarrollo de dichas capacidades y se

conecta con el impulso que se pretende dar al desarrollo social a la par que al desarrollo

económico, haciendo especial hincapié en el hecho de que el desarrollo no sólo debe ser

concebido en términos económicos, pues este factor, aunque relevante, por sí solo no

supone el desarrollo y bienestar humano.



           El enfoque de la Mujer en el Desarrollo se había defendido hasta comienzos de

los años noventa como respuesta al trabajo de Boserup27. En este libro de 1970 titulado
27
     E. Boserup, Women’s Role in Economic Development (1970, London), George Allen and Unwin Ltd


                                                                                               38
“Women´s Role in Economic Development”, la autora expone que las mujeres han sido

apartadas del desarrollo definido en términos de los programas surgidos al hilo de la

reconstrucción de posguerra. En los años noventa esta visión comienza a ser

modificada por la corriente del Género en el Desarrollo, con enfoques que tratan los

análisis de género en las relaciones sociales, y el empowerment de las mujeres. Se

acepta que a todos los niveles de desarrollo lo que debe ser problematizado son las

relaciones de género en las que las mujeres están subordinadas, añadiendo a los estudios

sobre la actividad de la mujer en el desarrollo y el acceso a los recursos, estudios sobre

temas generales de planificación macro-económica, ajuste estructural y deuda,

degradación y conservación medioambiental y organización política y civil. Esto no

quiere decir que los viejos temas sean sustituidos por los nuevos. Más bien se produce

un enriquecimiento de la agenda de investigación, transformando las viejas cuestiones

de la integración, los intereses, lucha por los recursos y bienestar, a través de nuevas

cuestiones como la representación.




       6.1. La Conferencia de Beijing de 1995


       La Declaración de la Conferencia de Beijing de 1995, acorde con el Informe de

Desarrollo Humano de ese mismo año va un paso más allá en el punto 19, afirmado que

“es indispensable diseñar, aplicar y vigilar, a todos los niveles, con la plena

participación de la mujer, políticas y programas, entre ellos políticas y programas de

desarrollo efectivos, eficaces y sinérgicos, que tengan en cuenta el género, y

contribuyan a promover la potenciación del papel y el adelanto de la mujer”. Esta

declaración se presenta en sus objetivos como “un programa encaminado a crear

condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad”. Pero



                                                                                           39
no sólo se concibe el papel de la mujer como una condición fundamental para la justicia

social, además se le presta atención al papel que el hombre desempeña en la sociedad,

concibiendo la igualdad entre el hombre y la mujer como una cuestión de derechos

humanos.

        En relación a las esferas de especial preocupación en las que la Declaración

hace especial hincapié, “la potenciación del papel de la mujer y la igualdad entre la

mujer y el hombre son condiciones indispensables para lograr la seguridad política,

social, económica, cultural y ecológica entre todos los pueblos”. Se concibe de esta

forma un enfoque integrado hacia el género en las políticas de desarrollo, en las que los

Estados, a través de “la promulgación de leyes nacionales y la formulación de

estrategias, políticas, programas y prioridades para el desarrollo”, junto al sector no

gubernamental como catalizadores del cambio generando, entre otros aspectos, nuevos

enfoques de desarrollo, desempeñan un papel fundamental.

       En cuanto a la participación de la mujer en la toma de decisiones, la Declaración

hace referencia al hecho de que la desigualdad en el terreno público muchas veces tiene

raíz en “las actitudes y prácticas discriminatorias y en el desequilibrio en las relaciones

de poder entre la mujer y el hombre que existen en el seno de la familia”. En la

Declaración se hace referencia también al hecho de que “las redes y modalidades no

oficiales de adopción de decisiones de las comunidades locales, que reflejan un espíritu

predominantemente masculino, restringen la capacidad de la mujer de participar en pié

de igualdad en la vida política, económica y social”.

       Si consideramos la evaluación como una fase más dentro de la política pública,

según la Declaración de Beijing, la perspectiva de género debe incorporarse al proceso

de formulación de políticas y de ejecución de los programas, como se haría en el caso

de las evaluaciones intermedias. Se destaca en este campo el papel a desempeñar por los



                                                                                          40
gobiernos nacionales, que entre otras cosas, deben velar por el establecimiento de

órganos al más alto nivel ministerial que velen por el cumplimiento de las estrategias y

objetivos nacionales relacionados con la igualdad entre hombres y mujeres. Además el

análisis de las políticas y programas debe incorporar una perspectiva de género en todas

las fases, desde la formulación hasta la ejecución.

        Tratándose de los derechos humanos de las mujeres también se hace referencia

a la incorporación de estos a todo el sistema de las Naciones Unidas, incluyendo

también la evaluación de los efectos en materia de género.

       Un área en la que particularmente se hace referencia a la evaluación de los

efectos de las políticas es la del medio ambiente. El punto K.3 de los objetivos

estratégicos de la Declaración de Beijing hace referencia al fortalecimiento o

establecimiento de mecanismos a nivel internacional, nacional y regional para evaluar

los efectos de las políticas de desarrollo y medio ambiente en la mujer. Se aboga por

“metodologías y análisis de políticas participativas y dinámicos en que se tenga en

cuenta el género” en la línea de lo expuesto en la Agenda 21 local, por lo que dichos

estudios deben llevarse a cabo en colaboración con instituciones académicas e

investigadoras locales. Entre otras cuestiones, destacan entre los objetivos de estos

estudios el análisis de los vínculos estructurales entre género, medio ambiente y

desarrollo y la elaboración de medidas encaminadas a elaborar e incluir análisis

ambientales “que incluyan una orientación de género como paso fundamental para la

preparación y la vigilancia de programas y políticas”.


       6.2. La Unión Europea y la integración de la perspectiva de género
en el desarrollo


       En el año 2001 la Comisión Europea elabora un Programa de Acción para la

integración del factor género en la cooperación de la Comunidad al desarrollo (21 de


                                                                                        41
Junio del 2001- COM (2001) 295 final) para el periodo 2001-2006. En este documento

el factor género se articula entorno a tres ejes importantes:

           •   Análisis e integración del factor género en las áreas prioritarias de la

               política comunitaria de desarrollo:

                   1. Apoyo a las políticas macroeconómicas y estrategias de

                        reducción de la pobreza y programas de desarrollo social en el

                        ámbito de la salud y la educación;

                   2. Seguridad alimentaria y estrategias de desarrollo rural

                        sostenibles;

                   3.   Transporte;

                   4.   Fortalecimiento institucional, buena gobernanza y Estado de

                        Derecho;

                   5. Comercio y desarrollo;

                   6. Integración y cooperación regional. El género constituiría un

                        tema transversal en estos seis ámbitos.

           La puesta en práctica y evaluación de actividades se considera, entre otros,

           un método para integrar el género en estos ámbitos.

              Consolidación de la integración del factor género en programas y

               proyectos a nivel nacional y regional. Se insiste en la importancia de

               definir los intereses en materia de género en todas las etapas de

               programación y la gestión del ciclo del proyecto.

              Desarrollo de las capacidades en los asuntos de género que incrementará

               las capacidades de la Comisión para integrar de manera efectiva los

               aspectos relativos al género en todas sus políticas.




                                                                                          42
Se establece que una evaluación intermedia y una evaluación final se llevarán a

cabo para evaluar los logros de la aplicación del Programa de acción en todos los

niveles de las actividades propuestas, analizando la eficiencia, eficacia, impacto y la

pertinencia de las medidas de integración del factor género.

       El Programa de Acción 2001-2006 para la integración de la perspectiva de

género en el desarrollo adopta un planteamiento basado en las negociaciones con los

socios para integrar los aspectos relativos al género en las políticas y estrategias de la

cooperación al desarrollo en todas las fases del ciclo del proyecto o del programa:

preparación, ejecución, supervisión y evaluación.



       A escala de proyectos y programas, y haciendo eco de lo establecido en la

Plataforma de Acción de Pekín, el Programa de Acción establece como requisito

metodológico básico la realización de un análisis de la situación de hombres y mujeres

antes de cualquier intervención en materia de desarrollo, facilitando así la evaluación

del impacto potencial de las intervenciones y de los medios más eficaces para que

hombres y mujeres puedan influir en el proceso de desarrollo, participar en él y

beneficiarse de sus resultados . Además “la Comisión distribuirá sistemáticamente y

utilizará directrices de evaluación revisadas en las que se estipula que todos los

proyectos y programas deben ser supervisados y evaluados desde la perspectiva de

género”. Para este fin “la Comisión desarrollará para proyectos y programas específicos

indicadores que tengan en cuenta el factor género y datos clasificados en función del

género para su utilización en actividades de planificación, ejecución, control, evaluación

y seguimiento. El objetivo es identificar indicadores que midan la integración del factor

género en las diferentes tareas de gestión (análisis, formulación de proyectos,

valoración, selección de expertos, control, evaluación, etc.) y abandonar indicadores que



                                                                                             43
sólo “cuentan palabras” en los documentos. La utilización de datos clasificados en

función de género servirá de base para subrayar las diferencias de género y analizarlas,

de forma que se puedan diseñar soluciones y estrategias más innovadoras para reducir

las desigualdades de género”.

       De especial relevancia son las definiciones de la integración del factor género

que se incluyen en el anexo del citado Programa de Acción. Cabe citar, entre otras, las

siguientes:

    Género: se define como “un concepto que hace referencia a las diferencias

       sociales, y no biológicas, entre mujeres y hombres. Estas diferencias se han ido

       adquiriendo, han evolucionado con el tiempo y varían considerablemente dentro

       de una misma cultura o entre las distintas culturas”

    Análisis de género: se define como el “estudio de las diferencias entre las

       condiciones, las necesidades, los índices de participación, el acceso a los

       recursos y al desarrollo, el control de los bienes, la capacidad de decisión, etc.…

       entre mujeres y hombres en los papeles tradicionales que se les han atribuido”.

    Evaluación de la incidencia política en función del género: se define como

       “examen de las propuestas políticas para ver si afectan de manera distinta a

       mujeres y hombres, a fin de adaptarlas para neutralizar los efectos

       discriminatorios y promover la igualdad entre ambos sexos”.

    Planificación en función del género: es el “planteamiento activo de la

       planificación que considere el género como una variable o un criterio

       fundamental y que procure integrar una dimensión de género explícita en las

       políticas o acciones”.




                                                                                         44
En un documento de sesión del Parlamento Europeo, en el que se elabora una

propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y el Consejo relativo al fomento de la

igualdad entre el hombre y la mujer en la cooperación al desarrollo28 se fija una posición

común respecto de la integración de la perspectiva de género en la política de

cooperación al desarrollo de la Unión Europea, con el objeto de la aplicación de

medidas con vistas a fomentar la igualdad en las políticas, estrategias e intervenciones

comunitarias de cooperación al desarrollo. Así, en el Art. 2.a) se entiende por

“integración de la perspectiva de género”, la planificación, (re)organización, mejora y

evaluación de los procesos relacionados con las políticas, de manera que las partes que

normalmente intervengan en ellos integren la perspectiva de la igualdad entre el hombre

y la mujer en todas las políticas, estrategias e intervenciones en materia de desarrollo, a

todos los niveles y en todas las fases”. La Unión Europea financiará dentro de lo que

considera asistencia técnica a los países objeto de la cooperación al desarrollo la

realización de evaluaciones de impacto ex ante y a posteriori sobre la igualdad del

hombre y la mujer como instrumentos operativos, así como misiones de evaluación y

control en materia de cooperación al desarrollo (Art.4).

Por medio de este Reglamento se pretende integrar la perspectiva de género en los seis

ámbitos prioritarios de la política de cooperación al desarrollo comunitaria (África,

Caribe, Pacífico, MED, América Latina y Asia) a través de subvenciones o contratos a

actores gubernamentales y no gubernamentales en la realización de proyectos. A nivel

nacional, la asistencia técnica y las misiones de apoyo se ocupan de proporcionar

asesoramiento a los países socios sobre el modo de evaluar las necesidades relacionadas

con las cuestiones de género.




28
     Docs.5402/1/04,5593/04, COM 2004/0103


                                                                                          45
7. Perspectivas teóricas sobre el género en el desarrollo


        Dentro del área de estudio de los movimientos sociales de mujeres se emplea

una distinción analítica referente a los intereses. El paradigma de los intereses tiene

cierta importancia dentro de lo que es el estudio de la política de desarrollo por estar

relacionado con dos cuestiones: el rol que estos intereses juegan dentro del proceso de

planificación, y en general en todas las fases de la política, y la relación que se establece

entre la agencia planificadora y la población objetivo. Siguiendo a Maxine Molyneux29,

la teoría clásica del interés ha sido criticada desde varios frentes tanto políticamente

como desde un punto de vista epistemológico. Básicamente esta crítica ataca a la

formación de los intereses como algo objetivo, y dado a priori. La noción de intereses

como algo identificado independientemente de las inclinaciones subjetivas de los

agentes implica la definición de estos como algo “verdadero”. Aceptar como

determinante la importancia de las condiciones estructurales en la formulación de los

intereses como algo dado a priori, supone rechazar el proceso que comporta la

construcción de significado y de la subjetividad. Para Molyneux la formulación de

intereses ya sean estratégicos o prácticos es en cierto modo dependiente de elementos

discursivos, y está siempre ligada a la formación de la identidad. Todo esto supone que

los intereses denominados objetivos de las mujeres deben siempre estar enmarcados

dentro de un contexto específico concreto desde el momento en que los procesos de

construcción y articulación de estos están claramente sujetos a variación cultural,

histórica y política, y no pueden ser conocidos de forma anticipada.




29
 Molineux, M (1998): “Analysing women’s Movements”, en C. Jackson and R. Pearson (eds), Feminist
Visions of Development, Gender Analysis and Policy, Routledge. London


                                                                                              46
Para Jonasdottir30 la definición de cualquier interés debe reconocer la agencia y

la subjetividad, pero deben también ser entendidos como algo formulado en un contexto

que afecta el modo en el que se realiza la elección. En este sentido sólo los intereses

subjetivos son relevantes desde el momento en el que son formulados en un contexto

específico, siendo posible concebir los intereses como socialmente definidos, sujetos al

cálculo. Los intereses objetivos se definen en relación al resultado más beneficioso para

el agente, y deben ser perseguidos con las estrategias más apropiadas para su

realización.



         Aquellos que defendían el enfoque Mujer en el Desarrollo presentaron a las

mujeres sin ninguna opción frente a las estructuras omnicomprensivas de poder. Una

forma distinta de holismo es la que representa el enfoque de las relaciones sociales de

género. Este enfoque trata de poner al descubierto las conexiones entre diferentes

esferas y niveles de la sociedad y entre los individuos y las estructuras sociales. Se

abandona así la categoría clave de análisis en el discurso MED y se sustituye por una

forma de entendimiento de las relaciones desiguales entre mujeres y hombres diferente.

La categoría analítica de las relaciones sociales de género se establece como las

relaciones que median las formas en que los individuos experimentaban las fuerzas

estructurales. “El concepto de subordinación de género se utilizaba para defender que el

poder era una característica general de estas relaciones”31 . Esto no impediría considerar

otro tipo de relaciones, como la clase, que medien entre el individuo y las estructuras,

mediando también la manera en que la diferencia biológica se traduce en desigualdad de

género. Empíricamente, clase y género tienen tendencia a constituirse mutuamente de


30
   K. B. Jones, A. G. Jonasdottir (eds.), The political interest of gender: developing theory and research
with a feminist face, (London, 1989), Sage Publications
31
   Whitehead (1979), citado en N. Kabeer, Realidades trastocadas, las jerarquías de género en el
pensamiento del desarrollo (1994, UAM) Paidós, p. 70


                                                                                                             47
forma que las diferencias biológicas se produzcan en el contexto de desigualdades

sociales de género.

           Para Molineux, el concepto de los intereses de las mujeres, aunque útil, sigue

siendo un tanto problemático. Aunque este concepto es central para las evaluaciones

feministas de la política social,

              “no existe consenso sobre cuáles son ni cómo se han de formular. Esto se

debe, en parte, a que no hay ninguna explicación causal teóricamente adecuada y

universalmente aplicable de la subordinación de las mujeres a partir de la cual se

pueda derivar una versión general de los intereses de ellas [...] Una teoría de los

intereses que tenga una aplicación en el debate sobre la capacidad de las mujeres para

luchar por el cambio social y beneficiarse de él, debe comenzar por reconocer la

diferencia en vez de asumir la homogeneidad” 32

           Para Molineux el concepto de intereses de género debe reservarse para aquellos

intereses que tanto mujeres como hombres sin distinción puedan desarrollar en virtud de

la situación social a través de los atributos de género.

           Los intereses así definidos pueden ser tanto estratégicos como prácticos, los

primeros relacionados con la posición de las mujeres, derivados por deducción del

análisis de su subordinación; los segundos en relación a la condición de las mujeres,

dados inductivamente de “las condiciones concretas de la posición que ocupan las

mujeres dentro de la división de género”33 .

           De esta distinción entre lo practico y lo estratégico se deriva otra entre las

políticas que dirigen su actuación a las condiciones concretas de la vida de las mujeres,

restringidas por las divisiones entre recursos y responsabilidades, y las políticas que

tratan de transformar la posición de las mujeres dentro de un conjunto estructuralmente

32
     Molineux 1985, pp. 231-232, citado en Kabeer, 1994, cit. Supra, p. 105.

33
     M. Molineux, p. 233, en N. Kabeer (1994), cit. Supra. p. 106

                                                                                            48
desigual de relaciones sociales. “Las desigualdades estructurales de género en los

diferentes contextos definen cómo hombres y mujeres perciben sus necesidades

prácticas cotidianas, además de provocarles intereses discrepantes y, tal vez,

conflictivos en la transformación a largo plazo de esas desigualdades”34 .



            Las maneras de abordar las necesidades prácticas tienen connotaciones

importantes para el potencial transformador de los diferentes tipos de proyectos. El

enfoque del empoderamiento defiende una forma alternativa de abordar el análisis de las

necesidades de manera que aumente la fuerza colectiva y la capacidad de organización

de las mujeres.

            El carácter del empoderamiento elude por su naturaleza formas cuantitativas de

cuantificación, por lo que el análisis costo-beneficio social resulta inadecuado para

medir costos y beneficios de estrategias de concienciación-organización-movilización, o

el crecimiento de la conciencia de las mujeres respecto de prácticas que despojen de

poder no están ni ordenadas divinamente ni determinadas biológicamente, sino

producidas históricamente, y por lo tanto son susceptibles de transformación. Los

criterios de evaluación y planteamiento de programas y proyectos con este tipo de

objetivos tendrán que caer fuera del terreno evaluativo del Análisis Coste-Beneficio

Social. Como cualquier metodología de evaluación el Análisis Coste-Beneficio

funcionaría mejor en proyectos intervencionistas que en proyectos de participación, en

proyectos con objetivos preferentemente relacionados con la eficiencia y con

indicadores cuantitativos, que en proyectos con objetivos múltiples relacionados con la

equidad. “El análisis costo-efectivo o el marco lógico, que permiten un reconocimiento

más explícito de aspectos no monetarios y no cuantificables en el ciclo de planificación

del proyecto, son otras opciones al ACBS en estas situaciones, pero conservan un sesgo
34
     N. Kabeer, (1994), cit. supra. p. 106


                                                                                         49
común hacia los indicadores cuantificables”35. Los procedimientos participativos para la

evaluación, aunque puedan parecer subjetivos y politizados, tienen la ventaja de que lo

son sin disfraz alguno, y por lo tanto, están abiertos al escrutinio y la impugnación.




35
     N.Kabeer (1994), cit. supra, p. 196


                                                                                         50

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El género en la política de cooperación al desarrollo de la ue

  • 1. El género en la política de cooperación al desarrollo de la UE Ruth Vilaró Beloso Año académico 2006-2007 1
  • 2. Índice: Introducción.......................................................................................................................2 2. La Política comunitaria de igualdad de trato.................................................................4 2.1. Análisis de política europea de igualdad de oportunidades....................................5 3. La representación de intereses a nivel comunitario.......................................................9 3.1. Integración en la corriente principal.....................................................................10 3.2. Acción colectiva a nivel europeo.........................................................................13 3.3. El marco teórico para el estudio de la acción colectiva a nivel europeo..............14 3.4. Las estructuras formales que conforman el movimiento......................................18 ....................................................................................................................................20 3.5. El policy-making europeo....................................................................................21 4. La acción política exterior de la Unión Europea........................................................23 4.1. Teorías de cambio cultural en los valores...........................................................24 5. La política de desarrollo de la Unión Europa: una aproximación a las cuestiones de género..................................................................................................................28 5.1. Evaluaciones de proyectos y programas...............................................................30 5.2. La evaluación de políticas públicas......................................................................35 5.3. El carácter político de las evaluaciones................................................................37 6. El género en el ámbito de la Unión Europea y las Naciones Unidas..........................37 6.1. La Conferencia de Beijing de 1995.....................................................................39 6.2. La Unión Europea y la integración de la perspectiva de género en el desarrollo.41 7. Perspectivas teóricas sobre el género en el desarrollo................................................46 Introducción La femocracia es un término entre cuyos sinónimos figura el de feminismo oficial. Las instituciones y organismos creados para la promoción de las mujeres han supuesto en Europa grandes avances, que la mayoría de los estudios coinciden en afirmar, han proporcionado medios humanos y materiales al movimiento feminista además de traducir sus aspiraciones en objetivos concretos de políticas reales. Los estudios descriptivos de caso que se llevan a cabo sobre el feminismo oficial suelen consistir en el análisis de las medidas que las instituciones y organismos oficiales 2
  • 3. formulan y ejecutan, y en el impacto que estas medidas tienen en la realización de políticas por parte de otras instituciones. En el ámbito europeo, las actuaciones del feminismo oficial comienzan en el ámbito de la igualdad de derecho y anteceden a la igualdad de hecho, como suele ocurrir generalmente. Es a partir de la Conferencia de Beijing, y del Tratado de Ámsterdam cuando se toman medidas concretas para fomentar el feminismo oficial como principal mecanismo de elaboración e implementación de políticas, que se concretan en Planes de Igualdad. Pero no sólo se lleva a cabo la creación de organismos oficiales para la introducción de la perspectiva de género en el ámbito de la Comisión, sino que también en el Parlamento Europeo se crea la Comisión para la Defensa de los Derechos de la Mujer e Igualdad de Género y recientemente se crea el Instituto para la Igualdad Europeo. En cuanto a los instrumentos a través de los cuales se introduce la perspectiva de género en la UE, destacan los Programas de Acción para la Igualdad de Oportunidades (1996-2000) y la Estrategia Marco Comunitaria sobre la Igualdad de Hombres y Mujeres 2001-2005, como documentos principales. Las políticas formuladas por la Comisión Europea, a través de la Unidad para la Igualdad de Oportunidades de la DG V han variado desde el momento en que se crea en la década de los noventa. Paralelamente el papel desempeñado por el movimiento feminista también ha ido evolucionando de la mano del desarrollo de una maquinaria institucional europea por la defensa de la igualdad de género. En qué grado el rol desempeñado por las instituciones europeas para la defensa de la igualdad de género a través de las políticas que formula ha influenciado el desarrollo de determinadas formas de acción colectiva a nivel europeo es el tema principal de este trabajo. 3
  • 4. 2. La Política comunitaria de igualdad de trato La política comunitaria de la igualdad de trato está estrechamente ligada a la dimensión social de la UE. Según Susan Cunningham hay dos modos de conceptualizar la igualdad de oportunidades a nivel europeo. La interpretación minimalista está relacionada con una igualdad de oportunidades procedimental y está asociada con los conservadores y la nueva derecha. Basada en principios utilitarios, los que proponen este enfoque están a favor de una sociedad basada en el mérito y la eliminación de 4
  • 5. barreras al éxito. A través del libre juego de las fuerzas del mercado todo individuo tiene la oportunidad de competir. Esta visión de la igualdad de oportunidades tiene su paralelo en lo que ha sido identificado como el “enfoque descentralizado” de la política social de la Comunidad Europea. Los que defienden esta visión creen que es necesario alcanzar estándares básicos comunes en áreas como la salud y la sanidad en el trabajo, exceptuando las demás provisiones sociales que deberían determinar las fuerzas del mercado. La interpretación maximalista está orientada hacia un enfoque más radical. La igualdad sólo debería ser juzgada, según esta visión, a través de estados finales o igualdad de resultados. Se adopta una visión holística de la sociedad donde el individuo no es una entidad aislada sino que forma parte de un grupo social. Siguiendo este punto de partida, las circunstancias sociales e históricas podrían ser tomadas en cuenta. De nuevo, existen similitudes con un segundo enfoque teórico de la política comunitaria: el enfoque legislativo, basado en el establecimiento de las reglas desde arriba, un marco legal sería establecido por medio de provisiones legales que los Estados miembros deberían cumplir. 2.1. Análisis de política europea de igualdad de oportunidades El análisis de la política comunitaria de igualdad de trato en la Comunidad Europea puede llevarse a cabo a través de un análisis de los orígenes de la política social. El desarrollo de la política social europea puede llevarse a cabo a través de tres fases: la fase PRE-1980, 1980-1989, y 1990 hasta la actualidad. 5
  • 6. Durante su fase inicial de desarrollo, en términos de legislación de igualdad, todas las medidas tomadas estaban basadas en la esfera económica. Las raíces para este tratamiento de la igualdad de oportunidades estaban en el artículo 119 del Tratado de Roma que instauraba el principio de “igualdad de pago en el trabajo”. El Programa de Acción Social (1974) extendió el Art. 119 a través de las directivas 75/117/CEE (1975) de igualdad de pago; 76/207/CEE (1976) de igualdad de trato; y 79/7/CEE (1979) igualdad de trato-seguridad social. En esta fase la política social era concebida como un instrumento para mejorar las condiciones de trabajo y los estándares de vida de los trabajadores. Los años ochenta se caracterizaron por el hecho de que los Estados miembros trataron de eludir la política social una vez que esta suponía salir de la estricta esfera económica para tener en cuenta cuestiones sociales. Con la aprobación del Acta Única Europea en 1987 la retórica sobre los derechos sociales básicos pasó de nuevo a primer plano encontrando expresión en la Carta Europea de Derechos Sociales Básicos, aceptada por el Consejo Europeo en Octubre de 1989 con la única oposición de Reino Unido. El progreso de la política de igualdad de trato puede dividirse a su vez en tres períodos cronológicos que abarcan las décadas de 1970, 1980, y 1990. En la década de 1970, y como ya se ha comentado más arriba, fueron tres las directivas que trataron la igualdad (76/207/CEE; 75/117/CEE; 79/7/CEE) con la intención de usar la legislación en igualdad como un instrumento de política económica más que para desarrollar la legislación de igualdad. El éxito de los años setenta puede considerarse que fue poner la igualdad de género en la agenda, creando una base para el 6
  • 7. posterior desarrollo de la legislación de igualdad que pudiera ir más lejos en sus objetivos. A partir de este escenario se creó el Primer Programa de Acción de Igualdad de Oportunidades (1981), con el objetivo de fortalecer los derechos de los individuos como forma de conseguir la igualdad y de llevar a cabo la igualdad de trato. El programa en sí contenía 16 programas de acción acerca de los sistemas impositivos, vida familiar, legislación protectora, igualdad de trato para inmigrantes, segregación en el trabajo y nuevas tecnologías. Según la Red Europea de Mujeres (ENOW) el programa estaba dotado de un gran potencial, ofreciendo un marco realista para el desarrollo de políticas y de legislación. Sin embargo el potencial del programa fue desperdiciado debido a la llegada del periodo de recesión económica que hizo que las cuestiones de igualdad perdieran su atractivo como modo de legitimar a la UE. La mayor parte de los Estados miembros no llegaron a implementar la mayor parte de las provisiones del programa. El reconocimiento del limitado éxito del Primer Programa de Acción llevó a la implementación de un segundo programa, Plan de Acción para mujeres de 1986-90. Este significó más presión para una continuación de un más intensivo programa de acción en lo relativo a la posición de las mujeres en el mercado de trabajo. Sus objetivos principales eran asegurar que las legislaciones actuales sobre igualdad de trato eran aplicadas, remediar defectos en la legislación comunitaria existente y simplificar las regulaciones y publicitarlas de forma más clara. Para conseguir estos objetivos el programa estaba orientado hacia acciones concretas identificando grupos vulnerables como objetivo. Los roles y responsabilidades de cada grupo (familias monoparentales, mujeres inmigrantes, retornadas, incapacitadas, autónomas) eran claramente identificados. 7
  • 8. Bajo el segundo Programa de Acción se aprobaron otras dos directivas: Igualdad de trato en los sistemas de seguridad social (86/378/CEE) y la Igualdad de trato en los regímenes de trabajo por cuenta propia en agricultura (86/13/CEE). En la década de los ochenta, aunque se dio un cambio sustancial en lo que a consecución de igualdad se refiere en términos de integración social y económica, la implementación de los Planes y Programas ha sido deficitaria, permaneciendo las cuestiones de igualdad de trato marginadas en términos de política comunitaria. Con la firma del Acta Única Europea en Julio de 1987 la importancia de la dimensión social de la UE pasa de nuevo a primer plano. El resultado es la firma de la Carta Social Europea en Diciembre de 1989 por el Consejo de Ministros, que en su Art. 16 hace referencia a la importancia del principio de igualdad de trato, e introduce la igualdad de oportunidades como base fundamental que impulse la implementación del principio de igualdad. El Acta establece un Programa de Acción para su implementación, que a su vez establece un Tercer Programa Comunitario en Igualdad de Oportunidades para Mujeres y Hombres para desarrollar entre 1991 y 1995. El Tercer Programa de Acción es importante porque supone la integración de la igualdad dentro de la corriente principal general, definiendo la política de igualdad de oportunidades como una parte integral de las políticas económica, social y estructural de la Comunidad (COM (90) 449 final). El Programa propone la iniciativa NOW como un paso importante en esta dirección. 8
  • 9. Para el Parlamento Europeo la promulgación de estas propuestas permitirá a las mujeres avanzar en la reconciliación de las responsabilidades familiares y laborales y superar la tradicional división sexual del trabajo (Parlamento Europeo, “Mujer y Empleo en los noventa” PE139.392 Doc. 5). 3. La representación de intereses a nivel comunitario La política social europea ha sido permeable a la existencia de intereses difusos a nivel comunitario. Como M. A. Pollack1 propone la estructura institucional de la Comunidad acoge con facilidad a los intereses de las organizaciones de mujeres, entre otros. Los intereses difusos (intereses colectivos representados por un gran número de individuos) siguen a menudo la ruta de Bruselas por medio del lobby a la Comisión Europea, la cual posee el derecho de iniciativa en el policy-making europeo. Una segunda ruta es la del Parlamento Europeo, que ha demostrado considerable simpatía hacia los intereses difusos, en especial dentro de los comités parlamentarios. Una última ruta estaría constituía por la Corte Europea de Justicia, que en el sistema legal tiene el poder de hacer cumplir e interpretar los Tratados y las regulaciones de la Comunidad Europea. En el área de los derechos de las mujeres, la Comisión ha mantenido la Unidad de Igualdad de Oportunidades, en el Directorio General V de Asuntos Sociales, que ha sido activa en la redacción de los borradores de directivas y de varios Programas de Acción para la Promoción de la Igualdad de Oportunidades. Aunque los grupos de mujeres han estado pobremente representados a lo largo de la historia de la Comunidad, 1 Mark A. Pollack, “Representing Diffuse interests in EC policy-making”, Journal of European Public Policy, Vol 4: 4 (1997, December), pp. 572-590. 9
  • 10. según Mazey2 (1995: 593) los últimos años han sido testigos del desarrollo de un marco formal institucional a nivel comunitario asociado con la formulación e implementación de la legislación comunitaria y los programas de acción positiva, y un gran número de actividades desarrolladas por grupos de interés han sido legitimadas. Regularmente estas organizaciones son consultadas por lo funcionarios de la Comisión. La mayor parte de estas organizaciones están asociadas con el Lobby Europeo de Mujeres, la Red Europea de Mujeres y el Comité para los Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo, desempeñando un importante papel en el proceso de situar los temas en la agenda política europea. La Unidad de Igualdad de Oportunidades se establece en 1976 en la Dirección General V (Empleo, Relaciones Industriales y Asuntos Sociales) de la Comisión. Veintiséis oficiales se ocupan de la unidad, que es formalmente responsable de la formulación e implementación de las políticas de igualdad de la UE. La Unidad trabaja en estrecha cooperación con el Comité para la Igualdad de Oportunidades establecido por la Comisión en Diciembre de 1981. Este Comité reúne dos veces al año representantes de los organismos de igualdad de los Estados miembros. Empleados y sindicatos de trabajadores, además del lobby europeo de mujeres tienen estatus de observadores en el Comité. 3.1. Integración en la corriente principal El concepto de mainstreaming entra en la agenda política europea a partir de 1995 con la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia para la Mujer en Beijing. La 2 Sonia Mazey, “The development of EU Equality Policies: bureaucratic expansion on behalf of Women?, Public Administration, Vol. 73 (1995), pp. 591 – 609 10
  • 11. estructura política de la Unión Europea que siempre había estado abierta a los grupos de mujeres se abre todavía más gracias a la Comisión Santer, con un claro compromiso con la igualdad de oportunidades. Este mandato claro a favor de la igualdad de oportunidades se pone de manifiesto en el nombramiento de un nuevo grupo de comisarios para la Unidad de Igualdad de Oportunidades. Como resultado un nuevo plan de acción es adoptado, el llamado Cuarto Programa de Acción para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres (1996-2000), calificando el mainstreaming como elemento más importante del mismo. La aprobación en 1997 del Tratado de Ámsterdam incluye múltiples provisiones para el fortalecimiento de la competencia de la UE en el área de la igualdad de oportunidades. Un nuevo artículo 119 es redactado, y en su lugar el nuevo artículo 141 fortalece la disposición original de igual salario, supone la mayoría cualificada en Consejo y la co decisión con el Parlamento Europeo para la aprobación de futura legislación en igualdad de oportunidades. Además, el Tratado de Ámsterdam supone la revisión de los artículos 2 y 3 del Tratado, haciendo de la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, no limitada a la igualdad de salario por trabajo de igual valor, un objetivo central para la Unión. Fuera de la Comisión, los intereses de las mujeres están formalmente representados en el Comité para la Defensa de los Derechos de la Mujer, del Parlamento Europeo, establecido en 1984. Desde su creación este comité ha sido muy activo en la acción de lobby. En particular ha jugado un importante role situando cuestiones de igualdad en la agenda política. 11
  • 12. La Comisión en general ha jugado un importante papel en la movilización del lobby transnacional europeo de mujeres para que apoye sus iniciativas en este sector. Como parte de este proceso movilizador la Comisión ha establecido el Servicio de Información de Mujeres en 1976 para publicitar las políticas de igualdad de oportunidades en los Estados miembros y para la organización de conferencias europeas de mujeres. El Lobby Europeo de Mujeres en Bruselas fundado en 1990 fue también creado por la Comisión Europea. Su misión es coordinar las actividades de lobby de 48 organizaciones no gubernamentales de carácter nacional y europeo. Este lobby es regularmente consultado por la Comisión en las propuestas legislativas en el área de la igualdad. Otras organizaciones con base en Bruselas son la Red Europea de Mujeres (ENOW), establecida en 1983 por mujeres para coordinar las redes nacionales de mujeres y el lobby en la UE; y el Centro para la Investigación Europeo de la Mujer (CREW), fundado por mujeres en 1980 como una asesoría especializada en la investigación y aprendizaje sobre igualdad de oportunidades a nivel europeo. Su labor consiste en producir programas de aprendizaje para mujeres, iniciar y coordinar asociaciones de negocios trans-europeas y actuar como asesoría de negocios para mujeres. El Centro de Investigación también está involucrado en la coordinación de la red IRIS y en otras iniciativas comunitarias de aprendizaje para mujeres que forman parte de programas comunitarios como NOW, COMETT y FORCE. Según Laura Cram3 “incluso en aquellos casos donde la emergencia de un Euro Grupo o un Nuevo foro colectivo es una clara responsabilidad del aumento de autoridad institucional de la UE, las instituciones europeas han jugado a menudo un rol significativo en dar forma al desarrollo de estos grupos. En general, las preferencias de 3 Laura Cram “EU institutions and collective action”, en Collective Action in the European Union, Greenwood and Aspinwall (eds.) (1998) London, Routledge, p, 74-75 12
  • 13. la Comisión por el diálogo con organizaciones representativas a nivel Europeo suponen un claro incentivo para grupos dispares para actuar colectivamente. Más específicamente, el apoyo de la Comisión a la creación de organizaciones como BEUC (European Bureau Of. Consumer´s Unions) o EEB (European Environmental Bureau) tiene un claro impacto sobre el tipo de acción colectiva llevada a cabo por grupos de consumidores y medioambientales y el impacto de esta acción colectiva en estos campos. De forma crucial, “los arreglos institucionales no solo determinan quien decide, sino también influencian qué se decide” (Majone, 1989: 102). De forma paralela a lo descrito por Cram para las organizaciones de consumidores y medioambientales, las organizaciones para la defensa de la igualdad se ven compelidas por medio de incentivos generados por la Comisión a actuar de forma colectiva. 3.2. Acción colectiva a nivel europeo El papel desempeñado por la Dirección General V, y por la Unidad de Igualdad de Oportunidades como promotora del estatus de las mujeres a través de la política de igualdad de oportunidades ha ido incrementándose a lo largo de estas últimas décadas gracias a la ampliación del ámbito de aplicación del concepto de igualdad de oportunidades, no quedando simplemente restringido a la igualdad en el trabajo. El concepto de mainstreaming pretende la ampliación de la influencia que esta “maquinaria” administrativa tiene en la formulación de las políticas a nivel europeo. Además, el grado en que esta femocracia europea desarrolla oportunidades para los actores sociales que defienden la posición de la mujer y para las organizaciones de mujeres para que puedan influir en la política a nivel europeo es bastante alto, y ha ido incrementándose paulatinamente. 13
  • 14. Parece que puede hablarse de una europeización de la acción colectiva a nivel comunitario impulsada por la propia estructura institucional de la UE, en la que el “policy access” en palabras de Stetson y Mazur4 es una parte fundamental de la conformación de la acción colectiva emprendida por el conjunto de intereses difusos en torno a las cuestiones de género. Una forma particular de desarrollo de la acción colectiva que ha ido incrementando su presencia a la par que aumentaba la influencia de la femocracia europea a través del diseño de un concepto de igualdad de oportunidades cada vez más amplio. 3.3. El marco teórico para el estudio de la acción colectiva a nivel europeo Dentro de la tradición de estudio comparativo de los Movimientos Sociales podemos distinguir varias formas de acometer el análisis de estos en lo que se refiere al concepto de Estructura de Oportunidad Política. Para este trabajo, de la tipología acerca de dicho concepto (en adelante POS, de sus siglas en inglés) que establecen en su obra “Comparative Perspectives On Social Movements” McAdam, McArthy and Zald5, es la perspectiva centrada en el estado en sus vertientes dinámica y estática, la que más útil resulta. Para el paradigma estático, muy popular en la Ciencia Política Norteamericana en las décadas de 1970 y 1980, el nivel analítico de la POS se centra en cómo las instituciones políticas y los procesos estructuran la acción colectiva. Para los estudios cross-sectional, el estado era visto como un conjunto de instituciones que definían el conflicto político en función de su propio interés y expansión. Autores como H. 4 Dorothy McBride Stetson, Amy G. Mazur (eds.) (1995): Comparative State Feminism. London. Sage 5 D. McAdam, J McCarthy, and M.Zald: Comparative perspectives on social movements, (1996) Cambridge University Press 14
  • 15. Kitschelt6 y H. Kriesi7 emplean análisis cross-nacional en sus estudios sobre la variación de la estructura de oportunidad política. Para los estudios realizados desde una perspectiva dinámica, el interés se centra en como los estados cambian y como estos cambios producen o reducen la estructura de oportunidad política. Uno de los más importantes representantes de este enfoque es C. Tilly. Según S. Tarrow, “mientras la perspectiva estática centrada en el estado permite conectar las oportunidades políticas de los movimientos sociales con una red nacional de regularidades institucionales, las comparaciones que pueden seguirse de estas suponen algunos problemas: desde pasar por alto las variaciones subnacionales y subgrupales en las oportunidades políticas de los movimientos hasta minimizar las dinámicas de los ciclos de protesta excluyendo influencias transnacionales en la acción de los movimientos sociales. En contraste, la perspectiva dinámica nos permite especificar las oportunidades políticas para diferentes actores y sectores, captando sus cambios a lo largo del tiempo, y situando el análisis de los movimientos sociales en su cada vez mayor escenario transnacional” (D. McAdam, J. McArthy, M. Zald, 1996: 45). Puesto que el interés se centra en las estructuras de movilización como elemento relevante, ya que lo que tratamos de analizar es la acción colectiva los grupos y organizaciones que representan los intereses de las mujeres a nivel europeo, es de 6 H. Kitschelt, “Panoramas de intermediación de intereses políticos: movimientos sociales, grupos de interés y partidos a comienzos del s. XXI”, in Construcción de Europa, Democracia y Globalización, Ramón Máiz (Ed.) Vol. 1 (2001, Santiago de Compostela), pp. 361 - 386 7 H. Kriesi, R. Koopmans, J. W. Duyvendak, M. G. Giugni, New social movements in western Europe, a comparative analysis, (1995) 15
  • 16. interés la definición que sobre este lleva a cabo J. D. McArthy (1996:142) en la obra citada más arriba. Para este autor, “las estructuras de movilización pueden ser entendidas como las formas acordadas de participar en la acción colectiva entre las que destacan repertorios particulares de acción, formas de organización particulares de los movimientos sociales y repertorios modulares de los movimientos sociales”. Para McArthy, “el alcance del concepto de estructura de movilización es útil para agregar todas las numerosas variedades de configuraciones institucionales capacitadoras, permitiéndonos situar sus dinámicas rutinarias así como sus comunes interrelaciones recíprocas con ambas estructuras de oportunidad política y los procesos de enmarque de la acción (Framing processes)”. Esto incluiría el rango de localizaciones estructurales de micro movilización social de la vida diaria, donde la movilización puede ser generada, lo cual incluiría desde las unidades familiares, redes de amigos, asociaciones voluntarias, unidades de trabajo y elementos de la propia estructura institucional del estado y de la economía que sirven de contexto relacional para la movilización. Los Nuevos Movimientos Sociales de forma genérica, aparecen en las décadas de 1970 y 1980, y se caracterizan por su capacidad de movilización social surgida desde las bases. Son movimientos que, aunque conformados por algunas organizaciones que aglutinan a los ciudadanos, y que facilitan la movilización, tienen su principal apoyo en las bases. La movilización se transmite de abajo a arriba. Es relevante lo que se conoce como las estructuras conectivas de movilización, término utilizado por Sydney Tarrow8 en su obra Los Poderes del Movimiento. Estas estructuras “vinculan a los líderes con la organización de la acción colectiva –el centro con la periferia-, permitiendo la coordinación del movimiento y que éste perdure en el tiempo” (Tarrow, 1997: 236). 8 S. Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, (1997, Alianza Universidad). 16
  • 17. Pero además, “pueden existir previa y autónomamente respecto al liderazgo del movimiento y, en algunos casos, operar a través de otras organizaciones o en el seno de las instituciones” (Tarrow, 1997: 237). Las organizaciones de movimientos sociales se definen por dos características principalmente: movilizan sus bases para la consecución de un fin concreto; y este fin suele estar relacionado con reivindicaciones acerca de un bien público9, por lo que la movilización social se produce en aras de la consecución de un objetivo político. Generalmente, las reivindicaciones de los movimientos solicitan una determinada actuación por parte de las autoridades públicas. La caracterización como organización no formal, no implica que no puedan existir dentro del Movimiento organizaciones de corte formal, en forma de asociaciones, ONGs, u otra forma jurídica. A este respecto, autores como Kriesi llaman la atención sobre la estructura organizativa externa de los Movimientos respecto de su integración en el ambiente organizacional, resaltando la relación del Movimiento con las autoridades, las bases y otros Movimientos aliados. Por otro lado según Rucht10 la forma típica de un movimiento social es una red de grupos más o menos informales, grupos que no están formal y jerárquicamente coordinados. 9 M. Olson, The logic of collective action: public goods and the theory of groups. (Cambridge, 1965) Harvard University Press. 10 D. Rucht, Transnationalization and globalization of social movements, Ramón Máiz (Ed.) (2003), Tirant lo Blanc. 17
  • 18. Para el estudio del macro y micro nivel de movilización de la acción colectiva, y sus dinámicas transnacionales es necesario tomar en consideración estas dos perspectivas sobre las relaciones formales e informales entre grupos e individuos11. 3.4. Las estructuras formales que conforman el movimiento Llegados a este punto el interés se centra en la caracterización de las organizaciones o estructuras formales que conforman el movimiento. Pueden definirse como agentes de movilización creados para promover el interés colectivo influyendo en las autoridades políticas en su toma de decisiones. Dentro del paradigma pluralista, toda forma de participación política se define como institucionalizada, es decir, se realiza a través de los cauces legales establecidos. Esto implica que las estructuras de los movimientos se definen como grupos de interés que acaban influyendo en la toma de decisiones de las autoridades. En cuanto al papel que juegan las redes sociales en la acción colectiva la literatura que trata sobre el tema está de acuerdo en afirmar la importancia de los lazos sociales para la participación en la acción colectiva. Aunque el rol desempeñado por las redes todavía no está del todo claro. A este respecto se enfrentan dos enfoques: el estructuralista, que pone el énfasis en el rol jugado por las identidades, los valores y las redes sociales facilitando o constriñendo la participación; y las explicaciones racionalistas que ponen el énfasis en el rol de la agencia humana. Según Passi12 mientras los estructuralistas apuntan a la formación de un potencial para la participación y fichaje a través de redes al principio del proceso, los racionalistas han desarrollado sofisticados modelos para explicar decisiones individuales, que se producen al final del 11 Valentine M. Moghadam: Globalizing Women, Transnational Feminist Networks (2005), Johns Hopkins University Press. 12 Cited in M. Diani and D. McAdam: Social Movements and Networks (2003), Oxford University Press. 18
  • 19. proceso de participación. Para este autor, el concepto de redes sociales proporciona el nexo teórico entre estos dos distintos momentos. La participación en una acción colectiva es un proceso de identificación. Las redes sociales suponen relaciones sociales en las que se comparten, intercambian, y definen significados, que acaban conformando identidades. La cultura de los individuos no se define solamente por la posición social que este ocupa, sino que además se define de forma relacional, en una red de interacciones sociales. Así se definen marcos cognitivos, que permiten una percepción común de los problemas y de la realidad social, así como formas de acción abarcadas dentro de esa percepción común. Según Passí “una vez que los individuos han sido integrados en una red formal o informal, se encuentran en una estructura interactiva que les permite definir y redefinir sus marcos interpretativos, facilitando el proceso de construcción identitaria y de fortalecimiento de la identidad, y crea o solidifica la conciencia política hacia una acción de protesta dada” (Passi, 2003: 24). Esta sería la función de socialización. Pero para Passi, las redes sociales también cumplen otra función, la de conexión estructural. La acción colectiva pertenece a la categoría de la conducta humana llamada “no volicional”. Esto supone que la iniciativa para participar en la acción colectiva permanecerá latente hasta que aparezca una oportunidad para convertirla en acción (Ajzen and Fishbein 1980, citado en Passi). Para Passi, esta función se produce antes de que los participantes en la acción colectiva se unan a una determinada organización del movimiento social. La oportunidad se materializaría en la existencia de organizaciones pertenecientes a los movimientos sociales, en la realización de manifestaciones, protestas y campañas específicas de los movimientos que mueven a la participación a individuos con percepciones culturalmente homogéneas sobre un determinado problema político. La perspectiva estructuralista, destaca el rol desempeñado por las estructuras 19
  • 20. sociales, en las cuales las redes son un concepto fundamental. A través de las dos funciones que desempeñan las redes sociales se materializa la participación en la acción colectiva, poniendo de manifiesto la importancia no sólo del contexto político (tipo de régimen, por ejemplo democrático frente a autoritario) para el desarrollo de esta sino también de la mayor o menor visibilidad de las organizaciones del movimiento social, del tipo de protesta en que los individuos deciden implicarse (organización formal o actividades de protesta más específicas), y los repertorios de acción que se ponen en juego. Todo esto ocasiona importantes variaciones en el proceso participativo. Entre los autores que han estudiado la acción colectiva en su dimensión más estructural destaca en relación a lo hasta ahora planteado, y haciendo referencia al contexto político, la perspectiva de Kriesi. Para este autor las variables de contexto que pueden influir en la acción colectiva serían el grado de centralización territorial, grado de concentración funcional, coherencia de la Administración Pública y el grado de institucionalización de los procedimientos democráticos. Todas estas variables podrían llegar a definir una estructura de oportunidad abierta o cerrada. Hasta aquí las funciones que las redes pueden cumplir en los movimientos sociales. Una definición de los movimientos sociales que se adecue a estas funciones nos la proporciona Diani en la misma obra en la que podemos encontrar el artículo de Passi. Para Diani, “los movimientos sociales son redes de interacciones informales, entre una pluralidad de individuos, grupos o asociaciones, involucrados en un conflicto político o cultural, en base a una identidad colectiva compartida” (Diani 1992: 13). 20
  • 21. 3.5. El policy-making europeo Un importante aspecto a tener en cuenta en el policy-making europeo es el papel que los grupos juegan en el sistema político. El nivel de institucionalización de grupos actores en el sistema caracteriza al sistema político europeo, y la construcción informal de este emergente sistema político aparece como una dimensión importante en su definición como sistema de intermediación de intereses (Wallace, 1990). En palabras de Schmitter13 “los grupos de interés organizados formalmente han tendido a ser indispensables y ubicuos en la sociedad civil, introduciéndose e influyendo en el aparato del Estado, y estando presentes en la formación y promoción de ideología y conciencia colectiva que radicalmente alteran el modelo democrático de dominación política liberal-burgués-parlamentario”. Este cambio en la estructura del proceso político de la Unión Europea ha permitido a diferentes tipos de actores desarrollar su actividad defendiendo sus intereses de diferentes maneras. Desde esta perspectiva el rol de los Estados ha cambiado. Los Estados ya no ocupan la misma posición respecto a los grupos de intermediación de intereses, pues las relaciones entre el Estado y estos grupos se ha transformado desde la aparición de otro nivel institucional de gobernanza: el nivel europeo. Como Schmitter ha argumentado hay dos maneras en las que se producen los modos genéricos de intermediación: “pueden emerger desde abajo en respuesta más o menos espontánea a los cambios en la sociedad civil y en su esfera asociativa; o pueden ser impuestos desde arriba como parte de una política pública deliberada y controlado por grupos de autoridad pre-existentes”. 13 Schmitter, Karl, “Modes of Interest Intermediation and Models of Societal Change in Western Europe”, Comparative Political Studies, 10:1 (1977) pp. 3-38 21
  • 22. Tomando en consideración las dinámicas de conflicto en el policy-making europeo y sus características, el rol de los movimientos sociales se lleva a cabo a través de redes “de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos o asociaciones, embarcados en un conflicto cultural o político, en base a una identidad política compartida” (Diani, 1992: 13). La naturaleza transnacional de los movimientos sociales en Europa, como en el caso de los movimientos ecologistas o feministas, hace que puedan ser analizados desde las características particulares de sus dinámicas de movilización a nivel estatal, estableciendo así las bases para interpretar las dinámicas de conflicto y movilización en el emergente sistema político europeo. De esta manera la dimensión identitaria y cultural de la acción política y social representa un importante aspecto a tener en cuenta en el estudio de sistema europeo de representación de intereses. Centrándonos en el proceso de intermediación de intereses, y en lo concerniente a la acción de los movimientos sociales, puede tomarse como un claro ejemplo de la intermediación de intereses que emerge desde abajo. Empezando como un tipo de acción colectiva siempre acaba convirtiéndose en una forma de intermediación de intereses en cuanto se institucionaliza, con algunas organizaciones representando los intereses de la sociedad. Los movimientos sociales son especiales en palabras de Diani en el siguiente modo: “se distinguen porque consisten en actores formales independientes que están incardinados en contextos locales específicos” (donde “local” debe ser entendido en un sentido territorial o social), albergan identidades específicas, valores y orientaciones, y persiguen fines y objetivos específicos, pero que están al mismo tiempo ligados a través de diversas formas de cooperación concreta o mutuo 22
  • 23. reconocimiento en un sentido que va más allá de cualquier acción de protesta, campaña, etc.” . Definir de esta manera los movimientos sociales pone el proceso de integración y construcción europea en el centro de atención, surgiendo interrogantes como los siguientes: ¿es el proceso de desarrollo político un proceso de construcción nacional, o solamente un proceso de construcción estatal? Las dinámicas de los movimientos sociales concebidas en un sentido relacional dentro del enfoque del conflicto político suponen una variedad de variables relacionadas con el ámbito territorial o local. El estudio del conflicto político bajo esta dimensión estructuralista puede explicar la acción colectiva y las nuevas formas de representación que surgen en la Unión Europea. 4. La acción política exterior de la Unión Europea La atención aquí se centra en cómo se materializa el proceso de intermediación de intereses en materia de género en el mundo en desarrollo. ¿Cómo la Unión Europea a través de la política de desarrollo contribuye al desarrollo en los países en desarrollo y a la estabilidad de la democracia? ¿Cuáles son las diferentes perspectivas regionales dentro de la Unión Europea en lo relativo a las políticas de desarrollo en materia de género?, ¿de qué manera las diferentes visiones del género en la Unión Europea se traducen en al mundo en desarrollo a través de la política de cooperación al desarrollo? ¿Cómo las líneas de fractura política existentes en la Unión Europea se traducen en la acción política exterior de la Unión Europea en materia de desarrollo? Responder a estas preguntas es el objetivo de mi trabajo de investigación. 23
  • 24. 4.1. Teorías de cambio cultural en los valores Varias visiones acerca del desarrollo han sido desarrolladas desde los comienzos de la acción exterior de los países de occidente en el mundo en desarrollo. Estos cambios revelados a través de distintas teorías sobre el desarrollo deberían tener su correlato en las teorías del cambio cultural en los países del occidente desarrollado. La existencia de cleavages, definidos como líneas de fractura de carácter político que condicionan el comportamiento político de la ciudadanía, su apoyo a partidos políticos e instituciones y además su acción política y colectiva condiciona de alguna manera el apoyo a las políticas europeas en materia de género y también la acción política exterior europea para el desarrollo en materia de género. Los conceptos de derecha e izquierda son vistos en la Ciencia Política como simplificaciones abstractas que ayudan al votante a entender y tomar posición respecto de la complejidad que la realidad política supone. Para el individuo este esquema tiene la función de orientar su comportamiento respecto a la información política que recibe de forma que sea capaz de sintetizar los programas de partidos y grupos políticos, y de clasificar las cuestiones políticas importantes. Tras este esquema de izquierda-derecha suele existir un contenido de base ideológica o un conjunto de valores que en la literatura especializada suele atribuirse a la existencia de determinadas líneas de conflicto o cleavages14 . 14 R. Inglehart, H. Klingemann, “Party identification, ideological preference, and the left-right dimension among western mass publics”, in I. Budge, I. Crewe and D. Farlie (Eds), Party identification and beyond (1976). 24
  • 25. La orientación de los valores ha sido usada por Oddbjorn Knutsen15 (1995) para medir el cambio en las nuevas y viejas líneas de conflicto en algunos países europeos. Este autor utiliza la definición que Rokeach16 utiliza en su obra: “Los valores son creencias prescriptivas que fijan normas de comportamiento y pueden determinar actitudes e identidades que la gente adoptaría hacia objetos específicos y etiquetas” 17. Para Knutsen las orientaciones políticas de los valores conectan las dimensiones centrales del conflicto político y son consideradas, en el citado artículo, como más estables y con un significado más consistente a lo largo del tiempo. Así, de acuerdo con el enfoque de Knutsen, la identificación izquierda-derecha es una expresión de valores y orientaciones ideológicas. Podemos describir el apoyo a las instituciones18 por parte de la ciudadanía a través de dos dimensiones: una dimensión utilitaria o específica y una dimensión afectiva o difusa. El apoyo difuso representa lealtad o fidelidad a las instituciones de gobierno y a las políticas. En contraste con el apoyo específico, el apoyo difuso es más estable a los cambios en la actuación de las instituciones, por lo que está más relacionado con la identidad europea, mientras el apoyo específico varía de acuerdo a percepciones de beneficio o satisfacciones que el electorado tenga respecto del desempeño institucional. Ambas dimensiones de apoyo están interrelacionadas, de forma que el apoyo difuso deriva de la socialización y el apoyo específico de evaluaciones utilitarias positivas del gobierno. 15 Knutsen, O (1995): “Value orientations, political conflicts and left-right identification: A comparative study”, en European Journal of Political Research 28: 63-93 16 Rokeach, M. (1973). The nature of human values. New York: The Free Press 17 Citado en Knutsen, 1995 18 D. Easton, A framework for Political Analysis, (1965, 1975) Prentice Hall 25
  • 26. Cuatro teorías diferentes acerca de la relación de la identificación izquierda- derecha y el apoyo político a los partidos son expuestas por Herbert Kitchelt y Staf Hellemans19 en su artículo de 1990. Según la Teoría de la transformación, y relacionada con la concepción de Ronald Inglehart sobre el cambio de significado de los conceptos de izquierda y derecha, el cambio de valores hacia la dimensión materialismo/posmaterialismo ha producido una nueva dimensión de conflicto que polariza las preferencias en cuestiones materialistas y posmaterialistas. Esta dimensión es distinta de la tradicional izquierda- derecha del modelo clásico de la sociedad industrial donde la polarización política era un reflejo claro del conflicto social de clase, y transforma las bases sociales de estos dos polos. Así el concepto “derecha” estaría asociado con los valores materialistas, mientras que el concepto “izquierda” vendría a estar asociado con valores posmaterialistas. En cuanto a la Teoría de la Irrelevancia, los conceptos de izquierda-derecha son irrelevantes, pues van perdiendo sentido para el electorado al no poder trascender las ni connotaciones económicas relacionadas con la estructura de conflicto de la sociedad industrial, ni su significado relacionado con los conflictos originados en la sociedad industrial. Para la Teoría de la Persistencia, los significados convencionales de izquierda y derecha siguen siendo importantes, pero son complementados con nuevos significados no económicos. Las tradicionales prioridades de derecha e izquierda y las nuevas orientaciones materialistas/posmaterialistas están fuertemente correlacionadas entre el electorado, de forma que los materialistas tienen orientaciones económicas cercanas a la derecha y los posmaterialistas tienen orientaciones económicas cercanas a la izquierda, y ambos conjuntos de orientaciones están fuertemente correlacionadas con la 19 Kitschelt, H., Staf Hellemans (1990) “The left-right semantics and the New Politics Cleavage”, en Comparative Political Studies, vol. 23 Nº 2, Julio: 210-238 26
  • 27. identificación izquierda-derecha. Knutsen identifica dos modelos de la Teoría de la Persistencia al incluir orientaciones de valores religiosos-seculares en la discusión. En una versión que el propio autor denomina “limitada” de la Persistencia, una única orientación de valor determinará la identificación izquierda-derecha, de manera que cuando los valores religiosos-seculares correlacionan con la identificación izquierda- derecha es porque estos valores están compuestos por valores económicos de izquierda- derecha asociados al significado religioso-secular. El otro modelo presupone que las orientaciones de valor religioso/secular tienen un rol independiente para la identificación izquierda/derecha aún después de que el significado tradicional industrial se volviese importante. Esta versión es la versión “amplia” porque incorpora las orientaciones de valores centrales, basadas en los cleavages centrales en Europa en los dos últimos siglos, la clase social y la religión. Para el modelo “amplio” las líneas de conflicto que surgieron de la sociedad pre-industrial e industrial son las que de forma persistente determinarán la identificación derecha-izquierda, mientras que las nuevas líneas de conflicto no serán importantes. Según la Teoría de la Pluralización, los nuevos valores se añaden a los significados tradicionales de izquierda y derecha. Las orientaciones económicas y las orientaciones de los nuevos valores no están muy estrechamente asociadas, pero contribuyen independientemente a situar a los individuos en la izquierda o en la derecha, respectivamente. Así, los nuevos valores materialistas y postmaterialistas proporcionan nuevos significados a los conceptos de derecha e izquierda pero sin eliminar los viejos significados, de forma parecida a como las orientaciones económicas añadieron nuevos significados a la derecha e izquierda pre-industrial con la emergencia de conflictos económicos relacionados con la sociedad industrial. 27
  • 28. Tanto la teoría de la pluralización como la teoría de la transformación están basadas en la asunción de que la distinción izquierda-derecha es una dimensión espacial que tiende a incorporar varios tipos de conflictos. Según Fuchs y Klingemann (1990: 206) esto puede interpretarse de acuerdo a generalizaciones simbólicas que pueden ser aplicadas a una gran variedad de objetos políticos, ideas y orientaciones. La teoría de la persistencia supone cierta continuidad en las líneas de conflicto y el significado de los términos izquierda y derecha a lo largo del tiempo. Así estos términos reflejan principalmente valores e intereses económicos (y religioso/seculares de acuerdo con la versión amplia de la teoría) en la sociedad, y estos valores e intereses permanecerán dominantes para la identificación derecha-izquierda ya que continuarán siendo líneas centrales de conflicto. Las diferentes visiones del desarrollo deberían tener en cuenta estos cleavages políticos y trasladarlos a la materialización de la política de desarrollo en la acción exterior de la Unión Europea. Profundizar en estas cuestiones es otro de los objetivos de este trabajo de investigación. 5. La política de desarrollo de la Unión Europa: una aproximación a las cuestiones de género La evaluación de programas y políticas públicas se concibe como un instrumento fundamental a la hora de observar la idoneidad y adecuación de una intervención determinada en un país en desarrollo. En el marco de la Política de Cooperación desarrollada por la UE en el exterior, la tres dimensiones fundamentales de los programas y proyectos que se tienen en cuenta para medir estos aspectos están constituidas por el impacto la eficacia y la eficiencia de las actuaciones, sobre todo en lo 28
  • 29. referente al objetivo general y a los objetivos específicos para los que se conciben las acciones. En materia de género la UE ha fijado ciertos estándares que toda acción, ya sea a nivel programa o a nivel proyecto, debe tener en cuenta, a partir de los cuales se llevan a cabo las evaluaciones. La evaluación de programas y proyectos sociales de desarrollo se concibe de esta forma como una pieza fundamental en el marco de las actuaciones llevadas a cabo por los estados miembros a través de la UE, no sólo a nivel micro, sino también a nivel sectorial por cuanto fija las directrices de la política de cooperación al desarrollo al medir también la adecuación de las actuaciones en relación a la política pública del país receptor de la ayuda. En el área de género, por su particularidad, debería existir una clara conexión entre la literatura que trata el tema del género en el desarrollo y las directrices que la Comisión Europea junto a otros organismos internacionales trazan para la evaluación de los programas. Este trabajo trata de explorar esta relación. Comenzando por una exposición sobre la evaluación como herramienta de análisis de la política pública, que sin ánimo de exhaustividad abarcará algunas obras de sobra conocidas en la literatura especializada sobre el tema, el segundo paso será analizar el contenido de los documentos relevantes sobre el tema del género en la evaluación en las Naciones Unidas y en la Comisión Europea. Por último, se introducirá al lector en una síntesis de las diferentes perspectivas que el género tiene en el desarrollo, para terminar con una breve conclusión. 29
  • 30. 5.1. Evaluaciones de proyectos y programas Fundamentalmente, la primera apreciación y más común que un lector no experimentado puede encontrar en cualquier manual de proyectos para el desarrollo sobre la evaluación consiste en verla “como forma de apreciación de la pertinencia de objetivos fijados y de la estrategia seleccionada. A nivel proyecto es un nuevo enfoque sobre la fase de identificación, sirve para cuestionarla y modificarla si es necesario. La evaluación es un proceso más completo de análisis de la acción. Se realiza en momentos muy concretos. Sirve para juzgar periódicamente, de manera profunda, la acción y, si se presenta el caso, reorientarla”20. Un enfoque más general hacia la evaluación de programas y proyectos sociales nos lo proporciona F. Alvira21. En esta obra encontramos la definición de X. Ballart de un “programa como conjunto de recursos y actividades, organizadas para obtener ciertos objetivos”. Para este autor “la evaluación tendría que dar respuesta a cuestiones relacionadas con la dirección, funcionamiento y el impacto de un programa específico sobre la población a la que sirve”. Ballart22 cita también a Rossi y Freeman cuando sostiene que “la evaluación de programas consiste en una aplicación sistemática de procedimientos de investigación social, para evaluar la conceptualización y diseño, implementación y utilidad de los programas de intervención social” (Ballart, 1992: 73). En este sentido, podemos percibir cómo la evaluación retrospectiva de los programas sociales trata de medir su adecuación a las demandas ciudadanas de la población a la que va dirigida la actuación. 20 CARE, Guía metodológica de apoyo a proyectos y acciones para el desarrollo, IEPALA, 1992 21 F. Alvira (1991) Metodología de la evaluación de Programas, CIS. Madrid 22 X. Ballart, ¿Cómo evaluar programas y servicios públicos? (1992, Madrid) MAP 30
  • 31. Es necesario hacer ahora referencia al carácter participativo que el enfoque evaluativo en boga propugna para el análisis de las intervenciones en países en desarrollo por lo que supone contar con la opinión de la población objeto o población meta. Más adelante veremos el enfoque de la Comisión Europea a este respecto. Uno de los problemas fundamentales para la evaluación de programas es la selección de los referentes empíricos o indicadores para la dimensión que en este caso nos preocupa, la dimensión del género en el desarrollo, que en la mayor parte de los casos sólo han sido definidas teóricamente. Un intento de sistematización de herramientas de análisis para el enfoque de género nos lo proporciona la organización CARE. Esta organización propone un enfoque holístico orientando el análisis de género a través de las siguientes pautas a las cuales asocia los siguientes objetivos: • El contexto de desarrollo: en esta dimensión se analizarán las condiciones económicas, sociales, ambientales e institucionales a través de herramientas como herramientas de perfil, mapas sociales, mapas institucionales, líneas de tendencia, revisiones de política • Diversidad entre las personas: se analiza la exclusión social, las autopercepciones, la evolución de la concepción del género a lo largo del ciclo vital, cómo determina la identidad las capacidades y el poder. Se lleva a cabo a través de instrumentos como medidas antropométricas, entrevistas personales, relatos, gráficos de autonomía del ciclo vital, mapas de cuerpos, mapeo de influencia personal, análisis de brechas de diversidad. • La diversidad en las actividades: ¿quién hace qué?, ¿cómo?, ¿con quién?, ¿cuándo? ¿dónde? y ¿en qué circunstancias?, a través de 31
  • 32. herramientas como diagramas de sistemas de explotación agrícola, calendarios de actividades desagregadas por género • Diversidad en el acceso y control de los recursos: ¿quién utiliza qué? ¿quién produce qué? ¿quién tiene acceso a qué recursos? ¿quién necesita/quiere qué?, a través de herramientas como matrices de ingresos/gastos, diagramas de flujo de beneficios, auditoria doméstica de género, mapas de movilidad, clasificación en parejas, análisis de presupuesto • Diversidad de las habilidades y capacidades: ¿quién sabe qué? ¿quién puede hacer qué? ¿quién espera qué? ¿quién piensa qué?, a través de herramientas cómo entrevistas semiestructuradas, estudios de caso, pregunta de apreciación • Diferencias de poder: ¿qué determina la distribución del poder? ¿quién decide? ¿en interés de quién? ¿quién determina las reglas formales e informales?, a través de herramientas como matriz de conflicto de participantes, análisis de costo-beneficio y matriz de análisis de género Como se puede ver esta organización ha adaptado lo que se conoce como Herramientas de Acción y Aprendizaje Participativo (PLA), y la Evaluación Rural Participativa al análisis de género, incorporando en dichos procesos la perspectiva de género a las dimensiones del ambiente institucional y de la política, incorporando también la dinámica de poder en las relaciones hombre-mujer a todos los niveles (CARE: Componentes básicos de equidad de género). Se arroja así luz sobre las dinámicas de género existentes en cualquier actuación para el desarrollo. 32
  • 33. La evaluación tiene de específico tres niveles esenciales de análisis: recopilar e interpretar información, valoración o emisión de juicios y establecimiento de recomendaciones. Más adelante veremos las implicaciones que esto tiene en relación con la perspectiva de género en el desarrollo. Según Stufflebeam y Shinkfield23 el fin esencial de la evaluación “es determinar el valor de algo que se está enjuiciando” (1987: 20). Este elemento valorativo debe formar parte de la evaluación como un elemento sistemático de la misma, con una base lógica de las perspectivas de valoración utilizadas para interpretar y valorar los resultados. Para Monnier, la evaluación pluralista es aquella que tiene en cuenta las diferentes perspectivas de valoración de los implicados en el proceso evaluativo, confiriendo a la evaluación su legitimidad y su utilidad social. Lo relevante de las bases de valoración de una evaluación es que pueden tener matices específicos dependiendo del ámbito al que pertenezca la política o programa evaluada. Para Patton, su modelo de evaluación orientada a la utilización defiende que esta debe llevarse a cabo “con y para los usuarios específicos e intencionados para usos específicos e intencionados” (1997: 23). En cuanto a los resultados, la mayoría de enfoques evaluativos propugnan la utilización de los resultados, no sólo como una forma de tomar decisiones acerca de un determinado programa, sino también como una forma de contribuir al aprendizaje organizativo y de los grupos humanos. 23 L. Daniel Stufflebeam, Anthony J. Shinkfield, Evaluación sistemática, guía teórica y práctica (1987, MEC), Paidós 33
  • 34. Además de estos tres niveles de análisis la evaluación tiene de específico el contexto en el que se lleva a cabo. La evaluación deber ser acorde con el contexto del programa o política a evaluar. Para Patton24 (1981: 25-26) existen una serie de variables situacionales a tener en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico de una situación evaluativo. De entre todas ellas, es relevante para la introducción de la evaluación del género en el desarrollo los patrones de interacción entre los diferentes agentes críticos del programa. Se trataría de considerar como relevante para la definición de los stakeholder la variable género, así como también en la definición de los destinatarios y participantes. Para acabar con este apartado es necesario hacer referencia a la naturaleza política de la evaluación. Según Stafflebeam y Shinkfield (1987: 23) las evaluaciones podrían cumplir tres funciones: la función de perfeccionamiento o mejora del programa evaluado concibiendo la evaluación como una herramienta metodológica que permite la retroalimentación y el aprendizaje; la función de rendimiento de cuentas, en diferentes niveles de responsabilidad; y la función de dar a luz o iluminar acciones futuras. Por cuanto la naturaleza de las evaluaciones en desarrollo es fundamentalmente participativa podríamos concluir, siguiendo a E. Vedung25 (1997: 134-7), que a nivel “cliente” la evaluación produce información sobre la satisfacción acerca de los servicios prestados y si estos se distribuyen equitativamente y a nivel ciudadano la evaluación es necesaria por cuanto sus resultados sirven para que los políticos elegidos y sus agentes a diferentes niveles estén sujetos a la exigencia de responsabilidades. 24 M. Patton, Utilization-focused evaluation (1997, London), Sage. 25 E. Vedung, Evaluación de políticas públicas y programas (1997, Madrid), INSS. 34
  • 35. 5.2. La evaluación de políticas públicas Las políticas públicas son definidas por I. Meny y J. C. Thoening26 como programas de acción de las autoridades públicas, como “el resultado de la actividad de una autoridad investida de poder y de legitimidad gubernamental”. Así desde un punto de vista analítico la política pública puede identificarse como un conjunto de normas y de prácticas que emanan de uno o varios actores públicos. Mientras para los análisis de control de gestión el objeto de estudio se centra en la fase del proceso de producción, en sus resultados, realizaciones y actuaciones; para las evaluaciones el interés se centra en el análisis de la función de producción pero con el interés puesto en el impacto sobre el entorno. En las evaluaciones se lleva a cabo una compresión de la finalidad de la acción mediante una clarificación ex post de las intenciones y se lleva a cabo una comprensión de la organización pública a través de una racionalidad a posteriori. El interés del análisis es un interés por el efecto de aprendizaje que a largo plazo este proceso supone (Gibert, Andraut, 1984, p. 130). Se supone que toda intervención pública concreta supone una alteración del estado natural de las cosas en la sociedad y puede unirse o no a varios efectos o impactos. Estos impactos tienen tres características que podrían resumirse de la siguiente manera: suelen enunciarse de manera cualitativa y normativa, en términos generales y abstractos; suelen emerger con retraso en relación a la fecha en que se produce la intervención; la relación entre input y output de esta actuación no es necesariamente lineal o mecánica. De esta manera Meny y Thoening definen el análisis de políticas públicas como una forma de identificación de los efectos reales generados por las actividades administrativas que no son los efectos esperados al comienzo. Un importante aspecto para esta concepción del análisis de políticas públicas es la que supone los indicadores que vayan a ser utilizados y el tipo, de carácter cuantitativo o 26 I. Meny, Jean-Claude Thoening, Las políticas públicas (1992, Barcelona), Ariel. 35
  • 36. cualitativo. Los indicadores de resultados de carácter cuantitativo ocultan en parte los efectos o impactos más cualitativos corriendo “el riesgo de adoptar visiones más etnocéntricas, propias del decisor, confundiendo los indicadores de productos con los de efectos”. La función de producción dos que describe Gibert, y que une las realizaciones a las finalidades externas, tiene como objetivo final el cambio social. La “identificación de fenómenos normativos, creencias y representaciones en materia de funcionamiento de la sociedad y del cambio social inscritas en cada política pública, puede efectuarse sistemáticamente, analizando sus postulados implícitos o explícitos”. Esto se haría de acuerdo con los siguientes parámetros:  Objetivos perseguidos por la política pública considerada  Sujetos afectados por la política  Ejecutores a quienes se confía la aplicación de las medidas Jones es uno de los autores que descompone el proceso de una política pública en varias fases. En esta secuencia de actividades la evaluación propiamente dicha es la última fase del proceso, cuando se produce la terminación de la acción, y se lleva a cabo una evaluación de los resultados que desemboca en el final de la actuación emprendida. La evaluación en realidad debe suponer una vuelta atrás del proceso, y sobre la base de ésta deben introducirse ajustes retroactivos, mediante una reformulación inicial o un rediseño de la fase de ejecución. 36
  • 37. 5.3. El carácter político de las evaluaciones Respecto al carácter político de las evaluaciones, autores como Monnier (1995) destacan el carácter de la evaluación como un acto político en sí mismo. D. Palumbo en su obra “The politicis of program evaluation” (1987) concluía en su capítulo introductorio que la política y la evaluación están intrínsecamente interrelacionadas, hasta el punto de que la efectividad de la evaluación depende de la incorporación de la realidad política a los procesos de evaluación, es decir, incorporando los factores políticos en los diseños y en la difusión de los resultados. Se trata de las interacciones entre actores y sobre cómo se relacionan desde diferentes posiciones de poder, influencia y autoridad. Así evaluación y política no son dos realidades fácilmente separables, concibiendo a la evaluación de esta manera se le procura una legitimidad política, que supone el reconocimiento y consideración de los distintos actores sociales. 6. El género en el ámbito de la Unión Europea y las Naciones Unidas En 1995, el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas se centra en el tema del género en el desarrollo. Aunque no se hace en ningún momento referencia explícita a las evaluaciones, como se hará algunos años después en el Informe de la Conferencia de Beijing, se perfilan las líneas esenciales del enfoque de género por el que aboga la Organización de las Naciones Unidas. El paradigma del desarrollo humano tiene varios componentes, a saber: productividad, equidad, sustentabilidad y empoderamiento. El empowerment supone que el desarrollo debe ser protagonizado por la gente a la que se dirige. Estas personas deben participar en las decisiones y procesos que conforman sus vidas. La medición de 37
  • 38. esta capacidad de empoderamiento se lleva a cabo a través del índice GEM (Empowerment Gender Measure). Este índice se concentra en la participación tanto económica, como política y profesional buscando medir en qué grado las mujeres han sido capacitadas para tomar parte en diferentes aspectos de la vida pública en comparación con los hombres. Se centra fundamentalmente en tres variables: poder adquisitivo-salarial, presencia en puestos profesionales y directivos y presencia en la representación política, tanto local como parlamentaria, aunque centrándose en esta última. El propio informe reconoce al mismo tiempo la limitación de este índice debido a que no es posible capturar aspectos esenciales de la capacitación en ámbitos para los que no existen datos, como la vida doméstica, la vida comunitaria o la vida rural. El GEM es fundamentalmente una forma de medir cómo las mujeres usan las capacidades con las que cuentan para aprovechar las oportunidades que se les presentan. En términos generales el Informe de Desarrollo Humano de 1995 arroja unos resultados alentadores. Según éste se ha conseguido un importante adelanto en el desarrollo de las capacidades de las mujeres, pero no en las oportunidades para desarrollar éstas. Esto nos remite al contexto social y político de los países en los que se llevan a cabo los estudios que constriñen el desarrollo de dichas capacidades y se conecta con el impulso que se pretende dar al desarrollo social a la par que al desarrollo económico, haciendo especial hincapié en el hecho de que el desarrollo no sólo debe ser concebido en términos económicos, pues este factor, aunque relevante, por sí solo no supone el desarrollo y bienestar humano. El enfoque de la Mujer en el Desarrollo se había defendido hasta comienzos de los años noventa como respuesta al trabajo de Boserup27. En este libro de 1970 titulado 27 E. Boserup, Women’s Role in Economic Development (1970, London), George Allen and Unwin Ltd 38
  • 39. “Women´s Role in Economic Development”, la autora expone que las mujeres han sido apartadas del desarrollo definido en términos de los programas surgidos al hilo de la reconstrucción de posguerra. En los años noventa esta visión comienza a ser modificada por la corriente del Género en el Desarrollo, con enfoques que tratan los análisis de género en las relaciones sociales, y el empowerment de las mujeres. Se acepta que a todos los niveles de desarrollo lo que debe ser problematizado son las relaciones de género en las que las mujeres están subordinadas, añadiendo a los estudios sobre la actividad de la mujer en el desarrollo y el acceso a los recursos, estudios sobre temas generales de planificación macro-económica, ajuste estructural y deuda, degradación y conservación medioambiental y organización política y civil. Esto no quiere decir que los viejos temas sean sustituidos por los nuevos. Más bien se produce un enriquecimiento de la agenda de investigación, transformando las viejas cuestiones de la integración, los intereses, lucha por los recursos y bienestar, a través de nuevas cuestiones como la representación. 6.1. La Conferencia de Beijing de 1995 La Declaración de la Conferencia de Beijing de 1995, acorde con el Informe de Desarrollo Humano de ese mismo año va un paso más allá en el punto 19, afirmado que “es indispensable diseñar, aplicar y vigilar, a todos los niveles, con la plena participación de la mujer, políticas y programas, entre ellos políticas y programas de desarrollo efectivos, eficaces y sinérgicos, que tengan en cuenta el género, y contribuyan a promover la potenciación del papel y el adelanto de la mujer”. Esta declaración se presenta en sus objetivos como “un programa encaminado a crear condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad”. Pero 39
  • 40. no sólo se concibe el papel de la mujer como una condición fundamental para la justicia social, además se le presta atención al papel que el hombre desempeña en la sociedad, concibiendo la igualdad entre el hombre y la mujer como una cuestión de derechos humanos. En relación a las esferas de especial preocupación en las que la Declaración hace especial hincapié, “la potenciación del papel de la mujer y la igualdad entre la mujer y el hombre son condiciones indispensables para lograr la seguridad política, social, económica, cultural y ecológica entre todos los pueblos”. Se concibe de esta forma un enfoque integrado hacia el género en las políticas de desarrollo, en las que los Estados, a través de “la promulgación de leyes nacionales y la formulación de estrategias, políticas, programas y prioridades para el desarrollo”, junto al sector no gubernamental como catalizadores del cambio generando, entre otros aspectos, nuevos enfoques de desarrollo, desempeñan un papel fundamental. En cuanto a la participación de la mujer en la toma de decisiones, la Declaración hace referencia al hecho de que la desigualdad en el terreno público muchas veces tiene raíz en “las actitudes y prácticas discriminatorias y en el desequilibrio en las relaciones de poder entre la mujer y el hombre que existen en el seno de la familia”. En la Declaración se hace referencia también al hecho de que “las redes y modalidades no oficiales de adopción de decisiones de las comunidades locales, que reflejan un espíritu predominantemente masculino, restringen la capacidad de la mujer de participar en pié de igualdad en la vida política, económica y social”. Si consideramos la evaluación como una fase más dentro de la política pública, según la Declaración de Beijing, la perspectiva de género debe incorporarse al proceso de formulación de políticas y de ejecución de los programas, como se haría en el caso de las evaluaciones intermedias. Se destaca en este campo el papel a desempeñar por los 40
  • 41. gobiernos nacionales, que entre otras cosas, deben velar por el establecimiento de órganos al más alto nivel ministerial que velen por el cumplimiento de las estrategias y objetivos nacionales relacionados con la igualdad entre hombres y mujeres. Además el análisis de las políticas y programas debe incorporar una perspectiva de género en todas las fases, desde la formulación hasta la ejecución. Tratándose de los derechos humanos de las mujeres también se hace referencia a la incorporación de estos a todo el sistema de las Naciones Unidas, incluyendo también la evaluación de los efectos en materia de género. Un área en la que particularmente se hace referencia a la evaluación de los efectos de las políticas es la del medio ambiente. El punto K.3 de los objetivos estratégicos de la Declaración de Beijing hace referencia al fortalecimiento o establecimiento de mecanismos a nivel internacional, nacional y regional para evaluar los efectos de las políticas de desarrollo y medio ambiente en la mujer. Se aboga por “metodologías y análisis de políticas participativas y dinámicos en que se tenga en cuenta el género” en la línea de lo expuesto en la Agenda 21 local, por lo que dichos estudios deben llevarse a cabo en colaboración con instituciones académicas e investigadoras locales. Entre otras cuestiones, destacan entre los objetivos de estos estudios el análisis de los vínculos estructurales entre género, medio ambiente y desarrollo y la elaboración de medidas encaminadas a elaborar e incluir análisis ambientales “que incluyan una orientación de género como paso fundamental para la preparación y la vigilancia de programas y políticas”. 6.2. La Unión Europea y la integración de la perspectiva de género en el desarrollo En el año 2001 la Comisión Europea elabora un Programa de Acción para la integración del factor género en la cooperación de la Comunidad al desarrollo (21 de 41
  • 42. Junio del 2001- COM (2001) 295 final) para el periodo 2001-2006. En este documento el factor género se articula entorno a tres ejes importantes: • Análisis e integración del factor género en las áreas prioritarias de la política comunitaria de desarrollo: 1. Apoyo a las políticas macroeconómicas y estrategias de reducción de la pobreza y programas de desarrollo social en el ámbito de la salud y la educación; 2. Seguridad alimentaria y estrategias de desarrollo rural sostenibles; 3. Transporte; 4. Fortalecimiento institucional, buena gobernanza y Estado de Derecho; 5. Comercio y desarrollo; 6. Integración y cooperación regional. El género constituiría un tema transversal en estos seis ámbitos. La puesta en práctica y evaluación de actividades se considera, entre otros, un método para integrar el género en estos ámbitos.  Consolidación de la integración del factor género en programas y proyectos a nivel nacional y regional. Se insiste en la importancia de definir los intereses en materia de género en todas las etapas de programación y la gestión del ciclo del proyecto.  Desarrollo de las capacidades en los asuntos de género que incrementará las capacidades de la Comisión para integrar de manera efectiva los aspectos relativos al género en todas sus políticas. 42
  • 43. Se establece que una evaluación intermedia y una evaluación final se llevarán a cabo para evaluar los logros de la aplicación del Programa de acción en todos los niveles de las actividades propuestas, analizando la eficiencia, eficacia, impacto y la pertinencia de las medidas de integración del factor género. El Programa de Acción 2001-2006 para la integración de la perspectiva de género en el desarrollo adopta un planteamiento basado en las negociaciones con los socios para integrar los aspectos relativos al género en las políticas y estrategias de la cooperación al desarrollo en todas las fases del ciclo del proyecto o del programa: preparación, ejecución, supervisión y evaluación. A escala de proyectos y programas, y haciendo eco de lo establecido en la Plataforma de Acción de Pekín, el Programa de Acción establece como requisito metodológico básico la realización de un análisis de la situación de hombres y mujeres antes de cualquier intervención en materia de desarrollo, facilitando así la evaluación del impacto potencial de las intervenciones y de los medios más eficaces para que hombres y mujeres puedan influir en el proceso de desarrollo, participar en él y beneficiarse de sus resultados . Además “la Comisión distribuirá sistemáticamente y utilizará directrices de evaluación revisadas en las que se estipula que todos los proyectos y programas deben ser supervisados y evaluados desde la perspectiva de género”. Para este fin “la Comisión desarrollará para proyectos y programas específicos indicadores que tengan en cuenta el factor género y datos clasificados en función del género para su utilización en actividades de planificación, ejecución, control, evaluación y seguimiento. El objetivo es identificar indicadores que midan la integración del factor género en las diferentes tareas de gestión (análisis, formulación de proyectos, valoración, selección de expertos, control, evaluación, etc.) y abandonar indicadores que 43
  • 44. sólo “cuentan palabras” en los documentos. La utilización de datos clasificados en función de género servirá de base para subrayar las diferencias de género y analizarlas, de forma que se puedan diseñar soluciones y estrategias más innovadoras para reducir las desigualdades de género”. De especial relevancia son las definiciones de la integración del factor género que se incluyen en el anexo del citado Programa de Acción. Cabe citar, entre otras, las siguientes:  Género: se define como “un concepto que hace referencia a las diferencias sociales, y no biológicas, entre mujeres y hombres. Estas diferencias se han ido adquiriendo, han evolucionado con el tiempo y varían considerablemente dentro de una misma cultura o entre las distintas culturas”  Análisis de género: se define como el “estudio de las diferencias entre las condiciones, las necesidades, los índices de participación, el acceso a los recursos y al desarrollo, el control de los bienes, la capacidad de decisión, etc.… entre mujeres y hombres en los papeles tradicionales que se les han atribuido”.  Evaluación de la incidencia política en función del género: se define como “examen de las propuestas políticas para ver si afectan de manera distinta a mujeres y hombres, a fin de adaptarlas para neutralizar los efectos discriminatorios y promover la igualdad entre ambos sexos”.  Planificación en función del género: es el “planteamiento activo de la planificación que considere el género como una variable o un criterio fundamental y que procure integrar una dimensión de género explícita en las políticas o acciones”. 44
  • 45. En un documento de sesión del Parlamento Europeo, en el que se elabora una propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y el Consejo relativo al fomento de la igualdad entre el hombre y la mujer en la cooperación al desarrollo28 se fija una posición común respecto de la integración de la perspectiva de género en la política de cooperación al desarrollo de la Unión Europea, con el objeto de la aplicación de medidas con vistas a fomentar la igualdad en las políticas, estrategias e intervenciones comunitarias de cooperación al desarrollo. Así, en el Art. 2.a) se entiende por “integración de la perspectiva de género”, la planificación, (re)organización, mejora y evaluación de los procesos relacionados con las políticas, de manera que las partes que normalmente intervengan en ellos integren la perspectiva de la igualdad entre el hombre y la mujer en todas las políticas, estrategias e intervenciones en materia de desarrollo, a todos los niveles y en todas las fases”. La Unión Europea financiará dentro de lo que considera asistencia técnica a los países objeto de la cooperación al desarrollo la realización de evaluaciones de impacto ex ante y a posteriori sobre la igualdad del hombre y la mujer como instrumentos operativos, así como misiones de evaluación y control en materia de cooperación al desarrollo (Art.4). Por medio de este Reglamento se pretende integrar la perspectiva de género en los seis ámbitos prioritarios de la política de cooperación al desarrollo comunitaria (África, Caribe, Pacífico, MED, América Latina y Asia) a través de subvenciones o contratos a actores gubernamentales y no gubernamentales en la realización de proyectos. A nivel nacional, la asistencia técnica y las misiones de apoyo se ocupan de proporcionar asesoramiento a los países socios sobre el modo de evaluar las necesidades relacionadas con las cuestiones de género. 28 Docs.5402/1/04,5593/04, COM 2004/0103 45
  • 46. 7. Perspectivas teóricas sobre el género en el desarrollo Dentro del área de estudio de los movimientos sociales de mujeres se emplea una distinción analítica referente a los intereses. El paradigma de los intereses tiene cierta importancia dentro de lo que es el estudio de la política de desarrollo por estar relacionado con dos cuestiones: el rol que estos intereses juegan dentro del proceso de planificación, y en general en todas las fases de la política, y la relación que se establece entre la agencia planificadora y la población objetivo. Siguiendo a Maxine Molyneux29, la teoría clásica del interés ha sido criticada desde varios frentes tanto políticamente como desde un punto de vista epistemológico. Básicamente esta crítica ataca a la formación de los intereses como algo objetivo, y dado a priori. La noción de intereses como algo identificado independientemente de las inclinaciones subjetivas de los agentes implica la definición de estos como algo “verdadero”. Aceptar como determinante la importancia de las condiciones estructurales en la formulación de los intereses como algo dado a priori, supone rechazar el proceso que comporta la construcción de significado y de la subjetividad. Para Molyneux la formulación de intereses ya sean estratégicos o prácticos es en cierto modo dependiente de elementos discursivos, y está siempre ligada a la formación de la identidad. Todo esto supone que los intereses denominados objetivos de las mujeres deben siempre estar enmarcados dentro de un contexto específico concreto desde el momento en que los procesos de construcción y articulación de estos están claramente sujetos a variación cultural, histórica y política, y no pueden ser conocidos de forma anticipada. 29 Molineux, M (1998): “Analysing women’s Movements”, en C. Jackson and R. Pearson (eds), Feminist Visions of Development, Gender Analysis and Policy, Routledge. London 46
  • 47. Para Jonasdottir30 la definición de cualquier interés debe reconocer la agencia y la subjetividad, pero deben también ser entendidos como algo formulado en un contexto que afecta el modo en el que se realiza la elección. En este sentido sólo los intereses subjetivos son relevantes desde el momento en el que son formulados en un contexto específico, siendo posible concebir los intereses como socialmente definidos, sujetos al cálculo. Los intereses objetivos se definen en relación al resultado más beneficioso para el agente, y deben ser perseguidos con las estrategias más apropiadas para su realización. Aquellos que defendían el enfoque Mujer en el Desarrollo presentaron a las mujeres sin ninguna opción frente a las estructuras omnicomprensivas de poder. Una forma distinta de holismo es la que representa el enfoque de las relaciones sociales de género. Este enfoque trata de poner al descubierto las conexiones entre diferentes esferas y niveles de la sociedad y entre los individuos y las estructuras sociales. Se abandona así la categoría clave de análisis en el discurso MED y se sustituye por una forma de entendimiento de las relaciones desiguales entre mujeres y hombres diferente. La categoría analítica de las relaciones sociales de género se establece como las relaciones que median las formas en que los individuos experimentaban las fuerzas estructurales. “El concepto de subordinación de género se utilizaba para defender que el poder era una característica general de estas relaciones”31 . Esto no impediría considerar otro tipo de relaciones, como la clase, que medien entre el individuo y las estructuras, mediando también la manera en que la diferencia biológica se traduce en desigualdad de género. Empíricamente, clase y género tienen tendencia a constituirse mutuamente de 30 K. B. Jones, A. G. Jonasdottir (eds.), The political interest of gender: developing theory and research with a feminist face, (London, 1989), Sage Publications 31 Whitehead (1979), citado en N. Kabeer, Realidades trastocadas, las jerarquías de género en el pensamiento del desarrollo (1994, UAM) Paidós, p. 70 47
  • 48. forma que las diferencias biológicas se produzcan en el contexto de desigualdades sociales de género. Para Molineux, el concepto de los intereses de las mujeres, aunque útil, sigue siendo un tanto problemático. Aunque este concepto es central para las evaluaciones feministas de la política social, “no existe consenso sobre cuáles son ni cómo se han de formular. Esto se debe, en parte, a que no hay ninguna explicación causal teóricamente adecuada y universalmente aplicable de la subordinación de las mujeres a partir de la cual se pueda derivar una versión general de los intereses de ellas [...] Una teoría de los intereses que tenga una aplicación en el debate sobre la capacidad de las mujeres para luchar por el cambio social y beneficiarse de él, debe comenzar por reconocer la diferencia en vez de asumir la homogeneidad” 32 Para Molineux el concepto de intereses de género debe reservarse para aquellos intereses que tanto mujeres como hombres sin distinción puedan desarrollar en virtud de la situación social a través de los atributos de género. Los intereses así definidos pueden ser tanto estratégicos como prácticos, los primeros relacionados con la posición de las mujeres, derivados por deducción del análisis de su subordinación; los segundos en relación a la condición de las mujeres, dados inductivamente de “las condiciones concretas de la posición que ocupan las mujeres dentro de la división de género”33 . De esta distinción entre lo practico y lo estratégico se deriva otra entre las políticas que dirigen su actuación a las condiciones concretas de la vida de las mujeres, restringidas por las divisiones entre recursos y responsabilidades, y las políticas que tratan de transformar la posición de las mujeres dentro de un conjunto estructuralmente 32 Molineux 1985, pp. 231-232, citado en Kabeer, 1994, cit. Supra, p. 105. 33 M. Molineux, p. 233, en N. Kabeer (1994), cit. Supra. p. 106 48
  • 49. desigual de relaciones sociales. “Las desigualdades estructurales de género en los diferentes contextos definen cómo hombres y mujeres perciben sus necesidades prácticas cotidianas, además de provocarles intereses discrepantes y, tal vez, conflictivos en la transformación a largo plazo de esas desigualdades”34 . Las maneras de abordar las necesidades prácticas tienen connotaciones importantes para el potencial transformador de los diferentes tipos de proyectos. El enfoque del empoderamiento defiende una forma alternativa de abordar el análisis de las necesidades de manera que aumente la fuerza colectiva y la capacidad de organización de las mujeres. El carácter del empoderamiento elude por su naturaleza formas cuantitativas de cuantificación, por lo que el análisis costo-beneficio social resulta inadecuado para medir costos y beneficios de estrategias de concienciación-organización-movilización, o el crecimiento de la conciencia de las mujeres respecto de prácticas que despojen de poder no están ni ordenadas divinamente ni determinadas biológicamente, sino producidas históricamente, y por lo tanto son susceptibles de transformación. Los criterios de evaluación y planteamiento de programas y proyectos con este tipo de objetivos tendrán que caer fuera del terreno evaluativo del Análisis Coste-Beneficio Social. Como cualquier metodología de evaluación el Análisis Coste-Beneficio funcionaría mejor en proyectos intervencionistas que en proyectos de participación, en proyectos con objetivos preferentemente relacionados con la eficiencia y con indicadores cuantitativos, que en proyectos con objetivos múltiples relacionados con la equidad. “El análisis costo-efectivo o el marco lógico, que permiten un reconocimiento más explícito de aspectos no monetarios y no cuantificables en el ciclo de planificación del proyecto, son otras opciones al ACBS en estas situaciones, pero conservan un sesgo 34 N. Kabeer, (1994), cit. supra. p. 106 49
  • 50. común hacia los indicadores cuantificables”35. Los procedimientos participativos para la evaluación, aunque puedan parecer subjetivos y politizados, tienen la ventaja de que lo son sin disfraz alguno, y por lo tanto, están abiertos al escrutinio y la impugnación. 35 N.Kabeer (1994), cit. supra, p. 196 50