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GENERACIÓN DEL 80
Bajo la denominación de la Generación del 80 se conoce a la élite gobernante de la República
Argentina durante el crucial período de la República Conservadora (1880–1916), que ubicó al
país entre los más ricos del mundo. Procedente de familias aristocráticas de las provincias y de la
capital, se nucleó primero en la Liga de Gobernadores y luego en el Partido Autonomista
Nacional, fusión de las fuerzas dominantes en el período precedente, el Partido Autonomista y el
Partido Nacional, ambos sucesores de la disgregación del antiguo Partido Unitario. En 1880,
lanzó la candidatura a la presidencia del general Julio Argentino Roca, que había dirigido la
Conquista del Desierto un año antes, y que fue el artífice de la generación y del modelo de país
que ésta representó.
Los miembros de los Generación del 80 tuvieron a su cargo las más importantes funciones
políticas, económicas, militares y religiosas, manteniéndose en el poder mediante el fraude
electoral. Pese a la creciente oposición, nucleada en lo político en torno a la Unión Cívica Radical
y a las agrupaciones anarquistas y socialistas formadas por los obreros inmigrantes, la
Generación del 80 ejerció el gobierno durante más de tres décadas, hasta la Revolución del
Parque y la sanción de la Ley Sáenz Peña, promulgada a instancia de sus propios representantes,
de sufragio universal, obligatorio y secreto, que marcaría la transición a la Argentina
contemporánea.
El concepto de Generación del 80
El término apareció por primera vez a lo largo de la década de 1920, y se refería a una
generación de literatos. En su Historia de la Literatura Argentina, Ricardo Rojas le dio ese
nombre de forma marginal, ya que el grupo que más tarde llevaría el nombre de Generación del
80 es llamado "Los modernos". El primer autor que agrupó a los autores del período con ese
nombre fue Arturo Giménez Pastor, con un trabajo titulado Los del 80; si bien utiliza ese nombre
especialmente para escritores, también menciona intelectuales y científicos. Simultáneamente,
el historiador Rómulo Carbia, en su Historia crítica de la historiografía argentina, agrupaba a los
historiadores del período como "Los ensayistas". Por último, en dos artículos aparecidos en el
diario La Nación a fines de los años 30, Manuel Mujica Lainez menciona a la "Generación del 80"
con su significado actual, pero circunscripto al mundo literario.
La particularidad de que la mayoría de los escritores del período fueron también políticos de
mucha figuración permitió extender el término a los políticos, pero ese proceso no se dio con
claridad hasta mediados de los años 1950, cuando Carlos Ibarguren se refirió al conjunto de los
intelectuales y políticos del período con ese nombre. El término fue utilizado también por un
historiador de izquierda como Jorge Abelardo Ramos en Revolución y contrarrevolución en la
Argentina (1957), y por Enrique Barba en un artículo de 1959, en que declaraba que esta
generación era descendiente directa de la Generación del 37 por sus ideales y filosofía. La
delimitación más exacta del término "Generación del 80", como un conjunto de dirigentes
intelectualizados, herederos conscientes de la del 37, oligárquicos y ligados a la producción
ganadera, llegó de la mano de David Viñas, en Literatura argentina y realidad política: Apogeo
de la oligarquía (1964). Ya en El desarrollo de las ideas en la Argentina del siglo XX, José Luis
Romero hablaba de la Generación del 80 como un concepto enteramente conocido por el lector.
Desde 1970 en adelante, el término se usaría en el sentido que le dio Viñas, con matices más o
menos favorables o desfavorables según el punto de vista del autor. Pero a partir de este
período aparecieron ciertas ambigüedades en cuanto a los límites que permiten definir quién
perteneció a esa generación y quién no. Identificada la Generación del 80 con el amplio período
transcurrido entre 1880 y 1916, se ha tendido a dejar de lado las particularidades de los
dirigentes e intelectuales más jóvenes aparecidos en los primeros años del siglo XX, que
mostraron una orientación claramente diferenciada de la anterior, por lo que no cabría incluirlos
en la del 80; por ejemplo, los intelectuales y científicos no tuvieron, casi sin excepción,
aspiraciones políticas.
Ideología
La Generación del 80 fue la continuadora de las Presidencias históricas que supo aprovechar la
conclusión de las crisis políticas y la superación de los avatares de la economía dominados por el
tercer y último presidente de ese período, Nicolás Avellaneda.
Esta superación dio paso a que en la sociedad fuera dominada por el optimismo y el
convencimiento de un futuro generoso que esperaba a Argentina para los años venideros.
Los políticos de la Generación del 80 defendían posturas positivistas, simbolizando su actuación
con el lema de Auguste Comte, de Orden y progreso. Los dirigentes de esta generación creían
ciegamente en el progreso, identificando tal concepto con el crecimiento económico y
modernización; el orden era considerado una condición necesaria de tal progreso, ya que fijaba
las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la
proyección del progreso. Con similar contenido, las dos presidencias de Julio Argentino Roca se
fundaron en el lema "Paz y administración", que sintetiza el pensamiento liberal conservador.
A lo largo de casi toda su existencia, los hombres de la Generación del 80 creyeron en un destino
de progreso indefinido para su país y para la humanidad. Se esperaba ver un crecimiento del país
en todos los aspectos, tanto económicos, como sociales, culturales y materiales. En cierto
sentido, no creyeron necesario hacer mucho más que crear las condiciones para ese
crecimiento, ya que daban por sentado que el progreso respondía más bien a la naturaleza de
las cosas. El único período que cuestionó esa esperanza fue la crisis económica de 1890, pero el
optimismo general retornó al poco tiempo.
Ideológicamente, esta generación se consideraba tributaria de la Generación del 37, a la cual
habían pertenecido sus padres o abuelos —aunque muchos dirigentes eran descendientes de
personajes destacados del Juan Manuel de Rosas— y sostenían como dogmas los principios
enumerados por muchos de los miembros de esa generación; en particular, el de gobernar es
poblar de Juan Bautista Alberdi, del cual heredaron solamente una parte de sus prejuicios
culturales y raciales, el rechazo de las tradiciones retrógadas que nos subordinan al antiguo
régimen de Esteban Echeverría y el enfrentamiento entre civilización y barbarie de Domingo
Faustino Sarmiento.
Las ideas positivistas de esta generación estaban notablemente influidas por el pensamiento de
Herbert Spencer, que adaptó los principios evolucionistas de Charles Darwin a las sociedades
modernas. Así, de acuerdo al modelo sarmientino, gauchos e indios eran bárbaros, personas
incultas incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada sobre los principios
liberales que garantizaban el camino hacia el progreso. Sostenían por ello la necesidad de
eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar la civilización, trayendo población europea para
entrar en las vías del progreso. No encontraban contradicciones morales en la eliminación
cultural y hasta física de la población nativa, ya que el destino de las razas y culturas europeas —
consideradas más "aptas" para vivir en el mundo moderno— era prevalecer sobre ellas, y tarde
o temprano desplazarían a las "menos aptas".
Anticlericales, aunque por lo general deístas y masones, enfrentaron las posiciones tradicionales
de la Iglesia Católica como un resabio indeseable del pasado, y bajo su impulso se trató de
definir la separación entre la Iglesia y el Estado con la sanción de las leyes de Matrimonio Civil,
Registro Civil y Educación Común, la última de las cuales estableció la enseñanza primaria
pública, obligatoria, gratuita y laica. De todos modos, nunca se intentó seriamente separar
completamente la Iglesia del Estado, sino solamente de minimizar la influencia institucional de la
misma.
Estas últimas medidas llevaron a un enfrentamiento constante con la Iglesia, que intentó ser
defendida por una fracción ideológicamente marginal de la Generación del 80: los líderes
católicos, como Estrada, Emilio Lamarca o Pedro Goyena, cuestionaban las posturas
anticlericales del grupo dirigente, pero compartía sus ideas liberales.
Expansión poblacional y económica
La generación del 80 llevó adelante un proceso de inmigración europea sin precedentes y la
economía del país vivió un proceso de expansión de alto índices.
El fundamento de la política economía liberal fue la aplicación de un exitoso modelo
agroexportador, afín a la clásica división de los términos de intercambio mundiales. La economía
nacional se basaba en la producción y provisión de materias primas para Europa, continente que
estaba atravesando la segunda revolución industrial al que proveía a Argentina manufacturas
industriales.
La producción de bienes que Argentina exportó al mundo provino del campo. Fueron los
estancieros los que, identificados con los sectores gobernantes, generaron su propia riqueza y
aumentaron la riqueza nacional.
Sin embargo, la utilización de estas políticas económicas librecambistas propiciadas desde el
gobierno fueron complementadas por el grupo gobernante con un claro refuerzo de la acción
del estado en aquellas áreas que se consideraban esenciales al contrato social como la
educación, la justicia, la obra pública y la expansión de dicha acción estatal a todo el amplio
territorio del país.
Los diversos tratados con los países vecinos pusieron fin a las principales cuestiones de límites,
afianzando el control del territorio nacional y trayendo paz a la población, a diferencia del
permanente estado de beligerancia que experimentaba la Europa de entonces.
La generosa y amplia política basada en las ideas liberales permitió el adecuado fomento de la
inmigración, cumpliendo las prescripciones contenidas en la Constitución Argentina; empero
este amplísimo régimen de promoción de la inmigración fue parcialmente limitado con leyes
represivas como la "Ley de residencia" de 1902 y la "Ley de defensa social" de 1910, a fin de
controlar la expansión del socialismo y del anarquismo.
La sobrepoblación de las zonas urbanas llevó a la desocupación con sus posteriores huelgas.
La inmigración dio paso, gracias a las políticas públicas implementadas por la Generación del 80,
a que en el lapso de un cuarto de siglo, se produjera un fenomenal movimiento social
ascendente que dio paso a la poderosa clase media argentina, que llegó al poder con el
radicalismo.
Derrumbe de la Generación del 80
Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca se sancionó la Ley 4.144 de Residencia,
que permitía la expulsión inmediata de extranjeros activistas contrarios al régimen. Su
concuñado, Miguel Juárez Celman, se había enfrentado en 1890 a la Revolución del Parque, y en
1905 el radicalismo volvería a las armas en un alzamiento coordinado en varias provincias. En
1910 y ante la proximidad de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, se sancionó
la Ley de Defensa Social, instaurando así el arresto preventivo de sospechosos de anarquismo.
En el gobierno hubo también tibios avances para intentar calmar los reclamos obreros al crear el
Departamento Nacional de Trabajo en 1907. Así el conservadurismo dictó las primeras leyes
laborales de la época, que resultaron insuficientes frente al gran desarrollo del sector obrero,
producto de la masiva inmigración y el crecimiento económico registrados para entonces.
Ante la constante de los nuevos sectores medios de la sociedad, las huelgas constantes, las
críticas en la prensa y el Congreso, la Generación del 80 ya encabezada por la línea modernista
del Partido Autonomista Nacional se vio en la necesidad de dar respuestas a la nueva realidad y
amplió la participación política a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña de 1912, de sufragio
secreto, universal y obligatorio. En 1916, en las primeras elecciones en que se aplicó, el régimen
conservador perdía por primera vez las elecciones presidenciales en manos del radical Hipólito
Yrigoyen, quien asumió su primera presidencia con el respaldo mayoritario de los sectores
medios del pueblo argentino.
MODELO AGROEXPORTADOR Y LA INCORPORACION A LA DIVISION DE TRABAJO
División internacional del trabajo y modelo agro exportador
A partir del desarrollo del capitalismo y la incorporación de nuevos países al mundo
industrializado, se estableció la División Internacional del trabajo, donde se destacaba los países
centrales y por otro lado los países periféricos. Entre los primeros países se destacaban las
grandes potencias económicas que competían entre si para asegurarse el mercado mediante el
control eolítico o la inmersión de capitales. Por su lado, los países periféricos se destacaron por
su gran exportación de materias primas, como la argentina que tubo un notable crecimiento
económico al principio del siglo xx, a los diferentes países centrales que le intercambiaban
manufacturas.
El modelo agroexportador producía gran cantidad de materias primas y alimentos debido a la
gran demanda internacional. Es por eso que la argentina se inserto en el mercado mundial como
uno de los principales productores y exportadores de bienes primarios y receptor de capitales e
manufacturas e inmigrantes, junto a los demás países de clima templado que pudieron
aprovechar esta situación, para llevar a cabo este modelo económico se necesitaron obras de
infraestructuras lo cual, se sustentaban con capitales extranjeros. Finalmente cuando la
demanda de alimentos se hizo mas notoria en 1880, la argentina aprovechó para exportar
carnes y cereales, además de la lana, afirmándose así l modelo agroexportador.
A su vez también aparecieron las estancias mixtas que ocuparon un lugar importante dentro del
desarrollo económico argentino ya que dedicaron una parte de su superficie al cultivo y otra a la
cría de ganados. Esta forma de organización fue efectiva ya que la cantidad de tierra dedicada a
una y otra variaba en función de los precios internacionales.
SOCIEDAD LA POBLACION E INMIGRACIÓN
LA GRAN INMIGRACIÓN
Cuando Alberdi y Sarmiento la caracterizaron como importante factor de progreso- idea
recogida por la Constitución de 1853- empezaron a llegar los primeros contingentes organizados,
para poblar nuestro territorio.
Durante el gobierno de Avellaneda se sancionó la “Ley de Inmigración” (1876). Dicha ley
aseguraba a los inmigrantes una serie de derechos, tales como alojamiento gratuito a su llegada
al país durante 5 días, seguridad de trabajar en el oficio que fuera de su grado y pasaje gratuito
hasta el lugar donde deseaban radicarse. La política inmigratoria dio resultados: durante la
presidencia de Roca entraron en el país medio millón de personas. En las dos últimas décadas
del siglo XIX y las primeras del XX, la argentina experimento un notable crecimiento de su
población.
A la vez, las características de este aumento modificaron la composición de la población y su
distribución en el territorio.
LA AFLUENCIA MIGRATORIA
La llegada de inmigrantes europeos a la Argentina fue aumentando paulatinamente, pero se
transformó en masiva entre 1180 y 1914. En este periodo ingresaron al país más de tres millones
de extranjeros, de los cuales dos tercios se quedaron en nuestro territorio. Esto produjo un
enorme impacto demográfico, ya que la población del país se duplicó en solo 20 años.
Entre los integrantes que arribaron al país predominaron los italianos y españoles, aunque
también vinieron franceses, alemanes, ingleses, suizos, rusos, polacos y sirio- libaneses, entre
otras nacionalidades.
En muchos casos, estas personas dejaban su lugar de origen por falta de empleo y por las
dificultades que enfrentaban para sobrevivir. Pero, en general, la decisión de migrar estuvo
relacionada con las expectativas de mejorar el nivel de ingresos y lograr así una mejor posición
social en el nuevo país de residencia o en el de origen. Otro factor que favorecieron las
migraciones fue la disminución en los costos de los fletes marítimos.
DISTRIBUCION GEOGRAFICA DE LOS INMIGRANTES
El 80% y casi el 70% de la población total del país se concentraban en las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, sobre todo en las grandes ciudades. Tucumán y Mendoza
también recibieron el aporte de inmigrantes y crecieron en población. No ocurrió lo mismo con
el resto de las provincias de noreste e incluso algunas disminuyeron su población.
El estado Argentina otorgaba a los inmigrantes aportes como anticipos de pasajes, alojamiento
en hoteles, asilos, o concesión de tierras.
Buenos Aires y Rosario principalmente, brindaban a los inmigrantes mejores posibilidades al ser
baratos, estos lugares se llamaron conventillos. Eran grades casas con cuantiosas habitaciones
comunicadas por un patio central. Estas casas eran familias porteñas ricas. En esas viviendas
dañadas y añejas por el abandono se alojaron los inmigrantes, que debieron vivir en la
precariedad y aglomeración.
LOS CAMBIOS SOCIALES
Los extranjeros se ubicaron en su mayoría en aquellos rubros ocupacionales desarrollados por el
proceso de expansión, es decir, en lugares de trabajo no ocupados. En un primer momento se
dedicaron a la agricultura, puesto que la región pampeana carecía de una población asentada
estable. No fueron, en cambio, empleados en la producción vacuna, ya q estos inmigrantes no
eran hombres “de a caballo”. En esta actividad continuaron predominando los nativos, que se
dedicaban tradicionalmente a ella.

EL INMIGRANTE Y LA PROPIEDAD DE LA TIERRA
Sarmiento apostaba no solo al trabajo de los extranjeros sino también a su ascenso social, el cual
se lograría por dos canales:
Accediendo a la tierra y
A la educación gratuita y obligatoria 1884
Pero las cosas sucedieron en forma diferente.
El acceso de los inmigrantes a la propiedad rural fue muy limitado: grandes estancias con
poderosos terratenientes ofrecían la rentabilidad avícola-ganadera. Sólo se organizaban
productivas con contrato de arrendamiento para los inmigrantes.
Esta política económica rural no favoreció el establecimiento de dicha población.
Los inmigrantes que no pudieron trabajar en el campo fueron trabajadores salariados que
conformaban la clase urbana. Estos con algún recurso, o con un oficio, formaron la clase media.
Hijos de inmigrantes obreros lograron ascender, por una carrera profesional, o por un cargo de
administración pública. Entre esos dos sectores había una cercanía. Una franja de la sociedad,
que compusieron los sectores populares urbanos. Los llegados podían trabajar en talleres
industriales en Buenos Aires, a fines de siglo. Pero muchos quedaron sin trabajo, o no eran mano
de obra calificada, y se empezaban a haber mendigos en las calles en condiciones insalubres.
Muchas personas y medios, a pesar de que eran pocos, se dirigían así ante el pueblo:
“...La hospitalidad es generosa, pero ¡guay con los que pretender ser superiores y privilegiados
sobre los ciudadanos! La bondad no iría jamás a conceder privilegios al extranjero que los haga
superiores al hijo del país”.
IDEALES DE ALBERDI SOBRE LA INMIGRACIÓN
Alberdi tenía enfoques muy diferentes hacia el rol que cumplirían los inmigrantes en nuestro
país. Principalmente, tenía el claro que el Estado debe estar manejado por la elite y a ella
pertenece exclusivamente la acción política.
¿Cual es el rol de los inmigrantes extranjeros entonces?
Es un gajo vivo de civilización, posee hábitos de trabajo y costumbres de obediencia pasiva.
No interesa su grado de cultura, pues Alberdi tenía sus ojos puestos en el modelo agro
exportador y tampoco- mucho menos- por la participación ciudadana. Venían a trabajar, a
agradecer la Argentina, y por eso contarían con amplísimos derechos civiles. Pero siempre
remarca que el control del Estado no es asunto de ellos y que para esos fines no se los había
convocado.
II. LA ORGANIZACION DE LA ECONOMIA PRIMARIO EXPORTADORA
El año 1880 marca el inicio de un periodo de acelerado crecimiento económico y de
modernización del país tanto en el campo como en las ciudades. Las transformaciones sociales y
económicas se hicieron muy notables, tanto que se conoce a este periodo como el de la
Argentina moderna.
Durante esta etapa la Argentina se integro plenamente en el mercado mundial como
proveedoras de productos agropecuarios y como importadoras de artículos industriales,
capitales y tecnologías provenientes de Europa Occidental, especialmente de Inglaterra.
Dentro de esta inserción dependiente de la Argentina en el comercio internacional pueden
reconocerse las siguientes etapas:
LA EXPANCION DEL SALADERO. A partir de la década de 1820, la relativa paz de la región
pampeana permitió la instalación de saladeros que tenían cono actividad básica la preparación
de cueros y de carne salada para su exportación. El latifundio, favorecido por las distintas
administraciones provinciales, es el medio en el que se desenvuelve una clase terrateniente
caracterizada por su versatilidad y capacidad de lobby sobre el poder político.
LA ERA DEL OVINO. A partir de 1850 la cría del ganado de ovino desplaza al bovino, debido a la
demanda creciente de la industria textil europea. Loa beneficios obtenidos con la exportación de
lana permiten la modernización de la estancia como unidad productiva. Se difunde el uso del
alambrado, se instalan molinos y bebederos, se refinan las razas- tanto las ovinas como las
ganaderas- mediante la importación de ejemplares europeos. Se funda la Sociedad Rural
Argentina
EL PREDOMINIO DE LA CARNE CONGELADA Y DE LOS CEREALES. Las nuevas tierras, alejadas del
puerto, fueron puestas en valor por la extensión de vías férreas que cubrían la mayor parte de la
región pampeana. Desde las últimas décadas del siglo, la carne congelada tuvo acceso a los
mercados europeos, cambiando las características de la actividad ganadera. La necesidad de
producir carne de calidad llevo a la cría y selección de los animales, incorporando diferentes
razas. Se extiende la actividad de invernada, especialmente en las zonas más ricas de Buenos
Aires. El engorde de los animales se combinaba con la práctica de la agricultura, favorecida con
la disminución de los fletes internos- por el ferrocarril- e internacionales- por la utilización de los
navíos impulsados a vapor-. Esta combinación entre ganadería y agricultura recibe el nombre de
“estancia mixta” y es propia de la campaña bonaerense. Hacia finales del siglo xix, los cereales y
la carne vacuna congelada ocupaban los primeros lugares en las exportaciones argentinas. Le
seguían en importancia los derivados del ovino- lana y carne-. La carne salada y los cueros tenían
u lugar completamente marginal.
LAS COLONIAS AGRICOLAS
En los comienzos de la expansión agrícola, muchos extranjeros fueron atraídos a la Argentina por
la abundancia de tierras fértilesy el sueño de convertirse en colonos, es decir, propietarios de
una parcela para cultivar, pero los beneficiados fueron los capitalistas agrarios (terratenientes y
comerciantes exportadores).
La fundación de las primeras colonias agrícolas fue alentada por las autoridades, en especial la
de la provincia de Santa Fe, que facilitaron el asentamiento por los inmigrantes y su acceso a la
propiedad de la tierra. Posteriormente, la rápida expansión del ferrocarril y la valorización de las
tierras que recorría fueron creando condiciones favorables para la extensión de la colonización
privada. Esta consistía en la subdivisión de los terrenos en parcelas que propietarios de tierras,
comerciantes y compañías vendían a los inmigrantes europeos mediante el otorgamiento de
créditos hipotecarios.
“En la provincia de Buenos Aires, en cambio, en una primera etapa, la expansión de la agricultura
de cereales fue provocada por el aumento de exportaciones de carnes.
Para obtener pasturas artificiales, en un primer momento, los terratenientes bonaerenses
utilizan dos sistemas:
SISTEMA DE APARCERIA O MEDIERIA. Los estancieros dividían sus latifundios y entregaban
parcelas de una extensión variable, según la disponibilidad del capital con que contaran los
interesados en trabajar la tierra, que en su mayoría eran extranjeros según este sistema, el
terrateniente aportaba el capital fijo y el capital variable necesario para la producción y el
productor directo aportaba su trabajo y el de su familia más algunas herramientas. En
compensación, el agricultor recibía la mitad del producto de la cosecha, que era considerada
propiedad del terrateniente, dueño de la tierra.
SISTEMA DE ARRIENDO. El mismo constaba en pagar al terrateniente un arriendo o canon en
dinero y disponía del capital suficiente para, además, poner en marcha la producción. Los
contratos obligaban tanto a los medieros como a los arrendatarios a realizar una rotación Trienal
(cada tres años) de cultivos y sembrar primero lino, luego trigo y por último alfalfa. Fue así como
el hecho de trabajar la tierra virgen podía llegar a tener consecuencias en la producción, la
misma recaía en los productores directos. “

III. EL CAPITAL EXTRANJERO
Estos llegaron principalmente desde Gran Bretaña: en los primeros años del siglo XX, los
capitales ingleses representaban el 81% del total de las inversiones extranjeras del país.
Entre 1185 y 1890, le periodo en el que se registro el ingreso del mayor flujo de capitales
británicos, los principales destinos de estos capitales eran préstamos:
Gobierno (35%)
Ferrocarriles (32%)
Compañías colonizadoras de tierras (24%)
Luego de 1890 se noto una disminución del flujo de capitales hasta los primeros años del siglo
XX. A partir de entonces y hasta 1914, entre las nuevas inversiones disminuyeron los prestamos
al Estado, se mantuvieron las colocaciones en ferrocarriles y en compañías de tierras y se
registro un notable incremento de las inversiones en el sector bancario y en frigoríficos.
La participación de capitales extranjeros se invirtió en obras que facilitaban el transporte y la
comercialización de los productos argentinos en el mercado internacional, como en el caso de
Gran Bretaña, que en 1880 su inversión fue de 25 millones de libras esterlinas, y en 1885 de 45
millones, los cuales fueron utilizados para pagar deudas contraídas con empréstitos anteriores,
la creación de bancos y la extensión de vías ferroviarias.
LA EXTENSIÓN DE VÍAS FERROVIARIAS
El ferrocarril configuró el sistema de transporte de la Argentina.
Cumplió un papel muy importante en el desarrollo de la agricultura ya que permitió acortar las
distancias, haciendo accesibles el transporte de persona y de productos de zonas que estaban
muy alejadas de los puertos y de las grandes ciudades. Con el optimismo propio de la época Julio
A. Roca destacaba:
“…donde el ferrocarril se presenta *…+ brotan como por encanto los productos de la tierra, el
comercio y la población”.
IV. LAS TRANSFORMACIONES DE LA SOCIEDAD
Durante el periodo comprendido entre 1880 y 1914 se produjo una acelerada urbanización
asociada al cambio económico y social. Esto significa que las sociedades aumentaron su tamaño
y que también creció la cantidad de la población que vivía en ellas; en especial Buenos Aires y
Rosario, por ser ciudades portuarias, puertos y cabeceras de la red ferroviaria, y otras como
Córdoba, vinculadas a la nueva economía agro- exportadora. De ellas, la ciudad de Buenos Aires,
sede del gobierno y de la administración nacional, fue la que más creció en población, actividad
económica, construcciones y servicios. En Buenos Aires, Córdoba y Rosario también se
desarrollan las pequeñas propiedades agrícolas, talleres y comercios dedicados al
abastecimiento de sus necesidades básicas.
Miles de inmigrantes recién llegados al país se quedaron en Buenos Aires para trabajar, la
mayoría, asalariados y algunos por cuenta propia. En 1895, dos de cada tres habitantes de esta
ciudad eran extranjeros. El desarrollo del comercio exterior e interior, de los transportes y de las
comunicaciones, de la industria de la alimentación, la construcción edilicia, y de obras de
infraestructura, como la del puerto, fomentaron el crecimiento urbano y la modernización.
Sin embargo, los contrastes eran notables. En Buenos Aires, en las suntuosas mansiones y
residencias del Barrio Norte y La Recoleta convivían los basurales de Parque de Los Patricios y
Nueva Pompeya, y con los ranchos y conventillos que albergaban a buena parte de la población.
La extensión del empleo asalariado fue conformada un numeroso sector de trabajadores
urbanos y rurales, integrado por extranjeros y argentinos La posibilidad de ascenso social, por
ejemplo mediante la explotación de pequeños talleres, comercios o chacras contribuyo a la
formación de sectores medios tanto en las ciudades como en el campo.
El crecimiento económico y la modernización afectaron a todos, pero beneficiaron
especialmente a los más ricos, que aumentaron sus fortunas y refinaron sus gustos.
La clase obrera de principio de siglo fue creciendo que al fin se integraron a esta clase obrera los
trabajadores de las actividades económicas y de las industrias relacionadas con la expansión de
las exportaciones agropecuarias y también las integraban los trabajadores, de talleres
manufactureros y gremios de la construcción.
La cuestión social en esos tiempos fue bien remarcada: los obreros reclamaban por sus
derechos, por ser reconocidos, tener mejores condiciones de vida, mejores trabajos o por lo
menos tener un sueldo fijo. Su mayor anhelo era que se aplique la democracia.

IDEOLOGÍAS OBRERAS: Anarquistas, Socialistas y Sindicalistas
Tres tendencias políticas e ideológicas reclamaban el apoyo de los trabajadores; dos de ellos
estuvieron presentes desde los comienzos del movimiento obrero y popular; la tercera, más
tardía, habría de tener una presencia mucho más perdurable en el Sindicalismo argentino.
Anarquistas, socialistas y sindicalistas diferían en sus ideologías, en los fines que proponían a los
trabajadores, en sus estrategias y tácticas. Pero también era diferente el segmento de esa masa
de trabajadores al que apelaban; de allí sus diversa eficacia, que fue variando a medida que la
sociedad popular evolucionaba y se estructuraba.
Los Anarquistas básicamente eran artesanos y trabajadores de pequeños talleres, y sobre todo el
anarquismo fue aceptado por la masa de trabajadores extranjeros no calificados, analfabetos en
su mayoría. Planteaban la acción colectiva a través de sindicatos, la acción directa (huelgas
generales), el rechazo a la democracia parlamentaria, la oposición a los partidos políticos, el
internacionalismo y el deseo de hacer la revolución. Los anarquistas fueron mayoritarios entre
los obreros hasta 1910, y fueron forzosamente perseguidos y marginados.
Los Socialistas quienes confiaban en mejorar las condiciones de vida de los obreros a través del
parlamento y el voto. Solo en segundo plano se llamaban a las huelgas. El Socialismo apelaba a
otro sector del mundo del trabajo, y particularmente a los obreros mas calificados, con un
empleo estable. Pero además recluto reclutó simpatizantes en otros sectores de las sociedades
urbanas: pequeños comerciantes, rentistas entre otros.
Los Sindicalistas que se basaban en el papel revolucionario del sindicato y en la huelga pero, sin
descartar la acción parlamentaria. Estos apelaban a los trabajadores incluidos en los gremios
numerosos y calificados, como los ferroviarios y los marítimos, también los portuarios. En ellos
predominaban los trabajadores que empezaban a ascender socialmente, en casos se trataba de
inmigrantes o hijos de ellos radicados.
El primer manifiesto socialista promulgaba:
”...La situación de la clase obrera en la republica Argentina es tan mísera como la de nuestros
hermanos en Europa, y ya que ellos nos dan ejemplo de entereza de carácter y de amor a la
emancipación, sin reparar en los miles obstáculos que tienen que vencer y en la guerra
obstinada que les hace la burguesía, no debemos pasar nosotros ese día sin lanzar una protesta
unánime contra la clase capitalista que detenta la riqueza que nosotros creamos...”

CONFLICTOS SOCIALES Y POLITICOS
Algunas de las leyes sancionadas por el Estado durante el gobierno de Roca tuvieron como
objetivo enfrentar las protestas de los trabajadores, que reclamaban mejores condiciones
laborales. En 1903, el gobierno sanciono la Ley de Residencia que permitía a al Estado expulsar a
los extranjeros sospechosos de promover la realización de huelgas o atentados. Las dificultades
para mantener el orden social generaron también conflictos entre los dirigentes del partido
gobernante, que terminaron con la división del Partido Autonomista Nacional.
El Centenario marco el momento más alto de la movilización obrera impulsada por los
anarquistas. La de 1910 fue la más importante de las huelgas generales, pero también la ultima
por muchos años. Estos grupos dirigentes intentaron mostrar a los visitantes de todo el mundo
la modernización que había experimentado el país. Para asegurar la paz social el gobierno
suspendió las garantías constitucionales, limito el derecho de reunión y sanciono la Ley de
Defensa Social, que agravaba las penas a los agitadores. Valiéndose de esta ley, el gobierno pudo
encarcelar a los principales dirigentes obreros y cerrar sus diarios. De esta manera los festejos
del Centenario se desarrollaron sin agitaciones políticas o sociales
En este periodo las mujeres y niños también trabajaban en la misma cantidad de horas que
cualquier obrero pero su salario era muchísimo menor al de un hombre adulto trabajando en la
misma industria y trabajo.
El proceso la educación impartida por el Estado tenía su función que era apuntar a la enseñanza
de la historia argentina ya que creían que era lo conveniente. Y también apuntaron hacia las
celebraciones de las fechas patrias como por ejemplo del 21 al 25 de mayo y del 5 al 9 de julio
propusieron que se suspendieran las actividades habituales y éstas fueran remplazadas por
lecturas, recitaciones y cantos patrióticos relacionados con las fechas.
La enseñanza tradicional en Argentina había sido siempre de corte cristiano; era la que había
recibido los primeros colonizadores de estas tierras, la que habían aprendido sus hijos, la que
habían estudiado nuestros próceres de Mayo y Julio.
Toda la enseñanza primaria, secundaria, espacial y universitaria había sido obra de la Iglesia
Católica durante 300 años.
LA LEY
En 1882 se reunió en Buenos Aries un Congreso Pedagógico cuyas resoluciones sirvieron de
antecedente a la Ley que se aprobó el 8 de Julio de 1884 y que lleva en número de 1420.
Dicha ley, llamada Enseñanza Común, estableció la enseñanza laica, gratuita y obligatoria para
los niños de seis a catorce años.
Creó también un Consejo Nacional de Educación, dependiente del Ministerio de Instrucción
Pública, para el control de la enseñanza y de los fondos escolares.
Por su laicismo, que aventaba de cuajo todo carácter religioso en la enseñanza, la ley 1420
suscitó apasionadas polémica, no sólo dentro del Parlamento sino también en la prensa.
V. EL REGIMEN OLIGARQUICO DE GOBIERNO
Entre 1980 y 1916 la dirección política de la Argentina estuvo en manos de un grupo minoritario
de personas, que pensaban que el país debía ser gobernado sin la participación de la mayoría de
los ciudadanos en la vida política.
Por estas razones se hablaba de “gobiernos conservadores” para referirse a los gobiernos que se
sucedieron en el poder entre dichas fechas.
Esta minoría, que ejercía la dirección de la política y la economía del país, era conocida con el
nombre de OLIGARQUIA, palabra de origen griego que significa “el gobierno de unos pocos”.
El fundamento ideológico del régimen oligárquico fue: El orden y el progreso; basado en el
POSITIVISMO.
EL FRAUDE
La continuidad de este sistema político restrictivo durante 36 años fue posible porque los
conservadores controlaban las elecciones, y porque los ciudadanos tenían escasas participación
en los comicios y en la vida política en general.
Los conservadores se basaban en las ideas de muchos pensadores del siglo XIX- como el
tucumano Juan Bautista Alberdi-, que creían que solo algunos ciudadanos estaban capacitados
para elegir sus gobernantes y para ser elegidos como tales. Estos pensadores consideraban que
la mayoría de la población, que carecía de riqueza, educación y prestigio social, no tenía la
capacidad suficiente para participar en las elecciones.
Por esta razón pensaban que el sufragio universal significaba el “TRIUNFO DE LA IGNORANCIA
UNIVERSAL”.
El control de las elecciones se realizaba a través de varios mecanismos ilegales que permitían
garantizar el resultado deseado.
Uno de esos mecanismos consistía en vigilar el empadronamiento de los ciudadanos. Para poder
votar, era necesario anotarse en un registro electoral, o padrón, y las comisiones
empadronadoras podían decidir quienes reunían las condiciones para ser inscriptos en el
padrón, y así, habilitar o impedir el voto e de determinadas personas.
Además de no ser obligatorio, el voto era “cantado” o publico, lo que permitía a los partidarios
del gobierno presionar a los ciudadanos comunes, tanto para que votaran por determinados
candidatos como para que dejaran de hacerlo.
También era frecuente que durante las elecciones se enfrentaran grupos armados, que se
amenazaran a los opositores para impedirles votar, que se robaran documentos de identidad o
se compraran votos; asimismo era habitual que una misma persona votara varias veces el mismo
día, que se usara documentación de personas muertas y que se modificaran los resultados.
Estos mecanismos bloqueaban la posibilidad de los opositores de acceder a los cargos
gubernamentales a través de la competencia electoral. También limitaba los derechos de los
votantes y atentaba contra las expectativas de los ciudadanos de incidir en los resultados. Por
esas circunstancias, la mayoría de los ciudadanos prefería no ir a votar los días de elecciones.
Por otra parte, quienes votaban no elegían directamente a todos sus representantes, como
sucede en la actualidad. En ese entonces se elegían electores, que integraban juntas electorales
en cada provincia y un Colegio Electoral nacional. Estos electores eran libres de elegir a su
candidato y, en la práctica, el apoyo de los electores a un candidato dependía de las
negociaciones entre los gobernadores de las provincias y otros dirigentes conservadores.

LA ELITE TRADICIONAL
El sector de mayor poder económico y social estaba integrado por familias criollas
tradicionalmente vinculadas con el comercio de exportación de cereales y carnes.
Dicho grupo no era homogéneo, ya que el poder político y la riqueza no estaban distribuidos de
igual forma entre sus miembros. El núcleo principal de la elite estaba formado por unas 400
familias, fuertemente ligadas entre si por sus intereses económicos, por pautas culturales
comunes y por relaciones establecidas en ámbitos sociales exclusivos, como clubes o
asociaciones privadas.
En 1880, con la expansión económica esta se amplió. Aparecieron nuevos sectores de comercio
de exportación comerciantes, financieros y banquitas.
POSITIVISMO: GARANTÍA DEL PROGRESO
El Positivismo Argentino se inspiró en el Darwinismo. El Positivismo ofreció respuestas a los
Problemas planteados por los que se dio en llamar la irrupción de las multitudes en la historia
Argentina. El concepto que se tenía de multitudes era el de una fuerza fenomenal, pero carente
de inteligencia y raciocinio. Esto se dio en toda A. Latina; Donde la ciencia logró constituirse
como la forma dominante de conocimiento, y sus avances intentaron explicar las desigualdades
Sociales. Llego a implementarse la frase: "El Gobierno de los Aptos". Donde se consideraba apto
a los ricos o grandes terratenientes.
“LA GENERACION DEL 80 ERA LIBERAL Y CONSERVADORA”
Era una de las formas de nombrar al conjunto de hombres
Que tuvieron a su cargo la dirección económica, política y cultural del país entre 1880- 1890.
Dicha generación formaba parte de la clase social más elevada que por entonces era llamada
elite y por supuesto del gobierno en las presidencias de Roca y Juárez. A la generación del 80 se
la conocía como un grupo determinante ya que aunque no compartían siempre las mismas
opiniones sobre algún asunto en particular, podíamos identificarlos por sus coherentes
principios e ideas fundamentales.
Su proyecto con respecto a la economía causo el desarrollo y organización de la misma, desde
1880 así como también influyo en el desarrollo de la Argentina.

VI. LA CRISIS DEL REGIMEN OLIGARQUICO Y EL SURGIMINETO DE LOS PARTIDOS POLITICOS
MODERNOS

En junio de 1890, el gobierno anuncio que dejaría de pagar los intereses de la deuda externa y,
como consecuencia de este anuncio, se desató una profunda crisis económica: algunos bancos
cerraron sus puertas, se paralizaron las obras públicas, los salarios de los trabajadores bajaron y
aumento la desocupación y la pobreza.
Debido a esta situación muchos inmigrantes decidieron retornar a sus países de origen.
Unos meses antes, a fines de 1889, se había formado en Buenos Aires una nueva agrupación
política, la Unión Cívica de la Juventud, que dirigía Leandro N. Alem, Bartolomé Mitre y José
Manuel Estrada. La Unión Cívica- tal como se la conoció desde 1890- se oponía a la política de
Juárez Celman y a la manera en que los conservadores restringían la participación de los
ciudadanos en la vida política.
En junio de 1890 aprovechando la crisis económica y además que el régimen gobernante no
encontró una solución política adecuada a las transformaciones económicas y sociales, este
grupo unidos a otros disconformes y apoyados por algunos militares, llevo adelante una
revolución armada contra el gobierno, conocida como la Revolución del Parque o también
llamada Revolución del ´90.
Aunque la revuelta fue aplastada, Juárez Celman renuncio a la presidencia y el vicepresidente
Carlos Pellegrini se hizo cargo del gobierno.
LOS PARTIDOS POLITICOS MODERNOS
Durante la década de 1890 comenzaron a formarse dos partidos que aun existen en la
actualidad: la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista. Estas agrupaciones fueron las primeras
en tener una organización interna, que aspiraban a perdurar más allá de un acto eleccionario y
que tenían un programa prestablecido, sobre el que confiaban su acción.
Hasta ese momento no había partidos de este tipo en la política argentina. Los conservadores
eran solo una alianza entre distintos grupos sin una estructura organizativa fija.
LA UNION CIVICA RADICAL
Liderada por Alem, la Unión Cívica Radical (UCR) fue creada en 1891, cuando se separo la Unión
Cívica porque algunos de sus dirigentes se habían aliado con el gobierno que encabezaba
Pellegrini. El resto de la Unión Cívica, conducida por Mitre, paso a denominarse Unión Cívica
Nacional (UCN).
El radicalismo se organizo por medio de clubes partidarios denominados comités, los cuales se
instalaron en diferentes lugares del país. En las ciudades recibió el apoyo de profesionales,
universitarios, artesanos y comerciantes, los cuales eran nietos o hijos de inmigrantes. En el
campo eran apoyados por chacareros y algunos terratenientes.
En el año de 1893, durante la presidencia de Luis Sáenz Peña (1892-1895) el radicalismo
encabezo varios levantamientos revolucionarios que no lograron tener éxito. Luego del suicidio
de Alem, en 1896, el partido quedo bajo la dirección de su sobrino, Hipólito Irigoyen
La conformación y objetivo de la Unión Cívica Radical eran entre otros:
En sus orígenes. La dirigencia radical estaba integrada por miembro de la elite
Sus principales demandase se referían a la eliminación del fraude y no se proponían reformas
significativas del orden socioeconómico o una redistribución importante del ingreso
Esta unión adopto como base de organización institucional el sistema de convenciones, que era
la estructura institucional de los partidos políticos de los Estados Unidos. Según dicho sistema,
los candidatos a ocupar los cargos electivos eran elegidos por los delegados del partido, que
representaban a las diferentes regiones del país, reunidos en una convención. Además buscaron
nuevas formas de comunicarse con la sociedad y así lograron q se adhieran un sector bastante
importante: los centros urbanos.
Desde los principios la base social de la UCR se mantuvo una coalición que incluía tanto a los
sectores medios como a miembros del grupo de los terratenientes, de por si con mucho poder.
LA UCR Y LA UCN
Las principales diferencias que podemos encontrar entre ambas ideologías van a ser que la
Unión Cívica Nacional, dirigida por Mitre, propuso una especie de “acuerdo” con el gobierno y
luego de unos años sus dirigentes y partidarios formaron parte de los gabinetes y se ocuparon
como legislativos y en la administración del Estado.
En cambio la Unión Cívica Radical, dirigida por Alem, se oriento hacia la “intransigencia”.
Sus dirigentes legitimidad al acuerdo y a los comicios que lo legislaban y decidieron mantenerse
ligados a la resistencia. Y es así como para concluir que la Unión Cívica Radical va a de alguna
manera va a buscar que la sociedad mantenga una relación de abstencionista con el gobierno y
la Unión cívica Nacional va a preferir una relación entre la sociedad y el Estado de concurrencia.

EL PARTIDO SOCIALISTA
El partido socialista fue fundado en el año de 1896, y se lo considera como la unión de varios
grupos de obreros que ya participando desde algunos años atrás.
Liderados por Juan B. Justo, los socialistas que proponían llegar al congreso para poder sancionar
leyes que mejoraran la situación laboral y social de los trabajadores con este objetivo se
preocuparon por organizar a los trabajadores en sindicatos y comienzos del siglo XX empezaron
a participar con sus propios candidatos en las elecciones a diputados y a tratar de convencer a
los extranjeros de que obtuvieran la ciudadanía argentina para poder votar.
A pesar de su capacidad para poder organizarse el socialismo no obtuvo mucho apoyo por parte
de la sociedad. Su mayor influencia la ejerció en la ciudad de Buenos Aires. El poder electoral del
partido socialista residía fundamental en los obreros, pero sus dirigentes provenían de sectores
medios urbanos y en su mayoría eran profesionales. El PS apoyo desde el punto de vista
económico a la consolidación y expansión del modelo agrario exportador, haciendo así que la
llamada “abstinencia” consuma por medio de la estrategia o patrón de distribución de la riqueza
a favor de los sectores populares urbanos. De este modo los socialistas buscaron conformar una
alianza urbana entre los obreros y los sectores medios que obtuvieran ingresos bajos como por
ejemplo los empleados del transporte, el comercio y la industria. Cuando nos referimos a su
plataforma política hablamos de que el partido propuso nuevas normas obreras tales como la
jornada de ocho horas para el trabajador, aumento de salarios, reconocimiento sobre el derecho
de huelga y un régimen especial sobre el trabajo ejercido por mujeres y niños.
Los principales pensadores de dicho partido en al argentina fueron: Juan B. Justo y
Alfredo Palacios.

VII. LA LEY SÁENZ PEÑA (1912)
Roque Sáenz Peña ni bien asumió la presidencia, en su primer mensaje ante el Congreso
Nacional, manifestó sus ideas sobre el sufragio libre, obra que se proponía concretar.
La Reforma Electoral proyectada por el Ministro del Interior, Dr. Indalecio Gómez, requería una
Ley de Enrolamiento General de los ciudadanos nativos y naturalizados y la confección de un
nuevo padrón electoral.
Con estas medidas el Poder Ejecutivo perdía la posibilidad de preparar los padrones electorales,
como lo venía haciendo, a su beneficio. El enrolamiento estaba a cargo ahora del Ministerio de
Guerra y el Poder Judicial tendría que indicar quienes organizarían las elecciones y quienes
estarían en condiciones de votar.
El proyecto de Ley electoral estuvo listo a fines de 1910 y fue aprobado luego de arduos debates.
La Ley Sáenz Peña, puesta en vigencia en 1912, establecía:
Voto secreto, libre, individual, obligatorio.
Sistema de lista incompleta: la mayoría obtenía 2/3 de los cargos y el tercio restante lo ocuparía
la primera minoría.
El radicalismo abandonó su actitud abstencionista y triunfó en las elecciones de Santa Fe de
1912 y en las elecciones para diputados nacionales de ese mismo año, por la capital.
Los partidos políticos, como consecuencia de la Ley Sáenz Peña, tuvieron que reorganizarse:
revisar sus Cartas Orgánicas, crear centros seccionales o comités, convocar a convenciones o
congresos y elaborar plataformas electorales.
DATOS EXTRAS
Primera:
El grupo dirigente del ’80 adhiere al liberalismo económico pero practica un claro
conservadurismo político reservándose el manejo de los mecanismos del poder al considerarse
los únicos aptos para detentarlo.
El uso del fraude electoral es moneda corriente y está facilitado por el sistema de voto cantado,
la inexistencia de padrones oficiales y el ejercicio de la intimidación y la violencia.
En Argentina los partidos políticos o grupos políticos y sus títulos son un poco confusos en
términos de la historia europea. Se usa el término liberal y conservador, por ejemplo en la
historia inglesa para designar partidos claros. En Argentina esa diferencia no existe porque
normalmente el liberal es lo que entendemos ahora por conservador.
Gobernaba un solo bloque y dentro de ese bloque convivía el temperamento conservador, si por
temperamento conservador se entiende conservar las posiciones de poder adquiridas, con el
temperamento liberal, si por temperamento liberal se entiende la apertura a un horizonte de
reformas que en aquella época era muy importante.
http://www.elhistoriador.com.ar/articulo…
Segunda:
Para las elecciones de 1886, Roca logró imponer la candidatura de su concuñado Miguel Juárez
Celman, ex gobernador de Córdoba, quien, elecciones fraudulentas mediante asume la
presidencia de la Nación.
A poco de asumir, Celman declara: "No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre
es errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias. El hecho del fraude, si es que existe, será
obra de los partidos en lucha; pero no vemos qué intervención pueda haber tenido en el Poder
Ejecutivo Nacional".
El nuevo presidente asume también la conducción del Partido Autonomista Nacional (PAN),
transformándose así en el jefe único.
A este régimen se lo conoce como "El Unicato". A través de él, Juárez Celman y sus socios
controlan todos los resortes del poder.
De esta forma, los negocios públicos y los privados se complementan. Ricos empresarios
incursionan en la política; funcionarios y políticos lo hacen en los negocios.
Esto da lugar a grandes negociados y generaliza la corrupción en la administración estatal.
http://www.elhistoriador.com.ar/biografi…
Tercera:
A fines de 1889, con el descontento de la población a su favor, la Unión Cívica (UC) -el primer
partido orgánico argentino- se propuso derrocar al presidente Miguel Juárez Celman. La
Revolución fracasó, pero el titular del Poder Ejecutivo renunció. Asumió el vicepresidente Carlos
Pellegrini. En 1891 la UC se partió en la Unión Cívica Nacional (UCN) liderada por Bartolomé
Mitre, y la Unión Cívica Radical (UCR) bajo Leandro N. Alem. A tres años de la Revolución llamada
del Parque, el movimiento revolucionario no se había calmado del todo. Esta vez, Alem quería
derrocar a Luis Sáenz Peña. Los estallidos fueron contestados con una fuerte represión hasta que
en el 95 el presidente renunció. En 1905 el líder radical, Hipólito Yrigoyen, intentó evitar la
segunda presidencia de Julio A. Roca. Pero la revolución fracasó.
http://www.clarin.com/diario/especiales/…
1880-1886
Situación Política de Salta 1880 – 1886
Paula Alonso
Salta ha sido repetidamente signada en la historiografía como una de las provincias que mejor se
acomodó a la nueva política nacional inaugurada en el ochenta. La fuerte presencia de ministros
salteños en los sucesivos gabinetes nacionales y el hecho de que entre 1880 y 1916 no
experimentara ninguna intervención federal, llevó a concluir que la provincia disfrutó de la
protección del gobierno nacional y que la oligarquía salteña componía un grupo
excepcionalmente homogéneo, sin fisuras internas, que le permitía adaptarse mejor que otras
provincias a las reglas del juego. Estas premisas, sin embargo, han sido recientemente revisadas.
En el primer quinquenio del ochenta, la llamada homogeneidad salteña comprendía una realidad
mucho más compleja y la llamada protección del gobierno nacional, con su implicancia de
docilidad y subordinación, esconde la autonomía política de la que gozó la provincia durante
estos años para manejar sus asuntos e ignora el abierto enfrentamiento que tuvo lugar entre el
gobernador y el presidente con motivo de las elecciones presidenciales de 1886.
La autonomía de la política salteña responde en parte a la consolidación del Club de la Juventud
durante la década anterior el cual agrupó a los antiguos constitucionalistas, federales o
autonomistas y llevó a Juan Manuel Solá a la gobernación inaugurando un período del dominio
de dicha agrupación sobre la política provincial que se extendería hasta 1885 cuando el mismo
Solá vuelve a ser gobernador de la provincia. Para las elecciones presidenciales de 1880 el Club
de la Juventud sostuvo la candidatura de Roca. El Club de la Juventud se mantuvo posicionado
confortablemente en el gobierno de la provincia, distribuyéndose entre sus miembros los cargos
electivos y los de la administración pública y, aunque no pudo evitar cierta heterogeneidad y
disputas internas por los cargos, su relativa cohesión y la ausencia de alternancia en el gobierno
de partidos opositores hacía incluso innecesaria la injerencia del presidente como mediador al
mismo tiempo que dificultaba la imposición de sus preferencias.
Como en la mayoría de las provincias, la política provincial se vio sacudida por la política
nacional. Las primeras inserciones del rochismo comenzaron a sentirse a mediados de 1882 pero
sin grandes efectos hasta mediados de 1885 cuando los lineamientos entre rochistas,
irigoyenistas y juaristas se perfilaron más abiertamente tanto en la política nacional como en la
provincial. Mientras los grupos juaristas se mantenían inertes, los irigoyenistas lanzaron su
organización bajo el liderazgo de José María Solá (sobrino del gobernador), y los rochistas
contaron con el decidido apoyo del mismo gobernador Solá. La situación en Salta se complicaba
por un calendario electoral cuya secuencia hacía necesario acordar varias cosas de una vez: las
elecciones para gobernador estaban fijadas para el 31 de enero, las de diputados nacionales
para el 7 de febrero, y para electores de presidente y vice el 17 de abril. Luego de intensas
negociaciones en enero de 1886 juaristas, rochistas e irigoyenistas se pusieron de acuerdo:
Martín Miguel Güemes (nieto del caudillo provincial y ministro de gobierno de Solá hasta que
fue forzado a renunciar una vez que se declaró abiertamente juarista) sería elegido gobernador
y, a cambio, los irigoyenistas obtendrían una diputación nacional para José María Solá, y los
rochistas se quedarían con la otra diputación (para Delfín Leguizamón), el ministerio de gobierno
y todos los electores a presidente y vice.3
El acuerdo era ampliamente favorable a los rochistas y así fue entendido desde Buenos Aires:
mientras que Dardo Rocha le daba su apoyo decidido Roca acusaba de traición al gobernador
Solá.grado de incertidumbre sobre si el pacto sería cumplido en su totalidad. En las elecciones
de diputados del 7 de febrero, a través de una trampa, los rechistas cambiaron la candidatura de
J.M. Solá por uno de los suyos aumenta n d o su poder en la provincia y las sospechas de que no
permitirían que Güemes asuma la gobernación.
Las tensiones provocan renuncias ministeriales, cambios en jefaturas del ejército apostado en la
zona, un intenso tráfico de armamentos (muchos de ellos enviados a Güemes por Juárez Celman
y por Carlos Pellegrini), y rumores constantes de revolución en la provincia.5
En dicha atmósfera tuvieron lugar las elecciones para electores de presidente y vice. Temiendo
su resultado, los juaristas apelaron a una última y desesperada táctica decidiendo evitar la
elección en ocho o diez departamentos de los 21 en que se dividía la provincia, ya que la ley
indicaba que de no efectuarse elecciones en al menos dos tercios de los distritos, las elecciones
se declaraban nulas.
El plan tuvo éxito: un informe enviado por la Junta Electoral al Congreso Nacional, comunicó que
las elecciones presidenciales de la provincia debieron ser declaradas nulas por no contar con el
mínimo suficiente de actas electorales.7
Los votos de Salta, por lo tanto, no fueron computados en las elecciones presidenciales de 1886.
¿Qué podemos concluir de la experiencia salteña?
En primer lugar, puede confirmarse la autonomía de la política provincial de la injerencia de
Roca durante su administración.
Dicha autonomía se evidencia en la ausencia de intromisiones directas del presidente para
candidaturas provinciales o nacionales (salvo tímidas y poco exitosas insinuaciones); en que una
vez definidas las ligas nacionales, en Salta no se organiza una facción roquista; en la forma en
que el gobernador Solá insiste en continuar apoyando al rochismo aunque esto significara un
enfrentamiento directo con el presidente; en la forma en que los rochistas triunfan en las
elecciones a diputados nacionales; y, finalmente, en el último truco arriesgado y desesperado al
que los juaristas recurren para evitar que los votos de Salta se computen para los Partidos
Unidos, un plan que se organiza desde la provincia, sin injerencia directa del gobierno nacional.
El presidente permitió el desarrollo de los sucesos sin intervenir ni personal ni
institucionalmente. Naturalmente, se enviaron armas a los juaristas y se realizaron movimientos
en el ejército, tanto de oficiales como de distribución geográfica de batallones. Pero estas
operaciones no fueron lo suficientemente amenazadoras como para que los rochistas, o el
mismo gobernador Solá dieran marcha atrás en sus planes. Salta quedó en manos de Güemes a
nivel provincial y de Juárez a nivel nacional, aunque la victoria fue al principio parcial ya que
Güemes debió compartir el poder con sus opositores
En Salta, así como en el País también competían las conducciones nacionales del Autonomismo y
del Liberalismo, el establishment político local se había bifurcado peligrosamente. El Gobernador
Benedicto Fresco había apoyado la candidatura del Inspector General de Armas Cnel. Juan Solá,
y el Comandante Napoleón Uriburu la del Dr. Andrés Ugarriza, produciéndose una suerte de
empate electoral que dió lugar a multas, suspensiones e intimidaciones entre los poderes
ejecutivo y legislativo, lo cual movió a la oposición a reclamar la intervención federal. Este
pedido de intervención desató en Buenos Aires una intensa división interna que se trasladó del
gabinete nacional al parlamento, a la justicia, e incluso al seno de los partidos políticos. En
efecto, el Ministro del Interior Simón de Iriondo y el de Instrucción Pública Enésimo Leguizamón
se manifestaron a favor de la intervención federal; y el de Guerra, Adolfo Alsina, el de Relaciones
Exteriores, Dr. Bernardo de Irigoyen, y el de Hacienda Dr. Victorino de la Plaza, en contra, por
sostener que un conflicto de poderes interno a una provincia no era susceptible de ser sometido
a la consideración del Congreso sino al Poder Judicial.
En el Congreso Nacional, mientras el Senado, con el voto de Aristóbulo del Valle y de Sarmiento,
se declaraba partidario de la intervención; la Cámara de Diputados se opuso, con el voto y la
opinión fundada de Luis Lagos García, Miguel Cané, Guillermo San Román y Carlos Pellegrini; y
contra el parecer de Vicente Fidel López, Eduardo Wilde, Pedro Uriburu y Delfín Gallo, favorables
a la intervención. Y en el seno del Autonomismo, la postura de Del Valle --opuesta a la de Alsina- provocó la fractura de dicho partido dando orígen al Partido Republicano.
Desechada la intervención, se realizaron nuevos comicios y resultó Solá triunfador, a quien el
Presidente Avellaneda le comunicó que esperaba hiciera un gobierno de conciliación.
Al salir elegido Solá y derrotado Ugarriza (el candidato del Comandante Uriburu), la situación se
volcó a favor de la candidatura presidencial Autonomista, partidaria de Alsina, pero al
reformarse la Constitución de Salta y entrar a regir el Colegio Electoral, como única fuente en la
designación de los futuros Gobernadores, se acentuaron las tensiones del Autonomismo con el
Mitrismo, hasta llegar al borde de la intervención federal. En la nueva contienda electoral por la
Gobernación se perfilaba como ganador al candidato Francisco J. Ortiz. Fué entonces que la
oposición a Ortiz se trató de hacer con la candidatura Olegario Ojeda. Pero un inesperado
telegrama de Luis del Carril hizo desistir a este último. El deseo de Ojeda era que en la futura
cuestión presidencial, Salta se alineara con Córdoba, San Luis y Mendoza, a favor de Roca, para
de esa manera poder "...haber dicho que tenés en tu mano [la de Roca] la solución del
problema".
Efectivamente, si Roca hubiera tenido en 1877 el voto de Salta en sus manos, ya sea por haber
sido aceptada la candidatura de Ojeda, o por haber triunfado en la Cámara de Diputados de la
Nación la tesis intervencionista, promovida por el Senado, con el apoyo de los Senadores
Aristóbulo del Valle y Domingo F. Sarmiento, y haber sido el propio Roca designado Interventor,
"...podríamos haber contado en tu poder con la mitad de los votos, pues Salta habría arrastrado
a Jujuy y Mendoza a San Juan".
Al año siguiente, en 1878, si los que gobernaban a Salta, decía el ex-Gobernador Delfín
Leguizamón, "...ven que la candidatura Tejedor tiene probabilidades de triunfo arrearán, con
uno de los que puedan pasar por autonomistas, como sería [Moisés] Oliva, o algún otro". Pero si
la candidatura de Oliva fracasara, y fueren los Mitristas los favorecidos por la fortuna, "...ellos
seguirán como están y será [Francisco J.] Ortiz quien manejará estos negocios, como lo hace
ahora, y lo hará también en caso contrario, aún cuando [Ortiz] no aparezca como principal
actor".
Pero el verdadero factor desequilibrador en Salta lo constituía el clan de los Uriburu, partidarios
del Liberalismo Mitrista. Lo peor de esta experiencia política era, para el candidato a Gobernador
Olegario Ojeda, amigo y camarada del Coronel Julio A. Roca, que "...[los Uriburu] nos han
embromado al embromarse, pues si Solá sale de Gobernador, la provincia pertenecería a [la
candidatura de] Alsina en la próxima lucha electoral, y si sale [Francisco] Ortiz, a Mitre".
Los Uriburu, "...hubieran podido hacer aceptar por los adversarios [Autonomistas] un candidato
que les ganara en 1879, el primero le manifestaba que "...más hoy o más mañana tenía que
suceder un enfriamiento y tal vez una ruptura en política, puesto que somos elementos
eterogéneos en la política nacional. El [Francisco J. Ortiz] es Mitrista y toda mi familia Roquista,
mal podemos conservar solidaridad en ideas cuando somos los polos opuestos".
Tres meses después, Figueroa le informaba a Plaza que en la elección que la Legislatura debía
hacer del Senador Nacional, como cada día que pasaba la facción pro-Plaza iba ganando terreno,
los seguidores de Ortiz precipitaron la elección de Juan Martín Leguizamón para antes que
arribara el Veedor Dr. Uladislao Frías. Para peor, habiendo llegado las actas de Orán con el voto
de tres Diputados de la familia Figueroa a favor de Victorino de la Plaza, la Junta Electoral, al
influjo de los Ortices, no quizo recibir dichos votos. El motivo de la derrota de Plaza frente a la
candidatura de Leguizamón, se debería según Ortiz a "...que sus trabajos fueron tardíos". No
obstante este primer fracaso, Figueroa no se arredró, y dos meses mas tarde le escribe a Plaza
manifestándole su satisfacción porque "...he podido mover a toda mi familia, que como un solo
hombre se ha puesto de pié a trabajar por Ud. eliminando compromisos de antemano". Lo que
más le satisfizo fué que su sobrino AbrahámEchazú, "...deseoso de complacerme ha renunciado
su candidatura para que no se pierda en la Provincia un sólo voto de los que pudieran a Vd.
perjudicarlo".
Por cierto este apoyo no era gratuito, por cuanto al final de la extensa carta Figueroa le
recordaba a Plaza "...la recomendación que le hice de las pagas de las mensualidades de la
proveeduría [del Regimiento 12 de Línea] de mi hermano Dn. Octavio Figueroa".
Dueños los Ortices de la situación de Salta, logran finalmente imponer como Gobernador, la
candidatura de Miguel S. Ortiz, la cual "...ni los mismos Uriburus cuyo odio es de raza, le harán
oposición". Para consumar sus propósitos, los Ortices llevaban a la rastra al Gobernador Moisés
Oliva, para lo cual les fué preciso poner de Ministro de Gobierno a Miguel Tedín "...siendo fácil
hacerlo sin estos recursos pues Oliva es peor que Solá, que es cuanto se puede decir".
Pareciera ser que en 1890 el Río de la Plata volvió a experimentar un enfrentamiento militar,
para posteriormente, luego del Acuerdo Roca-Mitre, entre 1891 y 1897, registrar una nueva
lucha eminentemente política.
Las causas de la acentuación regresiva, practicada con la represión militar, en 1890, la atribuyen
algunos autores a la pérdida --por parte de la burguesía mercantil-- de hegemonía intelectual a
manos de una nueva burguesía terrateniente; y al temor de la burguesía mercantil a una
movilidad política y social descendente, provocada por la emergencia de una nueva elite política
de origen provinciano y una nueva burguesía terrateniente, derivada de la Conquista del
Desierto y de la llamada entrega de la tierra pública.
Como es sabido entre las causales que desataron la crisis del 90, se destacó también la debacle
financiera y la corrupción bancaria.
La crisis del 90 marcó la reversión del segundo ciclo del primer período de expansión, registrado
por Di Tella y Zymelman (1885-1892). Sin embargo, Suter (1995) aclaró que las crisis financieras
en Argentina fueron breves debido a la presteza con que se superaron las fases de contracción
económica.
Es también sabido históricamente que los intensos y prolongados procesos inflacionarios, al
generar abruptos cambios en la estructura del poder económico y enriquecer a algunos para
empobrecer a otros, aceleran ficticiamente la movilidad social trasladando sus efectos nocivos
en forma inmediata a la esfera política.
Por el contrario, los procesos deflacionarios, al cristalizar los cambios en la estructura del poder
económico, frenan la movilidad social.
Las rebeliones contra los gobiernos Juaristas, contra los gobiernos del Acuerdo Roca-Mitre y
contra el nepotismo, fueron el común denominador que vinculó las inquietudes opositoras o
revolucionarias producidas en todo el país y en cada una de las provincias. Sin embargo, el
impacto de la Revolución del 90 no fue inmediato y no pudo en la mayoría de las provincias
desplazar del poder a los gobernantes del P.A.N. En muchas de las provincias del Norte (Salta y
Jujuy), del Noroeste (Catamarca y La Rioja), del Oeste (Cuyo) y del Litoral (Santa Fé, Corrientes y
Entre Ríos), los gobiernos surgidos en tiempos de Juárez Celman lograron perpetuarse. Sin
embargo, meses o años después aquel impacto se hizo sentir con retrasos diversos y con
intensidad diferenciada. Esta realidad nos ha llevado a formular una serie de preguntas
específicas:
¿que factores intervinieron para que las rupturas y crisis políticas provinciales --La Rioja en 1891
y 1898; Catamarca en 1898 y 1899; Tucumán en 1893; Santiago del Estero en 1890, 1892 y 1908;
San Luis en 1893, 1896, 1904 y 1906; San Juan en 1907; y Corrientes en 1893 y 1907 (Cuadro I)-padecieran de una arritmia tan marcada?
¿la coalición autoritaria en el poder, que reprimió la revuelta, obedeció a sentimientos
paranoicos de una elite político-cultural atemorizada por una movilidad política y social
descendente?;
¿guardó una relación de contagio directo la Revolución del Parque (1890) con las sublevaciones
Radicales de Catamarca, La Rioja y San Luis y la rebeliones Liberales de Corrientes?;
d) ¿arrastraban estas provincias agravios anteriores que se ligaran con las reminiscencias de la
dictadura Rosista y de la modernidad colonial-absolutista aún subsistentes en ellas?;
¿cuánto debían pesar en esta política los torniquetes económico (irrigación), bancario,
periodístico, telegráfico y educativo?.
La resistencia al Acuerdo en la Provincia de Salta
En Salta --perteneciente al subsistema político del Norte-- la hegemonía la disputaban en esta
etapa pos-revolucionaria el Autonomismo Roquista y los Cívicos. El Gobernador Pedro José Frías
(h),al igual que la mayoría de los Gobernadores, pudo a duras penas sortear el vendaval
producido por la Revolución del Parque. Al mes de ocurrida la misma, en agosto de 1890, la
opinión pública de Salta exigía

Pedro José Frías
"...el cambio de Ministerio, y no está lejos el día que exija la renuncia del Gobernador Pedro José
Frías, teniendo en consideración su procedencia Güemista o arcanista,...pues la repulsión a la
influencia del Senador [Martín Gabriel] Güemes se acentúa por hora".
También la oposición, constituida por los Cívicos, se dividió en Salta en dos facciones, por un
lado los llamados disidentes, encabezados por Delfín Leguizamón Cobo, entregado políticamente
al Dr. Ángel M. Ovejero, y por el otro los güemistas, encabezados por los Dres. Domingo Güemes
Castro y Aniceto Latorre, ligados al Modernismo, facción política de orden nacional que
respondía al liderazgo de Roque Sáenz Peña y que estaba nutrida por el Carcanismo (seguidores
de Ramón J. Cárcano).
La división fue acentuada por las elecciones de Senador en Rosario de Lerma y las elecciones
municipales de la ciudad de Salta del 7 de diciembre de 1890 "...a tal punto que me parece muy
difícil una aproximación entre los unos y los otros, [pues] hubieron balazos, cuchilladas, y
pedradas y el consiguiente cortejo de una media docena de víctimas, siendo grande la
irritación".
Al comienzo, la facción dirigida por Leguizamón se sirvió del Güemismo "...con el cual a podido
vencer en las dos elecciones mencionadas, y es probable que continúe en esta alianza, lo que sin
duda sería un peligro para esta Provincia".

Delfín Leguizamón
Si Leguizamón se descuidaba y seguía confiado en dicha coalición, manteniéndose en el gobierno
el Dr. Frías, "...habría de temerse la vuelta del gauchito [Martín Gabriel] Güemes y de su
influencia".
En cuanto a las verdaderas motivaciones que movilizaban a los líderes de la oposición las
opiniones diferían. Ángel Quirós le aseguraba a Roca que Delfín Leguizamón y el Gerente del
Banco Nacional Pío Uriburu Castro, eran una suerte de arribistas u oportunistas, pues "...no son
Mitristas ni Roquistas, y solo buscan apoderarse y asegurarse del Gobierno de la Provincia para
restablecer su fortuna particular".
Leguizamón no hacía otra cosa que preparar elementos para suceder a Frías, "...importándole
muy poco que los Roquistas o los Cívicos ganen la jornada".
Leguizamón era para Quirós "...un traficante político en toda la estención de la palabra: está
arruinado y quiere hacer su fortuna por medios políticos buenos o malos".
Quirós le aconsejaba a Roca que viviera "...prevenido con esta clase de gente, entre la cual
puedes contar al muy conocido Dr. Angel M. Ovejero, capaz de todas las claudicaciones posibles,
y aquí nadie le tiene fé en esta ciudad".
Para sortear la descomposición que la aparición de Martín Gabriel Güemes, (a) "El Caballero de
los Trapos Sucios", produjo en las filas del Partido Nacional, Uriburu y Leguizamón elaboraron
una estrategia combinada. Para ello convinieron "...en aparentar cierta frialdad en nuestras
relaciones". Habiendo creído Güemes en el rompimiento entre Uriburu y Leguizamón, creció en
audacia y mostró todo su juego, pues a juicio de Uriburu, Güemes pertenecía al mencionado
Modernismo, ya que "...no es Acuerdista ni responde, de ninguna manera a la política del
Gobierno. Está con la fracción radical del partido nacional [PAN], de la cual es jefe el Dr. Roque
Sáenz Peña".
Dos años después, en carta de febrero de 1892, el ex-Canciller Francisco J. Ortiz le informaba a
Roca que "...aquí impera lisa y llanamente el Carcanismo puro con Güemes y Frías a la cabeza y
les garanto que siguiendo esto así los electores para Presidente serán todos Sáenz-Peñistas".
Frías sigue, a juzgar por una carta del periodista Ricardo López, "...más las impresiones del
corazón que las de la política puesto que en ningún caso puede llamársele a Frías un hombre
político. Jamás ambicionó la gobernación ni puesto alguno; aceptó el gobierno porque se lo
exigió Güemes, y en él no se ha cuidado nunca de hacer círculo ni crear prestigios para
ulterioridades. Es un hombre bueno, moderado, pasivo, en otras circunstancias nacionales sería
un buen patricio".
El peligro que significaba la renuncia de Delfín Leguizamón al Ministerio de Gobierno, era que
Frías, dada su bondad y su ninguna aspiración política quedara obediente a las inspiraciones de
Güemes. Si Frías llegaba a nombrar un Ministro de Gobierno de filiación Güemista, a juzgar por
lo que Ricardo López le transmitió a Roca, "...Leguizamón en ocho días estaba perdido". Sin
embargo, al año siguiente, Leguizamón sorteó la situación y alcanzó la gobernación. La
transitoria coalición de Güemes con el Gobernador Leguizamón, al contar con "...la impunidad
altamente anti-política del Gobernador, tratan a capa y espada de hacer triunfar las candidaturas
[a Ministros de Gobierno y Hacienda] de [Pedro José] Frías y [Carlos] Grande".
En cuanto a Carlos Grande, aparentemente representaba a las clases más bajas de la población
salteña, por cuanto Ángel M. Ovejero le confesaba a Roca, que la candidatura de Grande, su
primo segundo, "...todos la repudian como una vergüenza...pero es bueno que Vd. sepa para
que juzgue lo que pasa en esta sociedad, que hasta hace ocho años su profesión era comediante
en las aldeas de Chile".
El eventual triunfo en su designación como Ministros de Frías y de Grande sería, en opinión de
Francisco F. Cornejo Usandivaras, un triunfo del Modernismo, "...con el cual Güemes pretendería
justificar su influencia en esta provincia".
Ovejero contaba, a juicio de su aliado Francisco F. Cornejo, "...con todas las simpatías de la gente
decente, y tiene a su favor todos los elementos sanos del partido Nacional tanto de aquí como
de la campaña". Por el contrario, para López, los Modernistas, o sea
Güemes, "...se creen aquí lo que realmente son: nulos, desalojados, mejor dicho vendidos.
Conocedores de que por sí solos son impotentes para reconquistar esta posición, no es pues
extraño se valgan de los radicales, seguros de quedarse con toda la ganancia".
A comienzos de 1895, el partido Nacional continuaba dividido en dos facciones, la Güemista,
coaligada con Delfín Leguizamón, y la llamada facción disidente, ex-Juarizta, que fueran
miembros de la Sociedad "El Edén".
En cuanto a Delfín Leguizamón, este era para Pío Uriburu "...hombre de espíritu versátil, sin
ideas ni propósitos serios de gobierno, únicamente obedece al temor de una liga de mis amigos
con los Ortiz y los radicales, y sólo por este temor puedo hacerlo entrar en vereda".
En cuanto a la Sociedad "El Edén", sus miembros eran los que --apenas Roca había dejado el
poder-- "...no trepidaron en desconocerlo como Jefe del Partido Nacional", y que cuando Roca
volvió de Europa no quisieron firmar el telegrama que Francisco F. Cornejo y otros le dirigían
"...felicitándolo por su regreso feliz a la patria, de temor a disgustar a Juárez y Güemes".
Eran también los que representaban "...la política desastrosa de la época pasada, estos que
vendieron sus edificios públicos y dejaron exhaustas las Cajas del Banco Provincial".
No obstante estos estigmas, era indudable, para Francisco J. Ortiz, que la facción disidente
representaba "...la mayoría en cantidad y calidad del partido Nacional, no obstante que hay
entre ellos muchos elementos de Güemes que están hoy retirados pero que volverán cuando su
gente suba".
Entre estos últimos, el caso del Senador José Antonio Chavarría, era el más ostensible por estar
sospechado de haber incurrido en peculado, por cuanto estaba "...especialmente vinculado a
[Martín Gabriel] Güemes por el negocio de los $118.000 que se hizo pagar por apoyar en el
Senado el contrato sobre el Banco y que la Legislatura declaró pago ilegal".
Leguizamón buscó en un momento por medio de la designación de su tío político Antonino Díaz
Ibarguren, como Ministro de Hacienda e interinamente de Gobierno, la estabilidad en el cargo
como Gerente del Banco Nacional de Pío Uriburu.
Asimismo, Leguizamón se había propuesto dejar como sucesor a su Ministro Antonino Díaz, pese
a la oposición de Pedro J. López Cornejo y Juan Cornejo, y con el apoyo de aquellos que se
habían retirado del Partido Nacional "...cuando los Juariztas (hoy del grupo disidente)
impusieron el nombramiento de Jefe único del P.N. al Dr. Juárez y al Dr. Güemes en lo
provincial,...para volver a él cuando [Francisco F. Cornejo] lo reorganizó después del 90".
Para el Senador Francisco J. Ortiz, Díaz era "...un imbécil completo, pero que le garante su
senaturía próxima a [Delfín] Leguizamón y a Pío Uriburu, que también está en el complot".
Fuera de Pío Uriburu, no tenía Leguizamón, según Ortiz, "...un sólo hombre que represente algo,
y su circulillo es de los dos Grandes y algunos empleados, y Pedro López [Cornejo], que se pasa
[de bando] cada cinco minutos".
Los que decían que la candidatura Díaz era impuesta por su sobrino Leguizamón faltaban, según
Cornejo, a la verdad, por cuanto "...somos los hombres de la situación, sus amigos los que hemos
prestigiado esta candidatura consultando la opinión de la Provincia".
Por el contrario, la facción disidente del Partido Nacional (ex-miembros de la Sociedad "El
Edén"), viendo "...la imposibilidad de que tengan el apoyo de la opinión algún miembro de su
diminuto grupo", procuraban según Francisco F. Cornejo, "...por todos los medios de conseguir
introducir la división en el Partido Nacional".
La estrategia adoptada por este grupo minoritario consistía en proponer un día "...apoyar la
candidatura de [Rafael] Usandivaras, otro día la de Pedro López [Cornejo], otro la de Juan
Cornejo, otro la de Arturo Dávalos Isasmendi, siempre con el propósito de introducir la discordia
y desquicio en el seno del partido".
A todo esto, el Gobernador Leguizamón seguía "...hecho una esfinge impenetrable", y en
Diciembre de 1895 dudaba de los candidatos a Diputados Nacionales, por cuanto le escribía a
Roca inquiriendo acerca de cuatro candidaturas en danza: la de Arturo Dávalos, la de Indalecio
Gómez, la de Francisco F. Cornejo, y la de Carlos Grande.
Gómez le decía a Delfín Leguizamón que Roca consideraba que Díaz "...no podía exigirme que
apoyara la elección de su cuñado [Francisco F. Cornejo]". Dicha opinión de Roca, le había
causado a Leguizamón "...viva satisfacción, porque me sería muy violento apoyar en febrero la
elección de Díaz para gobernador y para marzo la elección de su cuñado para Diputado”.
PROYECTO DE FERROCARRIL HACIA EL PACIFICO
En este trabajo se analizará el proceso de configuración de la obra de infraestructura más
significativa en la historia del Territorio de Los Andes: el ferrocarril que conectó a las ciudades de
Salta y Antofagasta. A este ramal se lo suele conocer con diferentes nombres: Huaytiquina (y
también Guaytiquina o Huitiquina), ferrocarril a Socompa, ferrocarril Salta-Antofagasta o
Antofagasta-Salta, trasandino del Norte, Ramal C-14 y, actualmente, Tren a las Nubes. La
historiografía que se ocupó de este ferrocarril en general resaltó los aspectos que tienen que ver
con la ingeniería, siempre con un tono épico. Si bien este no deja de ser un aspecto a destacar,
poco se estudió sobre los efectos territoriales generados por el mismo. Como pregonaban
quienes impulsaban la realización de esta obra: ¿activó el comercio entre Salta y Antofagasta?
¿Impulsó la explotación minera de la Puna de Atacama? ¿Alentó el proceso de poblamiento de
las zonas atravesadas? En síntesis, ¿llevó el 'progreso' al Territorio de Los Andes y a las tierras
altas la provincia de Salta?
Aquí sólo se presentará una primera aproximación al tema planteado. En este sentido, se
trata de un gran estado de la cuestión, donde se revisa buena parte de lo publicado a lo largo del
siglo XX en relación a este ferrocarril. Asimismo, se analizan algunas fuentes documentales que
remiten más directamente al caso del Territorio de Los Andes. Estas consideraciones se inscriben
en un trabajo más amplio sobre geografía historia del Territorio de Los Andes en el período de su
existencia, 1900 a 1943. Paradójicamente, la inauguración del ferrocarril que fuera pensado
como instrumento de "fomento" para ese territorio se produjo en 1948, cinco años después de
su desaparición institucional y división territorial.
Este artículo se divide en cuatro secciones. En la primera sección se presentará un bosquejo
del proceso de organización del sistema ferroviario nacional con el objetivo de contextualizar el
caso "Huaytiquina". En la segunda sección, en forma cronológica, se describirá el progreso de las
obras del ferrocarril, desde su primera proyección, en la década de 1880, hasta su inauguración
en 1948. En la tercera sección se analizarán las principales imágenes construidas en la literatura
que, por distintas vías, se aproximó al análisis de este ferrocarril. Finalmente, se plantearán, en
forma preliminar, algunas consideraciones sobre los efectos territoriales generados por la
construcción del ferrocarril Huaytiquina.
Expansión del ferrocarril y organización territorial en el noroeste argentino
Entre 1857 y 1914 el ferrocarril se expandió por todo el territorio argentino. Si bien la
máxima extensión la alcanzó en 1952, ya a fines de la década de 1920 el ritmo de crecimiento
era lento (ver cuadro 1). En los años sucesivos se establecieron conexiones entre puntos ya
abastecidos por el servicio ferroviario, mientras que se mantenía la acción de fomento de los
Territorios Nacionales por parte de la empresa estatal. En ese proceso de expansión, se produjo
una total reorganización del territorio argentino, por lo que se puede hablar de una revolución
de los medios de transporte, cuestión que es ampliamente conocida.
Para las provincias del norte argentino, al igual que en otras regiones del país, la llegada de
las vías del ferrocarril trajo consigo algunos efectos socio-territoriales.
En primer lugar se puede señalar que, en términos generales, la expansión de la red dio
origen e impulso a las actividades productivas que le permitieron a la Argentina insertarse en la
división internacional del trabajo de la segunda mitad del siglo XIX, como proveedora de
materias primas de clima templado para las potencias europeas (principalmente Gran Bretaña),
por lo menos durante las décadas de 1880 a 1920. En la región pampeana incentivó la
producción de granos, carne, cueros y lana para su exportación, a través del puerto de Buenos
Aires y otros puertos marítimos y fluviales. Concomitantemente, posibilitó la puesta en valor de
tierras vacantes o utilizadas hasta entonces por las sociedades indígenas para la producción
agrícola. Para ello se fundaron numerosas colonias agrícolas, que se poblaron con inmigrantes
europeos. El ferrocarril también favoreció el desarrollo de otras economías regionales, cuya
producción se orientaba básicamente al mercado de Buenos Aires, como la vitivinicultura en
Mendoza y San Juan, el azúcar en Tucumán, Salta y Jujuy, como ejemplos emblemáticos 1 .
Con el tiempo, todo el sistema económico fue incentivado por esa nueva oferta de
transporte. Al hacerlo, alteró definitivamente los circuitos de comercialización heredados de la
etapa colonial. La llegada del ferrocarril al Interior, a su vez, significó la llegada de productos
industriales, importados de Europa, que compitieron con la producción artesanal tradicional.
También se puede destacar el acortamiento de los tiempos de traslado hacia la ciudad de
Buenos Aires. El ferrocarril creó una vía de comunicación regular, rápida y eficiente en
comparación con las existentes hasta entonces, cuando transportar mercadería desde Jujuy
hasta Buenos Aires podía demorar hasta 45 días 2 . Con el ferrocarril el tiempo se acortó a poco
más de dos días. El corredor ferroviario Buenos Aires-Córdoba-Tucumán-Salta-Jujuy, compitió
ventajosamente con las empresas de carretas y mulas y, al hacerlo, favoreció el proceso de
desestructuración y reorientación centrífuga de algunos circuitos de comercialización del espacio
andino 3 .
Finalmente, la expansión del ferrocarril permitió mejorar la integración física entre las
capitales de provincias y Territorios Nacionales. Antes de finalizar el siglo XIX, la Capital Federal
se conectó con la mayoría de las capitales provinciales y territorios, proceso que se completa en
1930 con la conexión ferroviaria de San Antonio de los Cobres, a través del Huaytiquina. Sólo las
capitales de los tres Territorios Nacionales más australes, Rawson, Río Gallegos y Ushuaia
permanecieron desconectadas del sistema ferroviario nacional, como puede observarse en el
cuadro 2.

La construcción de estos ferrocarriles respondía al interés del gobierno nacional de llevar
"progreso" a distintas regiones del país. Pero, por sobre todo, facilitaba el control territorial del
Estado nacional sobre las provincias, a la vez que permitía cimentar las alianzas políticas del
gobierno central con las elites provinciales 4 . La prolongación de los ramales de ferrocarril
satisfacía las aspiraciones que tenían esos grupos de conectar a sus provincias con Buenos Aires,
que ya por entonces constituía el principal mercado consumidor del país. No obstante, esto
convivía con poderosos intereses provinciales de establecer conexiones más eficientes con
mercados ubicados en países limítrofes. Claramente, este es el caso de Salta, con intereses
orientados al mercado pacífico. Otras provincias del norte, como Catamarca, también buscaban
en esos mercados una alternativa comercial, y el ferrocarril era visto como algo imprescindible.
Sólo en Salta y en Mendoza se concretó una conexión ferroviaria con el Pacífico.
Sobre lo anterior mucho se ha investigado en las provincias de la porción noroeste del
territorio argentino, aunque probablemente no lo suficiente. Las vinculaciones entre la
construcción de ramales y el despegue de la agroindustria azucarera es un tema revisitado 5 . En
cambio, poco se sabe, al menos en los casos de Jujuy y Salta, cómo afectó el ferrocarril a las
economías campesinas que igualmente se siguieron desarrollando en los valles, punas y
quebradas. Aun cuando existía el ferrocarril a Bolivia, el comercio hacia la feria de Huari (al sur
de Oruro), por ejemplo, seguía utilizando el mismo sistema tecnológico del siglo XIX: el tráfico
tropero y arriero, o caravanero. Pero no se ha investigado sistemáticamente que grados de
complementación existía entre ferrocarril y tráfico a tracción a sangre. Existen ideas generales
sobre el desplazamiento de los corredores de circulación de bienes y personas, o del
reposicionamiento de los centros poblados como consecuencia del emplazamiento de las
estaciones de ferrocarril, especialmente en la Quebrada de Humahuaca 6 . Existen ideas
generales, también, sobre la competencia de los bienes industriales con las industrias
tradicionales. Pero estos temas todavía no se han investigado en forma sistemática. Es necesario
aclarar que el estado de la investigación que sostiene este artículo no permitirá dar respuesta a
este problema, aunque si proponer una primera aproximación.
El ferrocarril Huaytiquina, seis décadas de historia
El ferrocarril Huaytiquina es un caso particular dentro de la historia ferroviaria argentina,
principalmente por dos razones: por lo tardío de su construcción y por la gran distancia temporal
que existe entre el momento de sus primeras proyecciones y el de habilitación del tramo
completo. Entre las décadas de 1880 y 1910 se sucedieron diferentes debates y propuestas, e
inicio de algunas obras. Sin embargo fue recién en la 1920 cuando esas propuestas comenzaron
concretarse. La construcción de los diferentes tramos tuvo ritmos y velocidades de trabajo
fluctuantes, e interrupciones varias. Las obras se paralizaron en 1924 y se reiniciaron algunos
años después. El primer tramo de esta obra de infraestructura, entre Salta y San Antonio de los
Cobres, quedó lista en julio de 1929. Se trata de la obra más importante que tuvo el Territorio de
Los Andes, ya que permitió una conexión rápida entre la capital territoriana y Salta. Pero
debieron pasar casi dos décadas más para que la conexión internacional concluyera 7 . Esto
ocurrió en 1948, cinco años después de haberse dividido el Territorio de Los Andes 8 .
La historia del ferrocarril que aquí se denominará con el genérico "Huaytiquina", desde sus
primeras proyecciones hasta su concreción supera largamente la cincuentena ¿En qué contexto
se formuló y concretó este proyecto? Para ello es propicio presentar, en forma sucinta, una
periodización del proceso de conformación del servicio ferroviario argentino. En la historia de
este servicio se pueden diferenciar tres grandes períodos 9 . Durante el primer período, que va
desde 1857 a 1945, se produjo la total configuración de la red ferroviaria, como parte esencial
en los procesos de expansión y organización territorial argentino. En este período la
infraestructura fue construida y gerenciada por capitales y empresas británicas y, en menor
medida francesas y belgas, y por capitales y empresas estatales. En este extenso período se
pueden reconocer, asimismo, cuatro sub-períodos: 1) los inicios del servicio, entre 1857 y 1886,
donde la red creció con cierta lentitud, expandiéndose fundamentalmente por la región
pampeana, aunque ya en este período se había establecido la conexión de Rosario con
Tucumán; 2) de gran expansión, el boom o fiebre del ferrocarril, desde 1886 hasta 1914, donde
la red se extendió a casi todo el territorio nacional, conectando a todas las capitales provinciales
y a varios Territorios Nacionales con la Capital Federal, y donde el estado empresario fue
tomando forma; 3) de consolidación del sistema, de 1914 a 1934, cuando se detiene la
expansión de las redes troncales, aunque aumenta sensiblemente la densidad de vías en
servicio, a la vez que comienza la expansión de la red vial que competirá desde entonces con el
modo ferroviario; 4) de decadencia, desde 1934 hasta 1945, con una importante
descapitalización del sistema por falta de mantenimiento.
El segundo período está marcado por la intervención directa del Estado en la economía, el
Estado empresario, por la creciente intromisión de empresas públicas en la economía nacional.
En ese contexto se produjo la nacionalización del sistema ferroviario. En este caso se pueden
diferenciarse tres sub-períodos: 1) de conservación de la red heredada, entre 1945 y 1958. El
Estado nacional adquiere de las compañías británicas y francesas la infraestructura ferroviaria y
desde entonces se establecen tarifas altamente subsidiadas, con un sentido social; 2) de gran
retracción de la red férrea, que abarca las décadas de 1960 y 1970, donde se ensayaron
diferentes políticas de racionalización del servicio, lo que llevó a la clausura y levantamiento de
numerosos tramos, ramales y estaciones; 3) período de abandono de la red de ferrocarril,
durante la década de 1980, abonando a la opinión de que era necesaria su privatización. El
tercer período, finalmente, está marcado por el proceso de privatización por concesión y nueva
retracción del tamaño de la red en servicio, donde se transfiere a grandes empresas nacionales y
transnacionales la operación del sistema, conservando el Estado la propiedad de la
infraestructura y del parque rodante.
La historia del Huaytiquina, como se desarrollará con más detalle en los próximos acápites, se
engarza con varios de los sub-períodos considerados precedentemente. Los inicios de este
ferrocarril, cuando era sólo un proyecto, se produce en el contexto de la gran expansión
posterior a 1886, donde el Estado nacional impulsaba la construcción de nuevos ramales en las
regiones extra-pampeanas. En ese contexto comienzan a formularse los primeros proyectos de
construcción de un ramal que saliera desde Salta y se dirigiera hacia la puna, por la Quebrada del
Toro, aunque originalmente para avanzar hacia Bolivia. Ese ferrocarril, finalmente, fue trazado
por la Quebrada de Humahuaca. También por entonces comenzó a proyectarse un ferrocarril
que uniera a Salta con Antofagasta, en Chile, pero por diferentes razones se vio postergado por
algún tiempo.
La inauguración de la primera parte del ferrocarril Salta-Antofagasta, el tramo hasta San Antonio
de los Cobres, después de dos décadas de proyectos, debates y obras inconclusas, se produjo
durante el período de consolidación del servicio ferroviario, como consecuencia de la política
ferroviaria impulsada por los gobiernos radicales, especialmente del primero de Hipólito
Yrigoyen. Esta política buscaba revertir los desequilibrios regionales que favorecían a la región
pampeana. Este tramo se completó en 1930 y luego se paralizó por algunos años.
La reanudación de las tareas coincide con el período de decadencia experimentado por el
servicio ferroviario argentino que se inició a mediados de la década de 1930. Con gran lentitud,
finalmente, las obras culminan cuando los ferrocarriles ya habían sido nacionalizados, bajo el
gobierno de Juan Perón, y el automóvil comenzaba a desplazar a la locomotora como modo de
transporte. Como cuestión ulterior, puede indicarse que este ferrocarril se mantuvo en
funcionamiento hasta el inicio del gobierno de Carlos Menem y que fue bajo esa gestión cuando
se privatizó y convirtió en un atractivo y excluyente tren para el turismo internacional.
En sus orígenes, para entender el sentido o alguna de las justificaciones por las cuales desde
Salta se impulsaba la construcción de este ferrocarril, debe tenerse en cuenta la estructura
económica de Salta de principios del siglo XX. Como es sabido, desde la pos-guerra del Pacífico,
comerciantes de la provincia de Salta se dedicaron a abastecer al gran mercado de consumo del
Desierto de Atacama, proveyendo animales en pie10 .Las argumentaciones sobre la utilidad de
este ferrocarril giraban en torno a la necesidad de sacar a la provincia del aislamiento y mejorar
la conexión con el Pacífico. La prolongación del ferrocarril trasandino del norte, además,
permitiría colocar a Salta y su área de influencia, en la situación de gran puerto seco del norte,
ya que hacia allí confluirían tres ferrocarriles internacionales. Además del ferrocarril a La Paz por
La Quiaca, obra tardíamente completada en 1924, avanzaba otro emprendimiento. Se trata del
ferrocarril al oriente boliviano, que conectaría a Santa Cruz de la Sierra con el norte argentino. El
tramo a Ledesma y Orán ya tenía una gran importancia en el desarrollo de la economía
azucarera, pero también para el comercio ganadero11 .
Al mismo tiempo, la proyección de este ferrocarril se articulaba con el discurso sobre
"fomento del Territorio de Los Andes". Este factor, con seguridad, fue comparativamente menos
decisivo. Buena parte de la literatura de viajeros al Territorio de Los Andes coincidía en señalar la
falta de transporte, y en particular el ferroviario, como la principal causa del atraso en el que se
encontraba ese Territorio Nacional 12 .
A través de lo próximos acápites se recorrerán las seis décadas de historia de esta obra de
infraestructura, desde sus primeras formulaciones hasta su concreción. Para ello, como se indicó
en la introducción, se consultaron, centralmente, diferentes notas periodísticas, informes
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GENERACIÓN DEL 80 Y EL MODELO DE PAÍS

  • 1. GENERACIÓN DEL 80 Bajo la denominación de la Generación del 80 se conoce a la élite gobernante de la República Argentina durante el crucial período de la República Conservadora (1880–1916), que ubicó al país entre los más ricos del mundo. Procedente de familias aristocráticas de las provincias y de la capital, se nucleó primero en la Liga de Gobernadores y luego en el Partido Autonomista Nacional, fusión de las fuerzas dominantes en el período precedente, el Partido Autonomista y el Partido Nacional, ambos sucesores de la disgregación del antiguo Partido Unitario. En 1880, lanzó la candidatura a la presidencia del general Julio Argentino Roca, que había dirigido la Conquista del Desierto un año antes, y que fue el artífice de la generación y del modelo de país que ésta representó. Los miembros de los Generación del 80 tuvieron a su cargo las más importantes funciones políticas, económicas, militares y religiosas, manteniéndose en el poder mediante el fraude electoral. Pese a la creciente oposición, nucleada en lo político en torno a la Unión Cívica Radical y a las agrupaciones anarquistas y socialistas formadas por los obreros inmigrantes, la Generación del 80 ejerció el gobierno durante más de tres décadas, hasta la Revolución del Parque y la sanción de la Ley Sáenz Peña, promulgada a instancia de sus propios representantes, de sufragio universal, obligatorio y secreto, que marcaría la transición a la Argentina contemporánea. El concepto de Generación del 80 El término apareció por primera vez a lo largo de la década de 1920, y se refería a una generación de literatos. En su Historia de la Literatura Argentina, Ricardo Rojas le dio ese nombre de forma marginal, ya que el grupo que más tarde llevaría el nombre de Generación del 80 es llamado "Los modernos". El primer autor que agrupó a los autores del período con ese nombre fue Arturo Giménez Pastor, con un trabajo titulado Los del 80; si bien utiliza ese nombre especialmente para escritores, también menciona intelectuales y científicos. Simultáneamente, el historiador Rómulo Carbia, en su Historia crítica de la historiografía argentina, agrupaba a los historiadores del período como "Los ensayistas". Por último, en dos artículos aparecidos en el diario La Nación a fines de los años 30, Manuel Mujica Lainez menciona a la "Generación del 80" con su significado actual, pero circunscripto al mundo literario. La particularidad de que la mayoría de los escritores del período fueron también políticos de mucha figuración permitió extender el término a los políticos, pero ese proceso no se dio con claridad hasta mediados de los años 1950, cuando Carlos Ibarguren se refirió al conjunto de los intelectuales y políticos del período con ese nombre. El término fue utilizado también por un historiador de izquierda como Jorge Abelardo Ramos en Revolución y contrarrevolución en la Argentina (1957), y por Enrique Barba en un artículo de 1959, en que declaraba que esta generación era descendiente directa de la Generación del 37 por sus ideales y filosofía. La delimitación más exacta del término "Generación del 80", como un conjunto de dirigentes intelectualizados, herederos conscientes de la del 37, oligárquicos y ligados a la producción ganadera, llegó de la mano de David Viñas, en Literatura argentina y realidad política: Apogeo de la oligarquía (1964). Ya en El desarrollo de las ideas en la Argentina del siglo XX, José Luis Romero hablaba de la Generación del 80 como un concepto enteramente conocido por el lector. Desde 1970 en adelante, el término se usaría en el sentido que le dio Viñas, con matices más o menos favorables o desfavorables según el punto de vista del autor. Pero a partir de este período aparecieron ciertas ambigüedades en cuanto a los límites que permiten definir quién perteneció a esa generación y quién no. Identificada la Generación del 80 con el amplio período transcurrido entre 1880 y 1916, se ha tendido a dejar de lado las particularidades de los dirigentes e intelectuales más jóvenes aparecidos en los primeros años del siglo XX, que mostraron una orientación claramente diferenciada de la anterior, por lo que no cabría incluirlos
  • 2. en la del 80; por ejemplo, los intelectuales y científicos no tuvieron, casi sin excepción, aspiraciones políticas. Ideología La Generación del 80 fue la continuadora de las Presidencias históricas que supo aprovechar la conclusión de las crisis políticas y la superación de los avatares de la economía dominados por el tercer y último presidente de ese período, Nicolás Avellaneda. Esta superación dio paso a que en la sociedad fuera dominada por el optimismo y el convencimiento de un futuro generoso que esperaba a Argentina para los años venideros. Los políticos de la Generación del 80 defendían posturas positivistas, simbolizando su actuación con el lema de Auguste Comte, de Orden y progreso. Los dirigentes de esta generación creían ciegamente en el progreso, identificando tal concepto con el crecimiento económico y modernización; el orden era considerado una condición necesaria de tal progreso, ya que fijaba las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la proyección del progreso. Con similar contenido, las dos presidencias de Julio Argentino Roca se fundaron en el lema "Paz y administración", que sintetiza el pensamiento liberal conservador. A lo largo de casi toda su existencia, los hombres de la Generación del 80 creyeron en un destino de progreso indefinido para su país y para la humanidad. Se esperaba ver un crecimiento del país en todos los aspectos, tanto económicos, como sociales, culturales y materiales. En cierto sentido, no creyeron necesario hacer mucho más que crear las condiciones para ese crecimiento, ya que daban por sentado que el progreso respondía más bien a la naturaleza de las cosas. El único período que cuestionó esa esperanza fue la crisis económica de 1890, pero el optimismo general retornó al poco tiempo. Ideológicamente, esta generación se consideraba tributaria de la Generación del 37, a la cual habían pertenecido sus padres o abuelos —aunque muchos dirigentes eran descendientes de personajes destacados del Juan Manuel de Rosas— y sostenían como dogmas los principios enumerados por muchos de los miembros de esa generación; en particular, el de gobernar es poblar de Juan Bautista Alberdi, del cual heredaron solamente una parte de sus prejuicios culturales y raciales, el rechazo de las tradiciones retrógadas que nos subordinan al antiguo régimen de Esteban Echeverría y el enfrentamiento entre civilización y barbarie de Domingo Faustino Sarmiento. Las ideas positivistas de esta generación estaban notablemente influidas por el pensamiento de Herbert Spencer, que adaptó los principios evolucionistas de Charles Darwin a las sociedades modernas. Así, de acuerdo al modelo sarmientino, gauchos e indios eran bárbaros, personas incultas incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada sobre los principios liberales que garantizaban el camino hacia el progreso. Sostenían por ello la necesidad de eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar la civilización, trayendo población europea para entrar en las vías del progreso. No encontraban contradicciones morales en la eliminación cultural y hasta física de la población nativa, ya que el destino de las razas y culturas europeas — consideradas más "aptas" para vivir en el mundo moderno— era prevalecer sobre ellas, y tarde o temprano desplazarían a las "menos aptas". Anticlericales, aunque por lo general deístas y masones, enfrentaron las posiciones tradicionales de la Iglesia Católica como un resabio indeseable del pasado, y bajo su impulso se trató de definir la separación entre la Iglesia y el Estado con la sanción de las leyes de Matrimonio Civil, Registro Civil y Educación Común, la última de las cuales estableció la enseñanza primaria pública, obligatoria, gratuita y laica. De todos modos, nunca se intentó seriamente separar completamente la Iglesia del Estado, sino solamente de minimizar la influencia institucional de la misma.
  • 3. Estas últimas medidas llevaron a un enfrentamiento constante con la Iglesia, que intentó ser defendida por una fracción ideológicamente marginal de la Generación del 80: los líderes católicos, como Estrada, Emilio Lamarca o Pedro Goyena, cuestionaban las posturas anticlericales del grupo dirigente, pero compartía sus ideas liberales. Expansión poblacional y económica La generación del 80 llevó adelante un proceso de inmigración europea sin precedentes y la economía del país vivió un proceso de expansión de alto índices. El fundamento de la política economía liberal fue la aplicación de un exitoso modelo agroexportador, afín a la clásica división de los términos de intercambio mundiales. La economía nacional se basaba en la producción y provisión de materias primas para Europa, continente que estaba atravesando la segunda revolución industrial al que proveía a Argentina manufacturas industriales. La producción de bienes que Argentina exportó al mundo provino del campo. Fueron los estancieros los que, identificados con los sectores gobernantes, generaron su propia riqueza y aumentaron la riqueza nacional. Sin embargo, la utilización de estas políticas económicas librecambistas propiciadas desde el gobierno fueron complementadas por el grupo gobernante con un claro refuerzo de la acción del estado en aquellas áreas que se consideraban esenciales al contrato social como la educación, la justicia, la obra pública y la expansión de dicha acción estatal a todo el amplio territorio del país. Los diversos tratados con los países vecinos pusieron fin a las principales cuestiones de límites, afianzando el control del territorio nacional y trayendo paz a la población, a diferencia del permanente estado de beligerancia que experimentaba la Europa de entonces. La generosa y amplia política basada en las ideas liberales permitió el adecuado fomento de la inmigración, cumpliendo las prescripciones contenidas en la Constitución Argentina; empero este amplísimo régimen de promoción de la inmigración fue parcialmente limitado con leyes represivas como la "Ley de residencia" de 1902 y la "Ley de defensa social" de 1910, a fin de controlar la expansión del socialismo y del anarquismo. La sobrepoblación de las zonas urbanas llevó a la desocupación con sus posteriores huelgas. La inmigración dio paso, gracias a las políticas públicas implementadas por la Generación del 80, a que en el lapso de un cuarto de siglo, se produjera un fenomenal movimiento social ascendente que dio paso a la poderosa clase media argentina, que llegó al poder con el radicalismo. Derrumbe de la Generación del 80 Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca se sancionó la Ley 4.144 de Residencia, que permitía la expulsión inmediata de extranjeros activistas contrarios al régimen. Su concuñado, Miguel Juárez Celman, se había enfrentado en 1890 a la Revolución del Parque, y en 1905 el radicalismo volvería a las armas en un alzamiento coordinado en varias provincias. En 1910 y ante la proximidad de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, se sancionó la Ley de Defensa Social, instaurando así el arresto preventivo de sospechosos de anarquismo. En el gobierno hubo también tibios avances para intentar calmar los reclamos obreros al crear el Departamento Nacional de Trabajo en 1907. Así el conservadurismo dictó las primeras leyes laborales de la época, que resultaron insuficientes frente al gran desarrollo del sector obrero, producto de la masiva inmigración y el crecimiento económico registrados para entonces. Ante la constante de los nuevos sectores medios de la sociedad, las huelgas constantes, las críticas en la prensa y el Congreso, la Generación del 80 ya encabezada por la línea modernista del Partido Autonomista Nacional se vio en la necesidad de dar respuestas a la nueva realidad y amplió la participación política a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña de 1912, de sufragio secreto, universal y obligatorio. En 1916, en las primeras elecciones en que se aplicó, el régimen
  • 4. conservador perdía por primera vez las elecciones presidenciales en manos del radical Hipólito Yrigoyen, quien asumió su primera presidencia con el respaldo mayoritario de los sectores medios del pueblo argentino. MODELO AGROEXPORTADOR Y LA INCORPORACION A LA DIVISION DE TRABAJO División internacional del trabajo y modelo agro exportador A partir del desarrollo del capitalismo y la incorporación de nuevos países al mundo industrializado, se estableció la División Internacional del trabajo, donde se destacaba los países centrales y por otro lado los países periféricos. Entre los primeros países se destacaban las grandes potencias económicas que competían entre si para asegurarse el mercado mediante el control eolítico o la inmersión de capitales. Por su lado, los países periféricos se destacaron por su gran exportación de materias primas, como la argentina que tubo un notable crecimiento económico al principio del siglo xx, a los diferentes países centrales que le intercambiaban manufacturas. El modelo agroexportador producía gran cantidad de materias primas y alimentos debido a la gran demanda internacional. Es por eso que la argentina se inserto en el mercado mundial como uno de los principales productores y exportadores de bienes primarios y receptor de capitales e manufacturas e inmigrantes, junto a los demás países de clima templado que pudieron aprovechar esta situación, para llevar a cabo este modelo económico se necesitaron obras de infraestructuras lo cual, se sustentaban con capitales extranjeros. Finalmente cuando la demanda de alimentos se hizo mas notoria en 1880, la argentina aprovechó para exportar carnes y cereales, además de la lana, afirmándose así l modelo agroexportador. A su vez también aparecieron las estancias mixtas que ocuparon un lugar importante dentro del desarrollo económico argentino ya que dedicaron una parte de su superficie al cultivo y otra a la cría de ganados. Esta forma de organización fue efectiva ya que la cantidad de tierra dedicada a una y otra variaba en función de los precios internacionales. SOCIEDAD LA POBLACION E INMIGRACIÓN LA GRAN INMIGRACIÓN Cuando Alberdi y Sarmiento la caracterizaron como importante factor de progreso- idea recogida por la Constitución de 1853- empezaron a llegar los primeros contingentes organizados, para poblar nuestro territorio. Durante el gobierno de Avellaneda se sancionó la “Ley de Inmigración” (1876). Dicha ley aseguraba a los inmigrantes una serie de derechos, tales como alojamiento gratuito a su llegada al país durante 5 días, seguridad de trabajar en el oficio que fuera de su grado y pasaje gratuito hasta el lugar donde deseaban radicarse. La política inmigratoria dio resultados: durante la presidencia de Roca entraron en el país medio millón de personas. En las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, la argentina experimento un notable crecimiento de su población. A la vez, las características de este aumento modificaron la composición de la población y su distribución en el territorio. LA AFLUENCIA MIGRATORIA La llegada de inmigrantes europeos a la Argentina fue aumentando paulatinamente, pero se transformó en masiva entre 1180 y 1914. En este periodo ingresaron al país más de tres millones
  • 5. de extranjeros, de los cuales dos tercios se quedaron en nuestro territorio. Esto produjo un enorme impacto demográfico, ya que la población del país se duplicó en solo 20 años. Entre los integrantes que arribaron al país predominaron los italianos y españoles, aunque también vinieron franceses, alemanes, ingleses, suizos, rusos, polacos y sirio- libaneses, entre otras nacionalidades. En muchos casos, estas personas dejaban su lugar de origen por falta de empleo y por las dificultades que enfrentaban para sobrevivir. Pero, en general, la decisión de migrar estuvo relacionada con las expectativas de mejorar el nivel de ingresos y lograr así una mejor posición social en el nuevo país de residencia o en el de origen. Otro factor que favorecieron las migraciones fue la disminución en los costos de los fletes marítimos. DISTRIBUCION GEOGRAFICA DE LOS INMIGRANTES El 80% y casi el 70% de la población total del país se concentraban en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, sobre todo en las grandes ciudades. Tucumán y Mendoza también recibieron el aporte de inmigrantes y crecieron en población. No ocurrió lo mismo con el resto de las provincias de noreste e incluso algunas disminuyeron su población. El estado Argentina otorgaba a los inmigrantes aportes como anticipos de pasajes, alojamiento en hoteles, asilos, o concesión de tierras. Buenos Aires y Rosario principalmente, brindaban a los inmigrantes mejores posibilidades al ser baratos, estos lugares se llamaron conventillos. Eran grades casas con cuantiosas habitaciones comunicadas por un patio central. Estas casas eran familias porteñas ricas. En esas viviendas dañadas y añejas por el abandono se alojaron los inmigrantes, que debieron vivir en la precariedad y aglomeración. LOS CAMBIOS SOCIALES Los extranjeros se ubicaron en su mayoría en aquellos rubros ocupacionales desarrollados por el proceso de expansión, es decir, en lugares de trabajo no ocupados. En un primer momento se dedicaron a la agricultura, puesto que la región pampeana carecía de una población asentada estable. No fueron, en cambio, empleados en la producción vacuna, ya q estos inmigrantes no eran hombres “de a caballo”. En esta actividad continuaron predominando los nativos, que se dedicaban tradicionalmente a ella. EL INMIGRANTE Y LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Sarmiento apostaba no solo al trabajo de los extranjeros sino también a su ascenso social, el cual se lograría por dos canales: Accediendo a la tierra y A la educación gratuita y obligatoria 1884 Pero las cosas sucedieron en forma diferente.
  • 6. El acceso de los inmigrantes a la propiedad rural fue muy limitado: grandes estancias con poderosos terratenientes ofrecían la rentabilidad avícola-ganadera. Sólo se organizaban productivas con contrato de arrendamiento para los inmigrantes. Esta política económica rural no favoreció el establecimiento de dicha población. Los inmigrantes que no pudieron trabajar en el campo fueron trabajadores salariados que conformaban la clase urbana. Estos con algún recurso, o con un oficio, formaron la clase media. Hijos de inmigrantes obreros lograron ascender, por una carrera profesional, o por un cargo de administración pública. Entre esos dos sectores había una cercanía. Una franja de la sociedad, que compusieron los sectores populares urbanos. Los llegados podían trabajar en talleres industriales en Buenos Aires, a fines de siglo. Pero muchos quedaron sin trabajo, o no eran mano de obra calificada, y se empezaban a haber mendigos en las calles en condiciones insalubres. Muchas personas y medios, a pesar de que eran pocos, se dirigían así ante el pueblo: “...La hospitalidad es generosa, pero ¡guay con los que pretender ser superiores y privilegiados sobre los ciudadanos! La bondad no iría jamás a conceder privilegios al extranjero que los haga superiores al hijo del país”. IDEALES DE ALBERDI SOBRE LA INMIGRACIÓN Alberdi tenía enfoques muy diferentes hacia el rol que cumplirían los inmigrantes en nuestro país. Principalmente, tenía el claro que el Estado debe estar manejado por la elite y a ella pertenece exclusivamente la acción política. ¿Cual es el rol de los inmigrantes extranjeros entonces? Es un gajo vivo de civilización, posee hábitos de trabajo y costumbres de obediencia pasiva. No interesa su grado de cultura, pues Alberdi tenía sus ojos puestos en el modelo agro exportador y tampoco- mucho menos- por la participación ciudadana. Venían a trabajar, a agradecer la Argentina, y por eso contarían con amplísimos derechos civiles. Pero siempre remarca que el control del Estado no es asunto de ellos y que para esos fines no se los había convocado. II. LA ORGANIZACION DE LA ECONOMIA PRIMARIO EXPORTADORA El año 1880 marca el inicio de un periodo de acelerado crecimiento económico y de modernización del país tanto en el campo como en las ciudades. Las transformaciones sociales y económicas se hicieron muy notables, tanto que se conoce a este periodo como el de la Argentina moderna. Durante esta etapa la Argentina se integro plenamente en el mercado mundial como proveedoras de productos agropecuarios y como importadoras de artículos industriales, capitales y tecnologías provenientes de Europa Occidental, especialmente de Inglaterra. Dentro de esta inserción dependiente de la Argentina en el comercio internacional pueden reconocerse las siguientes etapas:
  • 7. LA EXPANCION DEL SALADERO. A partir de la década de 1820, la relativa paz de la región pampeana permitió la instalación de saladeros que tenían cono actividad básica la preparación de cueros y de carne salada para su exportación. El latifundio, favorecido por las distintas administraciones provinciales, es el medio en el que se desenvuelve una clase terrateniente caracterizada por su versatilidad y capacidad de lobby sobre el poder político. LA ERA DEL OVINO. A partir de 1850 la cría del ganado de ovino desplaza al bovino, debido a la demanda creciente de la industria textil europea. Loa beneficios obtenidos con la exportación de lana permiten la modernización de la estancia como unidad productiva. Se difunde el uso del alambrado, se instalan molinos y bebederos, se refinan las razas- tanto las ovinas como las ganaderas- mediante la importación de ejemplares europeos. Se funda la Sociedad Rural Argentina EL PREDOMINIO DE LA CARNE CONGELADA Y DE LOS CEREALES. Las nuevas tierras, alejadas del puerto, fueron puestas en valor por la extensión de vías férreas que cubrían la mayor parte de la región pampeana. Desde las últimas décadas del siglo, la carne congelada tuvo acceso a los mercados europeos, cambiando las características de la actividad ganadera. La necesidad de producir carne de calidad llevo a la cría y selección de los animales, incorporando diferentes razas. Se extiende la actividad de invernada, especialmente en las zonas más ricas de Buenos Aires. El engorde de los animales se combinaba con la práctica de la agricultura, favorecida con la disminución de los fletes internos- por el ferrocarril- e internacionales- por la utilización de los navíos impulsados a vapor-. Esta combinación entre ganadería y agricultura recibe el nombre de “estancia mixta” y es propia de la campaña bonaerense. Hacia finales del siglo xix, los cereales y la carne vacuna congelada ocupaban los primeros lugares en las exportaciones argentinas. Le seguían en importancia los derivados del ovino- lana y carne-. La carne salada y los cueros tenían u lugar completamente marginal. LAS COLONIAS AGRICOLAS En los comienzos de la expansión agrícola, muchos extranjeros fueron atraídos a la Argentina por la abundancia de tierras fértilesy el sueño de convertirse en colonos, es decir, propietarios de una parcela para cultivar, pero los beneficiados fueron los capitalistas agrarios (terratenientes y comerciantes exportadores). La fundación de las primeras colonias agrícolas fue alentada por las autoridades, en especial la de la provincia de Santa Fe, que facilitaron el asentamiento por los inmigrantes y su acceso a la propiedad de la tierra. Posteriormente, la rápida expansión del ferrocarril y la valorización de las tierras que recorría fueron creando condiciones favorables para la extensión de la colonización privada. Esta consistía en la subdivisión de los terrenos en parcelas que propietarios de tierras, comerciantes y compañías vendían a los inmigrantes europeos mediante el otorgamiento de créditos hipotecarios. “En la provincia de Buenos Aires, en cambio, en una primera etapa, la expansión de la agricultura de cereales fue provocada por el aumento de exportaciones de carnes. Para obtener pasturas artificiales, en un primer momento, los terratenientes bonaerenses utilizan dos sistemas: SISTEMA DE APARCERIA O MEDIERIA. Los estancieros dividían sus latifundios y entregaban parcelas de una extensión variable, según la disponibilidad del capital con que contaran los interesados en trabajar la tierra, que en su mayoría eran extranjeros según este sistema, el
  • 8. terrateniente aportaba el capital fijo y el capital variable necesario para la producción y el productor directo aportaba su trabajo y el de su familia más algunas herramientas. En compensación, el agricultor recibía la mitad del producto de la cosecha, que era considerada propiedad del terrateniente, dueño de la tierra. SISTEMA DE ARRIENDO. El mismo constaba en pagar al terrateniente un arriendo o canon en dinero y disponía del capital suficiente para, además, poner en marcha la producción. Los contratos obligaban tanto a los medieros como a los arrendatarios a realizar una rotación Trienal (cada tres años) de cultivos y sembrar primero lino, luego trigo y por último alfalfa. Fue así como el hecho de trabajar la tierra virgen podía llegar a tener consecuencias en la producción, la misma recaía en los productores directos. “ III. EL CAPITAL EXTRANJERO Estos llegaron principalmente desde Gran Bretaña: en los primeros años del siglo XX, los capitales ingleses representaban el 81% del total de las inversiones extranjeras del país. Entre 1185 y 1890, le periodo en el que se registro el ingreso del mayor flujo de capitales británicos, los principales destinos de estos capitales eran préstamos: Gobierno (35%) Ferrocarriles (32%) Compañías colonizadoras de tierras (24%) Luego de 1890 se noto una disminución del flujo de capitales hasta los primeros años del siglo XX. A partir de entonces y hasta 1914, entre las nuevas inversiones disminuyeron los prestamos al Estado, se mantuvieron las colocaciones en ferrocarriles y en compañías de tierras y se registro un notable incremento de las inversiones en el sector bancario y en frigoríficos. La participación de capitales extranjeros se invirtió en obras que facilitaban el transporte y la comercialización de los productos argentinos en el mercado internacional, como en el caso de Gran Bretaña, que en 1880 su inversión fue de 25 millones de libras esterlinas, y en 1885 de 45 millones, los cuales fueron utilizados para pagar deudas contraídas con empréstitos anteriores, la creación de bancos y la extensión de vías ferroviarias. LA EXTENSIÓN DE VÍAS FERROVIARIAS El ferrocarril configuró el sistema de transporte de la Argentina. Cumplió un papel muy importante en el desarrollo de la agricultura ya que permitió acortar las distancias, haciendo accesibles el transporte de persona y de productos de zonas que estaban muy alejadas de los puertos y de las grandes ciudades. Con el optimismo propio de la época Julio A. Roca destacaba: “…donde el ferrocarril se presenta *…+ brotan como por encanto los productos de la tierra, el comercio y la población”.
  • 9. IV. LAS TRANSFORMACIONES DE LA SOCIEDAD Durante el periodo comprendido entre 1880 y 1914 se produjo una acelerada urbanización asociada al cambio económico y social. Esto significa que las sociedades aumentaron su tamaño y que también creció la cantidad de la población que vivía en ellas; en especial Buenos Aires y Rosario, por ser ciudades portuarias, puertos y cabeceras de la red ferroviaria, y otras como Córdoba, vinculadas a la nueva economía agro- exportadora. De ellas, la ciudad de Buenos Aires, sede del gobierno y de la administración nacional, fue la que más creció en población, actividad económica, construcciones y servicios. En Buenos Aires, Córdoba y Rosario también se desarrollan las pequeñas propiedades agrícolas, talleres y comercios dedicados al abastecimiento de sus necesidades básicas. Miles de inmigrantes recién llegados al país se quedaron en Buenos Aires para trabajar, la mayoría, asalariados y algunos por cuenta propia. En 1895, dos de cada tres habitantes de esta ciudad eran extranjeros. El desarrollo del comercio exterior e interior, de los transportes y de las comunicaciones, de la industria de la alimentación, la construcción edilicia, y de obras de infraestructura, como la del puerto, fomentaron el crecimiento urbano y la modernización. Sin embargo, los contrastes eran notables. En Buenos Aires, en las suntuosas mansiones y residencias del Barrio Norte y La Recoleta convivían los basurales de Parque de Los Patricios y Nueva Pompeya, y con los ranchos y conventillos que albergaban a buena parte de la población. La extensión del empleo asalariado fue conformada un numeroso sector de trabajadores urbanos y rurales, integrado por extranjeros y argentinos La posibilidad de ascenso social, por ejemplo mediante la explotación de pequeños talleres, comercios o chacras contribuyo a la formación de sectores medios tanto en las ciudades como en el campo. El crecimiento económico y la modernización afectaron a todos, pero beneficiaron especialmente a los más ricos, que aumentaron sus fortunas y refinaron sus gustos. La clase obrera de principio de siglo fue creciendo que al fin se integraron a esta clase obrera los trabajadores de las actividades económicas y de las industrias relacionadas con la expansión de las exportaciones agropecuarias y también las integraban los trabajadores, de talleres manufactureros y gremios de la construcción. La cuestión social en esos tiempos fue bien remarcada: los obreros reclamaban por sus derechos, por ser reconocidos, tener mejores condiciones de vida, mejores trabajos o por lo menos tener un sueldo fijo. Su mayor anhelo era que se aplique la democracia. IDEOLOGÍAS OBRERAS: Anarquistas, Socialistas y Sindicalistas Tres tendencias políticas e ideológicas reclamaban el apoyo de los trabajadores; dos de ellos estuvieron presentes desde los comienzos del movimiento obrero y popular; la tercera, más tardía, habría de tener una presencia mucho más perdurable en el Sindicalismo argentino. Anarquistas, socialistas y sindicalistas diferían en sus ideologías, en los fines que proponían a los trabajadores, en sus estrategias y tácticas. Pero también era diferente el segmento de esa masa de trabajadores al que apelaban; de allí sus diversa eficacia, que fue variando a medida que la sociedad popular evolucionaba y se estructuraba.
  • 10. Los Anarquistas básicamente eran artesanos y trabajadores de pequeños talleres, y sobre todo el anarquismo fue aceptado por la masa de trabajadores extranjeros no calificados, analfabetos en su mayoría. Planteaban la acción colectiva a través de sindicatos, la acción directa (huelgas generales), el rechazo a la democracia parlamentaria, la oposición a los partidos políticos, el internacionalismo y el deseo de hacer la revolución. Los anarquistas fueron mayoritarios entre los obreros hasta 1910, y fueron forzosamente perseguidos y marginados. Los Socialistas quienes confiaban en mejorar las condiciones de vida de los obreros a través del parlamento y el voto. Solo en segundo plano se llamaban a las huelgas. El Socialismo apelaba a otro sector del mundo del trabajo, y particularmente a los obreros mas calificados, con un empleo estable. Pero además recluto reclutó simpatizantes en otros sectores de las sociedades urbanas: pequeños comerciantes, rentistas entre otros. Los Sindicalistas que se basaban en el papel revolucionario del sindicato y en la huelga pero, sin descartar la acción parlamentaria. Estos apelaban a los trabajadores incluidos en los gremios numerosos y calificados, como los ferroviarios y los marítimos, también los portuarios. En ellos predominaban los trabajadores que empezaban a ascender socialmente, en casos se trataba de inmigrantes o hijos de ellos radicados. El primer manifiesto socialista promulgaba: ”...La situación de la clase obrera en la republica Argentina es tan mísera como la de nuestros hermanos en Europa, y ya que ellos nos dan ejemplo de entereza de carácter y de amor a la emancipación, sin reparar en los miles obstáculos que tienen que vencer y en la guerra obstinada que les hace la burguesía, no debemos pasar nosotros ese día sin lanzar una protesta unánime contra la clase capitalista que detenta la riqueza que nosotros creamos...” CONFLICTOS SOCIALES Y POLITICOS Algunas de las leyes sancionadas por el Estado durante el gobierno de Roca tuvieron como objetivo enfrentar las protestas de los trabajadores, que reclamaban mejores condiciones laborales. En 1903, el gobierno sanciono la Ley de Residencia que permitía a al Estado expulsar a los extranjeros sospechosos de promover la realización de huelgas o atentados. Las dificultades para mantener el orden social generaron también conflictos entre los dirigentes del partido gobernante, que terminaron con la división del Partido Autonomista Nacional. El Centenario marco el momento más alto de la movilización obrera impulsada por los anarquistas. La de 1910 fue la más importante de las huelgas generales, pero también la ultima por muchos años. Estos grupos dirigentes intentaron mostrar a los visitantes de todo el mundo la modernización que había experimentado el país. Para asegurar la paz social el gobierno suspendió las garantías constitucionales, limito el derecho de reunión y sanciono la Ley de Defensa Social, que agravaba las penas a los agitadores. Valiéndose de esta ley, el gobierno pudo encarcelar a los principales dirigentes obreros y cerrar sus diarios. De esta manera los festejos del Centenario se desarrollaron sin agitaciones políticas o sociales En este periodo las mujeres y niños también trabajaban en la misma cantidad de horas que cualquier obrero pero su salario era muchísimo menor al de un hombre adulto trabajando en la misma industria y trabajo.
  • 11. El proceso la educación impartida por el Estado tenía su función que era apuntar a la enseñanza de la historia argentina ya que creían que era lo conveniente. Y también apuntaron hacia las celebraciones de las fechas patrias como por ejemplo del 21 al 25 de mayo y del 5 al 9 de julio propusieron que se suspendieran las actividades habituales y éstas fueran remplazadas por lecturas, recitaciones y cantos patrióticos relacionados con las fechas. La enseñanza tradicional en Argentina había sido siempre de corte cristiano; era la que había recibido los primeros colonizadores de estas tierras, la que habían aprendido sus hijos, la que habían estudiado nuestros próceres de Mayo y Julio. Toda la enseñanza primaria, secundaria, espacial y universitaria había sido obra de la Iglesia Católica durante 300 años. LA LEY En 1882 se reunió en Buenos Aries un Congreso Pedagógico cuyas resoluciones sirvieron de antecedente a la Ley que se aprobó el 8 de Julio de 1884 y que lleva en número de 1420. Dicha ley, llamada Enseñanza Común, estableció la enseñanza laica, gratuita y obligatoria para los niños de seis a catorce años. Creó también un Consejo Nacional de Educación, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, para el control de la enseñanza y de los fondos escolares. Por su laicismo, que aventaba de cuajo todo carácter religioso en la enseñanza, la ley 1420 suscitó apasionadas polémica, no sólo dentro del Parlamento sino también en la prensa. V. EL REGIMEN OLIGARQUICO DE GOBIERNO Entre 1980 y 1916 la dirección política de la Argentina estuvo en manos de un grupo minoritario de personas, que pensaban que el país debía ser gobernado sin la participación de la mayoría de los ciudadanos en la vida política. Por estas razones se hablaba de “gobiernos conservadores” para referirse a los gobiernos que se sucedieron en el poder entre dichas fechas. Esta minoría, que ejercía la dirección de la política y la economía del país, era conocida con el nombre de OLIGARQUIA, palabra de origen griego que significa “el gobierno de unos pocos”. El fundamento ideológico del régimen oligárquico fue: El orden y el progreso; basado en el POSITIVISMO. EL FRAUDE La continuidad de este sistema político restrictivo durante 36 años fue posible porque los conservadores controlaban las elecciones, y porque los ciudadanos tenían escasas participación en los comicios y en la vida política en general. Los conservadores se basaban en las ideas de muchos pensadores del siglo XIX- como el tucumano Juan Bautista Alberdi-, que creían que solo algunos ciudadanos estaban capacitados para elegir sus gobernantes y para ser elegidos como tales. Estos pensadores consideraban que
  • 12. la mayoría de la población, que carecía de riqueza, educación y prestigio social, no tenía la capacidad suficiente para participar en las elecciones. Por esta razón pensaban que el sufragio universal significaba el “TRIUNFO DE LA IGNORANCIA UNIVERSAL”. El control de las elecciones se realizaba a través de varios mecanismos ilegales que permitían garantizar el resultado deseado. Uno de esos mecanismos consistía en vigilar el empadronamiento de los ciudadanos. Para poder votar, era necesario anotarse en un registro electoral, o padrón, y las comisiones empadronadoras podían decidir quienes reunían las condiciones para ser inscriptos en el padrón, y así, habilitar o impedir el voto e de determinadas personas. Además de no ser obligatorio, el voto era “cantado” o publico, lo que permitía a los partidarios del gobierno presionar a los ciudadanos comunes, tanto para que votaran por determinados candidatos como para que dejaran de hacerlo. También era frecuente que durante las elecciones se enfrentaran grupos armados, que se amenazaran a los opositores para impedirles votar, que se robaran documentos de identidad o se compraran votos; asimismo era habitual que una misma persona votara varias veces el mismo día, que se usara documentación de personas muertas y que se modificaran los resultados. Estos mecanismos bloqueaban la posibilidad de los opositores de acceder a los cargos gubernamentales a través de la competencia electoral. También limitaba los derechos de los votantes y atentaba contra las expectativas de los ciudadanos de incidir en los resultados. Por esas circunstancias, la mayoría de los ciudadanos prefería no ir a votar los días de elecciones. Por otra parte, quienes votaban no elegían directamente a todos sus representantes, como sucede en la actualidad. En ese entonces se elegían electores, que integraban juntas electorales en cada provincia y un Colegio Electoral nacional. Estos electores eran libres de elegir a su candidato y, en la práctica, el apoyo de los electores a un candidato dependía de las negociaciones entre los gobernadores de las provincias y otros dirigentes conservadores. LA ELITE TRADICIONAL El sector de mayor poder económico y social estaba integrado por familias criollas tradicionalmente vinculadas con el comercio de exportación de cereales y carnes. Dicho grupo no era homogéneo, ya que el poder político y la riqueza no estaban distribuidos de igual forma entre sus miembros. El núcleo principal de la elite estaba formado por unas 400 familias, fuertemente ligadas entre si por sus intereses económicos, por pautas culturales comunes y por relaciones establecidas en ámbitos sociales exclusivos, como clubes o asociaciones privadas.
  • 13. En 1880, con la expansión económica esta se amplió. Aparecieron nuevos sectores de comercio de exportación comerciantes, financieros y banquitas. POSITIVISMO: GARANTÍA DEL PROGRESO El Positivismo Argentino se inspiró en el Darwinismo. El Positivismo ofreció respuestas a los Problemas planteados por los que se dio en llamar la irrupción de las multitudes en la historia Argentina. El concepto que se tenía de multitudes era el de una fuerza fenomenal, pero carente de inteligencia y raciocinio. Esto se dio en toda A. Latina; Donde la ciencia logró constituirse como la forma dominante de conocimiento, y sus avances intentaron explicar las desigualdades Sociales. Llego a implementarse la frase: "El Gobierno de los Aptos". Donde se consideraba apto a los ricos o grandes terratenientes. “LA GENERACION DEL 80 ERA LIBERAL Y CONSERVADORA” Era una de las formas de nombrar al conjunto de hombres Que tuvieron a su cargo la dirección económica, política y cultural del país entre 1880- 1890. Dicha generación formaba parte de la clase social más elevada que por entonces era llamada elite y por supuesto del gobierno en las presidencias de Roca y Juárez. A la generación del 80 se la conocía como un grupo determinante ya que aunque no compartían siempre las mismas opiniones sobre algún asunto en particular, podíamos identificarlos por sus coherentes principios e ideas fundamentales. Su proyecto con respecto a la economía causo el desarrollo y organización de la misma, desde 1880 así como también influyo en el desarrollo de la Argentina. VI. LA CRISIS DEL REGIMEN OLIGARQUICO Y EL SURGIMINETO DE LOS PARTIDOS POLITICOS MODERNOS En junio de 1890, el gobierno anuncio que dejaría de pagar los intereses de la deuda externa y, como consecuencia de este anuncio, se desató una profunda crisis económica: algunos bancos cerraron sus puertas, se paralizaron las obras públicas, los salarios de los trabajadores bajaron y aumento la desocupación y la pobreza. Debido a esta situación muchos inmigrantes decidieron retornar a sus países de origen. Unos meses antes, a fines de 1889, se había formado en Buenos Aires una nueva agrupación política, la Unión Cívica de la Juventud, que dirigía Leandro N. Alem, Bartolomé Mitre y José Manuel Estrada. La Unión Cívica- tal como se la conoció desde 1890- se oponía a la política de Juárez Celman y a la manera en que los conservadores restringían la participación de los ciudadanos en la vida política. En junio de 1890 aprovechando la crisis económica y además que el régimen gobernante no encontró una solución política adecuada a las transformaciones económicas y sociales, este grupo unidos a otros disconformes y apoyados por algunos militares, llevo adelante una revolución armada contra el gobierno, conocida como la Revolución del Parque o también llamada Revolución del ´90.
  • 14. Aunque la revuelta fue aplastada, Juárez Celman renuncio a la presidencia y el vicepresidente Carlos Pellegrini se hizo cargo del gobierno. LOS PARTIDOS POLITICOS MODERNOS Durante la década de 1890 comenzaron a formarse dos partidos que aun existen en la actualidad: la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista. Estas agrupaciones fueron las primeras en tener una organización interna, que aspiraban a perdurar más allá de un acto eleccionario y que tenían un programa prestablecido, sobre el que confiaban su acción. Hasta ese momento no había partidos de este tipo en la política argentina. Los conservadores eran solo una alianza entre distintos grupos sin una estructura organizativa fija. LA UNION CIVICA RADICAL Liderada por Alem, la Unión Cívica Radical (UCR) fue creada en 1891, cuando se separo la Unión Cívica porque algunos de sus dirigentes se habían aliado con el gobierno que encabezaba Pellegrini. El resto de la Unión Cívica, conducida por Mitre, paso a denominarse Unión Cívica Nacional (UCN). El radicalismo se organizo por medio de clubes partidarios denominados comités, los cuales se instalaron en diferentes lugares del país. En las ciudades recibió el apoyo de profesionales, universitarios, artesanos y comerciantes, los cuales eran nietos o hijos de inmigrantes. En el campo eran apoyados por chacareros y algunos terratenientes. En el año de 1893, durante la presidencia de Luis Sáenz Peña (1892-1895) el radicalismo encabezo varios levantamientos revolucionarios que no lograron tener éxito. Luego del suicidio de Alem, en 1896, el partido quedo bajo la dirección de su sobrino, Hipólito Irigoyen La conformación y objetivo de la Unión Cívica Radical eran entre otros: En sus orígenes. La dirigencia radical estaba integrada por miembro de la elite Sus principales demandase se referían a la eliminación del fraude y no se proponían reformas significativas del orden socioeconómico o una redistribución importante del ingreso Esta unión adopto como base de organización institucional el sistema de convenciones, que era la estructura institucional de los partidos políticos de los Estados Unidos. Según dicho sistema, los candidatos a ocupar los cargos electivos eran elegidos por los delegados del partido, que representaban a las diferentes regiones del país, reunidos en una convención. Además buscaron nuevas formas de comunicarse con la sociedad y así lograron q se adhieran un sector bastante importante: los centros urbanos. Desde los principios la base social de la UCR se mantuvo una coalición que incluía tanto a los sectores medios como a miembros del grupo de los terratenientes, de por si con mucho poder. LA UCR Y LA UCN Las principales diferencias que podemos encontrar entre ambas ideologías van a ser que la Unión Cívica Nacional, dirigida por Mitre, propuso una especie de “acuerdo” con el gobierno y
  • 15. luego de unos años sus dirigentes y partidarios formaron parte de los gabinetes y se ocuparon como legislativos y en la administración del Estado. En cambio la Unión Cívica Radical, dirigida por Alem, se oriento hacia la “intransigencia”. Sus dirigentes legitimidad al acuerdo y a los comicios que lo legislaban y decidieron mantenerse ligados a la resistencia. Y es así como para concluir que la Unión Cívica Radical va a de alguna manera va a buscar que la sociedad mantenga una relación de abstencionista con el gobierno y la Unión cívica Nacional va a preferir una relación entre la sociedad y el Estado de concurrencia. EL PARTIDO SOCIALISTA El partido socialista fue fundado en el año de 1896, y se lo considera como la unión de varios grupos de obreros que ya participando desde algunos años atrás. Liderados por Juan B. Justo, los socialistas que proponían llegar al congreso para poder sancionar leyes que mejoraran la situación laboral y social de los trabajadores con este objetivo se preocuparon por organizar a los trabajadores en sindicatos y comienzos del siglo XX empezaron a participar con sus propios candidatos en las elecciones a diputados y a tratar de convencer a los extranjeros de que obtuvieran la ciudadanía argentina para poder votar. A pesar de su capacidad para poder organizarse el socialismo no obtuvo mucho apoyo por parte de la sociedad. Su mayor influencia la ejerció en la ciudad de Buenos Aires. El poder electoral del partido socialista residía fundamental en los obreros, pero sus dirigentes provenían de sectores medios urbanos y en su mayoría eran profesionales. El PS apoyo desde el punto de vista económico a la consolidación y expansión del modelo agrario exportador, haciendo así que la llamada “abstinencia” consuma por medio de la estrategia o patrón de distribución de la riqueza a favor de los sectores populares urbanos. De este modo los socialistas buscaron conformar una alianza urbana entre los obreros y los sectores medios que obtuvieran ingresos bajos como por ejemplo los empleados del transporte, el comercio y la industria. Cuando nos referimos a su plataforma política hablamos de que el partido propuso nuevas normas obreras tales como la jornada de ocho horas para el trabajador, aumento de salarios, reconocimiento sobre el derecho de huelga y un régimen especial sobre el trabajo ejercido por mujeres y niños. Los principales pensadores de dicho partido en al argentina fueron: Juan B. Justo y Alfredo Palacios. VII. LA LEY SÁENZ PEÑA (1912) Roque Sáenz Peña ni bien asumió la presidencia, en su primer mensaje ante el Congreso Nacional, manifestó sus ideas sobre el sufragio libre, obra que se proponía concretar. La Reforma Electoral proyectada por el Ministro del Interior, Dr. Indalecio Gómez, requería una Ley de Enrolamiento General de los ciudadanos nativos y naturalizados y la confección de un nuevo padrón electoral. Con estas medidas el Poder Ejecutivo perdía la posibilidad de preparar los padrones electorales, como lo venía haciendo, a su beneficio. El enrolamiento estaba a cargo ahora del Ministerio de
  • 16. Guerra y el Poder Judicial tendría que indicar quienes organizarían las elecciones y quienes estarían en condiciones de votar. El proyecto de Ley electoral estuvo listo a fines de 1910 y fue aprobado luego de arduos debates. La Ley Sáenz Peña, puesta en vigencia en 1912, establecía: Voto secreto, libre, individual, obligatorio. Sistema de lista incompleta: la mayoría obtenía 2/3 de los cargos y el tercio restante lo ocuparía la primera minoría. El radicalismo abandonó su actitud abstencionista y triunfó en las elecciones de Santa Fe de 1912 y en las elecciones para diputados nacionales de ese mismo año, por la capital. Los partidos políticos, como consecuencia de la Ley Sáenz Peña, tuvieron que reorganizarse: revisar sus Cartas Orgánicas, crear centros seccionales o comités, convocar a convenciones o congresos y elaborar plataformas electorales. DATOS EXTRAS Primera: El grupo dirigente del ’80 adhiere al liberalismo económico pero practica un claro conservadurismo político reservándose el manejo de los mecanismos del poder al considerarse los únicos aptos para detentarlo. El uso del fraude electoral es moneda corriente y está facilitado por el sistema de voto cantado, la inexistencia de padrones oficiales y el ejercicio de la intimidación y la violencia. En Argentina los partidos políticos o grupos políticos y sus títulos son un poco confusos en términos de la historia europea. Se usa el término liberal y conservador, por ejemplo en la historia inglesa para designar partidos claros. En Argentina esa diferencia no existe porque normalmente el liberal es lo que entendemos ahora por conservador. Gobernaba un solo bloque y dentro de ese bloque convivía el temperamento conservador, si por temperamento conservador se entiende conservar las posiciones de poder adquiridas, con el temperamento liberal, si por temperamento liberal se entiende la apertura a un horizonte de reformas que en aquella época era muy importante. http://www.elhistoriador.com.ar/articulo… Segunda: Para las elecciones de 1886, Roca logró imponer la candidatura de su concuñado Miguel Juárez Celman, ex gobernador de Córdoba, quien, elecciones fraudulentas mediante asume la presidencia de la Nación. A poco de asumir, Celman declara: "No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre es errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias. El hecho del fraude, si es que existe, será obra de los partidos en lucha; pero no vemos qué intervención pueda haber tenido en el Poder Ejecutivo Nacional". El nuevo presidente asume también la conducción del Partido Autonomista Nacional (PAN), transformándose así en el jefe único. A este régimen se lo conoce como "El Unicato". A través de él, Juárez Celman y sus socios controlan todos los resortes del poder.
  • 17. De esta forma, los negocios públicos y los privados se complementan. Ricos empresarios incursionan en la política; funcionarios y políticos lo hacen en los negocios. Esto da lugar a grandes negociados y generaliza la corrupción en la administración estatal. http://www.elhistoriador.com.ar/biografi… Tercera: A fines de 1889, con el descontento de la población a su favor, la Unión Cívica (UC) -el primer partido orgánico argentino- se propuso derrocar al presidente Miguel Juárez Celman. La Revolución fracasó, pero el titular del Poder Ejecutivo renunció. Asumió el vicepresidente Carlos Pellegrini. En 1891 la UC se partió en la Unión Cívica Nacional (UCN) liderada por Bartolomé Mitre, y la Unión Cívica Radical (UCR) bajo Leandro N. Alem. A tres años de la Revolución llamada del Parque, el movimiento revolucionario no se había calmado del todo. Esta vez, Alem quería derrocar a Luis Sáenz Peña. Los estallidos fueron contestados con una fuerte represión hasta que en el 95 el presidente renunció. En 1905 el líder radical, Hipólito Yrigoyen, intentó evitar la segunda presidencia de Julio A. Roca. Pero la revolución fracasó. http://www.clarin.com/diario/especiales/… 1880-1886 Situación Política de Salta 1880 – 1886 Paula Alonso Salta ha sido repetidamente signada en la historiografía como una de las provincias que mejor se acomodó a la nueva política nacional inaugurada en el ochenta. La fuerte presencia de ministros salteños en los sucesivos gabinetes nacionales y el hecho de que entre 1880 y 1916 no experimentara ninguna intervención federal, llevó a concluir que la provincia disfrutó de la protección del gobierno nacional y que la oligarquía salteña componía un grupo excepcionalmente homogéneo, sin fisuras internas, que le permitía adaptarse mejor que otras provincias a las reglas del juego. Estas premisas, sin embargo, han sido recientemente revisadas. En el primer quinquenio del ochenta, la llamada homogeneidad salteña comprendía una realidad mucho más compleja y la llamada protección del gobierno nacional, con su implicancia de docilidad y subordinación, esconde la autonomía política de la que gozó la provincia durante estos años para manejar sus asuntos e ignora el abierto enfrentamiento que tuvo lugar entre el gobernador y el presidente con motivo de las elecciones presidenciales de 1886. La autonomía de la política salteña responde en parte a la consolidación del Club de la Juventud durante la década anterior el cual agrupó a los antiguos constitucionalistas, federales o autonomistas y llevó a Juan Manuel Solá a la gobernación inaugurando un período del dominio de dicha agrupación sobre la política provincial que se extendería hasta 1885 cuando el mismo Solá vuelve a ser gobernador de la provincia. Para las elecciones presidenciales de 1880 el Club de la Juventud sostuvo la candidatura de Roca. El Club de la Juventud se mantuvo posicionado confortablemente en el gobierno de la provincia, distribuyéndose entre sus miembros los cargos electivos y los de la administración pública y, aunque no pudo evitar cierta heterogeneidad y disputas internas por los cargos, su relativa cohesión y la ausencia de alternancia en el gobierno de partidos opositores hacía incluso innecesaria la injerencia del presidente como mediador al mismo tiempo que dificultaba la imposición de sus preferencias. Como en la mayoría de las provincias, la política provincial se vio sacudida por la política nacional. Las primeras inserciones del rochismo comenzaron a sentirse a mediados de 1882 pero sin grandes efectos hasta mediados de 1885 cuando los lineamientos entre rochistas, irigoyenistas y juaristas se perfilaron más abiertamente tanto en la política nacional como en la
  • 18. provincial. Mientras los grupos juaristas se mantenían inertes, los irigoyenistas lanzaron su organización bajo el liderazgo de José María Solá (sobrino del gobernador), y los rochistas contaron con el decidido apoyo del mismo gobernador Solá. La situación en Salta se complicaba por un calendario electoral cuya secuencia hacía necesario acordar varias cosas de una vez: las elecciones para gobernador estaban fijadas para el 31 de enero, las de diputados nacionales para el 7 de febrero, y para electores de presidente y vice el 17 de abril. Luego de intensas negociaciones en enero de 1886 juaristas, rochistas e irigoyenistas se pusieron de acuerdo: Martín Miguel Güemes (nieto del caudillo provincial y ministro de gobierno de Solá hasta que fue forzado a renunciar una vez que se declaró abiertamente juarista) sería elegido gobernador y, a cambio, los irigoyenistas obtendrían una diputación nacional para José María Solá, y los rochistas se quedarían con la otra diputación (para Delfín Leguizamón), el ministerio de gobierno y todos los electores a presidente y vice.3 El acuerdo era ampliamente favorable a los rochistas y así fue entendido desde Buenos Aires: mientras que Dardo Rocha le daba su apoyo decidido Roca acusaba de traición al gobernador Solá.grado de incertidumbre sobre si el pacto sería cumplido en su totalidad. En las elecciones de diputados del 7 de febrero, a través de una trampa, los rechistas cambiaron la candidatura de J.M. Solá por uno de los suyos aumenta n d o su poder en la provincia y las sospechas de que no permitirían que Güemes asuma la gobernación. Las tensiones provocan renuncias ministeriales, cambios en jefaturas del ejército apostado en la zona, un intenso tráfico de armamentos (muchos de ellos enviados a Güemes por Juárez Celman y por Carlos Pellegrini), y rumores constantes de revolución en la provincia.5 En dicha atmósfera tuvieron lugar las elecciones para electores de presidente y vice. Temiendo su resultado, los juaristas apelaron a una última y desesperada táctica decidiendo evitar la elección en ocho o diez departamentos de los 21 en que se dividía la provincia, ya que la ley indicaba que de no efectuarse elecciones en al menos dos tercios de los distritos, las elecciones se declaraban nulas. El plan tuvo éxito: un informe enviado por la Junta Electoral al Congreso Nacional, comunicó que las elecciones presidenciales de la provincia debieron ser declaradas nulas por no contar con el mínimo suficiente de actas electorales.7 Los votos de Salta, por lo tanto, no fueron computados en las elecciones presidenciales de 1886. ¿Qué podemos concluir de la experiencia salteña? En primer lugar, puede confirmarse la autonomía de la política provincial de la injerencia de Roca durante su administración. Dicha autonomía se evidencia en la ausencia de intromisiones directas del presidente para candidaturas provinciales o nacionales (salvo tímidas y poco exitosas insinuaciones); en que una vez definidas las ligas nacionales, en Salta no se organiza una facción roquista; en la forma en que el gobernador Solá insiste en continuar apoyando al rochismo aunque esto significara un enfrentamiento directo con el presidente; en la forma en que los rochistas triunfan en las elecciones a diputados nacionales; y, finalmente, en el último truco arriesgado y desesperado al que los juaristas recurren para evitar que los votos de Salta se computen para los Partidos Unidos, un plan que se organiza desde la provincia, sin injerencia directa del gobierno nacional. El presidente permitió el desarrollo de los sucesos sin intervenir ni personal ni institucionalmente. Naturalmente, se enviaron armas a los juaristas y se realizaron movimientos en el ejército, tanto de oficiales como de distribución geográfica de batallones. Pero estas
  • 19. operaciones no fueron lo suficientemente amenazadoras como para que los rochistas, o el mismo gobernador Solá dieran marcha atrás en sus planes. Salta quedó en manos de Güemes a nivel provincial y de Juárez a nivel nacional, aunque la victoria fue al principio parcial ya que Güemes debió compartir el poder con sus opositores En Salta, así como en el País también competían las conducciones nacionales del Autonomismo y del Liberalismo, el establishment político local se había bifurcado peligrosamente. El Gobernador Benedicto Fresco había apoyado la candidatura del Inspector General de Armas Cnel. Juan Solá, y el Comandante Napoleón Uriburu la del Dr. Andrés Ugarriza, produciéndose una suerte de empate electoral que dió lugar a multas, suspensiones e intimidaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo, lo cual movió a la oposición a reclamar la intervención federal. Este pedido de intervención desató en Buenos Aires una intensa división interna que se trasladó del gabinete nacional al parlamento, a la justicia, e incluso al seno de los partidos políticos. En efecto, el Ministro del Interior Simón de Iriondo y el de Instrucción Pública Enésimo Leguizamón se manifestaron a favor de la intervención federal; y el de Guerra, Adolfo Alsina, el de Relaciones Exteriores, Dr. Bernardo de Irigoyen, y el de Hacienda Dr. Victorino de la Plaza, en contra, por sostener que un conflicto de poderes interno a una provincia no era susceptible de ser sometido a la consideración del Congreso sino al Poder Judicial. En el Congreso Nacional, mientras el Senado, con el voto de Aristóbulo del Valle y de Sarmiento, se declaraba partidario de la intervención; la Cámara de Diputados se opuso, con el voto y la opinión fundada de Luis Lagos García, Miguel Cané, Guillermo San Román y Carlos Pellegrini; y contra el parecer de Vicente Fidel López, Eduardo Wilde, Pedro Uriburu y Delfín Gallo, favorables a la intervención. Y en el seno del Autonomismo, la postura de Del Valle --opuesta a la de Alsina- provocó la fractura de dicho partido dando orígen al Partido Republicano. Desechada la intervención, se realizaron nuevos comicios y resultó Solá triunfador, a quien el Presidente Avellaneda le comunicó que esperaba hiciera un gobierno de conciliación. Al salir elegido Solá y derrotado Ugarriza (el candidato del Comandante Uriburu), la situación se volcó a favor de la candidatura presidencial Autonomista, partidaria de Alsina, pero al reformarse la Constitución de Salta y entrar a regir el Colegio Electoral, como única fuente en la designación de los futuros Gobernadores, se acentuaron las tensiones del Autonomismo con el Mitrismo, hasta llegar al borde de la intervención federal. En la nueva contienda electoral por la Gobernación se perfilaba como ganador al candidato Francisco J. Ortiz. Fué entonces que la oposición a Ortiz se trató de hacer con la candidatura Olegario Ojeda. Pero un inesperado telegrama de Luis del Carril hizo desistir a este último. El deseo de Ojeda era que en la futura cuestión presidencial, Salta se alineara con Córdoba, San Luis y Mendoza, a favor de Roca, para de esa manera poder "...haber dicho que tenés en tu mano [la de Roca] la solución del problema". Efectivamente, si Roca hubiera tenido en 1877 el voto de Salta en sus manos, ya sea por haber sido aceptada la candidatura de Ojeda, o por haber triunfado en la Cámara de Diputados de la Nación la tesis intervencionista, promovida por el Senado, con el apoyo de los Senadores Aristóbulo del Valle y Domingo F. Sarmiento, y haber sido el propio Roca designado Interventor, "...podríamos haber contado en tu poder con la mitad de los votos, pues Salta habría arrastrado a Jujuy y Mendoza a San Juan". Al año siguiente, en 1878, si los que gobernaban a Salta, decía el ex-Gobernador Delfín Leguizamón, "...ven que la candidatura Tejedor tiene probabilidades de triunfo arrearán, con uno de los que puedan pasar por autonomistas, como sería [Moisés] Oliva, o algún otro". Pero si la candidatura de Oliva fracasara, y fueren los Mitristas los favorecidos por la fortuna, "...ellos
  • 20. seguirán como están y será [Francisco J.] Ortiz quien manejará estos negocios, como lo hace ahora, y lo hará también en caso contrario, aún cuando [Ortiz] no aparezca como principal actor". Pero el verdadero factor desequilibrador en Salta lo constituía el clan de los Uriburu, partidarios del Liberalismo Mitrista. Lo peor de esta experiencia política era, para el candidato a Gobernador Olegario Ojeda, amigo y camarada del Coronel Julio A. Roca, que "...[los Uriburu] nos han embromado al embromarse, pues si Solá sale de Gobernador, la provincia pertenecería a [la candidatura de] Alsina en la próxima lucha electoral, y si sale [Francisco] Ortiz, a Mitre". Los Uriburu, "...hubieran podido hacer aceptar por los adversarios [Autonomistas] un candidato que les ganara en 1879, el primero le manifestaba que "...más hoy o más mañana tenía que suceder un enfriamiento y tal vez una ruptura en política, puesto que somos elementos eterogéneos en la política nacional. El [Francisco J. Ortiz] es Mitrista y toda mi familia Roquista, mal podemos conservar solidaridad en ideas cuando somos los polos opuestos". Tres meses después, Figueroa le informaba a Plaza que en la elección que la Legislatura debía hacer del Senador Nacional, como cada día que pasaba la facción pro-Plaza iba ganando terreno, los seguidores de Ortiz precipitaron la elección de Juan Martín Leguizamón para antes que arribara el Veedor Dr. Uladislao Frías. Para peor, habiendo llegado las actas de Orán con el voto de tres Diputados de la familia Figueroa a favor de Victorino de la Plaza, la Junta Electoral, al influjo de los Ortices, no quizo recibir dichos votos. El motivo de la derrota de Plaza frente a la candidatura de Leguizamón, se debería según Ortiz a "...que sus trabajos fueron tardíos". No obstante este primer fracaso, Figueroa no se arredró, y dos meses mas tarde le escribe a Plaza manifestándole su satisfacción porque "...he podido mover a toda mi familia, que como un solo hombre se ha puesto de pié a trabajar por Ud. eliminando compromisos de antemano". Lo que más le satisfizo fué que su sobrino AbrahámEchazú, "...deseoso de complacerme ha renunciado su candidatura para que no se pierda en la Provincia un sólo voto de los que pudieran a Vd. perjudicarlo". Por cierto este apoyo no era gratuito, por cuanto al final de la extensa carta Figueroa le recordaba a Plaza "...la recomendación que le hice de las pagas de las mensualidades de la proveeduría [del Regimiento 12 de Línea] de mi hermano Dn. Octavio Figueroa". Dueños los Ortices de la situación de Salta, logran finalmente imponer como Gobernador, la candidatura de Miguel S. Ortiz, la cual "...ni los mismos Uriburus cuyo odio es de raza, le harán oposición". Para consumar sus propósitos, los Ortices llevaban a la rastra al Gobernador Moisés Oliva, para lo cual les fué preciso poner de Ministro de Gobierno a Miguel Tedín "...siendo fácil hacerlo sin estos recursos pues Oliva es peor que Solá, que es cuanto se puede decir". Pareciera ser que en 1890 el Río de la Plata volvió a experimentar un enfrentamiento militar, para posteriormente, luego del Acuerdo Roca-Mitre, entre 1891 y 1897, registrar una nueva lucha eminentemente política. Las causas de la acentuación regresiva, practicada con la represión militar, en 1890, la atribuyen algunos autores a la pérdida --por parte de la burguesía mercantil-- de hegemonía intelectual a manos de una nueva burguesía terrateniente; y al temor de la burguesía mercantil a una movilidad política y social descendente, provocada por la emergencia de una nueva elite política de origen provinciano y una nueva burguesía terrateniente, derivada de la Conquista del Desierto y de la llamada entrega de la tierra pública.
  • 21. Como es sabido entre las causales que desataron la crisis del 90, se destacó también la debacle financiera y la corrupción bancaria. La crisis del 90 marcó la reversión del segundo ciclo del primer período de expansión, registrado por Di Tella y Zymelman (1885-1892). Sin embargo, Suter (1995) aclaró que las crisis financieras en Argentina fueron breves debido a la presteza con que se superaron las fases de contracción económica. Es también sabido históricamente que los intensos y prolongados procesos inflacionarios, al generar abruptos cambios en la estructura del poder económico y enriquecer a algunos para empobrecer a otros, aceleran ficticiamente la movilidad social trasladando sus efectos nocivos en forma inmediata a la esfera política. Por el contrario, los procesos deflacionarios, al cristalizar los cambios en la estructura del poder económico, frenan la movilidad social. Las rebeliones contra los gobiernos Juaristas, contra los gobiernos del Acuerdo Roca-Mitre y contra el nepotismo, fueron el común denominador que vinculó las inquietudes opositoras o revolucionarias producidas en todo el país y en cada una de las provincias. Sin embargo, el impacto de la Revolución del 90 no fue inmediato y no pudo en la mayoría de las provincias desplazar del poder a los gobernantes del P.A.N. En muchas de las provincias del Norte (Salta y Jujuy), del Noroeste (Catamarca y La Rioja), del Oeste (Cuyo) y del Litoral (Santa Fé, Corrientes y Entre Ríos), los gobiernos surgidos en tiempos de Juárez Celman lograron perpetuarse. Sin embargo, meses o años después aquel impacto se hizo sentir con retrasos diversos y con intensidad diferenciada. Esta realidad nos ha llevado a formular una serie de preguntas específicas: ¿que factores intervinieron para que las rupturas y crisis políticas provinciales --La Rioja en 1891 y 1898; Catamarca en 1898 y 1899; Tucumán en 1893; Santiago del Estero en 1890, 1892 y 1908; San Luis en 1893, 1896, 1904 y 1906; San Juan en 1907; y Corrientes en 1893 y 1907 (Cuadro I)-padecieran de una arritmia tan marcada? ¿la coalición autoritaria en el poder, que reprimió la revuelta, obedeció a sentimientos paranoicos de una elite político-cultural atemorizada por una movilidad política y social descendente?; ¿guardó una relación de contagio directo la Revolución del Parque (1890) con las sublevaciones Radicales de Catamarca, La Rioja y San Luis y la rebeliones Liberales de Corrientes?; d) ¿arrastraban estas provincias agravios anteriores que se ligaran con las reminiscencias de la dictadura Rosista y de la modernidad colonial-absolutista aún subsistentes en ellas?; ¿cuánto debían pesar en esta política los torniquetes económico (irrigación), bancario, periodístico, telegráfico y educativo?. La resistencia al Acuerdo en la Provincia de Salta En Salta --perteneciente al subsistema político del Norte-- la hegemonía la disputaban en esta etapa pos-revolucionaria el Autonomismo Roquista y los Cívicos. El Gobernador Pedro José Frías (h),al igual que la mayoría de los Gobernadores, pudo a duras penas sortear el vendaval producido por la Revolución del Parque. Al mes de ocurrida la misma, en agosto de 1890, la opinión pública de Salta exigía Pedro José Frías
  • 22. "...el cambio de Ministerio, y no está lejos el día que exija la renuncia del Gobernador Pedro José Frías, teniendo en consideración su procedencia Güemista o arcanista,...pues la repulsión a la influencia del Senador [Martín Gabriel] Güemes se acentúa por hora". También la oposición, constituida por los Cívicos, se dividió en Salta en dos facciones, por un lado los llamados disidentes, encabezados por Delfín Leguizamón Cobo, entregado políticamente al Dr. Ángel M. Ovejero, y por el otro los güemistas, encabezados por los Dres. Domingo Güemes Castro y Aniceto Latorre, ligados al Modernismo, facción política de orden nacional que respondía al liderazgo de Roque Sáenz Peña y que estaba nutrida por el Carcanismo (seguidores de Ramón J. Cárcano). La división fue acentuada por las elecciones de Senador en Rosario de Lerma y las elecciones municipales de la ciudad de Salta del 7 de diciembre de 1890 "...a tal punto que me parece muy difícil una aproximación entre los unos y los otros, [pues] hubieron balazos, cuchilladas, y pedradas y el consiguiente cortejo de una media docena de víctimas, siendo grande la irritación". Al comienzo, la facción dirigida por Leguizamón se sirvió del Güemismo "...con el cual a podido vencer en las dos elecciones mencionadas, y es probable que continúe en esta alianza, lo que sin duda sería un peligro para esta Provincia". Delfín Leguizamón Si Leguizamón se descuidaba y seguía confiado en dicha coalición, manteniéndose en el gobierno el Dr. Frías, "...habría de temerse la vuelta del gauchito [Martín Gabriel] Güemes y de su influencia". En cuanto a las verdaderas motivaciones que movilizaban a los líderes de la oposición las opiniones diferían. Ángel Quirós le aseguraba a Roca que Delfín Leguizamón y el Gerente del Banco Nacional Pío Uriburu Castro, eran una suerte de arribistas u oportunistas, pues "...no son Mitristas ni Roquistas, y solo buscan apoderarse y asegurarse del Gobierno de la Provincia para restablecer su fortuna particular". Leguizamón no hacía otra cosa que preparar elementos para suceder a Frías, "...importándole muy poco que los Roquistas o los Cívicos ganen la jornada". Leguizamón era para Quirós "...un traficante político en toda la estención de la palabra: está arruinado y quiere hacer su fortuna por medios políticos buenos o malos". Quirós le aconsejaba a Roca que viviera "...prevenido con esta clase de gente, entre la cual puedes contar al muy conocido Dr. Angel M. Ovejero, capaz de todas las claudicaciones posibles, y aquí nadie le tiene fé en esta ciudad". Para sortear la descomposición que la aparición de Martín Gabriel Güemes, (a) "El Caballero de los Trapos Sucios", produjo en las filas del Partido Nacional, Uriburu y Leguizamón elaboraron una estrategia combinada. Para ello convinieron "...en aparentar cierta frialdad en nuestras relaciones". Habiendo creído Güemes en el rompimiento entre Uriburu y Leguizamón, creció en audacia y mostró todo su juego, pues a juicio de Uriburu, Güemes pertenecía al mencionado
  • 23. Modernismo, ya que "...no es Acuerdista ni responde, de ninguna manera a la política del Gobierno. Está con la fracción radical del partido nacional [PAN], de la cual es jefe el Dr. Roque Sáenz Peña". Dos años después, en carta de febrero de 1892, el ex-Canciller Francisco J. Ortiz le informaba a Roca que "...aquí impera lisa y llanamente el Carcanismo puro con Güemes y Frías a la cabeza y les garanto que siguiendo esto así los electores para Presidente serán todos Sáenz-Peñistas". Frías sigue, a juzgar por una carta del periodista Ricardo López, "...más las impresiones del corazón que las de la política puesto que en ningún caso puede llamársele a Frías un hombre político. Jamás ambicionó la gobernación ni puesto alguno; aceptó el gobierno porque se lo exigió Güemes, y en él no se ha cuidado nunca de hacer círculo ni crear prestigios para ulterioridades. Es un hombre bueno, moderado, pasivo, en otras circunstancias nacionales sería un buen patricio". El peligro que significaba la renuncia de Delfín Leguizamón al Ministerio de Gobierno, era que Frías, dada su bondad y su ninguna aspiración política quedara obediente a las inspiraciones de Güemes. Si Frías llegaba a nombrar un Ministro de Gobierno de filiación Güemista, a juzgar por lo que Ricardo López le transmitió a Roca, "...Leguizamón en ocho días estaba perdido". Sin embargo, al año siguiente, Leguizamón sorteó la situación y alcanzó la gobernación. La transitoria coalición de Güemes con el Gobernador Leguizamón, al contar con "...la impunidad altamente anti-política del Gobernador, tratan a capa y espada de hacer triunfar las candidaturas [a Ministros de Gobierno y Hacienda] de [Pedro José] Frías y [Carlos] Grande". En cuanto a Carlos Grande, aparentemente representaba a las clases más bajas de la población salteña, por cuanto Ángel M. Ovejero le confesaba a Roca, que la candidatura de Grande, su primo segundo, "...todos la repudian como una vergüenza...pero es bueno que Vd. sepa para que juzgue lo que pasa en esta sociedad, que hasta hace ocho años su profesión era comediante en las aldeas de Chile". El eventual triunfo en su designación como Ministros de Frías y de Grande sería, en opinión de Francisco F. Cornejo Usandivaras, un triunfo del Modernismo, "...con el cual Güemes pretendería justificar su influencia en esta provincia". Ovejero contaba, a juicio de su aliado Francisco F. Cornejo, "...con todas las simpatías de la gente decente, y tiene a su favor todos los elementos sanos del partido Nacional tanto de aquí como de la campaña". Por el contrario, para López, los Modernistas, o sea Güemes, "...se creen aquí lo que realmente son: nulos, desalojados, mejor dicho vendidos. Conocedores de que por sí solos son impotentes para reconquistar esta posición, no es pues extraño se valgan de los radicales, seguros de quedarse con toda la ganancia". A comienzos de 1895, el partido Nacional continuaba dividido en dos facciones, la Güemista, coaligada con Delfín Leguizamón, y la llamada facción disidente, ex-Juarizta, que fueran miembros de la Sociedad "El Edén". En cuanto a Delfín Leguizamón, este era para Pío Uriburu "...hombre de espíritu versátil, sin ideas ni propósitos serios de gobierno, únicamente obedece al temor de una liga de mis amigos con los Ortiz y los radicales, y sólo por este temor puedo hacerlo entrar en vereda". En cuanto a la Sociedad "El Edén", sus miembros eran los que --apenas Roca había dejado el poder-- "...no trepidaron en desconocerlo como Jefe del Partido Nacional", y que cuando Roca
  • 24. volvió de Europa no quisieron firmar el telegrama que Francisco F. Cornejo y otros le dirigían "...felicitándolo por su regreso feliz a la patria, de temor a disgustar a Juárez y Güemes". Eran también los que representaban "...la política desastrosa de la época pasada, estos que vendieron sus edificios públicos y dejaron exhaustas las Cajas del Banco Provincial". No obstante estos estigmas, era indudable, para Francisco J. Ortiz, que la facción disidente representaba "...la mayoría en cantidad y calidad del partido Nacional, no obstante que hay entre ellos muchos elementos de Güemes que están hoy retirados pero que volverán cuando su gente suba". Entre estos últimos, el caso del Senador José Antonio Chavarría, era el más ostensible por estar sospechado de haber incurrido en peculado, por cuanto estaba "...especialmente vinculado a [Martín Gabriel] Güemes por el negocio de los $118.000 que se hizo pagar por apoyar en el Senado el contrato sobre el Banco y que la Legislatura declaró pago ilegal". Leguizamón buscó en un momento por medio de la designación de su tío político Antonino Díaz Ibarguren, como Ministro de Hacienda e interinamente de Gobierno, la estabilidad en el cargo como Gerente del Banco Nacional de Pío Uriburu. Asimismo, Leguizamón se había propuesto dejar como sucesor a su Ministro Antonino Díaz, pese a la oposición de Pedro J. López Cornejo y Juan Cornejo, y con el apoyo de aquellos que se habían retirado del Partido Nacional "...cuando los Juariztas (hoy del grupo disidente) impusieron el nombramiento de Jefe único del P.N. al Dr. Juárez y al Dr. Güemes en lo provincial,...para volver a él cuando [Francisco F. Cornejo] lo reorganizó después del 90". Para el Senador Francisco J. Ortiz, Díaz era "...un imbécil completo, pero que le garante su senaturía próxima a [Delfín] Leguizamón y a Pío Uriburu, que también está en el complot". Fuera de Pío Uriburu, no tenía Leguizamón, según Ortiz, "...un sólo hombre que represente algo, y su circulillo es de los dos Grandes y algunos empleados, y Pedro López [Cornejo], que se pasa [de bando] cada cinco minutos". Los que decían que la candidatura Díaz era impuesta por su sobrino Leguizamón faltaban, según Cornejo, a la verdad, por cuanto "...somos los hombres de la situación, sus amigos los que hemos prestigiado esta candidatura consultando la opinión de la Provincia". Por el contrario, la facción disidente del Partido Nacional (ex-miembros de la Sociedad "El Edén"), viendo "...la imposibilidad de que tengan el apoyo de la opinión algún miembro de su diminuto grupo", procuraban según Francisco F. Cornejo, "...por todos los medios de conseguir introducir la división en el Partido Nacional". La estrategia adoptada por este grupo minoritario consistía en proponer un día "...apoyar la candidatura de [Rafael] Usandivaras, otro día la de Pedro López [Cornejo], otro la de Juan Cornejo, otro la de Arturo Dávalos Isasmendi, siempre con el propósito de introducir la discordia y desquicio en el seno del partido". A todo esto, el Gobernador Leguizamón seguía "...hecho una esfinge impenetrable", y en Diciembre de 1895 dudaba de los candidatos a Diputados Nacionales, por cuanto le escribía a Roca inquiriendo acerca de cuatro candidaturas en danza: la de Arturo Dávalos, la de Indalecio Gómez, la de Francisco F. Cornejo, y la de Carlos Grande.
  • 25. Gómez le decía a Delfín Leguizamón que Roca consideraba que Díaz "...no podía exigirme que apoyara la elección de su cuñado [Francisco F. Cornejo]". Dicha opinión de Roca, le había causado a Leguizamón "...viva satisfacción, porque me sería muy violento apoyar en febrero la elección de Díaz para gobernador y para marzo la elección de su cuñado para Diputado”. PROYECTO DE FERROCARRIL HACIA EL PACIFICO En este trabajo se analizará el proceso de configuración de la obra de infraestructura más significativa en la historia del Territorio de Los Andes: el ferrocarril que conectó a las ciudades de Salta y Antofagasta. A este ramal se lo suele conocer con diferentes nombres: Huaytiquina (y también Guaytiquina o Huitiquina), ferrocarril a Socompa, ferrocarril Salta-Antofagasta o Antofagasta-Salta, trasandino del Norte, Ramal C-14 y, actualmente, Tren a las Nubes. La historiografía que se ocupó de este ferrocarril en general resaltó los aspectos que tienen que ver con la ingeniería, siempre con un tono épico. Si bien este no deja de ser un aspecto a destacar, poco se estudió sobre los efectos territoriales generados por el mismo. Como pregonaban quienes impulsaban la realización de esta obra: ¿activó el comercio entre Salta y Antofagasta? ¿Impulsó la explotación minera de la Puna de Atacama? ¿Alentó el proceso de poblamiento de las zonas atravesadas? En síntesis, ¿llevó el 'progreso' al Territorio de Los Andes y a las tierras altas la provincia de Salta? Aquí sólo se presentará una primera aproximación al tema planteado. En este sentido, se trata de un gran estado de la cuestión, donde se revisa buena parte de lo publicado a lo largo del siglo XX en relación a este ferrocarril. Asimismo, se analizan algunas fuentes documentales que remiten más directamente al caso del Territorio de Los Andes. Estas consideraciones se inscriben en un trabajo más amplio sobre geografía historia del Territorio de Los Andes en el período de su existencia, 1900 a 1943. Paradójicamente, la inauguración del ferrocarril que fuera pensado como instrumento de "fomento" para ese territorio se produjo en 1948, cinco años después de su desaparición institucional y división territorial. Este artículo se divide en cuatro secciones. En la primera sección se presentará un bosquejo del proceso de organización del sistema ferroviario nacional con el objetivo de contextualizar el caso "Huaytiquina". En la segunda sección, en forma cronológica, se describirá el progreso de las obras del ferrocarril, desde su primera proyección, en la década de 1880, hasta su inauguración en 1948. En la tercera sección se analizarán las principales imágenes construidas en la literatura que, por distintas vías, se aproximó al análisis de este ferrocarril. Finalmente, se plantearán, en forma preliminar, algunas consideraciones sobre los efectos territoriales generados por la construcción del ferrocarril Huaytiquina. Expansión del ferrocarril y organización territorial en el noroeste argentino Entre 1857 y 1914 el ferrocarril se expandió por todo el territorio argentino. Si bien la máxima extensión la alcanzó en 1952, ya a fines de la década de 1920 el ritmo de crecimiento era lento (ver cuadro 1). En los años sucesivos se establecieron conexiones entre puntos ya abastecidos por el servicio ferroviario, mientras que se mantenía la acción de fomento de los Territorios Nacionales por parte de la empresa estatal. En ese proceso de expansión, se produjo una total reorganización del territorio argentino, por lo que se puede hablar de una revolución de los medios de transporte, cuestión que es ampliamente conocida. Para las provincias del norte argentino, al igual que en otras regiones del país, la llegada de las vías del ferrocarril trajo consigo algunos efectos socio-territoriales. En primer lugar se puede señalar que, en términos generales, la expansión de la red dio origen e impulso a las actividades productivas que le permitieron a la Argentina insertarse en la división internacional del trabajo de la segunda mitad del siglo XIX, como proveedora de
  • 26. materias primas de clima templado para las potencias europeas (principalmente Gran Bretaña), por lo menos durante las décadas de 1880 a 1920. En la región pampeana incentivó la producción de granos, carne, cueros y lana para su exportación, a través del puerto de Buenos Aires y otros puertos marítimos y fluviales. Concomitantemente, posibilitó la puesta en valor de tierras vacantes o utilizadas hasta entonces por las sociedades indígenas para la producción agrícola. Para ello se fundaron numerosas colonias agrícolas, que se poblaron con inmigrantes europeos. El ferrocarril también favoreció el desarrollo de otras economías regionales, cuya producción se orientaba básicamente al mercado de Buenos Aires, como la vitivinicultura en Mendoza y San Juan, el azúcar en Tucumán, Salta y Jujuy, como ejemplos emblemáticos 1 . Con el tiempo, todo el sistema económico fue incentivado por esa nueva oferta de transporte. Al hacerlo, alteró definitivamente los circuitos de comercialización heredados de la etapa colonial. La llegada del ferrocarril al Interior, a su vez, significó la llegada de productos industriales, importados de Europa, que compitieron con la producción artesanal tradicional. También se puede destacar el acortamiento de los tiempos de traslado hacia la ciudad de Buenos Aires. El ferrocarril creó una vía de comunicación regular, rápida y eficiente en comparación con las existentes hasta entonces, cuando transportar mercadería desde Jujuy hasta Buenos Aires podía demorar hasta 45 días 2 . Con el ferrocarril el tiempo se acortó a poco más de dos días. El corredor ferroviario Buenos Aires-Córdoba-Tucumán-Salta-Jujuy, compitió ventajosamente con las empresas de carretas y mulas y, al hacerlo, favoreció el proceso de desestructuración y reorientación centrífuga de algunos circuitos de comercialización del espacio andino 3 . Finalmente, la expansión del ferrocarril permitió mejorar la integración física entre las capitales de provincias y Territorios Nacionales. Antes de finalizar el siglo XIX, la Capital Federal se conectó con la mayoría de las capitales provinciales y territorios, proceso que se completa en 1930 con la conexión ferroviaria de San Antonio de los Cobres, a través del Huaytiquina. Sólo las capitales de los tres Territorios Nacionales más australes, Rawson, Río Gallegos y Ushuaia permanecieron desconectadas del sistema ferroviario nacional, como puede observarse en el cuadro 2. La construcción de estos ferrocarriles respondía al interés del gobierno nacional de llevar "progreso" a distintas regiones del país. Pero, por sobre todo, facilitaba el control territorial del Estado nacional sobre las provincias, a la vez que permitía cimentar las alianzas políticas del gobierno central con las elites provinciales 4 . La prolongación de los ramales de ferrocarril satisfacía las aspiraciones que tenían esos grupos de conectar a sus provincias con Buenos Aires, que ya por entonces constituía el principal mercado consumidor del país. No obstante, esto convivía con poderosos intereses provinciales de establecer conexiones más eficientes con mercados ubicados en países limítrofes. Claramente, este es el caso de Salta, con intereses orientados al mercado pacífico. Otras provincias del norte, como Catamarca, también buscaban en esos mercados una alternativa comercial, y el ferrocarril era visto como algo imprescindible. Sólo en Salta y en Mendoza se concretó una conexión ferroviaria con el Pacífico. Sobre lo anterior mucho se ha investigado en las provincias de la porción noroeste del territorio argentino, aunque probablemente no lo suficiente. Las vinculaciones entre la construcción de ramales y el despegue de la agroindustria azucarera es un tema revisitado 5 . En cambio, poco se sabe, al menos en los casos de Jujuy y Salta, cómo afectó el ferrocarril a las economías campesinas que igualmente se siguieron desarrollando en los valles, punas y quebradas. Aun cuando existía el ferrocarril a Bolivia, el comercio hacia la feria de Huari (al sur de Oruro), por ejemplo, seguía utilizando el mismo sistema tecnológico del siglo XIX: el tráfico
  • 27. tropero y arriero, o caravanero. Pero no se ha investigado sistemáticamente que grados de complementación existía entre ferrocarril y tráfico a tracción a sangre. Existen ideas generales sobre el desplazamiento de los corredores de circulación de bienes y personas, o del reposicionamiento de los centros poblados como consecuencia del emplazamiento de las estaciones de ferrocarril, especialmente en la Quebrada de Humahuaca 6 . Existen ideas generales, también, sobre la competencia de los bienes industriales con las industrias tradicionales. Pero estos temas todavía no se han investigado en forma sistemática. Es necesario aclarar que el estado de la investigación que sostiene este artículo no permitirá dar respuesta a este problema, aunque si proponer una primera aproximación. El ferrocarril Huaytiquina, seis décadas de historia El ferrocarril Huaytiquina es un caso particular dentro de la historia ferroviaria argentina, principalmente por dos razones: por lo tardío de su construcción y por la gran distancia temporal que existe entre el momento de sus primeras proyecciones y el de habilitación del tramo completo. Entre las décadas de 1880 y 1910 se sucedieron diferentes debates y propuestas, e inicio de algunas obras. Sin embargo fue recién en la 1920 cuando esas propuestas comenzaron concretarse. La construcción de los diferentes tramos tuvo ritmos y velocidades de trabajo fluctuantes, e interrupciones varias. Las obras se paralizaron en 1924 y se reiniciaron algunos años después. El primer tramo de esta obra de infraestructura, entre Salta y San Antonio de los Cobres, quedó lista en julio de 1929. Se trata de la obra más importante que tuvo el Territorio de Los Andes, ya que permitió una conexión rápida entre la capital territoriana y Salta. Pero debieron pasar casi dos décadas más para que la conexión internacional concluyera 7 . Esto ocurrió en 1948, cinco años después de haberse dividido el Territorio de Los Andes 8 . La historia del ferrocarril que aquí se denominará con el genérico "Huaytiquina", desde sus primeras proyecciones hasta su concreción supera largamente la cincuentena ¿En qué contexto se formuló y concretó este proyecto? Para ello es propicio presentar, en forma sucinta, una periodización del proceso de conformación del servicio ferroviario argentino. En la historia de este servicio se pueden diferenciar tres grandes períodos 9 . Durante el primer período, que va desde 1857 a 1945, se produjo la total configuración de la red ferroviaria, como parte esencial en los procesos de expansión y organización territorial argentino. En este período la infraestructura fue construida y gerenciada por capitales y empresas británicas y, en menor medida francesas y belgas, y por capitales y empresas estatales. En este extenso período se pueden reconocer, asimismo, cuatro sub-períodos: 1) los inicios del servicio, entre 1857 y 1886, donde la red creció con cierta lentitud, expandiéndose fundamentalmente por la región pampeana, aunque ya en este período se había establecido la conexión de Rosario con Tucumán; 2) de gran expansión, el boom o fiebre del ferrocarril, desde 1886 hasta 1914, donde la red se extendió a casi todo el territorio nacional, conectando a todas las capitales provinciales y a varios Territorios Nacionales con la Capital Federal, y donde el estado empresario fue tomando forma; 3) de consolidación del sistema, de 1914 a 1934, cuando se detiene la expansión de las redes troncales, aunque aumenta sensiblemente la densidad de vías en servicio, a la vez que comienza la expansión de la red vial que competirá desde entonces con el modo ferroviario; 4) de decadencia, desde 1934 hasta 1945, con una importante descapitalización del sistema por falta de mantenimiento. El segundo período está marcado por la intervención directa del Estado en la economía, el Estado empresario, por la creciente intromisión de empresas públicas en la economía nacional. En ese contexto se produjo la nacionalización del sistema ferroviario. En este caso se pueden diferenciarse tres sub-períodos: 1) de conservación de la red heredada, entre 1945 y 1958. El Estado nacional adquiere de las compañías británicas y francesas la infraestructura ferroviaria y desde entonces se establecen tarifas altamente subsidiadas, con un sentido social; 2) de gran retracción de la red férrea, que abarca las décadas de 1960 y 1970, donde se ensayaron
  • 28. diferentes políticas de racionalización del servicio, lo que llevó a la clausura y levantamiento de numerosos tramos, ramales y estaciones; 3) período de abandono de la red de ferrocarril, durante la década de 1980, abonando a la opinión de que era necesaria su privatización. El tercer período, finalmente, está marcado por el proceso de privatización por concesión y nueva retracción del tamaño de la red en servicio, donde se transfiere a grandes empresas nacionales y transnacionales la operación del sistema, conservando el Estado la propiedad de la infraestructura y del parque rodante. La historia del Huaytiquina, como se desarrollará con más detalle en los próximos acápites, se engarza con varios de los sub-períodos considerados precedentemente. Los inicios de este ferrocarril, cuando era sólo un proyecto, se produce en el contexto de la gran expansión posterior a 1886, donde el Estado nacional impulsaba la construcción de nuevos ramales en las regiones extra-pampeanas. En ese contexto comienzan a formularse los primeros proyectos de construcción de un ramal que saliera desde Salta y se dirigiera hacia la puna, por la Quebrada del Toro, aunque originalmente para avanzar hacia Bolivia. Ese ferrocarril, finalmente, fue trazado por la Quebrada de Humahuaca. También por entonces comenzó a proyectarse un ferrocarril que uniera a Salta con Antofagasta, en Chile, pero por diferentes razones se vio postergado por algún tiempo. La inauguración de la primera parte del ferrocarril Salta-Antofagasta, el tramo hasta San Antonio de los Cobres, después de dos décadas de proyectos, debates y obras inconclusas, se produjo durante el período de consolidación del servicio ferroviario, como consecuencia de la política ferroviaria impulsada por los gobiernos radicales, especialmente del primero de Hipólito Yrigoyen. Esta política buscaba revertir los desequilibrios regionales que favorecían a la región pampeana. Este tramo se completó en 1930 y luego se paralizó por algunos años. La reanudación de las tareas coincide con el período de decadencia experimentado por el servicio ferroviario argentino que se inició a mediados de la década de 1930. Con gran lentitud, finalmente, las obras culminan cuando los ferrocarriles ya habían sido nacionalizados, bajo el gobierno de Juan Perón, y el automóvil comenzaba a desplazar a la locomotora como modo de transporte. Como cuestión ulterior, puede indicarse que este ferrocarril se mantuvo en funcionamiento hasta el inicio del gobierno de Carlos Menem y que fue bajo esa gestión cuando se privatizó y convirtió en un atractivo y excluyente tren para el turismo internacional. En sus orígenes, para entender el sentido o alguna de las justificaciones por las cuales desde Salta se impulsaba la construcción de este ferrocarril, debe tenerse en cuenta la estructura económica de Salta de principios del siglo XX. Como es sabido, desde la pos-guerra del Pacífico, comerciantes de la provincia de Salta se dedicaron a abastecer al gran mercado de consumo del Desierto de Atacama, proveyendo animales en pie10 .Las argumentaciones sobre la utilidad de este ferrocarril giraban en torno a la necesidad de sacar a la provincia del aislamiento y mejorar la conexión con el Pacífico. La prolongación del ferrocarril trasandino del norte, además, permitiría colocar a Salta y su área de influencia, en la situación de gran puerto seco del norte, ya que hacia allí confluirían tres ferrocarriles internacionales. Además del ferrocarril a La Paz por La Quiaca, obra tardíamente completada en 1924, avanzaba otro emprendimiento. Se trata del ferrocarril al oriente boliviano, que conectaría a Santa Cruz de la Sierra con el norte argentino. El tramo a Ledesma y Orán ya tenía una gran importancia en el desarrollo de la economía azucarera, pero también para el comercio ganadero11 . Al mismo tiempo, la proyección de este ferrocarril se articulaba con el discurso sobre "fomento del Territorio de Los Andes". Este factor, con seguridad, fue comparativamente menos decisivo. Buena parte de la literatura de viajeros al Territorio de Los Andes coincidía en señalar la falta de transporte, y en particular el ferroviario, como la principal causa del atraso en el que se encontraba ese Territorio Nacional 12 . A través de lo próximos acápites se recorrerán las seis décadas de historia de esta obra de infraestructura, desde sus primeras formulaciones hasta su concreción. Para ello, como se indicó en la introducción, se consultaron, centralmente, diferentes notas periodísticas, informes