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I
MEDARDKEHL
CONTEMPLÓ DIOS TODA SU OBRA
Y ESTABA MUY BIEN
UNA TEOLOGÍA·
DE LA CREACIÓN
Con la colaboración de
HANS-DIETER MUTSCHLER
y MICHAEL SIEVERNICI;I .
Traducción de
MARCIANO VILLANUEVA SALAS
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ...
c.an.~s.ta argumenta~ión ha desempeñado en la posterior teología
filosófica de la Iglesia, a través de ~u ~gf..t~:.ió,f por Pabl?~.:n l.~" ._
Carta a los romanos (1,18-25), una Irrtp6rtahte .repercusiÓri'SH¡st6;~~~·,. '.1
rica; no tanto para estigmatizar las funestas doctrinas heréticas' .
sino más bien para conseguir un universal punto de conexión para
la confesión de fe cristiana en un solo Dios, creador del cielo y
de la tierra." .
'73. Véase la Tercera parte C: «Fe en la creación y metafísica en la Alta Edad
Media: Tomás de Aquino».
-222-
..:. "
".
.. ,·~.;":~~.{~~~.~fEEN LA CREACIÓN
EN EL NUEVO TESTAMENTO
La fe de la joven Iglesia testificada en el Nuevo Testamento vive,
sin duda, en la tradición de la fe israelita en la creación. No obstan-
te, también en este aspecto la fe en el Mesías Jesús ha puesto impor-
tantes acentos nuevos. Fue aquí determinante el paso dado para
precisar, con validez definitiva, el sujeto del acto creador a partir de
la nueva experiencia salvífica escatológica vivida conJ esús. El crea-
dor del cielo y de la tierra, a quien Israel ha identificado con Yah-
veh, el Dios liberador de su historia, es, a la vez, para los cristianos,
el «Padre de nuestro Señor Jesucristo» (d. Rom 15,6; 2 Cor 1,3;
11,31; Ef 1,3; Col 1,3) y por ello también «nuestro Padre» (Rom
1,7; 1 Cor 1,3; 2 Cor 1,2 y otros). Por consiguiente, en lafe cristiana
su poder creador sobre el cielo y la tierra se perfila específicamente
a partir de su singular actuación salvífica en Jesucristo -tal como
el creador se ha manifestado en el envío de la Palabra eterna, en la
vida y muerte de Jesucristo y, sobre todo, en su resurrección de en-
tre los muertos (Gáll, 1;Rom 1,4; 6,4 Yotros )-. Pablo vincula ex-o
presamente este último aspecto a la creación: como descendientes
de Abrahán y de su fe justificante podemos nosotros -como él-
confiar en el Dios «que da vida a los muertos y que a la misma nada
llama a la existencia» (Rom 4,17). La liberación definitiva de Jesús
crucificado del reino de la muerte y la posibilitación de nuestra
participación en ella se convierten en la fe cristiana en la culmina-
-223-
Segunda parte < El origen normativo' la re en L . '-. J' a C7 eanon ...
ción de cuanto el poder creador-liberador de D' d IJ
cabo. En el marco de esta sin I .' ., lOS pue e evar a
ñada por la experiencia de fe ~naJr con~eclOn de. la creación, acu-
_ I _ I esuci isto resucitado pu d
na al se a gunos acentos es T di' e en se-
peCJ ICOS e Nuevo Testamento. I
I. LA CREACIÓN Y EL REINO DE D
EN J
' lOS QUE SE ACERCA
< ESUS
~n su anuncio de la inminente venida del reino de' . .
ciado a través de su propia activid d J ' DIOS, ya 1111-
1
' a , esus se apoya e .
te en as promesas del Deutero' , . . Xpl esamen-
4, ~8s~) ahoraseinstaladefinitiv:;::~:~ad~~I:':::~s;:a:ité~" Ley e jusucia de Dios, a partir de Israel' . ' e paz
pobres y en su beneficio ( l' y. mas en especial de sus
como ya en e ciel . bi 1
la tierra») Jesús . " d . 1 o, tam ien a lora «en
. V1VlO e smgu ar manera la fe _
mente acentuada en el libro de I ' l ya tan expresa-
d
salas- en e poder d D'
01'. Dos eJ'emplos a est ' . e lOS crea-
e proposito.
1. Con~janza ilimitada en la presencia del P d.
provldente' a 1e
Jesús fundamenta el mensaje central del se' ' d I
preocuparse «corn l rrnon e monte de no
o os paganos» por la comida la bebid I, J a, e ves-
1:. Para esta temática, véase sobre todo R. H ..
kon fUI" Theologie und K' h ) 9 _ oppe, «Schopfung" II/2, en Lexi-
B . . rrc e , pags. 220-22]' S Heine e ..
auer, DICCIonario de teología b 'bli B 1" ," reacion», en J. B.
C. Breytenbach «Schopfer / Scl
l
. [lCa, arrrc1eona, Herder, 1966, págs. 227-2]3;
]
, 10p ung" en Th I . ¡
O,Berlín y otros, 1999, págs. 283-292' D S' . eo ogiscne ~ealenzyklopiidie
la creación» en Th Sch id . (dir.) , . att]ei y Th. Schneldcr «Doctrina de
H d ' . nei el 11., Manual de teolo ía d •.
er er, 1996, págs. 171-221' K L" . g ogmallca, Barcelona,
lJiblische Schopfungstheologi;n D onllldl
g
YfE. Zeng:r, AIs Anfang schu] GOIt.
, usse 01, 1997, pags. 190-219.
-224-
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
tido y por todo género de «acumulación de tesoros» en la tierra,
Síl10 ante todo por el reino de Dios (Mt 6,19-34), en la providen-
cia del Padre celestial por todas sus criaturas y de manera especial
por los hombres, tan claramente perceptible en las aves del cielo
y en los lirios del campo. La exhortación a esta confianza ilimi-
tada en la presencia del creador, eficaz en todos los ámbitos, debe
desterrar la preocupación «de poca fe» de los discípulos por las
necesidades cotidianas de la existencia (v. 30) y abrirles el acceso
al reino y al dominio de Dios.
En este mismo sentido se orienta la calma de la tempestad (Mt
8,23-27 par.). Suscita en los atemorizados discípulos un barrunto
a la vez maravilloso y temeroso de que en este Jesús está actuan-
do el poder creador de Dios; aquel poder, pues, que ya en el ori-
gen del mundo fue capaz de marcar límites al caos del océano pri-
mordial con una simple orden de su palabra: «¿ Qué clase de
hombre es éste, que hasta los vientos y la mar le obedecen?» (Mt
8,27.). Si este hombre anuncia la venida del reino de Dios y lla-
ma, por consiguiente, a los hombres al seguimiento que todo lo
deja atrás, entonces hay que confiar verdaderamente en su pala-
bra. Es evidente que por medio de él pronuncia el mismo Dios su
palabra salvadora.
Parecidas experiencias viven los hombres con las curaciones
milagrosas de Jesús, sobre todo cuando expulsa demonios (vcspl-
ritus malignos»): también éstos tienen que someterse al imperio
de su palabra (Mc 1,23-28). Es así como puede sanarse, de múlti-
ples maneras, la creación por ellos dañada y como puede reapare-
cer en su bondad originaria. En las palabras y las obras de Jesús
puede imponerse el dominio de Dios sobre los poderes de la muer-
te que angustian y destruyen la vida, con aquella poderosa fuer-
za que se corresponde con la voluntad de Dios en el inicio de la
creación. Jesús no trae un mundo sano, pero sí pone la señal de
una creación redimida.
-225-
Jesús fundamenta a menudo sus instrucciones, muy escandalosas
para muchos de sus contemporáneos, en la voluntad del Dios crea-
dor, que a lo largo de! tiempo había quedado sepultada bajo innu-
merables preceptos particulares y había caído por ello en el olvido.
Así, por ejemplo, en e! precepto, difícilmente comprensible, del
amor a los enemigos, argumenta a partir de la universal bondad
del creador, que "hace salir el sol sobre malos y buenos, y man-
da la lluvia sobre justos e injustos» (Mt 5,45; en parecido sentido
también la.parábola de la cizaña en el trigo, Mt13,24-30). Jesús
priva así de valor al axioma, de general-aceptación, «corno me hagas
tú a mí, te haré yo a ti», y lo sustituye por el nuevo precepto del
reino de Dios: como Dios (el creador bueno) conmigo (pecador),
así yo contigo (Mt 5,48).
También en las controversias sobre temas concretos se remi-
te Jesús al sentido originario de una institución. De acuerdo con
el ejemplo y la voluntad del creador, «el sábado es para el hombre,
y no e! hombre para e! sábado» (Mc 2,27). Y cuando se trata de
la indisolubilidad del matrimonio y de la igual dignidad de la mujer
en los problemas del divorcio y adulterio (Mc 10,2-12), Jesús recu-
rre el origen del matrimonio, «al principio de la creación» (v. 8).
El poder de! reino de Dios se manifiesta precisamente en que todos
los preceptos y todas las costumbres humanas quedan relativiza-
dos al reducirlos a su sentido querido por Dios y pueden de este
modo estar al servicio, sin trabas, de la salvación de cada persona
concreta.
Con esta fundamentación de su actitud crítica frente a deter-
minadas interpretaciones de la tradición hostiles al hombre, Jesús
se sitúa enteramente en la tradición de la fe israelita en la creación.
El discurso sobre la creación originaria del hombre como ima-
gen y a una con ello como administrador de Dios en la tierra con-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creacián ..,
2. El orden creado como norma de conducta.
en el reino de Dios
-226-
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
tiene en sí, desde el principio, la semilla de la crítica profética a
todas las tradiciones cerradas en sí mismas y hostiles al hombre.
Il. LA RENOVACIÓN DE LA CREACIÓN POR JESUCRISTO
La reflexión postpascual de la primitiva Iglesia no estaba impul-
sada primariamente por la temática de la creación, sino por las pre-
guntas que suscitaban los acontecimientos en torno a la muerte
y resurrección de Jesús: ¿ quién es, propiamente hablando, este
Jesucristo a quien Dios ha entregado a los pecadores y después ha
resucitado de entre los muertos? ¿ Qu~ relación tiene con Dios?
¿ Qué significa para nuestra salvación? Pero en este contexto tam-
bién se aborda el tema de la creación y se lo peine en relación con
Jesucristo. Es decir, se sitúa la creación, de manera expresa, en la
perspectiva soteriológica y escatológica de la muerte y resurrec-
ción de jesús.' De ahí qJ,e en el Nuevo Testamento puede decir-
se a propósito de la creación: ha sido definitivamente (<<escatoló-
gicamente») renovada por] esucristo y puesta de manera irrevocable
en la senda de la consumación que le ha sido prometida.
Esta convicción se manifiesta en algunas destacadas formula-
ciones, sobre todo en Pablo.
1. Jesús, la consumación de Adán
Para ilustrar la significación de la muerte y resurrección de Jesús
para la creación esclavizada por e! pecado y la muerte, Pablo esta-
blece un agudo contraste entre Adán y Cristo (Rom 5,12-21; 1 Cor
15,21s.45-47). Atribuye a ambos la función de fundadores de un
2. Véase la Primera parte A: «La liturgia de la noche pascual: portal hacia la
comprensión de la fe en la creación».
-227-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la. creación."
determinado linaje histórico-salvííico, 9F prototipos de una deter-
minada clase histórico-salvífica del hombre: Adán representa al
hombre que se ha sometido voluntarjarnente al poder del pecado,
es decir, de la desobediencia, de la injusticia y, con ello, de la muer-
te. Cristo, por el contrario, representa al hombre en la gracia de la
obediencia, de la justicia y de la vida. En el marco de su visión apo-
calíptica del mundo, que vive de la oposición irreductible entre el
mal y el bien, la tiniebla y la luz, la condenación y la salvación,
Pablo sólo conoce estas dos clases de ll¿;¡nbres, de relevancia his-
tórico-salvífica. y desde aquí resulta comprensible su terminolo-
gía en 1 Cor 15,45ss:
Adán, el «primer hombre» (7rpr.'iJTo<; O,lIBpw7ro<;), y toda su des-
cendencia han recibido ciertamente (según Gn 2,7) el hálito de
Dios, pero sólo para la vida terrena: son y se mantienen como hom-
bres de la tierra, inevitablemente entregados, por consiguiente, a
la muerte. Cristo, e! «segundo hombre» (~EÚTf:PO<; allBpw7ro<;), el Adán
consumado, es decir, el Adán que ha alcanzado la consumación
(f0"X,J-To<; 'A~alk), se ha convertido para su descendencia espiritual
en e! pneuma vencedor de la muerte, vivificante, porque es de! cie-
lo y dará a los suyos participación en su forma existencial pneu-
mático-celestial en la resurrección de los muertos del fin de los
tiempos. Y así, Pablo, seguro de la victoria, puede exclamar en la
conclusión de este gran texto sobre la resurrección: «La victoria
se tragó a la muerte. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dón-
de, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado,
y la fuerza del pecado es la ley. Pero ¡gracias a Dios que nos da la
victoria por nuestro Señor Jesucristo b, (i' Cor 15,55ss).
La funesta historia del «primer Adán,; ha llegado a su fin, por-
que el «segundo Adán» ha confiado hasta e! extremo, sin la menor
sombra de desconfianza, en Dios, su Padre y creador, se ha entre-
gado a él totalmente en la oscuridad de la muerte, incluso en lo
concerniente al futuro del reino de Dios' ya iniciado en su men-
saje. Así escama Jesús, la Palabra de Dios hecha hombre, acep-
-228-
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
1 1 muerte su ser humano su condición de criatura. Todota, rasta a, , ,.'
ello en beneficio de la creación total, que en Jesus re~Ibe d: nu~-
va el espíritu del creador, e! hálito vital divino que la liberará defi-
nitivamente del poder de la muerte.
2. Los bautizados, una nueva creación
y hombres nuevos
Según Pablo, los descendientes espirituales de Jesús participan
de su nueva vida, no sólo cuando, en la consumaciónde! mun~o,
sean resucitados de la muerte, sino ya ahora, en medio de la VIda
destinada a la muerte del «eón antiguo», en virtud de la f~ y del
bautismo. Quien ha sido bautizado «en Cristo» y se ha «ll1COI~-
parado» en él, es ya ahora una «criatura nueva» (2 Co: 5,17; Gal
6,15). La deuteropaulina Carta a los colosense.s entiende este
proceso de renovación radical como un «reves,t~rse de la nueva
condición humana» (CoI3,9s). Es decir: en conexión con Gn 1,26s,
se interpreta e! bautismo como la creación por Di~s de ~n hom-
bre nuevo.' En diversas tradiciones neotestamentanas se intrcdu-
ce otra imagen para expresar lo revolucionariamente .nu.evo que
experimentan los creyente~ e~ e! bautismo: la d~l nacI71Iento, e~
renacimiento o nuevo nacirruento (Sant 1,18; Tit 3,4s, 1 Pe 1,3,
Jn 3,3ss; 1 Jn 4,7). . .' .
Este simbolismo de la nueva creación significa en el Nuevo
Testamento algo más que mero acontecimiento espiritual que s,e
desarrolla en el interior de los bautizados. Tiene una clara culmi-
nación eclesiológica. Sólo, en efecto, en la convivencia co~c.reta de
1 f dos en Cr-isto en criaturas nuevas se manifiesta laos trans orma
fuerza renovadora de la fe y de! bautismo en todo su poder deter-
3, C. Breyrenbach, «Schópfer I Schopíung» IlI, en Theologiscbe Realenzy-
klopadie 30, op, cit., pág. 289.
-229-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ...
minante de la realidad y análoga, por tanto, al poder creador. Este
poder se muestra, por ejemplo, en la profunda relativización de
todas las diferencias de rango y de valor conocidas en la creación
antigua, marcada por la maldición del pecado, que todavía sigue
actuando: «Todos los que habéis sido bautizados en Cristo os
habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, ya no hay
esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer, pues todos vosotros sois
uno [una humanidad] en Cristo Jesús» (Gál 3,27s; 1 Cor 12,13;
Col 3,11). Este ser-en-Cristo fundador de unidad es el dato salví-
fico relevante de la nueva criatura; en comparación con esto, todo
lo demás es irrelevante.
Pablo pone así a disposición de sus comunidades un criterio
muy útil, y todavía hoy válido, para distinguir a la nueva creación
de la antigua en la Iglesia: mientras el pueblo de Dios se halla toda-
vía en camino hacia la forma consumada de la nueva creación está,
todavía sometido a las tribulaciones de la creación antigua, que se
caracteriza por las diferencias de rango y de valoraciones (por des-
dicha también en la Iglesia, a pesar de la exhortación de Jesús:
«Vosotros no habéis de ser así»; Le 22,26). Los fieles deben, por
consiguiente, tener siempre clara conciencia de que son «hijos de
la libre» (de la «Jerusalén celeste»; GáI4,31) y deben proteger una
y otra vez el don de la nueva creación frente a las recaídas siem-,
pre amenazantes, en los modos de pensar esclavizantes de la crea-
ción antigua.
lII. JESUCRISTO, EL MEDIADOR DE LA CREACIÓN
La reflexión de fe de la Iglesia primitiva acerca de la significación
de Jesucristo para la creación avanzó un paso más: debe agrade-
cérsele no sólo la renovación definitiva (sacramentalmente antici-
pada en el ámbito de la Iglesia), sino también la mediación en la
creación originaria del mundo. Recibía así, en la fe de la comuni-
-230-
,
.' B. La fe'en lá'~reació~ e~ el Nuevo Testamento
dad, una significación genuinamente cósmica (que incluye el uni-
verso) para la obra creadora de Dios,
1. Fuentes y sentido de la idea de la mediación
en la creación
El Nuevo Testamento pudo tomar la idea de la mediación en la
creación y la problemática aquí subyacente de la teología sapien-
cial del judaísmo temprano influida por el helenismo, de la teolo-
gía del Lagos del filósofo judío Filón de Alejandría (13 a, C.-45/50
d. C.) y de la teología rabínica de la to:á. En estas tempranas refle-
xiones filosófico-teológicas se analizaba una temática exhaustiva-
mente discutida más adelante en la teología cristiana de la crea-
ción: ¿ cómo pudo Dios entablar una relación creadora con el
mundo, lo totalmente otro respecto de sí mismo, sin perder su uni-
dad indivisible frente a la multiplicidad de las cosas creadas, su
eternidad frente a la temporalidad, su inmutabilidad frente a la
caducidad, su infinitud frente a la finitud? ¿ Cómo pudo darse el
«paso» desde el Dios uno al mundo múltiple en e! acto de la crea-
ción sin que se viera para nada afectada la trascendencia de Dios
y sin que, a la inversa, perdiera el mundo su relativa autonomía y
sin que desapareciera en Dios como simple manifestación divina?
Para responder a esta pregunta, en el judaísmo temprano y des-
pués también en el cristianismo se recurrió a la Idea del platonis-
mo medio y del estoicismo de! mediador de la creación, En la lite-
ratura sapiencial judía se asignó la función de mediación entre el .
creador y su creación 'a la sabiduría, la sophia de Dios (así, por'
ejemplo, en Prov 3,19; 8,22-31; Si 1,4; 24,9; Sab 7,12.21; 8,4; 9,9-
11). A veces se la presenta como un atributo del creador, como
algo que le pertenece, que es propio de él; otras veces, en cam-
bio, se la describe corno una obra, la primera y la más preciosa,
creada con anterioridad a todas las restantes y, por consiguiente,
-231-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ...
como preexistente con relación al universo." En su forma perso-
nalizada estaba ya presente cuando se llevó a cabo la obra de la
creación como sabiduría que «jugaba» en presencia de Dios, en
la que Dios se complacía y que le inspiraba su obra creadora. Se la
puede entender también como modelo, existente en y junto a Dios,
de la multiforme creación que el creador miraba para realizar a
continuación -en cierto modo para «sacar fuera»- mediante
su palabra creadora, el mundo ya previamente modelado y per-
fectamente ordenado en su sabiduría. La sabiduría y la palabra de
Dios (e! Lagos) son, pues, los modos divinos mediante los que el
creador se relaciona con la creación. Median a Dios y al mundo
entre sí de tal suerte que e! creador los comunica al mundo como
dones suyos y está así presente en medio de su creación sin renun-
ciar por ello a su trascendencia frente al mundo. Aquí la sabidu-
ría encarna más bien la filantropía de! creador, que todo lo orde-
na bien, mientras que la palabra representaría su voluntad soberana
. .
ImperatIva.
2. La transposición a Jesucristo
a) En Pablo
Esta función, tanto de la sabiduría como de la palabra de Dios, fue
trasladada «[esucristo ya en la primitiva Iglesia, concretamente en
los escritos del Nuevo Testamento en los que se acuñó especial-
mente la fe en su preexistencia, es decir, en Pablo y en Juan, en
las Cartas a los colosenses, a los efesios y a los hebreos. Así, Pablo
proclama expresamente a Jesucristo como la sabiduría de Dios
revelada y encarnada en un hombre (1 Cor 1,24-39). En esta mis-
4. Véase la Segunda parte A VI: «La sabiduría del creador perceptible en
la creación (Libros sapienciales)».
-232-
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
ma carta (y en el contexto de la controversia sobre la licitud de
comer carne sacrificada a los ídolos) el apóstol establece una cone-
xión entre su confesión inequívocamente monoteísta en el Dios
creador y la confesión de la mediación de Jesús en la creación:
"Porque aunque se diga que hay dioses en el cielo o en la tierra,
que hay muchos dioses y muchos señores, para nosotros no ~ay
más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para qUlen
somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas
las cosas y por quien somos nosotros también» (1 Cor 8,5s; en
parecido sentido Heb l,2s). 5
.
Esto no es en Pablo ociosa especulación teológica sobre los
lejanos tiempos antiguos, sino que tiene una clara intencionalidad
práctica: esta fe en la creación libera del miedo a todo tipo de dio-
ses y señores y de toda clase de preceptos cúlticos tradicionales
ligados a ellos. Dado que Cristo, en cuanto mediador de la crea-
ción y redentor, es e! Señor universal sobre todos los imagina-
bles poderes y potestades, e! creyente, que sólo a él oye y obede-
ce está libre de todo servicio esclavizante frente a aquellos poderes
y aquellas potestades. Por consiguiente, cuando se aborda e! tema
de! recto comportamiento, de si los cristianos pueden comer, o no,
la carne sacrificada a los ídolos (vendida en e! mercado) lo único
que importa es tener en cuenta, por amor, a los más débiles de la
comunidad, no e! temor (carente de todo fundamento) ante una
posible impureza provocada por estos alimentos."
5. La expresión «por él~, dos veces aplicada a Cristo, señala, en primer lugar,
su mediación en la creación y, en segundo lugar, su mediación de redención por
nosotros, los bautizados. Véase W. Schrage, Der ente Brie] an die Korintb er (J
Kor 6,12-11,16), EKK VIlI2, Solothurn y Dusseldorf, 1995, págs. 215-25l.
6. Sobre este punto, H. J. Klauck, 1. Korintherbrief (Neue Echrer Bibel),
Wurzburgo, 1984, págs. 60-62.
-233-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ...
b) En el Prólogo deJuan (jn 1,1-18)
Según la historia de la tradición, es posible que el gran himno a
Cristo de J n 1,1-18 haya podido servirse, como modelo, de un
himno al Lagos divino precristiano, marcado por la doctrina del
Lagos del teólogo judío-helenista Filón de Alejandría." Un com-
positor de himnos cristiano pudo recurrir a este texto, referirlo a
Cristo y completado en este sentido (concretamente en los ver-
sículos 14 y 16). El evangelista acep~ó finalmente este himno cris-
tiano y lo antepuso, como Prólogo, a su obra, ampliándolo con
nuevos enunciados teológicos que permitían insertarlo sin cos-
turas en el Evangelio.f
La idea dominante de este himno a Cristo de elevada teolo-
gía puede sintetizarse del siguiente modo: se vincula la creación
del mundo por medio de la palabra figurativamente descrita en
Gn 1 con la idea filosófico-teológica de la mediación del Logos
en la creación. ¿ Quién o qué es este Lagos misterioso? En la filo-
sofía griega de aquella época se designaba con este concepto sobre
todo a la Razón divina que domina, penetra y ordena la totali-
dad del cosmos, que hace del universo una magnitud inteligible
para el hombre, es decir, inteligible mediante la lógica y expresa-
ble mediante el lenguaje. En el himno del Evangelio de Juan se des-
cribe a este Lagos como una realidad personal propia, más o menos
comparable a la «sabiduría» del pensamiento judío. Vive «en el
principio» (EII apx'IÍ), es decir, antes del tiempo de la creación, en
comunidad/comunión con Dios, y pertenece a Dios, aunque sin
identificarse con él. Participa en la esencia divina y en la acción crea-
7. J. Gnilka,Johannesevangelium (Neue Echrer Bibel), Wurzburgo, 1983,
pág. 13
8. Probablemente los vv. 6-8 y 15: la función de Juan Bautista; los vv. 125:
la 'importancia de la fe; el v. 17: contraposición entre «la gracia y la verdad" de
Jesucrisro y la ley de la alianz.a antigua; el v. 18: Cristo, el revelador único del
Padre.
-234-
B. La fe en la'creación en el Nuevo Testamento
dora de Dios Un 1,ls), es decir, no es una criatura. En el versÍcu-
lo 3 se identifica a este Lagos intradivino con la Palabra median-
te la cual (según Gn 1) ha creado Dios el mundo. En el Lagos y
por medio de él pronuncia Dios su palabra creadora «hacia el exte-
rior», de modo que «todo llegó a ser por medio de ella» (de la Pala-
bra o del Lagos).
Este surgimiento del mundo a partir de la Palabra (intradivi-
na) le presta, en la visión cristiana, una acuñación absolutamente
singular: esta Palabra es, desde el principio, el lugar de la reve-
lación de Dios. Precisamente porque esta revelación tiene, en lo
más profundo de sí misma, «consistencia de lagos» o «capacidad
de ser expresada en palabras», puede comprenderla el hombre
como expresión y don de Dios. A ello aluden los versÍculos 4s y
9-11: el Lagos actúa en e! mundo como vida y como luz que Dios
da al hombre. Lo cual significa: en la luz reveladora de su pala-
bra Dios puede ser básicamente conocido y adorado como origen
y salvación de todo lo viviente. Pero e! mundo, o respectivamen-
te la tiniebla (como «mundo histórico bajo responsabilidad del
hornbre»)? se cerró a esta luz reveladora (vv. 9-11), se encerró -a
excepción del pueblo de los «hijos de Dios» (vv. 12s), que en Abra-
hán y su ascendencia han acogido la palabra de la promesa- en la
tiniebla del no-reconocimiento de Diosy de su revelación (Sab
13,1-9; Rom 1,18-23).
Todo esto desemboca, en fin, en un nuevo y largo paso, de vali-
dez definitiva, en la historia del Lagos, de la Palabra, de la auto-
rreve!ación de Dios: el Lagos «se ha hecho carne» (vv. 14) y, en su
condición de hombre, «ha puesto su tienda entre nosotros»
(f.O'Kr(¡II(;t(TEII, de O'K'Y)VÓW, v. 14). En esta afirmación, en la que culmi-
na e! himno, se identifica ahora al Lagos de Dios, su Palabra eterna
creadora, vivificadora e iluminadora de! mundo, con Jesucristo.
Todo cuanto el Prólogo había dicho hasta este pasaje sobre el Lagos
9. J. Gnilka,fohanneseiJangelium, op. cit., pág. 15.
-235-
• Seg/mda parte < El origen normativo: la le en la creación ...
queda ahora, y en el resto del Evangelio, expresamente referido a
Jesús; en él ~lcanza su cima toda la acción creadora y reveladora
del Lagos. El es, en efecto, el Hijo único, que permanece desde
la eternidad junto al Padre (vv. 14 y 18), a quien puede revelar¡ él
es la Palabra creadora preexistente por medio de la cual fue crea-
do el m~ndo «al principi~» (v. lb); él es la «vida» (Jn 14,6) qtle
da «la vida plena) prometida (Jn 10,10); ~les el nuevo templo en
el que la gloria de Dios ha plantado su tie'nda entre nosotros de
modo que podemos «verle» en el sentido literal de esta palabra
(:r.. 14; Jn 2,21); él es la verdadera «luz del mundo» que vence a la
tiniebla y se convierte. en «luz de la vida» para quienes le siguen
Un 8,12). .
Pero también él, aunque vino a «su propiedad» (Israel como
«propiedad de Dios»}, fue rechazado por «los suyos» (v. 11) aun-
que no por todos. A los creyentes, a los que le reconocen y le acep-
t~~lCO~l? lo que r~almente es) se les otorg~ la dignidad de lafiLia-
cion ~lLvma,es decir, son, en el bautismo, «nacidos de Dios» (v, 13)
Yreciben en Jesús «la gracia y la verdad» de la revelación definiti-
va de.Dio~ (v. 17). y así, en Jesús vuelve a desplegarse una vez más
la «historia. del Lagos eterno, desde el principio de la creación,
a tra~és de Ía historia de la l:umanidad y ~.~la historia del pueblo
de DIos, y es llevada hasta su consumación plena ya prevista desde
el principio. 10
10. Según una reciente hipótesis exegética, el negativo que se halla en el fon-
do del ~rólogo podría ser una paráfrasis judía de la torá y, para decirlo con mayor
precision, de su historia, desde la creación hasta la manifestación de la gloria de
~ahveh en el Sinaí y la construcción, finalmente, de la tienda de la revelación (o
tienda del encuentro) (compárese Éx 33,7 con jn 1,14). Según esto, la torá habría
Sido la Palabra preexistente por medio de la cual fue creado el mundo, la luz
fue separada de las tinieblas y fue hecho el hombre a imagen y semejanza de Dios
(Jn 1,9). El rechazo de la Palabra de Dios mencionado en lOs aludiría a la histo-
riadel pecado desde Adán y Eva hasta la construcción de la torre de Babel mien-
tras que a partir del v. 12, con Abrahán e Isaac -el hijo de la prornesa->, entra
en e! campo de VIsión el pueblo de Dios. La paráfrasis culmina en e! v. 14 con la
-236-
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
e) En el himno de la Carta a los colosenses (Col 1,15-20)
También el himno de la Carta a los colosenses cuenta con el ante-
cedente de un himno protocristiano. En dos estrofas se ensalza a
Cristo en su doble función, como mediador de la creación (<<pri-
mogénito de toda la creación») y como mediador de la reconcilia-
ción escatológica (<<primogénito de entre los rnuertos»)." No se
trata, en ambos títulos, de teorías teológicas abstractas, sino de la
significación salvífica universal de Jesús: se emplea ocho veces
la palabra rriiq; o mÍ,vTQ, (todo, la totalidad, el universo). El último
versículo del himno (<<reconciliar por él todas las cosas», v. 20)
pone de relieve el mensaje teológico de este himno a Cristo: al resu-
citarle de entre los muertos, Dios ha instituido a Jesús como media-
dor de la reconciliación universal, como el gran fundador de la paz
«en el cielo y en la tierra» (ibid.). Jesús no ejerce esta función sólo
tras su muerte, en virtud de una decisión misteriosa de Dios, su
Padre. No. Le ha sido dada y fundamentada ya antes de la crea-
ción del mundo. Puesto que Jesucristo, en cuanto «primogénito
de toda la creación» (y con ello como su Señor designado), pre-
cede a todas las obras creadas (v. 17), y puesto que -de modo corn-
revelación de la torá en e! Sinaí: a través de varias intercalaciones a partir del v. 6,
a menudo referidas al Bautista, y con la mención del nombre de Jesús en el v. 17,
el evangelista establece una conexión entre esta paráfrasis judía de la torá y la his-
toria de jesucristo, en quien esta torá se renueva y alcanza su cumplimiento de
manera definitiva. «El Prólogo narra, por tanto, la historia de la vida de Jesús
como torá nuevamente escrita», así en A. Wucherpfennig, «Tora und Evan-
gelium», en Stimmen der Zeit 128 (2003), págs. 486-494 (cita en pág. 490); véa-
se también D. Bohler, «Abraharn und Seine K.inder im johannesprolog. Zur
Vielgestaltigkeit des alttestamentlichen Textes bei Johannes., en D. Bohler, I.
Himbaza y Ph. Hugo (dirs.), L'Ecrit et l'Esprit (FS A. Scbenker), Friburgo y
Gotinga, 2005, págs. 15-29.
11. Véase J. Pfarnrnarter, Epheserbrief - Kolosserbrief(Neue Echter Bibel),
Wurzburgo, 1987, págs. 61ss; N. Kehl, Der Christusbymnus im Kolosserbrie],
Stuttgart, 1967.
-237-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creacián.:
parable a la sabiduría- es el icono ahora revelado del Dios invi-
sible (v. 15), porque en él, por él y para él ha sido hecha, para su
salvación, la creación entera, por todo ello puede ser también, en
la resurrección de entre los muertos, origen de la creación defi-
nitiva, renovada y reconciliada.
Los enunciados sobre la singular función de Jesús en la crea-
ción al principio sirven, pues, para fundamentar y dar credibili-
dad a su no menos singular función en la plenitudescatológica de
la creación puesta en marcha por Dios.'? En el lenguaje del Apo-
calipsis de Juan esta significación salvífica de Jesús que todo lo
abarca se sintetiza en la fórmula de que es, como Dios, «alfa y ome-
ga» (Ap 22,13), «el primero y el último» (Ap 1,17; 2,8). También
aquí se trata del mismo mensaje: la muerte redentora deJesús y su
resurrección en la historia abarcan al mismo tiempo el principio
y el fin de la historia.
Con las tres proposiciones «en», «poP> y «para» él (iv aUTw, ~i
aVTou, fÍ~ aVTov), declara el himno de los colosenses cómo ha de
entenderse en concreto la significación de Jesús en la creación.
1) «Creado en Cristo»
De forma similar a la sabiduría, se ve a Jesucristo como el «ante-
proyecto» de la creación de Dios, en quien está todo ejemplar-
mente prefigurado antes de ser pronunciado y hecho por la pala-
bra creadora y "puesto fuera» como realidad propia y autónoma. J)
En terminología escolástica, Jesús sería, según esto, la «causa ejem-
plar» de la creación, su modelo y su forma básica ideal, según la
12. Sobre esta cuestión, también W. Kasper,jesus der Cbristus, Maguncia,
)1974, págs. 221ss.
13. C. Breytenbach, «Schopfer / Schopfung» III, en Theologische Realen-
zyklop adie 30, op. cit., pág. 287.
-238-
l'
B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento
cual o dentro de la cual Dios ha creado todas las cosas. En cuan-
to al contenido, el modelo asume la "forma» del Hijo, es decir, del
amor absolutamente agradecido al Padre en cuanto origen de toda
vida y de todo amor. De ahí que la gratitud y la maleabilidad (en
el sentido de «hágase en mí ...», Lc 1,38) frente a Dios sean las for-
mas más originarias según las cuales las criaturas libres deben vivir
en presencia de Dios, de acuerdo con su protomodelo, Jesucristo.
2) "Creado por Cristo»
Con la proposición "por», que señala, en sentido estricto, la media-
ción de Jesús en la creación -exactamente igual que en e! Prólo-
go del Evange!io de Juan- se indica la función de! Logos pree-
xistente en la creación que tanto en este pasaje como en Juan se
le asigna a Jesucristo: él es la palabra creadora que Dios «pronuncia
al principio» para llamar al mundo a la existencia y para «sacarle
fuera», para instalarlo en su realidad propia.
La palabra creadora «hacia fuera» tiene, según esto, su fun-
damento posibilitador eti la palabra que Dios pronuncia siempre
y desde siempre, por amor, «hacia dentro», en su más honda esen-
cia, a saber, en e! Tú del Hijo, en cuyo interior se expresa entera-
mente e! Padre y que se sitúa frente a él bajo la forma de respuesta
agradecida. Con razón puede Tomás de Aquino llamar a la crea-
ción verbum verbi, expansión de la palabra intradivina en la fini-
tud de la creación no-divina.
3) «Creado para Cristo»
Con las palabras «para Cristo» se designa a Jesucristo como el fin,
intentado desde el principio, de la creación. Él es el «por amor al
cual» de la creación o, en lenguaje escolástico: su causa final. Es
-239-
•
Segunda parte < El origen norrnatiuo: la fe en la creacián ...
decir: aunque Jesucristo no se hace visible hasta un momento tem-
poral muy tardío de la historia de Dios COp10 Palabra de Dios hecha
hombre en su creación, está ya presente desde el primer principio
en ella como la forma final y como el sentido intentado por el crea-
dor. La voluntad salvífica de Dios respecto a su creación nunca es
eficaz sin esta meta concreta y sin su realización en la encarnación
del Lagos, precisamente ya antes de la aparición de Jesucristo en
la historia, también fuera de su reconocimiento históricamente
expresado en la fe de la Iglesia (ecclesia ah Adam: LG 2).
En cuanto al contenido, esta meta de la creación consiste en la
reconciliación, ya anticipada por Jesucristo en su persona, que en
su punto final abarcará al mundo entero, entre el creador y la crea-
ción (Coll,19s). A diferencia del inicio de la historia de la huma-
nidad, cuando el hombre quiso ser «como Dios» y perdió así la
amistad con él, llegará el día en que la creación entera se reconoce-
rá, agradecida, en Cristo, ante Dios, como su criatura, compren-
derá su finitlld como valor positivo, como don de Dios (al modo
como lo hace el Hijo frente al Padre) y encontrará aquí su más alta
unión posible con Dios. En Jesucristo, el «primogénito de entre
los muertos», vemos el protosacramento ya presente, la proto-
imagen, el icono de esta reconciliación última y definitiva del crea-
dor y la creación. La misión de la Iglesia como «cuerpo de Cristo»
(v. 18) consiste en conceder cada vez más amplio espacio a este
fermento de la reconciliación en la creación, para que «toda la Ple-
nitud que en él reside» (v. 19) llene finalmente a la creación total.
IV ESPERANZA EN LA CONSUMACIÓN DE LA CREACIÓN
La esperanza universal del himno a los colosenses no es un caso
aislado en el Nuevo Testamento. También Pablo en Rom 8 19-22
, "
incluye a la creación entera en la promesa de una reconciliación
global: del mismo modo que ahora esta creación comparte los
-240-
" .'
B. La fe en la creacion en el Nuevo Testamento
actuales padecimientos de los hijos de Dios, también se revelará
en ella la libertad y la gloria futura. La calamidad que ahora opri-
me a la tierra como consecuencia del pecado original del hombre,
situación que Pablo califica de tuuttu ÓT7)s" (caducidad, vacío, corrup-
tibilidad, etcétera) o incluso de «esclavitud» y «postración» de la
creación (Rom 8,20s), no carece de esperanza: El padecimiento
provocado por esta caducidad adquiere, en vi.rtud d: la resurrec-
ción de Jesús y del Espíritu de Dios que suplica y gime en noso-
tros, la for~a de dolores de parto henchidos de esperanza (Rom
8,22): la creación en su conjunto está ahora en el trance de los dolo-
res del nuevo nacimiento, es decir, de verse liberada de su cadu-
cidad para alcanzar la participación de la «libertad y la gloria de
los hijos de Dios»." .
Al encuentro de esta visión esperanzada parecen salir los pa-
sajes apocalípticos de los evangelios sinópticos (Mc 13,24ss par.),
de la Segunda carta de Pedro (2 Pe 3,10ss) y, finalmente, del Apo-
calipsis de Juan (Ap 6,12-17; 8,6-9,21; 16,1-21 Y otros). Todos
ellos hacen suya la concepción del judaísmo temprano del colap-
so del mundo, en el que el sol, la luna, las estrellas, el cielo y la
tierra serán aniquilados en una conflagración universal o en una
catástrofe parecida. Queda abierta, en estos escenarios de colap-
so universal, la pregunta de cÓmo se concilian con las promesas
de Dios en la alianza con Noé de Gn 8,21s y 9,8-17, según las
cuales en virtud de una alianza con la creación entera, Dios se
compl:omete solemnemente a no aniquilar ya nunca más en el.fu-
turo a los seres vivientes de la tierra. Es patente que los escritos
apocalípticos del judaísmo temprano y del Nuevo Testamento.
daban por descontada una cierta revisión de esta voluntad de
Dios ante el espectáculo deÍ poder, desmesuradamente acrecenta-
14. H. Schlier, Del" Romerhl-ief(I-ierders tbeologiscber Kommentar, vol. 6),
Friburgo, 1977, págs. 259-264; J. Ernst, «Das Heil der Scbopfung-, en Catholica
46 (1992), págs. 189-206.
-241-
Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ...
do, del mal en la tierra.P Y, sin embargo, también en estos pasajes
sigue siendo válido que el juicio cósmico de Dios no significa li-
samente el fin de la creación. Dios superará el ocaso del primer
cielo y la primera tierra con la creación de un «cielo nuevo y tie-
rra nueva» (Ap 21,1), en los que «habita la justicia» (2 Pe 3,13) y
'en cuyo centro se situará la «nueva Jerusalén», la '«morada de
Dios entre los hombres» (Ap 21,1-5).
No es preciso que nos imaginemos esta nueva creación cósmi-
ca de Dios como algo que no tiene nada absolutamente que ver con
la primera, tal como sugieren las imágenes apocalípticas del colap-
so de la creación primera y del surgimiento de una creación abso-
lutamente nueva. En analogía con la nueva creación del hombre
viejo mediante la recepción del Espíritu en la fe y en el bautismo,
puede pensarse la nueva creación del universo entero como una re-
novación y una transformación radical. En ella, la creación actual
quedará liberada, en virtud del poder del Espíritu de Dios que re-
sucita a los muertos, de todo cuanto está en contradicción con la
voluntad originaria del Dios creador. Será «elevada» por Dios en
un triple sentido: el pecado, el sufrimiento y la muerte quedarán
despojados de todo poder; todo cuanto se corresponda con la vo-
luntad creadora de Dios (y, a una con ello, con la «forma origina-
ria» de Jesucristo) en la naturaleza y en la actuación de las criaturas
será definitivamente preservado y garantizado por Dios junto con
el «primogénito de entre los muertos»; y será, además, elevado
por el mismo Dios a un nuevo «nivel existencial», en cuanto que,
en la presencia inmediata del amor de Dios, todos los. frutos de la
tierra y del trabajo humano alcanzarán su maduración plena.
Ya no habrá noche y no necesitan luz de lámpara ni luz de sol,
porque el Señor, Dios, los alumbrará. (Ap 22,5)
15. M. Kehl, Dein Reicb kornme, Kevelaer, 2003, págs. lL4-134; 164-171;
K. P. Fischer, Kosmos und Weltende, Maguncia, 2001.
-242-
lo
TERCERA PARTE
IDENTIDAD EN EL CAMBIO:
LA FE EN LA CREACIÓN
FRENTE A SUS GRANDES RETOS HISTÓRICOS

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  • 1. I MEDARDKEHL CONTEMPLÓ DIOS TODA SU OBRA Y ESTABA MUY BIEN UNA TEOLOGÍA· DE LA CREACIÓN Con la colaboración de HANS-DIETER MUTSCHLER y MICHAEL SIEVERNICI;I . Traducción de MARCIANO VILLANUEVA SALAS
  • 2. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ... c.an.~s.ta argumenta~ión ha desempeñado en la posterior teología filosófica de la Iglesia, a través de ~u ~gf..t~:.ió,f por Pabl?~.:n l.~" ._ Carta a los romanos (1,18-25), una Irrtp6rtahte .repercusiÓri'SH¡st6;~~~·,. '.1 rica; no tanto para estigmatizar las funestas doctrinas heréticas' . sino más bien para conseguir un universal punto de conexión para la confesión de fe cristiana en un solo Dios, creador del cielo y de la tierra." . '73. Véase la Tercera parte C: «Fe en la creación y metafísica en la Alta Edad Media: Tomás de Aquino». -222- ..:. " ". .. ,·~.;":~~.{~~~.~fEEN LA CREACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO La fe de la joven Iglesia testificada en el Nuevo Testamento vive, sin duda, en la tradición de la fe israelita en la creación. No obstan- te, también en este aspecto la fe en el Mesías Jesús ha puesto impor- tantes acentos nuevos. Fue aquí determinante el paso dado para precisar, con validez definitiva, el sujeto del acto creador a partir de la nueva experiencia salvífica escatológica vivida conJ esús. El crea- dor del cielo y de la tierra, a quien Israel ha identificado con Yah- veh, el Dios liberador de su historia, es, a la vez, para los cristianos, el «Padre de nuestro Señor Jesucristo» (d. Rom 15,6; 2 Cor 1,3; 11,31; Ef 1,3; Col 1,3) y por ello también «nuestro Padre» (Rom 1,7; 1 Cor 1,3; 2 Cor 1,2 y otros). Por consiguiente, en lafe cristiana su poder creador sobre el cielo y la tierra se perfila específicamente a partir de su singular actuación salvífica en Jesucristo -tal como el creador se ha manifestado en el envío de la Palabra eterna, en la vida y muerte de Jesucristo y, sobre todo, en su resurrección de en- tre los muertos (Gáll, 1;Rom 1,4; 6,4 Yotros )-. Pablo vincula ex-o presamente este último aspecto a la creación: como descendientes de Abrahán y de su fe justificante podemos nosotros -como él- confiar en el Dios «que da vida a los muertos y que a la misma nada llama a la existencia» (Rom 4,17). La liberación definitiva de Jesús crucificado del reino de la muerte y la posibilitación de nuestra participación en ella se convierten en la fe cristiana en la culmina- -223-
  • 3. Segunda parte < El origen normativo' la re en L . '-. J' a C7 eanon ... ción de cuanto el poder creador-liberador de D' d IJ cabo. En el marco de esta sin I .' ., lOS pue e evar a ñada por la experiencia de fe ~naJr con~eclOn de. la creación, acu- _ I _ I esuci isto resucitado pu d na al se a gunos acentos es T di' e en se- peCJ ICOS e Nuevo Testamento. I I. LA CREACIÓN Y EL REINO DE D EN J ' lOS QUE SE ACERCA < ESUS ~n su anuncio de la inminente venida del reino de' . . ciado a través de su propia activid d J ' DIOS, ya 1111- 1 ' a , esus se apoya e . te en as promesas del Deutero' , . . Xpl esamen- 4, ~8s~) ahoraseinstaladefinitiv:;::~:~ad~~I:':::~s;:a:ité~" Ley e jusucia de Dios, a partir de Israel' . ' e paz pobres y en su beneficio ( l' y. mas en especial de sus como ya en e ciel . bi 1 la tierra») Jesús . " d . 1 o, tam ien a lora «en . V1VlO e smgu ar manera la fe _ mente acentuada en el libro de I ' l ya tan expresa- d salas- en e poder d D' 01'. Dos eJ'emplos a est ' . e lOS crea- e proposito. 1. Con~janza ilimitada en la presencia del P d. provldente' a 1e Jesús fundamenta el mensaje central del se' ' d I preocuparse «corn l rrnon e monte de no o os paganos» por la comida la bebid I, J a, e ves- 1:. Para esta temática, véase sobre todo R. H .. kon fUI" Theologie und K' h ) 9 _ oppe, «Schopfung" II/2, en Lexi- B . . rrc e , pags. 220-22]' S Heine e .. auer, DICCIonario de teología b 'bli B 1" ," reacion», en J. B. C. Breytenbach «Schopfer / Scl l . [lCa, arrrc1eona, Herder, 1966, págs. 227-2]3; ] , 10p ung" en Th I . ¡ O,Berlín y otros, 1999, págs. 283-292' D S' . eo ogiscne ~ealenzyklopiidie la creación» en Th Sch id . (dir.) , . att]ei y Th. Schneldcr «Doctrina de H d ' . nei el 11., Manual de teolo ía d •. er er, 1996, págs. 171-221' K L" . g ogmallca, Barcelona, lJiblische Schopfungstheologi;n D onllldl g YfE. Zeng:r, AIs Anfang schu] GOIt. , usse 01, 1997, pags. 190-219. -224- B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento tido y por todo género de «acumulación de tesoros» en la tierra, Síl10 ante todo por el reino de Dios (Mt 6,19-34), en la providen- cia del Padre celestial por todas sus criaturas y de manera especial por los hombres, tan claramente perceptible en las aves del cielo y en los lirios del campo. La exhortación a esta confianza ilimi- tada en la presencia del creador, eficaz en todos los ámbitos, debe desterrar la preocupación «de poca fe» de los discípulos por las necesidades cotidianas de la existencia (v. 30) y abrirles el acceso al reino y al dominio de Dios. En este mismo sentido se orienta la calma de la tempestad (Mt 8,23-27 par.). Suscita en los atemorizados discípulos un barrunto a la vez maravilloso y temeroso de que en este Jesús está actuan- do el poder creador de Dios; aquel poder, pues, que ya en el ori- gen del mundo fue capaz de marcar límites al caos del océano pri- mordial con una simple orden de su palabra: «¿ Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y la mar le obedecen?» (Mt 8,27.). Si este hombre anuncia la venida del reino de Dios y lla- ma, por consiguiente, a los hombres al seguimiento que todo lo deja atrás, entonces hay que confiar verdaderamente en su pala- bra. Es evidente que por medio de él pronuncia el mismo Dios su palabra salvadora. Parecidas experiencias viven los hombres con las curaciones milagrosas de Jesús, sobre todo cuando expulsa demonios (vcspl- ritus malignos»): también éstos tienen que someterse al imperio de su palabra (Mc 1,23-28). Es así como puede sanarse, de múlti- ples maneras, la creación por ellos dañada y como puede reapare- cer en su bondad originaria. En las palabras y las obras de Jesús puede imponerse el dominio de Dios sobre los poderes de la muer- te que angustian y destruyen la vida, con aquella poderosa fuer- za que se corresponde con la voluntad de Dios en el inicio de la creación. Jesús no trae un mundo sano, pero sí pone la señal de una creación redimida. -225-
  • 4. Jesús fundamenta a menudo sus instrucciones, muy escandalosas para muchos de sus contemporáneos, en la voluntad del Dios crea- dor, que a lo largo de! tiempo había quedado sepultada bajo innu- merables preceptos particulares y había caído por ello en el olvido. Así, por ejemplo, en e! precepto, difícilmente comprensible, del amor a los enemigos, argumenta a partir de la universal bondad del creador, que "hace salir el sol sobre malos y buenos, y man- da la lluvia sobre justos e injustos» (Mt 5,45; en parecido sentido también la.parábola de la cizaña en el trigo, Mt13,24-30). Jesús priva así de valor al axioma, de general-aceptación, «corno me hagas tú a mí, te haré yo a ti», y lo sustituye por el nuevo precepto del reino de Dios: como Dios (el creador bueno) conmigo (pecador), así yo contigo (Mt 5,48). También en las controversias sobre temas concretos se remi- te Jesús al sentido originario de una institución. De acuerdo con el ejemplo y la voluntad del creador, «el sábado es para el hombre, y no e! hombre para e! sábado» (Mc 2,27). Y cuando se trata de la indisolubilidad del matrimonio y de la igual dignidad de la mujer en los problemas del divorcio y adulterio (Mc 10,2-12), Jesús recu- rre el origen del matrimonio, «al principio de la creación» (v. 8). El poder de! reino de Dios se manifiesta precisamente en que todos los preceptos y todas las costumbres humanas quedan relativiza- dos al reducirlos a su sentido querido por Dios y pueden de este modo estar al servicio, sin trabas, de la salvación de cada persona concreta. Con esta fundamentación de su actitud crítica frente a deter- minadas interpretaciones de la tradición hostiles al hombre, Jesús se sitúa enteramente en la tradición de la fe israelita en la creación. El discurso sobre la creación originaria del hombre como ima- gen y a una con ello como administrador de Dios en la tierra con- Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creacián .., 2. El orden creado como norma de conducta. en el reino de Dios -226- B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento tiene en sí, desde el principio, la semilla de la crítica profética a todas las tradiciones cerradas en sí mismas y hostiles al hombre. Il. LA RENOVACIÓN DE LA CREACIÓN POR JESUCRISTO La reflexión postpascual de la primitiva Iglesia no estaba impul- sada primariamente por la temática de la creación, sino por las pre- guntas que suscitaban los acontecimientos en torno a la muerte y resurrección de Jesús: ¿ quién es, propiamente hablando, este Jesucristo a quien Dios ha entregado a los pecadores y después ha resucitado de entre los muertos? ¿ Qu~ relación tiene con Dios? ¿ Qué significa para nuestra salvación? Pero en este contexto tam- bién se aborda el tema de la creación y se lo peine en relación con Jesucristo. Es decir, se sitúa la creación, de manera expresa, en la perspectiva soteriológica y escatológica de la muerte y resurrec- ción de jesús.' De ahí qJ,e en el Nuevo Testamento puede decir- se a propósito de la creación: ha sido definitivamente (<<escatoló- gicamente») renovada por] esucristo y puesta de manera irrevocable en la senda de la consumación que le ha sido prometida. Esta convicción se manifiesta en algunas destacadas formula- ciones, sobre todo en Pablo. 1. Jesús, la consumación de Adán Para ilustrar la significación de la muerte y resurrección de Jesús para la creación esclavizada por e! pecado y la muerte, Pablo esta- blece un agudo contraste entre Adán y Cristo (Rom 5,12-21; 1 Cor 15,21s.45-47). Atribuye a ambos la función de fundadores de un 2. Véase la Primera parte A: «La liturgia de la noche pascual: portal hacia la comprensión de la fe en la creación». -227-
  • 5. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la. creación." determinado linaje histórico-salvííico, 9F prototipos de una deter- minada clase histórico-salvífica del hombre: Adán representa al hombre que se ha sometido voluntarjarnente al poder del pecado, es decir, de la desobediencia, de la injusticia y, con ello, de la muer- te. Cristo, por el contrario, representa al hombre en la gracia de la obediencia, de la justicia y de la vida. En el marco de su visión apo- calíptica del mundo, que vive de la oposición irreductible entre el mal y el bien, la tiniebla y la luz, la condenación y la salvación, Pablo sólo conoce estas dos clases de ll¿;¡nbres, de relevancia his- tórico-salvífica. y desde aquí resulta comprensible su terminolo- gía en 1 Cor 15,45ss: Adán, el «primer hombre» (7rpr.'iJTo<; O,lIBpw7ro<;), y toda su des- cendencia han recibido ciertamente (según Gn 2,7) el hálito de Dios, pero sólo para la vida terrena: son y se mantienen como hom- bres de la tierra, inevitablemente entregados, por consiguiente, a la muerte. Cristo, e! «segundo hombre» (~EÚTf:PO<; allBpw7ro<;), el Adán consumado, es decir, el Adán que ha alcanzado la consumación (f0"X,J-To<; 'A~alk), se ha convertido para su descendencia espiritual en e! pneuma vencedor de la muerte, vivificante, porque es de! cie- lo y dará a los suyos participación en su forma existencial pneu- mático-celestial en la resurrección de los muertos del fin de los tiempos. Y así, Pablo, seguro de la victoria, puede exclamar en la conclusión de este gran texto sobre la resurrección: «La victoria se tragó a la muerte. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dón- de, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley. Pero ¡gracias a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo b, (i' Cor 15,55ss). La funesta historia del «primer Adán,; ha llegado a su fin, por- que el «segundo Adán» ha confiado hasta e! extremo, sin la menor sombra de desconfianza, en Dios, su Padre y creador, se ha entre- gado a él totalmente en la oscuridad de la muerte, incluso en lo concerniente al futuro del reino de Dios' ya iniciado en su men- saje. Así escama Jesús, la Palabra de Dios hecha hombre, acep- -228- B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento 1 1 muerte su ser humano su condición de criatura. Todota, rasta a, , ,.' ello en beneficio de la creación total, que en Jesus re~Ibe d: nu~- va el espíritu del creador, e! hálito vital divino que la liberará defi- nitivamente del poder de la muerte. 2. Los bautizados, una nueva creación y hombres nuevos Según Pablo, los descendientes espirituales de Jesús participan de su nueva vida, no sólo cuando, en la consumaciónde! mun~o, sean resucitados de la muerte, sino ya ahora, en medio de la VIda destinada a la muerte del «eón antiguo», en virtud de la f~ y del bautismo. Quien ha sido bautizado «en Cristo» y se ha «ll1COI~- parado» en él, es ya ahora una «criatura nueva» (2 Co: 5,17; Gal 6,15). La deuteropaulina Carta a los colosense.s entiende este proceso de renovación radical como un «reves,t~rse de la nueva condición humana» (CoI3,9s). Es decir: en conexión con Gn 1,26s, se interpreta e! bautismo como la creación por Di~s de ~n hom- bre nuevo.' En diversas tradiciones neotestamentanas se intrcdu- ce otra imagen para expresar lo revolucionariamente .nu.evo que experimentan los creyente~ e~ e! bautismo: la d~l nacI71Iento, e~ renacimiento o nuevo nacirruento (Sant 1,18; Tit 3,4s, 1 Pe 1,3, Jn 3,3ss; 1 Jn 4,7). . .' . Este simbolismo de la nueva creación significa en el Nuevo Testamento algo más que mero acontecimiento espiritual que s,e desarrolla en el interior de los bautizados. Tiene una clara culmi- nación eclesiológica. Sólo, en efecto, en la convivencia co~c.reta de 1 f dos en Cr-isto en criaturas nuevas se manifiesta laos trans orma fuerza renovadora de la fe y de! bautismo en todo su poder deter- 3, C. Breyrenbach, «Schópfer I Schopíung» IlI, en Theologiscbe Realenzy- klopadie 30, op, cit., pág. 289. -229-
  • 6. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ... minante de la realidad y análoga, por tanto, al poder creador. Este poder se muestra, por ejemplo, en la profunda relativización de todas las diferencias de rango y de valor conocidas en la creación antigua, marcada por la maldición del pecado, que todavía sigue actuando: «Todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer, pues todos vosotros sois uno [una humanidad] en Cristo Jesús» (Gál 3,27s; 1 Cor 12,13; Col 3,11). Este ser-en-Cristo fundador de unidad es el dato salví- fico relevante de la nueva criatura; en comparación con esto, todo lo demás es irrelevante. Pablo pone así a disposición de sus comunidades un criterio muy útil, y todavía hoy válido, para distinguir a la nueva creación de la antigua en la Iglesia: mientras el pueblo de Dios se halla toda- vía en camino hacia la forma consumada de la nueva creación está, todavía sometido a las tribulaciones de la creación antigua, que se caracteriza por las diferencias de rango y de valoraciones (por des- dicha también en la Iglesia, a pesar de la exhortación de Jesús: «Vosotros no habéis de ser así»; Le 22,26). Los fieles deben, por consiguiente, tener siempre clara conciencia de que son «hijos de la libre» (de la «Jerusalén celeste»; GáI4,31) y deben proteger una y otra vez el don de la nueva creación frente a las recaídas siem-, pre amenazantes, en los modos de pensar esclavizantes de la crea- ción antigua. lII. JESUCRISTO, EL MEDIADOR DE LA CREACIÓN La reflexión de fe de la Iglesia primitiva acerca de la significación de Jesucristo para la creación avanzó un paso más: debe agrade- cérsele no sólo la renovación definitiva (sacramentalmente antici- pada en el ámbito de la Iglesia), sino también la mediación en la creación originaria del mundo. Recibía así, en la fe de la comuni- -230- , .' B. La fe'en lá'~reació~ e~ el Nuevo Testamento dad, una significación genuinamente cósmica (que incluye el uni- verso) para la obra creadora de Dios, 1. Fuentes y sentido de la idea de la mediación en la creación El Nuevo Testamento pudo tomar la idea de la mediación en la creación y la problemática aquí subyacente de la teología sapien- cial del judaísmo temprano influida por el helenismo, de la teolo- gía del Lagos del filósofo judío Filón de Alejandría (13 a, C.-45/50 d. C.) y de la teología rabínica de la to:á. En estas tempranas refle- xiones filosófico-teológicas se analizaba una temática exhaustiva- mente discutida más adelante en la teología cristiana de la crea- ción: ¿ cómo pudo Dios entablar una relación creadora con el mundo, lo totalmente otro respecto de sí mismo, sin perder su uni- dad indivisible frente a la multiplicidad de las cosas creadas, su eternidad frente a la temporalidad, su inmutabilidad frente a la caducidad, su infinitud frente a la finitud? ¿ Cómo pudo darse el «paso» desde el Dios uno al mundo múltiple en e! acto de la crea- ción sin que se viera para nada afectada la trascendencia de Dios y sin que, a la inversa, perdiera el mundo su relativa autonomía y sin que desapareciera en Dios como simple manifestación divina? Para responder a esta pregunta, en el judaísmo temprano y des- pués también en el cristianismo se recurrió a la Idea del platonis- mo medio y del estoicismo de! mediador de la creación, En la lite- ratura sapiencial judía se asignó la función de mediación entre el . creador y su creación 'a la sabiduría, la sophia de Dios (así, por' ejemplo, en Prov 3,19; 8,22-31; Si 1,4; 24,9; Sab 7,12.21; 8,4; 9,9- 11). A veces se la presenta como un atributo del creador, como algo que le pertenece, que es propio de él; otras veces, en cam- bio, se la describe corno una obra, la primera y la más preciosa, creada con anterioridad a todas las restantes y, por consiguiente, -231-
  • 7. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ... como preexistente con relación al universo." En su forma perso- nalizada estaba ya presente cuando se llevó a cabo la obra de la creación como sabiduría que «jugaba» en presencia de Dios, en la que Dios se complacía y que le inspiraba su obra creadora. Se la puede entender también como modelo, existente en y junto a Dios, de la multiforme creación que el creador miraba para realizar a continuación -en cierto modo para «sacar fuera»- mediante su palabra creadora, el mundo ya previamente modelado y per- fectamente ordenado en su sabiduría. La sabiduría y la palabra de Dios (e! Lagos) son, pues, los modos divinos mediante los que el creador se relaciona con la creación. Median a Dios y al mundo entre sí de tal suerte que e! creador los comunica al mundo como dones suyos y está así presente en medio de su creación sin renun- ciar por ello a su trascendencia frente al mundo. Aquí la sabidu- ría encarna más bien la filantropía de! creador, que todo lo orde- na bien, mientras que la palabra representaría su voluntad soberana . . ImperatIva. 2. La transposición a Jesucristo a) En Pablo Esta función, tanto de la sabiduría como de la palabra de Dios, fue trasladada «[esucristo ya en la primitiva Iglesia, concretamente en los escritos del Nuevo Testamento en los que se acuñó especial- mente la fe en su preexistencia, es decir, en Pablo y en Juan, en las Cartas a los colosenses, a los efesios y a los hebreos. Así, Pablo proclama expresamente a Jesucristo como la sabiduría de Dios revelada y encarnada en un hombre (1 Cor 1,24-39). En esta mis- 4. Véase la Segunda parte A VI: «La sabiduría del creador perceptible en la creación (Libros sapienciales)». -232- B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento ma carta (y en el contexto de la controversia sobre la licitud de comer carne sacrificada a los ídolos) el apóstol establece una cone- xión entre su confesión inequívocamente monoteísta en el Dios creador y la confesión de la mediación de Jesús en la creación: "Porque aunque se diga que hay dioses en el cielo o en la tierra, que hay muchos dioses y muchos señores, para nosotros no ~ay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para qUlen somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por quien somos nosotros también» (1 Cor 8,5s; en parecido sentido Heb l,2s). 5 . Esto no es en Pablo ociosa especulación teológica sobre los lejanos tiempos antiguos, sino que tiene una clara intencionalidad práctica: esta fe en la creación libera del miedo a todo tipo de dio- ses y señores y de toda clase de preceptos cúlticos tradicionales ligados a ellos. Dado que Cristo, en cuanto mediador de la crea- ción y redentor, es e! Señor universal sobre todos los imagina- bles poderes y potestades, e! creyente, que sólo a él oye y obede- ce está libre de todo servicio esclavizante frente a aquellos poderes y aquellas potestades. Por consiguiente, cuando se aborda e! tema de! recto comportamiento, de si los cristianos pueden comer, o no, la carne sacrificada a los ídolos (vendida en e! mercado) lo único que importa es tener en cuenta, por amor, a los más débiles de la comunidad, no e! temor (carente de todo fundamento) ante una posible impureza provocada por estos alimentos." 5. La expresión «por él~, dos veces aplicada a Cristo, señala, en primer lugar, su mediación en la creación y, en segundo lugar, su mediación de redención por nosotros, los bautizados. Véase W. Schrage, Der ente Brie] an die Korintb er (J Kor 6,12-11,16), EKK VIlI2, Solothurn y Dusseldorf, 1995, págs. 215-25l. 6. Sobre este punto, H. J. Klauck, 1. Korintherbrief (Neue Echrer Bibel), Wurzburgo, 1984, págs. 60-62. -233-
  • 8. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ... b) En el Prólogo deJuan (jn 1,1-18) Según la historia de la tradición, es posible que el gran himno a Cristo de J n 1,1-18 haya podido servirse, como modelo, de un himno al Lagos divino precristiano, marcado por la doctrina del Lagos del teólogo judío-helenista Filón de Alejandría." Un com- positor de himnos cristiano pudo recurrir a este texto, referirlo a Cristo y completado en este sentido (concretamente en los ver- sículos 14 y 16). El evangelista acep~ó finalmente este himno cris- tiano y lo antepuso, como Prólogo, a su obra, ampliándolo con nuevos enunciados teológicos que permitían insertarlo sin cos- turas en el Evangelio.f La idea dominante de este himno a Cristo de elevada teolo- gía puede sintetizarse del siguiente modo: se vincula la creación del mundo por medio de la palabra figurativamente descrita en Gn 1 con la idea filosófico-teológica de la mediación del Logos en la creación. ¿ Quién o qué es este Lagos misterioso? En la filo- sofía griega de aquella época se designaba con este concepto sobre todo a la Razón divina que domina, penetra y ordena la totali- dad del cosmos, que hace del universo una magnitud inteligible para el hombre, es decir, inteligible mediante la lógica y expresa- ble mediante el lenguaje. En el himno del Evangelio de Juan se des- cribe a este Lagos como una realidad personal propia, más o menos comparable a la «sabiduría» del pensamiento judío. Vive «en el principio» (EII apx'IÍ), es decir, antes del tiempo de la creación, en comunidad/comunión con Dios, y pertenece a Dios, aunque sin identificarse con él. Participa en la esencia divina y en la acción crea- 7. J. Gnilka,Johannesevangelium (Neue Echrer Bibel), Wurzburgo, 1983, pág. 13 8. Probablemente los vv. 6-8 y 15: la función de Juan Bautista; los vv. 125: la 'importancia de la fe; el v. 17: contraposición entre «la gracia y la verdad" de Jesucrisro y la ley de la alianz.a antigua; el v. 18: Cristo, el revelador único del Padre. -234- B. La fe en la'creación en el Nuevo Testamento dora de Dios Un 1,ls), es decir, no es una criatura. En el versÍcu- lo 3 se identifica a este Lagos intradivino con la Palabra median- te la cual (según Gn 1) ha creado Dios el mundo. En el Lagos y por medio de él pronuncia Dios su palabra creadora «hacia el exte- rior», de modo que «todo llegó a ser por medio de ella» (de la Pala- bra o del Lagos). Este surgimiento del mundo a partir de la Palabra (intradivi- na) le presta, en la visión cristiana, una acuñación absolutamente singular: esta Palabra es, desde el principio, el lugar de la reve- lación de Dios. Precisamente porque esta revelación tiene, en lo más profundo de sí misma, «consistencia de lagos» o «capacidad de ser expresada en palabras», puede comprenderla el hombre como expresión y don de Dios. A ello aluden los versÍculos 4s y 9-11: el Lagos actúa en e! mundo como vida y como luz que Dios da al hombre. Lo cual significa: en la luz reveladora de su pala- bra Dios puede ser básicamente conocido y adorado como origen y salvación de todo lo viviente. Pero e! mundo, o respectivamen- te la tiniebla (como «mundo histórico bajo responsabilidad del hornbre»)? se cerró a esta luz reveladora (vv. 9-11), se encerró -a excepción del pueblo de los «hijos de Dios» (vv. 12s), que en Abra- hán y su ascendencia han acogido la palabra de la promesa- en la tiniebla del no-reconocimiento de Diosy de su revelación (Sab 13,1-9; Rom 1,18-23). Todo esto desemboca, en fin, en un nuevo y largo paso, de vali- dez definitiva, en la historia del Lagos, de la Palabra, de la auto- rreve!ación de Dios: el Lagos «se ha hecho carne» (vv. 14) y, en su condición de hombre, «ha puesto su tienda entre nosotros» (f.O'Kr(¡II(;t(TEII, de O'K'Y)VÓW, v. 14). En esta afirmación, en la que culmi- na e! himno, se identifica ahora al Lagos de Dios, su Palabra eterna creadora, vivificadora e iluminadora de! mundo, con Jesucristo. Todo cuanto el Prólogo había dicho hasta este pasaje sobre el Lagos 9. J. Gnilka,fohanneseiJangelium, op. cit., pág. 15. -235-
  • 9. • Seg/mda parte < El origen normativo: la le en la creación ... queda ahora, y en el resto del Evangelio, expresamente referido a Jesús; en él ~lcanza su cima toda la acción creadora y reveladora del Lagos. El es, en efecto, el Hijo único, que permanece desde la eternidad junto al Padre (vv. 14 y 18), a quien puede revelar¡ él es la Palabra creadora preexistente por medio de la cual fue crea- do el m~ndo «al principi~» (v. lb); él es la «vida» (Jn 14,6) qtle da «la vida plena) prometida (Jn 10,10); ~les el nuevo templo en el que la gloria de Dios ha plantado su tie'nda entre nosotros de modo que podemos «verle» en el sentido literal de esta palabra (:r.. 14; Jn 2,21); él es la verdadera «luz del mundo» que vence a la tiniebla y se convierte. en «luz de la vida» para quienes le siguen Un 8,12). . Pero también él, aunque vino a «su propiedad» (Israel como «propiedad de Dios»}, fue rechazado por «los suyos» (v. 11) aun- que no por todos. A los creyentes, a los que le reconocen y le acep- t~~lCO~l? lo que r~almente es) se les otorg~ la dignidad de lafiLia- cion ~lLvma,es decir, son, en el bautismo, «nacidos de Dios» (v, 13) Yreciben en Jesús «la gracia y la verdad» de la revelación definiti- va de.Dio~ (v. 17). y así, en Jesús vuelve a desplegarse una vez más la «historia. del Lagos eterno, desde el principio de la creación, a tra~és de Ía historia de la l:umanidad y ~.~la historia del pueblo de DIos, y es llevada hasta su consumación plena ya prevista desde el principio. 10 10. Según una reciente hipótesis exegética, el negativo que se halla en el fon- do del ~rólogo podría ser una paráfrasis judía de la torá y, para decirlo con mayor precision, de su historia, desde la creación hasta la manifestación de la gloria de ~ahveh en el Sinaí y la construcción, finalmente, de la tienda de la revelación (o tienda del encuentro) (compárese Éx 33,7 con jn 1,14). Según esto, la torá habría Sido la Palabra preexistente por medio de la cual fue creado el mundo, la luz fue separada de las tinieblas y fue hecho el hombre a imagen y semejanza de Dios (Jn 1,9). El rechazo de la Palabra de Dios mencionado en lOs aludiría a la histo- riadel pecado desde Adán y Eva hasta la construcción de la torre de Babel mien- tras que a partir del v. 12, con Abrahán e Isaac -el hijo de la prornesa->, entra en e! campo de VIsión el pueblo de Dios. La paráfrasis culmina en e! v. 14 con la -236- B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento e) En el himno de la Carta a los colosenses (Col 1,15-20) También el himno de la Carta a los colosenses cuenta con el ante- cedente de un himno protocristiano. En dos estrofas se ensalza a Cristo en su doble función, como mediador de la creación (<<pri- mogénito de toda la creación») y como mediador de la reconcilia- ción escatológica (<<primogénito de entre los rnuertos»)." No se trata, en ambos títulos, de teorías teológicas abstractas, sino de la significación salvífica universal de Jesús: se emplea ocho veces la palabra rriiq; o mÍ,vTQ, (todo, la totalidad, el universo). El último versículo del himno (<<reconciliar por él todas las cosas», v. 20) pone de relieve el mensaje teológico de este himno a Cristo: al resu- citarle de entre los muertos, Dios ha instituido a Jesús como media- dor de la reconciliación universal, como el gran fundador de la paz «en el cielo y en la tierra» (ibid.). Jesús no ejerce esta función sólo tras su muerte, en virtud de una decisión misteriosa de Dios, su Padre. No. Le ha sido dada y fundamentada ya antes de la crea- ción del mundo. Puesto que Jesucristo, en cuanto «primogénito de toda la creación» (y con ello como su Señor designado), pre- cede a todas las obras creadas (v. 17), y puesto que -de modo corn- revelación de la torá en e! Sinaí: a través de varias intercalaciones a partir del v. 6, a menudo referidas al Bautista, y con la mención del nombre de Jesús en el v. 17, el evangelista establece una conexión entre esta paráfrasis judía de la torá y la his- toria de jesucristo, en quien esta torá se renueva y alcanza su cumplimiento de manera definitiva. «El Prólogo narra, por tanto, la historia de la vida de Jesús como torá nuevamente escrita», así en A. Wucherpfennig, «Tora und Evan- gelium», en Stimmen der Zeit 128 (2003), págs. 486-494 (cita en pág. 490); véa- se también D. Bohler, «Abraharn und Seine K.inder im johannesprolog. Zur Vielgestaltigkeit des alttestamentlichen Textes bei Johannes., en D. Bohler, I. Himbaza y Ph. Hugo (dirs.), L'Ecrit et l'Esprit (FS A. Scbenker), Friburgo y Gotinga, 2005, págs. 15-29. 11. Véase J. Pfarnrnarter, Epheserbrief - Kolosserbrief(Neue Echter Bibel), Wurzburgo, 1987, págs. 61ss; N. Kehl, Der Christusbymnus im Kolosserbrie], Stuttgart, 1967. -237-
  • 10. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creacián.: parable a la sabiduría- es el icono ahora revelado del Dios invi- sible (v. 15), porque en él, por él y para él ha sido hecha, para su salvación, la creación entera, por todo ello puede ser también, en la resurrección de entre los muertos, origen de la creación defi- nitiva, renovada y reconciliada. Los enunciados sobre la singular función de Jesús en la crea- ción al principio sirven, pues, para fundamentar y dar credibili- dad a su no menos singular función en la plenitudescatológica de la creación puesta en marcha por Dios.'? En el lenguaje del Apo- calipsis de Juan esta significación salvífica de Jesús que todo lo abarca se sintetiza en la fórmula de que es, como Dios, «alfa y ome- ga» (Ap 22,13), «el primero y el último» (Ap 1,17; 2,8). También aquí se trata del mismo mensaje: la muerte redentora deJesús y su resurrección en la historia abarcan al mismo tiempo el principio y el fin de la historia. Con las tres proposiciones «en», «poP> y «para» él (iv aUTw, ~i aVTou, fÍ~ aVTov), declara el himno de los colosenses cómo ha de entenderse en concreto la significación de Jesús en la creación. 1) «Creado en Cristo» De forma similar a la sabiduría, se ve a Jesucristo como el «ante- proyecto» de la creación de Dios, en quien está todo ejemplar- mente prefigurado antes de ser pronunciado y hecho por la pala- bra creadora y "puesto fuera» como realidad propia y autónoma. J) En terminología escolástica, Jesús sería, según esto, la «causa ejem- plar» de la creación, su modelo y su forma básica ideal, según la 12. Sobre esta cuestión, también W. Kasper,jesus der Cbristus, Maguncia, )1974, págs. 221ss. 13. C. Breytenbach, «Schopfer / Schopfung» III, en Theologische Realen- zyklop adie 30, op. cit., pág. 287. -238- l' B. La fe en la creación en el Nuevo Testamento cual o dentro de la cual Dios ha creado todas las cosas. En cuan- to al contenido, el modelo asume la "forma» del Hijo, es decir, del amor absolutamente agradecido al Padre en cuanto origen de toda vida y de todo amor. De ahí que la gratitud y la maleabilidad (en el sentido de «hágase en mí ...», Lc 1,38) frente a Dios sean las for- mas más originarias según las cuales las criaturas libres deben vivir en presencia de Dios, de acuerdo con su protomodelo, Jesucristo. 2) "Creado por Cristo» Con la proposición "por», que señala, en sentido estricto, la media- ción de Jesús en la creación -exactamente igual que en e! Prólo- go del Evange!io de Juan- se indica la función de! Logos pree- xistente en la creación que tanto en este pasaje como en Juan se le asigna a Jesucristo: él es la palabra creadora que Dios «pronuncia al principio» para llamar al mundo a la existencia y para «sacarle fuera», para instalarlo en su realidad propia. La palabra creadora «hacia fuera» tiene, según esto, su fun- damento posibilitador eti la palabra que Dios pronuncia siempre y desde siempre, por amor, «hacia dentro», en su más honda esen- cia, a saber, en e! Tú del Hijo, en cuyo interior se expresa entera- mente e! Padre y que se sitúa frente a él bajo la forma de respuesta agradecida. Con razón puede Tomás de Aquino llamar a la crea- ción verbum verbi, expansión de la palabra intradivina en la fini- tud de la creación no-divina. 3) «Creado para Cristo» Con las palabras «para Cristo» se designa a Jesucristo como el fin, intentado desde el principio, de la creación. Él es el «por amor al cual» de la creación o, en lenguaje escolástico: su causa final. Es -239-
  • 11. • Segunda parte < El origen norrnatiuo: la fe en la creacián ... decir: aunque Jesucristo no se hace visible hasta un momento tem- poral muy tardío de la historia de Dios COp10 Palabra de Dios hecha hombre en su creación, está ya presente desde el primer principio en ella como la forma final y como el sentido intentado por el crea- dor. La voluntad salvífica de Dios respecto a su creación nunca es eficaz sin esta meta concreta y sin su realización en la encarnación del Lagos, precisamente ya antes de la aparición de Jesucristo en la historia, también fuera de su reconocimiento históricamente expresado en la fe de la Iglesia (ecclesia ah Adam: LG 2). En cuanto al contenido, esta meta de la creación consiste en la reconciliación, ya anticipada por Jesucristo en su persona, que en su punto final abarcará al mundo entero, entre el creador y la crea- ción (Coll,19s). A diferencia del inicio de la historia de la huma- nidad, cuando el hombre quiso ser «como Dios» y perdió así la amistad con él, llegará el día en que la creación entera se reconoce- rá, agradecida, en Cristo, ante Dios, como su criatura, compren- derá su finitlld como valor positivo, como don de Dios (al modo como lo hace el Hijo frente al Padre) y encontrará aquí su más alta unión posible con Dios. En Jesucristo, el «primogénito de entre los muertos», vemos el protosacramento ya presente, la proto- imagen, el icono de esta reconciliación última y definitiva del crea- dor y la creación. La misión de la Iglesia como «cuerpo de Cristo» (v. 18) consiste en conceder cada vez más amplio espacio a este fermento de la reconciliación en la creación, para que «toda la Ple- nitud que en él reside» (v. 19) llene finalmente a la creación total. IV ESPERANZA EN LA CONSUMACIÓN DE LA CREACIÓN La esperanza universal del himno a los colosenses no es un caso aislado en el Nuevo Testamento. También Pablo en Rom 8 19-22 , " incluye a la creación entera en la promesa de una reconciliación global: del mismo modo que ahora esta creación comparte los -240- " .' B. La fe en la creacion en el Nuevo Testamento actuales padecimientos de los hijos de Dios, también se revelará en ella la libertad y la gloria futura. La calamidad que ahora opri- me a la tierra como consecuencia del pecado original del hombre, situación que Pablo califica de tuuttu ÓT7)s" (caducidad, vacío, corrup- tibilidad, etcétera) o incluso de «esclavitud» y «postración» de la creación (Rom 8,20s), no carece de esperanza: El padecimiento provocado por esta caducidad adquiere, en vi.rtud d: la resurrec- ción de Jesús y del Espíritu de Dios que suplica y gime en noso- tros, la for~a de dolores de parto henchidos de esperanza (Rom 8,22): la creación en su conjunto está ahora en el trance de los dolo- res del nuevo nacimiento, es decir, de verse liberada de su cadu- cidad para alcanzar la participación de la «libertad y la gloria de los hijos de Dios»." . Al encuentro de esta visión esperanzada parecen salir los pa- sajes apocalípticos de los evangelios sinópticos (Mc 13,24ss par.), de la Segunda carta de Pedro (2 Pe 3,10ss) y, finalmente, del Apo- calipsis de Juan (Ap 6,12-17; 8,6-9,21; 16,1-21 Y otros). Todos ellos hacen suya la concepción del judaísmo temprano del colap- so del mundo, en el que el sol, la luna, las estrellas, el cielo y la tierra serán aniquilados en una conflagración universal o en una catástrofe parecida. Queda abierta, en estos escenarios de colap- so universal, la pregunta de cÓmo se concilian con las promesas de Dios en la alianza con Noé de Gn 8,21s y 9,8-17, según las cuales en virtud de una alianza con la creación entera, Dios se compl:omete solemnemente a no aniquilar ya nunca más en el.fu- turo a los seres vivientes de la tierra. Es patente que los escritos apocalípticos del judaísmo temprano y del Nuevo Testamento. daban por descontada una cierta revisión de esta voluntad de Dios ante el espectáculo deÍ poder, desmesuradamente acrecenta- 14. H. Schlier, Del" Romerhl-ief(I-ierders tbeologiscber Kommentar, vol. 6), Friburgo, 1977, págs. 259-264; J. Ernst, «Das Heil der Scbopfung-, en Catholica 46 (1992), págs. 189-206. -241-
  • 12. Segunda parte < El origen normativo: la fe en la creación ... do, del mal en la tierra.P Y, sin embargo, también en estos pasajes sigue siendo válido que el juicio cósmico de Dios no significa li- samente el fin de la creación. Dios superará el ocaso del primer cielo y la primera tierra con la creación de un «cielo nuevo y tie- rra nueva» (Ap 21,1), en los que «habita la justicia» (2 Pe 3,13) y 'en cuyo centro se situará la «nueva Jerusalén», la '«morada de Dios entre los hombres» (Ap 21,1-5). No es preciso que nos imaginemos esta nueva creación cósmi- ca de Dios como algo que no tiene nada absolutamente que ver con la primera, tal como sugieren las imágenes apocalípticas del colap- so de la creación primera y del surgimiento de una creación abso- lutamente nueva. En analogía con la nueva creación del hombre viejo mediante la recepción del Espíritu en la fe y en el bautismo, puede pensarse la nueva creación del universo entero como una re- novación y una transformación radical. En ella, la creación actual quedará liberada, en virtud del poder del Espíritu de Dios que re- sucita a los muertos, de todo cuanto está en contradicción con la voluntad originaria del Dios creador. Será «elevada» por Dios en un triple sentido: el pecado, el sufrimiento y la muerte quedarán despojados de todo poder; todo cuanto se corresponda con la vo- luntad creadora de Dios (y, a una con ello, con la «forma origina- ria» de Jesucristo) en la naturaleza y en la actuación de las criaturas será definitivamente preservado y garantizado por Dios junto con el «primogénito de entre los muertos»; y será, además, elevado por el mismo Dios a un nuevo «nivel existencial», en cuanto que, en la presencia inmediata del amor de Dios, todos los. frutos de la tierra y del trabajo humano alcanzarán su maduración plena. Ya no habrá noche y no necesitan luz de lámpara ni luz de sol, porque el Señor, Dios, los alumbrará. (Ap 22,5) 15. M. Kehl, Dein Reicb kornme, Kevelaer, 2003, págs. lL4-134; 164-171; K. P. Fischer, Kosmos und Weltende, Maguncia, 2001. -242- lo TERCERA PARTE IDENTIDAD EN EL CAMBIO: LA FE EN LA CREACIÓN FRENTE A SUS GRANDES RETOS HISTÓRICOS