La despoblación es un grave problema en Aragón, con muchos pueblos envejecidos y en riesgo de extinción sin una reacción política o social adecuada. Las campanas de los pueblos suenan tristemente por las muertes mientras la población envejece y los jóvenes emigran. Se necesitan políticas que incentiven la vida en el mundo rural y apoyen la sostenibilidad territorial a largo plazo.
José Luis Corral y Santiago Posteguillo interpretan “Vivir La Muerte: misteri...
Doblan campanas. despoblación en el medio rural ha 2 dic. carmelo marcen
1. Heraldo de Aragón l Martes 2 de diciembre de 2014 TRIBUNA l 21
KRISIS’14
2. Ţ
Ţ I La despoblación es un grave problema que compromete
el futuro de Aragón. Demasiados pueblos están envejecidos y en vías
de extinción, sin que se haya producido una reacción política y social
Por Carmelo Marcén Albero
Doblan las campanas
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EL sonido monocorde y triste de la
campana de la torre anuncia que al-go
fue mal. Otra vida se truncó. Ya
quedan pocas. El tañido suena por
todo Aragón. Así pasa, mes tras
mes, en la mitad de los pueblos que
tienen menos de cien habitantes
(87). Se encuentran en situación
terminal, denunciaba un titular de
HERALDO (16 de octubre de 2014).
¿Acaso no lo es también que en uno
de cada cuatro de nuestros pueblos
la población mayor de 65 años su-pere
el 50%? Algunas muertes ni si-quiera
tendrán el homenaje póstu-mo
del toque de difuntos. Mucha
gente encontró el último reposo
allá donde emigró. Ocupará una
tumba más, con poco protagonis-mo,
entre otras muchas en ese ale-jado
lugar.
Las campanas lamentan el traba-jo
que tienen por delante. Asustan
los datos del Campo de Belchite y
Campo de Daroca, pero el relevo
generacional tampoco está asegu-rado
en otras ocho comarcas, en
donde hay dos jubilados por cada
joven. Frente a ellos, 7 de cada 10
habitantes de Aragón ocupan el
área metropolitana de Zaragoza. No
hay organismo social que resista se-mejante
desequilibrio. Poca ener-gía
vital –la densidad media de Ara-gón
está en 28 hab/km2– y mal dis-tribuida
–pues en varias zonas no
se llega a 3 hab/km2–. Alguna vez,
las campanas repiquetean de júbi-lo
por un nacimiento. No disfrutan
de esa alegría efímera los 335 pue-blos
en los que no nació ningún ni-ño
el año pasado.
Tocan a fiesta las campanas en
los pueblos que reciben fondos es-pecíficos
contra la despoblación,
aunque no siempre estos recursos
se dedican a incentivar a las perso-nas.
A la hora del reparto se mira
solo el presente y el dinero se em-plea
en cometidos finalistas, como
los que poblaron de hormigón los
pueblos, despreciando soluciones
a medio y largo plazo, fruto de pla-nes
sociales consensuados. El últi-mo
informe del Consejo Económi-co
y Social de Aragón (CESA) aler-ta
de que el 70% de los municipios
aragoneses ha perdido población
desde comienzos de siglo, cifra que
se agravará en un escenario en el
que la natalidad disminuye y con un
balance negativo de las migracio-nes.
Solo 80 de los 731 municipios
de Aragón no son ‘viejos’ para el
CESA. Dice el INE que Aragón ten-drá
dentro de 15 años un 4% menos
de población que ahora. Son men-sajes
que precisan audiencia y ac-tuaciones
rápidas.
¿Qué ha pasado en los pueblos
aragoneses de entre 1.000 y 2.000
habitantes que han perdido pobla-ción,
mientras en otras comunida-des
la aumentan? La situación ac-tual
no es fruto de la casualidad.
Aquí parecemos discípulos de Só-focles:
«Cuando las horas decisivas
han pasado es inútil correr para al-canzarlas
». Esa es nuestra tragedia.
Unos lo admiten claramente: no de-ben
dedicarse más recursos a po-blaciones
con fecha de defunción
próxima, sino a facilitar la mejora
de vida en las grandes ciudades. Ese
fue el argumento desarrollista de
hace cincuenta años que nos llevó
a la situación actual. Otros defien-den
una lectura crítica del futuro
que conduzca a proyectos de sos-tenibilidad
territorial, diferenciados
según las potencialidades de cada
escenario. Se nos llena de aragone-sismo
la vasija del orgullo recordan-do
el pasado, la grandiosidad de la
Corona y sus reyes, pero pocas ve-ces
proyectamos el futuro. En otros
lugares sucede al contrario. ¿Acaso
nos da miedo lo que intuimos o pre-ferimos
el silencio?
Voltearían todas las campanas de
las iglesias de los pueblos si nues-tros
responsables políticos y las or-ganizaciones
sociales se compro-metiesen
en conseguir un Aragón
imaginado. En él se priorizarían po-líticas
sensibles hacia el mundo ru-ral
–con incentivos de manteni-miento
y de apoyo a la natalidad,
quizás con políticas activas de po-blamiento
diferenciado con perso-nas
de otros lugares–. Acelerarían
su cadencia si las intervenciones se
apoyasen en estructuras nodales y
redes ágiles de viabilidad económi-ca
–fomento de unidades producti-vas
en un contexto de calidad y ex-celencia,
asignación de ayudas con
criterios territoriales, intermodali-dad
de las comunicaciones–. La ale-gría
sería completa si en ese con-texto
se organizasen servicios so-ciales
sanitarios y educativos ajus-tados
a las necesidades reales, y se
valorase con más incentivos el na-da
intangible papel que los pueblos
desempeñan en la custodia del te-rritorio.
Incluso los espíritus de los
muertos rurales y demás ausentes
acudirían a bandear las campanas.
Puede que hasta repiqueteasen las
de Zaragoza.
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Santiago Mendive
TOLERANCIA
CERO
DESDE los años noventa se han multiplica-do
en España las reuniones, comisiones par-lamentarias
y estudios diversos sobre los
orígenes de la violencia en el fútbol y las
medidas para erradicarla. Desde entonces,
poco se ha avanzado, a tenor de la espeluz-nante
cacería entre aficionados ultras del
Deportivo y del Atlético de Madrid del pasa-do
fin de semana. En términos generales han
faltado voluntad en los clubes y controles di-rectos
desde la Administración para estable-cer
medidas suficientemente disuasorias. No
hace falta recurrir a ejemplos pretéritos o a
los casos más graves. La prueba más eviden-te
de la falta de sensibilidad en el fútbol es-pañol
se demostró al jugarse el propio parti-do
entre Atlético y Deportivo mientras un
aficionado se hallaba en sus últimas horas de
vida. Un mínimo de cordura hubiera sido su-ficiente
para suspender el partido, diga lo
que diga ahora la Federación. No tiene un
pase. Como también merecen la crítica más
áspera los presidentes de ambos clubes, lan-zando
una pelota al tejado al afirmar que la
tragedia nada tenía que ver con el fútbol. El
problema, el grave problema reside en que
esos mismos violentos luego entran al esta-dio.
Y nadie se lo prohíbe.
LA declaración de la cumbre
hispano-francesa en el Palacio
del Elíseo ayer marca el rum-bo
del futuro lánguido de Ara-gón,
a no ser que alguien lo
detenga y consiga que los dos
gobiernos dejen de eludir a
esta comunidad o solo acudan
a nosotros con proyectos que
no rentan aquí.
España y Francia han descu-bierto
que tienen que reducir
las emisiones de gases de
efecto invernadero, desarro-llar
las energías renovables y
mejorar la eficiencia energéti-ca.
Eso va a suponer desarro-llar
la interconexión eléctrica:
una submarina por el golfo de
Vizcaya, otra por Sabiñánigo,
que no nombran textualmen-te,
y otras conexiones del Piri-neo,
que se definirán en los
primeros seis meses de 2015.
Los dos países se marcan un
plazo fijo para 2020 con el ob-jetivo
de llegar al 10% de in-terconexiones
eléctricas. Si
Aragón es el camino elegido,
como se le escapó reciente-mente
al presidente Mariano
Rajoy, tendremos que estable-cer
un ‘peaje’ de la luz, como
ya ocurrió en Navarra cuando
fue el paso elegido para el ga-soducto
hace 25 años. Los na-varros
consiguieron que se
construyeran ramales para
que sus empresas lo aprove-charan
y ahora van a triplicar
la capacidad de intercambio
del gas entre los dos países.
Recuerdo que Aragón se negó
entonces a que entrara el gas
por Sabiñánigo (en los tiem-pos
de las prospecciones en
Isín) o por Ansó, pero tampo-co
nos pusimos a negociar.
Ante este panorama, los
dos países han descubierto
también que tienen que redu-cir
el tránsito de mercancías
por carreteras que saturan el
Pirineo y llevarlas, como al-ternativa,
por transportes fe-rroviarios
y marítimos. En-tonces,
cuando toca definir
por dónde van a ir esos trenes
rumbo a Alemania, dicen que
van a acelerar la Y vasca con
la puesta en marcha de Bur-deos-
Dax en 2027, que inau-gurarán
los corredores ferro-viarios
de mercancías Medi-terráneo
y Atlántico y que el
AVE Barcelona-París llegará
en cinco horas.
Cuando tienen que hablar
del Canfranc, la TCP y el
Somport da pena, sincera-mente.
Cuando piensan en
trenes, aquí solo se refieren a
las carreteras. Aragón debería
usar las conexiones energéti-cas
por su territorio como he-rramienta
de negociación pa-ra
conseguir las infraestructu-ras
ferroviarias que necesita.
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Ramón J. Campo
El ‘peaje’
de la luz