Desde el comienzo, aun antes de la creación del hombre, el propósito de Dios fue compartir con el hombre todo lo que tiene y todo lo que él es. Y justamente, el verdadero plan, el verdadero enfoque para el evangelismo personal ¡es compartir lo que tenemos!
1. Lección
Compartamos nuestra experiencia
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En el principio de mi ministerio, estando involucrado en la enseñanza de las Escrituras, el Señor
dirigió mis pasos hacia un hombre de edad. Le hice conocer mi experiencia de haber oído hablar
sobre Jesucristo, y de qué manera llegó a ser mi Salvador personal.
Una semana después el anciano me mandó a buscar. Al llegar a su hogar me vino a la memoria
la casa de Cornelio, relatada en la Biblia. La familia estaba reunida. El hombre y toda su familia
estaban preparados para mi visita. Esa misma noche dieciséis miembros de una familia africana
entregaron su vida a Cristo. Su número creció desde entonces. ¡Hoy en día se reúnen para glorificar
a Dios como una congregación, como una iglesia!
¿Saben mis lectores por qué yo creí en Cristo? Se debe a que cierto día una persona compartió
conmigo su experiencia. ¿Y saben mis lectores por qué sigo siendo cristiano? Porque he
experimentado a Jesús personalmente en mi propia vida. Ya hemos hablado de la necesidad de
comprometernos en este asunto. Ahora veremos cómo comprometernos, dando a conocer a otros
lo que Cristo hizo por nosotros. ¿Cómo habremos de guardar sólo para nosotros semejantes
buenas nuevas? ¡Tenemos que darla a conocer a los demás!
En esta lección aprenderemos a . . .
Compartir nuestra experiencia en todo momento
Compartir nuestra experiencia sin vergüenza
Dar a conocer el cambio que puede producirse en las personas
Compartir nuestra experiencia aunque cueste
Esta lección nos ayudará a . . .
Entender la importancia de estar preparados para dar a conocer nuestro testimonio cristiano
en toda oportunidad.
Comprometernos a una vida de testimonio personal, sin importar lo que pueda costar.
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2. COMPARTIR NUESTRA EXPERIENCIA EN TODO MOMENTO
Objetivo 1.
Exponer razones por las cuales debemos estar preparados para dar a conocer nuestro
testimonio en todo momento.
Nada hay que produzca mayores resultados en el evangelismo personal que dar a conocer
nuestras propias experiencias. Es el centro de toda la tarea.
Es posible que hayamos conocido a Cristo y su poder salvador en nuestra vida y que hayamos
recibido el poder de su Espíritu. Cristo puede haber hecho por nosotros grandes y maravillosas
cosas. Pero a menos que demos a conocer esas cosas a los demás, ¿cómo habrán de saberlo? A
menos que hablemos con la gente, ¿cómo habrán de oír? Y a menos que oigan, ¿cómo podrán creer
y ser salvos? (Romanos 10:14-15).
Supongamos por un momento que Jesús nunca nos hubiera dicho nada de las buenas nuevas de
Dios para nosotros. ¿Cómo habríamos sabido del amor de Dios?
Supongamos que la mujer samaritana se hubiera guardado para sí misma su experiencia que
tuvo con Jesús. ¿Cómo habrían oído de Cristo las personas de la localidad?
El propio Jesús les hablaba a las personas dondequiera que El fuera. Las recibía sin importarle
dónde estuviera. Al leer los cuatro evangelios, lo vemos caminando por la playa del mar y hablando
con la gente en las calles. En cierta ocasión les dijo a sus discípulos: “Vayamos a otras ciudades y
aldeas, porque mi misión es dar a conocer el amor de Dios a todos” (Marcos 1:38; traducción libre
de una paráfrasis). Ordenó a sus discípulos que fueran a todo el mundo, hasta los últimos términos
de la tierra.
El año pasado mi esposa y yo tuvimos la inmensa dicha de guiar a ocho personas a los pies
de Cristo, por el simple expediente de darles a conocer lo que el Señor había hecho con nosotros.
¿Cómo podemos callar cuando tenemos tan buenas noticias para anunciarles a los demás?
Tenemos que dar a conocer las buenas nuevas de Cristo en cualquier circunstancia. El apóstol
Pablo, escribiendo al joven Timoteo, le dijo:
Te encarezco delante de Dios . . . que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo
(2 Timoteo 4:1,2).
Cristo aprovechó cuanta oportunidad se le presentó para predicar y anunciar las buenas nuevas.
Hasta en la cruz, donde murió, aprovechó ese momento para hacer participe de las buenas nuevas
al criminal que estaba crucificado a su lado. Le dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en
el paraíso” (Lucas 23:43).
El apóstol Pablo nunca desaprovechó ninguna oportunidad para predicar las buenas nuevas
de su Señor. Proclamaba las buenas nuevas aun cuando tenía sus pies y sus manos en cadenas.
Encadenado estuvo frente al rey Agripa cuando le hablaba acerca de Cristo. (Ver Hechos 26:29.)
Hay ciertas oportunidades que se cruzan en nuestro camino una sola vez en la vida. Tal vez
nunca más se presenten. Si Pablo hubiera sido lerdo en predicar al carcelero necesitado, éste podría
haber muerto en sus pecados. Tenemos que estar permanentemente preparados para anunciar a
cualquiera que necesita oír las buenas nuevas acerca de Cristo.
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3. 1 Encierre en un círculo las dos mejores respuestas. Si perdemos la oportunidad de hablar con un
amigo sobre Cristo,
a) podría suceder que no tengamos otra oportunidad para hablarle.
b) algún otro probablemente lo haga.
c) Dios nos castigará.
d) nuestro amigo tal vez nunca encuentre al Señor.
2 Escoja la mejor respuesta. ¿Cuál fue el método que adoptó Jesús para anunciarle las buenas
nuevas a la gente?
a) Solamente las anunciaba si se acercaban a él.
b) Jesús se acercaba a ellos y buscaba las oportunidades para hablarles.
3 ¿Cúal es el mejor lugar para dar a conocer a otros el mensaje de Cristo?
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COMPARTIR SU EXPERIENCIA SIN VERGUENZA
Objetivo 2.
Explicar por qué no debemos avergonzarnos de dar nuestro testimonio .
En la vida diaria parece que hay mucha gente que se avergüenza de hablar de Cristo. Cierto es
que cuando hacemos partícipes de nuestra fe a la gente que nos rodea, es posible que seamos mal
entendidos y mal interpretados. Alguna gente llega a reírse de nosotros. Pero cuando pensamos que
Cristo estuvo dispuesto a sufrir todo tipo de padecimientos sin sentirse avergonzado, no podemos
menos que seguir sus pasos. Jesús es nuestro maravilloso ejemplo.
Consideremos por un momento a Jesús en la cruz. La gente que pasaba se reía de El. Los mismos
que El alimentó, los mismos a quienes curó las enfermedades, los mismos a quienes enseñó, ahora
lo estaban exponiendo a la vergüenza. Estuvo dispuesto a morir una muerte vergonzosa porque
era la única manera en que la gente podía salvarse. Nosotros no debemos avergonzarnos de dar a
conocer a los demás nuestra experiencia, porque es el camino que escogió Dios para atraer así a los
hombres y a las mujeres de este mundo.
El apóstol Pablo no se avergonzó de la cruz. Fue golpeado, encarcelado y encadenado. Y allí,
en la cárcel, no se avergonzó de anunciar a los otros prisioneros las buenas nuevas de su Señor
(Hechos 16:25).
Cuando estuvo en Roma, encarcelado y olvidado por sus amigos, aun entonces no se
avergonzó.
En Africa hemos visto personas hablar acerca de Cristo en los mercados y viajar de aldea en
aldea esparciendo las buenas nuevas de su Salvador y Señor. Jesús no se avergonzó de aproximarse
a mí, no se avergonzó de llamarme su amigo, no se avergonzó de abogar a mi favor ante Dios. ¿He
de avergonzarme yo de hablar acerca de su Persona?
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4. 4 Roberto quería contarle a su nuevo amigo, Juan, las buenas nuevas acerca de Jesús y de su amor.
Pero temía que Juan se riera de él. Hay dos cosas que debe recordar Roberto. ¿Cuáles son?
a
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b ............................................................................
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5 Memorice este versículo y recuérdelo todas las veces que quisiera testificar de Jesús pero siente
vergüenza de hacerlo.
“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que
cree” (Romanos 1:16).
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DAR A CONOCER EL CAMBIO QUE PUEDE PRODUCIRSE EN LAS PERSONAS
Objetivo 3.
Señalar diversas maneras en que cambia la vida de las personas cuando les damos a
conocer a Cristo.
Un proverbio africano dice: “Si quieres que el perro suelte el hueso, ofrécele un jugoso trozo
de carne.”
Es lo que ocurre cuando damos a conocer a Cristo a otras personas. Si queremos que la gente
se vuelva de los ídolos y del pecado, no les ofrezcamos otra religión. De eso han tenido más que
suficiente. No tratemos de ofrecerles nuevos sistemas o una nueva filosofía. Ellos han visto cómo
esas cosas han fracasado. Sencillamente hablemos con ellos de Jesucristo, como lo hizo Felipe
con los samaritanos. Jesús es el agua viva para quienes tienen sed. Es el pan de vida para quienes
sufren hambre. Es el sanador para los que están enfermos. Es luz para los que están en tinieblas. Es
el Padre de los huérfanos, comienzo y fin de todos los que en El confían. Es todo lo que el hombre
puede necesitar.
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5. El apóstol Pablo era un erudito. Pronto habría de ser un caudillo en su comunidad. Estaba
entregado en alma y cuerpo a defender la religión de sus antepasados. Nadie habría podido
imaginar que abandonaría la religión de sus padres. Y sin embargo eso fue exactamente lo que
ocurrió. Cuando se encontró con Jesús personalmente, de inmediato soltó su “hueso”. He aquí lo
que dijo:
Yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la
carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo
de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la
justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado
como pérdida por amor de Cristo (Filipenses 3:4-7).
Pablo, por haberse encontrado con Cristo, pudo considerar que todas las cosas son inservibles.
¿Cómo entender semejante milagro? Les tomó mucho tiempo a los demás discípulos y apóstoles
entender el gran cambio ocurrido en la vida de Pablo. Su experiencia personal con Cristo lo cambió
totalmente. Estaba contento de poder cambiar el hueso por la carne.
Zaqueo era un hombre rico, un dirigente. También era conocido como ladrón. Nadie habría
podido imaginar que un día dejaría de robar. Pero cuando encontró a Jesús, tuvo una experiencia
personal, y el cambio que se produjo en él fue absoluto y total (Lucas 19:1-10).
Moisés fue criado en un palacio. Se le enseñó toda sabiduría. Era poderoso en palabras y
en hechos. Pudo haber sido uno de los más grandes faraones que jamás existieron. Poseía todo
lo que quería. ¿Qué más podía desear? Pero leemos en el Antiguo Testamento que cuando vio
personalmente, por fe, la gloria de Cristo, muchos siglos antes del año en que Jesús vino a la tierra,
estuvo dispuesto a cambiar. Hay poder transformador en una experiencia personal que le da sentido
a nuestra vida. ¿Por qué otra razón, si no esa, abandonaría Moisés riquezas, su popularidad, su
trono, por una vida de sacrificio y soledad en el desierto?
No hace mucho leímos el maravilloso testimonio de un joven que abandonó un empleo bien
pagado porque encontró a Cristo. Comprendió que el empleo que tenía no era del agrado de Dios.
Y en razón de que su vida cambió al encontrarse con Jesús, él joven optó por obedecer la voluntad
de Dios.
La Biblia dice que: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Hay una verdad incuestionable. Un encuentro personal con Cristo cambia a la gente, tanto en su
interior como en su aspecto exterior.
El pastor de mi localidad murió cuando yo cursaba estudios en la escuela bíblica. Era un
hombre que Dios había utilizado notoriamente. Algo asombroso ocurrió el día en que lo enterraron.
Asistieron muchas personas al entierro, tanto cristianos como no cristianos. Entre los que asistieron
había dos que eran enemigos entre sí. No se hablaban entre ellos, y ni siquiera se saludaban. Sin
embargo, ese día, por primera vez en veinte años, se dieron la mano sobre la tumba de este hombre
de Dios. Fue algo maravilloso que pude presenciar. Trajo a mi memoria un cambio mucho mayor
que se produjo entre Dios y el hombre, luego de la muerte de Cristo en la cruz. Ya sea que vivamos
o que muramos, nuestro testimonio puede cambiar vidas.
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6. 6 ¿Cuál es la mejor manera de lograr que una persona abandone sus erróneas creencias y acepte
a Cristo?
a) Explicarle que sus creencias no son buenas.
b) Decirle que su vida es pecaminosa.
c) Mostrarle las maravillosas cosas que Cristo hará por él.
7 Escoja de la lista que anotamos a continuación, tres cosas que Cristo provee y que ninguna otra
religión o creencia pueden dar plenamente.
a) Verdadera felicidad
b) Exito
c) Significado a la vida
d) Mejor educación
e) Sabiduría
f) Vida eterna
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a)
b)
c)
Cuando decimos que Jesús es el pan de vida para los hambrientos, ¿qué queremos decir?
Nunca nos dejará hambrientos.
Satisface el hambre o el deseo profundo de conocer a Dios.
Si no tenemos comida, El nos la proveerá por medio de un milagro.
9 Anote por lo menos tres cosas que cambiaron su vida por haber conocido a Cristo.
a .....................................................................................................................................................
b .....................................................................................................................................................
c .....................................................................................................................................................
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COMPARTIR NUESTRA EXPERIENCIA AUNQUE CUESTE
Objetivo 4.
Dar ejemplos de quiénes anunciaron las buenas nuevas aun cuando les costó algo.
A veces cuesta algo compartir nuestra experiencia. Hemos oído cuánto sufrieron los primeros
cristianos en el Alto Volta. Algunos todavía viven y se mantienen fieles a Cristo. Muchos de ellos
fueron maldecidos y separados de sus familias. Esto es difícil para un africano, pues ser maldecido
y separado significa que es considerado muerto. Nadie en la familia o en la aldea lo saludará ni
tomará nada de su mano. Otros que estaban a punto de contraer enlace, tuvieron que soportar que
se les quitara su prometida y se la entregara a otro hombre. Para muchos, el asistir a la iglesia el
domingo significaba un ayuno forzoso. No se les daba alimentos a las personas que asistían a la
iglesia.
Podríamos mencionar muchísimas maneras en que la gente ha sufrido en el Africa por el hecho
de ser cristiana. Gracias sean dadas a Dios que se mantuvieron fieles a Cristo aun cuando les costó
pruebas muy difíciles. Debido a ello pude yo experimentar a Jesucristo en mi vida.
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7. Consideremos el caso de los tres jóvenes hebreos en el Antiguo Testamento. Para ello será
preciso leer Daniel 3:8-25. Estos tres jóvenes pertenecían al pueblo de Dios. Decidieron servir a
Dios de todo corazón, sin importar lo que podría ocurrirles. Debido a su testimonio ante el rey,
fueron arrojados en un horno ardiente. Escogieron morir antes que negar su fe en Dios. Así como
ellos sentaron un precedente, también nosotros podemos ser inspirados para dar a conocer nuestra
vida cristiana.
El compartir le costó a Dios su Hijo. Para poder hacer partícipes a los hombres de su gran amor,
Dios tuvo que enviar a su único Hijo. Debido a que el hombre pecó, fue el único recurso que tuvo
Dios para lograr la comunión con el hombre. Tiene que haber sufrido muchísimo cuando vio cómo
los hombres trataban a su Hijo. Pero debido a su amor por nosotros, estuvo dispuesto a obrar así y
así lo hizo.
El compartir le costó a Jesús su vida. Jesús conoció muchos padecimientos. Razón tenía
el profeta Isaías de llamarlo “varón de dolores” (Isaías 53:3). En todo el tiempo que duró su
ministerio, se vio rodeado de hombres que querían matarlo. Pero no había otra manera en que El
pudiera salvar a la gente de sus pecados. Cargó sobre sí mismo nuestros pecados. Bien sabía cuánto
cuesta probar la muerte y quedar separado de Dios. Pero debido a que nos amaba, estuvo dispuesto
a pagar el precio de nuestra salvación.
¿Acaso no les dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24)?
Hay un precio si verdaderamente queremos dar a conocer a otros nuestra experiencia cristiana.
Es posible que perdamos amigos. Nuestros padres podrán no entendernos. Podemos parecer raros
a los ojos de los demás.
No permitamos que los padecimientos, cualesquiera que ellos sean, obstaculicen o impidan que
manifestemos nuestra fe. Recordemos lo que Cristo estuvo dispuesto a hacer por nosotros. Dicho
recuerdo nos ayudará a compartir nuestra fe con los demás, no importa lo que cueste.
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8. 10 ¿Cree usted que Dios sufrió cuando crucificaron a Jesús?
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11 ¿Por qué estuvo Dios dispuesto a sufrir, y por qué estuvo Jesús dispuesto a sufrir?
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12 ¿Conoce usted a alguien que haya sufrido por el hecho de ser cristiano?
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¿Cómo sufrió esa persona?
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13 ¿Cómo pueden ayudarnos estos ejemplos para anunciar a los demás las buenas nuevas acerca
de Jesús?
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1 a) podría suceder que no tengamos otra oportunidad para hablarle.
d) Nuestro amigo tal vez nunca encuentre al Señor.
2 b) Jesús se acercaba a ellos y buscaba las oportunidades para hablarles.
3 No hay un mejor lugar. ¡Podemos anunciar a Cristo en cualquier parte!
4 a Jesús no se avergonzó de morir por nuestros pecados.
b No debemos avergonzarnos de hablar sobre Jesús, porque es el medio que escogió Dios, el
único medio, para que la gente conozca a Cristo.
5 Ahora que hemos aprendido este versículo, pidámosle a Dios que nos ayude a no sentirnos
jamás avergonzados del evangelio de Cristo.
6 c) Mostrarle las maravillosas cosas que Cristo hará por él.
7 a) Verdadera felicidad.
b) Significado a la vida.
c) Vida eterna.
8 b) Satisface el hambre o el deseo profundo que hay en nosotros de conocer a Dios.
9 La respuesta del alumno. Con toda seguridad usted estará contento porque Jesús le cambió la
vida.
10 Hemos de creer que Dios sufrió de la misma manera que sufre un padre cuando su hijo tiene un
dolor.
11 Porque ellos nos aman tanto que quisieron hacer posible salvarnos de nuestros pecados.
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9. 12 La respuesta es del alumno.
13 El comprender que otros están dispuestos a sufrir por Cristo, nos infunde fuerzas para servirle,
cueste lo que cueste.
Habiendo completado las cuatro primeras lecciones, usted está preparado para contestar
la primera sección del Informe del Estudiante. Repase las lecciones del 1 al 4, luego siga las
instrucciones dadas en el Informe del Estudiante, llenando la hoja de respuestas. Una vez hecho
esto retorne la hoja con las respuestas a la dirección que figura en la última página del Informe
del Estudiante.
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