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Yo Soy la Resurrección y la Vida
189 Marta había estado leyendo allí en alguna
parte de la Biblia donde una vez había una mujer
Sunamita que le hizo un gran favor a un profeta. Ella
sabía que él era profeta y su nombre era Elías. Y
Elías la bendijo y le dijo que iba tener un niño en
cierto día, y en cierto tiempo. Y ese niño nació
cuando ella ya había pasado de la edad para
concebir. Pero tuvo al bebé. Y al niñito debió
haberle dado una insolación o algo. Él dijo: "Mi
cabeza, mi cabeza". Él había estado afuera en el
campo con su padre, como a las once del día. Él
mandó a un siervo a que pusiera al niño en el
regazo de la madre, y el niño permaneció ahí hasta
el medio día y murió. Fíjense en esa mujer
Sunamita, ¡qué fiel!
190 Ella llevó al niño hasta la pequeña recámara
donde Elías había estado durmiendo. Ella le había
hecho un lugar ahí, donde él pudiera dormir cuando
pasara por allí. ¡Qué lugar tan bueno donde llevarlo,
a la cama del profeta, donde el profeta dormía! Ella
lo acostó en el-en la cama. Luego fue donde el
siervo y le dijo: "Enalbárdame una asna, anda y ¡no
te detengas!", ¡oh, hermano!, "sino cuando yo te lo
dijere". Dijo: "Vayamos al monte Carmelo donde
está el profeta". Y su esposo le dijo: "No es nueva
luna, ni día de reposo. Él no estará allí".
Ella dijo: "Todo está bien. Déjame ir". Me gusta
esa determinación. ¡Me gusta eso! ¡Aleluya!
191 "Aleluya" significa: "alabado sea nuestro Dios",
en hebreo, así que no-no se preocupen por eso.
¡Muy bien!
192 Ella salió y dijo: "Guía y no te detengas. Guía
esta mula tan rápido como pueda andar". Cuando
ella llegó al monte Carmelo, sabía una cosa y era
que Dios le había dado ese niño. Y el representante
más cercano sobre la tierra que ella conocía era
Elías, Su profeta. Ella no sabía por qué Dios se había
llevado al bebé, pero sabía que si podía hacer
contacto con ese profeta, porque Dios estaba en él.
"Y si yo pudiera llegar a donde está ese profeta,
averiguaré por qué ni niño ha muerto. Fue él quien
me dijo que él vendría y yo sé que ése es el profeta
de Dios. Si tan sólo pudiera llegar ante él, quizás
tenga que guiar rápido, y tal vez tenga que guiar
muy lejos. Pero si puedo llegar al profeta, él puede
decirme por qué este niño ha muerto".
193 Así que ahí estaba el profeta. Dios no siempre
les dice a sus profetas todo lo que sucede. Así que
Elías salió a la puerta y Giezi estaba con él. Y él dijo:
"Ahí viene la Sunamita". Dijo: "Ella se ve
preocupada. Algo anda mal". Él dijo: "Dios me ha
encubierto el motivo. No sé qué es lo que pasa". Así
que él dijo, cuando la vio venir, ella se acercó y él le
preguntó: "¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido,
y a tu hijo?". Escuchen esto. "Todo está bien".
¡Gloria! Saben, Uds. casi no tienen espacio
suficiente aquí arriba para predicar ahora mismo.
194 Permítanme decirles algo. "Todo está bien".
¿Por qué? El niño era un cadáver, ¡su esposo
estrujándose las manos y caminando de acá para
allá, y el corazón de ella destrozado! "Todo está
bien". Um
195 Su fe era, que si ella pudiera llegar al profeta.
Eso era todo lo que ella necesitaba hacer. "Te
encontré Elías, tú eres el representante de Dios.
Dios está en Su profeta y yo he venido hasta aquí.
Estoy convencida que Dios lo revelará. Todo está
bien". Ella corrió y cayó a sus pies. Giezi pensó:
"Mire". Él debía mantener a la gente alejada de su
amo, así que la levantó bruscamente. Él le dijo:
"Déjala tranquila". Dijo: "Su corazón está afligido. Y
yo no sé de qué se trata".
196 Entonces ella empezó a manifestarle lo que
había ocurrido. ¡Ahora observen! Él dijo: "Giezi,
toma mi báculo y anda, ve donde está el niño. Si
alguien te habla, no le contestes. Si alguien te
3
saluda; no los saludes tú a ellos. Si alguien te dice:
'Hola', no les digas nada. Sigue derecho".
197 Ése es el problema hoy. Cuando tenemos un
Mensaje, nos detenemos para ocuparnos de un
evento social, nos detenemos para participar de
cenas, fiestas y cosas así, y para reuniones de
costura y puntada, y para hablar de la señorita
fulana de tal. ¡Con razón no podemos llegar a
ninguna parte! Un hombre que tiene el mensaje de
Dios: "¡Vayamos hacia delante!". Muy bien. "Pero
toma mi báculo". Elías tocó ese báculo. Él sabía
que todo lo que él tocaba era bendecido. ¿Por
qué es que nosotros ponemos las manos sobre los
enfermos? ¿Por qué ordenamos a los ancianos
imponiéndoles las manos? ¡Elías sabía que lo que él
tocaba era bendecido! Yo pienso que de allí fue que
Pablo sacó lo de tomar pañuelos de su cuerpo.
¿Ven Uds.?
Eliseo y la mujer sunamita
13.- Nuestra escena comienza con una familia en
aflicción, sería bueno reconocer que entre nosotros
hay muchas familias afligidas. Si podemos encontrar
algo aquí en el Antiguo Testamento como ejemplo
de lo que aquellos creyentes de entonces hicieron al
estar en aflicción, tal vez podamos tomarlos como
ejemplo y hallar nuestra posición y qué debemos
hacer. En días del profeta Eliseo… vimos que él fue
un tipo de la iglesia, después que Elías fue raptado
como tipo de Cristo y vino la doble porción sobre el
profeta… Nos damos cuenta que él viajó a un país
gentil, Sunem, allí vivía una mujer noble, ella no era
israelita sino sunamita, y así como Elíseo pasaba a
través del país ella notaba que él era un hombre
santo, un hombre de Dios.
14.- ¡Qué lección pudiéramos aprender de eso!
Nuestro andar y nuestra compañía con los demás
debería ser para que la gente reconociera que
somos hijos del Rey. Que Dios nos ayude a ser de
esa manera. Creo que las Escrituras dicen que
nosotros somos epístolas escritas, leídas por todos
los hombres. Eliseo se condujo de tal manera en
aquel país gentil que esta mujer sunamita se dio
cuenta que él verdaderamente era un siervo de
Dios, por su carácter, su conducta y las cosas que
Dios hizo a través de él, ella reconoció que él era un
siervo del Señor.
15.- Así que ella le quiso mostrar un poco de
bondad y lo invitó que fuera a cenar o algo así y le
dio una ofrenda para ayudarlo a pagar algo. Lo trató
con bondad y no porque quería alguna recompensa.
La gente que le da a otros pensando recibir una
recompensa por eso, no tienen recompensa alguna;
pero los que dan liberalmente desde el fondo de sus
corazones no esperando recibir nada a cambio, que
dicen: "Lo di con liberalidad y no esperando nada a
cambio". Dijo Jesús: "Los gentiles e incrédulos
hacen así. Dan cuando esperan que se les
devuelva". Pero nosotros los hijos de Dios, damos
no queriendo recompensa, sólo damos.
16.- Ahora. La mujer no tenía… lo probó más
adelante, no tenía alternativa al darle a este
hombre las bendiciones que ella le iba a dar, fuera
alimento o dinero, lo que sea que le haya dado, si le
tenía una ofrenda para cuando él pasara por allí,
ella lo dio en respeto a Dios. Ella dijo: "Yo sé que él
es un hombre santo, sé que es un hombre de Dios y
no pertenece a mi denominación, tal vez no
pertenezca a mi iglesia y puede ser que mi pastor
no esté de acuerdo con él, sin embargo, yo creo que
él es un hombre santo de Dios, creo que es siervo
de Dios, así que le daré esta ofrenda". Así que lo
hizo en su bondad.
17.- Después de cierto tiempo ella comenzó a darse
cuenta que había algo realmente bueno en aquel
hombre y le dijo a su esposo: "Tú sabes que este
hombre que pasa por aquí es un hombre de Dios, es
siervo de Dios. Nosotros tenemos un poco de dinero
y le hemos estado dando un poco cuando él pasa.
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Vamos a mostrarle un poco de bondad, vamos a
construirle una habitación aquí afuera en alguna
parte. Cuando él pasa por aquí se ve cansado y
agotado, cuando va camino a la montaña para orar
y ayunar, él sube allá algunos días en ciertas
ocasiones. Vamos a hacerle un lugarcito acá afuera
que esté en nuestros… nosotros tenemos bastante
terreno, así que vamos a construirle una habitación
acá, le ponemos una mesa, lumbre y un pequeño
banco, para que cuando él pase pueda llegar y
descansar, acostarse en la cama y descansar un
poco". Eso si es apreciar a alguien.
18.- Así que prepararon el lugar y el esposo, siendo
tal vez un buen hombre justo, dijo: "Bueno, eso
estaría bien". Así que fueron y edificaron un
lugarcito y se lo dieron al profeta cuando pasaba. Y
aconteció un día que cuando Eliseo pasaba por allí,
se detuvo y vio este lugar. Desde luego que se
contentó mucho al darse cuenta que la gente lo
amaba. Ahora todos quieren que se les ame, les
estoy diciendo la verdad. A mí me gusta. Yo quiero
que Dios me ame y quiero que la gente me ame, eso
es exactamente verdad; y si Dios me ama entonces
la gente me amará; y si yo amo a Su pueblo, Él me
amará a mí por hacer eso. Dios preferiría que yo los
amara a Uds. y luego a Él. ¿Sabían eso? Yo preferiría
que Uds. amaran a mi hijo que está allá atrás sin
importar lo que dijeran de mí, yo quiero que Uds.
amen a mis hijos, cualquier padre pensaría igual. Y
el Padre Dios piensa lo mismo porque dijo: "Por
cuanto lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, a mí
lo hicisteis". Así que si Uds. quieren amar a Dios
comiencen amando a todos Sus hijos y Dios los
recompensará; si tan sólo Uds. aman a sus hijos eso
prueba que el amor de Dios está en Uds…
23.- …Eliseo era ese tipo de persona y un día cuando
pasaba cansado y agotado de su viaje, puedo verlo
que dice: "Fíjense…" Había un pequeño letrero que
colgaba sobre la puerta y decía: "Esta propiedad
pertenece al hombre de Dios que pasa por aquí".
Puedo oír que le dice a su siervo: "Pues Giezi, fíjate,
esta gente sunamita nos ha regalado esta parte de
la propiedad para que nosotros podamos entrar".
Abre la puerta porque es suya, entra, se acuesta en
la cama, se estira y dice: "Giezi, tú sabes que ella ha
sido muy bondadosa con nosotros, nos ha
ministrado en todo lo que hemos necesitado, ve y
habla con ella". Parecería como que era él el que
debería ir, pero dijo: "Ve tú y habla con ella y ve si
quiere que yo le hable al rey o al capitán, todos ellos
me aprecian y somos buenos amigos, tal vez ella
desee un favor o algo así". Yo creo que Eliseo sólo la
estaba probando.
24.- Así que él fue, le preguntó y ella le dijo: "No, yo
habito entre mi pueblo y no quería ser
recompensada por eso. Lo hice porque yo misma
amo al Señor y quiero hacer algo por Él y la única
forma en que pude hacerlo… vi que él era un
verdadero siervo de Dios, un hombre de Dios y lo
hice con ese propósito, yo no deseo ninguna
recompensa". Él regresó y habló un rato con Eliseo
de eso y yo imagino que Giezi dijo: "Eliseo, te diré
algo: Ella no tiene hijos y su esposo es anciano".
"Sí". Dijo Eliseo e imagino que dio la vuelta en la
pequeña cama que tenía allí y se quedó allí unos
minutos pensando; después de un rato apareció
una visión delante de él y vio que la mujer cargaba
un niño. Entonces dijo: "Ve a buscarla y tráela aquí".
Así que él fue, buscó a la mujer y la llevó hasta la
puerta; y cuando ella se acercó a la puerta él le dijo:
"Así dice el Señor, conforme al tiempo de la vida, el
próximo año por este tiempo abrazarás a un hijo".
25.- Ella dijo: "No. Mi esposo es anciano". Pero el
mismo Eliseo había dicho que era en el Nombre del
Señor y eso era suficiente. Cuando Dios dice algo,
eso es suficiente de inmediato. Eso es todo. No hay
necesidad de andar dudando más porque Dios lo ha
dicho. Si Dios dijo que Cristo iba a volver a la tierra,
yo lo creo. Cierto. Si Dios dijo que ese tipo de
tiempo habría de venir y que los hombres serían
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altivos y amadores de los placeres más que de Dios,
yo lo creo. Cierto. Yo creo todo lo que Dios diga. Él
dijo: "Él herido fue por nuestras transgresiones". Yo
lo creo. Él dijo: "Por Sus llagas fuimos curados". Yo
lo creo y eso es suficiente. ¿Entienden? Si Uds. lo
creen, entonces acéptenlo, actúen sobre la base de
eso y los resultados vendrán. No importa cuánto
tarde manténgase creyéndolo.
27.- Así que Eliseo le dijo a ella que tendría un hijo y
ocurrió exactamente para el tiempo que Eliseo le
había dicho, porque él era un profeta que estaba
bajo la unción del Espíritu Santo y aquello tenía que
ocurrir. Entonces cuando el muchacho llegó a unos
doce años de edad, Eliseo pasó por allí, se acostó en
la cama y se fue hasta el Monte Carmelo donde
tenía una cueva, fue a orar. Un día el niño estaba en
el campo con su padre junto con los que segaban y
ya entrado el día como a las once en punto o algo
así… yo creo que el niño sufrió una insolación
porque comenzó a gritar: "Oh, mi cabeza, mi
cabeza". A esa hora del día y en el campo, un niño
probablemente con la cabeza descubierta que
andaba corriendo por allí, de unos doce años,
andaba detrás de los segadores, andaba en el
desierto parecido a este de aquí; tal vez el niño
sufrió una insolación, así que el padre hizo que un
joven lo levantara y lo regresara a casa, se sentó en
el regazo de su madre como hasta el mediodía y
luego murió.
28.- Ahora, aparentemente todo había terminado.
Entonces la madre recogió al niño… fíjense en lo
primero que hizo con el niño: Lo sacó de su propia
casa y lo llevó a la casa de Eliseo, acostándolo en la
cama donde el profeta se había acostado. Muy
buena sabiduría creo yo. Lo quitó, lo apartó de la
incredulidad y lo puso en la cámara donde el
profeta había estado, cerró la puerta y no permitió
que nadie entrara a interferir; lo puso en la
habitación y cerró la puerta. Llegó su esposo y
desde luego que había mucho llanto, lloro y
alboroto, pero ella dijo: "Todo estará bien.
Ensíllenme ahora una mula que voy a ver al hombre
de Dios". Ahora, las esperanzas no se habían
perdido, en su corazón algo le decía que se podía
hacer algo. Todas las hierbas y tal vez los médicos
habían estado allí haciendo todo lo que podían, no
se podía hacer nada y ella le había hecho todos los
remedios que conocía, no se pudo hacer nada, el
niño murió. Ella pensó… o tal vez los demás
pensaron que las esperanzas se habían acabado,
pero ella sabía que todavía había un Dios que vivía y
reinaba.
29.- Oh hermano, si tan sólo pudiéramos captar eso.
Algo allá en su corazón comenzó a palpitar: "Me
gustaría hallar al hombre de Dios, me gustaría
volver a la iglesia". Generalmente cuando los
problemas llegan al hogar eso es lo que toca el
corazón de una persona. "Me gustaría ver de nuevo
al hombre de Dios". Su esposo le dijo: "Él no ha
pasado por aquí, él sube en la luna nueva y en la
adoración del Sábado y no es ni luna nueva ni
Sábado, así que él no va a estar allí". Ella respondió:
"Todo está bien". ¿Por qué? ¿Cómo podía ella
fundamentar un pensamiento como ese? Porque
algo en su corazón le decía: "Ve al hombre de Dios".
¿Lo entienden? Ella sabía que había un Dios que
gobernaba el universo, sabía que el Dios que hacía
al sol brillar, al trigo crecer, al árbol… daba vida; y
sabía que Dios tenía un representante aquí en la
tierra y ese representante era el profeta. Ella sabía
que si podía llegar al profeta… Yo no creo que ella
llevaba la idea de que el hijo resucitaría sino que
pensaba que si llegaba hasta el profeta podría
entender por qué Dios se había llevado a su hijo…
31.- …Ella dijo: "Oh, todo estará bien, dejen todo
tranquilo". Me gusta eso. Algo se había anclado en
su corazón, que si ella se acercaba a Eliseo
averiguaría exactamente por qué el niño había
muerto, ya que ella sabía que él era siervo de Dios.
Le ensillaron la mula y a mí me gusta la comisión
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que ella le dio al siervo. Le dijo: "Ve y no te
detengas ni te demores ni nada, hasta que yo te
ordene"...
43.-.. Entonces la mujer dijo: "Ve ahora, no te
detengas ni un momento porque tenemos que
llegar allá, tenemos que darnos prisa". Bueno, el
siervo de Dios estaba allá acomodado en su
pequeño cuarto, dondequiera que estuviera, allá en
las montañas. Miró hacia fuera y vio venir a la
sunamita y dijo: "Giezi ahí viene la mujer sunamita,
me pregunto qué sucede". Ahora, Dios no les dice
todo a Sus profetas, Él sólo les dice lo que quiere
que ellos sepan; lo que Él no quiere que sepan se lo
guarda para Sí.
44.- Allí viene la mujer sunamita con su siervo que
hace apresurar a la mula. Él se pregunta: "¿De qué
se trata la prisa?" Dice: "Sal y recíbela, pregúntale si
todo está bien con ella, su esposo y el niño".
Entonces él gritó diciendo: "¿Está todo bien
contigo? ¿Le va bien a tu esposo? ¿Le va bien al
niño?" Fíjense, aquí está lo que me gusta de la
lección. Ella respondió: "Todo está bien". Amén. El
niño era un cadáver pero todo estaba bien. ¿Por
qué? Todo estaba bajo consideración, ella tenía la
situación controlada, el deseo de su corazón, lo que
le hablaba a su corazón, le decía que llegara hasta
aquel profeta y allí estaba justo frente al profeta; así
que si Dios se había llevado a su hijo, era Su
voluntad y todo estaría bien. "Todo está bien, todo
está bien con mi esposo, todo está bien conmigo y
todo está bien con el niño".
45.- Ella corrió hasta Eliseo y se postró a sus pies, tal
vez comenzó a besarle las manos o algo así. Giezi
pensó: "No es correcto que ella se comporte así con
mi maestro". Entonces la apartó y la separó de él.
"No puedes hacer eso, no te puedes acercar a mi
maestro así". Pero Eliseo le dijo: "Déjala quieta
porque en su corazón hay pesar y Dios me lo ha
mantenido como un secreto, yo no sé qué le sucede
pero en su corazón hay un pesar". Entonces ella se
puso de pie y comenzó a contarle lo que había
sucedido, diciéndole lo que había ocurrido, que su
hijo había muerto. Le dijo: "¿No te dije que no me
mintieras? Ahora mi hijo está muerto y lo puse en
tu aposento, los vecinos están a su alrededor, se
están preparando para embalsamar su cuerpo y yo
he venido a ti". Fíjense ahora, Eliseo dijo: "Giezi,
toma este báculo y ve, si alguien te habla no le
respondas; lleva esto directamente hasta el niño y
ponlo sobre él. Si alguien te habla no le respondas,
no te detengas por ningún evento social".
46.- Eso es lo que nos sucede a nosotros hoy,
cuando recibimos un mensaje de Dios en vez de ir
directamente y hacer lo que Dios nos dice, nos
detenemos por un evento social. Tiene que hacer
esto, algunas reuniones con helados y todo tipo de
cosas traen los asuntos sociales a la iglesia.
Nosotros deberíamos llevarles el mensaje de Dios a
los muertos, a los muertos en pecados e iniquidad.
Amén.
47.- Fíjense ahora, ¿por qué Eliseo envió aquel
báculo? ¿Se han detenido a pensar en eso? Porque
sabía que la ropa que él usaba estaba bendecida,
sabía que Dios vivía en su corazón, sabía que la ropa
que usaba estaba bendecida y sabía que todo lo que
tocaba era bendecido. Lo sabía y por eso su fe
estaba allí. Yo creo que fue de allí donde Pablo
tomó eso de enviar los pañuelos y delantales de su
cuerpo a los enfermos y afligidos. Pero la mujer
sunamita… aquello hubiera funcionado
perfectamente, eso hubiera estado bien si la mujer
sunamita hubiera creído en eso, ella no sabía si Dios
estaba en el báculo o no, ella sabía que Dios estaba
en el hombre; por eso le dijo: "Vive el Señor y vive
tu alma que no te dejaré, estoy en tus manos ahora
y voy a permanecer aquí hasta que lo sepa". Uds.
saben, me gusta esa determinación, quedarse allí.
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49.- Ella dijo: "No te dejaré". Y Eliseo ciñó sus lomos
y salió sin una visión, sin saber qué hacer. Se fueron,
Giezi los escoltaba, iba adelante y entró al aposento
poniendo el báculo sobre el niño, esperó pero la
vida no volvió, el niño seguía muerto. Da la vuelta y
observa un rato y el niño seguía muerto, entonces
toma el báculo y regresa corriendo para encontrar a
Eliseo y la sunamita que venían. Cuando lo hizo,
dijo: "Puse el báculo sobre el niño y no había vida,
no había respiración, no abrió sus ojos, sigue
muerto". Fíjense entonces que la fe de la mujer no
estaba en el báculo sino en el profeta. Depende de
donde tenga Ud. su fe. Algunos dicen: "Tienen que
imponerte las manos". Pero otro dijo, el romano:
"Habla la Palabra y mi hijo vivirá". Sin embargo, una
mujer no quiso que Él le pusiera las manos, ella tocó
Su manto; y Jairo, como vimos hace algunas noches
en la enseñanza, dijo: "Ven y pon Tus manos sobre
mi hija". Depende dónde tenga Ud. su fe. Así que
Eliseo tenía razón.
50.- Ahora, yo creo que él la estaba probando, él
sabía que Dios había bendecido todo lo que él
tocaba, ¿entienden? Él creía que Dios lo bendecía y
por eso dijo: "Dios ha bendecido esto y si lo pones
sobre el niño, yo creo que Dios lo sanará". No
importaba cual fuera la fe de él, si la fe de la mujer
no era igual, no iba a funcionar. ¿Entienden lo que
quiero decir? Se necesita la fe suya y la de su pastor
juntas, ambos deben tener la misma fe y si Uds.
creen lo mismo que el hombre de Dios les ha dicho,
entonces algo debe suceder. El hombre de Dios
creía que él no tenía que ir hasta allá sino que podía
enviar el báculo; pero la mujer dijo: "No, no, no, me
voy a quedar contigo, me voy a quedar aquí hasta
que lo sepa".
51.- Así que Giezi dijo: "No hay aliento en el bebé,
sigue muerto". Fueron y llegaron al patio y miren
ahora la multitud, todo el mundo está alrededor
lamentándose y gritando. ¡Qué lugar para la fe!
Eliseo estaba parado allí sin una visión, no sabía qué
hacer, todo lo que podía hacer era mirar a su
alrededor. Allí estaba el padre llorando, estaban
todos los vecinos y todo el mundo lamentándose. Él
entró a su pequeña cámara y la mujer tenía al niño
acostado en la cama, entonces él los sacó a todos
del aposento y cerró la puerta, se quedó solo. Fue
hasta un rincón, se arrodilló y comenzó a orar;
cuando acabó de orar, se levantó y caminó por la
habitación, de aquí para allá, de un lado a otro,
hasta que el Espíritu de Dios descendió sobre él.
Cuando el Espíritu de Dios descendió sobre él no
hay dudas que vio una visión. Entonces va y se
tiende sobre el niño, su nariz sobre la nariz de él, no
hubo oración sino su nariz sobre la nariz de él, sus
labios sobre sus labios, sus ojos sobre sus ojos, sus
manos sobre sus manos y el niño estornudó siete
veces y volvió a la vida. ¿Qué ocurrió? Eso no fue
aquel predicador, fue Cristo en Su profeta que
devolvió la vida al niño. Aleluya.
52.- Oh hermano, cuando él se paró allí y dijo:
"Giezi, llama a la sunamita". Amén. La mujer se
acercó a la puerta y entonces todas las cosas
buenas que ella había hecho… cuando ella preparó
aquella cama para Eliseo y la arregló con sus propias
manos no sabía que algún día su hijo muerto estaría
acostado en ella y que el cuerpo de aquel profeta,
por medio de Cristo, le devolvería la vida a aquel
niño. Ud. no sabe lo que ocurre cuando trata de
hacer algo por otro, trate de ayudar a los demás.
Correcto. Al igual que el pan sobre las aguas, algún
día eso regresará a Ud.
53.- Su actitud hacia Eliseo le dio la victoria. Si ella
hubiera llegado hasta Eliseo y le hubiera dicho:
"Mira hipócrita, después de todo mi pastor tenía
razón". Fíjense, si ella hubiera ido con esa actitud
jamás hubiera conseguido algo de él. Pero su
actitud hacia el hombre de Dios produjo
exactamente lo que recibió: Su victoria, por cuanto
creyó. Esa es la única forma que Ud. lo logrará. Si
Ud. cree que Jesucristo es un relato mítico, una
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historia de Santa Claus que se le cuenta a los niños
o algo así, nunca recibirá nada hasta que de verdad
crea en su corazón que Él es el Hijo de Dios que
murió, se levantó de nuevo y ascendió a las alturas y
vive con nosotros aquí esta noche y cumple todo lo
que prometió que haría en Su Biblia. Cuando Ud.
llegue a ese punto algo está listo para suceder.
54.- Entonces ella tomando al niño, se inclinó ante
él y reconoció que era un siervo de Dios, inclinó su
cabeza y se fue, se fue con su corazón lleno de
amor. Todas las grandes crisis… qué si ella se
hubiera quedado tranquila y hubiera dicho: "Bueno,
se acabaron las esperanzas, el médico se acaba de ir
y dijo que no se podía hacer nada, mi hijo está
muerto, entonces supongo que es todo lo que se
puede hacer". Lo que se dice: rendirse, jamás se
hubiese contado esa historia. Habría sido así si la fe
no hubiera entrado en su corazón. Pero Dios en Su
misericordia puso algo en el corazón de esa madre y
ella supo que se podía hacer algo. Puede que esta
noche Ud. esté igual en su familia, tal vez toda
esperanza que haya tenido de mejorar, los médicos
lo han desanimado, el hombre ha hecho lo que
puede hacer y ha dicho: "Eso está más allá de la
ciencia médica y no se puede hacer nada". Pero si
algo puede ocurrir allá en su corazón que le diga: "Sí
se puede, sí se puede". Entonces quédese con eso…
64.- …¡Dios ten misericordia! Vamos a hacer
contacto con el representante de Dios, ¿quién es el
representante de Dios? En aquel día fue Eliseo.
¿Quién lo es hoy? Jesucristo, ese es Su
representante. Mujer, hombre, niño o niña que está
aquí esta noche, si aquella mujer sunamita pudo
creer por su hijo muerto cuando no había ninguna
posibilidad, pudo creer en un hombre natural, que
Dios estaba en Eliseo, ¿cuánto más podrán creer
Uds. que Dios está en Cristo reconciliando al mundo
consigo mismo? Venga y reconcíliese en esta noche
antes que sea demasiado tarde. Oremos.
Dios en Su Palabra
74.- Veía en el Antiguo Testamento, sólo un poco
para terminar con algunos comentarios. Allá en el
Antiguo Testamento encontramos un hombre
llamado Eliseo, un gran hombre y siervo de Dios;
hallamos también que una mujer le mostró cierta
bondad preparándole una mesita, le hizo un
aposento, un lugar donde pudiera reposar sus pies
cansados y recostarse en la cama cuando pasara por
allí hacia la montaña, donde iba a orar en una
cueva.
75.- Un día pasó y al ver aquello le dijo a su siervo
Giezi: "Esta mujer Sunamita no ha sido indiferente
en cuanto a nosotros, ve y pregúntale si desea que
haga algo por ella; puedo ver al rey por ella o hablar
con el capitán o alguien". Ella respondió: "No, yo
habito entre mi pueblo y estoy bien, no hice esto
para que me recompensaran". [2Reyes 4:8-37] Así
es que se hace, no si se espera recibir algo a
cambio. Para la gloria de Dios ella dijo: "Oh, está
bien, yo moro entre mi pueblo y…" Pero ella le
había dicho a su esposo: "Yo percibo que este es un
hombre santo".[2Reyes 4:9] Si ella lo honraba
estaba honrando a Dios, porque Dios estaba en
Eliseo y ella no reconoció sólo al hombre, pues él
era un hombre, sino que reconoció a Dios en el
hombre.
76.- Un día le fue dada una bendición y abrazó un
hijo; ella ya era mayor y su esposo también y
tuvieron un hijo. Para el momento que él tenía
como doce años de edad salió con su padre al
campo, yo creo que recibió una insolación, a eso del
mediodía comenzó a llorar: "Mi cabeza, mi cabeza".
Su padre dijo: "Llévenselo a su madre". Ella lo sentó
en su regazo hasta la hora de la cena y murió.
77.- Quiero que se fijen en la sabiduría de esta
mujer que reconoció dónde estaba Dios: en un
hombre. Lo llevó al aposento del profeta y lo puso
sobre la cama del profeta, no sobre la cama de él,
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en la de su papá o la de ella sino lo puso sobre la
cama del profeta. ¿Se preguntan por qué? Ella le
dijo al siervo: "Ensilla una mula y no te detengas a
menos que yo te lo pida. Quiero que cabalgues tan
rápido como puedas hasta el monte Carmelo".
78.- Su esposo tratando de desanimarla le dijo: "No,
el profeta no está allí". Pero ella estaba dispuesta a
averiguarlo de todas formas. Se fue y cuando llegó
allá… Uds. saben que Dios no siempre le revela todo
a Sus profetas. Eliseo la vio acercarse y dijo: "Ahí
viene la Sunamita, su corazón está lleno de tristeza
y Dios no me lo ha revelado, ve y pregúntale si todo
está bien".
79.- Él le preguntó: "¿Está todo bien contigo? ¿Está
todo bien con tu esposo? ¿Está todo bien con el
niño?" Ahora, esta es la parte que me gusta. Ella
respondió: "Todo está bien". Oh, ¿qué fue eso?
¿Qué reconoció esa mujer? Que Dios estaba en
aquel profeta. Eso es exactamente correcto. Él sabía
que ella podría… Yo no creo que ella pensaba tener
a su hijo de vuelta sino averiguar de parte de Dios
quien se lo había dado, la razón por la que se lo
había quitado.
80.- Ella estaba en la presencia del representante de
Dios y sabía que Dios estaba en el profeta; cuando
ella fue y se lo reveló, Eliseo le dijo a Giezi: "Toma
este báculo, ve y ponlo sobre el niño". Yo creo que
de allí fue que Pablo tomó lo de los pañuelos sobre
su cuerpo. Eliseo sabía que todo lo que él tocaba
era bendito porque Dios estaba en él, ¿entienden?
Dios estaba en un hombre y él dijo: "Toma esto y
ponlo sobre el niño".
81.- Pero la fe de la mujer no estaba puesto en
aquello, su fe estaba en el profeta y dijo: "Me
quedaré aquí hasta que algo suceda". Me gusta ese
tipo de fe. Después de cierto tiempo fue Eliseo sin
tener todavía ninguna visión, entró al aposento y
cuando llegó allí había quejidos, llantos y todos
lloraban. El niño tenía varias horas sobre su cama y
Eliseo entró y cerró la puerta para apartarse de la
incredulidad que había afuera.
82.- Caminó de un lado a otro en la habitación, me
gusta eso, caminó hasta sentir que sobre él venía
abundancia de vida, con la cual el águila que
mencioné podía volar. Sintió la abundancia de
Espíritu Santo sobre él y puso su rostro sobre el
rostro del niño, sus labios con los del niño, su nariz
con la del niño, sus manos sobre las manos del niño
y el niño estornudó siete veces y revivió. ¡Gloria!
Dios está en Su pueblo. ¿Lo creen?
83.- Después de Eliseo haber estado muerto por
más de un año y sus huesos ya estaban amarillos,
arrojaron un hombre sobre él y revivió, Dios seguía
en los huesos. [2Reyes 13:20-21] ¡Aleluya! Yo sé
que Uds. creen que estoy loco, tal vez lo esté,
déjenme tranquilo que así me siento mejor. Cierto.
De todas formas esta noche me siento muy
religioso.
84.- Dios está en Su pueblo ahora, Uds. son los hijos
de Dios. Ahora mismo Uds. son los hijos de Dios y
están viviendo por debajo de sus privilegios. Dios
está en Su pueblo.
Levantándolo y sacándolo de la historia
74 Esa bebé puesta allí en la cama, tendida. Y el
pequeño Jairo sabiendo que la Sunamita recibió su
bebé, él dijo: "Ese Dios de historia, si El pudiera ser
llamado en acción, El es el mismo Dios de hoy". Y
buscando, él había oído de un Hombre-Hombre que
reclamaba tener el poder, y Ese era Jesús de
Nazaret, a Quien todos ellos odiaban. Pero él Lo
llamó a la escena, pues El era el representante más
cercano que él podía encontrar de Dios en ese día,
un Dios del Dios viviente. Y cuando El fue llamado
en la escena, y el Dios histórico fue llamado, El
actuó de la misma manera que hizo cuando El le
habló a Eliseo de ese bebé muerto.
10
Guiados por el Espiritu
63 Yo iba andando, tarareándola para mí mismo. Y
noté que esta dama tenía una gran sonrisa en el
rostro, mientras se asomaba por el portón. Dejé de
cantar y cuando iba seguir de largo, ella me dijo:
"Buenos días, predicador". Le dije: "¿Cómo está,
señora?". Ella comenzó a reír mientras lágrimas
corrían por sus mejillas. Le pregunté: "¿Cómo supo
que yo era predicador?". Ahora, "predicador"
quiere decir "un ministro". Y ella dijo: "Yo sabía que
Ud. vendría". Le dije: "¿Cómo lo sabía Ud., señora?"
Me dijo: "Bueno, le diré cómo fue predicador". Dijo:
"¿Ha leído en la Biblia la historia de la Sunamita a
quien Dios le dio un hijo por promesa, por medio
del profeta Eliseo?" Le dije: "Oh, seguro, estoy
familiarizado con el relato, hace unas semanas
prediqué sobre eso".
64 Ella dijo: "Bueno, yo soy ese tipo de mujer que
no tenía hijos y mi esposo y yo deseábamos mucho
tener un hijo. Yo oré y el Señor me dio este hijo y le
dije que se lo dedicaría a Él. Yo he lavado ropa,
predicador, soy la lavandera en este sector y crié
este muchacho lo mejor que pude para que amara
al Señor, pero él salió con malas compañías y
contrajo una mala enfermedad, nosotros no
sabíamos nada de esa enfermedad y el muchacho
se enfermó cada vez más. Finalmente lo llevamos al
médico y él nos dijo que no había esperanzas para
él, que estaba acabado, la enfermedad había
alcanzado el torrente sanguíneo y se había comido
partes de su corazón. Y cuando bombeaba la
sangre, parte de ella se perdía pues las válvulas
fueron comidas por esa enfermedad". Y dijo: "El
doctor me dijo que no había oportunidad para él y
allí ha estado en la cama inconsciente por dos días".
Dijo: "No puedo soportar ver a mi hijo morirse así,y
anoche oré toda la noche diciendo: 'Señor, Tú me
has dado este hijo, ¿pero dónde está el Elías?'"
65 Uds. pueden imaginarse cómo me sentí. Y pensé:
"¿Era esto, Señor?". No dije ni una palabra de cómo
había sido guiado hasta allá y le dije: "Mi nombre es
Branham, ¿ha escuchado Ud. alguna vez de mí?"
Ella dijo: "No señor, creo que no". Yo le pregunté:
"Bueno, ¿cómo sabía Ud. que yo iba venir?" Ella me
dijo: "Me acosté como a las tres de la mañana y
soñé que veía venir a un hombre con un traje
oscuro y un sombrero del oeste a un lado de la
cabeza, traía algunas cartas en su mano y el Señor
me dijo: 'Sal y espéralo' y desde esa hora lo he
estado esperando".
66 Le di una palmadita en la espalda y sentí que
estaba mojada por el rocío. Era verdad. Y le dije:
"Bueno, señora, mi ministerio es orar por los
enfermos".
67 Ella no estaba interesada en eso. Ella dijo:
"¿Quiere pasar?" Abrió ese portón con puntas de
arado sujeto por una cadena. Entré a esa cabañita
esa mañana, era una cabañita de dos cuartos, no
había felpudo en el piso, ni nada, una camita con
cabecera de madera, grietas en el piso lo suficiente
grandes que, oh, el viento se colaba.
68 Yo he estado en palacios de reyes y supongo que
he tenido el privilegio de estar en los hogares más
hermosos del mundo, pero en toda mi vida no me
había sentido como en casa, que en esa casita
aquella mañana. Cuando miré las paredes no habían
allí fotografías de mujeres sino una pequeña
inscripción: "Dios bendiga nuestro hogar". En una
esquina había una vieja cocina de madera y en esa
cama estaba acostado un hombre enorme, bien
parecido, parecía que pesaba como unas ciento
setenta libras y medía como unos seis pies de
estatura. En sus manos tenía una manta y hacía:
"Humm, humm". Decía: "Oh, está oscuro". Le
pregunté: "¿Qué dice él?"
11
69 Ella me dijo: "Predicador, él ha estado hablando
acerca de… desde hace dos días está inconsciente".
Dijo: "En su inconsciencia, él cree que está en
alguna parte del mar, perdido en la oscuridad y está
remando en un bote tratando de llegar a tierra.
Predicador, yo no puedo soportar ver a mi hijo
morir así".
70 Ella se acercó, le acarició la cabeza, lo besó y le
dijo: "Dios te bendiga, niñito de mamá". Era un tipo
enorme, estaba muriéndose en vergüenza y pecado
y aún así era un niño para su mamá. No importaba
en qué desgracia se encontraba o cuánto había
deshonrado a la familia, todavía ese amor de madre
estaba allí por él.
71 Algunas veces recuerdo eso y pienso: ¿Se
olvidará la mujer de lo que dio a luz?, pero Dios dijo:
"Yo no puedo olvidarme de ti. Tengo tu nombre
esculpido en las palmas de mi mano".
72 Así que descarriado, recuerde en esta noche que
Ud. no puede apartarse de esto. Él todavía lo ama.
Es por eso que Ud. está aquí en esta noche. Él está
tratando de darle otra oportunidad, tocando a su
puerta.
73 Me arrodillé en el piso para orar. Ella se arrodilló
al lado de su cabeza y yo a sus pies. Toqué sus pies y
parecía que estaban fríos y pegajosos, seguramente
la muerte estaba cerca del muchacho. Yo dije:
"Señora, siendo que Ud. es la madre del joven, ¿le
gustaría orar primero?".
74 Ella respondió: "Seguro, predicador". Inclinó su
cabeza y ¡qué oración más tremenda!, podríamos
decir que esta no fue aprendida en ninguna escuela,
salió de lo profundo de su corazón. Hablando con
Dios, Ud. podría asegurar que ella había hablado
con Él antes, sabía lo que estaba diciendo. Y cuando
terminó de orar, se secó los ojos con el viejo
delantal que llevaba puesto y me miró.
75 Yo dije: "Ahora oraré yo". Puse mis manos sobre
sus pies y dije: "Señor, no sé qué decir, ¿es sta la
razón por la que me hiciste perder el avión, para
que viniera a orar por el hijo de esta mujer? Señor,
si es así, que se sepa que Tú eres Dios y respetarás
su oración y sinceridad".
76 En ese momento, el joven dijo: "¡Oh, mamá!".
Dijo: "Ahora se está aclarando en el cuarto, se está
yendo la oscuridad". En unos minutos estaba
sentado en la orilla de la cama conversando con
nosotros.
77 Salí rápidamente, paré un taxi y me fui al
aeropuerto. Y cuando llegué a la puerta, hacían el
último llamado para ese vuelo. Dios había detenido
en tierra aquel avión por la fe de una mujer que
quizás no se sabía el abecedario, una pobre mujer
de color, ignorante como la llamaríamos nosotros.
Dios hizo aterrizar aquel avión, y lo detuvo allí hasta
que su oración fuera respondida. En esta noche Él
es el mismo Dios que era entonces.
78 Como dos años después de eso, yo iba en tren
hacia Phoenix y pasé por Menphis, no había vuelto
a saber de ellos. Si alguno de Uds. ha estado alguna
vez en Menphis, el tren del este entra a la estación
así y hace una parada de veinte minutos. Yo quería
comprar unos emparedados porque en el tren son
más caros, como cuarenta centavos por un
emparedado muy pequeño, con eso casi podría
comprar una bolsa de hamburguesas, llevármelas
en el tren y comérmelas durante el viaje cuando me
diera hambre.
79 Así que bajé para comprarme una bolsa de
hamburguesas. Empecé a caminar rápido y escuché
que alguien dijo: "Hola, pastor Branham". Miré y allí
estaba parado un joven con una gorra roja,
haciendo señas con sus ojos, corrió y se acercó a mí.
Le dije: "¿Cómo está joven?" Me dijo: "¿Ud. no me
conoce, verdad?" Le respondí: "Creo que no". Él
dijo: "Hace como dos años, una mañana, Ud. fue a
12
mi casa". Yo le dije: "Tú no eres aquel joven". Él me
dijo: "Sí, lo soy". Dijo: "Ahora soy cristiano y le sirvo
al Señor".
80 ¡La guianza del Espíritu!... Ese mismo Espíritu
Santo lo ha guiado a Ud. hasta aquí en esta noche.
Lo ha guiado aquí, no para que regrese a casa
enfermo sino sano. Lo ha guiado a Ud. amigo
pecador, para que vuelva a casa como un cristiano,
muerto para las cosas del mundo. Uds.
descarriados, los ha traído aquí para que vuelvan
con Dios en esta noche nuevamente. Mediten en
eso mientras inclinamos nuestros rostros.
Bartimeo el Ciego
11 Y él recordó una historia en particular que le
gustaba mucho... era una historia que su madre
acostumbraba leerle tocante a Elías [el Hermano
Branham quiso decir Eliseo–Trad.], el gran profeta.
A él siempre le gustó Eliseo, porque era audaz, y
tenía mucha fe, y él era un profeta ordenado de
Dios. Y su madre le contaba la historia de cómo
había una–una mujer sunamita quien tenía mucha
confianza en este profeta, Eliseo. Y cómo ella era
una mujer rica, y sustentaba a Eliseo, para ayudarlo.
Un día ella le dijo a su esposo: "Construyamos un
pequeño aposento al lado de nuestra casa. Porque
yo percibo que el hombre que pasa por aquí, es un
hombre santo de Dios. Y hagamos algo para este
hombre santo de Dios. Y cómo su esposo estuvo de
acuerdo en que ellos deberían construirle un
pequeño lugar de descanso en dónde acostar su
cuerpo fatigado y cansado.
Y cómo el pequeño Bartimeo solía pensar: "Eso fue
tan considerado de parte de esas personas, de
tratar de hacer algo por los siervos de Dios. Y no
pensando en una recompensa, sino sólo por hacer
algo".
12 Así que un día cuando Eliseo y su amigo
Giezi, el siervo, pasaron por allí, y había una
hermosa casita edificada o mejor dicho un pequeño
cuarto al lado de la casa. Y tenía una cama, y un
cántaro con agua fresca, y un lugar para... una
mesita para comer. Y cómo las cosas estaban
exactamente arregladas tan confortables para el
profeta, a tal grado que lo bendijo de tal manera,
que el poder del Señor vino sobre él, por causa de la
bendición que la mujer y el hombre le habían
mostrado a él. Y ellos eran sunamitas.
Así que él le dijo a su siervo Giezi: "Entra y
pregúntale a esa mujer..." A mí me gusta llegar a
eso. "Ve, pregúntale a esa mujer lo que ella desea".
¡Oh, hermano! "Ve, pregúntale a ella". Ha de haber
sido una–una gran unción que ha de haber tocado
al profeta. Y dijo: "Ve, pregúntale a ella qué
desearía. ¿Debería yo hablarle al rey, o al general?"
Y ella le dijo a Giezi, ella dijo: "Yo no deseo nada.
Somos gente rica. Tenemos nuestra casa, y tenemos
granjas y terrenos, y yo habito con mi pueblo. Así
que yo no deseo nada. Yo no quiero ninguna
recompensa, ni siquiera que me des las gracias. La
única cosa, yo sólo hice eso en respeto a Dios, al
Dios que tú sirves. Y yo sé que El está contigo. Y yo
sólo estoy pagando ese tributo al Dios del Cielo".
13 Y cuando Giezi regresó con tal mensaje a su
maestro, el profeta... Y Giezi como que le puso un
secretito en su oído, y dijo: "Mira, ella está anciana
y su marido está anciano, y ellos no tienen hijos. Y
yo creo que sería una cosa dichosa, mientras esa
unción está sobre ti, si le dijeras que ella iba a tener
un bebé".
Así que Eliseo dijo: "Ve, llámala".
Y ella se paró a la puerta, y él dijo: "ASI DICE EL
SEÑOR, tú vas a abrazar un hijo". Y después del
tiempo apropiado de tales cosas, Dios le dio a ella
un pequeñito hermoso.
13
41 Luego, yo me puedo imaginar a ella decirle a
Bartimeo: "¿Ves, Bartimeo?, nosotros debemos
tratar bien a toda la gente. No debemos ser malos
con nadie, y debemos honrar y respetar
especialmente a la familia de Dios. Así que esta
mujer... Ella estaba segura que este hombre que la
visitaba era un gran profeta poderoso del Señor". Y
así que, su esposo le consintió. Y cuando Eliseo y
Giezi, su siervo, pasaron otra vez por allí, estaba un
cuartito bonito edificado aparte, al lado de la pared,
con un pequeño jarro con algo de agua en él, y una
cama pequeña, y un escabel, y un lugar para que él
descansara. El iba rumbo a una cueva allá arriba en
el monte Carmelo, adonde él iba a ayunar y a orar
durante ciertos días, como en las lunas nuevas y
días festivos, antes que el profeta hablara en las
calles.
42 Y cuando Eliseo entró y vio todo eso que esta
mujer bondadosa había hecho, bueno, él llamó a
Giezi y dijo: "Ve pregúntale qué podemos hacer por
ella. Yo soy amigo personal del general en jefe, y
también yo hablaré con el rey. ¿Pudiera hablar yo a
su favor?" Y cuando Eliseo le preguntó esto, bueno,
ella dijo: "No, yo habito con mi pueblo". Y oh, ella
era una mujer adinerada; ellos no tenían necesidad
de nada. Ellos... Ella sólo lo hizo de la bondad de su
corazón. Y de esa manera Uds. deben hacer todo,
cuando lo hacen para Dios: háganlo de la bondad de
su corazón. Cuando Uds. den algo, dénlo de su
corazón. Si Uds. no pueden hacer eso, entonces no
lo hagan, porque su dádiva no será respetada por
Dios. Y sólo háganlo de la bondad de su corazón.
43 Bueno... Y cuando el siervo regresó y se lo dijo al
profeta: "Bueno, ella no necesita nada; todo está
bien con ella. Pero una cosa le digo: ella se está
envejeciendo un poco, y su esposo es un hombre
anciano, y no tienen hijos". No hay duda que el
profeta vio una visión, porque ningún profeta (o
alguien más), alguna vez hizo algo del Señor, de
parte del Señor de esa manera, a menos que sea
por medio de una visión. Ahora, recuerden: eso es
correcto. Encuentren en cualquier lugar en la
Escritura o en cualquier parte; eso siempre,
primero, Dios se los dice a ellos. Si Dios... El hombre
no puede hacer nada al azar; él es un siervo de Dios.
Aun Jesucristo dijo: "Yo no hago nada de Mí mismo,
sino lo que Yo veo hacer al Padre, eso hace el Hijo
igualmente". (San Juan 5:19). Y si el Hijo de Dios no
podía hacer nada, sin que el Padre primero se lo
mostrara a El, ¿cuánto mucho menos pudiéramos
nosotros hacer algo, sin que Dios nos lo muestre
primero? Por lo tanto, nosotros atrevidamente nos
metemos en cosas algunas veces sin saber lo que
estamos haciendo. Pero cuando Dios da una visión,
y habla, y muestra exactamente lo que El va a hacer,
es un drama sólo para actuarlo (eso es todo),
porque Dios lo va a hacer; El ya lo dijo así, así que,
eso está terminado.
44 Ahora, así que él dijo: "Ve, llama a la sunamita".
Y ella se paró a la puerta, y él dijo: "Por este tiempo,
abrazarás un hijo".
Ahora, ella dijo: "Yo estoy vieja". Pero las palabras
de Eliseo llegaron a cumplirse exactamente como él
lo dijo. Pues en una cierta cantidad de meses, ella
abrazó un hermoso bebito. Y yo puedo ver los ojitos
de Bartimeo al decir: "¿Lo amaba ella, mamá, como
tú me amas?"
"Sí, igual que yo te amo. El era un muchachito
hermoso; ella pensó que era el más hermoso que
había en el mundo, como yo pienso de ti, como
todas las madres piensan de sus bebés". Y-y un día,
cuando este muchachito había crecido, como de
unos diez o doce años de edad, él estaba allá en el
campo con su padre (porque su padre era un
hombre rico, y la cosecha estaba en proceso). Así
que él estaba en el campo con su padre. Y me
supongo que el muchachito ha de haber tenido una
insolación. El empezó a llorar: "¡Ay, mi cabeza, mi
cabeza!" Era como a mediodía. Y uno de los siervos
14
llevó al muchachito, y él se sentó en las rodillas de
su madre como hasta el mediodía. Y el muchachito
se puso peor, y más enfermo, y más enfermo, hasta
que después de un rato, el muchachito murió.
45 Ahora, yo quiero que Uds. se fijen, que cuando
Dios empieza a lidiar con una persona, ellas algunas
veces hacen cosas que ni siquiera se dan cuenta lo
que están haciendo. Ella tomó a ese muchachito, y
lo puso en la cama del profeta. ¡Qué lugar para
ponerlo! ¡Fue exactamente correcto! Lo puso en la
cama del profeta, en donde ella había edificado esa
casita; y lo había llevado y puesto al muchachito en
la cama del profeta. Y ella le dijo al siervo:
"Enalbárdame una mulita y anda. No pares a menos
que yo te lo diga".
Su esposo dijo: "No vayas al monte Carmelo. No es
ni luna nueva ni día de reposo; el profeta no estará
allí". Pero ese corazón de madre por su niño... Ella
estaba-ella estaba en angustia. Y ella sabía que si
llegaba a ese profeta, que ella se daría cuenta por
qué Dios le había quitado su niño. Si Dios le podía
decir al profeta que iba tener al bebé, y ella lo tuvo,
seguramente que Dios le podía decir por qué le
quitó su niño. Ella dijo: "Todo está bien. Sigue
adelante".
46 Y el siervo fue al monte Carmelo, y Eliseo estaba
allí. El estaba parado a la entrada de la cueva, miró.
Y él dijo: "Ahí viene esa sunamita". Y dijo: "Ella está
preocupada, pero Dios lo ha escondido de mí; El no
me ha dicho lo que ella está... cuál es su problema".
¿Ven Uds.?, Dios no les dice a Sus siervos todo lo
que El hace; El sólo les da a saber lo que El quiere
que ellos sepan. ¿Ven? Depende de Dios. Allí estaba
ese gran hombre, pero él no sabía cuál era el
problema de ella.
Y así que, él le dijo a Giezi: "Sal corriendo ahora a
recibirla, y dile: '¿Te va bien?'"
Y él dijo: "¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido?
¿Le va bien a tu hijo?"
Miren a esa mujer. "Todo está bien". ¡Amén! Me
gusta eso. ¿Por qué? Su niño yacía muerto, su
esposo se estaba apretando las manos
nerviosamente y gritando, caminando de punta a
punta el patio. Pero, "todo está bien". Me gusta
eso.
47 Su propósito era entrar en la presencia de ese
profeta quien tenía sobre él la unción del Señor. Y
ella sabía que ese profeta sabría qué hacer, qué
decirle. Ella sabía que él tendría: "ASI DICE EL
SEÑOR" para ella. Y así que: "Todo está bien". Si
Dios se llevó al niño, muy bien, mientras fuera el
plan de Dios. Dios dio, Dios quitó; bendito sea el
Nombre del Señor. ¿Ven? Pero ella quería saber:
"¿Por qué?" ¿Era algo que ella había hecho?, o,
¿qué estaba mal? Y cuando ella corrió a los pies de
Eliseo, se postró a sus pies. Y así que, Giezi pensó
que esa era una conducta un poquito fuera de
orden, que una mujer se postrara a los pies de su
maestro, así que él la levantó rápidamente. Y así
que entonces ella empezó a decirle a él tocante a
que el niño estaba muerto. Ahora, él le dijo a Giezi:
"Toma mi báculo y ve allá, y ponlo sobre el niño. Y si
alguien te hablare, no le contestes. Si alguien te
saludare (que es: "¿Cómo está Ud.?"), no le
respondas. Sólo concentra tu mente en llevar este
báculo al niño, y empieza a caminar". Me gusta eso.
No tenemos tiempo de juguetear, el mensaje es
urgente. La gente se está muriendo. Vayamos
adelante.
48 Y él tomó el báculo y se fue. Ahora, yo creo que
si la mujer hubiera creído que eso haría la obra,
hubiera sucedido. Pero su fe no estaba en el báculo;
estaba en el profeta. Así que ella dijo: "Vive Jehová
tu Dios, y vive tu alma, que no te dejaré. Yo me voy
a quedar aquí mismo". ¡Oh, me gusta eso!
¡Aférrense a eso! Cuando Uds. se aferren de Dios
para algo, no lo suelten. Correcto. Si Uds. toman a
15
Jesús como su Sanador, no dejen que ningún diablo,
ni algo más los haga retroceder de eso. ¡Aférrense!
"Yo me quedaré con ello". Quédense allí. "Vive
Jehová tu Dios, y vive tu alma, que no te dejaré
hasta que me dé cuenta tocante al niño". Bueno,
Elías no se podía deshacer de ella. Así que, de esa
manera Uds. deben ser con Jesús. Uds. sólo deben
estar en Sus manos, y quedarse allí; clamar día y
noche. ¡Esa es la manera! Sí, señor. No se suelten;
no retrocedan ni un poquito. Si Uds. lo creen,
quédense allí. Hay misericordia en el Señor.
Quédense con eso.
49 Así que, yo pienso que esa es la razón que
María, (o mejor dicho, fue Marta que salió a
encontrar a Jesús), ella sabía... Ella había leído esa
historia del niño de la sunamita. Ella sabía que
si Dios estaba en el profeta, seguramente que
Dios estaba en Su Hijo. Y ella sabía que ella
obtendría su petición, si ella iba con el
acercamiento correcto. Esa es la cosa que sigue: la
gente se acerca a Dios de la manera incorrecta. Uds.
tienen que venir con el acercamiento correcto. No
hace mucho tiempo, yo tuve el honor de orar por un
rey. Ellos me quitaron los dobleces de las piernas de
mi pantalón; me dijeron que nunca... que no
volviera mi espalda a él; después que orara y cosas,
que caminara retrocediendo de él. Nunca vuelva su
espalda a un rey. Esa es una cosa muy buena; nunca
vuelva su espalda al Rey de reyes, entonces. ¿Ven?
Y es un acercamiento, un cierto acercamiento.
50 En los tribunales, hay un juez en el estrado, y si
Ud. quiere decir algo estando sentado allá atrás, y
Ud. dice: "¡Oiga, espere un momento, juez! ¡Yo le
quiero hablar un momento!" A Ud. lo sacarían de
allí. Hay un acercamiento para acercarse a ese juez,
y Ud. tiene que venir por ese acercamiento. Y hay
un acercamiento por el que Ud. tiene que venir a
Dios. Si Ud. viene a un don de Dios, Ud. tiene que
venir en la correcta actitud mental. Ud. tiene que
venir en el acercamiento correcto, o Ud. no recibirá
nada cuando Ud. venga. Y de esa manera Marta
lo hizo cuando Jesús vino; ella vino con el
acercamiento correcto. Esa mujer sunamita, ella
vino con el acercamiento correcto, con un corazón
cargado, anhelando a Dios. Y ella se aferró a eso. Y
Eliseo le dijo: "Bueno, yo sólo..." Ciñó sus lomos, y él
se fue tras él. Cuando él iba allí, él se encontró con
Giezi que venía de regreso. Dijo: "Yo puse el báculo
sobre el niño, y no hubo vida en él. Y...." Por
supuesto que no; la mujer no lo creía. Si ella lo
hubiera creído, hubiera sucedido. Pero ella quería el
profeta; ella no sabía tocante al báculo. Eliseo tenía
fe para eso, pero la mujer tenía fe en el profeta.
51 Así que cuando Eliseo llegó al cuarto... Quiero
que Uds. se fijen: sin orar. Eliseo llegó allí... ¡Ud.
habla de una situación! Allí estaba la gente en el
patio, lamentando y alborotando; y el padre todo
destrozado, y todos gritando. Y el niñito tendido en
la cama del profeta, había estado muerto desde
mediodía. Y Eliseo entró, y caminó de punta a punta
(la Biblia dice: "a una y otra parte"), en el cuarto.
¿Qué estaba haciendo él? Esperando la unción.
¡Amén! Caminando de punta a punta (¡oh,
hermanos!), sólo esperando la unción. Después de
un rato, la unción del Espíritu Santo vino sobre él, y
él se tendió sobre el niñito, puso sus labios sobre
sus labios, su nariz sobre su nariz, su frente sobre su
frente, y se quedó allí. El lo sintió, entró en calor; se
levantó, caminó otra vez. ¡Oh, hermanos! Me gusta
eso. Caminando de punta a punta, hasta que él
sintió la unción sobre él otra vez. Cuando vino la
unción sobre él otra vez, él se tendió sobre el niño
otra vez, sus labios sobre sus labios, su nariz sobre
su nariz. Y cuando menos pensó, el niño estornudó
siete veces y vino a vida. ¡Amén!
52 ¡Oh, cómo el pequeño Bartimeo le gustaba esa
historia! A mí también me gusta. "Oh", él pensó:
"¿sabes qué? Ese mismo gran profeta Eliseo... Y
cuando Elías subió, él envió una doble porción de su
espíritu sobre Eliseo. Y Eliseo fue un gran profeta". Y
16
entonces, justo en ese momento, sucedió que él
pensó: "No hace muchos años, ese Elías y Eliseo
caminaron por este mismo camino en donde yo
estoy sentado al lado, juntos, rumbo al Jordán para
abrirlo y cruzarlo caminando". ¡Amén! ¡Oh,
hermanos! Oh, el viento sopló y él se puso su viejo
saco harapiento un poco más arriba, Uds. saben
como que el sol se estaba moviendo hacia el otro
lado del muro. El pensó: "No hace más de unos
cuantos cientos de años, Elías y Eliseo caminaron
por estos mismos adoquines viejos aquí, juntos,
yendo allá. Y Elías se quitó ese manto e hirió el
Jordán, dijo... y el Jordán se abrió. Y Eliseo lo tomó,
e hirió el Jordán, y se regresó con el manto".
Yo Soy No Temais
3 Cada noche yo encuentro algunos pañuelos
puestos aquí y cartas. Ahora, nosotros creemos en
eso, de orar sobre esos paños.
Ahora, yo he estado leyendo algunas que dicen:
"¿Pudiera ungir este pañuelo, Hermano Branham?"
Bueno, ungir un pañuelo está perfectamente bien. Y
nosotros creemos que todo lo que Dios bendice,
nosotros lo apoyamos.
Pero si Uds. se fijan en las Escrituras, no fueron
ungidos. "Ellos tomaban pañuelos y delantales del
cuerpo de Pablo". Yo creo que Pablo era un
fundamentalista, ¿no lo creen Uds.? Así que yo
pienso que de dónde tomó eso, fue de la historia
del bebé de la sunamita que fue resucitado, o mejor
dicho, el muchachito, que fue resucitado de entre
los muertos.
¿Recuerdan que él le dijo a Giezi: "Toma este
báculo, y ve; y ponlo sobre el niño"? El sabía que
todo lo que él tocaba era bendecido. Pero la fe de la
mujer sunamita no estaba en el báculo; estaba en el
profeta. Así que ella se quedó con él hasta que él
fue y tendió su propio cuerpo a lo largo del niño, y
él volvió a vida.
¿Crees tú esto?
42 Aquí estamos. Oh, Martita, sale corriendo.
Parecía que ella tenía derecho para haber dicho
algo contra El. "¿Por qué no viniste a mi hermano?
Mira lo que hemos hecho por Ti, y Tú nos
defraudaste". Bueno, si ella hubiera dicho eso, la
historia nunca se hubiera terminado de la manera
que lo hizo. No, señor. Es de la manera que Uds. se
acercan a un don Divino de Dios. Si Dios envía un
don, Uds. tienen que acercarse correctamente, si
Uds. esperan obtener algo de ello. Deben acercarse
a él correctamente. Y Marta sabía eso. Ella
probablemente había leído tocante a la mujer
sunamita y su bebé. Y ella... Si esa mujer sunamita
sabía que Dios estaba en Elías, ¿cuánto mucho más
estaba El en Jesús? Seguro. Así que, ella se acercó
con el acercamiento correcto. Ella corrió hacia El y
cayó a Sus pies (me gusta eso), cayó a Sus pies y
dijo: "Señor". Ese es Su título correcto. Eso es lo que
El era. El era su Señor. "Señor, si Tú hubieras estado
aquí, mi hermano no hubiera muerto". ¡Oh,
hermanos! Oh, yo me pudiera imaginar, viendo Su
gran corazón mientras El miraba a esa hermosa
mujer, las lágrimas corriéndole por sus mejillas.
Dijo: "Señor, si Tú hubieras estado aquí, mi
hermano no hubiera muerto". Observen lo que ella
¡dijo: "Mas también sé ahora, Señor (aunque él está
muerto, aunque los gusanos de la piel estén
reptando por su cuerpo), mas también sé ahora,
Señor, que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo
dará".
Muestranos al Padre y nos basta
64 Ahora, nos damos cuenta que Dios estaba en
Moisés. Dios estaba en Eliseo. Allí estaba Eliseo, un
hombre metido en la-la cueva allá. La mujer
sunamita a la que él había bendecido, y había dado
a luz un niño, y el niño murió, y Eliseo vino a la
17
escena. Eliseo era un hombre de Dios. Cuando él
entró, el niño estaba acostado en su cama. Primero,
Eliseo sabía que él era un hombre de Dios. El no se
jactó al respecto, ni se infatuó al respecto, sino que
él sabía que él era un hombre de Dios. Así que él
caminaba con ese báculo viejo, y él dijo, le dijo a
Giezi: "Toma ese báculo, y ve y ponlo sobre el niño".
El sabía que todo lo que él tocaba era bendecido,
porque Dios estaba en él, si él únicamente podía
hacer que la mujer creyera la misma cosa. De esa
manera la mujer tocó el borde del-del manto de
Jesús. Porque ella sabía que El era un Hombre
piadoso, y que Dios habitaba en Su pueblo. Y ella
sabía que si Dios estaba en Eliseo, de seguro El
estaba en Jesús. Ella sabía que.... Si nosotros gente
Pentecostal nos pudiéramos respetar los unos a los
otros de esa manera, sabiendo que nunca
hablaríamos tocante los unos a los otros, seríamos
hermanos, seríamos hermanas, nunca habría una
desgracia entre nosotros si nos pudiéramos
reconocer los unos a los otros como lo que somos:
hijos e hijas de Dios, y Dios habita en Su iglesia, en
Su pueblo. Seguramente que El habita. Dios está en
Su pueblo. ¿Creen Uds. eso? [La congregación dice:
"Amén"-Ed.].
65 Miren a ese profeta. La mujer no creía en el
bordón. Yo pienso que de allí es de dónde Pablo
tomó lo de los pañuelos que se llevaban de su
cuerpo. Porque yo creo que Pablo no predicaría algo
que no estuviera en la Palabra; así que él le enviaba
los pañuelos a la gente. Dios estaba en Pablo, y la
gente tomaba los pañuelos del cuerpo de Pablo, se
los ponían en su cuerpo, y los demonios salían de
ellos, y las enfermedades eran sanadas. Dios estaba
en un hombre. ¿Creen Uds. eso? [La congregación
dice: "Amén"-Ed.]. En Pablo. Dios estaba en Eliseo, y
fue llamado a la escena de un niño muerto. El no
sabía qué hacer. El niño estaba muerto. Así que él
sólo caminó de punta a punta, de lado a lado del
piso (¡oh, me gusta eso!), esperando que viniera el
Espíritu Santo, caminando de un lado al otro en el
cuarto. Y después de un rato, él empezó a sentir al
Espíritu venir sobre él. Yo creo que él se alentó un
poquito, Uds. saben, empezó a caminar un poquito
más rápido. ¡Oh, él sintió el Espíritu!; se tendió
sobre el niño, y el niño estornudó siete veces y vino
a vida: ¡Dios en Su pueblo! Quién puede regresar la
vida de la muerte, sino Dios. ¡Amén! ¡Fiuuu! Me
siento muy religioso ahorita. ¡Oh, hermanos!, Uds.
piensan que un Bautista no grita; yo sí grito. ¡Oh!,
Dios en Su pueblo.
Yo soy
3 Me puedo imaginar ver a un hombre soltar su
remo de vez en cuando, y menear su mano en señal
de despedida correspondiéndoles, y algunos en la
orilla estaban meneando sus manos como señal
de despedida, y con sus pañuelos y demás,
mientras la pequeña barca empezaba a tomar su
curso cruzando el mar. Después de un rato, quizás,
estaban fuera del alcance de la vista desde la playa,
y las multitudes se empezaron a regresar hacia sus
hogares. Pensemos que hubo silencio por un largo
rato; nadie decía nada. Se puso el crepúsculo. Ha de
haber sido el joven Juan, siendo el más joven del
grupo, que dejó de remar, y limpió el sudor de su
rostro, y dijo: "Hijos de Abraham, y hermanos:
podemos ahora descansar seguros que no estamos
siguiendo alguna clase de fanático; este Hombre es
exactamente lo que El dice que es. El no es un
fanático, como mucha de nuestra gente cree hoy; ni
tampoco El es un profeta falso". "Yo recuerdo", él
diría, "cuando yo era sólo un niñito, cuando mi
hermosa madre hebrea me solía sentar en sus
rodillas y me contaba las historias del Antiguo
Testamento, de cómo nuestro pueblo de antaño fue
traído a esta tierra, y de los grandes profetas de la
antigüedad". ¡Cómo le gustaba a él oír la historia de
Eliseo y la mujer sunamita, cuando trajo a vida de
nuevo al niñito! "Cómo mi madre me decía: 'Cariño,
en un tiempo Dios estaba con Su pueblo, y a ellos
no les faltaba nada'. Luego una de las historias
18
grandiosas que ella me solía contar, que me
asombraba, era cómo Dios alimentó a Su pueblo de
antaño, cuando ellos llegaron a un punto que no
tenían pan, sin embargo estando en la línea del
deber, en su camino de Pal-... de Egipto a Palestina.
Y cuando ellos no tenían pan para sus hijos, ellos no
tenían nada para así seguir viajando, ya no tenían
más alimento, que Dios, Jehová, hizo llover pan del
Cielo, ya cocinado, y que cortésmente, por medio
de Sus Angeles, lo llovía al suelo cada noche. Y
cómo nuestro pueblo salía y tomaba eso, y estaba...
había sido metido en miel, y cómo lo saboreaban, y
por cuarenta años sin cesar, el gran Jehová Dios
alimentó a nuestro pueblo, porque estaban en la
línea del deber".
Hijo de David, ten misericordia de mí
22 Entonces, una de las historias que al pequeño
Bartimeo le gustaba mucho, era la historia de la
mujer sunamita, porque hablaba de un muchachito,
Uds. saben. Hablaba de un muchachito allí que... Y
ella le contaba tocante a ese grande y poderoso
profeta Eliseo, cómo Dios lo hizo un profeta tan
grande y poderoso. El vivió en el desierto y no tenía
mucha ropa, y él se envolvía un pedazo de piel en
él, y-y cómo él fue un grande y poderoso hombre de
Dios. El vivió bajo la unción de Dios. Y él pasaba una
cierta ciudad, y allí había una mujer sunamita. Ella
era una mujer bondadosa, y también amaba a Dios.
A pesar de que era una gentil, ella-ella amaba a
Dios. Y yo pudiera decir que quizás ella le pudo
haber dicho a Bartimeo: "¿Sabes qué?, Bartimeo,
nosotros somos escogidos de Dios. Pero algún día,
vendrá un gran Mesías. Y cuando El-cuando El
venga, El será el que llamará a todas las naciones,
porque esta mujer sunamita... Dios ama a todos
aquellos que son amorosos. El quiere venir y ayudar
a aquellos que quieren que se les ayude".
23 "Y Bartimeo, esta gran mujer, ella veía este
hombre santo pasar por la ciudad. Así que ella le
quería mostrar algo de favor, porque ella amaba a
Dios, y sabía que ése era siervo de Él, y ella lo quería
ayudar, y hacer algo por él. Así que ella-ella lo veía
venir, y salía y lo invitaba a que entrara y-y que se
quedara con ellos. Así que, su esposo era un
hombre rico. Un día ella le dijo a su esposo: '¿Sabes
qué, querido?, este gran hombre santo de Dios pasa
por aquí, y va allá a una cueva donde él está
viviendo, allá arriba en el monte Carmelo. Así que
mientras él pase por aquí, creo que sería bueno si le
edificáramos un cuartito al lado de nuestra casa.
Creo que sería muy bueno si hiciéramos eso, porque
nosotros creemos en Dios, y El sí es Dios, y él es el
representante de Dios. (Ese es el orden más elevado
de Dios ahora en la tierra, es Su representante)'. Así
que su esposo dijo: 'Pienso que estaría bien'. Así
que ellos le edificaron la casita allí".
24 "Y un día cuando Eliseo y Giezi, su-su siervo,
pasaron por allí y vieron ese cuartito edificado allí,
entraron. Ellos les tenían una buena camita blanda
allí, y-y un pequeño banquillo y agua y todo. Así que
dijo: 'Ve, pregunta a esa sunamita qué pudiera
hacer yo por ella. Ella ha sido tan bondadosa con
nosotros; quizás pudiéramos corresponder su-su
bondad. Quizás ella querrá que yo le hable al rey o
quizás ella querrá que yo le hable al general del
ejército, o a alguien'. Pero tú sabes, Bartimeo, que
esa mujer no pidió nada. Pero cuando Giezi regresó,
él dijo: 'Déjame decirte, Eliseo, gran profeta de Dios;
la mujer es estéril. Ella no tiene hijos. Ella nunca ha
tenido un hijo'". Y decía: "Bartimeo, tú sabes que
cualquier madre quiere un pequeñito, un
muchachito dulce como tú eres. ¿Ves? Esa es la
razón que digo que Jehová ha sido tan bueno
conmigo por darte... por darme un muchachito
como tú. Y esa pobre madre quería un muchachito
como tú. Así que Eliseo dijo: 'Ve, y dile que venga
delante de mí'. Y así que, sin duda Eliseo tuvo una
visión de qué hacer. Así que entonces cuando la
19
mujer llegó, él dijo: 'De acuerdo al tiempo de la
vida, tú vas a dar a luz a un hijo'. Y ella se fue. Y,
¿sabes qué, Bartimeo? Esa madre tuvo un
muchachito dulce, un muchachito gentil, así como
tú, que eres un muchachito judío. ¡Cómo esa madre
amaba a ese muchachito! ¡Cómo ha de haber
pensado ella que él era la cosita más dulce!"
25 "Y cuando él tenía como unos once años de
edad, un día él fue con su papá al campo para-para
levantar la cosecha. Y yo creo que le ha de haber
dado una insolación, porque él empezó a decir: '¡Mi
cabeza, mi cabeza!' El se puso más enfermo y más
enfermo. Así que el padre estando muy ocupado
con los que había contratado, él envió al
muchachito con un siervo, y lo puso en el regazo de
su madre. Ella lo mantuvo en su regazo hasta como
a las doce, y el aliento salió de él, y el pobre
muchachito murió. Pero mira, Bartimeo, quiero que
te fijes ahora en esta mujer gentil, en lo que ella
hizo. Ella lo llevó y lo acostó en la cama del profeta.
Ahora, esa es una maravillosa revelación. ¿Ven? Ella
no lo llevó a su propia cama, ni tampoco lo llevó a la
cama de ella, ni a la cama del padre. Ella lo llevó y lo
acostó en la cama del profeta, en el aposento en
donde el profeta había dormido.
26 "Y luego ella le dijo a su esposo: 'Enalbárdame
una mula, y tú ve adelante de mí', mejor dicho, le
dijo al siervo, 'y no te detengas. Si alguien te saluda,
no lo saludes, sino ve derecho al hombre de Dios, al
monte Carmelo'". "Mira", decía: "Mira, su esposo
dijo: 'No es ni luna nueva, ni es día de Reposo, así
que el hombre de Dios no va a estar allá'""Y ella
respondió: 'Paz'". ¡Me gusta eso! Cuando Ud. tiene
ese verdadero agarre de fe, quédese con eso. Esa es
una buena lección ahora para todos Uds. pequeños
Bartimeos. Miren. "Y luego dijo: 'Sigue-sigue
adelante. No te detengas por llamadas sociales y
cosas. Sólo sigue adelante. Continúa adelante. No te
detengas hasta que yo te diga que te detengas'. Y
por supuesto, cuando él se acercó al monte
Carmelo, cuando el profeta...." Uds. saben, Dios no
le revela todo a Sus profetas. Todos sabemos eso. El
sólo le revela a Sus profetas lo que El quiere que
sepan.
27 "Y ahora cuando él se acercó, Eliseo salió,
probablemente era anciano y quizás su vista estaba
un poco oscurecida. El levantó sus manos y dijo: 'Ahí
viene esa sunamita, y parece que está preocupada.
Pero Dios lo ha ocultado de mí'. Así que él le dijo a
Giezi: 'Sal y recíbela'. Pero ella venía con mucha
prisa. Cuando ella llegó allí, él gritó: '¿Te va bien a
ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?'"
"Y fíjate bien lo que esa mujer dijo: '¡Bien!'" ¡Amén!
¿Ven?, ella sabía que Dios estaba en ese profeta.
Correcto. Ella sabía que ese era el orden más alto
que Dios tenía en ese día. Yo pienso que de allí fue
que Marta tomó la idea. Ella debió haber leído esa
historia. Cuando su hermano Lázaro murió, ella
sabía que si Dios estaba en ese profeta, Dios
ciertamente estaba en Su Hijo. Correcto. Así que
ella fue a Él y dijo: "Señor, si hubieses estado aquí,
mi hermano no habría muerto. Mas también sé
ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará".
Me gusta eso. Me gusta eso. ¿Ven?, eso lo
sobresaltó. ¿Ven? "Mas también sé ahora que todo
lo que pidas a Dios, Dios te lo dará".
28 Este muchachito sentado aquí con ese pie
magullado, y otro joven sentado acá, los vi que
ambos estaban gritando anoche. Han de ser
muchachos Pentecostales, han de tener a Dios en su
corazón. Ud. dice: "Hermano Branham:
probablemente yo nunca caminaré otra vez. El
doctor dice que no caminaré". Este aquí con
problema de corazón, este aquí con lo que sea, lo
que sea su problema, diga: "Bueno, el doctor dice
que no podré. Yo nunca podré deshacerme de esto.
Yo tengo cáncer. Yo tengo un tumor. Yo tengo esto
y eso. Mas también sé ahora, Señor, que todo lo
que pidas al Padre, El te lo dará". ¡Eso es! "Mas
también sé ahora, que todo lo que pidas a Dios,
20
Dios te lo dará". De allí ha de haber sido de dónde
Marta tomó la historia.
29 La mujer sunamita dijo: "¡Bien!" Ahora, ella no
estaba pidiendo por el niño, sino que ella sabía que
Dios era poderoso, por medio de ese profeta, de
decirle a ella por qué El se llevó al niño, y eso la
satisfaría. Si El le pudiera decir por qué se llevó al
niño, todo estaría bien. Así que ella estaba ante el
representante de Dios, y todas las cosas estarían
bien. Me imagino que los ojos del pequeño
Bartimeo se le iluminaban. "¡Mamá, mamá, date
prisa; dime qué sucedió!" ¿Ven Uds.?, los
muchachitos se ponen ansiosos. Ellos quieren saber
cuál es el fin. "Bueno, el gran profeta, después que
ella le reveló a él y le dijo su historia, que el
muchachito había muerto y estaba acostado en el
aposento, entonces el profeta dijo a su siervo:
'Toma mi báculo, y ve y ponlo sobre el niño'".
Ahora, yo pienso, otra vez en el Nuevo Testamento,
que de allí fue dónde Pablo tomó la idea de tomar
pañuelos y delantales de su cuerpo.
30 Ahora, Eliseo sabía que todo lo que él tocaba era
bendecido. Pero ¡si él podía lograr que la mujer lo
creyera!, eso era todo. Si él podía hacer que la
mujer creyera la misma cosa, un milagro hubiera
sucedido de la misma manera como siempre, si la
mujer hubiera tenido fe en lo que Eliseo le dijo que
hiciera. Pero la fe de la mujer no estaba en el
báculo. Ahora, me gusta de la manera que ella lo
dijo de todas maneras. "Ella dijo: 'Vive Jehová, y
vive tu alma, que no te dejaré'". ¡Me gusta eso!:
determinada a sostenerse en eso. ¡Eso es! Si Ud.
empieza creyendo en Dios, sosténgase en eso hasta
que el Espíritu Santo venga, hasta que todo lo que
Ud. ha pedido se cumpla. No ceda. "Yo no te
dejaré. Yo estoy en Tus manos, Señor, hasta que me
respondas". Esa es la manera de hacerlo. Uds.
saben, Jesús lo enseñó de esa manera. El habló del
juez injusto, Uds. saben, cómo él-él-él no le hacía
justicia a la viuda de su adversario. Pero él dijo:
"Porque esta viuda me es molesta, le haré justicia
de su adversario". Bueno, cuánto más el
bondadoso Padre Celestial de Uds. está dispuesto a
dárselos a Uds. Pero miren, no... El dijo: "Buscad, y
hallaréis; llamad y se os abrirá". Ahora... "Y pedid".
Ahora, si Uds. se fijan, no sólo es: "Señor, lo quiero".
"Es el que pide, busca". Continúen buscando.
Continúen llamando. Sólo continúen, continúen.
Uds. han llegado allí, así que sólo continúen
llamando hasta que suceda. "Yo lo creo, Señor. Yo
estoy-yo estoy en Tus manos. Yo estoy en Tus
manos".
31 Recuerden que el Señor me sanó del problema
del estómago. El diablo dijo: "Tú-tú no has sanado".
Yo dije: "Entonces sólo quédate por aquí y
escúchame testificar. Si-si tú quieres...?... Si tú
quieres oír que Dios sea alabado, sólo quédate por
aquí y escúchame un rato". El se cansó y se fue. Así
que él-él se irá. El otro día él trato de darme un mal
resfriado. El me lo dio, y yo se lo regresé. El me lo
dio otra vez. Yo se lo regresé a él otra vez. Y así
peleamos sobre ello por tres o cuatro días, y
finalmente se fue. Así que ahí lo tienen Uds. ¿Ven?
Sólo sigan regresándoselo a él. No lo reciban;
regrésenselo a él. Regrésenselo a él. Esa es la
manera de hacerlo. Sólo estén determinados.
Sosténganse en eso.
32 De esa manera ella lo hizo. "Ella dijo: 'Vive
Jehová, y vive tu alma...'" Ahora, ¿ven?, ella creía
que él tenía una alma que no moriría. ¿Ven? 'Vive
Jehová, y vive tu alma, (¿ven?), yo no te voy a
dejar'. Yo me voy a quedar contigo hasta que sepa
qué sucedió. Así que él no podía deshacerse de- de
ella. Así que tuvo que ceñir sus lomos, y se fue". Me
fijé que cuando él entró al cuarto, miren lo que ese
profeta tenía en su contra. El no sabía lo que el
Señor iba a hacer. Allí estaba el padre, gritando a
voz en cuello, toda la gente alrededor del vecindario
gritando. Ese muchachito amable, de esta familia
encantadora, estaba muerto, yaciendo en el
21
aposento, todas las esperanzas perdidas. Ahora,
¿qué hizo Eliseo? Igual que hizo Jesús: los echó a
todos fuera de la casa. Los sacó de donde él estaba,
como lo hizo Jesús cuando la hija de Jairo estaba
muerta. Y fíjense bien lo que el profeta hizo. El no
tuvo que salir afuera y buscar y orar, y prepararse
en oración, y alistarse. No. Yo-yo creo que
deberíamos estar preparados en oración todo el
tiempo, ¿no piensan Uds. eso? [La congregación
dice: "Amén"-Ed.].
34 "El anciano Eliseo, cuando él se subió en el-en el
barco, Uds. saben, o mejor dicho, se subió a la
plataforma del lugarcito que ella le había edificado,
él caminó de lado a lado por el piso. Y él se paseó a
una y otra parte, la Biblia dice, en el cuarto. Y
entonces después que sintió que vino el Espíritu
sobre él, él fue y se tendió sobre el niño, y se tendió
allí con su carne sobre el niño. Y luego él sintió que
el niño estaba entrando en calor, así que se levantó,
y se paseó de lado a lado otra vez por todo el
cuarto. Regresó y él mismo se tendió sobre el niño
otra vez, y estornudó siete veces y volvió a vida. El
levantó al niño, y dijo: 'Llama a la sunamita'". Y,
¡oh!, cómo le gustaba eso al pequeño Bartimeo.
Respetos.
134 Tomemos a algunas personas que sí lo
respetaron. Tomemos a la mujer Sunamita, con el
mismo profeta, Elías. Ella en realidad no era una
Israelita. Ella era de Sunem, pero ella creía en Dios.
Y ella vio a este hombre pasar por la ciudad, lo oyó
hablar, ella vio las señales que hizo.
135 Se cuenta en la historia, no sé si es verdad o
no, que un día un montón de perros salvajes
estaban tratando de atrapar a una niñita. Ahora,
esto no es Escritura, tan sólo es una historia que leí.
Y decía que la mujer Sunamita estaba parada en la
esquina, y ella vio que estos perros iban a matar a
esta niñita. Y este santo hombre estaba pasando
por la ciudad, y él levantó su báculo a Dios, y clamó
por misericordia para esos niñitos así, y los perros
se dieron vuelta y se fueron lejos de ellos. Si eso fue
así o no, suena como que pudiera ser, yo no sé.
136 Pero, de todas maneras, esta mujer dijo,
cuando la Biblia, cuando ella “entendió que este era
un varón santo”. Ella entendió que algo había
sucedido. Ella vio lo que él era, y “entendió que él
era un varón santo de Dios”. Y, en vez de faltarle al
respeto como lo hizo Jezabel, ella lo respetó. Ella le
dijo a su esposo: “Nosotros bien podemos hacer
esto. Yo te ruego, construyámosle una casita aquí
en alguna parte. Démosle un lugarcito, por que él
está fatigado. Lo he observado. Se está poniendo
viejo, y me fijé en su cabello canoso cuando le
colgaba en su barba. Su pequeño y viejo báculo, sus
pequeños y delgados brazos mientras él caminaba,
los pequeños y flácidos brazos así. Y aquí viene él
caminando, cargando una pequeña vasija de aceite
en su costado, con un pedazo de piel de oveja
envuelta alrededor de él, en el sol caliente, su
cuerpo se miraba quemado y rojo. Y yo te ruego,
hagámosle un pequeño sitio, para que se aloje aquí.
Consigamos al contratista y que venga aquí y le
construya un lugarcito, y hospedémoslo, porque
entiendo que su espíritu, por su espíritu, que él es
un varón santo. El es un varón de Dios”. ¡Oh, oh,
qué diferencia!
137 Ahora, su esposo estuvo de acuerdo,
ella...él pudiera haber dicho: “Querida, me he fijado
en ese varón, también. Lo he escuchado, lo he
observado, he visto sus obras. Sé que él es un varón
santo de Dios. Así que simplemente haremos eso”.
Así que llamaron al contratista y le construyeron un
lugarcito agradable, y le pusieron una camita allí
para descansar, para que él pudiera acostarse y
descansar. Le prepararon un lugar para lavarse los
pies, consiguieron un poco de agua y cosas, y las
prepararon allí adentro.
22
138 Y cuando el profeta pasó por allí, por
supuesto, eso bendijo su alma, el ver que se había
hecho algo por él. El le dijo a Giezi: “Ve, llámala, y
pregúntale qué pudiera hacer por ella, ¿pudiera yo
‘hablar con el rey, con el capitán principal?’” El...
139 Ella dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo,
y no hay nada de lo que tenga necesidad”.
140 Pero Giezi dijo: “Ella no tiene hijos. Y su
marido está bien avanzado en años, él está viejo.
Ellos no tienen hijos”.
141 Y yo me imagino, a Elías acostado allí en
esta camita, con la cual ella lo había bendecido al
hacerla, tenía sus pies lavados, y su barba estaba
lavada, y cosas, acostado allí, no hay duda que él vio
la visión del Señor (porque, siempre hacían eso). Así
que él dijo: “Ve, llámala, y dile que se pare aquí
delante de mí”. ¡Oh, hermanos! “Ve, llámala,
porque ella ha--ella ha respetado a Dios. Ve, dile
que venga aquí”.
142 Cuando ella se paró a la puerta, él dijo: “ASI
DICE EL SEÑOR. Por este tiempo, el año que viene,
darás a luz a un bebé”. Y por ese tiempo, al año
siguiente, ella tuvo el bebé.
143 Entonces Satanás, cuando él llegó a tener
como doce años de edad, su padre lo tenía en el
campo un día, y Satanás dijo: “Me voy a deshacer
de ese niño”, así que él simplemente le dio una
insolación. Y él murió en los brazos de su madre.
144 ¿La desanimó eso a ella? No, señor. Ella
dijo: “Enalbarda una mula. Y anda, no te detengas.
Sube al Monte Carmelo, a la montaña, porque él
acaba de pasar por aquí el otro día”. ¡Oh, oh! ¡Oh,
oh! ¡Oh, oh! ¡Hermanos! Allí lo tienen. Eso es
respeto. Eso es respeto.
145 Y su marido dijo: “Tú vas adonde el varón de
Dios”. Dijo: “No es nueva luna o día de reposo, y él
no va a estar allá arriba en su...”
146 Ella dijo: “Todo va a estar bien, sólo
enalbarda la mula y déjame ir”. Y así que ellos se
fueron.
147 Y subieron a la montaña. Y cuando el
anciano Elías miró hacia afuera de la cueva, y él
salió allí y miró hacia afuera, él dijo: “Esta que viene
parece ser esa mujer Sunamita”. Dijo: “Ella debe de
estar afligida”. El dijo: “Ve, a recibirla. Y, cuando”,
dijo, “ella está afligida en su corazón, y Dios nunca
me dijo nada al respecto”.
148 ¿Ven?, Dios no tiene que decirle a uno todo,
¿ven?, así que El ni siquiera le dice todo a Sus
profetas. El simplemente--El simplemente hace lo
que El quiere hacer, El es Dios.
149 Aquí, ahora, Elías dijo: “¡Dios!” ¿Qué si Elías
dijera esto: “¿Por qué no me dijiste Tú el porqué
viene ella? ¿Por qué no me dijiste Tú todo al
respecto?” El nunca hubiera visto nada. Pero todo
estaba bien con Elías, sea lo que fuera.
150 Y, ¿qué si ella hubiera llegado y dicho, ella
diría: “¿Dijiste tú que eras un siervo de Dios? ¡Tú
hipócrita! Yo en verdad creo que no eres nada sino
un santo rodador”? Nunca hubiera sucedido. ¿Ven?
Dios algunas veces nos prueba, para ver qué
haremos.
151 Así que, en vez de eso, ella corrió
directamente a sus pies y adoró, como que era a
Dios. Y ella dijo, y ella le reveló qué pasaba. Y Elías
dijo: “Toma mi báculo y ve a ponerlo sobre el
niño”..
152 Y cuando él lo dijo, la mujer dijo: “Vive
Jehová Dios, y tu alma nunca muere”, oh,
23
hermanos, “tú siervo de Dios, que no te dejaré. Me
voy a quedar aquí hasta que Dios envíe la visión”. El
anciano Elías se quedó allí un ratito más; se ciñó sus
lomos, y tomó su báculo y se puso en camino.
153 El entró al cuarto donde ese bebé estaba
acostado, un bebé muerto. Caminó de arriba abajo
por el piso, así, unas cuantas veces. Debido a una
mujer reverente, una mujer que lo respetó a él, un
hombre que lo respetó a él, y que creían que él era
un hombre de Dios, él caminó de arriba abajo por el
piso hasta que Dios respondió. Amén. Entonces él
se tendió sobre el bebé y estornudo siete veces, y lo
levantó y se lo dio a su madre. Salió, y se fue de
regreso a la cueva. ¡Porque ella respetó al hombre
de Dios! Amén. Dios demanda respeto.
La Más Grande Batalla Jamás Peleada
35 sido establecida. No permita Ud. que
Satanás establezca NADA. Más bien mantenga Ud.
bien establecida la Palabra de Dios en su corazón.
Todos Uds., los Miqueas, háganlo así. Fíjense bien:
Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto comemos,
Mas del fruto del árbol que está en medio(¿Ve
donde está? en medio) del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis.
(Ahora, esa es la Palabra, y Eva se la está citando a
la serpiente. Fíjese bien:)
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis.
¿Ven Uds. sus tácticas? ¿Qué estaba tratando de
hacer? El estaba tratando de ungir a esa preciosa
mujer, hija de Dios, con incredulidad a la Palabra.
Eso es exactamente lo que él estaba tratando de
hacer. Y tú hermanita, ahí en esa camilla, él está
tratando de que tú hagas lo mismo; y así es con
cada uno de Uds.; él está tratando de ungirles. Lo
único que debe hacer Ud... Ud. es una persona con
libre albedrío, y puede aceptarlo si así lo desea;
pero les estoy aconsejando: ¡ECHEN ESO AFUERA!
Si Eva no se hubiera parado por un instante a
escuchar ... No se detenga Ud. por NADA. ¡NO SE
DETENGA! Eliseo le dijo a Giezi: "Toma mi bordón y
ve, colócalo sobre el niño muerto. Si alguien te
habla, no le respondas; y si alguien intenta pararte,
sigue adelante."
Fíjense en la mujer Sunamita; ella llamó a su siervo,
y le dijo: "Ensilla un asno y corre adelante; y no te
pares sin que yo te lo diga!'Cuando Ud. reciba el
Mensaje, marche adelante, ¡AMEN! Ud. dirá: "Ya
no puedo caminar; me estoy sintiendo muy débil."
¡NO SE DETENGA! ¡SIGA ADELANTE! Ponga todas
las cosas a un lado, y siga adelante abriendo el
camino. Hermano, Ud. tiene la Espada en la mano;
siga abriendo el camino.
En una ocasión fui a un estadio de fútbol adonde iba
a predicar, me detuve a la entrada y miré arriba de
la puerta donde decía: "No es el tamaño del perro
en la pelea, sino mas bien el tamaño de la pelea en
el perro." Y así es como se gana la batalla.
Ud. dice: "Pero vea todas esas iglesias tan grandes
que están contra nosotros." A mí no me importa su
tamaño; es más
Jehová Proveerá (Parte 1 )
189 Padre Celestial, estos pañuelos representan
a gente enferma, madres y padres, niños, que están
esperando. Hemos sido enseñados en la Biblia, de
que fueron tomados pañuelos del cuerpo de San
Pablo y ropa. La gente lo vió, y reconoció que el
Espíritu de Dios estaba en él. Pablo recordó que
Eliseo le dijo a la mujer Sunamita, lo que le dijo a
Giezi, "Toma mi bordón y vé y ponlo sobre el niño."
El sabía que lo que él tocaba era bendecido. De
24
Pablo, tomaban ropa de su cuerpo y vestidos y
espíritus inmundos salían de la gente, las
enfermedades se iban. Ahora, Señor, nosotros no
somos San Pablo, pero Tú todavía eres Dios, el
mismo Dios.
El Absoluto
'Todo hombre hoy en día hace lo que le parece bien
a su modo de ver, porque no hay profeta.
Fíjense en los días de los Jueces. ¡Fíjense! En los días
cuando (yo creo que fue Elías o Eliseo, uno. ¡Sí!),
aquel niño muerto... La la mujer Sunamita, ella
hizo..
Elías era el hombre de Dios de aquel día, no sólo un
buen maestro inteligente. Pues, él era un anciano
que caminaba por allí. Si Ud.... Si viniera a - viniera
tocando a su puerta hoy, Ud. probablemente lo
correría. Toda una nación lo odiaba. Jezabel y todos
los demás lo odiaban, porque su - ella estaba
sentada en la Casa Blanca y hacía que todas las
mujeres hicieran lo que ella hacía; y todas las demás
la tenían como modelo, y - y Acab era movido - su
cabeza era movida por el poder de ella. No le
hemos fallado por mucho en este día, está casi
igual; y allí - allí lo tienen. Todos estaban en esa
carrera de popularidad y todos - todos estaban bien
arreglados.
Pero aquella viejita Sunamita (no mujer Sunamita
pero la pequeña - sí, yo creo que sí era la Sunamita),
cuando ella vino y vio que ese poder estaba en Elías,
ella dijo: "Yo percibo que él es un hombre santo". Y
cuando ese niño estaba tendido muerto, ella dijo:
"Ensilla esa mula y ¡no vayas a parar!" Ella fue allá.. .
Ella sabía. . . Y a mí me gusta eso, la forma en que
vino; ella llegó hasta su absoluto, a su poste de
amarre.
Elías dijo: "Aquí viene la Sunamita. Está afligida,
pero yo no sé qué está mal". (¿Ven?, Dios no le
muestra todo a Sus siervos, sólo lo que El desea que
sepan). Así que él dijo: "Su corazón está afligido,
pero yo no sé". El dijo: "Giezi, corre, e investiga, y ve
qué está mal".
El dijo: "¿Está todo bien contigo? ¿Está todo bien
con tu esposo? ¿Está todo bien con tu hijo?"
Fíjense en ella. ¡Oh, hermano! Esto es. Ella dijo:
"Todo está bien". ¿Por qué? Ella había llegado a su
absoluto. "Todo está bien". Y ella se arrodilló...
Primero cayó a sus pies, y Giezi la levantó. Eso no
estaba bien ante su - su amo, la levantó; y ella
comenzó a contarle.
Ahora, él ahora no tenía un absoluto. El sabía que
había tenido poder por medio de la visión para
darle su hijo, pero ahora, ¿que podía él hacer? El
tomó su báculo y fue allá al cuartito paso... cerró
las puertas, sacó a todos los demás. El caminó de
acá para allá en el cuarto. El tenía un Absoluto si tan
solo, podía hacer contacto con El. De acá para allá,
para arriba y para abajo en el cuarto. ¡Oh, hermano!
De repente sintió que algo le pegó; él se tendió
sobre el niño, se levantó de nuevo, se alejó. El - el
niño como que se movió, se calentó. El se levantó y
anduvo de acá para allá; él no hizo buen contacto
con el Absoluto. "¿Qué fue, Señor? ¿Qué dices que
haga?"
Sin duda cuando él se volteó, él vio una visión: ese
niñito corría jugando, saltando la cuerda, alguna
cosa u otra como esa - jugando. El se tendió sobre el
niño; él puso su nariz sobre su nariz, sus labios
sobre sus labios; y el Poder de Dios levantó al niño a
vida. ¿Qué fue? El absoluto de la mujer era un
profeta; el Absoluto del profeta era Dios. Y juntos
con la Palabra: "Yo soy la Resurrección y la Vida, el
poder de Dios, aquel Creador"... . ?... ella levantó
nuevamente al niño.
25
¡Seguro! La razón por la que todo hombre hacía
según su parecer, era porque no tenían profeta al
que pudiera llegar la Palabra del Señor. La Palabra y
los profetas faltaban en ese día.
Desesperación
102 La mujer sunamita tenía un niño que había
venido por la Palabra que el profeta había hablado
sobre ella; aunque era una anciana como también
su marido. Ellos no tenían hijos, pero ella había sido
amable con este-este profeta. Y ella sabía que él era
un varón de Dios. Ella percibía que él era honorable,
un verdadero hombre. Él podía entrar a la casa aun
cuando no estaba su esposo, y en lo que fuera; era
un hombre santo. Podían ver que él era una
persona honorable. Ella lo había visto obrar señales
y maravillas. Ella le había escuchado relatar cosas
que habían sucedido. Él era un hombre honorable,
santo. Ella le dijo a su marido: "Veo que este
hombre que ha llegado aquí con nosotros es un
hombre santo". El ama de casa, sabía que él era un
hombre santo. Y ella le edificó una casita al lado,
para que él no se sintiera apenado. Él podía llegar
cuando deseara y así. Ella colocó allí una-una
camita, y una-una jarra con agua y demás, para que
él pudiera lavarse y tener algo qué tomar. Y
probablemente mandaba a la criada, o a alguien, al
mozo con-con comida para él, y pasaba y le daba el-
el buen día, o algo así.
103 Y entonces, Elías vio esta amabilidad hacia él. Y
escrito está: "Por cuanto lo hicisteis a uno de estos
Mis pequeñitos, a Mí lo hicisteis". Así que ella vio
eso; la mujer estaba honrando a Dios al honrar a
este profeta, puesto que veía a Dios en el profeta. Y
entonces, ella no quería nada a cambio por hacerlo,
en su corazón no lo hacía por algo. Ella sólo lo hacía
porque amaba a Dios. Ella no lo hizo por alguna
bendición; ella simplemente lo hizo.
104 Ahora, Elías entonces dijo: "Ve y pregúntale,
¿le hablo al rey por ella?, soy un amigo íntimo; o
quizás con el general, lo- lo conozco muy bien.
¿Habrá algún favor, algo que pueda hacer por ella?
Quiero darle algo por la manera en que se ha
portado conmigo. Ella-ella me ha alimentado. Me
ha permitido dormir en las camas. Y-y ella ha sido
muy bondadosa con nosotros. ¿Pues qué podré
hacer?".
Ella respondió: "No, yo simplemente habito en
medio de mi pueblo. Nosotros-nosotros estamos
abastecidos. Tenemos como subsistir y es
suficiente. No necesitamos nada". Entonces Giezi le
dijo: "Pero ella no tiene hijos".
105 Apenas Giezi vio eso, no cabe duda que el
profeta vio una visión, pues dijo: "ASÍ DICE EL
SEÑOR: Ve y dile: en el tiempo apropiado, o el
tiempo adecuado, a un año desde hoy, ella abrazará
un hijo".
106 Y el hijo nació. Cuando tuvo unos doce años…
¡Cuánto no amaría esa pareja anciana a este niño,
su único hijo! Y un día él estaba cortando trigo, con
su papá. Debe haber sido al mediodía, y él se insoló,
me supongo, porque comenzó a quejarse: "Mi
cabeza". Y se enfermó más y más. Su papá tuvo que
llevárselo del campo, pero fue tal la emergencia allí,
que encomendó a un siervo, y lo mandó a casa.
107 La madre lo cargó en su regazo hasta el
mediodía, y él murió. Noten, su único hijo, el cual le
había sido dado por Dios, mediante la oración y la
promesa de un profeta y el ASÍ DICE EL SEÑOR. Ella
sabía que algo andaba mal en algún lugar. Eso no
tenía sentido. ¿Cómo fue que Dios le dio ese hijo y
permitió que ella-ella amara tanto a ese bebé? Y
siendo que ella no lo había pedido; tenía demasiada
edad para tenerlo. La mano de Dios tuvo que
pronunciarlo. Un hombre lo habló, el profeta. Y este
26
niño allí en esta condición, había muerto, su único
hijo. Entonces ella le dijo al mozo: "Enalbarda un
asno y guía, y no te detengas por nada. Si alguien
trata de detenerte, no digas ni una palabra, y
dirígete directo al Monte Carmelo. Allá en una
cueva en algún lugar, bien escondida, está un siervo
del Altísimo Dios; el que me dijo: 'ASÍ DICE EL
SEÑOR', que tendría el bebé. Yo quiero saber por
qué Dios ha hecho esto". Entonces él dijo… "Ve
directamente y ni revises el asno. Déjalo que corra
con todo lo que tenga. Déjale que corra hasta que
llegues". ¡La desesperación!
108 Y Elías el profeta se puso de pie, miró y dijo:
"Allá viene la sunamita, y algo anda mal con ella.
Dios no me lo ha revelado; no sé qué sucede". Le
dijo: "Ve, recíbela. Tengo… Démonos prisa. Algo
anda mal". El profeta sintió desesperación, la
desesperación de la mujer. ¿Ven Uds.? Ellos se
estaban reuniendo; uno queriendo saber cuál era la
Palabra del Señor, y el otro sin saber cuál era la
Palabra del Señor. Allí lo tienen. Uno queriendo
saberlo, y el otro no lo sabía. La mujer quería
saberlo, pero el profeta no lo sabía. Dijo: "Dios no
me lo ha revelado. Yo no sé qué decirle cuando
llegue". Así que ella ya casi estaba allí para ese
momento. Él levantó la mano, dijo: "¿Tienes paz?
¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?".
109 Ahora, la mujer había llegado al fin de su
desesperación. Ella dijo: "¡Todo está bien!". ¡Gloria!
"¡Todo está bien"! Su desesperación había
terminado. Ella había hallado al siervo del Señor. Si
él no hubiera estado allí, ella hubiera continuado
aún en desesperación; pero (¿ven Uds.?), él estaba
allí. Ella dijo: "¡Todo está bien!".
Eliseo pensó: "¿Pues, qué estará sucediendo
ahora?".
110 Entonces ella corrió y se postró a sus pies. Eso
se veía un poco raro así que Giezi simplemente la
levantó. Él le dijo: "Déjala, no lo hagas". Elías le dijo
a su siervo: "No lo hagas, déjala, algo anda mal, Dios
me lo ha encubierto". Entonces ella le declaró que
el niño estaba muerto.
111 Ahora el profeta no sabía qué hacer. Él dijo:
"Giezi, toma este báculo, con el cual he caminado".
Él sabía que lo que él tocaba era bendecido, porque
no era él, era Dios en él. Él sabía quién era él. Él
sabía que él era un profeta. Entonces levantó este
báculo y dijo: "Giezi, toma esto y ve y ponlo sobre el
niño. Y si alguno te hablare, desespérate. Y no
saludes a nadie, y no dejes que nadie… sólo sigue
adelante, no hables con nadie. Ponlo sobre el niño".
112 Pero la mujer, eso no puso fin a su
desesperación. Eso no dejó satisfecho el motivo de
su viaje. Ella dijo: "Vive Jehová, que-que no te
dejaré hasta que vayas y ministres al niño".
113 Entonces Elías entró en desesperación. Y se
dirigió allá, él y la mujer. Y cuando llegaron allá, la…
toda la gente estaba en el patio, clamando y
llorando. Y la mujer había hecho lo más correcto
que se podía hacer. Ella había tomado al niño y lo
había tendido en la cama donde Elías había
dormido. Eso era tan efectivo como su báculo. Y él
no despertó allí, así que eso no iba a funcionar. Ella
quería saber de algo distinto.
114 El profeta entró. Y ahora él está en
desesperación. ¿Ahora qué hará él? Y nos damos
cuenta en la Biblia que él se paseó de un lado a
otro, desesperado. "No sé qué otra cosa hacer,
Señor. Aquí estoy. Tú me dijiste que le hablara eso a
esa mujer, y ASÍ DICE EL SEÑOR. Y fue exactamente
como se lo hablé, porque Tú me lo dijiste. Ahora ella
se encuentra con este problema, y yo no sé qué
hacer. Allí tendido está el niño muerto. ¿Qué puedo
hacer, Señor?".
27
115 No hay duda que el Espíritu Santo dijo: "Si Dios
mora en ti, acuéstate sobre el niño". De inmediato,
él se detuvo, puso sus manos sobre las manos del
niño, su nariz sobre la suya y asimismo sus labios
sobre los suyos. Y cuando se acostó sobre él, el niño
estornudó siete veces. La desesperación había
terminado. El niño volvió a la vida, porque la
desesperación condujo a esa madre al profeta, y la
desesperación condujo al profeta al niño. Y la
desesperación de ambos trajo a Dios a la escena.
Con el amor hacia Dios, y el amor por su pueblo,
hizo bajar el amor de Dios, e impulsó la fe al frente
de batalla, y así la obra fue consumada. Caso
cerrado. ¡Amén! Así es. La desesperación hace eso.
¡Seguro! Ella no se iba a ir.
Perseverante
123 La mujer sunamita, en la presencia de
Elías, fue persistente. Oh, el bebé estaba
muerto, y tendido sobre su cama. Y Elías trató de
tomar un palo ungido y enviarlo, por Giezi, para
ponerlo sobre el niño. Pero la fe de ella no estaba
en el palo, estaba en el profeta. Ella sabía que Dios
estaba en ese profeta, porque ella había visto que
se hacían real las palabras que él decía. El era un
profeta vindicado, y ella sabía que lo que él decía
venía de Dios. Y ella dijo: "Vive tu alma, que no
te dejaré hasta que me entere por qué". Y ella se
quedó con él. Ella fue persistente hasta que ella
recibió lo que pidió.

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Sunamita 120211114848-phpapp02

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  • 2. 2 Yo Soy la Resurrección y la Vida 189 Marta había estado leyendo allí en alguna parte de la Biblia donde una vez había una mujer Sunamita que le hizo un gran favor a un profeta. Ella sabía que él era profeta y su nombre era Elías. Y Elías la bendijo y le dijo que iba tener un niño en cierto día, y en cierto tiempo. Y ese niño nació cuando ella ya había pasado de la edad para concebir. Pero tuvo al bebé. Y al niñito debió haberle dado una insolación o algo. Él dijo: "Mi cabeza, mi cabeza". Él había estado afuera en el campo con su padre, como a las once del día. Él mandó a un siervo a que pusiera al niño en el regazo de la madre, y el niño permaneció ahí hasta el medio día y murió. Fíjense en esa mujer Sunamita, ¡qué fiel! 190 Ella llevó al niño hasta la pequeña recámara donde Elías había estado durmiendo. Ella le había hecho un lugar ahí, donde él pudiera dormir cuando pasara por allí. ¡Qué lugar tan bueno donde llevarlo, a la cama del profeta, donde el profeta dormía! Ella lo acostó en el-en la cama. Luego fue donde el siervo y le dijo: "Enalbárdame una asna, anda y ¡no te detengas!", ¡oh, hermano!, "sino cuando yo te lo dijere". Dijo: "Vayamos al monte Carmelo donde está el profeta". Y su esposo le dijo: "No es nueva luna, ni día de reposo. Él no estará allí". Ella dijo: "Todo está bien. Déjame ir". Me gusta esa determinación. ¡Me gusta eso! ¡Aleluya! 191 "Aleluya" significa: "alabado sea nuestro Dios", en hebreo, así que no-no se preocupen por eso. ¡Muy bien! 192 Ella salió y dijo: "Guía y no te detengas. Guía esta mula tan rápido como pueda andar". Cuando ella llegó al monte Carmelo, sabía una cosa y era que Dios le había dado ese niño. Y el representante más cercano sobre la tierra que ella conocía era Elías, Su profeta. Ella no sabía por qué Dios se había llevado al bebé, pero sabía que si podía hacer contacto con ese profeta, porque Dios estaba en él. "Y si yo pudiera llegar a donde está ese profeta, averiguaré por qué ni niño ha muerto. Fue él quien me dijo que él vendría y yo sé que ése es el profeta de Dios. Si tan sólo pudiera llegar ante él, quizás tenga que guiar rápido, y tal vez tenga que guiar muy lejos. Pero si puedo llegar al profeta, él puede decirme por qué este niño ha muerto". 193 Así que ahí estaba el profeta. Dios no siempre les dice a sus profetas todo lo que sucede. Así que Elías salió a la puerta y Giezi estaba con él. Y él dijo: "Ahí viene la Sunamita". Dijo: "Ella se ve preocupada. Algo anda mal". Él dijo: "Dios me ha encubierto el motivo. No sé qué es lo que pasa". Así que él dijo, cuando la vio venir, ella se acercó y él le preguntó: "¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo?". Escuchen esto. "Todo está bien". ¡Gloria! Saben, Uds. casi no tienen espacio suficiente aquí arriba para predicar ahora mismo. 194 Permítanme decirles algo. "Todo está bien". ¿Por qué? El niño era un cadáver, ¡su esposo estrujándose las manos y caminando de acá para allá, y el corazón de ella destrozado! "Todo está bien". Um 195 Su fe era, que si ella pudiera llegar al profeta. Eso era todo lo que ella necesitaba hacer. "Te encontré Elías, tú eres el representante de Dios. Dios está en Su profeta y yo he venido hasta aquí. Estoy convencida que Dios lo revelará. Todo está bien". Ella corrió y cayó a sus pies. Giezi pensó: "Mire". Él debía mantener a la gente alejada de su amo, así que la levantó bruscamente. Él le dijo: "Déjala tranquila". Dijo: "Su corazón está afligido. Y yo no sé de qué se trata". 196 Entonces ella empezó a manifestarle lo que había ocurrido. ¡Ahora observen! Él dijo: "Giezi, toma mi báculo y anda, ve donde está el niño. Si alguien te habla, no le contestes. Si alguien te
  • 3. 3 saluda; no los saludes tú a ellos. Si alguien te dice: 'Hola', no les digas nada. Sigue derecho". 197 Ése es el problema hoy. Cuando tenemos un Mensaje, nos detenemos para ocuparnos de un evento social, nos detenemos para participar de cenas, fiestas y cosas así, y para reuniones de costura y puntada, y para hablar de la señorita fulana de tal. ¡Con razón no podemos llegar a ninguna parte! Un hombre que tiene el mensaje de Dios: "¡Vayamos hacia delante!". Muy bien. "Pero toma mi báculo". Elías tocó ese báculo. Él sabía que todo lo que él tocaba era bendecido. ¿Por qué es que nosotros ponemos las manos sobre los enfermos? ¿Por qué ordenamos a los ancianos imponiéndoles las manos? ¡Elías sabía que lo que él tocaba era bendecido! Yo pienso que de allí fue que Pablo sacó lo de tomar pañuelos de su cuerpo. ¿Ven Uds.? Eliseo y la mujer sunamita 13.- Nuestra escena comienza con una familia en aflicción, sería bueno reconocer que entre nosotros hay muchas familias afligidas. Si podemos encontrar algo aquí en el Antiguo Testamento como ejemplo de lo que aquellos creyentes de entonces hicieron al estar en aflicción, tal vez podamos tomarlos como ejemplo y hallar nuestra posición y qué debemos hacer. En días del profeta Eliseo… vimos que él fue un tipo de la iglesia, después que Elías fue raptado como tipo de Cristo y vino la doble porción sobre el profeta… Nos damos cuenta que él viajó a un país gentil, Sunem, allí vivía una mujer noble, ella no era israelita sino sunamita, y así como Elíseo pasaba a través del país ella notaba que él era un hombre santo, un hombre de Dios. 14.- ¡Qué lección pudiéramos aprender de eso! Nuestro andar y nuestra compañía con los demás debería ser para que la gente reconociera que somos hijos del Rey. Que Dios nos ayude a ser de esa manera. Creo que las Escrituras dicen que nosotros somos epístolas escritas, leídas por todos los hombres. Eliseo se condujo de tal manera en aquel país gentil que esta mujer sunamita se dio cuenta que él verdaderamente era un siervo de Dios, por su carácter, su conducta y las cosas que Dios hizo a través de él, ella reconoció que él era un siervo del Señor. 15.- Así que ella le quiso mostrar un poco de bondad y lo invitó que fuera a cenar o algo así y le dio una ofrenda para ayudarlo a pagar algo. Lo trató con bondad y no porque quería alguna recompensa. La gente que le da a otros pensando recibir una recompensa por eso, no tienen recompensa alguna; pero los que dan liberalmente desde el fondo de sus corazones no esperando recibir nada a cambio, que dicen: "Lo di con liberalidad y no esperando nada a cambio". Dijo Jesús: "Los gentiles e incrédulos hacen así. Dan cuando esperan que se les devuelva". Pero nosotros los hijos de Dios, damos no queriendo recompensa, sólo damos. 16.- Ahora. La mujer no tenía… lo probó más adelante, no tenía alternativa al darle a este hombre las bendiciones que ella le iba a dar, fuera alimento o dinero, lo que sea que le haya dado, si le tenía una ofrenda para cuando él pasara por allí, ella lo dio en respeto a Dios. Ella dijo: "Yo sé que él es un hombre santo, sé que es un hombre de Dios y no pertenece a mi denominación, tal vez no pertenezca a mi iglesia y puede ser que mi pastor no esté de acuerdo con él, sin embargo, yo creo que él es un hombre santo de Dios, creo que es siervo de Dios, así que le daré esta ofrenda". Así que lo hizo en su bondad. 17.- Después de cierto tiempo ella comenzó a darse cuenta que había algo realmente bueno en aquel hombre y le dijo a su esposo: "Tú sabes que este hombre que pasa por aquí es un hombre de Dios, es siervo de Dios. Nosotros tenemos un poco de dinero y le hemos estado dando un poco cuando él pasa.
  • 4. 4 Vamos a mostrarle un poco de bondad, vamos a construirle una habitación aquí afuera en alguna parte. Cuando él pasa por aquí se ve cansado y agotado, cuando va camino a la montaña para orar y ayunar, él sube allá algunos días en ciertas ocasiones. Vamos a hacerle un lugarcito acá afuera que esté en nuestros… nosotros tenemos bastante terreno, así que vamos a construirle una habitación acá, le ponemos una mesa, lumbre y un pequeño banco, para que cuando él pase pueda llegar y descansar, acostarse en la cama y descansar un poco". Eso si es apreciar a alguien. 18.- Así que prepararon el lugar y el esposo, siendo tal vez un buen hombre justo, dijo: "Bueno, eso estaría bien". Así que fueron y edificaron un lugarcito y se lo dieron al profeta cuando pasaba. Y aconteció un día que cuando Eliseo pasaba por allí, se detuvo y vio este lugar. Desde luego que se contentó mucho al darse cuenta que la gente lo amaba. Ahora todos quieren que se les ame, les estoy diciendo la verdad. A mí me gusta. Yo quiero que Dios me ame y quiero que la gente me ame, eso es exactamente verdad; y si Dios me ama entonces la gente me amará; y si yo amo a Su pueblo, Él me amará a mí por hacer eso. Dios preferiría que yo los amara a Uds. y luego a Él. ¿Sabían eso? Yo preferiría que Uds. amaran a mi hijo que está allá atrás sin importar lo que dijeran de mí, yo quiero que Uds. amen a mis hijos, cualquier padre pensaría igual. Y el Padre Dios piensa lo mismo porque dijo: "Por cuanto lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, a mí lo hicisteis". Así que si Uds. quieren amar a Dios comiencen amando a todos Sus hijos y Dios los recompensará; si tan sólo Uds. aman a sus hijos eso prueba que el amor de Dios está en Uds… 23.- …Eliseo era ese tipo de persona y un día cuando pasaba cansado y agotado de su viaje, puedo verlo que dice: "Fíjense…" Había un pequeño letrero que colgaba sobre la puerta y decía: "Esta propiedad pertenece al hombre de Dios que pasa por aquí". Puedo oír que le dice a su siervo: "Pues Giezi, fíjate, esta gente sunamita nos ha regalado esta parte de la propiedad para que nosotros podamos entrar". Abre la puerta porque es suya, entra, se acuesta en la cama, se estira y dice: "Giezi, tú sabes que ella ha sido muy bondadosa con nosotros, nos ha ministrado en todo lo que hemos necesitado, ve y habla con ella". Parecería como que era él el que debería ir, pero dijo: "Ve tú y habla con ella y ve si quiere que yo le hable al rey o al capitán, todos ellos me aprecian y somos buenos amigos, tal vez ella desee un favor o algo así". Yo creo que Eliseo sólo la estaba probando. 24.- Así que él fue, le preguntó y ella le dijo: "No, yo habito entre mi pueblo y no quería ser recompensada por eso. Lo hice porque yo misma amo al Señor y quiero hacer algo por Él y la única forma en que pude hacerlo… vi que él era un verdadero siervo de Dios, un hombre de Dios y lo hice con ese propósito, yo no deseo ninguna recompensa". Él regresó y habló un rato con Eliseo de eso y yo imagino que Giezi dijo: "Eliseo, te diré algo: Ella no tiene hijos y su esposo es anciano". "Sí". Dijo Eliseo e imagino que dio la vuelta en la pequeña cama que tenía allí y se quedó allí unos minutos pensando; después de un rato apareció una visión delante de él y vio que la mujer cargaba un niño. Entonces dijo: "Ve a buscarla y tráela aquí". Así que él fue, buscó a la mujer y la llevó hasta la puerta; y cuando ella se acercó a la puerta él le dijo: "Así dice el Señor, conforme al tiempo de la vida, el próximo año por este tiempo abrazarás a un hijo". 25.- Ella dijo: "No. Mi esposo es anciano". Pero el mismo Eliseo había dicho que era en el Nombre del Señor y eso era suficiente. Cuando Dios dice algo, eso es suficiente de inmediato. Eso es todo. No hay necesidad de andar dudando más porque Dios lo ha dicho. Si Dios dijo que Cristo iba a volver a la tierra, yo lo creo. Cierto. Si Dios dijo que ese tipo de tiempo habría de venir y que los hombres serían
  • 5. 5 altivos y amadores de los placeres más que de Dios, yo lo creo. Cierto. Yo creo todo lo que Dios diga. Él dijo: "Él herido fue por nuestras transgresiones". Yo lo creo. Él dijo: "Por Sus llagas fuimos curados". Yo lo creo y eso es suficiente. ¿Entienden? Si Uds. lo creen, entonces acéptenlo, actúen sobre la base de eso y los resultados vendrán. No importa cuánto tarde manténgase creyéndolo. 27.- Así que Eliseo le dijo a ella que tendría un hijo y ocurrió exactamente para el tiempo que Eliseo le había dicho, porque él era un profeta que estaba bajo la unción del Espíritu Santo y aquello tenía que ocurrir. Entonces cuando el muchacho llegó a unos doce años de edad, Eliseo pasó por allí, se acostó en la cama y se fue hasta el Monte Carmelo donde tenía una cueva, fue a orar. Un día el niño estaba en el campo con su padre junto con los que segaban y ya entrado el día como a las once en punto o algo así… yo creo que el niño sufrió una insolación porque comenzó a gritar: "Oh, mi cabeza, mi cabeza". A esa hora del día y en el campo, un niño probablemente con la cabeza descubierta que andaba corriendo por allí, de unos doce años, andaba detrás de los segadores, andaba en el desierto parecido a este de aquí; tal vez el niño sufrió una insolación, así que el padre hizo que un joven lo levantara y lo regresara a casa, se sentó en el regazo de su madre como hasta el mediodía y luego murió. 28.- Ahora, aparentemente todo había terminado. Entonces la madre recogió al niño… fíjense en lo primero que hizo con el niño: Lo sacó de su propia casa y lo llevó a la casa de Eliseo, acostándolo en la cama donde el profeta se había acostado. Muy buena sabiduría creo yo. Lo quitó, lo apartó de la incredulidad y lo puso en la cámara donde el profeta había estado, cerró la puerta y no permitió que nadie entrara a interferir; lo puso en la habitación y cerró la puerta. Llegó su esposo y desde luego que había mucho llanto, lloro y alboroto, pero ella dijo: "Todo estará bien. Ensíllenme ahora una mula que voy a ver al hombre de Dios". Ahora, las esperanzas no se habían perdido, en su corazón algo le decía que se podía hacer algo. Todas las hierbas y tal vez los médicos habían estado allí haciendo todo lo que podían, no se podía hacer nada y ella le había hecho todos los remedios que conocía, no se pudo hacer nada, el niño murió. Ella pensó… o tal vez los demás pensaron que las esperanzas se habían acabado, pero ella sabía que todavía había un Dios que vivía y reinaba. 29.- Oh hermano, si tan sólo pudiéramos captar eso. Algo allá en su corazón comenzó a palpitar: "Me gustaría hallar al hombre de Dios, me gustaría volver a la iglesia". Generalmente cuando los problemas llegan al hogar eso es lo que toca el corazón de una persona. "Me gustaría ver de nuevo al hombre de Dios". Su esposo le dijo: "Él no ha pasado por aquí, él sube en la luna nueva y en la adoración del Sábado y no es ni luna nueva ni Sábado, así que él no va a estar allí". Ella respondió: "Todo está bien". ¿Por qué? ¿Cómo podía ella fundamentar un pensamiento como ese? Porque algo en su corazón le decía: "Ve al hombre de Dios". ¿Lo entienden? Ella sabía que había un Dios que gobernaba el universo, sabía que el Dios que hacía al sol brillar, al trigo crecer, al árbol… daba vida; y sabía que Dios tenía un representante aquí en la tierra y ese representante era el profeta. Ella sabía que si podía llegar al profeta… Yo no creo que ella llevaba la idea de que el hijo resucitaría sino que pensaba que si llegaba hasta el profeta podría entender por qué Dios se había llevado a su hijo… 31.- …Ella dijo: "Oh, todo estará bien, dejen todo tranquilo". Me gusta eso. Algo se había anclado en su corazón, que si ella se acercaba a Eliseo averiguaría exactamente por qué el niño había muerto, ya que ella sabía que él era siervo de Dios. Le ensillaron la mula y a mí me gusta la comisión
  • 6. 6 que ella le dio al siervo. Le dijo: "Ve y no te detengas ni te demores ni nada, hasta que yo te ordene"... 43.-.. Entonces la mujer dijo: "Ve ahora, no te detengas ni un momento porque tenemos que llegar allá, tenemos que darnos prisa". Bueno, el siervo de Dios estaba allá acomodado en su pequeño cuarto, dondequiera que estuviera, allá en las montañas. Miró hacia fuera y vio venir a la sunamita y dijo: "Giezi ahí viene la mujer sunamita, me pregunto qué sucede". Ahora, Dios no les dice todo a Sus profetas, Él sólo les dice lo que quiere que ellos sepan; lo que Él no quiere que sepan se lo guarda para Sí. 44.- Allí viene la mujer sunamita con su siervo que hace apresurar a la mula. Él se pregunta: "¿De qué se trata la prisa?" Dice: "Sal y recíbela, pregúntale si todo está bien con ella, su esposo y el niño". Entonces él gritó diciendo: "¿Está todo bien contigo? ¿Le va bien a tu esposo? ¿Le va bien al niño?" Fíjense, aquí está lo que me gusta de la lección. Ella respondió: "Todo está bien". Amén. El niño era un cadáver pero todo estaba bien. ¿Por qué? Todo estaba bajo consideración, ella tenía la situación controlada, el deseo de su corazón, lo que le hablaba a su corazón, le decía que llegara hasta aquel profeta y allí estaba justo frente al profeta; así que si Dios se había llevado a su hijo, era Su voluntad y todo estaría bien. "Todo está bien, todo está bien con mi esposo, todo está bien conmigo y todo está bien con el niño". 45.- Ella corrió hasta Eliseo y se postró a sus pies, tal vez comenzó a besarle las manos o algo así. Giezi pensó: "No es correcto que ella se comporte así con mi maestro". Entonces la apartó y la separó de él. "No puedes hacer eso, no te puedes acercar a mi maestro así". Pero Eliseo le dijo: "Déjala quieta porque en su corazón hay pesar y Dios me lo ha mantenido como un secreto, yo no sé qué le sucede pero en su corazón hay un pesar". Entonces ella se puso de pie y comenzó a contarle lo que había sucedido, diciéndole lo que había ocurrido, que su hijo había muerto. Le dijo: "¿No te dije que no me mintieras? Ahora mi hijo está muerto y lo puse en tu aposento, los vecinos están a su alrededor, se están preparando para embalsamar su cuerpo y yo he venido a ti". Fíjense ahora, Eliseo dijo: "Giezi, toma este báculo y ve, si alguien te habla no le respondas; lleva esto directamente hasta el niño y ponlo sobre él. Si alguien te habla no le respondas, no te detengas por ningún evento social". 46.- Eso es lo que nos sucede a nosotros hoy, cuando recibimos un mensaje de Dios en vez de ir directamente y hacer lo que Dios nos dice, nos detenemos por un evento social. Tiene que hacer esto, algunas reuniones con helados y todo tipo de cosas traen los asuntos sociales a la iglesia. Nosotros deberíamos llevarles el mensaje de Dios a los muertos, a los muertos en pecados e iniquidad. Amén. 47.- Fíjense ahora, ¿por qué Eliseo envió aquel báculo? ¿Se han detenido a pensar en eso? Porque sabía que la ropa que él usaba estaba bendecida, sabía que Dios vivía en su corazón, sabía que la ropa que usaba estaba bendecida y sabía que todo lo que tocaba era bendecido. Lo sabía y por eso su fe estaba allí. Yo creo que fue de allí donde Pablo tomó eso de enviar los pañuelos y delantales de su cuerpo a los enfermos y afligidos. Pero la mujer sunamita… aquello hubiera funcionado perfectamente, eso hubiera estado bien si la mujer sunamita hubiera creído en eso, ella no sabía si Dios estaba en el báculo o no, ella sabía que Dios estaba en el hombre; por eso le dijo: "Vive el Señor y vive tu alma que no te dejaré, estoy en tus manos ahora y voy a permanecer aquí hasta que lo sepa". Uds. saben, me gusta esa determinación, quedarse allí.
  • 7. 7 49.- Ella dijo: "No te dejaré". Y Eliseo ciñó sus lomos y salió sin una visión, sin saber qué hacer. Se fueron, Giezi los escoltaba, iba adelante y entró al aposento poniendo el báculo sobre el niño, esperó pero la vida no volvió, el niño seguía muerto. Da la vuelta y observa un rato y el niño seguía muerto, entonces toma el báculo y regresa corriendo para encontrar a Eliseo y la sunamita que venían. Cuando lo hizo, dijo: "Puse el báculo sobre el niño y no había vida, no había respiración, no abrió sus ojos, sigue muerto". Fíjense entonces que la fe de la mujer no estaba en el báculo sino en el profeta. Depende de donde tenga Ud. su fe. Algunos dicen: "Tienen que imponerte las manos". Pero otro dijo, el romano: "Habla la Palabra y mi hijo vivirá". Sin embargo, una mujer no quiso que Él le pusiera las manos, ella tocó Su manto; y Jairo, como vimos hace algunas noches en la enseñanza, dijo: "Ven y pon Tus manos sobre mi hija". Depende dónde tenga Ud. su fe. Así que Eliseo tenía razón. 50.- Ahora, yo creo que él la estaba probando, él sabía que Dios había bendecido todo lo que él tocaba, ¿entienden? Él creía que Dios lo bendecía y por eso dijo: "Dios ha bendecido esto y si lo pones sobre el niño, yo creo que Dios lo sanará". No importaba cual fuera la fe de él, si la fe de la mujer no era igual, no iba a funcionar. ¿Entienden lo que quiero decir? Se necesita la fe suya y la de su pastor juntas, ambos deben tener la misma fe y si Uds. creen lo mismo que el hombre de Dios les ha dicho, entonces algo debe suceder. El hombre de Dios creía que él no tenía que ir hasta allá sino que podía enviar el báculo; pero la mujer dijo: "No, no, no, me voy a quedar contigo, me voy a quedar aquí hasta que lo sepa". 51.- Así que Giezi dijo: "No hay aliento en el bebé, sigue muerto". Fueron y llegaron al patio y miren ahora la multitud, todo el mundo está alrededor lamentándose y gritando. ¡Qué lugar para la fe! Eliseo estaba parado allí sin una visión, no sabía qué hacer, todo lo que podía hacer era mirar a su alrededor. Allí estaba el padre llorando, estaban todos los vecinos y todo el mundo lamentándose. Él entró a su pequeña cámara y la mujer tenía al niño acostado en la cama, entonces él los sacó a todos del aposento y cerró la puerta, se quedó solo. Fue hasta un rincón, se arrodilló y comenzó a orar; cuando acabó de orar, se levantó y caminó por la habitación, de aquí para allá, de un lado a otro, hasta que el Espíritu de Dios descendió sobre él. Cuando el Espíritu de Dios descendió sobre él no hay dudas que vio una visión. Entonces va y se tiende sobre el niño, su nariz sobre la nariz de él, no hubo oración sino su nariz sobre la nariz de él, sus labios sobre sus labios, sus ojos sobre sus ojos, sus manos sobre sus manos y el niño estornudó siete veces y volvió a la vida. ¿Qué ocurrió? Eso no fue aquel predicador, fue Cristo en Su profeta que devolvió la vida al niño. Aleluya. 52.- Oh hermano, cuando él se paró allí y dijo: "Giezi, llama a la sunamita". Amén. La mujer se acercó a la puerta y entonces todas las cosas buenas que ella había hecho… cuando ella preparó aquella cama para Eliseo y la arregló con sus propias manos no sabía que algún día su hijo muerto estaría acostado en ella y que el cuerpo de aquel profeta, por medio de Cristo, le devolvería la vida a aquel niño. Ud. no sabe lo que ocurre cuando trata de hacer algo por otro, trate de ayudar a los demás. Correcto. Al igual que el pan sobre las aguas, algún día eso regresará a Ud. 53.- Su actitud hacia Eliseo le dio la victoria. Si ella hubiera llegado hasta Eliseo y le hubiera dicho: "Mira hipócrita, después de todo mi pastor tenía razón". Fíjense, si ella hubiera ido con esa actitud jamás hubiera conseguido algo de él. Pero su actitud hacia el hombre de Dios produjo exactamente lo que recibió: Su victoria, por cuanto creyó. Esa es la única forma que Ud. lo logrará. Si Ud. cree que Jesucristo es un relato mítico, una
  • 8. 8 historia de Santa Claus que se le cuenta a los niños o algo así, nunca recibirá nada hasta que de verdad crea en su corazón que Él es el Hijo de Dios que murió, se levantó de nuevo y ascendió a las alturas y vive con nosotros aquí esta noche y cumple todo lo que prometió que haría en Su Biblia. Cuando Ud. llegue a ese punto algo está listo para suceder. 54.- Entonces ella tomando al niño, se inclinó ante él y reconoció que era un siervo de Dios, inclinó su cabeza y se fue, se fue con su corazón lleno de amor. Todas las grandes crisis… qué si ella se hubiera quedado tranquila y hubiera dicho: "Bueno, se acabaron las esperanzas, el médico se acaba de ir y dijo que no se podía hacer nada, mi hijo está muerto, entonces supongo que es todo lo que se puede hacer". Lo que se dice: rendirse, jamás se hubiese contado esa historia. Habría sido así si la fe no hubiera entrado en su corazón. Pero Dios en Su misericordia puso algo en el corazón de esa madre y ella supo que se podía hacer algo. Puede que esta noche Ud. esté igual en su familia, tal vez toda esperanza que haya tenido de mejorar, los médicos lo han desanimado, el hombre ha hecho lo que puede hacer y ha dicho: "Eso está más allá de la ciencia médica y no se puede hacer nada". Pero si algo puede ocurrir allá en su corazón que le diga: "Sí se puede, sí se puede". Entonces quédese con eso… 64.- …¡Dios ten misericordia! Vamos a hacer contacto con el representante de Dios, ¿quién es el representante de Dios? En aquel día fue Eliseo. ¿Quién lo es hoy? Jesucristo, ese es Su representante. Mujer, hombre, niño o niña que está aquí esta noche, si aquella mujer sunamita pudo creer por su hijo muerto cuando no había ninguna posibilidad, pudo creer en un hombre natural, que Dios estaba en Eliseo, ¿cuánto más podrán creer Uds. que Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo? Venga y reconcíliese en esta noche antes que sea demasiado tarde. Oremos. Dios en Su Palabra 74.- Veía en el Antiguo Testamento, sólo un poco para terminar con algunos comentarios. Allá en el Antiguo Testamento encontramos un hombre llamado Eliseo, un gran hombre y siervo de Dios; hallamos también que una mujer le mostró cierta bondad preparándole una mesita, le hizo un aposento, un lugar donde pudiera reposar sus pies cansados y recostarse en la cama cuando pasara por allí hacia la montaña, donde iba a orar en una cueva. 75.- Un día pasó y al ver aquello le dijo a su siervo Giezi: "Esta mujer Sunamita no ha sido indiferente en cuanto a nosotros, ve y pregúntale si desea que haga algo por ella; puedo ver al rey por ella o hablar con el capitán o alguien". Ella respondió: "No, yo habito entre mi pueblo y estoy bien, no hice esto para que me recompensaran". [2Reyes 4:8-37] Así es que se hace, no si se espera recibir algo a cambio. Para la gloria de Dios ella dijo: "Oh, está bien, yo moro entre mi pueblo y…" Pero ella le había dicho a su esposo: "Yo percibo que este es un hombre santo".[2Reyes 4:9] Si ella lo honraba estaba honrando a Dios, porque Dios estaba en Eliseo y ella no reconoció sólo al hombre, pues él era un hombre, sino que reconoció a Dios en el hombre. 76.- Un día le fue dada una bendición y abrazó un hijo; ella ya era mayor y su esposo también y tuvieron un hijo. Para el momento que él tenía como doce años de edad salió con su padre al campo, yo creo que recibió una insolación, a eso del mediodía comenzó a llorar: "Mi cabeza, mi cabeza". Su padre dijo: "Llévenselo a su madre". Ella lo sentó en su regazo hasta la hora de la cena y murió. 77.- Quiero que se fijen en la sabiduría de esta mujer que reconoció dónde estaba Dios: en un hombre. Lo llevó al aposento del profeta y lo puso sobre la cama del profeta, no sobre la cama de él,
  • 9. 9 en la de su papá o la de ella sino lo puso sobre la cama del profeta. ¿Se preguntan por qué? Ella le dijo al siervo: "Ensilla una mula y no te detengas a menos que yo te lo pida. Quiero que cabalgues tan rápido como puedas hasta el monte Carmelo". 78.- Su esposo tratando de desanimarla le dijo: "No, el profeta no está allí". Pero ella estaba dispuesta a averiguarlo de todas formas. Se fue y cuando llegó allá… Uds. saben que Dios no siempre le revela todo a Sus profetas. Eliseo la vio acercarse y dijo: "Ahí viene la Sunamita, su corazón está lleno de tristeza y Dios no me lo ha revelado, ve y pregúntale si todo está bien". 79.- Él le preguntó: "¿Está todo bien contigo? ¿Está todo bien con tu esposo? ¿Está todo bien con el niño?" Ahora, esta es la parte que me gusta. Ella respondió: "Todo está bien". Oh, ¿qué fue eso? ¿Qué reconoció esa mujer? Que Dios estaba en aquel profeta. Eso es exactamente correcto. Él sabía que ella podría… Yo no creo que ella pensaba tener a su hijo de vuelta sino averiguar de parte de Dios quien se lo había dado, la razón por la que se lo había quitado. 80.- Ella estaba en la presencia del representante de Dios y sabía que Dios estaba en el profeta; cuando ella fue y se lo reveló, Eliseo le dijo a Giezi: "Toma este báculo, ve y ponlo sobre el niño". Yo creo que de allí fue que Pablo tomó lo de los pañuelos sobre su cuerpo. Eliseo sabía que todo lo que él tocaba era bendito porque Dios estaba en él, ¿entienden? Dios estaba en un hombre y él dijo: "Toma esto y ponlo sobre el niño". 81.- Pero la fe de la mujer no estaba puesto en aquello, su fe estaba en el profeta y dijo: "Me quedaré aquí hasta que algo suceda". Me gusta ese tipo de fe. Después de cierto tiempo fue Eliseo sin tener todavía ninguna visión, entró al aposento y cuando llegó allí había quejidos, llantos y todos lloraban. El niño tenía varias horas sobre su cama y Eliseo entró y cerró la puerta para apartarse de la incredulidad que había afuera. 82.- Caminó de un lado a otro en la habitación, me gusta eso, caminó hasta sentir que sobre él venía abundancia de vida, con la cual el águila que mencioné podía volar. Sintió la abundancia de Espíritu Santo sobre él y puso su rostro sobre el rostro del niño, sus labios con los del niño, su nariz con la del niño, sus manos sobre las manos del niño y el niño estornudó siete veces y revivió. ¡Gloria! Dios está en Su pueblo. ¿Lo creen? 83.- Después de Eliseo haber estado muerto por más de un año y sus huesos ya estaban amarillos, arrojaron un hombre sobre él y revivió, Dios seguía en los huesos. [2Reyes 13:20-21] ¡Aleluya! Yo sé que Uds. creen que estoy loco, tal vez lo esté, déjenme tranquilo que así me siento mejor. Cierto. De todas formas esta noche me siento muy religioso. 84.- Dios está en Su pueblo ahora, Uds. son los hijos de Dios. Ahora mismo Uds. son los hijos de Dios y están viviendo por debajo de sus privilegios. Dios está en Su pueblo. Levantándolo y sacándolo de la historia 74 Esa bebé puesta allí en la cama, tendida. Y el pequeño Jairo sabiendo que la Sunamita recibió su bebé, él dijo: "Ese Dios de historia, si El pudiera ser llamado en acción, El es el mismo Dios de hoy". Y buscando, él había oído de un Hombre-Hombre que reclamaba tener el poder, y Ese era Jesús de Nazaret, a Quien todos ellos odiaban. Pero él Lo llamó a la escena, pues El era el representante más cercano que él podía encontrar de Dios en ese día, un Dios del Dios viviente. Y cuando El fue llamado en la escena, y el Dios histórico fue llamado, El actuó de la misma manera que hizo cuando El le habló a Eliseo de ese bebé muerto.
  • 10. 10 Guiados por el Espiritu 63 Yo iba andando, tarareándola para mí mismo. Y noté que esta dama tenía una gran sonrisa en el rostro, mientras se asomaba por el portón. Dejé de cantar y cuando iba seguir de largo, ella me dijo: "Buenos días, predicador". Le dije: "¿Cómo está, señora?". Ella comenzó a reír mientras lágrimas corrían por sus mejillas. Le pregunté: "¿Cómo supo que yo era predicador?". Ahora, "predicador" quiere decir "un ministro". Y ella dijo: "Yo sabía que Ud. vendría". Le dije: "¿Cómo lo sabía Ud., señora?" Me dijo: "Bueno, le diré cómo fue predicador". Dijo: "¿Ha leído en la Biblia la historia de la Sunamita a quien Dios le dio un hijo por promesa, por medio del profeta Eliseo?" Le dije: "Oh, seguro, estoy familiarizado con el relato, hace unas semanas prediqué sobre eso". 64 Ella dijo: "Bueno, yo soy ese tipo de mujer que no tenía hijos y mi esposo y yo deseábamos mucho tener un hijo. Yo oré y el Señor me dio este hijo y le dije que se lo dedicaría a Él. Yo he lavado ropa, predicador, soy la lavandera en este sector y crié este muchacho lo mejor que pude para que amara al Señor, pero él salió con malas compañías y contrajo una mala enfermedad, nosotros no sabíamos nada de esa enfermedad y el muchacho se enfermó cada vez más. Finalmente lo llevamos al médico y él nos dijo que no había esperanzas para él, que estaba acabado, la enfermedad había alcanzado el torrente sanguíneo y se había comido partes de su corazón. Y cuando bombeaba la sangre, parte de ella se perdía pues las válvulas fueron comidas por esa enfermedad". Y dijo: "El doctor me dijo que no había oportunidad para él y allí ha estado en la cama inconsciente por dos días". Dijo: "No puedo soportar ver a mi hijo morirse así,y anoche oré toda la noche diciendo: 'Señor, Tú me has dado este hijo, ¿pero dónde está el Elías?'" 65 Uds. pueden imaginarse cómo me sentí. Y pensé: "¿Era esto, Señor?". No dije ni una palabra de cómo había sido guiado hasta allá y le dije: "Mi nombre es Branham, ¿ha escuchado Ud. alguna vez de mí?" Ella dijo: "No señor, creo que no". Yo le pregunté: "Bueno, ¿cómo sabía Ud. que yo iba venir?" Ella me dijo: "Me acosté como a las tres de la mañana y soñé que veía venir a un hombre con un traje oscuro y un sombrero del oeste a un lado de la cabeza, traía algunas cartas en su mano y el Señor me dijo: 'Sal y espéralo' y desde esa hora lo he estado esperando". 66 Le di una palmadita en la espalda y sentí que estaba mojada por el rocío. Era verdad. Y le dije: "Bueno, señora, mi ministerio es orar por los enfermos". 67 Ella no estaba interesada en eso. Ella dijo: "¿Quiere pasar?" Abrió ese portón con puntas de arado sujeto por una cadena. Entré a esa cabañita esa mañana, era una cabañita de dos cuartos, no había felpudo en el piso, ni nada, una camita con cabecera de madera, grietas en el piso lo suficiente grandes que, oh, el viento se colaba. 68 Yo he estado en palacios de reyes y supongo que he tenido el privilegio de estar en los hogares más hermosos del mundo, pero en toda mi vida no me había sentido como en casa, que en esa casita aquella mañana. Cuando miré las paredes no habían allí fotografías de mujeres sino una pequeña inscripción: "Dios bendiga nuestro hogar". En una esquina había una vieja cocina de madera y en esa cama estaba acostado un hombre enorme, bien parecido, parecía que pesaba como unas ciento setenta libras y medía como unos seis pies de estatura. En sus manos tenía una manta y hacía: "Humm, humm". Decía: "Oh, está oscuro". Le pregunté: "¿Qué dice él?"
  • 11. 11 69 Ella me dijo: "Predicador, él ha estado hablando acerca de… desde hace dos días está inconsciente". Dijo: "En su inconsciencia, él cree que está en alguna parte del mar, perdido en la oscuridad y está remando en un bote tratando de llegar a tierra. Predicador, yo no puedo soportar ver a mi hijo morir así". 70 Ella se acercó, le acarició la cabeza, lo besó y le dijo: "Dios te bendiga, niñito de mamá". Era un tipo enorme, estaba muriéndose en vergüenza y pecado y aún así era un niño para su mamá. No importaba en qué desgracia se encontraba o cuánto había deshonrado a la familia, todavía ese amor de madre estaba allí por él. 71 Algunas veces recuerdo eso y pienso: ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?, pero Dios dijo: "Yo no puedo olvidarme de ti. Tengo tu nombre esculpido en las palmas de mi mano". 72 Así que descarriado, recuerde en esta noche que Ud. no puede apartarse de esto. Él todavía lo ama. Es por eso que Ud. está aquí en esta noche. Él está tratando de darle otra oportunidad, tocando a su puerta. 73 Me arrodillé en el piso para orar. Ella se arrodilló al lado de su cabeza y yo a sus pies. Toqué sus pies y parecía que estaban fríos y pegajosos, seguramente la muerte estaba cerca del muchacho. Yo dije: "Señora, siendo que Ud. es la madre del joven, ¿le gustaría orar primero?". 74 Ella respondió: "Seguro, predicador". Inclinó su cabeza y ¡qué oración más tremenda!, podríamos decir que esta no fue aprendida en ninguna escuela, salió de lo profundo de su corazón. Hablando con Dios, Ud. podría asegurar que ella había hablado con Él antes, sabía lo que estaba diciendo. Y cuando terminó de orar, se secó los ojos con el viejo delantal que llevaba puesto y me miró. 75 Yo dije: "Ahora oraré yo". Puse mis manos sobre sus pies y dije: "Señor, no sé qué decir, ¿es sta la razón por la que me hiciste perder el avión, para que viniera a orar por el hijo de esta mujer? Señor, si es así, que se sepa que Tú eres Dios y respetarás su oración y sinceridad". 76 En ese momento, el joven dijo: "¡Oh, mamá!". Dijo: "Ahora se está aclarando en el cuarto, se está yendo la oscuridad". En unos minutos estaba sentado en la orilla de la cama conversando con nosotros. 77 Salí rápidamente, paré un taxi y me fui al aeropuerto. Y cuando llegué a la puerta, hacían el último llamado para ese vuelo. Dios había detenido en tierra aquel avión por la fe de una mujer que quizás no se sabía el abecedario, una pobre mujer de color, ignorante como la llamaríamos nosotros. Dios hizo aterrizar aquel avión, y lo detuvo allí hasta que su oración fuera respondida. En esta noche Él es el mismo Dios que era entonces. 78 Como dos años después de eso, yo iba en tren hacia Phoenix y pasé por Menphis, no había vuelto a saber de ellos. Si alguno de Uds. ha estado alguna vez en Menphis, el tren del este entra a la estación así y hace una parada de veinte minutos. Yo quería comprar unos emparedados porque en el tren son más caros, como cuarenta centavos por un emparedado muy pequeño, con eso casi podría comprar una bolsa de hamburguesas, llevármelas en el tren y comérmelas durante el viaje cuando me diera hambre. 79 Así que bajé para comprarme una bolsa de hamburguesas. Empecé a caminar rápido y escuché que alguien dijo: "Hola, pastor Branham". Miré y allí estaba parado un joven con una gorra roja, haciendo señas con sus ojos, corrió y se acercó a mí. Le dije: "¿Cómo está joven?" Me dijo: "¿Ud. no me conoce, verdad?" Le respondí: "Creo que no". Él dijo: "Hace como dos años, una mañana, Ud. fue a
  • 12. 12 mi casa". Yo le dije: "Tú no eres aquel joven". Él me dijo: "Sí, lo soy". Dijo: "Ahora soy cristiano y le sirvo al Señor". 80 ¡La guianza del Espíritu!... Ese mismo Espíritu Santo lo ha guiado a Ud. hasta aquí en esta noche. Lo ha guiado aquí, no para que regrese a casa enfermo sino sano. Lo ha guiado a Ud. amigo pecador, para que vuelva a casa como un cristiano, muerto para las cosas del mundo. Uds. descarriados, los ha traído aquí para que vuelvan con Dios en esta noche nuevamente. Mediten en eso mientras inclinamos nuestros rostros. Bartimeo el Ciego 11 Y él recordó una historia en particular que le gustaba mucho... era una historia que su madre acostumbraba leerle tocante a Elías [el Hermano Branham quiso decir Eliseo–Trad.], el gran profeta. A él siempre le gustó Eliseo, porque era audaz, y tenía mucha fe, y él era un profeta ordenado de Dios. Y su madre le contaba la historia de cómo había una–una mujer sunamita quien tenía mucha confianza en este profeta, Eliseo. Y cómo ella era una mujer rica, y sustentaba a Eliseo, para ayudarlo. Un día ella le dijo a su esposo: "Construyamos un pequeño aposento al lado de nuestra casa. Porque yo percibo que el hombre que pasa por aquí, es un hombre santo de Dios. Y hagamos algo para este hombre santo de Dios. Y cómo su esposo estuvo de acuerdo en que ellos deberían construirle un pequeño lugar de descanso en dónde acostar su cuerpo fatigado y cansado. Y cómo el pequeño Bartimeo solía pensar: "Eso fue tan considerado de parte de esas personas, de tratar de hacer algo por los siervos de Dios. Y no pensando en una recompensa, sino sólo por hacer algo". 12 Así que un día cuando Eliseo y su amigo Giezi, el siervo, pasaron por allí, y había una hermosa casita edificada o mejor dicho un pequeño cuarto al lado de la casa. Y tenía una cama, y un cántaro con agua fresca, y un lugar para... una mesita para comer. Y cómo las cosas estaban exactamente arregladas tan confortables para el profeta, a tal grado que lo bendijo de tal manera, que el poder del Señor vino sobre él, por causa de la bendición que la mujer y el hombre le habían mostrado a él. Y ellos eran sunamitas. Así que él le dijo a su siervo Giezi: "Entra y pregúntale a esa mujer..." A mí me gusta llegar a eso. "Ve, pregúntale a esa mujer lo que ella desea". ¡Oh, hermano! "Ve, pregúntale a ella". Ha de haber sido una–una gran unción que ha de haber tocado al profeta. Y dijo: "Ve, pregúntale a ella qué desearía. ¿Debería yo hablarle al rey, o al general?" Y ella le dijo a Giezi, ella dijo: "Yo no deseo nada. Somos gente rica. Tenemos nuestra casa, y tenemos granjas y terrenos, y yo habito con mi pueblo. Así que yo no deseo nada. Yo no quiero ninguna recompensa, ni siquiera que me des las gracias. La única cosa, yo sólo hice eso en respeto a Dios, al Dios que tú sirves. Y yo sé que El está contigo. Y yo sólo estoy pagando ese tributo al Dios del Cielo". 13 Y cuando Giezi regresó con tal mensaje a su maestro, el profeta... Y Giezi como que le puso un secretito en su oído, y dijo: "Mira, ella está anciana y su marido está anciano, y ellos no tienen hijos. Y yo creo que sería una cosa dichosa, mientras esa unción está sobre ti, si le dijeras que ella iba a tener un bebé". Así que Eliseo dijo: "Ve, llámala". Y ella se paró a la puerta, y él dijo: "ASI DICE EL SEÑOR, tú vas a abrazar un hijo". Y después del tiempo apropiado de tales cosas, Dios le dio a ella un pequeñito hermoso.
  • 13. 13 41 Luego, yo me puedo imaginar a ella decirle a Bartimeo: "¿Ves, Bartimeo?, nosotros debemos tratar bien a toda la gente. No debemos ser malos con nadie, y debemos honrar y respetar especialmente a la familia de Dios. Así que esta mujer... Ella estaba segura que este hombre que la visitaba era un gran profeta poderoso del Señor". Y así que, su esposo le consintió. Y cuando Eliseo y Giezi, su siervo, pasaron otra vez por allí, estaba un cuartito bonito edificado aparte, al lado de la pared, con un pequeño jarro con algo de agua en él, y una cama pequeña, y un escabel, y un lugar para que él descansara. El iba rumbo a una cueva allá arriba en el monte Carmelo, adonde él iba a ayunar y a orar durante ciertos días, como en las lunas nuevas y días festivos, antes que el profeta hablara en las calles. 42 Y cuando Eliseo entró y vio todo eso que esta mujer bondadosa había hecho, bueno, él llamó a Giezi y dijo: "Ve pregúntale qué podemos hacer por ella. Yo soy amigo personal del general en jefe, y también yo hablaré con el rey. ¿Pudiera hablar yo a su favor?" Y cuando Eliseo le preguntó esto, bueno, ella dijo: "No, yo habito con mi pueblo". Y oh, ella era una mujer adinerada; ellos no tenían necesidad de nada. Ellos... Ella sólo lo hizo de la bondad de su corazón. Y de esa manera Uds. deben hacer todo, cuando lo hacen para Dios: háganlo de la bondad de su corazón. Cuando Uds. den algo, dénlo de su corazón. Si Uds. no pueden hacer eso, entonces no lo hagan, porque su dádiva no será respetada por Dios. Y sólo háganlo de la bondad de su corazón. 43 Bueno... Y cuando el siervo regresó y se lo dijo al profeta: "Bueno, ella no necesita nada; todo está bien con ella. Pero una cosa le digo: ella se está envejeciendo un poco, y su esposo es un hombre anciano, y no tienen hijos". No hay duda que el profeta vio una visión, porque ningún profeta (o alguien más), alguna vez hizo algo del Señor, de parte del Señor de esa manera, a menos que sea por medio de una visión. Ahora, recuerden: eso es correcto. Encuentren en cualquier lugar en la Escritura o en cualquier parte; eso siempre, primero, Dios se los dice a ellos. Si Dios... El hombre no puede hacer nada al azar; él es un siervo de Dios. Aun Jesucristo dijo: "Yo no hago nada de Mí mismo, sino lo que Yo veo hacer al Padre, eso hace el Hijo igualmente". (San Juan 5:19). Y si el Hijo de Dios no podía hacer nada, sin que el Padre primero se lo mostrara a El, ¿cuánto mucho menos pudiéramos nosotros hacer algo, sin que Dios nos lo muestre primero? Por lo tanto, nosotros atrevidamente nos metemos en cosas algunas veces sin saber lo que estamos haciendo. Pero cuando Dios da una visión, y habla, y muestra exactamente lo que El va a hacer, es un drama sólo para actuarlo (eso es todo), porque Dios lo va a hacer; El ya lo dijo así, así que, eso está terminado. 44 Ahora, así que él dijo: "Ve, llama a la sunamita". Y ella se paró a la puerta, y él dijo: "Por este tiempo, abrazarás un hijo". Ahora, ella dijo: "Yo estoy vieja". Pero las palabras de Eliseo llegaron a cumplirse exactamente como él lo dijo. Pues en una cierta cantidad de meses, ella abrazó un hermoso bebito. Y yo puedo ver los ojitos de Bartimeo al decir: "¿Lo amaba ella, mamá, como tú me amas?" "Sí, igual que yo te amo. El era un muchachito hermoso; ella pensó que era el más hermoso que había en el mundo, como yo pienso de ti, como todas las madres piensan de sus bebés". Y-y un día, cuando este muchachito había crecido, como de unos diez o doce años de edad, él estaba allá en el campo con su padre (porque su padre era un hombre rico, y la cosecha estaba en proceso). Así que él estaba en el campo con su padre. Y me supongo que el muchachito ha de haber tenido una insolación. El empezó a llorar: "¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!" Era como a mediodía. Y uno de los siervos
  • 14. 14 llevó al muchachito, y él se sentó en las rodillas de su madre como hasta el mediodía. Y el muchachito se puso peor, y más enfermo, y más enfermo, hasta que después de un rato, el muchachito murió. 45 Ahora, yo quiero que Uds. se fijen, que cuando Dios empieza a lidiar con una persona, ellas algunas veces hacen cosas que ni siquiera se dan cuenta lo que están haciendo. Ella tomó a ese muchachito, y lo puso en la cama del profeta. ¡Qué lugar para ponerlo! ¡Fue exactamente correcto! Lo puso en la cama del profeta, en donde ella había edificado esa casita; y lo había llevado y puesto al muchachito en la cama del profeta. Y ella le dijo al siervo: "Enalbárdame una mulita y anda. No pares a menos que yo te lo diga". Su esposo dijo: "No vayas al monte Carmelo. No es ni luna nueva ni día de reposo; el profeta no estará allí". Pero ese corazón de madre por su niño... Ella estaba-ella estaba en angustia. Y ella sabía que si llegaba a ese profeta, que ella se daría cuenta por qué Dios le había quitado su niño. Si Dios le podía decir al profeta que iba tener al bebé, y ella lo tuvo, seguramente que Dios le podía decir por qué le quitó su niño. Ella dijo: "Todo está bien. Sigue adelante". 46 Y el siervo fue al monte Carmelo, y Eliseo estaba allí. El estaba parado a la entrada de la cueva, miró. Y él dijo: "Ahí viene esa sunamita". Y dijo: "Ella está preocupada, pero Dios lo ha escondido de mí; El no me ha dicho lo que ella está... cuál es su problema". ¿Ven Uds.?, Dios no les dice a Sus siervos todo lo que El hace; El sólo les da a saber lo que El quiere que ellos sepan. ¿Ven? Depende de Dios. Allí estaba ese gran hombre, pero él no sabía cuál era el problema de ella. Y así que, él le dijo a Giezi: "Sal corriendo ahora a recibirla, y dile: '¿Te va bien?'" Y él dijo: "¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?" Miren a esa mujer. "Todo está bien". ¡Amén! Me gusta eso. ¿Por qué? Su niño yacía muerto, su esposo se estaba apretando las manos nerviosamente y gritando, caminando de punta a punta el patio. Pero, "todo está bien". Me gusta eso. 47 Su propósito era entrar en la presencia de ese profeta quien tenía sobre él la unción del Señor. Y ella sabía que ese profeta sabría qué hacer, qué decirle. Ella sabía que él tendría: "ASI DICE EL SEÑOR" para ella. Y así que: "Todo está bien". Si Dios se llevó al niño, muy bien, mientras fuera el plan de Dios. Dios dio, Dios quitó; bendito sea el Nombre del Señor. ¿Ven? Pero ella quería saber: "¿Por qué?" ¿Era algo que ella había hecho?, o, ¿qué estaba mal? Y cuando ella corrió a los pies de Eliseo, se postró a sus pies. Y así que, Giezi pensó que esa era una conducta un poquito fuera de orden, que una mujer se postrara a los pies de su maestro, así que él la levantó rápidamente. Y así que entonces ella empezó a decirle a él tocante a que el niño estaba muerto. Ahora, él le dijo a Giezi: "Toma mi báculo y ve allá, y ponlo sobre el niño. Y si alguien te hablare, no le contestes. Si alguien te saludare (que es: "¿Cómo está Ud.?"), no le respondas. Sólo concentra tu mente en llevar este báculo al niño, y empieza a caminar". Me gusta eso. No tenemos tiempo de juguetear, el mensaje es urgente. La gente se está muriendo. Vayamos adelante. 48 Y él tomó el báculo y se fue. Ahora, yo creo que si la mujer hubiera creído que eso haría la obra, hubiera sucedido. Pero su fe no estaba en el báculo; estaba en el profeta. Así que ella dijo: "Vive Jehová tu Dios, y vive tu alma, que no te dejaré. Yo me voy a quedar aquí mismo". ¡Oh, me gusta eso! ¡Aférrense a eso! Cuando Uds. se aferren de Dios para algo, no lo suelten. Correcto. Si Uds. toman a
  • 15. 15 Jesús como su Sanador, no dejen que ningún diablo, ni algo más los haga retroceder de eso. ¡Aférrense! "Yo me quedaré con ello". Quédense allí. "Vive Jehová tu Dios, y vive tu alma, que no te dejaré hasta que me dé cuenta tocante al niño". Bueno, Elías no se podía deshacer de ella. Así que, de esa manera Uds. deben ser con Jesús. Uds. sólo deben estar en Sus manos, y quedarse allí; clamar día y noche. ¡Esa es la manera! Sí, señor. No se suelten; no retrocedan ni un poquito. Si Uds. lo creen, quédense allí. Hay misericordia en el Señor. Quédense con eso. 49 Así que, yo pienso que esa es la razón que María, (o mejor dicho, fue Marta que salió a encontrar a Jesús), ella sabía... Ella había leído esa historia del niño de la sunamita. Ella sabía que si Dios estaba en el profeta, seguramente que Dios estaba en Su Hijo. Y ella sabía que ella obtendría su petición, si ella iba con el acercamiento correcto. Esa es la cosa que sigue: la gente se acerca a Dios de la manera incorrecta. Uds. tienen que venir con el acercamiento correcto. No hace mucho tiempo, yo tuve el honor de orar por un rey. Ellos me quitaron los dobleces de las piernas de mi pantalón; me dijeron que nunca... que no volviera mi espalda a él; después que orara y cosas, que caminara retrocediendo de él. Nunca vuelva su espalda a un rey. Esa es una cosa muy buena; nunca vuelva su espalda al Rey de reyes, entonces. ¿Ven? Y es un acercamiento, un cierto acercamiento. 50 En los tribunales, hay un juez en el estrado, y si Ud. quiere decir algo estando sentado allá atrás, y Ud. dice: "¡Oiga, espere un momento, juez! ¡Yo le quiero hablar un momento!" A Ud. lo sacarían de allí. Hay un acercamiento para acercarse a ese juez, y Ud. tiene que venir por ese acercamiento. Y hay un acercamiento por el que Ud. tiene que venir a Dios. Si Ud. viene a un don de Dios, Ud. tiene que venir en la correcta actitud mental. Ud. tiene que venir en el acercamiento correcto, o Ud. no recibirá nada cuando Ud. venga. Y de esa manera Marta lo hizo cuando Jesús vino; ella vino con el acercamiento correcto. Esa mujer sunamita, ella vino con el acercamiento correcto, con un corazón cargado, anhelando a Dios. Y ella se aferró a eso. Y Eliseo le dijo: "Bueno, yo sólo..." Ciñó sus lomos, y él se fue tras él. Cuando él iba allí, él se encontró con Giezi que venía de regreso. Dijo: "Yo puse el báculo sobre el niño, y no hubo vida en él. Y...." Por supuesto que no; la mujer no lo creía. Si ella lo hubiera creído, hubiera sucedido. Pero ella quería el profeta; ella no sabía tocante al báculo. Eliseo tenía fe para eso, pero la mujer tenía fe en el profeta. 51 Así que cuando Eliseo llegó al cuarto... Quiero que Uds. se fijen: sin orar. Eliseo llegó allí... ¡Ud. habla de una situación! Allí estaba la gente en el patio, lamentando y alborotando; y el padre todo destrozado, y todos gritando. Y el niñito tendido en la cama del profeta, había estado muerto desde mediodía. Y Eliseo entró, y caminó de punta a punta (la Biblia dice: "a una y otra parte"), en el cuarto. ¿Qué estaba haciendo él? Esperando la unción. ¡Amén! Caminando de punta a punta (¡oh, hermanos!), sólo esperando la unción. Después de un rato, la unción del Espíritu Santo vino sobre él, y él se tendió sobre el niñito, puso sus labios sobre sus labios, su nariz sobre su nariz, su frente sobre su frente, y se quedó allí. El lo sintió, entró en calor; se levantó, caminó otra vez. ¡Oh, hermanos! Me gusta eso. Caminando de punta a punta, hasta que él sintió la unción sobre él otra vez. Cuando vino la unción sobre él otra vez, él se tendió sobre el niño otra vez, sus labios sobre sus labios, su nariz sobre su nariz. Y cuando menos pensó, el niño estornudó siete veces y vino a vida. ¡Amén! 52 ¡Oh, cómo el pequeño Bartimeo le gustaba esa historia! A mí también me gusta. "Oh", él pensó: "¿sabes qué? Ese mismo gran profeta Eliseo... Y cuando Elías subió, él envió una doble porción de su espíritu sobre Eliseo. Y Eliseo fue un gran profeta". Y
  • 16. 16 entonces, justo en ese momento, sucedió que él pensó: "No hace muchos años, ese Elías y Eliseo caminaron por este mismo camino en donde yo estoy sentado al lado, juntos, rumbo al Jordán para abrirlo y cruzarlo caminando". ¡Amén! ¡Oh, hermanos! Oh, el viento sopló y él se puso su viejo saco harapiento un poco más arriba, Uds. saben como que el sol se estaba moviendo hacia el otro lado del muro. El pensó: "No hace más de unos cuantos cientos de años, Elías y Eliseo caminaron por estos mismos adoquines viejos aquí, juntos, yendo allá. Y Elías se quitó ese manto e hirió el Jordán, dijo... y el Jordán se abrió. Y Eliseo lo tomó, e hirió el Jordán, y se regresó con el manto". Yo Soy No Temais 3 Cada noche yo encuentro algunos pañuelos puestos aquí y cartas. Ahora, nosotros creemos en eso, de orar sobre esos paños. Ahora, yo he estado leyendo algunas que dicen: "¿Pudiera ungir este pañuelo, Hermano Branham?" Bueno, ungir un pañuelo está perfectamente bien. Y nosotros creemos que todo lo que Dios bendice, nosotros lo apoyamos. Pero si Uds. se fijan en las Escrituras, no fueron ungidos. "Ellos tomaban pañuelos y delantales del cuerpo de Pablo". Yo creo que Pablo era un fundamentalista, ¿no lo creen Uds.? Así que yo pienso que de dónde tomó eso, fue de la historia del bebé de la sunamita que fue resucitado, o mejor dicho, el muchachito, que fue resucitado de entre los muertos. ¿Recuerdan que él le dijo a Giezi: "Toma este báculo, y ve; y ponlo sobre el niño"? El sabía que todo lo que él tocaba era bendecido. Pero la fe de la mujer sunamita no estaba en el báculo; estaba en el profeta. Así que ella se quedó con él hasta que él fue y tendió su propio cuerpo a lo largo del niño, y él volvió a vida. ¿Crees tú esto? 42 Aquí estamos. Oh, Martita, sale corriendo. Parecía que ella tenía derecho para haber dicho algo contra El. "¿Por qué no viniste a mi hermano? Mira lo que hemos hecho por Ti, y Tú nos defraudaste". Bueno, si ella hubiera dicho eso, la historia nunca se hubiera terminado de la manera que lo hizo. No, señor. Es de la manera que Uds. se acercan a un don Divino de Dios. Si Dios envía un don, Uds. tienen que acercarse correctamente, si Uds. esperan obtener algo de ello. Deben acercarse a él correctamente. Y Marta sabía eso. Ella probablemente había leído tocante a la mujer sunamita y su bebé. Y ella... Si esa mujer sunamita sabía que Dios estaba en Elías, ¿cuánto mucho más estaba El en Jesús? Seguro. Así que, ella se acercó con el acercamiento correcto. Ella corrió hacia El y cayó a Sus pies (me gusta eso), cayó a Sus pies y dijo: "Señor". Ese es Su título correcto. Eso es lo que El era. El era su Señor. "Señor, si Tú hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto". ¡Oh, hermanos! Oh, yo me pudiera imaginar, viendo Su gran corazón mientras El miraba a esa hermosa mujer, las lágrimas corriéndole por sus mejillas. Dijo: "Señor, si Tú hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto". Observen lo que ella ¡dijo: "Mas también sé ahora, Señor (aunque él está muerto, aunque los gusanos de la piel estén reptando por su cuerpo), mas también sé ahora, Señor, que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". Muestranos al Padre y nos basta 64 Ahora, nos damos cuenta que Dios estaba en Moisés. Dios estaba en Eliseo. Allí estaba Eliseo, un hombre metido en la-la cueva allá. La mujer sunamita a la que él había bendecido, y había dado a luz un niño, y el niño murió, y Eliseo vino a la
  • 17. 17 escena. Eliseo era un hombre de Dios. Cuando él entró, el niño estaba acostado en su cama. Primero, Eliseo sabía que él era un hombre de Dios. El no se jactó al respecto, ni se infatuó al respecto, sino que él sabía que él era un hombre de Dios. Así que él caminaba con ese báculo viejo, y él dijo, le dijo a Giezi: "Toma ese báculo, y ve y ponlo sobre el niño". El sabía que todo lo que él tocaba era bendecido, porque Dios estaba en él, si él únicamente podía hacer que la mujer creyera la misma cosa. De esa manera la mujer tocó el borde del-del manto de Jesús. Porque ella sabía que El era un Hombre piadoso, y que Dios habitaba en Su pueblo. Y ella sabía que si Dios estaba en Eliseo, de seguro El estaba en Jesús. Ella sabía que.... Si nosotros gente Pentecostal nos pudiéramos respetar los unos a los otros de esa manera, sabiendo que nunca hablaríamos tocante los unos a los otros, seríamos hermanos, seríamos hermanas, nunca habría una desgracia entre nosotros si nos pudiéramos reconocer los unos a los otros como lo que somos: hijos e hijas de Dios, y Dios habita en Su iglesia, en Su pueblo. Seguramente que El habita. Dios está en Su pueblo. ¿Creen Uds. eso? [La congregación dice: "Amén"-Ed.]. 65 Miren a ese profeta. La mujer no creía en el bordón. Yo pienso que de allí es de dónde Pablo tomó lo de los pañuelos que se llevaban de su cuerpo. Porque yo creo que Pablo no predicaría algo que no estuviera en la Palabra; así que él le enviaba los pañuelos a la gente. Dios estaba en Pablo, y la gente tomaba los pañuelos del cuerpo de Pablo, se los ponían en su cuerpo, y los demonios salían de ellos, y las enfermedades eran sanadas. Dios estaba en un hombre. ¿Creen Uds. eso? [La congregación dice: "Amén"-Ed.]. En Pablo. Dios estaba en Eliseo, y fue llamado a la escena de un niño muerto. El no sabía qué hacer. El niño estaba muerto. Así que él sólo caminó de punta a punta, de lado a lado del piso (¡oh, me gusta eso!), esperando que viniera el Espíritu Santo, caminando de un lado al otro en el cuarto. Y después de un rato, él empezó a sentir al Espíritu venir sobre él. Yo creo que él se alentó un poquito, Uds. saben, empezó a caminar un poquito más rápido. ¡Oh, él sintió el Espíritu!; se tendió sobre el niño, y el niño estornudó siete veces y vino a vida: ¡Dios en Su pueblo! Quién puede regresar la vida de la muerte, sino Dios. ¡Amén! ¡Fiuuu! Me siento muy religioso ahorita. ¡Oh, hermanos!, Uds. piensan que un Bautista no grita; yo sí grito. ¡Oh!, Dios en Su pueblo. Yo soy 3 Me puedo imaginar ver a un hombre soltar su remo de vez en cuando, y menear su mano en señal de despedida correspondiéndoles, y algunos en la orilla estaban meneando sus manos como señal de despedida, y con sus pañuelos y demás, mientras la pequeña barca empezaba a tomar su curso cruzando el mar. Después de un rato, quizás, estaban fuera del alcance de la vista desde la playa, y las multitudes se empezaron a regresar hacia sus hogares. Pensemos que hubo silencio por un largo rato; nadie decía nada. Se puso el crepúsculo. Ha de haber sido el joven Juan, siendo el más joven del grupo, que dejó de remar, y limpió el sudor de su rostro, y dijo: "Hijos de Abraham, y hermanos: podemos ahora descansar seguros que no estamos siguiendo alguna clase de fanático; este Hombre es exactamente lo que El dice que es. El no es un fanático, como mucha de nuestra gente cree hoy; ni tampoco El es un profeta falso". "Yo recuerdo", él diría, "cuando yo era sólo un niñito, cuando mi hermosa madre hebrea me solía sentar en sus rodillas y me contaba las historias del Antiguo Testamento, de cómo nuestro pueblo de antaño fue traído a esta tierra, y de los grandes profetas de la antigüedad". ¡Cómo le gustaba a él oír la historia de Eliseo y la mujer sunamita, cuando trajo a vida de nuevo al niñito! "Cómo mi madre me decía: 'Cariño, en un tiempo Dios estaba con Su pueblo, y a ellos no les faltaba nada'. Luego una de las historias
  • 18. 18 grandiosas que ella me solía contar, que me asombraba, era cómo Dios alimentó a Su pueblo de antaño, cuando ellos llegaron a un punto que no tenían pan, sin embargo estando en la línea del deber, en su camino de Pal-... de Egipto a Palestina. Y cuando ellos no tenían pan para sus hijos, ellos no tenían nada para así seguir viajando, ya no tenían más alimento, que Dios, Jehová, hizo llover pan del Cielo, ya cocinado, y que cortésmente, por medio de Sus Angeles, lo llovía al suelo cada noche. Y cómo nuestro pueblo salía y tomaba eso, y estaba... había sido metido en miel, y cómo lo saboreaban, y por cuarenta años sin cesar, el gran Jehová Dios alimentó a nuestro pueblo, porque estaban en la línea del deber". Hijo de David, ten misericordia de mí 22 Entonces, una de las historias que al pequeño Bartimeo le gustaba mucho, era la historia de la mujer sunamita, porque hablaba de un muchachito, Uds. saben. Hablaba de un muchachito allí que... Y ella le contaba tocante a ese grande y poderoso profeta Eliseo, cómo Dios lo hizo un profeta tan grande y poderoso. El vivió en el desierto y no tenía mucha ropa, y él se envolvía un pedazo de piel en él, y-y cómo él fue un grande y poderoso hombre de Dios. El vivió bajo la unción de Dios. Y él pasaba una cierta ciudad, y allí había una mujer sunamita. Ella era una mujer bondadosa, y también amaba a Dios. A pesar de que era una gentil, ella-ella amaba a Dios. Y yo pudiera decir que quizás ella le pudo haber dicho a Bartimeo: "¿Sabes qué?, Bartimeo, nosotros somos escogidos de Dios. Pero algún día, vendrá un gran Mesías. Y cuando El-cuando El venga, El será el que llamará a todas las naciones, porque esta mujer sunamita... Dios ama a todos aquellos que son amorosos. El quiere venir y ayudar a aquellos que quieren que se les ayude". 23 "Y Bartimeo, esta gran mujer, ella veía este hombre santo pasar por la ciudad. Así que ella le quería mostrar algo de favor, porque ella amaba a Dios, y sabía que ése era siervo de Él, y ella lo quería ayudar, y hacer algo por él. Así que ella-ella lo veía venir, y salía y lo invitaba a que entrara y-y que se quedara con ellos. Así que, su esposo era un hombre rico. Un día ella le dijo a su esposo: '¿Sabes qué, querido?, este gran hombre santo de Dios pasa por aquí, y va allá a una cueva donde él está viviendo, allá arriba en el monte Carmelo. Así que mientras él pase por aquí, creo que sería bueno si le edificáramos un cuartito al lado de nuestra casa. Creo que sería muy bueno si hiciéramos eso, porque nosotros creemos en Dios, y El sí es Dios, y él es el representante de Dios. (Ese es el orden más elevado de Dios ahora en la tierra, es Su representante)'. Así que su esposo dijo: 'Pienso que estaría bien'. Así que ellos le edificaron la casita allí". 24 "Y un día cuando Eliseo y Giezi, su-su siervo, pasaron por allí y vieron ese cuartito edificado allí, entraron. Ellos les tenían una buena camita blanda allí, y-y un pequeño banquillo y agua y todo. Así que dijo: 'Ve, pregunta a esa sunamita qué pudiera hacer yo por ella. Ella ha sido tan bondadosa con nosotros; quizás pudiéramos corresponder su-su bondad. Quizás ella querrá que yo le hable al rey o quizás ella querrá que yo le hable al general del ejército, o a alguien'. Pero tú sabes, Bartimeo, que esa mujer no pidió nada. Pero cuando Giezi regresó, él dijo: 'Déjame decirte, Eliseo, gran profeta de Dios; la mujer es estéril. Ella no tiene hijos. Ella nunca ha tenido un hijo'". Y decía: "Bartimeo, tú sabes que cualquier madre quiere un pequeñito, un muchachito dulce como tú eres. ¿Ves? Esa es la razón que digo que Jehová ha sido tan bueno conmigo por darte... por darme un muchachito como tú. Y esa pobre madre quería un muchachito como tú. Así que Eliseo dijo: 'Ve, y dile que venga delante de mí'. Y así que, sin duda Eliseo tuvo una visión de qué hacer. Así que entonces cuando la
  • 19. 19 mujer llegó, él dijo: 'De acuerdo al tiempo de la vida, tú vas a dar a luz a un hijo'. Y ella se fue. Y, ¿sabes qué, Bartimeo? Esa madre tuvo un muchachito dulce, un muchachito gentil, así como tú, que eres un muchachito judío. ¡Cómo esa madre amaba a ese muchachito! ¡Cómo ha de haber pensado ella que él era la cosita más dulce!" 25 "Y cuando él tenía como unos once años de edad, un día él fue con su papá al campo para-para levantar la cosecha. Y yo creo que le ha de haber dado una insolación, porque él empezó a decir: '¡Mi cabeza, mi cabeza!' El se puso más enfermo y más enfermo. Así que el padre estando muy ocupado con los que había contratado, él envió al muchachito con un siervo, y lo puso en el regazo de su madre. Ella lo mantuvo en su regazo hasta como a las doce, y el aliento salió de él, y el pobre muchachito murió. Pero mira, Bartimeo, quiero que te fijes ahora en esta mujer gentil, en lo que ella hizo. Ella lo llevó y lo acostó en la cama del profeta. Ahora, esa es una maravillosa revelación. ¿Ven? Ella no lo llevó a su propia cama, ni tampoco lo llevó a la cama de ella, ni a la cama del padre. Ella lo llevó y lo acostó en la cama del profeta, en el aposento en donde el profeta había dormido. 26 "Y luego ella le dijo a su esposo: 'Enalbárdame una mula, y tú ve adelante de mí', mejor dicho, le dijo al siervo, 'y no te detengas. Si alguien te saluda, no lo saludes, sino ve derecho al hombre de Dios, al monte Carmelo'". "Mira", decía: "Mira, su esposo dijo: 'No es ni luna nueva, ni es día de Reposo, así que el hombre de Dios no va a estar allá'""Y ella respondió: 'Paz'". ¡Me gusta eso! Cuando Ud. tiene ese verdadero agarre de fe, quédese con eso. Esa es una buena lección ahora para todos Uds. pequeños Bartimeos. Miren. "Y luego dijo: 'Sigue-sigue adelante. No te detengas por llamadas sociales y cosas. Sólo sigue adelante. Continúa adelante. No te detengas hasta que yo te diga que te detengas'. Y por supuesto, cuando él se acercó al monte Carmelo, cuando el profeta...." Uds. saben, Dios no le revela todo a Sus profetas. Todos sabemos eso. El sólo le revela a Sus profetas lo que El quiere que sepan. 27 "Y ahora cuando él se acercó, Eliseo salió, probablemente era anciano y quizás su vista estaba un poco oscurecida. El levantó sus manos y dijo: 'Ahí viene esa sunamita, y parece que está preocupada. Pero Dios lo ha ocultado de mí'. Así que él le dijo a Giezi: 'Sal y recíbela'. Pero ella venía con mucha prisa. Cuando ella llegó allí, él gritó: '¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?'" "Y fíjate bien lo que esa mujer dijo: '¡Bien!'" ¡Amén! ¿Ven?, ella sabía que Dios estaba en ese profeta. Correcto. Ella sabía que ese era el orden más alto que Dios tenía en ese día. Yo pienso que de allí fue que Marta tomó la idea. Ella debió haber leído esa historia. Cuando su hermano Lázaro murió, ella sabía que si Dios estaba en ese profeta, Dios ciertamente estaba en Su Hijo. Correcto. Así que ella fue a Él y dijo: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". Me gusta eso. Me gusta eso. ¿Ven?, eso lo sobresaltó. ¿Ven? "Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". 28 Este muchachito sentado aquí con ese pie magullado, y otro joven sentado acá, los vi que ambos estaban gritando anoche. Han de ser muchachos Pentecostales, han de tener a Dios en su corazón. Ud. dice: "Hermano Branham: probablemente yo nunca caminaré otra vez. El doctor dice que no caminaré". Este aquí con problema de corazón, este aquí con lo que sea, lo que sea su problema, diga: "Bueno, el doctor dice que no podré. Yo nunca podré deshacerme de esto. Yo tengo cáncer. Yo tengo un tumor. Yo tengo esto y eso. Mas también sé ahora, Señor, que todo lo que pidas al Padre, El te lo dará". ¡Eso es! "Mas también sé ahora, que todo lo que pidas a Dios,
  • 20. 20 Dios te lo dará". De allí ha de haber sido de dónde Marta tomó la historia. 29 La mujer sunamita dijo: "¡Bien!" Ahora, ella no estaba pidiendo por el niño, sino que ella sabía que Dios era poderoso, por medio de ese profeta, de decirle a ella por qué El se llevó al niño, y eso la satisfaría. Si El le pudiera decir por qué se llevó al niño, todo estaría bien. Así que ella estaba ante el representante de Dios, y todas las cosas estarían bien. Me imagino que los ojos del pequeño Bartimeo se le iluminaban. "¡Mamá, mamá, date prisa; dime qué sucedió!" ¿Ven Uds.?, los muchachitos se ponen ansiosos. Ellos quieren saber cuál es el fin. "Bueno, el gran profeta, después que ella le reveló a él y le dijo su historia, que el muchachito había muerto y estaba acostado en el aposento, entonces el profeta dijo a su siervo: 'Toma mi báculo, y ve y ponlo sobre el niño'". Ahora, yo pienso, otra vez en el Nuevo Testamento, que de allí fue dónde Pablo tomó la idea de tomar pañuelos y delantales de su cuerpo. 30 Ahora, Eliseo sabía que todo lo que él tocaba era bendecido. Pero ¡si él podía lograr que la mujer lo creyera!, eso era todo. Si él podía hacer que la mujer creyera la misma cosa, un milagro hubiera sucedido de la misma manera como siempre, si la mujer hubiera tenido fe en lo que Eliseo le dijo que hiciera. Pero la fe de la mujer no estaba en el báculo. Ahora, me gusta de la manera que ella lo dijo de todas maneras. "Ella dijo: 'Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré'". ¡Me gusta eso!: determinada a sostenerse en eso. ¡Eso es! Si Ud. empieza creyendo en Dios, sosténgase en eso hasta que el Espíritu Santo venga, hasta que todo lo que Ud. ha pedido se cumpla. No ceda. "Yo no te dejaré. Yo estoy en Tus manos, Señor, hasta que me respondas". Esa es la manera de hacerlo. Uds. saben, Jesús lo enseñó de esa manera. El habló del juez injusto, Uds. saben, cómo él-él-él no le hacía justicia a la viuda de su adversario. Pero él dijo: "Porque esta viuda me es molesta, le haré justicia de su adversario". Bueno, cuánto más el bondadoso Padre Celestial de Uds. está dispuesto a dárselos a Uds. Pero miren, no... El dijo: "Buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá". Ahora... "Y pedid". Ahora, si Uds. se fijan, no sólo es: "Señor, lo quiero". "Es el que pide, busca". Continúen buscando. Continúen llamando. Sólo continúen, continúen. Uds. han llegado allí, así que sólo continúen llamando hasta que suceda. "Yo lo creo, Señor. Yo estoy-yo estoy en Tus manos. Yo estoy en Tus manos". 31 Recuerden que el Señor me sanó del problema del estómago. El diablo dijo: "Tú-tú no has sanado". Yo dije: "Entonces sólo quédate por aquí y escúchame testificar. Si-si tú quieres...?... Si tú quieres oír que Dios sea alabado, sólo quédate por aquí y escúchame un rato". El se cansó y se fue. Así que él-él se irá. El otro día él trato de darme un mal resfriado. El me lo dio, y yo se lo regresé. El me lo dio otra vez. Yo se lo regresé a él otra vez. Y así peleamos sobre ello por tres o cuatro días, y finalmente se fue. Así que ahí lo tienen Uds. ¿Ven? Sólo sigan regresándoselo a él. No lo reciban; regrésenselo a él. Regrésenselo a él. Esa es la manera de hacerlo. Sólo estén determinados. Sosténganse en eso. 32 De esa manera ella lo hizo. "Ella dijo: 'Vive Jehová, y vive tu alma...'" Ahora, ¿ven?, ella creía que él tenía una alma que no moriría. ¿Ven? 'Vive Jehová, y vive tu alma, (¿ven?), yo no te voy a dejar'. Yo me voy a quedar contigo hasta que sepa qué sucedió. Así que él no podía deshacerse de- de ella. Así que tuvo que ceñir sus lomos, y se fue". Me fijé que cuando él entró al cuarto, miren lo que ese profeta tenía en su contra. El no sabía lo que el Señor iba a hacer. Allí estaba el padre, gritando a voz en cuello, toda la gente alrededor del vecindario gritando. Ese muchachito amable, de esta familia encantadora, estaba muerto, yaciendo en el
  • 21. 21 aposento, todas las esperanzas perdidas. Ahora, ¿qué hizo Eliseo? Igual que hizo Jesús: los echó a todos fuera de la casa. Los sacó de donde él estaba, como lo hizo Jesús cuando la hija de Jairo estaba muerta. Y fíjense bien lo que el profeta hizo. El no tuvo que salir afuera y buscar y orar, y prepararse en oración, y alistarse. No. Yo-yo creo que deberíamos estar preparados en oración todo el tiempo, ¿no piensan Uds. eso? [La congregación dice: "Amén"-Ed.]. 34 "El anciano Eliseo, cuando él se subió en el-en el barco, Uds. saben, o mejor dicho, se subió a la plataforma del lugarcito que ella le había edificado, él caminó de lado a lado por el piso. Y él se paseó a una y otra parte, la Biblia dice, en el cuarto. Y entonces después que sintió que vino el Espíritu sobre él, él fue y se tendió sobre el niño, y se tendió allí con su carne sobre el niño. Y luego él sintió que el niño estaba entrando en calor, así que se levantó, y se paseó de lado a lado otra vez por todo el cuarto. Regresó y él mismo se tendió sobre el niño otra vez, y estornudó siete veces y volvió a vida. El levantó al niño, y dijo: 'Llama a la sunamita'". Y, ¡oh!, cómo le gustaba eso al pequeño Bartimeo. Respetos. 134 Tomemos a algunas personas que sí lo respetaron. Tomemos a la mujer Sunamita, con el mismo profeta, Elías. Ella en realidad no era una Israelita. Ella era de Sunem, pero ella creía en Dios. Y ella vio a este hombre pasar por la ciudad, lo oyó hablar, ella vio las señales que hizo. 135 Se cuenta en la historia, no sé si es verdad o no, que un día un montón de perros salvajes estaban tratando de atrapar a una niñita. Ahora, esto no es Escritura, tan sólo es una historia que leí. Y decía que la mujer Sunamita estaba parada en la esquina, y ella vio que estos perros iban a matar a esta niñita. Y este santo hombre estaba pasando por la ciudad, y él levantó su báculo a Dios, y clamó por misericordia para esos niñitos así, y los perros se dieron vuelta y se fueron lejos de ellos. Si eso fue así o no, suena como que pudiera ser, yo no sé. 136 Pero, de todas maneras, esta mujer dijo, cuando la Biblia, cuando ella “entendió que este era un varón santo”. Ella entendió que algo había sucedido. Ella vio lo que él era, y “entendió que él era un varón santo de Dios”. Y, en vez de faltarle al respeto como lo hizo Jezabel, ella lo respetó. Ella le dijo a su esposo: “Nosotros bien podemos hacer esto. Yo te ruego, construyámosle una casita aquí en alguna parte. Démosle un lugarcito, por que él está fatigado. Lo he observado. Se está poniendo viejo, y me fijé en su cabello canoso cuando le colgaba en su barba. Su pequeño y viejo báculo, sus pequeños y delgados brazos mientras él caminaba, los pequeños y flácidos brazos así. Y aquí viene él caminando, cargando una pequeña vasija de aceite en su costado, con un pedazo de piel de oveja envuelta alrededor de él, en el sol caliente, su cuerpo se miraba quemado y rojo. Y yo te ruego, hagámosle un pequeño sitio, para que se aloje aquí. Consigamos al contratista y que venga aquí y le construya un lugarcito, y hospedémoslo, porque entiendo que su espíritu, por su espíritu, que él es un varón santo. El es un varón de Dios”. ¡Oh, oh, qué diferencia! 137 Ahora, su esposo estuvo de acuerdo, ella...él pudiera haber dicho: “Querida, me he fijado en ese varón, también. Lo he escuchado, lo he observado, he visto sus obras. Sé que él es un varón santo de Dios. Así que simplemente haremos eso”. Así que llamaron al contratista y le construyeron un lugarcito agradable, y le pusieron una camita allí para descansar, para que él pudiera acostarse y descansar. Le prepararon un lugar para lavarse los pies, consiguieron un poco de agua y cosas, y las prepararon allí adentro.
  • 22. 22 138 Y cuando el profeta pasó por allí, por supuesto, eso bendijo su alma, el ver que se había hecho algo por él. El le dijo a Giezi: “Ve, llámala, y pregúntale qué pudiera hacer por ella, ¿pudiera yo ‘hablar con el rey, con el capitán principal?’” El... 139 Ella dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo, y no hay nada de lo que tenga necesidad”. 140 Pero Giezi dijo: “Ella no tiene hijos. Y su marido está bien avanzado en años, él está viejo. Ellos no tienen hijos”. 141 Y yo me imagino, a Elías acostado allí en esta camita, con la cual ella lo había bendecido al hacerla, tenía sus pies lavados, y su barba estaba lavada, y cosas, acostado allí, no hay duda que él vio la visión del Señor (porque, siempre hacían eso). Así que él dijo: “Ve, llámala, y dile que se pare aquí delante de mí”. ¡Oh, hermanos! “Ve, llámala, porque ella ha--ella ha respetado a Dios. Ve, dile que venga aquí”. 142 Cuando ella se paró a la puerta, él dijo: “ASI DICE EL SEÑOR. Por este tiempo, el año que viene, darás a luz a un bebé”. Y por ese tiempo, al año siguiente, ella tuvo el bebé. 143 Entonces Satanás, cuando él llegó a tener como doce años de edad, su padre lo tenía en el campo un día, y Satanás dijo: “Me voy a deshacer de ese niño”, así que él simplemente le dio una insolación. Y él murió en los brazos de su madre. 144 ¿La desanimó eso a ella? No, señor. Ella dijo: “Enalbarda una mula. Y anda, no te detengas. Sube al Monte Carmelo, a la montaña, porque él acaba de pasar por aquí el otro día”. ¡Oh, oh! ¡Oh, oh! ¡Oh, oh! ¡Hermanos! Allí lo tienen. Eso es respeto. Eso es respeto. 145 Y su marido dijo: “Tú vas adonde el varón de Dios”. Dijo: “No es nueva luna o día de reposo, y él no va a estar allá arriba en su...” 146 Ella dijo: “Todo va a estar bien, sólo enalbarda la mula y déjame ir”. Y así que ellos se fueron. 147 Y subieron a la montaña. Y cuando el anciano Elías miró hacia afuera de la cueva, y él salió allí y miró hacia afuera, él dijo: “Esta que viene parece ser esa mujer Sunamita”. Dijo: “Ella debe de estar afligida”. El dijo: “Ve, a recibirla. Y, cuando”, dijo, “ella está afligida en su corazón, y Dios nunca me dijo nada al respecto”. 148 ¿Ven?, Dios no tiene que decirle a uno todo, ¿ven?, así que El ni siquiera le dice todo a Sus profetas. El simplemente--El simplemente hace lo que El quiere hacer, El es Dios. 149 Aquí, ahora, Elías dijo: “¡Dios!” ¿Qué si Elías dijera esto: “¿Por qué no me dijiste Tú el porqué viene ella? ¿Por qué no me dijiste Tú todo al respecto?” El nunca hubiera visto nada. Pero todo estaba bien con Elías, sea lo que fuera. 150 Y, ¿qué si ella hubiera llegado y dicho, ella diría: “¿Dijiste tú que eras un siervo de Dios? ¡Tú hipócrita! Yo en verdad creo que no eres nada sino un santo rodador”? Nunca hubiera sucedido. ¿Ven? Dios algunas veces nos prueba, para ver qué haremos. 151 Así que, en vez de eso, ella corrió directamente a sus pies y adoró, como que era a Dios. Y ella dijo, y ella le reveló qué pasaba. Y Elías dijo: “Toma mi báculo y ve a ponerlo sobre el niño”.. 152 Y cuando él lo dijo, la mujer dijo: “Vive Jehová Dios, y tu alma nunca muere”, oh,
  • 23. 23 hermanos, “tú siervo de Dios, que no te dejaré. Me voy a quedar aquí hasta que Dios envíe la visión”. El anciano Elías se quedó allí un ratito más; se ciñó sus lomos, y tomó su báculo y se puso en camino. 153 El entró al cuarto donde ese bebé estaba acostado, un bebé muerto. Caminó de arriba abajo por el piso, así, unas cuantas veces. Debido a una mujer reverente, una mujer que lo respetó a él, un hombre que lo respetó a él, y que creían que él era un hombre de Dios, él caminó de arriba abajo por el piso hasta que Dios respondió. Amén. Entonces él se tendió sobre el bebé y estornudo siete veces, y lo levantó y se lo dio a su madre. Salió, y se fue de regreso a la cueva. ¡Porque ella respetó al hombre de Dios! Amén. Dios demanda respeto. La Más Grande Batalla Jamás Peleada 35 sido establecida. No permita Ud. que Satanás establezca NADA. Más bien mantenga Ud. bien establecida la Palabra de Dios en su corazón. Todos Uds., los Miqueas, háganlo así. Fíjense bien: Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos, Mas del fruto del árbol que está en medio(¿Ve donde está? en medio) del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. (Ahora, esa es la Palabra, y Eva se la está citando a la serpiente. Fíjese bien:) Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. ¿Ven Uds. sus tácticas? ¿Qué estaba tratando de hacer? El estaba tratando de ungir a esa preciosa mujer, hija de Dios, con incredulidad a la Palabra. Eso es exactamente lo que él estaba tratando de hacer. Y tú hermanita, ahí en esa camilla, él está tratando de que tú hagas lo mismo; y así es con cada uno de Uds.; él está tratando de ungirles. Lo único que debe hacer Ud... Ud. es una persona con libre albedrío, y puede aceptarlo si así lo desea; pero les estoy aconsejando: ¡ECHEN ESO AFUERA! Si Eva no se hubiera parado por un instante a escuchar ... No se detenga Ud. por NADA. ¡NO SE DETENGA! Eliseo le dijo a Giezi: "Toma mi bordón y ve, colócalo sobre el niño muerto. Si alguien te habla, no le respondas; y si alguien intenta pararte, sigue adelante." Fíjense en la mujer Sunamita; ella llamó a su siervo, y le dijo: "Ensilla un asno y corre adelante; y no te pares sin que yo te lo diga!'Cuando Ud. reciba el Mensaje, marche adelante, ¡AMEN! Ud. dirá: "Ya no puedo caminar; me estoy sintiendo muy débil." ¡NO SE DETENGA! ¡SIGA ADELANTE! Ponga todas las cosas a un lado, y siga adelante abriendo el camino. Hermano, Ud. tiene la Espada en la mano; siga abriendo el camino. En una ocasión fui a un estadio de fútbol adonde iba a predicar, me detuve a la entrada y miré arriba de la puerta donde decía: "No es el tamaño del perro en la pelea, sino mas bien el tamaño de la pelea en el perro." Y así es como se gana la batalla. Ud. dice: "Pero vea todas esas iglesias tan grandes que están contra nosotros." A mí no me importa su tamaño; es más Jehová Proveerá (Parte 1 ) 189 Padre Celestial, estos pañuelos representan a gente enferma, madres y padres, niños, que están esperando. Hemos sido enseñados en la Biblia, de que fueron tomados pañuelos del cuerpo de San Pablo y ropa. La gente lo vió, y reconoció que el Espíritu de Dios estaba en él. Pablo recordó que Eliseo le dijo a la mujer Sunamita, lo que le dijo a Giezi, "Toma mi bordón y vé y ponlo sobre el niño." El sabía que lo que él tocaba era bendecido. De
  • 24. 24 Pablo, tomaban ropa de su cuerpo y vestidos y espíritus inmundos salían de la gente, las enfermedades se iban. Ahora, Señor, nosotros no somos San Pablo, pero Tú todavía eres Dios, el mismo Dios. El Absoluto 'Todo hombre hoy en día hace lo que le parece bien a su modo de ver, porque no hay profeta. Fíjense en los días de los Jueces. ¡Fíjense! En los días cuando (yo creo que fue Elías o Eliseo, uno. ¡Sí!), aquel niño muerto... La la mujer Sunamita, ella hizo.. Elías era el hombre de Dios de aquel día, no sólo un buen maestro inteligente. Pues, él era un anciano que caminaba por allí. Si Ud.... Si viniera a - viniera tocando a su puerta hoy, Ud. probablemente lo correría. Toda una nación lo odiaba. Jezabel y todos los demás lo odiaban, porque su - ella estaba sentada en la Casa Blanca y hacía que todas las mujeres hicieran lo que ella hacía; y todas las demás la tenían como modelo, y - y Acab era movido - su cabeza era movida por el poder de ella. No le hemos fallado por mucho en este día, está casi igual; y allí - allí lo tienen. Todos estaban en esa carrera de popularidad y todos - todos estaban bien arreglados. Pero aquella viejita Sunamita (no mujer Sunamita pero la pequeña - sí, yo creo que sí era la Sunamita), cuando ella vino y vio que ese poder estaba en Elías, ella dijo: "Yo percibo que él es un hombre santo". Y cuando ese niño estaba tendido muerto, ella dijo: "Ensilla esa mula y ¡no vayas a parar!" Ella fue allá.. . Ella sabía. . . Y a mí me gusta eso, la forma en que vino; ella llegó hasta su absoluto, a su poste de amarre. Elías dijo: "Aquí viene la Sunamita. Está afligida, pero yo no sé qué está mal". (¿Ven?, Dios no le muestra todo a Sus siervos, sólo lo que El desea que sepan). Así que él dijo: "Su corazón está afligido, pero yo no sé". El dijo: "Giezi, corre, e investiga, y ve qué está mal". El dijo: "¿Está todo bien contigo? ¿Está todo bien con tu esposo? ¿Está todo bien con tu hijo?" Fíjense en ella. ¡Oh, hermano! Esto es. Ella dijo: "Todo está bien". ¿Por qué? Ella había llegado a su absoluto. "Todo está bien". Y ella se arrodilló... Primero cayó a sus pies, y Giezi la levantó. Eso no estaba bien ante su - su amo, la levantó; y ella comenzó a contarle. Ahora, él ahora no tenía un absoluto. El sabía que había tenido poder por medio de la visión para darle su hijo, pero ahora, ¿que podía él hacer? El tomó su báculo y fue allá al cuartito paso... cerró las puertas, sacó a todos los demás. El caminó de acá para allá en el cuarto. El tenía un Absoluto si tan solo, podía hacer contacto con El. De acá para allá, para arriba y para abajo en el cuarto. ¡Oh, hermano! De repente sintió que algo le pegó; él se tendió sobre el niño, se levantó de nuevo, se alejó. El - el niño como que se movió, se calentó. El se levantó y anduvo de acá para allá; él no hizo buen contacto con el Absoluto. "¿Qué fue, Señor? ¿Qué dices que haga?" Sin duda cuando él se volteó, él vio una visión: ese niñito corría jugando, saltando la cuerda, alguna cosa u otra como esa - jugando. El se tendió sobre el niño; él puso su nariz sobre su nariz, sus labios sobre sus labios; y el Poder de Dios levantó al niño a vida. ¿Qué fue? El absoluto de la mujer era un profeta; el Absoluto del profeta era Dios. Y juntos con la Palabra: "Yo soy la Resurrección y la Vida, el poder de Dios, aquel Creador"... . ?... ella levantó nuevamente al niño.
  • 25. 25 ¡Seguro! La razón por la que todo hombre hacía según su parecer, era porque no tenían profeta al que pudiera llegar la Palabra del Señor. La Palabra y los profetas faltaban en ese día. Desesperación 102 La mujer sunamita tenía un niño que había venido por la Palabra que el profeta había hablado sobre ella; aunque era una anciana como también su marido. Ellos no tenían hijos, pero ella había sido amable con este-este profeta. Y ella sabía que él era un varón de Dios. Ella percibía que él era honorable, un verdadero hombre. Él podía entrar a la casa aun cuando no estaba su esposo, y en lo que fuera; era un hombre santo. Podían ver que él era una persona honorable. Ella lo había visto obrar señales y maravillas. Ella le había escuchado relatar cosas que habían sucedido. Él era un hombre honorable, santo. Ella le dijo a su marido: "Veo que este hombre que ha llegado aquí con nosotros es un hombre santo". El ama de casa, sabía que él era un hombre santo. Y ella le edificó una casita al lado, para que él no se sintiera apenado. Él podía llegar cuando deseara y así. Ella colocó allí una-una camita, y una-una jarra con agua y demás, para que él pudiera lavarse y tener algo qué tomar. Y probablemente mandaba a la criada, o a alguien, al mozo con-con comida para él, y pasaba y le daba el- el buen día, o algo así. 103 Y entonces, Elías vio esta amabilidad hacia él. Y escrito está: "Por cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis pequeñitos, a Mí lo hicisteis". Así que ella vio eso; la mujer estaba honrando a Dios al honrar a este profeta, puesto que veía a Dios en el profeta. Y entonces, ella no quería nada a cambio por hacerlo, en su corazón no lo hacía por algo. Ella sólo lo hacía porque amaba a Dios. Ella no lo hizo por alguna bendición; ella simplemente lo hizo. 104 Ahora, Elías entonces dijo: "Ve y pregúntale, ¿le hablo al rey por ella?, soy un amigo íntimo; o quizás con el general, lo- lo conozco muy bien. ¿Habrá algún favor, algo que pueda hacer por ella? Quiero darle algo por la manera en que se ha portado conmigo. Ella-ella me ha alimentado. Me ha permitido dormir en las camas. Y-y ella ha sido muy bondadosa con nosotros. ¿Pues qué podré hacer?". Ella respondió: "No, yo simplemente habito en medio de mi pueblo. Nosotros-nosotros estamos abastecidos. Tenemos como subsistir y es suficiente. No necesitamos nada". Entonces Giezi le dijo: "Pero ella no tiene hijos". 105 Apenas Giezi vio eso, no cabe duda que el profeta vio una visión, pues dijo: "ASÍ DICE EL SEÑOR: Ve y dile: en el tiempo apropiado, o el tiempo adecuado, a un año desde hoy, ella abrazará un hijo". 106 Y el hijo nació. Cuando tuvo unos doce años… ¡Cuánto no amaría esa pareja anciana a este niño, su único hijo! Y un día él estaba cortando trigo, con su papá. Debe haber sido al mediodía, y él se insoló, me supongo, porque comenzó a quejarse: "Mi cabeza". Y se enfermó más y más. Su papá tuvo que llevárselo del campo, pero fue tal la emergencia allí, que encomendó a un siervo, y lo mandó a casa. 107 La madre lo cargó en su regazo hasta el mediodía, y él murió. Noten, su único hijo, el cual le había sido dado por Dios, mediante la oración y la promesa de un profeta y el ASÍ DICE EL SEÑOR. Ella sabía que algo andaba mal en algún lugar. Eso no tenía sentido. ¿Cómo fue que Dios le dio ese hijo y permitió que ella-ella amara tanto a ese bebé? Y siendo que ella no lo había pedido; tenía demasiada edad para tenerlo. La mano de Dios tuvo que pronunciarlo. Un hombre lo habló, el profeta. Y este
  • 26. 26 niño allí en esta condición, había muerto, su único hijo. Entonces ella le dijo al mozo: "Enalbarda un asno y guía, y no te detengas por nada. Si alguien trata de detenerte, no digas ni una palabra, y dirígete directo al Monte Carmelo. Allá en una cueva en algún lugar, bien escondida, está un siervo del Altísimo Dios; el que me dijo: 'ASÍ DICE EL SEÑOR', que tendría el bebé. Yo quiero saber por qué Dios ha hecho esto". Entonces él dijo… "Ve directamente y ni revises el asno. Déjalo que corra con todo lo que tenga. Déjale que corra hasta que llegues". ¡La desesperación! 108 Y Elías el profeta se puso de pie, miró y dijo: "Allá viene la sunamita, y algo anda mal con ella. Dios no me lo ha revelado; no sé qué sucede". Le dijo: "Ve, recíbela. Tengo… Démonos prisa. Algo anda mal". El profeta sintió desesperación, la desesperación de la mujer. ¿Ven Uds.? Ellos se estaban reuniendo; uno queriendo saber cuál era la Palabra del Señor, y el otro sin saber cuál era la Palabra del Señor. Allí lo tienen. Uno queriendo saberlo, y el otro no lo sabía. La mujer quería saberlo, pero el profeta no lo sabía. Dijo: "Dios no me lo ha revelado. Yo no sé qué decirle cuando llegue". Así que ella ya casi estaba allí para ese momento. Él levantó la mano, dijo: "¿Tienes paz? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?". 109 Ahora, la mujer había llegado al fin de su desesperación. Ella dijo: "¡Todo está bien!". ¡Gloria! "¡Todo está bien"! Su desesperación había terminado. Ella había hallado al siervo del Señor. Si él no hubiera estado allí, ella hubiera continuado aún en desesperación; pero (¿ven Uds.?), él estaba allí. Ella dijo: "¡Todo está bien!". Eliseo pensó: "¿Pues, qué estará sucediendo ahora?". 110 Entonces ella corrió y se postró a sus pies. Eso se veía un poco raro así que Giezi simplemente la levantó. Él le dijo: "Déjala, no lo hagas". Elías le dijo a su siervo: "No lo hagas, déjala, algo anda mal, Dios me lo ha encubierto". Entonces ella le declaró que el niño estaba muerto. 111 Ahora el profeta no sabía qué hacer. Él dijo: "Giezi, toma este báculo, con el cual he caminado". Él sabía que lo que él tocaba era bendecido, porque no era él, era Dios en él. Él sabía quién era él. Él sabía que él era un profeta. Entonces levantó este báculo y dijo: "Giezi, toma esto y ve y ponlo sobre el niño. Y si alguno te hablare, desespérate. Y no saludes a nadie, y no dejes que nadie… sólo sigue adelante, no hables con nadie. Ponlo sobre el niño". 112 Pero la mujer, eso no puso fin a su desesperación. Eso no dejó satisfecho el motivo de su viaje. Ella dijo: "Vive Jehová, que-que no te dejaré hasta que vayas y ministres al niño". 113 Entonces Elías entró en desesperación. Y se dirigió allá, él y la mujer. Y cuando llegaron allá, la… toda la gente estaba en el patio, clamando y llorando. Y la mujer había hecho lo más correcto que se podía hacer. Ella había tomado al niño y lo había tendido en la cama donde Elías había dormido. Eso era tan efectivo como su báculo. Y él no despertó allí, así que eso no iba a funcionar. Ella quería saber de algo distinto. 114 El profeta entró. Y ahora él está en desesperación. ¿Ahora qué hará él? Y nos damos cuenta en la Biblia que él se paseó de un lado a otro, desesperado. "No sé qué otra cosa hacer, Señor. Aquí estoy. Tú me dijiste que le hablara eso a esa mujer, y ASÍ DICE EL SEÑOR. Y fue exactamente como se lo hablé, porque Tú me lo dijiste. Ahora ella se encuentra con este problema, y yo no sé qué hacer. Allí tendido está el niño muerto. ¿Qué puedo hacer, Señor?".
  • 27. 27 115 No hay duda que el Espíritu Santo dijo: "Si Dios mora en ti, acuéstate sobre el niño". De inmediato, él se detuvo, puso sus manos sobre las manos del niño, su nariz sobre la suya y asimismo sus labios sobre los suyos. Y cuando se acostó sobre él, el niño estornudó siete veces. La desesperación había terminado. El niño volvió a la vida, porque la desesperación condujo a esa madre al profeta, y la desesperación condujo al profeta al niño. Y la desesperación de ambos trajo a Dios a la escena. Con el amor hacia Dios, y el amor por su pueblo, hizo bajar el amor de Dios, e impulsó la fe al frente de batalla, y así la obra fue consumada. Caso cerrado. ¡Amén! Así es. La desesperación hace eso. ¡Seguro! Ella no se iba a ir. Perseverante 123 La mujer sunamita, en la presencia de Elías, fue persistente. Oh, el bebé estaba muerto, y tendido sobre su cama. Y Elías trató de tomar un palo ungido y enviarlo, por Giezi, para ponerlo sobre el niño. Pero la fe de ella no estaba en el palo, estaba en el profeta. Ella sabía que Dios estaba en ese profeta, porque ella había visto que se hacían real las palabras que él decía. El era un profeta vindicado, y ella sabía que lo que él decía venía de Dios. Y ella dijo: "Vive tu alma, que no te dejaré hasta que me entere por qué". Y ella se quedó con él. Ella fue persistente hasta que ella recibió lo que pidió.