El documento describe a Amanda, una mujer bella que atrae la atención de otros. Habla sobre su relación sexual con su novio Abelardo y cómo disfrutan viendo películas violentas que los excitan. También describe escenas sexuales explícitas entre Amanda y Abelardo mientras ven estas películas.
2. Amanda era linda. Sin duda tenía linda cara, lindo pelo, lindo cuerpo. Lindo culo y
hasta buenas tetas. Las chicas la ven así también. Se dan cuenta que llama la atención.
Que despierta envidia pero también amor. Deseo. Y las chicas miran a Amanda y se
preguntan cómo será besarla o lamerle los pechos o apretarle las nalgas. Que no se trata
de procrear sino de disfrutarla. De poner una idea en la fijación de la atmósfera del
pleito en donde el ver a la mujer como símbolo sexual erotiza a las mujeres que no lo
son. Que no nacieron con esa gracia o temperamento de adueñarse de la atención de
todos. De ellos y de ellas. La pertenencia al culto de el deseo de ir en busca de lo que no
se tiene. Quiero a esa mujer porque la belleza me está prometida. Porque admiro el
intenso modo de consagración de la primavera de los colores y las formas y los aromas
y los deleites de la piel. Entonces Amanda es amada. Es buscada. Es perseguida. Es
necesitada. Es el placebo o el manantial entre tanta cosa horrible que sucede alrededor.
Entre tanto desprecio y tanta pérdida de poder ir en busca de lo que reluce. Y lo que
reluce es la ornamentación de una princesa de clase alta o cenicienta. La versátil o
cuantitativa evaluación de mujeres que van como Amanda por la calle y recogen
admiración y suspiros en medio del cansancio y la desolación. Ese lugar elegido porque
ellas son en el alivio y el despertar un freno al agotamiento. La belleza se apodera de
Amanda. Porque ella solo es ese ímpetu de lo estético. La velocidad de lo anímico. La
propulsión al vacío y al identificarse sus modos con estereotipos. Con calificaciones de
riesgo de no tenerla del lado de uno. O de una. Porque Amanda y sus paradigmáticas
amigas dominan el mundo. Hacen manejar billeteras y redondean negocios. Son
buscadas por la ley de el orden natural. Son prisioneras de lo que son porque tienen una
misión y un deber. Escapan de lo que pasa desapercibido y son notadas dondequiera que
van. Se sumergen en el anonimato de ser lo que se dictamina como belleza. Ese culto de
lo omnipresente que exalta a la naturaleza humana. Amanda se mira en el espejo muy
seguido. Está segura de que está bien así. De que es normal que la miren. Que la amen.
Y las mujeres también a pesar de que despierta odio entre ellas. Es un sentimiento frágil
que se divide como la imaginación de lo que se puede hacer con ella. Con esa energía
latente que hace que las bocinas de los coches la adviertan y los persecutorios piropos la
alienten. Escapa y no sabe dónde ir. No va a ningún lado. Su destino es ella.
-Che, ¿viste la gorda como me mira?- se queja Amanda
-Es una serpiente, una vívora!- le responde la que ya decidió que se la quiere coger.
Entonces el tránsito es veloz y las circunstancias adornan el escaparate de la veleidad y
del consenso donde las mejores representantes son las abanderadas de cada fiesta patria
todos los días de la semana. Y no tener lo que tiene ella es un calcinante y fulminante
motivo de angustias o de pactar para poder ser parte de ello y conseguirla. Mujeres que
se adentran en su permanencia cuando apuestan por besarla o llevarla al límite de verla
gemir de placer porque ellas la tocan o le hacen cosas lindas. Una hegemonía de las
menos beneficiadas y un pacto de intransigencia con el público masculino. Como
cerrando la traba para que nadie se lleve a las lindas. Las feuchas se apoderan de las
mejores amigas y les hacen de interlocutoras para no perderse de nada y sentir que si un
hombre las tiene también las tienen ellas. La conversión de una deportación al prestigio
de miniaturas de perfecciones que hacen al todo. La compaginada identificación y el
consumirse entre ellas para contestar al uso de la virilidad que le es destinado a Amanda
y las que como ella se adueñan de la preferencia sin despertar dudas sobre el porqué. El
territorio de la flagelación de un cuerpo y una imagen donde todo se compone de
estrategias de acercamiento y rechazo en pos de una adquisición y un reducto de
contención de lo que es incontenible si no se lo tiene: la belleza. Los artistas intentan
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3. dedicarles pinturas, música y versos a las mas dotadas y les aseguran amor o las matan
con la indiferencia del dominio de la intensa relación con lo mejor que hay en ese lugar
donde las feas no saben que se son igualmente deseadas a través de esa pantalla de
dispersión del imán de la venerada perfomance de calentar la pava y ver que algunos
hombres no muy cultos o sin beneficio de virtudes extra laborales hagan de las feas un
modo de desagotarse entre las persianas bajas y la oscuridad pero igualmente excitados
que si la tuviesen a Amanda. Al fin de cuentas la excitación ocurre en la naturaleza y
solo es alterada en los lugares de poder por artificio de la cultura estética y el admitirse
los elegidos como la conducción de la plebe. El tener una tendencia a estar en busca de
los que persisten y, si ganan, adhieren a la belleza. El confiar en posibles tratos con el
magro entendimiento entre las partes del contrato entre ambos géneros.
-Mirá el orto que tiene esa guacha!
-No pero fijate que la otra es más fina!, más elegante!
-Y aquella! mirá que puta que es cómo camina y lo que se puso!!
-No será que estás celosa?
-Pero si son todas unas trolas!, no quieren más que ser gatos! Y si no pueden lo logran
con deleites en la cama de un poder fingido del despertar de los infieles!.
-Che! esa loca va toda colorinche! qué se piensa? Que es un arcoíris?
¨ Vamos vamos chicas! Que la noche recién empieza y mañana se verán de nuevo todas
en problemas si no se adaptan a esta realidad. La pasarela no es mas que una exposición
de lo que en la oscuridad nadie ve ¨.
Pero muchos y ¨ muchas ¨ quieren ver y tocar. Verlas y tocarlas. Ellos y ellas. Como se
toca a la deificación de la pertenencia. La posesión. Propiedad de la misma forma en
que funciona este hecho fatalmente único.
- Mirá cómo va peinada! Cómo puede ser tan descaradas de ir así!
-Es una cualquiera!.Y después nos identifican con ellas! Creen que todas somos iguales!
-Y vos boluda?? Que con esa calza parecés un mamarracho desdibujado?! Porqué no te
ponés algo más discreto?!. No te da para ponerte eso!
-Mirala a ella! Que se pone el peso en las tetas y no usa corpiño!!. Qué locura la tuya
yegua!
Mientras tanto la gente alude a lo que todos quieren y rechaza lo que la mayoría
consigue.
…………..
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4. Amanda lee novelas de terror de Philip Queen. Cosas de una índole de depravación
comparable con las voluptuosidades de sus noches con su novio. La crudeza y la
relación con el espanto y el horror aceleran su ritmo cardíaco y su adrenalina y eso lo
vuelca en la relación. Sus degradadas ideas de tener una sexualidad con todos los
pormenores del erotismo son la miseria de una invocación a especies de paradigmas de
lo que nos cautiva de lo intolerable. Como todo lo que se sale de lo común y se deteriora
dándoles cauce a una desorientada variedad de desbordes que hacen de una inmensa
cuenca de afluentes hacia el selvático modo primitivo de relacionarse hombre y mujer
entre las delicias y el peligro. Amanda sabe que está al borde de ese precipicio pero lo
busca y lo disfruta. Nada le ejerce alguna motivación de lo que los convencionalismos
determinan de los modos aceptados de atracción para fijar vínculos. Amanda se deja
impresionar por todo ese mundo morbo de la televisión y las películas que llenan su
cerebro de experiencia e interpretaciones vivaces del amplio espectro de la banalidad y
la difamación de la condición humana bien vista. Ella se enrosca en los mundos de
sonoridades de tensión y de orgásmicos suspensos de novelas y de el cine negro que le
llega como si la añadidura involucrase la percepción con la incidencia en pasiones
sobrenaturales y fascinación de tipo canibalísticas donde lo precipitado de el oscurecer
es una puerta al vacío de arrojarse entre episodios de vértigo donde la sangre se hiela y
el pensamiento se detiene. Los muertos resucitan como cadáveres y el arrojarse sobre
los fantasmas genera miedo y persecuciones de placer donde las pulsaciones se aceleran
hasta que la taquilla supera la velocidad de los caballos que ven en las mujeres yeguas
para destruir el mito de la consecutiva restitución de la especie en seres vivos y
arremeter con profilácticos y anticonceptivos o pastillas del día después. Hasta el aborto
resulta una desterrada imagen del mundo subterráneo en que los canales de la naturaleza
generan engendros y todo eso adhiere a la imagen sexual de consumirse los dos, ella
Amanda, con Abelardo entre las sábanas del delirio y la espasmódica tarea de avanzar
sobre la vorágine de calcinantes indeterminaciones de lo que puede suceder si no se
sucumbe a la advertencia de lo prohibido. Se pueden tener imágenes de intimidad
cercanas a lo querido y disfrutarlas solo por eso. Desterrar la verdad de lo embelesado y
transitar tesituras ásperas y despertares a lo maligno por el gusto de ver en la maldad un
descanso a la hipocresía. La sangre baña los cuerpos moribundos en escenas de finales
sin tregua donde todo se invierte y las concepciones atraen a los que se vieron alejados
por prejuicios. La esterilidad es un motivo de ironía de preferirse sucios y negros a
blancos y pulcros. Mujeres que se embarran en luchas como si se tratase de cogerse
unas a las otras y hombres que apuestan por la mejor contrincante. Amanda conoció a
Abelardo en un cine club de pélis y él le recomendaba cosas para provocarla. Al cabo de
tres meses se estaban los dos frente a la misma pantalla exacerbando imágenes que les
inducían a hacerse cosas de todo tipo entre sí. A veces la lucha o contienda de
sensualidades y malformaciones del trato cordial herían las barreras de lo tolerable. Las
invocación de formas de percepción alternativas los estimulaban y ambos Amanda y
Abelardo ser veían el uno al otro como espectros de difamaciones de la desafortunada
tregua con la amorfa despertada migración de idas y venidas de lugares ignotos que eran
mas reales en el mundo virtual que en la realidad. Era una traslación a la noche de un
cuarto oscuro donde se elegían para participar de una posible malintención de hacer una
histriónica necesidad de la omnipotencia entre escenas de una crueldad exagerada que
se producían mientras ellos copulaban en palabras y estímulos físicos. Amanda se ve
hipnotizada por las palabras en donde Abelardo le hace ser parte de un sueño suyo y ella
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5. se entrega al amor negro acorde a una indecente mirada sobre lo retrotraído de
experiencias donde las princesas tienen ojos desorbitados y el príncipe se da al beso con
una lengua de reptil y piel de escamas. En el sueño se juran amor y se proclaman
ausentes del mundo conocido. Hay testigos que son animales de formas no ignotas
también que se dejan interpelar por periodistas respecto de la coalición de los frentes de
dos ascendencias de la divergencia social. Amanda es una chica cultivada y Abelardo un
empleado bruto y sin ninguna habilidad que no sea ver películas como empleado en su
negocio y recomendarlas a posibles víctimas como ella de esa lujuriosa idea de descarar
la verdad que se ve tan cerca de lo insoportable. Amanda se pone un beiby doll y abre
las piernas sin ropa interior parafraseando versos de un poeta normando mientras
Abelardo se acerca como vikingo y le inserta el veneno de su desesperado estar furioso
con el mundo pero sin antes olvidarse e ponerse un profiláctico.
-Heme aquí!- susurra Amanda exhalando aromas de mujer en celo
-Te llevaré a ese terreno donde los que te conocen o quieren entre sí- responde Abelardo
-Dame de el néctar de tu más tibia esperanza y desgasta el conducto de la intromisión de
el hombre en la mujer- sentencia Amanda
-Mis dientes se clavarán en tu pubis y la sangre será una verosímil pasión de los
espermas en el saco de compuertas cerradas que expidan mi fuerza pero no te den
fertilidad - arroja delirante Abelardo como frase de final de película.
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Las mujeres son como flores. Las hay de todos los tipos y variedades. La primavera es
el día en que uno se emociona y vive al verlas florecer. Al notar que la naturaleza hace
maravillas en ellas. Que son parte de esa naturaleza en donde la gestación a través de
sus hijos genera una expectante manera de enamorarse como se lo hace de un singular
deleite por las formas, colores y los ojos de tantas chicas que se van dando entre la
multitud y confirman su vocación por ser ese paisaje que nos da paz y un poco de
justicia a nuestra necesidad de no ser menos. Es que cada flor, la que escojamos, es una
verdadera revelación de que se puede no tener la identificación de los responsables de
esa moda que las encasilla en bellas y no agraciadas. Los modos en que cada mujer
lleva una parte de las versatilidades donde son esperadas en una mirada o una sonrisa
traspasados fondos de esa cultura e idoneidad y estatuas mal vivientes que se enfrascan
en contenidos de placeres superfluos que no revelan el corazón de las milenaria
identidad femenina que se acumula en los rincones del alma de cada hombre que se
dedica a ofrecer su virilidad ante tamaña elocuencia de esos sonidos de voces que son
como canciones y melodías que nos dan una versión de las mas pura expresión de lo
inalcanzable pero que se muestra desde lo hondo como una predilección de hacer la
fuente de la cascada de miles de niñas y no tan niñas que se van mostrando cuando el
calorcito se hace sentir y la ropa es lo decoración de los colores de cada flor. El amor es
algo que se funde a altas temperaturas y presiones en los íntimos modos de la atracción.
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6. Los varones saben que se está ante la incipiente proximidad a esa maravillosa tarea del
cortejo y de la invocación de modestos aspectos de la seducción. El culto a la belleza es
ahora propiedad de toda una selección de hormonas que se despiertan como latiendo al
reparto de la graciosa idea de poder llevar una flor en el pecho o los que se pueden
asegurar de no aceptar la maldad de una cultivada idea de lo frío de tiempos de las
cavernas de estalactitas de el hielo de la más cortante muestra de la violencia en la
decantación de especimenes, de mujeres que se pueden jactar de ser seleccionadas por la
maquillada misión de elegirlas entre todas. Amanda se prepara para emerger de un
escenario de cardos y yuyos como la verdad que se hará relucir entre los coleccionistas
de especies exóticas que se destaquen por su detección de lo siniestro en la observación
con prejuicios y entretelones de unas puesta en marcha del aparato de la deificación
femenina. De la oferta y la demanda de la representación de un drama que se expide
como la realidad y solo oculta que es manejado por la interesada verticalidad de irse
yendo las atenciones. El reglamento que se hace moda y consigue que Amanda vocifere
que es la causa de que muchos la estén mirando cuando las otras flores parecen de
última selección o de descarte o retazos de telas que se van limpiando cuando queda lo
mejor. Si es que eso llamado lo mejor es tan bueno como para no ocultar una soberbia y
una manera de legitimizar ascensos y descensos en la intención del predominio y la
repercusión de indicadores de el riesgo de no tener acceso a lo más hermoso de la
especie. Amanda se amanece como la luz y desde los primeros minutos de su nuevo día
se puede dar cuenta de que alguien la puso donde está y tiene que conducirse según ese
estereotipo de la mujer mirada. De estar concentrada en serlo y no en mirar ella a otros.
El oponerse en conformidad con que la actuación de ese personaje que durará todo un
día en el mundo de la proliferación de exhalaciones y algunos actos de demencia de
tipos que con el arma de la compostura en los pasillos de alguna localización de las
cualidades de esa moda que los hace ser a ellos mas elegibles por las bellas se de una
reciprocidad de encuentros funestos y de conformados atajos para ir al grano y relatar
sus pertenencias y méritos y expresar la mayor de las espontáneas formas del habla de
quienes se sienten seguros de llegar a ellas como si se comprarse un producto caro en
una góndola para tipos muy calzados de detecciones de lo preferible entrándose el
cortejo en una película de época donde está la nobleza y el pueblo y los condes prefieren
a las condesas y no a las campesinas. Como un deber de sangre las clases sociales se
estructuran por el poder de la bella raza desfigurado hacia otro tipo de poderes. La
restauración de una epidermis de exhibicionismos que se las talla de proclividad a ser
destacados avisos publicitarios que se difieren entre lo mas sencillo o lo mas cargado
entre lo muy difícil de adquirir. El verse el desfile de las preferidas por el modelo
imperante ante los elegidos por la adecuación a los distantes puntos de concordancia
que aseguran coincidencias en la preconcepción de adoctrinar a la gente en tomar lo que
aquellos no sabrían diferenciar hace fácil el poder saber que algo de lo que sucede es
manejado y utilizado para mantener la venta de muchas cosas que exceden a las mujeres
y que son todos los aditivos de unas vidas preferibles con gustos de excepción y deleites
bien descriptos en catálogos para que nadie tenga que ver lo que no es según la
composición de esa estructura de maléficos artificios de inseguridades que se atemperan
y hurgando las personalidades con la información de lo que se es según cómo se vive y
la historia de cada hilo de lo tejido a lo largo de una vida por bondades de carácter y
especialistas de cada afición a asegurar una vocación por lo mejor. Si no existiera lo
mejor no habría ningún conflicto en la especie y eso es impensable. Es que la cultura se
va sopesando en los puntos de continuidad entre lo que es de cada uno como si se
hiciese del plano de la regulación de ruidos y ensordecedores gritos de los que están
siendo usados para la proliferación de elites de gente que cree que se busca entre sí
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7. porque sí. El recaudo de los bienes de la pirámide emocional y la dócil manera de entrar
en el impenetrable mundo de las determinaciones con epicentros y estallidos y una
fulminante destinada idea de poder llegar a destino. El mapa indica por dónde ir y cómo
hacer para conseguir lo que se le confía a cada uno como premio o trofeo. Las
comparaciones son odiosas pero el culto a la belleza y la inserción de la caballerosidad
respetuosa da un silencio donde se puede ser beneficiario de una condición de confirmar
el requisito y el currículum que asegure que se puede llevar el puesto vacante para ser el
gerente de la susodicha o llegarse hasta las oficinas de promociones para contestar
cuestionarios de lo que se detalla. Las asociaciones con las bellas serán tanto más lícitas
como que se unen las dos puntas y se tocan los extremos de la codicia. Amanda está
vestida para matar. No porque tenga escote o una mini sino porque ya sus rasgos
estaban expresando en gestos elocuentes quién es quién. El culto a las bellas no se hace
responsable del fin feliz de los devotos a esa demostración de verdad. Cada cual se va
entonando a lo largo de una vida con enfoques de costos que dirán que eso ocurrió hace
tantos años en que se afianzaron las modalidades para la inclusión de un modelo de alta
gama de una piel expuesta a ser notada por lo que la ven con un dueño de la talla
asegurando contrato de riesgo con contrastes legales. La proliferación de hijos hará esa
de etnia exitosa una identidad y un dictamen de la sentencia de lo que es mejor para
ambos. Las flores que se vayan confirmando como admiradas por cada cosquilleo
tendrán mujeres que las secundarán como damas de compañías y le arrebatarán a cada
propietario el derecho de tenerla ellos únicamente. Las adoratrices se juntaran con sus
amas y destacaran los efectos de lo que en otras mujeres produce el ser las menos
miradas y en las que lo son el ser festejadas por estas en un lazo que va de la amistad y
de cierto interés de conseguir cosas o favores a desbarrancados hechos carnales de
uniones entre flores que se besaran en las noches. La unicidad y la ruptura de el pacto
dará el descanso y el tiempo para estar fuera de el status y descarnarse sus modos más
primitivos de pieles cultivadas y curtidas por el amor entre mujeres. Abelardo creía que
Amanda estaba en una reunión de amigas. Es que más exactamente estar con unas
amigas en parte es una producción de efectos sensoriales y sensuales
-Te quiero mi amor- dice Rosa a Amanda
-Tocame entre las piernas!- exhala Amanda mientras el cubrecama destapa su vello
púbico y Rosa le lame todo el cuerpo hasta llegar a él
Amanda siente cierto desagrado al principio de hacer con Rosa lo que Rosa le hace.
Pero sus instintos excitados se abalanzan sobre los pechos de Rosa y se siente tan
común como cualquier flor que está siendo regada e iluminada por ese sol que le da la
mujer a su lado. Rosa la trata con delicadeza. Abelardo suele ser muy torpe en cambio.
Entre las manos de Rosa Amanda se nota como la seda de su piel y se hace más
encantadoramente femenina ante la dormida parte de su yo que se revela al hombre que
todos los días la elige a ella y no a Rosa.
……………………………..
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8. Hay una belleza que está sacada de contexto. Es la que nos emana la ¨ gente linda ¨ o
alguien que nos lo represente en otra estética que es la personalidad o la madurez o la
capacidad o interés y experiencia en algunas cosas. Es el fundamento del crecimiento y
la repercusión de lo que nos ayuda su presencia. Todo embellece al que nos puede
resultar favorable o útil. Y eso lo vuelve amable. Se van enterando de los problemas y
verdades y también nosotros de los suyos y es una percepción recíproca amparada en
ese primer paso de admiración a los otros y nos genera confianza y estar en buenas
manos. En las estrecha convergencia donde las vidas, el presente y el pasado tienen algo
en común o compensatorio. Una ventaja que esa persona tiene para nosotros que exalta
lo estético de su género ya sea lo femenino o lo masculino. El regreso al fundamento de
la necesidad de otros y no solo del aprovechar las ventajas de los aspectos cutáneos y de
los placeres sin igual. El reto de una advertencia que nos da la vida de que podemos
seguir siendo mucho más a partir de ese otro o relajar algunas cosas compartidas o
relativas al poder estar apoyados en alguien o por alguien. La vivacidad de una mirada
cómplice que hace de los ojos y la expresión algo mágico e insuperable y un paradigma
de belleza. La subjetividad llevada al mayor de los pertenecientes de una relación
vinculada con la repercusión de una persona en otra. El valor de una implicancia de
vidas concordantes y de pasados o presentes que llevan a conocer a alguien que resulta
así especial. El escéptico modo de la hegemonía de la moda comparativamente con la
urgencia de ser amados los destinos entre dos para poder sobrevivir y reforzar la
identidad de una visión de cosas conjuntas y normalizando los aspectos mas difíciles de
tener en el cielo de lo que nunca nos va a ver igual al otro. Esa cercanía próxima con la
mínima sustancias de varias diferencias. El ejercicio de el control ante aspectos de lo
pragmático y de la veracidad de proyectos propios solo ejercitables en el limbo de una
mayor incluida idea de un ser humano y no de el uso de un cuerpo estético u erótico
desde lo material o visible. La reflexión de la causa del enlace de conceptos para
dispersarse en mundos que se comparten fuera de la cama y hasta del hogar. El respeto
de una idea colectiva donde la gente se trata y se empieza a fijar mas de lo que se hace a
través de este vínculo que da continuidad a la generación de efectos en lo amplio del
estigma de los íres y veníres de todo lo que se hace. A veces nos denotamos con estas
cuestiones que nos ven jugando a vivir de a dos y otras de enfocarnos con la infinita
sensualidad de los cuerpos con la juventud de un partenaire que se ata próxima a darnos
vida y que tenga el humor y la refrescante tarea de conmovernos permanente y
plenamente. Que no quieren volver a tener esas congenias picardías y ese cuerpo que
tuvo y a estar convencidos de que todavía se puede y se lo merece si se busca a esa otra
persona más adecuada. O sino hacer como que se puede evidenciar en cada extremo
algún término medio o recrear los efectos de la energía cósmica de lo erótico y de la
forma en que las mujeres se calientan con tipos bien parados o destacados. Casi como si
eso les hiciera independientes al punto de no fabricar la primer relación de complicidad
y regirlo todo o continuar la labor de el cansancio refugiándose en sábanas jóvenes y
vitales. El hemisferio de la verdad que se viste de un copiloto para probar de conquistar
o de una dama de compañía que no tiene edad para ser dama sino mina. La mina. Ese
estirado registro de la verdad que nos hace de ver los placebos de la otra felicidad como
intolerables y resurgir de entre la nada al costado de una mina. La mina que se ocupa de
con inteligencia saber lo que necesitamos para suplir la experiencia de ¨ la otra ¨.
Amanda puede viajar con la juventud de Abelardo pero Claudio lo hace todo tan fácil
que levita tener que empezar de cero. En el mundo moderno empezar desde cero es no
tener ni casa ni auto ni nada a los 25 años y además no poder darse ningún gusto.
Claudio le puede dar caballerosidad y ella ser su reina o princesa. Esa a la que él le
facilitará todo y la malcriará para poder tener el sueño de un otoño donde ya todo iba
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9. hacia el frío de un invierno. Y esperar la primavera gateándolo. La migratoria manera de
salir de lo conforme a la regla de matarse trabajando para ser linda pero pobre. La mina
lo entiende. Y se lo banca aunque le digan gato. Amanda se ve como la mina que
Claudio formó en su ego de ser elegida y confirmada como la novedad en una vida
monótona y caída de vejez. Con los años que pasaban en vano y la rapidez en el
ejercicio de el ir dejando todo. La desdicha de una monstruosidad es lo que nos hace
pelear junto a cómplices por estúpidas ideas de alcanzar algo más y eso no es más que
un reto de no poder conseguir lo que el deseo llama en la mina. Sin embargo la mina se
juega poco cuando se trata de enchufarse al modo del que esa experiencia de él y su
madurez le hagan sombra. La mina que se despliega como una muestra de una posesión
o una pertenencia para lucir. Sin ella él no es el que dice ser. Algo de lo que la mina le
provoca le hace ser más eterno. Como un futuro infinito aunque indefinido. La cómplice
era bella. Era otro tipo de belleza y seguramente extrañará saber que alguien se lleva
con él de igual a igual y no lo ve como un maestro al que se le ocurren ideas brillantes
para relucirse en el brillo de los ojos de una mina. Claudio tiene a Estela en su historia.
Algo hecho juntos y de a dos. Algo muy extenso y digno de contarse pero de vivirlo.
Una respuesta que funcionaba y que les daba distintos resultados incluyendo el amarse.
El deseo aparecía de a ratos para alimentar el fuego. Estela era la imagen de una mujer
más que entrenada para la vida. Esa lucha en la que se trata de no caer y se sujetaban
ambos. Pero Estela tuvo un día que despedirse del mundo. Se fue cuando él no la
lloraba. Porque mientras Estela convalecía la mina ya estaba ahí como para irla sacando
del medio. Amanda ya estaba en la vida de Claudio. La fatalidad fue causa y
consecuencia de todo. El regirse lo que se va delineando como pequeños gestos en
donde uno mata al otro. Porque Claudio fue quizá el que le quitó la esperanza a Estela.
Le quitó el convencerse de que ella podía. La sacó de el mapa de su inminente intento
de salvarse él a través de Amanda.
-Mi pichoncita! Cómo le va mi vida!- le dice a ¨ su bebé ¨ que sostiene en brazos como
si fuera en verdad algo mas pequeño y frágil que una mujer o una mina
-Papúcho! vos sí que me gustás! dice Amanda.
Ambos estuvieron en un viaje donde la consecuencia de la ida de Estela se fue
olvidando acaso como la inexistencia de un paradigma de lo que nunca hubiese
sucedido. En menos de un año Amanda y Claudio ya se tenían como desde siempre y
Abelardo conseguía afianzar su inseguridad con un laburito que no le alcanzaba para
pagar el alquiler y se entregaba al alcohol y las drogas. Solo hubo un minuto de tiempo
sin embargo entre la ida de su vida de Amanda y el regreso con su ex. Romina era una
belleza aun y se ocupó de recordarle de haberle ella prevenido que Amanda era un gato.
Que tarde o temprano la tentarían otras cosas. Lo veía en su chapa y en el modo de
alabar y preferir ciertas valoraciones a otras. Lejos de negarlo Amanda disfrutaba que
Claudio le dijera mi felina. Es que ella era eso. Se deslizaba como la que sabe en el
estado de intensidad en la captura de todo lo que Claudio le acercaba. Eso distante que
ninguna lucha le daría salvo vientos extraños e impensados. El mundo era el consumo y
entre ella y Claudio todo era generar cómo usar una resguardada fórmula del apartheid
de lo viejo ya aburrido. El chiquillo de Claudio era irreconocible. Se vestía mejor y más
canchero. Era un tipo de perfil de hombre con cultura y mucho más seductor al pensar
que ¨ ¡ese Abelardo! ¨, dueño de cataclismos entre las película del miedo a la vida con
decoraciones de espectros y fantasías tremebundas para copular y hacer de eso una
misteriosa relación con lo mayor estratégico de una fórmula sin avatares.
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10. -No seas boludo Abelito! Esa mina no te merece! Dejá de pensar en lo que te hizo!
y
-No seas idiota Claudio! no pienses mas en Estela …...es tu ex mujer, viva o muerta!
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Hay otra belleza a la que se le rinde culto entre los hombres. Es las de aproximarse a
mujeres de baja talla que trabajan de empleadas domésticas o camareras, etc. Son una
intensa vocación de amedrentar los fantasmas del intelecto. De no querer sobresalir por
la estirpe de lo que se tiene al lado y sin embargo ver en esa sensualidad latina una idea
de inocencia recíproca que converge a estar más refugiados en un territorio menos hostil
que de la competencia entre géneros. Porque hoy la mujer instruida es independiente
pero tampoco sabe como hacer valer su cultivada inteligencia o capacidad laboral
potencial parecida a la del hombre. Este hombre que quiere volver a las fuentes y reírse
y deleitarse en lo sencillo de esa naturaleza femenina de flores que en lugar de tener el
ceño fruncido tienen aires de inocencia de cautividad de el enigma de gustar y gustarse.
Es la inclusión de un especie de moderador de la fórmula de el disparador de presión de
la mujer cultivada o con universidad respecto del hombre que se guarece en querer jugar
al tema de ser mirado sin competir. Esa belleza que pondera cada rasgo no europeo de
estas doncellas que tienen aun la validez de demostrar afecto atendiendo con dulzura los
pormenores de este sacrificio de vivir. Es el soltar de la enigmática proliferación de
diosas que se muestran medio en bolas y que se ven a la noche para que las reconozcan
como tales mientras nuestras doncellas de perfil bajo se introducen en nuestra alma y
nos encuentran en el descanso y el respiro de volver a ver y sentir los rasgos de esa
mujer de la que nos consume la piel.
Silvia era ejecutiva de una empresa. Los tipos no le tenían miedo pero todos iban al
mismo nivel y nadie se ruborizaba. Estaba convertida la verdad inequívoca del modo
fálico en que ella, Silvia, buscaba encontrar amigos casi como si ella fuera un hombre
más y hacer los mismos chistes de doble sentido que se hacen los varones son reglas de
mujeres. Como rompiendo con el ejercicio de gustarse o de calentarse ante la presencia
de la mujer que desnuda en su soledad en su casa volvía a sentir como mujer y no tenia
virtualidad mayor que la que se encontraba al vestirse para ir al trabajo.
Carina en cambio recibía propinas al atender con la esperanza de ser mirada su belleza y
que le hagan una ofrenda a sus hermosos ojos y sus curvas y maneras de ser mina
descalza como lo hacen las mujeres sin pudor. Como lo consiguen deformar las que la
acusan de que lleva a sus maridos y novios que a Carina le guiñan el ojo. Y ella sabe
que es así y que gana el verse como lo que ellos quieren y lo que a ella también le gusta
sentir de sus básicos modos de amar y ser gustada. Las personas embellecen cuando se
quieren e sí mismas. Cuando cuidan lo que hacen. Cuando defienden lo suyo y no les da
lo mismo que les hagan mal. Cuando piensan en lo que quieren y lo protegen. La
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11. persona que está bien y que puede saber que lo suyo es lindo y le importa tiene mejor
relación con todos y se hace bella. Carina tiene ese mismo desenlace. Es más
encantadora cuando se da cuenta de que tiene que usar lo suyo para crecer. Y los que se
ven bien y se pueden consolidar con los demás en ello también buscan a ese estilo. La
mujer que ama lo que hace busca alguien que le haga sentir lo mismo. Las personas son
idénticas en este poder rodearse de lo que exalta cada esfuerzo y cada cosa que se hace
en pos de verse mejor.
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