El documento habla sobre un ramo de flores marchitas que el autor observó una mañana y cómo esto le recordó un poema de George Herbert titulado "La Vida". En el poema, Herbert describe cómo las flores de un ramo que recogió se marchitaron rápidamente, lo que le hizo reflexionar sobre la fugacidad de la vida. El autor encuentra sabiduría en cómo, aunque nuestro tiempo en la tierra es breve, podemos pasarlo de manera dulce y dejar un aroma agradable en los demás como fragancia de Cristo.
1. Ramilletes Una mañana estaba mirando un ramo de flores en un jarrón sobre un viejo banco de carpintero frente a nuestra "ventana del mundo". Me di cuenta que el ramo estaba pasado; sus hojas se habían marchitado y las flores estaban cayéndose. Esa misma mañana también leí al poeta George Herbert y por "accidente" me crucé con su poema titulado "Life" ("La Vida"). En él, este autor habla acerca de un "ramillete" que había cogido para poder oler la fragancia. Pero, como él lo pone, "El tiempo dejó su huella en las flores, y para mediodía, con la mayor de las astucias, éstas se habían escabullido y se marchitaron en mi mano“. Lectura: 2 Corintios 2:14-17 Porque para Dios somos grato olor de Cristo — 2 Corintios 2: 15
2. Adiós, queridas flores, vuestro tiempo con dulzura pasó, Aptas para dar aroma y belleza mientras vuestra vida transcurrió, Y para remedios una vez que ésta terminó. Sigo sin desvíos, sin quejas o dolor Ya que, si buena es mi fragancia, poco importa, Si como la vuestra, esta es igual de corta. La pérdida de sus flores hicieron que al principio él viera "la suave amonestación del tiempo". Herbert escribió que "[hizo] que mi mente oliera el día de mi fatalidad; aunque endulzando la sospecha". Aun cuando las flores marchitas le recordaron su propia muerte, él encontró en la metáfora algo que endulzó la idea. El autor concluyó: ¡Cuánta sabiduría en este poema! Aunque corto, nuestro tiempo puede pasar "con dulzura" -una dulce fragancia de Cristo para los demás (2 Corintios 2:14-16). ¿No debe ser ésta nuestra oración cada día al levantarnos?
3. Una vida piadosa es una fragancia que atrae a los demás a Cristo.
4. Lectura Bíblica: 2 Corintios 2 Triunfantes en Cristo 14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. Reina Valera Revisada (1960) . 1998 (electronic ed.) . Sociedades Biblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir . 2.14ss En medio de la discusión de su viaje imprevisto a Macedonia, Pablo agradeció a Dios por su ministerio, su relación con los creyentes en Corinto y la manera en que Dios lo usó para ayudar a otros dondequiera que fue ( 2.14–7.4 ). En el 7.5 , Pablo resume la historia de su viaje a Macedonia. 2.14-16 En una procesión victoriosa en Roma, el general podía mostrar sus tesoros y cautivos en medio de una nube de incienso que se quemaba a sus dioses. Para los triunfadores, el olor era agradable, para las personas cautivas, tenía hedor a esclavitud y muerte. Cuando los cristianos predican el evangelio, esto es buenas nuevas para unos y repulsión para otros. Los creyentes reconocen la fragancia de vida de su mensaje. Pero para los incrédulos tiene olor fétido, como a cadáver, el mismo olor que emana de ellos. 2.16 , 17 Pablo pregunta: «¿Quién es suficiente» para la tarea de presentar a Cristo? Nuestra suficiencia siempre proviene de Dios ( 1 Corintios 15.10 , 2 Corintios 3.5 ). Él nos comisionó y envió (véase Mateo 28.18–20 ). Nos ha dado el Espíritu Santo para hablar con el poder de Cristo. Mantiene sus ojos sobre nosotros, protegiéndonos mientras trabajamos para Él. Por lo tanto, si reconocemos que Dios nos hace competentes y útiles, podemos vencer nuestros sentimientos e insuficiencias. Servirle a Él, sin embargo, requiere que tengamos en mente lo que Él puede hacer por medio nuestro, no lo que no podemos hacer por nosotros mismos. 2.17 Algunos predicadores en los días de Pablo eran «revendedores ambulantes» que predicaban sin entender el mensaje de Dios o sin importarles lo que pudiera sucederles a sus oyentes. No les interesaba expandir el Reino de Dios, sino el dinero. Hoy también existen revendedores religiosos a quienes les interesa sólo el dinero y no la verdad. Aquellos que realmente hablan en nombre de Dios deben caracterizarse por su integridad y no deberían predicar nunca por motivos egoístas ( 1 Timoteo 6.5–10 ).