No me considero escritora, pero desde niña siento un amor inmenso hacia las palabras. Las sufro y las disfruto todos los días.
Con este cuento fui ganadora del concurso de cuento RCN-Ministerio de Educación Nacional en 2010. Espero lo disfruten.
1. Ahora sí dan ganas
No encuentro a mi gato. Hasta hace un par de horas me seguía sigiloso a la
habitación. Le miraba las manchas blancas y negras, los ojos verdosos, las orejas
puntiagudas, los bigotes mansos. Me parece que hace un rato lo vi escondiéndose
en la matera, pero ahora no lo encuentro. A lo mejor se lo llevó Fanny, Fanny que
siempre está dejándome solo y siempre le ha tenido envidia al gato.
Le digo que es raro que no esté, a esta hora viene y ronronea para jugar conmigo,
¿dónde estará? Nunca sale mi gato. Yo lo acostumbré casero. ¿Qué necesidad
tenía Fanny de llevarse al gato? No me importa si ella no está más, me importa
que mi gato no esté, que no lo encuentre. ¿Qué le habrá hecho pensar a Fanny
que el gato era suyo? Es verdad que se lo di de cumpleaños pero el gato siempre
me prefirió a mí. Ella se desentendió…se llevaba mejor con los perros que con los
gatos. Le aseguro que nunca lo quiso tanto como yo. Ese gato me pertenece.
Dígame si no es cruel Fanny, que me deja y se lleva mi gato. Me quiere
enloquecer. Pero no crea que soy de los que pierden los cabales tan fácilmente.
Creo que esperaré otro rato. A lo mejor Fanny recapacita y… pero, ¿y si Fanny no
se lo llevó? A lo mejor vino por sus cosas y la descuidada dejó la puerta abierta, el
gato la siguió, ella ni se enteró y ahora el pobre deambula perdido en la noche.
Estará buscándome. Tengo que salir… ya sé que es tarde pero si a usted se le
perdiera el gato haría lo mismo, ¿no?
2. La estación del tren está llena de gatos golfos y bohemios pero ninguno es como
mi gato. Yo le conozco bien la silueta, la manera de estar y caminar. Ninguno se le
parece. Si mi gato estuviera entre la veintena de gatos que en este momento
persigue un ratón para llenar la panza, ya lo habría reconocido. Pero no está.
Ahora que lo pienso Fanny es como un gato, no como el mío, claro está. El mío es
decente y sensible, pero los otros gatos, los que son como Fanny, son altivos y se
regodean con el sufrimiento de su presa. Yo le digo sinceramente que nunca voy a
entender esa espantosa manía que tienen los gatos de jugar con la presa antes de
destrozarla.
Y no exagero si le digo que Fanny tenía aquella manía de gato, la diferencia entre
el ratón y yo, es que el infeliz roedor que cae en las garras del minino, sabe desde
el principio que el gato está jugando con él y que cuando se aburra de jugar va a
acabar con él; yo en cambio nada supe sino hasta ahora que llego a la casa y no
están ni Fanny ni el gato.
¿Sabe qué es lo que pasa? Que los gatos son más sinceros, no se van con
sutilezas, ni engaños, pero Fanny sí, llegaba me ronroneaba y yo la acariciaba, la
mimaba, le daba leche, la llevaba al cine, le compraba el helado con dos bolas de
chocolate que tanto le gustaba y ella me lo agradecía con cariño; se trepaba sobre
mí, me besaba, me decía que era el más bueno de todos y se quedaba dormida
sin más como una niña cansada.
3. Dígame, cómo iba a sospechar yo que estaba jugando conmigo, es verdad que en
los últimos meses gastaba más de lo que la cordura dictaría, que se enojaba si no
podía llevarla al spa todo los domingos, que recibía llamadas misteriosas a la
medianoche y se escabullía con sigilo para regresar a la mañana siguiente y
meterse entre las cobijas con el mismo sigilo con el que había salido, pero ya le he
dicho a usted que Fanny tenía cosas de gato. Por lo demás, era una mujer
amorosa. De no ser por aquellas repentinas extravagancias, habría sido la esposa
perfecta.
La verdad no me imaginé que iba a pararse frente a mí con sus ojos verdes y sus
deliciosas piernas blancas para decirme que yo era el calvo más sonso del mundo
y un culichupado al que no quería ver jamás en la vida.
Si ahora usted me ve caminando por la vía férrea, no es por despecho, sino
porque la noche está como para vagar como el gato que no encuentro. No quiero
regresar a casa sin él, ¿para qué? Fanny no me espera. Me voy a recostar un
momento, no es el mejor lugar para hacerlo, los rieles están fríos y herrumbrosos,
pero el tren viene muy lejos, apenas si veo parpadear su luz, escucho el rechinar
de las ruedas sobre la vía, me recuerda al sonido que hacen los carniceros
cuando afilan sus cuchillos, pero más intenso, ¿no es sorprendente lo rápido que
avanza el tren?, quizás más rápido de lo que pensé, suena la bocina, seguro el
maquinista ya me divisa, creo que no tendré tiempo de levantarme, a lo mejor si
usted me ayuda.... Le aseguro que no me di cuenta hasta ahora ¿No escucha un
ronroneo? Ahora me convenzo de que siempre me siguió. Siento sus patas finas
4. sobre mí, sus bigotes mansos ¿Le ve los ojos tan bonitos? Es mi gato. Ahora sí
dan ganas de volver a casa.