INTERNET Y CONTROL SOCIAL. ENTRE RIZOMA Y GRAN HERMANO
Comentario el burlador de sevilla (9,5)
1. El burlador de Sevilla
El burlador de Sevilla es una obra de teatro que por primera vez recoge el mito
de Don Juan Tenorio, sin duda, el personaje más universal del teatro español.
De autoría discutida, se atribuye tradicionalmente a Tirso de Molina y se
conserva en una publicación de 1630, aunque tiene como precedente la
versión conocida como Tan largo me lo fiáis representada en Córdoba en 1617
por la compañía de Jerónimo Sánchez.
Alfredo Rodríguez López-Vázquez señala al dramaturgo Andrés Claramonte
como autor de la obra en función de pruebas de carácter métrico, estilístico e
histórico.
Esta obra teatral de Tirso de Molina posee una importancia crucial en la historia
del teatro barroco y de todos los tiempos, entre otras cosas, por su profunda
influencia en todo el arte posterior. Su gran importancia radica en la creación
del impresionante mito humano y literario de Don Juan. Este personaje con
categoría mítica ha sido el más veces imitado y copiado, dentro no solo de las
letras, sino también de las demás artes.
Respecto a mis consideraciones personales sobre la obra, me centraré
principalmente sobre la figura de Don Juan, eje central del drama.
Para empezar cabría señalar el carácter disperso de la trama, una sucesión de
cuadros impresionistas, escenas múltiples, lugares diferentes, gentes diversas,
etc. Esta dispersión puede parecer caótica, pero la presencia de la figura
central de El Burlador mantiene una unidad que de otro modo sería imposible.
Pero el aspecto más destacable de la obra es la figura, el carácter y
personalidad del personaje más excepcional del drama y de todo el teatro
español: Don Juan Tenorio. El Don Juan de Tirso es un joven aristócrata español,
viajero, despreocupado, valiente, vividor, con un punto de locura; y fuera de lo
tocante a las mujeres fiel y caballero (salva de ahogarse a su criado Catalinón,
cumple su promesa de ir a cena con el fantasma de Don Gonzalo de Ulloa,
etc.). Con respecto al sexo femenino su “hobbie” favorito es burlar a las
damas, y sobre todo dejarlas sin honor. Para ello utiliza todas las armas a su
disposición, entre ellas valerse de su alta posición social y sus contactos con el
poder (su padre, Don Diego, es el valido del rey de Castilla; su tío, D. Pedro, es
el embajador español en Nápoles) para salir impune de sus fechorías. Durante
el transcurso de la obra perpetra tres burlas exitosas (Isabela en Nápoles,
Tisbea en Tarragona y Aminta en Dos Hermanas) y una frustrada (Doña Ana de
Ulloa). Todo el daño causado como consecuencia de sus actos será pagado al
final de la obra con la muerte. Será Don Gonzalo de Ulloa (padre de Doña Ana y
muerto a manos del propio D. Juan) quien ejerza de brazo ejecutor (nunca
mejor dicho) de la justicia divina, llevándose consigo a Don Juan a los infiernos.
Tras este análisis pormenorizado de Don Juan, podríamos distinguir en el
personaje un doble aspecto: por un lado, su fama de seductor, minimizada en
la obra de Tirso, ya que solamente Tisbea se enamora de Don Juan, mientras
que las demás víctimas han caído en brazos del seductor mediante engaños y
triquiñuelas (también utilizadas con Tisbea) pero sin mediar el amor. Sin
embargo este aspecto de seductor es el que ha prevalecido a través de los
siglos. El Don Juan-seductor es protagonista de múltiples obras de artistas
2. como Zorrilla, Corneille, Molière, Rosimind, Goldoni, Puschkin, Dumas,
Merimée, … . Su importancia puede ser comparada en la literatura con Don
Quijote, Hamlet y Fausto. Pero estos artistas han olvidado la otra cara de Don
Juan, lo han despojado de su elemento esencial, sobre el que gira la obra de
Tirso. Este es el aspecto teológico, la grave lección moral derivada de un
prototipo complicado con la ideología. Don Juan no se conforma con su límite
de condición humana, los convencionalismos sociales, ni con las leyes
familiares y divinas. Se forja su propia moral, cree en Dios, sabe que puede
salvarse o perderse, y elige la perdición (la muerte) para dar una terrible
prueba de que puede ser verdaderamente libre. Esta fe ciega o libertinaje le
lleva a la muerte irremisible a manos de un alma en pena, Don Gonzalo Ulloa
Finalmente, y para concluir este juicio crítico-analítico sobre la obra cumbre de
Tirso de Molina, me gustaría destacar su calidad literaria, su grandeza y
universalidad, su interés humano, su intensidad dramática … En definitiva, me
parece una obra magnífica pero sería mucho más amena representada.
3. Comentario de un fragmento de El burlador de Sevilla
JUAN: Ya he cenado, haz que levanten
la mesa.
GONZALO: Dame esa mano.
No temas, la mano dame.
JUAN: ¿Eso dices? ¿Yo temor?
¡Que me abraso! No me abrases
con tu fuego.
GONZALO: Éste es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas
a manos de un muerto pagues,
y, si pagas de esta suerte
las doncellas que burlaste,
ésta es justicia de Dios.
Quien tal hace, que tal pague.
JUAN: ¡Que me abraso, no me aprietes!
Con la daga he de matarte,
mas, ¡ay, que me canso en vano
de tirar golpes al aire!
A tu hija no ofendí,
que vio mis engaños antes.
GONZALO: No importa, que ya pusiste
tu intento.
JUAN: Deja que llame
quien me confiese y absuelva.
GONZALO: No hay lugar, ya acuerdas tarde.
JUAN: ¡Que me quemo! ¡Que me abraso!
Muerto soy.
Cae muerto don JUAN
El fragmento que voy a comentar pertenece a la jornada tercera. Don Juan se
acuerda que antes de acudir a su casamiento con Arminta, tenía prevista la
cena con el muerto Don Gonzalo. Acuden a la iglesia donde se habían citado.
Entran rodeados de una inmensa oscuridad. Sale entonces Don Gonzalo. El
muerto los invita a cenar.
Al acabar la cena, Don Juan demuestra su deseo de irse de ése lugar:
Se podría interpretar que, a pesar de ser un hombre osado y intrépido, tiene
miedo; o que quiere ser asiduo a la cita de matrimonio.
Entonces Don Gonzalo pide a Don Juan que le dé la mano sin temor, pero más
bien fue un desafío a su impavidez y atrevimiento. Don Juan le da la mano y
cuando se la entrega sentió que se abrasaba. Don Gonzalo se justificó diciendo
“quien tal hace , que tal pague”, que ésa era la justicia de Dios:
En el Antiguo Testamento de la Biblia nos muestra que todo iba regido por la
ley, severa y sin comtemplamiento. Todo era “ojo por ojo, diente por diente”. El
muerto sigue la justicia de ese tiempo.
Don Juan intenta defenderse con su daga, pero no lo consigue. El desdichado
protagonista intenta justificar la deshonra que hizo a la hija del muerto
4. diciendo que ella ya sabía que la estaba engañando. Pero al ver que no le sirve
de nada, suplica que lo deje llamar a alguien que justifique sus faltas, que lo
excuse, y esto tampoco lo absuelve de la muerte. Don Gonzalo le dice que es
demasiado tarde.
El galán, finalmente, cae muerto, hundiéndose junto con Don Gonzalo en la
tumba.
Wendy Guerrero