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Capítulo Criminológico Vol. 34, Nº 2, Abril-Junio 2006, 215 - 237
ISSN: 0798-9598
El DELITO: ¿PRODUCTO DE LA
SOCIALIZACIÓN?
Jessica C. Feria H.*
Jacqueline Guillén de Romer**
Josefina Rodríguez***
* Lic. en Trabajo Social. T.S.U., en Readaptación Social. Asistente de Investigación del Instituto de
Estudios Políticos y Derecho Público. Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas L.U.Z., cursante de la
Maestría en Cs. Penales y Criminológicas. Universidad del Zulia. Personal Profesional de Trabajo
Social de la Alcaldía de Maracaibo- Desarrollo Social. E-mail:feriaje@hotmail.com
** Lic. en Trabajo Social. MgSc. Intervención Social. Abogada. Personal Administrativo Profesional,
Investigador del Centro de Investigación de Trabajo Social-Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas.
Universidad del Zulia. E-mail:jacquelgr@cantv.net.
*** Profesora Titular de L.U.Z., Lic. en Trabajo Social. MgSc. Sociología de Desarrollo. Esp. Sociolo-
gía y Realidad Latinoamericana. Abogada. Dra. en Derecho. Directora Escuela de Trabajo Social.
Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas. Universidad del Zulia. E-mail:jrodriguez@edu.ve
RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo exponer la influencia
que tiene el proceso de socialización en la conducta del hombre,
que en muchas ocasiones genera una desviación sumergida en el
espacio delictivo. La socialización se da cuando la persona
aprende e interioriza a lo largo de su vida, los elementos socio-
culturales de su medio ambiente. Esta integración de elementos,
apenas le advierte al hombre el peso del control social de los im-
perativos y exigencias que le pone la sociedad. La Familia, la
cultura y el entorno son componentes relevantes para el hombre
desde que nace, donde crece, se desenvuelve y donde tiene sus
primeras experiencias y aprendizajes. No existe una teoría abso-
luta, ni afirmaciones definitivas responsables en la incidencia
delictiva que haga manifestar una conducta desviada en el suje-
to, como para catalogarlo como un “delincuente”; pero antes de
dar un juicio valorativo se debe comprender el contexto social
en el que se encuentra inmersa la familia venezolana.
Palabras clave: Socialización, delito, familia, cultura, interacción.
El delito: ¿Producto de la socialización? 217
Recibido: 26-04-2006 • Aceptado: 09-06-2006
CRIME : “ A PRODUCT OF SOCIALIZATION?”
ABSTRACT
The objective of this article is to expose the influence that the
socialization process has on human conduct, which on many
occasions can generate a deviation submerged in the criminal
space. Socialization occurs when a person learns and
internalizes throughout his life the social-cultural elements of his
environment. This integration of elements warns a man of the
weight of imperative social control that society places upon him.
Family, culture, and the environment make up the relevant
aspects for a man from birth: where he grows up, where he lives,
and where he has his first experiences and social learning. There
is no absolute theory, no definitive affimations which are
responsible for a delictive tendency that manifests a deviant
conduct in an individual, in order to catalogue him as a
delinquent, but before making a valorative judgement, the social
context in which the Venezuelan family is immersed should be
understood.
Key words: Socialization, crime, family, culture, interaction.
INTRODUCCION
La cultura y la sociedad se encuentran en cada persona, y cada perso-
na está integrada en la organización social. Pero se debe conocer por qué y
cómo se conjugan e interpreta lo individual y lo sociocultural, por medio de
qué mecanismos y bajo la influencia de qué agentes y de qué ambientes la
personalidad individual interioriza la cultura de una sociedad, y en qué me-
dida esos mecanismos y esos agentes son eficaces para favorecer la confor-
midad o la uniformación de las conductas de una misma persona y de los
miembros de una colectividad. Todo profesional en el área social antes de
dar un diagnóstico certero y para poder aplicar algún tipo de intervención
debe tener conocimiento previo del proceso de socialización de un indivi-
duo antes de ser catalogado socialmente como un “delincuente”. Esta expli-
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
218 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
cación conlleva a tener como objetivo central determinar si el delito es pro-
ducto de la socialización en el individuo, tomando en cuenta el factor am-
biental frente al mundo que lo rodea. En este sentido, para lograr compren-
der ese impacto se debe primero: analizar las teorías que fundamentan el
papel de la socialización en el hombre como un todo en la sociedad, segun-
do, considerar los factores que proporcionan elementos significativos en el
sujeto en su proceso de socialización, y tercero, determinar la influencia cri-
minológica de los agentes socializadores de manera particular. Bajo estas
consideraciones ésta investigación analiza diversos aspectos: primeramente
referido al marco teórico donde se expone a la socialización como proceso
natural en el hombre desde su nacimiento, en donde se inmiscuye la socio-
logía y la psicología social tomando en cuenta a autores como Freud, Mead,
Piaget y Cooley aportando diferentes puntos de vista y teorías que conjun-
tamente complementan y proporcionan la comprensión de dicho proceso
como lo es la socialización; y un segundo momento relacionado a la in-
fluencia criminológica de cada uno de los agentes socializadores sobre la
conducta del individuo. Ahora bien, la metodología comprende el análisis
teórico de fuentes primarias y secundarias. La observación documental se
circunscribe en la sociología como la que estudia metódicamente a las so-
ciedades humanas y el comportamiento humano en situaciones sociales, así
como tomando en cuenta a la psicología social que provee ponderar la mira-
da hacia diversos campos y contextos de aplicación del conocimiento recu-
rriendo al método sistemático o técnica de interpretación según la cual las
teorías sociológicas y psicológicas son analizadas en función de una totali-
dad conformada por el hombre y la sociedad que lo rodea, y que tiene como
eje principal el impacto que causa formando un patrón de conducta en el su-
jeto, quien comete un delito y que luego es catalogado por la sociedad
como conducta “normal” o conducta delictiva.
1. LA SOCIALIZACIÓN
Cuando un individuo interacciona con el mundo que lo rodea se da un
proceso por el cual los nuevos miembros de una sociedad se familiarizan con
los elementos fundamentales de su cultura, significa los medios con los que
llegamos a ser miembros de una sociedad humana (Light, Keller y Calhoun;
El delito: ¿Producto de la socialización? 219
1991). Durante la acción socializadora se da una internalización de valores,
principios y una serie de aprendizajes que son inevitables en los primeros
años de vida, y que éstas se van a ir reforzando a medida que van transcu-
rriendo los años. Por lo tanto, la internalización, según éste ultimo autor, es el
proceso en el que los individuos vienen a incorporar los estándares, las actitu-
des y las creencias de la sociedad dentro de sus personalidades.
Ahora bien, se hace referencia en que la socialización “es el proceso
por cuyo medio la persona humana aprende e interioriza, en el transcurso
de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente, los integra
a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de
agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo
seno debe vivir”. Idem. Por tanto, la relación entre la personalidad se escla-
rece mediante el análisis de lo que en sociología y en psicología social se ha
dado en llamar el proceso de socialización.
2. EL PROCESO DE SOCIALIZACION EN EL HOMBRE
Las diferentes perspectivas sobre el proceso de socialización han exis-
tido desde cuando los investigadores empezaron por primera vez a investi-
gar este tema. En vez de ser mutuamente excluyentes, estas perspectivas
son complementarias. Cada una resalta factores particulares que las otras no
destacan, de modo que en conjunto proporcionan un contorno más comple-
to de la socialización. Pero antes de tocar las diferentes opiniones de teóri-
cos preocupados por ésta temática, se debe tomar en cuenta:
La Adquisición de la Cultura: En primer lugar, la socialización es el
proceso de adquisición de los conocimientos, de los modelos, de los valo-
res, de los símbolos; en resumen, de las maneras de obrar, de pensar y de
sentir propias de los grupos, de la sociedad, de la civilización en cuyo seno
esta llamada a vivir una persona. Este proceso se inicia con el nacimiento,
prosigue a lo largo de toda la vida y concluye con la muerte. La primera in-
fancia, sin duda alguna, constituye el periodo más intenso de socialización:
no solamente es el periodo en el que el ser humano tiene más cosas que
aprender (higiene, gustos culinarios, urbanidad, lenguaje, roles, entre otros),
sino que también el hombre es más apto para aprender ya que lo hace con
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
220 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
una facilidad y una rapidez que jamás conocerá en el resto de su vida. La
sociedad moderna, suele sin embargo, prolongar cada vez más en la adoles-
cencia ese periodo de intensa socialización. En este sentido, una vez pasado
ese intenso periodo de socialización (la infancia y la juventud), el adulto no
deja, sin embargo de proseguir su socialización a lo largo de su vida. Exis-
ten, en particular, determinadas etapas en las que conocerá una socializa-
ción más intensiva; por ejemplo: el primer empleo, comprensión de un sis-
tema oficial y no oficial de sus roles, interacciones, comunicaciones, el ma-
trimonio, el primer hijo, entre otros (Idem).
La Integración de la Cultura en la Personalidad: La proporción de
la cultura y del sistema social varía de una persona a otra. Lo que sí puede
afirmarse según es que la cultura y el sistema social, una vez integrados en
la personalidad, pasan a convertirse, como una obligación moral, la regla de
conciencia y en la manera que parece “natural” o “mal” la forma de obrar,
de pensar o de sentir. Gracias a esa integración de elementos socioculturales
en la personalidad, el actor social, siquiera concientemente, apenas advierte
el peso del control social, de los imperativos y exigencias que le pone el
medio social (Idem).
Adaptación al Entorno Social: Desde el punto de vista sociológico, la
adaptación de la persona a su entorno social es una consecuencia principal.
La persona socializada es un medio ambiente, pertenece a la familia, al gru-
po, a la empresa, a la religión, a la nación y en el sentir de que forma parte
de esas colectividades. Ello es debido, a que puede comunicarse, compartir
aspiraciones, gustos, necesidades y actividades. Se establece que esa adap-
tación afecta a la personalidad en profundidad por cuanto a nivel biológico
y psicomotor, la persona socializa en una cultura y en una sociedad desarro-
llando necesidades fisiológicas, gustos, actitudes corporales con condicio-
namiento previo de su organismo neurofisiológico de su aparato sensorio
motor, es decir, que su cuerpo y sus gestos se adecua a una socialización
destinada a un concreto entorno sociocultural. En el mismo sentido, a nivel
afectivo la expresión de los sentimientos, las restricciones y las sanciones
de la cultura pueden ser limitados y hasta negados por una cultura y una so-
ciedad. Entonces, la socialización proporciona, al nivel del pensamiento
unas categorías mentales, unas representaciones, unas imágenes, unos cono-
cimientos, unos perjuicios, unos estereotipos; en resumen, una manera de
El delito: ¿Producto de la socialización? 221
pensar, en cuyo defecto la inteligencia, la memoria y la imaginación no po-
drían desplegarse, crecer y producir. Incorporando los elementos de la cul-
tura, las facultades intelectuales se desarrollan y pueden crear a su vez nue-
vos elementos culturales. De esta manera el resultado final, a nivel socioló-
gico de la socialización estriba en producir una conformidad suficiente de la
manera de obrar, de pensar y de sentir de cada uno de los miembros de una
colectividad, para que por una parte, cada persona se adapte y se integre en
una colectividad, y por otra, pueda ésta mantenerse y perdurar. Pero no pue-
de llegarse a conclusiones sin describir los mecanismos de la socialización
y analizar el rol de los agentes y medios ambientales de la misma (Idem).
3. LOS MECANISMOS DE SOCIALIZACION
No se pretende reconstruir todo el proceso del desarrollo y estructura-
ción de la personalidad; solo se quiere considerar aquello que afecta de un
modo particular a la formación de lo que cabría denominar la personalidad
social en el individuo, lo que incluye: sus valores, normas, símbolos, entre
otros. Respecto, a esas consideraciones, se pudo distinguir ciertos elemen-
tos que puede brindar algunas explicaciones, como son:
El problema de la motivación Social: Si una persona actuando con-
forme a las normas y a los valores de una colectividad o de una cultura y si-
gue los dictámenes de su propia conciencia moral y responde a su necesidad
que estima normal o natural, es porque está positivamente motivada para
obrar de ese modo. Ahora bien, se sabe que semejante motivación no esta
inscrita en la naturaleza biológica del hombre ni forma parte de la esencia
de la naturaleza humana, puesto que puede haber diferentes maneras de
conducirse. Es por ello, que la respuesta, o siquiera una parte de la misma,
radica evidentemente en los mecanismos psíquicos de la socialización hu-
mana, como el aprendizaje y la interiorización del otro, los cuales se en-
cuentran estrechamente vinculados entre sí.
El aprendizaje: Según éste ultimo autor consiste en la “adquisición
de reflejos, de hábitos, de actitudes, entre otros, que se inscriben en el or-
ganismo y en la psique de la persona y orientan su conducta”. Esto indica
que la repetición, la imitación, la aplicación de recompensas y castigos, y
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
222 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
los ensayos y errores constituyen los cuatro procedimientos principales por
cuyo medio se opera el aprendizaje. Tanto en el caso del adiestramiento de
los animales o de los niños, como en el de la enseñanza, la educación o la
socialización en general, el agente socializador y/o el socializado recurren
incesantemente a uno u otro de esos procedimientos de aprendizaje.
La Interiorización del Otro: Este completa al aprendizaje. Se desarro-
lló una idea sobre “el espejo para mirarse a sí mismo”, donde la conciencia
existencial, la conciencia de existir y de ser, es fruto, a un tiempo, de la in-
tuición de las percepciones que de sí mismo tiene el otro, a lo que Cooley
denomina simpatía, y de la comunicación con el otro. Pero para él, no sola-
mente el “sí” es social, sino también la conciencia moral (Idem).
Se hace referencia a estas conjeturas ya que el hombre en su proceso
de crecimiento internaliza aquellos valores y principios que le inculca la fa-
milia desde el momento en que nace, y se hace inevitable la interiorización
de los mismos, para luego reproducir una conducta.
En el mismo orden de ideas, se toma en cuenta las otras perspectivas
teóricas que conjuntamente son complementarias para dar algunas explicacio-
nes acerca del proceso de socialización, y se pueden citar a los siguientes:
George H. Mead; por su parte realizó un estudio sobre “la toma de
roles” trabajando sobre el análisis de Cooley donde trazó, según Light, Ke-
ller y Calhoun (1990), el desarrollo de la autoconciencia a la interacción so-
cial naciente. Mead llamó a los gestos y al lenguaje símbolos significativos
en donde explica que el niño aprende así las reglas del juego, al tiempo que
aprende a auto concebirse como miembro del grupo, y como miembro dife-
rente de los demás por el rol que asume en el seno del mismo. El “sí” del
niño se desarrolla por su identificación con otras personas en los roles que
ellos desempeñan, y en particular por la interiorización de “el otro genera-
lizado”. Asimismo, el niño se familiariza con las reglas que los presiden,
con las actitudes que comportan, y con los principios que los inspiran: tal es
el fundamento de la interiorización progresiva de los elementos sociocultu-
rales del medio. Por lo tanto, para Mead el pensamiento es de carácter esen-
cialmente social porque se desarrolla por y en la comunicación con el otro,
y con los demás en razón de los símbolos que utiliza para constituirse y co-
municarse.
El delito: ¿Producto de la socialización? 223
Jean Piaget; consideró el pensamiento y la inteligencia del niño como
proceso social tanto como psíquico. La infancia, según él, se caracteriza,
tanto desde el punto de vista del conocimiento como desde el punto de vista
moral, por la que este autor llama el egocentrismo. Desde el punto de vista
moral el egocentrismo entraña una especie de anomia, de modo que la ter-
nura y el desinterés pueden ir a la par con un egoísmo ingenuo. Hasta los 7
años de edad aproximadamente el niño priva la relación con los adultos,
con los padres sobre todo. A partir de esa edad, el niño se basa en la coope-
ración, ésta no posible con los adultos, sino con los compañeros contempo-
ráneos a él. Las reglas y los principios a los que obedecía el niño por sumi-
sión y pasividad pasan a convertirse en reflexión y crítica exigidas por la
cooperación en unos juicios morales personales. Los conocimientos, las
normas, los valores del medio ambiente, tras haber sido impuestos desde el
exterior, son así progresivamente interiorizados, hasta convertirse en la ra-
zón y en la conciencia de cada persona (Idem).
Sigmund Freud; En primer lugar Freud, aclaró las relaciones del niño
con sus padres, evidenciando sus raíces sexuales. La dinámica del primer
aprendizaje del ser humano se inscribe, por consiguiente, en un contexto de
relaciones afectivas intensas que multiplican el alcance y la significación de
los métodos empleados por los padres o sus sustitutos. En segundo lugar,
realizó un fenómeno sumamente importante la ambivalencia de los senti-
mientos, es decir, la capacidad del ser humano para sufrir simultáneamente
sentimientos contradictorios de amor y de odio con respecto a unas mismas
personas. Esta ambivalencia sentimental juega un importante papel en las
relaciones entre generaciones, entre jóvenes y adultos. En tercer lugar, ha-
bló sobre la transferencia, es decir, la capacidad de transferir a otras perso-
nas, a otros roles, a otros objetivos, sentimientos primitivamente fijados so-
bre un objeto, una persona o un rol. La aptitud a la transferencia desempeña
un importante papel en la vida adulta e interviene, sobre todo, en ocasión de
determinadas etapas de adaptación y de socialización: matrimonio, cambio
de empleo, emigración, envejecimiento, entre otros. Por ultimo, su última
contribución deriva del análisis del super ego en donde éste es el control so-
cial interiorizado y asimilado, hasta el punto de entrar en la dialéctica que
se establece entre los impulsos instintivos (Idem).
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
224 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
Se hace referencia a éstas teorías debido a que el niño en su proceso
de crecimiento y socialización va construyendo su propio mundo, apren-
diendo sus roles en la sociedad en que ha nacido, con quienes ha convivido,
con quienes ha compartido parte de vida y sus experiencias sociales y que
coadyuvan a una construcción y manejo de su conducta que suele liberar
durante su proceso de aprendizaje.
4. LA CONDUCTA ORGANIZACIONAL.
CONDUCTA INDIVIDUAL Y COLECTIVA
Según Álvaro, Garrido y Torregrosa (1996) resulta inadecuado conside-
rar las organizaciones sin miembros y sin actividades como la pretensión del
comportamiento del hombre occidental contemporáneo sin la consideración
de las organizaciones. Así pues, el estudio de la conducta organizacional es
un intento sistemático por comprender la conducta de las personas en las or-
ganizaciones y las propias conductas de esas formaciones sociales. Se ha afir-
mado que el estudio de la conducta organizacional consiste en el estudio sis-
temático de la naturaleza de las organizaciones, cómo surgen, crecen y se de-
sarrollan y sus efectos sobre sus miembros individuales. La clarificación de la
conducta organizacional se ha convertido en una tarea con pleno sentido teó-
rico que requiere una consideración desde múltiples niveles y que, en todo
caso retrotrae al problema del sujeto de esa conducta y al del ambiente signi-
ficativo en el que se produce. Ahora bien, esto no implica una reificación de
la conducta de esa colectividad, ya que ésta necesariamente implica conduc-
tas desempeñadas por uno o varios miembros de la misma. Es pues, necesario
determinar en que sentido un determinado acto es realizado por un individuo,
pero es, al mismo tiempo, acto de una organización.
Fue importante hacer referencia a esta teoría tomada de la psicología
social, ya que en primer lugar, se ha elaborado el estudio de conductas labo-
rales complejas; en segundo lugar se va desarrollando modelos psicológicos
que permiten una consideración más adecuada de la conducta organizacio-
nal al contemplarla en su carácter intencional, anticipatorio, flexible y de
buena medida racional y fundamentada en la subjetividad del agente; y en
tercer lugar se viene prestando una mayor consideración a la interacción en-
tre el comportamiento de las personas y el complejo entorno material y psi-
El delito: ¿Producto de la socialización? 225
cosocial que representa la organización; finalmente se desarrolla cada vez
mas la consideración del comportamiento organizacional como un todo para
el individuo, ya que el hombre se encuentra integrado al mismo y de una
manera u otra lo afecta e influye negativa o positivamente sobre él.
5. TIPOS DE SOCIALIZACION
Socialización Primaria: Se debe entender por socialización primaria
según Gabaldon (1987), como “el proceso mediante el cual un individuo
cobra noción de, e internaliza el significado del mundo que lo rodea”. Este
proceso se desarrolla en los primeros años de la vida que el niño va defi-
niendo sus pautas de comportamiento frente al medio que lo rodea. Entre la
socialización primaria se encuentra la familia y la escuela, en donde el niño
(a) establece sus primeras pautas de conducta.
Socialización secundaria: Se produce en una etapa más avanzada del
individuo, como lo puede establecer: la religión, los medios de comunica-
ción y los grupos de referencia o pertenencia.
6. INFLUENCIA CRIMINOLOGICA DE LOS AGENTES*
SOCIALIZADORES EN EL INDIVIDUO
Uno de los elementos más obvios como lo indica Johnson (1960) es que
la socialización se da en el sujeto gradualmente. Por ello, ese proceso de
aprendizaje se divide en cuatro etapas en donde el hombre internaliza y asu-
me roles significativos para él y en donde los agentes socializadores contribu-
yen a desencadenar una conducta desviada o delictiva en el hombre.
– Primera etapa: En esta etapa el niño atraviesa por una etapa llamada
“identificación primaria” en donde éste aprende dos roles: dependen-
cia oral con la madre y cuando se ha sensibilizado al placer difusa-
mente erótico del contacto corporal con la misma. En Venezuela se
presenta una disyuntiva, debido a que la familia suele ser matrilineal o
matricentrada o muchas veces el infante suele ser huérfano o abando-
nado por sus padres, por lo que incide de alguna manera a una inesta-
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
226 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
bilidad emocional, ya que su “superyo” no fue bien desarrollado, se-
gún lo explica Gabaldon (1987).
– Segunda etapa: El niño aprende hábitos de higiene y muestra afectos
principalmente con su madre. En esta etapa es importante entrenar al
niño para que sea capaz de participar en un sistema social más com-
plejo, lo que no sucede gradualmente debido a la inestabilidad familiar
venezolana: ausencia de padre, abandono, segregación de roles fami-
liares, valores contrarios a lo que la sociedad demanda entre otros
(Idem).
– Tercera etapa: Abarca desde el cuarto año hasta la pubertad. Cuando
se ha alcanzado el adecuado estadio de socialización, se le imponen al
infante muchas presiones sociales para que se identifique con el sexo
apropiado. El niño se identifica con su propio sexo a causa del interés
en el sexo opuesto. El niño debe ir a la escuela, se reúne con grupos de
pares, es decir, que tiene que aprender a manejarse sin el apoyo direc-
to de su familia. En Venezuela acceder al sistema educativo es alterna-
tivo y cuando no existe los valores y los principios fundamentados por
la familia, esta etapa no suele consolidarse en el individuo, lo que hay
ausencia de disciplina, valores, interiorización de roles con los grupos,
y no se maneja un proceso socializador primario completo o es muy
poco satisfactorio, lo que deja un “vacío” dentro de sí en el mismo, de
acuerdo a Johnson (1960).
– Cuarta etapa: En esta etapa el joven se emancipa cada vez más del
control de sus padres, ésto debido a la tensión que produce demandas
de independencia muchos mayores. En la sociedad se considera logra-
do el objetivo de la adultez cuando una persona puede mantenerse a si
misma en forma independiente de su familia, como también implica
formar una familia propia.
En este orden de ideas, al observar las cuatro etapas del sujeto puede
observarse que el individuo desde la primera etapa va asumiendo y respon-
diendo a la sociedad según los roles, valores y principios aprendidos desde
su etapa primaria socializadora como es la familia, luego la escuela y cómo
influye en él la etapa secundaria en el proceso de socialización, es decir,
cómo los medios de comunicación, la religión y los grupos de referencia in-
El delito: ¿Producto de la socialización? 227
fluyen en gran manera en el niño, en el adolescente, en el joven y en el
adulto, lo que esta segunda etapa viene a reforzar o no lo que el sujeto trae
desde la primera, revelando ante la sociedad lo oculto en él, lo aprendido, lo
que internalizó en todo su proceso de crecimiento. Esta conducta puede de-
sencadenarse en el sujeto dependiendo de las necesidades intrínsecas o ex-
ternas del individuo, lo que el contexto social contribuye y lo incita a obrar
para satisfacer dichas necesidades, según lo plantea Merril (1969).
De acuerdo a lo anteriormente expuesto, se ha dicho que la socializa-
ción involucra un proceso de interacción social entre el agente socializante
y su “socializado” como lo expresa Johnson (1960). Se expone que el agen-
te socializante es la madre, pero no hay realmente una verdad absoluta de
que ésta sea la determinante, aunque sí es fundamental en el proceso socia-
lizador del niño como figura afectiva; los otros miembros de la familia no
tienen roles claramente diferenciados desde el punto de vista del niño. Tam-
bién se ha presentado indicios para el desarrollo de un nuevo sí mismo ante
la indiferenciación de roles. Ante este dilema, la primera reacción del niño
ante una inestabilidad familiar es un sentimiento de frustración, sus necesi-
dades no son satisfechas, siente una especie de indignación moral lo que
conlleva a la agresión hacia sus padres y cambios de personalidad como
cambios motivacionales no dirigidos hacia el medio ambiente, estas reac-
ciones pueden ser llamadas según este ultimo autor “mecanismos de defen-
sa”. Estos mecanismos son cambios internos cuya función es mantener cier-
to tipo de integración en la personalidad, por lo tanto respecto a estas reac-
ciones negativas a la frustración, los padres toman una actitud permisiva.
Con respecto a la internalización de los roles, el niño en una familia
netamente disfuncional aprende a generalizar cognitivamente, es decir, que
comienza a ver cuantos estímulos corresponden al mismo objeto. Se dice
que la familia se hace disfuncional cuando no se respeta la distancia genera-
cional, cuando se invierte la jerarquía, de acuerdo a Herrera Patricia dispo-
nible en http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol13_6_97/mgi13697.htm. Por
lo general, cuando en la comunicación hay dobles mensajes es porque hay
conflictos no resueltos, por lo que las dificultades en la comunicación pue-
den verse más bien como consecuencia de las disfunciones entre otros vín-
culos familiares, como las reglas, roles, jerarquías, entre otros.
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
228 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
Entonces, los mecanismos de defensa aparecen incluyendo a la repre-
sión de las antiguas necesidades, inhibiendo o extinguiendo sus viejas pau-
tas aprendidas, culminando con el mecanismo integrativo de identificación.
Este proceso de identificación deja lugar para que las instancias socializa-
doras realicen su parte, socializando al individuo, reforzando o no lo que el
infante trae como base, en donde los medios de comunicación cumplen una
función según sus mensajes violentos desencadenando conductas desviadas
o delictivas; en donde los grupos de referencia o pertenencia incitan a parti-
cipar en el cumplimiento de ciertas metas dándose un proceso de identifica-
ción que marca al individuo debido a la ausencia de pautas y valores que la
familia no logró proporcionar satisfactoriamente, llevando a un proceso de
desocializacion, cambiando pautas de conducta por otras, lo que estos gru-
pos de referencia y hasta la religión podrían jugar un papel significativo
condicionando la conducta desviada de alguna u otra manera a la reacción
delictiva, conforme a Merrill (1969).
Entre la evidencia criminológica encontrada según Gabaldon (1987),
puede revelarse que el tema de la disfuncionalidad familiar ha explicado en
gran manera la reacción de la conducta delictiva en el hombre, sin distincio-
nes de contextos socioculturales y políticos. Entre estas disfunciones se tie-
ne: el divorcio, uniones libres y el concubinato especulando sobre aspectos
traumáticos de la falta de figura paterna como fuente de inestabilidad emo-
cional y de falta de conducción y vigilancia, como es el caso venezolano. A
la vez decir que otro de los elementos posibles es el comportamiento inmo-
ral y criminal de los padres y otros parientes del niño en el hogar. En el mis-
mo orden de ideas, se habla de la inadaptación al medio obligatorio que el
niño pueda tener en la escuela como comunidad de acceso, medido de algu-
na manera por el retardo escolar, actitudes y conductas escolares poco apro-
piadas para el desarrollo de las actividades normales de enseñanza, como
desatención, descuido de las tareas, pereza, hiperactividad, proclividad al
abandono, infelicidad y nerviosismo, según juicios emitidos por los mismos
maestros. Esto supone que el desajuste escolar se manifiesta especialmente,
pues el delincuente proviene de hogares donde el sistema de valores no
concuerda con el de la escuela y su situación es inapropiada para aprove-
char aquellas cosas que la escuela afirma que son buenas para él.
El delito: ¿Producto de la socialización? 229
De esta manera, se hace referencia a la Dra. Francis Padrón la cual reali-
zó una investigación de tesis doctoral en la Universidad del Zulia sobre “Fac-
tores de riesgo individual y familiar relacionados con el bajo rendimiento es-
colar” disponible en http://www.med.ucv.ve y plantea que en lo concerniente al
alumno(a) el fracaso escolar puede ser expresado en repitencia, deserción esco-
lar y bajo rendimiento con baja autoestima, depresión, agresividad, aislamiento,
rechazo a la escuela; en el grupo familiar y dependiendo de la capacidad de
adaptación y cohesión de los diferentes miembros que lo conforman, puede
producirse disfunción familiar; lo que en muchas ocasiones el bajo rendimiento
es causa y a la vez efecto de problemas familiares.
Encima de esto, en lo que respecta a la importancia del ambiente fami-
liar y su influencia en el aprendizaje y rendimiento del niño, indica que el
nivel socioeconómico y cultural del hogar y de la comunidad donde provie-
ne el escolar determinan su nivel de información, la experiencia y el rendi-
miento; un hogar donde se discutan las situaciones, se expresen los senti-
mientos, se intercambien opiniones e informaciones, y por ende desarrollar
un lenguaje mas rico y fluido, adquirir seguridad y confianza, así como va-
lores, motivaciones y metas, coadyuvan a la mejor utilización de las capaci-
dades del escolar y del adolescente y a la satisfacción por el estudio y la es-
cuela (Idem).
En el proceso de socialización, el individuo adquiere los mecanismos
de pertenencia al grupo social amplio de un modo primario y básico, ya que
también existen los denominados grupos secundarios de socialización: es-
cuela, amigos, vecinos, entre otros. Así, la familia se convierte en un campo
de entrenamiento de habilidades sociales y personales en el contexto de la
reciprocidad; la persona es amada tal cual es y, de este modo, la escuela de
entrega y servicio en que se constituye la realidad familiar es pilar funda-
mental de la salud social, desde el punto de vista de Javier Ros Codoñer,
disponible en http://www.ecologia-social.org. Por lo tanto, en la institución
familiar, por tratarse de un ámbito de servicio casi incondicional y de co-
rrección acompañada de buenas dosis de solidaridad, se evita o reduce sen-
siblemente la proliferación de conductas socialmente desviadas tales como
la drogadicción, la violencia juvenil y el absentismo escolar.
No obstante, Sutherland ha contribuido a la teoría de las subculturas
criminales sobre todo con el análisis de las formas de aprendizaje del com-
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
230 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
portamiento criminal y de la dependencia de este aprendizaje de los diver-
sos contactos diferenciales que tiene el individuo con otros individuos o
grupos, de acuerdo a Baratta (1982). Por tanto, muestra en su teoría basa-
mentos en las condiciones económicas, psicopatológicas o socio patológi-
cas del individuo.
Sin embargo, esta disyuntiva trae como consecuencia el etiquetamien-
to proveniente de la escuela interaccionista como foco central de atención,
lo que agravaría un cuadro de deficiencias en el individuo, de inadecuación
al medio, manifiesto en escaso rendimiento e incluso deserción; debido a
que las etiquetas traen como atributos: un elemento de identificación que lo
separa del grupo y pierde de esta manera su identidad; crean auto etiquetas
lo que la persona se percibe a si misma como siente que los demás lo ven;
las etiquetas crean expectativas lo que la audiencia social se enfrenta a
quien a sido etiquetado; se puede perpetuar el comportamiento; luego pro-
ducen desviación secundaria, originada por la primera, generalmente como
un medio de ataque, de defensa a la reacción social; así se generaliza y se
contagian por asociación como si fuera una enfermedad; posteriormente las
etiquetas dirigen la actividad social lo que la audiencia social se dirige hacia
una conducta reactiva y producen subculturas; y de esta manera las perso-
nas etiquetadas son como extrañas al grupo y tenderán a buscar contacto
con otras personas en condiciones similares, de acuerdo a Aniyar (1977).
Además de ello, se introduce la hipótesis de que el déficits de escolaridad y
el desnivel de la enseñanza entre colegios públicos y privados determinan
mecanismos de exclusión social y de distribución de la conducta desviada.
Por otro lado, se da explicación que el delincuente no es ya el produc-
to residual de una falta en la inducción del conformismo social a través de
la familia y la escuela, que al fracasar como controles dejarían abierto un
espacio de desviación espontánea, y que la desviación se construye y se ela-
bora a través del contacto directo o referencial con otros grupos de interés,
lo cual este grupo de relación genera un patrón delictivo lo suficientemente
atrayente y determinante como para inducir a un comportamiento que ase-
gure la participación del sujeto para la realización de fines.
Entonces, desde el punto de vista sociológico, la desviación puede de-
finirse como una actividad que, según la opinión general requiere la aten-
ción de agentes de control social; es decir, una conducta que exige “se haga
El delito: ¿Producto de la socialización? 231
algo”. La desviación no es algo inherente a algunas formas de comporta-
miento, sino algo atribuido a las mismas por el público que directa o indi-
rectamente las contempla, según lo afirma Rosa de Olmo (textos para su es-
tudio Nº 2).
A este tenor, otro factor influyente son los medios de comunicación
donde se ha hecho énfasis sobre posibles efectos de determinados mensajes,
particularmente sobre índole violenta, que tendrían en el desencadenamien-
to de conductas delictivas individuales o grupales. La reiterada observación
de escenas violentas en TV, repercute sobre la agresividad del niño, que co-
mienza a registrarse ya a partir de los tres años de vida. Hay numerosos es-
tudios que confirman que el alto índice de violencia televisiva interviene
como factor importante en la determinación de las conductas masculinas (y
femeninas). Por lo tanto, cuanto mayor sea el tiempo de exposición a pro-
gramas televisivos violentos, mayor es el riesgo de asociación de conductas
violentas en niños y adolescentes, de acuerdo a Muñoz García disponible en
http://www.svnp.es/Documen/comunica.htm.
Aquí puede notarse el enfoque del “paso al acto” criminal (mensaje
de índole violenta que permite descargar agresión potencial mediante iden-
tificación simbólica del receptor con el agente agresivo) y el aprendizaje
social (modelos agresivos sugestivos que inducen respuestas agresivas en
situaciones diversas a las presentadas en dicho mensaje), según lo explica
Gabaldon (1987).
Por otro lado, y no menos importante es la religión que se traduce en
que no hay aun explicación del tipo de delincuencia que supuestamente
inhibe la religiosidad manifiesta por el individuo y sustentada por el am-
biente social. Igualmente, los indicadores de autodenuncia de delincuencia
y de registro policial de arrestos no parecieran muy confiables para estimar
la incidencia delictiva en relación a patrones éticos.
De esta manera, el enfoque de la criminología crítica, cuestionando las
definiciones mismas de la criminalidad, puso en segundo lugar la lucha
contra el crimen, porque ésta ha sido una conducta generalmente atribuida a
las clases bajas. Por eso, se convirtió tanto esfuerzo en estudiar la delin-
cuencia de las clases altas, lo que conlleva a deducir que el status social del
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
232 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
individuo no es determinante en el proceso socializador como agente crimi-
nológico, desde el punto de vista de Aniyar (2003).
7. EL IMPACTO DE LA SOCIALIZACION EN EL HOMBRE.
CASO: LOS GLUECK
La naturaleza del ser humano permite y exige a la vez la socialización.
Según Light, Keller y Calhoun (1991), los seres humanos nacen con una
cantidad muy limitada de instintos o con respuestas muy dispuestas a pro-
mover la supervivencia, pero con una gran capacidad de aprender de la ex-
periencia. La habilidad para aprender permite adaptarse a variados ambien-
tes en forma flexible y compleja. Sin aprendizaje, sin socialización, no se
podría llegar a ser sociales. Por lo tanto, el niño no es el único en sentir el
impacto de la socialización: también lo sienten sus padres y otras personas
comprometidas en su socialización. La capacidad de los niños para afectar a
sus padres aumenta en cuanto desarrollan su competencia lingüística y en-
cuentran nuevas experiencias fuera del hogar, lo que resumiendo puede de-
cirse que la socialización es un proceso dinámico y reciproco.
Asimismo, se quiere exponer el caso de los Glueck, planteado por Ga-
baldón (1987), en donde se da el caso de un estudio realizado entre 1939 y
1949 sobre 500 delincuentes de Boston emparejados con 500 no delincuen-
tes de similares zonas de residencia, edad y cociente intelectual. La investi-
gación pretendió determinar qué características psicológicas y ambientales
discriminaban a muchachos que hubiesen cometido persistentemente actos
definidos como criminales y que en definitiva resultaron delitos convencio-
nales contra la propiedad (hurtos y robos), lesiones, delitos sexuales y otras
conductas como vagancia, fugas del hogar y embriaguez. El método de in-
vestigación consistió en reconstruir, desde la época de identificación de los
sujetos (17 años aprox.) hasta atrás en el octavo año de vida, precedentes
familiares, conducta escolar e historias medicas y de personalidad, recu-
rriendo a datos de los tribunales juveniles y a pruebas psicológicas sobre los
muchachos y entrevistas con ellos y sus familias. Se Interesa mencionar el
prepósito hallado en relación al medio familiar y cabe acotar que no se for-
muló ninguna hipótesis sobre las causas determinantes de la conducta delic-
tiva, sino que se tendió a reconstruir a posteriori un cuadro de factores in-
El delito: ¿Producto de la socialización? 233
tervinientes que pudiera dar lugar a una tabla de predicciones de probabili-
dades de llegar a ser delincuente, a fin de intervenir precozmente para evitar
tal desarrollo.
Ahora bien, como resultado del estudio se dió una serie de factores al
ámbito familiar como que: los padres de los delincuentes tienen mayor pro-
porción de serias limitaciones físicas, retardo mental, disturbios emociona-
les, ebriedad y criminalidad que los de los no delincuentes, todo lo cual in-
dica una influencia adversa sobre las responsabilidades en la buena crianza
y las relaciones entre padres de delincuentes suele ser peores que entre las
de los no delincuentes. A este tenor, las madres de los delincuentes trabajan
más fuera del hogar y supervisan y vigilan menos a sus hijos que las de los
no delincuentes. Reveló que los hogares de los delincuentes contra sólo 34
% del de los no delincuentes, en conjunto, se disolvió por separación, di-
vorcio, muerte o prolongada ausencia de uno de los padres (a pesar de que,
en los no delincuentes, la muerte de uno de los padres, la separación perma-
nente y la ausencia prolongada resultaron proporcionalmente mayores que
en el grupo delincuente como motivo de la primera ruptura de la vida fami-
liar común). Sólo la mitad de los padres del grupo delincuente, en relación
al no delincuente, demostraba afecto y simpatía por sus hijos, así como la
percepción de los muchachos delincuentes sobre el interés de sus padres por
su bienestar es 3 veces menor que la de los no delincuentes. Finalmente, la
disciplina de los padres hacia los hijos tiende a ser mayormente débil, super
estricta y errática en el grupo de delincuentes, mientras resulta ser firme
pero afectuosa en el grupo no delincuente. Entonces, los Glueck concluye-
ron que “a la luz de la obvia inferioridad de las familias de los delincuen-
tes como fuentes de un adecuado desarrollo de la personalidad y de la for-
mación del carácter, no es sorprendente que estos muchachos no fueran
nunca adecuadamente socializados y que desarrollasen tendencias antiso-
ciales persistentes, aun aparte de las diferencias fundamentales somáticas y
temperamentales entre ellos y los no delincuentes”. Sin embargo, según
afirma Gabaldon (1987) en ésta investigación no se mencionó criterios cla-
ros para estimar la inadecuación familiar (falta de vigilancia de los niños,
falta de preocupación de los padres por sus hijos, disciplina “errática”, de-
savenencias conyugales, entre otros), y por otro lado, no existió un cuerpo
de proposiciones previo y coherente que postule relaciones a causa- efecto
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
234 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
entre ciertos datos familiares y la conducta delictiva y, en particular, que de-
fina lo que se entiende por “medio adecuado para la socialización del niño”.
Esta conclusión de Gabaldon abre nuevas discusiones de que la socializa-
ción en el hombre es dinámica, variable y es relativa para cada caso familiar
en donde no hay una respuesta absoluta de cual es la instancia determinante
que desencadena una conducta delictiva y que lleva al individuo a cometer
un delito por causa de la misma.
CONSIDERACIONES FINALES
Al culminar esta investigación se puede concluir lo siguiente:
En base a los autores citados en esta investigación se puede deducir
que el proceso por el que se adquiere la personalidad a través de la interac-
ción social es lo que se conoce como la socialización. Así pues, las institu-
ciones sociales en general y la familia en particular son los agentes princi-
pales de la socialización, porque en ellas aprende el individuo los valores,
las normas y expectativas culturales. Estas instituciones son los medios más
importantes para imponer al individuo las sanciones de la sociedad, lo que
equivale a decir que éstas desempeñan un papel fundamental en el control
de la misma, con el que se imponen las actitudes y normas de comporta-
miento según definiciones aprobadas por el contexto social.
El desarrollo de la personalidad revela un patrón complejo de interac-
ciones del medio ambiente. La personalidad puede definirse como los mo-
dos característicos de pensar, de sentir y de ejecutar que los individuos de-
sarrollan como resultados de su experiencia. El hombre definitivamente es
un ser socializante y como tal no puede vivir separado de la sociedad que lo
rodea y es además inevitable la influencia que tiene la misma sobre él. La
familia, la cultura y el contexto social son elementos relevantes para el
hombre desde que nace, donde crece, se desenvuelve y donde tiene sus pri-
meras experiencias y aprendizajes frente al mundo que lo rodea.
En este mismo orden de ideas, los agentes socializantes son influyen-
tes e inevitables en el hombre ya que contribuyen en gran manera al proce-
so de interiorización de valores y pautas de conducta frente a la sociedad lo
que puede desencadenar determinadas reacciones delictivas dependiendo de
El delito: ¿Producto de la socialización? 235
la situación de cada individuo, de la base familiar que corresponda, de las
necesidades intrínsecas y externas del sujeto, de la presión social, de las ca-
rencias afectivas, entre otros. Lo que no puede dejarse a un lado, ni obviar-
se, es que la familia cumple un papel revelador en este proceso y que la
inestabilidad que se suscita con respecto a la misma en Venezuela ha conlle-
vado a desencadenar un auge delictivo incontrolable por la sociedad y hasta
por el mismo Estado. Esto lleva finalmente a plantear y a reflexionar que el
modo que influye los agentes socializadores en el hombre es relativo y no
hay alguna teoría absoluta ni otra explicación final que determine sobre
cuál es la responsable en la incidencia delictiva y que haga manifestar una
conducta desviada en el sujeto, quien luego cometa un hecho y la sociedad
lo catalogue como un “delincuente”; pero antes de dar un juicio valorativo
se debe comprender el contexto social actual en el que se encuentra inmersa
la familia venezolana.
Por tanto, la delincuencia es uno de los fenómenos sociales más im-
portantes que nuestras sociedades tienen planteados, y es uno de los proble-
mas criminológicos internacionalmente preferidos desde el siglo pasado,
pues, las manifestaciones de la conducta que llaman socialmente la atención
de forma negativa pueden observarse, por lo general, mejor entre los jóve-
nes que en la población adulta. Asimismo, la delincuencia es un fenómeno
de ámbito mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de la
ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las
familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da
en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización. En
tal sentido, se ha considerado que la delincuencia es un fenómeno específi-
co y agudo de desviación e inadaptación y se ha dicho además que la delin-
cuencia es la conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a
las demandas de la sociedad en que vive.
Ante la situación descrita, se considera que el Estado debe potenciar y
fortalecer las capacidades de la familia como principal ámbito de mediación
social y de construcción de nuevas identidades individuales capaces de inte-
grarse en el entramado comunitario de una forma efectiva, tanto para ellas
mismas como para la sociedad.
Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez
236 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
LISTA DE REFERENCIAS
ALVARO, J., GARRIDO, A. y TORREGROSA, J. Psicología Social Aplica-
da. McGrawHill. España. 1996.
ANIYAR DE C., L. Criminología de la Reacción Social. Instituto de Crimi-
nología. Facultad de Derecho. Universidad del Zulia. Venezuela. 1977.
ANIYAR DE C., L. Entre la Dominación y el Miedo (nueva criminología y
nueva política criminal). Ediciones nuevo siglo. Mérida- Venezuela. 2003.
BARATTA, A. Criminología critica y critica del derecho penal. Primera
edición. Siglo veintiuno editores. 1986.
GABALDON, L.G. Control Social y Criminología. Editorial jurídica venezo-
lana. Venezuela. 1987.
JOHNSON, H. Sociología. Una introducción sistemática. Volumen 21, edito-
rial paidós. Argentina. 1960.
LIGHT D., KELLER S. y CALHOUN C. Sociología. Quinta edición, McGra-
whill. Colombia. 1991.
MERRILL, F. Introducción a la sociología (sociedad y cultura). Primera
edición, editorial Aguilar. 1969.
OTROS DOCUMENTOS
http://www.svnp.es/Documen/comunica.htm.
http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol13_6_97/mgi13697.htm.
http://www.ecologia-social.org.
DE OLMO, R. Estigmatización y Conducta Desviada. Centro de Investiga-
ciones Criminológicas. Universidad del Zulia. Textos para su estudio Nº 2.
PADRÓN, F. Factores de riesgo individual y familiar relacionados con el
bajo rendimiento escolar.2005. http://www.med.ucv.ve.
El delito: ¿Producto de la socialización? 237

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  • 1. Capítulo Criminológico Vol. 34, Nº 2, Abril-Junio 2006, 215 - 237 ISSN: 0798-9598 El DELITO: ¿PRODUCTO DE LA SOCIALIZACIÓN? Jessica C. Feria H.* Jacqueline Guillén de Romer** Josefina Rodríguez*** * Lic. en Trabajo Social. T.S.U., en Readaptación Social. Asistente de Investigación del Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público. Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas L.U.Z., cursante de la Maestría en Cs. Penales y Criminológicas. Universidad del Zulia. Personal Profesional de Trabajo Social de la Alcaldía de Maracaibo- Desarrollo Social. E-mail:feriaje@hotmail.com ** Lic. en Trabajo Social. MgSc. Intervención Social. Abogada. Personal Administrativo Profesional, Investigador del Centro de Investigación de Trabajo Social-Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas. Universidad del Zulia. E-mail:jacquelgr@cantv.net. *** Profesora Titular de L.U.Z., Lic. en Trabajo Social. MgSc. Sociología de Desarrollo. Esp. Sociolo- gía y Realidad Latinoamericana. Abogada. Dra. en Derecho. Directora Escuela de Trabajo Social. Facultad de Cs. Jurídicas y Políticas. Universidad del Zulia. E-mail:jrodriguez@edu.ve
  • 2.
  • 3. RESUMEN El presente artículo tiene como objetivo exponer la influencia que tiene el proceso de socialización en la conducta del hombre, que en muchas ocasiones genera una desviación sumergida en el espacio delictivo. La socialización se da cuando la persona aprende e interioriza a lo largo de su vida, los elementos socio- culturales de su medio ambiente. Esta integración de elementos, apenas le advierte al hombre el peso del control social de los im- perativos y exigencias que le pone la sociedad. La Familia, la cultura y el entorno son componentes relevantes para el hombre desde que nace, donde crece, se desenvuelve y donde tiene sus primeras experiencias y aprendizajes. No existe una teoría abso- luta, ni afirmaciones definitivas responsables en la incidencia delictiva que haga manifestar una conducta desviada en el suje- to, como para catalogarlo como un “delincuente”; pero antes de dar un juicio valorativo se debe comprender el contexto social en el que se encuentra inmersa la familia venezolana. Palabras clave: Socialización, delito, familia, cultura, interacción. El delito: ¿Producto de la socialización? 217 Recibido: 26-04-2006 • Aceptado: 09-06-2006
  • 4. CRIME : “ A PRODUCT OF SOCIALIZATION?” ABSTRACT The objective of this article is to expose the influence that the socialization process has on human conduct, which on many occasions can generate a deviation submerged in the criminal space. Socialization occurs when a person learns and internalizes throughout his life the social-cultural elements of his environment. This integration of elements warns a man of the weight of imperative social control that society places upon him. Family, culture, and the environment make up the relevant aspects for a man from birth: where he grows up, where he lives, and where he has his first experiences and social learning. There is no absolute theory, no definitive affimations which are responsible for a delictive tendency that manifests a deviant conduct in an individual, in order to catalogue him as a delinquent, but before making a valorative judgement, the social context in which the Venezuelan family is immersed should be understood. Key words: Socialization, crime, family, culture, interaction. INTRODUCCION La cultura y la sociedad se encuentran en cada persona, y cada perso- na está integrada en la organización social. Pero se debe conocer por qué y cómo se conjugan e interpreta lo individual y lo sociocultural, por medio de qué mecanismos y bajo la influencia de qué agentes y de qué ambientes la personalidad individual interioriza la cultura de una sociedad, y en qué me- dida esos mecanismos y esos agentes son eficaces para favorecer la confor- midad o la uniformación de las conductas de una misma persona y de los miembros de una colectividad. Todo profesional en el área social antes de dar un diagnóstico certero y para poder aplicar algún tipo de intervención debe tener conocimiento previo del proceso de socialización de un indivi- duo antes de ser catalogado socialmente como un “delincuente”. Esta expli- Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 218 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 5. cación conlleva a tener como objetivo central determinar si el delito es pro- ducto de la socialización en el individuo, tomando en cuenta el factor am- biental frente al mundo que lo rodea. En este sentido, para lograr compren- der ese impacto se debe primero: analizar las teorías que fundamentan el papel de la socialización en el hombre como un todo en la sociedad, segun- do, considerar los factores que proporcionan elementos significativos en el sujeto en su proceso de socialización, y tercero, determinar la influencia cri- minológica de los agentes socializadores de manera particular. Bajo estas consideraciones ésta investigación analiza diversos aspectos: primeramente referido al marco teórico donde se expone a la socialización como proceso natural en el hombre desde su nacimiento, en donde se inmiscuye la socio- logía y la psicología social tomando en cuenta a autores como Freud, Mead, Piaget y Cooley aportando diferentes puntos de vista y teorías que conjun- tamente complementan y proporcionan la comprensión de dicho proceso como lo es la socialización; y un segundo momento relacionado a la in- fluencia criminológica de cada uno de los agentes socializadores sobre la conducta del individuo. Ahora bien, la metodología comprende el análisis teórico de fuentes primarias y secundarias. La observación documental se circunscribe en la sociología como la que estudia metódicamente a las so- ciedades humanas y el comportamiento humano en situaciones sociales, así como tomando en cuenta a la psicología social que provee ponderar la mira- da hacia diversos campos y contextos de aplicación del conocimiento recu- rriendo al método sistemático o técnica de interpretación según la cual las teorías sociológicas y psicológicas son analizadas en función de una totali- dad conformada por el hombre y la sociedad que lo rodea, y que tiene como eje principal el impacto que causa formando un patrón de conducta en el su- jeto, quien comete un delito y que luego es catalogado por la sociedad como conducta “normal” o conducta delictiva. 1. LA SOCIALIZACIÓN Cuando un individuo interacciona con el mundo que lo rodea se da un proceso por el cual los nuevos miembros de una sociedad se familiarizan con los elementos fundamentales de su cultura, significa los medios con los que llegamos a ser miembros de una sociedad humana (Light, Keller y Calhoun; El delito: ¿Producto de la socialización? 219
  • 6. 1991). Durante la acción socializadora se da una internalización de valores, principios y una serie de aprendizajes que son inevitables en los primeros años de vida, y que éstas se van a ir reforzando a medida que van transcu- rriendo los años. Por lo tanto, la internalización, según éste ultimo autor, es el proceso en el que los individuos vienen a incorporar los estándares, las actitu- des y las creencias de la sociedad dentro de sus personalidades. Ahora bien, se hace referencia en que la socialización “es el proceso por cuyo medio la persona humana aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir”. Idem. Por tanto, la relación entre la personalidad se escla- rece mediante el análisis de lo que en sociología y en psicología social se ha dado en llamar el proceso de socialización. 2. EL PROCESO DE SOCIALIZACION EN EL HOMBRE Las diferentes perspectivas sobre el proceso de socialización han exis- tido desde cuando los investigadores empezaron por primera vez a investi- gar este tema. En vez de ser mutuamente excluyentes, estas perspectivas son complementarias. Cada una resalta factores particulares que las otras no destacan, de modo que en conjunto proporcionan un contorno más comple- to de la socialización. Pero antes de tocar las diferentes opiniones de teóri- cos preocupados por ésta temática, se debe tomar en cuenta: La Adquisición de la Cultura: En primer lugar, la socialización es el proceso de adquisición de los conocimientos, de los modelos, de los valo- res, de los símbolos; en resumen, de las maneras de obrar, de pensar y de sentir propias de los grupos, de la sociedad, de la civilización en cuyo seno esta llamada a vivir una persona. Este proceso se inicia con el nacimiento, prosigue a lo largo de toda la vida y concluye con la muerte. La primera in- fancia, sin duda alguna, constituye el periodo más intenso de socialización: no solamente es el periodo en el que el ser humano tiene más cosas que aprender (higiene, gustos culinarios, urbanidad, lenguaje, roles, entre otros), sino que también el hombre es más apto para aprender ya que lo hace con Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 220 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 7. una facilidad y una rapidez que jamás conocerá en el resto de su vida. La sociedad moderna, suele sin embargo, prolongar cada vez más en la adoles- cencia ese periodo de intensa socialización. En este sentido, una vez pasado ese intenso periodo de socialización (la infancia y la juventud), el adulto no deja, sin embargo de proseguir su socialización a lo largo de su vida. Exis- ten, en particular, determinadas etapas en las que conocerá una socializa- ción más intensiva; por ejemplo: el primer empleo, comprensión de un sis- tema oficial y no oficial de sus roles, interacciones, comunicaciones, el ma- trimonio, el primer hijo, entre otros (Idem). La Integración de la Cultura en la Personalidad: La proporción de la cultura y del sistema social varía de una persona a otra. Lo que sí puede afirmarse según es que la cultura y el sistema social, una vez integrados en la personalidad, pasan a convertirse, como una obligación moral, la regla de conciencia y en la manera que parece “natural” o “mal” la forma de obrar, de pensar o de sentir. Gracias a esa integración de elementos socioculturales en la personalidad, el actor social, siquiera concientemente, apenas advierte el peso del control social, de los imperativos y exigencias que le pone el medio social (Idem). Adaptación al Entorno Social: Desde el punto de vista sociológico, la adaptación de la persona a su entorno social es una consecuencia principal. La persona socializada es un medio ambiente, pertenece a la familia, al gru- po, a la empresa, a la religión, a la nación y en el sentir de que forma parte de esas colectividades. Ello es debido, a que puede comunicarse, compartir aspiraciones, gustos, necesidades y actividades. Se establece que esa adap- tación afecta a la personalidad en profundidad por cuanto a nivel biológico y psicomotor, la persona socializa en una cultura y en una sociedad desarro- llando necesidades fisiológicas, gustos, actitudes corporales con condicio- namiento previo de su organismo neurofisiológico de su aparato sensorio motor, es decir, que su cuerpo y sus gestos se adecua a una socialización destinada a un concreto entorno sociocultural. En el mismo sentido, a nivel afectivo la expresión de los sentimientos, las restricciones y las sanciones de la cultura pueden ser limitados y hasta negados por una cultura y una so- ciedad. Entonces, la socialización proporciona, al nivel del pensamiento unas categorías mentales, unas representaciones, unas imágenes, unos cono- cimientos, unos perjuicios, unos estereotipos; en resumen, una manera de El delito: ¿Producto de la socialización? 221
  • 8. pensar, en cuyo defecto la inteligencia, la memoria y la imaginación no po- drían desplegarse, crecer y producir. Incorporando los elementos de la cul- tura, las facultades intelectuales se desarrollan y pueden crear a su vez nue- vos elementos culturales. De esta manera el resultado final, a nivel socioló- gico de la socialización estriba en producir una conformidad suficiente de la manera de obrar, de pensar y de sentir de cada uno de los miembros de una colectividad, para que por una parte, cada persona se adapte y se integre en una colectividad, y por otra, pueda ésta mantenerse y perdurar. Pero no pue- de llegarse a conclusiones sin describir los mecanismos de la socialización y analizar el rol de los agentes y medios ambientales de la misma (Idem). 3. LOS MECANISMOS DE SOCIALIZACION No se pretende reconstruir todo el proceso del desarrollo y estructura- ción de la personalidad; solo se quiere considerar aquello que afecta de un modo particular a la formación de lo que cabría denominar la personalidad social en el individuo, lo que incluye: sus valores, normas, símbolos, entre otros. Respecto, a esas consideraciones, se pudo distinguir ciertos elemen- tos que puede brindar algunas explicaciones, como son: El problema de la motivación Social: Si una persona actuando con- forme a las normas y a los valores de una colectividad o de una cultura y si- gue los dictámenes de su propia conciencia moral y responde a su necesidad que estima normal o natural, es porque está positivamente motivada para obrar de ese modo. Ahora bien, se sabe que semejante motivación no esta inscrita en la naturaleza biológica del hombre ni forma parte de la esencia de la naturaleza humana, puesto que puede haber diferentes maneras de conducirse. Es por ello, que la respuesta, o siquiera una parte de la misma, radica evidentemente en los mecanismos psíquicos de la socialización hu- mana, como el aprendizaje y la interiorización del otro, los cuales se en- cuentran estrechamente vinculados entre sí. El aprendizaje: Según éste ultimo autor consiste en la “adquisición de reflejos, de hábitos, de actitudes, entre otros, que se inscriben en el or- ganismo y en la psique de la persona y orientan su conducta”. Esto indica que la repetición, la imitación, la aplicación de recompensas y castigos, y Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 222 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 9. los ensayos y errores constituyen los cuatro procedimientos principales por cuyo medio se opera el aprendizaje. Tanto en el caso del adiestramiento de los animales o de los niños, como en el de la enseñanza, la educación o la socialización en general, el agente socializador y/o el socializado recurren incesantemente a uno u otro de esos procedimientos de aprendizaje. La Interiorización del Otro: Este completa al aprendizaje. Se desarro- lló una idea sobre “el espejo para mirarse a sí mismo”, donde la conciencia existencial, la conciencia de existir y de ser, es fruto, a un tiempo, de la in- tuición de las percepciones que de sí mismo tiene el otro, a lo que Cooley denomina simpatía, y de la comunicación con el otro. Pero para él, no sola- mente el “sí” es social, sino también la conciencia moral (Idem). Se hace referencia a estas conjeturas ya que el hombre en su proceso de crecimiento internaliza aquellos valores y principios que le inculca la fa- milia desde el momento en que nace, y se hace inevitable la interiorización de los mismos, para luego reproducir una conducta. En el mismo orden de ideas, se toma en cuenta las otras perspectivas teóricas que conjuntamente son complementarias para dar algunas explicacio- nes acerca del proceso de socialización, y se pueden citar a los siguientes: George H. Mead; por su parte realizó un estudio sobre “la toma de roles” trabajando sobre el análisis de Cooley donde trazó, según Light, Ke- ller y Calhoun (1990), el desarrollo de la autoconciencia a la interacción so- cial naciente. Mead llamó a los gestos y al lenguaje símbolos significativos en donde explica que el niño aprende así las reglas del juego, al tiempo que aprende a auto concebirse como miembro del grupo, y como miembro dife- rente de los demás por el rol que asume en el seno del mismo. El “sí” del niño se desarrolla por su identificación con otras personas en los roles que ellos desempeñan, y en particular por la interiorización de “el otro genera- lizado”. Asimismo, el niño se familiariza con las reglas que los presiden, con las actitudes que comportan, y con los principios que los inspiran: tal es el fundamento de la interiorización progresiva de los elementos sociocultu- rales del medio. Por lo tanto, para Mead el pensamiento es de carácter esen- cialmente social porque se desarrolla por y en la comunicación con el otro, y con los demás en razón de los símbolos que utiliza para constituirse y co- municarse. El delito: ¿Producto de la socialización? 223
  • 10. Jean Piaget; consideró el pensamiento y la inteligencia del niño como proceso social tanto como psíquico. La infancia, según él, se caracteriza, tanto desde el punto de vista del conocimiento como desde el punto de vista moral, por la que este autor llama el egocentrismo. Desde el punto de vista moral el egocentrismo entraña una especie de anomia, de modo que la ter- nura y el desinterés pueden ir a la par con un egoísmo ingenuo. Hasta los 7 años de edad aproximadamente el niño priva la relación con los adultos, con los padres sobre todo. A partir de esa edad, el niño se basa en la coope- ración, ésta no posible con los adultos, sino con los compañeros contempo- ráneos a él. Las reglas y los principios a los que obedecía el niño por sumi- sión y pasividad pasan a convertirse en reflexión y crítica exigidas por la cooperación en unos juicios morales personales. Los conocimientos, las normas, los valores del medio ambiente, tras haber sido impuestos desde el exterior, son así progresivamente interiorizados, hasta convertirse en la ra- zón y en la conciencia de cada persona (Idem). Sigmund Freud; En primer lugar Freud, aclaró las relaciones del niño con sus padres, evidenciando sus raíces sexuales. La dinámica del primer aprendizaje del ser humano se inscribe, por consiguiente, en un contexto de relaciones afectivas intensas que multiplican el alcance y la significación de los métodos empleados por los padres o sus sustitutos. En segundo lugar, realizó un fenómeno sumamente importante la ambivalencia de los senti- mientos, es decir, la capacidad del ser humano para sufrir simultáneamente sentimientos contradictorios de amor y de odio con respecto a unas mismas personas. Esta ambivalencia sentimental juega un importante papel en las relaciones entre generaciones, entre jóvenes y adultos. En tercer lugar, ha- bló sobre la transferencia, es decir, la capacidad de transferir a otras perso- nas, a otros roles, a otros objetivos, sentimientos primitivamente fijados so- bre un objeto, una persona o un rol. La aptitud a la transferencia desempeña un importante papel en la vida adulta e interviene, sobre todo, en ocasión de determinadas etapas de adaptación y de socialización: matrimonio, cambio de empleo, emigración, envejecimiento, entre otros. Por ultimo, su última contribución deriva del análisis del super ego en donde éste es el control so- cial interiorizado y asimilado, hasta el punto de entrar en la dialéctica que se establece entre los impulsos instintivos (Idem). Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 224 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 11. Se hace referencia a éstas teorías debido a que el niño en su proceso de crecimiento y socialización va construyendo su propio mundo, apren- diendo sus roles en la sociedad en que ha nacido, con quienes ha convivido, con quienes ha compartido parte de vida y sus experiencias sociales y que coadyuvan a una construcción y manejo de su conducta que suele liberar durante su proceso de aprendizaje. 4. LA CONDUCTA ORGANIZACIONAL. CONDUCTA INDIVIDUAL Y COLECTIVA Según Álvaro, Garrido y Torregrosa (1996) resulta inadecuado conside- rar las organizaciones sin miembros y sin actividades como la pretensión del comportamiento del hombre occidental contemporáneo sin la consideración de las organizaciones. Así pues, el estudio de la conducta organizacional es un intento sistemático por comprender la conducta de las personas en las or- ganizaciones y las propias conductas de esas formaciones sociales. Se ha afir- mado que el estudio de la conducta organizacional consiste en el estudio sis- temático de la naturaleza de las organizaciones, cómo surgen, crecen y se de- sarrollan y sus efectos sobre sus miembros individuales. La clarificación de la conducta organizacional se ha convertido en una tarea con pleno sentido teó- rico que requiere una consideración desde múltiples niveles y que, en todo caso retrotrae al problema del sujeto de esa conducta y al del ambiente signi- ficativo en el que se produce. Ahora bien, esto no implica una reificación de la conducta de esa colectividad, ya que ésta necesariamente implica conduc- tas desempeñadas por uno o varios miembros de la misma. Es pues, necesario determinar en que sentido un determinado acto es realizado por un individuo, pero es, al mismo tiempo, acto de una organización. Fue importante hacer referencia a esta teoría tomada de la psicología social, ya que en primer lugar, se ha elaborado el estudio de conductas labo- rales complejas; en segundo lugar se va desarrollando modelos psicológicos que permiten una consideración más adecuada de la conducta organizacio- nal al contemplarla en su carácter intencional, anticipatorio, flexible y de buena medida racional y fundamentada en la subjetividad del agente; y en tercer lugar se viene prestando una mayor consideración a la interacción en- tre el comportamiento de las personas y el complejo entorno material y psi- El delito: ¿Producto de la socialización? 225
  • 12. cosocial que representa la organización; finalmente se desarrolla cada vez mas la consideración del comportamiento organizacional como un todo para el individuo, ya que el hombre se encuentra integrado al mismo y de una manera u otra lo afecta e influye negativa o positivamente sobre él. 5. TIPOS DE SOCIALIZACION Socialización Primaria: Se debe entender por socialización primaria según Gabaldon (1987), como “el proceso mediante el cual un individuo cobra noción de, e internaliza el significado del mundo que lo rodea”. Este proceso se desarrolla en los primeros años de la vida que el niño va defi- niendo sus pautas de comportamiento frente al medio que lo rodea. Entre la socialización primaria se encuentra la familia y la escuela, en donde el niño (a) establece sus primeras pautas de conducta. Socialización secundaria: Se produce en una etapa más avanzada del individuo, como lo puede establecer: la religión, los medios de comunica- ción y los grupos de referencia o pertenencia. 6. INFLUENCIA CRIMINOLOGICA DE LOS AGENTES* SOCIALIZADORES EN EL INDIVIDUO Uno de los elementos más obvios como lo indica Johnson (1960) es que la socialización se da en el sujeto gradualmente. Por ello, ese proceso de aprendizaje se divide en cuatro etapas en donde el hombre internaliza y asu- me roles significativos para él y en donde los agentes socializadores contribu- yen a desencadenar una conducta desviada o delictiva en el hombre. – Primera etapa: En esta etapa el niño atraviesa por una etapa llamada “identificación primaria” en donde éste aprende dos roles: dependen- cia oral con la madre y cuando se ha sensibilizado al placer difusa- mente erótico del contacto corporal con la misma. En Venezuela se presenta una disyuntiva, debido a que la familia suele ser matrilineal o matricentrada o muchas veces el infante suele ser huérfano o abando- nado por sus padres, por lo que incide de alguna manera a una inesta- Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 226 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 13. bilidad emocional, ya que su “superyo” no fue bien desarrollado, se- gún lo explica Gabaldon (1987). – Segunda etapa: El niño aprende hábitos de higiene y muestra afectos principalmente con su madre. En esta etapa es importante entrenar al niño para que sea capaz de participar en un sistema social más com- plejo, lo que no sucede gradualmente debido a la inestabilidad familiar venezolana: ausencia de padre, abandono, segregación de roles fami- liares, valores contrarios a lo que la sociedad demanda entre otros (Idem). – Tercera etapa: Abarca desde el cuarto año hasta la pubertad. Cuando se ha alcanzado el adecuado estadio de socialización, se le imponen al infante muchas presiones sociales para que se identifique con el sexo apropiado. El niño se identifica con su propio sexo a causa del interés en el sexo opuesto. El niño debe ir a la escuela, se reúne con grupos de pares, es decir, que tiene que aprender a manejarse sin el apoyo direc- to de su familia. En Venezuela acceder al sistema educativo es alterna- tivo y cuando no existe los valores y los principios fundamentados por la familia, esta etapa no suele consolidarse en el individuo, lo que hay ausencia de disciplina, valores, interiorización de roles con los grupos, y no se maneja un proceso socializador primario completo o es muy poco satisfactorio, lo que deja un “vacío” dentro de sí en el mismo, de acuerdo a Johnson (1960). – Cuarta etapa: En esta etapa el joven se emancipa cada vez más del control de sus padres, ésto debido a la tensión que produce demandas de independencia muchos mayores. En la sociedad se considera logra- do el objetivo de la adultez cuando una persona puede mantenerse a si misma en forma independiente de su familia, como también implica formar una familia propia. En este orden de ideas, al observar las cuatro etapas del sujeto puede observarse que el individuo desde la primera etapa va asumiendo y respon- diendo a la sociedad según los roles, valores y principios aprendidos desde su etapa primaria socializadora como es la familia, luego la escuela y cómo influye en él la etapa secundaria en el proceso de socialización, es decir, cómo los medios de comunicación, la religión y los grupos de referencia in- El delito: ¿Producto de la socialización? 227
  • 14. fluyen en gran manera en el niño, en el adolescente, en el joven y en el adulto, lo que esta segunda etapa viene a reforzar o no lo que el sujeto trae desde la primera, revelando ante la sociedad lo oculto en él, lo aprendido, lo que internalizó en todo su proceso de crecimiento. Esta conducta puede de- sencadenarse en el sujeto dependiendo de las necesidades intrínsecas o ex- ternas del individuo, lo que el contexto social contribuye y lo incita a obrar para satisfacer dichas necesidades, según lo plantea Merril (1969). De acuerdo a lo anteriormente expuesto, se ha dicho que la socializa- ción involucra un proceso de interacción social entre el agente socializante y su “socializado” como lo expresa Johnson (1960). Se expone que el agen- te socializante es la madre, pero no hay realmente una verdad absoluta de que ésta sea la determinante, aunque sí es fundamental en el proceso socia- lizador del niño como figura afectiva; los otros miembros de la familia no tienen roles claramente diferenciados desde el punto de vista del niño. Tam- bién se ha presentado indicios para el desarrollo de un nuevo sí mismo ante la indiferenciación de roles. Ante este dilema, la primera reacción del niño ante una inestabilidad familiar es un sentimiento de frustración, sus necesi- dades no son satisfechas, siente una especie de indignación moral lo que conlleva a la agresión hacia sus padres y cambios de personalidad como cambios motivacionales no dirigidos hacia el medio ambiente, estas reac- ciones pueden ser llamadas según este ultimo autor “mecanismos de defen- sa”. Estos mecanismos son cambios internos cuya función es mantener cier- to tipo de integración en la personalidad, por lo tanto respecto a estas reac- ciones negativas a la frustración, los padres toman una actitud permisiva. Con respecto a la internalización de los roles, el niño en una familia netamente disfuncional aprende a generalizar cognitivamente, es decir, que comienza a ver cuantos estímulos corresponden al mismo objeto. Se dice que la familia se hace disfuncional cuando no se respeta la distancia genera- cional, cuando se invierte la jerarquía, de acuerdo a Herrera Patricia dispo- nible en http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol13_6_97/mgi13697.htm. Por lo general, cuando en la comunicación hay dobles mensajes es porque hay conflictos no resueltos, por lo que las dificultades en la comunicación pue- den verse más bien como consecuencia de las disfunciones entre otros vín- culos familiares, como las reglas, roles, jerarquías, entre otros. Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 228 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 15. Entonces, los mecanismos de defensa aparecen incluyendo a la repre- sión de las antiguas necesidades, inhibiendo o extinguiendo sus viejas pau- tas aprendidas, culminando con el mecanismo integrativo de identificación. Este proceso de identificación deja lugar para que las instancias socializa- doras realicen su parte, socializando al individuo, reforzando o no lo que el infante trae como base, en donde los medios de comunicación cumplen una función según sus mensajes violentos desencadenando conductas desviadas o delictivas; en donde los grupos de referencia o pertenencia incitan a parti- cipar en el cumplimiento de ciertas metas dándose un proceso de identifica- ción que marca al individuo debido a la ausencia de pautas y valores que la familia no logró proporcionar satisfactoriamente, llevando a un proceso de desocializacion, cambiando pautas de conducta por otras, lo que estos gru- pos de referencia y hasta la religión podrían jugar un papel significativo condicionando la conducta desviada de alguna u otra manera a la reacción delictiva, conforme a Merrill (1969). Entre la evidencia criminológica encontrada según Gabaldon (1987), puede revelarse que el tema de la disfuncionalidad familiar ha explicado en gran manera la reacción de la conducta delictiva en el hombre, sin distincio- nes de contextos socioculturales y políticos. Entre estas disfunciones se tie- ne: el divorcio, uniones libres y el concubinato especulando sobre aspectos traumáticos de la falta de figura paterna como fuente de inestabilidad emo- cional y de falta de conducción y vigilancia, como es el caso venezolano. A la vez decir que otro de los elementos posibles es el comportamiento inmo- ral y criminal de los padres y otros parientes del niño en el hogar. En el mis- mo orden de ideas, se habla de la inadaptación al medio obligatorio que el niño pueda tener en la escuela como comunidad de acceso, medido de algu- na manera por el retardo escolar, actitudes y conductas escolares poco apro- piadas para el desarrollo de las actividades normales de enseñanza, como desatención, descuido de las tareas, pereza, hiperactividad, proclividad al abandono, infelicidad y nerviosismo, según juicios emitidos por los mismos maestros. Esto supone que el desajuste escolar se manifiesta especialmente, pues el delincuente proviene de hogares donde el sistema de valores no concuerda con el de la escuela y su situación es inapropiada para aprove- char aquellas cosas que la escuela afirma que son buenas para él. El delito: ¿Producto de la socialización? 229
  • 16. De esta manera, se hace referencia a la Dra. Francis Padrón la cual reali- zó una investigación de tesis doctoral en la Universidad del Zulia sobre “Fac- tores de riesgo individual y familiar relacionados con el bajo rendimiento es- colar” disponible en http://www.med.ucv.ve y plantea que en lo concerniente al alumno(a) el fracaso escolar puede ser expresado en repitencia, deserción esco- lar y bajo rendimiento con baja autoestima, depresión, agresividad, aislamiento, rechazo a la escuela; en el grupo familiar y dependiendo de la capacidad de adaptación y cohesión de los diferentes miembros que lo conforman, puede producirse disfunción familiar; lo que en muchas ocasiones el bajo rendimiento es causa y a la vez efecto de problemas familiares. Encima de esto, en lo que respecta a la importancia del ambiente fami- liar y su influencia en el aprendizaje y rendimiento del niño, indica que el nivel socioeconómico y cultural del hogar y de la comunidad donde provie- ne el escolar determinan su nivel de información, la experiencia y el rendi- miento; un hogar donde se discutan las situaciones, se expresen los senti- mientos, se intercambien opiniones e informaciones, y por ende desarrollar un lenguaje mas rico y fluido, adquirir seguridad y confianza, así como va- lores, motivaciones y metas, coadyuvan a la mejor utilización de las capaci- dades del escolar y del adolescente y a la satisfacción por el estudio y la es- cuela (Idem). En el proceso de socialización, el individuo adquiere los mecanismos de pertenencia al grupo social amplio de un modo primario y básico, ya que también existen los denominados grupos secundarios de socialización: es- cuela, amigos, vecinos, entre otros. Así, la familia se convierte en un campo de entrenamiento de habilidades sociales y personales en el contexto de la reciprocidad; la persona es amada tal cual es y, de este modo, la escuela de entrega y servicio en que se constituye la realidad familiar es pilar funda- mental de la salud social, desde el punto de vista de Javier Ros Codoñer, disponible en http://www.ecologia-social.org. Por lo tanto, en la institución familiar, por tratarse de un ámbito de servicio casi incondicional y de co- rrección acompañada de buenas dosis de solidaridad, se evita o reduce sen- siblemente la proliferación de conductas socialmente desviadas tales como la drogadicción, la violencia juvenil y el absentismo escolar. No obstante, Sutherland ha contribuido a la teoría de las subculturas criminales sobre todo con el análisis de las formas de aprendizaje del com- Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 230 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 17. portamiento criminal y de la dependencia de este aprendizaje de los diver- sos contactos diferenciales que tiene el individuo con otros individuos o grupos, de acuerdo a Baratta (1982). Por tanto, muestra en su teoría basa- mentos en las condiciones económicas, psicopatológicas o socio patológi- cas del individuo. Sin embargo, esta disyuntiva trae como consecuencia el etiquetamien- to proveniente de la escuela interaccionista como foco central de atención, lo que agravaría un cuadro de deficiencias en el individuo, de inadecuación al medio, manifiesto en escaso rendimiento e incluso deserción; debido a que las etiquetas traen como atributos: un elemento de identificación que lo separa del grupo y pierde de esta manera su identidad; crean auto etiquetas lo que la persona se percibe a si misma como siente que los demás lo ven; las etiquetas crean expectativas lo que la audiencia social se enfrenta a quien a sido etiquetado; se puede perpetuar el comportamiento; luego pro- ducen desviación secundaria, originada por la primera, generalmente como un medio de ataque, de defensa a la reacción social; así se generaliza y se contagian por asociación como si fuera una enfermedad; posteriormente las etiquetas dirigen la actividad social lo que la audiencia social se dirige hacia una conducta reactiva y producen subculturas; y de esta manera las perso- nas etiquetadas son como extrañas al grupo y tenderán a buscar contacto con otras personas en condiciones similares, de acuerdo a Aniyar (1977). Además de ello, se introduce la hipótesis de que el déficits de escolaridad y el desnivel de la enseñanza entre colegios públicos y privados determinan mecanismos de exclusión social y de distribución de la conducta desviada. Por otro lado, se da explicación que el delincuente no es ya el produc- to residual de una falta en la inducción del conformismo social a través de la familia y la escuela, que al fracasar como controles dejarían abierto un espacio de desviación espontánea, y que la desviación se construye y se ela- bora a través del contacto directo o referencial con otros grupos de interés, lo cual este grupo de relación genera un patrón delictivo lo suficientemente atrayente y determinante como para inducir a un comportamiento que ase- gure la participación del sujeto para la realización de fines. Entonces, desde el punto de vista sociológico, la desviación puede de- finirse como una actividad que, según la opinión general requiere la aten- ción de agentes de control social; es decir, una conducta que exige “se haga El delito: ¿Producto de la socialización? 231
  • 18. algo”. La desviación no es algo inherente a algunas formas de comporta- miento, sino algo atribuido a las mismas por el público que directa o indi- rectamente las contempla, según lo afirma Rosa de Olmo (textos para su es- tudio Nº 2). A este tenor, otro factor influyente son los medios de comunicación donde se ha hecho énfasis sobre posibles efectos de determinados mensajes, particularmente sobre índole violenta, que tendrían en el desencadenamien- to de conductas delictivas individuales o grupales. La reiterada observación de escenas violentas en TV, repercute sobre la agresividad del niño, que co- mienza a registrarse ya a partir de los tres años de vida. Hay numerosos es- tudios que confirman que el alto índice de violencia televisiva interviene como factor importante en la determinación de las conductas masculinas (y femeninas). Por lo tanto, cuanto mayor sea el tiempo de exposición a pro- gramas televisivos violentos, mayor es el riesgo de asociación de conductas violentas en niños y adolescentes, de acuerdo a Muñoz García disponible en http://www.svnp.es/Documen/comunica.htm. Aquí puede notarse el enfoque del “paso al acto” criminal (mensaje de índole violenta que permite descargar agresión potencial mediante iden- tificación simbólica del receptor con el agente agresivo) y el aprendizaje social (modelos agresivos sugestivos que inducen respuestas agresivas en situaciones diversas a las presentadas en dicho mensaje), según lo explica Gabaldon (1987). Por otro lado, y no menos importante es la religión que se traduce en que no hay aun explicación del tipo de delincuencia que supuestamente inhibe la religiosidad manifiesta por el individuo y sustentada por el am- biente social. Igualmente, los indicadores de autodenuncia de delincuencia y de registro policial de arrestos no parecieran muy confiables para estimar la incidencia delictiva en relación a patrones éticos. De esta manera, el enfoque de la criminología crítica, cuestionando las definiciones mismas de la criminalidad, puso en segundo lugar la lucha contra el crimen, porque ésta ha sido una conducta generalmente atribuida a las clases bajas. Por eso, se convirtió tanto esfuerzo en estudiar la delin- cuencia de las clases altas, lo que conlleva a deducir que el status social del Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 232 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 19. individuo no es determinante en el proceso socializador como agente crimi- nológico, desde el punto de vista de Aniyar (2003). 7. EL IMPACTO DE LA SOCIALIZACION EN EL HOMBRE. CASO: LOS GLUECK La naturaleza del ser humano permite y exige a la vez la socialización. Según Light, Keller y Calhoun (1991), los seres humanos nacen con una cantidad muy limitada de instintos o con respuestas muy dispuestas a pro- mover la supervivencia, pero con una gran capacidad de aprender de la ex- periencia. La habilidad para aprender permite adaptarse a variados ambien- tes en forma flexible y compleja. Sin aprendizaje, sin socialización, no se podría llegar a ser sociales. Por lo tanto, el niño no es el único en sentir el impacto de la socialización: también lo sienten sus padres y otras personas comprometidas en su socialización. La capacidad de los niños para afectar a sus padres aumenta en cuanto desarrollan su competencia lingüística y en- cuentran nuevas experiencias fuera del hogar, lo que resumiendo puede de- cirse que la socialización es un proceso dinámico y reciproco. Asimismo, se quiere exponer el caso de los Glueck, planteado por Ga- baldón (1987), en donde se da el caso de un estudio realizado entre 1939 y 1949 sobre 500 delincuentes de Boston emparejados con 500 no delincuen- tes de similares zonas de residencia, edad y cociente intelectual. La investi- gación pretendió determinar qué características psicológicas y ambientales discriminaban a muchachos que hubiesen cometido persistentemente actos definidos como criminales y que en definitiva resultaron delitos convencio- nales contra la propiedad (hurtos y robos), lesiones, delitos sexuales y otras conductas como vagancia, fugas del hogar y embriaguez. El método de in- vestigación consistió en reconstruir, desde la época de identificación de los sujetos (17 años aprox.) hasta atrás en el octavo año de vida, precedentes familiares, conducta escolar e historias medicas y de personalidad, recu- rriendo a datos de los tribunales juveniles y a pruebas psicológicas sobre los muchachos y entrevistas con ellos y sus familias. Se Interesa mencionar el prepósito hallado en relación al medio familiar y cabe acotar que no se for- muló ninguna hipótesis sobre las causas determinantes de la conducta delic- tiva, sino que se tendió a reconstruir a posteriori un cuadro de factores in- El delito: ¿Producto de la socialización? 233
  • 20. tervinientes que pudiera dar lugar a una tabla de predicciones de probabili- dades de llegar a ser delincuente, a fin de intervenir precozmente para evitar tal desarrollo. Ahora bien, como resultado del estudio se dió una serie de factores al ámbito familiar como que: los padres de los delincuentes tienen mayor pro- porción de serias limitaciones físicas, retardo mental, disturbios emociona- les, ebriedad y criminalidad que los de los no delincuentes, todo lo cual in- dica una influencia adversa sobre las responsabilidades en la buena crianza y las relaciones entre padres de delincuentes suele ser peores que entre las de los no delincuentes. A este tenor, las madres de los delincuentes trabajan más fuera del hogar y supervisan y vigilan menos a sus hijos que las de los no delincuentes. Reveló que los hogares de los delincuentes contra sólo 34 % del de los no delincuentes, en conjunto, se disolvió por separación, di- vorcio, muerte o prolongada ausencia de uno de los padres (a pesar de que, en los no delincuentes, la muerte de uno de los padres, la separación perma- nente y la ausencia prolongada resultaron proporcionalmente mayores que en el grupo delincuente como motivo de la primera ruptura de la vida fami- liar común). Sólo la mitad de los padres del grupo delincuente, en relación al no delincuente, demostraba afecto y simpatía por sus hijos, así como la percepción de los muchachos delincuentes sobre el interés de sus padres por su bienestar es 3 veces menor que la de los no delincuentes. Finalmente, la disciplina de los padres hacia los hijos tiende a ser mayormente débil, super estricta y errática en el grupo de delincuentes, mientras resulta ser firme pero afectuosa en el grupo no delincuente. Entonces, los Glueck concluye- ron que “a la luz de la obvia inferioridad de las familias de los delincuen- tes como fuentes de un adecuado desarrollo de la personalidad y de la for- mación del carácter, no es sorprendente que estos muchachos no fueran nunca adecuadamente socializados y que desarrollasen tendencias antiso- ciales persistentes, aun aparte de las diferencias fundamentales somáticas y temperamentales entre ellos y los no delincuentes”. Sin embargo, según afirma Gabaldon (1987) en ésta investigación no se mencionó criterios cla- ros para estimar la inadecuación familiar (falta de vigilancia de los niños, falta de preocupación de los padres por sus hijos, disciplina “errática”, de- savenencias conyugales, entre otros), y por otro lado, no existió un cuerpo de proposiciones previo y coherente que postule relaciones a causa- efecto Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 234 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 21. entre ciertos datos familiares y la conducta delictiva y, en particular, que de- fina lo que se entiende por “medio adecuado para la socialización del niño”. Esta conclusión de Gabaldon abre nuevas discusiones de que la socializa- ción en el hombre es dinámica, variable y es relativa para cada caso familiar en donde no hay una respuesta absoluta de cual es la instancia determinante que desencadena una conducta delictiva y que lleva al individuo a cometer un delito por causa de la misma. CONSIDERACIONES FINALES Al culminar esta investigación se puede concluir lo siguiente: En base a los autores citados en esta investigación se puede deducir que el proceso por el que se adquiere la personalidad a través de la interac- ción social es lo que se conoce como la socialización. Así pues, las institu- ciones sociales en general y la familia en particular son los agentes princi- pales de la socialización, porque en ellas aprende el individuo los valores, las normas y expectativas culturales. Estas instituciones son los medios más importantes para imponer al individuo las sanciones de la sociedad, lo que equivale a decir que éstas desempeñan un papel fundamental en el control de la misma, con el que se imponen las actitudes y normas de comporta- miento según definiciones aprobadas por el contexto social. El desarrollo de la personalidad revela un patrón complejo de interac- ciones del medio ambiente. La personalidad puede definirse como los mo- dos característicos de pensar, de sentir y de ejecutar que los individuos de- sarrollan como resultados de su experiencia. El hombre definitivamente es un ser socializante y como tal no puede vivir separado de la sociedad que lo rodea y es además inevitable la influencia que tiene la misma sobre él. La familia, la cultura y el contexto social son elementos relevantes para el hombre desde que nace, donde crece, se desenvuelve y donde tiene sus pri- meras experiencias y aprendizajes frente al mundo que lo rodea. En este mismo orden de ideas, los agentes socializantes son influyen- tes e inevitables en el hombre ya que contribuyen en gran manera al proce- so de interiorización de valores y pautas de conducta frente a la sociedad lo que puede desencadenar determinadas reacciones delictivas dependiendo de El delito: ¿Producto de la socialización? 235
  • 22. la situación de cada individuo, de la base familiar que corresponda, de las necesidades intrínsecas y externas del sujeto, de la presión social, de las ca- rencias afectivas, entre otros. Lo que no puede dejarse a un lado, ni obviar- se, es que la familia cumple un papel revelador en este proceso y que la inestabilidad que se suscita con respecto a la misma en Venezuela ha conlle- vado a desencadenar un auge delictivo incontrolable por la sociedad y hasta por el mismo Estado. Esto lleva finalmente a plantear y a reflexionar que el modo que influye los agentes socializadores en el hombre es relativo y no hay alguna teoría absoluta ni otra explicación final que determine sobre cuál es la responsable en la incidencia delictiva y que haga manifestar una conducta desviada en el sujeto, quien luego cometa un hecho y la sociedad lo catalogue como un “delincuente”; pero antes de dar un juicio valorativo se debe comprender el contexto social actual en el que se encuentra inmersa la familia venezolana. Por tanto, la delincuencia es uno de los fenómenos sociales más im- portantes que nuestras sociedades tienen planteados, y es uno de los proble- mas criminológicos internacionalmente preferidos desde el siglo pasado, pues, las manifestaciones de la conducta que llaman socialmente la atención de forma negativa pueden observarse, por lo general, mejor entre los jóve- nes que en la población adulta. Asimismo, la delincuencia es un fenómeno de ámbito mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización. En tal sentido, se ha considerado que la delincuencia es un fenómeno específi- co y agudo de desviación e inadaptación y se ha dicho además que la delin- cuencia es la conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a las demandas de la sociedad en que vive. Ante la situación descrita, se considera que el Estado debe potenciar y fortalecer las capacidades de la familia como principal ámbito de mediación social y de construcción de nuevas identidades individuales capaces de inte- grarse en el entramado comunitario de una forma efectiva, tanto para ellas mismas como para la sociedad. Jessica C. Feria H., Jacqueline Guillén de Romer y Josefina Rodríguez 236 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 2 (Abril-Junio 2006) 215 - 237
  • 23. LISTA DE REFERENCIAS ALVARO, J., GARRIDO, A. y TORREGROSA, J. Psicología Social Aplica- da. McGrawHill. España. 1996. ANIYAR DE C., L. Criminología de la Reacción Social. Instituto de Crimi- nología. Facultad de Derecho. Universidad del Zulia. Venezuela. 1977. ANIYAR DE C., L. Entre la Dominación y el Miedo (nueva criminología y nueva política criminal). Ediciones nuevo siglo. Mérida- Venezuela. 2003. BARATTA, A. Criminología critica y critica del derecho penal. Primera edición. Siglo veintiuno editores. 1986. GABALDON, L.G. Control Social y Criminología. Editorial jurídica venezo- lana. Venezuela. 1987. JOHNSON, H. Sociología. Una introducción sistemática. Volumen 21, edito- rial paidós. Argentina. 1960. LIGHT D., KELLER S. y CALHOUN C. Sociología. Quinta edición, McGra- whill. Colombia. 1991. MERRILL, F. Introducción a la sociología (sociedad y cultura). Primera edición, editorial Aguilar. 1969. OTROS DOCUMENTOS http://www.svnp.es/Documen/comunica.htm. http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol13_6_97/mgi13697.htm. http://www.ecologia-social.org. DE OLMO, R. Estigmatización y Conducta Desviada. Centro de Investiga- ciones Criminológicas. Universidad del Zulia. Textos para su estudio Nº 2. PADRÓN, F. Factores de riesgo individual y familiar relacionados con el bajo rendimiento escolar.2005. http://www.med.ucv.ve. El delito: ¿Producto de la socialización? 237