Ranita era una rana soñadora que amaba leer historias de amor donde las princesas besaban sapos que se transformaban en apuestos príncipes. Sin embargo, su familia le decía que eso era imposible. Renato era un sapo cantor enamorado de Ranita a pesar de que ella soñaba con un príncipe humano. Tras besar muchos sapos sin éxito, Ranita se enamoró de Renato cuando él le cantó y le regaló una flor. Aunque Renato no se transformó, Ranita aprendió que el amor ver
proyecto semana de los Jardines, actividades a realizar para resaltar esta fecha
Renato y rana
1.
2. • Ranita era una rana muy bonita y por sobre
todas las cosas, muy soñadora. Era una
gran lectora, pasaba sus horas a la orilla de
la laguna, leyendo historias de amor. Sus
favoritas eran las historias de princesas. Las
leía una y otra vez. En la mayoría de ellas,
las princesas se enamoraban de sapos,
quienes luego de un mágico beso de amor,
se convertían en apuestos príncipes.
3. • Su familia y amigos le decían que ello
era imposible, pero la ranita siempre
contestaba que, en materia de sueños,
nunca estaba todo dicho.
Su madre trataba de hacerla entrar en
razones, sin éxito alguno.
– Hija, no es bueno que sigas pensando
en que un apuesto príncipe se fijará en
ti. Mírate, por bonita que seas, no dejas
de ser una rana.
– El amor todo lo puede – Contestó
disgustada Ranita.
– El amor no te transformará en algo
que jamás podrás ser – Replicó la
madre.
4. • Precisamente
ése era el mayor
sueño de Ranita,
tener un novio
que no fuese un
verde sapo con
ojos saltones,
sino un joven
alto y bien
parecido.
5. • Del otro lado de la laguna vivía
Renato, un sapo no muy apuesto que
cantaba todo el día. Renato era
alegre, bueno y gentil. Todas las
ranitas jóvenes y las que no lo eran
tanto, estaban enamoradas de él. Sin
embargo, Renato tenía ojos sólo para
Ranita.
6. • Sabía perfectamente que Ranita
esperaba un joven apuesto y no
un sapo cantor, pero no se
desanimaba.
– El amor todo lo puede – Decía
Renato a sus amigos.
– El amor no te transformará en
un ser humano – Contestaban
ellos.
Laguna por medio, sapo y rana
soñaban con el verdadero amor,
sólo que de manera diferente.
Para Renato el amor ya tenía
nombre, para Ranita –en
cambio- era sólo una fantasía.
7. • Renato no tomaba coraje para cruzar la
laguna y declararle su amor a la bella rana.
– Ya llegará el momento oportuno, mi corazón
me lo dirá – Pensó el sapo y siguió cantando.
Una tarde, al terminar de leer por décima vez
la misma historia de amor, la ranita tomó una
decisión.
– El secreto está en el beso – Pensó –
Entonces sólo es cuestión de repartir besos y
de ese modo, quien sea mi amor, se
transformará en un príncipe – Dijo decidida.
8. • Desde ese día, dejó los
libros de lado y
comenzó una afanosa
búsqueda de los sapos
jóvenes del lugar.
Con tristeza, vio que
ninguno de los que se
le cruzaban por el
camino le gustaba.
– No importa – Dijo
para sí – Seguro que
luego del beso, alguno
de ellos se
transformará, me
enamoraré y seré feliz
por siempre.
9. • Y así fue que Ranita empezó a repartir
besos a diestra y siniestra. Como era tan
bonita, ningún sapo se negaba, muy por el
contrario, hacían cola y esperaban
pacientemente a ser besados.
Un sapo y nada. Dos sapos y nada. Treinta y
cuatro sapos y nada. Todos seguían siendo
sapos.
– Algo anda mal – Pensó Ranita – Los libros
no pueden estar tan equivocados.
10. • – No son los libros los que están equivocados, sino
tu concepto de cómo encontrar al amor de tu vida
– Dijo su madre. Renato, por su parte, estaba al
tanto de los besos que Ranita seguía repartiendo y
las largas filas para recibirlos. Él no quería ser del
montón. No conquistaría al amor de su vida
haciendo una larga cola para recibir un beso, que
–como único efecto- tendría una desilusión.
Tomó una flor, la más bella que encontró, ensayó
su mejor canción y fue en búsqueda de su amor.
El sonido era tan hermoso que Ranita no podía
concentrarse más que en la música y ya no sabía si
besaba a un sapo, un tronco o un gusano.
11. • Algo especial sintió en su
corazón cuando escuchó la voz
de Renato y la melodía que
cantaba, algo que desconocía por
completo.
Se dio vuelta esperando ver un
apuesto joven cantando y lo
único que encontró fue aun sapo
que cantaba en forma dulce y
afinada.
Para su sorpresa, no se
desilusionó al ver que Renato era
sapo hecho y derecho: con ojos
saltones y varias verrugas.
El sapo extendió la flor a la ranita
y ésta la tomó agradecida.
12. • – ¿Y si lo beso? – Pensó Ranita – ¿Se
transformará?
Sin que pudiese seguir pensando
demasiado, Renato tomó por sorpresa a
la ranita y la besó él.
Fue el beso más largo y hermoso que
Ranita había recibido en su vida.
Cuando abrió los ojos siguió viendo un
sapo hecho y derecho que por supuesto,
en nada se parecía a los jóvenes con los
que siempre había soñado.
13. • No le importó.
– ¿Aunque no sea un príncipe, tendré alguna posibilidad? –
Preguntó tímido Renato.
– Todas las que no están en los libros – Contestó feliz Ranita.
Y aunque sapo y rana, fueron felices para siempre. Ranita se
dio cuenta que los sueños no siempre resultan como uno los
soñó y que su madre tenía razón.
Aunque, a decir verdad, la bella rana no estaba del todo
equivocada. En los sueños todo es posible y en éste dos
animalitos se enamoraron como dos príncipes de
cuentos.
14. • Descubrió, además, que si bien el amor
no transforma sapos en seres humanos,
sí transforma los corazones y el interior
de cada uno de nosotros y nos hace ver
al ser amado, tenga la forma que tenga,
como el más apuesto de los príncipes.