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El origen del mundo
Cosmogonías de las diferentes culturas
El origen del mundo en la Grecia clásica
2
Introducción
Los mitos cosmogónicos griegos
La religión y el pensamiento en la antigua Grecia
Teogonías griegas
La teogonía de Hesíodo
Las teogonías órficas
Recursos y bibliografía
Recursos
Bibliografía
COSMOGONIA CHINA
CONCEPCIONES COSMOGÓNICAS EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA
LA CIVILIZACIÓN AZTECA
COSMOGONIA DE LA GRECIA CLÁSICA
COSMOGONÍA DE LOS PUEBLOS DE LA TAIGA Y LA TUNDRA
ANON – COSMOGONIA DE LAS TRIBUS Y PUEBLO(dioses africanos)
LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS
3
Introducción
El mar que muchas veces ha servido y sirve de frontera para los pueblos, sin embargo en el
caso del Mediterráneo, mar cálido y cerrado, se convirtió ya en la Antigüedad en medio para
el intercambio de ideas y de bienes materiales entre los pueblos que se asentaron en sus
orillas: fenicios, persas, griegos... En este marco del Mediterráneo surgió una de las primeras
grandes culturas en suelo europeo: la cultura cretense (2000 a. C. al 1425 a. C.). La civilización
griega clásica hunde sus raíces en esta civilización cretense, si bien es cierto que se nutre de
muchos otros influjos procedentes de diversos pueblos (Micenas o Cícladas). La huella de
estas influencias puede seguirse a través de un largo proceso de formación, que duró
aproximadamente unos dos mil años, y que culminó con la aparición, hacia el 800 a. C., de la
primera etapa histórica de la antigua Grecia: la Grecia Arcaica. Tras esa primera etapa, que
llegó hasta el siglo VI a. C., se inició la etapa más floreciente de la cultura griega conocida
como Periodo Clásico (del siglo V al IV a. C.). El último periodo fue el Helenismo que
comenzó en el siglo IV a. C. y finalizó en el siglo I a. C. con la conquista de Grecia por parte de
los romanos.
La cultura griega clásica es uno de los pilares de nuestra civilización occidental. Es en
Grecia donde surge por primera vez la democracia, donde aparece la filosofía, pues el ser
humano comienza a cuestionarse su existencia, donde el hombre se convirtió en el centro del
pensamiento y en la medida de la belleza. Grecia ha dado a la Historia de la Humanidad un
gran número de filósofos, historiadores, escritores, artistas y pensadores cuyas obras son
reconocidas en todo el mundo.
Grecia mantuvo a lo largo de toda su historia una fuerte unidad cultural, a pesar de su
diversidad geográfica y su marcada fragmentación política, ya que el poder estaba dividido
entre las múltiples «polis» o ciudades-estado independientes. Estas polis eran el núcleo de la
vida política y social en Grecia y entre ellas destacaron ciudades como Atenas, Olimpia, Éfeso
o Pérgamo. La evolución de la estructura social griega desde una sociedad sencilla, hasta una
sociedad compleja y abierta, se desarrolló paralelamente a la evolución operada en la
economía, desde una estructura basada en la tierra hasta una economía monetaria y comercial.
Esa evolución está también ligada al desarrollo en el campo político, donde el desarrollo de la
polis supuso la desaparición de los reyes y la consolidación de la figura del ciudadano libre, al
tiempo que se establecía el modelo democrático.
Los mitos cosmogónicos griegos
4
La religión y el pensamiento de la antigua Grecia
El pensamiento griego a la hora de formular su concepción sobre el origen del mundo,
partió tanto del mito como de la ciencia. Así, a partir del mito surgieron toda una serie de
relatos sobre dioses y héroes legendarios y, a partir de la ciencia, apareció la respuesta
racional, ofrecida por filósofos como Tales de Mileto o Pitágoras. A partir del siglo VI a. C., el
pensamiento griego empezó a buscar repuestas al orden del Mundo, sustentadas en la razón.
Tales (nacido en torno al 640 y muerto en el 545 a. C.) fue uno de los filósofos destacados de la
Escuela de Mileto y defendía que el principio de todo era el agua, fundamentando su teoría en
el hecho de que el agua era el único elemento que podía encontrarse en los tres estados de la
materia: sólido, líquido y gaseoso. Más tarde los pitagóricos defendieron que el conocimiento
de las cosas solamente se puede alcanzar a través de las matemáticas. A medida que avanzaba
el conocimiento griego, se formularon hipótesis más complejas como la de Anaxágoras que
defendía que el Universo estaba formado por múltiples sustancias, pero no da respuesta a su
origen. Para Platón, el «Demiurgo» era la inteligencia ordenadora que actuaba sobre el caos,
ordenándola y dándole forma conforme a un plan. Sobre el desarrollo de la investigación
científica, recogemos más información en el apartado «Teorías Científicas».
La religión griega se basó sencillamente en la mitología, que se caracterizó por su talante
sincrético, ya que incorporaba en sus relatos elementos de diversas culturas. En esta religión
politeísta, cualquier fenómeno y elemento de la naturaleza, así como las principales
actividades económicas, quedaron representados por divinidades con apariencia humana. Así,
en los mitos griegos podemos encontrar un gran número de dioses pertenecientes a épocas y
lugares distintos. Por este motivo resulta complicado reconstruir el panteón completo, de
hecho en algunas ocasiones, los dioses se confunden y un mismo suceso presenta varias
versiones, llegándose a dar importantes confusiones. Entre estas divinidades, que moraban en
el monte Olimpo, se formaron complejas relaciones y vínculos que son la base de la mitología
griega.
Las teogonías griegas
La mitología griega también recoge en sus relatos el origen del Mundo. Pero debemos tener
presente que para el pensamiento religioso griego una cosmogonía suponía no solamente el
origen de nuestro mundo físico, sino también el origen de los dioses, el origen del hombre y la
organización social.
La literatura griega proporcionó diversos textos cosmogónicos, sin embargo la mayoría se
conservan bastante mal. Entre ellos conocemos la teogonía de Hesíodo, la teogonía de
Eudemo, la de Jerónimo y Helanico, la cosmogonía de las Rapsodias y la recogida en el Papiro
de Derveni, las cuatro últimas son conocidas como «Teogonías Órficas», ya que son atribuidas
5
a Orfeo. Hay una serie de rasgos generales compartidos por estas cosmogonías griegas. En
primer lugar, el origen del Mundo parte de la organización de una materia primitiva, que a
veces se organiza sóla. El segundo concepto fundamental es el de los pares de contrarios; esta
idea recuerda a la explicación dualista de los filósofos pitagóricos que consideraban que los
números procedían de dos elementos opuestos: el par y el impar. Este planteamiento permitía
concebir un gran número de oposiciones: el bien y el mal, frío y calor, día y noche... Otro
elemento característico de las cosmogonías griegas es que la ordenación del Mundo no se
produce instantáneamente, sino que pasa por fases intermedias en las que aparecen criaturas
monstruosas y míticas hasta que el desorden es definitivamente desplazado y desaparece.
La teogonía de Hesíodo
De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra
más antigua y mejor conocida de todas. Escrita entre finales del siglo VIII y
comienzos del VII a. C., es la fuente de la que se nutre toda la mitología griega.
Hesíodo, que con seguridad es posterior a Homero, vivió en torno a l siglo VIII
a. C. y ya entre los griegos tuvo la fama de ser él quien ordenó los mitos
religiosos, organizando la genealogía de los dioses. Como señala Mircea
Eliade, en esta Teogonía podemos distinguir hasta cuatro fases: en la primera
fase, parte de la existencia de Caos, y después de la Tierra, Eros, el Cielo y la
primera generación divina; en una segunda fase, se describe la castración del
Cielo por su hijo Cronos; en la tercera parte, Zeus logra no ser devorado por Cronos, su padre
y toma el poder; y en la última fase, se narra la batalla de Zeus y los dioses contra los titanes.
El autor nos describe el origen del Mundo como parte de una teogonía, siendo la formación
del Mundo un tema secundario, porque, de hecho, a Hesíodo le interesa la «estirpe de los
inmortales», como bien nos indica en su poema.
Hesíodo comenzó su obra con una invocación a las Musas, quienes le inspiraron en su poema
y le instruyeron en su tarea. Hesíodo describe la experiencia como un encuentro místico con
los dioses. Podemos pensar que esta descripción oscila entre lo que podría ser un recurso
literario y una experiencia religiosa, en la que un dios se aparece a un mortal (pastor,
campesino...) y le transmite unos conocimientos. A continuación presentamos el primer
fragmento de este poema:
Ellas, que un día a Hesíodo le enseñaron un hermoso canto,
mientras apacentaba sus ovejas al pie del divino Helicón.
Tal mensaje, lo primero de todo, me dirigieron las diosas,
6
las Musas olímpicas, hijas de Zeus, portador de la égida: 25
«Rústicos pastores, triste oprobio, vientres tan sólo
Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades
mas sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad.»
Así dijeron las bienamadas hijas del poderoso Zeus.
Y me dieron un cetro, tras haber cortado de florido laurel una
rama
admirable. Y me infundieron el canto 31
divino, para celebrar lo que va a pasar y lo que ha pasado
y me encomendaron alabar con himnos la estirpe de los Felices,
que por siempre existen
y cantarles a ellas mismas al principio y al final.
Las Musas han iniciado a Hesíodo en su labor y lo han provisto para ello y, a continuación,
el autor explica su misión: elaborar la «sagrada estirpe» de los dioses:
Y es que de las Musas y del flechador Apolo
descienden, en la tierra, los aedos y los citaristas, 95
y de Zeus, los reyes. ¡Feliz aquél a quien las Musas
aman! Pues dulce de su boca fluye el canto
y si alguien con un pesar en su ánimo recién afligido
se consume, con el corazón angustiado, entonces el aedo
servidor de las Musas, las hazañas de los hombres de
antaño
100
celebra, y a los dioses que ocupan el Olimpo
y enseguida éste de sus pesares se olvida y ya de sus cuitas
7
ni se acuerda; de prisa cambian su ánimo los regalos de las
diosas.
En el verso 105 Hesíodo nos indica de qué trata su poema, lo que podríamos llamar el
programa de los mitos del poema, para acto seguido iniciar su genealogía divina:
Salve, hijas de Zeus, Concededme vuestro canto fascinante,
celebrad la sagrada estirpe de los inmortales, que por
siempre existen,
105
los que nacieron de Tierra y de Cielo estrellado,
los que nacieron de la tenebrosa Noche y a los que nutrió el
salobre Ponto
decid también cómo nacieron al principio los dioses,
los ríos y el ponto ilimitado, de impetuosa corriente,
los astros resplandecientes y el ancho cielo, arriba, 110
y sus descendientes, los dioses dadores de bienes,
cómo se repartieron la riqueza, cómo se dividieron los bienes
y cómo habitaron al principio el muy abrupto Olimpo.
Inspiradme eso, Musas, que habitáis Olímpicos palacios
desde el principio y decidme lo que hubo antes de aquellos. 115
«Pues bien, lo primerísimo que nació fue Caos; pero
enseguida
Tierra de ancho pecho, sede por siempre segura de todos
los inmortales que ocupan las cimas del nevado Olimpo,
y el nebuloso Tártaro en abismo de la tierra de vastos
caminos
y Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, 120
8
que afloja los miembros, que de todos los dioses y de todos
los hombres
domeña en sus pechos el entendimiento y el prudente
consejo.
De Caos nacieron Érebo y la negra Noche
y de la Noche, a su vez, Éter y Día nacieron,
a los cuales engendró habiéndose unido en amorosa
coyunda con Érebo.
125
Y Tierra engendró lo primero, igual a sí misma
el cielo estrellado, para que por todas partes la cubriera,
a fin de que para los felices dioses fuera sede por siempre
segura.
También engendró los grandes montes, gratas moradas de
unas diosas,
las ninfas, que habitan por los abruptos montes. 130
Asimismo dio a luz al mar imposible de secar, de impetuosa
corriente,
a Ponto, sin deseada coyunda. Pero luego
unida en amor a Urano parió a Océano de profundos
remolinos,
a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto,
a Teya a Rea, a Temis y a Mnemósine 135
a Febe de áurea corona y a la encantadora Tetis,
y tras ellos el último nació Crono de tortuosa intención,
el más terrible de sus hijos y en él floreció el odio contra su
padre
9
Como vemos en el texto anterior, lo «primerísimo que nació fue Caos». Pero este término es
bastante confuso y además Hesíodo dice que «nació», por lo tanto debió existir algo antes, que
el autor no nombra. En cuanto al término «Caos», los propios autores clásicos dieron sus
particulares interpretaciones del mismo, con lo cual podemos pensar que ellos tampoco tenían
una definición clara. Para el filósofo Aristóteles, el «Caos» era un sitio, un lugar, cuya
existencia era necesaria, como nos indica en su obra Physica 208b 30:
(Hesíodo dice: «De todas las cosas lo primerísimo que nació fue Caos», porque es
necesario que exista primero un lugar para las cosas que existen.
Zenón, por el contario, piensa que ese «Caos» del que habla Hesíodo debe ser agua. Otra
interpretación diferente encontramos en Pseudo Platón en su obra Axioco, 371E, que lo situó en
el infierno:
En cuanto a aquellos que han orientado su vida por el camino de los crímenes, son
llevados por las Erinias al Érebo y al Caos, a través del Tártaro.
Para Apolonio de Rodas IV, (1696-98) aparece como una «sima negra»:
Esta horrible noche no la traspasaban las estrellas ni los rayos de la luna, sino que era
una sima negra que se abría desde el cielo o alguna otra tiniebla que emergía
levantándose desde los más hondos abismos.
Luciano en Amores 32, ve el «Caos» como una masa invisible y confusa:
Pues tú (Eros) diste forma al universo a partir de una invisible y confusa carencia de
forma.
Para Ovidio el «Caos» era una forma desordenada, como reflejó en su obra Metamorfosis I,
5-7:
Antes del mar y de la tierra, y del cielo que todo lo cubre
en todo el orbe la naturaleza solo tenía un aspecto
al que se llamó Caos, una masa confusa y desordenada.
Incluso hay algunos autores, como Aristófanes en, o Eurípides, que ven al «Caos» como un
espacio, un hueco entre el Cielo y la Tierra. Así, Aristófanes señaló en Aves (190-193):
De este modo, cuando los hombres hagan sacrificio a los dioses, como éstos no os
paguen tributo, no dejaréis pasar el olor a muslos asados a través del espacio y de una
ciudad que no es suya.
Y en Eurípides, Cadmo fr. 448 n2
:
10
a esta sede divina
en medio del cielo y de la tierra,
algunos la llaman Caos.
Después de «Caos», apareció la Tierra. Estos dos elementos darán origen a otros: Caos
engendró a Erebo (espacio situado debajo de la Tierra) y la Noche, mientras que la Tierra
engendró a «Ouranos», el «Cielo». Después apareció Eros, que ya no es un elemento, ni una
materia, sino que es un dios, cuya aparición es precisa para que esos divinidades anteriores
puedan practicar el sexo para engendrara al resto de las divinidades, como vemos en verso
125:
...habiéndose unido en amorosa coyunda...
De la unión de la Noche con Érebo, unión sexual, surgieron Éter y el Día. El Día y la Noche
compartirían el espacio ubicado encima de la Tierra, mientras que el Éter se situó por encima
de ellos en la parte más luminosa y elevada.
La Tierra engendró los montes y el mar, ahora sin unión sexual, pero además fue
fecundada por el Cielo; de la unión con el Cielo surgió la segunda generación de dioses: los
seis Titanes (Océano, el mayor de todos, Ceo, Críos, Hiperión, Japeto y, por último, Cronos, el
tiempo) y sus seis hermanas (Tea, Rea, Temis, Mnemosine, Febe y Tetis). Esos titanes
representan las fuerzas de la naturaleza y el último fue Cronos. Vemos aquí cómo se
distinguen dos tipos de nacimientos en las divinidades: por generación «espontánea», sin
relación sexual, y por fecundación, es decir: con práctica sexual. Urano no dejaba nacer a su
prole, ya que mantenía esas relaciones sexuales de forma incesante y los retenía en el vientre
de Gea, provocando malestar de la diosa. La Tierra también dio vida a los Cíclopes (Brontes,
Estérope y Arges) y finalmente, de las relaciones entre el Urano y la Tierra, aparecieron Cotto,
Briareo y Gíes, de aspecto monstruoso. En el poema de Hesíodo esos hijos son calificados
como «terribles», como vemos en el verso 155:
...los hijos más terribles y odiaban a su padre 155
desde el principio
Gea, con sus hijos en el vientre, se sentía angustiada y elaboró un plan. Produjo un arma
nueva y se la ofreció a sus hijos, indicándoles que su venganza era la respuesta lógica a las
maldades de su padre (verso 166):
...porque primero había maquinado él acciones indignas
11
Pero solamente Cronos, «de mente retorcida», se atrevió a seguir los consejos de su madre y
con la hoz, castró a Urano. De la sangre caída sobre la tierra, nacieron las Erinias, los Gigantes
y las ninfas de los bosques. De sus partes caídas arrojadas al mar por Crono, nació Afrodita.
Crono complació a su madre y Urano fue derrotado. Así, aunque no fuese su objetivo
principal, Crono se instaló en el trono de su padre y se convirtió en soberano de los dioses. De
esta forma el relato nos describe, además, cómo se produjo la separación entre el Cielo (Urano)
y la Tierra, que resulta ser una manera un tanto violenta, con similitudes en otros mitos
cosmogónicos (en el mito hitita, Kumarbi castró a Anu).
Crono se unió entonces a Rea y tuvo con ella cinco hijos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y
Poseidón, la siguiente generación de dioses. Hesíodo nos cuenta cómo Crono, para no ser
derrotado y desposeído por ninguno de sus hijos, los iba devorando a medida que nacían
(verso 459 y siguientes):
...y los iba devorando el gran Crono
ya fin de que ningún otro de los ilustres Uránidas
ostentara entre los inmortales la regia dignidad.
Y es que se había enterado, por boca de Tierra y de Cielo
estrellado,
que su destino era verse sometido por un hijo suyo.
Pero las precauciones tomadas por Crono fueron inútiles, porque Rea le engañó. Así, tras parir
a Zeus, Rea lo escondió en una gruta y, en vez de entregar a Crono el bebé, le entregó una roca
envuelta en pañales, que éste devoró sin darse cuenta del engaño. Cuando Zeus creció obligo
a Crono a vomitar a sus hermanos que estaban en el vientre de su padre. Zeus rescató de esta
manera a sus hermanos, que en agradecimiento le ofrecieron el trueno y el rayo, símbolos de
poder. Pero, el conflicto no había terminado, porque Crono lanzó contra Zeus a los Titanes. Se
inició una larga guerra entre estas dos generaciones de dioses, hasta que finalmente los dioses
más jóvenes, encabezados por Zeus, arrojaron a los Titanes al Tártaro. La victoria de Zeus y
los dioses olímpicos sobre los Titanes, que representaban la fuerza bruta y la violencia, es el
triunfo del espíritu y de la justicia y marca el inicio de un nuevo ordenamiento del Universo.
Hesíodo relató que después del triunfo, Zeus es nombrado soberano por consenso de todos
los dioses, insistiendo en la imagen de Zeus como dios justo y legítimo (versos del 883 al 885):
E instaron entonces, por supuesto, a que fuera rey y
soberano
-por discretos consejos de Tierra- al Olímpico Zeus
12
longitonante,
entre los inmortales. Y él distribuyó bien las dignidades. 885
Pero Zeus tuvo que afrontar una batalla más para conservar este nuevo orden:
el enfrentamiento con Tifón, el hijo de Gea y Tártaro.
Finalmente, Zeus, dios legítimo y justo, adoptó su propia estrategia para no
ser destronado por ningún hijo suyo. Siguiendo los consejos de Urano y Tierra,
Zeus aseguró su reinado comiéndose, no ya a sus hijos, sino a su propia
esposa, Metis, frenando así cualquier intento sucesorio de su descendencia
(versos 891 y siguientes):
...por discretos consejos de Tierra y Cielo estrellado,
y es que así lo previnieron, a fin de que la regia dignidad
no la ostentara en vez de Zeus otro de los dioses
imperecederos.
Pues era su destino que engendraría hijos muy prudentes,
la primera, una hija, Tritogenia, de ojos muy brillantes (...) 895
pero después también un hijo, rey de dioses y de hombres,
iba a engendrar, dotado de soberbio corazón.
Así se aseguró el gobierno sobre todo el cosmos, repartiendo entre las divinidades el dominio
de algunos espacios: Hades dominaría el mundo subterráneo, Poseidón los océanos y el cielo
sería gobernado por él. El Olimpo y la tierra quedaron como espacio para todos los dioses
olímpicos.
En la Teogonía de Hesíodo esta es la forma en que
es establecido el orden del Mundo. Los
enfrentamientos entre distintas generaciones de dioses
que intentan destruir el orden existente y luchan por
el dominio del Cosmos, hasta que llega Zeus, el dios
justo, y establece el orden correcto, el que imperará desde entonces. Es
curioso cómo estas luchas recuerdan a las desarrolladas por dioses de otros
mitos cosmogónicos de Próximo Oriente: mito hitita (luchas de Kumarbi y
Anu) y mito babilonio del Enuma Elis (Marduk se enfrentó a Tiamat). Los historiadores
13
consideran posible que esos mitos llegaran a Hesíodo mediante la transmisión oral. Por otro
lado, no podemos olvidar la obra de Homero, anterior a Hesíodo, en la que se puede entrever
el tema cosmogónico, si bien no es el tema principal de su obra. Así en la Ilíada en el canto XIV
(versos 342 al 351) Homero describió la relación entre Hera y Zeus, que recuerda la unión
entre Urano y la Tierra:
El montador de las nubes, Zeus, le dijo en réplica: «Hera, no temas que no vea
ningún dios ni hombre en medio de la nube con que voy a envolverte. Ni siquiera el
Sol la podrá atravesar con sus rayos, los más penetrantes de todos». Así dijo, y el hijo
de Crono estrechó en sus brazos a la esposa. Y, bajo ellos, la tierra divina produjo
verde hierba, loto fresco, azafrán y jacinto espeso y tierno para levantarlos del suelo.
Acostáronse allí y cubriéronse con una hermosa nube dorada, de la cual caían
lucientes gotas de rocío.
En este texto se alude a un espacio ideal, un paraíso, pero es el momento en el
que Hera intenta engañar a Zeus, aprovechando su sueño para ayudar a los
troyanos.
Hesíodo pudo conocer esos poemas orales y también pudo conocer la obra
de Homero (Ilíada), lo cierto es que la Teogonía de Hesíodo es la base de la
mitología griega y sirve de enlace entre los mitos próximo-orientales y los
griegos.
Las teogonías órficas
La teogonía de Eudemo, la teogonía de Jerónimo y Helanico, la cosmogonía de las
Rapsodias y la teogonía del Papiro de Derveni se engloban dentro del conjunto de las
llamadas «Teogonías Órficas», así designadas porque eran atribuidas a Orfeo. Damascio, autor
neoplatónico que vivió entre el 480 y el 544 d. C. aproximadamente, nos habló en su obra de la
teogonía de Eudemo, de la obra de Jerónimo y Helanico y de las Rapsodias en su principal
obra: Problemas y Soluciones sobre los Primeros Principios. Orfeo fue conocido por ser un
excelente cantor y era situado por la tradición en los tiempos de los orígenes, es decir antes de
Homero. Su ubicación en esos tiempos se realizó con la intención de que Orfeo fuese
considerado más antiguo que el propio Homero y, por tanto, resultase más venerable que éste.
Así, varias obras fueron atribuidas a Orfeo, como recurso para garantizar su validez y
antigüedad.
El orfismo se puede definir como un movimiento religioso místico que se nutría de otros
movimientos como el pitagorismo, con el que compartía la transmigración de las almas, el
dionisismo, del que adopta el éxtasis, o el culto a Eleusis, con el que comparte el elemento
14
mistérico. El orfismo está muy marcado por el mito y se elaboraron varias teogonías
vinculadas con el desarrollo y destino de las almas, siendo hasta cierto punto
«antropogónicas». En las cosmogonías órficas podemos realizar una clara distinción entre las
«cosmogonías de la Noche» y las «cosmogonías del huevo». «Cosmogonías de la Noche» son
la de Eudemo y la del Papiro de Derveni, y «cosmogonías del huevo», la de Jerónimo y
Helanico y la de Aristófanes. La de las Rapsodias, es una cosmogonía que sintetiza elementos
de ambos tipos: de la Noche y del huevo.
Eudemo fue alumno de Aristóteles y vivió en el siglo IV a. C. Este autor puede ser ubicado
dentro de la corriente del orfismo y, como tal, transmitió el relato teogónico atribuyendo la
obra a Orfeo. En esta obra nos señaló que lo primero fue la Noche, de la cual surgieron el Cielo
y la Tierra Del Cielo y la Tierra aparecieron la pareja Océano-Tetis, así hasta que se llegó a la
sexta generación de dioses. La teogonía órfica se detiene en la sexta generación, dato que
sabemos también por Platón, que en su obra Philebus, (66 c) nos indicó:
«A la sexta generación», dice Orfeo, «cesad el orden del canto», pero corremos el
riesgo de que nuestro discurso quede detenido en el sexto juicio.
Eudemo, también nos relató cómo Cronos castró al Cielo, haciéndose con el poder, del mismo
modo que, posteriormente, Zeus destronaría a Cronos y dominaría el Cosmos. Todos estos
datos los conocemos gracias a las alusiones que hace Damascio en su obra De princ. 124 (III
162, 19 Westerink):
...El relato sagrado transmitido por el peripatético Eudemo como obra de Orfeo
guarda silencio sobre todo lo que es objeto de intuición, como totalmente inefable e
incognoscible para el procedimiento discursivo y narrativo. Configura el principio a
partir de la Noche,...
La teogonía que conoció Eudemo, parece ser la misma que conoció Aristóteles, quien
afirma sobre los poetas más antiguos poetas, que consideraron como padres de los dioses a
Océano y Tetis. También Platón nos señaló, en Timaeus (40 d), que la primera pareja fue
Océano y Tetis, padres de la Tierra y el Cielo:
Hablar de las demás divinidades (i.e. a excepción de los astros y la tierra) y conocer
su linaje es más de lo que podemos, así que hay que dar crédito a los que han hablado
antes de ello, que eran descendientes de dioses, según afirmaban, y que de algún
modo conocían con claridad a sus antepasados. Así pues, es imposible no creer en los
hijos de los dioses, aun cuando hablan sin demostraciones verosímiles y necesarias,
pero, dado que afirman que nos relatan asuntos de su familia, hay que creerlos,
siguiendo la costumbre. Tengamos, pues, por buena, y digámosla así, la generación
acerca de estos dioses. De la Tierra y del Cielo nacieron como hijos Océano y Tetis. Y
de ellos Forcis, Crono y Rea y los que se llaman sus hermanos. Y además, los
descendientes de éstos.
15
Además, Platón en su obra Cratylus (402 b), hizo referencia a la consideración por parte de los
«más antiguos» de que el Océano es origen de los dioses y aludió a Homero, a Hesíodo y a
Orfeo:
Como también dice Homero: « Océano, generación de los dioses y la madre Tetis».
Creo que también Hesíodo. Y dice en alguna parte Orfeo...
En 1962, en Derveni, a unos 10 kilómetros de Salónica, fue hallado, junto a una tumba, un
papiro. El papiro se encontró entre los restos de la pira funeraria, pero salvó de su destino de
ser quemado, si bien es cierto que se deterioró a causa del fuego y no se conserva entero. El
papiro presenta un texto de 26 columnas, cada una con catorce líneas. Se trata de un
comentario realizado por un autor anónimo, del siglo IV a. C., influido por los presocráticos.
El objeto de la obra era la crítica a una obra anterior, una Teogonía datable en el siglo VI a. C.
que, al parecer, por los fragmentos reproducidos por el autor, se asemejaba bastante a otras
teogonías posteriores. Realmente de esa teogonía del siglo VI, sólo disponemos de los versos y
segmentos citados por el autor del comentario. El comentarista realizó esa crítica porque
consideraba que nada de lo que había indicado Orfeo en la teogonía era cierto. La teogonía
comenzaba con unos versos que invitaban a escuchar el poema a los «conocedores», a los que
estuviesen capacitados para conocer la verdad. Posteriormente esa invitación se convirtió en
un recurso literario utilizado frecuentemente por muchos autores al comenzar un tratado de
literatura, una obra retórica, etc... A continuación reproducimos los dos versos:
Cantaré para conocedores; cerrad las puertas, profanos.
Hablaré a quienes es lícito; cerrad las puertas, profanos.
El comentarista, respecto a estos versos introductorios señaló:
Como muestra en el verso bien destacado, pues, cuando exhorta a que cierren las
puertas a sus oídos, dice que no legisla para la mayoría... a los que son puros para
oír... y en el siguiente...
El autor del comentario considera que él sí estaba preparado para entender el mensaje que
transmitía Orfeo y comienza su crítica, citando versos del poema teogónico. Con la
reconstrucción realizada a partir de esas citas se puede llegar a la conclusión de que esa
teogonía no era muy larga, como mucho cien versos; presentamos varios fragmentos del
poema, los más relevantes para nuestro tema:
Urano hijo de la Noche, que fue el primer rey
16
...que nacieron de Zeus, el monarca más que poderoso.
Zeus, cuando, recibido de su padre, el poder determinado por
los dioses
tomó en sus manos y la fuerza, y a la ilustre deidad...
Y Zeus (... llegó a la cueva, donde)
se sentaba Noche, sabedora de todos los oráculos, inmortal
nodriza de los dioses.
Ella le vaticinó todo cuanto le era lícito lograr:
cómo ocuparía la hermosa sede del nevado Olimpo.
Zeus, una vez que oyó los vaticinios de su padre
devoró al venerable (o el miembro del)... que había saltado
primero del éter.
(Zeus) que hizo algo terrible
a Cielo, hijo de Noche, que fue el primerísimo en reinar.
Y de éste a su vez, Crono, y luego el ingenioso Zeus,
Respecto a este último fragmento el autor del comentario señaló:
Así que dice (Orfeo) que este Crono nace del Sol y de la Tierra, porque tuvieron su
origen (los seres) por el chocarse de unos contra otros por causa del sol.
El poema teogónico sigue aludiendo a diversos dioses, siendo el principal Zeus:
Al Ingenio (Metis)... la dignidad regia... los tendones
17
...del venerable rey nacido el primero, y en él todos
los inmortales se gestaron: dioses felices y diosas,
ríos, fuentes amables y todo lo demás
cuanto entonces había llegado a ser, así que él llegó a ser lo
único.
Ahora es rey de todo y en adelante lo será.
Zeus nació el primero, Zeus, el último, el de rayo refulgente,
Zeus es cabeza, Zeus centro, de Zeus todo se ha formado.
Zeus hálito de todo, Zeus de todo es destino
Zeus soberano, Zeus señor de todo, el de rayo refulgente.
Nuevamente el autor de la crítica realiza el siguiente comentario:
Al decir por eyaculación pone de manifiesto que en el aire (las cosas) se movían, una
vez divididas en pequeñas partículas, y se montaban... Afrodita Urania, Zeus, practicar
el sexo, eyacular, Persuasión y Harmonía son nombres del mismo dios. A la unión de
un varón con una mujer se le llama «practicar el sexo» (afrodisiázein) en el lenguaje
hablado.
El poema cosmogónico continúa:
...y concibió la poderosa fuerza de Océano de ancha corriente,
e hizo fluir en él los tendones de Aqueloo de argénteos
remolinos,
del que proceden todos los mares...
18
...de igual hechura...
y que a muchos mortales se les manifiesta sobre la tierra
inmensa
Pero cuando la mente de Zeus hubo concebido todas sus obras
deseaba unirse en amor con su propia madre
A partir de estos fragmentos podemos realizar una reconstrucción de los rasgos principales
de genealogía transmitida en esta teogonía. En primer lugar, Urano fue el primer rey y el hijo
de la Noche, por lo tanto la Noche fue lo primero, si bien es cierto que de ella no se indica que
tuviera ningún poder de mando. El autor del comentario entendió que el Cielo y el Sol, eran el
mismo dios. El Cielo tuvo a su vez otro hijo, Crono. Crono castró a su padre y de esta forma se
hizo con el poder. Crono, padre de Zeus, fue a su vez derrotado por su hijo, quien le arrebató
el poder. Por otro lado, nos cuenta cómo Zeus, protagonista del relato, fue a consultar a la
Noche, que habitaba una cueva. La Noche vaticinó a Zeus cómo iba a ocupar el trono del
Olimpo. Zeus concibió a Océano, a los mares y los ríos. Según este relato el mundo está
ordenado a partir del reinado de Zeus, puesto que es el principio y fin de las cosas. Zeus debía
unirse con su madre, Rea. De esta unión muy posiblemente surgió Dionisos, pero antes,
mediante una eyaculación de Zeus se formó Afrodita.
Con la teogonía de Jerónimo y Halanico entramos en las «cosmogonías órficas del huevo».
No sabemos quiénes fueron Jerónimo y Helanico, ni conservamos su obra completa.
Conocemos su teogonía, principalmente, gracias a las referencias de dos autores: Damascio
(gracias al cual conocemos también la teogonía eudemia y la de las Rapsodias) y Atenágoras.
Atenágoras, que vivió entre el 133 y el 190 d. C., fue un autor platónico que se convirtió al
Cristianismo y cuyas referencias coinciden con las de Damascio. Con estas dos fuentes
podemos reconstruir la teogonía de Jerónimo y Helanico mejor que la de Eudemo. Esta
teogonía del huevo se puede datar en torno al siglo II a. C., siendo algo anterior a las
Rapsodias. En ella el relato resulta algo abstracto, sin embargo la teogonía parece clara. En
esta teogonía se indica que lo primero fue el agua, de la cual se formó el barro, la tierra.
Después apareció el Tiempo y la Necesidad. Ambos separaron del agua original a Éter
(ubicado arriba), Caos (situado en centro) y Érebo (en la parte inferior). Así lo podemos leer en
Damascio De prin. 123 bis (III 160, 17 Westerink), 123 bis (III 161, 3, 8 y 20 Westerink):
La Teogonía órfica transmitida por Jerónimo y Helanico dice así: Desde el
principio hubo agua y la materia de la que se cuajó la tierra... siendo éstos los
principios que supone los primeros... el principio único anterior a los dos lo pasa en
silencio, pues el hecho mismo de no decir nada de él muestra su carácter inefable... El
19
tercer principio después de estos dos se originó de ellos, digo, del agua y de la tierra,
y fue un dragón dotado por naturaleza de cabezas añadidas, una de toro y otra de
león, y en medio de ellas el rostro de un dios. Sobre sus hombros tenía alas y se
llamaba Tiempo desconocedor de la vejez y Heracles... Se unió a él Necesidad, que es
a la vez Naturaleza y Adrastea, incorpórea y con los brazos extendidos por todo el
mundo, tocando sus confines.
También podemos leerlo en la obra de Atenágoras Legatio pro Christianis 18, 3-4 (128
Pouderon) y 20, 1 (134 Pouderon):
Orfeo también afirma un origen primero a partir del agua. Fue en efecto el agua el
principio de todas las cosas y del agua se formó fango... Y de ambos se originó un
animal: un dragón que tenía una cabeza de león <y otra de toro> añadida y en medio
de ambas, el rostro de un dios. Su nombre era Heracles y Tiempo. Si el absurdo de
esta teología se hubiera limitado a decir que los dioses nacieron y que tienen su
substancia del agua, yo me habría limitado a mostrar que nada hay creado que no
esté sujeto a la disolución y podría haber pasado a los otros alegatos. Pero es que
además de eso, describieron sus cuerpos, diciendo que Heracles, el dios, era un
dragón retorcido y que otros tenían cien manos.
Damascio en De princ. 123 bis (III 161, 19 Westerink) también nos indicó:
...Éste era pues el Tiempo desconocedor de la vejez, muy honrado en aquella (las
Rapsodias), padre de Éter y de Caos. Sin duda también según esta (la de Jerónimo y
Helanico) este Tiempo, el dragón, genera una triple descendencia: Éter húmedo -dice-
, Caos sin límites y el tercero, después de ellos, Érebo nebuloso...
La cosmogonía sigue contando que en el centro del espacio se formó un huevo, engendrado
por el Tiempo y que al romperse, la cáscara de arriba, formó el Cielo y la de abajo, la Tierra.
En el centro apareció el Primogénito. Tiempo y Primogénito fueron descritos con
características similares. Resulta interesante el fragmento de la obra de Damascio donde
reproduce el origen de este «huevo»:
Pero entretanto, según dice, Tiempo engendró un huevo; también esta tradición lo
hace criatura de Tiempo.
También Atenágoras en su Legatio pro Christianis 18, 5 (130 Pouderon), nos indicó:
Este Heracles engendró un huevo descomunal que, lleno de la fuerza de quien lo
había engendrado, se partió en dos por causa de la fricción. Su parte superior acabó
por ser el Cielo, y la que se fue para abajo, la Tierra. Y también apareció un tercer dios
bicórpore.
Damascio menciona este «dios bicórpore» en De princ. 123 bis (III 162, 5 Westerink):
20
La diada de las naturalezas que hay en él, de la masculina y de la femenina y de la
pluralidad de simienes que hay en medio. Y en tercer lugar, además de estos, un dios
bicórpore, con alas de oro sobre los hombros, que tenía por naturaleza a ambos lados
cabezas de toro y sobre su cabeza una monstruosa serpiente que adoptaba las más
variadas formas de animales... También este texto sagrado celebra a Primogénito.
El relato continúa, describiéndonos cómo Cielo se unió a Tierra. De esta unión nacieron
como hembras: Cloto, Láquesis y Atropo; y como hombres los Centímanos y los Cíclopes,
Brontes, Estéropes y Arges. También nos cuenta que Crono castró al Cielo y que devoró a sus
hijos hasta que Zeus, uno de sus descendientes, lo derrotó. En la obra de Atenágoras, Legatio
pro Christianis 18, 6 (130 Pouderon) y 20, 2 (134 Pouderon), tenemos constancia de estos
hechos:
Cielo, unido a Tierra, engendra como hembras a Cloto, Láquesis y Atropo, y como
varones a los Centímanos, Coto, Giges y Briareo, así como a los Cíclopes Brontes,
Estéropes y Arges. Tras haberlos aherrojado, los arrojó al Tártaro, al haberse enterado
de que sería desposeído del poder por sus hijos... Además de eso, describieron
también sus cuerpos, diciendo de Heracles, que era un dragón retorcido, y que otros
tenían cien manos.
Con respecto a Crono, en la obra de Atenágoras, en 20, 3 (136 Pouderon), encontramos:
Y asimismo las «hazañas» realizadas por ellos nos las contaron cuidadosamente,
según creen ellos: que Crono le cortó los genitales a su padre y que los arrojó de su
carro y que mató a sus hijos devorando a los varones, pero que Zeus, tras haber atado
a su padre, lo arrojó al Tártaro (igual que Urano había hecho con sus hijos) y que
combatió contra los Titanes por el reinado...
Zeus, tras destronar a su padre, obtuvo el poder, como bien nos transmitió Damascio en De
princ. 123 bis (III 162, 15 Westerink):
Y llama a Zeus el que ordena todas las cosas y el universo entero, por lo que también
se le denomina Pan...
Zeus se unió a su madre, Rea, también conocida como Deméter, con la cual tuvo una hija:
Core, descrita como una especie de ser «monstruoso». Core, llamada Perséfona, fue violada
por su padre, y fruto de esa violación tuvieron un hijo: Dionisos. De toda la descendencia de
Zeus, descrita en la teogonía de Jerónimo y Helanico, nos dejó buena constancia Atenágoras
en Legatio pro Christianis, 20, 3 (136 Pouderon) y 32, 1 (192 Pouderon):
... y que persiguió a su madre, Rea, cuando se resistía a unirse sexualmente con él y,
cuando ésta se tornó en una sierpe, también él se tomó en una serpiente, y tras haberla
atado con el llamado «nudo de Heracles» -la varita de Hermes es símbolo de este tipo
de unión- se apareó con ella... E incluso que se apareó con Perséfona, su hija, tras
21
haberla violado también a ella bajo la forma de una serpiente, y que tuvo de ella un
hijo, Dioniso... No es extraño, pues, que inventen historias sobre nosotros como las
que cuentan acerca de sus propios dioses. Pues presentan los sufrimientos de sus
dioses como misterios. Sería preciso que ellos, si estaban dispuestos a considerar
terribles las uniones promiscuas y licenciosas, odiaran a Zeus (que tuvo hijos de su
madre, Rea, y de su hija, Core, teniendo así como esposa a su propia hermana) o a su
poeta Orfeo el creador de estas historias, porque hizo a Zeus más impío y abominable
que Tiestes.
En otro fragmento de esta misma obra, 20, 1 (134 Pouderon), Atenágoras señaló:
...Dicen que la hija de Zeus, a la que había engendrado de su madre Rea o también
Deméter tenía dos ojos en su sitio natural y dos más en la frente, y la cara de un
animal por la parte de atrás de su cuello, y que tenía cuernos, razón por la cual Rea,
asustada del monstruoso aspecto de su hija, huyó y no le ofreció el pecho, por lo que
es llamada en el lenguaje místico Atela, pero comúnmente Perséfona y Core (la
muchacha), aunque no es la misma que Atenea, a la que se le llama así porque es una
doncella.
En esta teogonía podemos encontrar elementos y personajes comunes con las anteriores,
pero también hallamos elementos novedosos. Vemos que en este relato, como en las demás
cosmogonías, aparecen temas recurrentes: el origen divino mediante generación espontánea, o
bien mediante la unión sexual, el enfrentamiento entre las distintas generaciones de dioses, la
castración... Entre los elementos novedosos encontramos el agua como materia primigenia. El
hecho de considerar al agua como elemento primigenio, nos revela que en esta teogonía, hay
cierto influjo del pensamiento filosófico griego; debemos recordar que para el estudioso Tales
de Mileto, el agua era el origen de todo. Así el agua no es entendida únicamente como un ser
primordial divino, sino como un elemento primordial. Otro aspecto que parece innovador es
22
la unión de Zeus con su madre y con su hija. Por otro lado, también nos llama la atención que,
frente a la Teogonía de Hesíodo, donde vivíamos bajo el mundo de Zeus, en esta teogonía
órfica, vivimos bajo el de Dioniso. Finalmente es interesante la presentación de Tiempo como
un ser monstruoso con todos los rasgos animales, y lo mismo sucede con la hija de Zeus y Rea:
Core. Esta presentación como «monstruos» se puede explicar por el hecho de que fue difícil
para los griegos comprender a un ser sin cuerpo, de ahí que todos los seres míticos que
aparecen en el origen del mundo o antes de que el mundo esté ordenado tal y como lo
conocemos, apareciesen con formas mixtas.
Por último, nos encontramos con la teogonía de las «Rapsodias» ubicada en torno al siglo I
a. C. y que se nutre de todas las cosmogonías anteriores. Esta teogonía es la única que aún se
conservaba en época de Damascio; según sabemos, este autor en el siglo V d. C. pudo leer una
obra titulada Rapsodias de Orfeo. En esta teogonía podemos apreciar elementos bastante
comunes y antiguos que recuerdan a la teogonía de Hesíodo, al lado de otros elementos más
innovadores. En este relato del origen del mundo, la Noche no nació, sino que era la condición
inicial del mundo primitivo. Dentro de esa Noche primigenia, se formaron el tiempo (Crono) y
después aparecieron Caos y Éter, de los que posteriormente surgieron el Cielo y la Tierra. El
Tiempo creó en este medio un huevo cósmico. De ese huevo original surgió el primero de
todos los dioses: Eros, conocido también como «Phanes». Este dios primigenio fue el creador
del resto de las divinidades y del mundo. Crono tuvo un hijo, Zeus quien derrotó a su padre,
emborrachándolo con hidromiel. Después, Zeus, devoró a «Phanes» y a toda la creación, tras
lo cual creó un nuevo mundo, que fue producido de forma ordenada. A continuación, esta
teogonía nos relata el nacimiento y la historia de Dioniso. Zeus cedió el poder a Dioniso,
cuando todavía era un niño, pero murió a manos de los Titanes. Sin embargo, su corazón
todavía palpitante, fue recogido por Atenea y ofrecido a Semele para que lo comiese. Así es
cómo Semele quedó embarazada de Dioniso, pero ésta murió quemada por su condición de
mortal al unirse a Zeus. Zeus pudo recuperar el feto, que después nació de su muslo. Dioniso
fue entregado a una divinidad del campo para que lo protegiese. Finalmente, los Titanes
fueron destruidos por Zeus con su rayo y de sus pedazos aparecieron los primeros seres
humaos.
La teogonía de las Rapsodias, como hemos apuntado anteriormente, adopta elementos de
las teogonías anteriores, tanto de las denominadas de la «Noche», como de las conocidas como
«teogonías del huevo». Por tanto, en ella encontramos detalles que resultan bastante antiguos,
y que recuerdan en ocasiones a la teogonía de Hesíodo, junto con otros elementos novedosos.
Una idea que recuerda a otras teogonías, es la de la dualidad en el origen de los dioses: por un
lado, la generación espontánea, y, por otro, la relación sexual. Otro detalle que resulta arcaico,
es la derrota de Crono por su hijo, Zeus. También resulta recurrente el tema de la lucha entre
dioses, por ejemplo: Zeus contra los Titanes. Sin embargo, hay algunos elementos
innovadores, como la historia de Dioniso. Su nacimiento a partir del muslo de Zeus es
sorprendente, si bien es cierto que ya antes Atenea había nacido a partir de la cabeza del rey
23
de los dioses olímpicos. También es novedoso el hecho de que Zeus no sólo devore a Phanes,
sino también a la creación. Si lo examinamos atentamente, ya en la teogonía de Hesíodo, Zeus
había devorado a su esposa Metis para poner fin a cualquier posible intención sucesoria de su
prole, con lo cual no es extraño que pueda devorar a Eros. Sin embargo, en esta ocasión hay
un simbolismo y una intención que va más allá de la cuestión sucesoria. En la teogonía de las
Rapsodias, se quiere convertir al dios que gobierna el mundo en su dios creador, por lo cual
Zeus devora la creación y produce un mundo nuevo ordenado.
Debemos citar, para concluir, a dos autores clásicos, Aristófanes y
Eurípides, en cuyas obras subyacen restos de una antigua teogonía órfica en
la que aparece un huevo, tal vez la más antigua. La obra de Aristófanes (450-
385 a. C.), titulada Aves, resulta ser una fuente indirecta muy interesante
para conocer esta cosmogonía. Sin embargo, debemos tener presente que
esta obra es una comedia, cuya estructura imita a las antiguas teogonías, con
la finalidad de justificar, en tono de humor, la mayor antigüedad de las aves
respecto al ser humano. Así, parodiando a las antiguas cosmogonías,
aparecen detalles que pueden recordar a los relatos órficos, como la
aparición de un «huevo cósmico» y la posterior formación de Eros dentro del mismo. Estos
elementos los podemos apreciar en el siguiente fragmento de Aves 694-696:
Y de Erebo en el regazo ilimitado
engendra lo primero un huevo huero Noche de alas negras, 695
del que, con el trascurso de las estaciones, nació Eros el deseado,
de espalda refulgente por su par de alas de oro, parejo a torbellinos
raudos como el viento.
Por otro lado, tenemos la escasa información que nos ofrece Eurípides (480-406 a. C.) en su
obra Hipsípila.
Desgraciadamente el fragmento se halla en un estado de conservación penoso y el papiro
sobre el que fue escrito está bastante deteriorado, por lo cual en algunas frases solamente se
pueden leer palabras inconexas. A pesar de ello, lo que Eurípides nos transmite en su obra se
asemeja bastante a la idea de Aristófanes, como podemos ver en Hipsípila, 1103 ss (111, 20
Cockle):
«Soberana de los dioses, ...
24
una luz nunca vista ...
al (en el) éter el Primogénito ...
quiso Eros, cuando Noche(?) ...
crió, entonces ...
de los dioses nacido?
La idea del Primogénito aparecía en la teogonía de Jerónimo y Helanico y también Eros es
mencionado en otras teogonías órficas como la de las «Rapsodias». Para finalizar, señalaremos
que tanto la obra de Aristófanes, como la de Eurípides, nos remiten a una cosmogonía órfica
antigua y responden a la misma tradición que la Teogonía de Jerónimo y Helanico o las
Rapsodias.
25
El origen del mundo
COSMOGONIA CHINA
26
China, una sociedad en debate interno
Desde el punto de vista geográfico, China tiene una extensión que casi equivale a toda
Europa, y dado su vasto territorio podemos entender su variedad climática, ya que en China
encontramos casi todos los tipos de climas (templado, subtropical, tropical y ecuatorial). Esa
gran extensión también nos ayuda a entender su gran variedad étnica; en China conviven
hasta 56 etnias diferentes (manchúes, zhuang, tibetanos...), siendo la más numerosa la han que
supone el 92% de la población.
China es un país en proceso de cambio y éste es el rasgo principal de su sociedad, de su
economía y de su política. Aparece ante nuestros ojos como una anomalía, ya que tras la caída
del comunismo, y frente al resto de países que mantienen este régimen político en Oriente
(Vietnam o Corea del Norte), China está cada vez más integrada en la comunidad
internacional. El éxito de las reformas económicas, que ha permitido evitar el malestar social y
la crisis, nos ayuda a comprender las diferencias.
Pero en este país gigante, con 1.200 millones de habitantes, la sociedad está inmersa en un
debate interno, entre el mantenimiento de la propia identidad y la necesaria modernización.
La historia de China como nación puede remontarse hasta el siglo XVI a. C., momento en el
que se fundó la dinastía Chang. Desde entonces y hasta la proclamación de la República
Popular China por Mao Zedong el 1 de octubre de 1949, se sucedieron una serie interminable
de reinos y dinastías que han marcado profundamente las tradiciones y las costumbres chinas,
caracterizadas, hasta entonces, por su inmovilismo. Tras la revolución comunista y bajo el
sistema de la República Popular de Mao, se iniciaron una serie de profundas reformas
económicas, administrativas, sociales, etc... que han terminado con el viejo orden. Tras la era
moísta, China entra en una fase caracterizada por la moderación, pero en la cual las reformas
continúan. En menos de un siglo se han resquebrajado tradiciones milenarias. Así, los chinos
viven un debate interno entre tradición y modernización, entre el inmovilismo y el cambio,
entre Oriente y Occidente, entre el comunismo y el capitalismo...
En el presente Cuaderno Didáctico nos acercaremos a la tradición de esta sociedad
milenaria con un interés antropológico y desde el punto de vista de sus creencias y en
concreto, desde su concepción cosmogónica.
27
La religión china y los mitos
La religión China es politeísta y sincrética, y, a pesar de que dominan el Taoísmo y el
Budismo, la sociedad de este ingente país nunca ha rechazado la incorporación de otras
religiones indígenas o foráneas (el Cristianismo, por ejemplo). A pesar de que aparentemente
cada religión defiende una doctrina diferente, algunas de ellas no pueden diferenciarse
estrictamente. La sociedad y la religión chinas han sido capaces de cohesionar creencias que
en principio pudieran ser opuestas, lo cual revela su carácter sincrético. En este Cuaderno
Didáctico dedicamos un apartado a cada una de las principales religiones del mundo y por lo
tanto, en este estudio dedicado a China, no vamos a profundizar más en las doctrinas de cada
religión.
No disponemos de ningún mito de creación y ordenación del mundo en sentido estricto,
pero sí podemos reconstruir algún mito referente a dioses y seres creadores: P'an-Ku (también
conocido como Pan-gu), Niu-kua... Además, contamos en la tradición china con relatos y
leyendas de reyes, emperadores o héroes mitológicos en los que aparece alguna referencia al
proceso de formación y organización del mundo tal y como lo conocemos; por ejemplo la
historia de Yu «el Grande» o la leyenda de Huang-ti. La ilimitada imaginación de los hombres
distorsionaba los acontecimientos y así surgieron estos mitos que con el tiempo se
transformaron en leyendas.
28
El mito del enorme huevo cósmico
Hemos hallado distintas versiones del mismo mito, pero todas ellas
coinciden básicamente en la presentación de una misma idea:
encontramos un mito, que como muchos otros, nos lleva a la forma de
caos preexistente, a un Universo original sin definir (el huevo cósmico),
donde reside un ser superior (P'an-Ku), de cuya acción y sacrificio
procede nuestro Universo (ordenó el mundo y al romperse el huevo,
P'an-Ku murió). La primera mención de esta legenda, la encontramos
en el libro de Xu Zheng en el Periodo de los Tres Reinos (220-265 d. C.).
En la cultura china este mito está muy arraigado, incluso hay una frase hecha a partir del
mismo: «Desde que P'an-Ku creó el cielo y la tierra», para significar desde hace mucho
tiempo. En una de las variantes del mito encontradas, se nos relata que al principio, los
cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo
negro, que llevaba ren su interior a P'an-Ku. Tras 18.000 años P'an-Ku se despertó de un largo
sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el
huevo. La luz, la parte clara, ascendió y formó los cielos, la materia fría y turbia permaneció
debajo para formar la tierra. P'an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y
sus pies sobre la tierra. La tierra y el cielo empezaron a crecer a razón de diez pies al día, y
P'an-Ku creció con ellos. Después de otros 18.000 años el cielo era más grande y la tierra más
gruesa; P'an-Ku permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a
estar unidos. El relato sigue contando cómo Pan-Ku falleció y distintas partes de su
organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo. Su aliento se transformó en el
viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el
sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas
y de su sangre se formó el agua. Sus venas se convirtieron en caminos de larga extensión y sus
músculos en fértiles campos. Las interminables estrellas del cielo aparecieron de su pelo y su
barba, y las flores y árboles se formaron a partir de su piel y del fino vello de su cuerpo. Su
médula se transformó en jade y en perlas. Su sudor fluyó como la generosa lluvia y el dulce
rocío que alimenta a todas las cosas vivas de la tierra.
En otras versiones del mito de P'an-Ku, sus lágrimas fluyeron para convertirse en ríos y el
resplandor de sus ojos se transformó en el trueno y el relámpago. Según esta interpretación,
cuando P'an-Ku estaba contento brillaba el sol, pero cuando estaba enfadado negras nubes
cubrían el cielo.
También la aparición del ser humano, se explica en este mito de P'an-Ku, ya que según
algunos relatos, las pulgas y los piojos que P'an-Ku tenía en su cuerpo, se convirtieron en los
antecesores de la humanidad.
En otras interpretaciones P'an-Ku es descrito como el gigante chino que nació como un
enanito dentro del primitivo huevo cósmico. La parte superior del huevo formó los cielos
(Yang) y la parte inferior formó la Tierra. P'an Ku creció diez pies por día y empujó la cáscara
29
del huevo un poco más y un poco más. Entonces, transcurridos 13.000 años (en vez de
los 18.000 de las versiones anteriores) P'an-Ku estalló. Sus ojos se convirtieron en el sol y
la luna (en esta parte sí coincide con otros relatos); su cabeza se transformó en las cuatro
montañas sagradas (en otras versiones son cinco); su sangre dio lugar a los mares y los ríos; de
su pelo se formaron los campos y los árboles; su aliento se transformó en el viento, su sudor
en la lluvia y su voz en el trueno. Las pulgas que vivían en su cuerpo eran los antecesores de
los seres humanos.
Encontramos una variante de este mito que nos relata que P'an-
Ku se formó a partir de los cinco elementos, y que él creó la tierra y
el cielo con el cincel y el martillo. La tradición taoísta suele
representar a P'an-Ku como un ser primitivo velludo que lleva un
gran martillo con el cual rompe la roca primigenia.
Algunos estudiosos consideran que su origen está en el sur de
China o en el sureste asiático y hay zonas del sur de China donde el
culto a P'an-Ku todavía pervive, levantándose multitud de templos y
pabellones en su honor. Entre esos pueblos, donde la leyenda de
P'an-Ku está muy extendida, P'an-Ku es representado como un ser con cuerpo de hombre y
cabeza de perro y se le conoce con el nombre de rey Pan. En una de esas leyendas, se cuenta
que P'an-Ku se casó con una princesa como recompensa por traer la cabeza de l rey Fang al
rey Gao Xin, quien había prometido la mano de su hija a quien le trajese la cabeza de su
enemigo, y fue P'an-Ku quien realizó tal empresa. Pero la princesa no quería ser vista con
aquel ser, con cuerpo de hombre y cabeza de perro, y se mudaron a las lejanas montañas del
sur de China. Allí pudieron vivir felices y tuvieron tres niños y una niña.
Como se señala anteriormente, los relatos coinciden en múltiples detalles, pero también
contienen datos diferentes, sin embrago en todos ellos apreciamos que es P'an-Ku el creador
del Universo y que nuestro mundo existe gracias a su sacrificio. El huevo cósmico donde se
formó P'an-Ku es un claro ejemplo de la idea de caos primitivo (el «enorme huevo negro»,
mencionado en la primera versión expuesta de este mito). En el mito de creación de P'an-Ku
también encontramos la idea de la formación de la tierra y el cielo a partir de la separación de
la materia original y primitiva. Por otro lado, esta leyenda china recuerda al mito nórdico del
gigante Ymir, ya que en ambos casos, la tierra, el cielo y otros elementos de la naturaleza (la
lluvia, los árboles...) Surgen como restos corporales de esos seres primitivos.
30
La diosa Niu-kua arregla el cielo
En la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas más
antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo Xu Shen
como «la encargada de la reproducción de todos los seres vivos», por lo cual, muy
posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios relatos que nos hablan de
esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien creó al ser humano
Según relata una de estas legendas la tierra era muy bonita, en ella crecían las flores, los
árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras criaturas. Pero, a pesar de
ello Niu-kua se sentía soledad. Ella descendió y cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua
y la moldeó hasta formar una figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura
cobraba vida, hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida
con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de mujeres.
Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y dejó de sentir
soledad. Sin embargo, no es este el aspecto que más nos interesa de la diosa Niu-kua.
En algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la
hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano a
domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi fueron pintados
como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre ellos, en un mural de la Dinastía
Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de
Shadong).
Otro relato, más relacionado con el tema de este Cuaderno Didáctico, nos cuenta cómo Niu-
kua arregló el cielo. Según esta leyenda, dos deidades estaban en guerra: Gong-Gong, dios del
agua, y Zhu-Rong, el dios del fuego. Estos dioses, ferozmente enfrentados, lucharon por todas
partes del cielo y de la tierra, causando en todo lugar desorden y destrozos. El dios del fuego
ganó, y, encolerizado, el dios del agua, golpeó la cabeza de Zhu-Rong contra la montaña
Buzhou (una cumbre mítica). La montaña se derrumbó y así el gran pilar que sostenía al cielo
y lo sujetaba, cayó. Como consecuencia de aquello, la mitad del cielo se desplomó, dejando un
enorme agujero negro. De repente, llegó un gran caos, la tierra se agrietó, los bosques ardieron
en llamas, las serpientes y otros criaturas feroces atacaban a los humanos. Muchas personas
ardieron, otros se ahogaron, y muchos más fueron devorados por las bestias. Fue un desastre
sin precedentes. La diosa Niu-Kua, afectada por lo que le estaba sucediendo a la humanidad y
por su sufrimiento y dolor, decidió arreglar el desastre y enmendar el cielo, terminando así
con aquella catástrofe. Para ello, mezcló varios tipos de piedras de colores y con la mezcla
resultante reparó el cielo. Entonces, mató a una tortuga gigante y utilizó sus cuatro enormes
patas para sostener el trozo de cielo caído. Además, cogió un dragón y lo mató, con la
finalidad de espantar al resto de las malas bestias. Finalmente, recogió y quemó una gran
cantidad de juncos; con sus cenizas paró la inundación desbordada para que la gente pudiera
vivir de nuevo feliz.
31
En otras versiones, se hace referencia a Niu-kua como hermana de Fu-hi y se les describe
como seres superiores con forma de dragón, generalmente unidos por sus colas. Según explica
una de esas legendas, se produjo un diluvio y éste provocó un gran desastre (es necesario
señalar que la idea del diluvio también está presente en otras culturas, recordemos el «Poema
de Gilgamesh» o el «Antiguo Testamento»). Niu-kua reparó el cielo con piedras de cinco
colores y cortó las patas de una gran tortuga para levantar cuatro columnas en los cuatro
polos. Después mató al dragón negro (Kong-kong) para salvar al mundo y acumuló gran
cantidad de cenizas para detener las aguas.
El único elemento dejado de aquel desastre, según cuenta la legenda, fue que el cielo quedó
inclinado hacia el noroeste y la tierra hacia el sureste, y esto explica que, desde entonces, el sol,
la luna y todas las estrellas vayan hacia el oeste y los ríos fluyan hacia el sureste. En este caso,
el mito de la diosa Niu-kua, se utiliza para explicar un fenómeno natural, igual que el mito
egipcio del dios escarabajo Khepri explica el surgimiento del sol cada mañana, su avance por
el cielo durante el día y su puesta al anochecer. Recordemos que el hombre en la antigüedad
no podía conocer bien algunos fenómenos de la naturaleza y recurría a los mitos para poder
explicarlos.
32
El Emperador Huang-ti
Los chinos frecuentemente se describen a sí mismos como los descendientes de Huang-ti
(también encontrado como Huang Di), el «Emperador Amarillo», un personaje mitad ficticio,
mitad real, al cual se le atribuye la fundación de la nación china hacia el 4000 a. C.,
aproximadamente. Historias extravagantes han surgido en torno a su persona y una colección
de legendas escrita en el Periodo de los Estados Combatientes (475-221 a. C.) nos da cuenta de
ello. Huang-ti vivió en un maravilloso palacio en las Montañas Kunlun en el oeste, con un
celeste guardián en la puerta que tenía la cara de un hombre, el cuerpo de un tigre y nueve
colas. Las Montañas Kunlun estaban llenas de pájaros y animales raros y exóticas flores y
plantas, y Huang-ti tenía una mascota, un pájaro que le ayudaba a cuidar su ropa y efectos
personales.
A Huang-ti se le atribuye la invención del carreta, el bote y el carro que apuntaba al sur, un
carro que tenía un mecanismo guía que hacía que siempre indicase al sur sin importar hacia
donde fuese el carro. En otras fuentes también se le atribuye la creación de la humanidad o
invención de la escritura o el compás. A Huang-ti también se le atribuye el descubrimiento de
las leyes de la astronomía y el diseño del primer calendario utilizado por los chinos.
Aparentemente, el estímulo de las iniciativas de personas con talento fue una cosa muy
apreciada en aquella época y las menciones sobre Huang-ti, nos indican que éste era uno de
los aspectos importantes de este emperador. El «Emperador Amarillo» se ha convertido en el
símbolo de la cultura china y representante de sus talentos. También la mujer de Huang-ti, Lei
Zu, realizó su propia contribución a la humanidad, ya que enseñó a la gente la recogida del
gusano de seda y la instalación de talleres para la fabricación de telas de seda. Una teoría
reciente señala que Huang-ti pudo ser el líder real de una confederación tribal de la cultura
neolítica de Yangshao.
Uno de los relatos más conocidos sobre Huang-ti, nos narra cómo
este personaje encargó a Tch'ong-li romper la comunicación entre la
tierra y el cielo, a fin de que cesaran los descensos de los dioses. Según
esta leyenda, en una época primordial, anterior al mundo tal y como lo
conocemos, el cielo y la tierra estaban muy próximos entre sí. Así, los
dioses podían descender a la tierra y los seres humanos llegar al cielo,
escalando una montaña, o bien subiendo a un árbol o utilizando una
liana larguísima. Los dioses descendían a la tierra para oprimir a los
hombres; los espíritus también podían bajar a la tierra, con lo cual las
posesiones eran frecuentes. En esta leyenda, Huang-ti es en parte
responsable en esa separación entre el cielo y la tierra, con lo cual se convierte en héroe, ya que
libera al hombre de esas opresiones y desórdenes. Además, al ordenar a Tch'ong-li la
separación del cielo y la tierra, participa en la organización del mundo tal y como lo
conocemos en la actualidad.
Pero, esta idea de un mundo anterior, primitivo era descrito en otras variantes de este mito
como un paraíso deseable, que a lo largo de los tiempos se ha querido restaurar. Ese paraíso
33
desaparece como consecuencia de algún desastre, que se desconoce y que provocó que el cielo
se separase brutalmente de la tierra. Pudiera ser que a causa de ese desastre, se cortasen las
cuerdas, o los árboles fuesen destrozados, o bien desapareciese la montaña que permitía el
contacto del cielo y la tierra. Sin embargo, algunas personas privilegiadas (chamanes, sabios,
reyes...) pudieron mantener el contacto con el cielo, mediante técnicas de concentración, el
éxtasis o por cualidades especiales.
En otras versiones, Huang-ti se formó a partir de la fusión de las energías que marcaron el
inicio del mundo.
La idea fundamental es que este mito forma parte de la cosmogonía china, porque nos
explica la separación entre el cielo y la tierra, siendo una fase más en el proceso de formación
y ordenación de nuestro mundo.
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El Emperador Yu y el control de las aguas
Dentro de la mitología china la labor de expulsar de la tierra a los elementos
del mal (serpientes y otros seres mitológicos), también se considera parte de
una cosmogonía. Así, podemos seguir la huella de la creación y ordenación del
mundo a partir de algunas de las historias conocidas sobre el Emperador Yu «el
Grande».
Según cuenta la leyenda, el mundo, en tiempos del Emperador Yu, todavía
no tenía el aspecto actual. Según nos relata Mencio (discípulo de Confucio que
vivió entre el 371 y el 289 a. C.), Yu «cavó la tierra e hizo fluir (las aguas) hacia
los mares, expulsó las serpientes y los dragones y los confinó en las marismas».
Yu es el encargado de expulsar a las fuerzas del mal y él es el héroe que
organiza la sociedad, tal y como la conocemos.
Benito Jerónimo Feijoo en su obra Teatro Crítico Universal, Tomo VIII, Discurso XII dedica al
Emperador Yu un breve apunte que es el que sigue:
El Emperador Yu, que sucedió a Chum, arribó al Trono, saliendo del mismo
término, y siguiendo el mismo camino. Hallábanse en aquel tiempo muchos
territorios bajos inundados de agua, por lo que aquella Región perdía mucho
terreno. Yu halló el secreto de abrir diversos canales para derribar aquellas aguas al
Mar, y después para fertilizar con ellas otras tierras. Sobre esto escribió varios
Libros de instrucciones útiles de Agricultura. Estos méritos, juntos a otras buenas
partidas, movieron a Chum, para elegirle por sucesor. Basta ya de honra de la
Agricultura: vamos al provecho.
Volvemos aquí a encontrarnos con el conflicto presente en buena parte de los mitos. Hay
una parte de la leyenda con base histórica y otra parte ficticia. Al Emperador Yu se le atribuye
una labor que puede partir de algún hecho real, pero en ese acto están involucrados
personajes y situaciones fantásticas. Así, según el relato chino, Yu estuvo trece años
controlando las aguas y en su obra empleó al dragón alado, animal sagrado en la mitología
china, para el dragado. Con el fin de abrir un camino en una montaña escabrosa, Yu se
transformó en un oso y logró culminar el gran trabajo que un hombre común no hubiese
podido realizar. Por su destacada labor, Yu obtuvo el respeto de los habitantes, que lo
bautizaron como «Yu, el Grande» y lo veneraron como dios de la comunidad. Su historia
rompió los límites de su tribu y fue conocido en otros lugares.
En otra fuentes, Yu aparece como una divinidad hermafrodita que hizo de la Tierra un
lugar habitable para el ser humano. Según esta versión, esta deidad creó los caminos a través
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de las montañas, abriendo pasos con su fuerza tras adoptar la forma de oso. Yu, bajo la forma
de serpiente, desvió las aguas del Río Amarillo hacia el abismo.
Podemos aseverar que en general, los mitos o leyendas de la antigüedad china reflejan en
cierto grado la lucha del hombre en la naturaleza y, ocasionalmente, se les atribuye a los
personajes una fuerza sobrenatural.
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El mito de Yi y los diez soles
El mito de Yi es otro ejemplo de un ser humano que por sus hazañas y facultades, acaba
convirtiéndose en un héroe admirado en la cultura china.
Según la tradición china, Yi era un hombre muy conocido en su tiempo por su destreza en
el manejo del arco. En época de Yi aparecieron en el cielo diez soles cuyos rayos fueron letales
para muchas plantas y a consecuencia de ello, se perdieron muchos campos. Además, temibles
bestias pisoteaban ferozmente lo que encontraban a su paso. Estos monstruos causaban
infinitos destrozos y daños al pueblo. Para solucionar aquel desastre, Yi cogió su arco y
disparó nueve flechas con las que derribó nueve soles. Después se enfrentó a todos los
monstruos y los derrotó. Por estas valientes obras, Yi fue respetado como un dios.
Otras versiones de este mito cuentan que existieron diez soles y cada uno de ellos se
turnaban para aparecer en el cielo: uno en cada uno de los diez días de la semana. Al cabo de
los años, los diez soles decidieron a parecer en el firmamento al mismo tiempo. Ello provocó
un calor insoportable, tanto que la vida en la Tierra sería imposible. Di Jun, el padre de los
diez soles, envió a un arquero con un arco y flechas mágicas para asustar a los soles y que
volviesen a la normalidad. A pesar de la voluntad de Di Jun, Yi disparó nueve flechas,
dejando en el cielo solamente a un sol, que es el que nosotros vemos actualmente. Al ver como
sus hijos habían muerto, Di Jun se enfadó tanto con Yi que lo expulsó de los cielos y Yi desde
entonces vivió en la tierra como un mortal más.
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El origen del mundo
CONCEPCIONES COSMOGÓNICAS EN LA
ANTIGUA MESOPOTAMIA
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Mesopotamia
El drenaje de las marismas situadas entre los ríos Tigris y Eúfrates, permitió el cultivo
sistemático de cereales y legumbres, el crecimiento demográfico, la proliferación de ciudades
y el mantenimiento de individuos dedicados a tareas no productivas tales como la plasmación
en tablillas de las creencias de sus contemporáneos, algunas de ellas expresadas en poemas de
gran belleza lírica.
Mesopotamia se convirtió en una floreciente región, tanto desde el punto de vista
económico, como desde el punto de vista cultural. Cuna de nuestra civilización, atrajo a
multitud de gentes a sus tierras. Y fue en estas tierras donde sumerios, acadios y babilonios se
asentaron y desarrollaron sus espléndidas culturas. Las creencias, las prácticas rituales y las
divinidades de estos tres pueblos parecen estar vinculadas entre sí y remitirnos a una misma
visión cosmogónica, o por lo menos una concepción del mundo similar.
El desciframiento de las escrituras sumeria y acadia, y los
métodos de datación de las tablillas encontradas, han permitido una
reconstrucción bastante aproximada del universo mitológico
mesopotámico y de su evolución a lo largo de los milenios tercero y
segundo a.C.
En las primeras tablillas el dios principal era Anu, responsable del
destino y de mantener en su sitio al «cielo» (en sumerio, «an»),
entendiendo como tal tanto la bóveda azulada que domina el día como
el negro manto tachonado de estrellas que define la noche.
Por debajo del cielo, y jerárquicamente en un segundo plano, se
situaba Enlil, la personificación de la tierra, pero también de la
tormenta, de la violencia descontrolada que rasga la noche con su
rayo, que ensordece con su trueno y que con sus vientos huracanados
arrasa cuanto halla a su paso.
El tercero en importancia era Enki (en acadio, Ea), el agua que fertiliza la tierra.
Los astros más conspicuos también disponían de un lugar en el panteón mesopotámico.
De entre ellos destacaba, evidentemente, el Sol, Utu para los sumerios y Samas para los
acadios, que además personificaba la justicia.
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La Luna era llamada Nanna por los sumerios y Sin por los acadios.
También tenían identificado al planeta Venus, que los sumerios llamaban Inanna y los
acadios Istar.
Dumuzi era el dios mortal de la vegetación, que era
ritualmente enterrado en la época de la siembra, en otoño, para
volver a resucitar en la siguiente primavera.
Personificadas las fuerzas elementales de la naturaleza, el
siguiente paso consistía en integrarlos en un todo coherente, en
un mito o «teoría» que los relacionara y permitiera explicar el
devenir de los fenómenos naturales.
Uno de los primeros pasos en esa dirección viene representado por el ritual de
apareamiento primaveral entre Dumuzi, la vegetación, personificado en el rey o señor
principal de la ciudad, e Inana o Istar, encarnada en la gran sacerdotisa del culto a esa diosa.
Dichas nupcias ejercían el papel de catalizador de la gigantesca reacción cósmica que permitía
la renovación estacional de la fertilidad de los campos y del mantenimiento de la vida de los
humanos que los poblaban.
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Los poemas cosmogónicos mesopotámicos
El Poema de Atrahasis
La relación entre las fuerzas de la naturaleza fue ganando en complejidad, hasta cristalizar
literariamente en el poema acadio Atrahasis, escrito a principios del segundo milenio a.C. El
poema comienza evocando el inicio de los tiempos, cuando los dioses menores, bajo la
dirección del violento Enlil, tenían que excavar los canales, levantar los diques, reparar ambos
y labrar la tierra.
Cansados del arduo trabajo de drenar las marismas, represar las aguas y arar los campos
con el fin de cultivar lo necesario para alimentarse a sí mismos y a los dioses mayores,
quemaron sus picos y palas, renunciaron a trabajar y amenazaron a Enlil, el capataz.
Los tres máximos dioses, Anu, Enlil y Ea, es decir, el cielo, la tierra y las aguas, se reunieron
con urgencia para tratar no sólo de resolver el conflicto, sino de sentar las bases para que no
volviera a presentarse.
Ea, el más astuto de ellos, propuso la ingeniosa solución de crear unos seres, los humanos,
que trabajaran en lugar de los dioses y para ellos, entregándoles parte del alimento que
produjeran.
Esos nuevos seres habrían de ser formados a partir de arcilla mezclada con la sangre de
uno de los dioses menores, el que había encabezado la rebelión.
A partir de la masa original de arcilla y sangre se crearon siete hombres y siete mujeres, que
fueron el inicio del linaje de los humanos.
A partir de entonces los dioses no tuvieron que trabajar más, limitándose a vivir de las
ofrendas de los humanos.
Sin embargo, tanto trabajaban estos, tanto alimento producían, que se multiplicaron con
rapidez, y doce siglos después de su creación eran ya tan numerosos que el ruido que hacían
resultaba insoportable a los dioses.
El violento Enlil, irritado, reunió a los grandes dioses y con su consentimiento envió una
epidemia que causó estragos entre los humanos, amenazando acabar con ellos.
El sagaz Ea, preocupado por la suerte de sus criaturas, les hizo saber que debían dirigir sus
plegarias al dios de la muerte, Namtar, que finalmente se apiadó de ellos y acabó con la plaga.
Los supervivientes volvieron a multiplicarse y, transcurridos otros mil doscientos años,
importunaron con sus gritos a Enlil, que de nuevo les castigó, secando todas las fuentes.
41
Aconsejados por Ea, su protector, los humanos dirigieron sus plegarias al dios de la lluvia
torrencial, Adad, que llegó a tiempo para salvar a algunos famélicos representantes del género
humano.
Por tercera vez volvieron los humanos a molestar a los dioses, y ahora Enlil decidió usar al
mismo Adad para provocar un diluvio de tal magnitud que ahogara definitivamente a los
humanos.
Esta vez Ea sólo pudo salvar a una familia, la de Atrahasis (quien da nombre al poema), el
más sabio y bondadoso de los humanos. Aconsejado a tiempo de la conspiración de los otros
dioses, Atrahasis construyó un barco e introdujo en él a su familia (en el sentido extenso:
mujer, hijos y parientes próximos), y con ellos diferentes parejas de animales, tanto
domésticos como salvajes.
Mientras en las anteriores ocasiones los dioses habían seguido recibiendo alimento de
quienes no enfermaban ni enflaquecían en exceso, ahora pasaron hambre, ya que sólo
sobrevivían los pasajeros de la barca, incapaces de cultivar la tierra.
Ante la perspectiva de tener que volver a trabajar se replantearon la magnitud de sus
castigos y llegaron a un punto de equilibrio, en el que aceptarían la existencia de
humanos, pero limitando su número mediante las siguientes disposiciones: crearon un
demonio cuya misión sería la de incrementar la mortalidad infantil tras los partos, parte de las
mujeres sería estéril y otra fracción de las mismas renunciaría a tener hijos, asumiendo la
virginidad como un valor reconocido socialmente con el cargo de sacerdotisas de
determinadas diosas.
De esa forma, la mortalidad neonatal (y en su caso el infanticidio), la
esterilidad y la virginidad eran no sólo reconocidas como mecanismos de
control demográfico, sino que, situadas en la esfera de las decisiones divinas,
permitían transferir a estos la responsabilidad de aquellas acciones y
fenómenos.
42
El Enuma Elis
A mediados del segundo milenio a.C. se habían producido
variaciones sustanciales en la situación política de la zona, regida ahora de
manera indiscutible por Babilonia, cuyo dios Marduk, pasó evidentemente a
tener un papel preponderante en la cosmogonía mesopotámica.
Esas novedades quedan recogidas en un poema que empieza así:
Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado,
no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme,
nada más había que el Apsu primordial, su progenitor,
(y) Mummu-Tiamat, la que parió a todos ellos,
mezcladas sus aguas como un solo cuerpo.
No había sido trenzada ninguna choza de cañas, no había aparecido
marisma alguna,
cuando ningún dios había recibido la existencia,
no llamados por un nombre, indeterminados sus destinos,
sucedió que los dioses fueron formados en su seno.
Lahmu y Lahamu fueron hechos, por un nombre fueron llamados.
Durante eternidades crecieron en edad y estatura.
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Anshar y Kishar fueron formados, superando a los otros.
Prolongaron sus días, acumularon años.
Anu fue su hijo, rival de sus propios padres,
sí, Anu, primogénito de Anshar, fue su igual.
Anu engendró a su imagen a Nudimmud.
Nudimmud se hizo de sus padres dueño,
sabio sin par, perspicaz, fuerte y poderoso,
mucho más fuerte que su abuelo Anshar.
No tenía rival entre los dioses sus hermanos.
Juntos iban y venían los hermanos divinos,
alteraban a Tiamat al agitarse de un lado para otro,
sí, alteraban el talante de Tiamat
con sus risas en la morada del cielo.
No podía acallar Apsu sus clamores
y Tiamat estaba sin habla ante su conducta.
Sus actos eran odiosos hasta [...]
Aborrecible era su conducta; se hacían insufribles.
Entonces Apsu, progenitor de los grandes dioses,
gritó, dirigiéndose a Mummu, su visir:
«Oh Mummu, mi visir, que alegras mi espíritu,
ven junto a mí y vayamos a Tiamat».
Fueron y se sentaron ante Tiamat,
deliberando acerca de los dioses, sus primogénitos.
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Apsu, abriendo su boca,
dijo a la resplandeciente Tiamat:
«Su conducta me resulta muy odiosa.
De día no encuentro alivio ni reposo de noche.
Los destruiré, aniquilaré sus obras,
para restaurar la calma. ¡Tengamos descanso!».
Tan pronto como Tiamat lo oyó,
se sintió irritada y gritó a su esposo.
Gritó llena de enojo, sola en su furor,
poniendo amenaza en su tono:
«¿Qué? ¿Vamos a destruir lo que hemos edificado?
Su conducta, ciertamente, es enojosa, pero esperaremos con
paciencia».
Entonces respondió Mummu y aconsejó a Apsu.
Malicioso y desgraciado fue el consejo de Mummu:
«Destruye, padre mío, la conducta rebelde.
Así tendrás quietud de día y reposo de noche».
Cuando Apsu lo oyó, su rostro se puso radiante,
por el mal que maquinaba contra los dioses sus hijos.
Mummu lo abrazó por el cuello,
sentándose en sus rodillas para besarle.
Pero cuanto habían tramado entre ellos
fue repetido entre los dioses, sus primogénitos.
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Cuando los dioses oyeron todo aquello, se agitaron,
cayeron luego en silencio y quedaron sin habla.
Soberano en saber, perfecto, ingenioso,
Ea, sapientísimo, adivinó su conjura.
Un designio dominador formuló y envió,
capaz hizo su conjuro contrario, soberano y santo.
Lo recitó e hizo que subsistiera en lo profundo,
derramando el sueño sobre él, despierto del todo permanece.
Cuando a Apsu tuvo postrado, cargado de sueño,
Mummu, el consejero, ya no pudo excitarlo.
Aflojó su banda, se despojó de la tiara,
dejó su aura y se la puso él.
Después de encadenar a Apsu, lo mató.
Ató a Mummu y lo encadenó.
Después de haber así establecido su morada sobre Apsu,
se apoderó de Mummu, anillándolo por la nariz.
Después de vencer y pisotear a sus enemigos,
Ea, asegurado su triunfo sobre los adversarios,
descansó en su cámara sagrada sumido en paz profunda.
«Apsu» la llamó al asignar los santuarios.
Allí mismo su choza de culto estableció.
Ea y Damkina, su esposa, allí moraron en esplendor.
En la cámara de los destinos, morada de los hados,
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un dios fue engendrado, poderoso y sabio más que los dioses.
En el corazón de Apsu fue Marduk creado.
El que le engendró fue Ea, su padre,
la que lo concibió fue Damkina, su madre.
Al pecho de la diosa fue amamantado.
La nodriza que lo crió lo hizo terrible,
Seductora era su figura, la luz brillaba en sus ojos.
Señorial era su paso, soberano desde antiguo.
Cuando lo vio Ea, el padre que lo engendró,
exultó y se iluminó su rostro, su corazón lleno de gozo.
Perfecto lo hizo y doble divinidad le otorgó.
Exaltado fue entre todos ellos, en todo excelente.
Perfectos eran sus miembros sin medida,
imposible de comprender, difícil de percibir.
Cuatro eran sus ojos, cuatro eran sus oídos.
Cuando movía sus labios, fuego escapaba de ellos.
Grandes eran sus órganos para oír,
y los ojos, en número igual, escrutaban todo.
Era el más alto de los dioses, soberana era su estatura,
enormes sus miembros, era alto sobremanera.
«¡Hijito mío, hijito mío!
Mi hijo, el Sol, ¡Sol de los cielos!».
Revestido del halo de diez dioses, era fuerte
47
cual ninguno, con todos sus terribles destellos.
.............................................
Turbada estaba Tiamat, desvelada noche y día.
Los dioses, maliciosos, aumentaban la tormenta.
Después de haber maquinado el mal en su intimidad,
a Tiamat dijeron los hermanos:
«Cuando dieron muerte a Apsu, tu consorte,
no le ayudaste, y te estuviste quieta.
Aunque él creó el hacha terrible,
tus entrañas se han disuelto y no tenemos reposo.
¡Permanezca en tu ánimo Apsu, tu consorte,
y Mummu, que ha sido derrotado! Sola has quedado».
.............................................
[...]
De entre los dioses, sus primogénitos, que formaban su asamblea,
elevó ella a Kingu, entre ellos lo hizo jefe.
Dirigir las huestes, presidir la asamblea,
alzar las armas para el encuentro, encabezar el combate,
ordenar como jefe la batalla,
todo esto puso en sus manos mientras ella lo entronizaba en el
consejo:
«Para ti he pronunciado el conjuro, exaltándote en la asamblea
de los dioses.
48
Todo poder te he dado para aconsejar a los dioses.
¡Tú eres el mayor de todos, mi consorte eres tú!
¡Tus sentencias serán firmes entre todos los Anunnaki!».
Le entregó las tablillas del destino, atadas a su pecho:
«Tu mandato será inmutable, tu palabra permanecerá».
Tan pronto como Kingu fue exaltado a la jerarquía de Anu,
sobre los dioses, hijos de ella, decretaron el destino:
«Vuestra palabra hará remitir el fuego,
humillará al 'arma del poder', tan potente es su golpe».
[...]
Humillado llegó ante su padre, Anshar,
Y le habló de este modo, como si fuera Tiamat:
«No me basta mi mano para someterte».
Sin habla estaba Anshar, fija la mirada en el suelo,
ceñudo y moviendo la cabeza ante Ea.
Todos los Anunnaki allí se congregaron.
Apretando los labios, se sentaron en silencio.
«Ningún dios, pensaban, podrá darles batalla,
enfrentarse con Tiamat y salir con vida».
El Señor Anshar, padre de los dioses, se alzó majestuoso,
y después de meditar en su corazón, dijo a los Anunnaki:
«Aquel cuyo vigor es poderoso nos vengará,
el fuerte en la batalla, Marduk, el héroe».
49
[...]
«Anshar, no te inquietes; relaja tus labios.
Iré y lograré el deseo de tu corazón...
¿Es un varón el que se apresta a combatirte?
¡No es más que Tiamat, una mujer, quien te opone sus armas!
¡Oh padre mío y creador, alégrate y llénate de gozo;
pronto hollarás la cerviz de Tiamat!».
.............................................
«Hijo mío, que posees toda sabiduría,
calma a Tiamat con tu sagrado conjuro.
Avanza pronto sobre la carroza de la tormenta.
¡De su presencia no te echarán! ¡Hazlos retroceder!».
El señor se alegró por las palabras de su padre.
Exultante su corazón, dijo a su padre:
«Creador de los dioses, destino de los grandes dioses,
si yo ciertamente, como vengador tuyo,
he de vencer a Tiamat y salvar vuestras vidas,
¡convoca la asamblea, fija para mí un destino supremo!
Cuando juntos en Ubshukinna, alegres os hayáis sentado,
que mi palabra en vez de la tuya fije los destinos.
Inmutable será cuanto yo haga existir.
Ni revocado ni cambiado habrá de ser el mandato de mis labios».
[...]
50
Cuando esto oyeron Lahmu y Lahamu, gritaron con fuerza,
todos los Igigi « se lamentaron descorazonados:
«¡Qué extraño que hayan tomado tal decisión!
No podemos comprender las obras de Tiamat».
Se dispusieron a emprender el viaje,
todos los grandes dioses que fijan los destinos.
Llegaron a presencia de Anshar, llenando Ubshukinna.
Se besaron unos a otros en la asamblea.
Hablaban entre sí mientras se acomodaban para el banquete.
Tomaron el pan festivo, compartieron el vino,
henchidos de suave licor.
Bebían y el fuerte brebaje embebía sus cuerpos.
Iban languideciendo al paso que sus ánimos se exaltaban.
Fijaron los decretos sobre Marduk, su vengador.
Le erigieron un trono principesco.
Frente a sus padres él se sentó, presidiendo.
«El más venerado eres entre los grandes dioses,
tu decreto no tiene rival, tu mandato es Anu.
Tú, Marduk, eres el más venerado de todos los dioses.
.............................................
Sobre todo el universo te confiamos el reinado.
Cuando tomes asiento en la asamblea, prevalecerá tu palabra.
No fallarán tus armas, aniquilarán a tus enemigos.
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¡Oh Señor, perdona la vida al que en ti confía,
pero quítasela al dios que eligió el mal!».
En medio pusieron un paño,
a Marduk, su primogénito, hablaron:
«Señor, en verdad tu decreto prevalece entre los dioses.
Si decides crear o destruir, así se hará.
Abre tu boca, desaparecerá este paño,
habla otra vez, y el paño estará entero».
A la palabra de su boca desapareció el paño.
Habló de nuevo y se rehízo el paño.
Cuando los dioses, sus padres, vieron el fruto de su palabra,
gozosos le rindieron homenaje: « ¡Marduk es rey!».
Le entregaron cetro, trono y palu;
armas invencibles le dieron, para ahuyentar al adversario.
Fijado así el destino de Bel, los dioses, sus padres,
le pusieron en el camino del éxito y la victoria.
Él se hizo un arco, que marcó como arma suya,
añadió además la flecha, fijó la cuerda.
Alzó la maza, la empuñó con su diestra.
Arco y carcaj fijó a su costado.
Ante sí envió el relámpago,
de llama abrasadora llenó su cuerpo.
Hizo luego una red para envolver en ella a Tiamat.
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Los cuatro vientos sujetó para que nada de ella escapara,
el viento sur, el viento norte, el viento este, el viento oeste.
Al costado apretó la red, regalo de su padre Anu.
Soltó a Imhullu, «el viento malo», el torbellino, el huracán,
el viento cuádruple, el viento séptuble, el ciclón, el viento
incontenible;
luego soltó los vientos que había sujetado, los siete,
para remover las entrañas de Tiamat se alzaron a su zaga.
El señor agitó entonces la tempestad, su arma poderosa.
Montó en la carroza de la tormenta, terrible e irresistible.
Una cuadriga enjaezó y le unció,
Matador, Implacable, Hollador, Veloz.
Afilados, ponzoñosos eran sus dientes.
Diestros en asolar, hábiles en destruir.
.............................................
Circundada de halo terrible aparecía su cabeza,
avanzó el señor y siguió su camino,
contra Tiamat furiosa dirigió su rostro.
En sus labios llevaba un... de pasta roja;
su mano empuñaba una planta para vencer al veneno.
Entonces en torno a él se arremolinaron los dioses.
El señor se dirigió a escrutar el costado de Tiamat,
(y) de Kingu, su consorte, para conocer la trama
53
cuya maldición, ante su mirada, queda deshecha,
su voluntad se dispersa y su acción se confunde.
Y cuando los dioses, sus auxiliares, que marchaban a su lado,
vieron al héroe valeroso, su vista se turbó.
Lanzó un grito Tiamat, sin volver el cuello,
con un brutal desafío en sus labios:
«¡Demasiado importante eres para el señor de los dioses como
para alzarse contra ti!
¿Se han congregado en su lugar o en el tuyo?».
Pero el señor, suscitando la tormenta, su arma poderosa,
a la furiosa Tiamat lanzó estas palabras:
«Con fuerza te alzaste, mucho te has exaltado;
en tu corazón te propusiste provocar la lucha,
de forma que los hijos rechacen a sus padres,
y tú misma que los engendraste, odias [...].
Engrandeciste a Kingu para que fuera (tu) consorte,
su mando, que en derecho no le pertenece, opusiste al de Anu.
Contra Anshar, rey de los dioses, maquinas el mal;
contra los dioses, mis padres, afirmaste tu maldad.
Por mucha que sea tu fuerza, por afiladas que sean tus armas,
¡Ponte en pie, para que tú y yo trabemos singular combate!».
Cuando esto oyó Tiamat,
se volvió como posesa, como si perdiera la razón.
54
Con fuerza gritó Tiamat furiosa.
Hasta las raíces temblaron sus piernas.
Recitó un conjuro, lanzó su encantamiento,
mientras los dioses guerreros aguzaban sus armas.
Entonces entablaron la lucha Tiamat y Marduk, el más sabio entre
los dioses,
trabaron combate singular, se atenazaron en la pelea.
Desplegó su red el señor para atraparla,
el viento malo, que seguía detrás, le soltó en el rostro.
Cuando Tiamat abría su boca para devorarlo,
por ella le lanzó el viento malo para que no cerrara los labios.
Cuando los vientos salvajes llenaron su vientre,
su cuerpo quedó hinchado, la boca abierta.
Lanzó él su flecha, que atravesó su vientre,
le desgarró las entrañas, le destrozó el corazón.
Dominándola así, acabó con su vida.
Arrojó su carcaj para alzarse sobre ella.
Después de dar muerte a Tiamat, el señor,
su banda quedó destrozada, su tropa desbaratada.
[...]
Pero a Kingu, que había sido hecho su jefe,
lo ató y entregó a Uggae.
Las tablillas del destino, que en derecho no eran suyas,
55
le arrebató, las selló con un sello y las apretó contra su pecho.
Cuando hubo derrotado y sometido a sus adversarios,
.............................................
Y se volvió a Tiamat, a la que había atado.
Holló el señor las piernas de Tiamat,
con su maza despiadada destrozó su cráneo.
Cortó las arterias de su sangre
que el viento norte llevó a lugares ignorados.
Al ver todo esto, sus padres se llenaron de gozo y exultaron,
y a él acudieron con presentes, para rendirle homenaje.
Se detuvo entonces el señor para ver el cuerpo muerto,
porque iba a desmembrar al monstruo y hacer obras estupendas.
La partió como una concha en dos partes;
una mitad alzó y la puso como un techo, el cielo,
fijó una barrera y puso guardianes
a los que mandó que no dejaran escapar las aguas.
Cruzó los cielos y revisó (sus) regiones.
Escuadró el cuartel de Apsu, la morada de Nudimmud,
según medía el señor las dimensiones de Apsu.
La Gran Morada, su semejanza, fijó como Esharra,
la Gran Morada, Esharra, que hizo como el firmamento.
Anu, Enlil y Ea recibieron sus lugares.
[...]
56
Cuando oye Marduk las palabras de los dioses,
su corazón le impulsa a realizar obras estupendas.
Abre su boca y se dirige a Ea,
para comunicar sus planes habla a Ea,
para comunicar el plan que ha concebido en su corazón:
«Amasaré la sangre y haré que haya huesos.
Crearé una criatura salvaje, 'hombre' se llamará.
Cierto, crearé un hombre salvaje.
Tendrá que estar al servicio de los dioses,
para que ellos vivan sin cuidado.
Con maña cambiaré la vida de los dioses.
Venerados por igual, en dos grupos estarán divididos».
Ea respondió, y le dirigió una palabra,
para exponerle un plan en beneficio de los dioses:
«Que sea entregado uno sólo de sus hermanos;
sólo éste perecerá para que sea formada la humanidad.
Que se junten aquí los grandes dioses en asamblea,
que el culpable sea entregado para que ellos permanezcan».
Convocó Marduk en asamblea a los grandes dioses;
graciosamente los presidía y daba instrucciones.
A sus sentencias prestaron atención los dioses.
El rey dirigió una palabra a los Anunnaki:
«Si vuestra declaración fue sincera,
57
decid ahora la verdad y por mí juradla.
¿Quién provocó la revuelta,
provocó a Tiamat a rebeldía y azuzó el combate?
Sea entregado el que maquinó la rebelión.
¡Con su culpa le haré cargar para que viváis en paz!».
Los Igigi, los grandes dioses, le replicaron,
a Lugaldimmerankia, consejero de los dioses, su señor:
«Fue Kingu quien maquinó la rebelión,
quien hizo rebelde a Tiamat, quien azuzó el combate».
Lo ataron y llevaron a presencia de Ea.
Le cargaron con su culpa y cortaron (los vasos de) su sangre.
De su sangre formaron la humanidad,
a la que él impuso la servidumbre, dejando libres a los dioses.
[...]
Después de ordenar todas las normas,
a los Anunnaki del cielo y de la tierra asignó sus porciones,
los Anunnaki abrieron su boca
y dijeron a Marduk, su señor:
«Ahora, señor, ya que nos has liberado,
¿qué homenaje te rendiremos?
Edificaremos un santuario en tu honor, que se llamará
'La cámara de nuestro reposo nocturno'; ¡que en él reposemos!
¡Edifiquemos un santuario, un lugar para su morada!
58
El día en que lleguemos, reposaremos en él».
Cuando Marduk lo oyó,
sus facciones brillaron como el día:
«Como el de la alta Babilonia, cuya edificación solicitasteis,
su obra de ladrillo sea realizada. 'El Santuario' se llamará».
A la obra se pusieron los Anunnaki,
durante un año fabricaron ladrillos.
Al llegar el segundo año,
levantaron el tope de Esagila igual a Apsu.
Después de levantar una torre escalonada tan alta como Apsu,
pusieron allí una morada para Marduk, Enlil (y) Ea.
En su presencia la adornaron con esplendor.
Hacia abajo miran sus cuernos, a la base de Esharra.
Cuando concluyeron la obra de Esagila,
los mismos Anunnaki levantaron sus santuarios.
... todos se reunieron,
... edificaron para su morada.
A los dioses sus padres, sentó en su banquete:
«Esta es Babilonia, lugar de vuestra casa.
Festejad en su recinto, llenad sus anchas plazas».
Ocuparon sus tronos los grandes dioses.
A beber y a banquetear se pusieron.
Después de festejar allí,
59
en Esagila, el espléndido, celebrados sus ritos,
habiendo establecido las leyes (y) sus portentos,
todos los dioses repartieron las estancias del cielo y de la tierra.
Los cinco grandes dioses ocuparon sus tronos.
Los siete dioses del destino pusieron a los trescientos en el cielo.
Enlil alzó el arco, su arma, y lo puso ante ellos.
Los dioses, sus padres, vieron la red que había hecho.
Cuando contemplaron el arco, y su forma tan hábil,
sus padres alabaron la obra que había realizado.
Empuñándolo, Anu habló en la asamblea de los dioses,
mientras besaba el arco:
[...]
[Fuente: E. A. Speiser, Ancient Near Eastern Texts (Princeton 1950), reproducido en I.
Mendelsohn (ed.), Religions of the Ancient Near East (Nueva York 1955) 19-46.]
Las palabras que inician este poema acadio son «Enuma elis» («cuando en lo alto»), y ese es
el nombre con el que se le conoce.
La fusión de los diferentes caos iniciales, de Apsu y Tiamat, dio origen a la segregación de
las fuerzas primigenias de la naturaleza, ahora identificables mediante nombres propios, los
dioses.
De la relación entre ellos surgieron nuevos dioses de menor rango, cuyos juegos y alegría
exultantes, es decir, los continuos experimentos y creaciones derivados del uso de sus
poderes, irritaron a Apsu de tal manera que decidió acabar con aquellos.
El astuto Ea, en desacuerdo con los criminales propósitos de su padre, le hizo dormir
mediante encantamientos y le mató.
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Varios cosmogonias de las diferentes culturas

  • 1. El origen del mundo Cosmogonías de las diferentes culturas El origen del mundo en la Grecia clásica
  • 2. 2 Introducción Los mitos cosmogónicos griegos La religión y el pensamiento en la antigua Grecia Teogonías griegas La teogonía de Hesíodo Las teogonías órficas Recursos y bibliografía Recursos Bibliografía COSMOGONIA CHINA CONCEPCIONES COSMOGÓNICAS EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA LA CIVILIZACIÓN AZTECA COSMOGONIA DE LA GRECIA CLÁSICA COSMOGONÍA DE LOS PUEBLOS DE LA TAIGA Y LA TUNDRA ANON – COSMOGONIA DE LAS TRIBUS Y PUEBLO(dioses africanos) LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS
  • 3. 3 Introducción El mar que muchas veces ha servido y sirve de frontera para los pueblos, sin embargo en el caso del Mediterráneo, mar cálido y cerrado, se convirtió ya en la Antigüedad en medio para el intercambio de ideas y de bienes materiales entre los pueblos que se asentaron en sus orillas: fenicios, persas, griegos... En este marco del Mediterráneo surgió una de las primeras grandes culturas en suelo europeo: la cultura cretense (2000 a. C. al 1425 a. C.). La civilización griega clásica hunde sus raíces en esta civilización cretense, si bien es cierto que se nutre de muchos otros influjos procedentes de diversos pueblos (Micenas o Cícladas). La huella de estas influencias puede seguirse a través de un largo proceso de formación, que duró aproximadamente unos dos mil años, y que culminó con la aparición, hacia el 800 a. C., de la primera etapa histórica de la antigua Grecia: la Grecia Arcaica. Tras esa primera etapa, que llegó hasta el siglo VI a. C., se inició la etapa más floreciente de la cultura griega conocida como Periodo Clásico (del siglo V al IV a. C.). El último periodo fue el Helenismo que comenzó en el siglo IV a. C. y finalizó en el siglo I a. C. con la conquista de Grecia por parte de los romanos. La cultura griega clásica es uno de los pilares de nuestra civilización occidental. Es en Grecia donde surge por primera vez la democracia, donde aparece la filosofía, pues el ser humano comienza a cuestionarse su existencia, donde el hombre se convirtió en el centro del pensamiento y en la medida de la belleza. Grecia ha dado a la Historia de la Humanidad un gran número de filósofos, historiadores, escritores, artistas y pensadores cuyas obras son reconocidas en todo el mundo. Grecia mantuvo a lo largo de toda su historia una fuerte unidad cultural, a pesar de su diversidad geográfica y su marcada fragmentación política, ya que el poder estaba dividido entre las múltiples «polis» o ciudades-estado independientes. Estas polis eran el núcleo de la vida política y social en Grecia y entre ellas destacaron ciudades como Atenas, Olimpia, Éfeso o Pérgamo. La evolución de la estructura social griega desde una sociedad sencilla, hasta una sociedad compleja y abierta, se desarrolló paralelamente a la evolución operada en la economía, desde una estructura basada en la tierra hasta una economía monetaria y comercial. Esa evolución está también ligada al desarrollo en el campo político, donde el desarrollo de la polis supuso la desaparición de los reyes y la consolidación de la figura del ciudadano libre, al tiempo que se establecía el modelo democrático. Los mitos cosmogónicos griegos
  • 4. 4 La religión y el pensamiento de la antigua Grecia El pensamiento griego a la hora de formular su concepción sobre el origen del mundo, partió tanto del mito como de la ciencia. Así, a partir del mito surgieron toda una serie de relatos sobre dioses y héroes legendarios y, a partir de la ciencia, apareció la respuesta racional, ofrecida por filósofos como Tales de Mileto o Pitágoras. A partir del siglo VI a. C., el pensamiento griego empezó a buscar repuestas al orden del Mundo, sustentadas en la razón. Tales (nacido en torno al 640 y muerto en el 545 a. C.) fue uno de los filósofos destacados de la Escuela de Mileto y defendía que el principio de todo era el agua, fundamentando su teoría en el hecho de que el agua era el único elemento que podía encontrarse en los tres estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso. Más tarde los pitagóricos defendieron que el conocimiento de las cosas solamente se puede alcanzar a través de las matemáticas. A medida que avanzaba el conocimiento griego, se formularon hipótesis más complejas como la de Anaxágoras que defendía que el Universo estaba formado por múltiples sustancias, pero no da respuesta a su origen. Para Platón, el «Demiurgo» era la inteligencia ordenadora que actuaba sobre el caos, ordenándola y dándole forma conforme a un plan. Sobre el desarrollo de la investigación científica, recogemos más información en el apartado «Teorías Científicas». La religión griega se basó sencillamente en la mitología, que se caracterizó por su talante sincrético, ya que incorporaba en sus relatos elementos de diversas culturas. En esta religión politeísta, cualquier fenómeno y elemento de la naturaleza, así como las principales actividades económicas, quedaron representados por divinidades con apariencia humana. Así, en los mitos griegos podemos encontrar un gran número de dioses pertenecientes a épocas y lugares distintos. Por este motivo resulta complicado reconstruir el panteón completo, de hecho en algunas ocasiones, los dioses se confunden y un mismo suceso presenta varias versiones, llegándose a dar importantes confusiones. Entre estas divinidades, que moraban en el monte Olimpo, se formaron complejas relaciones y vínculos que son la base de la mitología griega. Las teogonías griegas La mitología griega también recoge en sus relatos el origen del Mundo. Pero debemos tener presente que para el pensamiento religioso griego una cosmogonía suponía no solamente el origen de nuestro mundo físico, sino también el origen de los dioses, el origen del hombre y la organización social. La literatura griega proporcionó diversos textos cosmogónicos, sin embargo la mayoría se conservan bastante mal. Entre ellos conocemos la teogonía de Hesíodo, la teogonía de Eudemo, la de Jerónimo y Helanico, la cosmogonía de las Rapsodias y la recogida en el Papiro de Derveni, las cuatro últimas son conocidas como «Teogonías Órficas», ya que son atribuidas
  • 5. 5 a Orfeo. Hay una serie de rasgos generales compartidos por estas cosmogonías griegas. En primer lugar, el origen del Mundo parte de la organización de una materia primitiva, que a veces se organiza sóla. El segundo concepto fundamental es el de los pares de contrarios; esta idea recuerda a la explicación dualista de los filósofos pitagóricos que consideraban que los números procedían de dos elementos opuestos: el par y el impar. Este planteamiento permitía concebir un gran número de oposiciones: el bien y el mal, frío y calor, día y noche... Otro elemento característico de las cosmogonías griegas es que la ordenación del Mundo no se produce instantáneamente, sino que pasa por fases intermedias en las que aparecen criaturas monstruosas y míticas hasta que el desorden es definitivamente desplazado y desaparece. La teogonía de Hesíodo De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra más antigua y mejor conocida de todas. Escrita entre finales del siglo VIII y comienzos del VII a. C., es la fuente de la que se nutre toda la mitología griega. Hesíodo, que con seguridad es posterior a Homero, vivió en torno a l siglo VIII a. C. y ya entre los griegos tuvo la fama de ser él quien ordenó los mitos religiosos, organizando la genealogía de los dioses. Como señala Mircea Eliade, en esta Teogonía podemos distinguir hasta cuatro fases: en la primera fase, parte de la existencia de Caos, y después de la Tierra, Eros, el Cielo y la primera generación divina; en una segunda fase, se describe la castración del Cielo por su hijo Cronos; en la tercera parte, Zeus logra no ser devorado por Cronos, su padre y toma el poder; y en la última fase, se narra la batalla de Zeus y los dioses contra los titanes. El autor nos describe el origen del Mundo como parte de una teogonía, siendo la formación del Mundo un tema secundario, porque, de hecho, a Hesíodo le interesa la «estirpe de los inmortales», como bien nos indica en su poema. Hesíodo comenzó su obra con una invocación a las Musas, quienes le inspiraron en su poema y le instruyeron en su tarea. Hesíodo describe la experiencia como un encuentro místico con los dioses. Podemos pensar que esta descripción oscila entre lo que podría ser un recurso literario y una experiencia religiosa, en la que un dios se aparece a un mortal (pastor, campesino...) y le transmite unos conocimientos. A continuación presentamos el primer fragmento de este poema: Ellas, que un día a Hesíodo le enseñaron un hermoso canto, mientras apacentaba sus ovejas al pie del divino Helicón. Tal mensaje, lo primero de todo, me dirigieron las diosas,
  • 6. 6 las Musas olímpicas, hijas de Zeus, portador de la égida: 25 «Rústicos pastores, triste oprobio, vientres tan sólo Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades mas sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad.» Así dijeron las bienamadas hijas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro, tras haber cortado de florido laurel una rama admirable. Y me infundieron el canto 31 divino, para celebrar lo que va a pasar y lo que ha pasado y me encomendaron alabar con himnos la estirpe de los Felices, que por siempre existen y cantarles a ellas mismas al principio y al final. Las Musas han iniciado a Hesíodo en su labor y lo han provisto para ello y, a continuación, el autor explica su misión: elaborar la «sagrada estirpe» de los dioses: Y es que de las Musas y del flechador Apolo descienden, en la tierra, los aedos y los citaristas, 95 y de Zeus, los reyes. ¡Feliz aquél a quien las Musas aman! Pues dulce de su boca fluye el canto y si alguien con un pesar en su ánimo recién afligido se consume, con el corazón angustiado, entonces el aedo servidor de las Musas, las hazañas de los hombres de antaño 100 celebra, y a los dioses que ocupan el Olimpo y enseguida éste de sus pesares se olvida y ya de sus cuitas
  • 7. 7 ni se acuerda; de prisa cambian su ánimo los regalos de las diosas. En el verso 105 Hesíodo nos indica de qué trata su poema, lo que podríamos llamar el programa de los mitos del poema, para acto seguido iniciar su genealogía divina: Salve, hijas de Zeus, Concededme vuestro canto fascinante, celebrad la sagrada estirpe de los inmortales, que por siempre existen, 105 los que nacieron de Tierra y de Cielo estrellado, los que nacieron de la tenebrosa Noche y a los que nutrió el salobre Ponto decid también cómo nacieron al principio los dioses, los ríos y el ponto ilimitado, de impetuosa corriente, los astros resplandecientes y el ancho cielo, arriba, 110 y sus descendientes, los dioses dadores de bienes, cómo se repartieron la riqueza, cómo se dividieron los bienes y cómo habitaron al principio el muy abrupto Olimpo. Inspiradme eso, Musas, que habitáis Olímpicos palacios desde el principio y decidme lo que hubo antes de aquellos. 115 «Pues bien, lo primerísimo que nació fue Caos; pero enseguida Tierra de ancho pecho, sede por siempre segura de todos los inmortales que ocupan las cimas del nevado Olimpo, y el nebuloso Tártaro en abismo de la tierra de vastos caminos y Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, 120
  • 8. 8 que afloja los miembros, que de todos los dioses y de todos los hombres domeña en sus pechos el entendimiento y el prudente consejo. De Caos nacieron Érebo y la negra Noche y de la Noche, a su vez, Éter y Día nacieron, a los cuales engendró habiéndose unido en amorosa coyunda con Érebo. 125 Y Tierra engendró lo primero, igual a sí misma el cielo estrellado, para que por todas partes la cubriera, a fin de que para los felices dioses fuera sede por siempre segura. También engendró los grandes montes, gratas moradas de unas diosas, las ninfas, que habitan por los abruptos montes. 130 Asimismo dio a luz al mar imposible de secar, de impetuosa corriente, a Ponto, sin deseada coyunda. Pero luego unida en amor a Urano parió a Océano de profundos remolinos, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Teya a Rea, a Temis y a Mnemósine 135 a Febe de áurea corona y a la encantadora Tetis, y tras ellos el último nació Crono de tortuosa intención, el más terrible de sus hijos y en él floreció el odio contra su padre
  • 9. 9 Como vemos en el texto anterior, lo «primerísimo que nació fue Caos». Pero este término es bastante confuso y además Hesíodo dice que «nació», por lo tanto debió existir algo antes, que el autor no nombra. En cuanto al término «Caos», los propios autores clásicos dieron sus particulares interpretaciones del mismo, con lo cual podemos pensar que ellos tampoco tenían una definición clara. Para el filósofo Aristóteles, el «Caos» era un sitio, un lugar, cuya existencia era necesaria, como nos indica en su obra Physica 208b 30: (Hesíodo dice: «De todas las cosas lo primerísimo que nació fue Caos», porque es necesario que exista primero un lugar para las cosas que existen. Zenón, por el contario, piensa que ese «Caos» del que habla Hesíodo debe ser agua. Otra interpretación diferente encontramos en Pseudo Platón en su obra Axioco, 371E, que lo situó en el infierno: En cuanto a aquellos que han orientado su vida por el camino de los crímenes, son llevados por las Erinias al Érebo y al Caos, a través del Tártaro. Para Apolonio de Rodas IV, (1696-98) aparece como una «sima negra»: Esta horrible noche no la traspasaban las estrellas ni los rayos de la luna, sino que era una sima negra que se abría desde el cielo o alguna otra tiniebla que emergía levantándose desde los más hondos abismos. Luciano en Amores 32, ve el «Caos» como una masa invisible y confusa: Pues tú (Eros) diste forma al universo a partir de una invisible y confusa carencia de forma. Para Ovidio el «Caos» era una forma desordenada, como reflejó en su obra Metamorfosis I, 5-7: Antes del mar y de la tierra, y del cielo que todo lo cubre en todo el orbe la naturaleza solo tenía un aspecto al que se llamó Caos, una masa confusa y desordenada. Incluso hay algunos autores, como Aristófanes en, o Eurípides, que ven al «Caos» como un espacio, un hueco entre el Cielo y la Tierra. Así, Aristófanes señaló en Aves (190-193): De este modo, cuando los hombres hagan sacrificio a los dioses, como éstos no os paguen tributo, no dejaréis pasar el olor a muslos asados a través del espacio y de una ciudad que no es suya. Y en Eurípides, Cadmo fr. 448 n2 :
  • 10. 10 a esta sede divina en medio del cielo y de la tierra, algunos la llaman Caos. Después de «Caos», apareció la Tierra. Estos dos elementos darán origen a otros: Caos engendró a Erebo (espacio situado debajo de la Tierra) y la Noche, mientras que la Tierra engendró a «Ouranos», el «Cielo». Después apareció Eros, que ya no es un elemento, ni una materia, sino que es un dios, cuya aparición es precisa para que esos divinidades anteriores puedan practicar el sexo para engendrara al resto de las divinidades, como vemos en verso 125: ...habiéndose unido en amorosa coyunda... De la unión de la Noche con Érebo, unión sexual, surgieron Éter y el Día. El Día y la Noche compartirían el espacio ubicado encima de la Tierra, mientras que el Éter se situó por encima de ellos en la parte más luminosa y elevada. La Tierra engendró los montes y el mar, ahora sin unión sexual, pero además fue fecundada por el Cielo; de la unión con el Cielo surgió la segunda generación de dioses: los seis Titanes (Océano, el mayor de todos, Ceo, Críos, Hiperión, Japeto y, por último, Cronos, el tiempo) y sus seis hermanas (Tea, Rea, Temis, Mnemosine, Febe y Tetis). Esos titanes representan las fuerzas de la naturaleza y el último fue Cronos. Vemos aquí cómo se distinguen dos tipos de nacimientos en las divinidades: por generación «espontánea», sin relación sexual, y por fecundación, es decir: con práctica sexual. Urano no dejaba nacer a su prole, ya que mantenía esas relaciones sexuales de forma incesante y los retenía en el vientre de Gea, provocando malestar de la diosa. La Tierra también dio vida a los Cíclopes (Brontes, Estérope y Arges) y finalmente, de las relaciones entre el Urano y la Tierra, aparecieron Cotto, Briareo y Gíes, de aspecto monstruoso. En el poema de Hesíodo esos hijos son calificados como «terribles», como vemos en el verso 155: ...los hijos más terribles y odiaban a su padre 155 desde el principio Gea, con sus hijos en el vientre, se sentía angustiada y elaboró un plan. Produjo un arma nueva y se la ofreció a sus hijos, indicándoles que su venganza era la respuesta lógica a las maldades de su padre (verso 166): ...porque primero había maquinado él acciones indignas
  • 11. 11 Pero solamente Cronos, «de mente retorcida», se atrevió a seguir los consejos de su madre y con la hoz, castró a Urano. De la sangre caída sobre la tierra, nacieron las Erinias, los Gigantes y las ninfas de los bosques. De sus partes caídas arrojadas al mar por Crono, nació Afrodita. Crono complació a su madre y Urano fue derrotado. Así, aunque no fuese su objetivo principal, Crono se instaló en el trono de su padre y se convirtió en soberano de los dioses. De esta forma el relato nos describe, además, cómo se produjo la separación entre el Cielo (Urano) y la Tierra, que resulta ser una manera un tanto violenta, con similitudes en otros mitos cosmogónicos (en el mito hitita, Kumarbi castró a Anu). Crono se unió entonces a Rea y tuvo con ella cinco hijos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón, la siguiente generación de dioses. Hesíodo nos cuenta cómo Crono, para no ser derrotado y desposeído por ninguno de sus hijos, los iba devorando a medida que nacían (verso 459 y siguientes): ...y los iba devorando el gran Crono ya fin de que ningún otro de los ilustres Uránidas ostentara entre los inmortales la regia dignidad. Y es que se había enterado, por boca de Tierra y de Cielo estrellado, que su destino era verse sometido por un hijo suyo. Pero las precauciones tomadas por Crono fueron inútiles, porque Rea le engañó. Así, tras parir a Zeus, Rea lo escondió en una gruta y, en vez de entregar a Crono el bebé, le entregó una roca envuelta en pañales, que éste devoró sin darse cuenta del engaño. Cuando Zeus creció obligo a Crono a vomitar a sus hermanos que estaban en el vientre de su padre. Zeus rescató de esta manera a sus hermanos, que en agradecimiento le ofrecieron el trueno y el rayo, símbolos de poder. Pero, el conflicto no había terminado, porque Crono lanzó contra Zeus a los Titanes. Se inició una larga guerra entre estas dos generaciones de dioses, hasta que finalmente los dioses más jóvenes, encabezados por Zeus, arrojaron a los Titanes al Tártaro. La victoria de Zeus y los dioses olímpicos sobre los Titanes, que representaban la fuerza bruta y la violencia, es el triunfo del espíritu y de la justicia y marca el inicio de un nuevo ordenamiento del Universo. Hesíodo relató que después del triunfo, Zeus es nombrado soberano por consenso de todos los dioses, insistiendo en la imagen de Zeus como dios justo y legítimo (versos del 883 al 885): E instaron entonces, por supuesto, a que fuera rey y soberano -por discretos consejos de Tierra- al Olímpico Zeus
  • 12. 12 longitonante, entre los inmortales. Y él distribuyó bien las dignidades. 885 Pero Zeus tuvo que afrontar una batalla más para conservar este nuevo orden: el enfrentamiento con Tifón, el hijo de Gea y Tártaro. Finalmente, Zeus, dios legítimo y justo, adoptó su propia estrategia para no ser destronado por ningún hijo suyo. Siguiendo los consejos de Urano y Tierra, Zeus aseguró su reinado comiéndose, no ya a sus hijos, sino a su propia esposa, Metis, frenando así cualquier intento sucesorio de su descendencia (versos 891 y siguientes): ...por discretos consejos de Tierra y Cielo estrellado, y es que así lo previnieron, a fin de que la regia dignidad no la ostentara en vez de Zeus otro de los dioses imperecederos. Pues era su destino que engendraría hijos muy prudentes, la primera, una hija, Tritogenia, de ojos muy brillantes (...) 895 pero después también un hijo, rey de dioses y de hombres, iba a engendrar, dotado de soberbio corazón. Así se aseguró el gobierno sobre todo el cosmos, repartiendo entre las divinidades el dominio de algunos espacios: Hades dominaría el mundo subterráneo, Poseidón los océanos y el cielo sería gobernado por él. El Olimpo y la tierra quedaron como espacio para todos los dioses olímpicos. En la Teogonía de Hesíodo esta es la forma en que es establecido el orden del Mundo. Los enfrentamientos entre distintas generaciones de dioses que intentan destruir el orden existente y luchan por el dominio del Cosmos, hasta que llega Zeus, el dios justo, y establece el orden correcto, el que imperará desde entonces. Es curioso cómo estas luchas recuerdan a las desarrolladas por dioses de otros mitos cosmogónicos de Próximo Oriente: mito hitita (luchas de Kumarbi y Anu) y mito babilonio del Enuma Elis (Marduk se enfrentó a Tiamat). Los historiadores
  • 13. 13 consideran posible que esos mitos llegaran a Hesíodo mediante la transmisión oral. Por otro lado, no podemos olvidar la obra de Homero, anterior a Hesíodo, en la que se puede entrever el tema cosmogónico, si bien no es el tema principal de su obra. Así en la Ilíada en el canto XIV (versos 342 al 351) Homero describió la relación entre Hera y Zeus, que recuerda la unión entre Urano y la Tierra: El montador de las nubes, Zeus, le dijo en réplica: «Hera, no temas que no vea ningún dios ni hombre en medio de la nube con que voy a envolverte. Ni siquiera el Sol la podrá atravesar con sus rayos, los más penetrantes de todos». Así dijo, y el hijo de Crono estrechó en sus brazos a la esposa. Y, bajo ellos, la tierra divina produjo verde hierba, loto fresco, azafrán y jacinto espeso y tierno para levantarlos del suelo. Acostáronse allí y cubriéronse con una hermosa nube dorada, de la cual caían lucientes gotas de rocío. En este texto se alude a un espacio ideal, un paraíso, pero es el momento en el que Hera intenta engañar a Zeus, aprovechando su sueño para ayudar a los troyanos. Hesíodo pudo conocer esos poemas orales y también pudo conocer la obra de Homero (Ilíada), lo cierto es que la Teogonía de Hesíodo es la base de la mitología griega y sirve de enlace entre los mitos próximo-orientales y los griegos. Las teogonías órficas La teogonía de Eudemo, la teogonía de Jerónimo y Helanico, la cosmogonía de las Rapsodias y la teogonía del Papiro de Derveni se engloban dentro del conjunto de las llamadas «Teogonías Órficas», así designadas porque eran atribuidas a Orfeo. Damascio, autor neoplatónico que vivió entre el 480 y el 544 d. C. aproximadamente, nos habló en su obra de la teogonía de Eudemo, de la obra de Jerónimo y Helanico y de las Rapsodias en su principal obra: Problemas y Soluciones sobre los Primeros Principios. Orfeo fue conocido por ser un excelente cantor y era situado por la tradición en los tiempos de los orígenes, es decir antes de Homero. Su ubicación en esos tiempos se realizó con la intención de que Orfeo fuese considerado más antiguo que el propio Homero y, por tanto, resultase más venerable que éste. Así, varias obras fueron atribuidas a Orfeo, como recurso para garantizar su validez y antigüedad. El orfismo se puede definir como un movimiento religioso místico que se nutría de otros movimientos como el pitagorismo, con el que compartía la transmigración de las almas, el dionisismo, del que adopta el éxtasis, o el culto a Eleusis, con el que comparte el elemento
  • 14. 14 mistérico. El orfismo está muy marcado por el mito y se elaboraron varias teogonías vinculadas con el desarrollo y destino de las almas, siendo hasta cierto punto «antropogónicas». En las cosmogonías órficas podemos realizar una clara distinción entre las «cosmogonías de la Noche» y las «cosmogonías del huevo». «Cosmogonías de la Noche» son la de Eudemo y la del Papiro de Derveni, y «cosmogonías del huevo», la de Jerónimo y Helanico y la de Aristófanes. La de las Rapsodias, es una cosmogonía que sintetiza elementos de ambos tipos: de la Noche y del huevo. Eudemo fue alumno de Aristóteles y vivió en el siglo IV a. C. Este autor puede ser ubicado dentro de la corriente del orfismo y, como tal, transmitió el relato teogónico atribuyendo la obra a Orfeo. En esta obra nos señaló que lo primero fue la Noche, de la cual surgieron el Cielo y la Tierra Del Cielo y la Tierra aparecieron la pareja Océano-Tetis, así hasta que se llegó a la sexta generación de dioses. La teogonía órfica se detiene en la sexta generación, dato que sabemos también por Platón, que en su obra Philebus, (66 c) nos indicó: «A la sexta generación», dice Orfeo, «cesad el orden del canto», pero corremos el riesgo de que nuestro discurso quede detenido en el sexto juicio. Eudemo, también nos relató cómo Cronos castró al Cielo, haciéndose con el poder, del mismo modo que, posteriormente, Zeus destronaría a Cronos y dominaría el Cosmos. Todos estos datos los conocemos gracias a las alusiones que hace Damascio en su obra De princ. 124 (III 162, 19 Westerink): ...El relato sagrado transmitido por el peripatético Eudemo como obra de Orfeo guarda silencio sobre todo lo que es objeto de intuición, como totalmente inefable e incognoscible para el procedimiento discursivo y narrativo. Configura el principio a partir de la Noche,... La teogonía que conoció Eudemo, parece ser la misma que conoció Aristóteles, quien afirma sobre los poetas más antiguos poetas, que consideraron como padres de los dioses a Océano y Tetis. También Platón nos señaló, en Timaeus (40 d), que la primera pareja fue Océano y Tetis, padres de la Tierra y el Cielo: Hablar de las demás divinidades (i.e. a excepción de los astros y la tierra) y conocer su linaje es más de lo que podemos, así que hay que dar crédito a los que han hablado antes de ello, que eran descendientes de dioses, según afirmaban, y que de algún modo conocían con claridad a sus antepasados. Así pues, es imposible no creer en los hijos de los dioses, aun cuando hablan sin demostraciones verosímiles y necesarias, pero, dado que afirman que nos relatan asuntos de su familia, hay que creerlos, siguiendo la costumbre. Tengamos, pues, por buena, y digámosla así, la generación acerca de estos dioses. De la Tierra y del Cielo nacieron como hijos Océano y Tetis. Y de ellos Forcis, Crono y Rea y los que se llaman sus hermanos. Y además, los descendientes de éstos.
  • 15. 15 Además, Platón en su obra Cratylus (402 b), hizo referencia a la consideración por parte de los «más antiguos» de que el Océano es origen de los dioses y aludió a Homero, a Hesíodo y a Orfeo: Como también dice Homero: « Océano, generación de los dioses y la madre Tetis». Creo que también Hesíodo. Y dice en alguna parte Orfeo... En 1962, en Derveni, a unos 10 kilómetros de Salónica, fue hallado, junto a una tumba, un papiro. El papiro se encontró entre los restos de la pira funeraria, pero salvó de su destino de ser quemado, si bien es cierto que se deterioró a causa del fuego y no se conserva entero. El papiro presenta un texto de 26 columnas, cada una con catorce líneas. Se trata de un comentario realizado por un autor anónimo, del siglo IV a. C., influido por los presocráticos. El objeto de la obra era la crítica a una obra anterior, una Teogonía datable en el siglo VI a. C. que, al parecer, por los fragmentos reproducidos por el autor, se asemejaba bastante a otras teogonías posteriores. Realmente de esa teogonía del siglo VI, sólo disponemos de los versos y segmentos citados por el autor del comentario. El comentarista realizó esa crítica porque consideraba que nada de lo que había indicado Orfeo en la teogonía era cierto. La teogonía comenzaba con unos versos que invitaban a escuchar el poema a los «conocedores», a los que estuviesen capacitados para conocer la verdad. Posteriormente esa invitación se convirtió en un recurso literario utilizado frecuentemente por muchos autores al comenzar un tratado de literatura, una obra retórica, etc... A continuación reproducimos los dos versos: Cantaré para conocedores; cerrad las puertas, profanos. Hablaré a quienes es lícito; cerrad las puertas, profanos. El comentarista, respecto a estos versos introductorios señaló: Como muestra en el verso bien destacado, pues, cuando exhorta a que cierren las puertas a sus oídos, dice que no legisla para la mayoría... a los que son puros para oír... y en el siguiente... El autor del comentario considera que él sí estaba preparado para entender el mensaje que transmitía Orfeo y comienza su crítica, citando versos del poema teogónico. Con la reconstrucción realizada a partir de esas citas se puede llegar a la conclusión de que esa teogonía no era muy larga, como mucho cien versos; presentamos varios fragmentos del poema, los más relevantes para nuestro tema: Urano hijo de la Noche, que fue el primer rey
  • 16. 16 ...que nacieron de Zeus, el monarca más que poderoso. Zeus, cuando, recibido de su padre, el poder determinado por los dioses tomó en sus manos y la fuerza, y a la ilustre deidad... Y Zeus (... llegó a la cueva, donde) se sentaba Noche, sabedora de todos los oráculos, inmortal nodriza de los dioses. Ella le vaticinó todo cuanto le era lícito lograr: cómo ocuparía la hermosa sede del nevado Olimpo. Zeus, una vez que oyó los vaticinios de su padre devoró al venerable (o el miembro del)... que había saltado primero del éter. (Zeus) que hizo algo terrible a Cielo, hijo de Noche, que fue el primerísimo en reinar. Y de éste a su vez, Crono, y luego el ingenioso Zeus, Respecto a este último fragmento el autor del comentario señaló: Así que dice (Orfeo) que este Crono nace del Sol y de la Tierra, porque tuvieron su origen (los seres) por el chocarse de unos contra otros por causa del sol. El poema teogónico sigue aludiendo a diversos dioses, siendo el principal Zeus: Al Ingenio (Metis)... la dignidad regia... los tendones
  • 17. 17 ...del venerable rey nacido el primero, y en él todos los inmortales se gestaron: dioses felices y diosas, ríos, fuentes amables y todo lo demás cuanto entonces había llegado a ser, así que él llegó a ser lo único. Ahora es rey de todo y en adelante lo será. Zeus nació el primero, Zeus, el último, el de rayo refulgente, Zeus es cabeza, Zeus centro, de Zeus todo se ha formado. Zeus hálito de todo, Zeus de todo es destino Zeus soberano, Zeus señor de todo, el de rayo refulgente. Nuevamente el autor de la crítica realiza el siguiente comentario: Al decir por eyaculación pone de manifiesto que en el aire (las cosas) se movían, una vez divididas en pequeñas partículas, y se montaban... Afrodita Urania, Zeus, practicar el sexo, eyacular, Persuasión y Harmonía son nombres del mismo dios. A la unión de un varón con una mujer se le llama «practicar el sexo» (afrodisiázein) en el lenguaje hablado. El poema cosmogónico continúa: ...y concibió la poderosa fuerza de Océano de ancha corriente, e hizo fluir en él los tendones de Aqueloo de argénteos remolinos, del que proceden todos los mares...
  • 18. 18 ...de igual hechura... y que a muchos mortales se les manifiesta sobre la tierra inmensa Pero cuando la mente de Zeus hubo concebido todas sus obras deseaba unirse en amor con su propia madre A partir de estos fragmentos podemos realizar una reconstrucción de los rasgos principales de genealogía transmitida en esta teogonía. En primer lugar, Urano fue el primer rey y el hijo de la Noche, por lo tanto la Noche fue lo primero, si bien es cierto que de ella no se indica que tuviera ningún poder de mando. El autor del comentario entendió que el Cielo y el Sol, eran el mismo dios. El Cielo tuvo a su vez otro hijo, Crono. Crono castró a su padre y de esta forma se hizo con el poder. Crono, padre de Zeus, fue a su vez derrotado por su hijo, quien le arrebató el poder. Por otro lado, nos cuenta cómo Zeus, protagonista del relato, fue a consultar a la Noche, que habitaba una cueva. La Noche vaticinó a Zeus cómo iba a ocupar el trono del Olimpo. Zeus concibió a Océano, a los mares y los ríos. Según este relato el mundo está ordenado a partir del reinado de Zeus, puesto que es el principio y fin de las cosas. Zeus debía unirse con su madre, Rea. De esta unión muy posiblemente surgió Dionisos, pero antes, mediante una eyaculación de Zeus se formó Afrodita. Con la teogonía de Jerónimo y Halanico entramos en las «cosmogonías órficas del huevo». No sabemos quiénes fueron Jerónimo y Helanico, ni conservamos su obra completa. Conocemos su teogonía, principalmente, gracias a las referencias de dos autores: Damascio (gracias al cual conocemos también la teogonía eudemia y la de las Rapsodias) y Atenágoras. Atenágoras, que vivió entre el 133 y el 190 d. C., fue un autor platónico que se convirtió al Cristianismo y cuyas referencias coinciden con las de Damascio. Con estas dos fuentes podemos reconstruir la teogonía de Jerónimo y Helanico mejor que la de Eudemo. Esta teogonía del huevo se puede datar en torno al siglo II a. C., siendo algo anterior a las Rapsodias. En ella el relato resulta algo abstracto, sin embargo la teogonía parece clara. En esta teogonía se indica que lo primero fue el agua, de la cual se formó el barro, la tierra. Después apareció el Tiempo y la Necesidad. Ambos separaron del agua original a Éter (ubicado arriba), Caos (situado en centro) y Érebo (en la parte inferior). Así lo podemos leer en Damascio De prin. 123 bis (III 160, 17 Westerink), 123 bis (III 161, 3, 8 y 20 Westerink): La Teogonía órfica transmitida por Jerónimo y Helanico dice así: Desde el principio hubo agua y la materia de la que se cuajó la tierra... siendo éstos los principios que supone los primeros... el principio único anterior a los dos lo pasa en silencio, pues el hecho mismo de no decir nada de él muestra su carácter inefable... El
  • 19. 19 tercer principio después de estos dos se originó de ellos, digo, del agua y de la tierra, y fue un dragón dotado por naturaleza de cabezas añadidas, una de toro y otra de león, y en medio de ellas el rostro de un dios. Sobre sus hombros tenía alas y se llamaba Tiempo desconocedor de la vejez y Heracles... Se unió a él Necesidad, que es a la vez Naturaleza y Adrastea, incorpórea y con los brazos extendidos por todo el mundo, tocando sus confines. También podemos leerlo en la obra de Atenágoras Legatio pro Christianis 18, 3-4 (128 Pouderon) y 20, 1 (134 Pouderon): Orfeo también afirma un origen primero a partir del agua. Fue en efecto el agua el principio de todas las cosas y del agua se formó fango... Y de ambos se originó un animal: un dragón que tenía una cabeza de león <y otra de toro> añadida y en medio de ambas, el rostro de un dios. Su nombre era Heracles y Tiempo. Si el absurdo de esta teología se hubiera limitado a decir que los dioses nacieron y que tienen su substancia del agua, yo me habría limitado a mostrar que nada hay creado que no esté sujeto a la disolución y podría haber pasado a los otros alegatos. Pero es que además de eso, describieron sus cuerpos, diciendo que Heracles, el dios, era un dragón retorcido y que otros tenían cien manos. Damascio en De princ. 123 bis (III 161, 19 Westerink) también nos indicó: ...Éste era pues el Tiempo desconocedor de la vejez, muy honrado en aquella (las Rapsodias), padre de Éter y de Caos. Sin duda también según esta (la de Jerónimo y Helanico) este Tiempo, el dragón, genera una triple descendencia: Éter húmedo -dice- , Caos sin límites y el tercero, después de ellos, Érebo nebuloso... La cosmogonía sigue contando que en el centro del espacio se formó un huevo, engendrado por el Tiempo y que al romperse, la cáscara de arriba, formó el Cielo y la de abajo, la Tierra. En el centro apareció el Primogénito. Tiempo y Primogénito fueron descritos con características similares. Resulta interesante el fragmento de la obra de Damascio donde reproduce el origen de este «huevo»: Pero entretanto, según dice, Tiempo engendró un huevo; también esta tradición lo hace criatura de Tiempo. También Atenágoras en su Legatio pro Christianis 18, 5 (130 Pouderon), nos indicó: Este Heracles engendró un huevo descomunal que, lleno de la fuerza de quien lo había engendrado, se partió en dos por causa de la fricción. Su parte superior acabó por ser el Cielo, y la que se fue para abajo, la Tierra. Y también apareció un tercer dios bicórpore. Damascio menciona este «dios bicórpore» en De princ. 123 bis (III 162, 5 Westerink):
  • 20. 20 La diada de las naturalezas que hay en él, de la masculina y de la femenina y de la pluralidad de simienes que hay en medio. Y en tercer lugar, además de estos, un dios bicórpore, con alas de oro sobre los hombros, que tenía por naturaleza a ambos lados cabezas de toro y sobre su cabeza una monstruosa serpiente que adoptaba las más variadas formas de animales... También este texto sagrado celebra a Primogénito. El relato continúa, describiéndonos cómo Cielo se unió a Tierra. De esta unión nacieron como hembras: Cloto, Láquesis y Atropo; y como hombres los Centímanos y los Cíclopes, Brontes, Estéropes y Arges. También nos cuenta que Crono castró al Cielo y que devoró a sus hijos hasta que Zeus, uno de sus descendientes, lo derrotó. En la obra de Atenágoras, Legatio pro Christianis 18, 6 (130 Pouderon) y 20, 2 (134 Pouderon), tenemos constancia de estos hechos: Cielo, unido a Tierra, engendra como hembras a Cloto, Láquesis y Atropo, y como varones a los Centímanos, Coto, Giges y Briareo, así como a los Cíclopes Brontes, Estéropes y Arges. Tras haberlos aherrojado, los arrojó al Tártaro, al haberse enterado de que sería desposeído del poder por sus hijos... Además de eso, describieron también sus cuerpos, diciendo de Heracles, que era un dragón retorcido, y que otros tenían cien manos. Con respecto a Crono, en la obra de Atenágoras, en 20, 3 (136 Pouderon), encontramos: Y asimismo las «hazañas» realizadas por ellos nos las contaron cuidadosamente, según creen ellos: que Crono le cortó los genitales a su padre y que los arrojó de su carro y que mató a sus hijos devorando a los varones, pero que Zeus, tras haber atado a su padre, lo arrojó al Tártaro (igual que Urano había hecho con sus hijos) y que combatió contra los Titanes por el reinado... Zeus, tras destronar a su padre, obtuvo el poder, como bien nos transmitió Damascio en De princ. 123 bis (III 162, 15 Westerink): Y llama a Zeus el que ordena todas las cosas y el universo entero, por lo que también se le denomina Pan... Zeus se unió a su madre, Rea, también conocida como Deméter, con la cual tuvo una hija: Core, descrita como una especie de ser «monstruoso». Core, llamada Perséfona, fue violada por su padre, y fruto de esa violación tuvieron un hijo: Dionisos. De toda la descendencia de Zeus, descrita en la teogonía de Jerónimo y Helanico, nos dejó buena constancia Atenágoras en Legatio pro Christianis, 20, 3 (136 Pouderon) y 32, 1 (192 Pouderon): ... y que persiguió a su madre, Rea, cuando se resistía a unirse sexualmente con él y, cuando ésta se tornó en una sierpe, también él se tomó en una serpiente, y tras haberla atado con el llamado «nudo de Heracles» -la varita de Hermes es símbolo de este tipo de unión- se apareó con ella... E incluso que se apareó con Perséfona, su hija, tras
  • 21. 21 haberla violado también a ella bajo la forma de una serpiente, y que tuvo de ella un hijo, Dioniso... No es extraño, pues, que inventen historias sobre nosotros como las que cuentan acerca de sus propios dioses. Pues presentan los sufrimientos de sus dioses como misterios. Sería preciso que ellos, si estaban dispuestos a considerar terribles las uniones promiscuas y licenciosas, odiaran a Zeus (que tuvo hijos de su madre, Rea, y de su hija, Core, teniendo así como esposa a su propia hermana) o a su poeta Orfeo el creador de estas historias, porque hizo a Zeus más impío y abominable que Tiestes. En otro fragmento de esta misma obra, 20, 1 (134 Pouderon), Atenágoras señaló: ...Dicen que la hija de Zeus, a la que había engendrado de su madre Rea o también Deméter tenía dos ojos en su sitio natural y dos más en la frente, y la cara de un animal por la parte de atrás de su cuello, y que tenía cuernos, razón por la cual Rea, asustada del monstruoso aspecto de su hija, huyó y no le ofreció el pecho, por lo que es llamada en el lenguaje místico Atela, pero comúnmente Perséfona y Core (la muchacha), aunque no es la misma que Atenea, a la que se le llama así porque es una doncella. En esta teogonía podemos encontrar elementos y personajes comunes con las anteriores, pero también hallamos elementos novedosos. Vemos que en este relato, como en las demás cosmogonías, aparecen temas recurrentes: el origen divino mediante generación espontánea, o bien mediante la unión sexual, el enfrentamiento entre las distintas generaciones de dioses, la castración... Entre los elementos novedosos encontramos el agua como materia primigenia. El hecho de considerar al agua como elemento primigenio, nos revela que en esta teogonía, hay cierto influjo del pensamiento filosófico griego; debemos recordar que para el estudioso Tales de Mileto, el agua era el origen de todo. Así el agua no es entendida únicamente como un ser primordial divino, sino como un elemento primordial. Otro aspecto que parece innovador es
  • 22. 22 la unión de Zeus con su madre y con su hija. Por otro lado, también nos llama la atención que, frente a la Teogonía de Hesíodo, donde vivíamos bajo el mundo de Zeus, en esta teogonía órfica, vivimos bajo el de Dioniso. Finalmente es interesante la presentación de Tiempo como un ser monstruoso con todos los rasgos animales, y lo mismo sucede con la hija de Zeus y Rea: Core. Esta presentación como «monstruos» se puede explicar por el hecho de que fue difícil para los griegos comprender a un ser sin cuerpo, de ahí que todos los seres míticos que aparecen en el origen del mundo o antes de que el mundo esté ordenado tal y como lo conocemos, apareciesen con formas mixtas. Por último, nos encontramos con la teogonía de las «Rapsodias» ubicada en torno al siglo I a. C. y que se nutre de todas las cosmogonías anteriores. Esta teogonía es la única que aún se conservaba en época de Damascio; según sabemos, este autor en el siglo V d. C. pudo leer una obra titulada Rapsodias de Orfeo. En esta teogonía podemos apreciar elementos bastante comunes y antiguos que recuerdan a la teogonía de Hesíodo, al lado de otros elementos más innovadores. En este relato del origen del mundo, la Noche no nació, sino que era la condición inicial del mundo primitivo. Dentro de esa Noche primigenia, se formaron el tiempo (Crono) y después aparecieron Caos y Éter, de los que posteriormente surgieron el Cielo y la Tierra. El Tiempo creó en este medio un huevo cósmico. De ese huevo original surgió el primero de todos los dioses: Eros, conocido también como «Phanes». Este dios primigenio fue el creador del resto de las divinidades y del mundo. Crono tuvo un hijo, Zeus quien derrotó a su padre, emborrachándolo con hidromiel. Después, Zeus, devoró a «Phanes» y a toda la creación, tras lo cual creó un nuevo mundo, que fue producido de forma ordenada. A continuación, esta teogonía nos relata el nacimiento y la historia de Dioniso. Zeus cedió el poder a Dioniso, cuando todavía era un niño, pero murió a manos de los Titanes. Sin embargo, su corazón todavía palpitante, fue recogido por Atenea y ofrecido a Semele para que lo comiese. Así es cómo Semele quedó embarazada de Dioniso, pero ésta murió quemada por su condición de mortal al unirse a Zeus. Zeus pudo recuperar el feto, que después nació de su muslo. Dioniso fue entregado a una divinidad del campo para que lo protegiese. Finalmente, los Titanes fueron destruidos por Zeus con su rayo y de sus pedazos aparecieron los primeros seres humaos. La teogonía de las Rapsodias, como hemos apuntado anteriormente, adopta elementos de las teogonías anteriores, tanto de las denominadas de la «Noche», como de las conocidas como «teogonías del huevo». Por tanto, en ella encontramos detalles que resultan bastante antiguos, y que recuerdan en ocasiones a la teogonía de Hesíodo, junto con otros elementos novedosos. Una idea que recuerda a otras teogonías, es la de la dualidad en el origen de los dioses: por un lado, la generación espontánea, y, por otro, la relación sexual. Otro detalle que resulta arcaico, es la derrota de Crono por su hijo, Zeus. También resulta recurrente el tema de la lucha entre dioses, por ejemplo: Zeus contra los Titanes. Sin embargo, hay algunos elementos innovadores, como la historia de Dioniso. Su nacimiento a partir del muslo de Zeus es sorprendente, si bien es cierto que ya antes Atenea había nacido a partir de la cabeza del rey
  • 23. 23 de los dioses olímpicos. También es novedoso el hecho de que Zeus no sólo devore a Phanes, sino también a la creación. Si lo examinamos atentamente, ya en la teogonía de Hesíodo, Zeus había devorado a su esposa Metis para poner fin a cualquier posible intención sucesoria de su prole, con lo cual no es extraño que pueda devorar a Eros. Sin embargo, en esta ocasión hay un simbolismo y una intención que va más allá de la cuestión sucesoria. En la teogonía de las Rapsodias, se quiere convertir al dios que gobierna el mundo en su dios creador, por lo cual Zeus devora la creación y produce un mundo nuevo ordenado. Debemos citar, para concluir, a dos autores clásicos, Aristófanes y Eurípides, en cuyas obras subyacen restos de una antigua teogonía órfica en la que aparece un huevo, tal vez la más antigua. La obra de Aristófanes (450- 385 a. C.), titulada Aves, resulta ser una fuente indirecta muy interesante para conocer esta cosmogonía. Sin embargo, debemos tener presente que esta obra es una comedia, cuya estructura imita a las antiguas teogonías, con la finalidad de justificar, en tono de humor, la mayor antigüedad de las aves respecto al ser humano. Así, parodiando a las antiguas cosmogonías, aparecen detalles que pueden recordar a los relatos órficos, como la aparición de un «huevo cósmico» y la posterior formación de Eros dentro del mismo. Estos elementos los podemos apreciar en el siguiente fragmento de Aves 694-696: Y de Erebo en el regazo ilimitado engendra lo primero un huevo huero Noche de alas negras, 695 del que, con el trascurso de las estaciones, nació Eros el deseado, de espalda refulgente por su par de alas de oro, parejo a torbellinos raudos como el viento. Por otro lado, tenemos la escasa información que nos ofrece Eurípides (480-406 a. C.) en su obra Hipsípila. Desgraciadamente el fragmento se halla en un estado de conservación penoso y el papiro sobre el que fue escrito está bastante deteriorado, por lo cual en algunas frases solamente se pueden leer palabras inconexas. A pesar de ello, lo que Eurípides nos transmite en su obra se asemeja bastante a la idea de Aristófanes, como podemos ver en Hipsípila, 1103 ss (111, 20 Cockle): «Soberana de los dioses, ...
  • 24. 24 una luz nunca vista ... al (en el) éter el Primogénito ... quiso Eros, cuando Noche(?) ... crió, entonces ... de los dioses nacido? La idea del Primogénito aparecía en la teogonía de Jerónimo y Helanico y también Eros es mencionado en otras teogonías órficas como la de las «Rapsodias». Para finalizar, señalaremos que tanto la obra de Aristófanes, como la de Eurípides, nos remiten a una cosmogonía órfica antigua y responden a la misma tradición que la Teogonía de Jerónimo y Helanico o las Rapsodias.
  • 25. 25 El origen del mundo COSMOGONIA CHINA
  • 26. 26 China, una sociedad en debate interno Desde el punto de vista geográfico, China tiene una extensión que casi equivale a toda Europa, y dado su vasto territorio podemos entender su variedad climática, ya que en China encontramos casi todos los tipos de climas (templado, subtropical, tropical y ecuatorial). Esa gran extensión también nos ayuda a entender su gran variedad étnica; en China conviven hasta 56 etnias diferentes (manchúes, zhuang, tibetanos...), siendo la más numerosa la han que supone el 92% de la población. China es un país en proceso de cambio y éste es el rasgo principal de su sociedad, de su economía y de su política. Aparece ante nuestros ojos como una anomalía, ya que tras la caída del comunismo, y frente al resto de países que mantienen este régimen político en Oriente (Vietnam o Corea del Norte), China está cada vez más integrada en la comunidad internacional. El éxito de las reformas económicas, que ha permitido evitar el malestar social y la crisis, nos ayuda a comprender las diferencias. Pero en este país gigante, con 1.200 millones de habitantes, la sociedad está inmersa en un debate interno, entre el mantenimiento de la propia identidad y la necesaria modernización. La historia de China como nación puede remontarse hasta el siglo XVI a. C., momento en el que se fundó la dinastía Chang. Desde entonces y hasta la proclamación de la República Popular China por Mao Zedong el 1 de octubre de 1949, se sucedieron una serie interminable de reinos y dinastías que han marcado profundamente las tradiciones y las costumbres chinas, caracterizadas, hasta entonces, por su inmovilismo. Tras la revolución comunista y bajo el sistema de la República Popular de Mao, se iniciaron una serie de profundas reformas económicas, administrativas, sociales, etc... que han terminado con el viejo orden. Tras la era moísta, China entra en una fase caracterizada por la moderación, pero en la cual las reformas continúan. En menos de un siglo se han resquebrajado tradiciones milenarias. Así, los chinos viven un debate interno entre tradición y modernización, entre el inmovilismo y el cambio, entre Oriente y Occidente, entre el comunismo y el capitalismo... En el presente Cuaderno Didáctico nos acercaremos a la tradición de esta sociedad milenaria con un interés antropológico y desde el punto de vista de sus creencias y en concreto, desde su concepción cosmogónica.
  • 27. 27 La religión china y los mitos La religión China es politeísta y sincrética, y, a pesar de que dominan el Taoísmo y el Budismo, la sociedad de este ingente país nunca ha rechazado la incorporación de otras religiones indígenas o foráneas (el Cristianismo, por ejemplo). A pesar de que aparentemente cada religión defiende una doctrina diferente, algunas de ellas no pueden diferenciarse estrictamente. La sociedad y la religión chinas han sido capaces de cohesionar creencias que en principio pudieran ser opuestas, lo cual revela su carácter sincrético. En este Cuaderno Didáctico dedicamos un apartado a cada una de las principales religiones del mundo y por lo tanto, en este estudio dedicado a China, no vamos a profundizar más en las doctrinas de cada religión. No disponemos de ningún mito de creación y ordenación del mundo en sentido estricto, pero sí podemos reconstruir algún mito referente a dioses y seres creadores: P'an-Ku (también conocido como Pan-gu), Niu-kua... Además, contamos en la tradición china con relatos y leyendas de reyes, emperadores o héroes mitológicos en los que aparece alguna referencia al proceso de formación y organización del mundo tal y como lo conocemos; por ejemplo la historia de Yu «el Grande» o la leyenda de Huang-ti. La ilimitada imaginación de los hombres distorsionaba los acontecimientos y así surgieron estos mitos que con el tiempo se transformaron en leyendas.
  • 28. 28 El mito del enorme huevo cósmico Hemos hallado distintas versiones del mismo mito, pero todas ellas coinciden básicamente en la presentación de una misma idea: encontramos un mito, que como muchos otros, nos lleva a la forma de caos preexistente, a un Universo original sin definir (el huevo cósmico), donde reside un ser superior (P'an-Ku), de cuya acción y sacrificio procede nuestro Universo (ordenó el mundo y al romperse el huevo, P'an-Ku murió). La primera mención de esta legenda, la encontramos en el libro de Xu Zheng en el Periodo de los Tres Reinos (220-265 d. C.). En la cultura china este mito está muy arraigado, incluso hay una frase hecha a partir del mismo: «Desde que P'an-Ku creó el cielo y la tierra», para significar desde hace mucho tiempo. En una de las variantes del mito encontradas, se nos relata que al principio, los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo negro, que llevaba ren su interior a P'an-Ku. Tras 18.000 años P'an-Ku se despertó de un largo sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el huevo. La luz, la parte clara, ascendió y formó los cielos, la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra. P'an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra. La tierra y el cielo empezaron a crecer a razón de diez pies al día, y P'an-Ku creció con ellos. Después de otros 18.000 años el cielo era más grande y la tierra más gruesa; P'an-Ku permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a estar unidos. El relato sigue contando cómo Pan-Ku falleció y distintas partes de su organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo. Su aliento se transformó en el viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas y de su sangre se formó el agua. Sus venas se convirtieron en caminos de larga extensión y sus músculos en fértiles campos. Las interminables estrellas del cielo aparecieron de su pelo y su barba, y las flores y árboles se formaron a partir de su piel y del fino vello de su cuerpo. Su médula se transformó en jade y en perlas. Su sudor fluyó como la generosa lluvia y el dulce rocío que alimenta a todas las cosas vivas de la tierra. En otras versiones del mito de P'an-Ku, sus lágrimas fluyeron para convertirse en ríos y el resplandor de sus ojos se transformó en el trueno y el relámpago. Según esta interpretación, cuando P'an-Ku estaba contento brillaba el sol, pero cuando estaba enfadado negras nubes cubrían el cielo. También la aparición del ser humano, se explica en este mito de P'an-Ku, ya que según algunos relatos, las pulgas y los piojos que P'an-Ku tenía en su cuerpo, se convirtieron en los antecesores de la humanidad. En otras interpretaciones P'an-Ku es descrito como el gigante chino que nació como un enanito dentro del primitivo huevo cósmico. La parte superior del huevo formó los cielos (Yang) y la parte inferior formó la Tierra. P'an Ku creció diez pies por día y empujó la cáscara
  • 29. 29 del huevo un poco más y un poco más. Entonces, transcurridos 13.000 años (en vez de los 18.000 de las versiones anteriores) P'an-Ku estalló. Sus ojos se convirtieron en el sol y la luna (en esta parte sí coincide con otros relatos); su cabeza se transformó en las cuatro montañas sagradas (en otras versiones son cinco); su sangre dio lugar a los mares y los ríos; de su pelo se formaron los campos y los árboles; su aliento se transformó en el viento, su sudor en la lluvia y su voz en el trueno. Las pulgas que vivían en su cuerpo eran los antecesores de los seres humanos. Encontramos una variante de este mito que nos relata que P'an- Ku se formó a partir de los cinco elementos, y que él creó la tierra y el cielo con el cincel y el martillo. La tradición taoísta suele representar a P'an-Ku como un ser primitivo velludo que lleva un gran martillo con el cual rompe la roca primigenia. Algunos estudiosos consideran que su origen está en el sur de China o en el sureste asiático y hay zonas del sur de China donde el culto a P'an-Ku todavía pervive, levantándose multitud de templos y pabellones en su honor. Entre esos pueblos, donde la leyenda de P'an-Ku está muy extendida, P'an-Ku es representado como un ser con cuerpo de hombre y cabeza de perro y se le conoce con el nombre de rey Pan. En una de esas leyendas, se cuenta que P'an-Ku se casó con una princesa como recompensa por traer la cabeza de l rey Fang al rey Gao Xin, quien había prometido la mano de su hija a quien le trajese la cabeza de su enemigo, y fue P'an-Ku quien realizó tal empresa. Pero la princesa no quería ser vista con aquel ser, con cuerpo de hombre y cabeza de perro, y se mudaron a las lejanas montañas del sur de China. Allí pudieron vivir felices y tuvieron tres niños y una niña. Como se señala anteriormente, los relatos coinciden en múltiples detalles, pero también contienen datos diferentes, sin embrago en todos ellos apreciamos que es P'an-Ku el creador del Universo y que nuestro mundo existe gracias a su sacrificio. El huevo cósmico donde se formó P'an-Ku es un claro ejemplo de la idea de caos primitivo (el «enorme huevo negro», mencionado en la primera versión expuesta de este mito). En el mito de creación de P'an-Ku también encontramos la idea de la formación de la tierra y el cielo a partir de la separación de la materia original y primitiva. Por otro lado, esta leyenda china recuerda al mito nórdico del gigante Ymir, ya que en ambos casos, la tierra, el cielo y otros elementos de la naturaleza (la lluvia, los árboles...) Surgen como restos corporales de esos seres primitivos.
  • 30. 30 La diosa Niu-kua arregla el cielo En la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas más antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo Xu Shen como «la encargada de la reproducción de todos los seres vivos», por lo cual, muy posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios relatos que nos hablan de esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien creó al ser humano Según relata una de estas legendas la tierra era muy bonita, en ella crecían las flores, los árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras criaturas. Pero, a pesar de ello Niu-kua se sentía soledad. Ella descendió y cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua y la moldeó hasta formar una figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura cobraba vida, hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de mujeres. Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y dejó de sentir soledad. Sin embargo, no es este el aspecto que más nos interesa de la diosa Niu-kua. En algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano a domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi fueron pintados como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre ellos, en un mural de la Dinastía Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de Shadong). Otro relato, más relacionado con el tema de este Cuaderno Didáctico, nos cuenta cómo Niu- kua arregló el cielo. Según esta leyenda, dos deidades estaban en guerra: Gong-Gong, dios del agua, y Zhu-Rong, el dios del fuego. Estos dioses, ferozmente enfrentados, lucharon por todas partes del cielo y de la tierra, causando en todo lugar desorden y destrozos. El dios del fuego ganó, y, encolerizado, el dios del agua, golpeó la cabeza de Zhu-Rong contra la montaña Buzhou (una cumbre mítica). La montaña se derrumbó y así el gran pilar que sostenía al cielo y lo sujetaba, cayó. Como consecuencia de aquello, la mitad del cielo se desplomó, dejando un enorme agujero negro. De repente, llegó un gran caos, la tierra se agrietó, los bosques ardieron en llamas, las serpientes y otros criaturas feroces atacaban a los humanos. Muchas personas ardieron, otros se ahogaron, y muchos más fueron devorados por las bestias. Fue un desastre sin precedentes. La diosa Niu-Kua, afectada por lo que le estaba sucediendo a la humanidad y por su sufrimiento y dolor, decidió arreglar el desastre y enmendar el cielo, terminando así con aquella catástrofe. Para ello, mezcló varios tipos de piedras de colores y con la mezcla resultante reparó el cielo. Entonces, mató a una tortuga gigante y utilizó sus cuatro enormes patas para sostener el trozo de cielo caído. Además, cogió un dragón y lo mató, con la finalidad de espantar al resto de las malas bestias. Finalmente, recogió y quemó una gran cantidad de juncos; con sus cenizas paró la inundación desbordada para que la gente pudiera vivir de nuevo feliz.
  • 31. 31 En otras versiones, se hace referencia a Niu-kua como hermana de Fu-hi y se les describe como seres superiores con forma de dragón, generalmente unidos por sus colas. Según explica una de esas legendas, se produjo un diluvio y éste provocó un gran desastre (es necesario señalar que la idea del diluvio también está presente en otras culturas, recordemos el «Poema de Gilgamesh» o el «Antiguo Testamento»). Niu-kua reparó el cielo con piedras de cinco colores y cortó las patas de una gran tortuga para levantar cuatro columnas en los cuatro polos. Después mató al dragón negro (Kong-kong) para salvar al mundo y acumuló gran cantidad de cenizas para detener las aguas. El único elemento dejado de aquel desastre, según cuenta la legenda, fue que el cielo quedó inclinado hacia el noroeste y la tierra hacia el sureste, y esto explica que, desde entonces, el sol, la luna y todas las estrellas vayan hacia el oeste y los ríos fluyan hacia el sureste. En este caso, el mito de la diosa Niu-kua, se utiliza para explicar un fenómeno natural, igual que el mito egipcio del dios escarabajo Khepri explica el surgimiento del sol cada mañana, su avance por el cielo durante el día y su puesta al anochecer. Recordemos que el hombre en la antigüedad no podía conocer bien algunos fenómenos de la naturaleza y recurría a los mitos para poder explicarlos.
  • 32. 32 El Emperador Huang-ti Los chinos frecuentemente se describen a sí mismos como los descendientes de Huang-ti (también encontrado como Huang Di), el «Emperador Amarillo», un personaje mitad ficticio, mitad real, al cual se le atribuye la fundación de la nación china hacia el 4000 a. C., aproximadamente. Historias extravagantes han surgido en torno a su persona y una colección de legendas escrita en el Periodo de los Estados Combatientes (475-221 a. C.) nos da cuenta de ello. Huang-ti vivió en un maravilloso palacio en las Montañas Kunlun en el oeste, con un celeste guardián en la puerta que tenía la cara de un hombre, el cuerpo de un tigre y nueve colas. Las Montañas Kunlun estaban llenas de pájaros y animales raros y exóticas flores y plantas, y Huang-ti tenía una mascota, un pájaro que le ayudaba a cuidar su ropa y efectos personales. A Huang-ti se le atribuye la invención del carreta, el bote y el carro que apuntaba al sur, un carro que tenía un mecanismo guía que hacía que siempre indicase al sur sin importar hacia donde fuese el carro. En otras fuentes también se le atribuye la creación de la humanidad o invención de la escritura o el compás. A Huang-ti también se le atribuye el descubrimiento de las leyes de la astronomía y el diseño del primer calendario utilizado por los chinos. Aparentemente, el estímulo de las iniciativas de personas con talento fue una cosa muy apreciada en aquella época y las menciones sobre Huang-ti, nos indican que éste era uno de los aspectos importantes de este emperador. El «Emperador Amarillo» se ha convertido en el símbolo de la cultura china y representante de sus talentos. También la mujer de Huang-ti, Lei Zu, realizó su propia contribución a la humanidad, ya que enseñó a la gente la recogida del gusano de seda y la instalación de talleres para la fabricación de telas de seda. Una teoría reciente señala que Huang-ti pudo ser el líder real de una confederación tribal de la cultura neolítica de Yangshao. Uno de los relatos más conocidos sobre Huang-ti, nos narra cómo este personaje encargó a Tch'ong-li romper la comunicación entre la tierra y el cielo, a fin de que cesaran los descensos de los dioses. Según esta leyenda, en una época primordial, anterior al mundo tal y como lo conocemos, el cielo y la tierra estaban muy próximos entre sí. Así, los dioses podían descender a la tierra y los seres humanos llegar al cielo, escalando una montaña, o bien subiendo a un árbol o utilizando una liana larguísima. Los dioses descendían a la tierra para oprimir a los hombres; los espíritus también podían bajar a la tierra, con lo cual las posesiones eran frecuentes. En esta leyenda, Huang-ti es en parte responsable en esa separación entre el cielo y la tierra, con lo cual se convierte en héroe, ya que libera al hombre de esas opresiones y desórdenes. Además, al ordenar a Tch'ong-li la separación del cielo y la tierra, participa en la organización del mundo tal y como lo conocemos en la actualidad. Pero, esta idea de un mundo anterior, primitivo era descrito en otras variantes de este mito como un paraíso deseable, que a lo largo de los tiempos se ha querido restaurar. Ese paraíso
  • 33. 33 desaparece como consecuencia de algún desastre, que se desconoce y que provocó que el cielo se separase brutalmente de la tierra. Pudiera ser que a causa de ese desastre, se cortasen las cuerdas, o los árboles fuesen destrozados, o bien desapareciese la montaña que permitía el contacto del cielo y la tierra. Sin embargo, algunas personas privilegiadas (chamanes, sabios, reyes...) pudieron mantener el contacto con el cielo, mediante técnicas de concentración, el éxtasis o por cualidades especiales. En otras versiones, Huang-ti se formó a partir de la fusión de las energías que marcaron el inicio del mundo. La idea fundamental es que este mito forma parte de la cosmogonía china, porque nos explica la separación entre el cielo y la tierra, siendo una fase más en el proceso de formación y ordenación de nuestro mundo.
  • 34. 34 El Emperador Yu y el control de las aguas Dentro de la mitología china la labor de expulsar de la tierra a los elementos del mal (serpientes y otros seres mitológicos), también se considera parte de una cosmogonía. Así, podemos seguir la huella de la creación y ordenación del mundo a partir de algunas de las historias conocidas sobre el Emperador Yu «el Grande». Según cuenta la leyenda, el mundo, en tiempos del Emperador Yu, todavía no tenía el aspecto actual. Según nos relata Mencio (discípulo de Confucio que vivió entre el 371 y el 289 a. C.), Yu «cavó la tierra e hizo fluir (las aguas) hacia los mares, expulsó las serpientes y los dragones y los confinó en las marismas». Yu es el encargado de expulsar a las fuerzas del mal y él es el héroe que organiza la sociedad, tal y como la conocemos. Benito Jerónimo Feijoo en su obra Teatro Crítico Universal, Tomo VIII, Discurso XII dedica al Emperador Yu un breve apunte que es el que sigue: El Emperador Yu, que sucedió a Chum, arribó al Trono, saliendo del mismo término, y siguiendo el mismo camino. Hallábanse en aquel tiempo muchos territorios bajos inundados de agua, por lo que aquella Región perdía mucho terreno. Yu halló el secreto de abrir diversos canales para derribar aquellas aguas al Mar, y después para fertilizar con ellas otras tierras. Sobre esto escribió varios Libros de instrucciones útiles de Agricultura. Estos méritos, juntos a otras buenas partidas, movieron a Chum, para elegirle por sucesor. Basta ya de honra de la Agricultura: vamos al provecho. Volvemos aquí a encontrarnos con el conflicto presente en buena parte de los mitos. Hay una parte de la leyenda con base histórica y otra parte ficticia. Al Emperador Yu se le atribuye una labor que puede partir de algún hecho real, pero en ese acto están involucrados personajes y situaciones fantásticas. Así, según el relato chino, Yu estuvo trece años controlando las aguas y en su obra empleó al dragón alado, animal sagrado en la mitología china, para el dragado. Con el fin de abrir un camino en una montaña escabrosa, Yu se transformó en un oso y logró culminar el gran trabajo que un hombre común no hubiese podido realizar. Por su destacada labor, Yu obtuvo el respeto de los habitantes, que lo bautizaron como «Yu, el Grande» y lo veneraron como dios de la comunidad. Su historia rompió los límites de su tribu y fue conocido en otros lugares. En otra fuentes, Yu aparece como una divinidad hermafrodita que hizo de la Tierra un lugar habitable para el ser humano. Según esta versión, esta deidad creó los caminos a través
  • 35. 35 de las montañas, abriendo pasos con su fuerza tras adoptar la forma de oso. Yu, bajo la forma de serpiente, desvió las aguas del Río Amarillo hacia el abismo. Podemos aseverar que en general, los mitos o leyendas de la antigüedad china reflejan en cierto grado la lucha del hombre en la naturaleza y, ocasionalmente, se les atribuye a los personajes una fuerza sobrenatural.
  • 36. 36 El mito de Yi y los diez soles El mito de Yi es otro ejemplo de un ser humano que por sus hazañas y facultades, acaba convirtiéndose en un héroe admirado en la cultura china. Según la tradición china, Yi era un hombre muy conocido en su tiempo por su destreza en el manejo del arco. En época de Yi aparecieron en el cielo diez soles cuyos rayos fueron letales para muchas plantas y a consecuencia de ello, se perdieron muchos campos. Además, temibles bestias pisoteaban ferozmente lo que encontraban a su paso. Estos monstruos causaban infinitos destrozos y daños al pueblo. Para solucionar aquel desastre, Yi cogió su arco y disparó nueve flechas con las que derribó nueve soles. Después se enfrentó a todos los monstruos y los derrotó. Por estas valientes obras, Yi fue respetado como un dios. Otras versiones de este mito cuentan que existieron diez soles y cada uno de ellos se turnaban para aparecer en el cielo: uno en cada uno de los diez días de la semana. Al cabo de los años, los diez soles decidieron a parecer en el firmamento al mismo tiempo. Ello provocó un calor insoportable, tanto que la vida en la Tierra sería imposible. Di Jun, el padre de los diez soles, envió a un arquero con un arco y flechas mágicas para asustar a los soles y que volviesen a la normalidad. A pesar de la voluntad de Di Jun, Yi disparó nueve flechas, dejando en el cielo solamente a un sol, que es el que nosotros vemos actualmente. Al ver como sus hijos habían muerto, Di Jun se enfadó tanto con Yi que lo expulsó de los cielos y Yi desde entonces vivió en la tierra como un mortal más.
  • 37. 37 El origen del mundo CONCEPCIONES COSMOGÓNICAS EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA
  • 38. 38 Mesopotamia El drenaje de las marismas situadas entre los ríos Tigris y Eúfrates, permitió el cultivo sistemático de cereales y legumbres, el crecimiento demográfico, la proliferación de ciudades y el mantenimiento de individuos dedicados a tareas no productivas tales como la plasmación en tablillas de las creencias de sus contemporáneos, algunas de ellas expresadas en poemas de gran belleza lírica. Mesopotamia se convirtió en una floreciente región, tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista cultural. Cuna de nuestra civilización, atrajo a multitud de gentes a sus tierras. Y fue en estas tierras donde sumerios, acadios y babilonios se asentaron y desarrollaron sus espléndidas culturas. Las creencias, las prácticas rituales y las divinidades de estos tres pueblos parecen estar vinculadas entre sí y remitirnos a una misma visión cosmogónica, o por lo menos una concepción del mundo similar. El desciframiento de las escrituras sumeria y acadia, y los métodos de datación de las tablillas encontradas, han permitido una reconstrucción bastante aproximada del universo mitológico mesopotámico y de su evolución a lo largo de los milenios tercero y segundo a.C. En las primeras tablillas el dios principal era Anu, responsable del destino y de mantener en su sitio al «cielo» (en sumerio, «an»), entendiendo como tal tanto la bóveda azulada que domina el día como el negro manto tachonado de estrellas que define la noche. Por debajo del cielo, y jerárquicamente en un segundo plano, se situaba Enlil, la personificación de la tierra, pero también de la tormenta, de la violencia descontrolada que rasga la noche con su rayo, que ensordece con su trueno y que con sus vientos huracanados arrasa cuanto halla a su paso. El tercero en importancia era Enki (en acadio, Ea), el agua que fertiliza la tierra. Los astros más conspicuos también disponían de un lugar en el panteón mesopotámico. De entre ellos destacaba, evidentemente, el Sol, Utu para los sumerios y Samas para los acadios, que además personificaba la justicia.
  • 39. 39 La Luna era llamada Nanna por los sumerios y Sin por los acadios. También tenían identificado al planeta Venus, que los sumerios llamaban Inanna y los acadios Istar. Dumuzi era el dios mortal de la vegetación, que era ritualmente enterrado en la época de la siembra, en otoño, para volver a resucitar en la siguiente primavera. Personificadas las fuerzas elementales de la naturaleza, el siguiente paso consistía en integrarlos en un todo coherente, en un mito o «teoría» que los relacionara y permitiera explicar el devenir de los fenómenos naturales. Uno de los primeros pasos en esa dirección viene representado por el ritual de apareamiento primaveral entre Dumuzi, la vegetación, personificado en el rey o señor principal de la ciudad, e Inana o Istar, encarnada en la gran sacerdotisa del culto a esa diosa. Dichas nupcias ejercían el papel de catalizador de la gigantesca reacción cósmica que permitía la renovación estacional de la fertilidad de los campos y del mantenimiento de la vida de los humanos que los poblaban.
  • 40. 40 Los poemas cosmogónicos mesopotámicos El Poema de Atrahasis La relación entre las fuerzas de la naturaleza fue ganando en complejidad, hasta cristalizar literariamente en el poema acadio Atrahasis, escrito a principios del segundo milenio a.C. El poema comienza evocando el inicio de los tiempos, cuando los dioses menores, bajo la dirección del violento Enlil, tenían que excavar los canales, levantar los diques, reparar ambos y labrar la tierra. Cansados del arduo trabajo de drenar las marismas, represar las aguas y arar los campos con el fin de cultivar lo necesario para alimentarse a sí mismos y a los dioses mayores, quemaron sus picos y palas, renunciaron a trabajar y amenazaron a Enlil, el capataz. Los tres máximos dioses, Anu, Enlil y Ea, es decir, el cielo, la tierra y las aguas, se reunieron con urgencia para tratar no sólo de resolver el conflicto, sino de sentar las bases para que no volviera a presentarse. Ea, el más astuto de ellos, propuso la ingeniosa solución de crear unos seres, los humanos, que trabajaran en lugar de los dioses y para ellos, entregándoles parte del alimento que produjeran. Esos nuevos seres habrían de ser formados a partir de arcilla mezclada con la sangre de uno de los dioses menores, el que había encabezado la rebelión. A partir de la masa original de arcilla y sangre se crearon siete hombres y siete mujeres, que fueron el inicio del linaje de los humanos. A partir de entonces los dioses no tuvieron que trabajar más, limitándose a vivir de las ofrendas de los humanos. Sin embargo, tanto trabajaban estos, tanto alimento producían, que se multiplicaron con rapidez, y doce siglos después de su creación eran ya tan numerosos que el ruido que hacían resultaba insoportable a los dioses. El violento Enlil, irritado, reunió a los grandes dioses y con su consentimiento envió una epidemia que causó estragos entre los humanos, amenazando acabar con ellos. El sagaz Ea, preocupado por la suerte de sus criaturas, les hizo saber que debían dirigir sus plegarias al dios de la muerte, Namtar, que finalmente se apiadó de ellos y acabó con la plaga. Los supervivientes volvieron a multiplicarse y, transcurridos otros mil doscientos años, importunaron con sus gritos a Enlil, que de nuevo les castigó, secando todas las fuentes.
  • 41. 41 Aconsejados por Ea, su protector, los humanos dirigieron sus plegarias al dios de la lluvia torrencial, Adad, que llegó a tiempo para salvar a algunos famélicos representantes del género humano. Por tercera vez volvieron los humanos a molestar a los dioses, y ahora Enlil decidió usar al mismo Adad para provocar un diluvio de tal magnitud que ahogara definitivamente a los humanos. Esta vez Ea sólo pudo salvar a una familia, la de Atrahasis (quien da nombre al poema), el más sabio y bondadoso de los humanos. Aconsejado a tiempo de la conspiración de los otros dioses, Atrahasis construyó un barco e introdujo en él a su familia (en el sentido extenso: mujer, hijos y parientes próximos), y con ellos diferentes parejas de animales, tanto domésticos como salvajes. Mientras en las anteriores ocasiones los dioses habían seguido recibiendo alimento de quienes no enfermaban ni enflaquecían en exceso, ahora pasaron hambre, ya que sólo sobrevivían los pasajeros de la barca, incapaces de cultivar la tierra. Ante la perspectiva de tener que volver a trabajar se replantearon la magnitud de sus castigos y llegaron a un punto de equilibrio, en el que aceptarían la existencia de humanos, pero limitando su número mediante las siguientes disposiciones: crearon un demonio cuya misión sería la de incrementar la mortalidad infantil tras los partos, parte de las mujeres sería estéril y otra fracción de las mismas renunciaría a tener hijos, asumiendo la virginidad como un valor reconocido socialmente con el cargo de sacerdotisas de determinadas diosas. De esa forma, la mortalidad neonatal (y en su caso el infanticidio), la esterilidad y la virginidad eran no sólo reconocidas como mecanismos de control demográfico, sino que, situadas en la esfera de las decisiones divinas, permitían transferir a estos la responsabilidad de aquellas acciones y fenómenos.
  • 42. 42 El Enuma Elis A mediados del segundo milenio a.C. se habían producido variaciones sustanciales en la situación política de la zona, regida ahora de manera indiscutible por Babilonia, cuyo dios Marduk, pasó evidentemente a tener un papel preponderante en la cosmogonía mesopotámica. Esas novedades quedan recogidas en un poema que empieza así: Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme, nada más había que el Apsu primordial, su progenitor, (y) Mummu-Tiamat, la que parió a todos ellos, mezcladas sus aguas como un solo cuerpo. No había sido trenzada ninguna choza de cañas, no había aparecido marisma alguna, cuando ningún dios había recibido la existencia, no llamados por un nombre, indeterminados sus destinos, sucedió que los dioses fueron formados en su seno. Lahmu y Lahamu fueron hechos, por un nombre fueron llamados. Durante eternidades crecieron en edad y estatura.
  • 43. 43 Anshar y Kishar fueron formados, superando a los otros. Prolongaron sus días, acumularon años. Anu fue su hijo, rival de sus propios padres, sí, Anu, primogénito de Anshar, fue su igual. Anu engendró a su imagen a Nudimmud. Nudimmud se hizo de sus padres dueño, sabio sin par, perspicaz, fuerte y poderoso, mucho más fuerte que su abuelo Anshar. No tenía rival entre los dioses sus hermanos. Juntos iban y venían los hermanos divinos, alteraban a Tiamat al agitarse de un lado para otro, sí, alteraban el talante de Tiamat con sus risas en la morada del cielo. No podía acallar Apsu sus clamores y Tiamat estaba sin habla ante su conducta. Sus actos eran odiosos hasta [...] Aborrecible era su conducta; se hacían insufribles. Entonces Apsu, progenitor de los grandes dioses, gritó, dirigiéndose a Mummu, su visir: «Oh Mummu, mi visir, que alegras mi espíritu, ven junto a mí y vayamos a Tiamat». Fueron y se sentaron ante Tiamat, deliberando acerca de los dioses, sus primogénitos.
  • 44. 44 Apsu, abriendo su boca, dijo a la resplandeciente Tiamat: «Su conducta me resulta muy odiosa. De día no encuentro alivio ni reposo de noche. Los destruiré, aniquilaré sus obras, para restaurar la calma. ¡Tengamos descanso!». Tan pronto como Tiamat lo oyó, se sintió irritada y gritó a su esposo. Gritó llena de enojo, sola en su furor, poniendo amenaza en su tono: «¿Qué? ¿Vamos a destruir lo que hemos edificado? Su conducta, ciertamente, es enojosa, pero esperaremos con paciencia». Entonces respondió Mummu y aconsejó a Apsu. Malicioso y desgraciado fue el consejo de Mummu: «Destruye, padre mío, la conducta rebelde. Así tendrás quietud de día y reposo de noche». Cuando Apsu lo oyó, su rostro se puso radiante, por el mal que maquinaba contra los dioses sus hijos. Mummu lo abrazó por el cuello, sentándose en sus rodillas para besarle. Pero cuanto habían tramado entre ellos fue repetido entre los dioses, sus primogénitos.
  • 45. 45 Cuando los dioses oyeron todo aquello, se agitaron, cayeron luego en silencio y quedaron sin habla. Soberano en saber, perfecto, ingenioso, Ea, sapientísimo, adivinó su conjura. Un designio dominador formuló y envió, capaz hizo su conjuro contrario, soberano y santo. Lo recitó e hizo que subsistiera en lo profundo, derramando el sueño sobre él, despierto del todo permanece. Cuando a Apsu tuvo postrado, cargado de sueño, Mummu, el consejero, ya no pudo excitarlo. Aflojó su banda, se despojó de la tiara, dejó su aura y se la puso él. Después de encadenar a Apsu, lo mató. Ató a Mummu y lo encadenó. Después de haber así establecido su morada sobre Apsu, se apoderó de Mummu, anillándolo por la nariz. Después de vencer y pisotear a sus enemigos, Ea, asegurado su triunfo sobre los adversarios, descansó en su cámara sagrada sumido en paz profunda. «Apsu» la llamó al asignar los santuarios. Allí mismo su choza de culto estableció. Ea y Damkina, su esposa, allí moraron en esplendor. En la cámara de los destinos, morada de los hados,
  • 46. 46 un dios fue engendrado, poderoso y sabio más que los dioses. En el corazón de Apsu fue Marduk creado. El que le engendró fue Ea, su padre, la que lo concibió fue Damkina, su madre. Al pecho de la diosa fue amamantado. La nodriza que lo crió lo hizo terrible, Seductora era su figura, la luz brillaba en sus ojos. Señorial era su paso, soberano desde antiguo. Cuando lo vio Ea, el padre que lo engendró, exultó y se iluminó su rostro, su corazón lleno de gozo. Perfecto lo hizo y doble divinidad le otorgó. Exaltado fue entre todos ellos, en todo excelente. Perfectos eran sus miembros sin medida, imposible de comprender, difícil de percibir. Cuatro eran sus ojos, cuatro eran sus oídos. Cuando movía sus labios, fuego escapaba de ellos. Grandes eran sus órganos para oír, y los ojos, en número igual, escrutaban todo. Era el más alto de los dioses, soberana era su estatura, enormes sus miembros, era alto sobremanera. «¡Hijito mío, hijito mío! Mi hijo, el Sol, ¡Sol de los cielos!». Revestido del halo de diez dioses, era fuerte
  • 47. 47 cual ninguno, con todos sus terribles destellos. ............................................. Turbada estaba Tiamat, desvelada noche y día. Los dioses, maliciosos, aumentaban la tormenta. Después de haber maquinado el mal en su intimidad, a Tiamat dijeron los hermanos: «Cuando dieron muerte a Apsu, tu consorte, no le ayudaste, y te estuviste quieta. Aunque él creó el hacha terrible, tus entrañas se han disuelto y no tenemos reposo. ¡Permanezca en tu ánimo Apsu, tu consorte, y Mummu, que ha sido derrotado! Sola has quedado». ............................................. [...] De entre los dioses, sus primogénitos, que formaban su asamblea, elevó ella a Kingu, entre ellos lo hizo jefe. Dirigir las huestes, presidir la asamblea, alzar las armas para el encuentro, encabezar el combate, ordenar como jefe la batalla, todo esto puso en sus manos mientras ella lo entronizaba en el consejo: «Para ti he pronunciado el conjuro, exaltándote en la asamblea de los dioses.
  • 48. 48 Todo poder te he dado para aconsejar a los dioses. ¡Tú eres el mayor de todos, mi consorte eres tú! ¡Tus sentencias serán firmes entre todos los Anunnaki!». Le entregó las tablillas del destino, atadas a su pecho: «Tu mandato será inmutable, tu palabra permanecerá». Tan pronto como Kingu fue exaltado a la jerarquía de Anu, sobre los dioses, hijos de ella, decretaron el destino: «Vuestra palabra hará remitir el fuego, humillará al 'arma del poder', tan potente es su golpe». [...] Humillado llegó ante su padre, Anshar, Y le habló de este modo, como si fuera Tiamat: «No me basta mi mano para someterte». Sin habla estaba Anshar, fija la mirada en el suelo, ceñudo y moviendo la cabeza ante Ea. Todos los Anunnaki allí se congregaron. Apretando los labios, se sentaron en silencio. «Ningún dios, pensaban, podrá darles batalla, enfrentarse con Tiamat y salir con vida». El Señor Anshar, padre de los dioses, se alzó majestuoso, y después de meditar en su corazón, dijo a los Anunnaki: «Aquel cuyo vigor es poderoso nos vengará, el fuerte en la batalla, Marduk, el héroe».
  • 49. 49 [...] «Anshar, no te inquietes; relaja tus labios. Iré y lograré el deseo de tu corazón... ¿Es un varón el que se apresta a combatirte? ¡No es más que Tiamat, una mujer, quien te opone sus armas! ¡Oh padre mío y creador, alégrate y llénate de gozo; pronto hollarás la cerviz de Tiamat!». ............................................. «Hijo mío, que posees toda sabiduría, calma a Tiamat con tu sagrado conjuro. Avanza pronto sobre la carroza de la tormenta. ¡De su presencia no te echarán! ¡Hazlos retroceder!». El señor se alegró por las palabras de su padre. Exultante su corazón, dijo a su padre: «Creador de los dioses, destino de los grandes dioses, si yo ciertamente, como vengador tuyo, he de vencer a Tiamat y salvar vuestras vidas, ¡convoca la asamblea, fija para mí un destino supremo! Cuando juntos en Ubshukinna, alegres os hayáis sentado, que mi palabra en vez de la tuya fije los destinos. Inmutable será cuanto yo haga existir. Ni revocado ni cambiado habrá de ser el mandato de mis labios». [...]
  • 50. 50 Cuando esto oyeron Lahmu y Lahamu, gritaron con fuerza, todos los Igigi « se lamentaron descorazonados: «¡Qué extraño que hayan tomado tal decisión! No podemos comprender las obras de Tiamat». Se dispusieron a emprender el viaje, todos los grandes dioses que fijan los destinos. Llegaron a presencia de Anshar, llenando Ubshukinna. Se besaron unos a otros en la asamblea. Hablaban entre sí mientras se acomodaban para el banquete. Tomaron el pan festivo, compartieron el vino, henchidos de suave licor. Bebían y el fuerte brebaje embebía sus cuerpos. Iban languideciendo al paso que sus ánimos se exaltaban. Fijaron los decretos sobre Marduk, su vengador. Le erigieron un trono principesco. Frente a sus padres él se sentó, presidiendo. «El más venerado eres entre los grandes dioses, tu decreto no tiene rival, tu mandato es Anu. Tú, Marduk, eres el más venerado de todos los dioses. ............................................. Sobre todo el universo te confiamos el reinado. Cuando tomes asiento en la asamblea, prevalecerá tu palabra. No fallarán tus armas, aniquilarán a tus enemigos.
  • 51. 51 ¡Oh Señor, perdona la vida al que en ti confía, pero quítasela al dios que eligió el mal!». En medio pusieron un paño, a Marduk, su primogénito, hablaron: «Señor, en verdad tu decreto prevalece entre los dioses. Si decides crear o destruir, así se hará. Abre tu boca, desaparecerá este paño, habla otra vez, y el paño estará entero». A la palabra de su boca desapareció el paño. Habló de nuevo y se rehízo el paño. Cuando los dioses, sus padres, vieron el fruto de su palabra, gozosos le rindieron homenaje: « ¡Marduk es rey!». Le entregaron cetro, trono y palu; armas invencibles le dieron, para ahuyentar al adversario. Fijado así el destino de Bel, los dioses, sus padres, le pusieron en el camino del éxito y la victoria. Él se hizo un arco, que marcó como arma suya, añadió además la flecha, fijó la cuerda. Alzó la maza, la empuñó con su diestra. Arco y carcaj fijó a su costado. Ante sí envió el relámpago, de llama abrasadora llenó su cuerpo. Hizo luego una red para envolver en ella a Tiamat.
  • 52. 52 Los cuatro vientos sujetó para que nada de ella escapara, el viento sur, el viento norte, el viento este, el viento oeste. Al costado apretó la red, regalo de su padre Anu. Soltó a Imhullu, «el viento malo», el torbellino, el huracán, el viento cuádruple, el viento séptuble, el ciclón, el viento incontenible; luego soltó los vientos que había sujetado, los siete, para remover las entrañas de Tiamat se alzaron a su zaga. El señor agitó entonces la tempestad, su arma poderosa. Montó en la carroza de la tormenta, terrible e irresistible. Una cuadriga enjaezó y le unció, Matador, Implacable, Hollador, Veloz. Afilados, ponzoñosos eran sus dientes. Diestros en asolar, hábiles en destruir. ............................................. Circundada de halo terrible aparecía su cabeza, avanzó el señor y siguió su camino, contra Tiamat furiosa dirigió su rostro. En sus labios llevaba un... de pasta roja; su mano empuñaba una planta para vencer al veneno. Entonces en torno a él se arremolinaron los dioses. El señor se dirigió a escrutar el costado de Tiamat, (y) de Kingu, su consorte, para conocer la trama
  • 53. 53 cuya maldición, ante su mirada, queda deshecha, su voluntad se dispersa y su acción se confunde. Y cuando los dioses, sus auxiliares, que marchaban a su lado, vieron al héroe valeroso, su vista se turbó. Lanzó un grito Tiamat, sin volver el cuello, con un brutal desafío en sus labios: «¡Demasiado importante eres para el señor de los dioses como para alzarse contra ti! ¿Se han congregado en su lugar o en el tuyo?». Pero el señor, suscitando la tormenta, su arma poderosa, a la furiosa Tiamat lanzó estas palabras: «Con fuerza te alzaste, mucho te has exaltado; en tu corazón te propusiste provocar la lucha, de forma que los hijos rechacen a sus padres, y tú misma que los engendraste, odias [...]. Engrandeciste a Kingu para que fuera (tu) consorte, su mando, que en derecho no le pertenece, opusiste al de Anu. Contra Anshar, rey de los dioses, maquinas el mal; contra los dioses, mis padres, afirmaste tu maldad. Por mucha que sea tu fuerza, por afiladas que sean tus armas, ¡Ponte en pie, para que tú y yo trabemos singular combate!». Cuando esto oyó Tiamat, se volvió como posesa, como si perdiera la razón.
  • 54. 54 Con fuerza gritó Tiamat furiosa. Hasta las raíces temblaron sus piernas. Recitó un conjuro, lanzó su encantamiento, mientras los dioses guerreros aguzaban sus armas. Entonces entablaron la lucha Tiamat y Marduk, el más sabio entre los dioses, trabaron combate singular, se atenazaron en la pelea. Desplegó su red el señor para atraparla, el viento malo, que seguía detrás, le soltó en el rostro. Cuando Tiamat abría su boca para devorarlo, por ella le lanzó el viento malo para que no cerrara los labios. Cuando los vientos salvajes llenaron su vientre, su cuerpo quedó hinchado, la boca abierta. Lanzó él su flecha, que atravesó su vientre, le desgarró las entrañas, le destrozó el corazón. Dominándola así, acabó con su vida. Arrojó su carcaj para alzarse sobre ella. Después de dar muerte a Tiamat, el señor, su banda quedó destrozada, su tropa desbaratada. [...] Pero a Kingu, que había sido hecho su jefe, lo ató y entregó a Uggae. Las tablillas del destino, que en derecho no eran suyas,
  • 55. 55 le arrebató, las selló con un sello y las apretó contra su pecho. Cuando hubo derrotado y sometido a sus adversarios, ............................................. Y se volvió a Tiamat, a la que había atado. Holló el señor las piernas de Tiamat, con su maza despiadada destrozó su cráneo. Cortó las arterias de su sangre que el viento norte llevó a lugares ignorados. Al ver todo esto, sus padres se llenaron de gozo y exultaron, y a él acudieron con presentes, para rendirle homenaje. Se detuvo entonces el señor para ver el cuerpo muerto, porque iba a desmembrar al monstruo y hacer obras estupendas. La partió como una concha en dos partes; una mitad alzó y la puso como un techo, el cielo, fijó una barrera y puso guardianes a los que mandó que no dejaran escapar las aguas. Cruzó los cielos y revisó (sus) regiones. Escuadró el cuartel de Apsu, la morada de Nudimmud, según medía el señor las dimensiones de Apsu. La Gran Morada, su semejanza, fijó como Esharra, la Gran Morada, Esharra, que hizo como el firmamento. Anu, Enlil y Ea recibieron sus lugares. [...]
  • 56. 56 Cuando oye Marduk las palabras de los dioses, su corazón le impulsa a realizar obras estupendas. Abre su boca y se dirige a Ea, para comunicar sus planes habla a Ea, para comunicar el plan que ha concebido en su corazón: «Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura salvaje, 'hombre' se llamará. Cierto, crearé un hombre salvaje. Tendrá que estar al servicio de los dioses, para que ellos vivan sin cuidado. Con maña cambiaré la vida de los dioses. Venerados por igual, en dos grupos estarán divididos». Ea respondió, y le dirigió una palabra, para exponerle un plan en beneficio de los dioses: «Que sea entregado uno sólo de sus hermanos; sólo éste perecerá para que sea formada la humanidad. Que se junten aquí los grandes dioses en asamblea, que el culpable sea entregado para que ellos permanezcan». Convocó Marduk en asamblea a los grandes dioses; graciosamente los presidía y daba instrucciones. A sus sentencias prestaron atención los dioses. El rey dirigió una palabra a los Anunnaki: «Si vuestra declaración fue sincera,
  • 57. 57 decid ahora la verdad y por mí juradla. ¿Quién provocó la revuelta, provocó a Tiamat a rebeldía y azuzó el combate? Sea entregado el que maquinó la rebelión. ¡Con su culpa le haré cargar para que viváis en paz!». Los Igigi, los grandes dioses, le replicaron, a Lugaldimmerankia, consejero de los dioses, su señor: «Fue Kingu quien maquinó la rebelión, quien hizo rebelde a Tiamat, quien azuzó el combate». Lo ataron y llevaron a presencia de Ea. Le cargaron con su culpa y cortaron (los vasos de) su sangre. De su sangre formaron la humanidad, a la que él impuso la servidumbre, dejando libres a los dioses. [...] Después de ordenar todas las normas, a los Anunnaki del cielo y de la tierra asignó sus porciones, los Anunnaki abrieron su boca y dijeron a Marduk, su señor: «Ahora, señor, ya que nos has liberado, ¿qué homenaje te rendiremos? Edificaremos un santuario en tu honor, que se llamará 'La cámara de nuestro reposo nocturno'; ¡que en él reposemos! ¡Edifiquemos un santuario, un lugar para su morada!
  • 58. 58 El día en que lleguemos, reposaremos en él». Cuando Marduk lo oyó, sus facciones brillaron como el día: «Como el de la alta Babilonia, cuya edificación solicitasteis, su obra de ladrillo sea realizada. 'El Santuario' se llamará». A la obra se pusieron los Anunnaki, durante un año fabricaron ladrillos. Al llegar el segundo año, levantaron el tope de Esagila igual a Apsu. Después de levantar una torre escalonada tan alta como Apsu, pusieron allí una morada para Marduk, Enlil (y) Ea. En su presencia la adornaron con esplendor. Hacia abajo miran sus cuernos, a la base de Esharra. Cuando concluyeron la obra de Esagila, los mismos Anunnaki levantaron sus santuarios. ... todos se reunieron, ... edificaron para su morada. A los dioses sus padres, sentó en su banquete: «Esta es Babilonia, lugar de vuestra casa. Festejad en su recinto, llenad sus anchas plazas». Ocuparon sus tronos los grandes dioses. A beber y a banquetear se pusieron. Después de festejar allí,
  • 59. 59 en Esagila, el espléndido, celebrados sus ritos, habiendo establecido las leyes (y) sus portentos, todos los dioses repartieron las estancias del cielo y de la tierra. Los cinco grandes dioses ocuparon sus tronos. Los siete dioses del destino pusieron a los trescientos en el cielo. Enlil alzó el arco, su arma, y lo puso ante ellos. Los dioses, sus padres, vieron la red que había hecho. Cuando contemplaron el arco, y su forma tan hábil, sus padres alabaron la obra que había realizado. Empuñándolo, Anu habló en la asamblea de los dioses, mientras besaba el arco: [...] [Fuente: E. A. Speiser, Ancient Near Eastern Texts (Princeton 1950), reproducido en I. Mendelsohn (ed.), Religions of the Ancient Near East (Nueva York 1955) 19-46.] Las palabras que inician este poema acadio son «Enuma elis» («cuando en lo alto»), y ese es el nombre con el que se le conoce. La fusión de los diferentes caos iniciales, de Apsu y Tiamat, dio origen a la segregación de las fuerzas primigenias de la naturaleza, ahora identificables mediante nombres propios, los dioses. De la relación entre ellos surgieron nuevos dioses de menor rango, cuyos juegos y alegría exultantes, es decir, los continuos experimentos y creaciones derivados del uso de sus poderes, irritaron a Apsu de tal manera que decidió acabar con aquellos. El astuto Ea, en desacuerdo con los criminales propósitos de su padre, le hizo dormir mediante encantamientos y le mató.